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Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Antonio CRUZ CASADO. En la órbita de Góngora: la poesía ... - En la órbita de Góngora: la poesía de José Pérez de Ribas (1590-1651) Antonio Cruz Casado IES MARQUÉS DE COMARES LA FIGURA Y LA obra de don Luis de Góngora brillan con tanto esplendor entre los escritores cordobeses de su época que han dejado en la sombra de la desatención a una porción relevante de líricos y eruditos de la primera mitad del siglo XVII. El estudio del panorama cordobés de entonces nos hará comprender con más nitidez la obra gongorina, al mismo tiempo que se le presta con ello el necesario trasfondo cultural 1 Las grandes cimas también necesitan una base en la que apoyarse y el conocimiento de ese contexto no disminuye en absoluto su importancia, sino que más bien ocurre al contrario: las cualidades artísticas del genio gongorino resultan ser una quintaesencia de la época en la que le tocó vivir. Sin embargo, se carece de un estudio pormenorizado y global de la literatura cordobesa en el que se sitúen los escritores del círculo de don Luis y aquellos otros que, aun sin ser oriundos de Córdoba, formaron parte de su contexto vital inmediato, como don Pedro de Cárdenas y Angulo 2 , Antonio de Paredes, Antonio de las Infantas, Pedro Díaz de Ribas, don Francisco Femández de Córdoba, Abad de Rute, Enrique Vaca de Alfaro, Francisco Martínez Portichuelo 3 , Miguel Colodrero Villalobos 4 1 Cfr., al respecto, Antonio Cruz Casado, «Tanto por plumas ... Góngora y los poetas cordobeses del Siglo de Oro», en Arbor, núm. 654 (Córdoba Ciudad Trimilenaria, ed. Ángel Aroca Lara), Junio, 2000, pp. 277-295. 2 Nos hemos ocupado de este mecenas y escritor cordobés en nuestro estudio «Caballos andaluces y toros de lidia: las Advertencias o preceptos de torear con rejón (1651), de D. Pedro Jacinto de Cárdenas y Angulo», en Actas de las I Jornadas de la Real Academia en Córdoba sobre El Caballo (Córdoba, 15 al 17 de diciembre de 1994), Córdoba, Excma. Diputación, 1995 [ 1996], pp. 12 7-13 7, parcialmente errado en cuanto insinuábamos que este escritor fuese probable autor de las Advertencias o preceptos de torear con rejón, siguiendo una indicación de José Luis Escudero López, Córdoba en la literatura. Estudio bio-bibliográjico (Siglos XV al XVII). El ms. de E. Vaca de Alfara, Córdoba, Publicaciones de la Universidad, 1988, p. 369, especialmente apartado 4°. Datos biográficos más exactos sobre la breve y tumultuosa existencia de Pedro de Cárdenas y Angulo en José Val verde Madrid y Joaquín Moreno Manzano, «El caballo, el alcázar y el libro de don Pedro de Angulo», Actas de las las I Jornadas de la Real Academia en Córdoba sobre El Caballo, op. cit., pp. 97-125, especialmente pp. 114-116. 3 Sobre este curioso defensor de Góngora y su obra, cfr. el libro de Joaquín Roses Lozano, Una poética de la oscuridad. La recepción crítica de las Soledades en el siglo XVII, Madrid, 149 t- Centro Virtual Cervantes

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En la órbita de Góngora: la poesía de José Pérez de Ribas (1590-1651)

Antonio Cruz Casado IES MARQUÉS DE COMARES

LA FIGURA Y LA obra de don Luis de Góngora brillan con tanto esplendor entre los escritores cordobeses de su época que han dejado en la sombra de la desatención a una porción relevante de líricos y eruditos de la primera mitad del siglo XVII. El estudio del panorama cordobés de entonces nos hará comprender con más nitidez la obra gongorina, al mismo tiempo que se le presta con ello el necesario trasfondo cultural1

