Emiliano Bustos, Seis Poemas

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Calaveras deformes que hacen señas. 6 poemas de Emiliano Bustos admin 23 julio, 2015 CREACIÓN, Novedades, POESÍA Por: Emiliano Bustos* Crédito de la foto: “Pan nuestro” de Octavio Ocampo **Cortesía de Reynaldo Jiménez Calaveras deformes que hacen señas. 6 poemas de Emiliano Bustos

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Poesía Argentina

Transcript of Emiliano Bustos, Seis Poemas

Calaveras deformes que hacen seas. 6 poemas de Emiliano Bustos admin23 julio, 2015CREACIN, Novedades, POESA

Por: Emiliano Bustos* Crdito de la foto: Pan nuestro de Octavio Ocampo **Cortesa de Reynaldo Jimnez

Calaveras deformes que hacen seas. 6 poemas de Emiliano Bustos

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A Isidoro Blaisten

Finalmente, si la palabra es el atuendo, caren- te de otra mmica, tengo la ma por muy vista en vasos de buen tono, en ochavas lnguidas, desbaldosadas contagiosas; si la palabra es el atuendo, la ma se tie de zonceras, que el hu- mano lodo no se elige, aunque a riesgo de bu- cear que por desterrado me tienen- , navego lejos de la costa (no ven mi cabecita, tontera fosforescente, resto boqueador), y me hundo, que una letra no es concordia si no estuvo muy distante. Finalmente, en el halo elegido, lejos ya de la primera juventud y acaso en la ltima, vox populi de sayos olvidados, botarate dispar, fatigo mis semblanzas volando de la lira al rebuzno, e igualo lo posible, instalo la puntada sin hilo, el agujero que deja ver el abandono de la casa. Si la palabra es el atuendo, que otros le mortifiquen el clima con adversidades fragmen- tarias, que otros, que ya son muchos, consigan de la esclertica porcin el otariante canto; que erradicada la rabia aletea en el murcilago. Y mucho ms que ojo, desde luego, que cuidado, por supuesto. Que alguien puede decir (y no le faltar justicia), guarda con el cerdo que te abani- ca lrico, que te desprecia anacrnico, que su rum- bo es el juguete rabioso, el chiche espumoso que doblegado a tiempo tematiza lo estrambtico; siem- pre es justo y necesario arrojar con sensata celeri- dad al que mal huele, por limtrofe, por ciego, por sordo; por lo que sea. Finalmente, si la palabra es el atuendo, el mo es sal, rayn y gato; respecti- vamente sediento, marcado y bueno para la noche.

de 56 poemas (La carta de Oliver, Buenos Aires, 2005)

Amarillas

Esas hojas estn amarillas, la luz las hace amarillas, hace de ellas un espectro. Pero es de estos abismos que quera hablar, de estas calaveras deformes que hacen seas; huyen como el ruido del tren, pero cuando an son escuchables, pisan a alguien. Matan de lleno.

de Trizas al cielo(Libros de Tierra Firma, Buenos Aires, 1997)

