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En el camino | Iglesia Menonita de EE. UU. © 2015 | Página 1

En el camino …

{ Preparación de seis semanas para el discernimiento espiritual }

Escrito e ilustrado por Leo Hartshorn

Traducción: Alex Naula, Zulma Prieto

Propósito

Este recurso está diseñado con el fin de preparar a las personas para que estén abiertas a escuchar a Dios a través de una disciplina de discernimiento espiritual. Esto las preparará más para que estén abiertas a escucharse unas a otras. Como disciplina de discernimiento, su fin no es reafirmar nuestras perspectivas actuales, aunque podría hacerlo. El propósito principal es escuchar y encontrar a Dios en nuestra vida cotidiana. La esperanza es que a través de esta disciplina de preparación espiritual estemos abiertos a las sorpresas y el mover inesperado de Dios en nuestra alma. Cuando buscamos la voz de Dios más allá de nuestra voz interior, también podemos abrirnos a oír la voz de Dios dentro de nosotros y dentro de otros y darnos cuenta de que la iglesia está en un recorrido colectivo hacia un territorio espiritual no descubierto al cual Dios podría estar guiándonos. Una pregunta clave para nuestro discernimiento espiritual es: ¿adónde nos está guiando Dios como pueblo?

Introducción

Se alienta a la iglesia a usar este recurso para el discernimiento espiritual de seis semanas en preparación para el encuentro de la convención de la Iglesia Menonita de EE. UU. en Kansas City, Misuri, del 30 de junio al 5 de julio del 2015. Allí habrá diálogos significativos y se tomarán decisiones que requerirán que el pueblo de Dios busque la voluntad divina para el futuro de la iglesia.


Nuestra esperanza es que, mediante el discernimiento espiritual y la preparación, podamos superar la idea de juntarnos para imponer cada uno una perspectiva y dominar así la iglesia, y antes bien busquemos juntos la voluntad de Dios para la iglesia en toda su diversidad. Necesitaremos prepararnos espiritualmente para abandonar nuestra voluntad en beneficio de la voluntad de Dios para nuestro pueblo. Esto requiere las prácticas de la oración, soltar o rendir nuestro ser y nuestra voluntad, abrirnos a escuchar a Dios, leer y reflexionar sobre las Escrituras, meditar en silencio y confesar nuestros pecados.

Formato

Este recurso se organiza en un formato de seis semanas y está disponible en español y en inglés. Hay un conjunto de disciplinas espirituales para cada una de las seis semanas. Cada día de la semana, las disciplinas para esa semana deberán repetirse. Cada día contiene lo siguiente:

1. Ilustración para una oración de visualización 2. Tema y frase sobre el tema 3. Preparación 4. Oración de inicio 5. Encendido de vela o alguna acción simbólica en reconocimiento de la presencia de Cristo 6. Lectura de un salmo 7. Oración de rendición que se utilizará a lo largo de las seis semanas 8. Lectura de Lucas 24 con meditación sobre el Evangelio para cada día de la semana 9. Silencio y escuchar a Dios – 5 a 15 minutos, aumentando el tiempo cada semana 10. Oración de confesión 11. Promesa de fe 12. Padre Nuestro 13. Una pregunta meditativa para la reflexión/contemplación durante la semana 14. Una práctica espiritual adicional para cada día de la semana.

Las lecturas bíblicas corresponden a la Nueva Versión Internacional.

Habitar en la Palabra

La antigua práctica espiritual benedictina de la lectio divina, o lectura divina, es un medio para meditar y orar con las Escrituras. Es más una herramienta de meditación para profundizar la espiritualidad que para obtener conocimiento en pos de una mayor comprensión. La práctica incluye cuatro pasos: leer (lectio), meditar (meditatio o reflexionar sobre el significado), orar (oratio o darle voz al significado en oración) y contemplar (contemplatio o dejar que el significado sea asimilado). En esta guía de discernimiento espiritual de seis semanas, se repite intencionalmente cada día el mismo pasaje bíblico para brindar la oportunidad de habitar plenamente en la Palabra. Los cuatro pasos tradicionales ayudan a ahondar más en el significado espiritual del texto del Evangelio. Después de la lectura del Evangelio, hay distintas preguntas o sugerencias de meditación para cada día de la semana con el fin de proveer un ángulo alternativo para la lectura del Evangelio de cada día. Estas preguntas o sugerencias de meditación pueden incorporarse a su momento de oración.