• Las grandes cimas también necesitan una base en la que apoyarse y el conocimiento de ese contexto no disminuye en absoluto su importancia, sino que más bien ocurre al contrario: las cualidades artísticas del genio gongorino resultan ser una quintaesencia de la época en la que le tocó vivir. Sin embargo, se carece de un estudio pormenorizado y global de la literatura cordobesa en el que se sitúen los escritores del círculo de don Luis y aquellos otros que, aun sin ser oriundos de Córdoba, formaron parte de su contexto vital inmediato, como don Pedro de Cárdenas y Angulo2

, Antonio de Paredes, Antonio de las Infantas, Pedro Díaz de Ribas, don Francisco Femández de Córdoba, Abad de Rute, Enrique Vaca de Alfaro, Francisco Martínez Portichuelo3

, Miguel Colodrero Villalobos4

1 Cfr., al respecto, Antonio Cruz Casado, «Tanto por plumas ... Góngora y los poetas cordobeses del Siglo de Oro», en Arbor, núm. 654 (Córdoba Ciudad Trimilenaria, ed. Ángel Aroca Lara), Junio, 2000, pp. 277-295.

2 Nos hemos ocupado de este mecenas y escritor cordobés en nuestro estudio «Caballos andaluces y toros de lidia: las Advertencias o preceptos de torear con rejón (1651), de D. Pedro Jacinto de Cárdenas y Angulo», en Actas de las I Jornadas de la Real Academia en Córdoba sobre El Caballo (Córdoba, 15 al 17 de diciembre de 1994), Córdoba, Excma. Diputación, 1995 [ 1996], pp. 12 7-13 7, parcialmente errado en cuanto insinuábamos que este escritor fuese probable autor de las Advertencias o preceptos de torear con rejón, siguiendo una indicación de José Luis Escudero López, Córdoba en la literatura. Estudio bio-bibliográjico (Siglos XV al XVII). El ms. de E. Vaca de Alfara, Córdoba, Publicaciones de la Universidad, 1988, p. 369, especialmente apartado 4°. Datos biográficos más exactos sobre la breve y tumultuosa existencia de Pedro de Cárdenas y Angulo en José Val verde Madrid y Joaquín Moreno Manzano, «El caballo, el alcázar y el libro de don Pedro de Angulo», Actas de las las I Jornadas de la Real Academia en Córdoba sobre El Caballo, op. cit., pp. 97-125, especialmente pp. 114-116.

3 Sobre este curioso defensor de Góngora y su obra, cfr. el libro de Joaquín Roses Lozano, Una poética de la oscuridad. La recepción crítica de las Soledades en el siglo XVII, Madrid,

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o Juan Páez de Valenzuela. Aunque algunos han sido objeto de estudios y ediciones, entre los que se encuentra Luis Carrillo y Sotomayor5, otros, como el poeta que nos ocupa, José Pérez de Ribas, carecen de las aproximaciones pertinentes o, al menos, no han tenido la trascendencia hacia el público interesado que hubiera sido deseable.

Nuestra intención, en este trabajo, es realizar una somera aproximación a su obra literaria y compaginar de alguna manera los datos que previamente nos han proporciona-do algunos estudiosos actuales desde el campo de la bibliografia y de la biografia, entre los que se encuentran Antonio Carreira y José Valverde Madrid.

El interés de su obra nos parece obvio, aunque no haya suscitado el pertinente estudio de los gongoristas. Sin embargo, baste indicar que algunos de sus poemas se encuentran confundidos con los mismos de don Luis ya en las primeras ediciones del siglo XVII, que se le atribuye una defensa del escritor al que conocía y trataba personalmente y que coleccionó muchas de sus composiciones manuscritas; es precisamente en éste último volumen aludido donde se encuentran algunos textos manuscritos gongorinos auténticos de los pocos que han llegado hasta nosotros. El mismo códice que contiene las creaciones de Pérez de Ribas lleva en el lomo la indicación Obras de Góngora, aunque, como veremos, la calidad de ambos autores no resulta equiparable en casi ninguna ocasión.

