Enfoques del Desarrollo Rural

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Enfoques Desarrollo Rural Para poder identificar la problemática actual del desarrollo rural, es necesario establecer unos principios comunes a través de la revisión minuciosa de diversos enfoques hasta hoy establecidos por diferentes autores e instituciones a nivel nacional o global. Dentro de los diferentes enfoques, se pueden citar algunos de los más importantes, a decir: estructuralismo, modernización, dependencia, neoliberalismo, neoestructuralismo y estrategias de vida rural, dando una mayor importancia a los enfoques desarrollados a nivel latinoamericano (estructuralismo, la dependencia y el neoestructuralismo). Hablar de modernización en el desarrollo rural no parece una tarea fácil, ya que se deben tener en cuenta diversas consideraciones que rodean todos los aspectos de la vida del campo y de la ciudad. Esta modernización debe partir de unas garantías sociales equitativas entre el centro y la periferia para poder establecer un desarrollo rural desde adentro, del centro a la periferia. Para esto, el enfoque estructuralista, considera la agricultura como un elemento estratégico importante, ya que permite soportar el proceso de industrialización y afianzarse como una fuente de divisas, medios y materias primas; a la vez, proporciona mano de obra barata para la industria y satisface las necesidades alimentarias de la población urbana; lo cual contribuye a evitar la escasez o el alza en los precios y la importación de productos agropecuarios, al tiempo que facilita el mantenimiento de unos salarios industriales bajos. Es visible que los estructuralistas alentaron reformas agrarias solamente por razones económicas y de equidad. Sin embargo, tales reformas desencadenaron más pobreza y se pudo detectar que estaban en un error debido al bajo alcance y las limitaciones. Por lo anterior, es posible

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Visión general de algunos enfoques.

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Enfoques Desarrollo Rural

Para poder identificar la problemática actual del desarrollo rural, es necesario establecer unos principios comunes a través de la revisión minuciosa de diversos enfoques hasta hoy establecidos por diferentes autores e instituciones a nivel nacional o global. Dentro de los diferentes enfoques, se pueden citar algunos de los más importantes, a decir: estructuralismo, modernización, dependencia, neoliberalismo, neoestructuralismo y estrategias de vida rural, dando una mayor importancia a los enfoques desarrollados a nivel latinoamericano (estructuralismo, la dependencia y el neoestructuralismo).

Hablar de modernización en el desarrollo rural no parece una tarea fácil, ya que se deben tener en cuenta diversas consideraciones que rodean todos los aspectos de la vida del campo y de la ciudad. Esta modernización debe partir de unas garantías sociales equitativas entre el centro y la periferia para poder establecer un desarrollo rural desde adentro, del centro a la periferia. Para esto, el enfoque estructuralista, considera la agricultura como un elemento estratégico importante, ya que permite soportar el proceso de industrialización y afianzarse como una fuente de divisas, medios y materias primas; a la vez, proporciona mano de obra barata para la industria y satisface las necesidades alimentarias de la población urbana; lo cual contribuye a evitar la escasez o el alza en los precios y la importación de productos agropecuarios, al tiempo que facilita el mantenimiento de unos salarios industriales bajos. Es visible que los estructuralistas alentaron reformas agrarias solamente por razones económicas y de equidad.

Sin embargo, tales reformas desencadenaron más pobreza y se pudo detectar que estaban en un error debido al bajo alcance y las limitaciones. Por lo anterior, es posible deducir que el error radica en que el enfoque estructuralista es meramente desarrollista y reformista, pero sus principios para resolver la problemática del desarrollo rural nacen en el seno del sistema capitalista.

El enfoque de la dependencia, aunque contempla corrientes marxistas y estructuralistas o reformistas, centra su atención en el análisis de la industrialización latinoamericana y las relaciones económicas internacionales; con lo cual, aunque basa su importancia en el campesino, no ha mostrado los resultados esperados. Es importante mencionar que las colonias internas proporcionan materias primas para los mercados urbanos y mano de obra barata, pero han sido discriminados y poco o nada se tienen en cuenta en los planes y políticas de desarrollo cultural, la participación política o institucional de la sociedad urbana que las domina y las explota. Al parecer, solo son consideradas en un dualismo como fuente de alimento y mano de obra barata.

