Las bibliotecas son parte fundamental del consumo cultural de una poblacin determinada. Tradicionalmente vinculadas a universidades y centros religiosos, hoy no son menos las bibliotecas que abren sus sociedades de lectores a la comunidad. Si bien es innegable que dicha apertura en lo formal no refleja para nada una democratizacin en lo concreto del consumo cultural en bibliotecas, una profundizacin detenida en la actual situacin del consumo cultural y su relacin con la estructura de clases chilena solicitara una investigacin mucho ms amplia de la que da luz a este breve ensayo, adems, supera con creces el objetivo central, a saber, el oficio de bibliotecario. Mientras que para cumplir este objetivo es necesario dar cuenta de las funciones y los lmites de dicho oficio, un relato emprico de lo que es mi propia experiencia supone un complemento interesante para matizar y ejemplificar la reflexin previa.

El oficio de bibliotecario es lo que puede salvar a una coleccin privada de libros de ser una mera acaparacin intil de material cultural, como parecen estar condenadas la mayora de estas bibliotecas personales. Desde el trabajo de investigacin sobran los argumentos para oponerse a la acaparacin de valioso material bibliogrfico que en otro caso pudiese estar siendo usado por institutos y departamentos de las disciplinas que lo requieran, no obstante, los acadmicos que trabajan en dichas instituciones tambin poseen colecciones propias de libros, las cuales son inseparables en principio de la actividad profesional del investigador y cuya naturaleza como bibliotecas personales es preciso distinguir de la acaparacin de textos.

Una biblioteca es ms que la mera adquisicin de textos. Una biblioteca es, en esencia, una coleccin con orden y motivos. Los textos que estn presentes en ella han llegado ah con motivos y en esta han encontrado un lugar, estableciendo una relacin con los otros tomos que completan la biblioteca. Este orden no tiene por qu ser efectivo en el orden de la estantera en el caso de una biblioteca privada, pues la relacin que se guarda entre uno y otro texto se da en el orden crtico que cada lector le da.

Diversas son las razones que motivan a los lectores a discriminar en la adquisicin de obras para su biblioteca, pero en principio es la necesidad de llenar un ausente en la coleccin la que motiva a la adquisicin de obras para una biblioteca. Cuando uno decide emprender de la coleccin el requisito que separa a los dedicados de los aficionados es el entendimiento total sobre qu es lo que se colecciona. Entonces, una buena coleccin de libros necesitara que el bibliotecario sea tan buen coleccionista como lector, pues es en la lectura donde el orden real de la biblioteca se hace presente.

Para distinguir algunas de las razones que motivan el paso del lector al bibliotecario es til revisar las razones que convierten al hombre en lector, con atencin en aquellas que determinan el tipo de lector. Al ser distintas las razones que a uno lo pueden llevar a leer un contenido determinado, es de esperar que cada coleccin sea tan distinta de otra como sus respectivos dueos entre s, sin embargo, hay motivos comunes (profesionales, religiosos, polticos, etc.) que permiten dar cuenta de criterios y procesos similares de adquisicin coleccionista.

Quizs la mayora de los jvenes dueos de biblioteca no tengan relatos infantiles, pero esta es sin duda una de las primeras experiencias de muchos futuros bibliotecarios en el mundo de la lectura. Personalmente recuerdo el haber pasado de leer el alfabeto a una obra propiamente literaria: una breve coleccin de mitos griegos adaptados para la lectura infantil. En este paso del aprender a leer al propio acto de leer un relato se descubre un medio de comunicacin hasta entonces ignorado. La capacidad de apropiarse del testimonio, fantstico o no, de un autor permite al lector imaginar, en el caso de la narrativa, un mundo cuyo contenido le puede ser totalmente ajeno, pero que a travs de una buena narracin es capaz de integrar al lector y hacerle sentir desde el ms clido sol posando sobre los personajes, hasta el ms profundo temor de alguno de estos. Esta empata producida por la narracin es slo superada en la materia por la capacidad de, despus de apropiarse de este testimonio, relacionarlo con otro y formar un canon, personal o compartido, en torno a eso. Es decir, una coleccin.

Motivado por aquella sensacin de viajero de mundos que otorgaba la narrativa, adems de la sensacin de que las lecturas pueriles se volvan burdas, di un giro hacia narraciones ms profundas que se aventurarn en las dimensiones ms psicolgicas e ideolgicas de sus mundos y los personajes que los habitan, encontr en las narraciones de terror psicolgico un quiebre interesante. De entonces conservo textos de Poe y Lovecraft principalmente, pero almaceno un poco ms en mi archivo digital.