El que creemos acercamiento pionero a la recopilación de Pérez de Ribas, en una época ya tan lejana como mediados del siglo XIX, procede de un crítico tan poco comprensivo con la lírica de tendencia culta como Bartolomé José Gallardo. Se trata de una descripción bibliográfica del volumen manuscrito que contiene su obra personal y que se encuentra inserta en el suplemento o apéndice al último volumen de su Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos, que apareció póstumo6 y muy tardíamente, en 1889. Gallardo había fallecido bastante antes7

, en 1852. Al tratar de los

Tamesis, 1994, especialmente pp. 46-52, aunque debe completarse, por lo que respecta a Martínez Portichuelo, con el estudio del mismo profesor Roses Lozano, «La Apología a favor de don Luis de Góngora de Francisco Martínez de Portichuelo. (Selección anotada e introducción)», Criticón, 55, 1992,pp. 91-130.

4 Sobre este poeta existe ya alguna aportación, cfr. Jesús Ponce Cárdenas, «La descriptio puellae en las fábulas mitológicas de Miguel Colodrero de Villalobos», Angélica. Revista de Literatura, 9, 1999, pp. 77-88.

5 Son importantes los estudios y ediciones de la profesora Angelina Costa: Luis Carrillo y Sotomayor, Poesías completas, ed. Angelina Costa, Madrid, Cátedra, 1984; Luis Carrillo y Sotomayor, Libro de la erudición poética, ed. Angelina Costa, Sevilla, Alfar, 1987. Sobre el mismo autor: Luis Carrillo y Sotomayor, Obras, ed. Rosa Navarro Durán, Madrid, Castalia, 1990.

6 Bartolomé José Gallardo, Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos, Madrid, Manuel Tello, 1889, cols. 1234 a 1248. Utilizo la edición facsímil: Madrid, Gredos, 1968.

7 Bartolomé José Gallardo había nacido en 1776 y falleció en 1852; el cuarto volumen de su obra apareció casi cincuenta años después de su muerte, con anotaciones de M. R. Zarco del Valle y J. Sancho Rayón. Un acercamiento conciso a la figura y a la obra de Gallardo en Juan Luis Alborg, Historia de la literatura española. IV. El Romanticismo, Madrid, Gredos, 1988, pp. 103-127; sin embargo, el estudio fundamental sobre el conocido bibliógrafo es el de Antonio

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impresos y manuscritos que se adjudican a Góngora hace la recensión de su contenido, con el número 4436, e incluye al final completas cinco composiciones. Discrepa Gallardo de la atribución de este volumen a don Luis (en tanto que el manuscrito anterior, ya aludido, que había pertenecido a Pérez de Ribas y que contiene correcciones autógrafas de don Luis, lo cataloga como integrado por obras auténticas de Góngora). Propone además un autor para el mismo códice: el capitán de caballos don Juan de Córdoba, que efectivamente aparece mencionado en una composición, la titulada «Corriendo don Juan de Córdoba, capitán de jinetes de Vélez, un rebato, a tiempo que estaba con una dama». Esta atribución de Gallardo se documenta en unas líneas que escribe al principio del ms., hecho que enfurece al que por entonces sería poseedor del códice, Aureliano Femández Guerra, que manifiesta su disconformidad con la atribución e incluye con relación al autor varios datos que la crítica posterior viene considerando exactos en su mayoría. El crítico granadino, aunque tan relacionado por su familia con Córdoba, escribe con cierto malhumor: «Gallardo he hecho mal embadurnando este libro mío, sin mi licencia, para estampar un disparate. El autor de estas poesías era clérigo.-V. F. 187 y 188 rr. Algunas están impresas con su nombre: se llamó el Licenciado Josef Perez de Rivas Tafur, natural de Córdoba.- V. F. 138 v. 46- 189 v. 190. Con igual derecho que al capitán de ginetes pudo Gallardo atribuirlas al Caballero Villarroel. V. F. 175 v. Aureliano Femández-Guerra».

