En 1857, Charles Dickens y Wilkie Collins se pusieron a ...

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En1857,CharlesDickensyWilkieCollinssepusieronaescribirunahistoriaacuatromanos.Elresultadofueestadivertidanovelaprotagonizadapordosprofesionales del ocio, dos amigos cuya holgazanería constituye unparadójico acto de rebeldía en una Inglaterra victoriana que ensalzaba ladiligenciaylaproductividadcomovirtudesrectoras.

ComoelBartlebydeHermanMelville,eldúocómicoformadoporThomasIdle y Francis Goodchild preferiría no hacer nada, o al menos nada quecomporte un esfuerzo demasiado oneroso. Aun así, hilarantes aunquemodestas aventuras les salen al paso en sus viajes por los pueblos deInglaterra.Laascensióndeunamontaña,undíaenlascarrerasdecaballos,unpartidodecríquet,untrayectoenferrocarrilolavisitaaunbalneario;hastalaactividad más anodina puede propiciar el encuentro con personajespintorescosysituacionesdisparatadasqueacabaránpor reafirmaraThomasIdle en su resolución de «no volver a ser activo nunca más, bajo ningúnpretextoyportodoeltiempoquelequedaradevida».

Esta deliciosa novela de espíritu cervantino da rienda suelta, a través dedigresionesehistoriasintercaladas,alomejordecadaautor:elrealismolíricoy la sátira social deDickens, elmisterio y el suspense que con tanto éxitocultivóCollins.

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CharlesDickens&WilkieCollins

LosperezososePubr1.0

Titivillus15-02-2020

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Títulooriginal:TheLazyTourofTwoIdleApprenticesCharlesDickens&WilkieCollins,1857Traducción:JordiGubernDiseñodelacubierta:RosaLladóImagendelacubierta:DoscaballerosenLondres(1907),BillNelsonEditordigital:TitivillusePubbaser2.1

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Capítulo1

En el ya otoñalmes de septiembre de 1857, época en que se inician estosacontecimientos,dosaprendicesholgazanes,exhaustosporellargoycalurosoverano y por el largo y caluroso trabajo que el verano les había deparado,desertaron de sus obligaciones.Ambos estaban al servicio de una dama dealtosméritos (llamada Literatura), cuyo amplio crédito y sólida reputación,sinembargo,y ellodebe reconocerse,nogozanen laCity londinensede laelevada estima que en justicia les correspondería. El hecho esmás notabletodavía si se tiene en cuentaque en aquel distritonadahay en contrade lacitada dama, sino más bien lo contrario, pues su familia ha prestadoeminentesserviciosamuchosvecinosdeLondreshoyfamosos.Bastaríaconmencionar a sir William Walworth, lord mayor durante el reinado deRicardo II, en la época de la insurrección de Wat Tyler, y a sir RichardWhittington[1], distinguido caballero y magistrado que contrajo una deudaindudableconlafamiliadeladamaporelregalodesucélebregato.Existenincluso poderosas razones para suponer que el personal de Highgate hizosonarconsuspropiasmanoslascampanasporél.

Losdescarriadosjóvenesquedeaquelmodoeludieronsusdebereshaciala señora cuyosmúltiples favores habían recibido, actuabanmovidos por lavilideadeemprenderunviajerealmenteociosoacualquierparte.Noteníanintención de dirigirse a ningún sitio en particular; no querían ver nada, noqueríanconocernada,noqueríanaprendernada,noqueríanhacernada.Loúnicoquequeríanerapermanecerociosos.

TomaronlosnombresdeThomasIdleyFrancisGoodchildinspiradosenlasviñetasdeHogarth; perono existía entre ellosni un ápicedediferenciamoral,yamboseranholgazanesengradosumo.

Lo que, sin embargo, sí había entre Francis y Thomas era la siguientediferencia de carácter: Goodchild era laboriosamente perezoso, y habríaafrontadotodaclasedepenasyfatigasparademostrarseasímismosupropiaholgazanería;endefinitiva,noteníaotraideamejordelaociosidadsinoladequeeraunalaboriosidadinútil.ThomasIdle,porsuparte,eraunholgazánal

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máspuroestiloirlandésonapolitano;unholgazánpasivo,unholgazáninnato,unholgazánconsecuente,quepracticabaloquehabríapredicadodenohabersido demasiado holgazán para predicar; un completo y perfecto crisólito deholgazanería.

Los dos aprendices holgazanes se encontraron, a las pocas horas de suescapada, caminando por el norte de Inglaterra. Es decir, Thomas estabatendidoenunprado,viendopasarlostrenesporundistanteviaducto,locualrespondíaasuideadeloquesignificabacaminarhaciaelnorte;mientrasqueFrancishabíacaminadoapresuradamenteunamillaendirecciónsur,queerasuideadecaminarhaciaelnorte.Entreunacosayotraselesfueeldíayloshitosprevistosquedaronsinconquistar.

—Tom—dijoGoodchild—,elsolestámuybajo.¡Levántate!¡Sigamos!—¡Nihablar!—replicóThomasIdle—.Noheterminadotodavíaconmi

«AnnieLaurie».Y procedió a cantar la ociosa pero popular balada así titulada, según la

cual,porlaamabledoncelladetalnombre,unosedejaríamorir.—¡Menudoestúpidoeraesesujeto!—exclamóGoodchild,conelamargo

énfasisdeldesdén.—¿Quésujeto?—preguntóThomasIdle.—El sujeto de tu canción. ¡Dejarse morir! ¡Qué bien quedaría ante la

muchacha si hiciera eso! ¡Unpobre llorón! ¿Porquéno salir agolpearle lacabezaaalguien?

—¿Aquién?—inquirióThomasIdle.—A cualquiera. ¡Cualquiera seríamejor que nadie! Si yo cayese en un

estadomentalasíporcausadeunamuchacha,¿creestúquemedejaríamorir?No, señor —prosiguió Goodchild, expresando su menosprecio al estiloescocés—:saldríaporahíygolpearíaaalguien.¿Túno?

—Yonoquerría sabernadade ella—bostezóThomas Idle—.¿Porquébuscarsetantascomplicaciones?

—Enamorarse no es buscarse complicaciones, Tom —dijo Goodchildsacudiendolacabeza.

—Yaessuficientemolestiasalirdellíounavezquetehasmetidoenél—replicóTom—,demodoqueloqueyohagoesmantenermesiemprefuera.Yseríamejorparatiquehicieraslomismo.

El señor Goodchild, que siempre está enamorado de alguien, y con nopocafrecuenciadevariasmujeresalavez,seabstuvodecontestar.Exhalóunsuspirodel tipoque laclasebaja llama«golpede fuelle»,yacontinuación,poniendoenpiealseñorIdle(queestabamuylejosdelapesadumbrequeel

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suspiro de su amigo había expresado), le instigó a seguir camino hacia elnorte.

Amboshabíandespachadoportrensuequipajepersonal:sólosequedaroncon una mochila cada uno. Idle se dedicaba ahora a lamentarseconstantemente de no haber tomado ellos mismos el tren, cuyo recorridoseguíaenlasintrincadaspáginasdelaGuíaBradshaw,comprobandodóndeestaría ahora, y dónde más adelante, y dónde después, y preguntando quésentido teníacaminarcuandosepodíaviajaraunavelocidadcomoaquélla.¿Setratabadeverelpaisaje?Siéseeraelpropósito,bastabaconmirarporlasventanillasdelvagón.Habíamuchomásqueverdesdeallí quedesdeaquí.Por otra parte, ¿quién quería ver el paisaje? Nadie. Y además, ¿quiéncaminaba de verdad? Nadie. Los tipos que presumían de caminar nuncallegabanahacerlo.Regresabanydecíanquesí,quehabíancaminado,peronoeracierto.Entonces,¿porquéteníaquecaminarél?Nodaríaunpasomás.Lojurabaporelúltimomojónquehabíanalcanzado.

EstemojóneraelquintodesdequesalierondeLondres:nohabíanllegadomásalláensuviajealnorte.Porlotanto,cediendoantelapoderosacadenadeargumentos,GoodchildpropusoregresaralametrópoliyhacerunaexcursiónhastalaestaciónterminaldeEustonSquare.Thomasasintióconentusiasmo,y en consecuencia su viaje al norte se efectuó en el expreso de lamañanasiguiente,conlasmochilasenelfurgóndeequipajes.

Elexpresoeracomotodos,comoesydebesercadaexpreso.Seadentrabaenlacultivadacampiña,dejandoenelaireunolorcomoeldelosdíasdegrancoladayunaagresivaexpulsióndevapor,alamaneradeunateteragigante.Siendolamayorpotenciadelanaturalezayelartecombinados,sedeslizabasinembargoporpeligrosasalturasa lavistadelagentequelocontemplabadesde campos y caminos, tan ligero e irreal como un juguete enminiatura.Ahora, lamáquina lanzaba chillidoshistéricosde tal intensidadqueparecíadeseable que los hombres a cuyo cargo estaba le cogiesen los pies, lepalmeasenlasmanospararetenerla;luegoseadentrabaenlostúnelesconunaenergíatenazyreservada,tandesconcertantequeeltrenparecíaprecipitarseen leguas y leguas de tinieblas. Aquí, el expreso engullía estación trasestación sin detenerse; allá, se abalanzaba sobre las estaciones como unadescargadeartilleríay se llevabapordelanteacuatrocampesinoscargadosde verduras y a tres comerciantes con sus maletas, y volvía a abrir fuego,¡bang,bang,bang!Separadasporlargosintervalos,habíaincómodascantinas,másincómodassicabeporelmenospreciodelaBellahacialaBestia,osea,elpúblico(alcual,sinembargo,nuncaamansabayenternecía,comolaBella

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hacíaenelcuentoconlaotraBestia),lugaresdondelosestómagosdolienteseran llenados con una solicitud displicente que no ocasionaba más queindigestiones.Aquí,denuevo,habíaestacionesdondenadasemovía,exceptouna campana, y maravillosas navajas de madera colocadas en lo alto degrandespostesqueafeitabanelaire.Enloscampos,loscaballos,lasovejasylas vacas estaban perfectamente habituados al retumbante meteoro y no seinmutabanasupaso;másallá,retozabantodosjuntosylosseguíaunapiaradecerdos.Aquelpaisajepastoralseoscurecía,setiznabadecarbón,secubríadehumo,sehacía infernal,mejoraba,empeoraba,volvíaamejorar,adquiríauncarácterlúgubre,luegouncarácterromántico;habíaunbosque,unrío,unacadenade colinas, undesfiladero, una laguna, una ciudad conuna catedral,una plaza fuerte, un páramo. Ahora eran miserables viviendas negras, uncanalnegro,lasmórbidastorresnegrasdeunaschimeneas;ahora,uncuidadojardín,dondelasfloreseranbrillantesylozanas;después,unadesolacióndehorrendosaltares llameantes;másallá, loshúmedospradosconsus recintosferiales; más allá todavía, los sucios descampados de las afueras de unaciudad inactiva, con el espacio vacío donde estuvo emplazado un circo lasemana anterior. La temperatura cambiaba, el dialecto cambiaba, la gentecambiaba, las caras se hacíanmás angulosas, losmodales empeoraban, lasmiradaseranmásdurasydesconfiadas;ytodoellosucedíatandeprisaqueenelmismointervalounatildadoguardialondinensenohabríatenidotiempodearrugar el cuello de su uniforme, entregar la mitad de los despachoscontenidosensurelucientevalija,oleerelperiódico.

¡Carlisle! Idle y Goodchild habían llegado a Carlisle. Parecía un lugaramable y placenteramente ocioso. El mes anterior se habían celebrado allíciertasfiestaspúblicas,yalgomásibaaocurrirantesdeNavidad;ymientrastantosepronunciaríaunaconferenciasobre la Indiaparaquienesestuvieraninteresados,quenoeraprecisamenteelcasodeIdleyGoodchild.Asimismo,para quienes gustasen de ellos, podían adquirirse anodinos periódicos y nomenosanodinoslibros.Paraquienesdesearandepositaralgoenlasalcancíasde las misiones, allí estaban las alcancías. Para quienes quisieran algo delreverendoPodgers(grabadosatreintachelines),elreverendoPodgersestabaasudisposición.Nomenosgenerosoyprolífico,yasimismomiembrodelaparroquia, pero fraternalmente opuesto con uñas y dientes al reverendoPodgers, estaba el señor Codgers. Y había ediciones de guías de diversasclasesparaconocer las antigüedadesde lavecindad, ademásdelDistritodelosLagos;ynumerososbustosmasculinosyfemeninos,moralyfísicamenteimposibles,paraquelasdamasjóvenesloscopiaranafindeejercitarseenel

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artedeldibujo;yademásunagranestampadelseñorSpurgeon,reciocomosifueradecarneyhueso,pornodeciruntantogordo.LosobrerosjóvenesdeCarlisle circulaban por las calzadas con las manos en los bolsillos, enformacionesde cuatroo seis hombres; al parecer (congran satisfaccióndelseñorIdle)noteníanotracosaquehacer.LasmuchachasdeCarlisle,obrerasoenvíasdeserlo,apartirdelosdoceañospaseabanporlascallesalfrescodelatardeybromeabanconloscitadosobrerosjóvenes.Aveceseranéstosquienesbromeabanconellas,comoeraelcasodeungrupoquesereuníaentornoaunacordeonista,delquesedestacóunobreroparasituarsedetrásdeunachica,porquienparecíasentirciertaternura,yanunciarlequeestabaallíy con ganas de divertirse, cosa que hizo (calzaba zuecos) dándole unpuntapié.

Lasmañanasdemercado,Carlisleseanimabademaneraasombrosayseconvertía, para los dos aprendices holgazanes, en una población no tanacogedora, demasiado atareada. Junto al río se situaban los tratantes deganadovacuno,ovinoyporcino; losRobRoys[2]de rostroenjutoycabellogreñudoocultabansusatuendospropiosdelasTierrasBajascubriéndoseconlasgrandes capas escocesasde lana llamadasplaids, ydeambulabande acápara allá entre los animales, perfumando el aire con vapores dewhisky.Alfinal de la calle principal se encontraba el mercado de cereales, donde seregateaba bulliciosamente junto a los sacos abiertos.Asimismo, elmercadotenía su emplazamiento en la calle, con ramos de brezo aún colmados deflorespurpúreasyadmirablescanastosderetama,frescosyprimitivos;dondemujeres elegían zuecos y gorras en los puestos al aire libre y junto a lasparadasquevendíanBiblias.El«DispensariodeldoctorMantleparalacuradetodaslasenfermedadeshumanasyconsejogratuito»yel«Laboratoriodecienciasmédicas,químicasybotánicas»,tambiéndeldoctorMantle,erandosinstituciones sanitarias instaladas sobre un par de caballetes y una tablaprotegidosporuntoldo.Yconelrenombradofrenólogolondinenseprestoaque los clientes de ambos sexos le favoreciesen con su presencia (a seispeniqueslavisita),afinde,trasexaminarleslacabeza,hacerlesrevelacionesque«lescapacitarían,tantoaelloscomoaellas,paraconocerseasímismos».A través de todas aquellas transacciones y satisfacciones se abría paso acodazoselsargentodelaRecluta,atentoyvigilante,amenazadorafiguradelaguerra proyectada sobre la maraña humana. Con idéntico propósito, en lasparedes podían leerse indicaciones de que a los Oxford Blues no lesdisgustaríarecibiraunoscuantoshombresjóvenes,activosydebuenaplanta;yque si bien lanormade aqueldistinguido cuerpo erauna estaturade seis

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piesporlomenos,«losmozosenprocesodecrecimientoquealcanzaranloscincopiesoncepulgadas»nodebíanenabsolutodesesperardeseradmitidos.

RespirandounairematinalmuchomásplacenteroqueelquerespiróelyaenterradosoberanodeDinamarca, losseñoresIdleyGoodchildpartierondeCarlisle a las ocho de una mañana, en dirección a la villa de Hesket, enNewmarket,aunascatorcemillasdedistancia.Goodchild,queyaempezabaadudardesiseríaonoperezoso,cosaqueleocurresiemprequenotienenadaquehacer,habíaleídoalgorelacionadoconciertacolinaomontañanegradelviejo Cumberland, llamada Carrock o Carrock Fell; y había llegado a laconclusión de que ascender hasta ella sería el triunfo culminante de laholgazanería. Thomas Idle, sin dejar de hacer hincapié en las penalidadesineludiblesdesemejantehazaña,expresólasmásseriasdudasconrespectoala conveniencia e incluso la sensatez de tal empresa; pero Goodchild semantuvoensustrece,y,enconsecuencia,haciaallípartieron.

Cuesta arriba y cuesta abajo, torciendo a la derecha y torciendo a laizquierda, fueron guiados los dos aprendices de un modo agradable ypintoresco por la vieja mole de la Skiddaw (que se había jactado de susméritos bastantemás de lo que éstos justificaban, cosamuy corriente en elDistrito de los Lagos). Viviendas campesinas bien construidas, cálidas,protegidas de las inclemencias del tiempo y agradablemente encaladaspunteabandevezencuandolaruta.Delascasassalíanacuriosearniñosdeaspecto aseado que llevaban en brazos a otros niños tan aseados y casi tangrandes como ellos. Los campos aún estaban sin recolectar y habían sidocopiosamentebañadosporlaslluvias;lahierbaaúnestabaporsegar.Juntoalasgranjasseveíanhuertosbiencultivados,conabundanciadeproductosquelehabíansidoarrancadosaldurosuelo.Rinconessolitariosysilvestres;perolagentepuedenacer,ycasarse,yrecibirsepulturaentales lugares,ypuedeviviryamar,yseramada,allícomoencualquierotraparte,¡graciasaDios!(observación del señorGoodchild). Finalmente, el pueblo.Casas negras, depiedrabastaytoscasventanas;algunasconescaleraexterior,comolascasassuizas;yunarroyopedregosoqueseenroscabaenlacolinaydesaparecíaenángulo,comosifueraunacalle.Todoslosniñosescapabanalacarrera.Lasmujeresinterrumpíansustareasdelavadoparamirarporlaspuertasoporlosventanucos.Tales fueron lascosasquevieron losseñores IdleyGoodchild,hastaquesutrayectoterminóantelacasadelzapaterolocal.LaviejaCarrocksealzabaoscureciéndolotodoconsuhoscaapariencia.Yempezabaallover.

ElzapaterodelpueblodeclinócualquierposiblerelaciónconlaCarrock.Ningúnvisitante subíaa laCarrock.Nohabíavisitantes.Todoelmundose

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marchaba. Pero estaba el hostelero. El hostelero tenía a dos hombrestrabajandoenloscamposypodíaavisaraunodeellosparaquelescondujesea laCarrockencalidaddeguía.Losseñores IdleyGoodchild loaprobaronconentusiasmoyentraronencasadelhosteleroabeberwhiskyycomerunpocodepastel.

El hostelero no era lo bastante holgazán (no lo era en absoluto, gravedefecto),perosíelhombretípicodelnorte,odehombreengeneral.Teníaelrostro sonrosado, los ojos brillantes, un cuerpo bien trabado, unas manosinmensas, una voz alegre y franca y unamirada directa, nítida y generosa.TambiénteníaunsalónenelpisoaltoquebienvalíalavisitaalascolinasdeCumberland. (Ésta era la opinióndel señorFrancisGoodchild, de la que elseñorThomasIdlediscrepaba).

El techo de este salón estaba tan cruzado y recruzado por vigas dedesiguallongitud,queirradiabandeunrincón,comounaestrellademarrota.La habitación había sido amueblada sólida y confortablemente en caoba ycuerodecaballo.Disponíadeuncómodorincónjuntoalachimeneaydeunpardeventanasconhermosascortinasqueseabríanalsilvestrepaisajedelaparte traserade la casa.Pero loquemásdestacabaeraun inesperadogustoporlospequeñosornamentosylasfruslerías,queabundabanpordoquier.Noeranmuyvariadas,puesensumayoríaconsistíanenmuñecasdeceraconlosmiembros más o menos mutilados y que, apoyadas sobre una sola pierna,reclamabanelafectopaternalprotegidasbajopequeñascampanasdecristal.Allíestaba,sinembargo,eltíoTom,enbarrococido,recibiendoenseñanzasteológicas de la señorita Eva, quien se hallaba a su lado, de perfil, en unaconminatoria actitud de desmesurado propagandismo. En la pared habíagrabados del muchacho campesino del señor Hunt, antes y después decomerse su pastel, separados por un cuadro de tema naval vivamentecoloreado, cuyo barco tenía todas las banderas (y más) desplegadas yavanzabaporunmardediseñotanregularcomoelcuellodeunadama.Unbenevolente y anciano caballero del siglo pasado, con peluca empolvada,montabaguardia,enóleoybarniz,juntoaundesconcertanteobjetocolocadosobreunamesa:enapariencia,algoamediasentreunasientodecocheroyunestucheparaguardarcuchillos,peroque,abierto,resultabaseruninstrumentomusicaldecuerdastintineantes,exactamentecomoelarpadeDavidembaladaparairdeviaje.Todoenaquellahabitaciónseconvertíaenbaratija.Lateterade cobre, bruñida hasta el punto de máximo esplendor, ostentaba su sitioexclusivosobreunpedestalalamayordistanciaposibledelachimeneayunrótulo que decía: «Con vuestro permiso, no una tetera, sino una joya». La

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mantequera de Staffordshire, con su tapa, se encontraba sobre una mesitaredonda, de madera labrada, junto a una ventana, y se ofrecía a las dosbutacas accidentalmente colocadas allí como una invitación a la pláticaeducada, una deliciosa fruslería de porcelana que brindaba un tema deconversación a las visitas cuando éstas malgastaban frívolamente losmomentosdecharla,mariposeandodeaquíparaalláenaquelviejoyrústicopueblodelascolinasdeCumberland.Unescabelnofuecapazdequedarseenelsuelo,sinoquehabíaidoapararalsofáyallíexhibíasuformadeperrodeaguas,conrelievesdelanablancaydecolordehígadocrudo,hechounovillopara descansar. Sin embargo, a pesar de sus relucientes ojos de vidrio, elperroeraciertamentelapiezamenosexitosadelacolección:completamenteaplastado, sugería con desconsuelo la equivocación, al sentarse, de algúncorpulentomiembrodelafamilia.

Lahabitacióntambiénestabarepletadelibros;librossobrelamesa,librosen la repisade lachimenea, librosenunaprensaabierta,enun rincón.Allíestaba Fielding, y allí estaba Smollett, y allí estaban Steele y Addison, envolúmenesdispersos;yhabíarelatossobreloshombresquesehacenalamaren noches borrascosas; y había una verdadera selección de buenos libros,tantoparadíasdelluviacomoparadíassoleados.Yerarealmenteagradableencontrar aquellasmuestras deungustoque, sindejar de ser hogareño, ibamásalládelaextraordinarialimpiezayelpulcroordenreinantesenlacasa;yquéfantásticoresultabaimaginarlamaravillaqueaquellahabitacióndebíadeser para los niños nacidos en el lúgubre pueblo, qué gran impresión sellevaríandeellalosquepartiesenparavagarporelanchomundo,ycómo,enpuntos distantes del planeta, algunos viajeros ya ancianos moriríanacariciandolacreenciadequelamejorestanciaqueelserhumanoconociósehallaba en la Hostería de Hesket Newmarket, en el antiguo, extraordinarioCumberland.Ycultivarestasensoñacionesencompañíadelselectopastelyel genial whisky de aquella hostería resultaba una ocupación tan ociosa yhechizante, que el señor Idle y el señor Goodchild en ningúnmomento sepreguntaron qué habría ocurrido para que no se volviese a hablar de loshombres que estaban en los campos, cómo era que el fornido hostelero lossustituyó sin explicación, de qué modo su carruaje acudió a la puerta aesperarles,yporquévías,sinelmenorarreglo,sehabíaorganizadotodoparaascenderporlasparedesdelaviejaCarrockyalcanzarlacumbre.

Por lo tanto, sin mediar palabra, los dos aprendices holgazanes seentregaron, resignados,a la lluvia,queerafina,suave,cerrada,soñolientaypenetrante; montaron en el ligero carruaje del hostelero y partieron

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traqueteandoatravésdelpueblohaciaelpiedelaCarrock.Laexcursión,alprincipio,nadatuvodeparticular.LacarreteradeCumberlandsubíaybajabacomootrastantas;losperrosdeCumberlandsalíandedetrásdelascasetasyladrabancomootros tantos,y lagentedeCumberland sequedabamirando,perpleja, el carruaje a supaso, igualqueel restode losperrosde lamismaraza que iban en él. Aproximarse al pie de la montaña fue igual queaproximarsealospiesdelamayoríadelasmontañasdelmundo.Loscultivoscesaron gradualmente, los árboles se hicieron cada vez más escasos, elcamino fue tornándosemásescabroso,y las laderasde lamontañaparecíanmásymásaltasymásymásdifícilesdeescalar.Dejaronelcarruajeenunagranjasolitaria.Elhostelerotomóprestadounparaguasgrandey,asumiendoporuninstanteelcarácterdelmásjovialyaventurerodelosguías,liderólamarcha hacia la ascensión. El señor Goodchild miraba la cumbre de lamontaña con inquietud, y, presintiendo que ahora iba a ser muy perezoso,todosuserresplandecíademaneravisibledebidoasualegríainterioryalahumedad que había en el ambiente. Sólo en su seno, el señor Thomas Idleconservaba el desaliento. Lo mantuvo en secreto; pero, cuando empezó laascensión,habríadadounamuygenerosasumaporencontrarseyaderegresoen la hostería. Las paredes de la Carrock aparecían tremendamenteescarpadas,ysucumbreestabaocultaporlaniebla.Llovíacadavezmás.LasrodillasdelseñorIdle(siempredébilesenlasexcursionesapie)temblabanyseagitabanporefectodelmiedoylahumedad.Elaguapenetrabayaatravésdelsobretododeljovenhastalachaquetadecazanovísimaporlacualhabíapagadoaregañadienteslaelevadasumadedosguineasantesdeabandonarlaciudad;no llevabaconsigoningúnrefrigerioestimulante, salvounpaquetitodepegajosasnuecesde jengibre; no tenía a nadieque le ofreciera el brazo,nadie que le empujase amablemente por la espalda, nadie que tirasegentilmentedeéldesdemásarriba,nadieaquienhablarqueexperimentasedeveraslasdificultadesdelascenso,lahumedaddelalluvia, ladensidaddelaniebla y la indecible locura de trepar sin propósito por cualquier lugarempinado de los que se encuentran en todo el mundo, cuando hay tantaabundancia de lugares llanos y accesibles por los cuales pasear. ¿Para esoThomashabíadejadoLondres?Londres,dondehayhermosospaseosdecortorecorrido en jardines públicos adecuadamente nivelados, con bancos a unaconvenientedistanciaunosdeotrosparael reposode losfatigadosviajeros;Londres,¡dondelarústicapiedrahasidotalladaporlamanodelhombreparaformar los adoquines de las calzadas e inteligentemente alisada para poderutilizarlascomolosasenlospavimentos!¡No!Noeralalaboriosaascensión

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porlasparedesdelaCarrockelmotivoporelqueIdlehuboabandonadosuciudad natal y viajado hasta Cumberland. Nunca había estado tanhorriblementepersuadidodecometerungravísimoerrordejuiciocomoenelmomento en que se encontró plantado bajo la lluvia al pie de la escarpadamontañaycomprendióquelaresponsabilidaddellegarrealmentealacumbrerecaíasobresusdébileshombros.

El honesto hostelero iba a la cabeza, Goodchild le seguía rebosante dealegría y el afligido Idle caminaba a la cola. De vez en cuando, los dosprimerosmiembrosdelaexpediciónintercambiabansuspuestosenelordendemarcha,perolaretaguardianuncaalterabasuposición.Montañaarribaomontañaabajo,metidosenelaguao fueradeella, sobre rocas,atravesandociénagas,bordeandobrezales,elseñorThomasIdlesiempreeraelúltimo,yen cadaocasión era el hombre a quienhabía que atender y esperar.En susinicios, la ascensión fue engañosamente fácil: los flancos de lamontaña seempinabangradualmente, y elmaterial del que estaban compuestos eraunaturba blanda y esponjosa, sobre la cual caminar resultaba mullido yplacentero.Sinembargo,alcabodeaproximadamenteuncentenardemetros,elfrondosoescenarioylaspendientessuavesdesaparecieron,yempezaronlasrocas. No se trataba de rocas nobles, macizas, erguidas y de disposiciónregular, dotadas de una superficie plana donde sentarse, sino de pequeños,irritanteseincómodospedruscos,esparcidosalbuentuntúnporlanaturaleza;traicioneras y descorazonadoras piedras de todo tipo de formas y tamaños,prestas a herir los dedos más sensibles y a destrozar todo pie vacilante.Cuando estos obstáculos fueron rebasados, aparecieron lodazales y brezos.Aquí la dureza de la ascensión quedaba ligeramente mitigada, y los tresexploradoresgiraronenredondoparacontemplarlavistaqueseofrecíaasuspies. El paisaje de marjales y campos era como un dibujo borroso a laacuarela. La niebla se oscurecía, la lluvia arreciaba, los árboles aparecíandispersoscomosombrastenues,laslíneasdivisoriasquetrazabanelmapadeprados y cultivos se confundían unas con otras, y la solitaria granja dondehabíandejado el carruaje se alzaba, espectral, entre la luzgrisácea comoelúltimoenclavehumanoen el confíndelmundohabitable. ¿Merecía aquellavistaelesfuerzodelaascensión?Seguro…,¡seguroqueno!

Arriba otra vez…, porque la cumbre de la Carrock no se ha alcanzadoaún.Elhosteleroseguíadetanbuenhumorytanservicialcomoalpiedelamontaña. El señor Goodchild, con los ojos más brillantes y la cara mássonrosada que nunca; rebosante de comentarios alegres y pertinentes citas;conuntroteligeroqueprovocabaadmiraciónyenvidia.ElseñorIdle,másy

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másrezagadocadavez,conlasbotaschapoteandoenelagua,lachaquetadecaza de dos guineas empapada y pegada a sus doloridos costados, con elsobretodotanmojadoporlalluviaycolgandodesushombrosdeformarígiday piramidal, que creía caminar dentro de un gigantesco matacandelas (lacandela apuntode apagarse representaría conbastante fidelidad sudecaídoespíritu).Arriba,arriba,arribadenuevo,hastaalcanzarunacresta,yelbordeexteriordelanieblaqueenvuelvelacumbredelaCarrock,oscurayhúmeda,está muy cerca. ¿Es aquello la cumbre? No, en absoluto. Constituye unaagravantepeculiaridadde todas lasmontañaselque,sibien tienenunasolacumbrecuandoselasmiradesdeelpie(comoselasdeberíamirarsiempre),muestranunaperfectaerupcióndefalsascimascuandoelviajerohasido losuficientemente mal aconsejado como para apartarse de su camino con elpropósitodeescalarlas.LaCarrockessólounanadería,unalomademenosde quinientos metros, pero presume de tener falsas cumbres e inclusoprecipicios,comosifueraelMontBlanc.Noimporta:Goodchildladisfruta,ycontinuará;mientrasqueIdle,temerosodequeledejensoloyatrás,deberáseguirlo.Aladentrarseenelperímetrodelaniebla,elhostelerosedetieneydicequeconfíaenqueéstanoseintensificará.HaceveinteañosquesubióporúltimavezalaCarrock,ycabelaposibilidad,siaumentalaniebla,dequeelgrupo se pierda en la montaña. Goodchild escucha esta desagradableadvertencia,perono le impresiona lomásmínimo.Avanzahacia lacumbreque nunca encontrará, como si fuera el Judío Errante, obligado a viajareternamente desafiando los elementos. El hostelero lo acompaña fielmente.Losdos,antelasombríamiradadeIdle,queestámuchomásabajo,parecen,desdibujados por la niebla, una amigable pareja de gigantes subiendo lasescalinatasdealgúncastilloinvisible.Arribayarriba,yluegounpocohaciaabajo,yluegoarriba,yacontinuaciónunafranjadeterrenollano,ydespuésnuevamente arriba. El viento, un viento desconocido en el dichoso valle,sopla fuerte y tenaz; la lluvia-niebla se ha hecho impenetrable; aparece unpequeñoymelancólicomontóndepiedras.Elhosteleroañadeunapiedraalmontón, primero rodeándolo como si se dispusiera a practicar unencantamiento,luegodejandocaerlapiedraensucúspideconelgestodeunbrujoqueañadeuningredienteasucalderoenplenaebullición.Goodchildsesienta juntoalmontóndepiedrascomosi éste fuera lamesade suestudio;Idle,empapadoyjadeante,secolocadeespaldasalviento,secercioradequeesoesalfinlacima,miraentornocontodalaescasísimacuriosidadquelequedayobtiene,enrecompensa,unamagníficavistade…¡Nada!