De la misma forma, un inters por mundos fantsticos no pareciera poder ir separado de un inters por el mundo real, por ms especfico y reducido que este inters pueda ser. Entonces surgi un nuevo motivo y los textos de historia comenzaron a hacerse presentes en mi lectura. Hoy la mayora de dichos textos, tales como la "Tutruca" de Fredes o una que otra historia condensada de Grecia, se han ido regalando o quedando en el relego de la biblioteca, pero han sido reemplazados por textos ms de discusin histrica, principalmente fotocopiados.

Ya estando estudiando filosofa descubr una motivacin totalmente nueva para la lectura, la profesional. Cuando uno se ve inmerso en la discusin acadmica, la adquisicin de textos referentes al debate actual se hace esencial, as como la consulta regular a manuales y libros ms tcnicos. Es as como mi primera biblioteca propiamente tal consisti al principio de casi puros libros de filosofa griega clsica y alemana contempornea. Cuando torn mi inters acadmico al marxismo y a la filosofa analtica, Nietzsche y Heidegger fueron reemplazados por compilados de ensayos y debates contemporneos en el rea de la filosofa de las ciencias. De este paso destaco en particular cmo es que la forma en la que la academia se reproduce afecta directamente la forma en la que sus discusiones son coleccionadas, es decir, en la medida en la que la academia abandona los extensos tratados y manuales en favor del ensayo y la revista, las colecciones bibliotecarias deben adaptarse para albergar dicho conocimiento, pero es mejor dar cuenta de un pequeo detalle antes de entrar propiamente a la tarea de la coleccin.

Creo pertinente advertir que en mi opinin el ideario de una biblioteca como estantera ya se hace insuficiente. Anteriormente argument por qu es ms la coleccin motivada y ordenada lo que constituye una biblioteca que una acaparacin indiscriminada y a crtica de libros. Esta reflexin se debe a que mi abuelo, quien era electricista, mantena una biblioteca de libros narrativos, pero a la vez guardaba una cantidad considerable de revistas que iban desde las clsicas "Popular Mechanics" hasta varias publicaciones argentinas referidas al tema. El hecho de que, una vez establecidos los motivos de cada coleccin, ambos fueran funcionalmente lo mismo al acto de coleccin da cuenta de que la biblioteca puede tomar cualquier forma y utilidad, sin tener que estar restringida a un concepto que en lo abstracto, sin la prctica coleccionista, slo encuentra lugar en el alarde por la posesin de un conocimiento que no se posee.

Es por lo expresado anteriormente que no veo razn alguna para pensar que la colecccin de revistas paula o de condoritos no puedan ser procesados como bibliotecas. Hasta ahora slo han sido criterios elitistas los que han llevado al lector a pensar que la coleccin motivada y ordenada es una empresa llevable slo por burcratas y acadmicos varios, adems de descartar su material de lectura como digno de catalogar. Hoy dichos criterios son enemigos de una sociedad que necesita reproducir los hbitos de lectura en su poblacin, pues suponen un acceso restringido y antidemocrtico a la totalidad de la prctica lectora.

En conjunto con estas dimensiones ms culturales, es necesario tratar la construccin material de una biblioteca. Ya hemos dicho que no es un asunto tanto de lo acadmico o artstico del contenido como su capacidad de agruparse en torno a una motivacin capaz de relacionar lo que hace a un texto posible parte de una biblioteca, pero en lo material es posible sumarle una inquietud ms: qu hacer con el contenido fotocopiado y el contenido digital.

A lo largo de la vida universitaria en filosofa fu recolectando tanto fragmentos como textos completos en fotocopias, muchas de las que todava guardo como parte de mi biblioteca. Aunque tiendo a compartir la apreciacin esttica de que un libro empastado nunca ser superado por una fotocopia, el valor que ofrecen estas en la democratizacin del acceso en la tenencia de textos nos fuerza a repensar la forma en que la que estos ltimos son reproducidos en general. Tambin les guardo aprecio en cuanto son copias de combate, sus hojas parecieran estar hechas para destacarse y llenarse de cuantas anotaciones el lector necesite.

Finalmente llegamos a la coleccin que en la que ms tiempo he invertido. La coleccin digital presenta todo un nuevo mundo para el archivo de textos. Con conceptos como la nube, base de datos que reside en los servidores de internet, el almacenamiento digital permite a un usuario compartir la totalidad de su coleccin a otros usuarios, generando as bibliotecas pblicas donde sus lectores son a la vez colaboradores responsables de su actualizacin y orden. Esta nueva modalidad permite hacer de algo que antes era privado algo pblico.

Creo que la conclusin obvia es el hecho de que el oficio de bibliotecario es inherente a la prctica lectora. Avanzar en su estudio no es solamente el estudio sobre el orden de libros en un estante, es tambin sobre el estudio de la relacin entre lecturas y las razones que lo llevan a uno a condenar a un grupo de textos a discutir los unos con otros. El oficio de bibliotecario es el momento ms consciente de la prctica lectora, pues es el nico en el que el lector reflexiona sobre el lugar de cada texto en un orden total.