Ensayo- La Cámara Lúcida y Fuga Mexicana

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MATERIA: Experimentación Visual II: Fotografía Básico B/N NOMBRE: Lara Camargo Karla Isabel GRUPO: 4402 ENSAYO Y REFLEXIONES Libros de referencia: Barthes, Roland, “La Cámara Lúcida”, 1980. Debroise, Olivier, ‘Fuga Mexicana. Un recorrido por la Fotografía en México”, 2005. El presente trabajo se conforma, más que nada, en mi sentir, opinión y entendimiento sobre los libros, aunque me provocó un poco de esfuerzo el relacionar ambos, ya que hablan del mismo tema pero de una manera particularmente diferente; uno, de forma más que nada documental, y el otro, es una reflexión muy personal y desoladora desde el inicio. Pero ambos tienen un modo de ver la Fotografía, que complementa su estudio y hace que el lector comprenda las posibilidades infinitas que tiene ésta de ser apreciada, ya sea por su valor histórico, como temático, compositivo e informativo (documental). Introduzco comentando el libro de Debroise… “Fuga Mexicana” es precisamente lo que su título indica; explica el cómo se consolidó la fotografía en México, así como su exploración y sus constantes y abismales cambios, desde su inicios (desde la repercusión, comercialización y popularización del daguerrotipo, la instalación de diversos estudios que tuvieron durante una época un éxito homogéneo y constante, el cambio de temática, técnica, hasta la influencia social en cada sector de la población…). Mi opinión es que me gustó más leer este libro que el otro; lo encontré menos revuelto, y menos personal (nulamente personal), y se enfocó más en lo histórico, tema que me apasiona más que el análisis crítico y subjetivo. Me hizo adentrarme más en la Fotografía mexicana, en cómo los fotógrafos extranjeros estructuraron con su cámara y trabajos la historia de México, y su influencia en otros fotógrafos, compatriotas (recuerdo ahora la asociación de Cartier-Bresson

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Ensayo personal con base en los libros de Roland Barthes y Olivier Debroise.

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MATERIA: Experimentación Visual II: Fotografía Básico B/NNOMBRE: Lara Camargo Karla Isabel

GRUPO: 4402

ENSAYO Y REFLEXIONESLibros de referencia: Barthes, Roland, “La Cámara Lúcida”, 1980.

Debroise, Olivier, ‘Fuga Mexicana. Un recorrido por la Fotografía en México”, 2005.

El presente trabajo se conforma, más que nada, en mi sentir, opinión y entendimiento sobre los libros, aunque me provocó un poco de esfuerzo el relacionar ambos, ya que hablan del mismo tema pero de una manera particularmente diferente; uno, de forma más que nada documental, y el otro, es una reflexión muy personal y desoladora desde el inicio.Pero ambos tienen un modo de ver la Fotografía, que complementa su estudio y hace que el lector comprenda las posibilidades infinitas que tiene ésta de ser apreciada, ya sea por su valor histórico, como temático, compositivo e informativo (documental).Introduzco comentando el libro de Debroise…

“Fuga Mexicana” es precisamente lo que su título indica; explica el cómo se consolidó la fotografía en México, así como su exploración y sus constantes y abismales cambios, desde su inicios (desde la repercusión, comercialización y popularización del daguerrotipo, la instalación de diversos estudios que tuvieron durante una época un éxito homogéneo y constante, el cambio de temática, técnica, hasta la influencia social en cada sector de la población…).Mi opinión es que me gustó más leer este libro que el otro; lo encontré menos revuelto, y menos personal (nulamente personal), y se enfocó más en lo histórico, tema que me apasiona más que el análisis crítico y subjetivo.Me hizo adentrarme más en la Fotografía mexicana, en cómo los fotógrafos extranjeros estructuraron con su cámara y trabajos la historia de México, y su influencia en otros fotógrafos, compatriotas (recuerdo ahora la asociación de Cartier-Bresson con Manuel Álvarez Bravo, por ejemplo), lo que siento yo, me hacía falta, para conocer más sobre el por qué tomé las fotos que tomé, y el significado que todas ellas, en conjunto, poseen y demuestran al observarlas. Fue también como un libro de apoyo.Debroise hace hincapié en todos los años que le tomó reunir material y estructurarlos en ese libro. Me parece un material muy valioso, pues se introdujo hasta en las bodegas de diversos Archivos para hacer de nuestro conocimiento que existieron imágenes reconocidas en una época, y olvidadas en el presente, así como muchos de los trabajos de fotógrafos que mostraban la vida indígena (la más valorada), y documentos con contenido irónico (Daniela Roselle, serie ‘Ricas y famosas’).

