Elmodelode acciónsocial deCáritas€¦ · 5 Presentación… La construcción de una sociedad...

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E E E l l l m m m o o o d d d e e e l l l o o o d d d e e e a a a c c c c c c i i i ó ó ó n n n s s s o o o c c c i i i a a a l l l d d d e e e C C C á á á r r r i i i t t t a a a s s s F F o o r r m m a a c c i i ó ó n n p p a a r r a a l l a a s s C C á á r r i i t t a a s s P P a a r r r r o o q q u u i i a a l l e e s s Curso 09-10

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Curso 09-10

2

El Modelo de acción socialen Cáritas

Indice:

Presentación ………………………………………………………………………… 7

Introducción: el modelo como proceso abierto ……………………. 8

Bloque I:Fundamentos eclesiales del modelo de la acción de Cáritas ….11

1. La persona como centro …………………………………….. 11 La dignidad inalienable de la persona Ser integral Ser en relación, ser social Ser creador

2. El amor como motor ………………………………………….. 14 El nos amó primero: La fraternidad. El amor, origen y destino de lo humano El amor se concreta socialmente en la justicia Y se trasciende en la caridad

3. La Iglesia como signo-sacramento …………………….. 19 Servicio, celebración, anuncio Servicio en el marco de la tarea evangelizadora de la Iglesia Ser signos del amor de Dios La experiencia comunitaria

4. La realidad como marco …………………………………….. 21 La realidad como lugar de revelación Situarse en la realidad Un modelo de desarrollo pobre y empobrecedor

Cuestionario para la reflexión ……………………………. 24

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Curso 09-10

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El Modelo de acción socialen Cáritas

Indice:

Presentación ………………………………………………………………………… 7

Introducción: el modelo como proceso abierto ……………………. 8

Bloque I:Fundamentos eclesiales del modelo de la acción de Cáritas ….11

1. La persona como centro …………………………………….. 11 La dignidad inalienable de la persona Ser integral Ser en relación, ser social Ser creador

2. El amor como motor ………………………………………….. 14 El nos amó primero: La fraternidad. El amor, origen y destino de lo humano El amor se concreta socialmente en la justicia Y se trasciende en la caridad

3. La Iglesia como signo-sacramento …………………….. 19 Servicio, celebración, anuncio Servicio en el marco de la tarea evangelizadora de la Iglesia Ser signos del amor de Dios La experiencia comunitaria

4. La realidad como marco …………………………………….. 21 La realidad como lugar de revelación Situarse en la realidad Un modelo de desarrollo pobre y empobrecedor

Cuestionario para la reflexión ……………………………. 24

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Curso 09-10

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El Modelo de acción socialen Cáritas

Indice:

Presentación ………………………………………………………………………… 7

Introducción: el modelo como proceso abierto ……………………. 8

Bloque I:Fundamentos eclesiales del modelo de la acción de Cáritas ….11

1. La persona como centro …………………………………….. 11 La dignidad inalienable de la persona Ser integral Ser en relación, ser social Ser creador

2. El amor como motor ………………………………………….. 14 El nos amó primero: La fraternidad. El amor, origen y destino de lo humano El amor se concreta socialmente en la justicia Y se trasciende en la caridad

3. La Iglesia como signo-sacramento …………………….. 19 Servicio, celebración, anuncio Servicio en el marco de la tarea evangelizadora de la Iglesia Ser signos del amor de Dios La experiencia comunitaria

4. La realidad como marco …………………………………….. 21 La realidad como lugar de revelación Situarse en la realidad Un modelo de desarrollo pobre y empobrecedor

Cuestionario para la reflexión ……………………………. 24

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Bloque II:Características del modelo …………………………………………………… 25

1. Una nueva comprensión de la acción ………………… 25 Cómo entender la acción.

2. Que tiene en la comunidad cristiana su agente … 27Raíz creyente de la acción de Cáritas La comunidad cristiana es quien actúa Una comunidad pobre, que comparte y universal El voluntario como cauce del compromiso creyente

Cuestionario para la reflexión ………………………….. 29

Bloque III:Opciones del modelo social de Cáritas ………………………………… 31

1. Trabajar desde las potencialidades y las capacidades acompañando procesos ……………………………………… 31

Acompañar es entrar juntos en un proceso educativo Acompañar en las necesidades: los satisfactores Acompañar en la participación: protagonismo

2. Ser cauce de la acción de la comunidad eclesial …… 33Animar la comunidad cristiana EnviadosSignos e instrumentos del Reino: acciones significativas Promover el voluntariado entre los creyentes

3. Acción integral …………………………………………………….. 34 La persona, ser integral Transformar personas, comunidades y estructuras. La dimensión universal de la caridad.

Cuestionario para la reflexión …………………………… 36

Bloque IV:Del pensamiento a la acción…………………………………………………. 37

1.- Sobre el qué hacer y el qué no hacer 2.- Sobre quién ha de hacer 3.- Sobre el cómo hacer

Cuestionario para la reflexión …………………………. 39

4

Guiones para la oración: …………………………………………………….. 40 1. Encontrarse con Jesús en el dolor de los hermanos 2. El corazón humilde percibe la misericordia de Dios 3. Mirar la vida desde los pobres 4. El rostro del Dios de la compasión

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Bloque II:Características del modelo …………………………………………………… 25

1. Una nueva comprensión de la acción ………………… 25 Cómo entender la acción.

2. Que tiene en la comunidad cristiana su agente … 27Raíz creyente de la acción de Cáritas La comunidad cristiana es quien actúa Una comunidad pobre, que comparte y universal El voluntario como cauce del compromiso creyente

Cuestionario para la reflexión ………………………….. 29

Bloque III:Opciones del modelo social de Cáritas ………………………………… 31

1. Trabajar desde las potencialidades y las capacidades acompañando procesos ……………………………………… 31

Acompañar es entrar juntos en un proceso educativo Acompañar en las necesidades: los satisfactores Acompañar en la participación: protagonismo

2. Ser cauce de la acción de la comunidad eclesial …… 33Animar la comunidad cristiana EnviadosSignos e instrumentos del Reino: acciones significativas Promover el voluntariado entre los creyentes

3. Acción integral …………………………………………………….. 34 La persona, ser integral Transformar personas, comunidades y estructuras. La dimensión universal de la caridad.

Cuestionario para la reflexión …………………………… 36

Bloque IV:Del pensamiento a la acción…………………………………………………. 37

1.- Sobre el qué hacer y el qué no hacer 2.- Sobre quién ha de hacer 3.- Sobre el cómo hacer

Cuestionario para la reflexión …………………………. 39

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Guiones para la oración: …………………………………………………….. 40 1. Encontrarse con Jesús en el dolor de los hermanos 2. El corazón humilde percibe la misericordia de Dios 3. Mirar la vida desde los pobres 4. El rostro del Dios de la compasión

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Bloque II:Características del modelo …………………………………………………… 25

1. Una nueva comprensión de la acción ………………… 25 Cómo entender la acción.

2. Que tiene en la comunidad cristiana su agente … 27Raíz creyente de la acción de Cáritas La comunidad cristiana es quien actúa Una comunidad pobre, que comparte y universal El voluntario como cauce del compromiso creyente

Cuestionario para la reflexión ………………………….. 29

Bloque III:Opciones del modelo social de Cáritas ………………………………… 31

1. Trabajar desde las potencialidades y las capacidades acompañando procesos ……………………………………… 31

Acompañar es entrar juntos en un proceso educativo Acompañar en las necesidades: los satisfactores Acompañar en la participación: protagonismo

2. Ser cauce de la acción de la comunidad eclesial …… 33Animar la comunidad cristiana EnviadosSignos e instrumentos del Reino: acciones significativas Promover el voluntariado entre los creyentes

3. Acción integral …………………………………………………….. 34 La persona, ser integral Transformar personas, comunidades y estructuras. La dimensión universal de la caridad.

Cuestionario para la reflexión …………………………… 36

Bloque IV:Del pensamiento a la acción…………………………………………………. 37

1.- Sobre el qué hacer y el qué no hacer 2.- Sobre quién ha de hacer 3.- Sobre el cómo hacer

Cuestionario para la reflexión …………………………. 39

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Guiones para la oración: …………………………………………………….. 40 1. Encontrarse con Jesús en el dolor de los hermanos 2. El corazón humilde percibe la misericordia de Dios 3. Mirar la vida desde los pobres 4. El rostro del Dios de la compasión

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Presentación…

La construcción de una sociedad más justa exige, entre otras acciones, una formación transformadora que favorezca el análisis permanente de la realidad, la adquisición de instrumentos para analizarla y que promueva la aportación de nuevas alternativas.

La formación, que ofrecemos desde Cáritas Diocesana en este curso, está dirigida a todas las Cáritas Parroquiales, a los voluntarios que trabajan en proyectos de intervención social; pero también está abierta a todas las personas que manifiestan un interés o una inquietud por estos temas.

Ante la situación social de crisis que padecemos, Cáritas no puede limitarse sólo a actuaciones de atención primaria, con ser importantes, sino que la formación permanente nos debe ayudar a abrirnos a nuevas respuestas ante realidades de nuevas pobrezas.

Este documento sobre el “Modelo de Acción Social” es fruto del trabajo realizado en Cáritas Española y de la reflexión, durante la última etapa, por todas las Cáritas Diocesanas. Se trata de un documento que recoge, de forma sintética y resumida, los elementos más importantes del Modelo de nuestra Acción Social. Un modelo que nos invita a descubrir la acción de Cáritas como acción de la Iglesia, que busca y trabaja por la utopía del Reino de Dios, favoreciendo al pobre y buscando el bien común.

La estructura del documento tiene cuatro bloques temáticos, al final de cada uno, hemos incluido unos cuestionarios y guiones para la oración, con el fin de enriquecer la participación y la oración comunitaria.

Ojalá que esta reflexión, ayude a todos a unir formación profesional, humana, comunitaria, teológico-pastoral y espiritual, de tal forma que la atención a los más desfavorecidos esté alimentada por la oración y “la Eucaristía, fuente de la acción social desde la caridad y la justicia" 1.

Manuel Mª Hinojosa Petit Delegado Diocesano

1 Plan Pastoral 2008-2012. Diócesis de Córdoba. Parte III pag 105

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INTRODUCCIÓN:

EL MODELO COMO PROCESO ABIERTO

El Ser del Hacer. Un modelo de acción no es un modelo abstracto ni puramente teórico. Debe concretarse en la intervención y en la práctica social, pues de lo contrario no resolvería la frecuente separación entre identidad y acción, entre el ser y el hacer. Nuestro modelo de Acción Social debe ser el fruto del “ser” de Cáritas.

