ENSAYISTAS HISPANOAMERICANOS

7
ENSAYISTAS HISPANOAMERICANOS Apreciados estudiantes, dentro de los ensayistas de mayor relevancia encontramos a JOSÉ MARTÍ, del cual les comparto aspectos de su vida y obra. José Martí nació en La Habana el 28 de enero de 1853. Hijo de los españoles Mariano Martí y Leonor Pérez, su vida fue una auténtica lucha a favor de la libertad en Cuba y para Cuba. Desde su juventud fue simpatizante del levantamiento del 68, lo que le supuso al año siguiente su primer paso por la prisión por conspirador. En 1871 fue desterrado a España, donde aprovechó para estudiar Filosofía y Letras y Derecho. En 1875 comenzó un periplo de años de constantes viajes a México (donde se casa el 20 de diciembre con la camagüeyana Carmen Zayas Bazán), Guatemala (donde conoció a María García Granados, la famosa «Niña de Guatemala» de susVersos sencillos) y Nueva York, tras el que regresó temporalmente a Cuba en 1878. Trabajó allí como profesor, pero sin abandonar su constante preocupación política, y vio nacer a su hijo José Francisco el 22 de noviembre. En 1879 fue descubierta la conspiración que organizaba con el Movimiento, y fue desterrado de nuevo a España, para en 1880 establecerse como periodista en Nueva York, donde comenzó a contactar con militares cubanos, como el general Calixto García, y donde entró a formar parte como presidente del Comité Revolucionario Cubano. Pasó una pequeña temporada en Venezuela durante 1881, de donde también fue expulsado por causas ideológicas, para volver a Nueva York en 1882 y dedicarse allí a preparar la revolución final que consiguiera la independencia de Cuba: además de escribir y publicar Nuestra América el 10 de enero de 1891 en La Revista Ilustrada de Nueva York, consiguió dinero, armas, embarcaciones, entrenó a los revolucionarios, buscó apoyo internacional y mantuvo el espíritu de rebelión de los cubanos, para lo que realizó diversos viajes por países de Latinoamérica. En 1895, cuando todo estaba preparado, les fue confiscado el contingente logístico por parte del gobierno estadounidense, y contra viento y marea lograron prepararlo todo para, en mayo de 1895 Martí, junto con Máximo Gómez y otros más, desembarcar en Playitas y avanzar tierra adentro para reunirse con otras fuerzas revolucionarias. El 19 de mayo de aquel año las fuerzas del Apóstol, sobrenombre por el que ha sido conocido después por sus compatriotas, se enfrentaron al ejército español en Dos Ríos, batalla en la que murió el 19 de mayo el inspirador y héroe de la independencia cubana sin que sus compañeros pudieran siquiera rescatar su cuerpo. José Martí consagró su vida a sus ideales filosóficos y patrióticos. A consecuencia de estos últimos, fue deportado de Cuba y estuvo mucho tiempo en tierras extranjeras. Se ganó la vida escribiendo para publicaciones tanto en español como en inglés. También escribía en francés, latín y alemán y tenía al menos conocimientos del portugués, griego y hebreo. Hizo varias traducciones al español de obras significantes, proclamó bellos discursos y su epistolario es un manantial de valores cívicos y patrióticos sin dejar cada carta de ser una lección en literatura. Su producción literaria fue excesiva. En muchas de sus obras es imposible negar el amor a su patria, lo cual es un honor y orgullo de todos los cubanos, pero también demuestra una lírica extremadamente refinada, tanto en la poesía como en la prosa; según Darío, la prosa de Martí es la “más bella del mundo”. Un matiz muy peculiar de José Martí es el control del idioma que sus obras demuestran, y que se

Transcript of ENSAYISTAS HISPANOAMERICANOS