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Cada capítulo se enfoca principalmente en un tema, y de ahí, se habla sobre diversos fotógrafos y daguerrotipistas que emergieron conforme se iba descubriendo esta forma de expresión; he aquí, los que más me envolvieron:

-Obertura: A manera de introducción, se habla sobre el objetivo original que la Fotografía tenía al nacer (mera documentación), y el cómo se desvirtuó éste al desviarlas de su soporte y darles una esencia vista desde un ‘ojo artístico’, aportándoles otro significado.Se hace una referencia también a los fotógrafos independientes, provenientes de escuelas de arte, aficionados, que se inmiscuyeron en campos como la prensa y la crítica de arte, usando la fotografía como arma política. Se hace mención de los coloquios latinoamericanos, imágenes históricas y los cementerios de imágenes, es decir, fotos que no trascendieron y quedaron guardadas o perdidas.Este capítulo me hizo conocer el cómo es la mirada hacia la Fotografía y cómo ha sido considerada. De cierta forma, opino que, al quitarles su sentido meramente informativo, se le dotó de otro lenguaje, uno tal vez no muy valorado, por su propia aura y su composición, de modo que se le descubrió, accidentalmente (o tal vez, no tanto), un potencial que sigue necesitando ser más explotado.

-Ritornelo: Menciona el cómo empezó todo tanto en el campo de la Fotografía, a través de la Daguerrotipia; se explica qué es, su invención y sus usos iniciales, así como sus objetivos (mantener la imagen perenne) y los primeros profesionales en el daguerrotipo en tomar vistas de México.Aquí conocí ese arte olvidado de la Daguerrotipia, y el hecho de que haya tenido tantas dificultades en su manejo, no modificó su valor como soporte fijo de la imagen; un antecedente indiscutiblemente esencial para lo que seguiría con los papeles salados.

-Canon: Se menciona la repercusión que tuvo la técnica, así como el asentamiento y la transformación de ella gracias a las ‘exigencias’ de los que comenzaron a ser clientes (mayoritariamente de la aristocracia). Habla de las desventajas de la daguerrotipia, la inauguración de estudios de fotografía, y del cómo se convirtió en profesión. Cómo era un estudio (sobre todo los más concurridos y famosos, como el de los hermanos Valleto), cómo se pasó de generación en generación, las asociaciones familiares, el cómo los retratados querían mostrarse como alguien que no eran (hay una fotografía de un individuo como ‘guerrero maya’), la repercusión de la fotografía en los sectores marginales (presos, prostitutas, y de cómo varios de ellos exageraban las muecas para verse irreconocibles).Las ideas pro-nazis y antisemitas de la revista (aparentemente) de Fotografía, ‘Helios’, y del fotógrafo Simon Flechine y el estudio Semo.

-Pastoral: A manera personal, este capítulo me introdujo al tema que más me atrae: los paisajes y su geografía.Las imágenes pintorescas de Hugo Brehme, son sublimes, románticas, por cómo muestra al indígena en su campo de trabajo, que es un paisaje rodeado de montañas y naturaleza viva.

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Por esta característica, se menciona que México es un paraíso para los fotógrafos, por cada elemento que lo compone.Aparecen diversos fotógrafos, como George Hoyningen-Huene, Eliot Porter (famoso por sus fotografías de paisaje en E.U.A.), quienes encuentran innumerables detalles en las formas naturales, lo que sobreentiende su preocupación por dar a conocer, de forma abstracta incluso, esa mística del paisaje que aporta nostalgia y romanticismo.

-Tocata: La imagen también se adentra a las comunidades que habitan los paisajes que tanto inspiraron a los fotógrafos de ese entonces; sus habitantes poseían cierto exotismo y, al ir inmiscuyéndose en más temáticas, se les fotografiaba con un aire erótico al hacer poses ‘sugestivas’ (como las composiciones de Theobert Maler), poco naturales o usuales, pero que recuerdan a las pinturas de Ingres (La Gran Odalisca) o Delacroix (La Muerte de Sardanápalo); podría yo también mencionar a Gauguin.También se adentra en lo que es mostrar a los lugareños que desempeñaban labores (remeros, vendedores, cafeteros…), y las fotografías no muestran delicadezas en las poses y ‘decorados’, sino escenas ya no tan sobreactuadas o adornadas.De este capítulo me interesó, principalmente, el cómo diversas clases de sectores rurales, indígenas o campesinos, se adentraron a la ‘modernidad’ al dejarse retratar o inclusive, ser los mismos fotógrafos (como Maruch Sántiz Gómez), de modo que la vida de nuestro país se enfoca de distintas maneras y es visto como algo ‘redescubierto’.También, con el paso del tiempo, se nota la transformación de poblados que, al ir siendo industrializados, emanan otras sensaciones y significado (mutación campo-ciudad).