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Elefectoquelacontemplacióndeestesublimeespectáculoproduceenlasmentesdelosexploradoresseveunpocoperjudicadoporlaconstatacióndequelanieblaseciernesobreellos, talcomotemíaelhostelero.Ahorasehahecho imperiosamente necesario determinar la situación exacta de la granjadel valle donde dejaron el carruaje, antes de que los viajeros inicien eldescenso. Mientras el hostelero se empeña en descubrirlo a su manera, elseñor Goodchild introduce la mano en su chaqueta empapada, saca unpequeñoestuchedecuerorojoymuestraantelosojosdesuscompañerosunapulcrabrújuladebolsillo.Es localizadoelnorte,quedaestablecidoelpuntoenqueestásituadalagranja,ycomienzaeldescenso.Trascaminarunpococuesta abajo, Idle (el último, como de costumbre) se percata de que suscompañeros giran bruscamente hacia un lado; intenta seguirlos, los pierdeentrelaniebla;oyequelollamanagritos,loesperan,consigueencontrarlos,yentoncesreparaenquesehadecididohacerunalto,enparteenatenciónaélyenparteparaconsultardenuevolabrújula.

LaposicióndelnortequedaaclaradacomoanteriormenteentreGoodchildyelhostelero,ylaexpediciónreemprendelamarcha,nomontañaabajo,sinobordeándola. Thomas Idle padece enormemente la dificultad de seguir lanueva ruta. La dureza que implica el simple hecho de caminar se veaumentadaporlafatigadetenerquecruzarelflancodelaladera,cuandolatendencianatural,acadapaso,esgirarenángulorectoy tomar ladirecciónquemarcaeldesnivel. Imagínese el lector a símismoandandoa travésdeltejadodeungranero,enlugardehaciaabajoohaciaarriba,ytendráunaideaexactadeladificultadpedestreenquelosviajerossehabíanmetido.Alcabode diez minutos, Idle se había perdido otra vez en la distancia, lo habíanllamado, lo habían esperado y fue rescatado como en la ocasión anterior.Encontró a Goodchild observando de nuevo la brújula, y protestóacaloradamenteporhabertomadoaquelflanco,cuyarutasuscompañerosseempeñabanenseguir.AlamenteinexpertadeThomasleparecíaque,cuandotreshombresquierenllegaralpiedeunamontaña,suformadelograrlohadeserbajarporella;yexpusosuvisióndelcaso,nosóloconvehemencia,sinoinclusoconciertairritación.Selerebatió,desdelacientíficaautoridaddelabrújulaquesustentabalasopinionesdesusacompañantes,queenalgúnlugarpróximoalpiede laCarrockhabíaunpavorosoabismo, llamado losArcosNegros, al cual a buen seguro irían a parar en medio de la niebla si searriesgabanacontinuareldescensodesdeelsitioenquesehabíandetenido.Idle recibió esta respuesta con silencioso respeto por ser ellos quienesencabezaban la expedición, y siguió caminando al sesgo por el tejado del

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granero, es decir, por el flanco de la montaña, reflexionando sobre lasgarantías que había recibido al retomar lamarcha de que la finalidad de lapartidaerasolamenteganar«unaciertaposición»y,unavezconseguidaésta,continuar el descenso hasta alcanzar la base de la Carrock. Aunquerelativamente admisible como expresión genérica, la frase «una ciertaposición» tiene la desventaja de sonar sumamente vaga cuando espronunciada en terreno desconocido y bajo un palio de niebla mucho másespesaqueelfogdeLondres.Sinembargo,segúnlabrújula,estafraseeralaúnicapistaporlacualdebíaguiarselapartida,asíqueIdleseaferróaellacontodalaesperanzaquefuecapazdereunir.

Máscaminaralsesgo,nieblamásymásespesa, todo tipodeposicionesalcanzadas excepto «una cierta posición»; tercer extravío de Idle, tercerasvoces de llamada, tercer rescate, tercera consulta de la brújula. El señorGoodchild la saca cariñosamente del bolsillo y se dispone a ajustarla sobreunapiedra.Algocaeenlahierba:eselcristal.Algomáscaeinmediatamentedespués:eslaaguja.¡Labrújulaseharotoylapartidadeexploradoresestáperdida!

Escostumbrede todo inglés recibir losgrandesdesastres enun silenciosepulcral.ElseñorGoodchilddevolviólainútilbrújulaasubolsillosindecirunapalabra,elseñorIdlemiróalhostelero,yelhosteleromiróalseñorIdle.Yanohabíamásopciónqueprocederaciegasyconfiarenlabenevolenciadela fortuna. De modo que los viajeros extraviados siguieron adelante,flanqueandoaúnlaladeradelamontaña,desesperadamenteresueltosaevitarlosArcosNegrosyaconseguir«unaciertaposición».

Uncuartodehora les llevóbordearunagarganta,enelfondodelacualdiscurríaunarroyofangoso.Allíhicieronunnuevoaltoenelcaminoytuvolugar otra consulta. El hostelero, empecinado aún en la idea de alcanzar la«posición», propuso cruzar el arroyo y continuar rodeando la ladera de lamontaña. El señor Goodchild, para gran alivio de su compañero de viaje,respaldólapropuestadelseñorIdledebajardelaCarrockenseguida,atodacosta;conmayorrazónporqueelcursodelarroyoseríaunaguíaseguraenelcaminodelamontañaalvalle.Convenidoesto,elgrupobajóalpedregosoyaccidentado fondo de la garganta; y allí, una vez más, Thomas perdiólamentablementeterrenoyquedómuyrezagadodesuscompañerosdeviaje.Habían transcurrido apenas seis semanas desde que se dislocó un tobillo, yahora, cuando se encontraba entre los guijarros esparcidos por el caudal deagua, empezó a notar que aquel tobillo le fallaba.Goodchild y el hostelerocaminaban a una distancia considerable de él. Los vio cruzar el arroyo y

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desaparecer detrás de un saliente de la orilla. Momentos después los oyógritar, como señal de que se habían detenido a esperarlo.Tras responder algrito,aligeróelpaso,atravesólacorrientepordondeelloslohabíanhecho,ycuandoestabaapuntodealcanzar laorillaopuestasupieresbalósobreunapiedrahúmeda,sutobilloresentidosetorcióyundolorardiente,desgarrador,torturante,loatenazóenunsegundo,yelmásholgazándelosdosaprendicesholgazanescayóredondoatierra,tullidoenunabrirycerrardeojos.

Lasituacióneraahora,dichoclaramente,deabsolutopeligro.AllíyacíaelseñorIdleretorciéndosededolor,allíestabalaniebla,másdensaquenunca,allí el hostelero, tan completamente perdido como los forasteros a quienesguiaba,yallílabrújula,rotaenelbolsillodeGoodchild.AbandonarallisiadoThomasenaquellugarignotoeradeltodoimposible;obligarloacaminarconun tobillo seriamentemaltrechoparecía igualmente fueradediscusión.Aunasí,Goodchild,quehabíaacudidoaloír las llamadasdesocorro,vendóconun pañuelo el tobillo lastimado y, ayudado por el hostelero, enderezó alaprendiztullidosobresuspies,leofrecióunhombroparaqueseapoyaraenély le exhortó por el bien de toda la partida a que intentase andar. Thomas,asistidoporelhombroaunladoyunbastónimprovisadoalotro,lointentó,con el dolor y las dificultades que únicamente pueden imaginar quienes sehandislocadountobilloyluegohantenidoqueapoyarseenél.Altenerqueadaptarsealdébilrenqueardeunhombrereciénlisiado,lapartidaextraviadasedesplazó,desconociendoporcompletosiseencontrabaenelladocorrectode lamontañaoenel incorrecto,e igualmente inseguradel tiempoqueIdlesería capaz de soportar el dolor de su tobillo antes de rendirse de nuevo yvolveracaer,incapazdedarunpasomás.

Despacio, despacio, con el inconvenientedel inválidoThomas lastrandocon creciente intensidad la marcha de la expedición, los perdidos viajerossiguieronlosserpenteosdelarroyo,hastaqueencontraronlasmarcasapenasperceptiblesdeuncaminodecarroque se ramificabaa la izquierdacasi enángulorecto.Trasunbrevedebateseoptóporseguiraquel levevestigioderuta con la esperanza de que condujese a alguna granja o a una vivienda,donde podrían dejar a Idle en unas condiciones razonables de seguridad.Faltabapocoparaqueanocheciera,yrápidamentesehacíamásquedudosalaposibilidaddequelapartida,retrasadaensuavancecomoestaba,encontraseelbuencaminoantesdequecayeralanocheyseviesecondenadaapernoctaren la montaña con las ropas empapadas y sin alimento ni bebida que lareconfortase.

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Elcaminodecarrose fueborrandopormomentos,hastadesaparecerenotroarroyuelo,oscuro,turbulentoyrápido.Elhostelerosugirió,ajuzgarporelcolordelagua,queprobablementeprocedíadeunadelasminasdeplomode los alrededores de la Carrock; y los viajeros, por lo tanto, siguieron elarroyo durante un tiempo, confiando en que acaso encontrarían ayuda enaquella dirección. Tras recorrer un par de centenares de metros, llegaronciertamenteaunamina,perose tratabadeunaminaagotadayabandonada;un lugardeprimentey ruinoso,decuyagloriapasadasólodaban testimoniolosrestosdeobrasyedificios.Peroallíhabíaunascuantasovejaspastando.El hostelero las examinó con detenimiento; creyó que reconocía lasmarcasque ostentaban, luego pensó que no, y finalmente abandonó, desalentado, aaquellos animales, tan ignorante como siempre de la situación en que lapartidaseencontraba.

El avance, tantometafórica como literalmente a oscuras, duraba ya trescuartosdehora,acontardesdeelmomentoenqueelaprendiz tullidohabíasufridosuaccidente.ElseñorIdle,peseasuempeñoendominareldolordesutobilloycaminarcojeando,sepercatódequelasfuerzas leabandonabanrápidamente y comprendió que en diez minutos como máximo llegaría allímite. Acababa de hacerse a la idea, y estaba a punto de comunicar a suscompañeroseldecepcionanteresultadodesusreflexiones,cuandodeprontolanieblasetornómásluminosaycomenzóalevantarsedirectamentefrenteaellos.Unminutomásyelhostelero,queibaalacabeza,exclamóqueveíaunárbol.Nomuchodespuésaparecieronotros tresárboles, luegounacasitadecampo,acontinuación,unacasagrandedetrásdelacasita,ydetrásdelacasa,la línea familiar de una carretera. Por último, la propia Carrock se hizovisible,lúgubre,oscura,alejadaaladerecha.Lapartidanosólohabíabajadolamontañasinsabercómo,sinoquesehabíaapartadodeellaenlanieblasinsaberporqué,yahoraseencontrabaaunadistanciaconsiderable,adentradaenelpropiomarjalatravésdelcualaquellamañanasehabíaaproximadoalabasedelaCarrock.

La dichosa disipación de la niebla, y el todavía más dichosodescubrimiento de que los viajeros habían encontrado a tientas su camino,aunque dando insólitos rodeos, hasta un lugar que estaba a menos de unamillade lapartedelvalledonde sehallaba situada lagranja, restauraroneldecaído ánimo del señor Idle y reavivaron sus escasas fuerzas.Mientras elhostelero partía a la carrera en busca del carruaje, Thomas, con ayuda deGoodchild,sedirigióalacasita,laprimeraviviendaquehabíanvistocuandolaoscuridadsedisipó,yserecostócontralavalladelhuertocomounartístico

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maniquíenesperadesudestino,hastaqueelcarruajellegasedelagranja,queestabavalleabajo.Asudebidotiempo(untiempoquealseñorIdlelepareciómuy largo) se oyó el traqueteo de las ruedas, y el tullido aprendiz fuelevantadodesuasiento.Cuandoyaelcarruajerodabaderegresoalahostería,elhostelerocontóunaanécdotaqueacababadeoírenlagranja,referenteauninfelizquesehabíaextraviado,comosusdoshuéspedesycomoélmismo,enla Carrock; que allí había pasado la noche, solo; que lo encontraron a lamañana siguiente, «aterrorizado y hambriento»; y que nunca más volvió asalirdecasa,salvoparatomarelcaminodelatumba.ElseñorIdleescuchóesta triste historia y extrajo de ella por lo menos una conclusión útil. Porintensoquefueraeldolordesutobillo,seaprestóasoportarloconestoicismo,agradecidoporqueunaccidentemásgravenohubieseacabadoconélenlosindómitospeñascosdelaCarrock.

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Capítulo2

Elcarruaje,conelseñorThomasIdleysu tobilloenelasiento trasero,yelseñorFrancisGoodchildyelhosteleroenlapartedelantera,bajolalluviaquecaíaaborbotonesy loempapabatodo,fuerecorriendoelcaminoderetornohacia la pequeña hostería; el quebrado paisaje de marjales parecía unaextensióndepantanospreadamíticos,olasruinasdeuninmensopucherodesopa de pan. Los árboles chorreaban; las dispersas casitas de campochorreaban; los perros ladradores chorreaban; las cercas de piedra quedividían las tierras chorreaban; los coches y carromatos guardados encocheras de tejado deteriorado, chorreaban; los melancólicos gallos y lasmelancólicas gallinas posados en los palos de sus gallineros, o cobijadosdebajo de ellos, chorreaban; el señor Goodchild chorreaba; Thomas Idlechorreaba;elhostelerochorreaba;layeguaquetirabadelcarruajechorreaba.Lasvastascortinasdenieblaynubesquepasabanantelasformassombríasdelascolinasderramabanaguaaraudalesalolargoyanchodelpaisaje.Albajarpendientes tan pronunciadas que la yegua parecía trotar de cabeza, y subirpendientestanpronunciadasquelayeguaparecíatenerenlacolaunapatademás, el carruaje traqueteó y se tambaleó hasta llegar al pueblo. Llovíademasiado para que las mujeres curioseasen, demasiado incluso para quecurioseasenlosniños; todaslaspuertasylasventanasestabancerradas,yelúnicosignodevidaomovimientoseobservabaenloscharcospunteadosporlalluvia.

WhiskyyaceiteparaeltobillodeThomasIdle,ywhiskysinaceiteparaelestómagodeFrancisGoodchildprodujeronunagradablecambioenelánimodeambos: calmaronel dolordel señor Idle, que anteshabía sido intenso,yendulzaron el temperamento del señor Goodchild, que siempre había sidodulce.Seabrieronlosequipajesyhubocambioderopa.ElseñorGoodchild,quenopodíacambiarsuropamásqueporlasedayelterciopelodeuntrajedeetiqueta,seencontróderepenteconvertidoenunmagníficoportentoparalacasadelhostelero,unaespléndidaportadaparalarevistaModasdelmes,yalmismotiempounaformidablerarezaenaquelpueblodeCumberland.

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Avergonzado en extremo de su espléndida apariencia, el cohibidoGoodchildladisimulócuantolefueposiblealasombradeltobillodeThomasIdle,ymás tardeenun rincóndelpequeñocarruajecubiertoquepartióconellosendirecciónaWigton;untipodecarruajequeseríaelmásdeseabledecualquierpaíssinofueraporquetieneeltechoplanoycarecedeflancos,locualhacequeelgoteodeaguadelluviaacumuladaeneltechojueguedurantetodoelcaminoanimadaspartidasdetiroalblancoenelinterior,conunamuyelevada cantidad de aciertos. Resultaba reconfortante observar que la genteque regresaba delmercado deWigton en coches abiertos no se preocupabamásporlalluviaqueporlosrayosdelsol;queelagentedepolicíadeWigton,en su paseo de media docena de millas por el campo (aparentemente porplacer), con su resplandeciente uniforme, aceptaba la saturación de aguacomosuestadonormal;quelosoficinistasylosmaestrosdeescuela,quienessolían vestir de negro, vagaban por las calles sin paraguas y quedabanembadurnados de agua y barro a cada paso; que las muchachas deCumberland,quesalíanacuidardelasvacas,sesacudíanriendolalluviadelaspestañas;ydequémanerala lluviacontinuabacayendoencimadetodaslascosas,comosólocaeenlastierrasdecolinas.

ElmercadodeWigtonhabía terminado,y suspuestosvacíoshumeabancon la lluvia a lo largo de la calle. El señor Thomas Idle fuemelodramáticamentetransportadoalprimerpisodelahosteríayacomodadoentressillas(habríatenidoelsofásilohubiesehabido),yelseñorGoodchildsedirigióalaventanaconlaintencióndeefectuarunainspeccióndeWigtoneinformardeloqueveíaasuinválidocompañero.

—HermanoFrancis,hermanoFrancis—llamóThomasIdle—,¿quéesloquevesdesdetutorrecilla?

—Veo—dijoelhermanoFrancis—loquecreoyesperoqueseaunodeloslugaresmásdeprimentesqueojoshumanoshayanvistojamás.Veocasascontediosostejadosnegros,conlasfachadassuciasylasventanasdebordesoscuros, que parecen estar todas de luto. Cada vez que un ligero soplo deviento viene calle abajo, veo un perfecto reguero de agua que recorre lospuestos de madera del mercado y estalla contra mí. Veo en el centro unafarola de gas muy grande que sé, por un íntimo presentimiento, que estanochenoseencenderá.Veounabombaquetienedebajodelcañountrípodedondecolocarlosrecipientesquehandellenarsedeagua.Veoaunhombrequeseacercaalabomba,bombeaconenergíaysemarchadevacíoporquenosaleunagotadeagua.

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—Hermano Francis, hermano Francis —exclamó Thomas Idle—, ¿quémásvesdesde tu torrecilla,apartedelhombrey labombayel trípodey lascasasenlutadasylalluvia?

—Veo —dijo el hermano Francis— uno, dos, tres, cuatro, cincocomerciosdetejidosfrenteamí.Veounatiendadetejidosenlapuertadeallado, a la derecha, y hay cinco tiendas de tejidos más en la esquina, a laizquierda. ¡Once establecimientos de tejidos homicidas, obligados adisputarse un territorio minúsculo, listos para saltarles a la yugular a susrivales! Hay uno que tiene encima un pequeño piso con una maravillosainscripción:Banco.

—HermanoFrancis,hermanoFrancis—insistióThomasIdle—,¿quémásvesdesdetutorrecilla,apartedelosoncecomerciosdetejidoshomicidasylamaravillosainscripciónBancoenelpequeñopiso,yelhombreylabombayeltrípode,ylascasasenlutadasylalluvia?

—Veo —dijo el hermano Francis— el almacén del ConocimientoCristiano, y a través del vapor oscuro creo que distingo de nuevo al señorSpurgeontrabajandoduramente.Estoysegurodevertambiénasumajestadlareina,Dioslabendiga,impresaatodocolor.VeoelIllustratedLondonNewsde hace varias semanas, y veo una confitería que su propietario llamaDepósito de Sal, con una niña que lleva un gorro de algodón y mira depuntillas al interior, indiferente a la lluvia.Yveoun relojero, con sólo tresrelojesgrandesydescoloridos,deunmetalmate,colgadosenelescaparate,cadaunoenunavidrieraseparada.

—HermanoFrancis,hermanoFrancis—siguióllamandoThomasIdle—,¿quéotracosavesdeWigton,apartedeesosobjetos,yelhombreylabombayeltrípode,ylascasasenlutadasylalluvia?

—No veo nadamás—respondió el hermano Francis—, y no hay nadamás que ver, excepto el papel arrugadode un cartel del teatro, que abrió ycerró la semana pasada (la familia del empresario representaba todos lospapeles),yunómnibustintineante,pequeño,anticuado,quellevaalaestacióndeferrocarrilyquearrastraunavidatanzarandeadasobreeladoquinadoquenosemantendráenteromuchotiempo.¡Oh,sí!Ahoraveoadoshombresconlasmanosenlosbolsillos,deespaldasamí.

—Hermano Francis, hermano Francis —exclamó Thomas Idle—, ¿quéimpresióntienesdesdetutorrecilladeesosdoshombresquellevanlasmanosenlosbolsillosyestándeespaldasati?

—Son hombres misteriosos—dijo el hermano Francis—, de expresióninescrutable.Persistenenestardeespaldasamí.Siunosevuelveunápiceen

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cualquier dirección, el otro se vuelve un ápice en lamismadirección, y nomás. Giran de forma rígida, en un círculo muy pequeño, en medio delmercado.Porsuaparienciapodríansermineros,granjeros,mozosdecuadra.Miranalvacíoycongranintensidad.Tienenloshombroscaídosylaspiernascurvadas de no moverse, y los bolsillos abultados y deformados de tantollevar lasmanosmetidas en ellos.Dejan que la lluvia les caiga encima sinningúnmovimientodeimpacienciaoinsatisfacción,yestántanjuntosqueelcododeunoempujaelcododelotro,ysinembargonosehablan.Devezencuandoescupen,perohablar,no.Veoqueestáoscureciendopormomentos,ytodavíalosdistingo,laúnicapoblaciónvisibledeestelugar,dejándosecalarporlalluvia,deespaldasamíymirandofijamentealvacío.

—HermanoFrancis,hermanoFrancis—exclamóThomasIdle—,antesdeque cierres la celosía de tu torrecilla y entres a que el calor del gas techamusque la cabeza, a ver si puedes captar y transmitirme algo de laexpresióndeesosdoshombresasombrosos.

—Las lóbregas sombras —dijo Francis Goodchild— se acumulan conrapidez,ylasalasdelanoche,lasalasdecarbón,seplieganyasobreWigton.Peroellostodavíamiranintensamentealvacío,vueltosdeespaldasamí.¡Ah!Ahorasegiran,yveo…

—Hermano Francis, hermano Francis —exclamó aún Thomas Idle—.¡DimeinmediatamentequévesdelosdoshombresdeWigton!

—Veo —dijo Francis Goodchild— que carecen completamente deexpresión.Yahoralaciudadsedormirá,sinqueladeslumbrelagranfaroladelmercado;ynopermitamosquenadieladespierte.

Al concluir la etapa del día siguiente, el tobillo de Thomas Idle estabamucho más hinchado y entumecido. Existen razones que por sí mismasexplicarían hoy el hecho de que no se indique públicamente la direcciónexacta en que aquella etapa se desarrolló ni el lugar donde finalizó. ParaThomasIdlefueunalargajornadadesacudidassobrecaminosirregulares,ypara el señor Goodchild un día igualmente largo de saltar del coche yprecederaloscaballos,deafanarsecuestaarriba,dearrastrarsecuestaabajo;trabajosasfatigasen lascualessecongratulabadealcanzarunaltogradodeociosidad. Fue en una pequeña ciudad, todavía en Cumberland, dondehicieron un alto para pasar la noche; una población muy pequeña, con unbrezalpardoypurpúreocasicontiguoasuúnicacalleyunacuriosacruzdetérmino, pequeña, antiquísima, alzada en mitad de ésta. La ciudad mismaparecía serunacoleccióndegrandespiedras apiladaspor losdruidas siglos

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atrás, en las cuales unos cuantos anacoretas hubieran excavadoposteriormentesushabitaciones.

—¿Hayaquíalgúnmédico?—preguntóelseñorGoodchild,quien,rodillaen tierra, examinaba el tobillo del señor Idle con ayuda de una vela,dirigiéndosealamaternalpropietariadelapequeñahosteríalocal.

—¡Eh,palabra!—dijo lahostelera,mirandoa suvez el tobillo conairevacilante—.EstáeldoctorSpeddie.

—¿Esunbuenmédico?—¡Eh!—dijolahostelera—.Paramíloes.Paramíqueeselmejorque

conozco.Puedequeno,¡eh!Peroaquíeselmédico.—¿Leparecequeestaráencasa?Laréplicadelamujerfue:—Lárgate,Jock,yveaporél.Jock,unmozorubioque,bajoelpretextodedisolverunpocodesalen

unajofainadeaguaparasumergireldesafortunadotobillo,sehabíadivertidoa lo grande salpicando la alfombra en los últimos diezminutos, partió conpresteza.Pocosminutosmáshabíantranscurridocuandollegóconeldoctor,precipitándosecontralapuertadelantedeélyabriéndoladeuncabezazoquesonócomounestampido.

—Calma, Jock, calma —dijo el médico, mientras avanzaba con pasotranquilo—.Caballeros,buenasnoches.Lamentoquehayasidorequeridamipresencia.Un accidente sin importancia, espero. ¿Un resbalónyuna caída?Sí,sí,sí.LaCarrock,¡ciertamente!¡Ah!¿Leduele,señor?Sindudaleduele.El ligamento principal de este lado, vea, ha sufrido un tirón. ¡Tiempo yreposo, señor!Suele ser laprescripciónen los casosgraves—dioun ligerosuspiro—ysuele ser laprescripciónen loscasos leves.Puedoenviarleunapomada que le aliviará, pero la curación debemos confiarla al tiempo y alreposo.

HabíadichoestoúltimososteniendoelpiedeIdlesobresurodillaconlasdosmanos,sentadofrenteaél.Amododeexplicaciónhabíatocadoeltobillocondestrezaycuidado,yalconcluirsuatentoexamendevolviósuavementeelpieasuanteriorposiciónhorizontalsobreunasilla.

Al principio había hablado con poca convicción, pero más tarde consoltura. Era un caballero anciano, alto, delgado, de huesos anchos, que aprimera vista aparentaba tener rasgos duros; pero, tras mirarle con mayordetenimiento,laapacibleexpresióndesurostroyciertastrazasdedulzuraypaciencia en torno a su boca corregían aquella impresión y atribuían a suslargosdesplazamientosprofesionales,dedíaydenoche,enelfríoeinhóspito

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climadelascolinas, laverdaderacausadesuapariencia.Aunquepasabadelossetentayteníaelcabellomuygris,andabapocoencorvado.Sumododevestireramáseldeunclérigoqueeldeunmédicorural:sencillotrajenegro,sencillopañueloblancoalcuello,anudadodetrás,comounabanda.Elnegroeraelpeorcolorparavestir,asíqueseadvertíanzurcidosensuchaqueta,ylatelaestabaunpocodeshilachadaenlosbordesyenlosdobladillos.Podíaserpobre (cosa bastante probable en aquel rincón del mundo), o podía ser unpocodescuidadoyexcéntrico.Cualquierasehabríadadocuentaenseguidadeque no le esperaban en casamujer ni hijos. Poseía un aire docto y aquellaclasedecompasiónhaciaelprójimoque,comocontrapartida,exigíaparaélun gentil respeto. El señor Goodchild efectuó este estudio de su personamientras examinaba el pie y lo devolvía a su posición de reposo. El señorGoodchilddeseaañadirqueloconsideraunretratomuyfiel.

En el curso de una breve conversación, salió a relucir que el doctorSpeddieestabarelacionadoconalgunosamigosdeThomasIdleyquehabíapasado,cuandoerajoven,unosañosenlatierranataldeéste,alotroladodeInglaterra.Ciertostrabajosociosos,frutodelaprendizajedelseñorGoodchild,tambiénleresultabanmuyfamiliares.Losperezososviajerosseencontraronasí con el médico en términos más íntimos que los que las casualescircunstanciasdelencuentrohabríanestablecidopor símismas;ycuandoeldoctorSpeddiese levantóparamarcharseacasa,diciendoqueenviaríaasuasistenteconlapomada,FrancisGoodchilddijoqueellonoseríanecesario,puesconsumogustoloacompañaríaytraeríalapomadaderegreso.(Comollevaba más de un cuarto de hora sin hacer nada para cansarse, Francisempezabaatemerquenoestabaensituacióndeocio).

El doctor Speddie aceptó cortésmente la proposición de FrancisGoodchild,«yaqueleproporcionaríaelplacerdegozarunospocosminutosmásdelacompañíadelseñorGoodchild,cosa,porotraparte,enlaquehabíadepositadosusesperanzas»,yambossalieronalacalle.Yaapenasllovía,unfríovientodelnordesteestabadispersandolasnubesybrillabanestrellasenlasapaciblesalturasa lo lejos.LacasadeldoctorSpeddieera laúltimadelpueblo. Después comenzaba el brezal, todo soledad y negrura. El vientogemíadeunmodoronco,lúgubre,estremecedor,entornoaljardincillo,comounacriatura sinhogarquesabequeseaproximael invierno.Elentornoeraextremadamentesolitarioydesolado.

—Rosas—dijo el médico cuando Goodchild tocó unas hojas húmedasquerebasabanelporchedepiedra—,peroseestánmarchitando.

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Eldoctorabriólapuertaconlallaveeintrodujoasuacompañanteenunvestíbulo,detechobajo,perobastanteamplio,conhabitacionesacadalado.Lapuertadeunadeellasestabaabierta,yelmédicoatravesóelumbralconunaspalabrasdebienvenidaparasuhuésped.Eltechoeratambiénbajo,yenla habitación, mitad gabinete profesional y mitad salón, había estantes delibrosyfrascosenlasparedes,queteníanuntintemuyoscuro.Ardíaelfuegoen el hogar, puesto que la noche era fría y húmeda.El asistente del doctorestabaapoyadoenlarepisadelachimenea,contemplandolasllamas.

Era un hombre de apariencia poco común.Muchomás viejo de lo queGoodchild había esperado, pues por lomenos debía rondar los cincuenta ydos años. Lo sorprendente en él era su notable palidez. Sus grandes ojosnegros,susmejillashundidas,sulargoyespesocabellogrisacero,susflacasmanos, e incluso la disminución de su figura, quedaban al principioeclipsadosporsuextraordinariapalidez.Enaquelhombrenohabíaelmenorasomodecolor.Cuandovolvióelrostro,Goodchildsesobresaltócomosiunaestatuadepiedrasehubieramovidoparamirarlo.

—ElseñorLorn—dijoeldoctor—.ElseñorGoodchild.Elasistente,azorado(comosihubieraolvidadoalgo,ocomosilohubiera

olvidado todo, incluidos él mismo y su nombre), advirtió la presencia delvisitanteyretrocedióhacialasombradelaparedqueteníaasuespalda.Peroeratanpálidoquesucarasobresalíaenrelievedesdeeloscurofondo,quedeningúnmodopodíaocultarlo.

—ElamigodelseñorGoodchildhasufridounaccidente,Lorn—dijoeldoctorSpeddie—.Necesitamoslalociónparaunaluxacióngrave.

Unapausa.—Estimado compañero, esta noche está usted más ausente que de

costumbre.Lalociónparaunaluxacióngrave.—¡Ah!¡Sí!Enseguida.Experimentóunevidentealivioalapartarsey llevarsesupálidorostroy

sus extraños ojos a un hueco que había entre las botellas. Sin embargo,aunquepermaneció allí preparando la locióndeespaldas a ellos,Goodchildno consiguió, por un tiempo, apartar su mirada de aquel hombre. Cuandofinalmente lo hizo, se percató de que el médico lo estaba observando conciertainquietudenelrostro.

—Estáausente—explicóelmédicoenvozbaja—.Siempreausente.Muyausente.

—¿Enfermo?—No,enfermono.

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—¿Desdichado?—Sospechoquelofue—asintióeldoctor—unavez.Francis Goodchild no pudo menos que advertir que el médico

acompañabaaquellaspalabrasconunamiradabenignayprotectoradirigidaalobjeto de las mismas, muy parecida a la expresión con que un padrepreocupado habría mirado a un hijo seriamente afligido. Sin embargo,resultabaobvioparacualquieraquenoeranpadreehijo.Elasistente,porsuparte,sevolvióconlaintencióndehacerleunapreguntaaldoctorylemiróconunalánguidasonrisaqueparecíaindicarqueésteloeratodoparaél.

Desdesubutaca,elmédicohizounesfuerzo inútilpordistraer lamentedelseñorGoodchild,sentadoen labutacaopuesta.Hiciera loquehicieseelseñorGoodchildporatenderaldoctor,susojosysuspensamientosrevertíanal asistente. El médico no tardó en notarlo, y, tras quedar en silencio ysumirseenunaligeraperplejidad,dijo:

—¡Lorn!—Miqueridodoctor.—¿Querría usted ir a la hostería y aplicar esta loción? Usted sabrá

aplicarlamuchomejordeloqueelseñorGoodchildpodríahacerlo.—Seráunplacer.El asistente tomó su sombrero y se deslizó como una sombra hacia la

puerta.—¡Lorn!—lellamórepentinamenteelmédico.Elhombreregresó.—ElseñorGoodchildmeharácompañíahastaqueusted regrese.Nose

apresure.Yperdonequelehayahechoretroceder.—Noesésta laprimeravez—dijoelasistente,conlamismasonrisade

antes—quemehaceustedretroceder,doctor.Ysemarchódespuésdepronunciarestaspalabras.—Señor Goodchild —dijo el doctor Speddie, de nuevo en voz baja,

mientraslapreocupaciónreaparecíaensurostro—,hevistoquemiamigolehallamadolaatención.