Por otra parte, en la portada actual del códice, se dan diversas referencias adicionales, obra del mismo estudioso: «POESÍAS, del Licenciado José Pérez de Rivas Tafur, natural de Córdoba, galanteador y enamorado en Granada, en 1606; pretendiente luego en Madrid, favorecido del Conde de Gondomar, y discípulo y amigo de Góngora; premiado en la justa poética de Córdoba, cuando las fiestas a la beatificación de Santa Teresa, año de 1615; justador allí también, dos años adelante, cantando la Pureza de la Virgen, encomiador en 1625 de su pariente el historiador Pedro Díaz de Rivas; del corregidor D. Luis de Baeza, en 1630; censor de la versión que de la Utopía sacó a luz Medinilla en 1637; panegirista, en 1639, de la Historia de los Carrillos, escrita por D. Alonso Carrillo Laso de Guzmán; y a este tiempo era en Córdoba el poeta beneficiado en la parroquial de la Magdalena, así como en 163 7 se firmaba Capellán Mayor del Cabildo de la Ciudad. Aureliano Femández-Guerra y Orbe».

Parece que estos datos, no siempre completamente exactos, fueron ignorados por la mayor parte de los bibliógrafos que en alguna ocasión se ocuparon del poeta cordobés. Ni siquiera José María Valdenebro y Cisneros, tan buen conocedor de los libros y los autores de nuestra tierra, consiguió allegar alguna noticia sobre el poeta que nos ocupa, y así se ve obligado a confesar, en 1889, que ignora todo lo que se refiere a este autor. Tampoco son muy relevantes las indicaciones que sobre él incluye Rafael Ramírez de Arellano, en su conocido Ensayo de un catálogo biográfico de escritores de la provincia y diócesis de Córdoba (1922), aunque señala que era natural de

Rodríguez-Moñino, Don Bartolomé José Gallardo (1776-1852), Madrid, Sancha, 1955, raro impreso que no hemos visto.

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Córdoba, que participó en el certamen por la beatificación de Santa Teresa, en el que fue premiado con el segundo premio, y en el certamen en honor de la Purísima Concepción, en el que también obtuvo premio, al mismo tiempo que, retomando el testimonio de Enrique Vaca de Alfaro, dice que murió hacia 1654 y está enterrado en San Pablo. Además le atribuye dos obras, unas Flores juveniles, que paraban en la librería de don Juan de Villarán, y una Relación de la forma [en J que se alzó el pendón real por el rey Don Felipe IV y muerte de Felipe !JI, de la que no sabe si llegó a imprimirse8

. Nada comenta con respecto al códice de las poesías que nos ocupa (¿se podría pensar que algunas de estas composiciones, no siempre muy conseguidas, fueran parcialmente esas «flores juveniles» antes mencionadas?).

Dámaso Alonso también se ocupó tangencialmente de la obra de Pérez de Ribas en un ensayo dedicado a estudiar la letra auténtica de Góngora, hecho que se documenta en un manuscrito que perteneció y coleccionó el poeta cordobés que estudiamos9• Más recientemente en el volumen de Estudios sobre Góngora que, en 1996, coordinamos desde la Real Academia de Córdoba, Antonio Carreira10 vuelve sobre el manuscrito

8 Rafael Ramírez de Arellano, Ensayo de un catálogo biográfico de escritores de la provincia y diócesis de Córdoba, Madrid, Tip. de la Revista de Archivos, 1922, vol. I, p. 482. Tampoco existe un tratamiento de José Pérez de Ribas en el libro de José Luis Escudero, Córdoba en la literatura. Estudio bio-bibliográfico (Siglos XV al XVII). El ms. de E. Vaca de Alfara, op. cit., puesto que este poeta cordobés no figura en el ms. Vaca de Alfaro; sin embargo, en este estudio parece como si todavía se adjudicase a Góngora el ms. del volumen II, con sus pretendidas obras manuscritas auténticas, ya reseñado por Gallardo, y perteneciente a Pérez de Ribas, como venimos diciendo; cfr. al respecto p. 238.