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En épocas más cercanas, se ha visto un marcado crecimiento de los centros agroindustriales, sin embargo, solo se ha reafirmado el carácter de dependencia del campesino y se ha acentuado el carácter proletario del mismo. Al tiempo, esos complejos transnacionales han incrementado el hambre y el desplazamiento, ya que muchos campesinos no pueden competir y se ven obligados a convertirse en mano de obra barata, permanecer en la pobreza o son conducidos hacia la mendicidad, debido a la alta inversión de capital extranjero y tecnología con una caída en la generación de estrategias y políticas públicas, las cuales desconocen sus limitaciones y su vulnerabilidad ante los movimientos globalizantes capitalistas. En pocas palabras, el nuevo sistema agroalimentario mundial está acabando con el campesinado, pues no se necesita reserva de mano de obra barata: la inclusión tecnológica ha desplazado al campesino proletario. Pero todavía hay una esperanza, los movimientos campesinos están tomando fuerza y es posible que se logren alianzas con el estado para reorientar recursos económicos y que no todo se quede en políticas de papel. Es posible que en un futuro cercano, esa campesinización ayude a constituir una agricultura cooperativa o colectiva que esté bajo el control del campesinado y en su beneficio de manera prioritaria, evitando su inminente proletarización, mediante el empoderamiento de la familia campesina y la diversificación hacia actividades no-agrícolas (granjas familiares, turismo ecológico y otras alternativas).

En cuanto al enfoque neoliberal, por lo visto hasta hoy, no se puede hablar de una política neoliberal de desarrollo rural favorable, ya que sus pilares se concentran en la gestión fiscal, la privatización, el mercado de trabajo, el comercio y los mercados financieros; un enfoque totalmente capitalista. Por este motivo, lograr la liberación total de la tierra, de los mercados de trabajo y del capital, es posible que nunca se alcancen. Aunque sus estrategias han transformado la agricultura de la región, no se han superado los problemas de pobreza rural, la exclusión ni la privatización de las tierras de la población campesina latinoamericana.

Algunos autores consideran que el enfoque neoestructuralista sea la única alternativa viable, esperando que el estado juegue un papel decisivo en el desarrollo rural con políticas de desarrollo de los recursos humanos y una distribución equitativa del crecimiento económico; de modo tal, que esas políticas públicas favorezcan a los campesinos, aumentado su competitividad y su capacidad productiva, con igualdad de condiciones en el mercado y facilitando su acceso a información, servicios y tecnología, lo cual permita un giro hacia la reconversión productiva de nuevos cultivos y productos no-tradicionales hacia los mercados internacionales. En otras palabras, lograr una modernización democrática e incluyente, como se plantea en el enfoque de la nueva ruralidad (algo incipiente aún, pero esperanzador para el futuro del campesino latinoamericano).

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Se espera que alguno de estos enfoques (o una combinación de ellos), alcance los objetivos de un verdadero desarrollo rural, que no esté aislado de un proceso de desarrollo a nivel nacional y global, creando verdaderas estrategias de vida rural para el campesino.

Para complementar el anterior análisis, es necesario incluir el Enfoque Territorial del Desarrollo Rural, ETDR, propuesto por el IICA, en el cual se parte de un análisis histórico de los problemas presentes: pobreza rural desigualdad, falta de reformas estructurales, brechas regionales y sectoriales, y la seguridad alimentaria de la población campesina. Se establece la importancia de establecer estrategias perdurables, dando importancia a la economía rural no-agrícola, acercando el campo a la ciudad, preservar el medio ambiente y la biodiversidad, y la inclusión de las tecnologías de la información y la comunicación en el sector rural.

En este enfoque se plantean nuevos retos que debe enfrentar la agricultura y el medio rural, como: integrar el aspecto político y económico, reconstruir el concepto de lo rural, la visión de país, la sostenibilidad como compromiso urbano y rural, la inclusión de los servicios ambientales, la territorialidad que permita establecer no solo una economía agrícola sino una nueva economía territorial, la participación y la cooperación, la descentralización y el ordenamiento territorial, la gestión a adecuada de los recursos naturales, y un paso obligado de políticas sectoriales de desarrollo rural hacia una verdadera política pública de desarrollo rural sostenible; lo cual se logrará con el compromiso de los actores sociales involucrados en cada una de las etapas del establecimiento de esta estrategia.