—Mefascina.Debopedirlequemedisculpe,perocasimehaconfundidoysubyugado.

—Consideroqueunavidasolitariayunantiguosecreto—dijoelmédico,desplazandosubutacaparaaproximarlaaladelseñorGoodchild—sehacen,coneltranscursodeltiempo,muypesados.Lecontaréunacosa.Puedeusteddarleelusoquequiera,bajonombresficticios.Séquepuedoconfiarenusted.Estanochemesientoespecialmenteproclivealasconfidenciasdebidoaque

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inesperadamente he retrocedido, en el curso de nuestra conversación en lahostería,aciertosmomentosdemividapasada.¿Querríaustedacercarseunpocomás?

El señorGoodchild se acercóunpocomás, y el doctor inició su relato,hablando casi siempre en un tono tan cauteloso que el viento, aunque nosoplabaconexcesivafuerza,hacíasuvozocasionalmenteinaudible.

—Cuandoelactualsiglodiecinueveerabastantemásjovendeloqueeshoy, un amigomío llamado Arthur Holliday llegó por azar a la ciudad deDoncasterexactamenteenmitadde lasemanadecarreras,o,dichoenotraspalabras, a mediados del mes de septiembre. Mi amigo era uno de esoscaballeros jóvenes, temerarios, ligerode cascosyvociferantequeposeen eldondelafamiliaridadensumásaltogradodeperfecciónyquehanvenidoalmundo a pasárselo bien, haciendo amigos, como suele decirse, dondequieraque van. Su padre era un fabricante muy rico, que por añadidura habíacomprado tierras en uno de los condados del centro del país en cantidadsuficienteparaquetodoslosterratenientesdellugarleenvidiasen.Arthurerasuúnicohijo,yheredaríalasgrandesfincasylosgrandesnegocioscuandosupadremuriese; estaba bien provisto de dinero y vigilado sin excesivo rigormientraselpadrevivió.La informacióndisponible,o loschismes, según seprefiera,afirmabanqueelancianocaballerohabíasidobastantedisolutoensujuventud,porlocual,adiferenciadelamayoríadelosprogenitores,notendíaamostrarseviolentamenteindignadocuandoobservabaquesuhijoleseguíalospasos.Estopuedeserciertoonoserlo.Yosóloconocípersonalmentealviejo señor Holliday cuando ya tenía muchos años, y entonces era uncaballerotranquiloyrespetablecomoelquemás.

»Bien, un ciertomes de septiembre, como he dicho, el jovenArthur seencontróenDoncasterydecidiódepronto,asumaneraatolondrada,queiríaalascarreras.Nollegóalaciudadhastaelanochecer,ysedispusoaocuparsede inmediato de su cena y alojamiento en el hotel principal. Estabandispuestosaservirlelacena,pero,encuantoalalojamiento,serieronapenaslomencionó.EnDoncaster,durantelasemanadecarreras,escosafrecuenteque los visitantes que no han reservado habitaciones pasen la noche en elinteriordesuscarruajesalaspuertasdelosestablecimientoshoteleros.Porloque respecta a los forasteros menos adinerados, yo mismo los he visto amenudodurmiendoalaintemperieenlasescalerasporfaltadeunahabitacióndondecobijarse.Aunsiendotanricocomoera,lasposibilidadesdeArthurdeencontrar alojamiento (visto que no había escrito de antemano paraasegurárselo)eranmásquedudosas.Lointentóenelsegundohotel,yenel

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tercero,yluegoendosdelashosteríasdeinferiorcategoría;yentodaspartesrecibiólamismarespuesta.Noquedabaniunasolahabitacióndisponibleparapasar la noche.De nada le servirían todos los relucientes soberanos de oroque llevabaen subolsaparadisponerdeunacamaenDoncasterdurante lasemanadecarreras.

»Para un personaje joven y dotado del temperamento de Arthur, lanovedaddeversearrojadoalacallecomounvagabundosindineroentodaslas casas donde había solicitado habitación se presentaba como unaexperienciainéditayextremadamentedivertida.Persistióensuempeño,conlamaletaenlamano,pidiendounacamaentodosloslugaresdeatenciónalviajeroquepudoencontrarenDoncaster,hastaquefueapararalasafuerasde la ciudad. En aquellos momentos ya se habían desvanecido los últimosfulgoresdelcrepúsculo,unalunaborrosaseelevabaentrelabruma,elvientoera frío, las nubes se amontonaban y todos los indicios señalaban que notardaríaenllover.

»EldesapacibleaspectodelanochetuvounefectomásbiendeprimenteenelanimosotalantedeljovenHolliday.Empezóaconsiderarlasituacióndedesamparo en que se hallaba desde un punto de vista más serio quehumorístico; y echó un vistazo a su alrededor, en busca de algún otroestablecimientopúblico,con lamentealgomás inquietaporelasuntodesualojamientonocturno.Lossuburbioshacialoscualessehabíadesviadoahoraestaban apenas iluminados, y nada le era posible distinguir de los edificiosanteloscualespasaba,exceptoquesehacíanprogresivamentemáspequeñosysucioscuantomássealejaba.Alfondodelasinuosacallequeteníaenfrentesepercibíaelmortecinoresplandordeunfaroldeaceite,laúnicaluz,débilysolitaria,quecombatíaenvanocontralabrumosaoscuridadquelorodeaba.Determinó continuar hasta aquel farol, y si su luz no lemostraba nada quetuviese la aparienciadeunahostería, regresaría al centroe intentaríapor lomenos conseguir una silla donde pasar la noche sentado, en uno de losprincipaleshotelesdelaciudad.

»Cuando se aproximaba al farol oyó voces, y al detenerse bajo su luzdescubrióquealumbrabalaentradadeunaangostacallejuela,encuyaparedhabía pintada unamano larga, en un ya desteñido color carne, cuyo índiceextendidoseñalabaestainscripción:“LosDosPetirrojos”.

»Arthurentróenlacallejuelasinvacilar,dispuestoaaveriguarquépodíanhacer por él los dos petirrojos. Cuatro o cinco hombres se encontrabanreunidosanteelzaguánde lacasaquesehallabaal finalde lacalle.Todosellosescuchabanaotro,queibamejorvestidoquelosdemás,quienlesestaba

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contando algo a media voz, con gran interés, al parecer, por parte de losoyentes.

»Al llegaralzaguán,Arthursecruzóconunforasteroque llevabaen lamanounabolsadeviajeyque,evidentemente,abandonabalacasa.

»—No—dijoelviajerodelabolsa,dirigiéndosejovialmenteaunhombregrueso, calvo y de aspecto apocado, ataviado con un sucio delantal blanco,que lehabía seguidopor el pasaje—.No, señorhostelero, yonomeasustofácilmenteporfruslerías;peronomeimportaconfesarquenoestoydispuestoasoportaresto.

»Encuantooyóesaspalabras,eljovenHollidaysupusoquealforasterolehabríanpedidounprecioexorbitanteporunacamaenLosDosPetirrojosyque no quería o no podía pagarlo. Y apenas el viajero volvió la espalda,Arthur, consciente de su bien provista bolsa, se dirigió con gran presteza,temeroso de que otro viajero en busca de habitación se le anticipase, alhostelerocalvo,deaspectoapocadoysuciodelantal.

»—Si tiene usted una cama disponible —dijo—, y si el caballero queacabademarcharsenoquierepagarelprecioquelepide,yosíloharé.

»EltímidohosteleromirófijamenteaArthur.»—¿Loharáusted,señor?—preguntó,conairemeditativoeinseguro.»—Digaelprecio—replicóeljovenHolliday,creyendoquelasdudasdel

hosteleroeranporquerecelabadeél—.Digaelprecioyledaréeldinerodeinmediato,siquiere.

»—¿Quéleparecencincochelines?—inquirióelhostelero,restregándoseladoblepapadaymirandopensativoalcielo.

»Arthurcasiseechóareírensuspropiasnarices,peroconsideróprudentedominarsey leofreció loscincochelinescon toda laseriedadde laquefuecapaz.Eltímidohostelerotendiólamano,ysúbitamentelaretiródenuevo.

»—Secomportaustedconmigoconnoblezaycorrección—declaró—,asíque, antes de aceptar su dinero, procederé de igual modo.Mire, ésta es lacuestión:porcincochelinespuedeustedtenerunacamaparaustedsolo,perono tendrámás que lamitad de la habitación donde está instalada la cama.¿Comprendeloquequierodecir,jovencaballero?

»—Porsupuestoquesí—respondióArthur,ligeramenteirritado—.¿Esosignificaque esunahabitación condos camasyqueunade las camas estáocupada?

»El hostelero asintió con la cabeza y se restregó la doble papada conmayorvigorqueantes.Arthurtitubeóydiounpardepasoshacialapuerta.La idea de dormir en una habitación con alguien totalmente extraño no le

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hacíamuchagracia.Sesentíatentadoaguardarloscincochelinesensubolsayregresaralacalleunavezmás.

»—¿Es sí o no? —preguntó el hostelero—. Decídalo lo antes posibleporque, además de usted, son innumerables las personas que esta nochebuscanunacamaenDoncaster.

»Arthurmiróalacallejuelayoyóquecomenzabaalloveracántarosenelexterior. Sin embargo, antes de decidirse a abandonar precipitadamente elrefugiodeLosDosPetirrojos,creyóconvenientehacerunaodospreguntas:

»—¿Quéclasedehombreeselqueocupalaotracama?—inquirió—.¿Esun caballero? Es decir, ¿se trata de una persona tranquila y de buenosmodales?

»—Es el hombre más tranquilo con que me he tropezado —dijo elhostelero, frotándose sus gruesas manos—. Sobrio como un juez, y tansistemáticoensushábitoscomounreloj.Noson todavía lasnueve,yno loeran hace diezminutos, y ya está en la cama.No sé si esto se ajusta a suconceptodeunhombretranquilo,peroleaseguroquerebasaelconceptoquetengoyo.

»—¿Creequeestaráyadormido?—insistióArthur.»—Séqueestádormido—replicóelhostelero—.Yloqueesmás,seha

dormidotandeprisaquelegarantizoquenopodrádespertarlo.Poraquí,señor—añadió, hablando por encima del hombro del joven Holliday, como siinterpelaseaunnuevohuéspedqueentraraenlacasa.

»—Aquítiene—dijoArthur,decididoaanticiparsealintruso,quienquieraquefuese—.Mequedoconlacama.

»Y entregó los cinco chelines al hostelero, quien los agradeció con ungesto,dejócaerdescuidadamentelasmonedasenunbolsillodesuchalecoyacontinuaciónencendióunavela.

»—Venga y verá la habitación—dijo el patrón de Los Dos Petirrojos,mostrando el camino hacia las escaleras con sorprendente ligereza, habidacuentadelogordoqueestaba.

»Subieronalsegundopisode lacasa.Elhosteleroentreabrióunapuertasituadafrentealrellano,yentoncessedetuvoysevolvióaArthur.

»Esuntratoequitativo,piénselo,tantopormipartecomoporlasuya—dijo—. Usted me entrega cinco chelines y yo le doy a cambio una camalimpia y confortable. Y le aseguro de antemano que bajo ningún conceptoserá importunado ni molestado por el hombre que duerme en la mismahabitaciónqueusted.

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»Dicho esto, miró por un momento el rostro del joven Holliday y lointrodujoenlahabitación.

»Era un cuarto más amplio y más pulcro de lo que Arthur habíaimaginado.Lasdoscamasestabandispuestasenparaleloyentreambashabíaunos dos metros de distancia. Las dos eran de tamaño mediano, y ambastenían similares cortinas, lisas y blancas, que, en caso necesario, podíancorrerseentornoacadaunadeellas.Lacamaocupadaeralamáspróximaala ventana. Sus cortinas habían sido corridas en su totalidad, salvo mediacortinadelapartedelospies,enelladodelacamamásalejadodelaventana.Arthurobservóque lospiesdeldurmiente levantaban las sábanas formandounapequeñaprotuberancia,comosielhombreestuvieraacostadobocaarriba.Tomó la vela y avanzó sigilosamente para apartar la cortina; se detuvo amediocamino,escuchóporunosinstantesyluegosevolvióalhostelero.

»—Duermedeformarealmentesilenciosa—dijoArthur.»—Sí—concedióelhostelero—,muysilenciosa.»El joven Holliday reemprendió su avance con la vela y examinó

cautelosamentealhombre.»—¡Quépálidoestá!—dijoArthur.»—Sí—replicóelhostelero—,bastantepálido,¿no?»Arthurmiróalhombredesdemáscerca.Teníasubidalasábanahastala

barbillaperoelpechonosemovíalomásmínimo.»Sorprendido y vagamente alarmado cuando reparó en ello, Arthur se

inclinó para aproximarse más aún al forastero; examinó sus labiosentreabiertosycenicientos;escuchóuninstanteconteniendoelaliento;miródenuevoaquellacaraextrañamenterígida,loslabiosyelpechoinmóviles;yse volvió de inmediato al hostelero, con sus propiasmejillas tan pálidas enaquelmomentocomolasmejillashundidasdelhombrequeyacíaenlacama.

»—Vengaustedaquí—murmuróenvozmuybaja—.¡Vengaustedaquí,porelamordeDios!Estehombrenoduerme:¡estámuerto!

»—Lohadescubiertoustedantesdeloqueyosuponía—dijoelhosteleroconaplomo—.Sí,estámuerto,pordescontado.Murióhoyalascinco.

»—¿Ydequémurió?¿Quiénes?—preguntóArthur,momentáneamentedesconcertadoporlaaudazfrialdaddelarespuesta.

»—Respectoaquiénpuedaser—añadióelhostelero—,nosémásdeloqueustedsabe.Suslibros,suscartasytodassuscosasestánenvueltosenesepapelmarróndeahíysellados,adisposicióndelaindagatoriaqueeljuezdeinstrucciónabrirámañanaopasado.Sehaalojadoaquíduranteunasemana,hapagadoreligiosamente,lamayorpartedeltiemposinsaliralacalle,como

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sinosesintierabien.Michicalehasubidoelté,hoy,alascinco,ymientrasseloservíaélhasufridoundesmayo,ounparoxismo,o lasdoscosasauntiempo, por lo que yo sé. No hemos conseguido reanimarle, y yo hedictaminadoqueestabamuerto.Ytampocoelmédicohalogradoquevolvieraen sí, y asimismo ha dictaminado que había muerto. Y eso es todo. Y laindagatoriadeljuezdeinstruccióncomenzarátanprontocomoseaposible.Ynoséabsolutamentenadamás.

»Arthursosteníalavelaanteloslabiosdelhombre.Lallamacontinuabaardiendo perfectamente vertical, inalterable.Hubo unmomento de silencio,quelalluviasubrayómelancólicamenteconsugolpeteoenloscristalesdelaventana.

»—Sinotieneustedmásquedecirme—continuóelhostelero—,supongoque debo retirarme. No esperará usted que le devuelva los cinco chelines,¿verdad?Aquíestálacamaqueleheprometido,limpiayconfortable.Aquíestáelhombrequelehegarantizadoquenolemolestaría,quietoparasiempreenestemundo.Si ledamiedoquedarseasolasconél,esoyanoesasuntomío.Yo he cumplidomi parte del trato, y tengo intención de quedarme eldinero.NosoynativodeYorkshire,jovencaballero,perohevividoenestoslugares el tiempo suficiente para aguzar el ingenio; y nome extrañaría queustedencontraselamaneradequeseleaguceelsuyolapróximavezquesehalleentrenosotros.

»Conestaspalabraselhostelerosedirigióalapuerta,riendoquedamenteparasí,satisfechodesupropiaastucia.

»Pese a sentirse sorprendido y turbado, Arthur se había restablecido losuficienteparapreguntarseacercadelatriquiñueladequehabíasidoobjeto,yenparticularporlaformainsolenteenqueelhosteleroseregodeabaenella.

»—No se ría —dijo secamente— hasta que esté seguro de que tienemotivos.Nolehedadoloscincochelinesporquesí.Mequedoconlacama.

»—¿Deveras?—replicóelhostelero—.Puesentoncesledeseounabuenanoche.

»Trasestaescuetadespedida,salióycerrólapuertaasusespaldas.»¡Unabuenanoche!Apenashabíansidopronunciadasaquellaspalabras,

apenas se había cerrado la puerta, y yaArthur casi se arrepentía de lo quehabía dicho involuntariamente. Aunque por naturaleza no era en excesoaprensivo ni le faltaba coraje, tanto físico como moral, la presencia delhombremuerto tuvosobresumenteunefectoglacialencuantoseencontrósoloen lahabitación;soloyobligadoademásporsus impulsivaspalabrasaquedarse allí hasta lamañana siguiente.Unhombre demás edad no habría

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pensado nada de tales palabras y habría actuado, respecto a ellas, según ledictasesusentidocomún.PeroArthurerademasiadojovenparaafrontarcondesdén el ridículo, incluso ante personas de condición inferior; demasiadojoven para no temer la momentánea humillación de haber de desmentir supropia y alocada bravata, o cuando menos para no temerla más que a lapruebadepasarunalarganocheenlamismahabitaciónqueunmuerto.

»—Sólo sonunaspocashoras—sedijoa símismo—.Memarcharéencuantoapunteeldía.

»Cuandoseleocurrióestaideaestabamirandohacialacamaocupada,ylabienperceptibleyangularprotuberanciaqueen lassábanas formaban lospiesdelmuertoatrajodenuevosuatención.Seadelantóacorrerdeltodolascortinas, absteniéndose deliberadamente de mirar el rostro del cadávermientras lo hacía, no fuera que con ello se grabase en su mente algunaimpresióndesagradablequeleafectasealosnervios.Asíquecorriólacortinaconmuchasuavidadysuspirócuandolahubocerrado.

»—Pobre hombre—dijo con tanta tristeza como si hubiera conocido aldifunto—.¡Ah,pobrehombre!

»Sesituóantelaventana.Lanocheeranegraynoconsiguióvernada.Lalluvia seguía golpeando rudamente los cristales. Dedujo, al oírla, que lahabitaciónestabaenlapartetraseradelacasa,puesrecordabaquelafachadase hallaba protegida de las inclemencias del tiempo por la estrechez de lacallejuelaylaalturadelosedificiosdelladocontrario.

»Mientrasestabafrentealaventana(porqueinclusolamelancólicalluviaera un alivio, debido al ruido que producía, y también porque estaba enmovimiento y, en consecuencia, ofrecía una leve sugestión de vida ycompañía),mientrasestabafrentealaventanaymirabasinverhacialadensaoscuridad del exterior, oyó que el reloj de un lejano campanario tocaba lasdiez. ¡Sólo eran las diez! ¿Cómo iba a pasar el tiempo hasta que la casarecobrarasuactividadalamañanasiguiente?

»Enotrascircunstanciashabríabajadoalsalóndelestablecimiento,habríapedido un grog, y habría reído y charlado con la gente allí congregada tanfamiliarmente como si la conociera de toda la vida. Pero la mera idea dematar el tiempo de aquella manera le resultaba ahora desagradable. Lainusitada situación en que se encontraba parecía haber producido ya uncambioensupersona.Hastaentonces,suvidahabíasido lacomún,frívola,prosaicaysuperficialexistenciadeunjovenrico,sinproblemasqueresolvernidificultadesqueafrontar.Nohabíaperdidoaningúnseramado,aningúnamigoquerido.Hastaaquellanoche,cualquierporciónquelecorrespondiese

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delaherencia imperecedera,queseencuentradivididaentre todosnosotros,permanecíadormidaensuinterior.Hastaaquellanoche,laMuerteyélnosehabíanencontradoniunasolavez,nisiquieraensuspensamientos.

»Diounascuantasvueltasdeunladoaotrodelahabitación,ydespuéssedetuvo. El ruido que producían sus botas sobre el suelomal alfombrado leperturbaba el oído. Dudó un momento y acabó quitándose las botas paracaminar en silencio. Ya no deseaba dormir o descansar. La sola idea detenderse en la cama le recordaba la siniestra figura del hombre muerto.¿Quiénhabríasidoaquelhombre?¿Cuálseríalahistoriadesuvida?Debiódeserpobre,odelocontrarionosehabríaalojadoenunlugarcomolahosteríade Los Dos Petirrojos; y estaría consumido, probablemente, por una largaenfermedad, o no habría muerto de la manera que el hostelero describió.Pobre,enfermo,solitario;muertoenunacamaextraña;muertosinquenadie,salvootroextraño,seapiadasedeél.Unatristehistoria;ciertamente,ajuzgarporlasapariencias,unamuytristehistoria.

»Mientras estos pensamientos rondaban por su cabeza, Arthur se habíadetenidosinquererenlaventana,cercadelacualestabanlospiesdelacamacon las cortinas corridas. Primero miró al techo distraídamente; despuésreparóenqueloestabamirandoconfijeza;y,porúltimo,seapoderódeélundeseo perverso, el de hacer precisamente la única cosa que hasta aquelmomentosehabíapropuestonohacer:miraralhombremuerto.

»Tendiólamanohacialascortinas;perosecontuvocuandosedisponíaadescorrerlas,sediolavueltarápidamenteysedirigióhacialachimeneaconintencióndedistraerseconlosobjetosqueallíhabíayapartarasíalmuertodesumente.Enlarepisadelachimeneahabíauntinterodepeltreconrestosdetinta seca. Había dos adornos de porcelana de lo más corriente; y unrectángulodecartulinarepujada,sucia,cubiertademanchasdemoscas,quetenía impresa una colección de detestables acertijos escritos en todasdirecciones, zigzagueantes y en tintas de varios colores. Arthur tomó lacartulinayseacercóalamesaparaleerla,dondeestabalavela.Ysesentó,resueltamentedeespaldasalacamadecortinascorridas.

»Leyóelprimeracertijo,elsegundo,eltercero,todosellosenunacaradelacartulina;luegolediolavueltaconimpaciencia,enbuscadeotros.Antesdequeempezaraaleerlosacertijosimpresoseneldorso,ledetuvoelsonidodel reloj del campanario lejano.Las once.Había pasado ya una hora de sutiempoenaquellahabitaciónyencompañíadelcadáver.

»Le echó un vistazo de nuevo a la cartulina.No era fácil distinguir lasletrasimpresasenella,debidoalapocaluzqueelhostelerolehabíadejado:

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una vela barata de sebo provista de un par de pesadas y anticuadasdespabiladeras de acero. Hasta aquel instante, su mente había estadodemasiadoocupadaparapensarenlaluz.Nohabíaespabiladolamechadelavela,demodoqueahoraeramásaltaquelallamaysehabíaquemadohastaformarse en su extremo un extraño sobradillo del cual caían, de vez encuando, fragmentos de algodón chamuscado, en pequeños copos. Tomó lasdespabiladeras y cortó la mecha. La luz brilló con mayor fuerza y lahabitaciónnopareciótandeprimente.

»De nuevo se ocupó de los acertijos; los leyó con atención, casi conempecinamiento,primeroenunacaradelacartulina,luegoenlaopuesta.Noconsiguió,sinembargo,concentrarseenellos.Seentregóasuocupacióndemodo inconsciente y nada sacó en claro de lo que leía. Era como si unasombra procedente de la cama rodeada de cortinas se hubiera interpuestoentresumenteylasalegresletrasallíimpresas;unasombraquenadalograbadisipar.Finalmente,renuncióalesfuerzo,arrojóla tarjetaconimpacienciayreanudósussilenciosospasosdeunladoaotrodelahabitación.

»Elmuerto,elmuerto, ¡elmuertoocultoen lacama!Ésaera laúnicaypersistente idea que lo obsesionaba. ¡Oculto! ¿Era sólo la presencia delcadáver,oeralapresenciadeuncadáverocultoloqueofuscabasumente?Denuevosedetuvoantelaventana,vacilante;denuevoprestóoídoalrepiqueteodelalluvia,denuevocontemplólanegruradelanoche.

»¡Siempre el muerto! La oscuridad del exterior le apartó aquelpensamientodesumentepararevivircondolorosaclaridadlaimpresiónquehabíatenidocuandovioelcadáverporprimeravez.Alpocotiempo,elrostrode aquel hombre pareció flotar enmedio de las tinieblas, enfrentándosele atravésdelaventana,conlapalidezmásacentuada,laespantosalíneadeluzinerte entre los párpadosmal cerradosmás ancha que cuando él la vio, loslabiosentreabiertosmásymásseparadosylosrasgoscadavezmásgrandesymás próximos, hasta que parecieron llenar la ventana, silenciar la lluvia yexpulsarlanoche.

»El sonido de una voz que gritaba al pie de las escaleras lo sacósúbitamente de aquel estado provocado por su imaginación desmedida. Lavoz,comoreconoció,eradelhostelero.

»—Cierraalasdoce,Ben—leoyódecir—.Yomevoyalacama.»Se secó el sudor que le bañaba la frente, razonó consigo mismo un

instanteyresolvióairearsumenteyliberarladelahorribleimposturaalaqueaúnseaferrabaparaenfrentarse,aunquesólofueraunmomento,alasolemne

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realidad. Sin vacilar ni un instante descorrió las cortinas de los pies de lacama,ymiró.

»Allíestaba,apoyadoen laalmohada,elblancorostro, tristeyapacible,envueltoenel impresionantemisteriode la inmovilidad. ¡Ni lamásmínimaconmoción, ni el más ligero cambio! Lo contempló un instante antes devolver a correr las cortinas; pero aquel instante lo tranquilizó, lo calmó, lodevolvióencuerpoyalmaasupropioser.

»Reemprendióentoncessuanterioractividaddeandardeun ladoaotrode la habitación, yperseveró en ella, hasta que el reloj sonódenuevo.Lasdoce.

»Cuandocesóelsonidodelacampana,lesiguióelrumorconfuso,enelpiso de abajo, de los clientes del bar, que abandonaban la casa. Tras unmomentodesilencio,elsiguientesonidoloprovocóelbarradodelapuertayelcierredelospostigosenlapartetraseradelahostería.Despuéssehizodenuevoelsilencioyyanadaloperturbó.

»Ahoraestabasolo,completamentesoloconelmuerto,hasta lamañanasiguiente.

»La mecha de la vela debía espabilarse de nuevo. Arthur se dispuso ahacerlo,perosedetuvobruscamenteconlasdespabiladerasenlamanoymiróla vela con atención, luegomiró la cama, por encima del hombro, con suscortinas, y finalmente la vela de nuevo. Ésta había sido encendida paramostrarleelcaminoescalerasarriba,yporlomenossustrescuartaspartessehabíanconsumidoyadesdeentonces.Unahoramásysehabríaquemadodeltodo.Al cabo de una hora (salvo que llamase de inmediato al hombre quehabíacerradolahosteríaylepidieraunanuevavela)seencontraríasumidoenla oscuridad. Por mucho que su ánimo se hubiera visto turbado desde queentró en la habitación, su temor irracional a caer en el ridículo y a arrojarsospechas sobre su coraje aún conservaba la compostura, ni siquiera enaquellascircunstanciaslahabíaperdido.Sedemoró,indeciso,juntoalamesa,intentandosobreponerseparaabrirlapuertayllamar,desdeeldescansillo,alhombrequehabíacerradolahostería.Ensuactualestadodeánimo,vacilante,fueunaformadealivioganarunosmomentosabstrayéndoseenlatrivialtareadeespabilar lacandela.Susmanos temblabanunpoco,y lasdespabiladeraseran pesadas y de uso incómodo.Cuando las cerró en torno a lamecha, lohizounpocoporlobajo.Enuninstante,lavelaseapagóylahabitaciónsesumióenunanegruradealquitrán.

»Lafaltadeluzprodujoquesumenterecelaradelacamadelascortinas;unreceloquenoseconcretó,peroque tuvoelsuficientepoderparadejarlo

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postrado en su butaca, acelerar los latidos de su corazón e inducirlo aescuchar atentamente. Ningún sonido se oía en el cuarto, salvo el familiarrepiqueteodelalluviacontralaventana,másfuerteyagudoqueantes.

»Sin embargo, la desconfianza y el temor inexpresable se habíanadueñado de él y lomantenían inmovilizado en su asiento.Al entrar en lahabitación había dejado sumaleta sobre lamesa, y ahora sacó la llave delbolsillo, tendió la mano cautelosamente, la abrió y buscó en su interior sulapicero,dondesabíaqueguardabaunapequeñareservadefósforos.Cuandoencontró uno de ellos, aguardó unos instantes antes de rascarlo contra laásperamaderade lapuertay,sinsaberporqué,escuchódenuevocongranatención.Seguíasinoírseenlahabitaciónmásqueelmonótono,persistenteyreiteradorumordelalluvia.

»Encendiódenuevolavela,yasinmásdemora,yloprimeroquesusojosbuscaronencuantolamechaprendiófuelacamaconsuscortinascorridas.

»Yalmirarlavio,enestaocasión,unalargamanoblancaquecolgabadeunlado.

»Estabainmóvil,hacialamitaddelacama,enelpuntodondecoincidíanlacortinadelacabecerayladelospies.Noseveíanadamás.Lacortinaloocultabatodo,salvolalargamanoblanca.

»Se quedómirándola incapaz demoverse, incapaz de llamar, sin sentirnada, sin entendernada, con todos los sentidos aunadosydispersos enunosolo:elde lavista.Nuncasupo,después,cuánto tiempohabíapermanecidopresa de aquel pánico. Pudo ser sólo un momento; pudieron ser variosminutos.Elmodoenquesedirigióalacama(siseprecipitó,osiseaproximóa ella lentamente), cómodescorrió las cortinas ymiró en su interior, no hapodidorecordarlo,nilorecordarájamáshastaeldíadesumuerte.Bastaconque,enefecto,llegarahastalacamaymirasedetrásdelascortinas.

»El hombre se había movido. Uno de sus brazos aparecía fuera de lassábanas;lacabezasehabíaladeadounpocosobrelaalmohada;suspárpadosestaban completamente abiertos. Aunque había cambiado de posición y sehabía alterado alguno de sus rasgos, su rostro continuaba terrorífica ymaravillosamente imperturbable. La mortal palidez y la mortal serenidadpersistían.

»AArthurlebastóconunasolamiradaparapercatarsedetodoesto;unamiradasólo,antesdequeseprecipitarasinalientohacialapuertayalarmasealacasaentera.

»El hombre a quien el hostelero había llamado Ben fue el primero enaparecerenlaescalera.Endefinitiva,Arthurlecontóloquehabíapasadoylo

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envióenbuscadelmédicomáspróximo.»Yo, quien le cuento ahora esta historia, ejercía por aquel entonces en

Doncasterconotromédico,amigomío,ymeocupabadesuspacientesconmotivodeunaestanciasuyaenLondres,por loque,enaquelmomento,erayo el médico más próximo. Me habían llamado de la hostería cuando elforasteroenfermóporlatarde,peronoestabaencasaytuvieronquebuscarasistenciamédicaenotrolugar.CuandoelhombredeLosDosPetirrojoshizosonar mi campanilla de noche, yo estaba a punto de acostarme. Como esnatural,nocreíunasolapalabraacercade lahistoriade“unmuertoqueharecobrado la vida”.Pese a ello,me encasqueté el sombrero, cogí unpar defrascos de medicamentos reparadores y corrí a la hostería, esperando noencontrarnadamásqueunpacientequehabíasufridoalgúntipodeataque.

»Mi sorpresa al comprobar que el hombre había dicho la verdad fuesuperada, opor lomenos igualada, por el pasmo,nadamás entrar en aquelcuarto, de encontrarme cara a cara con Arthur Holliday. No era aquél elmomento de dar ni pedir explicaciones. Nos limitamos a estrecharnos lamano, asombrados,yenseguidaordenéque todoelmundo, exceptoArthur,salieradeldormitorio,ymeapresuréaasistiralhombrequeyacíaenlacama.

»El fuego de la cocina no llevaba mucho tiempo apagado. Habíaabundante agua caliente en el caldero y, en la casa, todas las mantasnecesarias.Conello, ademásdemismedicamentos, yde toda la ayudaqueArthur prestó, arranqué literalmente a aquel hombre de las fauces de lamuerte. Menos de una hora después de que me avisaran, él estaba vivo ycoleando,enelmismolechodondehabíayacidoenesperadelaindagatoriadeljuezdeinstrucción.