Primera semana ~ El camino de la vida nueva

La resurrección de Cristo nos hace recorrer juntos el camino. Preparación

Busque un lugar cómodo, tranquilo y libre de distracciones. Tenga a mano la hoja de las disciplinas espirituales de la semana. Cierre los ojos. Respire hondo varias veces. Inhale con las palabras de la oración de Jesús: “Señor, ten misericordia”. Exhale con estas palabras: “Cristo, ten misericordia”. Suelte las preocupaciones y los problemas del día con cada exhalación. Permanezca sentado en silencio durante uno o dos minutos.

Oración de inicio

Dios de gracia, Señor de la iglesia, Espíritu de sabiduría, entro en tu presencia con alabanza y acción de gracias. Te alabo por ser el fundamento de todo lo que existe. Gracias por tu bondad y tu gracia, que sostienen mi vida hoy y cada día. Recuerdo a mis hermanos y hermanas en Cristo cuyas oraciones se elevan junto a la mía a lo largo de este día. Abre mis oídos a tu voz. Abre mi mente a tu sabiduría, que trasciende la mía. Abre mi corazón para volver a ser moldeado por tu voluntad y tu propósito para mí y para tu pueblo, la iglesia. Oramos en el poder y el nombre de Cristo, nuestro Señor. Amén.

Acción simbólica

Lleve a cabo una acción simbólica simple en reconocimiento de la presencia de Cristo. Si enciende una vela, podría recitar estas palabras: “Que gobierne en mi corazón la paz de Cristo, a la cual ciertamente yo fui llamado en un solo cuerpo” (Colosenses 3:15). Otra acción simbólica podría ser ponerse de pie de cara al norte, al sur, al este y al oeste con estas palabras: “Cristo delante de mí. Cristo detrás de mí. Cristo a mi lado. Cristo dentro de mí”. O simplemente alce los brazos al cielo y diga: “Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre” (Salmo 103:1).


Lectura de un salmo

Salmo 46

Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes. Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, la santa habitación del Altísimo. Dios está en ella, la ciudad no caerá; al rayar el alba Dios le brindará su ayuda. Se agitan las naciones, se tambalean los reinos; Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba. El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob. Vengan y vean los portentos del Señor; él ha traído desolación sobre la tierra. Ha puesto fin a las guerras en todos los confines de la tierra; ha quebrado los arcos, ha destrozado las lanzas, ha arrojado los carros al fuego. “Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!”. El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.

Oración de rendición

Dios, con los brazos abiertos rindo mi voluntad a la tuya. Me entrego a ti y a tus propósitos para mí y para la iglesia. Suelto todo lo que me estorbaría para ser la persona que me has llamado ser y para ser la iglesia a la que has llamado de este mundo. Me abro a tu voz divina. En tus manos encomiendo mi espíritu. En tus manos pongo a tu iglesia. Amén.


Lectura bíblica

Lucas 24:1-12

El primer día de la semana, muy de mañana, las mujeres fueron al sepulcro, llevando las especias aromáticas que habían preparado. Encontraron que había sido quitada la piedra que cubría el sepulcro y, al entrar, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras se preguntaban qué habría pasado, se les presentaron dos hombres con ropas resplandecientes. Asustadas, se postraron sobre su rostro, pero ellos les dijeron: —¿Por qué buscan ustedes entre los muertos al que vive? No está aquí; ¡ha resucitado! Recuerden lo que les dijo cuando todavía estaba con ustedes en Galilea: “El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, pero al tercer día resucitará”. Entonces ellas se acordaron de las palabras de Jesús. Al regresar del sepulcro, les contaron todas estas cosas a los once y a todos los demás. Las mujeres eran María Magdalena, Juana, María la madre de Jacobo, y las demás que las acompañaban. Pero a los discípulos el relato les pareció una tontería, así que no les creyeron. Pedro, sin embargo, salió corriendo al sepulcro. Se asomó y vio sólo las vendas de lino. Luego volvió a su casa, extrañado de lo que había sucedido.

Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero. Salmo 119:105

Meditación sobre el Evangelio

Primer día: ¿Qué significa para mí el primer día de la semana, el día de adoración de los cristianos? Segundo día: ¿Qué piedras bloquean la llegada de la vida nueva a mi corazón o me dejan atrapado en la muerte? Tercer día: ¿Cuándo he encontrado mensajeros de Dios (angelos=mensajero) en mi vida? Cuarto día: ¿Qué significa el mensaje “¡Cristo ha resucitado!” en mi vida? Quinto día: ¿De qué maneras puedo ser testigo de las buenas nuevas de la resurrección de Cristo? Sexto día: ¿Cuándo no he creído el testimonio de un hermano o hermana en Cristo? Séptimo día: ¿Qué evidencia requiero a veces para creer que Cristo está vivo y está conmigo?