ENSAYISTAS HISPANOAMERICANOSApreciados estudiantes, dentro de los ensayistas de mayor relevancia encontramos a JOS MART, del cual les comparto aspectos de su vida y obra.Jos Mart naci en La Habana el 28 de enero de 1853. Hijo de los espaoles Mariano Mart y Leonor Prez, su vida fue una autntica lucha a favor de la libertad en Cuba y para Cuba. Desde su juventud fue simpatizante del levantamiento del 68, lo que le supuso al ao siguiente su primer paso por la prisin por conspirador. En 1871 fue desterrado a Espaa, donde aprovech para estudiar Filosofa y Letras y Derecho. En 1875 comenz un periplo de aos de constantes viajes a Mxico (donde se casa el 20 de diciembre con la camageyana Carmen Zayas Bazn), Guatemala (donde conoci a Mara Garca Granados, la famosa Nia de Guatemala de susVersos sencillos) y Nueva York, tras el que regres temporalmente a Cuba en 1878. Trabaj all como profesor, pero sin abandonar su constante preocupacin poltica, y vio nacer a su hijo Jos Francisco el 22 de noviembre. En 1879 fue descubierta la conspiracin que organizaba con el Movimiento, y fue desterrado de nuevo a Espaa, para en 1880 establecerse como periodista en Nueva York, donde comenz a contactar con militares cubanos, como el general Calixto Garca, y donde entr a formar parte como presidente del Comit Revolucionario Cubano. Pas una pequea temporada en Venezuela durante 1881, de donde tambin fue expulsado por causas ideolgicas, para volver a Nueva York en 1882 y dedicarse all a preparar la revolucin final que consiguiera la independencia de Cuba: adems de escribir y publicar Nuestra Amricael 10 de enero de 1891 enLa Revista Ilustrada de Nueva York, consigui dinero, armas, embarcaciones, entren a los revolucionarios, busc apoyo internacional y mantuvo el espritu de rebelin de los cubanos, para lo que realiz diversos viajes por pases de Latinoamrica. En 1895, cuando todo estaba preparado, les fue confiscado el contingente logstico por parte del gobierno estadounidense, y contra viento y marea lograron prepararlo todo para, en mayo de 1895 Mart, junto con Mximo Gmez y otros ms, desembarcar en Playitas y avanzar tierra adentro para reunirse con otras fuerzas revolucionarias. El 19 de mayo de aquel ao las fuerzas del Apstol, sobrenombre por el que ha sido conocido despus por sus compatriotas, se enfrentaron al ejrcito espaol en Dos Ros, batalla en la que muri el 19 de mayo el inspirador y hroe de la independencia cubana sin que sus compaeros pudieran siquiera rescatar su cuerpo.Jos Mart consagr su vida a sus ideales filosficos y patriticos. A consecuencia de estos ltimos, fue deportado de Cuba y estuvo mucho tiempo en tierras extranjeras. Se gan la vida escribiendo para publicaciones tanto en espaol como en ingls. Tambin escriba en francs, latn y alemn y tena al menos conocimientos del portugus, griego y hebreo. Hizo varias traducciones al espaol de obras significantes, proclam bellos discursos y su epistolario es un manantial de valores cvicos y patriticos sin dejar cada carta de ser una leccin en literatura. Su produccin literaria fue excesiva.

En muchas de sus obras es imposible negar el amor a su patria, lo cual es un honor y orgullo de todos los cubanos, pero tambin demuestra una lrica extremadamente refinada, tanto en la poesa como en la prosa; segn Daro, la prosa de Mart es la ms bella del mundo. Un matiz muy peculiar de Jos Mart es el control del idioma que sus obras demuestran, y que se requiere dominar otras lenguas para llegar a captar. Compensa las debilidades de la lengua espaola que usualmente no notamos pero son tan obvias desde la perspectiva del ingls, el alemn o el latn. Sin embargo, siempre reconoci cada idioma por sus valores y se mantuvo fiel al que la obra demandaba. Mencionamos aqu algunas obras de Mart que consideramos fundamentales desde el punto de vista literario.

