Eloy alafaro

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ELOY ALAFARO

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ELOY ALAFARO

José Eloy Alfaro Delgado nació el 25 de junio de 1842 en la ciudad ecuatoriana de Montecristi, sus padres fueron Juan Alfaro González, republicano español natural de Cervera del Río Alhama (La Rioja) quien llegó a Ecuador en calidad de exiliado político y María Natividad Delgado López, nacida en Montecristi el 8 de septiembre de 1808, hija de Rafael de la Cruz Delgado, que fue en repetidas ocasiones regidor del Cabildo de Montecristi y de María de la Cruz López, mestiza.

PRIMEROS AÑOS

José Eloy recibió su instrucción primaria en su lugar natal y al concluir esos estudios, se dedicó a ayudar a su padre en los negocios. Durante su juventud se identificó con el liberalismo anticlerical, doctrina que se conoció posteriormente como el liberalismo radical ecuatoriano. Al enterarse el joven Eloy Alfaro de que Gabriel García Moreno había pedido el protectorado a Francia, se unió a las filas liberales. A los 22 años de edad empuñó las armas contra García Moreno, pero tuvo que salir del Ecuador porque la conspiración urdida por el general Tomás Maldonado había sido sofocada. Corría 1864. Al año siguiente regresó para combatir junto al general José María Urbina en Jámbeli.

Derrotado y perseguido, Alfaro ancló en Panamá, departamento de Colombia todavía, en donde con su trabajo se labró una fortuna y contrajo matrimonio con Ana Paredes y Arosemena, panameña de 16 años de edad, a la que amó fielmente a lo largo de la vida, y con quien tuvo nueve hijos. Sin la fortaleza de su esposa que sobrellevó con entereza las separaciones y sobresaltos ocasionados por la interminable lucha militar y política del esposo, Alfaro no habría podido sembrar lo que sembró. En Panamá conoció a Juan Montalvo, a quien protegió y financió la edición de algunos de los inmortales ensayos. Muerto García Moreno en 1875, Alfaro regresó a Ecuador, luchó por la abolición de la octava carta política conocida como "Carta Negra" y por la convocatoria de una Convención.

LA REVOLUCIÓN

Se unió a Veintemilla y se distinguió en Galte, la batalla que consolidó la jefatura suprema de ese general. Pronto se decepcionó de él, volvió a Panamá y retornó a Guayaquil en abril de 1878 para combatirlo. En noviembre de ese año fue apresado y cargado de grillos hasta marzo de 1879. Gracias a la valiente defensa de Montalvo fue puesto en libertad y expulsado a Panamá. Como su fortuna material había venido a menos, pues con ella financiaba su activismo libertario y porque Panamá había entrado en crisis económica, Alfaro cayó en la pobreza. Trabajó como periodista, pero volvió a la carga en 1882 al proclamarse Veintemilla nuevamente dictador. Cuando Alfaro contó a su madre que se aproximaba la guerra civil, recibió de ella esta bendición: 'Bien está. Vaya usted a cumplir sus deberes con la patria'.

Se embarcó para Esmeraldas y asumió la dirección del movimiento armado, pero fue vencido y tras un escape prodigioso y lleno de sufrimientos a través de los Andes y la selva llegó a Panamá. Allí le nació una hija a la que puso el nombre de Esmeralda. Y volvió otra vez a combatir en la campaña de la Restauración, lo que le valió ser nombrado jefe supremo de Manabí y Esmeraldas. Los opositores le echaron en cara el decreto del 2 de julio de 1883, en el que ordenaba que los "sindicados sean juzgados sumaria y verbalmente sin apelación" y que "los bienes de todos estos criminales se les confisquen mientras dure la guerra y para emplearlos en sostener la guerra".

Sus tropas fueron las primeras en cercar a Guayaquil. Combatió en la batalla del 9 de julio de 1883 y entró triunfante en la ciudad amada. Convocada la Convención de 1884, renunció a la jefatura suprema de Manabí, recibió la confirmación de su grado de general y se desterró del Ecuador. Poco después, volvió para combatir a Caamaño y liderar a los montoneros. Su nombre se iba tornando legendario. Pero asimismo se le acusó de haber hecho la guerra a Caamaño "apenas éste fue elegido y sin el más leve pretexto para una sublevación". En diciembre de 1884 perdió el combate naval de Jaramijó en el vapor "Pichincha", antes "Alajuela", contra la flotilla del presidente Caamaño, comandada por el general Reinaldo Flores. Para no rendirse, encalló la nave y la incendió.

