Emociones y empoderamiento en las luchas para la defensa del agua y el territorio. Poma & Gravante

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Agua, Estado y Sociedad en América Latina y España Julio Contreras-Utrera Jesús R. Navarro-García Sergio Rosas-Salas, coords. 2015 Agua, Estado y Sociedad en América Latina y España Julio Contreras-Utrera Jesús R. Navarro-García Sergio Rosas-Salas, coords. ESCUELA DE ESTUDIOS HISPANO-AMERICANOS MINISTERIO DE ECONOMÍA Y COMPETITIVIDAD GOBIERNO DE ESPAÑA

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2015

Agua, Estado y Sociedaden América Latina y España

Julio Contreras-Utrera Jesús R. Navarro-GarcíaSergio Rosas-Salas, coords.

ESCUELA DE ESTUDIOS HISPANO-AMERICANOS

MINISTERIODE ECONOMÍAY COMPETITIVIDAD

GOBIERNODE ESPAÑA

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JULIO CONTRERAS-UTRERAJESÚS R. NAVARRO-GARCÍA

SERGIO ROSAS-SALAS (Coords.)

AGUA, ESTADO Y SOCIEDAD EN AMERICA LATINA Y ESPAÑA

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICASESCUELA DE ESTUDIOS HISPANOAMERICANOSASOCIACIÓN CULTURAL LA OTRA ANDALUCÍA

XALAPA, VER., 2015

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Cubierta: Reserva Natural Integral de Muniellos, Cangas del Narcea e Ibias, Asturias (fotografía de Jesús R. Navarro-García)Edición al cuidado de Jesús R. Navarro García y Jorge ChineaDiseño y maquetación: Juan Gallardo (CSIC)

D. R. © Escuela de Estudios Hispano-Americanos-CSICC/ Alfonso XII, 16, 41002 SEVILLA (España)

La publicación de este libro se fi nanció con recursos de PROFOCIE 2014, gestionados a través de la Universidad Veracruzana.

Este libro ha sido arbitrado desde el Seminario Permanente del Agua, Territorio y Medio Ambiente (ATMA) del CSIC.

Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia sin permiso previo por escrito de la editorial.

Las noticias, asertos y opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, sólo se hace responsable del interés científi co de sus publicaciones.

ISBN: 978-84-608-3069-6

Impreso en México - Printed in Mexico

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Índice

Prólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

GESTIÓN DE RECURSOS NATURALES Y CULTURALES EN TORNO AL AGUA E IMPLICA-CIONES SOCIO-ECONÓMICAS

Pilar Paneque-Salgado: Estrategias de gestión de sequías en España: de la gestión de crisis a la gestión de riesgos. . . . . . . . . . . . . . . . 15

Rafael Cámara-Artigas y Bilal Paladini-San Martín: Manejo del agua y de los recursos naturales en el asentamiento de Donha Anto-nia, Paraíba (Brasil): Cambios socioambientales y propuesta de ordenación de los recursos naturales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

Jesús R. Navarro-García: Una propuesta paisajística para el patrimo-nio termal en el Alto Guadaíra, España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65

Alice Poma y Tommaso Gravante: Emociones y empoderamiento en las luchas para la defensa del agua y el territorio. Un estudio comparado de tres confl ictos en España y México . . . . . . . . . . . . 95

AGUA, SALUD Y DESARROLLO

Anthony Goebel-Mc Dermott y Ronny J. Viales-Hurtado: Inclementes y culpables: las lluvias en las relaciones socio-ambientales de la Costa Rica liberal. Impacto socioeconómico y respuestas institu-cionales (1860-1940). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127

Fabiano Quadros-Rückert: Águas poluídas no Rio Grande do Sul da Primeira República (1889-1930) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161

Julio Contreras-Utrera: La fi ebre amarilla en la ciudad de Veracruz durante la segunda mitad del siglo XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185

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8 Í N D I C E

EL PROTAGONISMO DEL ESTADO MODERNO Y DE LAS EMPRESAS EN LOS USOS DEL AGUA Y EN LAS NORMATIVAS HIDRÁULICAS

Inmaculada Simón-Ruiz y Andrea Noria-Peña: El proceso de cerra-miento del Desierto de los Leones, 1602-1618. . . . . . . . . . . . . . . 217

Juan Hugo Sánchez-García: La administración municipal del agua en los Valles Centrales de Oaxaca durante el Porfi riato. . . . . . . . . . 235

Sergio Rosas-Salas: Haciendas, pueblos y aguas: acuerdos locales e in-fraestructura hidráulica en Izúcar, Puebla (México), 1873-1909 . 259

Esther Padilla-Calderón: El Porfi riato en una zona de frontera. Micro-historia de una concesión de agua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277

Juan Manuel Matés-Barco: El sistema moderno de agua potable en la España interior (siglos XIX y XX) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301

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Emociones y empoderamiento en las luchas para la defensa del agua y el territorio. Un estudio comparado de tres confl ictos en España y México

Emotions and Empowerment in the Struggles for Defending Water and Territory:

A Comparative Study of three Confl icts in Spain and Mexico

Alice PomaTommaso Gravante

UNAM FES Iztacala. México, D. F. México. [email protected], [email protected]

El artículo tiene el objetivo de evidenciar los procesos de empoderamiento que se dan como consecuencia de la participación en las luchas por la defensa del territorio. Analizando la experiencia de los habitantes de tres territorios amenazados por represas, mostraremos la transformación de conciencia y conducta que ellos experimentan y como está relacionada con el cambio social. Finalmente, el análisis mostrará que la dimensión emocional de estas experiencias es necesaria para comprender el cambio de los sujetos y, en general, todas estas experiencias de luchas desde abajo.

Palabras clave: confl ictos por el agua; emociones; empoderamiento; emancipación.

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INTRODUCCIÓN

Los confl ictos por el agua, y en el caso específi co de este capítulo las resis-tencias contra represas, son experiencias en las que comunidades locales, gobier-nos y empresas se enfrentan en luchas que desde la perspectiva de los afectados, son luchas por la vida, mientras que por parte del Estado y las empresas promoto-ras son obstáculos a su idea de progreso y desarrollo. En el mundo anglosajón, ex-periencias como estas han sido etiquetadas durante mucho tiempo como NIMBY (no en mi patio trasero), un enfoque que hace hincapié en el carácter egoísta y anti-progreso de los que se oponen a las infraestructuras1. La amplia literatura que critica este enfoque2, por contra, ha demostrado que las interpretaciones en términos de NIMBY son “formas de negar a la gente de abajo la capacidad de ser movida por algo más que intereses materiales”3. Esta literatura, además, evidencia la importancia de estos confl ictos en el proceso de empoderamiento de las comunidades. Lake afi rma que estas experiencias “refl ejan el papel del lugar en la movilización y el empoderamiento de la resistencia de la comunidad en contra de los intereses del capital”4. Otra aportación que fortalece estas ideas es la de Krauss, que se centra en la lógica interna de las protestas comunitarias y en el proceso “a través del que ciudadanos ordinarios se hacen críticos”5. Como afi rma la misma autora: “la apropiación de la ideología democrática se convierte en un instrumento de y para la politización y la transformación de sujeto pasivo a ciudadano activo”6.

A partir de estas premisas, en este trabajo decidimos presentar un análisis del cambio cultural que experimentaron las personas de tres comunidades que se auto-organizaron para defender su territorio de la construcción de una presa en España y en México. Para analizar este cambio nos hemos apoyado en el análi-sis de la dimensión cultural y biográfi ca de la protesta7, que es una herramienta analítica que permite ver la protesta como experiencia transformadora, aspecto

1 Como evidencian Mcclymont y O’hare el termino NIMBY se utiliza ampliamente en el mundo acadé-mico, los círculos profesionales de planifi cación y en la lengua vernácula, para referirse a un grupo que se opone a un desarrollo determinado en un área local, debido a la percepción general negativa de las externalidades del desarrollo (2008, 322). Esa etiqueta se emplea como una acepción despectiva para referirse a los movimientos de protesta de base local o a los activistas individuales que se oponen a una instalación que proporcionaría, según sus promotores, desarrollo y ha sido empleada tanto para describir como para explicar las oposiciones locales (Devine-Wright, 2009). 2 Burningham, 2000. Della Porta y Piazza, 2008. Devine-Wright, 2009. Dear, 1992. Mannarini y Fedi, 2008. Freudenburg y Pastor, 1992. Gibson, 2005. Gordon y Jasper, 1996. Jasper, 1997. Krauss, 1989. Lake, 1993. McAvoy, 1998. Mcclymont y O’hare, 2008. Neveu, 2002. Wolsink, 2006. 3 Neveu, 2002, 61. 4 Lake, 1993, 88. 5 Krauss, 1989, 237. 6 Ibidem, 233. 7 Jasper, 1997.