ALGUNOS ASPECTOS SOBRE SU ENSAYO: NUESTRA AMERICA

Nuestra Amrica, el gran ensayo de Jos Mart, sigue siendo en el 2014 un texto de enorme magnetismo. Conviene reflexionar sobre algunos enfoques de lectura de este texto, porque su ttulo y su amplio significado, abarca, en mnima extensin, la magnitud inmensa del continente mestizo. Este ensayo ha sido objeto de recepciones diversas: la lectura poltica y la lectura estilstica, la lectura biogrfica y la lectura visionaria. Sera bueno pensar en la posibilidad de una nueva lectura que se integre a las ya efectuadas. Se trata de un acercamiento a la visin de la cultura que en ese texto aparece conformada.Jos Mart fue, en el contexto de Amrica Latina, uno de los precursores ms agudos en el campo de la reflexin sobre la cultura. l se asom a este campo como parte de su inters por los temas ms urgentes para la Hispanoamrica de su tiempo y de todos los tiempos. El prcer cubano, aun no habiendo sido estrictamente un culturlogo, no poda, en atencin a su fundamental humanismo, dejar fuera de sus reflexiones un aspecto tan importante como el de la ponderacin de la cultura en tanto mbito inalienable para la realizacin del ser humano. Mart, de una manera insistente, vuelve una y otra vez sobre el problema de para qu, dnde y cmo realiza el hombre su existencia. La reconocida prioridad que concede, por una parte, a la sociedad en sus ms diversos y amplios sentidos (sea materializada como patria, o como conjunto idiosincrsico latinoamericano), y, por otra parte, a la eticidad como actuacin concordante con las necesidades de ella, son garantas a priori de que, en efecto, una indagacin de un tema semejante no puede ser ajeno al corpus de la obra de Mart. Por otra parte, sus pginas evidencian rasgos que permiten confirmar de antemano la validez de la propuesta: Mart conoci el pensamiento de Giambattista Vico, cuya Scienza nuova atrae la atencin sobre una vertiente no cartesiana del saber, la de la conciencia histrica y, por ende, cultural, razn por la cual sent bases valiosas para el desarrollo ulterior de la reflexin sobre la cultura. Que Mart aluda, aunque sea de modo sumario, al gran pensador italiano, indica, por lo menos, que lo consideraba interesante. Eso abre la posibilidad de que Mart haya tomado contacto con la idea de Vico respecto de una consideracin cientfica sobre aspectos que netamente se enclavan en el epicentro de la reflexin acerca de los fenmenos culturales: el lenguaje, el mito, la religin, la poesa. Por otra parte, y ms ntidamente tangible que una hipottica valoracin martiana sobre el filsofo italiano, es el contacto del prohombre cubano con la obra de un pensador que, con mayor derecho que Vico, puede ser considerado como uno de los pilares fundadores para la reflexin culturolgica contempornea. Se trata de Johann Gottfried von Herder, a quien Mart se refiere con palpable admiracin en varios momentos, como cuando, en La Opinin Nacional, lo denomina poeta y pensador y a rengln seguido califica su estilo como dotado con singular acierto y esplendor en una obra que, con toda evidencia, el Apstol s ley.1 Ernst Cassirer, al examinar la evolucin histrica que condujo a la aparicin de la consideracin cientfica y filosfica sobre la cultura, subraya la importancia crucial del pensamiento herderiano al sealar: Es Herder quien proyecta el resplandor de la conciencia filosfica sobre lo que en Vico aparece todava envuelto en la penumbra semimtica.2 Del pensamiento herderiano debi de haber tomado Mart la nocin de la historia humana como mbito integrativo de las diversas proyecciones de la cultura, donde, a diferencia del panorama trazado por Vico, el proceso de evolucin no consiste en un inexorable apartarse, en sucesivos descensos decadentes, de una primigenia edad dorada de la convivencia humana, sino, por el contrario, resulta un desarrollo que debe conducir hacia un estadio del mayor valor, lo cual, por cierto, es una anticipacin de ideas que luego Hegel llevar a consecuencias extremas.3 Y hay que recordar adems