Alfaro ejerció la jefatura suprema hasta el 17 de enero de 1897. En este año y medio, la revolución cabalgó sobre un potro de tormentos nacidos del espíritu conciliador y de la prudencia reformista de Alfaro, de las exigencias de cambios drásticos pedidos por la impaciencia de los radicales, de la subversión de los conservadores, de la violencia del clero y de la represión y ambiciones de los propios alfaristas.

La primera medida fue exonerar a los indios del pago de la contribución territorial y del trabajo subsidiario, y gobernar con todos los sectores del liberalismo. La segunda, aplacar a la Iglesia: escribió al papa León XIII para presentarse y le pidió que canonizara a la quiteña Mariana de Jesús Paredes y Flores. El Papa le contestó con paternal bondad, pero la Iglesia local no estaba dispuesta a la paz. "Rechace el Señor a los espíritus infernales (del liberalismo)", arengaba el huido obispo de Manabí, que dirigió una invasión desde Colombia, mientras el desterrado obispo de Loja lo hacía desde el Perú. Los conservadores se sublevaban en el norte, en el centro y en el sur de la Sierra. Los predicadores incitaban a la guerra santa. Hubo abusos y desmanes: el coronel Manuel Antonio Franco, el hombre duro de Alfaro, expulsó a los capuchinos de Ibarra. Las tropas liberales asaltaron el Palacio Arzobispal de Quito, quemaron la biblioteca y el archivo, injuriaron al arzobispo González y Calisto, paladín de la cruzada antiliberal, e hicieron la parodia de fusilarlo si no gritaba "!Viva Alfaro!".

PRIMER GOBIERNO: DESDE EL 5 DE JUNIO DE 1895 AL 31 DE AGOSTO DE 1901

El golpe militar de Eloy Alfaro contra el presidente Lizardo García influyó para que los dos primeros años de la segunda presidencia del Viejo Luchador fueran perturbados por la oposición de los liberales placistas y de los conservadores. Lo más notable de este segundo período fue la consolidación del laicismo, la llegada del ferrocarril a Quito y la unión nacional en torno al conflicto bélico con el Perú. El 9 de diciembre de 1906, el general conservador Antonio Vega Muñoz levantó a Cuenca contra Alfaro. Vega esperaba refuerzos conservadores de otras provincias de la Sierra. Fue derrotado por el general liberal Ulpiano Páez en Ayancay, entre Azuay y Cañar. Vega murió de un balazo cuando entraba a pie en Cuenca como prisionero de las tropas alfaristas. Los gobiernistas dieron la versión de que Vega se había suicidado; pero lo más probable es que fue asesinado.

Este hecho aumentó la impopularidad de Alfaro. Vega era un ciudadano distinguido y respetado en Ecuador. La impopularidad creció cuando en el mismo mes de diciembre el batallón "Vargas Torres" saqueó la ciudad de Loja con la connivencia de las autoridades alfaristas locales, y cuando el desmán quedó impune. Muchos liberales radicales se pasaron a la oposición. Había descontento contra los abusos del Ejército, cuyo liderazgo iba escurriéndose de las manos de Alfaro, quien, débil y achacoso, permitía que el Poder se repartiera entre los favoritos y sus familias. Consultado el nuevo arzobispo de Quito, Federico González Suárez, sobre qué hacer contra estos y otros abusos, aconsejó votar por personas capaces y patriotas. En Quito se constituyó un Club Político Universitario para luchar por la libertad de sufragio en las elecciones del próximo Congreso. Como se preparaba el fraude electoral, el pueblo se levantó para apoyar a los universitarios. El 25 de abril de 1907 se dio un choque sangriento. Alfaro perdió el apoyo de un sector de los intelectuales. Un poco más tarde, el 19 de julio, se intentó asesinar a Alfaro en la gobernación de Guayaquil. Al defenderlo, murieron ocho oficiales, y se fusiló a ocho de los 16 complotados que habían sido reducidos a prisión.

