ENDAS DE AZA - Armada Expediciones · Agárrate, querido lector, pues nos quedan 50.000 habitantes...

Nº54

8,50€

ValmayorEdiciones S.L.

AZAY CONSERVACIONISMO

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54

ENDAS DE

portada 54:36.qxd 06/04/2010 11:51 Página 3

quellos lectores habitualesde esta revista que hayantenido la amabilidad de leer

algunos de los artículos que vengo publi-cando en ella, habrán comprobado mi

afición a relacionar viajes y destinos decaza con libros y lecturas que han pasa-do por mis manos. Siempre digo que enmi caso y tal vez en el de muchos deustedes, un libro o una película vista en

Caza mayor

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Roque Armada, Director de Armada Expediciones

La apasionante vida del teniente coronel Kyle-Little.

Whispering wind(El viento susurrante)

A

Whispering wind:Africa addio copia.qxd 26/01/2010 12:55 Página 2

la juventud o la niñez han motivado lainquietud que después, cuando el tiem-po, la edad y la fortuna lo han permitido,nos ha llevado a realizar un viaje decaza a algún remoto lugar. Una vez másno quiero romper esa costumbre y os voya relatar una experiencia que se iniciócon una lectura y nos llevó a cazar alotro extremo del mundo, en uno de losdestinos más apasionantes, diferentes yexóticos que existen: la tierra deArnheim, en el norte de Australia.

Todo empezó en una convención delSafari Club Internacional en Reno,Nevada. Visitando los diversos standsen busca de nuevos destinos de caza,conocí a un profesional de mirada since-ra y educados modales, que me habló delas cacerías que organizaba en la tierrade Arnheim, las tierras sagradas de losaborígenes del territorio Norte deAustralia. Me regaló un librito, escritohacía medio siglo por su padre que rápi-damente empecé a leer y no pude dejarni por un momento, de modo que cuandoregresé a España ya lo había terminadoy estaba apasionado con el tema.

El volumen en cuestión, publicado enLondres en 1955, se titula:

“Whispering Wind “, algo así como “Elviento susurrante” y cuenta las explora-ciones y aventuras de un valiente oficial

73CCSNativos preparándose para una danza ritual.

Danza de aborígenesen Arnheim, la tierra sagradade los nativos.


del Ejército Australiano, el tenientecoronel Syd Kyle-Little, en fecha tancercana como 1949. Fue encomendadopor el gobierno de su país para la explo-ración y pacificación del entonces aisla-do territorio de Arnheim. Encomendadopor la oficina de Asuntos Nativos deDarwin, abrió el interior de esa tierra yestableció las relaciones con los aboríge-nes que, en tan cercana época todavía seencontraban en la edad de piedra.

Realizó varias exploraciones, cada unade varios meses de duración en compañíasólo de sus fieles expedicionarios Oon-dabund y Narleba y con dos o tres portea-dores para sus muy escasos pertrechos.En estas patrullas partía de la misión deMilinginbi y a veces estaba a más de 20días de camino a pie del puesto civilizadomás cercano. Siempre fue como amigo ytrató a los nativos con consideración.Estableció una enorme amistad con elJefe Mahrdei, el cual 40 años más tardeconcedió a su hijo Simon – quien me rega-ló el libro en Reno- los derechos de cazade la concesión de 1.200.000 hectáreasjusto al sur del golfo de Carpentaria, en elTerritorio Norte australiano.

Cuando Kyle-Little llegaba a las alde-as muchas veces los aborígenes le pre-guntaban “where are your chains?”, alu-diendo al trato que hasta entonces habí-an recibido del gobierno y que consistíaen ponerles cadenas en el cuello encuanto los veían. La funesta costumbrede los nativos de lancear el ganadodoméstico, les valió el odio y la guerra a

muerte por parte del gobierno británicoprimero (desde el descubrimiento en1690) y australiano después (a partir de1901 hasta bien entrado el siglo XX).Desgraciadamente para los naturalesdel lugar, en los 40.000 años que lleva-ban habitando Australia nunca habíanconocido el concepto de ganado de pro-piedad privada, tan arraigado en elhombre blanco.

