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En torno a la arquitectura de las canónicas románicas hispanas no episcopales Javier Martínez de Aguirre Universidad Complutense de Madrid ENTRE EL CLAUSTRO Y EL MUNDO. CANÓNIGOS REGULARES Y MONJES PREMONSTRATENSES EN LA EDAD MEDIA, AGUILAR DE CAMPOO, 2009

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En torno a la arquitectura de las canónicasrománicas hispanas no episcopales

Javier Martínez de AguirreUniversidad Complutense de Madrid

ENTRE EL CLAUSTRO Y EL MUNDO. CANÓNIGOS REGULARES Y MONJES PREMONSTRATENSES EN LA EDAD MEDIA, AGUILAR DE CAMPOO, 2009

unque con frecuencia se usan indis-tintamente, el Diccionario de la Lengua Espa-ñola de la Real Academia contiene como una delas acepciones de la palabra canónica su empleoaplicado a “la iglesia o casa donde residían loscanónigos regulares” y define colegiata o iglesiacolegial como aquella que “no siendo sede pro-pia del arzobispo y obispo, se compone de abady canónigos seculares, y en ella se celebran losoficios divinos como en las catedrales”. Comoel discurrir del tiempo afecta de igual modo alos edificios que a quienes los ocupan, con fre-cuencia las antiguas canónicas románicas fue-ron secularizadas (los canónigos que las aten-dían dejaron de vivir en común conforme a unaregla religiosa) y pasaron a ser colegiatas, con-dición que, en muchos casos, más tarde per-dieron para terminar siendo simples parro-quias. En otras ocasiones, antiguas canónicasfueron confiadas, en época románica o conposterioridad, a órdenes religiosas, o bien se dioel proceso contrario: antiguos monasterios deépoca prerrománica fueron refundados comocanónicas durante los siglos XI o XII.

Dado que el término canónica se aplicaigualmente a las casas de los cabildos regularescatedralicios, de tal suerte que hablamos de lascanónicas de determinadas catedrales románicaspara referirnos a las dependencias dondedesarrollaban su vida en común dichos cabil-dos, hago la advertencia de que en este texto, si-guiendo el encargo de los organizadores del“XXII Seminario sobre Historia del Mona-cato”, me ocuparé de los templos románicos

edificados originariamente para comunidadesde canónigos no catedralicios que, sin perte-necer propiamente a una orden o instituto re-ligioso, vivían conforme a la regla de San Agus-tín (aunque no siempre tengamos constanciadocumental del seguimiento de esta regla1) y,para simplificar, utilizaré para ellos el términocanónicas sin el añadido constante de no epis-copales o no catedralicias.

No siempre resulta fácil determinar si unaconcreta iglesia respondía a esta condición enépoca románica. En efecto, no todas las fábri-cas románicas que a lo largo de su historia hansido canónicas sirvieron en su principio a uncabildo canonical, ni tampoco todas las quefueron propiamente canónicas en los siglos XI

y XII han mantenido su situación hasta nuestrosdías. Un ejemplo muy evidente lo proporcio-nan las actuales catedrales de Santo Domingode la Calzada y Tudela, ambas nacidas como ca-nónicas y más tarde convertidas en sedes epis-copales, la primera ya en el siglo XIII, antes deque se terminara de construir (Fig. 1), y la se-gunda cuando se creó la diócesis tudelana en elXVIII. En paralelo, San Isidoro de León fueconfiado a una comunidad de canónigos devida regular cuando el templo ya estaba termi-nado, a partir de 1144. Y es posible que buennúmero de iglesias que alcanzaron la condiciónde colegiatas en la Baja Edad Media o mástarde, inicialmente hubieran sido creadas comocanónicas, aunque nos falte el refrendo docu-mental. Por tanto, una primera ocupación, encaso de pretender un estudio exhaustivo de la

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Fig. 1. Santo Domingo de la Calzada. Interior

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arquitectura de las canónicas románicas hispa-nas, consistiría en establecer la nómina de lasque lo eran en el momento en que fueron pro-yectadas y ejecutadas sus respectivas edifica-ciones. La confirmación de tal hecho podría re-querir en numerosos casos una argumentaciónextensa que escaparía al núcleo central de nues-tro cometido, consistente en un acercamientoa su realidad arquitectónica. Así que he juzgadomás oportuno centrarme en una serie de obrasde gran interés que, por una parte, fueron in-dudablemente canónicas en época románica y,por otra, muestran hasta qué punto las canó-nicas contribuyeron al desarrollo del gran arterománico en la Península.

Por definición, una canónica exige una ca-tegoría arquitectónica, en lo que se refiere a di-

mensiones y apariencia, superior a la de la ma-yor parte de las edificaciones religiosas, léanseparroquias, puesto que varias veces al día habríade acoger en su presbiterio o en su nave a unconjunto de clérigos, en tal número que hu-bieran tenido dificultades para moverse en lahabitual iglesia rural de nave única, cabeceraabsidada y poco más de seis metros de an-chura. Para satisfacer las necesidades de espacio,la canónica habría de tener mayor anchura, encaso de ser de nave única, o bien disponer detres naves, tipología que en muchas regiones pe-ninsulares quedaba restringida a las catedrales,a los monasterios más ricos y a las parroquias debarrios populosos. En este sentido, se puedeafirmar que las canónicas románicas compar-tieron las exigencias constructivas de las abadíasmonásticas de mayor rango.

Otro factor favorable a su monumentali-dad arquitectónica consistió en su frecuentefundación por parte de reyes o sus familiares, obien nobles o prelados. En efecto, adquirierontal condición porque determinados personajeso linajes habían decidido dotar con suficientefinanciación una institución donde se rezasepor ellos, donde se pudiesen enterrar con laadecuada dignidad o incluso donde convinieraestablecer un poder religioso con el que ampliarla influencia sobre el territorio. De nuevo talcircunstancia las aproxima a los grandes mo-nasterios.

Y un tercer factor radica en la frecuencia conque las canónicas se emplazaron en núcleosprósperos, incipientemente “urbanos” en lo re-ferente a su volumen de población y a sus ocu-paciones (comerciales y artesanales, además deagrícolas), de lo que se beneficiaron en la me-dida en que recibieron mayores rentas y dona-ciones. Lo que sucede es que esta última cir-cunstancia fue un arma de doble filo, porquecuando los núcleos urbanos siguieron cre-ciendo, las antiguas fábricas románicas a me-nudo aparecieron ante los ojos de las comuni-dades urbanas como antiguas o insuficientes, loque provocó una renovación del edificio y laconsiguiente desaparición del templo romá-nico, sustituido por otro gótico, renacentista obarroco. Esta situación fue particularmente fre-cuente en la Castilla del siglo XIII y en centuriasposteriores (siglos XVI y XVIII especialmente).Este factor “urbano” aleja a nuestras canónicasde los monasterios de las órdenes triunfantes enlos siglos XI y XII y en cierto modo las acerca alos conventos mendicantes bajomedievales, conla diferencia de que en sus orígenes dichos con-ventos rechazaron la ostentación arquitectó-nica, mientras las canónicas con frecuencia lapersiguieron.

Volviendo al principio, aquí trataremos edi-ficios cuya condición canonical consta desde el

mismo momento en que se planteó la fábricarománica. Uno de los casos más conocidos es elde San Vicente de Cardona (Fig. 2). En el do-cumento de restauración y dotación de la ca-nónica por parte del Vizconde Bremundo en elaño 1019 simplemente menciona2:

“Illud divina mihi inspirante clementia spo-pondi etiam, ut si probarent rem facto dignam,S. Vicentii apud Cardonense oppidum marti-ris ad Dei laudem et famulatum sublimaremecclesiam, adeo quidem ut non solum que me-orum essenti vitio precessorum ei abstracta velmutilata, predicte ecclesie cuncta reformaresatagerem; sed et non parva de propriis Deodisponente adhiberem; quin etiam talem suf-ficienti clero eiusdem ecclesie canonicum ab-batem preficerem, qui armorum penitus expersesset, et divine facundia scientie, et vite puri-tate, tam docere, quam preire clerum et po-pulum merito posset”.

Mayor precisión aporta, en cambio, el pri-vilegio por el cual el rey Sancho Ramírez con-cedió al Monasterio de Siresa condición de ca-pilla real. Siresa había sido un antiguomonasterio documentado desde el siglo XI3

Fig. 2. San Vicente de Cardona

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Fig. 3. San Pedro de Siresa

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(Fig. 3). El diploma expresa que a finales del si-glo XI allí servirían a Dios clérigos bajo la Re-gla de San Agustín4:

“Hoc est privilegium de monasterio beatorumapostolorum Petri et Pauli et omnium aposto-lorum de Siresia, quod monasterium est rega-lis capella (…) Hanc uero traditionem et in-genuitatem facio et priuilegio affirmo talitenore et tali conditione ut clerici ibidem subregula sancti Augustini omni tempore degen-tes Deo seruiant. Monasterium uero omnibusdiebus sic se habeat cum rege sicut regalis ca-pella se debet habere. Ipse autem rex qui huicmonasterio preerit ipsum et Deo ibi sub regulasancti Augustini seruientes cum honore teneatet custodiat”.

Ahora bien, como hemos adelantado, no setrata de algo siempre fácil de constatar. Pruebaevidente de la dificultad la proporciona el casode Loarre. La mayor parte de la historiografía

venía aceptando, a partir de una bula papal de1071, que en tiempos de Sancho Ramírez sehabía establecido allí una comunidad canoni-cal agustiniana que se congregaba en la hermosaiglesia del castillo5. Se trataba de una tradiciónsecular, ya que según el Padre Huesca, el LibroVerde de Montearagón contenía la siguienteafirmación: “Pacuit facere ad rege Sancio Rani-miriz duas canonicas… una in Luar in honoreSancti Salvatoris et Sancti Petri et alia in Alque-zar in honore Sancte Marie” 6. El dato se afir-maba con la misma rotundidad con que se ex-ponían unas fechas que merecían una revisiónexigente, tanto para la construcción del primerrecinto románico como para su ampliación yedificación de la iglesia. Y eso que ya en 1928Kehr había afirmado la falsedad del documentopapal de 10717. Profundizando en el estudio dela documentación, Antonio Durán Gudiol,uno de los principales estudiosos del conjuntomilitar, la denominó en 1962 “seudocanónica”,

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calificativo que igualmente predicaba de Al-quézar8. No dejaba de extrañarle, además, quela citada bula estuviera dirigida a Simeoni pre-posito monasterii Sancti Petri de castello Loar inAragona provincia y hablara de la hipotéticacanónica simplemente como predictum monas-terium sancti PETRI de castello Luar ab eo cons-tructum et edificatum9. Sin embargo, nueveaños más tarde modificó su pensamiento,dando por cierta la existencia de una canónicaen Loarre10:

“Dentro del marco de la reforma gregoriana,se procedió a la fundación de un nuevo mo-nasterio de canónigos regulares en el castillode Loarre (…) No es seguro que el docu-mento, tal y como nos ha llegado, sea falso,pero sí parece claro que se trata de un di-ploma adulterado por los canónigos monte-aragoneses a propósito de los pleitos sobreexención episcopal (…) Su testimonio es sus-tancialmente válido. (…) Es de destacar en elcitado privilegio pontificio que la nueva ca-nónica loarresa había de ser presidida por un“Prepósito” y no por un abad.”

Por fortuna, en otras ocasiones el tenor de ladocumentación aleja todas las dudas. Ejem-plos valiosos en este sentido son los referidos aSanta María del Sar y San Juan de Ortega. Eldiploma fundacional de la primera, en Santiagode Compostela, está fechado en 1136 y nos in-forma de que el antiguo obispo de MondoñedoMunio Alfonso11:

“Sed cum diu intima cordis intentione mun-dum cum amatoribus suis preterire intueretur,meditare cepit, qualiter eo despecto cum omnisue glorie ponpa penitus deo associatis sibi aliisreligiosis uiris in conclaui aliquo sub canonicaregula degentibus seruiendo adhereret. Tunc afamilia huius nostre Ecclesie locum emit sibicompetentem in suburbio ciuitatis in litorefluminis Saris in quo ecclesiam et domos cons-

truxit. Interea preocupatus languore cum adeffectum perducere non ualuisset quod optabatiam in mortis articulo constitutus aduocatodomino suo patre Didaco domino archiepis-copo et congregatis sociis suis concanonicis seseopusque suum in manus et potestatem eorumtradere non dubitauit. Ut ipsi canonicos se-cundum Smi. doctoris augustini regulam subsua tuicione et dominio constituissent datisibidem ad seruiendum suis hereditatibus quasnuper per suas scripturas in circuitu conpa-rauerat”.

En la misma línea, el llamado “testamento”de San Juan de Ortega, en la traducción pu-blicada por Valdivieso dice12:

“En el nombre de Dios, sepan todos, así lospresentes como los venideros, que yo Juande Quintanaortuño, por la gracia de DiosSeñor de Ortega, de la iglesia de San Nico-lás y de la casa que para el servicio de los po-bres he levantado en el Camino de San-tiago con mi hermano Martín, y a expensasde nuestros propios bienes, así como de suterritorio, que hasta aquí ha sido guarida deladrones que de noche y de día robaban ymataban a muchos peregrinos que se diri-gían a Santiago, hago donación de la refe-rida iglesia con todos sus derechos a todosmis parientes y a los Canónigos Regularesconstituidos en dicha iglesia, para que porderecho de herencia posean dichos bienes afin de que vivan en el servicio de Dios, guar-dando la regla de San Agustín. Y encargocon especialidad que mis parientes no ca-rezcan nunca del sustento y vestido necesa-rio. Y con el consentimiento de los Canó-nigos, nombro rector de la misma iglesia ami sobrino Martín Esteban y para despuésde su muerte a mi otro sobrino Juan, que hasufrido conmigo muchas persecuciones entiempos de guerra, rector y señor de dichasposesiones. Y es además mi voluntad que no

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sea permitido al obispo de Burgos nombrara otro rector que aquel a quien toda la co-munidad o el Consejo Antiguo eligiese se-gún el temor de Dios y los derechos de loscánones: pues todo cuanto acabo de hacer lohe sometido a la autoridad de nuestro San-tísimo Padre el Papa; y a la iglesia de San Ni-colás de Ortega la hago cámara de Roma. Ydespués de mi muerte el señor del territoriode Ortega ha de pagar al Sumo Pontíficeanual y perpetuamente cuatro maravedíes deoro. Y si alguno intentare, lo que nuncaserá lícito, ya fuese alegando negligencia,ya ignorancia, ya pobreza o cualquier otranecesidad, alterar estas disposiciones y ena-jenar la predicha iglesia, le declaramos in-competente. Además mando a los Canóni-gos Regulares que cuando alguno faltase alas reglas que dejo establecidas se quejen a laautoridad del Papa. Hecha le presente es-critura en el mes de junio de la era 1190(año 1152) reinando el emperador (Alfonso)en todo su reino”.