Niveles. Para comprender adecuadamente este documento hemos de pensar y situarnos en tres niveles distintos.

1. Por una parte, el “modelo de acción social” de Cáritas, ofrece unos rasgos comunes a toda nuestra acción.

2. Por otra será necesario establecer diferentes ámbitos de acción: personas en una grave situación de exclusión social, acción en los territorios, etc.

3. Por último, nos situaríamos en cada persona concreta, en cada barrio o pueblo, que precisa de una intervención específica y diferente. Es decir, el nivel de la acción real.

Uno y múltiple a la vez. Debe recoger los elementos mínimos compartidos por todos, de forma que luego cada Cáritas Parroquial pueda desarrollar su propio modelo en atención a la respuesta necesaria en su realidad concreta.

El modelo no pretende uniformar la acción. Ésta, por lógica, ha de responder a cada situación específica, ha de poder ser múltiple, diferente, en función de la realidad existente, y en función de las posibilidades reales de cada Cáritas Parroquial. Es claro que no valen las mismas cuestiones en todos los lugares. Pero esa especificidad de lo local no hace que “valga todo”. Habrá acciones que no encajen en el modelo y éste nos ha de servir para detectarlas y corregirlas. El

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Presentación…

La construcción de una sociedad más justa exige, entre otras acciones, una formación transformadora que favorezca el análisis permanente de la realidad, la adquisición de instrumentos para analizarla y que promueva la aportación de nuevas alternativas.

La formación, que ofrecemos desde Cáritas Diocesana en este curso, está dirigida a todas las Cáritas Parroquiales, a los voluntarios que trabajan en proyectos de intervención social; pero también está abierta a todas las personas que manifiestan un interés o una inquietud por estos temas.

Ante la situación social de crisis que padecemos, Cáritas no puede limitarse sólo a actuaciones de atención primaria, con ser importantes, sino que la formación permanente nos debe ayudar a abrirnos a nuevas respuestas ante realidades de nuevas pobrezas.

Este documento sobre el “Modelo de Acción Social” es fruto del trabajo realizado en Cáritas Española y de la reflexión, durante la última etapa, por todas las Cáritas Diocesanas. Se trata de un documento que recoge, de forma sintética y resumida, los elementos más importantes del Modelo de nuestra Acción Social. Un modelo que nos invita a descubrir la acción de Cáritas como acción de la Iglesia, que busca y trabaja por la utopía del Reino de Dios, favoreciendo al pobre y buscando el bien común.

La estructura del documento tiene cuatro bloques temáticos, al final de cada uno, hemos incluido unos cuestionarios y guiones para la oración, con el fin de enriquecer la participación y la oración comunitaria.

Ojalá que esta reflexión, ayude a todos a unir formación profesional, humana, comunitaria, teológico-pastoral y espiritual, de tal forma que la atención a los más desfavorecidos esté alimentada por la oración y “la Eucaristía, fuente de la acción social desde la caridad y la justicia" 1.

Manuel Mª Hinojosa Petit Delegado Diocesano

1 Plan Pastoral 2008-2012. Diócesis de Córdoba. Parte III pag 105

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INTRODUCCIÓN:

EL MODELO COMO PROCESO ABIERTO

El Ser del Hacer. Un modelo de acción no es un modelo abstracto ni puramente teórico. Debe concretarse en la intervención y en la práctica social, pues de lo contrario no resolvería la frecuente separación entre identidad y acción, entre el ser y el hacer. Nuestro modelo de Acción Social debe ser el fruto del “ser” de Cáritas.

Niveles. Para comprender adecuadamente este documento hemos de pensar y situarnos en tres niveles distintos.

1. Por una parte, el “modelo de acción social” de Cáritas, ofrece unos rasgos comunes a toda nuestra acción.

2. Por otra será necesario establecer diferentes ámbitos de acción: personas en una grave situación de exclusión social, acción en los territorios, etc.

3. Por último, nos situaríamos en cada persona concreta, en cada barrio o pueblo, que precisa de una intervención específica y diferente. Es decir, el nivel de la acción real.

Uno y múltiple a la vez. Debe recoger los elementos mínimos compartidos por todos, de forma que luego cada Cáritas Parroquial pueda desarrollar su propio modelo en atención a la respuesta necesaria en su realidad concreta.

El modelo no pretende uniformar la acción. Ésta, por lógica, ha de responder a cada situación específica, ha de poder ser múltiple, diferente, en función de la realidad existente, y en función de las posibilidades reales de cada Cáritas Parroquial. Es claro que no valen las mismas cuestiones en todos los lugares. Pero esa especificidad de lo local no hace que “valga todo”. Habrá acciones que no encajen en el modelo y éste nos ha de servir para detectarlas y corregirlas. El

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Presentación…

La construcción de una sociedad más justa exige, entre otras acciones, una formación transformadora que favorezca el análisis permanente de la realidad, la adquisición de instrumentos para analizarla y que promueva la aportación de nuevas alternativas.

La formación, que ofrecemos desde Cáritas Diocesana en este curso, está dirigida a todas las Cáritas Parroquiales, a los voluntarios que trabajan en proyectos de intervención social; pero también está abierta a todas las personas que manifiestan un interés o una inquietud por estos temas.

Ante la situación social de crisis que padecemos, Cáritas no puede limitarse sólo a actuaciones de atención primaria, con ser importantes, sino que la formación permanente nos debe ayudar a abrirnos a nuevas respuestas ante realidades de nuevas pobrezas.

Este documento sobre el “Modelo de Acción Social” es fruto del trabajo realizado en Cáritas Española y de la reflexión, durante la última etapa, por todas las Cáritas Diocesanas. Se trata de un documento que recoge, de forma sintética y resumida, los elementos más importantes del Modelo de nuestra Acción Social. Un modelo que nos invita a descubrir la acción de Cáritas como acción de la Iglesia, que busca y trabaja por la utopía del Reino de Dios, favoreciendo al pobre y buscando el bien común.

La estructura del documento tiene cuatro bloques temáticos, al final de cada uno, hemos incluido unos cuestionarios y guiones para la oración, con el fin de enriquecer la participación y la oración comunitaria.

Ojalá que esta reflexión, ayude a todos a unir formación profesional, humana, comunitaria, teológico-pastoral y espiritual, de tal forma que la atención a los más desfavorecidos esté alimentada por la oración y “la Eucaristía, fuente de la acción social desde la caridad y la justicia" 1.

Manuel Mª Hinojosa Petit Delegado Diocesano

1 Plan Pastoral 2008-2012. Diócesis de Córdoba. Parte III pag 105

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INTRODUCCIÓN:

EL MODELO COMO PROCESO ABIERTO

El Ser del Hacer. Un modelo de acción no es un modelo abstracto ni puramente teórico. Debe concretarse en la intervención y en la práctica social, pues de lo contrario no resolvería la frecuente separación entre identidad y acción, entre el ser y el hacer. Nuestro modelo de Acción Social debe ser el fruto del “ser” de Cáritas.

Niveles. Para comprender adecuadamente este documento hemos de pensar y situarnos en tres niveles distintos.

1. Por una parte, el “modelo de acción social” de Cáritas, ofrece unos rasgos comunes a toda nuestra acción.

2. Por otra será necesario establecer diferentes ámbitos de acción: personas en una grave situación de exclusión social, acción en los territorios, etc.

3. Por último, nos situaríamos en cada persona concreta, en cada barrio o pueblo, que precisa de una intervención específica y diferente. Es decir, el nivel de la acción real.

Uno y múltiple a la vez. Debe recoger los elementos mínimos compartidos por todos, de forma que luego cada Cáritas Parroquial pueda desarrollar su propio modelo en atención a la respuesta necesaria en su realidad concreta.

El modelo no pretende uniformar la acción. Ésta, por lógica, ha de responder a cada situación específica, ha de poder ser múltiple, diferente, en función de la realidad existente, y en función de las posibilidades reales de cada Cáritas Parroquial. Es claro que no valen las mismas cuestiones en todos los lugares. Pero esa especificidad de lo local no hace que “valga todo”. Habrá acciones que no encajen en el modelo y éste nos ha de servir para detectarlas y corregirlas. El

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modelo ni puede ser tan rígido que dificulte la comunión, ni tan laxo que justifique cualquier cosa.

La acción de Cáritas es una invitación a humanizar y humanizarnos. A actuar a favor de todas las personas, especialmente de los pobres. Actuando nos humanizamos nosotros mismos y participamos ya en la acción de Dios.

Hoy humanizar y humanizarnos es buscar el desarrollo de la persona como antítesis de la pobreza. Además, y dado que el desarrollo debe tener como eje el proceso de “ser” persona, el desarrollo es una realidad ‘abierta’ que no se agota en lo puramente humano, sino que alcanza la apertura a la trascendencia. “El hombre, cuando no reconoce el valor y la grandeza de la persona en sí mismo y en el otro, se priva de hecho de la posibilidad de gozar de la propia humanidad y de establecer una relación de solidaridad y comunión con los demás hombres, para lo cual fue creado por Dios. En efecto, es mediante la propia donación libre como el hombre se realiza auténticamente a sí mismo,2 y esta donación es posible gracias a la esencial «capacidad de trascendencia» de la persona humana. La persona no puede darse a un proyecto solamente humano, a un ideal abstracto, ni a falsas utopías. En cuanto persona, puede darse a otra persona o a otras personas y, por último, a Dios, que es el autor de su ser y el único que puede acoger plenamente su donación. Se aliena el hombre que rechaza trascenderse a sí mismo y vivir la experiencia de la autodonación y de la formación de una auténtica comunidad humana, orientada a su destino último que es Dios.

2 Gadium et spes. Constitución Dogmática. Concilio Vaticano II. nº 24

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BLOQUE I:

FUNDAMENTOS ECLESIALES DEL MODELO DE LA ACCIÓN DE CARITAS

1. La persona como centro

La dignidad inalienable de la persona Somos Hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza3, y en esa experiencia radica el sentido más profundo de nuestra dignidad: lo humano es sagrado4. Por consiguiente, todas las personas y cada una de ellas poseen una dignidad radical. Son un fin en sí mismas, y nada está por encima de esa condición.

Esa dignidad, que deriva de la voluntad con que Dios creó al hombre, no es algo otorgado por otros, es inseparable del hecho mismo de vivir, aunque las condiciones reales de existencia y el pecado personal y colectivo la condicionen y la hagan más difícil de reconocer. Descubriéndose amado por Dios, el ser humano comprende su propia dignidad trascendente, aprende a no contentarse consigo mismo y a salir al encuentro del otro creando una red fraterna y solidaria de relaciones humanizadoras5. Por eso toda la vida social debe ser expresión inconfundible de un único protagonista: la persona humana.