»Naturalmente,me preguntará usted qué le había ocurrido; y yo podríaabrumarleconunalargateoría,ampliamenteaderezadaconloquelosniñosllamanpalabrasdifíciles.Prefierodecirleque,enaquelcaso,ninguna teoríapodíaestablecersatisfactoriamenteunarelacióndecausayefecto.Enlavidayen las condicionesdevida,haymisterios en losque la ciencia aúnnohapenetrado;ysinceramenteleconfiesoque,aldevolveraaquelhombreaestemundo,yoestaba,moralmentehablando,tanteandoenlaoscuridad.Sé(poreltestimoniodelmédicoqueleatendióporlatarde)quelamaquinariavital,enel grado en que su acción es perceptible por nuestros sentidos,indudablementesehabíadetenido;y tengo lamismacerteza (puestoqueyofuiquienloreanimó)dequesuhálitovitalnosehabíaextinguido.Siañadoque había padecido una larga y complicada enfermedad y que su sistemanerviosoestabaabsolutamentealterado,lehabrédichocuantosérealmentede

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la condición física de mi paciente muerto-vivo de la hostería de Los DosPetirrojos.

»Cuando “volvió en sí”, como se dice vulgarmente, ofrecía una visiónalarmante, con la cara descolorida, lasmejillas hundidas, los extraños ojosnegros y el largo cabello oscuro. Por lo primero que me preguntó cuandopudohablar,intuíqueestabaatendiendoaunhombredemipropiaprofesión.Asíselohicesaberymedijoquehabíaacertado.

»Me contó que había llegado de París, donde había ejercido comoagregadoenunhospital;quehabíallegadorecientementeaInglaterra,caminode Edimburgo, donde continuaría sus estudios; que se había sentidoindispuesto durante el viaje y que se detuvo enDoncaster para descansar yrecuperarse.Nodijoniunapalabrasobrecómosellamabayquiénera,niporsupuesto yo le interrogué sobre ello. Lo único que inquirí, cuando dejó dehablar,fueenquédeseabaespecializarse.

»—Cualquierespecialización—dijoamargamente—quepermitacomeraunhombrepobre.

»Al oír esto,Arthur, que hasta entonces había estado observándolo consilenciosacuriosidad,exclamóimpetuosamenteyconsuhabitualentusiasmo:

»—¡Queridocompañero!—Todoelmundoera“queridocompañero”paraArthur—.Ahora que ha vuelto a la vida, no debemostrarse pesimista conrespectoasufuturo.Desufuturomeencargoyo.Puedoayudarloaalcanzarunabuenaposiciónenelsectormédico;ysiyonopudiera,séquemipadrepodrá.

»Elestudiantedemedicinalomirófijamente.»—Muchas gracias —dijo con frialdad. Luego añadió—: ¿Puedo

preguntarlequiénessupadre?»—Alguien sobradamente conocido en esta parte del país —replicó

Arthur—.UngranfabricanteapellidadoHolliday.»Durante esta breve conversación, mi mano tenía asida la muñeca del

hombreyenel instanteenquefuepronunciadoelnombredeHollidaynotéque,bajomisdedos,supulsoseagitaba,sedetenía,reanudabasulatirconunsobresaltoyacontinuación,duranteunpardeminutos,latíaaritmofebril.

»—¿Cómohallegadoustedaquí?—preguntóelforastero,conpremurayexcitación,casiconímpetu.

»Arthur hizo un breve relato de cómo había alquilado su cama en lahosteríayloquehabíasucedidodesdeentonces.

»—DemodoqueelhijodelseñorHollidaymehasalvadolavida—dijoelestudiantedemedicina,comosihablaraconsigomismoyconunsingular

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sarcasmoenlavoz—.¡Venga!»Ymientrashablaba,letendiósularga,blancayhuesudamanoderecha.»—Detodocorazón—dijoArthur, tomandoafectuosamentesumano—.

Ahorayapuedodecirlo—añadióriendo—.Pormihonorquemeasustóustedhastaelbordemismodelalocura.

»Elforasteronoparecióoírle.SusfogososojosnegrosmirabanelrostrodeArthurconvehementeinterés,ysuslargosyhuesudosdedosreteníanconfuerzalamanodeljovenHolliday.Éste,porsuparte,ledevolviólamirada,asombradoe intrigadoporel lenguajey lasextrañasmanerasdelestudiantedemedicina.Sus rostros estabanmuy juntos.Yantemiasombro,quedédeprontoimpresionadoporelparecidoquehabíaentrelosdoshombres;noenlosrasgosnienlacomplexión,sinoenlaexpresión.Debiódeserunparecidointenso,delocontrarioyonolohubiesenotado,puessoypornaturalezalentoenapreciarsemejanzasentrelaspersonas.

»—Me ha salvado usted la vida —dijo aquel extraño individuo, queseguíasinapartarlamiradadelrostrodeArthuryestrechandoaúnsumano—.Dehabersidomipropiohermano,nohabríahechopormímásdeloquehahecho.

»Pronuncióconunénfasis singular laspalabras“mipropiohermano”,ysu rostro se demudó al pronunciarlas; un cambio repentino quemis parcosrecursosnoalcanzanadescribir.

»—Confíoenqueaúnpuedaresultarleútil—dijoArthur—.Hablaréconmipadretanprontocomoregreseacasa.

»—Seapreciaquequiereustedasupadreyestáorgullosodeél—dijoelestudiante demedicina—. Supongo que, como contrapartida, él le quiere yestáorgullosodeusted.

»—¡Naturalmente que sí!—exclamó Arthur, riendo de nuevo—. ¿Hayalgoraroenello?¿Noestásupadreorgulloso…?

»Elforastero,repentinamente,soltólamanodeArthuryvolviólacara.»—Le ruego que me perdone —dijo Arthur—. Espero no haberle

ofendidosinquerer.¿Quizáhaperdidoustedasupadre?»—Difícilmente puedo perder lo que nunca he tenido —añadió el

estudianteconunarisasarcástica.»—¿Loquenuncahatenido?»El desconcertante individuo volvió a tomar la mano de Arthur y a

mirarlofijamentealacara.»—Sí—dijo, riendo de nuevo con sarcasmo—.Ha devuelto usted a un

pobre diablo a un mundo donde no tiene nada que hacer. ¿Le sorprendo?

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¡Bien! Tengo razones para contar lo que otros hombres en mi situaciónmantienen generalmente en secreto. Yo no tengo nombre ni padre. ¡LascompasivasleyesdelasociedadmedicenquesoyHijodeNadie!Pregúnteleasupadresiquieresertambiénmipadreyayudarmeenlavidadándomesuapellido.

»Arthurmemiró,másintrigadoquenunca.Yolehiceunaseñalparaquenoañadiesenada,yacontinuaciónvolvíaagarrarconmisdedoslamuñecadeaquelhombre.¡No!Adespechodelextraordinariodiscursoqueacababadepronunciar, no estaba, como yo me inclinaba a sospechar, empezando aperder lacordura.Supulso, al contrario, latía suavey lentamente,y supielestaba húmeda y fresca. Tampoco mostraba ningún síntoma de fiebre oagitación.

»Al ver que ninguno de nosotros le contestaba, el estudiante se volvióhaciamíycomenzóahablardelaextraordinarianaturalezadesucasoymepidióconsejosobreelfuturotratamientomédicoaquedeberíasometerse.Yodije que el caso requería ser estudiado en profundidad y que le extenderíaciertasprescripcionesalamañanasiguiente.Élmepidióquelasescribieradeinmediato, ya que lo más probable era que abandonase Doncaster por lamañana, antes de que yo me levantase. De nada sirvió advertirle de lainsensatez y el riesgo de semejante proceder. Me escuchó con cortesía yamabilidad, pero se mantuvo en sus trece, sin brindar razones niexplicaciones,einsistióenquesiyodeseabaquesiguiesemisprescripcionesdebía escribirlas enseguida. Al oír esto, Arthur me ofreció el recado deescribir que llevaba consigo; y al abrirlo, extrajo el papel de notas de sucompartimiento con su descuido habitual, y con él cayeron sobre elcubrecama un paquetito de esparadrapo y una pequeña acuarela querepresentabaunpaisaje.

»El estudiante cogió la pintura y la miró. Sus ojos se fijaron en unasiniciales pulcramente escritas, en monograma, en un ángulo del papel. Sesobresaltóyseechóatemblar;susinquietantesojosnegrosmirarondenuevoaArthurfijamente.

»—Bonitodibujo—dijo,enuntonodevoznotablementetranquilo.»—¡Ah, lo ha hecho una chica muy bonita!—explicó Arthur—. ¡Qué

bonitaes!¡Desearíaqueesonofueseunpaisaje,sinounretratosuyo!»—¿Laadmiraustedmucho?»Arthur, medio en broma, medio en serio, se besó la mano como

respuesta.

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»—¡Amoraprimeravista!—añadió,guardandodenuevolaacuarela—.Perolascosasnohanidoporbuencamino.Laviejahistoriadesiempre.Ellaestácomprometida,comosueleocurrir.Atadaporundesatinadocompromisoaunhombrepobrequenuncatendrádinerosuficienteparacasarseconella.Fue una suerte que me enterase de ello a tiempo, pues ciertamente estabadispuesto a declararme cuando me dio ese pequeño paisaje. ¡Tome usted,doctor!Aquítienepluma,tintaypapel,listosparaservirle.

»—¿Cuándoledioellaesepaisaje?Selodio.Selodio.»Repitiólaspalabraslentamente,comoparasímismo,ydeprontocerró

losojos.Unamomentáneamuecaalterósurostro,yobservécómounadesusmanosagarrabalassábanasconfuerza.Penséqueibaarecaerensudolenciayleroguéquenocontinuarahablando.Abriólosojosmientrasselodecía,losvolvióafijar,escrutadores,enArthur,yconvozlentayclaradijo:

»—Ustedlaquiereyellalequiere.Elobstáculodelhombrepobrepuededesaparecerdesucamino.¿Quiénosaríaafirmar,afindecuentas,queellanovaaentregarseaustedcomoleentregósudibujo?—YantesdequeeljovenHollidayatinasearesponder,memiróyañadióenunmurmullo—:Veamosahoraesaprescripción.

»Apartirdeentonces,aunquehablóotrasvecesconArthur,novolvióamirarlo.Cuandoyohubeescrito laprescripción, la examinó, la aprobó,y acontinuaciónnossorprendióalosdosdeseándonosbuenasnoches.Meofrecía quedarme junto a él, pero sacudió negativamente la cabeza. Arthur seofreció también a quedarse y respondió brevemente: “No”, con el rostrovuelto.Insistíenquealguiendebíapermanecerasuladoparavigilarlo.Cediócuandocomprendióqueyoestabarealmentedecidido,ydijoqueaceptaríalosserviciosdelcamarerodelahostería.

»—Muchas gracias a ambos —añadió en el momento en que noslevantábamos paramarcharnos—. Tengo que pedirle un último favor; no austed,doctor,puesconfíoenquemantendrásusecretoprofesional,perosíalseñorHolliday.—Sus ojos,mientras hablaba, continuaban fijos enmí y niunasolavezmiraronaArthur—.SuplicoalseñorHollidayquenomencioneanadie,ymuchomenosasupadre, lossucesosquehanocurridoaquíylaspalabras que se han pronunciado en esta habitación. Le insto a que meentierre en su memoria como si, por lo que respecta a él, me hubieranenterradoenmitumba.Nomeesposibleexplicarlasrazonesdeestapeticiónespecial.Sólopuedorogarlequemelaconceda.

»Le tembló la voz por primera vez, y ocultó el rostro en la almohada.Arthur,completamenteconfundido,se loprometió. Inmediatamentedespués

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me llevé al joven Holliday a casa de mi amigo, resuelto a regresar por lamañanaalahosteríayvisitardenuevoalestudiantedemedicinaantesdequepartiese.

»Volví,enefecto,alahosteríaalasochodelamañana,absteniéndomededespertar a Arthur, quien se reponía de la excitación de la noche anteriordurmiendoenunodelossofásdemicolega.Mehabíaasaltadounasospecha,tan pronto comome quedé solo enmi cuarto, queme indujo a decidir queHolliday y el forastero cuya vida había salvado no debían, mientras yopudiera evitarlo, volver a encontrarse. He aludido anteriormente a ciertasinformacionesychismorreos,queyoconocía,referentesalpasadodelpadredeArthur.Mientrasreflexionabaenmicamasobreloquehabíaocurridoenla hostería—la alteración del pulso del estudiante cuando oyó el apellidoHolliday,lasemejanzaenlaexpresiónqueyohabíadescubiertoensurostroyeldeArthur,elénfasisquehabíapuestoenlaspalabras“mipropiohermano”y el incomprensible reconocimiento de su propia ilegitimidad—, lainformacióndelaquedisponíaacudiódeprontoamimemoriayconrapidezseencadenóalhilodemis reflexionesprevias.Algoenmi interior susurró:“Esmejorqueesosdosjóvenesnovuelvanaencontrarse”.Esopenséantesdedormirme; eso pensé cuando desperté, y por ello, como digo, fui solo a lahosteríaalamañanasiguiente.

»Pero perdí mi única ocasión de ver de nuevo a mi anónimo paciente.Cuandopreguntéporélhacíaunahoraquesehabíamarchado.

»HastaaquíhecontadotodoloqueséacercadelhombreaquiendevolvíalavidaenaquellahabitacióndedoscamasdelahosteríadeDoncaster.Loqueme dispongo a añadir ahora es fruto de inferencias y conjeturas y noconstituye,estrictamentehablando,unaverdadirrefutable.

»Debo decir, primero, que el estudiante de medicina resultó extraña eimprevisiblemente lúcido al predecir queArthurHolliday se casaría con lajovendamaquelehabíadadolaacuarela.Estematrimoniosecelebrócercadeunañodespuésdelossucesosqueacaboderelatar.Laparejafueavivirenlavecindad,dondeyohabíaestablecidoentoncesmiconsultorio.Asistía laboda, y me sorprendió que Arthur se mostrara singularmente reservadoconmigo,lomismoantesquedespuésdecasarse.Sóloaludióaellounavez,cuandonosquedamossolos.Medijoque,enaquellaocasión,suesposahabíahechotodoloqueeldeberyelhonorexigíandeella,yqueelnoviazgopreviosehabía rotocon laplenaaprobacióndesuspadres.Nunca leoímencionar

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nadamás al respecto.Durante tres años, él y su esposavivieron felices.Alfinalizar este periodo, la señoraHolliday padeció los primeros síntomas deuna grave y larga enfermedad, persistente y sin esperanza.Yo la atendí entodomomento.Habíamossidograndesamigos,ynuestrarelaciónseestrechóaún más cuando enfermó. Mantuve con ella largas e interesantesconversaciones, en los periodos enque su padecimiento eramenor.Unadeellas me parece oportuno resumirla aquí, dejándole a usted que saque suspropiasconclusiones.

»Fuepocoantesdequemuriera.Lavisitéunatarde,comodecostumbre,y la encontré sola, con una expresión en los ojos queme indicó que habíaestadollorando.Alprincipiomedijosóloquehabíapasadoporunaprofundadepresión;pero,pocoapoco,sevolviómáscomunicativaymeconfesóquehabíaestadoreleyendoviejascartasque,antesdeconoceraArthur,lehabíaescrito un hombre al que había estado prometida. Le pregunté por qué serompióelcompromiso.Ellarepusoquenoserompió,sinoqueseextinguióde formamisteriosa.Lapersonaconquienestabacomprometida (suprimeramor,lollamaba)erasumamentepobreynoexistíanperspectivasinmediatasde boda. Él quería ser médico como yo y se trasladó al extranjero paraestudiar.Seescribieronregularmente,hastaelmomentoenque,segúnella,élregresó a Inglaterra. A partir de entonces ya no supo más de él. Era unhombredetemperamentoinquietoysensitivo,yellatemióquepudierahaberhecho o dicho algo que lo hubiese ofendido. Fuera lo que fuese, él nuncavolvió a escribirle; así que, tras esperar un año, ella se casó con Arthur.Preguntécuándohabíaempezadoel extrañamiento,ydescubríque laépocaenquedejódefinitivamentedetenernoticiasdesuprimeramorcorrespondíaexactamente a las fechas en que yo atendí a mi misterioso paciente de lahosteríadeLosDosPetirrojos.

»Quincedías después de esta conversación, ellamurió.Con el pasodeltiempo, Arthur volvió a casarse. En los últimos años, ha vividoprincipalmenteenLondresylehevistomuypocoonada.

»Pasómuchísimotiempoantesdequeyopudieseextraerunaconclusióndeestafragmentadahistoria.Einclusocuandolecuenteestaúltimaetapa,lopocoque tengoquedecir no acaparará su atenciónmásqueunos instantes.Seis o siete años atrás, el caballero que le he presentado en esta habitaciónacudió a mí, con buenas recomendaciones profesionales, para ocupar elpuesto de asistente mío. Nos encontramos, no como extraños, sino comoamigos;laúnicadiferenciaentrenosotrosfuequeyotuveunagransorpresaalverlo,mientrasqueélnopareciósorprenderseenabsolutoalvermeamí.Si

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fueramihijo,omihermano,creoquenomequerríamásdeloquemequiere;sinembargo,jamásdesdequeestáaquísehapermitidolamenorconfidenciaapropósitode suvidapasada.Laprimeravezquenosvimosadvertí en surostroalgoquemeresultabafamiliar,ynoobstanteeratambiénalgoque,almismo tiempo, sugería la idea de un cambio. Una vez se me pasó por lacabeza que mi paciente de la hostería podía ser un hijo natural del señorHolliday; y que, además, podía ser el hombre que estuvo prometido a laprimeraesposadeArthur.YaúnmeaferroalaideadequeelseñorLorneselúnicohombreenInglaterraque,siquisiera,podríaaclararmeesosdospuntosdudosos.Sucabello,hoyendía,noesnegro,ysusojossonmásopacosquelos ojos penetrantes que recuerdo, pero, pese a todo, se parece mucho alanónimoestudiantedemedicinademisañosdejuventud;separecemuchoaél.

»Yaveces,cuandoregresoahoras tardíasy leencuentrodormido,y ledespierto,diríaqueeselmismísimoforasterodeDoncasterenderezándoseenlacamaaquellamemorablenoche.

El doctor hizo una pausa. El señor Goodchild, que hasta entonces habíaseguido cada palabra que salía de sus labios, se inclinó ansiosamente haciadelante para preguntarle algo. Pero antes de que lo hiciera se levantó laaldabilla de la puerta, sin que un rumor de pasos al otro lado hubieseanunciado la proximidad de alguien. Una mano blanca, larga y huesudaapareció por la abertura, empujando suavemente la puerta, cuyo libremovimientosobrelosgoznesfueentorpecidoporunaarrugadelaalfombra.

—¡Esa mano! ¡Mire esa mano, doctor! —dijo el señor Goodchild,tocándolo.

ElmédicomiróalseñorGoodchild,ylemurmurócongravedad:—¡Silencio!Haregresado.

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Capítulo3

LamencióndelascarrerasdeDoncasterquehizoelmédicodeCumberlandinspiró al señor Francis Goodchild la idea de acercarse a Doncaster paraasistiraellas.PuestoqueDoncasterestababastantelejosymuyapartadodela ruta de los aprendices holgazanes (suponiendo que algo pudiera estarapartadodesuruta,yaquenoteníanruta),laconsecuenciainmediatafuequeFrancis consideróquedurante la semanade las carrerasDoncaster sería,detodaslasindolenciasposibles,laúnicaquelesatisfaríaporcompleto.

Thomas,conunaholgazaneríaautoimpuestaquereforzabasu indolencianatural, no compartía esa opinión.Objetó que un hombre obligado a yacerbocaarriba,fueraenelsuelo,enunsofá,enunamesa,enunahileradesillas,oencualquiersuperficiequesirvieseparatendersebocaarriba,noestabaencondiciones para asistir a las carreras, y que no deseaba nada mejor quecontinuar tendido donde ahora se hallaba, deleitándose en contemplar lasmoscas del techo. Sin embargo, Francis Goodchild, que había estadopaseandojuntoasucompañeroporunrecorridodedocemillasdurantedosdías,yqueempezabaadudardesilavidalehabríareservadolaposibilidaddeholgazanear,nosóloimpusosuobjeción,sinoqueimpusoaThomasIdleel plan que se había trazado (otra inspiración ociosa), que consistía entrasladaralcitadoThomasalaorilladelmarysumergirsupiernalesionadaenunacorrientedeaguasalada.

Precipitándosedecabezaensudichosoplan,elseñorGoodchildconsultóinmediatamente el mapa del condado y descubrió con ardor que la másdeliciosaporcióndecostaqueunopodíaencontrardentrodelosconfinesdeInglaterra, Irlanda, Escocia, Gales, la Isla de Man y las Islas del Canal,sumadastodas,estabaenAllonby,enlapropiaCumberland.FrenteaAllonbyseencontrabalacostadeEscocia,dijoelseñorGoodchildconentusiasmo;enaquella costa escocesa había una bonita montaña escocesa: a través delglorioso canal se veían brillar luces escocesas, y en la misma Allonbyabundaban los más diversos lujos de una vida sedentaria (de eso no cabíaduda)conqueunbalneariomarítimopodíaalegrarelcorazóndeunhombre

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indolente.Porañadidura,dijoelseñorGoodchildconeldedoapoyadoenelmapa,aquelexquisitoretirosecomunicabamedianteunabuenacarreteraconlaestacióndeferrocarrildeunlugarllamadoAspatria,nombreque,enciertomodo,aludíaalasperdidasgloriasdeGreciayqueibaasociadoaunadelasmás atractivas y famosas mujeres helenas. El señor Goodchild continuóexhibiendo una ristra de aficiones clásicas y de elocuencia extremadamentefastidiosa para el señor Idle, hasta que resultó que, según la honorablepronunciación inglesa de aquella comarca de Cumberland, Aspatria secontraía en «Spatter»[3]. Tras este descubrimiento adicional, el señorGoodchildnovolvióahablardeltema.

Camino de Spatter, al inválido Idle se lo acarreó, alzó, empujó, trajinó,embaló,metióy sacódecarruajes,metióy sacódecamas,metióy sacódetabernasycantinas,hastaqueseencontróaspirandoelolordelmar.Yheaquía los aprendices avanzando galantemente en dirección a Allonby en uncalesín,dispuestosainstalarseenaquelapaciblevallemarítimohastaquelaajetreadatemporadadeDoncastergiraseensurueda,siguiendoelturnodelasqueenlacrónicadeportivasellaman«Competicionesdelmes».

—¿SeveyaAllonby?—preguntóThomasIdle.—Yoaúnnoloveo—respondióFrancis,mirandoporlaventanilla.—Tienequeestarahí—dijoThomasIdle.—Yonoloveo—insistióFrancis.—Tienequeestarahí—repitióThomasIdle,malhumorado.—¡El Señor me bendiga!—exclamó Francis, retirando la cabeza de la

ventanilla—.¡Supongoqueesesto!—Unbalneario—replicóThomas Idle, con ladisculpable acrituddeun

inválido— no pueden ser cinco caballeros con sombrero de paja, enformaciónaunladodeunapuerta,ycuatroseñorasconsombreroyvelo,enformaciónalotrolado,ytresgansosenunarroyuelosuciodelantedeellos,ylaspiernasdeunchicocolgandodelpretildeunpuente (conelcuerpo,meimagino,enel ladocontrariodelpretil),yunborricoque sealeja. ¿Dequéestáshablando?

—Allonby,caballeros—dijoentonceslamásacogedoradelashosteleras,abriendolaportezueladelcalesín.

—Allonby, caballeros—dijo asimismo elmás atento de los hosteleros,mientrasabríalaotraportezuela.

ThomasIdlecediósubrazoaldiestroGoodchildyseapeódelvehículo.Apenas era capaz de andar renqueando, en lamentables condiciones y conayudade dos gruesos bastones; pero encarnababastante bien la imagendel

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comodoro Trunnion o de uno de los muchos gallardos almirantes delescenarioteatral,quienesposeencuantiosasfortunas,padecengota,caminanconrobustosbastonesytienenaccesosdeira,ademásdepupilosysobrinas.Envueltoenestadistinguidaapariencianaval,Thomasavanzóalamaneradeun cangrejo por una pequeña y limpia escalera hasta una pequeña y limpiahabitacióndemamparas,dondecuidadosamentesedepositóasímismoenunsofá, agarrado a un bastón con cada mano y mostrando un aspectoextremadamentesombrío.

—Francis—dijoThomasIdle—,¿quéopinasdeestelugar?—Creo—respondióelseñorGoodchild,radiante—quetienetodoloque

esperábamos.—¡Ajá!—exclamóThomasIdle.—Allíestáelmar—anuncióelseñorGoodchild,señalandolaventana—,

yaquí—señalandoelalmuerzodispuestosobrelamesa—estánlasgambas.Vamos—elseñorGoodchildmiróporlaventana,comosibuscasealgomás,peroenseguidadesplazólamiradahaciaalinterior—,vamosacomérnoslas.

Unavezquehubieroncomido lasgambasyencargado lacena, el señorGoodchildsalióaexplorarelbalneario.Asumiendoelpapeldelcoroenunatragediagriega,sinelcualThomasnosehubieseenteradodenada,regresabadevezencuandoparadarlasexplicacionespertinentes.

Endefinitiva,eraellugarmásdeliciosoquehabíavistojamás.—Pero¿dóndeestá?—preguntóThomasIdle.—Puesestá,comosueledecirse,playaarribayplayaabajo,acáyallá—

dijoelseñorGoodchild,moviendoexpresivamentelamano.—Continúa—leinstóThomasIdle.Era,siguiódiciendoelseñorGoodchild,debidamenteinterrogado,loque

podría llamarse un sitio primitivo. ¿Grande? No, no era grande. ¿Quiénesperabaquefueragrande?¿Forma?¡Vayapregunta!No tenía forma.¿Quéclase de calles? Pues no había calles. ¿Comercios? Naturalmente que sí(bastanteindignado).¿Cuántos?¿Quiénvaaunsitioacontarloscomercios?Varios. ¿Seis? Quizá. ¿Una biblioteca? ¡Vaya, por supuesto! (otra vezindignado). ¿Una buena colección de libros? Probablemente, no puedoasegurarlo,sólohevistolasescaleras.¿Algúnsalóndelectura?Naturalmente,hayunsalóndelectura.¿Dónde?¡Dónde!Bueno,porallí.¿Dóndeesporallí?¡Puesallí!SielseñorIdlehubieraestadoencondicionesdeecharunamiradaaciertafranjade terrenobaldíosituadaporencimade lamarcade lamareaalta, sembradadepiedrasymalashierbas,habríavistounaespeciedehenilalargado,deladrillo,ruinoso,contiguoaunadependenciatambiéndeladrillo

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y también ruinosa, un henil al que se accedía por una escalera exterior.Aquelloeraelsalóndelectura,ysialseñorIdlenolegustabalaideadequela lanzadera de un telar funcionase en los bajos de un salón de lectura, eraasunto suyo. Él no iba a dictar, suponía el señor Goodchild (nuevamenteindignado),lasleyesdelacomunidad.

—Apropósito—observóThomasIdle—,¿ylacomunidad?¡Bien!(elseñorGoodchildcontinuóinformando),unagentilcomunidad.

¿Dóndeestaba? ¡Ah!,estabaporallí.El señor Idlepodríaver,esperaba, lascopasdesussombreros.¿Otravezaquellosnuevesombrerosdepaja,cincocaballerosycuatrodamas?Sí,pordescontado.ElseñorGoodchildcreíaquenoeradeesperarquelacomunidadsetocaseconyelmosparacomplaceralseñorIdle.

ElseñorGoodchild,despuésdehaberrecuperadoeltemple,informóporiniciativapropiaquesiunoqueríaserprimitivo,allípodíaserprimitivo,ysiqueríaserindolente,allípodíaserindolente.Endíassucesivosañadióqueenel lugar había tres botes de pesca, pero ningún aparejo, y que igualmentehabíanumerosospescadoresquenuncapescaban,queseganabanlavidasólocontemplando el océano. El tipo de alimento que de esa contemplaciónobteníanparaconservar las fuerzas,élnosabríadefinirlo,perodeducíaquepodía tratarsedeunaespeciede iodina.El lugarseencontraba invadidoporsus hijos, quienes estaban siempre colgados cabeza abajo en lasconstrucciones públicas (dos pequeños puentes sobre el arroyo), siemprelesionándose a sí mismos o unos a otros, de manera que sus lamentosproducíanunruidocontinuadomásintensoqueelquesehabríaescuchadoenuna población ajetreada.Las casas donde se alojaba la gente no estaban enninguna parte en concreto y se hallaban en perfecta concordancia con laplaya: más o menos agrietadas y deterioradas, como sus conchas, y todasvacías,lomismoqueéstas.Entreellashabíaunedificiodeshabitado,conlasventanas tapiadas, que miraba desesperadamente hacia Escocia como sipidieraauxilio,yquesegúnse indicabaeraunbazar (quien lo indicódebíasaberlo), y en el cual se podía comprar todo cuanto uno necesitase;suponiendoqueloqueunonecesitaranofuesemásqueunapequeñabanquetadeplayaounacarretilladejuguete.Elarroyosedeslizabaosaltabaentrelascasasyelmar,yelborricoestabasiemprecorriendo,ycuandoseacercabaalarroyoeraahuyentadoapedradas.Pero laspiedrasno ledabannuncay,encambio, solíandaraalgunosde losniñosquecolgabancabezaabajoen lasconstrucciones públicas, con lo que sus lamentos se volvían más

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escandalosos. Aquel borrico era la diversión popular de Allonby yprobablementesumanutencióncorríaacargodelerariopúblico.

Las precedentes descripciones, suministradas en varias dosis y en díasseparadosdeaventuradosdescubrimientos,lasconcluíaporseparadoelseñorGoodchildalmirarporlaventana,volviendoamiraralinterior,ydiciendo:

—Peroallíestáelmaryaquíestánlasgambas.Vamosacomerlas.Había enAllonby hermosas puestas de sol, cuando la playa baja y lisa,

consuscharcosdeaguaysusparchessecos,setransformabaenlargasbarrasde plata y oro en diversos estadios de incandescencia; y se gozaba demagníficasvistas(endíasclaros)delacostadeEscocia.Sinembargo,cuandollovía,Allonbyserecogíabajosunaturalezaandrajosayseconvertíaenunaclase de sitio que el borrico parecía haber descubierto, de ahí que no lefaltaran buenas razones para salir corriendo, desbocado. Thomas Idle sepercató también de que el señor Goodchild, en una noble demostración dedesinterés,estabacadadíamásdispuestoacaminarhastaMaryportyvolver,arecogerydespacharlacorrespondencia;ylamentedeThomascomenzóasospechar que su amigo le engañaba y Maryport era un lugar claramentepreferible.

En consecuencia, Thomas le dijo a Francis, un día en que ya habíanmiradoelmarycomidolasgambas:

—Goodchild, desconfío de que tú vayas aMaryport, como el niño delcuento,parapedirleaesepuebloqueharaganeecontigo.

—Juzga entonces—replicó Francis, adoptando el estilo de un libro decuentos—conquééxito.VoyaunalocalidadqueesunaporcióndellitoraldeBristol,conunapizcadeWapping,uncondimentodeWolverhamptonyunaderezodePortsmouth,yledigo:«¿Quieresveniraholgazanearconmigo?».Yme responde: «No, porque soy excesivamente brumosa, y excesivamentemohosa, y excesivamente sombría y, en conjunto, excesivamente sucia; yporque tengo buques que cargar, alquitrán y brea que hervir, hierro quemartillar,vaporqueproducir,humoque levantar,piedraqueextraeryotrascincuenta cosas desagradables que hacer, así que no puedo holgazanearcontigo». A continuación, me dirijo a las calles adoquinadas que suben ybajanporlacolina,yenunmomentoestoyenunapastelería,yalmomentosiguiente en un salvaje escenario de marjales y ciénagas, más allá de losconfinesdelacivilización,yalaslúgubrescallescubiertasdepolvonegrolesdigo:«¿Queréisvosotrasveniraholgazanearconmigo?».Alocualreplican:«No, ciertamente, no podemos, porque no tenemos ánimo y nos hasobresaltado el eco de tus pasos sobre el pavimento, y tenemos en los

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escaparatesdenuestras tiendas tantos artículosquenadiequiere, y tenemostantoquehacerparaunpúblicolimitadoquenuncaviene,quenossentimostodasdemalhumoreincapacesdedivertirnosconnadie».Asíquevoyalaestafeta de correos, y golpeo la ventanilla y le digo al encargado: «¿Quiereustedvenir a holgazanear conmigo?».Yélme contesta: «No, realmentenopuedo,puesvivo,comoustedve,enunaestafetadecorreostanpequeñaymiexistencia transcurre detrás de una ventanilla tan angosta que mi mano,cuandolasaco,escomolamanodeungiganteentrandoporlaventanadelacasitadeun enanoenuna feria, yyo soyunmero anacoretade estafetadecorreosenunaceldaabrumadoramentepequeña,ynopuedosalir,ynopodríavolveraentrar,yno tengoespaciodondeholgazanearaunquequisiera».Demodoqueelchico—dijoelseñorGoodchildconcluyendoelrelato—regresa,peseatodo,conlacorrespondenciayenadelantevivefeliz.