No es necesario proseguir con más ejemplos.En resumen, para aseverar que un edificio ro-mánico corresponde a una canónica cuyos clé-rigos vivían conforme a la Regla de San Agus-tín, no basta con probar que en fechas recientesha sido colegiata, sino que es preciso confirmarmediante documentación que lo era en el mo-mento en que fue construido.

Entremos ya de lleno en el objeto de nues-tro interés: la arquitectura de estas instituciones.Mediante el estudio de una serie escogida deedificios de calidad contrastada (uno por cadauno de los cinco reinos o territorios de difusióndel románico hispano, seleccionados de modoque haya un representante del primer romá-nico, dos del pleno románico y otros dos del ro-mánico tardío), obtendremos respuesta a lostres interrogantes que nos servirán para carac-terizar la arquitectura de nuestras canónicas en

su conjunto y su relevancia en el panoramadel arte románico: 1) en qué medida existió untipo constructivo propio de las canónicas ro-mánicas hispanas; 2) hasta qué punto su ar-quitectura resultó novedosa; y 3) de qué modoinfluyó en el desarrollo del románico español.

La primera cuestión, referente a la existen-cia o no de un tipo constructivo propio, casi nidebería ser planteada, puesto que no existen ti-pos arquitectónicos uniformes para ningúngrupo de templos románicos. Ni siquiera losque ofrecen mayor homogeneidad, que quizásean los monasterios cistercienses masculinos,se reducen a fórmulas parejas, ya que empleanvarios trazados de plantas, diversos sistemas desoportes y abovedamientos, repertorios orna-mentales diferentes, etc. El hecho de que apli-caran un patrón básico de planta normalmenterepetido a la hora de proyectar el monasterio nodeterminó su uniformidad.

Basta comparar los ejemplos de canónicashasta ahora comentados para darnos cuenta deque, en lo referente a las plantas, las hay de naveúnica sin transepto, como Loarre, y con tran-septo como Siresa, y aun estas últimas divergenpor la inclusión de tres o más ábsides o absi-diolos; abundan las de tres naves, entre las cua-les las encontramos con transepto y girola(Santo Domingo de la Calzada), otras con tran-septo y capillas paralelas abiertas al mismo(Santa María de Tudela), otras con transeptopoco destacado en planta (Cardona) y otras sintransepto (Santa María del Sar y sus derivadas).Y en cuanto a alzados y decoración, apreciamostoda la variedad del románico, empezando porlas que incluyen cripta, hasta las más sencillas.

Ya que no como tipo, sí podemos afirmarque, por una parte, las canónicas románicas his-panas casi siempre influyeron en el desarrolloarquitectónico de su entorno más cercano (muya menudo fueron las edificaciones más grandes

y cuidadas de la comarca) y, por otra, algunasen particular tuvieron especial relevancia en eldesarrollo de nuestra arquitectura. Pero lo ve-remos mejor en el breve comentario que dedi-caremos a varias de las más significativas: SanVicente de Cardona para Cataluña, Loarre paraAragón, Santa María de Tudela para Navarra,Santo Domingo de la Calzada para Castilla ySanta María del Sar, en Santiago de Compos-tela, para el reino de León. No oculto que estereparto contiene cierta distorsión de la realidadhistórica en cuanto a la distribución territorial,puesto que, mientras en los condados catalaneslas canónicas, aquisgranenses primero y poste-riormente aviñonesas, se encuentran repartidaspor buena parte de su geografía con edificios deprimera categoría (durante el siglo XII se fun-daron más de treinta13), en otros ámbitos comoNavarra tuvieron presencia muy reducida.

SAN VICENTE DE CARDONA

A la hora de estudiar las canónicas que su-pusieron un hito en la historia de la arquitecturaespañola es preciso comenzar por San Vicente deCardona. La relevancia de esta obra ha sido se-ñalada desde los primeros estudios sistemáticossobre arquitectura románica catalana. Puig i Ca-dafalch, Falguera y Goday no sólo la calificaronde “avance extraordinario sobre todas las iglesiashasta ahora descritas”14, sino que glosaron variosde los aspectos más interesantes y creativos desu fábrica, como son la planificación completade su alzado desde el arranque de la fábrica, laprofusión de arcos fajones soportando o articu-lando las bóvedas y la inclusión de una cúpula(Fig. 4). Señalaron acertadamente el salto cuali-tativo que se había producido en lo referente aperfección proyectual y constructiva entre la gi-gantesca obra de Ripoll (con pilares sencillos ycarencia de fajones) y la de Cardona, “aont hi ha,desde’ls fonaments, tota la complicació de ressalts

d’una catedral gòtica, en la que archs torals y for-mers y arcades decoratives arranquen saviamentdesde terra y’s desenrotllen a les voltes”. Otros es-tudiosos han coincidido en las alabanzas: paraJunyent es “el modelo más acabado que merececaracterizar esta época”; Yarza la califica de “obramaestra del primer románico en Cataluña y unade las más importantes en Europa por su per-fección y complejidad estructural”; y Durliatconstata que durante largo tiempo ha sido con-siderada como el monumento mayor del primerarte románico en Cataluña15.

La documentación de Cardona proporcionadatos convincentes en cuanto a promotor ycronología. Aunque la iglesia ya fue citada enuna donación del año 981 (domum Santi Vi-centii, qui est fundatus in castrum Cardona) y enla carta de población del conde Borrell de 986(domum Sancti Vicentii), la edificación que hallegado a nuestros días fue impulsada por el viz-conde Bremundo († 1029), quien en 1010

Fig. 4. San Vicente de Cardona. Interior de la iglesia

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donó la antigua iglesia de San Vicente al obispoArnulfo de Vic. De 1019 data el documento defundación de la canónica, un texto interesan-tísimo en que se menciona cómo decidió cons-truir una nueva y gran iglesia (o al menos nonparva), a instancias del abad Oliba, al que Bre-mundo había acudido para pedir consejo acercadel modo de compensar los delitos que comomagnate había podido cometer16. Oliba leaconsejó que fundara una institución religiosadirigida por un abad que fuera modelo de san-tidad y desconocedor del manejo de las armas.De este modo fue establecida una comunidadde canónigos sujetos a la regla aquisgranensebajo la dirección del abad Guillermo. A lamuerte de Bremundo, cuando se supone quesólo estaban avanzados los cimientos, parecenhaber tomado el relevo en la promoción deledificio sus hermanos Folc I y Eribaldo. Este úl-timo, obispo de Urgel desde 1035, la consagróen 1040, dos meses antes de fallecer en Italiacuando se dirigía a Tierra Santa17. Una dotaciónde capellanía y luminaria para el altar de SanLorenzo de 1041 por el abad Guillermo con-firma que la cripta estaba en uso.

Si bien ha llamado la atención su perfecciónconstructiva, la especial brillantez con que re-curre a soluciones poco habituales, como elempleo sistemático de pilares de triple rincón,el abovedamiento de las naves laterales con tresbóvedas de arista por tramo o la considerablealtura de la nave central, conviene valorar enprimer lugar la distribución de espacios y vo-lúmenes. San Vicente rompe con las tradicio-nes previas del primer románico catalán desdeel momento en que incorpora un transeptopoco sobresaliente en planta y una cripta acce-sible desde el crucero. Hasta entonces, el tipomás frecuente en templos catalanes de tres na-ves parece haber sido el cubierto por tres bó-vedas de cañón paralelas no interrumpidashasta los ábsides. La introducción de los gran-des transeptos en Ripoll y Cuxa ha sido con-

templada valorando su utilidad para monaste-rios benedictinos consolidados que acogían unelevado número de monjes, por una parte, y te-niendo en cuenta su significado como imitaciónde prototipos prestigiosos, como San Pedro delVaticano y Cluny, por otra, cir cunstancias queno se aprecian en Cardona18. Tampoco el tran-septo bajo de San Pedro de Roda ni su criptaanular constituyen antecedentes en los que pu-diera inspirarse el arquitecto de San Vicente.

Obra suficientemente conocida, me deten-dré en su descripción lo imprescindible para re-calcar su carácter novedoso. Consta de tres na-ves y cabecera triabsidal escalonada en la quedestaca la profundidad de la capilla mayor, gra-cias a un anteábside amplio que, al igual que elsemicilindro, se articula interiormente mediantenichos esbeltos (Fig. 5). La cripta bajo el pres-

Fig. 5. San Vicente de Cardona. Planta de Pilette a partir de Junyent

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biterio se organiza en tres naves estrechas sepa-radas por columnas, cuyos tramos se cubrenpor medio de bóvedas de arista. A ella se accedea través de una escalera central, mientras los pel-daños laterales conducen a la capilla mayor. Eltransepto apenas sobresale en planta con res-pecto a las naves, lo que permite que las capillaslaterales ganen algo de anchura. Las naves de laiglesia están separadas por pilares de triple rin-cón muy gruesos (2,65 m de espesor19), pensa-dos para apear adecuadamente los arcos forme-ros y fajones doblados que soportan el sistemade abovedamientos, constituido a su vez pormedios cañones en cada uno de los tres tramosde la nave mayor y en el transepto, más tres bo-vedillas de arista por cada tramo de nave lateral(12,40 m de altura), y cúpula sobre trompas en-cima del crucero. A los pies se sitúa un nártexcubierto por tramos de bóvedas de arista sobreel que se ubica una tribuna de supuesto uso no-biliario. Francesca Español nos informa de lautilización del nártex como panteón dinásticoen época románica20. La fachada occidental,apenas articulada, culmina en piñón, si bien enorigen quizá se pensara con una torre cuadradaa cada lado, lo que la asimilaría a las habitualesfachadas armónicas tan propias de los grandesproyectos arquitectónicos románicos21.

Edificada en un aparejo de piezas pequeñasde cierta rusticidad, trabajadas a golpe de mar-tillo, los exteriores se decoran con los elemen-tos característicos de los edificios del primer ro-mánico meridional. Parejas de arquillosconectados con lesenas de escaso relieve se re-parten por los muros de los tres ábsides y de lasnaves laterales (Fig. 6). Contrafuertes ritmadosordenan los exteriores de las naves. En la partealta, los habituales nichos otorgan plasticidad ala culminación de los muros de la cabecera ytransepto, allí donde no es tan necesario el gro-sor en razón de que sólo han de sostener los ex-tremos del tejado (el empuje de las bóvedas in-cide más abajo).

Un par de elementos llaman la atencióndentro de la gran uniformidad del conjunto. Enprimer lugar, el uso de los pilares de triple rin-cón en previsión del empleo de arcos dobladostanto en los formeros como en los fajones de lasnaves laterales y central. Sin embargo, mientrasen las laterales (construidas evidentemente enprimer lugar) finalmente aparejaron fajonesdoblados, en cambio en la central los fajonesque hoy vemos son sencillos, de donde se ha de-rivado –a mi juicio con acierto– la hipótesis deque la nave mayor fue culminada en una se-gunda campaña22. Esta peculiaridad coincidecon que es la única iglesia catalana del siglo XI

de tres naves que eleva la central lo suficientepara abrir ventanas. Y con una tercera circuns-tancia advertida por Isidro Bango en su agudoestudio sobre el desarrollo constructivo deltemplo: entre la nave central y la bóveda delcimborrio se alzó un muro pantalla perforadopor una ventana de doble abocinamiento, queno suele existir, ya que casi siempre los cimbo-rrios están flanqueados por presbiterios y navesde altura semejante (en Cardona la nave centralcon sus 18,80 m es claramente más alta que elanteábside y el transepto). Bango notó la in-

Fig. 6. San Vicente de Cardona. Cabecera

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existencia de los habituales recursos ornamen-tales de tradición lombarda (arquillos y lesenas)en los exteriores de la nave central, que no fal-tan en las iglesias italianas cuya nave mayor so-bresale con respecto a las laterales23. En fin, pa-rece que los argumentos son suficientes comopara confirmar que la bóveda que hoy vemos esfruto de una campaña en la que no intervino elarquitecto que había proyectado y edificadocabecera, pilares y naves laterales. En tal caso,San Vicente habría sido “sobreedificada” con elfin de dotarla de mayor altura e iluminación, elmismo procedimiento que sería aplicado porPedro Deustamben en San Isidoro de León.Muy probablemente el edificio que consagróEribaldo en 1040 no incluiría la bóveda de lanave mayor, lo que no resulta nada raro en lasdinámicas constructivas del románico.

Detengámonos por un momento en los pi-lares de triple rincón. Ciertamente la correla-ción con los arcos doblados de San Vicente ca-rece de antecedentes en los condados catalanesy, lo que es más curioso, también de conse-cuentes inmediatos. En fechas muy cercanas to-pamos con ellos en la cripta del monasterio deLeire, donde fueron diseñados y ejecutados,probablemente hacia 1025, con un aparejomuy diferente constituido por enormes silla-res24. Soportan allí igualmente arcos doblados,formeros y fajones, y sostienen los pilares com-puestos de núcleo cruciforme y una columnaen cada cara, emplazados justo encima, en laiglesia, los cuales igualmente apean arcos do-blados formeros y fajones. En el monasterio ri-bagorzano de Obarra aparecen de modo espo-rádico quizá en la primera mitad del siglo XI25.En Cataluña, las iglesias de tres naves del sigloXI no se proyectaron con arcos doblados for-meros y fajones, con lo que no precisaron pi-lares de triple rincón. Su uso en Cardona no esaccidental, como lo evidencia el hecho de quetambién recurren a ellos en el nártex, dondeapean por una parte los arcos doblados que

abren el atrio hacia occidente y por otra las aris-tas de las bóvedas, con lo que no son dobladoslos que separan cada tramo abovedado.