Meditación en silencio

Medite en silencio durante cinco minutos. Podría entrar en el silencio meditando lentamente en esta frase del Salmo 46: Quédense quietos y reconozcan que yo soy Dios. Luego de un momento de silencio, acorte la frase de esta manera: Quédense quietos y reconozcan que yo soy. Nuevamente, luego de un momento de silencio: Quédense quietos y reconozcan. Luego, quédense quietos. Y por último, quédense. Entre al silencio. [N. del T.: En inglés, la primera palabra es “be”, es decir “sean”.]


Oración de confesión

Dios que perdona, confieso que muy a menudo no he creído el testimonio de otros. He dudado de la sinceridad de mis hermanos y hermanas en Cristo que ven las cosas distinto a como yo las veo. No sólo he cuestionado su perspectiva, sino también sus motivos. Por mis fuertes creencias, he puesto a miembros de tu iglesia en la categoría de “enemigos”. Perdóname por cuando he cerrado los oídos a la voz de otros, aun cuando podía resultar doloroso escuchar. Perdóname por cuando he cerrado el corazón y la mente a las verdades que otros presentan en la mesa de la fraternidad cristiana. Rompe el arco y destroza las lanzas de la enemistad que haya dentro de tu iglesia. En el nombre del Cristo resucitado. Amén.

Promesa de fe

Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad (1 Juan 1:9).

Padre Nuestro

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan cotidiano. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno. Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre. Amén.

Pregunta de la semana para reflexionar

Rumie (“mastique”) la siguiente pregunta durante la semana mientras trabaja, juega y ora:

¿Dónde veo la presencia de Cristo en otros?

Práctica espiritual

Una disciplina espiritual que podría incluirse en esta semana de preparación está vinculada a la pregunta de la semana para reflexionar. Practicar la presencia es una continua concientización en oración de la presencia de Dios en su vida cotidiana. Deje que su trabajo, sus momentos de recreación, sus tareas diarias y sus interacciones humanas se conviertan en un momento de oración y conciencia de Dios.


Segunda semana ~ Juntos en este viaje

Viajamos juntos con Cristo a nuestro lado. Preparación


Oración de inicio

Ven, Espíritu reparador, renueva mi alma así como renuevas cada día con el amanecer. Inúndame como agua que sacia mi sed de tu sagrada presencia. Espíritu de unidad, une a tu pueblo con tu poder vinculador. Sopla tu aliento de vida sobre tu iglesia esparcida por sobre la faz de la tierra, para que seamos un testimonio vivo del único Dios, del único Señor, de un Espíritu, de una fe. Amén.

Acción simbólica

Lleve a cabo una acción simbólica simple en reconocimiento de la presencia de Cristo. Si enciende una vela, podría recitar estas palabras: “Que gobierne en mi corazón la paz de Cristo, a la cual ciertamente yo fui llamado en un solo cuerpo” (Colosenses 3:15). Otra acción simbólica podría ser


ponerse de pie de cara al norte, al sur, al este y al oeste con estas palabras: “Cristo delante de mí. Cristo detrás de mí. Cristo a mi lado. Cristo dentro de mí”. O simplemente alce los brazos al cielo y diga: “Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre” (Salmo 103:1).

Lectura de un salmo

Salmo 133

¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía! Es como el buen aceite que, desde la cabeza, va descendiendo por la barba, por la barba de Aarón, hasta el borde de sus vestiduras. Es como el rocío de Hermón que va descendiendo sobre los montes de Sión. Donde se da esta armonía, el Señor concede bendición y vida eterna.



Lectura bíblica

Lucas 24:13-27

Aquel mismo día dos de ellos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén. Iban conversando sobre todo lo que había acontecido. Sucedió que, mientras hablaban y discutían, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos; pero no lo reconocieron, pues sus ojos estaban velados. —¿Qué vienen discutiendo por el camino? —les preguntó. Se detuvieron, cabizbajos; y uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo: —¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no se ha enterado de todo lo que ha pasado recientemente? —¿Qué es lo que ha pasado? —les preguntó. —Lo de Jesús de Nazaret. Era un profeta, poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo. Los jefes de los sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron para ser condenado a muerte, y lo crucificaron; pero nosotros abrigábamos la esperanza de que era él quien redimiría a Israel. Es más, ya hace tres días que sucedió todo esto. También algunas mujeres de nuestro grupo nos dejaron asombrados. Esta mañana, muy temprano, fueron al sepulcro pero no hallaron su cuerpo. Cuando volvieron, nos contaron que se les habían aparecido unos ángeles quienes les


dijeron que él está vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron tal como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron. —¡Qué torpes son ustedes —les dijo—, y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas! ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria? Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.

Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad. Juan 17:17


Primer día: ¿Cuándo no han reconocido mis ojos la presencia de Cristo en mi andar cotidiano? Segundo día: Reflexionar: ¿cuándo he reconocido la presencia de Cristo al conversar con amigos? Tercer día: ¿Cómo me siento con la idea de compartir la historia de Jesús con desconocidos? Cuarto día: Reflexionar: ¿cuándo me ocurrió que fui “torpe y tardo de corazón para creer” las promesas de las Escrituras? Quinto día: Meditar en los sufrimientos y la gloria de Cristo. Sexto día: Orar por todos los que harán el viaje juntos a la convención de la Iglesia Menonita de EE. UU. Séptimo día: Reflexionar sobre una vez en que las Escrituras fueron interpretadas de modo tal que Cristo cobró vida en mí.


Medite en silencio durante siete minutos. Podría entrar en el silencio meditando lentamente en esta frase del Salmo 46: Quédense quietos y reconozcan que yo soy Dios. Luego de un momento de silencio, acorte la frase de esta manera: Quédense quietos y reconozcan que yo soy. Nuevamente, luego de un momento de silencio: Quédense quietos y reconozcan. Luego, quédense quietos. Y por último, quédense. Entre al silencio. [N. del T.: En inglés, la primera palabra es “be”, es decir “sean”.]


¡Cuán tardos de corazón hemos sido para creer todo lo que tus profetas contemporáneos han declarado, oh Dios! Así como a los discípulos les costó oír las palabras sobre el Mesías sufriente, nosotros nos hemos rebelado contra las verdades que tus profetas han declarado para nuestros días y nuestros tiempos. Perdónanos por tomar tan fácilmente el camino del conflicto y la división en lugar de elegir el camino de la comunión con Cristo. Oramos en el nombre de nuestro único Señor, Jesucristo. Amén.


Promesa de fe

Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros (Juan 17:11).

Padre Nuestro



Rumie (“mastique”) la siguiente pregunta durante la semana mientras trabaja, juega y ora:

¿Qué actos de reconciliación puedo realizar para ayudar a llevar unidad a la iglesia? Práctica espiritual

En el sermón del monte, Jesús dijo que si llevamos nuestra ofrenda al altar y recordamos que un hermano o hermana en Cristo tiene algo contra nosotros, primero debemos reconciliarnos con esa persona y luego volver y presentar la ofrenda (Mateo 7:23-24). ¡La reconciliación precede y sustituye a los actos de adoración! Antes de participar de la ofrenda de su devoción diaria, de su adoración del domingo o del próximo encuentro de la Iglesia Menonita de EE. UU., acérquese a una persona con la que tenga un desacuerdo y busque reconciliarse.


Tercera semana ~ Comunión con Cristo en el camino

Cristo nos alimenta con maná del cielo en nuestro viaje juntos. Preparación


Oración de inicio

Dios del maná santo, aliméntame con el pan de tu presencia. Que este tiempo de oración y meditación llenen mi espíritu hasta que ya no tenga más hambre. Recuérdame que estoy en unión y en comunión con tu iglesia, mientras ella ora. No oro solo. Tu Espíritu intercede por mí. Intercede también por tu iglesia y por su testimonio en el mundo. Que seamos unos, así como el pan de la comunión es uno. Oramos por tu reinado en este mundo y en el mundo venidero. Amén.

Acción simbólica

Lleve a cabo una acción simbólica simple en reconocimiento de la presencia de Cristo. Si enciende una vela, podría recitar estas palabras: “Que gobierne en mi corazón la paz de Cristo, a la cual ciertamente yo fui llamado en un solo cuerpo” (Colosenses 3:15). Otra acción simbólica podría ser ponerse de pie de cara al norte, al sur, al este y al oeste con estas palabras: “Cristo delante de mí. Cristo detrás de mí. Cristo a mi lado. Cristo dentro de mí”. Simplemente alce los brazos al cielo y diga: “Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre” (Salmo 103:1). O ponga un trozo de pan partido cerca de su espacio de adoración para que le recuerde de la presencia de Cristo y de la presencia del cuerpo de Cristo, la iglesia. Ore por el pan: Tal como este pan partido estaba esparcido


por las montañas y al ser juntado pasó a ser uno, así también que tu iglesia pueda ser juntada de todos los extremos de la tierra en tu reino, oh Dios. Didaké, siglo 2.