Msica

Para Mateo

El edificio es alto. Muy alto. Cualquiera debera ver lo alto y largo y ancho que es. Tan alto y sin embargo se sube. Hay formas de rodear la altura. Simplemente hay formas de subir. Pero todos suben y todos bajan y ests solo. A nadie le incumbe nada de nadie, no sos la excepcin. Pero es la marea, la marea, y todos, en algn momento en todos los momentos tenemos que atravesar la marea. Por eso es bueno empezar, subir un poco, probar la altura. Subir es la mitad del camino. La verdadera mitad del camino. Podemos entonces subir los escalones ms lindos de la tierra, azules de piedad por un lado por el otro y dejar ah nuestros pies de barro a la espera de un viento fuerte. Y el edificio es tan alto, tan alto. Cuando empezamos a subir no podemos estirar la soga de la superficie, encapsular la quebrada horizontalidad de unas hormigas como nosotros; ellos pasan, hay que subir. No le encuentro otra salida al mundo y es irresistible subir, subir. Los pisos y los cuartos despejados o quemados o empapelados de astucias, demoran sus caldos y sus peceras en las entradas, sobornarlos abiertos de cuajo por flores de la calle abriran sus botas cerebros huecos al paso del que sube? Todo puede ser en el ascenso. Los bailes son perfectos hasta que alguien agacha la cabeza hacia el mundo suspendido. Ests subiendo el edificio ms alto del mundo y nadie opera all abajo las cosas del presente. Pero qu es lo que importa, para subir hay que deshacerse de los compaeros de viaje que olvidan el mundo en los pisos pasajeros. En realidad, todos absolutamente todos podemos llevar algo. Algo trunco inconcluso. Una mochila un puo cerrado bastarn. Por aqu ya nadie come sobre los vidrios rotos. Es cierto, todo esto lleva a la indisciplina. Pero hay que subir, y subir cuesta. En algn piso te puede salir al paso cierto borrachn, algn olfateador y tambin un matn. Es cuestin de andar con cuidado, no sacar los brazos por las ventanillas y ver la fecha de vencimiento de cada matafuego, mientras se avanza. En cierto momento nada va a impedir el fluir de unos ratones, en los pisos superiores hacia las ventanas y/ o puertas en busca de oxgeno. En cierto momento, incluso, te van a acorralar con el delirio del descenso. Pero, de qu te puede servir un intento de fuga cuando las nubes te atraviesan el cuerpo taquigrficamente? Sos carne, hueso y agua, las piedras te hacen tropezar, las puertas cerradas dominan tu memoria. Por eso subir es una recomendacin del diablo de dios y de todos los evangelios que pudiste abrir. No hay nada mejor no hay nada en el mundo. El edificio ms alto del mundo. Y llegan los pisos cerca del sol, como endebles rostros de arena y prisioneros de su evasin. Hay que decir la verdad, y lejos de la verdad hay que subir el edificio ms alto del mundo. Hay que subir y subir como si ardiera el piso cada vez, todas las veces. Y cuando los azulejos de los lavaderos del piso del viento te reflejen, impersonal como un zorro blandiendo polvo o gallinas, seguramente engullir la marcha la msica, la gran msica del edificio ms alto del mundo. Notas sin palabras aunque raramente imaginadas por alguien mudo o sordo. All la msica en las piedras siempre iluminadas por el da y la noche. Y el que puso esa cancin que te vio nacer ahora baja de dos en dos de cuatro en seis si se lo permite el camino descendente. Todo un espejo el edificio ms alto del mundo. Subir es un espejo nicamente del alma, bajar es un espejo nicamente del cuerpo. Nada es mejor en esta lluvia. Todo el circuito lo sabe como un maldito mensajero muerto en el edificio ms alto del mundo.

de Gotas de crtica comn (Libros de la Talita Dorada, Buenos Aires, 2011)

Villa Real

Tal vez sea el mejor domingo de mi historia. Mi hijo, mi mujer. Nada pido por fuera de nosotros, salvo un domingo como ese. Mi hijo tiene la energa de un roble. Para m, que nunca tuve energa, es una gran noticia. Mi hijo es un roble, me digo. Y ese domingo me sirve para pensar en todo esto porque, cortado del muro demasiado escurridizo de los das, sale continuamente a la luz, como la verdad. De qu se compone entonces? De hilos y ms hilos de nuestro amor, flotando de la fra calle a nuestros ojos, de la fra calle a nuestros ojos. Como las luces que de verdad nos hacen ver. Un domingo cualquiera, un barrio bajo, una familia cruzando calles. Tal vez el secreto es que estas calles parecen liberadas; nadie nos espa, nadie nos vigila o seala. Podemos correr, hablar fuerte, cantar. El sol es y ser pleno siempre, las casas estarn cerradas o se abrirn, de tanto en tanto, a otras familias, a caminantes que sonren para nosotros. Mi hijo, el roble, se gana esas sonrisas. Hered cosas del abuelo y recuper una belleza familiar que yo, a mi manera, discontinu. De qu se compone entonces este domingo? De mi hijo de roble, de mi mujer de tiempo, de todas esas novelas que nacen y mueren bajo la arena.

de Gotas de crtica comn (Libros de la Talita Dorada, Buenos Aires, 2011)