SEGUNDA ADMINISTRACIÓN:16 DE ENERO DE 1906 A 11 DE AGOSTO DE 1911

Pero la Revolución Liberal consiguió afianzarse aunque sólo institucionalmente. La Constitución promulgada el 23 de diciembre de 1906, la duodécima desde la fundación de la República, llamada "atea" por los conservadores, consagró el laicismo en el Estado, la educación y la familia y defendió la libertad de conciencia colocando las demás religiones a la par de la Católica. Perfeccionó la independencia de los tres poderes del Estado y amplió las garantías ciudadanas. Esta Carta Política se convertiría en el referente mayor del derecho constitucional ecuatoriano. La Convención que la promulgó eligió presidente a Eloy Alfaro por 41 votos contra los 16 que obtuvo el guayaquileño Carlos Alberto Aguirre.

Tres convencionales votaron en blanco. El 6 de noviembre de 1908 se promulgó la Ley de Beneficencia, más conocida como "De manos muertas". Su primer artículo decía: "Decláranse del Estado todos los bienes raíces de las comunidades religiosas establecidas en la República". Y el segundo: "Adjudícanse las rentas de los bienes determinados en el artículo primero a la beneficencia pública". La mitad de las rentas producidas por esos bienes fue para la sustentación de los religiosos y religiosas despojados de ellos, y la otra mitad para hospitales y obras sociales. En 1910 se promulgó una ley que autorizó la venta de los terrenos adyacentes a las iglesias y conventos con el objeto de finan-ciar la defensa nacional. La Revolución, sin embargo, no avanzó en el terreno de los cambios estructurales de la tenencia de la tierra y de la distribución del ingreso a favor de las clases populares y campesinas. La Revolución había sido castrada por la burguesía liberal. Una fracción de esta burguesía, la comercial y bancaria, se opuso al fomento de la industria nacional, uno de los proyectos favoritos de Alfaro, quien había promul-gado en 1906 la primera Ley de Protección Industrial y en 1908, la Ley de Marcas y Fábricas. El sector bancario tuvo una rápida expansión: se fundaron en Quito los bancos del Pichincha (1906), de Crédito (1907), y de Préstamos (1909), y en Gua-yaquil la Caja de Préstamos y Depósitos La Filantrópica (1908). Alfaro perdió el apoyo de las bases populares cuando estas empezaban a organizarse: se fundó en 1906 el Partido Liberal Obrero y en 1909 se reunió en Quito el Primer Congreso Obrero.

La llegada del ferrocarril transandino a Quito el 25 de junio de 1908 fue el triunfal Domingo de Ramos para el acosado presidente. El arzobispo de Quito ordenó echar a vuelo las campanas. Hubo fiestas populares y oficiales. El regocijo fue intenso. "Día", dijo Alfaro, "el más glorioso de mi vida porque es la realización de los más grandes ideales del país y que han sido y son los míos propios". Quedaba una deuda muy grande y la ilusión de que este ferrocarril transformaría a Ecuador. Sólo fue así a medias. La oposición, con razones, se opuso al contrato Charnacé para construir un ferrocarril entre Ambato y el Curaray a cambio de una gran ex-tensión de la Amazonía. Y también se opuso con pasión a los ferrocarriles Quito-Ibarra, Ibarra-Esmeraldas, Guayaquil-Manta-Bahía de Caráquez y Guayaquil-Machala. Alfaro recobró su popularidad no solo con el ferrocarril Guayaquil- Quito sino por su decidido liderazgo en la contienda limítrofe con el Perú en 1910.

El laudo arbitral del Rey de España estaba próximo a pronunciarse, y se supo que iba a ser desfavorable a Ecuador. "El Perú había comprado con oro, derramado pródigamente, a todos los españoles que tenían que tomar parte en el proyecto del laudo", opinaba González Suárez en una carta privada. Y aunque el laudo hubiese sido favorable a Ecuador, Perú había declarado por boca de sus representantes en Madrid y de su propio presidente que "si peruanos ocupaban (ya) todo el Oriente, estas tierras son y serán peruanas contra todas las declaraciones del mundo". Los ánimos populares se encendieron. El 3 de abril de 1910 fueron atacados en Guayaquil el Consulado del Perú, algunos establecimientos comerciales y un barco mercante de ese país. Hubo desmanes parecidos en Quito. Ecuador dio satisfacciones, pero el Perú respondió con un ultimátum incumplible para el honor nacional. Alfaro encargó la presidencia y se puso al frente de un Ejército de 25 mil soldados y una reserva de 20 mil voluntarios. Todo el Ecuador lo respaldó a través de Juntas Patrióticas Nacionales. No se llegó a combatir porque mediaron Argentina, Brasil y Estados Unidos. Ecuador se abría lentamente al progreso: el teléfono presidencial era el número 3, Guayaquil estrenó tranvías eléctricos y Quito, una planta eléctrica en Guápulo. Se creó la Cruz Roja y se estableció la Sanidad Pública. En 1909 se celebró el centenario del Primer Grito con la inauguración del monumento a los Héroes de la Independencia en la plaza mayor de Quito y con una Exposición Internacional. En 1906 se fundó el diario "El Comercio". La oposición conservadora se benefició del llanto de la efigie de la Dolorosa en la capilla del internado del Colegio San Gabriel de los jesuitas en Quito el 20 de abril de 1906.