Lectura de un salmo

Salmo 78:18-29a

Con toda intención pusieron a Dios a prueba, y le exigieron comida a su antojo. Murmuraron contra Dios, y aun dijeron: “¿Podrá Dios tendernos una mesa en el desierto? Cuando golpeó la roca, el agua brotó en torrentes; pero ¿podrá también darnos de comer?, ¿podrá proveerle carne a su pueblo?” Cuando el Señor oyó esto, se puso muy furioso; su enojo se encendió contra Jacob, su ira ardió contra Israel. Porque no confiaron en Dios, ni creyeron que él los salvaría. Desde lo alto dio una orden a las nubes, y se abrieron las puertas de los cielos. Hizo que les lloviera maná, para que comieran; pan del cielo les dio a comer. Todos ellos comieron pan de ángeles; Dios les envió comida hasta saciarlos. Desató desde el cielo el viento solano, y con su poder levantó el viento del sur. Cual lluvia de polvo, hizo que les lloviera carne; ¡nubes de pájaros, como la arena del mar! Los hizo caer en medio de su campamento y en los alrededores de sus tiendas. Comieron y se hartaron …


Dios, con los brazos abiertos rindo mi voluntad a la tuya. Me entrego a ti y a tus propósitos para mí y para la iglesia. Suelto todo lo que me estorbaría para ser la persona que me has llamado ser y para ser la iglesia a la que has llamado de este mundo. Me abro a tu voz divina. En tus manos encomiendo mi espíritu. En tus manos pongo a tu iglesia. Amén. Parte para mí el pan de vida, querido Señor, así como partiste los panes junto al mar; más allá de la página sagrada te busco, Señor; mi espíritu anhela de ti, ¡oh, Palabra viva! (Traducción de un himno en inglés, que puede cantarse o leerse) Hymnal: A Worship Book, (Himnario: un libro de adoración), 360


Lectura bíblica

Lucas 24:28-35 Al acercarse al pueblo adonde se dirigían, Jesús hizo como que iba más lejos. Pero ellos insistieron: —Quédate con nosotros, que está atardeciendo; ya es casi de noche. Así que entró para quedarse con ellos. Luego, estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció. Se decían el uno al otro: —¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras? Al instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron a los once y a los que estaban reunidos con ellos. “¡Es cierto! —decían—. El Señor ha resucitado y se le ha aparecido a Simón”. Los dos, por su parte, contaron lo que les había sucedido en el camino, y cómo habían reconocido a Jesús cuando partió el pan.

De la Palabra santa de Dios aún puede surgir más luz y verdad. John Robinson, 1620.


Primer día: Meditar sobre el significado de las palabras “Quédate conmigo”, como una oración al Cristo resucitado. Segundo día: ¿Cómo reconozco la presencia de Cristo en cada comida que comparto? Tercer día: Reflexionar sobre el significado del pan como el cuerpo de Cristo entregado por mí y por la iglesia. Cuarto día: Reflexionar sobre el significado de la copa como la sangre de Cristo derramada por mí y por la iglesia. Quinto día: Orar por que Dios haga que esta porción de las Escrituras “arda en mi corazón” a medida que recorro esta semana. Sexto día: Meditar sobre cómo la proclamación “¡Es cierto, el Señor ha resucitado!” puede hacer que cada día sea Pascua. Séptimo día: ¿Cuándo se me ha vuelto particularmente real la presencia de Cristo en la santa cena?



Medite en silencio durante nueve minutos. Podría entrar en el silencio meditando lentamente en esta frase del Salmo 46: Quédense quietos y reconozcan que yo soy Dios. Luego de un momento de silencio, acorte la frase de esta manera: Quédense quietos y reconozcan que yo soy. Nuevamente, luego de un momento de silencio: Quédense quietos y reconozcan. Luego, quédense quietos. Y por último, quédense. Entre al silencio. [N. del T.: En inglés, la primera palabra es “be”, es decir “sean”.]


Libéranos, Dios liberador, de las cadenas de un espíritu de amargura y queja. Perdónanos por desear el maná de la carne antes que el maná del cielo. Perdónanos por no confiar en ti al atravesar los desiertos de nuestra vida y los ásperos caminos del viaje que la iglesia emprende. Anhelamos ver la tierra prometida de tus bendiciones con los frutos de la paz, la alegría, la fe, la esperanza y el amor. Amén.

Promesa de fe

—Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed (Juan 6:35).