Pero ¿no podría uno preguntarse, sin que le faltaran motivos (mientrasFrancis Goodchild vagaba de acá para allá, almacenando en su memoriacontinuasobservacionessobrepersonasycosasycreyendosinceramentequeeralacriaturamásperezosaquejamásexistiera),dequémodoThomasIdle,tullidoyconfinadoenlacasa,selasingeniabaparapasarlashorasdeldía?

Tendido en el sofá, Thomas no hacía el menor intento para pasar lashoras, sino que dejaba pasivamente que las horas pasaran por él. Otroshombressehabríaninterrogadoansiosamentesobresusperspectivasfuturas;Thomassoñabaociosamenteconsuvidapasada.Loúnicoquehizo,comolamayoría de las personas hubiera hecho en su lugar, fue proponerse realizaralgunoscambiosymejorasensuformadevivir,tanprontocomolosefectosdelinfortunioquedaranatrás.Recordandoqueelcursodesuvidahabíafluidohasta entonces en una apacible corriente de ociosidad, alteradaocasionalmente en su superficieporun ligero remolinodeocupaciones, susactualesideassobrelareformadesímismonoleinclinaban—comoellectorpodría imaginarse— a proyectar planes para una nueva existencia deiniciativas y esfuerzos, sino, al contrario, a resolver que, si dependía de él,jamásvolveríaatrabajarniaocuparseennadadurantetodoloquelequedabadevida.

Debe reconocérsele al señor Idle que su mente llegó a esta peculiarconclusión en distintos y lógicamente predecibles terrenos. Tras revisargustoso,yconreiteradosynecesariosintervalosdereposo,latrayectoriamásbien plácida de su pasada existencia, descubrió que todos los grandesdesastres que habían puesto a prueba su paciencia y su ecuanimidad sedesencadenaron porque consintió en imitar algunosmodelos perniciosos de

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actividadydiligenciaqueotroslehabíanmostrado.Laspruebasalasquesealudeacontinuaciónfuerontres,ypuedenresumirseasí:primera,eldesastrede ser un muchacho rechazado y poco popular en la escuela; segunda, eldesastre de caer seriamente enfermo; tercera, el desastre de haber trabadoconocimientoconungranpelmazo.

ElprimerdesastreseproducedespuésdehabergozadoThomasdeunosañosdichosos,comounestudiante indolenteypopular.Envísperasdeunasnavidades, un compañero que siempre le había gustado y en quien siemprehabía confiado le incitó con sumal ejemplo a que, dejando de ser fiel a símismo,compitieraporunpremioenlosexámenesparciales,paraloscualesfaltabapoco.Lointentóyobtuvoelpremio;cómoloconsiguiófuealgoquenocomprendiómuybienenaquelmomentoyqueahorayanorecuerda.Sinembargo,tanprontocomoelpremio—queeraunlibro(Reflexionesmoralesalosjóvenessobreelvalordeltiempo)—llegóasusmanos,comenzaronlosproblemasdesuvida.Loschicosholgazanesseapartarondeélportraidoralacausa;loschicosaplicadosloevitabancomosideunintrusopeligrososetratara;yunodeellos,queenocasionesanterioreshabíaganadosiempreelpremio, expresó el justo resentimiento ante la pérdida de sus privilegiosconvocandoaThomasenelpatioderecreoparapropinarleallílaprimerayauténtica paliza que recibiera en su vida.Apartir de aquelmomentoya nogozódepopularidadninguna.Comolosvencidos,quenopertenecenaningúnbando y son rechazados por todos, el joven Idle pronto perdió tambiénprestigio entre sus profesores, igual que lo había perdido entre suscondiscípulos. Se había jugado la asentada reputación de ser el únicomiembroholgazánde lacomunidad juvenilaquienresultaba inútilcastigar.Nuncamásoiríaaljefedeestudiosreprenderaunchicoaplicadoquehubieracometidounafaltaconestaspalabras:«HabríaesperadoestodeThomasIdle,peroesinexcusableenusted,señor,quesabebienloquehace».Nuncamás,después de ganar aquel fatídico premio, escapó a la horrible palmetavengativaydemásmétodoscorrectivos.Apartirdeentonces, losprofesoreslohicierontrabajarylosalumnosnolodejaronjugar.Apartirdeentonces,suposiciónsocialdecayóinexorablemente,ysuvidaenlaescuelaseconvirtióenunaonerosacarga.

Algo parecido ocurrió con el segundo desastre. Mientras fue perezoso,Thomas era unmodelo de salud. Su primer intento de ejercicio físico y suprimera enfermedad grave tuvieron una íntima relación de causa y efecto.Pocodespuésdedejarlaescuela,acompañóaungrupodeamigosauncampode críquet, en sunatural y adecuada calidadde espectador.En el campo se

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percatarondequeelnúmerodejugadoreseraincompleto,yelcomplacienteThomasfuepersuadidoparacubrirelpuestoquefaltaba.Enundeterminadomomentoledespertarondesuapaciblesiestaenunlechodehierbasecaylesituarondelantedetreswicketsconunbateenlamano.Frenteaél,detrásdeotros tres wickets, se encontraba uno de sus amigos íntimos, ocupando laposición(segúnleinformaron)delanzador.Noexistenpalabrasparadescribirel horror y el asombro del señor Idle cuando vio que aquel joven (enocasionesnormaleselmásplácidoypacíficode los sereshumanos) fruncíasúbitamentelascejas,comprimíaloslabios,adquiríaelaspectodeunsalvajeenfurecido, cogía carrerilla y arrojaba con todas sus fuerzas una pelotadetestablementeduradirectamentecontra laspiernasdeThomas.Espoleadopor el instinto de autoprotección a desarrollar una actividad corporalsobrenatural y una extraordinaria agudeza de vista, el señor Idle procuró,saltandohábilmenteaun ladoyutilizandosubate(peseaserridículamenteestrecho para este propósito) amanera de escudo, poner su vida a salvo ypreservar la integridad de sus miembros del vil ataque que contra ellos sehabía desatado y dejar que toda la fuerza del mortífero proyectil golpeasecontraelwicketenlugardecontrasupierna,yponerfinasíalasentradas,porlo que a su equipo concernía, quedando inmediatamente fuera de juego.Satisfechodehabersepuestoasalvo,sedisponíaaregresarallechodehierbasecacuandofueperentoriamentedetenidoyseledijoqueletocababatearalotro equipo y que a él le correspondía ser defensa. Su concepción delcomplejoarteydelmisteriode lacazade lapelotapuederesumirseen tressabias palabras que él se aplicó a sí mismo en aquellas circunstancias deprueba:evita lapelota.Reconfortadoporeste sensatoy saludableprincipio,tomósupropiavía,tanajenaalridículocomoalosagravios.Cadavezquelapelota se acercaba, pensaba en sus canillas y se quitaba del medioinmediatamente. Las voces de «¡Atrápala!», «¡Párala!», «¡Tírala!» pasabanpor su lado como soplos de brisa que procuraba ignorar. Se agachaba pordebajodelapelota,saltabaporencimadeella,laesquivabaporunladooporotro. Ni una sola vez a lo largo de los turnos de ataque y defensa seencontraronélylapelotaenunasituaciónquepudieracalificarsedeíntima.LasorprendenteactividadfísicaquenecesariamenteserequeríaparaobteneresteresultadoinundóaThomasIdle,porprimeravezensuvida,desudor.Lasudoración,debidoasufaltadeactividadcorporal,seinterrumpióderepente;aellosiguióelinevitableenfriamiento;yéste,asuvez,acabóconlafiebre.Porprimeravezdesdequevinoalmundo,elseñorIdleseencontrópostradoen una cama durante varias semanas, devastado y rendido por una larga

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enfermedad cuya única causa había sido su propio y desastroso esfuerzomuscular.

La tercera ocasión en que Thomas halló razones para reprocharseamargamenteelerrordehaberpretendidoseractivoestuvorelacionadaconlaelección de su objetivo en la vida. Dado que la Iglesia no le interesaba,seleccionóadecuadamente la segundamejorprofesióna laqueunholgazánpodía dedicarse en Inglaterra: la abogacía. En tiempos recientes, lasinstituciones jurídicashan abandonado losbuenosprincipios tradicionalesyexigen a los aspirantes a letrado que acrediten ciertos estudios, pero en laépocadelseñorIdlenoexistíatalinnovación.Alosjóvenesqueaspirabanalhonorabletítulodeabogadonoselespedía,muyacertadamenteporotrolado,queaprendiesennadarelacionadoconlaley,sinosóloqueasistieranaciertonúmerodecenasenelcomedordesucolegioyquepagaranunadeterminadasumadedinero; e ingresaban en laprofesión tanpronto comogarantizabanquehabían cumplido tan delicados requerimientos.NuncaThomas se habíarelacionado en tan armonioso concierto con sus mayores y superiores quecuandosecalificabaasímismoconelfindeseradmitidoentrelosabogadosen ejercicio de su país natal. Nunca experimentó con mayor intensidad elsentimientodeauténticaholgazaneríaquetransmitíalaserenamajestaddelainstituciónqueaqueldíamemorableenque fue llamadoante los tribunales,trashaberseabstenidoescrupulosamentedeabrirsuslibrosdeleyesduranteelperiododeprueba,comonofueraparadormirsesobreellos.Era incapazdeentendercómopudocaerdenuevoenlatentacióndelavidaactiva,aunquefueraporpocotiempo,habiendosaboreadotanintensamentelasmielesdelaindolencia.Losamablesdecanoshicieroncuantopudieronparademostrarlelainsensatez de esforzarse. Escribieron por él los ejercicios de examen, y nisiquieraselesocurrióquelosleyesecuandoestuvieronescritos.Loinvitaron,junto a otros siete espíritus selectos tan holgazanes como él, a acudir y seradmitido en la profesión,mientras ellos despachaban la fruta y el vino delfinal de una cena.Lepusieron en la boca los juramentos de fidelidady lasterriblesdenunciasoficialesdelPapayelPretendientecontantagentilezaqueapenas supo cómo aquellas palabras habían llegado a sus labios. Dieroncuidadosamentelavueltaalassillasentornoalamesaysiguieronsentados,examinandoalosjóvenesabogadosconlasbotellasasusespaldas,enlugarde ponerse en pie o tomarse un receso para escuchar la lectura de losejercicios.YcuandoelseñorIdleylossieteindolentesneófitos,dispuestosenorden, como una clase, y apoyados contra un tabique, empezaronsucesivamente a leer los ejercicios que no habían escrito, incluso entonces,

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cada decano, fiel al gran principio de holgazanería que regía todo elprocedimiento,interrumpióacadaneófitoantesdequehubieraterminadolaprimera línea, lo saludó con una reverencia y le dijo educadamente que apartirdeaquelmomentoeraunabogadoenejercicio.Laceremoniaseredujoaesto.Fueseguidaporunalmuerzosocialyporlaaportación,deacuerdoconuna antigua costumbre, de una libra de dulces y una botella de vino deMadeira, ofrecidos en calidad de necesario refrigerio por cada agradecidoneófitoacadabenevolentedecano.Puedeparecer inconcebiblequeThomasolvidase algún día el gran principio de la vagancia que consagraba unaceremoniadeaquellaenvergadura;peroescierto, sinembargo,quealgunosestudiantesproclivesa la intrigaydehábitos laboriosos lodescubrieron, seaprovecharontambiéndesucaráctercomplaciente,lepersuadierondequeeraun descrédito para un abogado no saber absolutamente nada de leyes y loindujeron, con sus malos ejemplos, a incorporarse al bufete de un letrado,donderecuperaríaeltiempoperdidoyseprepararíarealmenteparalaprácticadesuprofesión.Trasdossemanasdeengañarseasímismo,lavendacayódesus ojos: retomó su temperamento natural y cerró los libros. Pero laretribución negativa que hasta entonces habían reportado siempre suspequeños y casuales errores con respecto a la ociosidad se hizo tambiénpatente.Thomaspudoescapardelbufetedel letrado,peronoescapódeunode los pupilos, que le había tomado afecto; un discípulo serio, enjuto, alto,durotrabajador,polemista,conideaspropiassobrelareformadelaLeydelaPropiedadInmobiliariayquehabíasidoelflagelodelaexistenciadelseñorIdledesdeelfatídicodíaenquecayóenlatrampadeconsagrarsealestudiode las leyes.Antes de ello, sus amigos eran holgazanes sociables como él.Después,lapesadilladetratarconunjovenquetrabajabaduroformópartedesuvida.Ahora, fueradonde fuese,nuncapodíaafirmarqueelaltoyenjutopupilono estaría esperándolo afectuosamente a la vueltade la esquinaparaexplicarle unas cuantas cosas más a propósito de la Ley de la PropiedadInmobiliaria.Noobstante,pormuchoquesufriesebajoaquellatorturanuncasequejó,puesrecordaríasiempre,coninfructuosoarrepentimiento,queteníaqueagradecerasupropiaydisparatadaocupaciónelhaberseenfrentadoporprimeravezalagrancalamidadsocialdeconoceraunpelmazo.

Estos acontecimientos de su vida pasada, con las graves consecuenciasque comportaron, desfilaban ahora perezosamente por lamente de ThomasIdlemientrasyacíarecostadoenelsofá,solo,enAllonbyoencualquierparte,soñando,mientrassucolegadeaprendizajeseentregaba,depuertasafuera,asuspropiasactividades.Recordandola leccióndeholgazaneríaqueaquellos

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desastrespretéritoslehabíanenseñado,yteniendomuypresentetambiénquela invalidezde supierna sedebía al esfuerzodehaber subidounamontañacuandodebióhaberreparadoenquelaactitudadecuadaeradetenersealpiede ella, se aferró, y continuaría aferrándose firmemente en el futuro, a sunuevadecisióndenovolveraseractivonuncamás,bajoningúnpretextoypor todo el tiempoque le quedara de vida.Las consecuencias físicas de suaccidentehan sido relatadas enuncapítulo anterior.Los resultadosmoralesquedanahoraregistrados;yconlaenumeracióndelosmismos,estapartedela presente narración, que trata del Episodio del Tobillo Dislocado, quizápuedadarseyaporterminada.

—¿Cómoproponesquepasemoslatardeylaveladadehoy?—preguntóThomas Idle,alcabodedoso treshorasde lasmencionadas reflexionesenAllonby.

ElseñorGoodchildseencogiódehombros,miróporlaventana,luegoalinteriorydijo,comotantasveces:

—Allíestáelmaryaquílasgambas.¡Vamosacomérnoslas!Pero,enaquelmomento,el sabioborricosehabíadesbocado;nocon la

irresolución de sus carreras anteriores, debido a una escasa firmeza decarácter, sino con un auténtico y vigoroso propósito: sacudirse de crin ycascos el polvo de Allonby y escapar de allí, como si hubiera resueltonoblemente que nunca le atraparían vivo en aquel lugar. A la vista delalentadorespectáculo,queeraobservabledesdesusofá,ThomasIdleestiróelcuelloparapoderpresenciarloconcrecienteembeleso.

—FrancisGoodchild—dijo luego, volviéndosehacia su amigo con airesolemne—,éstaesunapequeñaydeliciosahostería,muybienatendidaporlamás cálida de las hosteleras y el más amable de los hosteleros, pero… ¡elborricotienerazón!

Laspalabras«Allíestáelmar,aquíestán…»temblarondenuevoenloslabiosdeGoodchild,aunquenoibanacompañadasdeningúnsonido.

—Hagamos el equipaje de inmediato —prosiguió Thomas Idle—,paguemos la cuenta y pidamos un calesín, ¡con instrucciones al cochero dequesigaalborrico!

ElseñorGoodchild,quesólonecesitabaqueledieranpieparamostrarlaverdaderanaturalezadesussentimientos,quesehabíaesforzadoenocultar,dioentoncesriendasueltaalaslágrimasyconfesósucreenciadequeundíamásenaquellugarequivaldríaparaélalamuerte.

Así pues, los dos indolentes aprendices siguieron al borrico hasta muyentradalanoche.Sifuecapturadodenuevoporlasautoridadesmunicipaleso

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siaestashorastodavíacorredesbocadoatravésdelReinoUnido,esalgoqueellos ignoran. Confían en que pueda seguir corriendo; y en este caso, susmejoresdeseosloacompañan.

YaenlosconfinesdeCumberland,seleocurrióalseñorIdlequenohabíalugarmás ocioso donde estar, salvo breves intervalos, que una estación deferrocarril.

—Unaestaciónintermediaenunalínea,unaestacióndeempalme,algodeesteestilo—sugirióThomas.

El señor Goodchild aprobó la idea, como excéntrica que era, yprosiguieronelviaje sindescansohasta llegaraunaestacióncomo la antessugerida,dondehabíaunahostería.

—Aquí —dijo Thomas— podemos sentirnos lujuriosamente perezosos.Otras personas viajarán en nuestro lugar, como procede, y nosotros nosreiremosdesulocura.

Era una estación de empalme, donde las navajas de madera, antesmencionadas, afeitaban el aire con frecuencia, y donde la actividad de laaguda campana del telégrafo eléctrico era incansable. Todo tipo de líneasentrecruzadasderaílesacudíanaellazigzagueando,comounacongregaciónde víboras de hierro; y a cierta distancia, en una garita, un guardagujasefectuabaunosmovimientoscontinuosque reproducíanagranescala losdeverter cerveza a presión en elmostrador de una taberna. En una dirección,desdeelandénsedivisabanconfusasperspectivasdecurvasyterraplenes;enlaotra,losraílesprontosedestrababanunosdeotrosparaliberardosvíasquesealejabanpordebajodeunpuentehastadesaparecerrodeandounresaltedelterreno.Habíaallíapartaderos,enlosquevagonesdecargaydetransportedeganado vacíos entrechocaban a menudo como si no pudieran ponerse deacuerdo; y había tinglados, en los que grandes cantidades de mercancíasparecían haber tomado los hábitos (hábitos de tela encerada) y haberseretirado del mundo sin esperanzas de regresar a él. Y había talleres derecuperación; uno para las hambrientas y sedientas locomotorasmecánicas,dondeéstasseaprovisionabandecarbónyagua,ambosdebuenacalidad,nofueraaserqueunamalaalimentaciónafectaraasurendimiento;otroparalashambrientasysedientaslocomotorashumanas,quetomabanloquepodíanycuyo consuelo principal provenía de tres terroríficos samovares o vasos demetalblanco,quenadacontenían,cadaunoformandounantepechoparaunamujerdesafianteyaparentementemuyofendida.

Instalados en esta estación, el señor Thomas Idle y el señor FrancisGoodchild resolvieron disfrutar de ella. Pero sus contrastes resultabanmuy

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violentos,yademáshabíaenellaunaespeciedeinfección.Primero, vayamos a por los contrastes. Sólo existían dos, pero eran

Letargo y Demencia. La estación aparecía, o bien completamenteinconsciente, o bien salvajemente delirante. Durante el día, en estadoinconsciente, uno creía queno iba a haber vida en ella, como si fuera todoherrumbre,polvoycenizas;comosielúltimotrensehubieramarchadoparasiempreynosedespacharanbilletesde regreso;comosi laúltimamáquinahubiera lanzado su último silbido y hubiera estallado.La navaja demaderadaba al aire un torpe afeitado y todo cambiaba. Las cerradas puertas de laoficinaseabríandegolpe,sedesdoblabanpaneles,delasparedesdeladrillobrotaban libros, periódicos, gorras ymantas de viaje, tintineabanmonedas,transportesoprimidospormontonesde equipaje irrumpían en el zaguán, derinconessecretosaparecíanmozos,asícomolastresmujeresmuyofendidas;larelucientecampana,quevivíasolitariaenunabandejitasobreunsoporte,saltabaalamanodeunhombreylanzabaviolentosclamores.Elguardagujas,ensugarita,realizaba,nosinciertadificultad,elgestodeextraercervezadeun barril. ¡Tren descendente!Más cerveza. ¡Tren ascendente!Más cerveza.¡Tren mixto! Más cerveza. ¡Tren de ganado! Más cerveza. ¡Tren demercancías! Ebullición, silbidos, temblores, retumbos, truenos. Trenes enmediodelamarañaderaíles,cruzándoseunosconotros,dándosetopetazosunos a otros, siseándose ruidosamente unos a otros, retrocediendo paraavanzar, perdiéndose en la distancia para aproximarse aún más. Gentefrenética.Exiliadosque intentaban regresarasusvagonesdeorigenperoseveíandesterradosaregionesremotas.Máscervezaymáscampana.Luego,encuestióndeminutos,laestaciónsesumíaenelestuporencuantoelfogonerodel convoy de ganado, el último en partir, se escabullía limpiando la larganarizdesuaceiteraconunpañuelosucio.

Denoche,ensuestadoinconsciente, laestaciónnoeratanvisible.Algoflotandoenelaire,comosiunquímicoemprendedorhubieraestablecidosulaboratorio enuna ramade lamatadehabichuelasde JackMatagigantes[4],era lo único que se distinguía bajo las estrellas. En un momentodesaparecería: una constelación de gas. En otro momento, veinte químicosrivales, en veinte matas de habichuelas rivales, cobrarían vida. Luego sedejaríanverlasFurias,agitandosusespeluznantesantorchasdeacáparaallápor las confusas curvas y terraplenes; y harían oír, además, su algarabía dealaridos y aullidos. Y a continuación la estación se llenaría de trenespalpitantes, como durante el día; con la diferencia considerable de que noserían tan visibles como a la luz del sol, en tanto que en las paredes de

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ladrillo, sobresaliendo entre el gas como los ojos de un hipopótamo, laslocomotoras humanas brillarían con su insolencia, su música barata, unsomier,laondulantehileradeedificiosdondesefabricanlascajasdecaudalesdemarcaregistrada,elcaballerobajolalluviaconsuparaguasgarantizado,ladamaqueregresadelbaileconelinhaladortambiéngarantizado,ademásdetodos los complementos con que se engalana. Y entonces las locomotorashumanas, de arrugada apariencia y ojos cegatos, acometerían en pelotón,encaminándosehacialosmisteriosossamovaresylasmuyofendidasmujeres;mientrasquelaslocomotorasmecánicasescupiríanfuegoyagua,esparciríanabundante vapor y harían que los torpes bueyes —encerrados envagones-jaulaconlascabezasgachas,sacandoespumaporlabocaylosojosenrojecidos, lanzando asustadas miradas al terror que los rodeaba—pareciesen haber estado abrevando en aguas medio heladas que los habíanadornado con carámbanos. A través del mismo vapor se vislumbrarían suscompañerosdeviaje, loscorderos, juntossusblancosrostrosyapartadosdelos barrotes, pero llenando sus intersticios con sus lanas temblorosas.Asimismo,sedistinguiría,agachadoymoviéndoseentrelasruedas,alhombrequeconunmartillogolpea losejesdel rápido trennocturno,unhombredelcuallosbueyestienenunaimpresiónequivocada,queeselmatarifequetardeo temprano acudirá a buscarlos, por lo que losmás cercanos a él tratan deretroceder y ganar espacio para lanzarle una cornada entre los barrotes.Deprontosonarálacampana,yyanovolveráasurgirvaporconunsoplidoyunchillido,losquímicosdelasmatasdehabichuelastendrántrabajo,lasFuriasvindicativasseagitarán,elrápidotrennocturnodesaparecerádelavistayeloído,losotrostrenesquesedesplazanmásdespacioenviarándesdelalejaníaundébilrumormatraqueante,comoeldelosviejosrelojesquesequedansincuerda, la insolenciaylamúsicabaratadesaparecerándelavista, inclusoelsomier irá a parar a su colchón correspondiente, y ya no quedará otra cosavisibleparainterceptarelfríosoplodelvientoquelapropiaestación,oacasoelresplandorenlosraílesdealgúnrelámpagodeotoño.

Encuantoalamencionadainfección,consistíaenlosiguiente:cuandolaestaciónseencontrabaensufasededemencia,alosaprendiceslesresultabaimposibleestarallísinagitarsebajolailusióndequeteníanmuchaprisa.Parael señor Goodchild, cuyo concepto de la indolencia era tan imperfecto,semejante alucinación no resultaba desagradable, y en consecuencia dichocaballerohacíaextraordinariosesfuerzospara rendirseaella,corríaarribayabajoporelandén,dabaempellonesa todoelmundo,daba la impresióndetenerunamisióndealtísima importanciaquecumpliryniunmomentoque

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perder.PeroparaThomasIdleestecontagioresultabataninaceptablequealcuartodíasederrumbóysolicitóeltraslado.

—Enestelugarmeinvadelaespantosasensación—dijoasucompañero—dequetengoalgoquehacer.Sácamedeaquí,Francis.

—¿Adóndetegustaríairahora?—preguntó,complaciente,Goodchild.—HeoídodecirquehayunaexcelentehosteríaantiguaenLancaster,que

se halla en una histórica y hermosamansión; una hostería donde todas lasnoches,despuésde lacena, tesirven tartanupcial—respondióThomasIdle—.Vayamosacomertartanupcialsinporesotenerquecasarnosotratarconalguienqueseencuentreeneseridículotrance.

ElseñorGoodchild,conunsuspirocomodeenamorado,asintió.Partieronde laestaciónconatropelladasprisas(para lascuales,comoesobvio,habíaocasionessobradas),yllegaronalahermosayantiguamansióndeLancasteresamismanoche.

SegúnelseñorGoodchild,sialguienproveyeraalvisitante,asullegadaaLancaster,deunpaloquelepermitieseempujarelladocontrariodelacalleyapartarlo unos cuantos metros, sería mucho mejor para todos. Aunqueproteste contra la exigencia de vivir en una trinchera, obligado a especulartodoeldíasobreloquelagentepodíahacerdetrásdelmisteriosoescaparatedeenfrente—queeraelescaparatedeunestablecimientoalcualcabíamirar,peronoporquemostraseobjetosenventao facilitasealguna informaciónalrespecto—,elseñorGoodchildopinaqueLancasteresunlugaragradable.Unlugar que se halla en mitad de un paraje encantador, un lugar con unmagnífico restodeunviejo castillo, un lugar de adorablespaseos, un lugarqueposeesobriosedificiosantiguos, ricamentedecoradosconviejascaobasdeHonduras,tanoscurecidasporeltiempoqueparecencontenerelreflejodesusvidaspasadas,comosimostraranalvisitante,enlasprofundidadesdesutextura, a través de sucesivos pulimentos, las penas de los infortunadosesclavosqueenotros tiemposgimieronbajo la férulade losmercaderesdeLancaster.YelseñorGoodchildañadequelaspiedrasdeLancasterhablanaveces en murmullos, todavía hoy, de potentados ya fallecidos (sobre cuyagran prosperidad aquellos suntuosos portales se cerraban lúgubrementeinclusoenlosdíasmássoleados),paraquieneslasgananciasdelaesclavitudacabaron por acarrear desgracias, como el dinero del Brujo de Arabia seconvirtieraenhojas, sinquenadabueno surgiesedeellashasta la terceraocuartageneración,quefueel tiempomáximoqueaquellasfortunas tardaronenserdilapidadasyperderse.

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Unaestampadignadever,losdomingos,eralaprocesióndelosnotablesdeLancastercaminodelaiglesia(todosvestidosdenegroyconelsombríoaspectodeunentierrosinmuerto),escoltadosportresalguaciles.

—¡Piensa—dijoFrancis,quepresenciabaestaescenadesdelaventanadela hostería— lo que significa ser conducido a ese sagrado edificio por tresalguaciles!En tiempos pasados fui sacado del templo por un alguacil, peroquetresdeellosteconduzcanallí,¡oh,Thomas,esunadistincióndelaquenuncagozaré!

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Capítulo4

Trasmirar por la ventanade la hostería deLancaster durante doshoras sininterrupción,elseñorGoodchildempezóaabrigarlasospechadequesehabíaconvertidoenunexperto.Enconsecuencia,sedispusoaexplorarlacomarcadesdelacimadelascolinasmásaltasdelavecindad.

Regresó a la hora de la cena, congestionadoy animado, para contarle aThomas Idle lo que había visto. Thomas, que estaba recostado leyendo, loescuchóconlamayorcomposturaylepreguntósirealmentehabíasubidoatodasaquellascolinas,yporquésehabíapreocupado tantoporelpaisajeyhabíacaminadotantasmillas.

—Me gustaría saber —añadió Thomas— qué opinarías si te hubieranobligadoahacerlo.

—Enesecasoseríadistinto—dijoFrancis—.Entoncessetrataríadeunaobligación,mientrasqueahoraesunadiversión.

—¡Unadiversión!—repitióThomas Idle,desaprobandoporcompleto larespuesta—.¡Unadiversión!Heaquíunhombreempeñadoenhacerseañicos,que se someteauncontinuoentrenamiento, comosi estuvieraobligadoporcontrato a combatir por el campeonato mundial, ¡y lo llama diversión!¡Diversión! —exclamó Thomas Idle, levantando una de sus botas paraexaminarlacondesdén—.Túnopuedesdivertirte.Nosabesloquesignificaesapalabra.Loconviertestodoentrabajo.

ElperspicazGoodchildsonreíaamigablemente.—Esoesloquehaces—prosiguióThomas—.Lodigodeveras.Eresun

tipotemible.Nuncaprocedescomolosdemás.Dondeunometeríalospiesenuna jofaina de tareas y emociones, tú te hundes en una mina. Allí dondecualquierhombreseríaunamariposadecolores,túeresundragónqueescupefuego.Allí donde otro tipo apostaría seis peniques, tú te juegas la vida. Sisubierasenglobonopararíashastaelcielo;ynoteconformaríasconmenosquellegaralinfiernosituvierasquehundirteenlasprofundidadesdelatierra.¡Menudopersonajeestáshecho,Francis!

ElalegreGoodchildseechóareír.

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—Está muy bien reírse de todo —dijo Idle—, pero me pregunto quéconsiderarástúalgoserio.Unhombrequenopuedehacernadaamedias,mepareceamíqueesunhombretemible.

—Tom,Tom—replicóentoncesGoodchild—,sinopuedohacernadaamedias ni ser nada amedias, está bien claro que debes aceptarme entero ysacarlomejordemí.

Conestarespuestafilosófica,elfrívoloGoodchildpalmeóelhombrodelseñorIdle,dandoporconcluidaaquellaconversación;yambossesentaronacenar.

—Apropósito—dijoGoodchild en aquelmomento—, enmi salida, hepasadoporunasilodelunáticos.

—¡Has estado en un asilo de lunáticos! —exclamó Thomas Idle,levantandolamirada—.Nocontentoconserunasno,unotangrandecomoelcapitánBarclayensusocupacionespedestres,senombraasímismoInspectordeLunáticos,¡acambiodenada!

—Era un lugar inmenso —dijo Goodchild—, con oficinas admirables,muybuenoscuidadores,excelentesinstalaciones;engeneral,unsitionotable.

—¿Yquéhasvistoallí?—preguntóelseñorIdle,adaptandoalaocasiónel parlamento deHamlet ymostrando, por cortesía, un falso interés por lasactividadesdesuamigo.

—Lotípico—dijoFrancisGoodchildconunsuspiro—.Largasarboledasdehombresymujerescomovegetalesmarchitos; interminablesavenidasderostros sin esperanza; números sin elmenor poder de combinación posibleparaobtenerunresultadorazonable;unasociedaddecriaturasquenotienennadaencomún,sinoquehanperdidotodacapacidaddesociabilizaciónentreellas.

—Tómate un vaso de vino conmigo —dijo Thomas Idle— y seamossociablesnosotros.