Estos principios teológicos y antropológicos son la base sobre la que se asientan todas las afirmaciones fundamentales, las opciones y las características que forman el cuerpo de este modelo.

3 Gn 1, 26 4 Pacem in Terri Nº 9-10; GS nº 26; Ch L nº 27 5 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, nº 4

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modelo ni puede ser tan rígido que dificulte la comunión, ni tan laxo que justifique cualquier cosa.

La acción de Cáritas es una invitación a humanizar y humanizarnos. A actuar a favor de todas las personas, especialmente de los pobres. Actuando nos humanizamos nosotros mismos y participamos ya en la acción de Dios.

Hoy humanizar y humanizarnos es buscar el desarrollo de la persona como antítesis de la pobreza. Además, y dado que el desarrollo debe tener como eje el proceso de “ser” persona, el desarrollo es una realidad ‘abierta’ que no se agota en lo puramente humano, sino que alcanza la apertura a la trascendencia. “El hombre, cuando no reconoce el valor y la grandeza de la persona en sí mismo y en el otro, se priva de hecho de la posibilidad de gozar de la propia humanidad y de establecer una relación de solidaridad y comunión con los demás hombres, para lo cual fue creado por Dios. En efecto, es mediante la propia donación libre como el hombre se realiza auténticamente a sí mismo,2 y esta donación es posible gracias a la esencial «capacidad de trascendencia» de la persona humana. La persona no puede darse a un proyecto solamente humano, a un ideal abstracto, ni a falsas utopías. En cuanto persona, puede darse a otra persona o a otras personas y, por último, a Dios, que es el autor de su ser y el único que puede acoger plenamente su donación. Se aliena el hombre que rechaza trascenderse a sí mismo y vivir la experiencia de la autodonación y de la formación de una auténtica comunidad humana, orientada a su destino último que es Dios.

2 Gadium et spes. Constitución Dogmática. Concilio Vaticano II. nº 24

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BLOQUE I:

FUNDAMENTOS ECLESIALES DEL MODELO DE LA ACCIÓN DE CARITAS

1. La persona como centro

La dignidad inalienable de la persona Somos Hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza3, y en esa experiencia radica el sentido más profundo de nuestra dignidad: lo humano es sagrado4. Por consiguiente, todas las personas y cada una de ellas poseen una dignidad radical. Son un fin en sí mismas, y nada está por encima de esa condición.

Esa dignidad, que deriva de la voluntad con que Dios creó al hombre, no es algo otorgado por otros, es inseparable del hecho mismo de vivir, aunque las condiciones reales de existencia y el pecado personal y colectivo la condicionen y la hagan más difícil de reconocer. Descubriéndose amado por Dios, el ser humano comprende su propia dignidad trascendente, aprende a no contentarse consigo mismo y a salir al encuentro del otro creando una red fraterna y solidaria de relaciones humanizadoras5. Por eso toda la vida social debe ser expresión inconfundible de un único protagonista: la persona humana.

Estos principios teológicos y antropológicos son la base sobre la que se asientan todas las afirmaciones fundamentales, las opciones y las características que forman el cuerpo de este modelo.

3 Gn 1, 26 4 Pacem in Terri Nº 9-10; GS nº 26; Ch L nº 27 5 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, nº 4

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modelo ni puede ser tan rígido que dificulte la comunión, ni tan laxo que justifique cualquier cosa.

La acción de Cáritas es una invitación a humanizar y humanizarnos. A actuar a favor de todas las personas, especialmente de los pobres. Actuando nos humanizamos nosotros mismos y participamos ya en la acción de Dios.

Hoy humanizar y humanizarnos es buscar el desarrollo de la persona como antítesis de la pobreza. Además, y dado que el desarrollo debe tener como eje el proceso de “ser” persona, el desarrollo es una realidad ‘abierta’ que no se agota en lo puramente humano, sino que alcanza la apertura a la trascendencia. “El hombre, cuando no reconoce el valor y la grandeza de la persona en sí mismo y en el otro, se priva de hecho de la posibilidad de gozar de la propia humanidad y de establecer una relación de solidaridad y comunión con los demás hombres, para lo cual fue creado por Dios. En efecto, es mediante la propia donación libre como el hombre se realiza auténticamente a sí mismo,2 y esta donación es posible gracias a la esencial «capacidad de trascendencia» de la persona humana. La persona no puede darse a un proyecto solamente humano, a un ideal abstracto, ni a falsas utopías. En cuanto persona, puede darse a otra persona o a otras personas y, por último, a Dios, que es el autor de su ser y el único que puede acoger plenamente su donación. Se aliena el hombre que rechaza trascenderse a sí mismo y vivir la experiencia de la autodonación y de la formación de una auténtica comunidad humana, orientada a su destino último que es Dios.

2 Gadium et spes. Constitución Dogmática. Concilio Vaticano II. nº 24

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BLOQUE I:

FUNDAMENTOS ECLESIALES DEL MODELO DE LA ACCIÓN DE CARITAS

1. La persona como centro

La dignidad inalienable de la persona Somos Hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza3, y en esa experiencia radica el sentido más profundo de nuestra dignidad: lo humano es sagrado4. Por consiguiente, todas las personas y cada una de ellas poseen una dignidad radical. Son un fin en sí mismas, y nada está por encima de esa condición.

Esa dignidad, que deriva de la voluntad con que Dios creó al hombre, no es algo otorgado por otros, es inseparable del hecho mismo de vivir, aunque las condiciones reales de existencia y el pecado personal y colectivo la condicionen y la hagan más difícil de reconocer. Descubriéndose amado por Dios, el ser humano comprende su propia dignidad trascendente, aprende a no contentarse consigo mismo y a salir al encuentro del otro creando una red fraterna y solidaria de relaciones humanizadoras5. Por eso toda la vida social debe ser expresión inconfundible de un único protagonista: la persona humana.

Estos principios teológicos y antropológicos son la base sobre la que se asientan todas las afirmaciones fundamentales, las opciones y las características que forman el cuerpo de este modelo.

3 Gn 1, 26 4 Pacem in Terri Nº 9-10; GS nº 26; Ch L nº 27 5 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, nº 4

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La dignidad de las personas, en cuanto hijos e hijas de Dios, es el valor que sustenta nuestro modelo de acción

social.

Ser integral La persona de la que hablamos es un todo integral, no se puede entender dividida de sí misma. Una persona que tiene necesidades que cubrir, pero todas con la misma importancia. De ahí que antiguas concepciones que entienden a la persona como dualidad: cuerpo y alma, espíritu y materia, no tengan sentido. Hay que entenderlo como unidad indisoluble, única e irrepetible. Además, la persona tiene, ante todo, potencialidades y capacidades, aún cuando éstas no estén plenamente desarrolladas, condicionadas por la realidad concreta que le ha tocado vivir. No podemos entender lo humano desde la negatividad, desde lo que no es, no tiene, no sabe… Lo comprendemos desde todas las posibilidades que constituyen cada historia.

La persona es un ser integral, único e irrepetible que posee potencialidades y capacidades.

Ser en relación, ser social La dimensión social de la persona no es un añadido posterior o exterior a lo que la define, sino que forma parte constitutiva de su ser porque así lo ha querido Dios.6 El individuo no se puede entender sin la sociedad, ni ésta sin las personas que la conforman7.

Decir “persona” no es igual que decir “individuo”. Al afirmar lo primero queremos significar que se trata de un ser único y

6 Compendio de la DSI, nº 149 7 Gadium et spes Nº 2

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social a la vez. La individualidad y la sociabilidad son dimensiones complementarias. Ninguna de ellas anula a la otra ni se puede explicar sin la otra.

Lo que une a las personas en sociedad tiene su razón de ser en algo que no es meramente práctico: la fraternidad que invita a una vida en comunión con los otros. Podemos decir que una sociedad que experimenta la fraternidad como realidad que le da sentido, una comunidad. Lo comunitario es lo más distintivo de la forma humana de sociedad.8 En consecuencia, la comunidad no es algo cerrado, sino un espacio radicalmente abierto al otro que aspira a construir un nosotros colectivo tan ancho como el mundo y constituido por toda la gran familia humana. En esto radica su particular sentido.

Por eso, comunidad y territorio son conceptos relacionados. La comunidad se expande en un territorio concreto, para la persona el territorio es mucho más que un mero trozo de terreno. En él se pueden dar las relaciones interpersonales, la identificación con el pasado y con la historia, y los proyectos de futuro. Por eso, la comunidad procura hacer del territorio “una tierra buena y espaciosa” en la que se realicen las sueños.9

Ser creador La persona ha de tener un papel activo, participativo y protagonista en el proceso de hacer sociedad/comunidad mediante la generación de lazos y vínculos auténticamente humanos.

Ser persona es hacer. Somos creadores a la vez que criaturas. Hemos sido creados por Dios para continuar su obra; la

8 Compendio de la DSI, nº 149 9 Ex 3, 7-9

9

La dignidad de las personas, en cuanto hijos e hijas de Dios, es el valor que sustenta nuestro modelo de acción

social.

Ser integral La persona de la que hablamos es un todo integral, no se puede entender dividida de sí misma. Una persona que tiene necesidades que cubrir, pero todas con la misma importancia. De ahí que antiguas concepciones que entienden a la persona como dualidad: cuerpo y alma, espíritu y materia, no tengan sentido. Hay que entenderlo como unidad indisoluble, única e irrepetible. Además, la persona tiene, ante todo, potencialidades y capacidades, aún cuando éstas no estén plenamente desarrolladas, condicionadas por la realidad concreta que le ha tocado vivir. No podemos entender lo humano desde la negatividad, desde lo que no es, no tiene, no sabe… Lo comprendemos desde todas las posibilidades que constituyen cada historia.

La persona es un ser integral, único e irrepetible que posee potencialidades y capacidades.

Ser en relación, ser social La dimensión social de la persona no es un añadido posterior o exterior a lo que la define, sino que forma parte constitutiva de su ser porque así lo ha querido Dios.6 El individuo no se puede entender sin la sociedad, ni ésta sin las personas que la conforman7.

Decir “persona” no es igual que decir “individuo”. Al afirmar lo primero queremos significar que se trata de un ser único y

6 Compendio de la DSI, nº 149 7 Gadium et spes Nº 2

10

social a la vez. La individualidad y la sociabilidad son dimensiones complementarias. Ninguna de ellas anula a la otra ni se puede explicar sin la otra.