Padre Nuestro



Rumie (“mastique”) el giro radical de confianza de la pregunta del salmo de inicio a lo largo de la semana mientras trabaja, juega y ora:

¿Podrá Dios tendernos una mesa en el desierto? Dicho de otro modo, pondere cómo puede confiar en que Dios proveerá a usted y a la iglesia aun en las circunstancias más infecundas y desesperadas.


Hornee o compre un pan especial. Ore para que Dios bendiga el pan como un símbolo del amor de la autoentrega de Cristo. Comparta el pan con un amigo, un “enemigo”, una persona sin hogar o una persona anciana como acto simple de caridad, amistad y bondad.


Cuarta semana ~ Paz en el camino

La paz de Cristo está con nosotros a medida que caminamos juntos en este viaje.

Preparación


Oración de inicio

¡Bendito sea tu nombre, oh Señor! ¡Te alabaré por todos tus dones de gracia en este día! Por la luz del sol y la lluvia, por los alimentos y el refugio, por la vida y la fuerza, por la salvación y la integridad, por la familia y los amigos, por tu iglesia de aquí y de todo el mundo, ¡bendito sea tu santo nombre! No olvidaré tus abundantes bendiciones. Haz brillar sobre mí la luz de gracia de tu presencia en mi tiempo de oración y meditación. Haz que yo sea una luz que refleje tu bondad en mi mundo. Por Cristo. Amén.

Acción simbólica

Lleve a cabo una acción simbólica simple en reconocimiento de la presencia de Cristo. Si enciende una vela, podría recitar estas palabras: “Que gobierne en mi corazón la paz de Cristo, a la cual ciertamente yo fui llamado en un solo cuerpo” (Colosenses 3:15). Otra acción simbólica podría ser ponerse de pie de cara al norte, al sur, al este y al oeste con estas palabras: “Cristo delante de mí. Cristo detrás de mí. Cristo a mi lado. Cristo dentro de mí”. O simplemente alce los brazos al cielo y diga: “Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre” (Salmo 103:1).


Lectura de un salmo

Salmo 103:1-7 Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos. Dio a conocer sus caminos a Moisés; reveló sus obras al pueblo de Israel.



Lectura bíblica

Lucas 24:36-43

Todavía estaban ellos hablando acerca de esto, cuando Jesús mismo se puso en medio de ellos y les dijo: —Paz a ustedes. Aterrorizados, creyeron que veían a un espíritu. —¿Por qué se asustan tanto? —les preguntó—. ¿Por qué les vienen dudas? Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que los tengo yo. Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos no acababan de creerlo a causa de la alegría y del asombro, les preguntó: —¿Tienen aquí algo de comer? Le dieron un pedazo de pescado asado, así que lo tomó y se lo comió delante de ellos.

Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo. Romanos 10:17



Primer día: Imaginar a Cristo diciendo las palabras “Paz a ustedes” hasta que mi corazón esté en paz. Segundo día: Reflexionar sobre un momento reciente en que me asusté o sentí dudas y orar en silencio: “La paz de Cristo sea conmigo”. Tercer día: ¿Qué oraciones o prácticas puedo realizar esta semana para mantener mi paz interior? Cuarto día: ¿Qué oraciones o prácticas puedo realizar esta semana para llevar paz a mi comunidad y al mundo? Quinto día: ¿Cómo puedo ser un instrumento de paz en mi iglesia? Sexto día: ¿Cómo podría Dios estar ofreciéndole paz a la Iglesia Menonita de EE. UU. mediante el poder del Cristo resucitado? Séptimo día: Contemplar la presencia de Cristo que ofrece paz en la convención de la Iglesia Menonita de EE. UU. Orar por esa paz.


Medite en silencio durante 11 minutos. Podría entrar en el silencio meditando lentamente en esta frase del Salmo 46: Quédense quietos y reconozcan que yo soy Dios. Luego de un momento de silencio, acorte la frase de esta manera: Quédense quietos y reconozcan que yo soy. Nuevamente, luego de un momento de silencio: Quédense quietos y reconozcan. Luego, quédense quietos. Y por último, quédense. Entre al silencio. [N. del T.: En inglés, la primera palabra es “be”, es decir “sean”.]


Dios, en tu presencia reconozco mis dudas y miedos, mis reproches y acusaciones, mi falta de amor y compasión hacia otros. Me aferro a mi enojo y dejo ir la misericordia. He sido demasiado rápido para juzgar y demasiado lento para perdonar. Tacha mis transgresiones y renueva un espíritu recto dentro de mí. Ten misericordia de mí, tu hijo. Extiende tu gracia a todos tus hijos. Amén.