Dentro de la lógica que preside casi todoslos elementos del templo, extraña alguna dis-creta anomalía, como la falta de adecuación delos pilares a las cubiertas de las bóvedas latera-les. Ciertamente las colaterales son muy estre-chas, hasta el punto de que la anchura de lacentral supera nítidamente el doble de aquellas,por lo que difiere de las proporciones más ha-bituales en época prerrománica y románica,aunque Durliat haya señalado su semejanzacon las laterales de San Pedro de Roda26. Comoafirma Bango, las peculiares condiciones to-pográficas del emplazamiento (en la cima de lamontaña, lo que también explicaría el escasodesarrollo del transepto) y el deseo de disponerde una nave central suficientemente ampliapara la comunidad condicionaron esta deci-sión27. Si a ello unimos que el diseño de lacentral, consistente en la sucesión de tres tra-mos cuadrados (más el cuarto en el crucero), envez de tramos rectangulares, obligó a disponertramos laterales rectangulares muy profundos ypilares de gran anchura, el resultado es la difi-cultad de acertar en el diseño del aboveda-miento. En las naves laterales, las aristas de lasbóvedas recaen en una de las esquinas del pilar,la misma que tendría que apear la dobladuraexterior del arco formero. De tal suerte que,para resultar completamente armónicas conlos arcos y el abovedamiento finalmente reali-zados, las caras correspondientes de los pilaresnecesitarían una esquina más, con lo que se per-dería la simetría con la cara opuesta28. No setrata de la única incoherencia de las bóvedas delas naves laterales, puesto que los dos fajones deseparación de bovedillas penetran en los murossin que se marque adecuadamente su arran-que29. Bango igualmente advirtió que los arcosde embocadura de los ábsides colaterales noaparecen doblados30.

Sería temerario hacer un juicio con respectoa la fecha de ejecución de las desaparecidas to-rres de la fachada. Ni la planta ni varias de lassoluciones de alzado de Cardona son habitua-les en el románico catalán del siglo XI. Aunquecabría suponer que una obra de esta perfección,rapidez (salvo el abovedamiento de la central)y dimensiones podría haber despertado ansiasde emulación entre promotores y maestros deobras, no fue así. Ninguna otra iglesia catalanaadoptó en su conjunto coherente las fórmulasaquí visibles, ni siquiera su planta. Evidente-mente sí hallaron eco varias de sus novedadesmás destacadas, como la cúpula sobre el cru-cero, la cripta, la distribución de nichos en lacapilla mayor31 y el nártex constituido por unasecuencia de cinco tramos cubiertos mediantebóvedas de arista. Merecería un estudio más de-tenido, que aquí no puedo desarrollar, el eco deSan Vicente en otros edificios singulares ro-mánicos fuera de Cataluña.

Las novedades de Cardona han sido expli-cadas a través de la evocación de diversos refe-rentes. Puig i Cadafalch consideraba que lapresencia de la cúpula era reflejo de un tipo debasílica que se había desarrollado en el interiorde Asia Menor. Al mismo tiempo defendía laprogenie lombarda de la mayor parte de los ele-mentos, como las bandas decorativas exterioreso los nichos que dan plasticidad a los muros.También Galtier ha insistido en los antece-dentes italianos, abundando en la compara-ción con la iglesia ligur de San Paragorio deNoli que ya había sido planteada por Puig i Ca-dafalch, pero añadiendo Santa María de Oba-rra como “banco de pruebas que creó las con-diciones para que, años más tarde, se pudieraconstruir la colegiata de San Vicente de Car-dona”32. Durliat veía muy posibles los antece-dentes italianos de la cúpula sobre trompas, lacripta (Fig. 7), los nichos internos y, por su-puesto, los arquillos y lesenas33. Todavía más re-cientemente Fernie ha llamado la atención so-

bre otro templo italiano, San Fruttuoso di Ca-podimonte en Portofino, que comparte algunosde los elementos más novedosos de Cardona,como el transepto, la cúpula y la nave above-dada, aunque carece de cripta y nichos inte-riores; además, Portofino, en su opinión, tienesobre Noli la ventaja de mayor certidumbreacerca de su cronología, puesto que cabe vin-cularla a la refundación de la abadía llevada acabo por el obispo Juan II de Génova en 98434.Hace notar, para acentuar el posible vínculocon Cataluña, que las reliquias de San Fruc-tuoso fueron trasladadas a Portofino desde Ta-rragona (donde había sufrido martirio) tras lainvasión musulmana. Por su parte, consideraque el proyecto de Portofino habría sido deu-dor de la arquitectura bizantina de la época, enconcreto de las iglesias Bodrum Camii y FenariIsa Camii, datadas en la primera mitad del si-glo X, con las que presenta similitudes y dife-rencias. Como corolario, afirma que Cardona“debió representar para sus contemporáneosuna manifestación de la arquitectura más pres-tigiosa de todas, la de la capital del Imperio ro-mano oriental”35.

Fig. 7. San Vicente de Cardona. Cripta

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En cambio, Bango ha recordado paralelosalemanes en la disposición de cimborrios ocha-vados sobre una estructura de crucero, tres ábsi-des siendo el central muy profundo, transepto deigual altura y anchura que la nave mayor, navemayor cubierta con cañón sobre fajones, criptasen tres naves elevando el presbiterio, articulaciónde paramentos con bandas y arquillos, y tribu-nas entre torres en la parte occidental. Resumesu opinión afirmando que Cardona “es el máscompleto y perfecto representante de la arqui-tectura que sintetiza la experiencia de tradicióncarolingio/otoniana y el primer románico meri-dional”36. La posible conexión nórdica (Spira-Orleans, sin descartar un posible antecedente co-mún italiano) en lo referente a la distribución deunidades espaciales, también ha sido defendidapor Radding y Clark37.

Dirimir tan diversas explicaciones requeriríaun espacio del que aquí no dispongo, ni resultanecesario en la medida en que todas ellas coin-ciden al recalcar la significación y novedad deCardona en el panorama peninsular, desde losconceptos fundamentales de composición deespacios hasta detalles de pilares, nichos, etc.

SAN PEDRO DE LOARRE

Cardona y Loarre comparten su ubicaciónencastillada, con la diferencia de que buena partede las torres y recinto fortificado conservado enLoarre data del siglo XI, lo que confiere al conjuntouna significación muy especial dentro del romá-nico hispano38 (Fig. 8). Ya hemos comentado conanterioridad las dudas que algunos autores han te-nido acerca de su carácter de canónica, que com-partió con otras capillas de fortalezas, como Al-quézar o, más tarde, Montearagón.

Durante la primera mitad del siglo XI, segúnmuchos autores hacia 1030, cuando aparecenmencionados en la documentación los prime-

ros tenentes de Loarre39, fue alzado un con-junto de torres y capilla en la parte alta de ungran roquedo que domina la parte norocci-dental de la Hoya de Huesca, frente a la en-tonces fortaleza musulmana de Bolea. No es elmomento de discutir la datación de esas pri-meras construcciones ni de valorar la vocaciónresidencial de sus estancias, aunque sí he demencionar que la fábrica se realizó dentro de laspautas del primer románico meridional. Loque nos interesa es la construcción en tiemposde Sancho Ramírez de una monumental igle-sia de nave única, que quedaba a los pies delprimer recinto, en la ladera meridional.

Sin duda, las dificultades orográficas condi-cionaron el proyecto. De forma atípica para unacanónica de fundación regia, le fue conferidaplanta de nave única absidada sin transepto (Fig.9). La misma motivación que provocó la estre-chez de las colaterales de Cardona hizo que SanPedro de Loarre se edificara siguiendo una fór-mula habitual para las parroquias rurales, inclusopara capillas de castillos de escasa relevancia,pero nunca utilizada para fundaciones de gran

Fig. 8. Panorámica del conjunto de Loarre (Foto: Carlos Villasante)

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Javier Martínez de Aguirre

Fig. 9. San Pedro de Loarre. Planta Fig. 10. San Pedro de Loarre. Cabecera (Foto: Carlos Villasante)

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empeño. Y no hay duda de que Loarre lo era,porque el arquitecto la dotó de distintos ele-mentos que aseguraron su monumentalidad.

En primer lugar, alcanzó unas dimensionesinusitadas para los templos de nave única his-panos coetáneos. Según Canellas y San Vi-cente,40 su longitud total suma 22,70 metros y,lo que todavía es más significativo, su anchura9,57, cuando las anchuras habituales en estetipo de iglesias en Aragón raras veces superabanpor entonces los 7 metros. Cualquiera que sepasee por Loarre apreciará que no había modode edificar con mayores dimensiones un tem-plo canónicamente orientado que quedara en-cuadrado en el recinto fortificado (Fig. 10),puesto que la cripta se eleva casi a pico sobre unafloramiento rocoso y el muro occidental seasienta directamente encima de una enormemole pétrea. El emplazamiento de la iglesia enese lugar interrumpía la única vía de acceso alinterior del castillo, por lo que fue necesario–inspirándose en el pasaje situado tras la criptade Leire– disponer un monumental tramo deescalera que salvase el desnivel por detrás de lacripta loarresa y por debajo del tramo cupulado.

El arquitecto supo dotarlo de monumentalidadgracias a la división tripartita de las gradas, queofrecen para cada escalón dos niveles más altosen los extremos y uno central más bajo.

La cripta cumplió doble función, estructu-ral y cultual: proporcionó la subestructura quenecesitaba la cabecera y sirvió para custodiar di-versas reliquias: los pergaminos y auténticasafirman que las había de San Salvador, SanVictorián, Santa María, Santo Tomás apóstol,San Miguel, San Demetrio, San Jerónimo, SanGiraldo, de la corona de espinas, del Santo Se-pulcro y de las Cinco Llagas41. Es muy intere-sante comentar el sistema de comunicaciónentre cripta e iglesia, con dos escaleritas geme-las que parten de la parte occidental de la criptay, tras girar 180º mediante recodo, asciendenhasta el nivel del pavimento del tramo cupu-lado de la iglesia. Se trata de una solución muydiferente de la habitual, porque cualquiera delas usuales hubiera precisado utilizar espaciosnecesarios para otras funciones42. Aunque seanrealmente angostas, el hecho de disponer dosescaleras (probablemente una de subida y otrade bajada, aunque no cabe desechar totalmente

otras posibilidades de diferenciación de uso,por ejemplo entre laicos y canónigos) facilitabala comunicación entre el templo y el recinto dereliquias.

En cuanto a la gran nave, no se escatimaronmedios de embellecimiento: arquería ciega enel nivel bajo formada no por casualidad portrece arquillos, cinco ventanas acompañadasde arcos en el nivel intermedio y espléndida bó-veda de cuarto de esfera cerrando el espacio(Fig. 11). Todavía más espectacular es la cúpulaque cubre el primer tramo de nave, asentada so-bre dobles trompas que están acompañadas deóculos en las cuatro caras. La combinación

arco-óculo, tan sabiamente arbitrada aquí, pro-cede lejanamente del Languedoc, donde la ve-mos en Saint-Sernin de Toulouse, pero formaparte del repertorio del románico pleno his-pano-languedociano, ya que la encontramosdesde Santiago de Compostela a la Catedral deJaca. Tampoco deben ser producto del azar lastres ventanas dispuestas al tresbolillo en el murosur del tramo cupulado. La nave apenas puededesarrollarse más, ya que el tramo occidentalenseguida topa con la roca. Dos puertas hoy sinuso comunicaban una, con dependencias per-didas anejas a la fachada meridional y, la otra,con un acceso alto a la iglesia a través del muronorte. De este modo, siendo una iglesia denave única, tenía hasta cinco posibilidades deentrada y salida distintas (y eso que carece depuerta occidental). Hemos de suponer una se-paración del espacio interior entre el área cle-rical y la de los laicos.

Todo está cuidado, desde el corte y coloca-ción de la piedra (magistral en los aboveda-mientos) hasta el repertorio ornamental y lamolduración de los distintos elementos, aun-que todavía queda mucho por aclarar acerca dela iconografía e incluso de la adopción de de-terminados detalles arquitectónicos (no hayque descartar un valor significante en la irrup-ción de triples fustes columnarios en los exte-riores del ábside o en la distribución de los tresgrandes vanos que se abren en el muro meri-dional del tramo cupulado). RecientementeFrancesca Español ha publicado y analizadovarios dibujos del siglo XVII que proporcionandatos muy valiosos para establecer el programafigurativo original, su significado doctrinal y sucontexto histórico-político43.

En los últimos años se ha alcanzado un con-senso generalizado en torno a la cronología dela iglesia. El falso privilegio de Alejandro II se si-gue citando a la hora de defender la presencia declérigos en los años setenta. En 1093 Loarre fue

Fig. 11. San Pedro de Loarre. Interior de la iglesia(Foto: Carlos Villasante)

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donado a Montearagón, donde en 1097 se pro-cedió a la fundación de una canónica a la que sehabrían trasladado los canónigos de Loarre. Elepitafio del “siervo de Dios Tulgas”, que con-tiene la fecha de 1095 y está emplazado junto ala puerta de acceso a la escalinata bajo la iglesia,proporciona fecha segura para que toda la partebaja estuviera terminada. Si la comunidad en-tera había sido enviada a Montearagón en los úl-timos años del siglo, no se entendería que pro-siguieran obras de gran empeño, por lo quehemos de suponer que en 1097 casi todo lo quevemos estaba concluido44.