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que no ha sido tratado en profundidad en el estudio de la protesta ambiental y los movimientos sociales8.

Analizar la dimensión cultural y biográfi ca de estas luchas conlleva la ne-cesidad de incorporar la dimensión emocional, ya que “generalmente la gente es motivada por la rabia, la indignación, el miedo, la compasión o el sentimiento de responsabilidad, y no por el optimismo en las posibilidades seguras de obtener concesiones políticas a través de la protesta extra-institucional”9.

Dicho en otras palabras, nuestra propuesta analítica se fundamenta en la idea de que “los y las de abajo nunca actuaron con base en la racionalidad instrumen-tal, como suelen creer ciertos cientistas sociales y los analistas que ven el mundo desde arriba. La gente común aplica en su vida cotidiana, de la que forman parte tanto las resistencias como los levantamientos, una racionalidad diferente, hilva-nada de indignaciones, sufrimientos y gozos, que le lleva a actuar con base en su sentido común de dignidad y ayuda mutua”10. Por esta razón, nuestro trabajo estará basado en el análisis de la experiencia de los sujetos y de su dimensión emocional, para así analizar el cambio que ellos experimentan a través del aná-lisis de dos procesos: la transformación de la conciencia y de la conducta11 y el empoderamiento, tanto personal como político.

El trabajo está estructurado en cuatro epígrafes. En el primer apartado pre-sentaremos el enfoque de la investigación, que hemos defi nido ‘desde abajo’, y que se caracteriza por centrarse en sujetos auto-organizados y en su experiencia. Luego, presentaremos brevemente el marco teórico que nos guió en el análisis, y que se centra en el estudio de la dimensión cultural y biográfi ca de la protesta12. En el tercer apartado describiremos las herramientas metodológicas de la inves-tigación y los casos de estudio, sobre los que se basará el análisis presentado en el cuarto y ultimo apartado, dedicado a los procesos emocionales y el empodera-miento en los casos analizados.

EL ENFOQUE DESDE ABAJO: CENTRÁNDONOS EN ‘LOS DE ABAJO’ Y EN SU EXPERIENCIA

El enfoque de la investigación desde abajo13, es decir no autoridad-céntrico, permite analizar la protesta no en función de las relaciones y las respuestas con las

8 Della Porta y Diani, 1997. Klandermans y Roggeband, 2007. Snow, Soule y Kriesi, 2004. 9 Polletta y Amenta, 2001, 305. 10 Zibechi, 2012, 13. 11 Piven y Cloward, 1977. 12 Jasper, 1997. 13 Poma y Gravante, 2015. Poma, 2013 y 2014a. Gravante, 2015.

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autoridades y/o el Estado, sino en relación con la experiencia de “los de abajo”14 y con su capacidad de acción-refl exión15.

En cuanto a los sujetos de la investigación, la mayoría de los análisis sobre los movimientos sociales consideran como referentes a las organizaciones de di-chos movimientos (SMOs, en su sigla en inglés), y aun cuando haya investigación cualitativa es normal que los sujetos entrevistados sean activistas y/o líderes de estas organizaciones. Pero estos sujetos son sólo la punta del iceberg de un mo-vimiento, ya que como escribe Holloway “el cambio social no es producido por los activistas (…) es más bien el resultado de la transformación apenas visible de las actividades cotidianas de millones de personas. Debemos buscar más allá del activismo, para descubrir los millones y millones de rechazos y de otro-haceres, millones y millones de grietas que constituyen la base material del cambio radical posible”16. Por todo esto creemos necesario que sean incorporados a los análisis otros sujetos. A partir de estas premisas, los sujetos de nuestra investigación son habitantes de los territorios amenazados por obras hidráulicas, que decidieron auto-organizarse para defender su territorio. El hecho de centrarnos en sujetos auto-organizados que no tenían una experiencia previa, ni eran miembros o pro-fesionales de organizaciones políticas o no gubernamentales, es una característica que infl uye en el análisis, ya que permite ver el proceso de empoderamiento de estos sujetos muy claramente.

El enfoque desde abajo, además, no signifi ca sólo incorporar los individuos al análisis, sino también considerarlos como agentes pensantes, que actúan, que sienten y que son sujetos políticos y sociales. Esta visión no es nueva en socio-logía ya que, por ejemplo, Garfi nkel criticó a Parsons “por haber concebido un orden social en el que los actores actúan como idiotas culturales que sólo son capaces de refl ejar el orden social y a los que no se les reconoce ningún protago-nismo ni competencia en su construcción”17. En la misma línea, Jasper reconoce la importancia del sujeto en su capacidad creativa ya que “la protesta se genera a menudo cuando los individuos se sienten incómodos con la imagen dominante que les viene ofrecida”18 y empiezan a reelaborar nuevos imaginarios.

Dicho de otra manera, el sujeto deviene autor de su experiencia al construir una interpretación de esa misma experiencia. Así que el enfoque desde abajo nos lleva a la necesidad de integrar en la práctica investigadora a los protagonistas de las protestas, sus historias y sus reelaboraciones; no simplemente para describir

14 Defi nidos por el investigador latinoamericano Raúl Zibechi como “ese amplio conglomerado que inclu-ye a todos, y sobre todo a todas, quienes sufren opresión, humillación, explotación, violencia, marginaciones” (2008, 6). 15 Freire, 1970 y 1980. 16 Holloway, 2011, 13. 17 Bergua, 2007, 21. 18 Jasper, 1997, 66.

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los hechos, sino más bien con el objetivo de analizar los procesos de signifi cación e interpretación que se dan desde la experiencia de la protesta, con el objetivo de comprender los procesos (micro y meso) de cambio social.

Esta postura nos lleva a poner en el centro de nuestro análisis no sólo los sig-nifi cados y valores que las personas dan a su experiencia de participación en una protesta social, sino también sus emociones, ya que como destacó E. P. Thomp-son19: las personas no experimentan su propia experiencia sólo como ideas, tam-bién experimentan su propia experiencia como sentir. Como destacaron Piven y Cloward en su investigación sobre los movimientos de los pobres en EE.UU. “es la experiencia concreta que transforma el descontento en el sentimiento de injus-ticia contra un objetivo específi co”20.

El análisis de las experiencias nos permite vincular, por los menos, los cam-bios micro —del individuo— a los cambios meso —de la comunidad o colectivo de referencia de los protagonistas—, siempre considerando que la experiencia no se reduce al ámbito de lo individual, sino que la experiencia personal es parte de una construcción social, marcada por el sexo, la etnia y la clase social, la propia cultura, la lengua y la vida cotidiana21.

Una vez que tenemos como punto de partida que la experiencia y las emo-ciones no son un constructo meramente personal e individual, sino más bien social22, el otro aspecto que es necesario destacar es que la experiencia no debe entenderse como un elemento naturalizado, sino como un proceso dinámico. De esta manera, la experiencia no se encuentra determinada en el sujeto o en el grupo social de referencia sino que es el ser social (individual o colectivo) el que es el resultado de sus experiencias. Así que si pensamos a la experiencia como un proceso dinámico o como muchos micro-procesos que se yuxtaponen, esto se refl ejará en términos metodológicos en realizar una recolección y análisis de los datos que se acerque más a una epistemología constructivista (experiencia como una interpretación) más que a una epistemología neo-positivista (experiencia como un conjunto de informaciones con respecto a una determinada realidad)23.

Aunque se intuye que es una experiencia, sin duda en el momento del aná-lisis nos puede surgir la duda de cuáles son las experiencias valiosas de ser ana-lizadas. Con respecto a esto, nos resultan útiles las refl exiones desarrolladas por Wilhelm Dilthey24, que distingue entre una mera experiencia y una experiencia. Mientras una mera experiencia es simplemente la duración y la aceptación pasiva de sucesos, una experiencia se caracteriza por el proceso de signifi cación que

19 Thompson, 1989. 20 Piven y Cloward, 1977, 21. 21 Scott, 2001. 22 Krauss, 1993. Hochschild, 2008. 23 Della Porta y Keating, 2008. 24 Citado en Turner, 1986.