Lo que une a las personas en sociedad tiene su razón de ser en algo que no es meramente práctico: la fraternidad que invita a una vida en comunión con los otros. Podemos decir que una sociedad que experimenta la fraternidad como realidad que le da sentido, una comunidad. Lo comunitario es lo más distintivo de la forma humana de sociedad.8 En consecuencia, la comunidad no es algo cerrado, sino un espacio radicalmente abierto al otro que aspira a construir un nosotros colectivo tan ancho como el mundo y constituido por toda la gran familia humana. En esto radica su particular sentido.

Por eso, comunidad y territorio son conceptos relacionados. La comunidad se expande en un territorio concreto, para la persona el territorio es mucho más que un mero trozo de terreno. En él se pueden dar las relaciones interpersonales, la identificación con el pasado y con la historia, y los proyectos de futuro. Por eso, la comunidad procura hacer del territorio “una tierra buena y espaciosa” en la que se realicen las sueños.9

Ser creador La persona ha de tener un papel activo, participativo y protagonista en el proceso de hacer sociedad/comunidad mediante la generación de lazos y vínculos auténticamente humanos.

Ser persona es hacer. Somos creadores a la vez que criaturas. Hemos sido creados por Dios para continuar su obra; la

8 Compendio de la DSI, nº 149 9 Ex 3, 7-9

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La dignidad de las personas, en cuanto hijos e hijas de Dios, es el valor que sustenta nuestro modelo de acción

social.

Ser integral La persona de la que hablamos es un todo integral, no se puede entender dividida de sí misma. Una persona que tiene necesidades que cubrir, pero todas con la misma importancia. De ahí que antiguas concepciones que entienden a la persona como dualidad: cuerpo y alma, espíritu y materia, no tengan sentido. Hay que entenderlo como unidad indisoluble, única e irrepetible. Además, la persona tiene, ante todo, potencialidades y capacidades, aún cuando éstas no estén plenamente desarrolladas, condicionadas por la realidad concreta que le ha tocado vivir. No podemos entender lo humano desde la negatividad, desde lo que no es, no tiene, no sabe… Lo comprendemos desde todas las posibilidades que constituyen cada historia.

La persona es un ser integral, único e irrepetible que posee potencialidades y capacidades.

Ser en relación, ser social La dimensión social de la persona no es un añadido posterior o exterior a lo que la define, sino que forma parte constitutiva de su ser porque así lo ha querido Dios.6 El individuo no se puede entender sin la sociedad, ni ésta sin las personas que la conforman7.

Decir “persona” no es igual que decir “individuo”. Al afirmar lo primero queremos significar que se trata de un ser único y

6 Compendio de la DSI, nº 149 7 Gadium et spes Nº 2

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social a la vez. La individualidad y la sociabilidad son dimensiones complementarias. Ninguna de ellas anula a la otra ni se puede explicar sin la otra.

Lo que une a las personas en sociedad tiene su razón de ser en algo que no es meramente práctico: la fraternidad que invita a una vida en comunión con los otros. Podemos decir que una sociedad que experimenta la fraternidad como realidad que le da sentido, una comunidad. Lo comunitario es lo más distintivo de la forma humana de sociedad.8 En consecuencia, la comunidad no es algo cerrado, sino un espacio radicalmente abierto al otro que aspira a construir un nosotros colectivo tan ancho como el mundo y constituido por toda la gran familia humana. En esto radica su particular sentido.

Por eso, comunidad y territorio son conceptos relacionados. La comunidad se expande en un territorio concreto, para la persona el territorio es mucho más que un mero trozo de terreno. En él se pueden dar las relaciones interpersonales, la identificación con el pasado y con la historia, y los proyectos de futuro. Por eso, la comunidad procura hacer del territorio “una tierra buena y espaciosa” en la que se realicen las sueños.9

Ser creador La persona ha de tener un papel activo, participativo y protagonista en el proceso de hacer sociedad/comunidad mediante la generación de lazos y vínculos auténticamente humanos.

Ser persona es hacer. Somos creadores a la vez que criaturas. Hemos sido creados por Dios para continuar su obra; la

8 Compendio de la DSI, nº 149 9 Ex 3, 7-9

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La dignidad de las personas, en cuanto hijos e hijas de Dios, es el valor que sustenta nuestro modelo de acción

social.

Ser integral La persona de la que hablamos es un todo integral, no se puede entender dividida de sí misma. Una persona que tiene necesidades que cubrir, pero todas con la misma importancia. De ahí que antiguas concepciones que entienden a la persona como dualidad: cuerpo y alma, espíritu y materia, no tengan sentido. Hay que entenderlo como unidad indisoluble, única e irrepetible. Además, la persona tiene, ante todo, potencialidades y capacidades, aún cuando éstas no estén plenamente desarrolladas, condicionadas por la realidad concreta que le ha tocado vivir. No podemos entender lo humano desde la negatividad, desde lo que no es, no tiene, no sabe… Lo comprendemos desde todas las posibilidades que constituyen cada historia.

La persona es un ser integral, único e irrepetible que posee potencialidades y capacidades.

Ser en relación, ser social La dimensión social de la persona no es un añadido posterior o exterior a lo que la define, sino que forma parte constitutiva de su ser porque así lo ha querido Dios.6 El individuo no se puede entender sin la sociedad, ni ésta sin las personas que la conforman7.

Decir “persona” no es igual que decir “individuo”. Al afirmar lo primero queremos significar que se trata de un ser único y

6 Compendio de la DSI, nº 149 7 Gadium et spes Nº 2

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social a la vez. La individualidad y la sociabilidad son dimensiones complementarias. Ninguna de ellas anula a la otra ni se puede explicar sin la otra.

Lo que une a las personas en sociedad tiene su razón de ser en algo que no es meramente práctico: la fraternidad que invita a una vida en comunión con los otros. Podemos decir que una sociedad que experimenta la fraternidad como realidad que le da sentido, una comunidad. Lo comunitario es lo más distintivo de la forma humana de sociedad.8 En consecuencia, la comunidad no es algo cerrado, sino un espacio radicalmente abierto al otro que aspira a construir un nosotros colectivo tan ancho como el mundo y constituido por toda la gran familia humana. En esto radica su particular sentido.

Por eso, comunidad y territorio son conceptos relacionados. La comunidad se expande en un territorio concreto, para la persona el territorio es mucho más que un mero trozo de terreno. En él se pueden dar las relaciones interpersonales, la identificación con el pasado y con la historia, y los proyectos de futuro. Por eso, la comunidad procura hacer del territorio “una tierra buena y espaciosa” en la que se realicen las sueños.9

Ser creador La persona ha de tener un papel activo, participativo y protagonista en el proceso de hacer sociedad/comunidad mediante la generación de lazos y vínculos auténticamente humanos.

Ser persona es hacer. Somos creadores a la vez que criaturas. Hemos sido creados por Dios para continuar su obra; la

8 Compendio de la DSI, nº 149 9 Ex 3, 7-9

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actividad humana es colaboración en la creación. Esto da cuenta del carácter incompleto de nuestro ser. Las personas estamos en proceso de hacernos y la sociedad está en proceso de hacerse10. La dimensión comunitaria de la sociedad humana es un proyecto que no está acabado.

Tanto la persona como la sociedad de la que forma parte, están haciéndose, no están completas.

Vivir es colaborar en la obra creadora de Dios. Así las personas no se pueden entender sin su condición de sujetos

protagonistas de esa construcción.

Las personas somos sujetos. Esto nos constituye, nos define y vitaliza. En el proceso de ser persona, es imposible sustituirnos sin convertirnos en objetos. El reconocimiento del otro como sujeto es lo que posibilita una relación interpersonal auténtica. Y en las relaciones sociales, la participación activa de todos es condición de posibilidad para crear comunidad.

La persona, en tanto poseedora de la máxima dignidad posible, en tanto ser integral y social y en proceso de

hacerse en la sociedad y de hacer sociedad, se torna en eje y centro fundamental de nuestra acción.

2. El amor como motor El nos amó primero: la fraternidad

Dios ama al ser humano. La creación es un acto de amor, como lo es la Encarnación, en la que el Hijo se hizo carne de nuestra carne, y la muerte y resurrección de Cristo, expresiones sublimes de solidaridad radical con los hombres y mujeres de todos los tiempos.11

10 Gadium et spes nº 2 11 Gadium et spes nº 12

12

En su dimensión profunda de relación con Dios la experiencia del amor es creadora de lo humano. “Él nos amó primero”; esto es lo que nos da la posibilidad de regalar ese amor recibido gratuitamente. Sólo quien experimenta el ser amado es capaz de dar amor.

Cualquier persona es capaz de amar. Hemos recibido esa capacidad por el simple hecho de ser. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios y debemos aspirar a amarnos unos a otros no de cualquier manera, sino precisamente como Él nos amó12.

La experiencia de ser amados por Dios nos posibilita amar a los hermanos.

El amor, origen y destino de lo humanoEl amor posibilita las relaciones amorosas más allá de la mera supervivencia. Es esa experiencia fundante la que nos hace sensibles a Dios y nos abre a la ética de la ternura, del cuidado y de la hospitalidad. Es también el amor la fuente del anhelo de justicia.

De ahí que en amor esté el sentido más profundo de “lo social” y de su “subjetividad relacional”13. Por eso, la comunidad se construye sobre el “reconocimiento del otro”, base de la fraternidad.

De igual manera, el amor es básico en el proceso de hacernos personas. El amor, recibido o no, en la familia y en las relaciones interpersonales secundarias, se torna en una experiencia fundamental en el devenir personal de cada cual, que condiciona su lugar en el mundo y su forma de percibirlo.

12 Jn 13, 34 13 Compendio de la DSI nº 149

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actividad humana es colaboración en la creación. Esto da cuenta del carácter incompleto de nuestro ser. Las personas estamos en proceso de hacernos y la sociedad está en proceso de hacerse10. La dimensión comunitaria de la sociedad humana es un proyecto que no está acabado.

Tanto la persona como la sociedad de la que forma parte, están haciéndose, no están completas.

Vivir es colaborar en la obra creadora de Dios. Así las personas no se pueden entender sin su condición de sujetos

protagonistas de esa construcción.

Las personas somos sujetos. Esto nos constituye, nos define y vitaliza. En el proceso de ser persona, es imposible sustituirnos sin convertirnos en objetos. El reconocimiento del otro como sujeto es lo que posibilita una relación interpersonal auténtica. Y en las relaciones sociales, la participación activa de todos es condición de posibilidad para crear comunidad.