En cuanto al eco de la fábrica arquitectónicaloarresa, estimo que es un asunto que todavíamerece mayor estudio. Uranga e Íñiguez con-sideraron que una serie de iglesias navarras denave única y cúpula sobre el primer tramo de-rivaban de la canónica45. Entre ellas situaronSanta María de Olleta, la ermita del Cristo deCataláin (en Garínoain), San Pedro de Echanoen Olagüe e incluso las parroquias de Eusa yBallariáin, así como los prioratos de Azuelo(dependiente de Nájera) y Yarte (pertenecientea Irache). Cataláin sería la más parecida, pordisponer de arquería ciega en la parte baja delábside. Aún así, la nave se cubre con madera, aligual que la de Echano (que, por cierto, carecede cúpula) y su cúpula está completamenterestaurada, mientras que Eusa y Ballariáin hanvisto sustituida su cabecera original. Yarte se ex-plica en todos sus elementos como variación apartir de Irache, su abadía madre. En cuanto aOlleta, el apeo de la cúpula en semiarcos y lapresencia de gruesos contrafuertes interiores(semejantes a los de Cataláin y Echano) la ale-jan de Loarre47. El hecho de que dos de los es-casos edificios navarros en que parecen haberperdurado elementos prerrománicos, Eristain yGomacin, enfaticen mediante una bóveda di-ferenciada el espacio situado ante el presbiterioy el que ambos incluyan naves cubiertas con te-chumbre de madera aconsejan cautela a la hora

de atribuir al eco de Loarre cualquier cons-trucción de nave única que presente cimborrioen el ámbito navarro-aragonés. Caso especial esel de Cataláin, ya que se sale de lo habitual ensu entorno al ubicar la arquería ciega en elcuerpo bajo del ábside, lo que supone un ma-yor acercamiento a las soluciones de Loarre.

SANTA MARÍA DEL SAR EN

SANTIAGO DE COMPOSTELA

La siguiente canónica a comentar es SantaMaría del Sar, extramuros de Santiago de Com-postela (Fig. 12). Ya hemos mencionado laexistencia de un texto documental preciosoque detalla las circunstancias de la fundación,trascrito y resumido por López Ferreiro48.

El obispo de Mondoñedo Munio Alfonso,que procedía de la catedral de Santiago de Com-postela, donde previamente había sido canó-nigo, fue sometido a violencias y vejaciones porseñores de esa comarca septentrional gallega, porlo que decidió volver a Santiago y buscar en su

Fig. 12. Santa María del Sar (Foto: Carlos Villasante)

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suburbio un lugar solitario donde llevar vida re-tirada. Con ayuda de la sede compostelana, ad-quirió un amplio terreno a orillas del río Sar,cerca de la ciudad, con la intención de edificaren él una casa de oración donde poder vivir deacuerdo con la Regla de San Agustín, en co-munidad con otros compañeros religiosos. Trashaber edificado la iglesia y las dependenciasprecisas (in quo ecclesiam et domos construxit), fa-lleció no sin haber comunicado al obispo DiegoGelmírez cuáles eran sus intenciones y haberleencomendado llevarlas a buen fin. Varios canó-nigos compostelanos tomaron el relevo de donMunio y decidieron proseguir la iniciativa, porlo que se trasladaron al nuevo templo. El pre-lado consagró la iglesia y garantizó su subsis-tencia al otorgarle un rico cúmulo de rentas queposeía la sede en el entorno. Además, facilitó lacontinuidad de la comunidad al conceder quecualquier canónigo compostelano que deseararetirarse a ella para llevar vida regular manten-dría ciertos derechos y beneficios en el cabildojacobeo, incluido asiento en el coro y en el re-fectorio en domingos y festivos. El documentode fundación del priorato del Sar data de 1136y, al parecer, la muerte de Munio Alfonso habíatenido lugar en 1134, lo que nos proporcionareferencias cronológicas de gran valor para situarla edificación del templo.

Santa María del Sar, canónica por la condi-ción de los clérigos que la atendían, viene acomportarse como un priorato de la Catedralde Santiago, por lo que no nos extraña quetambién arquitectónicamente muestre depen-dencia con respecto a la gran catedral. En 1548sus canónigos dejaron de ser regulares paraconstituir cabildo secular, con lo que obtuvo lacategoría de colegiata49.

Se trata de una iglesia de tres naves separadaspor pilares de dos géneros: son compuestos denúcleo cruciforme los inmediatos al altar y denúcleo cuadrado los restantes (Fig. 13). Las na-

ves conducen a una cabecera ordenada mediantetres ábsides escalonados. El rasgo más peculiar seencuentra en la capilla mayor, de exterior e in-terior poligonales, mientras que los ábsides late-rales adoptan exterior semicircular. Esta combi-nación, no muy frecuente en el románicohispano, cuenta con paralelos de interés en cier-tas iglesias cuya capilla mayor combina exteriorpoligonal e interior semicircular50 (Fig. 14). Asíson, muy especialmente, un grupo de iglesias na-varras constituido por Santa María de Irache,San Martín de Unx y San Miguel de Cizur Me-nor, todas ellas derivadas de un templo anteriorhoy desaparecido, la gran catedral románica dePamplona iniciada hacia 1100, cuya planta ro-mánica pudo ser conocida gracias a las excava-ciones llevadas a cabo en los años noventa del pa-

Fig. 13. Santa María del Sar. Planta, según Mauleón

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sado siglo XX51. El nombre y la procedencia delarquitecto que proyectó la seo pamplonesa, consu particular capilla mayor formada por un po-lígono de siete planos en el exterior y un semi-círculo interior, es bien conocido: se trata delmaestro Esteban de Santiago de Compostela,quien aparece en diversos documentos del de-nominado Libro Redondo, el cartulario de la seopamplonesa52. Por tanto, el nexo común que uneSanta María del Sar con estas iglesias navarras esla catedral compostelana.

Aquí, la combinación polígono-semicírculose manifiesta en la propia capilla mayor, que searticula en planta baja por medio de una co-lumnata que tanto podría definir los ángulos deun polígono como los puntos clave deldesarrollo de un semicírculo; a nivel de tribunas,

en cambio, tenemos un polígono con sus án-gulos perfectamente definidos. Por otra parte,las dos capillas intermedias abiertas a la girolacuentan con interior y exterior semicircular,mientras que las extremas (cercanas a los brazosdel transepto) son poligonales en ambos haces.La capilla axial de la girola, dedicada al Salvador,por fuera tiene testero recto, mientras por el in-terior dibuja un semicírculo con dos exedras an-gulares53. Quiere esto decir que el proyecto dela capilla mayor de Santa María del Sar suponeun bonito juego en que se revisan y simplificanlas propuestas catedralicias compostelanas.

La planta de la capilla mayor no es el únicoelemento que merece comentario. También lorequiere el óculo situado sobre el arco de em-bocadura de dicha capilla. Vanos circulares en

Fig. 14. Santa María del Sar. Cabecera (Foto: Carlos Villasante)

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ese emplazamiento existían ya en basílicas pa-leocristianas y están sin estudiar el conducto yla motivación que los hicieron reaparecer en elrománico pleno y emplearse de manera abun-dante en el tardorrománico hispano. En la ca-tedral jacobea no puede haber antecedente di-recto, puesto que la existencia de una bóveda dehorno sobre el presbiterio y una girola en tornoa la capilla mayor constituyen soluciones mu-cho más complejas, pero sí vemos óculos comoremate de hastial en las fachadas de ambos bra-zos del transepto, bajo los correspondientes pi-ñones, de donde pudo proceder (igualmenteencontramos un óculo en la parte superior delarco de embocadura de la capilla mayor de laCorticela, de cronología más tardía, por su-puesto).

Sin embargo, no es la planta de la capillamayor ni el óculo el aspecto que llama la aten-ción de todo visitante de Santa María, sino laexagerada inclinación de sus pilares, en casi to-dos hacia el exterior y en varios de ellos tam-bién hacia el oeste. Un buen resumen del es-tado de la cuestión sobre el tema loproporcionó Martín González, que llegó a laconclusión de que se trata de un desplomeprogresivo, que quizá se apreciara desde el pri-mer momento y que fue en aumento hasta queen el siglo XVIII decidieron llevar a cabo una in-tervención definitiva, con la edificación de losenormes contrafuertes a ambos lados de losmuros perimetrales que hoy caracterizan el ex-terior del templo54.

La planta de Santa María del Sar fue imitadaen dos importantes templos gallegos, con unafidelidad superior a la habitual en la arquitec-tura románica. Ambos se encuentran en la pro-vincia de Orense: Santa María de Junquera deAmbía (Fig. 15a) y Santa Marina de AguasSantas (Fig. 15b). La simple contemplación enparalelo de sus planos evidencia la inspiracióndirecta de ambas iglesias orensanas en la com-

postelana. La proximidad en las dimensionesresulta realmente llamativa. No es frecuenteque en el románico iglesias tan alejadas coinci-dan con tanta similitud. He aquí las dimen-siones expresadas en metros de que da cuentala Galice romane de Chamoso Lamas, Gonzá-lez y Regal55:

- Longitud total: Sar, 29,60 m; Junquera,32,40; Aguas Santas, 29,73.

- Anchura de nave central: Sar, 5,40; Jun-quera, 4,90 (¿5,90?)56; Aguas Santas, 5,50.

- Anchura total de las tres naves: Sar, 13,65;Junquera, 14,90; Aguas Santas, 14.

Fig. 15a. Santa María de Junqueira de Ambía. Plantade Mauleón a partir de Chamoso Lamas

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A falta de una toma más exacta de medidas,cabe concluir que entre Santa María del Sar yJunquera se produjo un recrecimiento de unadécima parte, y entre Junquera y Aguas Santasse redujo asimismo una décima parte. No seutilizó el mismo plano sucesivamente para lastres, sino que el plano modulado del Sar fuemodificado para Junquera y el de Junquera (noel del Sar) para Santa Marina.

El paralelismo en las plantas no es completo.Por una parte, la cabecera poligonal del Sar essustituida en ambos casos por la más tradicionalsemicircular, lo que probablemente ha hechoque estas semejanzas no hubiesen sido señaladasgeneralmente por la bibliografía. Por otra, como

hemos visto, en la canónica compostelana seemplean dos tipos de pilares: los inmediatos a lacabecera están compuestos de núcleo cruciformey alcanzan mayor grosor, mientras que las otrastres parejas tienen núcleo cuadrado (y menoresdimensiones). En cambio, en Junquera de Am-bía y Aguas Santas sólo se adopta este último di-seño en la totalidad de los pilares. Normalmente,los pilares de mayor potencia inmediatos al pres-biterio solían ir asociados en el románico plenoa cimborrios, como vemos en Frómista.

Ello nos plantea un interrogante: ¿las dife-rencias en alzado entre estos tres templos deplano tan semejante obedecen simplemente acriterios estéticos o podrían justificarse de otromodo? Mi hipótesis es que fue la detección delos problemas de estabilidad que afectaron aSanta María del Sar y cuya resolución le otorgósu tan característico aspecto (en el interior conlos muros abiertos y en el exterior con los gi-gantescos contrafuertes) la que determinó lamodificación del sistema de cubiertas y de ladistribución de pilares en las otras dos iglesias.

Nos detendremos un momento en este as-pecto. Sorprende que tantas semejanzas enplanta e incluso en detalles de alzado muy sig-nificativos (como el gran óculo sobre el arco deembocadura) no se correspondan con ciertaidentidad en el sistema de cubiertas y sus so-portes. Santa María del Sar hoy se cubre contres bóvedas de medio cañón apuntado parale-las, una por nave, sobre fajones. En cambio,Junquera y Aguas Santas presentan una dispo-sición muy original: sendas arquerías con arcosdoblados separan la nave central de las latera-les y soportan a su vez, en cada tramo, dos o tresarcos a manera de triforio, encima de los cua-les se alzan muros en los que descansa una cu-bierta de madera a dos aguas que abarca tantola nave central como las laterales57. La progeniecompostelana del denominado “falso triforio”ha sido señalada por diversos autores, al igual

Fig. 15b. Santa Marina de Aguas Santas. Planta deMauleón a partir de Chamoso Lamas

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que la de la presencia de arcos ciegos que re-fuerzan los muros exteriores, existentes igual-mente en la canónica del Sar58 y en el muro pe-rimetral septentrional de Santiago.

Los distintos estudios sobre Santa María delSar coinciden en señalar que la documentaciónhasta el siglo XVII no evidencia la alarma ante eldesplome. El refuerzo se documenta en fecha tar-día (entre 1727 y 1732 según Sánchez Rivera,nos informa Martín González59). Sin embargo,el hecho de que las iglesias orensanas imitaran entodo a la compostelana salvo en la solución decubiertas, para las que adoptaron un sistemamucho menos pesado (techumbre de madera),poco frecuente en los edificios románicos detres naves de tamaño mediano o grande, hace ve-rosímil la hipótesis de que el desplome se iniciaradesde un primer momento, todavía mediado elsiglo XII, lo que habría generado desconfianzacon respecto a la capacidad de la estructura delSar para soportar los abovedamientos previstos.Por esta razón, en Junquera se habría copiado eldiseño de planta, pero se habrían sustituido lasbóvedas por la techumbre de madera con la in-tención de evitar los desplomes.

Es más, las principales diferencias entre Jun-quera y Aguas Santas también se dan justa-mente en aquellos elementos que no fueron to-mados directamente de Santa María del Sar, yaque en Aguas Santas cada arco inferior (de se-paración de naves) soporta tres arquillos en elfalso triforio y los arcos doblados de las navesdescansan en capiteles sin fuste que no existenen Junquera60 (Fig. 16). En un reciente estudio,Fariña Busto repasa distintos elementos deSanta Marina derivados de la catedral deOrense o incluso del monasterio cisterciense deOseira, entre ellos los capiteles utilizados a ma-nera de ménsulas.