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hace el sujeto, es decir, por la necesidad por parte del sujeto de encontrar algún signifi cado a su experiencia. Además, las personas vinculan este signifi cado a un determinado proceso emocional, en cuanto son las emociones las que permiten re-vivir o re-signifi car las experiencias pasadas. Siempre siguiendo las refl exiones de Dilthey, en estos procesos de signifi cación de la experiencia vivida, el sujeto intenta unir el pasado con el presente. Las refl exiones de Dilthey son importantes también porque al considerar que la “estructura de la experiencia” no tiene un inicio o un fi n, más bien una iniciación y una consumación, fortalece la propuesta que la experiencia es un proceso dinámico.

Un último aporte de Dilthey que nos puede resultar útil en el análisis de la experiencia enmarcado en el estudio de la protesta es la distinción entre experien-cia formativa y experiencia transformativa. Es decir, experiencias (formativas) que permiten al sujeto aprender y adecuarse a eventos externos como es el proceso de resiliencia en un confl icto, y experiencias (transformativas) que corresponden a la respuesta interna a estos eventos externos y que apuntan a momentos de ruptura como puede ser el cambio de valores o la construcción de un nuevo sentimiento de efi cacia en los protagonistas25.

Una vez presentado el enfoque del análisis, describiremos las herramientas teóricas y metodológicas a las que acudimos para nuestro análisis. En el siguiente apartado presentaremos la propuesta teórica de Jasper del estudio de la dimensión cultural de la protesta, para seguir explicando cómo metodológicamente nos acer-camos a las experiencias narradas por los protagonistas, presentando brevemente los casos de estudio, y qué analizaremos en los datos recolectados.

EL ANÁLISIS DE LA DIMENSIÓN CULTURAL Y BIOGRÁFICA DE LA PROTESTA

La investigación se basa en la propuesta de Jasper26 del análisis de la dimen-sión cultural de la protesta, que creemos un excelente punto de partida, ya que es el resultado de dos décadas de investigación en los movimientos sociales27.

Fundamentándose en un muy profundo conocimiento de las teorías clásicas y en una personal sensibilidad y experiencia investigadora, el autor ha desarrolla-do una propuesta de análisis crítica que, como veremos, tiene muchos puntos de coincidencia con el enfoque desde abajo e introduce herramientas nuevas para el estudio de la protesta.

25 Piven y Cloward, 1977. 26 Jasper, 1997. 27 El autor en su trayectoria cuenta con un conocimiento profundo de experiencias de luchas de carácter ambiental, especialmente relacionadas con los movimientos antinuclear y por los derechos de los animales.

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Jasper, que critica muy profundamente la literatura clásica de los movimien-tos sociales28, reconoce que “durante largo tiempo, los estudiosos de la protesta fueron escépticos hacia cualquier cosa de interés que pudiese venir de la cabeza de la gente”29. El autor reivindica la importancia de estudiar estas experiencias porque “los movimientos de protesta son un buen lugar para buscar visiones morales colectivas (…) [y] son unos de los pocos lugares donde podemos ver personas elaborando nuevas sensibilidades morales, emocionales y cognitivas”30. La protesta adquiere así importancia porque es en la protesta donde se ponen en discusión los valores morales, independientemente del éxito o fracaso de la lucha.

Jasper además reconoce la necesidad de salir de la visión tradicional de la protesta en su dimensión pública y observa que “los individuos resisten y pro-testan en muchas formas (…) y hay protesta aun cuando esa no sea parte de un movimiento organizado”31. Se hace así evidente cómo la tendencia de la litera-tura clásica de los movimientos sociales de mirar sólo hacia los “movimientos desarrollados y coordinados” haya invisibilizado todas las formas individuales de protesta, reduciendo la complejidad de estas experiencias e ignorando “el vórtice de actividad política que todavía existe a nuestro alrededor”32.

Sobre la incorporación de la cultura al estudio de la protesta Jasper muestra cómo los estudiosos de la visión clásica “han reducido la cultura a pocas varia-bles, para poderlas insertar en los modelos al lado de los factores más estructurales (léase “objetivos”)33 sin utilizar este nuevo punto de vista para repensar los resul-tados y teorías existentes”34. Al contrario, él reivindica una visión “culturalmente orientada” del estudio de la protesta porque “a través de la cultura (la nuestra y la de los demás) interpretamos el mundo, defi nimos nuestro mundo”35, abrazando una visión constructivista de la realidad, que con sus palabras se explica con “la idea según la que los humanos creamos todo lo que conocemos y del que tenemos experiencia, o por los menos los marcos de interpretación a través de los que fi l-tramos toda nuestra experiencia”36. Esa idea, en la que “las tradiciones culturales proveen las herramientas y los patrones para la construcción de vidas que tengan sentido”37, nos lleva al concepto de “artful creativity”, la creatividad que “nos

28 Véase por ejemplo el capítulo 2 de Jasper (1997), Goodwin, Jasper y Polletta (2000) y también Good-win y Jasper (1999 y 2004). 29 Jasper, 1997, XI. 30 Ibidem, XII. 31 Ibidem, 5. 32 Ibidem, 4. En este caso el autor contesta a los analistas que critican la falta de activismo político en los Estados Unidos, evidenciando que la elección de la mirada infl uye en lo que fi nalmente ves. 33 Paréntesis en el original. 34 Jasper, 1997, XI. 35 Ibidem, 10. 36 Idem. 37 Idem.

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permite cambiar el presente no sólo en la protesta, sino en la vida social”38 y que según Jasper es la raison d’être de la protesta. Esa capacidad del ser humano de cambiar se basa en la creencia de que los individuos sienten, piensan, producen y actúan, y que, como escribe Jasper, “no son meros portadores de estructura”39, sino que reelaboran, construyen, crean y cambian. Por esa razón, para compren-der esta creatividad habrá que prestar atención al sujeto y a su biografía porque, como escribe el autor, “para entender por qué y cómo la gente se organiza para protestar contra algo que no le gusta tenemos que conocer lo que [las personas] valoran, cómo ven su lugar en el mundo, qué lenguaje utilizan [y] qué etiquetas utilizan”40.

Jasper observa que las personas que viven experiencias de lucha “empie-zan pequeños cambios, muchos de los cuales se difunden gracias al aprendizaje cultural”41, y así como podemos apreciar que ha ‘invertido’ su mirada hacia los sujetos, y a sus ‘pequeños cambios’, observamos que también reconoce la refl exi-vidad de los sujetos cuando afi rma, por ejemplo, que “la gente decide qué hacer y estas decisiones tienen importantes efectos”42.

Pero estos elementos no son los únicos que acercan al autor a nuestro enfo-que ‘desde abajo’. En la relación sujeto investigador-sujeto investigado, por ejem-plo, el autor manifi esta una profunda sensibilidad y respeto hacia el sujeto investi-gado y estima hacia los que protestan, reconociendo el papel de los que luchan en la construcción de alternativas, en el cuestionamiento y reelaboración de valores y, fi nalmente, en la relación con el cambio social43, ya que, con las palabras del autor, “quien protesta es a menudo más sensible hacia los dilemas morales que los demás ignoramos, ellos a menudo dan origen a nuevas formas para comprender la complejidad de la vida humana (…) Ellos amplían nuestro lenguaje moral (…) los manifestantes pueden inspirar soluciones prácticas o técnicas a los problemas sociales (…) Son el canario de las minas para el cambio social, con la diferencia que cantan más que morir silenciosamente”44.

En cuanto al concepto de cultura, el autor la considera como “un conjun-to de creencias, sentimientos, rituales, símbolos, visiones morales y practicas culturales”45. Según esa visión la cultura comprende creencias cognitivas, res-puestas emocionales y evaluaciones morales, y tiene un fuerte carácter dual, pudiéndose distinguir en implícita-explicita, individual-colectiva y estática-diná-

38 Ibidem, 11. 39 Ibidem, 65. 40 Ibidem, 11. 41 Ibidem, XII. 42 Idem. 43 Ibidem, 2014b. 44 Jasper, 1997, 13. 45 Ibidem, 48.

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mica. La dimensión implícita de la cultura se refl ejaría en las metáforas, las sen-sibilidades y las costumbres, mientras que en su manifestación explicita encontra-mos las ideas, las identidades, los principios morales, las emociones expresadas y el lenguaje. Esa última es la que ayuda a defi nir recursos y estrategias, ya que es en la dimensión implícita que se construye lo que James Scott46 ha llamado el “discurso oculto”. Es importante también entender que hay cultura tanto a nivel individual como colectivo, porque eso nos ayuda a comprender la relación entre sujeto y cambio social. Jasper escribe que “es el individuo el que puede tener una visión del mundo compleja, no una sociedad”47, pero aunque “sólo los individuos piensan, luego comparten estos pensamientos con el resto del mundo”48 dando vida a la que puede ser una nueva cultura porque, como hemos dicho, la cultura tiene también una faceta dinámica, es decir, puede cambiar y pueden crearse subculturas que en nuestros casos serán las subculturas del movimiento o una subcultura de resistencia.