Las condiciones en que realizó suspatrullas fueron durísimas, totalmente apie y viviendo en gran parte de la pesca yde la caza, principalmente se alimenta-ban de carne de cocodrilo y búfalo obteni-da con su Lee-Enfield del .303 British. Enuna ocasión, tuvo que permanecer duran-te un mes en un chozo de hojas de eucalip-to, con un pie atravesado por una espina yla cara tumefacta, debido al picotazo deuna de las numerosísimas arañas veneno-sas que habitan la selva australiana. Enrealidad, toda su vida es una auténticaaventura, pues fue hijo y nieto de oficialesdel ejército de su país, luchó en laSegunda Guerra Mundial contra los japo-neses, al mando de un pelotón de gurkasnepalíes en las selvas de Nueva Guinea yBorneo. Por cierto que recientemente elterritorio norte y su capital, Darwin, sehan hecho famosísimos por la conocidísi-ma y exitosa película “Australia” querefleja perfectamente cómo afectó aquelconflicto a este punto del imperio británi-co y, aunque en mi opinión su argumentoes un poco flojo, se deja ver gracias alpapel de la guapísima Nicole Kidman.

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Los preciososestuarios en losque se pesca el

barramundi.Instantes más

tarde teníamosenganchado un

cocodrilo deagua salada dedos metros que

no se pudosacar.


Volviendo al libro de Kyle-Little, des-pués de sus aventuras en Arnheimland,fue nombrado miembro de la RealSociedad Antropológica de GranBretaña e Irlanda como experto en tri-bus australianas. A finales de la décadade 1950, como oficial del servicioColonial Británico, participó en la desco-lonización de Malasia en el estado deNegri Sambilan, al mando de 2.000 sol-dados nativos, contra las hordas comu-nistas de Ching Pen, defendiendo lospoblados malayos y asentamientos chi-nos de las barbaries que en esa contien-da cometieron las milicias de ese líderrevolucionario. Esta vida de aventuras,despertó en mí un firme propósito deconocer la tierra de Arnheim y al poco deregresar de Estados Unidos durante unacomida con ese gran amigo que esAntonio Marcelo, hablamos del tema, lepresté el libro y pronto me encargó queorganizase un viaje de caza a ese último

confín de la tierra, para conocerlo yseguir los pasos de Kyle-Little, ademásde cobrar algunos búfalos de agua, jaba-líes, cocodrilos, dingos o cualquier trofeoque se dejase ver. Además, varios inte-grantes del grupo tenían pendiente unaexperiencia cinegética en ese continente.Sin embargo, antes de contaros en queconsistió ese safari, quiero dar algunasideas sobre el tamaño, dimensiones ypoblación del lugar, pues son difíciles deimaginar desde el punto de vista de unciudadano de Europa occidental.

Australia tiene una superficie de 7,5millones de kilómetros cuadrados, esdecir unas 15 veces España y su pobla-ción es de sólo 20 millones de habitan-tes, con la peculiaridad de que el 80 %está concentrada en el Este y el Sur delpaís, con lo cual el Oeste y en el Norte(escenario de esta cacería) esta práctica-mente despoblado. El NorthernTerritory, o Territorio del Norte es un

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Roque Armadajunto a unode losincreíblestermiteros delTerritorio Norte.


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inmenso rectángulo de 1.5 millones dekilómetros cuadrados, es decir comoPortugal, España, Francia y Alemaniajuntos, y tiene 200.000 habitantes, delos cuales la mitad viven en su capital,Darwin, y otros 50.000 en Alice Springs,cerca de la famosa Ayers Rock.

Agárrate, querido lector, pues nosquedan 50.000 habitantes para un terri-torio como tres veces España.

Darwin fue fundada por los inglesesen 1869, en un intento de establecer unpuesto civilizado en el entonces salvaje

Territorio Norte del continente, dadoque varias tentativas resultaron falli-das, unas veces a causa de los brotes demalaria, otros por los ciclones o los ata-ques de los aborígenes, y otras por lagran distancia que había a los puestosde colonos blancos del Sur del continen-te. Es una bonita cuidad tropical situadaen un entorno paradisíaco, frente a pla-yas de arena cristalina, rodeada de pal-meras y estuarios. Sin embargo, su idíli-ca vida se vio frustrada en la víspera deNavidad de 1974 cuando el ciclón Tracyarrasó la ciudad por completo. Con vien-tos de hasta 280 kilómetros por hora, elhuracán destruyó 5.000 casas dejandoapenas enteras 500 y causó 66 muertos,en uno de los peores desastres naturalesde la historia del país.

El Territorio Norte, uno de los sieteaustralianos, lo podemos dividir en tresfranjas verticales bien diferenciadas deOeste a Este: primero los alrededores deDarwin que están algo más habitados yen ellos se encuentran las enormes fin-cas ganaderas, de cientos de miles dehectáreas que tan famosas se han hechorecientemente con la película que men-cioné anteriormente. De estas fincasdestaca la que se considera la más gran-de del mundo, propiedad de una compa-ñía inglesa de botecitos de caldo decarne concentrado y que tiene la friolerade 3 millones de hectáreas (más o menosla superficie de Extremadura) desdeluego da para hacer muchas latas.