La conexión entre los tres templos, aúnsiendo de diferente naturaleza, es fácil de ex-

plicar. Santa María de Junquera de Ambía fuepriorato de Santa María del Sar a partir de ladonación que Alfonso VII hizo del monasterioallí asentado a la canónica compostelana en1150 ut faciatis in ipso monasterio regularemordinem sancti Augustini. Durante la edad me-dia contó con prior y siete canónigos. Su cons-trucción suele fecharse hacia 1164 con relacióna una inscripción que era difícilmente legible,según Chamoso Lamas. El reciente estudio deSaco Cid no sólo ha proporcionado una lecturacompleta de la misma, sino que ha identificadola piedra original que la contenía62.

En cuanto a Santa Marina, se ha escritobastante sobre la naturaleza de los clérigos quela atendían a partir de muy escasos datos.Consta como colegiata en el siglo XVII. Su con-dición de canónica donde se vivía la Regla deSan Agustín venía siendo afirmada por las fuen-tes literarias más antiguas, especialmente en elsiglo XVIII por el obispo de Orense Juan Muñozde la Cueva63. Él mismo dio a entender que al-gunos escudos de la portada correspondían a lostemplarios, que según tradición se habrían es-tablecido allí. Autores posteriores, especial-mente Chamoso Lamas, intentaron sistemati-zar las diferentes fases. En su opinión, loscanónigos regulares de San Agustín habrían

Fig. 16. Santa Marina de Aguas Santas. Interior

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iniciado la iglesia actual en el siglo XII. No laacabaron y permanecieron hasta una fecha im-precisa del siglo XIII, cuando fueron reempla-zados por los templarios, que no pudieron es-tar más allá de 1312. Tras la disolución de laorden de Tierra Santa, habrían regresado los ca-nónigos y más tarde habría sido una casa-granjabenedictina dependiente de Celanova64.

Francisco Pérez Rodríguez, en el marco deuna investigación sobre ciertas entidades ecle-siásticas medievales de la provincia de Orense enlas fronteras de la consideración de monasterio,se preguntaba quién estaba detrás de la edifica-ción de templos tan monumentales como el deSanta Marina, ya que éste en concreto no figu-raba en la nómina de los grandes cenobios niconstaba su categoría de canónica65.

Las referencias más antiguas hablan de un talAuriolus, monachus cathedram regens Sancte Ma-rine, en 1077, noticia que va seguida de otras en1085 y 1143 que sitúan la iglesia de Santa Ma-rina como dependiente del monasterio de Ce-lanova. En las fechas que nos interesan, es decir,con posterioridad a la edificación de Santa Ma-ría del Sar y Junquera de Ambía, existen man-das testamentarias de notable interés por con-tener indicación concreta de las obras (1099:doña Urraca Fernández de Traba: Sancte Marinede Aquis Sanctis, ad opus ecclesie, X mrs; 1227,Odoario Ordóñez, deán de Orense, Sancte Marinesolidos X; María Pérez, Ad opera Sancte Marie deAquis Sanctis I solidum; 1229: Sancha Gómez,Sancte Marine de Aquis Sanctis solidos III; y otrassemejantes de 1250, 1255, 1263, etc.), peroque nada indican acerca de la condición de susclérigos. En 1251 se la denomina simplementeecclesie de Sancte Marine de Aquis Sanctis sinmencionar que sea monasterio, canónica u otrainstitución. En opinión de Pérez Rodríguez,Santa Marina “estaba ya constituida en el XIII

como una abadía seglar que, con seguridad, de-pende de la Iglesia de Orense”. Explica el paso

desde dependencia benedictina de Celanova aabadía seglar en el marco de los conflictos queeste cenobio mantuvo con el Obispado deOrense. Probablemente se produjo después de1185 y antes de 1199 una cesión por los bene-dictinos, en el marco de unas relaciones com-plicadas que terminaron con el reconocimientode un arcedianato propio al abad de Celanovapor parte del obispo de Orense (1221)66. He-mos visto que las noticias documentales permi-ten situar su construcción hacia 1199 y PérezRodríguez supone con perspicacia que dichacesión fue trascendental para Santa Marina,que pasó de ser un monasterio más entre los de-pendientes de Celanova a centro religioso deimportancia que superará con creces al resto delos santuarios de la diócesis, salvo al propio Ce-lanova. A partir de la donación, el obispadohabría fomentado el culto a las reliquias deSanta Marina, lo que conllevaría la renovacióndel templo donde se conservaba el cuerpo, laedificación inconclusa de la basílica de la As-censión sobre una construcción antigua y lapropaganda literaria de Gil de Zamora, que lahizo famosa en toda la Península67. El testimo-nio de los testamentos prueba que se despertóuna gran devoción en el siglo XIII; señal de suéxito es la construcción de sendas iglesias dedi-cadas a la mártir en Córdoba y Sevilla poco des-pués de ser reconquistadas.

Mientras en la nueva construcción de Jun-quera lo que se hizo fue tomar el diseño y lasmedidas básicas de su casa madre, Santa Maríadel Sar, aumentar su tamaño ligeramente (enuna décima parte) y evitar todo aquello que pu-diera conllevar el desplome de los muros, susti-tuyendo las bóvedas por armadura de madera yprocurando, mediante el falso triforio, no car-gar en exceso los arcos formeros, en Aguas San-tas habría sido la cercanía a Junquera, de la quedista sólo diez kilómetros por carretera y menosen línea recta, el desencadenante de la emula-ción. Cuando decidieron renovar el templo acu-

dieron al modelo más cercano que dispusiera dedimensiones apropiadas y que pudiera edifi-carse en tiempo razonable (Fig. 17). El arqui-tecto (quizá procedente de las propias obras deJunquera) tomó como base el mismo plano,

redujo sus medidas básicas en una décima partey fue modificando detalles durante la eleva-ción, como era habitual en la práctica cons-tructiva románica, incorporando soluciones deotros edificios de prestigio cercanos o donde sehubieran formado los constructores (catedral deOrense, Oseira). Las pequeñas diferencias queseñala Fariña en su estudio de Santa Marinaatestiguan la edificación en sucesivas campañas,aunque probablemente sin gran dilación entreunas y otras68.

SANTO DOMINGO DE LA CALZADA

En el origen de la canónica de Santo Do-mingo de la Calzada se encuentra la comunidad

de canónigos instalados en la iglesia donde secustodiaba el sepulcro de Santo Domingo(†1109), por entonces dedicada al Salvador,Santa María, Santa Cruz y San Miguel. Allí, unacomunidad inicialmente dúplice prosiguió lastareas de atención a los peregrinos jacobeos ini-ciadas por el santo69. El culto a sus reliquias estáatestiguado en el Codex Calixtinus, en el se-gundo cuarto del siglo XII: “se ha de visitar enEspaña el cuerpo de Santo Domingo, confesor,quien hizo la calzada que hay entre la ciudad deNájera y Redecilla del Camino en donde des-cansa”70. Su sede inicial fue el mismo temploedificado en vida de Domingo y consagrado porel obispo de Calahorra Pedro Nazar (quizá en1106, según documentación que no se ha con-servado).

No está muy claro el proceso de sustitu-ción de la antigua comunidad dúplice por otrade canónigos. Según Isidro Bango, debió deproducirse en tiempos de Pedro, eius loci custoset hedificator y por iniciativa del obispo Sancho,antes de 1134. La presencia de canónigos ycofrades que habitan en la iglesia de Santo Do-mingo está documentada en 1188 (EcclesiaeSancti Dominici et canonicis et fratribus habi-tantibus in ea71). La comunidad femenina ha-bía sido suprimida antes de 116172. Por ello, laincluimos entre las canónicas de mayor tras-cendencia arquitectónica.

Aunque el proceso constructivo fue muylargo, el proyecto y edificación de la cabecera ybuena parte de las naves tuvo lugar antes de queel templo fuera elevado al rango catedralicio, loque se consumaría bien entrado el siglo XIII73

(Fig. 18).

La decisión de construir tuvo que tomarseen los primeros años cincuenta, ya que la pri-mera piedra se colocó en 1158 según los Ana-les Compostelanos. Aún antes, en opinión deBango, se advierten medidas dirigidas a la ob-

Fig. 17. Santa Marina de Aguas Santas. Cabecera

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tención de recursos financieros con los queafrontar tan magno empeño (1156)74. No hanllegado a nuestros días documentos que narrenla ceremonia. Son los años en los que ha acce-dido al trono un nuevo monarca, Sancho III,cuya esposa, Blanca de Navarra, fallecería muypoco después. Apenas tuvo tiempo de llorar asu cónyuge, para la que mandó realizar un se-pulcro verdaderamente monumental que seconserva en Santa María de Nájera. El propiorey murió en agosto de 1158, el mismo año dela ceremonia antes citada.

Isidro Bango ha argumentado adecuada-mente la hipótesis de Moya Valgañón de iden-tificar al arquitecto que proyectó y estuvo acargo de la obra durante las primeras décadascon el maestro Garsión, que aparece citado endistintos documentos antes y después de sumuerte como fabricator ipsius ecclesie (1199) ycomo distribuidor de solares de la ampliaciónde la localidad cum sua pertica (1162)75.

El encargo se salía de lo habitual en el pa-norama hispano, ya que se le propuso la edifi-cación de un templo con girola, elemento pocofrecuente. Es la presencia de un cuerpo santo laque justifica la adopción de este plan76. La ca-

becera resultaba novedosa en el entorno cer-cano, sin duda, pero no con relación a Francia,y mucho menos puede ser considerada van-guardista con respecto a lo que se acababa deedificar en Saint-Denis, por ejemplo. El arqui-tecto conoce su oficio pero, o bien quiso sermuy innovador, o bien nunca había diseñadoun proyecto de tanta envergadura, porque hayelementos que nos sorprenden (como la mul-tiplicación de fustes en los pilares de la girolaque, en general, coincide con un excesivo gro-sor de todos los elementos sustentantes), mien-tras que otros revelan la fase de experimenta-ción que vivían los nuevos abovedamientos decrucería: se recurre a expedientes pronto aban-donados, como el uso de arcos diagonales en lostramos trapezoidales de la girola que se cruzanfuera del centro, o bien las distintas alturas decapiteles y cimacios de formeros, fajones y dia-gonales, etc. La creatividad de Garsión se pa-tentiza en el diseño interior de las ventanas delas capillas del deambulatorio, con arcos en-volventes sobre sendas saeteras separadas porquillas.

Además de las novedades arquitectónicas,llama la atención el carácter invasor de los re-lieves, que se extienden por los frentes de dospilares de la capilla mayor. La idea podría ha-ber sido brillante, pero el resultado final no esfeliz, en la medida en que la combinación en-tre las figuras más importantes y las secunda-rias no realza convenientemente las primeras(como sí ocurría en los tímpanos, por ejemplo)y la colocación alternada de frentes labradoscon relieves historiados junto a otros que sólomuestran decoración vegetal esquemática de-bilita la fuerza comunicativa del conjunto. Nonos extraña que no fuera imitado en otrostemplos.

Otro elemento a comentar por su novedaden el panorama peninsular es la bóveda con se-miarcos convergentes que encontramos en la

Fig. 18. Santo Domingo de la Calzada. Cabecera

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capilla axial de la girola (Fig. 19)y quizá estuvoprevista para el presbiterio (puesto que en elcentro del arco de embocadura convergen to-das las líneas que prolongan los lados de los pi-lares del deambulatorio). No se ha estudiadocon detalle su origen, muy probablemente pro-venzal. Fue muy utilizada en edificios poste-riores de todo género (monasterios cistercien-ses como La Oliva, canónicas como Tudela,edificios funerarios de planta central como Eu-nate, etc.).También, la colocación de la escaleraal inicio de la girola (relacionable con Fitero),la existencia de tribuna sobre el deambulatorio,con ventanitas propias de iluminación, y la je-rarquización en el diseño de nervios, plasmadaen su perfil más o menos complejo.

Una vez más, el proyecto fue demasiado am-bicioso como para ser imitado en su conjunto.Sin embargo, dejó huella profunda en la arqui-tectura del Valle del Ebro y su entorno, reco-nocible especialmente en obras como la iglesiadel monasterio cisterciense de La Oliva (Nava-rra), donde vemos el mismo tipo de ventanalesdobles bajo arco envolvente (aunque muchomás sencillos, por prescindir de cualquier or-namentación siguiendo los preceptos de auste-ridad cisterciense), los mismos diseños de or-

namentación de capiteles en las capillas sep-tentrionales, el mismo cuidado en las propor-ciones y en el uso de molduras horizontales querecorren los muros marcando las líneas compo-sitivas de la obra (llama la atención, por ejem-plo, cómo las molduras se curvan para enmar-car las ventanas en Santo Domingo y parabordear las credencias en La Oliva), etc.77 Megusta pensar que fuera el propio Garsión quienproyectó La Oliva, aunque probablemente nohabría permanecido mucho tiempo al frentede la fábrica bernarda, ya que las ventanas de lascapillas meridionales no están aparejadas con lamisma maestría que las septentrionales y cam-bian igualmente los diseños de ornamentaciónde capiteles. Ecos de las ventanas de arcos en-volventes calceatenses han sido señalados porÍñiguez en Irache (adonde llegaría directamentedesde La Calzada) y Santiago de Agüero (dondeigualmente vemos conexiones en determinadosrelieves)78. Sin embargo, llama la atención quelos ecos calceatenses en otra gran canónica cer-cana, Santa María de Tudela, no sean directos,sino mediatizados por La Oliva. En cuanto a lautilización en las naves de Santo Domingo depilares con columnas gemelas en sus cuatro ca-ras y fustes en los codillos, obedece a una solu-ción generalizada en la península que fue estu-diada con detalle por Lambert y Torres Balbás79.La construcción de las naves fue avanzando encampañas sucesivas; en ella reconocemos algu-nos detalles del diseño cuidadoso que quizá de-bamos atribuir a Garsión, pero su estudio nosllevaría a fechas excesivamente tardías.

