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    En el caminode la justicia

    A 30 aos delNunca ms

    A tres dcadas de la presentacin del informe de la Conadep,

    El Cruce recorri los hechos ms importantes en materia de

    Derechos Humanos, los logros y desaciertos por los que transit

    el pueblo argentino en bsqueda de una reparacin histrica,

    que se cristaliza da a da con nuevos juicios contra el terrorismode Estado y la recuperacin de nietos apropiados.

    Por Lais Vzquez y Gabriela Mara NasoIlustracin: Reinaldo Corts

    La consolidacin de la democracia argen-tina fue una tarea colectiva que debi so-portar la sancin de leyes de impunidad,levantamientos armados, discursos en fa-vor del olvido y todo tipo de estrategiaspara ocultar la magnitud del terrorismo deEstado. En 2014 se cumplen 30 aos de lapresentacin del Nunca ms, uno de losprimeros pasos para asumir el desafo,demostrar el plan sistemtico de desa-paricin de personas y comenzar el largoobjetivo de juzgar a los genocidas.La Comisin Nacional sobre la Desapa-ricin de Personas (Conadep) fue creadael 15 de diciembre de 1983 mediante undecreto del presidente Ral Alfonsn conel objetivo de investigar la desaparicinforzada de personas ocurrida durantela ltima dictadura cvicomilitar (1976-1983) y reunir los datos en un informe. Elorganismo marc un antes y un despus

    a nivel internacional, dado que fue la pri-mera Comisin de la Verdad en el mundo.Presidida por el escritor Ernesto Sabato,la Conadep estuvo integrada por perso-nalidades de mbitos diversos: los ex rec-tores de la UBA Hilario Fernndez Long yRicardo Colombres; el cardiocirujano RenFavaloro; el obispo metodista Carlos Gat-tinoni; los filsofos Gregorio Klimovsky yEduardo Rabossi; el rabino Marshall Me-yer; el obispo catlico Jaime de Nevares; laperiodista Magdalena Ruiz Guiaz; y losdiputados radicales Horacio Huarte, San-tiago Lpez y Hugo Piucill.Despus de recibir miles de declaraciones,verificar la existencia de cientos de lugaresclandestinos de detencin y de acumularms de 50 mil pginas documentales, laComisin finaliz su labor el 19 de sep-tiembre de 1984 con la certeza de que ladictadura militar produjo la ms grande y

    salvaje tragedia de nuestra historia.Al da siguiente una gigantesca marchamultipartidaria a Plaza de Mayo acompa- a la Conadep en la entrega del infor-me Nunca ms. Sabato fue el encargadode poner en manos del Presidente unacopia de la documentacin aportada porlos sobrevivientes y familiares de los de-

    tenidos-desaparecidos, y por las organi-zaciones de Derechos Humanos (DDHH).El texto fue publicado por la Editorial Uni-versitaria de Buenos Aires (Eudeba) y hoyya va por la octava edicin, con reimpre-siones de cinco mil ejemplares cada aodesde hace una dcada y traducciones alingls, portugus, alemn, italiano y he-breo. Los organismos asumieron la tareade custodiar la informacin recabada, quedesde 2003 est a cargo del Archivo Na-cional de la Memoria (ANM).La documentacin recogida, que registr8.960 personas desaparecidas y demostrque los DDHH fueron violados de formaorgnica y sistemtica, fue remitida a laJusticia que, entre el 22 de abril y el 9 dediciembre 1985, llev adelante el juiciooral y pblico a los ex miembros de lasJuntas Militares -conocido como Juicio alas Juntas- por los crmenes de lesa hu-manidad cometidos desde el poder.Por primera vez en toda Amrica latina, losmilitares que planearon y llevaron adelan-

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    te un golpe de Estado fueron enjuiciados ycondenados por un tribunal civil. Jorge Ra-

    fael Videla y Emilio Eduardo Massera fueronsentenciados a prisin perpetua; RobertoEduardo Viola, condenado a 17 aos crcel;Armando Lambruschini, a 8 aos; y OrlandoRamn Agosti, a 4 aos. Omar Graffigna,Leopoldo Galtieri, Jorge Isaac Anaya y Basi-lio Lami Dozo quedaron sobresedos.El Nunca ms abri un camino, pero nocontestaba todas las preguntas. La direc-tora general de Promocin y Transmisinde la Memoria de la Comisin Provincialpor la Memoria (CPM), Sandra Raggio,destac que el Informe tambin tuvo sus

    limitaciones, en cuanto al relato de loshechos, en tanto despolitiza a las vcti-mas, no explica el proceso histrico ni porqu el Estado cometi esos crmenes. Endilogo con El Cruce, Raggio valor que,an as, tuvo el enorme mrito de cons-tituirse en un relato oficial que cuestiony desminti la versin de la dictadura, ba-sndose en el relato de las vctimas. Esees, para m, el aporte ms relevante delNunca ms y su legado hasta el presente.