—Enunagalería,Tom—prosiguióFrancisGoodchild—,quemepareciótanlargacomoelLongWalkdeWindsor,másomenos…

—Probablementemenos—observóThomasIdle.—Enunagalería,casivacíadepacientes,porquehabíansalido,encontréa

unpobrehombrecillodepauperado,demejillasoscuras,conaspectoperplejoyunaexpresiónpensativa,agachadosobrelaesteradelsueloysiguiendolatramaylaurdimbredelasfibrasconlosdedosíndiceypulgar.Elsoldelatardeentrabadeformasesgadaporelventanaldelfondoyhabíamanchasdeluzysombrahastadondealcanzabamivista,producidasporlasventanas,quenoseveían,yporlaspuertasabiertasdelaspequeñasceldasdormitorioque

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había a cada lado.Hacia lamitadde la galería, bajoun arco, indiferente albuen tiempo, indiferente a la soledad, indiferente a los pasos que se leacercaban, estaba el pobre hombrecillo depauperado de mejillas oscurasescudriñando la estera. «¿Qué hace usted aquí?», dijo mi acompañantecuandollegamosjuntoaél.Elhombrealzólamiradayseñalólaestera.«Yonoharíaeso»,añadiómiacompañanteconamabilidad,«ensulugar,meiríaaleer un rato o, si estuviera cansado, me acostaría, pero no haría eso». Elpaciente reflexionó un momento y, sin expresión alguna en su rostro,respondió: «No, señor, no lo haré, iré…, iré a leer un rato».Y sin ningunaconvicción se enderezó y, arrastrando los pies, se dirigió hacia una de lasceldas.Despuésdecaminarunoscuantospasos,volví lacabezayviqueelhombrecillohabíasalidodelaceldayestabaotravezexaminandolaesteraysiguiendolatramaylaurdimbreconlosdedosíndiceypulgar.Medetuveamirarle, y pensé que tal vez la trama y la urdimbre de aquellas fibrasentrelazadas, hacia dentro y hacia fuera, hacia arriba y hacia abajo, eran laúnica pauta de las cosas, en todo el ancho mundo, que había quedado alalcance de su comprensión; que sumente sumida en la penumbra se habíaestrechadohastacoincidirconelangostorayodeluzquelemostraba:«Estafibra fuedobladahaciaeste lado, entróporaquí,pasópordebajo, salióporallí,seextendióhacialaderechapordondeahorapongoeldedo,ygraciasaesta cadena de acciones se hizo la estera y vino a parar aquí». Luego mepregunté si no estaría contemplando la estera, por si ésta podía revelarletambién algo acerca del proceso por el cual él había llegadohasta allí paraestudiarlacontantaminuciosidad.Yacontinuaciónpensédequémodotodosnosotros, ¡Dios nos ayude!, cada uno a su manera, examinamos nuestrosrespectivos trozos de estera, prácticamente a ciegas, y qué confusión y quémisterioshallamosensutramayurdimbre.Experimentéuntristesentimientode compañerismo hacia el hombrecillo depauperado de mejillas oscuras, yfinalmentemealejé.

Como el señor Idle desvió la conversación hacia temas más triviales,comolasnatillasolatartanupcial,elseñorGoodchildlesiguiólacorriente.El pastel nupcial era tan amargo e indigesto como si lo hubiera cortado lamismanovia,yfueelbrochedeorodeunacenaexquisita.

Lahosteríaeraunacasaantiguamuypintoresca,colmadadeviejastallas,vigas y paneles, y tenía una imponente escalera y una galería en la partesuperiorseparadadeellaporunacuriosacelosíaderobleañejoodelaviejacaobadeHonduras.Era,yes,yserápormuylargosaños,unacasaaltamentepintoresca;yunsolemnemisterioqueacechabaen lasprofundidadesde los

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viejospanelesdecaoba,comosifueranotrostantosestanquesprofundosdeagua oscura (similares a aquéllos entre los cuales habían crecido aquellasmaderascuandofueronárboles),leinfundíaunsombríoyenigmáticoaspectodespuésdelanochecer.

CuandoelseñorGoodchildyelseñorIdleseacercaronporprimeravezala puerta y atravesaron el sombrío, elegante y vetusto zaguán, fueronrecibidospormediadocenadesilenciososancianos,vestidostodosellosconidénticas ropas negras. Éstos se dirigieron escaleras arriba seguidos delservicial hostelero y camarero, aunque sin interponerse en su camino, o sinpreocuparsedesiseinterponíanono,ysealinearonaambosladosdelaviejaescalera cuando loshuéspedesentraronenel salón.Era entoncesplenodía.PeroelseñorGoodchilddijocuandocerrólapuertadesushabitaciones:

—¿Quiéndemoniossonesosviejos?Ymás tarde,ningunode losdosvolvióa reparar en lapresenciade los

viejosnialentrarnialsalirdesusdependencias.Losdosamigospasaronunanocheenesacasa,perosinvolverapercibir

el menor rastro de aquellos personajes. El señor Goodchild, en susdeambulaciones, había mirado a lo largo de los pasillos y fisgado por laspuertas, pero no había encontrado un solo viejo, y ningún miembro delpersonaldelacasaparecíaqueechasedemenosoesperaseaviejoalguno.

Otra extraña circunstancia llamó su atención. Nunca pasabamás de uncuarto de hora sin que alguien llamase a la puerta del salón de sushabitaciones.Lapuertaseabríademaneravacilante,seabríacondecisión,seabríaunresquicio,seabríaampliamente;ysiemprevolvíaacerrarsedegolpesin ninguna explicación. Ellos estaban leyendo, escribiendo, bebían,conversaban, dormitaban; la puerta se abría siempre en el momento másinesperado,yambosmirabanhaciaella,y luegovolvíaacerrarsedegolpe,sin verse jamás a nadie en ella.Cuando esto hubo sucedido unas cincuentaveces,elseñorGoodchildledijoasucompañeroentonojocoso:

—Empiezoapensar,Tom,quehabíaalgoturbioenaquellosseisviejos.Lanochehabía llegadodenuevoyellos llevabanescribiendodoso tres

horas: escribían una parte de las indolentes notas en las que se basanasimismo estas indolentes páginas.Luegodejaronde escribir, y entre ellos,sobrelamesa,habíaunpardevasos.Lacasaestabacerradayensilencio,ytambiénlaciudadestabaensilencio.AlrededordelacabezadeThomasIdle,arrellanado en su sofá, flotaban ligeras volutas de humo aromáticas. Lasmanos entrelazadas en la nuca y las piernas cruzadas conferían una

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decoraciónsimilaralcuerpodeFrancisGoodchildcuandoésteseechóensubutaca.

Habían estado especulando sobre temas de poca importancia en los quelos extraños viejos no habían quedado excluidos, y se hallaban todavíaocupadosenellocuandoelseñorGoodchildcambióbruscamentedeactitudparaconsultarelreloj.Aquelgestoinvoluntariointerrumpiósuconversación.ThomasIdle,queeraquienhablabaenaquelmomento,hizounapausaydijo:

—¿Quéhoraes?—Launa—respondióGoodchild.Como si aquellas palabras hubieran sido una orden, y la orden fuera

prontamenteejecutada(sinduda,todaslasórdenesloeranenaquelexcelentehotel), lapuertaseabrióyaparecióunodelosviejos.Noentró,sinoquesequedóenelumbralsujetandolapuertaconunamano.

—¡Porfin,Tom,unodelosseis!—dijoelseñorGoodchildenunsusurrodeperplejidad—.Señor,¿quéseleofrece?

—¿Quéseleofreceausted,señor?—preguntóelviejo.—Yonohellamado.—LaCampanalohahecho.El anciano había nombrado la Campana de una forma solemne y

profunda,comosiserefiriesealadelaiglesia.—Tuve el placer, si no me equivoco, de verle a usted ayer —dijo

Goodchild.—Nomeatreveríaaafirmarlo—fuelasombríarespuestadelviejo.—Ycreoqueustedtambiénmevioamí,¿noescierto?—¿Verleausted?—inquirióelviejo—.Oh,sí,leviausted.Peroyoveo

amuchosquenuncameven.Unancianofrío,calmoso,sininhibiciones,resuelto.Unviejocadavérico,

delenguajemesurado.Unviejoqueparecíatanincapazdepestañearcomosilehubieranpegado lospárpadosa la frente.Unviejocuyosojos (comodosascuas) no poseían más movilidad que si los tuviera fijados a la parteposteriorde sucráneomediante tornillosquehubieransido remachadosporfuera, entre sus cabellosgrises.Lanoche sehabíavueltomuy fría, o así lonotó el señor Goodchild, que se estremeció. Hizo un comentario frívolo,excusándoseamedias:

—Meparecequealguiencaminasobremitumba.—No—dijoelmisteriosoanciano—,nohaynadieallí.ElseñorGoodchildmiróaIdle,peroésteseguíarecostadoyconlacabeza

envueltaenhumo.

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—¿Nohaynadieallí?—dijoGoodchild.—Nohaynadieensutumba,seloaseguro—respondióelviejo.Había entrado y cerrado la puerta, y ahora avanzó con la intención de

sentarse.Lohizosininclinarsenidoblarse,queesloqueharíalamayoríadelaspersonas,perotieso,comosisesumergieraenelagua,hastaquelasillalodetuvo.

—Mi amigo, el señor Idle —dijo Goodchild, realmente inquieto porincorporaraalguienmásenlaconversación.

—Considérenme—dijoelviejo,sinmirarlo—alserviciodelseñorIdle.—Si es usted un habitante antiguo de este lugar… —empezó Francis

Goodchild.—Sí.—…Quizápuedaaclararunpuntosobreelcualmiamigoyyoteníamos

dudas esta mañana. Según creo, ¿ahorcan en el castillo a criminalescondenados?

—Esocreoyo—dijoelviejo.—¿Tienenlascarasvueltashaciaaquelnoblepanorama?—Tiene usted la cara vuelta hacia el muro del castillo —replicó el

anciano—. Cuando le cuelgan, ve que las piedras delmuro se expanden ycontraen violentamente, y una expansión y contracción similares parecentenerlugarensucabezayensupecho.Luegohayunaexplosióndefuegoylatierra tiembla, y el castillo salta por los aires, y usted se hunde en unprecipicio.

Pareció que la corbata lemolestaba. Se llevó unamano a la garganta ymovió el cuello de un lado a otro. Era un hombre muy viejo, de rostroentumecido,yteníalanarizlevantadaporunlado,comosienelorificiodeaquella parte hubiera un pequeño gancho insertado. El señor Goodchild sesentíamuyincómodoyempezabaacreerquelanocheeracalurosa,nofría.

—Unatremendadescripción,señor—observó.—Unatremendasensación—subrayóelviejo.De nuevo el señorGoodchildmiró al señor Thomas Idle; peroThomas

continuabarecostado,conelrostroatentamentevueltohaciaelanciano,ynohizoelmenorgesto.Enaquellosmomentos,elseñorGoodchildcreyóverdoslíneas de fuego que surgían de los ojos del viejo en dirección a los suyos,apresándolos. (El señor Goodchild es quien escribe el relato de estaexperiencia y con lamayor solemnidad afirma que una fuerza poderosa loobligó,apartirdeaquelmomento,amiraralviejosiguiendolatrayectoriadeaquellasdoslíneasflamígeras).

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—Debo contárselo a usted—dijo el viejo, con una expresión pétrea yespectral.

—¿Qué?—preguntóFrancisGoodchild.—Ustedsabedóndeocurrió.¡Allí!El señorGoodchildnohabría podido asegurar, ni entonces, ni ahora, ni

nunca,siseñalabalahabitacióndearriba,ladeabajo,cualquierhabitacióndeaquella casa o una habitación en cualquier otra casa vieja de aquella viejaciudad. Lo confundió la circunstancia de que el dedo índice de la manoderechadelviejoparecióadentrarseenunadelas lenguasdefuego,arderylevantarse llameante en el aire como si apuntara a algún sitio. Tras haberseñaladoaalgunaparte,seapagó.

—Ustedsabequeellaeraunanovia—dijoelanciano.—Séquetodavíaenvíantartanupcial—titubeóelseñorGoodchild—.El

aireestáenrarecido.—EraunaNovia—dijoelviejo—.Unamuchachahermosa,decabellos

rubios, grandes ojos, que no tenía carácter ni voluntad. Débil, crédula,incapaz,unanulidaddesvalida.Noeracomosumadre.No,no.Eraelvivoretratodesupadre.

»Sumadre se había preocupadode asegurárselo todo para símisma, deporvida,cuandoelpadredeaquellamuchacha,entoncesunaniña,murió(depuradebilidad,nuncaestuvoenfermodeotracosa),traslocualÉlreanudólasrelaciones que en otro tiempo había mantenido con la madre. Las habíainterrumpido por causa del hombre (o la nulidad humana) rubio, de ojosgrandes y con dinero. Pudo tolerarlo por el dinero. Y quería unacompensaciónendinero.

»Demodo que volvió al lado de aquellamujer, lamadre, la cortejó denuevo, la obsequió y satisfizo sus caprichos. Ella lo puso a pruebasometiéndolo a todos sus caprichos, reales o inventados. Él los aguantó.Ycuantos más aguantaba, más quería una compensación en Dinero y másresueltoestabaaobtenerla.

»Peroheaquíque,antesdequelaalcanzase,ellalodefraudó.Enmediodeunode sus estadosde arrogancia sequedóheladaynuncamásvolvió adeshelarse.Unanochesellevólasmanosalacabeza,lanzóungrito,sepusorígida, permaneció en aquella actitud varias horas, y murió. Y él no habíaconseguidotodavíadeellalacompensaciónendinero.¡Malditamujer!Niunmíseropenique.

»Él la había odiado a lo largo de todo aquel segundo asedio y habíaanhelado con inquietud la revancha. Entonces falsificó su firma en un

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documento por el cual dejaba todo lo que poseía a su hija, que en aquellaépocateníadiezaños,aquienpasaronfortunaypropiedades,ylonombrabaaÉltutordelaniña.Cuandodeslizóeldocumentobajolaalmohadadelacamaenqueellayacía,Él se inclinó sobre el sordooídode laMuertay susurró:“Señora Arrogancia, decidí hace mucho tiempo que, viva o muerta, tú mecompensaríasconDinero”.

»Asíqueahorayasóloquedabandos,yestosdoseranÉlyaquellachicatontadecabellorubioygrandesojosquemástardeseconvertiríaenlaNovia.

»Él la puso a estudiar. En una secreta, oscura, opresiva y vieja casa, lapuso a estudiar con una mujer vigilante y nada escrupulosa. “Respetableseñora”, le dijo, “aquí hay una mente por formar: ¿me ayudará usted aformarla?”. Ella aceptó el encargo. Por el cual también ella quería unacompensaciónenDinero,ylatuvo.

»LamuchachaseeducóeneltemorhaciaÉlyenlaconviccióndequenopodíaescapardesudominio.Se leenseñódesdeelprincipioaconsiderarlocomosufuturoesposo,elhombreconquiensecasaría,certidumbredecretadadelaquenohabíamododeevadirse.Lapobre tontaeracerablandaensusmanosy tomaba la formaqueél le imponía, formaqueseendurecióconeltiempoypasóaformarpartedesupersona,inseparabledesunaturaleza,detalmodoquesólopodríaserlearrancadaarrancándoletambiénlavida.

»Onceañosvivióenlacasaoscuraconsulóbregojardín.Élsentíaceloshasta del aire y la luz que la rozaban, y la mantenía encerrada. Tapió lasamplias chimeneas, cegó las pequeñas ventanas y dejó que la hiedra devigorososbrotescubrieselosmurosdelacasa,queelmusgoseacumulaseenlos descuidados frutales, que los hierbajos invadieran los senderos verdes yamarillos.Larodeódeimágenesdepenaydesolación.Hizoquesellenaradetemoreshaciaaquellugaryhacialashistoriasquedeélsecontaban,yluego,bajoelpretextodevencerlos,laabandonabaallíenabsolutasoledadodejabaquefueranatemorizándolaenlastinieblas.Cuandomásdeprimidaypobladadeterroresestabasumente,élsalíadeunodelosescondrijosdesdeloscualeslavigilabaysepresentabaasímismocomosuúnicasalvación.

»Deestamanera,habiendosidodesdesuinfancialaúnicapersonificacióndel poder de reprimir y liberar, de atar y desatar que le ofrecía la vida, elascendientesobresudebilidadquedabaasegurado.Ellateníaveintiúnañosyveintiún días cuando la llevó a la lúgubre casa que sería su hogar; unaasustada,medioaturdidaysumisaNoviadesdehacíatressemanas.

»Porentoncesélhabíadespedidoyaa la institutriz (loquequedabaporhacerpodíahacerlosolo),yunanochedelluviaregresaronalescenariodela

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larga preparación de la muchacha. Ella se volvió hacia él en el umbral,mientraslalluviagoteabaenelporche,ydijo:

»—¡Oh,señor,eselrelojdelaMuertequesuenapormí!»—¡Bien!—respondióél—.¿Ysilofuera?»—¡Oh, señor —repitió ella—, sed amable y compasivo conmigo! Os

pidoperdón.Harécualquiercosaquedeseéiscontaldequemeperdonéis.»Aquellosehabíaconvertidoenelsonsonetecontinuodelapobretonta:

“Ospidoperdón”y“¡Perdonadme!”.»Nomerecíalapenaniquelaodiase;nosentíaporellamásquedesdén.

Perosehabíainterpuestopormuchotiempoensucamino,yhacíamuchoqueélsehabíahastiado,ylaobraestabacasicompletayhabíaqueterminarla.

»—Estúpida—dijoél—,¡vealpisodearriba!»Ella obedeció apresuradamente, murmurando: “¡Haré todo lo que

deseéis!”.Ycuandoélacudióalacámaranupcial,trashabersedemoradounpocoacausadelospesadoscerrojosdelagranpuerta(porqueestabansolosen la casa, y él había dispuesto que el servicio estuviera en la casa sólodurante el día), la encontró apartada en el último rincón, adosada alarrimaderocomosiacabaradeatravesarlo,elrubiocabellorevueltoentornoalrostroylosgrandesojosmirándoloconvagoterror.

»—¿Dequétienesmiedo?Venysiéntateamilado.»—Haré todo lo que deseéis. Os pido perdón, señor. —La monótona

cantineladesiempre—.¡Perdonadme!»—Ellen, aquí hay un texto quemañana deberás escribir de tu puño y

letra. Y convendrá que otras personas te vean cuando estés ocupada enhacerlo.Cuando lohayasescritoconclaridadycorregido todos loserrores,llamaadosde laspersonasqueenesemomentoseencuentrenen lacasayfírmaloensupresencia.Despuésguárdateloenelpechoparaqueestéseguro,ycuandoyovuelvaasentarmeaquímañanaporlanoche,melodarás.

»Harétodoesoconelmayorcuidado.Harétodoloquedeseéis.»—Puesentoncesnoteagitesnitiembles.»—Procuraré con todas mis fuerzas no temblar…, ¡con tal de que me

perdonéis!»Aldía siguienteella se sentóante suescritorioehizo loque lehabían

ordenado. Él entraba y salía de vez en cuando de la habitación, paraobservarla,ysiemprelaveíaescribiendolentaylaboriosamenteyrepitiendopara sí las palabras que copiaba, aparentemente de un modo bastantemecánicoysinpreocuparseniesforzarseporcomprendersusignificado;asíhizo su trabajo. Él observó cómo cumplía las instrucciones que había

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recibido,contododetalle;yporlanoche,cuandodenuevosehallaronsolosen la misma cámara nupcial y él acercó su butaca a la chimenea, ella seaproximó tímidamente desde el distante asiento que había ocupado, sacó elpapeldesupechoyseloentregó.

»El escrito le aseguraba laposesiónde todos susbienes en casodequeellamuriese.Lasituófrenteaél,caraacara,parapodermirarlafijamentealos ojos, y le preguntó con llanas y concisas palabras, ni una más ni unamenosdelasnecesarias,sisabíaloquehabíafirmado.

»Habíamanchasde tintaen lapecheradesuvestidoblanco,quehacíanaparecer más pálido su rostro y más grandes sus ojos mientras movía lacabeza,asintiendo.Habíamanchasdetintaenlamanoconque,enpiefrenteaél,doblabayalisabanerviosamentelosplieguesdesufaldablanca.

»Éllatomódelbrazoylamiróalacaraconunafijezayunaintensidadaúnmayores.

»—Puesentonces¡muere!Heterminadocontigo.»Ellaseencogió,acobardada,yprofirióungritosordoyentrecortado.»—Novoyamatarte.Noarriesgarémividaporlatuya.¡Muere!»Sesentódelantedeellaenlatristecámaranupcial,ylomismohizodía

trasdía,nochetrasnoche,conaquellapalabravisibleensusojoscuandonolapronunciabaconlavoz.Tanprontocomolamiradavacíadeellaseapartabade las manos en que reclinaba la cabeza y se fijaba en la estólida figurasentada con los brazos cruzados y la frente ceñuda, leía en su actitud:“¡Muere!”. Cuando, exhausta, caía dormida, era devuelta a la temblorosaconciencia a través de un murmullo: “¡Muere!”. Cuando recurría a susantiguas súplicas de perdón, oía como respuesta: “¡Muere!”. Cada vez quehabíasufridoysuperadolalarganoche,cuandoelsolnacienteiluminabalatenebrosa habitación, escuchaba el invariable saludo: “¿Otro día y no hasmuertoaún?¡Muere!”.

»Encerradosenlamansióndesierta,aisladosdelrestodelahumanidadyenzarzadosenaquellapugnasinrespiro,laconclusióneraobvia:omoríaélodebíamorirella.Éllosabíadesobrayconcentrabatodassusenergíascontrala debilidad de la muchacha. Durante horas interminables la agarraba delbrazo, un brazo ya amoratado en la parte por donde la asía, y le ordenaba:“¡Muere!”.

»Todo terminóunaventosamañana, antesdel amanecer.Él calculóqueseríanlascuatroymedia;perosureloj,olvidado,sehabíaparado,ynopodíaestar seguro. Ella se había soltado de sus garras enmitad de la noche, consúbitosyagudosgritos(losprimerosdeaquella índolequeescapabandesu

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garganta),y tuvoquecubrirle labocacon lasmanos.Desdeentonceshabíapermanecidosilenciosaenelrincóndelarrimaderodondesederrumbó;yéllahabíaabandonadopararegresarasusillacon losbrazoscruzadosyelceñofruncido.

Máspálidaquenuncabajolaluzmortecina,máslívidaquenuncabajoelplomizoamanecer, lavioacercarse, arrastrándoseporel suelohaciaél:unablanca ruina de cabellos, ropas y ojos enloquecidos, impulsándose haciadelanteconmanosquesedoblaban,inseguras.

»—¡Oh, perdonadme! Haré lo que sea. ¡Oh, señor, os suplico que medigáisquepuedovivir!

»—¡Muere!»—¿Tanresueltoestáis?¿Nohayesperanzaparamí?»—¡Muere!»Losgrandesojosestabanllenosdeextrañezaymiedo;laextrañezayel

miedoseconvirtieronenreproche,yelreprocheenunvacíoabsoluto.Habíaterminado. Al principio él no estuvo tan seguro de que todo hubieraterminado,perosídequeelsoldelamañanaprendíajoyasenelcabellodelamuchacha(viodiamantes,esmeraldasyrubíesbrillandoenpequeñospuntosmientras se inclinaba sobre ella para examinarla).La levantódel sueloy ladepositósobrelacama.

»No tardó mucho en yacer bajo tierra. Con ella desaparecía todoobstáculo,yélobtuvounacompensaciónsobradamentegenerosa.

»Tenía intención de viajar. No porque pretendiera dilapidar su dinero,pueseraunhombremezquinoyamabaeldineroprofundamente (dehecho,másquenadaenelmundo),perosehabíahastiadodeaquelladesoladacasayansiabadarlelaespaldaynoverlamás.Naturalmente,lacasavalíadineroyel dinero no podía despreciarse.Decidió venderla antes demarcharse. Paraquesuaspectonofueratandesastroso,conloqueconseguiríamejorprecio,contratóaunoscuantos jornalerosparaquearreglaseneldescuidado jardín;paraquecortasenlasramassecas,podasenlahiedraquecolgabapesadamenteantelasventanas,sobrepasandolosaleros,ydespejasenlassendas,dondelashierbashabíancrecidohastalaalturadelarodilla.

»Élmismotrabajójuntoalosoperarios.Trabajabamásqueellos,y,unatarde,alahoradelcrepúsculo,sequedótrabajandosolo,podaderaenmano.Eraunatardedeotoño,cuandolaNoviallevabamuertacincosemanas.

»—Estádemasiadooscuroparaseguirtrabajando—sedijo—.Tengoquedejarloporestanoche.

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»Detestaba la casa y se resistía a entrar en ella. Miró hacia el oscuroporchequeleaguardabacomounatumba,ytuvolasensacióndequelacasaestabamaldita.Cercadelporche,ycercadedondeélseencontraba,habíaunárbolcuyasramasseagitabanfrentealaantiguagaleríadelacámaranupcial,donde había ocurrido todo. El árbol sufrió una repentina sacudida que lesobresaltó. La sacudida se repitió, pese a que el aire estaba en calma. Allevantarlavistadistinguióunafiguraentrelasramas.

Eralafiguradeunhombrejoven.Surostromirabahaciaabajocuandoélmiró hacia arriba; las ramas crujieron y se agitaron; la figura descendiórápidamente y apareció ante él. Un joven esbelto, aproximadamente de lamismaedadqueella,conunlargocabellodecolorcastañoclaro.

»—¿Qué clase de ladrón eres tú?—dijo él, agarrando al joven por elcuellodelacamisa.

»Eljoven,alsoltarsedeunasacudida,legolpeóconelbrazoelrostroylagarganta. Se le acercó, pero el joven lo rechazó al instante y retrocedió,exclamandoconvehemenciayhorror:

»—¡Nometoque!¡Antesdejaríaquemetocaseeldiablo!»Élsequedóinmóvil,conlapodaderaenlamano,contemplandoaljoven.

Porquelamiradadel jovenerauncalcodelaúltimamiradadeella,yélnohabíaesperadovolveraverlanunca.

»—Nosoyunladrón.Einclusoaunquelofuera,noquerríaniunapartedesusriquezas,aunqueconellaspudieracomprarlasIndias.¡Asesino!

»—¿Qué?»—Yo subí a ese árbol—dijo el joven, señalándolo—por primera vez

hacecasicuatroaños.Subíparamirarla.Lavi.Lehablé.Hesubidomuchasvecesparaobservarlayescucharla.Yoeraunchiquillo,escondidoentre lashojas,cuandodesdeesagaleríamedioesto.

»Mostróunbucledecabellosrubiosatadoconunacintadeluto.»—Suvida—prosiguióeljoven—eraunavidadeduelo.Medioestoen

prenda y como símbolo de que estabamuerta para todo elmundo, exceptoparausted.Siyohubierasidomayor,silahubiesevistoantes,podríahaberlasalvado de usted. Pero estaba ya demasiado apresada en la telaraña cuandosubí al árbolporprimeravez, ¿yquépodíahacer entoncespara romper loshilos?

»Alpronunciarestaspalabras,estallóenllantosysollozos,débilmentealprincipio,luegodesconsoladamente.

»—¡Asesino!Subíalárbol lanochequeustedla trajoderegreso.Laoí,desde el árbol, hablar del reloj de laMuerte en la puerta. Fui al árbol tres

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vecesmientras usted permaneció encerrado con ella,matándola lentamente.Lavi,desdeelárbol,tendida,muertasobrelacama.Lohevigiladoausted,desdeelárbol,paraconseguirpruebaseindiciosdesuculpabilidad.Laformaenque loharé es todavíaunmisterioparamí, perovoyaperseguirlehastaque entregue su vida al verdugo. Hasta ese momento no conseguirá ustedlibrarsedemí.¡Yolaamaba!Nopodréablandarmeanteusted.¡Yolaamaba,asesino!

»El joven llevaba la cabezadescubierta, porque el sombrero se le habíavoladoalbajardelárbol.Echóaandarhacia lapuertadel jardín.Teníaquepasar junto a él para alcanzarla. Había espacio como para dos carruajespuestosdecostado;yelaborrecimientodeljoven,abiertamenteexpresadoencada rasgo de su rostro y en cadamiembro de su cuerpo, ymuy difícil decontener,teníafuerzasuficienteparamantenerloadistancia.Él(ymerefieroalotro)nohabíamovidomanonipiedesdequesequedóquietomirandoalmuchacho.Ahora diomedia vuelta para seguirlo con lamirada. Cuando laparte posterior de aquella cabeza—que, una vez descubierta, dejaba ver elcabello castaño claro— se situó delante de él, observó que desde sumanohasta ella se dibujaba en el aire una curva roja. Supo, antes de arrojar lapodadera,dóndesehabíaclavado;ydigosehabíaclavadoynoseclavaría,paradejar las cosas claras, porque el acto en sí se perpetró antes deque loperpetrase.Lapodaderaseclavóenlacabeza,ysequedóhincadaenella,yelmuchachocayódebruces.

»Enterró el cuerpo por la noche, al pie del árbol. Tan pronto hubo luzdiurna,removiótodalatierrapróximaalárbolypodóyrecortólosarbustosymatorrales de los alrededores.Cuando llegaron los operarios no había nadasospechoso,ynadasesospechó.

»Pero en cuestión de un instante había echado por tierra todas susprecaucionesylaestrategiaquehabíaplanificadodurantetantotiempoyquecontantoéxitohabíallevadoalapráctica.SehabíadeshechodelaNoviaytomado posesión de su fortuna sin poner en peligro su propia vida; peroahora,porunamuertequenada le reportaba, tendríaquevivirparasiempreconunasogaalcuello.

»Porañadidura,estabaencadenadoaunacasadesombrasyhorroresquenoseríacapazdesoportar.Anteeltemordevenderlaoabandonarla,locualpodía conducir a un macabro descubrimiento, estaba obligado a residir enella.Contratóaunviejomatrimoniocomosirvientes;yenlacasavivió,presadel terror. El jardín supuso, durante mucho tiempo, la mayor dificultad. O

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bien se ocupaba de él, o bien se resignaba a que cayera en su anteriorabandono:¿quéeraloquemenospodíallamarlaatención?

»Optó por el camino intermedio de cultivarlo él mismo en las horasmuertas de la tarde y después de llamar al antiguo jardinero para que loayudara,perosinpermitirnuncaquetrabajasesolo.Yélmismoconstruyóunbancoalpiedelárbol,desdedonde,apoyadoenel tronco,podíacomprobarquetodoseguíabajocontrol.

»Conelpasodelasestacionesylospropioscambiosdelárbol,sumentepercibíapeligrosqueestabanpermanentementeenvíasdetransformación.Enlaépocaprimaveral,descubríaquelasramassuperiores,alcrecer,adoptabanla forma delmuchacho; que reproducían exactamente su forma, sentado enunahorquillaymeciéndosealviento.Cuando llegaba la caídade lashojas,observabaqueéstasaldesprendersedelárboldibujabanalusivasletrasenelsendero,oqueteníantendenciaaamontonarse,comoenunmontículodeuncementerio parroquial, encima de la tumba. En invierno, cuando el árbolestabadesnudo,sepercatabadequelasramaslanzabancontraélfantasmalesrepeticiones del golpeque el joven le había asestado, y que lo amenazabanabiertamente. Cuando, en primavera, la savia ascendía por el tronco, sepreguntabasiconellaascenderíantambiénpartículasdesangreseca,¿talvezpara que aquel año fuese más evidente que el anterior la figura del jovensemiocultaporlashojas,balanceándoseenlabrisa?

»Apesardetodo,multiplicósudinerounavez,yotrayaúnotra.Operabaenlosmercadosclandestinos,enelcomerciodelpolvodeoroyenlamayoríadelosnegociosilícitosquesuelenreportargrandesbeneficios.Endiezaños,duplicósudinerotantasvecesqueloscomerciantesynavierosquemanteníantratos con él nomentían en absoluto (por una vez) cuando declaraban quehabíaincrementadosufortunaenunmildoscientosporcien.

»Amasósufortunahacecienaños,cuandolagentepodíadesaparecerconfacilidad.Seenteródequiéneraeljovenaloírhablardelasinvestigacionesque se estaban llevando a cabo a propósito de su desaparición, pero éstasacabaronporextinguirseyelmuchachoterminósiendoolvidado.

