En la mesa con susana cordero

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18 GATOPARDO www.gatopardo.com AGENDA PÚBLICA En la mesa con Recientemente fue nombrada directora de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, con lo que se convirtió en la primera mujer en asumir dicho cargo. Autora del Diccionario del uso correcto del español en el Ecuador y de otros importantes trabajos lingüísticos, quisimos interrogarla acerca de nuestro abecé. por jorge sánchez de n. Usted ha señalado que el machismo es “un estado del alma que se revela en el habla”. ¿De qué manera se refleja esta problemática en nuestro lenguaje y cómo podemos supe- rarla? El machismo se reproduce de modo más o menos sutil: en reuniones sociales abundan chistes que rebajan a la mujer y que nosotras celebramos; somos cosificadas en la publicidad, en la pornografía, en los “reinados”, en la exaltación de la belleza como la cualidad femenina más deseable. Se supera cuidando nuestro lenguaje interior, cultivándonos, educando; no con el empedra- miento de “os/as” en documentos mal escritos donde abundan estas ridiculeces, con pérdida de todo valor estético. Las mujeres somos más visibles cuando nos expresa- mos y escribimos bien, cuando no somos sectarias ni fanáticas y da- mos la palabra a todos, no cuando multiplicamos torpes dobletes. ¿El corrector automático de Word juega a favor o en contra de la lengua? Ayuda, pero no sustituye. Si quien escribe se detie- ne, mira la corrección, la compren- de, la acepta y la repite, como en los viejos deberes de dictado, puede ser válido. Si no, no. Al confiar en que la máquina corrija lo que yo no sé, le concedo, torpemente, una sa- biduría que no tiene. El saber lo ponemos nosotros. Si escribo “Quiero que el me de libros”, la máquina no tilda “él”, ni “dé”. El escritor debe hacerlo. ¿Cuál es la principal virtud del español frente a otros idiomas? Es una lengua rica gramaticalmente. Por ejemplo, la conjugación verbal es- pañola permite maravillas de co- municación. Tiene aportes de hablantes de 22 países distintos. Su literatura nos ha entregado lo mejor de la creación humana: en ella se escribieron El Quijote, Cien años de soledad, los cuentos de Borges, Rulfo y Cortázar y la inmensa poesía de Darío, Machado y Vallejo. ¿Y cuál es su principal limitación? Su límite mayor so- mos nosotros: no leemos; hablamos y escribimos el español sin apreciar lo que es capaz de entregarnos. ¿En qué lugar del mun- do usted cree que se habla mejor y por qué? Me gusta el espa- ñol hablado en América; en ella, el de los países andinos. Es deli- cado, sugerente, menos inmediato y abrupto. En una escala de 1 a 10, ¿con qué nota evaluaría el habla de los ecuatorianos? Con 7. Es un habla dulce, bien pronunciada en la Sierra, alegre en la Costa y el Oriente, y con expresiones muy bellas. Pero nuestro léxico es pobre, y nuestro interés en el habla y la escritura es más pobre aún… ¡La tragedia de nuestra educación! ¿Considera im- portante o anecdótica la presencia del quichua en nuestro español? ¿Anecdótica? ¡Jamás! ¿Qué haríamos sin “cancha”, “papa”, “amarcar”, “huahua”; sin la delicadeza y finura indígenas en nuestra lengua? “Deme res- pondiendo”… ¿Qué opina de que muchos serranos antepon- gan el verbo “dar” al verbo prin- cipal?, ¿cuál es el origen de esta maña? Es de origen quichua. Este imperativo atenuado expresa lo sustancial de la idiosincrasia se- rrana: nos resistimos a mandar di- rectamente. Revela delicadeza in- terior. ¿Por qué hablamos con tantos “diminutivitos”?, ¿es un complejo de inferioridad o simplemente una forma de no caer mal? Timidez, afecto, empe- queñecimiento… Todo junto. Pero me encantan en los campesinos: las “habitas”, el “arrocito”; revelan su forma de valorar esa tierra que les permite vivir y ser. ¿La cos- tumbre de colocar la palabra “pero” al final de la oración es un hipérbaton? No se lo tome tan en serio, pero. Es una forma de insistencia. Deja sin terminar la frase, a la cual se contrapone un concepto no explícito, para que lo encuentre el interlocutor. ¿Qué le sugiere la expresión “mande”?, ¿no sería mejor decir “qué”, “dime” o “te escucho”? Como “deme trayendo”, es una forma cortés, algo anticuada. Correspon- de al “mande usted” y dice más que un abrupto “¡¿qué?!”. Se usa en lo familiar o en lo estrictamente cortés, como forma de dirigirse el hijo a los padres, el súbdito al patrón. ¿Qué piensa sobre la ambigüedad de la palabra “fresco” en el léxico ecuatoria- no? Puede significar cualquier cosa... Todo término es polisé- mico, puede tener sentido literal, lato o metafórico; expresa la ri- queza semántica de la lengua. Susana Cordero

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AGENDA PÚBLICA — En la mesa con

Recientemente fue nombrada directora de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, con lo que se convirtió en la primera mujer en asumir dicho cargo. Autora del

Diccionario del uso correcto del español en el Ecuador y de otros importantes trabajos lingüísticos, quisimos interrogarla acerca de nuestro abecé. — por jorge sánchez de n.