La persona, en tanto poseedora de la máxima dignidad posible, en tanto ser integral y social y en proceso de

hacerse en la sociedad y de hacer sociedad, se torna en eje y centro fundamental de nuestra acción.

2. El amor como motor El nos amó primero: la fraternidad

Dios ama al ser humano. La creación es un acto de amor, como lo es la Encarnación, en la que el Hijo se hizo carne de nuestra carne, y la muerte y resurrección de Cristo, expresiones sublimes de solidaridad radical con los hombres y mujeres de todos los tiempos.11

10 Gadium et spes nº 2 11 Gadium et spes nº 12

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En su dimensión profunda de relación con Dios la experiencia del amor es creadora de lo humano. “Él nos amó primero”; esto es lo que nos da la posibilidad de regalar ese amor recibido gratuitamente. Sólo quien experimenta el ser amado es capaz de dar amor.

Cualquier persona es capaz de amar. Hemos recibido esa capacidad por el simple hecho de ser. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios y debemos aspirar a amarnos unos a otros no de cualquier manera, sino precisamente como Él nos amó12.

La experiencia de ser amados por Dios nos posibilita amar a los hermanos.

El amor, origen y destino de lo humanoEl amor posibilita las relaciones amorosas más allá de la mera supervivencia. Es esa experiencia fundante la que nos hace sensibles a Dios y nos abre a la ética de la ternura, del cuidado y de la hospitalidad. Es también el amor la fuente del anhelo de justicia.

De ahí que en amor esté el sentido más profundo de “lo social” y de su “subjetividad relacional”13. Por eso, la comunidad se construye sobre el “reconocimiento del otro”, base de la fraternidad.

De igual manera, el amor es básico en el proceso de hacernos personas. El amor, recibido o no, en la familia y en las relaciones interpersonales secundarias, se torna en una experiencia fundamental en el devenir personal de cada cual, que condiciona su lugar en el mundo y su forma de percibirlo.

12 Jn 13, 34 13 Compendio de la DSI nº 149

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actividad humana es colaboración en la creación. Esto da cuenta del carácter incompleto de nuestro ser. Las personas estamos en proceso de hacernos y la sociedad está en proceso de hacerse10. La dimensión comunitaria de la sociedad humana es un proyecto que no está acabado.

Tanto la persona como la sociedad de la que forma parte, están haciéndose, no están completas.

Vivir es colaborar en la obra creadora de Dios. Así las personas no se pueden entender sin su condición de sujetos

protagonistas de esa construcción.

Las personas somos sujetos. Esto nos constituye, nos define y vitaliza. En el proceso de ser persona, es imposible sustituirnos sin convertirnos en objetos. El reconocimiento del otro como sujeto es lo que posibilita una relación interpersonal auténtica. Y en las relaciones sociales, la participación activa de todos es condición de posibilidad para crear comunidad.

La persona, en tanto poseedora de la máxima dignidad posible, en tanto ser integral y social y en proceso de

hacerse en la sociedad y de hacer sociedad, se torna en eje y centro fundamental de nuestra acción.

2. El amor como motor El nos amó primero: la fraternidad

Dios ama al ser humano. La creación es un acto de amor, como lo es la Encarnación, en la que el Hijo se hizo carne de nuestra carne, y la muerte y resurrección de Cristo, expresiones sublimes de solidaridad radical con los hombres y mujeres de todos los tiempos.11

10 Gadium et spes nº 2 11 Gadium et spes nº 12

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En su dimensión profunda de relación con Dios la experiencia del amor es creadora de lo humano. “Él nos amó primero”; esto es lo que nos da la posibilidad de regalar ese amor recibido gratuitamente. Sólo quien experimenta el ser amado es capaz de dar amor.

Cualquier persona es capaz de amar. Hemos recibido esa capacidad por el simple hecho de ser. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios y debemos aspirar a amarnos unos a otros no de cualquier manera, sino precisamente como Él nos amó12.

La experiencia de ser amados por Dios nos posibilita amar a los hermanos.

El amor, origen y destino de lo humanoEl amor posibilita las relaciones amorosas más allá de la mera supervivencia. Es esa experiencia fundante la que nos hace sensibles a Dios y nos abre a la ética de la ternura, del cuidado y de la hospitalidad. Es también el amor la fuente del anhelo de justicia.

De ahí que en amor esté el sentido más profundo de “lo social” y de su “subjetividad relacional”13. Por eso, la comunidad se construye sobre el “reconocimiento del otro”, base de la fraternidad.

De igual manera, el amor es básico en el proceso de hacernos personas. El amor, recibido o no, en la familia y en las relaciones interpersonales secundarias, se torna en una experiencia fundamental en el devenir personal de cada cual, que condiciona su lugar en el mundo y su forma de percibirlo.

12 Jn 13, 34 13 Compendio de la DSI nº 149

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actividad humana es colaboración en la creación. Esto da cuenta del carácter incompleto de nuestro ser. Las personas estamos en proceso de hacernos y la sociedad está en proceso de hacerse10. La dimensión comunitaria de la sociedad humana es un proyecto que no está acabado.

Tanto la persona como la sociedad de la que forma parte, están haciéndose, no están completas.

Vivir es colaborar en la obra creadora de Dios. Así las personas no se pueden entender sin su condición de sujetos

protagonistas de esa construcción.

Las personas somos sujetos. Esto nos constituye, nos define y vitaliza. En el proceso de ser persona, es imposible sustituirnos sin convertirnos en objetos. El reconocimiento del otro como sujeto es lo que posibilita una relación interpersonal auténtica. Y en las relaciones sociales, la participación activa de todos es condición de posibilidad para crear comunidad.

La persona, en tanto poseedora de la máxima dignidad posible, en tanto ser integral y social y en proceso de

hacerse en la sociedad y de hacer sociedad, se torna en eje y centro fundamental de nuestra acción.

2. El amor como motor El nos amó primero: la fraternidad

Dios ama al ser humano. La creación es un acto de amor, como lo es la Encarnación, en la que el Hijo se hizo carne de nuestra carne, y la muerte y resurrección de Cristo, expresiones sublimes de solidaridad radical con los hombres y mujeres de todos los tiempos.11

10 Gadium et spes nº 2 11 Gadium et spes nº 12

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En su dimensión profunda de relación con Dios la experiencia del amor es creadora de lo humano. “Él nos amó primero”; esto es lo que nos da la posibilidad de regalar ese amor recibido gratuitamente. Sólo quien experimenta el ser amado es capaz de dar amor.

Cualquier persona es capaz de amar. Hemos recibido esa capacidad por el simple hecho de ser. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios y debemos aspirar a amarnos unos a otros no de cualquier manera, sino precisamente como Él nos amó12.

La experiencia de ser amados por Dios nos posibilita amar a los hermanos.

El amor, origen y destino de lo humanoEl amor posibilita las relaciones amorosas más allá de la mera supervivencia. Es esa experiencia fundante la que nos hace sensibles a Dios y nos abre a la ética de la ternura, del cuidado y de la hospitalidad. Es también el amor la fuente del anhelo de justicia.

De ahí que en amor esté el sentido más profundo de “lo social” y de su “subjetividad relacional”13. Por eso, la comunidad se construye sobre el “reconocimiento del otro”, base de la fraternidad.

De igual manera, el amor es básico en el proceso de hacernos personas. El amor, recibido o no, en la familia y en las relaciones interpersonales secundarias, se torna en una experiencia fundamental en el devenir personal de cada cual, que condiciona su lugar en el mundo y su forma de percibirlo.

12 Jn 13, 34 13 Compendio de la DSI nº 149

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Una persona no sólo es lo que supone el amor recibido. El amor dado también va haciendo a la persona. Quien no da, es una persona incompleta e inmadura. El amor recibido nos equilibra y el amor donado nos madura. La gratitud en sus múltiples expresiones es profundamente humanizador y fecunda. Bien pudo decir San Juan de la Cruz: “Pon amor donde no hay amor y sacarás amor”.

El Reino de Dios es la promesa de realización plena del amor, el destino de la humanidad y el contenido de la nueva Alianza. “Hasta aquel día en que llegue su consumación y en que los hombres, salvador por la gracia, como familia amada de Dios y de Cristo hermano, darán a Dios gloria perfecta”14

El amor es origen de lo humano, tanto de lo comunitario como de lo individual. Si falta, tanto la sociedad como el individuo se deshumanizan. El Reino, como promesa de

Dios para la humanidad, es amor. Así, el amor es también destino de lo humano.

El amor se concreta socialmente en la justiciaEl conjunto de principios recogidos en la doctrina social de la Iglesia nos aporta los elementos de discernimiento que precisamos para valorar las realizaciones humanas que no son, ni mucho menos, ajenas a esta concepción del amor, pues éste ha de ir concretándose socialmente en unas relaciones humanas justas15.

Dos son especialmente relevantes: el bien común y el destino universal de los bienes creados. Ambos deben ser reafirmados

14 Gadium et spes nº 32 15 AA nº 8; CA nº 58; DCE nº 26

14

con toda su fuerza desde la opción preferencial por los pobres16.

El bien común es “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección. (…)17

Esto nos obliga a poner nuestro centro de atención no en el bienestar de la mayoría, sino preferencialmente en quienes sufren las consecuencias de un orden socioeconómico manifiestamente injusto, allá donde quiera que se encuentre.

Por otra parte, los bienes, creados por Dios, lo son para el uso de todos los habitantes de esta tierra. Su sentido último no tiene que ver esencialmente con la apropiación sino con su utilización, con la nota de ser instrumentos para el desarrollo de las personas y no fines en sí mismos. Así, cualquier injusta distribución de los mismos o su indebida apropiación son contrarios a la realización de la justicia.

El amor se va realizando en la historia, no sólo futuro. Se concreta en el establecimiento de las relaciones humanas regidas por la justicia, el bien común, el destino universal

de los bienes y los demás principios de la doctrina social de la Iglesia.

Y se trasciende en la caridadCualquier realización de la justicia humana será siempre limitada 18. El amor se concreta y precisa de la justicia pero

16 Compendio de la DSI nº 182 17 Compendio de la DSI nº 164 18 DM nº 12

13

Una persona no sólo es lo que supone el amor recibido. El amor dado también va haciendo a la persona. Quien no da, es una persona incompleta e inmadura. El amor recibido nos equilibra y el amor donado nos madura. La gratitud en sus múltiples expresiones es profundamente humanizador y fecunda. Bien pudo decir San Juan de la Cruz: “Pon amor donde no hay amor y sacarás amor”.