En la segunda administración del General Alfaro, se realizaron las siguientes obras: el 25 de junio de 1908 se inauguró el ferrocarril del Sur que unía Quito con Guayaquil; se dio 1’700.000 sucres para la construcción del sistema de agua potable de Quito, dotó a Guayaquil de canalización para este mismo servicio básico, se construyó, por el centenario del primer grito de la Independencia, un monumento conmemorativo en la Plaza Grande de Quito, y se realizó una Exposición Universal. Para sede de esa exposición se construyó el Palacio de la Exposición, actual sede del Ministerio de Defensa del Ecuador. Hizo levantar planos de nuestra frontera y proporcionó adecuados edificios a diversas instituciones militares. En 1910, ante una posible guerra con el Perú por el centenario conflicto territorial, se trasladó a la frontera sur para organizar la defensa de la República, y adquirió armamento moderno. En 1906 se promulgó la Constitución liberal, que consagró el Estado laico, poniendo fin a la injerencia de la Iglesia Católica en la política. Un dato interesante es que desde el gobierno de Eloy Alfaro se le dio oportunidad a las mujeres de estudiar y ser parte de la sociedad.

Hallazgo de los restos mortales del Gral. Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre los mismos que fueron llevados a la catedral metropolitana donde se los guarda, se los conserva y se los venera muy respetuosamente. Reorganizó el desaparecido conservatorio de música Desapareció privilegios militares y eclesiásticos. Hizo levantar un monumento al insigne escritor y amigo Don Juan Montalvo en su ciudad natal. En 1901, se establece locales para el funcionamiento de los Colegios Normales Juan Montalvo y Manuela Cañizares, El edificio del Colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil. Construyó el ferrocarril del sur, se dio 1’700.000 sucres para el Agua Potable de Quito, dotó a Guayaquil de canalización, se inauguró en la Recoleta el local que hoy ocupa el Ministerio de Defensa, proveyó al Ecuador de un armamento moderno.

- Constructor ejecutivo del ferrocarril de sur.- Hallazgo de los restos mortales del Gral. Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre los mismos que fueron llevados a la catedral metropolitana donde se los guarda, se los conserva y se los venera muy respetuosamente.- Mejoro la recaudación fiscal- Abolición de algunas contribuciones del pueblo indígena.- Propuso el mejoramiento y protección de la raza indígena.- Incorporo a la mujer a la vida publica- Implanto el Laicismo- Organizo mejor la enseñanza universitaria- Fundo el colegio nacional Mejía.- Fundo escuelas normales- Fundo escuelas nocturnas y diurnas- Mejoro al ejercito- Fundo el hoy Colegio militar Eloy Alfaro- Creó la escuela de clases- Reorganizo el desaparecido conservatorio de música- Desapareció privilegios militares y eclesiásticos- Fundo el colegio Manuela Cañizarez- Fundo el normal Juan Montalvo- Finalizo si primer periodo presidencial cuando el Ecuador era un amplio camino hacia el progreso.- Hizo levantar un monumento al insigne escritor y amigo Don Juan Montalvo en su ciudad natal.-Colegio Militar Eloy Alfaro

SUS OBRAS

(Montecristi, Ecuador, 1842 - Quito, 1912) Militar y político ecuatoriano, máximo representante del liberalismo radical, que fue presidente de la república en los períodos 1895-1901 y 1906-1911.

Eloy Alfaro era hijo del comerciante español Manuel Alfaro y la manabita Natividad Delgado. Su padre se dedicaba a la exportación y Alfaro participó en los negocios paternos, viajando al Perú, Colombia, América Central y el Caribe. En lo político se inclinó por el liberalismo, y en 1864 participó en una fracasada insurrección contra Gabriel García Moreno. Exiliado en Panamá, allí emprendió varios negocios con éxito. En 1872, y siendo ya un hombre rico, contrajo matrimonio con Ana Paredes Arosemena, hija de uno de los notables del Istmo.