Jasper evidencia además la importancia de ver la cultura no sólo en su for-ma explicita y pública, sino de analizar la dimensión implícita, que no siempre coincide con la pública, porque “las personas pueden dar la vuelta y transformar las visiones culturales [dominantes]”49. Eso pone en evidencia la relación entre cambio social y sujetos ya que “son los individuos quienes crean [la cultura] y luego la comparten con el resto del mundo”50.

Jasper, en su propuesta, evidencia la importancia del sujeto para el cambio y defi ende la idea de que para entender el cambio hay que considerar no sólo la cultura sino también la biografía de los individuos, es decir todo “lo que pasa dentro de las cabezas de los individuos, especialmente las particularidades indi-viduales que resultan de diferentes experiencias de vida”51. La biografía tiene que ver también con los procesos gracias a los cuales ciertos elementos de la cultura más amplia son seleccionados para usarlos en nuestro arsenal mental y emocio-nal52, en otras palabras, somos lo que hemos vivido y lo que sentimos, conocemos y decidimos en base a experiencias pasadas. Además, “las peculiaridades perso-nales son importantes porque permiten a muchas personas ver el mundo, o los datos, de manera distinta, de sentir diferente y de actuar diferente”53. Aceptar la importancia de la biografía permite acercarnos a la complejidad de los procesos sociales porque si la cultura o la identidad pueden unirnos, la biografía nos hace

46 Scott, 2000. 47 Jasper, 1997, 48. 48 Idem. 49 Ibidem, 50. 50 Idem. 51 Ibidem, 397. 52 Ibidem, 54. 53 Ibidem, 224.

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únicos y puede explicar, por ejemplo, la sensibilidad54 que algunas personas tie-nen hacia ciertos temas y otras no, aun compartiendo cultura, subcultura y hasta una identidad colectiva.

Finalmente, lo que resulta importante a la hora de entender el cambio es que “nuestras elecciones y acciones son fi nalmente formadas por un número infi nito de peculiaridades personales y rasgos de personalidad del carácter”55 que no se pueden ignorar en el estudio de la protesta.

La aportación de Jasper nos pareció clarifi cadora y por esta razón hemos querido dedicarle un apartado, para que el lector pudiese conocer la propuesta teórica sobre la que hemos construido nuestro análisis.

HERRAMIENTAS METODOLÓGICAS DE LA INVESTIGACIÓN

En nuestra investigación, habiendo anclado el concepto de experiencia a las interpretaciones que los mismos protagonistas nos narran, la metodología pro-puesta además de ser cualitativa debe radicarse en la interpretación de la realidad social como un proceso y una construcción de los protagonistas, y en evidenciar el carácter subjetivo e idiográfi co de la investigación56.

Nuestra investigación, que es parte de una tesis doctoral57, se basa en cincuen-ta entrevistas —en algunas interviene más de una persona58— con una duración de entre cuarenta minutos y dos horas, según la disponibilidad del entrevistado. Las entrevistas, que fueron llevadas a cabo en las viviendas de los entrevistados o en lugares públicos como terrazas y jardines donde ellos se sintieran a gusto, han sido grabadas digitalmente, menos en algunos momentos particularmente emotivos, en los que nos pidieron interrumpir la grabación.

Para analizar las experiencias y valores de las personas, encontramos suge-rencias en la literatura sobre el uso de la narración en las entrevistas. Poggio59 evidencia la importancia de las narraciones tanto como objeto de estudio en las ciencias sociales, como herramienta indispensable de análisis e investigación.

54 “Una palabra que captura la estrecha conexión entre creencias morales y emociones” (Jasper, 1997, 156). 55 Ibidem, 214. 56 El enfoque idiográfi co presupone considerar los sujetos no como variables, sino como un todo dentro de su contexto ecológico, social e histórico, que a través de narraciones -en las que emerge su visión e interpre-tación del mundo- nos permiten acceder a la comprensión de la realidad más allá de un individualismo metodo-lógico (Saltalamacchia, Colón y Rodríguez, 1983 y Saltalamacchia, 1992). 57 Poma, 2013. 58 Al fi nal del capítulo el lector encontrará una tabla con las entrevistas citadas de los tres casos de estudio, en la que hemos puesto el género de las personas entrevistadas, mostrando el grupo de pertenencia y la fecha (mes y año de la entrevista. Cualquier información adicional hubiera podido delatar la identidad de la persona, y tratándose de comunidades pequeñas, para garantizar el anonimato hemos decididito no publicar más datos. 59 Poggio, 2004.

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La autora afi rma que “el cuento es vehículo de una verdad, la del sujeto, de su manera de mirar a la vida y de asociarle signifi cados, valores y emociones”60. La importancia de la narración en las ciencias sociales ha ganado prestigio y las ideas expresadas por Barbara Poggio se pueden encontrar en muchos autores entre los que destaca Robert Atkinson, que escribe “el cuento nos entrega una experiencia vivida en su forma más pura (…). El cuento es una forma preciosa de conoci-miento, un sistema de construcción de signifi cado, que permite comprender lo que se considera único por algunos y universal por otros, y de cómo tanto lo único como lo universal son parte de un todo dinámico e interactivo”61.

En cuanto a los casos de estudio de la investigación fueron: la lucha contra el embalse de Riaño (1986-1987), en la provincia de León en el norte de España; la lucha por la defensa del río Grande en Coín (2006-2007), en la provincia de Málaga en el sur de España; y la resistencia contra la presa de San Nicolás en San Gaspar de los Reyes (2004-2005), en el estado de Jalisco, en el norte-occidente de México.

Los tres casos son muy diferentes entre sí, pero se han incorporado con el objetivo de confi rmar si se había dado el cambio cultural que queríamos analizar en lugares y tiempos diferentes. Por eso elegimos dos casos actuales y exitosos, es decir que consiguieron parar la presa que amenazaba su territorio, Málaga (Es-paña) y Jalisco (México), y otro caso más antiguo, Riaño (España), que terminó con el desalojo e inundación de los pueblos.

La lucha contra el embalse de Riaño fue elegida por ser un caso emblemático ya que representa el sufrimiento y el dolor proporcionado por una política auto-ritaria que, en nombre del progreso y del interés general, ha condenado a ocho pueblos a desaparecer bajo las aguas de un pantano. Hemos creído que, tanto por su carga emocional como por su simbolismo democrático, el caso de Riaño era el caso más interesante para ser incorporado al análisis.

La presa de San Nicolás en México tenía en común con Riaño una vasta afectación, ya que preveía —en su proyecto— la inundación de los pueblos de San Gaspar de los Reyes y San Nicolás de las Flores, en el municipio de Jalos-totitlán, y muchos ranchos y tierras fértiles del municipio de Teocaltiche, ambos en el estado de Jalisco. Desde hacía muchos años se hablaba de una presa en la comarca, pero fue en 2004 cuando la amenaza se hizo real. Algunos afectados de la zona empezaron a organizarse en un Comité local que consiguió parar la obra, con el apoyo de actores externos como el MAPDER (Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos) o el comité CASA promovido por los hijos ausentes residentes en EEUU.

60 Ibidem, 12. 61 Atkinson, 2002, 113-114.

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El tercer caso, el confl icto por la defensa del río Grande, en España, involu-cró al pueblo de Coín (Málaga), que cuenta con unos veinte mil habitantes, y otros pueblos de la comarca, entre los que destacan Cerralba, por su cercanía con el río, y Pizarra, afectado directamente por abastecerse del río Grande. El proyecto pre-veía un azud (pequeña presa) desde el que hubiera salido una tubería para llevar el agua a Málaga, dejando el río con un caudal muy reducido. Ese proyecto afectaba de forma directa a las huertas tradicionales del pueblo de Coín, preveía la expro-piación de tierras y afectaba a casas de campo para la construcción de las tuberías, cambiando también radicalmente el uso recreativo del río. Por todas estas razones los habitantes de Coín y de la comarca se volcaron en el confl icto, consiguiendo que en mayo de 2007 el proyecto de azud fuese ofi cialmente desestimado.

Pasamos ahora al análisis de las emociones y el empoderamiento en los casos arriba mencionados.