SANTA MARÍA DE TUDELA

La última canónica que vamos a comentares la iglesia mayor de la capital de la Ribera na-varra, localidad reconquistada por Alfonso elBatallador un año después de Zaragoza, en111980. Como era habitual en las poblaciones

Fig. 19. Santo Domingo de la Calzada.Capilla de la girola

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de cierta relevancia, tras la ocupación los cris-tianos repartieron las mezquitas y ubicaron enla aljama, una vez celebrada la oportuna con-sagración, la iglesia más importante de la loca-lidad. Durante años apenas emprendieron tra-bajos arquitectónicos importantes, quizáporque la mezquita mayor había sido ampliadasólo unas décadas antes, en la estela del agran-damiento de la mezquita mayor de Zaragoza.Algún documento suelto da cuenta de laboresde mantenimiento o mejora parcial, como laconstrucción de un pórtico nuevo bajo lapuerta mayor en 112581.

Al servicio del templo fue establecida unacomunidad de clérigos, que figuran simple-mente como tales en buena parte de los docu-mentos iniciales. No obstante, su condicióncanonical está probada por textos tempranosque la especifican, como sucede con el repartode rentas que acordó en 1135 el obispo de Ta-razona Miguel82:

Canonicis igitur ibidem commorantibus, etDeo atque ipsius Genitrici fideliter servienti-bus, concedo duas partes omnium decimarumquascumque Ecclesia illa tam a Christianisquam a Judeis, vel a Sarracenis fuit consequta(…) Ut duae partes in usus canonicorum ce-dant, tertia vero pars ad necesarias expensasmei et meorum perveniant. Quod autem fi-deles morientes pro animabus suis Ecclesiae di-misserunt, tertia pars mihi sit, et duae residuaesint canonicorum, oblationes vero quae offe-runtur ad altare, concedo eis ab integro, tan-tummodo, quando ego celebrabero Missam,media pars numorum mea erit, et quidquidresidum fuerit canonicorum.

Las compras de solares iniciadas en la décadade 1150 llevan a pensar que el proyecto de unnuevo templo de mayores dimensiones estabaen marcha. Un diploma de 1156 fechado enTudela da cuenta de la presencia en la localidad

del arzobispo de Tarragona y los obispos de Za-ragoza y Pamplona, así como los abades deMontearagón, Veruela y Niencebas (luego Fi-tero)83. Curiosamente, varios de esos templosiniciaron en la segunda mitad del siglo XII la re-novación completa de las fábricas con proyec-tos monumentales. Quizá las ansias edificato-rias de todos estos prelados influyeran en elánimo de los canónigos para incitarles a em-prender sin más dilación la sustitución de la an-tigua mezquita. Y, ciertamente, las obras delnuevo templo tudelano tuvieron mucho quever con las catedrales zaragozana, pamplonesay quizá también tarraconense84.

Se planeó un edificio de notables dimen-siones, claramente superior en su eje Este-Oestea la mezquita preexistente, y se programaron lasobras para que no fuera necesario derribar laantigua sala de oración hasta que la nueva ca-becera estuviera en uso. Las noticias sobre lacompra de casas en el entorno de Santa Maríadurante los años cincuenta, sesenta y setenta, asícomo la relativa a la adquisición de terrenos condestino al claustro en 1186, nos proporcionantérminos adecuados para fechar el desa rrollode las obras85. Aportan una de las razones depeso que llevan a concluir que el templo fueconsagrado en 1188 y no en otras fechas hastaahora barajadas. Apenas me detendré a justifi-car por qué considero apócrifa la consagraciónde 1204 y completamente equivocadas las su-puestas de 1135 y 114986.

Al arquitecto que proyectó Santa María deTudela suponemos que le pidieron una iglesiade grandes dimensiones acorde con las fórmu-las arquitectónicas que en el tercer cuarto del si-glo XII estaban renovando la arquitectura pe-ninsular. Adoptó el diseño de planta másfrecuente entre los grandes templos hispanos dela época: cruz latina formada por tres naves másun transepto destacado, y cabecera constituidapor una capilla mayor flanqueada por cuatro

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menores paralelas abiertas al transepto. Sobreesta idea general, por entonces se difundieronvarias fórmulas, que se diferencian por la ma-yor o menor profundidad de las capillas (de lacentral con relación a las laterales, de las inter-medias con relación a las extremas), por el di-seño de las mismas (remate recto en una, tres ocinco capillas, combinado en su caso con se-micirculares) y por detalles de alzado (dimen-siones, vanos, pilares, capiteles, bóvedas, etc.).La opción tudelana consistió en capilla mayorsemicircular y capillas laterales de la mismaprofundidad, siendo absidales las intermedias yde remate recto las exteriores (Fig. 20). La es-casa profundidad de la capilla mayor puede

obedecer a la dificultad de conseguir solares porel impedimento de un trazado urbano conso-lidado. La diferente terminación de las latera-les quizá provenga de la seo de Zaragoza. Queallí las dos laterales intermedias eran semicir-culares es seguro porque todavía queda una deellas a la vista. Los planos publicados no danpistas suficientes como para asegurar la formay dimensiones de las capillas extremas, por loque incluso cabría imaginar un escalonamientoen profundidad, como las de Tarragona y Lé-rida, o las de San Miguel de Estella (por citar

una parroquia navarra en una localidad de cir-cunstancias económicas y sociales comparablescon Tudela). Sin embargo, al parecer existenrestos de una de las capillas extremas que de-mostrarían que tuvieron la misma profundidadque las tudelanas87.

En cuanto a las bóvedas de las capillas, las ab-sidadas se cubren con medio cañón apuntado enel tramo recto y bóveda de horno en el semici-lindro (Fig. 21); la mayor incluye nervios de re-fuerzo de la bóveda que convergen en el arco deembocadura (como los que hemos comentadoen Santo Domingo y La Oliva). Las dos capillasextremas cuentan con crucería sencilla, con ner-

vios de perfil rematado en medio bocel (como enFitero, pero diferentes de La Oliva).

De gran interés para conocer los modelos enlos que se basó el arquitecto son ciertos detallesde composición del transepto, concretamentela ubicación de la escalera de acceso a cubiertas(situada justo en la zona oriental del brazo sep-tentrional), puesto que coincide con un lugarhabitual para la colocación de escaleras en losmonasterios cistercienses. A ello hemos de su-mar que, además de la ubicación, las dimen-

Fig. 20. Santa María de Tudela. Capillas de la cabecera Fig. 21. Santa María de Tudela. Sección transversal de la cabecera

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siones de la escalera son parecidas a las de LaOliva, y que la puerta hacia el exterior delbrazo norte tudelano está desviada hacia elOeste, en lo que de nuevo coincide con LaOliva, donde este detalle encuentra su explica-ción en la existencia de una sacristía al otrolado, con respecto a la cual se centra el vano.Por tanto, cabe concluir que, además del refe-rente zaragozano, presente en la distribución decapillas, otros elementos de la planta y de los al-zados provienen del proyecto de la iglesia cis-terciense de La Oliva, donde fueron empleadospor primera vez en el reino navarro88.

Pero no todo lo que hoy vemos en las par-tes antiguas de Santa María de Tudela se puedeexplicar a partir de La Seo y la abadía cister-ciense. Hay que contar con la organización depaños y vanos de la capilla mayor. En Tudela sediseña un ábside central semicircular al interiory al exterior, pero mientras en La Seo hay tresventanas, en La Oliva la mayor profundidadpermite abrir cinco. En Tudela hay siete vanos,cinco en la parte curva y dos ventanas en el an-teábside. Pero los cinco centrales no son ven-tanas idénticas, como en la abadía, sino que haytres ventanas amplias de remate semicircular,parecidas a las de Zaragoza (más adornadasque las tremendamente austeras de La Oliva),acompañadas por dos óculos lobulados, cuyapresencia se explica porque las capillas lateralestudelanas son más altas que las olivenses, con loque dejan menos espacio para la apertura de va-nos. Quizá el uso de óculos venga de la catedralde Pamplona, aunque no creo que en la capi-tal fuesen lobulados, como los de Tudela89.

Las obras tardorrománicas tudelanas que-daron interrumpidas antes de la construcciónde las bóvedas de las naves. Todavía pertenecena esta fase, aunque a una campaña posterior, lamayor parte de los pilares de separación de na-ves (los más occidentales fueron ejecutados conposterioridad, en el reinado de Teobaldo I,

1234-1250). Una vez en uso la cabecera, pareceque los canónigos primaron la edificación delclaustro e incluso de las dependencias empla-zadas al sur de dicho claustro, cuyos capiteles detradición tardorrománica han sido reciente-mente identificados.

En resumen, podemos considerar la canó-nica de Tudela como uno de los edificios mássignificativos del tardorrománico navarro, aun-que no tan novedoso con respecto a las tradi-ciones previas como las abadías cisterciensesde La Oliva y Fitero.

Frente al amplio número de secuelas que sehan barajado con respecto a las restantes canó-nicas hasta ahora comentadas, Santa María deTudela no despertó apenas deseos de emula-ción, o quizá no los podamos reconocer porquela vitalidad de esta ciudad y del entorno a lolargo de los siglos ha motivado la sustitución delos templos tardorrománicos tanto en la loca-lidad como en la comarca.

*** *** ***

En conjunto, hemos examinado cinco igle-sias canonicales no episcopales que suponen hi-tos innegables en el desarrollo del románico his-pano. Cada una ofrece peculiaridades quedesmienten una hipotética comunidad arqui-tectónica característica de los templos edifica-dos por canónigos que vivían la regla agusti-niana. Hemos podido comprobar cómo amenudo adoptaron fórmulas constructivas per-fectamente asimiladas en su entorno territorialy sólo en ocasiones puntuales (y muy especial-mente en San Vicente de Cardona y Santo Do-mingo de la Calzada) desarrollaron solucionesrealmente innovadoras. Por lo que se refiere alas secuelas, algunas las tuvieron perfectamentereconocibles, mientras otras o no las tuvierontan semejantes o han desaparecido. Muy pro-

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bablemente una ampliación de la investigacióna otros ejemplos, incluso una revisión exhaus-tiva de la totalidad de las canónicas hispanas (yconcretamente allí donde alcanzaron mayordifusión, en Cataluña), coincidiría con lo aquíapuntado: si bien las canónicas constituyen ungrupo fundamental de nuestra arquitectura de

los siglos XI y XII, no pude decirse que enplanta o en alzados se acogieran a fórmulascoincidentes, como igualmente diverso parecehaber sido el seguimiento de la regla agusti-niana, mucho menos determinante que la be-nedictina en el reparto de los tiempos y lasocupaciones.

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NOTAS

1. Según García Gallo existieron en la alta edad mediacongregaciones de canónigos seculares, para los que re-servaba la calificación de “canónicas no episcopales”, untipo de institución a medio camino entre los monasteriosy las iglesias parroquiales: A. GARCÍA GALLO, “El Conci-lio de Coyanza. Contribución al estudio del Derecho ca-nónico español en la Alta Edad Media”, Anuario deHistoria del Derecho Español, 20 (1950), pp. 275-633, esp.pp. 387-392. Aquí se empleará el término de canónicastanto para las regulares no catedralicias como para las se-culares (o para aquellas que quizá fueron regulares perocuyo seguimiento de la regla agustiniana no está explíci-tamente documentado).

2. El documento fue publicado por J. VILLANUEVA,Viage literario a las iglesias de España, vol. VIII, Valencia,1821, doc. XXXII, Restauratio et dotatio canonicae S. Vi-centii Cardonensis, anno MXIX, pp. 285-289.

3. A. CANELLAS-LÓPEZ y A. SAN VICENTE, Aragonroman, La Pierre-qui-vire, 1971, p. 259.

4. A. DURÁN GUDIOL, La iglesia de Aragón durante losreinados de Sancho Ramírez y Pedro I (1062?-1104),Roma, 1962, doc. 8, pp. 179-181.

5. Por ejemplo, M. GÓMEZ MORENO, El arte románicoespañol. Esquema de un libro, Madrid, 1934, p. 79; y J.GUDIOL RICART y J.A. GAYA NUÑO, Arquitectura y escul-tura románicas, vol. V de la col. Ars Hispaniae. HistoriaUniversal del Arte Hispánico, Madrid, 1948, p. 131.

6. A. DURÁN GUDIOL, La iglesia de Aragón durante losreinados de Sancho Ramírez y Pedro I (1062?-1104),Roma, 1962, p. 143.

7. P. KEHR, Papsturkunden in Spanien. Vorarbeiten ausHispania Pontificia II. Navarra und Aragon, Berlín,1928, doc. 3, pp. 260-262.

8. A. DURÁN GUDIOL, La iglesia de Aragón durante losreinados de Sancho Ramírez y Pedro I (1062?-1104),Roma, 1962, pp. 142-143.

9. P. KEHR, Papsturkunden in Spanien. Vorarbeiten ausHispania Pontificia II. Navarra und Aragon, Berlín,1928, doc. 3, pp. 260-262.

10. A. DURÁN GUDIOL, El castillo de Loarre, Huesca,1971, pp. 12-13.

11. A. LÓPEZ FERREIRO, Historia de la Santa A. M. Igle-sia de Santiago de Compostela, Santiago, 1901, t. IV, doc.VIII, pp. 21-25.

12. B. VALDIVIELSO AUSÍN, San Juan de Ortega, hito vivoen el Camino de Santiago, Burgos, 1985, pp. 77-78. In-cluye fotografía del original.

13. N. DE DALMASES y A. José I. PITARCH, Els inicis il’art romànic s. IX-XII, Història de l’art català, vol. I, Bar-celona, 1986, p. 70.

14. J. PUIG Y CADAFALCH, A. DE FALGUERA y J. GODAY

Y CASALS, L’arquitectura romànica a Catalunya, Barce-lona, 1911, vol. II, p.166.