Eloy Alfaro

En 1875, tras el asesinato de García Moreno, Alfaro volvió al Ecuador y combatió al gobierno de Antonio Borrero. Apoyó el golpe de Estado de Ignacio de Veintemilla en contra de Borrero, el 8 de septiembre de 1876, tras el cual fue nombrado coronel. Pero meses después se declaró contrario a Veintemilla, que no cumplió el programa liberal prometido. A inicios de 1883, Alfaro fue proclamado jefe supremo de Manabí y Esmeraldas y organizó un ejército que derrotó al dictador, cuyo último reducto, Guayaquil, cayó el 9 de julio de 1883.

VIDA

Tras el triunfo "restaurador", como se llamó al movimiento coligado en contra de Veintemilla, una Asamblea Constituyente eligió como presidente a José María Plácido Caamaño, frente a Alfaro, sostenido por los liberales. En 1884, cuando Caamaño se instaló en el poder, Alfaro encabezó una nueva revuelta que suspendió tras casi cuatro años de lucha, dedicándose entonces a los contactos internacionales. Sus adversarios se referían a él con el sobrenombre burlesco de "general de las derrotas", debido a sus fracasos militares.

Pero las cosas cambiaron al estallar el escándalo de "la venta de la bandera", el 3 de enero de 1895. En junio de ese año se desató la Revolución Liberal en Guayaquil: el presidente Luis Cordero debió renunciar, y Alfaro, que estaba en Panamá, fue proclamado jefe supremo. Alfaro llegó a Guayaquil el 19 de junio de 1895, e inmediatamente preparó el ataque contra los conservadores, atrincherados en la Sierra, a quienes los liberales derrotaron en San Miguel de Chimbo, Gatazo y El Girón antes de llegar a Quito, el 4 de septiembre.

Más tarde, el 12 de enero de 1897, una Asamblea Constituyente, tras expedir la undécima Constitución, se pronunció por el liberalismo y eligió como presidente a Alfaro. Durante su primer gobierno, que concluyó en 1901, Alfaro se dedicó a consolidar el triunfo liberal, a establecer la separación entre la Iglesia y el Estado y a impulsar la construcción del ferrocarril entre Quito y Guayaquil.

Más notable fue el segundo gobierno alfarista, vigente entre enero de 1906 y agosto de 1911. En este período se promulgó la Constitución de 1906, "la carta magna del liberalismo ecuatoriano"; se continuó la construcción del ferrocarril transandino, que arribó a Quito el 25 de junio de 1908; se consolidó la secularización en la enseñanza pública, y se realizaron también obras de infraestructura y comunicación.

En 1910 el conflicto limítrofe con el Perú estuvo a punto de provocar la guerra. Entretanto, se produjeron fisuras en el partido liberal, donde se enfrentaban el liberalismo radical de Alfaro y el liberalismo oligárquico de Leónidas Plaza Gutiérrez. En las elecciones de 1911, el gobierno alfarista impuso a su candidato Emilio Estrada mediante un fraude, pero Alfaro se arrepintió de tal maniobra y quiso obtener la renuncia de Estrada mediante la convocatoria a un congreso extraordinario. Para entonces, el placismo se había aliado con Estrada en contra de Alfaro, que fue depuesto por el pueblo y el ejército y debió abandonar el país.

Entonces asumió el poder Carlos Freile Zaldumbide, quien entregó la presidencia al electo Emilio Estrada en diciembre de ese año. Pero Estrada falleció y Freile Zaldumbide asumió la presidencia. Alfaro y otros dirigentes radicales regresaron al país pensando influir en la designación de un nuevo mandatario, pero Freile Zaldumbide los apresó en Guayaquil.

Trasladados a Quito, el 28 de enero de 1912 una turba asaltó la prisión y acabó con Eloy Alfaro, Flavio y Medardo Alfaro, Luciano Coral, Ulpiano Páez y Manuel Serrano. Sus cuerpos, arrastrados a modo de trofeos sangrientos por la ciudad, fueron quemados en El Ejido. Al parecer, una oscura alianza entre el placismo y los conservadores fue el origen de esta acción criminal.