EMOCIONES Y EMPODERAMIENTO EN TRES EXPERIENCIAS DE RESISTENCIA CONTRA REPRESAS

En nuestras investigaciones62 hemos podido observar que a raíz de la parti-cipación, las personas experimentan cambios en su manera de ver el mundo, en su escala de valores, en sus vidas, y que el análisis de la dimensión emocional es central para comprender estos cambios.

El análisis de la dimensión cultural de la protesta incluye tres componentes de la cultura: la componente cognitiva, emocional y moral63. Siguiendo esta idea, el cambio cultural vivido por los sujetos sería el resultados de cambios en estas tres componentes, que no pueden separarse, pero que sí emergen analizando al-gunos procesos que las personas experimentan durante la experiencia de lucha.

En nuestras investigaciones64 hemos seleccionado cinco procesos que hemos considerado relevantes en la producción del cambio cultural: el moral shock65, la elaboración de la amenaza y la identifi cación de los culpables, el injustice frame66 y por último la transformación de conciencia y de conducta67 que lleva al empo-deramiento.

En este apartado presentaremos estos dos últimos procesos que permiten comprender cómo la protesta cambia a la gente. Como veremos en el análisis hemos incluido los procesos emocionales que infl uyen en ellos, pues hasta ahora

62 Poma, 2013. Gravante, 2015. 63 Jasper, 2014b. 64 Poma, 2013. Gravante, 2015. 65 Jasper, 1997 y 2011. 66 Gamson, 1992. 67 Piven y Cloward, 1977.

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no habían sido incorporados al análisis, ya que como recuerda Jasper68 Piven y Cloward escribieron en un periodo en el que los estudiosos de la protesta negaban las emociones.

LA TRANSFORMACIÓN DE CONCIENCIA Y CONDUCTA

Para el proceso de transformación de conciencia y conducta acudimos a la defi nición que proporcionaron Piven y Cloward69, que describieron la trasforma-ción de conciencia que viven las personas que luchan, en tres distintos aspectos.

Primero hay una trasformación en ‘el sistema’, es decir, aquellos aspectos del sistema que la gente conoce pierden legitimidad. Los autores explican que un gran número de hombres y mujeres que normalmente aceptan la autoridad de sus gobernantes y la legitimidad de las instituciones empiezan a pensar hasta cierto punto que estos gobernantes y estas instituciones son injustos y están equivocados.

El segundo aspecto de la trasformación de conciencia se produce cuando las personas que son normalmente fatalistas, que consideran inevitable el sistema existente, empiezan a reivindicar derechos que implican demandas de cambio.

Finalmente, las personas también desarrollarían un nuevo sentimiento de efi cacia, que se produce cuando las personas que normalmente se consideran indefensas empiezan a creer que ellas tienen alguna capacidad de cambiar su condición.

Los autores terminan diciendo que el cambio en la conducta es igual de sor-prendente, y a menudo más reconocible, por lo menos cuando toma la forma de huelgas masivas, marchas o revueltas.

Acerca del primer aspecto en el que se manifi esta la transformación de la conciencia y de la conducta, en nuestros casos de estudio hemos podido observar que esa pérdida de legitimidad de las autoridades empieza con el sentimiento de decepción y traición que los sujetos sienten, y en particular hacia los políticos, como se puede apreciar en este extracto:

“es muy triste que te des cuenta que la gente que te representa, con la que debes contar un apoyo... es gente de veras bien tapada, ignorante, prepotente... pues todo lo que se pueda decir... Yo lo veo muy triste eso… que esta gente que te debe ayudar, la verdad... no lo haga...” (E.Sg.6).

Esa pérdida de legitimidad se produce a raíz del trato reservado a los que protestan, pero es también consecuencia de lo que a nivel popular se defi ne como “añadir insulto a la injuria”, es decir, no sólo se engaña a la gente, sino que se

68 Jasper, 2014a. 69 Piven y Cloward, 1977.

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hace de manera continuada e insolente. Las razones que llevan a esa pérdida de legitimidad se encuentran en las actitudes de los representantes políticos que en-gañan a los ciudadanos, como muestra este testimonio:

“allí te fallaron todos, pues la administración y todo eso te engañaba” (E.Ri.4).

La pérdida de legitimidad de los políticos se debe también a la práctica de los representantes institucionales de mostrar interés hacia el pueblo sólo en oca-sión de los eventos electorales:

“lamentablemente el gobierno cuando está sentado se olvida de todo, de dar explica-ciones y de todo, y el pueblo sí que anda buscando la respuesta” (E.Sg.5).

Terminando con el primer aspecto de este proceso, hemos podido comprobar también que la pérdida de legitimidad hacia los políticos se traduce en la pérdi-da de legitimidad hacia el sistema democrático, como se puede apreciar en este testimonio:

“Perdí la fe en la democracia... aquí en México tenemos una democracia carísima, pero como que no es democracia... yo siento que no es democracia aquí (…) antes sí creía yo que había democracia...pero con estas cosas que he visto... cómo le hacen no sé...” (E.Sg.7).

En sintonía con este hombre mexicano, un entrevistado andaluz afi rmó que “la democracia es un día” (E.Co.1), frase con la que subraya que fuera del día de las elecciones los ciudadanos no son escuchados, mientras que en Riaño las ex-pectativas y la esperanza que la democracia70 pudiese salvar a su valle y pueblos, se convirtieron en resentimiento y desconfi anza, como afi rma este entrevistado que tampoco ya cree en la democracia:

“Después de lo vivido, para mí parece que [la democracia] no existe…” (E.Ri.2)

También la idea de progreso es puesta en discusión. Primariamente, el pro-greso es percibido como algo negativo para las personas que han vivido estas experiencias, ya que los proyectos a los que se oponían era presentados, en el dis-curso ofi cial de políticos y promotores, como elementos de desarrollo y progreso. Secundariamente, el progreso lleva consigo injusticia, ya que sólo es efectivo para los promotores de las obras, mientras que los habitantes de las zonas afectadas son perjudicados, como se puede leer en estos testimonios:

“lo que iban a hacer era destrozar nuestra tierra, y eso no es progreso, eso es progreso para unos cuantos, pero no es progreso para todo el mundo” (E.Co.4).

70 La presa de Riaño construida durante la dictadura de Franco, fue puesta en marcha por el primer go-bierno socialista en 1987, a pesar de las promesas electorales de desestimación del proyecto durante las primeras elecciones democráticas de 1982.

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“en este caso la presa, sí, va a benefi ciar a muchos, ¿pero a cuántos iba a fregar? Entonces cómo [puede ser] un progreso... cuando para ayudar a unos estás fregando a otros” (E.Sg.6).

Finalmente, como hemos destacado en otras investigaciones71, la pérdida de legitimidad del sistema se puede observar también en el proceso de deslegi-timación de los medios de comunicación que son considerados instrumentos del poder, cuya información está manipulada, viene usada en contra de los colectivos que protestan y presentan una realidad en la que los afectados no se reconocen. Esa la experiencia de un afectado de Coín:

“los medios de comunicación además nos hicieron un cerco informativo tremendo, nos costó mucho romperlo” (E.Co.2).

En los medios ofi ciales no hay espacio para los sujetos, para las luchas lo-cales, como denuncia un fautor de la recuperación del Valle de Riaño72, pero en todos los casos de estudio los actores construyeron relaciones con medios locales permitiéndoles superar el cerco informativo:

“ellos [el gobierno] querían manejar sus cosas a su modo, el gobierno, pero nosotros teníamos quién nos estuviera respaldando [más de un periodista local], sacando exactamente qué fue lo que pasó... no que fueran a envolverlos con puras mentiras” (E.Sg.5).

Otra consecuencia directa de la pérdida de legitimidad de los medios de comunicación es el éxito de los medios alternativos, como pueden ser las redes sociales, la plataforma Youtube o los blogs, en los que las personas hacen su propio medio:

“hay los mass media que controlan toda la información y ellos son los que deciden lo que se publica y lo que no se publica. Entonces, por mucho que tú intentes, tienes que buscarte siempre medios alternativos” (E.Co.7).

Esa búsqueda de alternativas nos conduce a la segunda etapa de la trasforma-ción de conciencia y conducta que describieron Piven y Cloward, que se produce cuando las personas empiezan a demandar derechos que implican demandas de cambio. Por ejemplo, en los casos de éxito, los entrevistados expresan la nece-sidad de un cambio, pidiendo mayor respeto y transparencia de la clase política hacia las personas:

“el político tiene que hablar bien aunque no diga nada, debería cambiar eso, esa es otra cultura que debería de cambiar” (E.Co.7).