»Elcicloanualdecambiosenelárbolsehabíarepetidodiezvecesdesdela noche del entierro que se celebró a su pie, cuando se desencadenó unafuertetormenta.Estallóamedianocheyduróhastalamañanasiguiente.Laprimerainformaciónquerecibiódesuviejosirvienteaquellamañanafuequeelárbolhabíasidoalcanzadoporunrayo.

»Habíaresquebrajadoel troncoenvertical,deunamanerasorprendente,partiéndoloendosfustes:unoseapoyabacontralacasayelotrocontrauna

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porcióndelaviejaparedrojadeljardín,endondesucaídahabíaabiertounabrecha. La fisura descendía por el árbol hasta detenerse a un palmo delterreno.Elárbolsuscitó lacuriosidadpopular,y,consusanteriores temoresresucitadosenbuenamedida,élsesentabaensubanco,yacasianciano,paravigilaralagentequeacudíaaverlo.

»Rápidamente,laspersonasempezaronaacudirentropel,demodoqueéltuvo que cerrar la verja del jardín y se negó a admitir a nadie más. Sinembargo, ciertos hombres de ciencia viajaron desde muy lejos con elpropósitodeexaminarelárbol,y,enunahoraaciaga,losdejóentrar;¡malditasea,losdejóentrar!

»Pretendían excavar aquella ruina vegetal para desenterrar las raíces ypoder estudiarlas en profundidad, así como también el terreno circundante.¡Jamás en la vida! Le ofrecieron dinero para poder acceder a ello. ¡Ellos!¡Hombresdecienciaa losqueélpodíacomprarpordocenasconunsimplerasgueodesupluma!Loscondujodenuevoa laverjadel jardín, lacerróyechóelcerrojo.

»Perosehabíanobstinadoenllevaratérminosupropósito,ysobornaronalviejosirviente(unmiserabledesagradecidoqueinvariablemente,alrecibirsu salario, se quejaba de cobrar poco) y se colaron en el jardín durante lanocheconlinternas,picosypalas,precipitándosesobreelárbol.Éldormíaenuna habitación situada en una torrecilla al otro lado de la casa (la cámaranupcialestabadesocupadadesdequetuvieralugarelsuceso),peroprontosepusoasoñarconpicosypalasyelloledespertó.

»Desdeunaventanaalta,enelladocorrespondiente,pudoverlos,aellosysus linternas, así como la tierra revuelta en unmontón que élmismohabíadeshechoyesparcidolaúltimavezquefueremovida.¡Lohabíanencontrado!Acababandeiluminarloenaquelmismoinstante.Todosseinclinabansobreelhallazgo.

»Unode ellosdijo: “El cráneo está fracturado”, yotro: “Mirad aquí loshuesos”, y otro aún: “Fijaos, las ropas”, y entonces el primero intervino denuevoydijo:“¡Unapodaderaoxidada!”.

»Al día siguiente, se dio cuenta de que estaba sometido a una estrictavigilancia y no podía ir a ninguna parte sin que lo siguieran. Antes detranscurrida una semana le encerraron bajo custodia. Las circunstanciasfueron progresivamente ensamblándose, con desesperante alevosía ysorprendenteingenio.Pero¡admiradlajusticiadeloshombres,ycómocayósobre él!: fue acusado, por añadidura, de haber envenenado a aquellamuchacha en la cámara nupcial. ¡Él, que había evitado, cautelosa y

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expresamente,arriesgarniunpelodelacabezaporella,yquelahabíavistomorirporcausadesupropiaineptitud!

»Surgióladudaacercadeporcuáldelosdosasesinatosdebíaserjuzgadoprimero; pero se eligió el auténtico, y fue hallado culpable y condenado amuerte.¡Canallasávidosdesangre!Lohabríanculpadodecualquiercosa,tandeseososcomoestabandequitarlelavida.

»Sudinerodenadalesirvióparasalvarse,yfueahorcado.¡Yosoyél,yfuiahorcadoenelcastillodeLancasterconlacaravueltahacialapared,hacecienaños!

Anteestaterroríficadeclaración,elseñorGoodchildtratódelevantarseygritar.Perolasdoslíneasdefuegoqueseextendíandesdelosojosdelviejohasta lossuyos lomantuvieronsentadoynoemitióelmenorsonido.Tenía,sinembargo,eloídoafilado,ypudocaptarqueenunrelojsonabanlasdos.Yapenaselrelojhubodadolasdos,¡vioanteéladosancianos!

Dos.Losojosde cadaunodeellos, conectados con suspropiosojospordos

vetasdefuego;cadaunoexactamenteigualqueelotro;cadaunodirigiéndoseaélenelmismoyprecisoinstante;cadaviejorechinandolosmismosdientesenlamismacabeza,conlamismafosanasaltorcidasobrelabocaylamismaapariencia congestionada. Dos hombres viejos. Sin ninguna diferencia,igualmentevisibles,lacopianomásdifusaqueeloriginal,tanrealelsegundocomoelprimero.

—¿Aquéhora—dijoelsegundoanciano—llegaronustedesa lapuertadeabajo?

—Alasseis.—¡Yhabíaseishombresviejosenlaescalera!DespuésdequeelseñorGoodchildsesecara,ointentarasecarse,elsudor

de la frente, los dos ancianos continuaron hablando con una sola voz, y ensingular:

—Me practicaron la autopsia, pero todavía no habían reconstruido miesqueletonilohabíancolgadodeungarfiocuandocorrióelrumordequelacámaranupcialestabahechizada.Eracierto.Yoestabaallí.

»Nosotrosestábamosallí.Ellayyoestábamosallí.Yoenlasillajuntoalachimenea;ella,otravezunaruinablanca,arrastrándoseporelsuelohaciamí.Peroyanoerayoquienhablaba.Laúnicaquehablabaeraella,ylaúnicapalabraquemedecíadesdemedianochehastaelamanecerera:“¡Vive!”.

»Elmuchachoestabatambiénallí.Enelárbol,alotroladodelagalería.Yendo y viniendo a la luz de la luna, según las oscilaciones del árbol. Ha

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estadoallídesdeentonces;espiándomeenmi tormento;mostrándosemeporpartes,enlospálidosreflejosyenlassombraspizarrosas,cuandovayviene,con la cabeza descubierta y una podadera enderezada de perfil entre suscabellos.

»Todaslasnoches,enlacámaranupcial,desdelasdocehastaelamanecer(salvounmesalaño,comoluegolescontaré),élseocultaenelárbolyellasearrastrahaciamíporelsuelo;siempreacercándose,sinllegarnunca;siemprevisiblecomosilalunalailuminara,brilleonolaluna;pronunciandosiempre,demedianochealamanecer,lamismapalabra:“¡Vive!”.

»Peroduranteelmesenquefuiexpulsadoalafuerzadeestavida(elmesenqueestamos,quetiene treintadías) lacámaranupcialpermanecevacíaysilenciosa.No asími vieja torre.No así las habitaciones donde, inquieto yatemorizado, pasé diez años. Unas y otras están entonces caprichosamentehechizadas.Alaunadelamadrugadasoyloquehabéisvistocuandoelrelojha dado esa hora: un hombre viejo. A las dos de la madrugada, soy doshombres viejos. A las tres, soy tres. A las doce del mediodía soy docehombresviejos,unoporcadacienporciendemisantiguasganancias.Cadaunodelosdocecondocevecesmiviejacapacidaddesufrimientoyagonía.Desdeesahorahastalasdocedelanoche,yo,doceviejosenunangustiosoyatemorizadopresagio,esperolallegadadelejecutor.Alasdocedelanoche,yo, doce viejos que se han apagado, cuelgo invisible ante el castillo deLancaster,¡condocerostrosvueltoshaciaelmuro!

»Cuandoseinicióelhechizodelacámaranupcial,supequeestecastigono cesaría nunca, salvo que revelase su naturaleza, y mi historia, a doshombresvivosalmismotiempo.Esperélallegadadeesosdoshombresalacámara nupcial año tras año. Se me reveló el conocimiento (desconozcocómo) de que si dos hombres vivos, con los ojos abiertos, estuvieran en lacámaranupcialalaunadelamadrugada,meveríansentadoenmisilla.

»Coneltiempo,losrumoresdequeaquellahabitaciónestabahechizada,impulsaron a dos hombres a intentar la aventura. Mi corazón apenasempezaba a latir a media noche (llegué allí como si mi vida hubiese sidotocadaporunrayo)cuando lesoísubir lasescaleras.Acontinuación, lesvientrar. Uno era un hombre intrépido, alegre, activo, en la flor de la vida,tendríaunoscuarentaycincoaños;elotroeradoceañosmásjoven.Llevabanunacestadecomidayunasbotellas.Lesacompañabaunamujer joven,quellevabaastillasycarbónparaencenderelfuego.Cuandolohuboencendido,elhombreintrépido,alegreyactivolacondujoalolargodelagalería,fueradelahabitación,cuidódequebajaralaescalerayregresóriendo.

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»Cerrólapuerta,echóunvistazoalahabitación,depositóelcontenidodelacestasobrelamesa,frentealachimenea(sinpreocuparsedemí,queestabaen el lugar demi destino, junto al fuego, cerca de él), y llenó los vasos, ycomióybebió.Sucompañerohizolomismo,yestabatanalegreyconfiadocomo el otro, que parecía ser el cabecilla. Cuando terminaron de cenarcolocaronunaspistolassobrelamesa,sevolvieronhaciaelfuegoyfumaronsuspipas,queerandefabricaciónextranjera.

»Habían viajado juntos, habían pasado mucho tiempo juntos, y teníannumerosostemasdeconversación.Enmediodelacharlaydelasrisas,elmásjovenledijoalcabecillaquesiempreestabadispuestoparalaaventura,fuesecualfuese.Sucompañeroreplicóconestaspalabras:

»—No es exactamente así, Dick; si no temo nada más, me temo a mímismo.

»Eljoven,queparecíaestarunpocoatontado,lepreguntóenquésentido,dequémodo.

»—Bien,porejemplo—dijoelotro—,aquíhayunfantasmaquedebeserrefutado.¡Deacuerdo!Yonopuedoresponderdeloquemiimaginaciónharíasimeencontrarasolo,odequémalaspasadasmejugaríanlossentidossimetuvieranasumerced.Peroencompañíadeotrohombre,yespecialmenteenlatuya,Dick,accederíaaenfrentarmeatodoslosfantasmasquehayahabidoenelmundoentero.

»—Nisiquierapodíaimaginarqueestanocheibaaseryotanimportante—dijoeljoven.

»—Hastatalpuntoloes—dijoellíder,muchomásseriamentedeloquehabíahabladohastaentonces—que,porlasrazonesqueteheexpuesto,bajoningunacircunstanciamehabríaprestadoapasaraquílanochesolo.

»Faltaban pocos minutos para la una. Después de hacer su últimaobservación,elhombremásjoveninclinólacabezahaciaunlado,yahoralainclinabaaúnmás.

»—¡No te duermas, Dick! —dijo el otro hombre alegremente—. Lashorasbajassonlaspeores.

»Eljovenlointentó,perodenuevosucabezavolvióainclinarsehaciaunlado.

»—¡Dick!—leurgióelcabecilla—.¡Despierta!»—Nopuedo—murmuró indistintamenteel joven—.Noséquéextraña

influenciaseapoderademí.Nopuedo.»Su compañero lo miró con súbito horror, y yo, aunque de modo

diferente,sentíasuvezunnuevoespanto;porqueestabaapuntodesonarla

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unaynotabaqueelsegundoobservadorsemeibaentregando,ylamaldiciónquepesabasobremímeexigíaquelodurmiese.

»—¡Levántateyandaunpoco!—exclamóelcabecilla—.¡Inténtalo!»De nada sirvió situarse detrás de la silla del durmiente y zarandearlo.

Sonó launa,yyomemanifestéanteelhombredemásedad,yél sequedóparalizadoantemí.

»Me sentí en la obligación de relatar mi historia sólo para él, sinesperanza de obtener ningún beneficio a cambio. Sólo para él, yo fui unespantoso fantasma que hacía una confesión del todo inútil. Presentí quesiempreseríaasí.Losdoshombresvivosjuntosjamásvendríanaliberarme.Cuandoyoapareciese,lossentidosdeunodelosdosseveríananuladosporelsueño;nuncameoiríanimevería;loqueyopudiesedecirsiempresedirigiríaaunoyentesolitario,ynuncaserviríadenada.¡Aydemí,aydemí!

Mientras los dos viejos pronunciaban estas palabras retorciéndose lasmanos, el señor Goodchild cayó en la cuenta de que se encontraba en laterriblesituacióndehallarseasolasconelespectro,yquelainmovilidaddelseñorIdleseexplicabaporquehabíasucumbidoalencantamientodelsueñoalsonar la una. Bajo el pánico de aquel repentino descubrimiento, que leprodujounindescriptibleespanto,sedebatiócontantafuerzaparalibrarsedelas cuatro líneas de fuego que las rompió, después de haberlas separado anotable distancia. Sintiéndose libre de ataduras, agarró al señor Idle, lolevantódelsofáyselollevóapresuradamenteescalerasabajo.

—¿Qué estás haciendo? —protestó el señor Idle—. Aquí no está mihabitación.¿Adóndedemoniosme llevas?Puedoandar,nonecesitoquemeayuden.Suéltame.

El señor Goodchild lo soltó en el viejo vestíbulo y echó una furiosamiradaasualrededor.

—¿Qué tepropones?—insistíael señor Idleconcrecientepetulancia—.¿Precipitartesobrelaspersonasdetupropiosexoyrescatarlas,omorirenelempeño?

—¡Elviejo!—exclamóelseñorGoodchildentonoabstraído—.¡Losdosviejos!

ElseñorIdlenosedignóadarmásquelasiguienterespuesta:—Lavieja,querrásdecir—dijoelseñorIdleportodarespuesta.Yempezóadesandarsucaminoescalerasarriba,cojeandoyapoyándose

enlaampliabalaustrada.—Teaseguro,Tom—arguyóelseñorGoodchildacudiendoasulado—,

quedesdequetehasdormido…

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—¡Vaya, eso me gusta! —lo interrumpió Thomas Idle—. ¡Si no hepegadoojo!

Conlapeculiarsensibilidadqueconllevaelhumillantehechodedormirsefueradelacama,queeselsinodetodalahumanidad,elseñorIdlepersistióensudeclaración.LamismasensibilidadimpulsóalseñorGoodchild,alverseacusadodesimilardelito,arepudiarloconhonorableresentimiento.Resolverla cuestión de si era un viejo o dos viejos se convirtió en algo sumamentecomplicado,yprontoresultódeltodoimposible.ElseñorIdledijoquetodoeraconsecuenciadelatartanupcial,ydediversascosas,puestasdenuevoenorden,quehabíanvistoypensadoduranteeldía.ElseñorGoodchildreplicóquecómopodíaser…,siélnosehabíadormido,yquéderechoteníaelseñorIdleaafirmarlo,cuandoeraelseñorIdleenrealidadquiensehabíadormido.ElseñorIdledeclaróquenosehabíadormidoniunmomento,yquenuncasedormía,yqueelseñorGoodchild,pornormageneral,sedormíasiempre.Enconclusión, se separaron a las puertas de sus respectivas habitaciones, untantoalborotados.LasúltimaspalabrasdelseñorGoodchildfueronquehabíaexperimentado, en aquella real y tangible sala de estar de aquella real ytangibleviejahostería(¿ibaIdleanegarsuexistencia?),todaslassensacionesy reacciones, cuya presente relación está a punto de concluir, de las cualesescribiría y daría a imprimir cada palabra. El señor Idle respondió que lohiciesesiasíseleantojaba.Yseleantojó,yyalohahecho.

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Capítulo5

Comodospasajerosmásentrelosmuchosdeuntrennocturnoendomingo,elseñorThomas Idley el señorFrancisGoodchild tomaron susbilletes enunpequeñoandéncarcomido(convertidoprácticamenteenyescaporelhumoylas cenizas), en el corazón industrial de Yorkshire. Un corazón misteriosoparecíaéste,enaquellahúmeda,oscuranochedominical,atravesadacomounrayo por el tren, entre la música del girar de las ruedas, el jadear de lamáquina y el canto coral de centenares de excursionistas de tercera clase,cuyosalardesvocalessaltabanconnotablehabilidaddelosacroaloprofano,de los himnos religiosos a las melodías del otro lado del Atlántico, como«TheYankeeGal»y«MaryAnne».Parecíaquesehubieraproducidoalgunaimportanteasambleavocalcercadecadaunadelasestacionessolitariasdelalínea. No se veía ninguna ciudad, no se veía ningún pueblo, no se veíaninguna luz; pero unamultitud se apeaba cantando del tren y otramultitudsubía cantando, y la segunda multitud retomaba los mismos himnos y lasmismasmelodíasprocedentesdelotroladodelocéano,ycantabasuspropiasycélebresmalicias,narrandoqueelbarcoestabayaaparejadoyelvientoerapropicio,yquesehacíanalamar,MaryAnne,hastaquelellegabaelturnode convertirse en una multitud que se apeaba y era reemplazada por unamultitud que subía, la cual hacía de nuevo lo mismo. Y en todas lasestaciones, la multitud que subía al tren, con una referencia artística a laintegridaddesuscoros,mientrasasaltabalosvagones,gritabacomounasolavoz:«¡Juntossomoslagranpandilla!».

Los cánticosy lasmultitudes sehabían idodiluyendo amedidaque loslugares solitarios quedaban atrás y se acercaban las grandes ciudades, y elviaje transcurría todo lo silenciosamente que un viaje en tren puedetranscurrir, frente a lasvagas callesnegrasde los ampliosgolfosurbanosyentre los árboles sin ramas de sus vagas chimeneas negras. Bajo aquellahumedadgrisácea,dabalaimpresióndequetodasesasciudadeshabíansidoasoladas por un incendio cuyas llamas acababan de ser apagadas; unpanoramamelancólicoyopresivodemuchasmillasdelongitud.

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Deestemodo,ThomasyFrancis llegaronaLeeds,decuyobulliciosoeimportante centro comercial puede decirse con delicadeza que, para bien opara mal, no deja a nadie indiferente. Al día siguiente, el primero de lasemanadecarreras,tomaroneltrenendirecciónaDoncaster.

Ydeinmediatoelcarácterdelosviajerosydelosferroviarioscambióporentero,ycualquierasunto,cualquiernegocioqueno tuvieraqueverconlascarreras desapareció de la faz de la tierra. La conversación girabaexclusivamente en torno a los caballos y a John Scott. Los guardafrenos,cubriéndose la boca con la mano, susurraban a los jefes de estación cosassobrecaballosysobreJohnScott.Hombresvestidosdechaquéyconcorbatasmoteadasprendidasmediantedistintivasagujas, laspiernas reciasabultandodentrodepantalonesceñidosconelfindequeseasemejasenlomásposiblealaspatasdeunequino,ibandeunladoaotro,porparejas,enlasestacionesdeenlace,hablandobajoyentonomalhumoradosobrecaballosydeJohnScott.El joven clérigo de chaleco negro, que ocupaba el asiento central delcompartimiento, explicaba con su peculiar lenguaje de púlpito a la joven yadorablereverendaseñoraCrinolina,queocupabaelasientocentralfrentealsuyo,unospocospasajesderumoresconcernientesa«cabayozz,miamor,yalzeñorJohnEzzzcott».Unsujetoencorvado,conunacabezacomounquesodanés, que vestía un traje de pana de palafrenero y cuidaba de un caballotransportado en un vagón-jaula, circulaba por los andenes conun ronzal entorno al cuello, como una versión degenerada de burgués de Calais de losviejostiempos,yeracortejadoporlamejorsociedadenrazóndeloquepodíainsinuarapropósitode«loscabayosyJoonScott»,cuandonoestabaocupadocomiendopaja.Elpropiomaquinista,mientrasconunojovigilabalacaldera,parecíatenerelotroabiertoyvueltohaciaunlado,atentoaloscaballosyaJohnScott.

En la estación de Doncaster había barreras y pasos especiales paraconteneralamuchedumbre;caminosprovisionalesdeentradaysalida,entrevallasdemadera,paraquelagentenosedesviase.Aquellabenditasemanadecarrerascontabaconcuarentamaleterosdemás,ytodosellosconcertabansusapuestas en el cuarto de lámparas o en cualquier otra parte, y ninguno seacercaba a tocar los equipajes. El tren dejaba a los viajeros en un espacioabierto,untristedesiertodehombresociosos.Todatentativadellevaracabountrabajo,exceptoelrelacionadodirectamenteconlascarreras,setopabaconunatasco;ytodosloshombressehabíanmetidoenaquelatasco.

—¡Eh,palabra!Nonospidaanosotrosqueleayudemosconsuequipaje.Hagasuelección,acierte,¡venga!¡Vamos,loscaballosyJohnScott!

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En medio de aquellos hombres ociosos estaban todos los calesines ydemás coches de Doncaster y lugares adyacentes, con los caballosaculándose, retrocediendo, avanzando, agitándose, asustándose, se diría quecomoresultadodenooírhablardeotracosaquenofueradesupropiaespecieydeJohnScott.

GranCompañíaDramáticadeLondresparalaSemanadeCarreras.PosesPlásticasenlaGranSaladeReunionesdelPatiodeCuadrasalassieteyalasnuevetodaslasnochesconmotivodelasemanadecarreras.GranExhibiciónde Liliputienses Aztecas, importante para quienes deseen horrorizarse porpocodinero,conocasióndelasemanadecarreras.¡Alojamientodeelevadaynotanelevadacategoría,perotodoaelevadosprecios,dediezaveintelibras,durantelasemanadecarreras!

Sobradamente aturdidos por todas estas cosas, los señores Idle yGoodchildseretiraronalosaposentosquesehabíanaseguradodeantemano,yelseñorGoodchildmiróporlaventanalaconcurridacalle.

—¡Cielos,Tom!—exclamó,despuésde echarle unvistazo a la calle—.¡Vuelvo a estar en el asilo de lunáticos, y todas estas personas son locos acargodeuncuerpodeceladoresintrigantes!

Mientrasdurólasemanadecarreras,elseñorGoodchildnofuecapazdeapartar ni un instante esa idea de su mente. Todos los días miraba por laventana, con algo del temor de LemuelGulliver cuando contemplaba a loshombres a su regreso del país de los caballos y todos los días veía a loslunáticoslocosporloscaballos, locosporlasapuestas, locosporelalcohol,locosporelvicio,yalosmaquiavélicosceladoressiempreenposdeellos.Laideateñía,comoelsegundocolorenunatelatornasolada,latotalidaddelasimpresionesdelseñorGoodchild.Éstaseranaproximadamentecomosigue:

Lunes,mediodía.Lascarrerasnoempiezanhastamañana,perotodaslashordas lunáticashansalido, invadenelpavimentode lacalleprincipalde labonitayacogedoraDoncaster, lo llenan todo, seapelotonanparticularmenteenelexteriordelassalasdeapuestas,saludanconaullidosyrisasacualquiervehículo que pase. A veces, algún que otro caballo lunático, asustado, sedesboca, con el consiguiente e infinito alboroto. Hombres de todas clases,desdearistócratasaindigentes,apuestansindescanso.Losceladores,siemprealerta,aprovechantodabuenaocasión.Hayundetestableairedefamiliaentreestos celadores, del señor Palmer al señor Thurtell. Tengo ciertosconocimientosenmateriadeexpresiónya lo largodemividaheconocidomuchas cabezas (esto es lo que escribe el señor Goodchild), y en ningunapartehevistonuncatantasrepeticionesdeunmismotipodesemblanteyun

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tipo de cabeza (ambos malignos) como en esta calle y por estas fechas.Astucia,codicia,sigilo,fríocálculo,endurecimientoyextremainsensibilidadson las peculiaridades de los celadores. El señor Palmer se cruza conmigocinco veces en cincominutos, y, cuandovoy calle abajo, la nuca del señorThurtellmarchaconstantementedelantedemí.

Lunes,tarde.Encendidaslaslucesdelaciudad;máslunáticosquenuncaenlacalle;completaobstrucciónycolapsodelacirculaciónantelassalasdeapuestas. Los celadores, ya cenados, invaden las salas y despabilanactivamentealoslunáticosadinerados;algunosceladoresabotargadosporlabebida, otrosno, pero todosmezquinosy calculadores.El ecodifusodeunrumorsobre«ballos»y«rreras»vaalzándoseperpetuamenteenelaire;sóloamedianocheempiezaamorirenocasionalescánticosdeborrachosyalaridosdispersos. Pero, a lo largo de toda la velada, alguna taberna incívica de lavecindad abre sus puertas a intervalos y escupe a un hombre demasiadoborracho para que su presencia sea admisible en el local; hombre que, porconsiguiente, prorrumpe en las más estrepitosas protestas para que lereadmitan,yacabadurmiéndoseallídondecaeoesconducidoalcalabozo.

Martes, mañana, al amanecer. Súbita aparición, como si brotasen de latierra,detodaslasobscenascriaturasquevenden«programasoficialesdelascarreras». Habrán estado enroscadas por los rincones o durmiendo en losumbrales de las puertas, y por haber pasado toda la noche en condicionessimilaresnecesitantodasalmismotiempoactivarlacirculacióndelasangre;pero,seaonoseaasí,surgenalavidajuntasysimultáneamente,comosiunnuevoCadmohubierasembradolosdientesdeuncaballodecarreras.Ningúneventual comprador de programas se ha levantado todavía, pero losprogramas sonpregonadosconardor.Nohayclientelapor la cualpelearse,perosediscuteypeleafuriosamente.Conspicuaentreaquellashienas,segúndescubre uno a la hora del desayuno, aparece una alarmante criatura queparece un hombre: piernas tambaleantes por la bebida y la disipación, lacabezadescubiertaydescalzoslospies,conelhorriblepelocomounaescobay sin otras ropas que unos calzones andrajosos y una chaqueta de percalsatinado de color rosa, tan ajustada (cosida, se diría, a su cuerpo) que esevidentequenoselapodráquitarnunca,loque,dehecho,jamáshace.Estaespantosa aparición, inconcebiblemente ebria, posee el terrible poder deimitar el rebuznodeunasnoquevibra comoel sonidodeungong,hazañaque le exige apoyar la quijadaderecha en sumugrientamano, doblar haciaatráslaespaldayexpulsarelrebuznocongranagitacióndesustambaleantespiernas y enérgicos barridos de la escoba que tiene por cabellera.Desde el

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primer instante,cuandosalea la luzsosteniendoenaltosusprogramasparaque desde las ventanas los vean, y propone hoscamente que Milord, SuExcelencia,MiCoronel,elNobleCapitányaVuestraHonorableMercedlocompren,desdeelprimerinstante,pues,hastaqueterminalaGranSemanadeCarreras,a todashorasde lamañanayde la tarde,deldíayde lanoche, laciudad reverberará, según se le antoje, con los rebuznos de este pavorosoanimalqueeselAsno-Gong.

Hoynohayninguna carrera realmente importante, así que tampocohayexcesiva afluencia de vehículos; aunque la circulación no es desdeñable:carromatosycalesascampesinos,carruajesconcaballosdepostas,cochesdecuatrocaballos,lamayoríaprocedentesdeYork,siguenporlacalleprincipalparaencaminarsedirectamentehacialapista.UnpaseoendireccióncontrariapodríaserhoymejoropciónparaelseñorGoodchildquedichapista,demodoquetomaladireccióncontraria.Todoshanidoalascarreras.Sóloniñosenlacalle.ElCircoGranAlianza,desierto;noquedaningunodelosStarRiders;lasgaritasdeventasdeentradas,conseccionesseparadasparapalcos,plateayanfiteatro,estáncerradasyhansidoretiradasaunlado;nohaynadiecercade la lona, excepto un hombre arrodillado en la hierba que está haciendoglobos de papel para uno de los números de la noche. Un bonito camino,agradablementearbolado.Nadie trabajaen loscampos: todosa lascarreras.Lospocoscaminantesrezagadossedirigenalascarreras,ycuandosecruzanconalguienquenosiguesutrayecto,lomiranconasombro.Elencargadodelportazgo se ha ido a las carreras; su ahorrativa esposa, que lava ropa a lapuertadelacasetadecobro,iráalascarrerasmañana.Eldueñodelahosteríavecinasehamarchadoalascarreras.Quiénsabesimañananoquedaránadieparacobrarelportazgoyatenderalosviajeros,aunqueelloseguramentenoseapropionidelosportazgosnidelagentedeYorkshire.Elpropiovientoyelpolvoparecenpresurososenllegaralascarrerascuandorozan,vivaces,alúnico caminantequequeda en la calle.En ladistancia, lamáquinadel trenque aguarda en el extremo de la ciudad emite un agudo grito dedesesperación.Nadaexceptoladificultaddesalirsedelavíaimpideaaquellalocomotoramarcharsealascarrerastambién,esoestámuyclaro.

Por la noche, más lunáticos en la calle que la noche anterior, y másceladores. Estos últimos,muy activos en las salas de apuestas, frente a lascuales lacalleesahora intransitable.El señorPalmer,comoantes.El señorThurtell, como antes. Estrépito y alboroto, como antes. Apaciguamientogradual,comoantes.Lastabernasexpectoranalosclientesindeseables,como

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antes.Alaridosdeborrachos,Asno-Gongyprogramasoficialesencontinuoaumento.

Elmiércolesporlamañana,queeslamañanadelaGrandSaintLeger,esevidente que ha habido un importante flujo de entrada, tanto de lunáticoscomo de celadores. Las familias de los comerciantes establecidos en elcaminoyanoestánalalcancedelavista:lashabitacionesquesolíanocuparignoransuparadero, llenasahoradehuéspedesaveinteguineasporcabeza.Enlaventanadelsegundopisodelapastelería,unceladorcepillaelcabellodel señor Thurtell creyendo que es el suyo. En el ático de la cerería, otrocelador se está poniendo los tirantes del señor Palmer. En el cuarto de losniñosdelarmeroseafeitaun lunático.Enelmejor salónde laviviendadeldueñode lapapelería-librería, tres lunáticos tomanundesayunocombinado,elogian al demonio (del cocinero) y beben brandy puro en una atmósferacargadaporloscigarrosfumadoslanocheanterior.Ningúnsantuariofamiliarse libra de nuestros angélicos mensajeros (nosotros nos hospedamos en elÁngel), que a modo de camareros adicionales para la Gran Semana deCarrerasentranysalende lashabitacionesmássecretasde lacasadequiensea,conplatosy tapasdeestaño, jarros,botellasdesodayvasos.Unahoradespués,calleabajoycallearriba,hastadondealcanzalavistaybastantemásallá,hayunadensamultitud;loqueseproduceantelassalasdeapuestasescomoungranforcejeoalapuertadeunteatro(enlosdíasquehayfunción)oenelvestíbulodel templodeSpurgeon(enlosdíasdeSpurgeon).Unahoradespués:fundiéndoseenestamultitud,ydeunmodouotroatravesándola,seencuentra todo tipo de vehículos y todo tipo de pasajeros: carretones, conladrillerosyladrillerassentadossobretablasytraqueteadosdeacáparaallá;diligencias, con los requeridosmozos en la trasera, sentados con losbrazoscruzados en la posición requerida, inclinados hacia atrás en el ángulorequerido;postillonesconlosrelucientessombrerosylaselegantescasacasdeotros tiempos, cuando no existían los fogoneros; bellísimos caballos deYorkshire,gallardamente conducidospor suspropiosdueñosy criadores.Ydebajodecadalanza,decadaeje,decadacaballo,yalparecerdebajodecadarueda,elAsno-Gongsuelta sus rebuznosmetálicos,cuandono luchaporsuvidaoesapartadodelcaminoalatigazos.

A la una, ha cesado el bullicio en las calles y no queda nadie en ellas,salvoFrancisGoodchild.YFrancisGoodchildnosequedaráenellasmuchotiempomás,porquetambiénélvacaminodelascarreras.