9 Dámaso Alonso, «Puño y letra de don Luis en un manuscrito de sus poesías», Estudios y ensayos gongorinos, Obras completas, Madrid, Gredos, 1978 vol. V., pp. 463-472.

1 O Antonio Carreira, «La recepción de Góngora en el siglo XVII: un candidato a la autoría del Escrutinio», Estudios sobre Góngora, Córdoba, Excmo. Ayuntamiento/Real Academia, 1996, pp. 29-42. En esta modélica aportación se atribuye (creemos que con fundamento) a José Pérez de Ribas la autoría del «Escrutinio sobre las impresiones de las obras poéticas de don Luis de Góngora», que se encuentra en el Apéndice V de sus obras completas, cfr. Luis de Góngora y Argote, Obras completas, ed. Juan e Isabel Millé y Giménez, Madrid, Aguilar, 1972, 6ª ed., pp. 1221-1231. Una sugerencia sobre tal atribución se encontraba ya en la divulgada edición de Góngora que preparó Adolfo de Castro para la BAE a mediados del siglo XIX, basándose en datos que le había proporcionado Aureliano Femández-Guerra. En este sentido, al incluir el soneto «Urnas plebeyas, túmulos reales», escribe Castro en la nota correspondiente: «Según parece del códice de Ribas Tafur, hoy del señor Guerra y Orbe, este soneto no es de Góngora», Potas líricos de los siglos XVI y XVII, colección ordenada por don Adolfo de Castro, [Biblioteca de Autores Españoles, tomo XXXII], Madrid, Atlas, 1966, p. 440. [La primera edición de este volumen de la BAE es de 1854]. Una indicación parecida se encuentra con respecto al soneto «Una vida bestial de encantamento», ibid., p. 446: «En un códice que posee mi erudito amigo, el señor Guerra y Orbe, se asegura que no es de Góngora este soneto». Igual ocurre con la nota a la octava «En sola su confusa montería», ibid., p. 456: «Según un códice del señor Guerra y Orbe, no es de Góngora esta octava», la correspondiente a las dos décimas «A la toma de Larache», ibid., p. 485; igual afirmación con respecto a la letrilla «¿Por qué llora la Isabelitica, / que cheribica?», ibid., p. 492, el romance «Labrando estaba Artemisa», ibid., p. 538, «Rivas

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autógrafo de Pérez de Ribas, lo describe y lo localiza en la riquísima colección de Antonio Rodríguez Moñino, que para actualmente en los fondos de la Real Academia de la Lengua; además le atribuye la autoría de un escrutinio sobre las obras de don Luis. Por otra parte, y en la misma línea de aproximación a este poeta, en el volumen 133 ( 1997) del Boletín de la Real Academia de Córdoba, José Val verde aporta documentos tan decisivos para un estudio serio acerca de este escritor como la fecha de nacimiento y la de defunción 11

• De acuerdo con esta investigación sabemos que fue bautizado el día 12 de marzo de 1590 en la iglesia de San Pedro y que se enterró el día 10 de agosto de 1651 en la Iglesia de San Pablo.

El camino para un conocimiento adecuado de este cordobés está, pues, recorrido en parte, aun cuando se haya reparado poco en su obra, lo que en último término es lo que presta sentido a cualquier investigación literaria. Es lo que pretendemos iniciar en esta ocasión.