Así como escribí muchas observaciones sobre esta obra, sé que me faltaron muchas más, aunque lo descrito antes, fue lo que me ayudó a inmiscuirme más fácilmente en la historia fotográfica de México, al haber relaciones con la Pintura (por cierto, otro de mis talleres), lo cual hizo que supiera y ‘decodificara’ fácilmente este lenguaje que provee el libro y la Fotografía en general.

Ahora, me aproximo a comentar el libro faltante.

He de decir que éste no me fue posible comentarlo por capítulos, pues en él se aprecia un vaivén de opiniones y puntos cronológicos que es difícil clasificar, por lo que hice una síntesis (comentada) de lo que me llamó particularmente la atención y lo que reflexioné:

Barthes comenta sus inquietudes con respecto a la Fotografía, hablando sobre su propia historia. Menciona que ésta es inclasificable.Debo decir que éste libro me hizo decaer al principio, por cómo se refiere a su relación con la Fotografía, y lo que significa para él (pero no me desanimé, porque menciona él mismo que “defraudará a los fotógrafos”, y de esa forma no me menciono como ‘fotógrafa’, sino como ‘aprendiz’).

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El cómo habla de sus anécdotas y vivencias con la ‘Foto’ me hizo ver que era como un diario, que lo que estaba plasmado en esas páginas era una conversación con él mismo.En el inicio de “La cámara lúcida”, se especifica que habla sobre la Muerte (principalmente), la nostalgia (un tema que me interesó bastante, al igual que el de la Muerte) y el Tiempo (en mayúsculas).Por ejemplo, la Muerte se aplica en la Fotografía y le da valor sólo cuando ésta hace que el sujeto fotografiado, muera, a través del tiempo.La Nostalgia (con la Muerte, conjunta) se hace evidente al aparecer el sentimiento del ser que fue y físicamente ya no está, pero en la imagen sigue, de cierta forma, ‘vivo’. Me llamó la atención un comentario, en el cual aclara que “la presencia de la cosa no es metafórica, y cuando hay presencia de un ser animado, tampoco, sólo cuando son fotos de cadáveres” pues, según entendí, éstos al ya no tener vida, la foto les aporta una vida ya perdida, y ésta se convierte en algo horrible y con mucha carga (para mí) desoladora.Barthes se sincera, pues enfatiza que le nació una necesidad muy grande de saber qué era en sí la Fotografía y cómo es que ésta se distinguía; un rasgo de ello, por ejemplo, es el hecho de que ésta muestra un espacio en el tiempo, irrepetible y único; y hace un análisis de su contenido, comentando que podemos sentir algo más que interés por el objeto o persona mostrados (deseo o amor), y así, poder reconocerlo o admirar la técnica del autor de la fotografía.También involucra a todo ser que tenga que ver con ella (indirectamente), como es el caso del Spectator y él, como tal, observaba la fotografía, interesándose por ella por ‘sentimiento’. Ésta lo inducía a profundizar dicho sentimiento como una herida; en mis palabras, podría decir que la vivía, pues una herida se siente, se observa, se nota, mira y piensa, como lo comenta el autor.Hubo una parte en la que no pude estar más de acuerdo, en la que comentaba que la Fotografía es peligrosa, pues ésta obtiene características esenciales como informar, sorprender, representar, hacer significar o dar ganas. Un ejemplo de mi ocurrencia, es el cómo las fotografías inhiben o causan diversas sensaciones (por ejemplo, las amarillistas) y provocan resultados, ya sean a lo que subjetivamente llamamos ‘negativos’ o ‘positivos’.Otro párrafo que, me pareció, contenía carga poética, es en el cual habla sobre que la ‘Foto’ le permite el acceso a un infra-saber: entrar en la profundidad del papel, alcanzar su cara inversa, y que ésta no sabe decir lo que da a ver.Al profundizar, ya sea mental o críticamente, el contenido total (físico y ontológico) de una fotografía, se concluye que ésta no se diferencia de una pintura, por muy realista que sea.La poesía de la Fotografía está presente también cuando comenta sobre las cualidades que le atribuye: “debe ser silenciosa”; “la subjetividad absoluta sólo se consigue mediante un esfuerzo de silencio”, palabras con las cuales me identifiqué y reflexioné por varios instantes, pues opino que, para alcanzar a sentir el mayor grado de ‘impacto’ al observar una foto, se debe sólo entablar una ‘conversación mental’ entre ella y el espectador, sin mencionar palabra sonora alguna pues, lo que la foto dice, no contiene ninguna.Al hacerlo del anterior modo, se pueden llegar a profundizar en lo que ésta inspira (recuerdos, sentimientos), y lo que entendí es que, si tiene una relación con el