UnpanoramadesumabellezaeselquedescubreFrancisGoodchildenelhipódromo, cuando ha dejado atrás la amable Doncaster y sale campo a

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través, con sus gratas perspectivas, su pintoresca Casa Roja que cambiaextrañamenteygirasegúngireFrancis,suhierbaverdeysubrezofresco.Unespacio abierto y cómodo, donde Francis puede vagar apaciblemente encualquier dirección y elegir un sitio entre la salida, lameta o la curva queenvuelve la colina, o en cualquier punto apartadodesdedondeobservar loscaballostrémulosdeemoción,losnerviostensados,transmitiendosutembloralaacogedoratierracuandodesfilan.Francissecongratuladenoestarenlagrantribuna,sinoenunlugardesdedondepuedeverla,alzadacontraelcielo,consuslargashilerasdepuntosblancosquesonlosrostros,ysusúltimasfilasaltas y sus extremos llenos de gente que parecen alfileres clavados en unenorme alfiletero, aunque no tan simétricamente como su espíritu ordenadodesearía,pueslaspersonascambiandesitioosemarchan.Cuandolacarreraya casi ha terminado, tan hermosa como la carrera misma le resultan laagitaciónqueprovocaentrelosalfileresylaformaenqueéstoscambiandelcolor oscuro al color claro en el momento en que el público se quita elsombrero para agitarlo en el aire. No ofrecen menor interés la ruidosaanticipacióndelnombredelganador,laemociónyelrugidofinal;después,elrápidodesprendimientodelosalfileres,larevelacióndelaformaquetieneelalfiletero desnudo, y la concentración de toda la horda de lunáticos yceladoresdetrásde los trescaballosyde sus jinetes, ataviadosconvistososcolores, que aúnnohan finalizado sugalope, pese aque la competiciónhaterminadoya.

Alparecer,el señorGoodchildnose libróporcompletode lademenciageneral que se respiraba en las carreras, aunque la suya era una demenciadiferentealadelosdemás.ElseñorIdlesospechaquecayóenunengorrosoestado mental por causa de unos pequeños guantes de color lila y unsombreritofemeninoquevioallí.ElseñorIdlesostieneque,mástarde,yconapariencia profundamente lunática, su amigo repitió en el Ángel ciertarapsodiaquemásomenosdecíalosiguiente:

—¡Oh, pequeños guantes lila! ¡Oh, cautivador sombrerito que, enconjunciónconsuscabellosdeoro, rodeabadegloria subonitacabezaa laluzdel sol! ¿Porquénoestaremos solos en elmundo túyyo? ¿Porqué elcursode estedía (jornadade carreraspara losdemás, preciosamúsicaparamisoídos)noseprolongaráenuneternootoñosoleadosincrepúsculo?GeniodelaLámpara,oAnilloMágico,¡detenmeallí,gallardojinete,juezdecarreraenmi casaca roja, inmovilizado sobre la verde hierba por los siglos de lossiglos!Fraternaldiablodedosbastones,manténaBlink-Bonnyplantadoenlalíneadesalidadurantediezvecesdiezmilaños,¡yquelacarreranoempiece

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nunca! Tambores árabes, poderosos desde remotos tiempos para conjurar alosgeniosdeldesierto,empezadasonaryalzadunatropaeneldesiertodemicorazónquehechicedetalmodoestepolvorientobirlocho(conunaconspicuaplacaderecaudadorparecidaalaplacadegaritadeunportazgo),queyo,ensu interior, amando los pequeños guantes lila, el seductor sombrerito y laencantadoracriaturadecabellosdeoroquelollevaba,puedaesperarjuntoaella eternamente la celebración de unGrand Saint Leger que no se correránunca.

Jueves por la mañana. Después de una tremenda noche deaglomeraciones,gritos,expectoracionestabernarias,Asno-Gongyprogramasoficiales. Síntomas de las ganancias de ayer en forma de bebida, y de laspérdidas de ayer en forma de dinero, ambas abundantes.Grandes pérdidas:como es usual, nadie parece haber ganado; pero importantes pérdidas ynumerososperdedoressonhechosincuestionables.Tantolos lunáticoscomolos celadores, en general, muy deprimidos. Varios de ellos, en ambascategorías, contemplan la botica, donde el señorGoodchild está efectuandounacompra,comoalaesperadequeélleslevanteelánimo.Unlunáticodeojos enrojecidos, congestionado, aturdido y trastornado, entra conprecipitaciónygritasalvajemente:

—¡Póngameunvasodeaguaconsalesvolátilesocualquiermalditacosaporelestilo!

Carasmuy largas en la sala de apuestas, y unamuyvisible tendencia amorderse lasuñas.Losceladoresparecequededican lamañanaaandarporahí,solitarios,conlasmanosenlosbolsillos,mirándoselasbotascuandolasmetenen losbachesdeladoquinado, luegomirandoarribapara, finalmente,alejarsesilbando.ElCircoGranAlianzahasalidoenprocesión;voluminosadama,miembrodelGranAlianza,entrajedemontarcarmesí,másagradablede ver, incluso con la cara pintada bajo el cielo diurno, que las jetas delunáticos y celadores. El Caballero Español parece también haber perdidoayer,yhacetintinearsusengalanadasbridascondisgusto,comosiestuvierapagandosusdeudas.Lamisma reacciónesperceptibleenelAyuntamiento,enfrente,dedondeciertosraterossalenesposadosunosconotros,conaquelandarquenosevenuncaenotrascircunstancias;aquelcaminarreveladordequeunovaalacárcel,sí,perotambiéndequelascárcelessonarbitrariasydemalgusto,yquétepareceríaestoatisiestuvierasenmilugar,¡queesdondedeberíasestar!Mediodía.Laciudadse llenacomoayer,perono tanto,y sevacíacomoayer,perono tanto.Alanochecer,elcomedordelÁngel,dondetodo lunático y todo celador consume su modesta cena diaria de tortuga,

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venadoyvino,noestátanconcurridocomoayer,nitanruidoso.Porlanoche,el teatro.En él,mayor número de rostros abstraídos del que suele verse enreuniones públicas; rostros cuya expresión recuerda vivamente al señorGoodchildladeloschicosdesuescuelacuandolestocaba«saliralapizarra»con su aritmética o sus matemáticas. Estos chicos, no cabe duda, saldránmañanaa lapizarra con sus cifrasy sus sumas.El señorPalmery el señorThurtellenlospalcosdelalaizquierda.ElseñorThurtellyelseñorPalmerenlospalcosdelaladerecha.LafirmaThurtell,PalmeryThurtellenlospalcoscentrales. Se observa una tendencia francamente odiosa en aquellosdistinguidoscaballeros: interpretarvilmentefrasessuficientementeinocentesde la obra que está representándose, y después aplaudirlas como sátiros.DetrásdelseñorGoodchild,entreungrupodelunáticosyuncelador,lavivaencarnaciónde la cosa llamada«sujeto».Uncaballeronace;un«sujeto» sehace. Una cosa con un pañuelo en torno al cuello y un lenguaje bastobrotandodetrásdelpañuelo;másdepravado,másnecio,más ignorante,másincapazdecreerenalgobuenoynoble,deltipoquesea,queelmásestúpidode losbosquimanos.Llevamuchoalcoholen lasvenasynoesmásqueunjovenmuchacho,aunquesuaspectoindiquelocontrario.Parahacerjusticiaasus acompañantes, incluso éstos se avergüenzan de él cuando profiere susinsultantes críticas a la representación, e inflama al señorGoodchild con elardientedeseodeenviarlealinfierno.Suscomentariossontanhorriblesqueel señor Goodchild llega a dudar por un momento de que aquello seaauténtico arte si coloca a lasmujeres ante semejante cosa, aunque sean suspropias hermanas o su propia madre, ¡a quien el Cielo perdone por habertraídoalmundounacosaasí!Sinembargo, elhechodequeunanaturalezaabyecta debe crear para sí unmundo abyectodondevivir, cualesquiera quesean los materiales que utiliza, o de lo contrario no podría existir, comoninguno de nosotros existiría sin el sentido del tacto, devuelve al señorGoodchildlarazón;engranparte,debidoaquelacosanotardaenhincarelmiserablementónenelpañueloysequedadormidababeando.

Viernespor lamañana.Peleasmuy tempranas.Asno-Gongyprogramasoficiales.Denuevo,copiosaperegrinaciónhacia lascarreras,aunqueno tancopiosacomoelmiércoles.Tambiénmuchotrajíndeequipajesenelpisoaltodelaarmería,delacerería,delapapelería;porquehabráunintensotrasiegode lunáticos y celadores hacia Londres en el tren de la tarde. La pista decarreras, tan bonita como siempre; el gran alfiletero sigue pareciendo unalfiletero, aunque no esté tan lleno de agujas; hay varias filas vacías.En elacontecimientoprincipaldeldía,tantoaloslunáticoscomoalosceladoresles

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asaltalairayseproduceunaviolentarefriegayseinicialapersecucióndeljineteperdedor,asícomolaluchadedichojinetepornocaerenlasgarrasdela voluble y amenazante muchedumbre, bajo la protección de sus amigos,aunque ya con aspecto maltrecho. Bárbaro proceder, ciertamente, aunqueanimado para presenciarlo desde una distancia prudencial. Terminada lapruebaprincipal,riadashumanascomienzanafluirdesdeelalfileterohastaelferrocarril; las riadas confluyen en ríos; los ríos no tardan en unirse paraformarunlago.FlotandoenellagollegaelseñorGoodchildaDoncaster,nosin pasar ante el itinerante personaje vestido de negro que, al borde delcaminoydesde laventajosaposicióndeunpostequeostentauncartelbienlegible,leanunciaqueportodasaquellascosaselSeñorlollevaráajuicio.Ala hora de la cena ya no se sirve elmenú de tortuga y venado; esto es yahistoria pasada. No se apuesta en los salones; nada hay en ellos, salvo lostiestos con plantas que durante toda la semana han estado custodiando laentradaparadarunaaparienciainocenteallugaryque,enaquelperiodo,sehanmarchitadodeformalamentable.

Sábado.El señor Idle desea saber, a la hora del desayuno, qué eran loslúgubres plañidos que durante la noche han sonado detrás de su puerta. Elseñor Goodchild le contesta que eran la consecuencia de una pesadilla. Elseñor Idle repudia la calumnia y llama al camarero. El Ángel lo lamentamucho y se propone explicarlo; pero, verán, señores, había un caballerocenando abajo con otros dos, y había perdido una gran suma de dinero, yhabíabebidounagrancantidaddevino,yporlanoche«leasaltóelhorror»yselevantó;ycomosusamigosnoconsiguieronhacernadaporél,setendióenelsueloysepusoagemirantelapuertadelseñorIdle.

—Pues vaya si gemía —dice el señor Idle—, ¡y hágame el favor deimaginarsesiamí,alotrolado,nomeasaltaríatambién«elhorror»!

Hasta aquí, la presente descripción de Doncaster en las fechas de su granacontecimiento deportivo anual, que ofrece probablemente una estampageneral del ambiente social de la ciudad, tanto en el pasado como en lostiemposactuales.Laúnicaatracciónlocalenelañoquenosocupaquepuedeconsiderarse del todo inusitada, y que merece sin duda una mención, porbreve que sea, es la existencia auténtica de un notable personaje que sehospedaenDoncasteryquenidirectani indirectamente tienenadaqueverconlascélebrescarrerasdelasemana.Sisebuscaentreelgentíoqueinvadelaciudad,incluidoshabitantesy,porsupuesto,visitantes,noseencontraráa

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nadiequevivaalmargendeloseventosquesecelebranestosdías,salvoeseúnico hombre sin parangón. Él no apuesta a las carreras, como losaficionados. Él no participa en las carreras, como los jinetes, los jueces desalidaodepista,olosmozosdecuadra.Élnoasistealascarreras,comoelseñor Goodchild y el resto de los espectadores. Él no se aprovecha de lascarreras, como los hoteleros y los comerciantes. Él no administra lasnecesidades de las carreras, como los taquilleros, los postillones, loscamarerosyloscorredoresdeapuestas.Élnofomentaeldivertimentodelascarreras,comolosactoresde teatro, losartistasdecircoo losmimosde lasposesplastiques.Sinlugaradudas,éleselúnicoindividuoenDoncasterqueestáalmargendelaarrolladorariadadelascompeticionesynoesengullidoporellaconelrestodesussemejantes.¿Quiénesestemodernoeremita,esterecluso de la semana de la Saint Leger, este enigmático personaje solitarioquevivedeespaldasalasdiversionesyactividadesdelasqueparticipanlascriaturas de su propia especie? Sin duda, no presenta dificultad algunaresolverelmásfácilyclarodelosacertijos.¿QuiénpuedesersinoelseñorThomasIdle?

Thomas había aceptado el padecimiento de ir a Doncaster del mismomodoquehubieseaceptadoelpadecimientodeserconducidoacualquierotrolugar habitable del planeta que le garantizase la posesión temporal de unconfortablesofádondedescansarsutobillo.Unavezinstaladoenelhotel,conla pierna sobre un cojín y la espalda apoyada en otro, declinó formalmenteinteresarse lo más mínimo por cualquier circunstancia relacionada con lascarreras o con la gente que se había congregadopara presenciarlas.FrancisGoodchild,anhelandoquelashoraspasaranparasucompañerodeviajedelaformamásplacenteraposible,sugirióqueacercaranelsofáalaventana,paraqueasísuamigosedistrajesecontemplandolafluctuantemareahumana,delacuallacalleprincipalpresentabaunavistaexcelente.Thomas,sinembargo,rechazódetodastodasaprovecharsedeello.

—Cuantomás lejos esté de la ventana,mejor ymás contento, hermanoFrancis—dijo—.Notengonadaencomúnconloquemantieneobsesionadasa todas esas personas que pasan por la calle. ¿Por qué molestarme enmirarlas?

—Yotambiénconfíoennotenernadaencomúnconloqueobsesionaalamayoría de ellas —respondió Goodchild, pensando en los caballerosaficionados al deporte con los que había tropezado en sus paseos porDoncaster—. Pero estoy seguro de que entre toda la gente que ahora pasafrenteaestacasadebedehaber…

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—Niunasolacriaturaviviente—interrumpióThomas—quenoesté,deunmodouotro, interesadaen loscaballosyquenosea,enmayoromenorgrado,unadmiradordeesosanimales.Porqueyoalbergounadudosaopiniónde esos cuadrúpedos animales que tiene a su vez, o así lo creo, el dudosohonordenosercompartidaporningúnotroserhumano,civilizadoosalvaje,entodalafazdelatierra.Sihablamosdelcaballoengeneral,Francis,yolodespreciotaxativamente.

—Thomas—dijoGoodchild—,tuconfinamientodomésticohaempezadoa afectar a tus secreciones biliares. Iré a la botica y te traeré algúnmedicamento.

—Lo desapruebo—continuó Thomas, apoderándose tranquilamente delsombrero de su amigo, que estaba en unamesa próxima—; lo desapruebo,primero, por la constitución física del caballo.Rechazo el canonde bellezaqueseasociaaeseanimal.Opinoquesuhocicoesdemasiadolargo,sufrentedemasiado baja, sus patas (excepto en el caso del caballo de tiro)ridículamente delgadas en comparación con el volumen de su cuerpo.Asimismo,considerandolagranenvergaduradedichoanimal,desaprueboladeplorable delicadeza de su constitución. ¿No es acaso la criatura másenfermizaqueexiste?¿Quéniñose resfría tan fácilmentecomouncaballo?Pese a su apariencia de supremo vigor, ¿no se daña una pata con mayorfacilidad con la queyomedisloqué el tobillo?Por añadidura, vistodeotramanera, ¡qué infeliz y desvalido es! Ni una refinada dama requiere másatencionesqueuncaballo.Otrosanimalespuedenlavarsesolos:élhadeteneruncuidador.Medirásqueellosedebeaquenosotrosqueremosquetengaelpelajeartificialmentelustroso.¡Lustroso!Venamicasaymiramigato,¡mihabilidoso gato, que se cuida a sí mismo! ¡Mira tu perro! ¡Mira cómo esainteligente criatura se atusa y peina con sus propios y honrados dientes!Yluego,además,¡quétontoeselcaballo,unpobretontonervioso!Sesobresaltaanteuntrozodepapelblancoqueencuentraenlacallecomosivieraunleón.Loúnicoquetieneenmente,cuandooyeunruidoquenoleresultafamiliar,es escapar a la carrera… ¿Qué me dices de estas dos conocidasparticularidades,deltalentoyelcorajedeeseanimaltanalabadoenexceso?Podríamultiplicarlashastadoscientas simedevanara los sesosy agotara elaliento,locualnohagonunca.Prefieroexponermiúltimaalegacióncontraelcaballo,quees lamásseriade todas,porqueafectaasucaráctermoral.Mearriesgoaacusarlo,ensucondicióndeservidordelhombre,deencubrimientoytraición.Lodenunciopúblicamentecomotraidor,noimportalomansosqueparezcansusojosnilosuavequeseasupelo,comotraidorsistemático,pues,

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siempreque tieneocasión, traiciona laconfianzaque sedepositaenél.Yapropósito,¿quépretendesahorariéndotedemíysacudiendodeesemodolacabeza?

—¡Oh,Thomas,Thomas!—dijoGoodchild—.Mejorseráquemedesmisombrero;mejorseráquemedejesirabuscarteesamedicina.

—Dejaréquevayasabuscarloquequieras,incluyendounsedanteparati—dijo Thomas, aludiendo con irritación a la infatigable actividad de sucompañero—, si te quedas sentado cinco minutos más y terminas deescucharme.Terepitoqueelcaballotraicionalaconfianzaquesedepositaenél; y esta opinión, permíteme aclarártelo, está basada en mi experienciapersonal, no en cualquier teoría superficial de tres al cuarto.Tepondrédosejemplos, dos ejemplos concluyentes. Referente al primero te preguntaré:¿cuál es el rasgo distintivo que el poni de las Shetland se ha atribuido a símismo,proclamado,además,alsondetrompetaportodoelmundo,tantoenlosmediospopularescomoenlostratadosdeHistoriaNatural?Puedoleerlarespuesta en tu rostro: la particularidad de su paso seguro. Simula tenertambiénotrascualidades,comolaresistenciaylafuerza,quequizádescubrassi lo pones a prueba; pero lo único que pretende hacerte creer cuando lomontasesquepuedesconfiarplenamenteenquenorodaráportierracontigo.Pues bien, hace unos años estuve en las Shetland con un grupo de amigos.Insistieronenquesubieraconellosalacimadeundespeñaderoquepresidíaelmardesdegranaltura.Ladistanciaeralarga,perotodosestabanresueltosacaminar hasta allí, excepto yo. Fui entoncesmás sensato de lo que he sidocontigoenlaCarrockydecidívalermedeunmediodetransporteparallegarhastaelacantilado.Enlaislanohabíanisiquieracaminosdecarro,ynadieofreció(enconsonancia,supongo,conelestadodeimperfectacivilizacióndelpaís)unasillademanosounalitera,queeranaturalmenteloqueyohubierapreferido. En cambio, trajeron un poni de las Shetland. Me acordé de miHistoriaNatural, evoqué la creencia popular, y subí a lomos de la pequeñabestia, como cualquier otro hombre habría hecho enmi lugar, depositandounaconfianzatácitaenlaseguridaddesupaso.¿Ycómomepagóélaquellaconfianza? Hermano Francis, traslada tu imaginación de la mañana almediodía. Trata de concebir la imagen de un triste páramo de hierba yciénagas flanqueado por pedregosas lomas de escasa altura. Elige un puntodeterminado de ese escenario imaginario y sitúame en él, con los brazosextendidos,laespaldacurvadaylospiesenelaire,precipitándomedecabezaenuncharconegrodeaguaylodo.Sitúadetrásdemílaspatas,elcuerpoylacabezadeunponidelasShetlanddepasosegurocaídodebrucesenelsuelo,

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yhabrásobtenidolafielrepresentacióndeunhechomásquelamentable.Yladivisamoraldeestecuadro,Francis,serátestimoniarquecuandouncaballerodepositasuconfianzaenlaspatasdeunponidelasShetland,descubriráasupropia costa que no se apoya sino en cañas quebradizas.Éste esmi primerejemplo.Ydime,¿quétienestúquedeciralrespecto?

—Nada, pero quiero mi sombrero —respondió levantándose, inquieto,conlaintencióndedarunospasosporlahabitación.

—Lo tendrás dentro de un minuto—prosiguió Thomas—.Mi segundoejemplo…—Goodchildrefunfuñóyvolvióasentarse—.Misegundoejemploesmásadecuadoalmomentoylugarpresentes,puesserefiereauncaballodecarreras.Unpardeañosatrás,unbuenamigomío,deseosodeconvencermepara que practicara ejercicio con regularidad, pero siendo consciente de ladebilidaddemispiernasparanoesperardeellasgrancosa,meregalóunodesuscaballos.Alenterarmedequeelanimalencuestiónhabíacomenzadosuvidaenlaspistasdecarreras,declinéelregaloconeldebidoagradecimiento,yañadí,amododeexplicación,quemiideadeuncaballodecarreraseraunaespecie de huracán hecho carne, sobre el cual ningún hombre en su sanojuicio aspiraría a sentarse. Mi amigo replicó que, por mucho que micomparaciónpudieraaplicarsealoscaballosdecarrerasengeneral,seríadeltodo inadecuada en el caso del caballo con el que pretendía obsequiarme.Desdequeeraunpotrillo,aquelnotableanimalhabíasidoelmásindolenteylentodesuraza.Laspocasdotesquepudieraposeerparalacarrera,lashabíaguardado tan celosamentepara símismoquepormuchoentrenamientoquerecibiera jamás las había puesto en práctica. Se había reveladoexasperantemente lento como corredor y exasperantemente perezoso comocazador,ynoservíaparanadaquenofueseunavidatranquilaycómodajuntoauncaballeroancianoouninválido.Cuandoescuchéamiamigohablarasídelcaballo,deboreconocerquemeencariñéconél.Antemisojosdesfilaronatractivas imágenes de Thomas Idle montado plácidamente a lomos de uncorcel tan holgazán como él mismo, presentando al agitado mundo elsoporífero y monótono espectáculo de una especie de perezoso centauro,demasiado apacible en sus costumbres y maneras como para llamar laatencióndenadie.Fuialacuadraaexaminarelcaballo.¡Gentilcriatura!Sehabía dormido con un gatito en su lomo. Vi cómo un mozo lo sacaba aairearse.Dehaberllevadopantalonesenlaspatasnolashabríadistinguidodemispiernas,contantaflemalaslevantaba,contantocuidadolasbajaba,contantalentitudlashacíaavanzarporelterreno.Enaquelprecisoinstanteaceptéelofrecimientodemiamigo.Memarchéacasa;elcaballomesiguió(enun

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tren lento). ¡Oh, Francis, cuán devotamente creí yo en aquel caballo! ¡Conqué mimo le procuré sus pequeñas comodidades! Nunca había llegado alextremode contratar a un criadoparamí, perono titubeé ante el dispendioque suponía contratar a uno que lo atendiese a él. Si pensé un poco enmícuandocomprélasillamásblandaqueencontréenelmercado,tambiénpenséenmicaballo,puesalofrecermeelhombrequemelavendióespuelasyunafusta, las rechacé con horror. Cuando, por lo tanto,me dispuse a hacermiprimerasalida,ibadesprovistodecualquierartilugioparaarrearamicorcel.Élmarchóa supasodurante todoel recorrido,ycuandoal fin sedetuvo,ehinchó ambos flancos con un profundo suspiro, y volvió su adormiladacabezaymiró atrás, lo conduje denuevo a casa, comohabría llevado a unniñoingenuoquemedijese:«Porfavor,señor,estoycansado».Esteestadodeplacidezentremicaballoyyodurótansólounasemana.Después,cuandoélsehuboasegurado suficientementemi confianza, cuando sehubopercatadodetodasmispequeñasdebilidadescomojinete(quesonlegión),latraiciónylaingratitudlatentesensunaturalezaequinaafloraronenuninstante.Sinlamenor provocación por mi parte, sin que en aquel momento lo hubieraadelantadonadaninadie,comono fuerauncochecillo tiradoporunponiyconducido por una vieja dama, de soñoliento abatimiento se transformó enpuraagitaciónfrenética.Coceó,corcoveó,seestiró,corveteó,cabeceó,brincóhorriblemente.Yoaguantéenlasillatantotiempocomopude,ycuandoyanopudemás,salídespedido.¡No,Francis!Nosoncircunstanciasparaqueunoseeche a reír, sino para llorar. ¿Qué dirías si fuera un ser humano quien asícorrespondieraamisatenciones?Buscaentodoelrestodelreinoanimal,¿ydónde encontrarás un ejemplo de traición tan patente como aquél?La vacaque cocea a quien la ordeña puede tener motivos para ello; considerarseforzadaenexcesoacontribuiraladilucióndeltédeloshumanosyaluntadodel pan de los hombres. El tigre queme salta encima de improviso puedetener un hambre voraz en aquelmomento, por no hablar de la justificaciónposteriordequeyosoyparaélunperfectoextraño.Lamismapulgaquemesorprendeenmitaddelsuelopuedejustificarsupicaduraporqueyo,amivez,estoysiempredispuestoaasesinarlacuandoestoyenvela.Desafíoatodoelcuerpo de profesores de Historia Natural a que, mediante razonamientoslógicos, me hagan cambiar de idea con respecto al caballo. Aquí tienes tusombrero,hermanoFrancis;tómaloyvetealabotica,siquieres,porqueyoyahe terminado.Pídemecualquier cosaquedesees, salvoqueme intereseporlas carreras de Doncaster. Pídeme que mire cualquier cosa que te plazca,salvounaaglomeracióndepersonasanimadasporsentimientosdenaturaleza

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amistosaydevotapor el caballo.Túeresunhombrebien informado,yhasoído hablar de los ermitaños. Considérame un miembro de esta antiguahermandady añadirás unamás a lasmuchas obligaciones queThomas IdleestáorgullosodedeberleaFrancisGoodchild.

Tras decir esto, fatigado por el esfuerzo de haber hablado tanto, elpolemista Thomas agitó lánguidamente la mano, recostó la cabeza en elalmohadóndelsofáycerrólosojos.

En posteriores ocasiones, el señorGoodchild asaltó intrépidamente a sucompañerodeviajedesdelainexpugnablefortalezadelsentidocomún.PeroThomas se mantuvo en sus trece y continuó tan invulnerable mentalmentecomo siempre se había mantenido con respecto al tema que constituía suobsesiónfavorita.

Lavistadesdelaventanahacambiadocompletamentedespuésdeldesayunodel sábado. Las familias de los comerciantes ya han regresado. La jovenesposadeldueñodelapapeleríasacudeunplumeroenlaventanadelsalóndelos desayunos combinados; una niña juega con unamuñeca donde el señorThurtellsecepillabaelcabello;unasesióndelavadoafondotienelugarallídondeelseñorPalmerseponíalostirantes.Enlascalles,noquedaniunsolorastrodelascarrerasmásqueloscarromatosyloscochesdestartaladosyloscarretonescargadosconlasbancasdelospuestosdebebidasylasmesasylosrestos de los palcos, que salen de la ciudad tan deprisa como pueden. ElÁngel, cuyo interior fue despejado para albergar el espectáculo y lasaglomeracionesdelasemana,empiezayaarestablecercadacómodaypulcrapieza del mobiliario en el cómodo y pulcro lugar que le corresponde. LashijasdelÁngel(losángelesmássimpáticosquelosseñoresIdleyGoodchildvieranjamás,nidemasiadoexpertasensutrabajoniafectadasporlamaníadeconsiderarse por encima de éste) disfrutan de un poco de tiempo paradescansar y lucir sus alegres rostros entre las flores del patio. Es día demercado.Elmercadotieneunaspectosorprendentementenatural,confortableyseguro; lagentedelmercadotambién.Sediríaquelaciudadestábastanterecuperada,cuandodepronto,¡jaaark!,unrebuznometálico:¡elAsno-Gong!

Elmiserableanimalnohadesaparecidoconelresto,sinoqueestáallí,alpiedelaventana.Cuántomásinconcebiblementeborrachoahora,cuántomásennegrecidas susmanos, cuántomás estrecho su atuendo de percal, cuántomásmanchadoyembarradoysucioycubiertodeestiércoldesdelahorribleescoba de su cabellera hasta los tiernos dedos de sus pies, ¿quién podría

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decirlo?Yanoconsiguesiquierasoltarsurebuznosinbajarlajetahastatancercadelbarrodelacallequesederrumbaenéstedespuésdesoltarlo.Ahoraestátendidoenellodo,ahoravuelvealevantarseapoyándoseenelescaparatedeuncomercio,cuyospropietariossalenaterrorizadosaecharledeallí;ahoraestáantelataberna,luegoenelestanco,dondevaacomprartabaco,yentraenellocalyseagenciauncigarro,queantesdeunminutosehaolvidadodefumar; ahora bailoteando, después dormitando, luego maldiciendo, y acontinuación lisonjeando a Milord, al Coronel, al Noble Capitán, a SuHonorableReverencia, elAsno-Gong retoza y jaranea y rebuzna de vez encuando, hasta que súbitamente el mejor amigo que tiene en el mundo seaproximaporlacalle.

ElamigomásqueridoquetieneenelmundoelAsno-Gongesunaespeciede chacal de pelaje negro, deslustrado y sarnoso, compuesto por piezas tanpequeñas que parece estar hecho de botellitas de betún vueltas del revés yremendadas juntas. El amigo más querido del mundo (tambiéninconcebiblemente borracho) avanza hacia elAsno-Gong con unamano encada muslo, dando una serie de divertidos saltos alternados con paradas ysacudiendolacabezaamedidaqueseaproxima.ElAsno-Gonglomiraconatenciónyconelmáscálidoafecto,perorepentinamentesepercatadequeeselmayorenemigoquetieneenelmundoy,ensuturbación,lesueltaunfuerteporrazo.Elatónitochacalarremetecontraelasno,yruedanunayotravezporelbarrodándosepuñetazoselunoalotro.Uninspectordepolicía,dotadodeuna paciencia infinita, que ha estado observándolos hace ya rato desde lasescalerasdelAyuntamiento,lediceaunesbirro:

—¡Tráelosaquí!¡Enciérralos!ApropiadofinalparalaGranSemanadeCarreras.ElAsno-Gong,cautivo

ysindejarrastro,encerradoenprisión,dondelomejorquepuedenhaceresguardarlo hasta la siguiente semana de carreras. El chacal está asimismoreclamadoylohanbuscadoportodaspartes.Pero,comohatenidolasuertedenollamartantolaatenciónenelmomentodelacaptura,subúsquedasehadesvanecidoenelaire.

Elsábadoporlatarde,elseñorGoodchildsaledepaseoyvaacontemplarla pista. Está completamente desierta: montones de trozos de loza y debotellassehallanesparcidosenmemoriasuya;yprogramasoficialesyotrostrozos de papel revolotean por los alrededores, como los librillos deordenanzas que los soldados franceses llevaban en el pecho y que podíanverse,pocodespuésdehaberselibradolabatalla,correteandoligeramenteporlallanuradeWaterloo.

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¿Seránlaspresentespáginas,igualmenteligeras,esparcidasporlosligerosvientos,hastaquealgúndíalasúltimasacabenextraviadasyolvidadas?Unaociosapreguntayunpensamientoocioso;yconellosefectúaelseñorIdlesusaludode despedida, y el señorGoodchild efectúa el suyo, y de estemodoterminaelOciosoViajedeDosAprendicesHolgazanes.

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CHARLESDICKENS (1812-1870) fue el novelista inglésmás popular delsiglo XIX y un implacable observador de las miserias de la sociedadvictoriana.Desuextensaobra,cabedestacar:LospapelespóstumosdelClubPickwick (1836), Oliver Twist (1837), David Copperfield (1849), Casadesolada(1852)yGrandesesperanzas(1860).

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WILKIE COLLINS (1824-1889) fue un prolífico escritor inglés, y estáconsiderado uno de los creadores del género policíaco y de misterio. Susobrasmásconocidas son,entreotras,Ladamadeblanco (1860),Armadale(1866)yLapiedralunar(1868).

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Notas

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[1]SirRichardWhittington(1354-1423)fueunricocomerciantequeocupóelcargode lordmayordeLondres.La leyendapopular cuentaque salióde lapobreza gracias al dinero que le reportó la venta de su gato en un paísinvadidoporlasratas.(N.delE.)<<

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[2]RobRoy,ganaderoescocésdelsigloXVIII,conocidopor lucharcontraelrobo de ganado, habitual en aquella época. Es el Robin Hood de losescoceses.(N.delE.)<<

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[3] Literalmente, «salpicadura». En sentido figurado, «mancilla, calumnia,desdoro».(N.delT.)<<

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[4] Protagonista de un cuento popular inglés que, una noche, deja unassemillas de habichuela en el suelo de su habitación, sin saber que tienenpoderesmágicos.Alamañanasiguiente,lamatadehabichuelasseelevaalasalturas y Jack trepará hasta llegar a un castillo habitado por un temiblegigante.(N.delE.)<<

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ÍNDICE

Capítulo1

Capítulo2

Capítulo3

Capítulo4

Capítulo5

Sobrelosautores

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