Usted ha señalado que el machismo es “un estado del alma que se revela en el habla”. ¿De qué manera se refleja esta problemática en nuestro lenguaje y cómo podemos supe-rarla? El machismo se reproduce de modo más o menos sutil: en reuniones sociales abundan chistes que rebajan a la mujer y que nosotras celebramos; somos cosificadas en la publicidad, en la pornografía, en los “reinados”, en la exaltación de la belleza como la cualidad femenina más deseable. Se supera cuidando nuestro lenguaje interior, cultivándonos, educando; no con el empedra-miento de “os/as” en documentos mal escritos donde abundan estas ridiculeces, con pérdida de todo valor estético. Las mujeres somos más visibles cuando nos expresa-mos y escribimos bien, cuando no somos sectarias ni fanáticas y da-mos la palabra a todos, no cuando multiplicamos torpes dobletes. ¿El corrector automático de Word juega a favor o en contra de la lengua? Ayuda, pero no sustituye. Si quien escribe se detie-ne, mira la corrección, la compren-de, la acepta y la repite, como en los viejos deberes de dictado, puede ser válido. Si no, no. Al confiar en que la máquina corrija lo que yo no sé, le concedo, torpemente, una sa-biduría que no tiene. El saber lo ponemos nosotros. Si escribo “Quiero que el me de libros”, la máquina no tilda “él”, ni “dé”. El escritor debe hacerlo. ¿Cuál es la principal virtud del español frente a otros idiomas? Es una lengua rica gramaticalmente. Por ejemplo, la conjugación verbal es-pañola permite maravillas de co-municación. Tiene aportes de hablantes de 22 países distintos. Su literatura nos ha entregado lo mejor de la creación humana: en ella se escribieron El Quijote, Cien años de soledad, los cuentos de Borges, Rulfo y Cortázar y la inmensa poesía de Darío, Machado y Vallejo. ¿Y cuál es su principal limitación? Su límite mayor so-mos nosotros: no leemos; hablamos y escribimos el español sin apreciar lo que es capaz de entregarnos. ¿En qué lugar del mun-do usted cree que se habla mejor y por qué? Me gusta el espa-ñol hablado en América; en ella, el de los países andinos. Es deli-

cado, sugerente, menos inmediato y abrupto. En una escala de 1 a 10, ¿con qué nota evaluaría el habla de los ecuatorianos? Con 7. Es un habla dulce, bien pronunciada en la Sierra, alegre en la Costa y el Oriente, y con expresiones muy bellas. Pero nuestro léxico es pobre, y nuestro interés en el habla y la escritura es más pobre aún… ¡La tragedia de nuestra educación! ¿Considera im-portante o anecdótica la presencia del quichua en nuestro español? ¿Anecdótica? ¡Jamás! ¿Qué haríamos sin “cancha”, “papa”, “amarcar”, “huahua”; sin la delicadeza y finura indígenas

en nuestra lengua? “Deme res-pondiendo”… ¿Qué opina de que muchos serranos antepon-gan el verbo “dar” al verbo prin-cipal?, ¿cuál es el origen de esta maña? Es de origen quichua. Este imperativo atenuado expresa lo sustancial de la idiosincrasia se-rrana: nos resistimos a mandar di-rectamente. Revela delicadeza in-terior. ¿Por qué hablamos con tantos “diminutivitos”?, ¿es un complejo de inferioridad o simplemente una forma de no caer mal? Timidez, afecto, empe-queñecimiento… Todo junto. Pero me encantan en los campesinos: las “habitas”, el “arrocito”; revelan su forma de valorar esa tierra que les permite vivir y ser. ¿La cos-tumbre de colocar la palabra “pero” al final de la oración es un hipérbaton? No se lo tome tan en serio, pero. Es una forma de insistencia. Deja sin terminar la frase, a la cual se contrapone un concepto no explícito, para que lo encuentre el interlocutor. ¿Qué le sugiere la expresión “mande”?,

¿no sería mejor decir “qué”, “dime” o “te escucho”? Como “deme trayendo”, es una forma cortés, algo anticuada. Correspon-de al “mande usted” y dice más que un abrupto “¡¿qué?!”. Se usa en lo familiar o en lo estrictamente cortés, como forma de dirigirse el hijo a los padres, el súbdito al patrón. ¿Qué piensa sobre la ambigüedad de la palabra “fresco” en el léxico ecuatoria-no? Puede significar cualquier cosa... Todo término es polisé-mico, puede tener sentido literal, lato o metafórico; expresa la ri-queza semántica de la lengua.

Susana Cordero