Los hijos de la montaa

Para Reynaldo Jimnez

La gran base de la montaa. Las casas, los templos, la gran base de la montaa. rboles, ros, pisadas de animales, sombras y pueblos. La base de la montaa. No es lo que parece, no es alta y basta y concentrada en piedra. Seguramente no es como todas las montaas. En sus laderas hombres y mujeres tirados al sol, pero no son laderas verdaderas. Los hijos de la montaa charlando entre primos como en los mares del sur. No olvidan los grandes momentos de la historia no pueden olvidar la historia. Por eso viven en una montaa que no es una montaa imaginan la montaa en sus instrumentos, como la memoria. Como la memoria. Los hijos de la montaa, la gran base de la montaa. Hombres y mujeres al sol, la montaa intuida en toda su circunferencia, abarcando casas templos bosques sombras comidas. La gran base de la montaa. Sus hijos atraviesan el espacio, brillan como estrellas en los puntos cardinales. Este es un poema de esperanza sobre las montaas que no existen sobre los que no existen y escalan indmitos, desacelerados del mundo en sus convenciones geogrficas. La gran base de la montaa es un sueo, el sueo de una geografa nueva. La geografa de la montaa que no existe. La gran base de la montaa conformada por hijos de la montaa que mueven las piedras debajo del sol a la espera de la nueva geografa, surgida como el Fuji de Hokusei. Los hijos de la montaa se miran hombres y mujeres a travs de las casas de los templos. Montaa de cristal todas sus habitaciones transparentes. Como himnos de montaas ms altas de cornisas del planeta sus habitaciones para soar despierto. La gran base de la montaa. Los copos de nieve y la lluvia llegan directamente a su corazn y al corazn de los hombres del pueblo. Los ojos directos de la montaa, la historia los hombres y mujeres hablando entre rboles uvas; la montaa que es todo eso sin ser todo eso, nadie ve la montaa, la montaa no existe. En cada ladrillo del pueblo se dibuja, en cada pareja en laderas frtiles, nadie grita todos hablan en voz baja. La gran base de la montaa, las casas, los templos, las raciones. Una promesa de transparencia, como las montaas del corazn. Los hijos de un lugar que no existe, mujeres y hombres tapando el sol con la mano mientras la historia es la montaa unida al tiempo unida como ilusin la gran base de la montaa. La historia es la gran base de la montaa que no existe para que exista hay una historia que es contada que debe ascender y tomar forma de montaa de algo entre esos hombres y mujeres que no recuerdan. Los hijos de la montaa de la memoria como existencia.

(indito)

La legin perdida de Craso, sus hijos perdidos

A la memoria amiga de Rodolfo Mattarollo

Los imperios suceden tambin en el silencio en las extensiones que por silencio se pierden caen resbalan del atisbo de todo. El atisbo de todo es el poder creemos que es el poder. Las legiones se suceden, algunas triunfan muchas todas, y son el imperio, el pueblo. Pero alguna tiene que perderse. En alguna dimensin el imperio es poder perdido, fuga; una nfima parte del pueblo camina al olvido. La legin perdida de Craso, sus hijos perdidos. Los imperios suceden tambin en el silencio. Nadie sabe quin es la legin perdida, su parte espectral comindose al imperio, como si el silencio orientara a los que se van a perder. Los que se van a perder no salen por las puertas de siempre, son puertas de piedra en la piedra, hilos del pueblo cuando el ro deja de ser sangre. La legin perdida de Craso, sus hijos perdidos. Una parte del pueblo desaparece enviada al silencio. Como enviada al silencio sin lugar en el ruido de la poca. Los imperios suceden tambin en el silencio. En bosques fraguas ideas, detrs del muro del emperador. Miles de legiones construyen la historia los lmites, pero una se pierde, en una se expande para siempre la historia contempornea de los que se estn yendo, sin lmites. La legin perdida de Craso. El tiempo que se lleva el silencio a la tumba. Nadie recuerda ese tiempo? Las ilusiones de los que se pierden, de las legiones perdidas, como arena que no construye, que nadie construye; la legin perdida de Craso. La fuente de un silencio de una derrota. Los imperios suceden tambin del silencio, en las extensiones en las que el silencio baja un poco pez un poco sol que evapora. La legin perdida de Craso, sus hijos perdidos creciendo fuera del imperio, en el silencio. Las legiones las miles de legiones que construyen la historia la intensidad los lmites. La legin que construye el silencio. Qu hacer con los que construyen el silencio, sus voces son igualmente poderosas, de alguna forma escuchan y son escuchados. Escuchan y son escuchados. Cmo entender que luego de miles de legiones la historia es tambin la legin perdida. La legin perdida de Craso, sus hijos perdidos soplando humanidad sin palabras, sin memoria.

(indito)

*(Buenos Aires, 1972). Poeta y dibujante. Public Trizas al cielo (1997), Falada (2001), 56 poemas (2005), Cheetah (2007), Gotas de crtica comn (2011). Compil y prolog Miguel ngel Bustos. Prosa, 1960 1976 (Ediciones del Centro Cultural de la Cooperacin Floreal Gorini, 2007) y Visin de los hijos del mal. Poesa completa de Miguel ngel Bustos (Editorial Argonauta, 2008, 2da ed. 2013). Fue incluido en las antologas si Hamlet duda le daremos muerte (Libros de la Talita Dorada, 2010) y La Plata Spoon River (Libros de la Talita Dorada, 2013). En diciembre de 2013 la muestra Todo es siempre ahora realizada en el Centro Cultural Borges por Luis Felipe No y Eduardo Stupa- reuni dibujos y textos suyos y de su padre, el poeta, periodista y dibujante asesinado por la ltima dictadura cvico militar Miguel ngel Bustos