De las ciento treinta y tantas composiciones del manuscrito original, la mayoría están dedicadas a cantar a las flores y a la amada, oculta bajo diversos nombres poéticos, como Ardenia, Anarda, Lisi, Amarilis, Jacinta o Anfrisa. Este último es el apelativo más abundante, y de creer al texto se trataría de una dama que vivía en Granada, concreta-mente en la calle de Gracia, y que pasaba los veranos en una aldea cercana a la ciudad, Pulianas, a la que da nombre un arroyo. Casi todas las intercadencias de la calentura de amor, que dirían los clásicos, se manifiestan en estos versos de acuerdo con la

Tafur creía que no era de Góngora. El señor Guerra y Orbe lo atribuye a don Antonio de Paredes». [En realidad, en Escrutinio el poema que se atribuye expresamente a Antonio de Paredes es el romance que viene a continuación: «La que Persia vio en sus montes». Por otra parte se incluye como obra auténtica de Paredes en la recopilación de las composiciones líricas de este poeta, cfr. Antonio de Paredes, Rimas, Córdoba, Salvador de Cea, 1622, ff. 22 v.-25 r. «Labrando estaba Artemisa» se considera atribuido a Góngora, cfr. Ahora la magna edición de Antonio Carreira, Luis de Góngora, Romances, Barcelona, Quaderns Crema, 1998, vol. IV, p. 359 y ss.]. Por lo que respecta al romance «A la beldad de Jacinta», que es precisamente de Pérez de Ribas, y así es rechazada por el mismo con cierto énfasis la atribución a Góngora, como bien ha indicado Carreira, Adolfo de Castro señala de manera escueta «Dúdase que sea de Góngora», ibid., p. 540, y con respecto al siguiente, «La cítara que pendiente», Castro anota: «Rivas Tafur no lo tiene por de Góngora», ibid. Otras indicaciones similares en pp. 542, 543, 544, 545, 548 y 550, con relación a otros poemas atribuidos. Es posible que Castro no viese directamente el manuscrito de Ribas que contiene el Escrutinio, sino que siguiese las indicaciones que le había suministrado su poseedor Fernández-Guerra. También Dámaso Alonso se refirió a determinadas atribuciones que tenían como base las notas mencionadas en esta edición de la BAE, cfr. «Puño y letra de don Luis en un manuscrito de sus poesías», Estudios y ensayos gongorinos, Obras completas, op. cit., p. 468, nota 8. Como en el ms. que contiene la obra poética de Pérez de Ribas no se encuentra el mencionado escrutinio, se puede pensar que las referencias que Femández Guerra suministró a Adolfo de Castro procederían de otro códice, posiblemente del actual ms. 19.004 de la Biblioteca Nacional de Madrid, que menciona Antonio Carreira en la nota 1 de su trabajo.

11 José Valverde Madrid, «El poeta gongorino José Pérez de Rivas», Boletín de la Real Academia de Córdoba, julio-diciembre, 1997, núm. 133, pp. 173-175.

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convención cortesana-petrarquesca aún vigente entre los líricos de nuestro Siglo de Oro; ni siquiera está ausente el hecho de que la dama objeto de la atención poética esté casada. En ocasiones los versos de José Pérez de Ribas recuerdan, además de a Góngora, a Francisco de Rioja y a Pedro Soto de Rojas en su insistencia floral y amorosa, y preludian de alguna manera los idilios pastorales y campestres que serán tan abundantes en la lírica del siglo XVIII.

No son casi nunca composiciones de mucho aliento; es decir, el poeta no se acerca a las Soledades, al Polifemo o al Panegírico para tomar su inspiración, sino a los poemas breves de tendencia octosilábica y en menor medida al verso endecasílabo, algo menos documentado. En este sentido hay en el códice numerosos romances, y también letrillas, romancillos, madrigales, décimas ... , junto con algunos sonetos dedicatorios.

La parte biográfica externa rastreable (si la obra literaria se toma en este caso como reflejo de la realidad) nos habla de un viaje a Madrid por parte del autor, donde cae enfermo, del itinerario que une a Granada con Córdoba, en cuyo camino contempla el castillo de Luque, al que dedica un romance, de otro viaje a Málaga y de diversos sucesos personales similares, casi ninguno de gran trascendencia. Frente a las letras humanas, claramente dominantes en la colección, hay también ejemplos de temas religiosos, como el poema dedicado a la beatificación de Santa Teresa, un soneto que obtuvo el primer premio y que se nos han transmitido también impreso en el certamen cordobés de 1615, en cuyo impreso se incluye igualmente un soneto de Góngora, (el dedicado a la Inmaculada Concepción). Hay asimismo una pequeña serie de villancicos navideños, alguno de ellos en portugués y otro en guineo, es decir, en el habla convencional de los negros en los textos literarios del Siglo de Oro. Casi todas las composiciones son serias, aunque lo irónico se documenta en cantidad mínima en una sátira contra las feas y en otra contra una dama muy pequeña.