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espectador, ésta debe ser una traducción de lo que el espectador es. Mejor dicho, es un espacio que contiene el “propio amor y su música”.Barthes comenta que se le aporta también a la Fotografía un nuevo propósito, que es la “irrupción de lo privado en lo público…”; “la publicidad de lo privado”, que tiene que ver con lo que nos hacen sentir y nuestra reacción ante ellas.Al adentrarse en todo lo que se refiere a lo que la Fotografía ‘es y da’, la comenta también como un modo de obra de arte, al relacionarla con el Cine, al decir que éste “participa de la domesticación de la Fotografía”, y que es una mera ilusión, es meditativa, mas no es demente por naturaleza. Invita a la reflexión.La imagen sigue influyendo en toda característica simbólica e icónica; menciona un hecho de lo más notorio: “la sociedad actual y ‘avanzada’ ya sólo consume imágenes, y no creencias, como en el pasado, lo que les da un aspecto falso, lo que resulta en un tedio nauseabundo”.

En sí, al dar un paseo histórico por el libro de Debroise, me dispuse a repetirme una y otra vez esa observación dada por Barthes al casi finalizar el libro.Al abrir de nuevo ‘Fuga Mexicana’, y enfocarme ahora sólo en las fotos, pensaba sobre el comentario de Barthes sobre lo que antes fueron y ahora son las imágenes.

Por lo que me pude percatar, y muy a mi manera de ver (simple, tal vez), antes, cuando recién apareció este ARTE, las fotos eran vistas como algo casi ‘sagrado’ que a la gente plasmaba con ‘fulgor, elegancia y porte’, aunque estas características no fueran del todo reales. Emergieron negocios, doctos en las cámaras, aficionados, gente de todas clases con deseos de ser ‘inmortalizados’, de formar parte de un recuerdo al plasmarse en un álbum familiar (movidos por la nostalgia), quisieron dar una cara al mundo apoyados con imágenes que los respaldaran (o mejoraran)… Empezó a haber interés por la cultura (maya, como en un capítulo se menciona), por los paisajes, por su gente, sus movimientos revolucionarios, y se crearon sentimientos y ganas de desear retratar aconteceres para dar a conocer las sensaciones nunca antes experimentadas de los fotógrafos que recorrían diversas partes de la República; algunos, sólo eran documentales (los autores eran científicos) y mostraban detalles, sin intención de introducir cargas emocionales. Otros mostraban una realidad natural, abrasando una estructura (pirámide, escultura), que le aportaba un aire nostálgico (Laura Gilpin). Al final, hubo el interés de mostrar los aconteceres que llevaron a un cambio al país, así como los movimientos y agitaciones que resultaron en consecuencias desgarradoras (“Obrero en huelga”, Manuel Álvarez Bravo), entre otros intereses ligados entre sí. Y en toda la referencia aquí escrita, se aprecia el cambio, el cómo la Fotografía inició siendo una cosa, y resultando en otra. La profunda exploración de ella hizo que los intereses cambiaran, y que le arrebataran ese aire poético y anhelante de información característicos de sus inicios.

Comparto una reflexión personal: las imágenes, ahora, han sido prostituidas. Es fácil encontrar una, cualquiera; abundan en el circo mediático que es la Internet. Están aquí, allá… Las descargas, las abres con una facilidad asombrosa. Aparecen ante tus ojos sin que hagas esfuerzo alguno por encontrarlas…

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Es raro ahora que la mayor parte de la gente no tenga una cámara, cuando antes era lo contrario. Inundados de ‘selfies’ (aborrezco la palabra y lo que hay detrás de ella; tal vez, una postura exagerada de mi parte), de fotos intrascendentes, sin significado, con el mero fin de que se les popularice (antes también había un poco de ese fin, pero había ‘algo’ ahí, que las dotaba de un valor único)… Informan, sí, pero… Muchas tienen carga amarillista (cadáveres, descuartizados, ensangrentados), y cada día con mayor facilidad se difunden y difunden, sin llegar más allá de lo que significa, de la sensibilidad que provocan. Un torbellino de imágenes vacías que no significan nada, sólo la degradación del ser humano y su poca comprensión.No cualquiera es fotógrafo. Es una palabra que le queda grande a los que se sienten ‘profesionales’.Lo que queda es preguntarse… ¿Qué es para mí la Fotografía (con mayúscula inicial)? ¿Qué me motiva a tomar una cámara?Tal vez, empezando a replantearse lo anterior, se retorne a lo que es este ARTE: sumergirse en uno y sus creencias.