71 Poma y Gravante, 2014. Poma, Sierra y Gravante, en prensa. 72 “En la prensa todo el juego este que yo ahora he montado sólo sale el que puede y el que tiene infl uen-cias, pero no sale de verdad el fundamento y la importancia de ese fundamento… que cada persona tiene su lucha, no trasciende porque hay una barrera política” (E.Ri.1).

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En el caso de Riaño, a causa del fracaso, la demanda de cambios no es tan común. Aun así, después de veinticinco años un grupo de afectados que resistie-ron al desalojo e inundación de Riaño se ha auto-organizado en la “Asociación por la recuperación del Valle de Riaño” y sigue pidiendo justicia, como se puede leer en este extracto:

“yo sigo creyendo que eso está pendiente de justicia de verdad, no de justicia de los jueces, otro tipo de justicia, la Justicia con mayúsculas” (E.Ri.1).

Como hemos podido apreciar en esta primera parte del análisis de los prime-ros dos aspectos de la transformación de conciencia, los cambios que las personas experimentan están producidos por lo que ellas sienten y piensan (componente emocional y cognitiva), produciendo efectos en la componente moral, como se pudo ver en la puesta en cuestión de la idea de democracia y desarrollo, o de la práctica de la delegación, que produce a su vez cambios en la conducta.

Todos estos cambios son descritos por los entrevistados de los tres casos de estudio a través de una metáfora: el despertar.

“me di cuenta de que en Coín había despertado todo el mundo” (E.Co.5)

“fue como que todo eso también despertó más el pueblo” (E.Sg.9)

“eso era la realidad, es que no teníamos ni idea de nada…y esta gente nos abrió los ojos” (E.Ri.5)

Ese despertar producido por la experiencia de lucha nos conduce al último aspecto de la transformación de la conciencia y la conducta, es decir, la emergen-cia de un “nuevo sentimiento de efi cacia”, que se produce en las personas que se consideran políticamente impotentes y que a raíz de la experiencia de protesta comienzan a creer en su capacidad para cambiar las cosas, introduciéndonos esto al proceso de empoderamiento.

EL EMPODERAMIENTO

El empowerment, inicialmente propuesto en el marco de la psicología de comunidad en los años sesenta, y muy pronto utilizado en distintas disciplinas, in-cluida la política, indica el proceso, individual y colectivo, de adquisición del po-der, no como “poder sobre alguien” sino como “poder de”, como potencialidad73. En política el empoderamiento, que además Wood identifi ca como un benefi cio emocional de la participación en un movimiento, que empieza con el “despertar”

73 Dallago, 2006.

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antes comentado, y puede continuar en un proceso de auto-emancipación conse-cuente a la toma de conciencia.

Drury y Reicher74, así como Lake75 o Krauss76, reconocen que el proceso es uno de los resultados de los movimientos, que lleva a un cambio social, y que depende de las emociones experimentadas en la protesta. Por esta razón, entre las muchas defi niciones de empoderamiento que se pueden encontrar en la literatura, hemos decidido referirnos al empoderamiento como “una condición socio-psico-lógica de confi anza en las habilidades de uno que desafía las relaciones existentes de dominación”77.

Aun siendo un concepto de amplia envergadura, estamos de acuerdo con los autores cuando afi rman que siguen empleando este concepto “no sólo porque lo utilizan las mismas personas que están involucradas en los movimientos socia-les78, sino porque captura aspectos de la experiencia —en particular las concomi-tantes alegría, entusiasmo y placer emocional— que la mera “efi cacia”, una ex-plicación del poder subjetivo como un calculo esencialmente racional, no hace”79.

Finalmente, creemos que ese concepto resulta idóneo en nuestro análisis porque nos permite complementar el proceso de toma de conciencia antes des-crito y porque incorpora dos niveles de cambio, el individual y el social. Como escribe Dallago “el concepto de empoderamiento subraya, en el ámbito político, la estrecha interdependencia que existe entre el cambio individual y el cambio social”80, como veremos a continuación analizando tanto la “dimensión política” como la “dimensión psicológica” o individual del empoderamiento81.

Uno de los cambios observados en relación con el empoderamiento es la pérdida del miedo hacia la autoridad, como comenta este entrevistado:

“Yo siento que desde entonces no le tengo miedo ni al gobierno, ni a nadie... son humanos también, y también tienen miedo igual que la gente” (E.Sg.4).

La superación del miedo o “fear abatment”82, es uno de los resultados de la participación en un movimiento y es un proceso colectivo que crea vínculos pro-fundos entre las personas, algo que hemos mostrado en otros escritos83.

74 Drury y Reicher, 1999, 2000 y 2005. 75 Lake, 1993. 76 Krauss, 1989. 77 Drury y Reicher, 2005, 35. 78 Ese aspecto lo subraya también Jasper, 1997, 11. 79 Drury y Reicher, 2005, 54. 80 Dallago, 2006, 11. 81 Friedmann, 1998. 82 Johnston, 2014. 83 Poma, 2014a y 2014b. Poma y Gravante, 2015.

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En los casos de Coín y San Gaspar el empoderamiento se manifi esta también en la toma de conciencia de que el gobierno no es todopoderoso y del poder que tienen los ciudadanos:

“somos ciudadanos que votamos, que damos decisiones para que estos gobernantes que son elegidos nos escuchen, que se haga valer este derecho que tenemos, a expre-sar nuestra libertad de expresión, nuestras inquietudes, nuestras inconformidades” (E.Sg.1).

En el caso de Riaño hemos podido observar que durante la resistencia sur-gieron experiencias de auto-organización, ya que los jóvenes que vivían en Riaño antes de los desalojos se empeñaron en mantener el pueblo que se estaba dejando morir, como muestra este extracto:

“en estas épocas colaboré todo lo que pude, y de hecho yo estuve unos años al frente de la juventud, de presidente de una sociedad de mozos, (…) siempre mirando de atraer a la gente para que lucharan con nosotros” (E.Ri.2)

En los casos de Coín y San Gaspar el empoderamiento está fortalecido por el éxito del confl icto, mientras que en el caso de Riaño se experimenta durante la resistencia, pero no en relación con el resultado ya que perdieron su lucha. Aun así, en todos los casos las personas entrevistadas reconocen la importancia y legi-timidad de la lucha, a pesar de sus resultados:

“ha quedado la experiencia de saber de que te puedes manifestar y alguna vez hay alguien que te escucha” (E.Co.1) “hay que luchar en lo que se cree aunque la batalla esté perdida de antemano (…) había que seguir, tampoco se lo vas a poner fácil” (E.Ri.3)“a cada quién le daba consuelo luchar por lo que tú quieres... ya si no se logra, el consuelo tú lo tienes personal... si el pueblo hubiera decidido vender, a mi me había dado consuelo pensar que yo, hasta donde yo pude, yo luché por lo mío” (E.Sg.5).

Las personas empoderadas no sólo consideran la lucha como una vía legíti-ma para defenderse y actuar contra las injusticias, sino que también reconocen la importancia de la unión para conseguir sus objetivos:

“Aprendí eso sobre todo… que si nos unimos que tenemos mucha fuerza” (E.Co.6).

El empoderamiento se manifi esta también en la conciencia de la responsa-bilidad de los ciudadanos que, por ejemplo, en el caso de Riaño se manifestó en la toma de los ayuntamientos de la comarca por parte de jóvenes anti-presa poco antes de los derribos, y en otras ocasiones en la conciencia de que los mejores re-presentantes de los ciudadanos son ellos mismos, aunque no tengan experiencia:

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“hubo otras ocasiones en que querían que nos representaran personas más prepara-das, que sabían hablar (…) yo creo que tiene más valor la ponencia de una persona que está viviendo el problema que alguien que va a hablar muy bonito y exponer (...) creo que cuenta más el dicho de la persona afectada... aunque no lo puedan entender muy bien...” (E.Sg.7).

Durante estos confl ictos el empoderamiento es también el resultado de la implicación de las personas en los comités o plataformas que se constituyen en las comunidades:

“ves que de pronto tú tienes un apoyo que te da toda la fuerza del mundo para decir… bueno toda la fuerza y a la vez toda la responsabilidad y toda la carga que nosotros sentíamos, porque para nosotros era una cosa también tan sagrada que la gente nos apoyara” (E.Co.8).