El Reino de Dios es la promesa de realización plena del amor, el destino de la humanidad y el contenido de la nueva Alianza. “Hasta aquel día en que llegue su consumación y en que los hombres, salvador por la gracia, como familia amada de Dios y de Cristo hermano, darán a Dios gloria perfecta”14

El amor es origen de lo humano, tanto de lo comunitario como de lo individual. Si falta, tanto la sociedad como el individuo se deshumanizan. El Reino, como promesa de

Dios para la humanidad, es amor. Así, el amor es también destino de lo humano.

El amor se concreta socialmente en la justiciaEl conjunto de principios recogidos en la doctrina social de la Iglesia nos aporta los elementos de discernimiento que precisamos para valorar las realizaciones humanas que no son, ni mucho menos, ajenas a esta concepción del amor, pues éste ha de ir concretándose socialmente en unas relaciones humanas justas15.

Dos son especialmente relevantes: el bien común y el destino universal de los bienes creados. Ambos deben ser reafirmados

14 Gadium et spes nº 32 15 AA nº 8; CA nº 58; DCE nº 26

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con toda su fuerza desde la opción preferencial por los pobres16.

El bien común es “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección. (…)17

Esto nos obliga a poner nuestro centro de atención no en el bienestar de la mayoría, sino preferencialmente en quienes sufren las consecuencias de un orden socioeconómico manifiestamente injusto, allá donde quiera que se encuentre.

Por otra parte, los bienes, creados por Dios, lo son para el uso de todos los habitantes de esta tierra. Su sentido último no tiene que ver esencialmente con la apropiación sino con su utilización, con la nota de ser instrumentos para el desarrollo de las personas y no fines en sí mismos. Así, cualquier injusta distribución de los mismos o su indebida apropiación son contrarios a la realización de la justicia.

El amor se va realizando en la historia, no sólo futuro. Se concreta en el establecimiento de las relaciones humanas regidas por la justicia, el bien común, el destino universal

de los bienes y los demás principios de la doctrina social de la Iglesia.

Y se trasciende en la caridadCualquier realización de la justicia humana será siempre limitada 18. El amor se concreta y precisa de la justicia pero

16 Compendio de la DSI nº 182 17 Compendio de la DSI nº 164 18 DM nº 12

Page 17: Elmodelode acciónsocial deCáritas€¦ · 5 Presentación… La construcción de una sociedad más justa exige, entre otras acciones, una formación transformadora que favorezca

1�13

Una persona no sólo es lo que supone el amor recibido. El amor dado también va haciendo a la persona. Quien no da, es una persona incompleta e inmadura. El amor recibido nos equilibra y el amor donado nos madura. La gratitud en sus múltiples expresiones es profundamente humanizador y fecunda. Bien pudo decir San Juan de la Cruz: “Pon amor donde no hay amor y sacarás amor”.

El Reino de Dios es la promesa de realización plena del amor, el destino de la humanidad y el contenido de la nueva Alianza. “Hasta aquel día en que llegue su consumación y en que los hombres, salvador por la gracia, como familia amada de Dios y de Cristo hermano, darán a Dios gloria perfecta”14

El amor es origen de lo humano, tanto de lo comunitario como de lo individual. Si falta, tanto la sociedad como el individuo se deshumanizan. El Reino, como promesa de

Dios para la humanidad, es amor. Así, el amor es también destino de lo humano.

El amor se concreta socialmente en la justiciaEl conjunto de principios recogidos en la doctrina social de la Iglesia nos aporta los elementos de discernimiento que precisamos para valorar las realizaciones humanas que no son, ni mucho menos, ajenas a esta concepción del amor, pues éste ha de ir concretándose socialmente en unas relaciones humanas justas15.

Dos son especialmente relevantes: el bien común y el destino universal de los bienes creados. Ambos deben ser reafirmados

14 Gadium et spes nº 32 15 AA nº 8; CA nº 58; DCE nº 26

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con toda su fuerza desde la opción preferencial por los pobres16.

El bien común es “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección. (…)17

Esto nos obliga a poner nuestro centro de atención no en el bienestar de la mayoría, sino preferencialmente en quienes sufren las consecuencias de un orden socioeconómico manifiestamente injusto, allá donde quiera que se encuentre.

Por otra parte, los bienes, creados por Dios, lo son para el uso de todos los habitantes de esta tierra. Su sentido último no tiene que ver esencialmente con la apropiación sino con su utilización, con la nota de ser instrumentos para el desarrollo de las personas y no fines en sí mismos. Así, cualquier injusta distribución de los mismos o su indebida apropiación son contrarios a la realización de la justicia.

El amor se va realizando en la historia, no sólo futuro. Se concreta en el establecimiento de las relaciones humanas regidas por la justicia, el bien común, el destino universal

de los bienes y los demás principios de la doctrina social de la Iglesia.

Y se trasciende en la caridadCualquier realización de la justicia humana será siempre limitada 18. El amor se concreta y precisa de la justicia pero

16 Compendio de la DSI nº 182 17 Compendio de la DSI nº 164 18 DM nº 12

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Una persona no sólo es lo que supone el amor recibido. El amor dado también va haciendo a la persona. Quien no da, es una persona incompleta e inmadura. El amor recibido nos equilibra y el amor donado nos madura. La gratitud en sus múltiples expresiones es profundamente humanizador y fecunda. Bien pudo decir San Juan de la Cruz: “Pon amor donde no hay amor y sacarás amor”.

El Reino de Dios es la promesa de realización plena del amor, el destino de la humanidad y el contenido de la nueva Alianza. “Hasta aquel día en que llegue su consumación y en que los hombres, salvador por la gracia, como familia amada de Dios y de Cristo hermano, darán a Dios gloria perfecta”14

El amor es origen de lo humano, tanto de lo comunitario como de lo individual. Si falta, tanto la sociedad como el individuo se deshumanizan. El Reino, como promesa de

Dios para la humanidad, es amor. Así, el amor es también destino de lo humano.

El amor se concreta socialmente en la justiciaEl conjunto de principios recogidos en la doctrina social de la Iglesia nos aporta los elementos de discernimiento que precisamos para valorar las realizaciones humanas que no son, ni mucho menos, ajenas a esta concepción del amor, pues éste ha de ir concretándose socialmente en unas relaciones humanas justas15.

Dos son especialmente relevantes: el bien común y el destino universal de los bienes creados. Ambos deben ser reafirmados

14 Gadium et spes nº 32 15 AA nº 8; CA nº 58; DCE nº 26

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con toda su fuerza desde la opción preferencial por los pobres16.

El bien común es “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección. (…)17

Esto nos obliga a poner nuestro centro de atención no en el bienestar de la mayoría, sino preferencialmente en quienes sufren las consecuencias de un orden socioeconómico manifiestamente injusto, allá donde quiera que se encuentre.

Por otra parte, los bienes, creados por Dios, lo son para el uso de todos los habitantes de esta tierra. Su sentido último no tiene que ver esencialmente con la apropiación sino con su utilización, con la nota de ser instrumentos para el desarrollo de las personas y no fines en sí mismos. Así, cualquier injusta distribución de los mismos o su indebida apropiación son contrarios a la realización de la justicia.

El amor se va realizando en la historia, no sólo futuro. Se concreta en el establecimiento de las relaciones humanas regidas por la justicia, el bien común, el destino universal

de los bienes y los demás principios de la doctrina social de la Iglesia.

Y se trasciende en la caridadCualquier realización de la justicia humana será siempre limitada 18. El amor se concreta y precisa de la justicia pero

16 Compendio de la DSI nº 182 17 Compendio de la DSI nº 164 18 DM nº 12

Page 18: Elmodelode acciónsocial deCáritas€¦ · 5 Presentación… La construcción de una sociedad más justa exige, entre otras acciones, una formación transformadora que favorezca

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será siempre trascendido en la caridad. Aún en el marco de la sociedad más justa, la caridad seguirá siendo necesaria19. La caridad será lo que quede en el Reino, pues la fe y la esperanza ya no serán precisas20.

La caridad cristiana tiene su raíz en la fe, entendida como apertura a Dios que toma la iniciativa en el amor y envía a su Hijo como máximo don a la humanidad. Así, el “yo” de la persona libre y responsable se fragua en el “tu” que lo convoca y hace posible. Desde la fe, el ser humano es visto como “vocación”, “diálogo” y “servicio” 21.

La caridad supone una forma de situarse desde Cristo a la hora de vivir la justicia, la solidaridad y el servicio de la reconciliación22, por lo que en modo alguno puede verse reducida a una mera organización de servicios sociales.

El amor, en clave de caridad escatológica, da el sentido que nos ayuda a trascender lo limitado de nuestro hacer. El amor de Dios, aun vivido incompletamente y no plenamente desarrollado en nuestras realizaciones, es a la vez real y concreto, presente, vivo y operante. El amor es un auténtico sacramento de Dios en aquello que se hace desde él, incluso cuando no se explicita.

La caridad, entendida como la realización del amor de Dios, y el amor, como experiencia profunda de lo humano que se

realiza en la justicia y se trasciende en la caridad, se tornan en la motivación fundamental para nuestra acción.

19 DCE nº 28 20 1 Cor 13, 13 21 Gadium et spes nº 22 22 2 Cor 9, 9

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3. La iglesia como signo-sacramento

Servicio, celebración, anuncio.La Iglesia es la gran familia de los hijos de Dios. Su misión es la evangelización23. Por eso, invita a todas las personas a experimentar el amor de Dios y convoca a la humanidad en torno a la mesa de la fraternidad de la que Cristo es anfitrión.

Para la realización de esta tarea, la Iglesia anuncia la Palabra, celebra su fe y sirve a la humanidad, en especial a los hermanos más pobres. Su misión no estaría completa si faltase alguna de estas dimensiones24.

Por ello, “es obligatorio que en todas las parroquias se cree la Cáritas Parroquial, en permanente coordinación con la Cáritas Diocesana. La existencia de una Cáritas interparroquial no exime de la necesidad de que cada parroquia tenga la suya propia.” 25

Estas tres dimensiones –Liturgia, Catequesis y Cáritas-, se complementan, se dan sentido y conforman la tarea eclesial que es una. Así, la Eucaristía se alimenta del servicio y es alimento para él. La catequesis ilumina la acción y se nutre también de los signos de los tiempos que desvelan la acción de Dios y de su Espíritu en el mundo y en la historia.