que, en el dar y tomar en que consiste siempre el desarrollo del pensamiento filosfico, Hegel, que admir tanto a Herder, es la piedra de toque de las ideas de Krauze, el hegeliano menor tan difundido y considerado en los crculos acadmicos e intelectuales de Hispanoamrica en la poca de Mart.Por otra parte, el prohombre cubano tena, adems de su personal inters por la comprensin de la cultura como fenmeno de importancia crucial, otras fuentes de estmulo para asomarse a este tipo de reflexin. Es, en suma, el mbito de las ideas en Estados Unidos, donde Thoreau y Emerson, cada uno desde sus posiciones especficas, estaban desarrollando un pensamiento que, por la va de una crtica determinada sobre los valores que estaban comenzando a imponerse peligrosamente en Norteamrica la concepcin de un sueo americano basado en la sobrevaloracin de la competitividad econmica, el maquinismo, la tecnologizacin a ultranza y la devastacin de la Naturaleza, tambin adelantaba, de manera difusa, pero ciertamente perceptible, una concepcin sobre la cultura, en la que prima no solamente un sentido de redignificacin del hombre sobre la base de un mejoramiento de su conducta tica, sino tambin una visin de la cultura como integracin de valores y unidad de lo diverso, lo cual se produce tanto en el universo social de la cultura, como en sus manifestaciones a nivel del individuo. As, Emerson apunta en Hombres simblicos algo que puede aplicarse directamente al autor deNuestra Amrica:Todo gran artista est formado por sntesis. Nuestra fuerza es transente y alternante; diramos que es la unin de dos riberas. La orilla del mar que, vista desde el mar, es playa, y vista desde la playa es mar; la influencia recproca de dos metales en contacto; nuestro afecto aumentado a la venida y a la partida del amigo; la experiencia de la creacin potica que no se halla en casa ni de viaje, sino en las frecuentes transiciones y mudanzas; este dominio de ambos elementos es lo que explica el poder y el encanto de Platn.4As, nutrido, como gran artista que era, de las ms diversas fuentes nutricias, el pensamiento de Mart sobre la cultura se despliega a lo largo de toda su obra, y, en particular, se condensa centelleante en su ensayoNuestra Amrica. En este texto cardinal de Mart, se concentra con mayor fuerza de su idea sobre el carcter transformador de la cultura. Aqu se destaca especialmente cmo el autoconocimiento es el punto de partida para una verdadera transformacin de la patria continental:No hay batalla entre la civilizacin y la barbarie, sino entre la falsa erudicin y la naturaleza. El hombre natural es bueno, y acata y premia la inteligencia superior, mientras sta no se vale de su sumisin para daarle, o le ofende prescindiendo de l, que es cosa que no perdona el hombre natural, dispuesto a recobrar por la fuerza el respeto de quien le hiere la susceptibilidad o le perjudica el inters. Por esta conformidad con los elementos naturales desdeados han subido los tiranos de Amrica al poder; y han cado en cuanto les hicieron traicin. Las repblicas han purgado en las tiranas su incapacidad para conocer los elementos verdaderos del pas, derivar de ellos la forma de gobierno y gobernar con ellos. Gobernante, en un pueblo nuevo, quiere decir creador.En pueblos compuestos de elementos cultos e incultos, los incultos gobernarn, por su hbito de agredir y resolver las dudas con su mano, all donde los cultos no aprendan el arte del gobierno. La masa inculta es perezosa, y tmida en las cosas de la inteligencia, y quiere que la gobiernen bien; pero si el gobierno le lastima, se lo sacude y gobierna ella. Cmo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidad en Amrica donde se ensee lo rudimentario del arte del gobierno, que es el anlisis de los elementos peculiares de los pueblos de Amrica?.5De aqu que la cultura, en la idea martiana, sea ante todo un acto de inteligencia, es decir, una actividad adaptativa y selectiva, destinada, por una parte, a alcanzar una homeostasis (equilibrio) entre los hombres, y entre