El centro del Estado lo ocupa el famo-so parque Nacional de Kakadu, de unosdos millones de hectáreas donde se filmóotro éxito del cine, las divertidas aventu-ras de "Cocodrilo Dandee". Toda su lindeEste es la tierra de Arnheim, del tama-

Simon Keyle-Little

nosmuestra una

de las posibilidades

que dael mar en Australia.

Campamentobase del

Walder River.Esta

“pajarera”hacía las

veces de cuar-to de estar y

comedor.


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ño de Portugal y que fue devuelta a losaborígenes después de 200 años de pro-piedad gubernamental en 1992 por laley de derechos territoriales. Una partede este proceso se basó en los tratadosque estableció Kyle-Little 50 años antesy que le valió la adoración, amistad yrespeto hacia su familia por parte de losnaturales.

Y vamos, pues ya es hora, con el viajeque empieza como todos con un inevitablevuelo transoceánico y aquí quiero matizaralgo; mucha gente piensa que es larguísi-mo, pues no. No es más que volar aAlaska, Kamtchatka o Mongolia.

Además, si hacemos las escalas bien noes demasiado cansado, pues la pesadez deestos viajes depende más del número yduración de ellas que de las horas realesde avión. La manera mas cómoda es porParis y luego a Singapur, donde se puedepasar una noche y conocer esta curiosaciudad-estado. Desde allí otro salto deunas tres horas y llegamos a Darwin.

Una vez allí, nos recoge la organiza-ción y trasladan al “Airport OutbackLodge” un comodísimo y pintoresco hotelya con aire muy tropical y con una mag-nífica piscina, donde podemos descansarpara recuperarnos del jet–lag. En estaciudad conviene visitar el museo deHistoria Natural con todo tipo de faunadisecada, incluso un enorme cocodrilollamado “Sweet Heart” que produjovarias víctimas entre pescadores y queroza los cinco metros de longitud y unenorme peso. Como este edificio está a

las afueras en una playa maravillosa deaguas cristalinas y tiene un bonito res-taurante es un agradable plan.

Los cocodrilos, que viven tanto en aguasalada como dulce, son muy peligrosos ylos cazadores profesionales les tienenmucho respeto. Nos contaron el drama dedos damas alemanas que escaparon demilagro al brutal atentado de Bali de2002 en el que murieron más de 200 per-sonas. Para olvidar aquello y recuperarsepsicológicamente fueron de visita alParque Nacional de Kakadu. Les apeteciótomar un baño en aquellas maravillosasaguas de los ríos interiores, sin avisar alguía. El atrevimiento les resultó caro,pues la más joven resultó herida, pero lamayor desapareció para siempre víctimadel ataque de un cocodrilo.

Por la tarde aconsejo una visita alpuerto deportivo de Darwin con magnífi-cos restaurantes de marisco, tiendas,preciosos barcos y siempre mirando conel rabillo del ojo por si se pudiese ver aNicole Kidman paseando por el puertoen su precioso traje de enfermera britá-nica de la Segunda Guerra Mundial.

A la mañana siguiente con la fresca ytras un riguroso pesaje de cazadores yequipaje se vuela al campamento en unbimotor; la travesía dura unas tres horas,durante la cual no se ve ningún signo decivilización, ni caminos, ni carreteras, nigranjas, nada de nada. Realmente es unode los sitos más salvajes que conozco, y heestado en muchos… Desde la pista de ate-rrizaje en unos viejos y fiables Toyotas sin

Roque Armaday el profesional

australianoSimon

Keylle-Littlecon el

resultado deun par de horas

de pesca en elGolfo de

Carpentaria.


puertas, ventanas y pintados de camufla-je en diez minutos llegas al campamento.No tiene nada que ver con los lujosos deÁfrica, es diferente, curioso, suficiente ydivertido. Parecía que dormías en unajaula de pájaros casi al aire libre y sóloprotegido por una mosquitera pero cadadía nos gustó más, debía ser por la rela-jante naturaleza que te envolvía y en laque te integrabas dentro de aquellas jau-las-habitación. El suelo era de cemento;las cuatro esquinas de troncos de maderasoportaban el tejado, unas chapas de zinchacían de paredes pero sólo hasta unmetro de altura, de ahí para arriba sola-mente tela antimosquitos, encima untecho de uralita. Rápidamente fueronbautizadas como pajareras, una paracada dos cazadores.