Más notable fue el segundo gobierno alfarista, vigente entre enero de 1906 y agosto de 1911. En este período se promulgó la Constitución de 1906, "la carta magna del liberalismo ecuatoriano"; se continuó la construcción del ferrocarril transandino, que arribó a Quito el 25 de junio de 1908; se consolidó la secularización en la enseñanza pública, y se realizaron también obras de infraestructura y comunicación.

En 1910 el conflicto limítrofe con el Perú estuvo a punto de provocar la guerra. Entretanto, se produjeron fisuras en el partido liberal, donde se enfrentaban el liberalismo radical de Alfaro y el liberalismo oligárquico de Leónidas Plaza Gutiérrez. En las elecciones de 1911, el gobierno alfarista impuso a su candidato Emilio Estrada mediante un fraude, pero Alfaro se arrepintió de tal maniobra y quiso obtener la renuncia de Estrada mediante la convocatoria a un congreso extraordinario. Para entonces, el placismo se había aliado con Estrada en contra de Alfaro, que fue depuesto por el pueblo y el ejército y debió abandonar el país.

Entonces asumió el poder Carlos Freile Zaldumbide, quien entregó la presidencia al electo Emilio Estrada en diciembre de ese año. Pero Estrada falleció y Freile Zaldumbide asumió la presidencia. Alfaro y otros dirigentes radicales regresaron al país pensando influir en la designación de un nuevo mandatario, pero Freile Zaldumbide los apresó en Guayaquil.

Trasladados a Quito, el 28 de enero de 1912 una turba asaltó la prisión y acabó con Eloy Alfaro, Flavio y Medardo Alfaro, Luciano Coral, Ulpiano Páez y Manuel Serrano. Sus cuerpos, arrastrados a modo de trofeos sangrientos por la ciudad, fueron quemados en El Ejido. Al parecer, una oscura alianza entre el placismo y los conservadores fue el origen de esta acción criminal.

LA REVOLUCION

El domingo 28 de enero de 1912, Quito se convirtió en escenario del crimen que una turba fanática consumó contra el general Eloy Alfaro Delgado, líder del liberalismo ecuatoriano, su hermano Medardo, su sobrino Flavio, el periodista Luciano Coral y los militares Manuel Serrano Renda y Ulpiano Páez.En la consumación del martirologio influyeron aquellos antecedentes incubados por la ambición y deslealtad de  jefes liberales y fuerzas políticas y económicas contrarias a los afanes transformadores alfaristas. Desde el derrocamiento de Alfaro en agosto de 1911, la división del liberalismo agudizó y esa situación la aprovecharon terceros para captar posiciones. Por la muerte del presidente Emilio Estrada en diciembre de 1911, a pocos meses de ejercer su mandato, asumió como encargado del poder Carlos Freile Zaldumbide.

LA MUERTE DE ELOY ALFARO DELGADO

Este último tuvo el respaldo de los generales Leonidas Plaza y Julio Andrade, pero no de Pedro J. Montero, quien pidió el regreso de Eloy Alfaro, que en efecto arribó el 4 de enero. La tarea pacificadora del ex presidente resultó infructuosa, pues ocurrieron feroces combates entre las fuerzas simpatizantes del gobernante interino y los liberales radicales. En Huigra, Naranjito y Yaguachi, los leales a Eloy Alfaro llevaron la peor parte. La guerra civil cesó por la suscripción del Tratado de Durán (22 de enero de 1912), que daba garantías a los dirigentes rebeldes hecho prisioneros, aunque resultaron falsas. Pedro J. Montero murió asesinado el 25 de enero en Guayaquil por el ataque de un soldado y de la turba que lo mutiló, arrastró y le prendió fuego en la plaza de San Francisco. El grupo que encabezaba Eloy Alfaro salió  por tren a Quito en la madrugada del 26. Cerca del mediodía del domingo 28, la máquina entró en la ciudad.Los prisioneros fueron llevados al Panóptico, en medio de actitudes sospechosas del populacho. Sin dar tiempo a algún leal auxilio, la displicente masa de hombres y mujeres asaltó los calabozos, gracias al comportamiento cómplice de autoridades y guardias de turno. El grupo inició la masacre y asesinó, ofendió cadáveres, los arrastró y solo culminó su orgía de sangre cuando en la pira del parque El Ejido ardió el cuerpo del líder manabita. El escritor Alfredo Pareja Diezcanseco denominó 'La hoguera bárbara' al repudiable episodio.