el hombre y la Naturaleza. Aspira a un equilibrio no tanto inestable cuanto, sobre todo, dialcticamente transicional, que en cada etapa logre tensar las energas de la sociedad para garantizar una supervivencia y un crecimiento hacia peldaos superiores de lo humano. Pero esa homeostasis no se obtiene por la va de la mera acumulacin informativa, en la cual hay el riesgo permanente de que se acopie la informacin por el simple gusto de hacerlo, lo cual incluye, desde luego, la adquisicin mimtica y estril de patrones forneos no verdaderamente productivos, fenmeno contra el cual arremete Mart ntidamente enNuestra Amrica. La verdadera creatividad en el marco de una cultura efectiva y nutriente, se asienta sobre un aspecto esencial: el papel que, con extraordinaria anticipacin, asigna Mart a la comunicacin cultural. Hoy, en que la Semitica ha subrayado la necesidad de aprender a leer no meramente textos escritos, sino la cultura toda, hoy, en que el pensamiento postmoderno subraya la necesidad de comprender la razn del Otro, la dinmica social, en su sentido ms ntido y constructivo, se desarrolla en trminos de una comprensin de que la identidad cultural, esencial para la vida de los pueblos, consiste en que un grupo social se conoce a s mismo en la medida en que puede compararse e interrelacionarse con otros grupos a quienes no imita vanamente ni destruye. Esa razn del Otro, que en la esttica contempornea se asocia sobre todo con la postura neobarroca, es la que Mart sugiere y defiende para el Continente mestizo, la tierra elegida del barroco. Por eso una lectura contempornea deNuestra Amricanos pide atender a un pasaje luminoso de su texto:Ni el libro europeo, ni el libro yanqui, daban la clave del enigma hispanoamericano. Se prob el odio, y los pases venan cada ao a menos. Cansados del odio intil, de la resistencia del libro contra la lanza, de la razn contra el cirial, de la ciudad contra el campo, del imperio imposible de las castas urbanas divididas sobre la nacin natural, tempestuosa o inerte, se empieza, como sin saberlo, a probar el amor. Cmo somos? se preguntan; y unos a otros se van diciendo cmo son.6La comunicacin cultural, por tanto, es sentida por Mart como una toma de conciencia de un conjunto multifactico de matices de la cultura, que abarcan desde lo ms obviamente semntico, conceptual e ideolgico, hasta sus rasgos psicosociales ms diversos, incluida la poetizacin de la relacin interlocutiva. En esa alusin a la comunicacin entre los pueblos, como forma de conocerse, pero tambin de autoafirmarse, est implcita tambin una autodefensa de lo esencial del ser hispanoamericano:[...] el deber urgente de nuestra Amrica es ensearse como es, una en alma e intento, vencedora veloz de un pasado sofocante, manchada slo con la sangre de abono que arranca a las manos la pelea con las ruinas, y la de las venas que nos dejaron picadas nuestros dueos. El desdn del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra Amrica; y urge, porque el da de la visita est prximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdee. Por ignorancia llegara, tal vez, a pone en ella la codicia. Por el respeto, luego que la conociese, sacara de ella las manos. Se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de l. Hay que dar ocasin a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece. Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios intiles; y otra para quien no les dice a tiempo la verdad.7Pero para mostrarse como es, la Amrica mestiza tiene que intensificar su autoconocimiento. Es sta una verdadera obsesin en la imagen martiana del Continente. Ese autoconocimiento es concebido no solamente como un apetito del saber, una necesidad del espritu y de la organizacin civil de los pueblos. Forma parte, asimismo, de una actitud cultural, lo que en su da otro gran cubano, Jos Lezama Lima, denominara la curiosidad barroca. Integrada Amrica, con difcil crecimiento, por diversos componentes humanos y culturales, sometida a un mestizaje profundo y generoso, ese