Dormíamos con la luz de una bonitaluna creciente, protegidos por el mos-quitero y el tejado, pero sin paredes,frescos y ventilados. Justo antes delamanecer, desde tu pajarera y al con-trario de lo que parecería lógico, puestú estabas dentro y ellos fuera, escu-chabas el canto de miles de pájaros,cacatúas, loros, caca-burras etc. anun-ciando el día; produciendo una de lasmás agradables sensaciones que hetenido en ningún campamento de caza,casi un paraíso. Hay un conocido caza-dor español que quedó tan enamoradode estos paisajes y soledades que ya haestado en cinco ocasiones con estaorganización y al final ni caza disfru-tando con la soledad, naturaleza vir-

gen, exotismo, pesca y, por supuesto, laamabilidad de los organizadores.

En el campamento otra pajarera hacíade ducha y retrete compartido por todoslos cazadores y una más grande con unamesa, sillas y butacas de zona de estar ycomedor. Además, ésta tenía una balco-nada que daba al río Walter en la que tetomas las típicas cervezas después decazar y, por cierto, prácticante no habíamosquitos ni moscas, al contrario de loque al principio pudiese parecer. Sí eranmolestas en los recechos por la selvaunas curiosas hormigas que caían de losárboles y picaban como condenadas,aunque sin veneno. Había unas de cabe-za roja que daban unos bocados rápidospero poco dolorosos y otras de cabezaverde que mordían poco a poco pero másfuerte, aunque nada era muy incómodoni mucho menos tan doloroso como unaTse-Tse africana. Simplemente habíaque tener un poco de cuidado al pasarpor debajo de los árboles y sacudirserápidamente la espalda.

En Australia no tienes la calidad delservicio de África; dada la escasa pobla-ción aborigen y las subvenciones quereciben del gobierno, no hay una docenade empleados en el campamento. Estafunción la llevaban a cabo dos amablesviejecitos blancos, pero es suficiente,cómodo, y pintoresco, de precio muyrazonable, y con alguna ayuda de loscazadores en las cenas puedo decir quees uno de los campamentos en que me hesentido más a gusto. La comida es

Búfalo de

102 puntos SCI

conseguido por

un cazador

español en

las marismas

de la Bahía

del Barro

Azul.

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buena, bastante británica, pero he dedecir que el búfalo de agua es una carneblandísima y buenísima si lo dejas alraso unos días para que pierda el bravío,me recordó bastante en su calidad y tex-tura al eland, también el barramundiestá magnífico dada su carne compactay pocas espinas.

El primer día de los cinco que se cazase prueban los rifles que te dejan. Por lalejanía del viaje, problemas en el aero-pueto de Singapur, y posibles cargos porpeso extra, decidimos utilizar este méto-do que no me gusta nada, dicho sea depaso, pues no hay nada como un armaconocida. Nos prestaron unos del .375HH y la munición la componían unasmagníficas Woodleigh australianas deexpansión controlada de 300 grains quefuncionaron perfectamente con los enor-mes búfalos que superan bastante depeso a los africanos.

Cada mañana se sale a cazar porparejas con uno de los cazadores profe-sionales, Damián o Simon, en unos deesos antiguos Toyotas descapotables por

las increíbles marismas de la bahía delbarro azul. Normalmente recorres bas-tantes kilómetros viendo búfalos cadadía, pues son abundantes. Tengamos encuenta que en la tierra de Arnheim cal-culan más de 400.000 ejemplares.Bellísimos estuarios, bosques de euca-liptos, preciosos ríos, enormes maris-mas, pintorescas colinas; un sitio real-mente diferente a todo lo que había vistohasta ahora. Por la mañana, la activi-dad cinegética dura hasta mediodía,siesta debajo de un árbol después de un"lunch" espartano pero suficiente, luegoalgo de pesca de barramundi, a quien legusta y por la tarde más caza. Los búfa-los de agua se dejan matar.

Hay muchos por lo que no se requie-ren los largos pisteos usuales en África.Simplemente después de localizarlosuna aproximación a pie, jugando con lasmarismas y barrizales hasta una distan-cia prudencial de tiro. Un buen disparoen el hombro bajo y suelen caer. Aquídebo decir que, a pesar de que había oídoalucinantes historias de cargas a muer-te en los tres que cobré y en los otrosseis que ví matar, no tuvimos proble-mas. Hay que repetir tiro frecuente-mente, pero no suelen atacar. Pareceser que en la época de celo son másagresivos, pero en septiembre se deja-ron cobrar sin problemas. No ofrecen laagresividad de los africanos, pero elhecho de que además del trofeo te dejantirar un par de "managments" que sonexactamente iguales pero un poco máscerrados de cuerna, hacen que en unasemana puedas conseguir fácilmentedos y hasta tres; y esto a mitad de pre-cio de lo que te costaría en el continen-

Resultado deun par de días

de caza de jabalíes.