El empoderamiento es una consecuencia del abandono por parte de las au-toridades de sus responsabilidades, ya que las personas, conscientes de que nadie les podrá resolver sus problemas, deciden organizarse y luchar en contra del pro-yecto y eso produce el proceso de empoderamiento:

“fue cuando nosotros sentimos que ante nadie, o sea ante nadie tenía valor lo que no-sotros estábamos defendiendo, era una lucha de la comunidad nada más, sin ninguna autoridad, sin ningún partido político y sin ningún apoyo, ni religioso, ni de ningún lado, era rifárnosla nosotros solos, y así nos aventamos, se unió la comunidad, y salimos adelante” (E.Sg.9).

Concluyendo, el éxito de una lucha tiene el gran poder de devolver la espe-ranza de poder cambiar las cosas, que como hemos visto es uno de los resultados del empoderamiento:

“aprendes sobre todo que es posible cambiar las cosas, si realmente entre todos queremos (…) y allí es donde está el cambio realmente (…) el confi ar y decir ‘no todo está perdido’” (E.Co.3).

En cuanto a la dimensión individual del empoderamiento, hemos podido observar en nuestros casos de estudio que la experiencia de resistencia produjo cambios en las personas. Estos cambios individuales también se pueden conside-rar políticos, ya que personas empoderadas se convierten en sujetos políticos que reelaboran valores e ideas, como veremos a continuación.

En cuanto a los cambios en la dimensión individual, los sujetos expresan que ahora tienen mayor confi anza en sí mismos, como muestra el testimonio de este hombre:

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“fue como un momento que me hizo revalorarme, o sea descubrir quizás capacida-des que no había desarrollado, o sea como que me revaloré a mí mismo (...) No me imaginaba el cambio que iba a traer esto en mí realmente (...) descubrí que yo podía también, podía tener la capacidad de hablar (…) fueron momentos que sí desperta-ron en mí otro tipo de persona que no era yo” (E.Sg.1).

El empoderamiento individual se observa también en la capacidad adquirida por los sujetos de hacer cosas que antes hubieran sido impensables, como subir a un tejado para defender su casa de un desalojo en el caso de Riaño o hablar en público:

“fue una experiencia algo difícil... exponerte en público a hablar... sí es algo crítico para uno... nunca lo había hecho, tuve difi cultades, pero a mi manera lo llegué a hacer...” (E.Sg.7).

Ese cambio se refl eja en el aumento de la autoestima de las personas, pero también en su manera de estar en el mundo, como en estos casos:

“soy más solidaria con todas las cosas… sobre todo con la gente que lucha por cualquier cosa, más comprensible con toda la gente, que yo antes… no” (E.Ri.5)“[He aprendido] a creer un poco más en el ser humano… cuando se sabe enseñar a la gente, educar, la gente se presta” (E.Co.7).

El confl icto también hace que se redescubra o revalorice la solidaridad, va-lor que, gracias al confl icto y a las personas que respaldan o se unen a la lucha, adquiere una gran importancia para las personas involucradas. En nuestros casos este valor redescubierto, porque nuevo no es, y que uno de los actores denomina ‘interdependencia solidaria’, se fundamenta en la experiencia positiva de colabo-ración y cooperación:

“yo creo que esto es algo que todo ser humano debería de tener en mente «Qué puedo aportar a los demás» Por todos, porque a fi n de cuentas es una interdepen-dencia solidaria que debemos de tener, esto es un concepto importante para todos los seres humanos y sobretodo los que vivimos en una comunidad tan pequeña como esta, hermanar los lazos que tenemos... ya sea de amistad, de consanguinidad, de parentesco, eso seguirá siendo mi concepto: luchar por las causas justas” (E.Sg.1).

La reconfi guración de la escala de valores es un resultado de estas expe-riencias, que las eleva a luchas políticas, ya que los valores que se redescubren y toman fuerza están en contraposición con los valores hegemónicos, de individua-lismo y competitividad.

Otro cambio, a nivel individual, consecuente al confl icto y que nos parece muy interesante, es el relativo a los prejuicios hacia determinados colectivos, como el ecologista, o más en general hacia quien lucha.

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La práctica de la resistencia permite conocer más en profundidad a personas que pertenecen a estos colectivos, a confrontarse y a encontrarse en el lugar de los que tienen que luchar para defender su territorio, que anteriormente no com-prendían porque sólo los habían visto a través de los medios de comunicación, es decir, con las lentes de la ideología dominante:

“muchas veces que ves en la televisión manifestaciones y dices ‘ah, gente borlotera, y esto y el otro’ yo decía primero, y ya hoy no, hoy digo ‘están bien, porque están defendiendo sus causas’ y es lo mismo que nosotros andábamos haciendo también” (E.Sg.9).

Los ecologistas en particular no gozan de buena reputación en España. En el campo, la gente los considera como un peligro, porque pueden denunciar irre-gularidades en las actuaciones y, a veces, sus valores medioambientales chocan con los hábitos y valores de la gente que vive del campo, pero la práctica y la colaboración puede romper este recelo, como afi rma esta mujer:

“Los ecologistas. Que no son tanto como yo pensaba, que son de otra manera (…) a mí me caían fatal (…) la idea que yo tenía de ellos… que eran unos ogros, que no te dejaban ni respirar casi (…) [pero] conocimos a gente ecologista muy maja… a mí sí me hizo cambiar la idea de que no se puede juzgar a la gente por la apariencia” (E.Ri.5).

También en Coín un hombre mayor nos confi rmó que al principio no con-fi aba en los “peludos” de la coordinadora, por ser jóvenes y por ser ecologistas, que entraban en confl icto con la comunidad de regantes, pero afi rma también que cambió de idea y que los estima mucho, ya que trabajaron muy bien:

“al principio me parecían malos (…) [pero] se portaron los muchachos muy bien (…) cambiamos de idea” (E.Co.10d).

La experiencia del confl icto, poniendo personas muy distintas entre sí a trabajar codo con codo, teniendo un objetivo común, infl uye en el fortalecimiento de la base de la sociedad, muchas veces dividida a causa de creencias, valores e ideologías alimentadas por los discursos ofi ciales. De esta forma, a través de la experiencia del confl icto se va desarrollando una identidad colectiva antagónica a los grupos dominantes, es decir una profunda distinción entre un ‘nosotros’ y un ‘ellos’. Este proceso de auto-identifi cación favorece una “transformación social-psicológica positiva” que además de favorecer el sentido de unidad y de soporte entre las personas, induce a los protagonistas a un empoderamiento colectivo84.

84 Drury y Reicher, 2009.

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Este último elemento hace que estas experiencias se conviertan en luchas políticas, en las que se empieza a poner en duda el sistema vigente. En nuestros casos, la puesta en discusión de los valores del capitalismo empieza por la defensa de la importancia de las relaciones humanas frente al bienestar económico, como se puede apreciar en este extracto:

“vale más no tener nada y estar en casa, con tu gente, con tus amigos, que todo el oro que te pueden dar, a mí me hubieran podido construir el mejor chalet, en Beni-dorm, en León, en Madrid, donde fuera, que como la casa mía en Riaño no lo iba a cambiar” (E.Ri.2)

Las personas, gracias al confl icto, ponen en duda el concepto mismo de valor, que para el sistema es exclusivamente monetario, es decir, lo que no se puede cuantifi car crematísticamente no existe, mientras que para las personas es algo inmaterial, relacionado con su identidad, recuerdos, sentimientos, etc., como refl eja este extracto:

“Dije ‘porque ustedes van a pagar las casas, las tierras, todo van a pagar. Y nuestras raíces, ¿cuándo nos la van a pagar? ¿qué precios tienen nuestras raíces de nosotros? Ningún precio tiene la raíz’” (E.Sg.10).

En Riaño, el hecho de haber perdido los pueblos, las tierras, los vínculos y las relaciones humanas, así como su medio de vida, ha puesto en evidencia el valor no monetario de lo que tenían, como se puede apreciar en este testimonio:

“el que te echen de tu casa, te separen de tu familia, de tus amigos, de los vecinos de toda la vida, eso no hay dinero que lo pague” (E.Ri.2).

Este proceso de redefi nición de los valores y la puesta en discusión del valor monetario tiene particular importancia ya que puede ser un camino hacia la puesta en discusión del mismo sistema capitalista, que se basa en el crecimiento infi nito y en la acumulación de capital, mientras que las personas aprenden a vivir con lo que tienen, como expresó este entrevistado:

“yo no tengo por qué renunciar a mi forma de vivir, si yo puedo vivir con 10, por qué tengo que coger 40, cuando yo sé perfectamente que estos 30 de más le van a faltar a otro. Yo no quiero renunciar a lo que tengo, ni yo abogo por tirarlo todo (…) si se tiene esto, hay que ir a por esto, si tú ni siquiera lo vas a disfrutar [lo demás]” (E.Co.6).