La celebración y la transmisión de la fe, junto con el servicio a la humanidad, en especial a los más pobres,

conforman las tres dimensiones de la Iglesia. Tres aspectos de la tarea evangelizadora que se sitúan entre sí

complementariamente.

23 EN nº 21 24 DCE nº 27 25 Plan Pastoral 2008-2012. Diócesis de Córdoba, nº 53, pag. 119

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será siempre trascendido en la caridad. Aún en el marco de la sociedad más justa, la caridad seguirá siendo necesaria19. La caridad será lo que quede en el Reino, pues la fe y la esperanza ya no serán precisas20.

La caridad cristiana tiene su raíz en la fe, entendida como apertura a Dios que toma la iniciativa en el amor y envía a su Hijo como máximo don a la humanidad. Así, el “yo” de la persona libre y responsable se fragua en el “tu” que lo convoca y hace posible. Desde la fe, el ser humano es visto como “vocación”, “diálogo” y “servicio” 21.

La caridad supone una forma de situarse desde Cristo a la hora de vivir la justicia, la solidaridad y el servicio de la reconciliación22, por lo que en modo alguno puede verse reducida a una mera organización de servicios sociales.

El amor, en clave de caridad escatológica, da el sentido que nos ayuda a trascender lo limitado de nuestro hacer. El amor de Dios, aun vivido incompletamente y no plenamente desarrollado en nuestras realizaciones, es a la vez real y concreto, presente, vivo y operante. El amor es un auténtico sacramento de Dios en aquello que se hace desde él, incluso cuando no se explicita.

La caridad, entendida como la realización del amor de Dios, y el amor, como experiencia profunda de lo humano que se

realiza en la justicia y se trasciende en la caridad, se tornan en la motivación fundamental para nuestra acción.

19 DCE nº 28 20 1 Cor 13, 13 21 Gadium et spes nº 22 22 2 Cor 9, 9

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3. La iglesia como signo-sacramento

Servicio, celebración, anuncio.La Iglesia es la gran familia de los hijos de Dios. Su misión es la evangelización23. Por eso, invita a todas las personas a experimentar el amor de Dios y convoca a la humanidad en torno a la mesa de la fraternidad de la que Cristo es anfitrión.

Para la realización de esta tarea, la Iglesia anuncia la Palabra, celebra su fe y sirve a la humanidad, en especial a los hermanos más pobres. Su misión no estaría completa si faltase alguna de estas dimensiones24.

Por ello, “es obligatorio que en todas las parroquias se cree la Cáritas Parroquial, en permanente coordinación con la Cáritas Diocesana. La existencia de una Cáritas interparroquial no exime de la necesidad de que cada parroquia tenga la suya propia.” 25

Estas tres dimensiones –Liturgia, Catequesis y Cáritas-, se complementan, se dan sentido y conforman la tarea eclesial que es una. Así, la Eucaristía se alimenta del servicio y es alimento para él. La catequesis ilumina la acción y se nutre también de los signos de los tiempos que desvelan la acción de Dios y de su Espíritu en el mundo y en la historia.

La celebración y la transmisión de la fe, junto con el servicio a la humanidad, en especial a los más pobres,

conforman las tres dimensiones de la Iglesia. Tres aspectos de la tarea evangelizadora que se sitúan entre sí

complementariamente.

23 EN nº 21 24 DCE nº 27 25 Plan Pastoral 2008-2012. Diócesis de Córdoba, nº 53, pag. 119

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será siempre trascendido en la caridad. Aún en el marco de la sociedad más justa, la caridad seguirá siendo necesaria19. La caridad será lo que quede en el Reino, pues la fe y la esperanza ya no serán precisas20.

La caridad cristiana tiene su raíz en la fe, entendida como apertura a Dios que toma la iniciativa en el amor y envía a su Hijo como máximo don a la humanidad. Así, el “yo” de la persona libre y responsable se fragua en el “tu” que lo convoca y hace posible. Desde la fe, el ser humano es visto como “vocación”, “diálogo” y “servicio” 21.

La caridad supone una forma de situarse desde Cristo a la hora de vivir la justicia, la solidaridad y el servicio de la reconciliación22, por lo que en modo alguno puede verse reducida a una mera organización de servicios sociales.

El amor, en clave de caridad escatológica, da el sentido que nos ayuda a trascender lo limitado de nuestro hacer. El amor de Dios, aun vivido incompletamente y no plenamente desarrollado en nuestras realizaciones, es a la vez real y concreto, presente, vivo y operante. El amor es un auténtico sacramento de Dios en aquello que se hace desde él, incluso cuando no se explicita.

La caridad, entendida como la realización del amor de Dios, y el amor, como experiencia profunda de lo humano que se

realiza en la justicia y se trasciende en la caridad, se tornan en la motivación fundamental para nuestra acción.

19 DCE nº 28 20 1 Cor 13, 13 21 Gadium et spes nº 22 22 2 Cor 9, 9

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3. La iglesia como signo-sacramento

Servicio, celebración, anuncio.La Iglesia es la gran familia de los hijos de Dios. Su misión es la evangelización23. Por eso, invita a todas las personas a experimentar el amor de Dios y convoca a la humanidad en torno a la mesa de la fraternidad de la que Cristo es anfitrión.

Para la realización de esta tarea, la Iglesia anuncia la Palabra, celebra su fe y sirve a la humanidad, en especial a los hermanos más pobres. Su misión no estaría completa si faltase alguna de estas dimensiones24.

Por ello, “es obligatorio que en todas las parroquias se cree la Cáritas Parroquial, en permanente coordinación con la Cáritas Diocesana. La existencia de una Cáritas interparroquial no exime de la necesidad de que cada parroquia tenga la suya propia.” 25

Estas tres dimensiones –Liturgia, Catequesis y Cáritas-, se complementan, se dan sentido y conforman la tarea eclesial que es una. Así, la Eucaristía se alimenta del servicio y es alimento para él. La catequesis ilumina la acción y se nutre también de los signos de los tiempos que desvelan la acción de Dios y de su Espíritu en el mundo y en la historia.

La celebración y la transmisión de la fe, junto con el servicio a la humanidad, en especial a los más pobres,

conforman las tres dimensiones de la Iglesia. Tres aspectos de la tarea evangelizadora que se sitúan entre sí

complementariamente.

23 EN nº 21 24 DCE nº 27 25 Plan Pastoral 2008-2012. Diócesis de Córdoba, nº 53, pag. 119

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será siempre trascendido en la caridad. Aún en el marco de la sociedad más justa, la caridad seguirá siendo necesaria19. La caridad será lo que quede en el Reino, pues la fe y la esperanza ya no serán precisas20.

La caridad cristiana tiene su raíz en la fe, entendida como apertura a Dios que toma la iniciativa en el amor y envía a su Hijo como máximo don a la humanidad. Así, el “yo” de la persona libre y responsable se fragua en el “tu” que lo convoca y hace posible. Desde la fe, el ser humano es visto como “vocación”, “diálogo” y “servicio” 21.

La caridad supone una forma de situarse desde Cristo a la hora de vivir la justicia, la solidaridad y el servicio de la reconciliación22, por lo que en modo alguno puede verse reducida a una mera organización de servicios sociales.

El amor, en clave de caridad escatológica, da el sentido que nos ayuda a trascender lo limitado de nuestro hacer. El amor de Dios, aun vivido incompletamente y no plenamente desarrollado en nuestras realizaciones, es a la vez real y concreto, presente, vivo y operante. El amor es un auténtico sacramento de Dios en aquello que se hace desde él, incluso cuando no se explicita.

La caridad, entendida como la realización del amor de Dios, y el amor, como experiencia profunda de lo humano que se

realiza en la justicia y se trasciende en la caridad, se tornan en la motivación fundamental para nuestra acción.

19 DCE nº 28 20 1 Cor 13, 13 21 Gadium et spes nº 22 22 2 Cor 9, 9

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3. La iglesia como signo-sacramento

Servicio, celebración, anuncio.La Iglesia es la gran familia de los hijos de Dios. Su misión es la evangelización23. Por eso, invita a todas las personas a experimentar el amor de Dios y convoca a la humanidad en torno a la mesa de la fraternidad de la que Cristo es anfitrión.

Para la realización de esta tarea, la Iglesia anuncia la Palabra, celebra su fe y sirve a la humanidad, en especial a los hermanos más pobres. Su misión no estaría completa si faltase alguna de estas dimensiones24.

Por ello, “es obligatorio que en todas las parroquias se cree la Cáritas Parroquial, en permanente coordinación con la Cáritas Diocesana. La existencia de una Cáritas interparroquial no exime de la necesidad de que cada parroquia tenga la suya propia.” 25

Estas tres dimensiones –Liturgia, Catequesis y Cáritas-, se complementan, se dan sentido y conforman la tarea eclesial que es una. Así, la Eucaristía se alimenta del servicio y es alimento para él. La catequesis ilumina la acción y se nutre también de los signos de los tiempos que desvelan la acción de Dios y de su Espíritu en el mundo y en la historia.

La celebración y la transmisión de la fe, junto con el servicio a la humanidad, en especial a los más pobres,

conforman las tres dimensiones de la Iglesia. Tres aspectos de la tarea evangelizadora que se sitúan entre sí

complementariamente.

23 EN nº 21 24 DCE nº 27 25 Plan Pastoral 2008-2012. Diócesis de Córdoba, nº 53, pag. 119

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Servicio en el marco de la tarea evangelizadora de la Iglesia.La diakonía, el servicio, no es, por tanto, algo optativo en la misión de la Iglesia. Pertenece a su ser y a su hacer. Es acción evangelizadora aunque no agote toda la evangelización.

Cuando Cáritas actúa, es la Iglesia en su totalidad la que sirve. Nuestra acción no es sino una tarea encargada, un envío al que está invitado el conjunto de la comunidad cristiana.

Este servicio es universal, no entiende ni atiende a distinciones. Ha de testimoniar y anunciar para ser auténtico. No ha de hacer proselitismo pues ha de saber cuándo hablar de Dios y cuándo callar dejando que hable sólo el amor, como nos recuerda Benedicto XVI26.

El servicio tiene una doble dirección evangelizadora: de la Iglesia a los pobres y de éstos a la Iglesia. Consiste en evangelizar y en dejarnos evangelizar por los últimos, auténticos vicarios de Cristo y criterio último del juicio de Dios27.

Ser signos del amor de DiosLa Iglesia “sacramento universal de salvación”28, recibe la gracia y la tarea de actualizar en la historia la misión de Cristo, y para ello recibe el Espíritu Santo.