    Estrategia o error?

    El 24 de diciembre de 1986, tras una seriede levantamientos militares, Alfonsn pro-mulg la Ley de Punto Final (23.492), quepromova la aceleracin de las causas y lafijacin de un trmino de prescripcionesde la accin penal. Se prevean plazos exi-guos de 30 y 60 das para denunciar nue-vos hechos y para procesar a quienes no lohubieran sido. Al cumplirse esos trminosse extingua la accin penal.

    A mediados de abril del ao siguiente,el mayor Ernesto Barreiro de Crdoba se

    declar en rebelda. En Buenos Aires, elcoronel Aldo Rico lider el levantamientocarapintada y tom la Escuela de Infan-tera de Campo de Mayo.El repudio masivo de la sociedad queddemostrado en las movilizaciones en de-fensa de la democracia. Luego de cuatrodas de tensin, el Domingo de Pascuas,Alfonsn se reuni con Rico en Campo deMayo y, tras el encuentro, anunci la ren-dicin de los sublevados ante una multi-tud reunida en la Plaza de Mayo. Queda-ron en la memoria colectiva dos frases de

    su discurso: Felices Pascuas! y La casaest en orden. Pero, en verdad la casaquedaba en orden?Dos meses despus, el Congreso aprobla Ley de Obediencia Debida (23.521), queexculpaba a los oficiales de rango medio ybajo de las Fuerzas Armadas que se habanvisto obligados a cumplir rdenes duranteel rgimen de facto. Esta interpretacin delas responsabilidades militares durante larepresin era una propuesta que Alfonsnya haba anunciado durante la campaa

    electoral de 1983.Ambas leyes limitaron la accin de la Jus-ticia, perjudicaron la credibilidad presi-dencial y comprometieron la continuidadde los juicios militares. La obedienciadebida es un trgico error histrico quevamos a tener que pagar muy caro, ase-guraba el rabino Meyer, diez aos des-pus de la entrega del Nunca ms, en unaentrevista con Pgina 12. En perspectiva,para el rabino Daniel Goldman, integrantede la comunidad Bet-El y miembro de la

    Asamblea Permanente por los DerechosHumanos (APDH), los dos cuerpos lega-les formaron parte de una estrategia endonde la democracia tena que sostener-se en el poder para que los militares no

    avanzaran nuevamente. Estrategia des-agradable pero estrategia al fin, remarcen dilogo con El Cruce.

    Un golpe a la memoria

    A travs de los diez decretos firmados el 7de octubre de 1989 y el 29 de diciembrede 1990, el presidente Carlos Menem in-dult a los civiles y militares procesados.Los jefes militares fueron excluidos de los

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    decretos de 1989, que libraron a 227 de-tenidos, pero fueron incluidos en los del

    ao siguiente. De este modo, quedaron enlibertad Videla, Massera, Viola, Lambrus-chini, Ramn Camps y Carlos GuillermoSurez Mason, entre otros.La decisin de Menem implic un granretroceso, dado que pulveriz los avancesen materia de DDHH desde el regreso dela democracia. Goldman evalu que eltema de los indultos fue mucho ms gra-ve que la sancin de las leyes de PuntoFinal y Obediencia Debida. Los indultosfueron un golpe a la memoria, enfatiz.Qu hacer ante este panorama desalenta-

    dor? Cmo enfrentar las desilusiones de lademocracia, cuyos presidentes no ayuda-ron a remediar el dolor ni bregaron por laJusticia? En cumplimiento de las recomen-daciones de la Comisin Interamericanade Derechos Humanos, durante 1998, enlas ciudades de La Plata, Baha Blanca, Mardel Plata y Mendoza, se llevaron adelantelos Juicios por la Verdad, que buscabanel esclarecimiento de los hechos sin efectospenales para averiguar lo ocurrido con losdesaparecidos de la dictadura.

    Familiares y sobrevivientes denunciaron larepresin de los miembros de la FuerzasArmadas, quienes fueron llevados a es-trados judiciales para brindar testimonio.Estos procedimientos permitieron recabar

    informacin que luego fue utilizada ennuevas causas penales.