apetito del saber se traduce en la visin martiana como un formidable inters por la educacin popular. Pero la educacin, en Amrica, no debe orientarse, de modo paternalista, solamente hacia las clases populares. Muy al contrario, tambin los privilegiados de la fortuna, si realmente se deciden a cumplir un deber de patria, estn obligados a una educacin integralmente nacional e hispanoamericana, que el prcer cubano basa sobre una concepcin sorprendentemente contempornea de la lectura. Pues Mart no concibe meramente la lectura como actividad concentrada en el libro en tanto objeto, y menos an en una poca en que, como en el siglo XIX, Amrica Hispnica estaba esencialmente desprovista de una verdadera industria editorial. El libro ajeno puede ser til, pero no como incitacin a la estril imitacin, sino slo como instrumento de integracin creativa y de aplicacin consciente en la propia realidad. Es, de hecho, toda Amrica un texto gigantesco que debe ser ledo, en primera y fundamental instancia, por el hombre americano: Viene el hombre natural, indignado y fuerte, y derriba la justicia acumulada de los libros, porque no se la administra en acuerdo con las necesidades del pas.8 Por tanto, el texto primero, objeto de lectura esencial, es la cultura misma de nuestros pases en crecimiento. Por eso, piensa, el libro importado no puede ser una gua cabal de la cultura hispanoamericana.Hombre de la Modernidad, y a la vez de una Amrica peligrosamente apartada del movimiento cientfico real de su poca, comprende que es necesario impulsar su desarrollo, pero no concibe las ciencias como entidades abstractas, suprahumanas, despojadas de una significacin extraconceptual. Muy al contrario, el significado mismo del conocimiento slo tiene sentido, en su modo penetrante de entenderlo, cuando ha sido convertido en producto cultural pleno, es decir, cuando ha alcanzado tambin un valor subjetivo y colectivo, social en su sentido ms lato y profundo. Se trata de la fusin entre el dato, el producto de la indagacin cientfica piedra de toque en la visin positivista del siglo XIX, y, por lo dems, presente tambin en el neopositivismo de la centuria siguiente, y las aspiraciones y acervos culturales de una colectividad. Dice Mart:La ciencia, en las cosas de los pueblos, no es el ahitar el can de la pluma de digestos extraos, y remedios de otras sociedades, sino estudiar, a pecho de hombre, los elementos, speros o lisos, del pas, y acomodar al fin humano del bienestar en el decoro los elementos peculiares de la patria, por mtodos que convengan a su estado, y puedan fungir sin choque dentro de l. Lo dems es yerba seca y pedantera. De esta ciencia, estricta e implacable y menos socorrida por ms difcil de esta ciencia pobre y dolorosa, menos brillante y asequible que la copiadiza e imitada, surge en Cuba, por la hostilidad incurable y creciente de sus elementos, y la opresin del elemento propio y apto por el elemento extrao e inepto, la revolucin. As lo saben todos, y lo confiesan. En lo que cabe duda es en la posibilidad de la revolucin. Eso es lo de hombres: hacerla posible. Eso es el deber patrio de hoy, y el verdadero y nico deber cientfico en la sociedad cubana.9De las consideraciones antes expresadas, cabe deducir que l concibe la cultura, y, en particular, la cultura hispanoamericana, como un mbito de complejo y urgente crecimiento, tanto como factor de sustento y arranque de la identidad continental, cuanto como arma defensiva de los pueblos de Amrica. Pues la cultura no solamente expresa la idiosincrasia, sino que la acenta, la desarrolla y la defiende. Por ello, en su da, la reflexin de Mart sobre la cultura hispanoamericana no solamente tena, con entero valor, la finalidad de perfilar, profundizndolos, los matices caracterolgicos de mayor relieve en el Continente, sino, sobre todo, la funcin de defender la supervivencia de una macrorregin que estaba continuamente en riesgo de desaparecer como complejo y multifactico conjunto cultural, amenaza que la globalizacin acenta en nuestros