15. E. JUNYENT, Catalogne romane, La Pierre-qui-vire,1968, t. I, p. 97 (el capítulo sobre Cardona fue tradu-cido al catalán en Catalunya romànica. L’arquitectura delsegle XI, Montserrat, 1975, pp. 39-59); J. YARZA, Arte yarquitectura en España 500/1250, Madrid, 1984, p.146; M. DURLIAT, “La Catalogne et le «premier artroman»”, Bulletin Monumental, 147 (1989), p. 213.Además de la bibliografía específica sobre el templo osobre la arquitectura románica catalana, que se irá ci-tando, de esta iglesia tratan diversas obras generales quese ocupan de la arquitectura románica europea, comoH.E. KUBACH, Arquitectura románica, Madrid, 1989,p. 78, o M. DURLIAT, El arte románico, Madrid, 1992,pp. 507-508; lo que también sucede en obras generalessobre románico español, por ejemplo: W.M. WHITE-HILL, Spanish Romanesque Architecture of the EleventhCentury, Oxford, 1941, pp. 45-51, destaca su condi-ción de ser “primer ejemplo de la nueva estructura or-gánica”; J. GUDIOL RICART y J.A. GAYA NUÑO,Arquitectura y escultura románicas, vol. V de la col. “ArsHispaniae”, Madrid, 1948, p. 32, la denominan “obramaestra de esta tendencia”.

16. J. VILLANUEVA, Viage literario a las iglesias de España,vol. VIII, Valencia, 1821, doc. XXXII, Restauratio et do-tatio canonicae S. Vicentii Cardonensis, anno MXIX, pp.285-289. Algunos documentos de interés sobre San Vi-cente han sido publicados de nuevo con su traducción alcatalán en VV.AA., Catalunya Romànica, XI, El Bages,Barcelona, 1987, pp. 151 ss.

17. Ibídem, pp. 152-153.

18.Al respecto pueden verse I.G. BANGO TORVISO, “Lapart oriental dels temples de l’abat-bisbe Oliba”, Qua-derns d’Estudis Medievals, 23-24 (1988), pp. 51-66, y F.ESPAÑOL y J. YARZA, El románico catalán, Barcelona,2007, pp. 44-96.

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19. Todas las medidas están tomadas de E. JUNYENT,Catalogne romane, La Pierre-qui-vire, 1968 (2ª), t. I,p. 99.

20. F. ESPAÑOL BERTRÁN, “Massifs occidentaux dansl’architecture romane catalane”, Les Cahiers de Saint-Mi-chel de Cuixà, XXVII (1996), pp. 57-60. Se decoraríamás tarde con “una crónica figurativa de los éxitos gue-rreros de los Cardona (su participación heroica en la de-fensa de la ciudad de Gerona a finales del siglo XIII) y, enconsecuencia, un medio de exaltación del género, lo queestá perfectamente de acuerdo con la función funerariaoriginal del atrio”: Ibídem, p. 57, n. 4.

21. La existencia de las torres en los extremos fue dadaa conocer por Serra Vilaró: “en cada extremo de estospórticos se levantaban sendas torres, una de las cualesconserva aún la escalera de caracol hasta el tejado. La dellado opuesto, que en la actualidad está en uso, es obradel tiempo de la utilización del templo para almacenesy acuartelamiento, como veremos emplazada en el lugarque ocupó la primitiva. Poseíamos un antiguo exvotoque destruyeron los rojos en el que se veían sendas torresen los dos ángulos de la fachada de este templo” (El cas-tillo de Cardona, Cardona, 1954, p. 22), tomado de F.ESPAÑOL BERTRÁN, Ibídem, p. 57, n. 2.

22. Son varios los autores que, a partir de distintas ob-servaciones, coinciden en esta hipótesis, empezando porL. ZAHN, Die Klosterkirche Sant Pere de Roda. Studien zurBaugeschichte und kunstgeschichtlichen Stellung Friburgo,1976, según nos informa Bango, quien hace revisión delas distintas teorías sobre el asunto: I.G. BANGO, “SanVicente de Cardona. Prototipo Canónico del primer ro-mánico”, Miscel.lània Homenatge a mossèn Jesús Tarra-gona, Lérida, 1996, pp. 90-92. Algunos asumen elcambio de planes pero no el de maestros. F. Galtierpiensa que el proyecto original de Cardona incluía bó-vedas de arista cubriendo la nave central, que finalmenteno se construyeron. El primer proyecto habría sido obrade maestros lombardos mientras que la edificación finalde la bóveda, y también la de la cúpula, la habrían asu-mido constructores catalanes: F. GALTIER, “L’église ligu-rienne San Paragorio de Noli et ses rapports avec SantaMaría de Obarra (Aragon) et San Vicente de Cardona(Catalogne). Trois précoces témoignages artistiques de la“diaspora” lombarde”, Les Cahiers de Saint-Michel deCuxa, 19 (1988), p. 156. Bango (p. 94) supone que lacentral se proyectó con medio cañón sobre fajones comoen el presbiterio y en los brazos del transepto.

23. I.G. BANGO, “San Vicente de Cardona. PrototipoCanónico del primer románico”, Miscel.lània Homenatge

a mossèn Jesús Tarragona, Lérida, 1996, pp. 89-105. Dur-liat piensa que la maestría alcanzada en el aboveda-miento llevó al arquitecto a prescindir de la dobladurade los fajones en la nave central: M. DURLIAT, “La Ca-talogne et le «premier art roman»”, Bulletin Monumen-tal, 147 (1989), p. 225, pero Bango se fija en que lasventanas de la nave central no tienen doble derramecomo las restantes del edificio (p. 95).

24. Sobre la cronología de la cripta de Leire: J. MARTÍ-NEZ DE AGUIRRE (coord.), Enciclopedia del románico enNavarra, Pamplona, 2008, vol. III, pp. 1503-1539.

25. Hace no muchos años se ha propuesto que su “gran-dioso proyecto” fue concebido “a finales del siglo X y des-arrollado en el primer cuarto del siglo XI”: J.F. ESTEBAN

LORENTE, F. GALTIER MARTÍ y M. GARCÍA GUATAS, Elnacimiento del arte románico en Aragón. Arquitectura, Za-ragoza, 1982 p. 128; la cronología tradicional situaba suejecución sin demasiada concreción “en la primera mitaddel siglo XI y en el gusto de los Pirineos Orientales”: A.CANELLAS-LÓPEZ y A. SAN VICENTE, Aragon roman, LaPierre-qui-vire, 1971, p. 131.

26. M. DURLIAT, “La Catalogne et le «premier artroman»”, Bulletin Monumental, 147 (1989), p. 225

27. I.G. BANGO, “San Vicente de Cardona. PrototipoCanónico del primer románico”, Miscel.lània Homenatgea mossèn Jesús Tarragona, Lérida, 1996, pp. 92-93.

28. Este detalle no tiene fácil solución. Quizá la más ar-mónica consistiría en disponer fajones sencillos en lasnaves laterales, que no desentonarían al tener éstas an-chura muy inferior. Hubiera tenido menos problemasde haber optado por medios cañones en las laterales, loque por otra parte contaba con antecedentes en la tra-dición hispana.

29. Como expuso M. DURLIAT, “La Catalogne et le «pre-mier art roman»”, Bulletin Monumental, 147 (1989), p.225.

30. Igualmente forzada por limitaciones de anchura de-rivadas del emplazamiento: I.G. BANGO, “San Vicentede Cardona. Prototipo Canónico del primer románico”,Miscel.lània Homenatge a mossèn Jesús Tarragona, Lérida,1996, n. 19.

31. Fernie afirma que los nichos de Cardona no supu-sieron novedad en Cataluña, sino que existían en edifi-cios previos como Santa Cecilia de Montserrat, aunqueno se hace eco de las distintas opiniones acerca de la cro-nología de este templo: E. FERNIE, “La dimension mé-diterranéenne du premier art roman”, Cahiers de

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civilisation médiévale, 43 (2000), p. 247. En Santa Ce-cilia se ve un nicho a cada lado del ábside.

32. F. GALTIER, “L’église ligurienne San Paragorio deNoli et ses rapports avec Santa María de Obarra (Ara-gon) et San Vicente de Cardona (Catalogne). Trois pré-coces témoignages artistiques de la ‘diaspora’ lombarde”,Les Cahiers de Saint-Michel de Cuxa, 19 (1988), pp. 151-169; la cita en p. 155.

33. M. DURLIAT, “La Catalogne et le «premier artroman»”, Bulletin Monumental, 147 (1989), pp. 225222-224. Sobre la cúpula, retoma las consideracionesexpresadas por J. VALLERY-RADOT, “Le premier artroman de l’Occident méditerranéen (A propos d’un livrerécent)”, La Revue de l’Art. Revue de l’art ancien et mo-derne, LV (1929), pp. 105-122 y 153-169. En este artí-culo Durliat desarrolla ideas que había expuesto conmayor brevedad en “Problèmes posés par l’histoire del’architecture religieuse en Catalogne dans la premièremoitié du XIe siècle”, Les Cahiers de Saint-Michel deCuxa, III (1972), pp. 43-49.

34. E. FERNIE, “La dimension méditerranéenne du pre-mier art roman”, Cahiers de civilisation médiévale, 43(2000), p. 247. Fernie no hace alusión a las investiga-ciones de Galtier y Bango.

35. Ibídem, p. 256.

36. I.G. BANGO, “San Vicente de Cardona. PrototipoCanónico del primer románico”, Miscel.lània Home-natge a mossèn Jesús Tarragona, Lérida, 1996, pp. 97, 98y n. 35.

37. C.M. RADDING y W.W. CLARK, Medieval Archi-tecture, Medieval Learning: Builders and Masters in theAge of Romanesque and Gothic, New Haven, 1992, pp.13-16.

38. Y así lo refleja la bibliografía. Entre las monografíassobre el castillo y su canónica recordaremos R. DEL

ARCO Y GARAY, El castillo real de Loarre, Madrid, 1917;la ya citada de A. DURÁN GUDIOL, El castillo de Loarre,Zaragoza, 1971; C. GUITART APARICIO, El castillo de Lo-arre, León, 1986; y muy especialmente la obra más re-ciente de J.A. MARTÍNEZ PRADES, El castillo de Loarre.Historia constructiva y valoración artística, Zaragoza,2005, resumen de su tesis doctoral (1991). Además espreciso citar el capítulo que le dedican A. CANELLAS-LÓPEZ y A. SAN VICENTE, Aragon roman, La Pierre-qui-vire, 1971, pp. 191-226.

39. Además de la bibliografía antes citada, J.F. ESTEBAN

LORENTE, F. GALTIER MARTÍ y M. GARCÍA GUATAS, El

nacimiento del arte románico en Aragón. Arquitectura, Za-ragoza, 1982, pp. 270-275.

40. A. CANELLAS-LÓPEZ y A. SAN VICENTE, Aragonroman, La Pierre-qui-vire, 1971, pp. 225-226.

41. Ibídem, p. 220.

42. Ni había tres naves, ni se podían disponer gradas pa-ralelas al eje de la iglesia, que hubieran invadido el pa-saje inferior que acabamos de describir. Tampoco cabíaponer escalera de caracol aneja a los muros perimetralesdel templo, porque ocuparía los estrechos pasos que lle-vaban al castillo, tanto por el exterior meridional, puestoque el camino viene paralelo al muro de la iglesia, comopor el septentrional, ya que asimismo colmataría el ac-ceso al interior de la fortificación.

43. F. ESPAÑOL BERTRÁN, “El castillo de Loarre y su por-tada románica”, Locus Amoenus, 8 (2005-2006), pp. 7-18.

44. J.A. MARTÍNEZ PRADES, El castillo de Loarre. Histo-ria constructiva y valoración artística, Zaragoza, 2005, pp.88-89.

45. J.E. URANGA GALDIANO y F. ÍÑIGUEZ ALMECH,Arte medieval navarro, Pamplona, 1973, vol. II, pp.208-212.

46. Sobre todos estos templos ha de verse como biblio-grafía más reciente con análisis pormenorizado de suselementos: J. MARTÍNEZ DE AGUIRRE (coord.), Enciclo-pedia del Románico en Navarra, Aguilar de Campoo,2008, 3 vols.

47. Las derivaciones de Yarte y Olleta con respecto almodelo catedralicio de Pamplona han sido reciente-mente estudiadas por J. MARTÍNEZ DE AGUIRRE,“Componentes foráneos en el románico navarro: co-ordenadas de creación y paradigmas de estudio”, Cua-dernos de la Cátedra de Patrimonio y Arte navarro, enprensa.

48. A. LÓPEZ FERREIRO, Historia de la Santa A. M. Igle-sia de Santiago de Compostela, Santiago, 1901, t. IV, pp.193-194 y ap. doc. nº VIII.

49. M. CHAMOSO LAMAS, V. GONZÁLEZ y B. REGAL,Galice romane, La Pierre-qui-vire, 1973, p. 207.

50. Sobre estas iglesias y su relación con la catedral dePamplona: C. FERNÁNDEZ-LADREDA AGUADÉ, (dir.), J.MARTÍNEZ DE AGUIRRE y C.J. MARTÍNEZ ÁLAVA, El arterománico en Navarra, Pamplona, 2002, pp. 83-164,igualmente las fichas de cada una de ellas en J. MARTÍ-

Javier Martínez de Aguirre

NEZ DE AGUIRRE (coord,), Enciclopedia del Románico enNavarra, Pamplona, 2008, 3 vols.; y J. MARTÍNEZ DE

AGUIRRE, “Componentes foráneos en el románico nava-rro: coordenadas de creación y paradigmas de estudio”,Cuadernos de la Cá tedra de Patrimonio y Arte navarro, enprensa.