Las referencias a diversas personas de la intelectualidad o de la nobleza cordobesa del primer tercio del siglo XVII son relativamente frecuentes y se concentran en la parte final del manuscrito. Hay un poemilla laudatorio a un Ribas, que suponemos dedicado a Pedro Díaz de Ribas, sugestión que ya anotó Gallardo, y otros dirigidos al Conde de Gondomar, a don Juan de Córdoba, capitán de jinetes de Vélez, a don Luis de Baeza, corregidor de Córdoba, a don Alonso Mamique, a don Juan de Villarroel, caballero amigo del autor, a Antonio de Balonga, notario mayor del señor obispo de Córdoba, al licenciado Pedro de Castro, cirujano de Córdoba, a don Antonio Venegas de la Cueva, señor de las casas de Alburquerque y Luque, a don Alonso Carrillo de Guzmán, por su libro Del linaje de los Carrillos, y a don Pedro de Cárdenas y Angulo, por el suyo titulado De la genealogía de los Haros.

Como no es posible, en la ocasión presente, dar siquiera una pequeña muestra de cada una de las tendencias temáticas enunciadas, nos contentaremos con una breve selección, en la que se tenga en cuenta también las formas métricas. He aquí, por ejemplo, una delicada letrilla amorosa:

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EN LA ÓRBITA DE GÓNGORA .. .

No huigais de que os mire, zagala hermosa, que no cierra sus hojas siempre la rosa.

Su púrpura bella abre con la Aurora, luego el sol la dora y es del prado estrella, porque puedan vella más fresca y hermosa, que no cierra sus hojas siempre la rosa.

Por mostraros dura siempre en mi victoria no neguéis la gloria de vuestra hermosura, aunque mi ventura sea en eso dichosa, que no cierra sus hojas siempre la rosa.

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Entre los abundantes romances, hemos elegido los versos iniciales del dedicado al castillo de Luque, titulado «Viniendo de Granada a Córdoba y mirando al paso el castillo de Luque»:

Oh tú, castillo hermoso, que miras como florecen con eternas primaveras, de Luque los campos verdes. Tú que de aquestas campañas y de estas montañas eres [espada?] que las divides, corona que las guarneces. Tú que entre las peñas naces y tan soberbio te atreves a que del sol los caballos en tus almenas tropiecen. Tú ya el galán de estas flores siendo en un tiempo el valiente contra lanzas, contra adargas de granadinos jinetes. Tú, pues, debes acordarte, pues en piedras permaneces, la memoria de mis males, el olvido de mis bienes. [ ... ]

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Uno de los poemas está dedicado «Al nacer y al morir de la rosa», uno de los pocos que se imprimió, también en el siglo pasado; concretamente se encuentra en una antología preparada por don Juan Pérez de Guzmán12 y titulada Cancionero de la rosa. En él se desarrolla una idea tomada del poeta latino Ausonio, aunque también se reconocen algunas huellas de las composiciones de Francisco de Rioja sobre el mismo tema. El poema, muy influido por Góngora en cuanto al estilo se refiere, con una fuerte base metafórica, ofrece al final una especie de envío a Cardenio, nombre poético que suele encubrir a don Pedro de Cárdenas y Angulo (del que en ocasiones se sostiene que dejó su huella en una conocida historia de amor del Quijote)1 3. En la parte final compara la breve vida de la rosa con la existencia humana e incita al destinatario a olvidar los engaños de la corte, en la línea de la Epístola moral a Fabio. Seleccionamos sólo las primeras liras del poema.