    Consolidar la democracia

    Que quede bien claro: el terrorismo deEstado es una de las cosas ms sangrien-

    tas que le pueden pasar a una sociedad.No hay nada que habilite el terrorismode Estado, y menos la utilizacin de lasFuerzas Armadas. El presidente NstorKirchner pronunci esas palabras el 24

    de marzo de 2004, minutos despus deordenarle al jefe del Ejrcito, RobertoBendini, que descolgara los cuadros deVidela y Bignone instalados en el ColegioMilitar. Ese hecho simblico era parte deuna poltica de Estado con precedentesmuy concretos. Un ao antes, el Gobierno

    haba impulsado la Ley 25.779, que de-clar la nulidad de la Obediencia Debi-da y Punto Final en el Congreso Nacio-nal. El punto importante detrs de estoes la decisin poltica de que los Juiciospor la Verdad puedan empezar a poner-se en prctica. Los crticos dicen: Cmotermina el Gobierno usando a los orga-nismos de Derechos Humanos?, como sila gente que participa en esos organis-mos fueran tontos, ilusos y cndidos, yel Gobierno hiciera lo que quiere. Es alrevs, cmo nosotros terminamos usando

    las estructuras del Estado para establecerlos caminos de Memoria, Verdad y Jus-ticia, reflexion Goldman. Para ValeriaBarbuto, representante del directorio deorganismos de DDHH en el Ente PblicoEspacio Memoria y directora ejecutiva deMemoria Abierta, estas polticas pblicasmarcan un proceso avanzado, que hacena una sociedad ms democrtica.Junto con el dictamen de la Corte Supre-ma de Justicia sobre la inconstitucionali-

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    dad de los indultos en 2007, estos pasosimprescindibles permitieron que se rea-

    brieran las causas cerradas durante aoscontra los dictadores, genocidas, tortura-dores, apropiadores y cmplices civiles.Una de las condenas ejemplares fue larealizada a Videla, sentenciado en 2012 a50 aos de prisin por idear y ejecutar unplan sistemtico para robar y ocultar be-bs. Ese ao finaliz con 134 condenados,el nmero ms alto de juzgamiento a losejecutores del terrorismo de Estado.El reconocimiento de las vctimas y lasancin a los responsables afianza la ideade que hay crmenes contra la humanidad.

    Adems, Kirchner dej sin efecto el decre-to del ex presidente Fernando de la Ra,que impeda extraditar militares, recordBarbuto en dilogo con El Cruce.

    Segn el ltimo informe de la Procura-

    dura de Crmenes contra la Humanidad,desde el retorno a la democracia en 1983,fueron condenados por delitos de lesahumanidad 529 represores.Al cierre de este nmero, continan 17juicios en todo el pas y otros cinco co-menzarn antes de que concluya el ao.Entre los llevados adelante, en agostoempez el que investiga la apropiacindel nieto recuperado Pablo Gaona Miran-da, desaparecido junto a sus padres el 14de mayo de 1978, cuando tena un mes

    de vida. Para el rabino Goldman, la recu-peracin de la identidad tiene una cargasimblica muy fuerte, porque es algo quetrasciende la idea de lo poltico, y tieneque ver con la restitucin de la dignidadque logra recapturar la idea de las utopasy del trabajo sin venganza. En ese sen-tido, Barbuto consider que la reaccinante cada restitucin significa que hay una

    sociedad muy consciente de la importan-

    cia de la Memoria, la Verdad y la Justicia.

    Tarda en llegar y al finalhay recompensa

    Se cumplen 30 aos de la presentacindel Nunca ms, pero los organismos deDDHH comenzaron su lucha antes, duran-te la dictadura, con el riesgo de sumarsea los 30 mil desaparecidos. Los familiaresy ex detenidos nunca claudicaron frente alas adversidades.

    Cada vez que se recupera un nieto apro-piado por los genocidas hasta el mo-mento suman 115 y se estima que hay an400 ms, la Argentina se encuentra conla satisfaccin de confirmar aquello quesiente: la lucha, la bsqueda y la esperan-za no son en vano. Un caso emblemticofue la aparicin de Ignacio Guido MontoyaCarlotto, el 114, que en el abrazo con su

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    Pozo de Banfield: anverso y reversoPor Alejandra Fernndez Guida

    Anverso. Carlos es polica, tiene un aro enla lengua, tatuajes borrosos en sus brazosy la extraa habilidad de hablar sin sacar-se el cigarrillo de la boca. Hace ocho aosque cuida el Pozo de Banfield. Desde unaventana que da al frente del edificio, Car-los ceba mate y le da de comer a sus pe-rros, Josefa y Tontito. Desde esa ventanaescucha a los vecinos que pasan por la es-