Por último, podemos afi rmar que gracias a estas experiencias se llega a la re-valorización de lo sentimental frente a lo material, o con palabras de Antonio Ma-chado a no confundir valor y precio, como se puede apreciar en este testimonio:

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EMOCIONES Y EMPODERAMIENTO EN LAS LUCHAS PARA LA DEFENSA DEL AGUA 117

“el dinero es ciego, y el dinero te hace perder la noción de lo que de verdad vale lo tuyo, vale este muro, vale esta huerta, si pierdes esta noción estás jodido” (E.Ri.1).

Ese aspecto es muy importante, no sólo porque hemos apostado por las emo-ciones para comprender la protesta, sino porque nos reconduce a la relación entre la dimensión técnica y moral de los confl ictos socio ambientales. Los promotores de las obras y los que tienen el poder en general, se atrincheran en los argumen-tos racionales, técnicos y científi cos para defender sus decisiones o actuaciones. Como acabamos de demostrar, hay cosas que aunque técnica o científi camente son correctas y factibles, no lo son desde el punto de vista moral o sentimen-tal. Como afi rmó uno de los padres de la Nueva Cultura del Agua en España, “no todo lo que técnicamente es posible, ni todo lo monetariamente pagable es permisible”85. El autor, desde su conocimiento de la hidrología y los mecanismos naturales, su amor y pasión por los ríos y su sensibilidad, declara que “el agua se ha convertido en una auténtica moneda de cambio de los poderes políticos y eco-nómicos que la tecnología es capaz de llevar desde el Pirineo a Cabo Trafalgar, porque los costes medioambientales, la oferta de calidad natural, la pérdida de los valores patrimoniales y de expectativa de las comarcas afectadas, no cuentan. —Y añade— Tampoco cuentan los derechos de las generaciones venideras”86.

Por último, queremos destacar que el empoderamiento no está relacionado sólo con la efi cacia, sino más bien con las emociones positivas y con la energía emocional87 que caracterizan la experiencia, desde la satisfacción de que es po-sible cambiar las cosas, consecuente al éxito del confl icto, como en los casos de Coín y San Gaspar:

“al fi nal, con lo que te quedas es con eso: ¡es posible! Si te lo curras, y crees en la historia, y tienes esperanza, y defi endes realmente porque crees en la historia, es posible que se pueda cambiar algo…yo me quedo con eso…” (E.Co.3).

Pero también tiene que ver con el consuelo de haber hecho todo lo posible para salvar el pueblo:

“por lo menos lo intentábamos, queríamos intentarlo y que no nos quedara el remor-dimiento de no haber luchado por ello. Tengo la conciencia muy tranquila porque hice lo que pude y si no se salvó desgraciadamente fue porque no pudimos salvarlo, pero intentar lo intentamos, y te queda por lo menos esta satisfacción de haber lu-chado por ello” (E.Ri.2).

Para concluir, la elección de trabajar con personas ‘comunes y corrientes’ nos ha permitido observar el empoderamiento muy claramente, ya que como

85 Martínez Gil, 1997, 31. 86 Ibidem, 32. 87 Collins, 2012. Jasper, 2011.

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afi rman sobre todo los entrevistados de Riaño y San Gaspar, tuvieron que partir desde cero, ya que no tenían ninguna experiencia previa, como afi rma esta mujer:

“éramos gente que no teníamos mucha idea de nada… hacía poco que había llegado la democracia y nosotros no sabíamos… y luchamos con lo que podíamos” (E.Ri.5).

Eso también ha infl uido en la carga emocional que acompañaba a estos procesos, ya que la puesta en juego es muy alta, el contendiente muy fuerte y las personas tuvieron que superar sus miedos y actuar, como afi rmó esta mujer:

“sabes que… ni habla uno puros disparates, porque te gana la emoción, te gana el coraje (…) y sientes tanto coraje contra la persona que les estás diciendo… no es uno tan bueno para hablar, pero sí se defi ende uno” (E.Sg.9).

Terminamos aquí el análisis del empoderamiento que hemos observado en los tres casos de resistencia contra represas, que como se pudo leer en los extrac-tos y narraciones es el resultado de la experiencia de las personas que sienten, piensan y actúan, y haciendo eso experimentan cambios a nivel individual y co-lectivo, que los convierten en sujetos políticos empoderados.

CONCLUSIONES

En nuestro trabajo hemos presentado un análisis del proceso de transforma-ción y empoderamiento de los habitantes de tres pueblos amenazados por represas en España y México que se auto-organizaron para defender su territorio. Haber comparado la experiencia de los sujetos en tres experiencias de luchas diferentes en geografía, periodo, cultura y afectación nos ha permitido resaltar el cambio cultural que los sujetos experimentan a raíz de su participación en la protesta.

Ese cambio, como hemos anticipado en la introducción del análisis, está producido por alteraciones en las componentes cognitiva, emocional y moral. Por ejemplo, vimos como la desconfi anza y el sentirse engañados provoca una deslegitimación de la clase política que a su vez produce un alejamiento del valor de la delegación. La superación del miedo y la autoestima hacen que la gente se empodere y desarrolle un sentimiento de efi cacia política; la recuperación de la esperanza permite que vean la lucha como una vía para defender sus derechos o territorio. Pero además pudimos observar que la experiencia que se constituye por sentir, pensar y actuar (componentes emocionales y cognitivas) produce un cambio en principios y valores como la democracia y el progreso (componente moral). Para resumir, considerando que la experiencia se constituye de emoción, cognición y moral, los cambios en estas tres componentes son los que producen un cambio cultural.

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EMOCIONES Y EMPODERAMIENTO EN LAS LUCHAS PARA LA DEFENSA DEL AGUA 119

Ese cambio cultural está delimitado a la vida de las personas y su entorno (nivel micro y a veces meso), pero es más complejo relacionarlo con un cambio cultural o social a nivel macro, aunque estamos de acuerdo con Hochschild88 que afi rma que para que cambien las estructuras deben producirse cambios en lo que hacemos y en lo que sentimos. Siguiendo a la autora, un cambio de estructura requiere un cambio de cultura emocional89, aspecto que como afi rma Jasper90 no ha sido analizado sistemáticamente en el estudio de la acción política, laguna que esperamos poder colmar en futuras investigaciones.

Para concluir, nuestro estudio evidencia que la experiencia de protesta se convierte en una experiencia (transformativa), independientemente de los resulta-dos de la misma. En otras palabras, la experiencia es un momento de ruptura du-rante la cual los sujetos empiezan a sentir nuevas emociones, refl exionar sobre el mundo, reelaborar ideas y valores, pudiendo emprender un camino de auto-eman-cipación. El reto para el futuro será seguir explorando el papel de la dimensión emocional en este proceso de cambio que caracteriza las experiencias de lucha.

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EMOCIONES Y EMPODERAMIENTO EN LAS LUCHAS PARA LA DEFENSA DEL AGUA 123

TABLA DE LAS ENTREVISTAS CITADAS

SIGLAGenero (H/M)

Fecha entrevista

E.Sg.1 H Miembro del Comité Pro San Gaspar Noviembre 2010

E.Sg.4 H Miembro del Comité Pro San Gaspar Noviembre 2010

E.Sg.5 M Miembro del Comité Pro San Gaspar Noviembre 2010

E.Sg.6 M Miembro del Comité Pro San Gaspar Enero 2011

E.Sg.7 H Afectado Teocaltiche Enero 2011

E.Sg.9 M Miembro del Comité Pro San Gaspar Enero 2011

E.Ri.1 H Resistente durante los desalojos de los ‘80 Agosto 2010

E.Ri.2 H Resistente durante los desalojos de los ‘80 Agosto 2010

E.Ri.3 H Resistente durante los desalojos de los ‘80 Agosto 2010

E.Ri.4 H Resistente durante los desalojos de los ‘80 Mayo 2011

E.Ri.5 M Resistente durante los desalojos de los ‘80 Mayo 2011

E.Co.1 H Habitante Coín, Afectado material Marzo 2010

E.Co.2 H Habitante Coín, Afectado material Marzo 2010

E.Co.3 M Habitante Coín, asociación Mayo 2011

E.Co.4 H Habitante Coín Mayo 2011

E.Co.5 M Habitante Coín Mayo 2010

E.Co.6 M Habitante Coín Mayo 2010

E.Co.7 H Habitante Coín, asociación Mayo 2010

E.Co.8 H Habitante Coín Activista Local Mayo 2010

E.Co.10d M Habitante Coín Mayo 2011