tiempos.Otra cuestin de esencia que es necesario advertir, es la importancia personalizada que Mart atribuye a la cultura. Ante todo, la considera como enriquecimiento fundamental para el individuo. Entre los muchos momentos en que su actitud valorativa se destaca, por especialmente alquitarado, y por ser en s una sntesis de toda la concepcin martiana sobre el modelo de cultura que l quera para su patria, el artculo dedicado en Patria a los Lunes de La Liga, el 26 de marzo de 1892, es decir, apenas un ao despus deNuestra Amrica. Precisamente aqu, en un emotivo comentario periodstico acerca de esa sociedad cultural de obreros afrocubanos emigrados en New York, Mart escribe palabras entraables para comprender lo que pudiera llamarse su personal perspectiva axiolgica acerca de la cultura:En La Liga se renen, despus de la fatiga del trabajo, los que saben que slo hay dicha verdadera en la amistad y en la cultura; los que en s sienten o ven por s que el ser de un color o de otro no merma en el hombre la aspiracin sublime; los que no creen que ganar el pan en un oficio, da al hombre menos derechos y obligaciones que los de quienes lo ganan en cualquiera otro; los que han odo la voz interior que manda tener encendida la luz natural, y el pecho, como un nido, caliente para el hombre; los hijos de las dos islas que, en el sigilo de la creacin, maduran el carcter nuevo por cuya justicia y prctica firme se ha de asegurar la patria. Conquistarla ser menos que mantenerla; y junto con el arma que la ha de rescatar hay que llevar a ella el espritu de repblica, y el habitual manejo de las prcticas libres, que por sobre todos sus grmenes de discordia ha de salvarla.10En el pasaje antes citado, se percibe ante todo una idea rectora de la actitud martiana ante el tema: la cultura es no solamente el mbito, sino tambin el instrumento esencial, la posibilidad de felicidad para la vida humana. Se trata, en esencia, de una actitud ante la necesidad de vivir. Segn esta manera de concebir el problema de la cultura, ella no es un escape silencioso hacia una esfera de puras idealidades y goces del espritu, refugio frente a los penosos fragores del mundo cotidiano (a la manera en que, desde una actitud mstica medieval podan escribirse frases en el estilo de In omnibus requiem quaesivi, et nusquam inveni nisi in angulo cum libro, Busqu la paz en todas las cosas, y no la encontr sino en un rincn, sentado con un libro11). No porque la cultura garantice la permanencia de un modo de vivir, ni resulte una especie de defensa del status quo, por encima y a pesar de cualquier contingencia y avatar que tenga que arrostrar el individuo y la sociedad, sino porque en el pensamiento martiano la cultura resulta garante de la dicha por una razn totalmente opuesta y que, por lo dems, resulta obviamente la ms importante para l: la cultura es un modo sistemtico de promover el cambio, la transformacin, el progreso, el dilogo del hombre consigo y con los otros. La cultura, como seala en el pasaje antes citado, ha de ser un arma para salvar la patria de todos sus grmenes de discordia, tanto social como espiritual. Pues la cultura no consiste, para l, en un lujo de privilegiados, sino, por el contrario, es un bregar compartido que, impulsado por la aspiracin esencial del hombre a su propio mejoramiento como individuo y como grupo, es capaz de borrar con el anhelo del saber las huellas todas del cansancio del da.12Vale la pena, pues, releerNuestra Amricaen esta segunda dcada del III Milenio. Es bueno recordar, en la palabra de un grande del Continente mestizo, que la cultura no es exclusivamente una aspiracin, ni tan solo un derecho humano: es tambin, y sobre todo, instrumento y finalidad esenciales del auto-crecimiento como base fundamental para una sociedad y para un ser humano realmente dueos de su futuro y su albedro.

http://www.monografias.com/trabajos99/amor-patria-jose-marti/amor-patria-jose-marti.shtmlhttp://www.ecured.cu/index.php/Abdalahttp://verbiclara.wordpress.com/2009/01/23/abdala-jose-marti/