    quina de Siciliano y Vernet hablando de l,del ex Centro Clandestino de Detencin.Reverso. Ana vive en el Barrio Sitra, unpuado de edificios de idntica estatu-ra sobre un terreno cercado. El Pozo esel paisaje que le devuelve la ventana desu cuarto desde hace seis dcadas. En losaos en los que ese Pozo chupaba gente,vio que desde unos camiones bajaban apibes encapuchados, escuch los rugidosde la tortura y hasta se choc con la son-risa perversa de Ramn Camps, en algunade sus visitas para supervisar la muerte.Piezas sueltas que no devolvieron a la ca-beza de Ana la imagen de un campo deconcentracin. Hoy pide que el lugar seabra como museo, que se liberen los fan-tasmas. Los de los detenidos-desapareci-dos, los propios.Anverso. El Pozo fue tapado por la luchade militantes y vecinos que en 2006 logra-ron que el centro de detencin dejara defuncionar como brigada policial. Despusfue la Justicia la que dijo el Pozo se mirapero no se toca. Desde su ventana, Carlos

    me ofrece entrar: enciende su notebook,abre una carpeta y me muestra unas fotosrecientes del interior del edificio. Se venlos pequeos calabazos, las salas de tor-tura, los baos, las oficinas de los oficia-les. Se escucha el ruido de las picanas, losgritos de las parturientas, los taconazos delas botas.Reverso. Ral es el carnicero de la esquina.Dice que de pibe vio cmo construyeron eledificio. Que se detena ante la imponen-cia de los stanos. Lo extraaba que en el

    Banfield de los 70 se hiciera un edificiocon esos pasadizos. Tiene la teora de quelos militares torturaban ah abajo, por esomuchos vecinos no escucharon nada. ARal no le gusta ver el edificio arrugar-se. Junt firmas de otros miles para queen una parte de lo que fue la Brigadade Banfield se convierta en una sala deprimeros auxilios y el resto se use como

    Museo de la Memoria.Anverso. Carlos dice durante los mesesposteriores a cierre del Pozo era normalque la gente pasara por el edificio e in-sultara. Hasta un da tiraron un piedrazodesde un auto que casi le rompe la cabe-za a otro de los custodios. El ex centro dedetencin, que tambin funcion comomaternidad clandestina, se haba conver-tido en un referente de la atrocidad: elrecordatorio permanente del secuestro,el exterminio de personas, la persecucinde ideas y el robo de bebs.Reverso. Laura empuja su changuito ala salida de un supermercado chino queest frente al Pozo. Habla bajito. Por lasdudas, dice. Yo nunca vi nada, es loprimero que le sale. Pero despus cuen-ta que le llamaba la atencin que en eseedificio se escuchara msica tan fuerte.Msica clsica, tango, detalla, ponindo-le una banda de sonido al horror. Mira eledificio descascarado y dice que desdeque lo vaciaron, el barrio se llen de de-lincuentes. Pone el changuito sobre dos

    ruedas y se va.Anverso. A Carlos no le da miedo dormirsolo en ese edificio de tres pisos que en-cierra el dolor de 300 torturados, parte dela verdad sobre el destino de las 97 per-sonas que estn desaparecidas, y el pri-mer llanto de los bebs que nacieron enesa siniestra maternidad. Dice que estacostumbrado porque trabaj diez aosen un cementerio. Que en el Pozo esttranquilo porque sabe que las voces queescucha siempre vienen de afuera.

    abuela Estela de Carlotto resumi la felici-dad de un pueblo. Ya tengo a mis 14 nie-

    tos conmigo. La silla vaca va a estar conl, los portarretratos vacos, que lo estnesperando, van a tener su imagen, ma-nifest la abuela de Plaza de Mayo cuan-do vio su sueo hecho realidad. IgnacioGuido era un msico comprometido conla causa de los DDHH antes de conocersu verdadera identidad, lo que sin dudasfacilit el acercamiento con su familiabiolgica. Pocos das despus de saber elresultado de su anlisis de ADN, ya habancompartido un asado, una conferencia deprensa, un concierto y varias entrevistas.

    Los avances fueron muchos en estastres dcadas, pero todava hay muchopor hacer. Raggio afirm que sigue ha-biendo negacionismo, porque an haysectores que reivindican lo hecho por ladictadura, y resalt: El Nunca ms fue

    un gran avance en esto, pero hay queconfirmarlo todos los das, y la aparicinde Ignacio Guido Montoya Carlotto loest haciendo hoy.El trabajo incesante de los organismos de

    DDHH y la poltica estatal de reparacinhistrica colocan al pas en un estatus demodelo a seguir a nivel internacional. Enla actualidad las expresiones en favor dela dictadura son aisladas y marginales.Cada 24 de marzo todas las banderas serenen en un acto masivo para gritar alunsono en pos de la Memoria, la Verdady la Justicia, con la conviccin de que slomantener, manifestar y defender esa pos-tura har posible profundizar el caminoabierto por el Nunca ms.