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Roque Armada,de Armada

Expediciones,con el

extraordinariobúfalo de 112

puntos SCIque cazó

después de quetodos los

compomentesdel grupo cobrasen

sus trofeos.

Bonito bantengcobrado en laPenínsula de

Cobourg, único lugar

en que se lospuede cazar

en la actualidad.

te negro y en un lugar diferente. La otrapieza de caza fundamental son los jabalí-es. Estos también fueron introducidos porlos ingleses hace 200 años y como toda lafauna, se han desarrollado perfectamen-te. No se si son puros, sospecho que tie-nen algo de mezcla, pero son muy baratosy según las zonas hay muchísimos. En elcampamento de Walker River todavíaestaban llegando y sólo pudimos cobrarun par de ellos, pero si se está interesado

en tirarles se puede organizar un trasladoa una zona más cercana a Darwin dondeabundan. Se cazan en las marismas semi-hundidas donde les gusta buscar conchasy moluscos y ha habido españoles que hanconseguido varios en un día, además conunos colmillos extraordinarios.

Los dingos están protegidos y sólocon permisos muy especiales por dañoste dejan tirar alguno con cuentagotas.Los cocodrilos también están vedados


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por la excesiva presión que, por suspieles, que sufrieron hasta tiemposrecientes, aunque es posible que abranalgunos permisos inminentemente. Elotro animal interesante es el banteng.Este curioso bóvido, también fue intro-ducido desde el sureste asiático por losingleses hace 200 años y se ha adapta-do perfectamente. Es un animal deunos 500 kilos y bastante agresivo quevive en la selva tropical de esa zona. Secaza al rastro y no es nada fácil.Además, se conceden pocos permisos alaño, pero el hecho de que actualmentesea el único lugar del mundo en el cualestá permitida su caza hace que sea unobjetivo muy codiciado por coleccionis-tas. Sin embargo su coste es muchomás elevado que el del búfalo y requie-re un desplazamiento en avioneta paralograrlo, por tanto no es una pieza queanime a los cazadores medios que vana este divertido safari.

¡Y qué posibilidades de pesca! Sinduda es el paraíso para cualquier aficio-nado a este deporte. En los ríos interio-res existe un pez llamado barramundique es de los más combativos y luchado-res del mundo. Su captura es tipo la delblack bass, pero llegan a 20 kilos y dangrandes saltos que dan una vez prendi-dos en el anzuelo. Si cobras tus búfalospronto, cosa probable , puedes organizaruna excursión de pesca en el mar a unasincreíbles islas que distan unos 10 kiló-

metros del continente. Allí las posibilida-des en arrecife son increíbles, con trozosde carne de barramundi en una tarde sepueden conseguir breams, red empera-tor, russel sanpper, e incluso con granestupor y sorpresa algún estuarium rockcod, en español un bacalao. Pero lo másdivertido, en mi opinión, son los innume-rables tiburones que abundan en las pla-yas. Unos trozos de cualquier carne, unacaña fuerte con línea de 20 libras y en unpar de horas no es difícil sacar una doce-na con tamaños desde medio a un metroy medio. Por cierto, luchan y dan guerramucho más de lo que se puede esperar,yo saqué uno con el cual tuve que luchardurante casi media hora para podertraerlo a la orilla.

Y como va llegando la hora de poner fina este largo escrito, como despedida te diré,querido lector, que si como a mí te ha inte-resado la apasionante vida de Kyle-Little,si te atraen las salvajes soledades del out-back australiano, si te apetece un safariexótico, divertido, diferente y a un preciorazonable no lo dudes. Arnheimland, la tie-rra sagrada de los aborígenes y 400.000búfalos te están esperando.

Nota: Agradecemos a Roque Armada,Director de Armada Expediciones,roque@armadaexpeditions, www.arma-daexpediciones.com y teléfono 91 445 78 18,su colaboración y material grafico aporta-do para la redacción de este artículo.

Roque Armadacon los búfaloscobrados encinco díasde caza enla Tierra deArnheim, delTerritorioNorte deAustralia.


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