Promesa de fe

El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor. No sostiene para siempre su querella ni guarda rencor eternamente. No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades. Tan grande es su amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra. Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente. Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. (Salmo 103:8-13)


Padre Nuestro



Rumie (“mastique”) esta pregunta a lo largo de la semana mientras trabaja, juega y ora:

¿Cómo puedo encarnar (vivir en carne propia) la paz de Cristo?


En momentos de miedo, duda, ansiedad, frustración o enojo, deje de hacer lo que está haciendo e imagine que el Cristo resucitado llega a su situación, adonde usted está. Imagine su presencia física cerca de usted, con los brazos extendidos, como si fuese a abrazarlo. Óigalo decirle estas palabras reconfortantes: “Que la paz esté contigo”. Imagine que él le repite estas palabras a medida que usted deja ir sus sentimientos negativos y entra en un estado mental y espiritual de paz.


Quinta semana ~ La Palabra para el viaje

Jesús nos abre de nuevo la Palabra cuando viajamos juntos. Preparación


Oración de inicio

Tu Palabra, oh Señor, es lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino. Ayúdame a discernir tu voluntad y tu palabra para mí y mi iglesia. Que estas prácticas espirituales en las que participo me abran la mente y el corazón para oír tu Palabra y las palabras de otros. Concédeme paciencia y un espíritu misericordioso. Oro mediante la gracia y la misericordia de Cristo. Amén.

Acción simbólica

Lleve a cabo una acción simbólica simple en reconocimiento de la presencia de Cristo. Si enciende una vela, podría recitar estas palabras: “Que gobierne en mi corazón la paz de Cristo, a la cual ciertamente yo fui llamado en un solo cuerpo” (Colosenses 3:15). Otra acción simbólica podría ser ponerse de pie de cara al norte, al sur, al este y al oeste con estas palabras: “Cristo delante de mí. Cristo detrás de mí. Cristo a mi lado. Cristo dentro de mí”. Simplemente alce los brazos al cielo y diga: “Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre” (Salmo 103:1). O coloque una Biblia abierta delante de usted y recite estas palabras: “Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros” (Juan 1:14).


Lectura de un salmo

Salmo 119:57-64

¡Mi herencia eres tú, Señor! Prometo obedecer tus palabras. De todo corazón busco tu rostro; compadécete de mí conforme a tu promesa. Me he puesto a pensar en mis caminos, y he orientado mis pasos hacia tus estatutos. Me doy prisa, no tardo nada para cumplir tus mandamientos. Aunque los lazos de los impíos me aprisionan, yo no me olvido de tu ley. A medianoche me levanto a darte gracias por tus rectos juicios. Soy amigo de todos los que te honran, de todos los que observan tus preceptos. Enséñame, Señor, tus decretos; ¡la tierra está llena de tu gran amor!



Lectura bíblica

Lucas 24:44-49

—Cuando todavía estaba yo con ustedes, les decía que tenía que cumplirse todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras. —Esto es lo que está escrito —les explicó—: que el Cristo padecerá y resucitará al tercer día, y en su nombre se predicarán el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. Ustedes son testigos de estas cosas. Ahora voy a enviarles lo que ha prometido mi Padre; pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto.

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán. Mateo 24:35



Primer día: ¿Cómo puedo cumplir (o llenar completamente) las Escrituras en mi vida en este momento particular? Segundo día: ¿En qué aspecto de mi vida necesito arrepentirme o cambiar? Tercer día: ¿En qué aspecto de mi vida necesito recibir perdón? Cuarto día: ¿En qué aspecto de mi vida necesito ofrecer perdón? Quinto día: ¿Qué significaría para mí y mi iglesia comprender que somos testigos allí donde estamos? Sexto día: Meditar sobre la diferencia que marcaría si verdaderamente viviésemos como si nuestra iglesia fuera testigo del Cristo resucitado ante todo el mundo. Séptimo día: Orar por los líderes de la Iglesia Menonita de EE. UU. para que sean “revestidos del poder de lo alto”.




Demasiado fácilmente hemos usado la Biblia como un instrumento de división y un arma para juzgar, Dios misericordioso. Hemos tomado el camino fácil de la autojustificación en lugar del camino del amor que sufre. Hemos amado nuestra comprensión de las Escrituras más que a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Perdónanos por ser testigos ante el mundo de una fe de juicio, división e hipocresía. Sánanos y restáuranos a imagen de Cristo Jesús, quien no nos juzgó según nuestros pecados, sino que nos ha mostrado la misericordia de Dios. Amén.