51. Sobre los restos románicos de la catedral de Pam-plona: M.A. MEZQUÍRIZ y M.I. TABAR, Los niveles deltiempo. Arqueología en la Catedral de Pamplona, Pam-plona, 1993-1994; y M.A. MEZQUÍRIZ IRUJO y M.I.TABAR SARRÍAS “Excavaciones arqueológicas en la cate-dral de Pamplona”, Trabajos de arqueología navarra, 11,1993-1994, pp. 310-311. La interpretación de dichosrestos de la catedral románica puede verse en C. FER-NÁNDEZ-LADREDA AGUADÉ, (dir.), J. MARTÍNEZ DE

AGUIRRE y C.J. MARTÍNEZ ÁLAVA, El arte románico, pp.83-95; E. ARAGONÉS ESTELLA, “Época prerrománica yrománica”, en AA. VV., La catedral de Pamplona 1394-1994, Pamplona, 1994, I, pp. 133-161; J. MARTÍNEZ

DE AGUIRRE, “El paisaje monumental: un blanco mantode iglesias”, en A.J. MARTÍN DUQUE (dir.), Signos deidentidad…, I, pp. 289-312; y J. MARTÍNEZ DE AGUI-RRE, “Catedral románica de Pamplona: el templo”, enI.G. BANGO TORVISO (dir.), Sancho el Mayor y sus here-deros. El linaje que europeizó los reinos hispanos, Pam-plona, 2006, II, pp. 873-901, así como en el artículocorrespondiente de la Enciclopedia del Románico en Na-varra ya citada.

52. Conocidos desde los años treinta del siglo XX, todosellos han sido recientemente publicados por J. GOÑI

GAZTAMBIDE, Colección Diplomática de la Catedral dePamplona. Tomo I (829-1243), Pamplona, 1997.

53. Para todo lo referente a la arquitectura de la catedralcompostelana sigue siendo fundamental K.J. CONANT,Arquitectura románica de la catedral de Santiago de Com-postela, Santiago de Compostela, 1983, edición que tra-duce al español la original inglesa de 1926, acompañadapor unas muy interesantes notas de S. Moralejo Álvarez.

54. J.J. MARTÍN GONZÁLEZ, “Iglesias inclinadas de Ga-licia”, Archivo Español de Arte, XXXVII (1964), pp. 49-57.

55. M. CHAMOSO LAMAS, V. GONZÁLEZ y B. REGAL,Galice romane, La Pierre-qui-vire, 1973, pp. 211, 274 y279. En esta obra también pueden verse las plantas delos tres edificios.

56. Creo que esta medida está equivocada, ya que Jun-quera de Ambía supera en las restantes dimensionestanto a Santa María del Sar como a Santa Marina de

Aguas Santas, mientras que aquí la nave central parece-ría tener menor anchura, en tanto que la suma de lastres naves sigue siendo mayor. Vistos los planos, no sepercibe que la nave central de Junquera sea más estre-cha, sino que guarda las mismas proporciones que lasdemás, por lo que quizá simplemente hay una errata enla expresión de la anchura, habiendo puesto 4,90cuando deberían haber puesto 5,90. La razón resultantede dividir en Sar la longitud total (29,6 m) por la an-chura de la nave central (5.4 m) es semejante (5.4) a laresultante de dividir la longitud total de Junquera (32,40m) entre la anchura que propongo (5,90 m) ya que el re-sultado vuelve a ser 5.4 (las centésimas no me parecensignificativas por las desviaciones lógicas derivadas tantodel replanteo como del asentamiento de la construc-ción). También es 5.4 el resultado de dividir la longitudde Aguas Santas (29,7 m) por la anchura de su nave cen-tral (5,50 m). No me ha sido posible por el momentocomprobar las medidas sobre el terreno.

57. También en esta solución se advierte la filiacióncompostelana, ya que se trata de una adaptación de lostriforios de la catedral jacobea. Sobre ambas iglesiasorensanas: M. CHAMOSO LAMAS, V. GONZÁLEZ y B.REGAL, Galice romane, La Pierre-qui-vire, 1973, pp.249-280.

58. Varias fotografías en P. CARBALLO, Santa María aReal de Sar, Santiago de Compostela, 2000.

59. J.J. MARTÍN GONZÁLEZ, “Iglesias inclinadas de Ga-licia”, Archivo Español de Arte, XXXVII (1964), p. 50.

60. Los dos arcos superiores por tramo de Junquera re-sultan mucho más cercanos a la catedral compostelanaque los tres arcos de Santa Marina. Otra diferencia in-teresante se constata en la pervivencia de la arqueríaciega que decora interiormente el ábside de Junquera deAmbía, desaparecida en Aguas Santas, lo que confirmaque es Junquera la imitación más directa del Sar y SantaMarina la que ocupa el tercer lugar en el árbol de filia-ción estilística. Esta secuencia ya había sido defendidapor M. CHAMOSO LAMAS, V. GONZÁLEZ y B. REGAL,Galice romane, La Pierre-qui-vire, 1973, p. 251. Segúnestos autores, la idea de disponer capiteles sin fuste pro-cede de la catedral de Orense.

61. F. FARIÑA BUSTO, Santa Mariña de Augas Santas, LaCoruña, 2002, p. 91.

62. J.L. SACO CID, “O epígrafe fundacional da colexiatade Santa Maria a Real de Xunqueira de Ambia”, BoletínAuriense, 20-21 (1990-1991), pp. 277-292.

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En torno a la arquitectura de las canónicas románicas hispanas no episcopales

63. J. MUÑOZ DE LA CUEVA, Memorias históricas de lasanta Iglesia de Orense, flores de su diócesis y olor de ejem-plos y virtudes memorables, Madrid, 1728.

64. M. CHAMOSO LAMAS, “Santa Marina de Aguas San-tas”, Cuadernos de Estudios Gallegos, X (1955), pp. 41-88. Este texto sirvió de base para M. CHAMOSO LAMAS,V. GONZÁLEZ y B. REGAL, Galice romane, La Pierre-qui-vire, 1973, pp. 251 y 275-279.

65. F.J. PÉREZ RODRÍGUEZ, “As abadias seglares do bis-pado de Ourense na Idade Media (séculos XII-XV)”, enHomenaxe á Profesora Mª Dolores Fernández Ferro. Es-tudios de Historia, Arte e Xeografía, Vigo, 2005, pp. 401-442. También, del mismo autor, Mosteiros de Galicia naidade media, Orense, 2008, p. 284. Agradezco al autorla información sobre ambas publicaciones y las facilida-des para su consulta.

66. Todas las referencias documentales ibídem, pp. 410-412.

67. Ibídem, pp. 413-415.

68. F. FARIÑA BUSTO, Santa Mariña de Augas Santas, LaCoruña, 2002, p. 91.

69. I.G. BANGO TORVISO, “La cabecera de la catedralcalceatense y la arquitectura hispana de su época”, en Lacabecera de la Catedral calceatense y el Tardorrománico his-pano, Santo Domingo de la Calzada, 2000, p. 26. Tam-bién ha de consultarse para todo lo referente a lacabecera calceatense, del mismo autor, La cabecera de lacatedral de Santo Domingo de la Calzada, Madrid, 2000,así como J.G. MOYA VALGAÑÓN, Etapas de construcciónde la catedral de Santo Domingo de la Calzada, Logroño,1991.

70. A. MORALEJO, C. TORRES y J. FEO, Liber Sancti Ia-cobi “Codex Calixtinus”, Santiago de Compostela,1951, p. 549.

71. A. UBIETO ARTETA, Cartularios de Santo Domingode la Calzada, Zaragoza, 1978, doc. 61.

72. I.G. BANGO TORVISO, “La cabecera de la catedralcalceatense y la arquitectura hispana de su época”, enLa cabecera de la Catedral calceatense y el Tardorromá-nico hispano, Santo Domingo de la Calzada, 2000, p.26.

73. Ibídem, p. 41, n. 111.

74. Ibídem, pp. 33-34.

75. Ibídem, pp. 38-41.

76. Comparto la tesis de Bango de que nunca se pensóen el traslado de las reliquias de Santo Domingo a la ca-pilla mayor, como ha sido propuesto por F. ESPAÑOL,“Santo Domingo de la Calzada: el cuerpo santo y los es-cenarios de su culto”, en La cabecera de la Catedral cal-ceatense y el Tardorrománico hispano, Santo Domingo dela Calzada, 2000, pp. 207-282. Reconozco que habríaargumentos para defenderlo, pero me parecen menosconvincentes que, por una parte, el deseo mantenidohasta nuestros días de custodiar el cuerpo donde estuvoy donde está, justo en la perspectiva de la calle consti-tuida por el propio Camino de Santiago; y, por otra, lainexistencia de noticias históricas relativas a un trasladoaunque fuera temporal.

77. La relación entre La Oliva y Santo Domingo de laCalzada ya fue planteada por J.E. URANGA GALDIANO yF. ÍÑIGUEZ ALMECH, Arte medieval navarro, Pamplona,1973, vol. IV, p. 30. Tal y como lo expresan, en La Cal-zada habrían copiado las ventanas de La Oliva, cuandopor cronología y coherencia proyectual y constructivaparece que el camino debió de ser el inverso (véase otrareferencia de Íñiguez sobre la misma relación en la notasiguiente). Han profundizado sobre estas conexiones J.SANCHO DOMINGO, Estudio arquitectónico de la catedralde Santo Domingo de la Calzada, Tesis doctoral inédita,Universidad de Navarra, 1993; C.J. MARTÍNEZ ÁLAVA,Del románico al gótico en la arquitectura de Navarra. Mo-nasterios, iglesias y palacios, Pamplona, 2007, p. 113 ss;y J. MARTÍNEZ DE AGUIRRE (coord.), Enciclopedia delrománico en Navarra, Aguilar de Campoo, 2008, I, pp.368-394.

78. F. ÍÑIGUEZ ALMECH, “Sobre tallas románicas del sigloXII”, Príncipe de Viana, XXIX (1968), pp. 210-211; J.E.URANGA GALDIANO y F. ÍÑIGUEZ ALMECH, Arte medie-val navarro, Pamplona, 1973, vol. IV, p. 32.

79. E. LAMBERT, El arte gótico en España en los siglos XII

y XIII, Madrid, 1977, pp. 113-118; L. TORRES BALBÁS,“Iglesias del siglo XII al XIII con columnas gemelas en suspilares”, Archivo Español de Arte, 76 (1946), pp. 274-309.

80. La bibliografía sobre Santa María de Tudela es am-plia, tanto a nivel local como de ámbito navarro. Para lafase tardorrománica citaremos las consideraciones acercadel proceso constructivo de M. MELERO MONEO, Escul-tura románica y del primer gótico en Tudela (Segundamitad del siglo XII y primer cuarto del XIII), Tudela, 1997;J. MARTÍNEZ DE AGUIRRE, “Arquitectura medieval”, enAA.VV., La Catedral de Tudela, Pamplona, 2006, pp.159-178; Enciclopedia del Románico en Navarra, III, pp.

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1355-1377 (voz redactada por M. Melero); y C.J. MAR-TÍNEZ ÁLAVA, Del románico al gótico en la arquitectura deNavarra. Monasterios, iglesias y palacios, Pamplona, 2007,pp. 238-277. Además, J. MARTÍNEZ DE AGUIRRE, “Com-ponentes foráneos en el románico navarro: coordenadasde creación y paradigmas de estudio”, Cuadernos de laCátedra de Patrimonio y Arte Navarro, en prensa.

81. El dato es recogido por cualquiera de los textos ci-tados en la nota anterior.

82. Sigo la transcripción publicada por M. MELERO

MONEO, Escultura románica y del primer gótico en Tu-dela, Tudela, 1997, doc. 3, pp. 229-230, que la toma dela España Sagrada.

83. F. FUENTES PASCUAL, Catálogo de los Archivos ecle-siásticos de Tudela, Tudela, 1944, doc. 24.

84. Creo imprescindible una revisión del proyecto y pro-ceso constructivos de la catedral de Tarragona, dado quea mi juicio las publicaciones más recientes no resuelvenlos cabos sueltos que habían dejado la historiografía tra-dicional.

85. M. MELERO MONEO, Escultura románica y del pri-mer gótico en Tudela (segunda mitad del siglo XII y primercuarto del XIII), Tudela, 1997, p. 25.

86. Mis razonamientos acerca de la validez o no de loscorrespondientes documentos en J. MARTÍNEZ DE AGUI-RRE, “La arquitectura medieval”, en La catedral de Tu-dela, Pamplona, 2006, pp. 160-162.

87. Agradezco a Jesús Criado Mainar la comunicaciónde este dato de tanto interés. Jesús Criado ha escrito

sobre la cabecera de la Seo: J.C. ESCRIBANO SÁNCHEZ yJ. CRIADO MAINAR, “La fábrica de la primitiva Seo deSan Salvador de Zaragoza”, en VV.AA., La Plaza de laSeo. Zaragoza. Investigaciones Histórico-Arqueológicas, Za-ragoza, 1989, pp. 17-43. Sobre la arquitectura de dichotemplo tardorrománico han de verse también: M.C. LA-CARRA, “Catedral Metropolitana de Zaragoza”, en D.J.BUESA CONDE (Dir.), Las catedrales de Aragón, Zaragoza,1987, p. 310; A. PEROPADRE, “Estudio para la restaura-ción de los ábsides de la Catedral del Salvador de Zara-goza”, en Aldaba, 7, 1987, pp. 22-27; y D.J. BUESA

CONDE, “La catedral románica de San Salvador”, enVV.AA., La Seo de Zaragoza, Zaragoza, 1998, pp. 105-123.

88. Otro elemento que conecta La Oliva con Tudela es laimportancia que en Tudela se otorga a vanos en formade credencia abiertos en el muro meridional de las cua-tro capillas (en algunos casos han quedado tapiados conposterioridad). Existen igualmente en las capillas extre-mas otros vanos parecidos, un poco mayores, en los res-pectivos muros testeros, cuya finalidad por el momentose nos escapa. Incluso las molduras horizontales que re-corren los muros en La Oliva y Tudela tienen el mismomodo de enmarcar arcos (cuyos antecedentes están enSanto Domingo de la Calzada, como ha quedado seña-lado).

89. La explicación puede seguirse con más detalle en J.MARTÍNEZ DE AGUIRRE, “Componentes foráneos en elrománico navarro: coordenadas de creación y paradig-mas de estudio”, Cuadernos de la Cátedra de Patrimonioy Arte Navarro, en prensa.

Javier Martínez de Aguirre

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