Nace la fresca rosa, nace la soberana de las flores, hija del sol hermosa y de lo puro más de los albores, de la sangre de aquella que en el cielo amanece la más bella.

Nace, pues, la gallarda pompa olorosa de la primavera y dosel de esmeralda celoso cubre su beldad primera, por el regio decoro de quien es tanta púrpura, tanto oro.

Corre abril la cortina a brújulas de luces o rubíes y no se determina si son rayos o hojas carmesíes; rayos sean o colores invidia son de estrellas y de flores.

Halagos de los vientos,

12 Nos referimos al libro de Juan Pérez de Guzmán, La Rosa. Manojo de la poesía castellana formado con las mejores producciones líricas consagradas a la Reina de las Flores durante los siglos XVL XVIL XVIII y XIX, Madrid, Imp. de M. Tello, 1891-1892, 2 vols.

13 Algunas referencias sobre esta cuestión en nuestro estudio «Caballos andaluces y toros de lidia: las Advertencias o preceptos de torear con rejón (1651 ), de D. Pedro Jacinto de Cárdenas y Angulo», en Actas de las 1 Jornadas de la Real Academia en Córdoba sobre El Caballo (Córdoba, 15 al 17 de diciembre de 1994), op. cit.

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EN LA ÓRBITA DE ÜÓNGORA ...

globos abren de rizos olorosos, de mostrar sus alientos y ostentar su hermosura ya ambiciosos, que fresca, que lozana, Aurora sale del abril temprana.

Qué bella, qué flamante, despliega de hojas mil volantes sumas, y su rueda arrogante, rayos ardientes de fragrantes plumas, pavón nuevo del prado, Fénix del aire hojas coronado.

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Un fragmento de la «Letrilla del molino», en la que están presentes la temática de las flores, el desengaño, la fugacidad del tiempo, todo ello tan propio del barroco:

Solía que andaba que eran confianzas, tal fue la avenida mi molino, que el molino ha entra-solía que andaba falsas esperanzas do.

nunca os viera yo. El trigo ha robado, y agora no. Solía que andaba llevado la piedra,

mi molino, que esta harina medra Molino de viento solía que andaba quien dél la esperó. me parece el mío, y agora no. Solía que andaba pues para su aumento mi molino, cuando más de él fio. Necio yo entendía solía que andaba Y a yo no confio que la fresca rosa y agora no. en su mal o bien, siempre se era hermosa pues sólo un desdén como cuando abría. Pensé que las flores todo lo perdió. Y apenas salía de un amor dichoso, Solía que andaba en su bello oriente, me dieran copioso mi molino, cuando en occidente fruto de favores. solía que andaba su hermosura vía. Fié en los colores y agora no. Solía que andaba de sus hojas bellas,

mi molino, mas el tiempo en ellas Era el río cristal solía que andaba desengaños dio. puro y transparente, y agora no. Solía que andaba pero la corriente mi molino, vino por mi mal. La presa ha llevado solía que andaba Robóme el caudal con mano atrevida,

y agora no. He aquí, en fin, lo que ha querido ser un muy somero muestrario de la creación de

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Page 10: En la órbita de Góngora: la poesía de José Pérez de Ribas ... y que coleccionó muchas de sus composiciones manuscritas; es precisamente en éste último volumen aludido donde

Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Antonio CRUZ CASADO. En la órbita de Góngora: la poesía ...-

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este cordobés que no merece el olvido en que se encuentra. Ese temblor vital, o poesía, que hemos percibido en sus estrofas, se nos ha transmitido «en la nieve helada de un sueño»14

, según el verso del poeta irlandés Yeats. Nos parece como si su corpus lírico hubiese llegado hasta nosotros, a la posteridad, casi intocado, prácticamente incólume, en ese ensueño o ensoñación voluntaria de las palabras, que no otra cosa se nos antoja el texto literario.

14 «In the cold snows of a dream», apud Louis MacNeice, La poesía de W. B. Yeats, México, FCE, 1977, p. 75.

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