Promesa de fe

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga. Así enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se volverán a ti. Dios mío, Dios de mi salvación, líbrame de derramar sangre, y mi lengua alabará tu justicia. Abre, Señor, mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Tú no te deleitas en los sacrificios ni te complacen los holocaustos; de lo contrario, te los ofrecería. El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido (Salmo 51:10-17).


Padre Nuestro




¿Cómo está mi vida dando testimonio al mundo que me rodea de mi fe en Cristo?


Sea consciente de todas las veces en que se menciona a la iglesia o a un cristiano en una conversación o en los medios. Cuando esto suceda, haga una oración breve por el testimonio de la iglesia y de los cristianos en el mundo.


Sexta semana ~ Cristo es omnipresente

Cristo siempre estará presente con nosotros a lo largo del camino en nuestro viaje juntos. Preparación


Oración de inicio

Dios que todo abarcas, tú conoces mi mente y mis pensamientos antes siquiera de que ore. Y aun así deseas que ore. Tú conoces mis sentimientos y mi corazón. Y aun así deseas que te exprese mi amor por ti. Me presento ante ti en este día consciente de que tú me conoces mejor de lo que yo me conozco a mí. Toma mis dones, energías y recursos. Toma mis debilidades, luchas y fracasos. Toma toda mi vida —mi mente, cuerpo, corazón y alma— y úsala para tu voluntad y propósito dentro del mundo. Por Cristo y la iglesia. Amén.

Acción simbólica

Lleve a cabo una acción simbólica simple en reconocimiento de la presencia de Cristo. Si enciende una vela, podría recitar estas palabras: “Que gobierne en mi corazón la paz de Cristo, a la cual ciertamente yo fui llamado en un solo cuerpo” (Colosenses 3:15). Otra acción simbólica podría ser ponerse de pie de cara al norte, al sur, al este y al oeste con estas palabras: “Cristo delante de mí. Cristo detrás de mí. Cristo a mi lado. Cristo dentro de mí”. Simplemente alce los brazos al cielo y diga: “Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre” (Salmo 103:1).


Lectura de un salmo

Salmo 139:1-18, 23-24 Señor, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la sabes toda. Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano. Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo. ¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! Y si dijera: “Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno mío”, ni las tinieblas serían oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz! Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos. ¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! Si me propusiera contarlos, sumarían más que los granos de arena. Y si terminara de hacerlo, aún estaría a tu lado. Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.



Lectura bíblica

Lucas 24:50-53 Después los llevó Jesús hasta Betania; allí alzó las manos y los bendijo. Sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, entonces, lo adoraron y luego regresaron a Jerusalén con gran alegría. Y estaban continuamente en el templo, alabando a Dios.

Así es también la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos. Isaías 55:11



Primer día: Alzar las manos y pedirle a Dios que bendiga todos aquellos que se preparan para participar de la convención de la Iglesia Menonita de EE. UU. Segundo día: ¿A qué personas de la iglesia me cuesta bendecir? Orar por ellos. Tercer día: ¿De qué maneras puedo ser de bendición a otros esta semana? Cuarto día: Adorar al Cristo ascendido por todo lo que se nos ha ofrecido a mí y a la iglesia. Quinto día: Reflexionar sobre el significado de las palabras “se alejó de ellos” para mí y la iglesia. Sexto día: Orar para que quienes asistan al encuentro de la convención de la Iglesia Menonita de EE. UU. regresen “con gran alegría”. Séptimo día: ¿Qué significa para mí estar “continuamente en el templo, alabando a Dios”?




Dios, tú conoces tanto mis actos externos como mis motivos internos, mi fragilidad y mis faltas. Mi confesión no es para que sepas más de mí, sino un modo de ser sincero conmigo mismo. También es una forma de recibir perdón y restauración en mi comunión contigo y con quienes me rodean. Por eso, perdona mis pecados y restáurame a una relación recta contigo, con mis hermanos y hermanas en Cristo y con mis prójimos. Por mi integridad, la sanación de la iglesia y la liberación del mundo. Amén.

Promesa de fe

¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! (Salmo 139:7-10).

Padre Nuestro





¿Cómo sería distinta mi vida, mi iglesia y mi mundo si fuésemos constantemente conscientes de la presencia de Dios en todo lo que pensamos, decimos y hacemos?


Una vez más, practique la presencia de Dios. Practicar la presencia es una continua concientización en oración de la presencia de Dios en su vida cotidiana. Deje que su trabajo, sus momentos de recreación, sus tareas diarias y sus interacciones humanas se conviertan en un momento de oración y conciencia de Dios. Use la pregunta para reflexionar de la semana para un tiempo de contemplación.

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