De ahí la necesidad de situar la acción de la comunidad cristiana y, en consecuencia, de Cáritas desde el clamor de los pobres en el mundo. Es continuadora del amor creador de Dios, de la dinámica de la Encarnación, la Cruz y la Pascua: de ahí nace la “nueva imaginación de la caridad”, la invitación

26 DCE nº 31 27 Mt 25, 31 ss 28 LG nº 1

18

al “compartir fraterno”29. Se trata de vivir en auténtica complicidad con los excluidos prolongando la mano larga del Señor y su amor infinito para hacer revertir su suerte.

La Iglesia está llamada a ser signo del amor de Dios, especialmente manifestado en los pobres.

La experiencia comunitariaGenerar espacios de acogida, humanización y encuentro reclama la experiencia comunitaria y la responsabilidad de todos para que esta misión no quede como tarea de unos pocos, mientras la comunidad se realiza “fuera de” esa dimensión.

Esto implica que la comunidad cristiana ha de realizar la experiencia de Dios encarnado que se hizo uno de tantos y compartió la condición de los hermanos más débiles y oprimidos, y ha de constituirse en una comunidad que anuncia, denuncia y vive la experiencia del compromiso, de la comunión fraterna y de la comunicación cristiana de bienes.

Para serlo, la comunidad entera ha de encarnarse y comprometerse con la causa de los más débiles.

4. La realidad como marco

La realidad como lugar de revelaciónPersona, sociedad, comunidad, Iglesia se realizan o se niegan en la realidad, en medio de los sinsabores y las alegría cotidianas. La realidad constituye el único espacio del que

29 NMI nº 50

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Servicio en el marco de la tarea evangelizadora de la Iglesia.La diakonía, el servicio, no es, por tanto, algo optativo en la misión de la Iglesia. Pertenece a su ser y a su hacer. Es acción evangelizadora aunque no agote toda la evangelización.

Cuando Cáritas actúa, es la Iglesia en su totalidad la que sirve. Nuestra acción no es sino una tarea encargada, un envío al que está invitado el conjunto de la comunidad cristiana.

Este servicio es universal, no entiende ni atiende a distinciones. Ha de testimoniar y anunciar para ser auténtico. No ha de hacer proselitismo pues ha de saber cuándo hablar de Dios y cuándo callar dejando que hable sólo el amor, como nos recuerda Benedicto XVI26.

El servicio tiene una doble dirección evangelizadora: de la Iglesia a los pobres y de éstos a la Iglesia. Consiste en evangelizar y en dejarnos evangelizar por los últimos, auténticos vicarios de Cristo y criterio último del juicio de Dios27.

Ser signos del amor de DiosLa Iglesia “sacramento universal de salvación”28, recibe la gracia y la tarea de actualizar en la historia la misión de Cristo, y para ello recibe el Espíritu Santo.

De ahí la necesidad de situar la acción de la comunidad cristiana y, en consecuencia, de Cáritas desde el clamor de los pobres en el mundo. Es continuadora del amor creador de Dios, de la dinámica de la Encarnación, la Cruz y la Pascua: de ahí nace la “nueva imaginación de la caridad”, la invitación

26 DCE nº 31 27 Mt 25, 31 ss 28 LG nº 1

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al “compartir fraterno”29. Se trata de vivir en auténtica complicidad con los excluidos prolongando la mano larga del Señor y su amor infinito para hacer revertir su suerte.

La Iglesia está llamada a ser signo del amor de Dios, especialmente manifestado en los pobres.

La experiencia comunitariaGenerar espacios de acogida, humanización y encuentro reclama la experiencia comunitaria y la responsabilidad de todos para que esta misión no quede como tarea de unos pocos, mientras la comunidad se realiza “fuera de” esa dimensión.

Esto implica que la comunidad cristiana ha de realizar la experiencia de Dios encarnado que se hizo uno de tantos y compartió la condición de los hermanos más débiles y oprimidos, y ha de constituirse en una comunidad que anuncia, denuncia y vive la experiencia del compromiso, de la comunión fraterna y de la comunicación cristiana de bienes.

Para serlo, la comunidad entera ha de encarnarse y comprometerse con la causa de los más débiles.

4. La realidad como marco

La realidad como lugar de revelaciónPersona, sociedad, comunidad, Iglesia se realizan o se niegan en la realidad, en medio de los sinsabores y las alegría cotidianas. La realidad constituye el único espacio del que

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Servicio en el marco de la tarea evangelizadora de la Iglesia.La diakonía, el servicio, no es, por tanto, algo optativo en la misión de la Iglesia. Pertenece a su ser y a su hacer. Es acción evangelizadora aunque no agote toda la evangelización.

Cuando Cáritas actúa, es la Iglesia en su totalidad la que sirve. Nuestra acción no es sino una tarea encargada, un envío al que está invitado el conjunto de la comunidad cristiana.

Este servicio es universal, no entiende ni atiende a distinciones. Ha de testimoniar y anunciar para ser auténtico. No ha de hacer proselitismo pues ha de saber cuándo hablar de Dios y cuándo callar dejando que hable sólo el amor, como nos recuerda Benedicto XVI26.

El servicio tiene una doble dirección evangelizadora: de la Iglesia a los pobres y de éstos a la Iglesia. Consiste en evangelizar y en dejarnos evangelizar por los últimos, auténticos vicarios de Cristo y criterio último del juicio de Dios27.

Ser signos del amor de DiosLa Iglesia “sacramento universal de salvación”28, recibe la gracia y la tarea de actualizar en la historia la misión de Cristo, y para ello recibe el Espíritu Santo.

De ahí la necesidad de situar la acción de la comunidad cristiana y, en consecuencia, de Cáritas desde el clamor de los pobres en el mundo. Es continuadora del amor creador de Dios, de la dinámica de la Encarnación, la Cruz y la Pascua: de ahí nace la “nueva imaginación de la caridad”, la invitación

26 DCE nº 31 27 Mt 25, 31 ss 28 LG nº 1

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al “compartir fraterno”29. Se trata de vivir en auténtica complicidad con los excluidos prolongando la mano larga del Señor y su amor infinito para hacer revertir su suerte.

La Iglesia está llamada a ser signo del amor de Dios, especialmente manifestado en los pobres.

La experiencia comunitariaGenerar espacios de acogida, humanización y encuentro reclama la experiencia comunitaria y la responsabilidad de todos para que esta misión no quede como tarea de unos pocos, mientras la comunidad se realiza “fuera de” esa dimensión.

Esto implica que la comunidad cristiana ha de realizar la experiencia de Dios encarnado que se hizo uno de tantos y compartió la condición de los hermanos más débiles y oprimidos, y ha de constituirse en una comunidad que anuncia, denuncia y vive la experiencia del compromiso, de la comunión fraterna y de la comunicación cristiana de bienes.

Para serlo, la comunidad entera ha de encarnarse y comprometerse con la causa de los más débiles.

4. La realidad como marco

La realidad como lugar de revelaciónPersona, sociedad, comunidad, Iglesia se realizan o se niegan en la realidad, en medio de los sinsabores y las alegría cotidianas. La realidad constituye el único espacio del que

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Servicio en el marco de la tarea evangelizadora de la Iglesia.La diakonía, el servicio, no es, por tanto, algo optativo en la misión de la Iglesia. Pertenece a su ser y a su hacer. Es acción evangelizadora aunque no agote toda la evangelización.

Cuando Cáritas actúa, es la Iglesia en su totalidad la que sirve. Nuestra acción no es sino una tarea encargada, un envío al que está invitado el conjunto de la comunidad cristiana.

Este servicio es universal, no entiende ni atiende a distinciones. Ha de testimoniar y anunciar para ser auténtico. No ha de hacer proselitismo pues ha de saber cuándo hablar de Dios y cuándo callar dejando que hable sólo el amor, como nos recuerda Benedicto XVI26.

El servicio tiene una doble dirección evangelizadora: de la Iglesia a los pobres y de éstos a la Iglesia. Consiste en evangelizar y en dejarnos evangelizar por los últimos, auténticos vicarios de Cristo y criterio último del juicio de Dios27.

Ser signos del amor de DiosLa Iglesia “sacramento universal de salvación”28, recibe la gracia y la tarea de actualizar en la historia la misión de Cristo, y para ello recibe el Espíritu Santo.

De ahí la necesidad de situar la acción de la comunidad cristiana y, en consecuencia, de Cáritas desde el clamor de los pobres en el mundo. Es continuadora del amor creador de Dios, de la dinámica de la Encarnación, la Cruz y la Pascua: de ahí nace la “nueva imaginación de la caridad”, la invitación

26 DCE nº 31 27 Mt 25, 31 ss 28 LG nº 1

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al “compartir fraterno”29. Se trata de vivir en auténtica complicidad con los excluidos prolongando la mano larga del Señor y su amor infinito para hacer revertir su suerte.

La Iglesia está llamada a ser signo del amor de Dios, especialmente manifestado en los pobres.

La experiencia comunitariaGenerar espacios de acogida, humanización y encuentro reclama la experiencia comunitaria y la responsabilidad de todos para que esta misión no quede como tarea de unos pocos, mientras la comunidad se realiza “fuera de” esa dimensión.

Esto implica que la comunidad cristiana ha de realizar la experiencia de Dios encarnado que se hizo uno de tantos y compartió la condición de los hermanos más débiles y oprimidos, y ha de constituirse en una comunidad que anuncia, denuncia y vive la experiencia del compromiso, de la comunión fraterna y de la comunicación cristiana de bienes.

Para serlo, la comunidad entera ha de encarnarse y comprometerse con la causa de los más débiles.

4. La realidad como marco

La realidad como lugar de revelaciónPersona, sociedad, comunidad, Iglesia se realizan o se niegan en la realidad, en medio de los sinsabores y las alegría cotidianas. La realidad constituye el único espacio del que

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disponemos y en el que hemos de construir. Teológicamente, la realidad es un espacio donde Dios continúa revelándose a la humanidad y donde su Espíritu sopla, especialmente desde los más pobres. “Dios ha escogido lo humilde para derribar a lo poderoso, y lo sencillo para humillar a lo sabio”30

La realidad, en especial la de los más vulnerables, es lugar de encarnación donde Jesucristo continúa habitando con nosotros; es lugar de muerte donde se niegan posibilidades a las personas, donde se mutila la dignidad exclusiva de lo humano; finalmente, es lugar de resurrección cuando alguien es dignificado y recupera su autenticidad humana.

La realidad es el espacio natural donde leer “los signos de los tiempos”31. En ella se escucha la voz de Dios, que ha oído el clamor de su pueblo y ha bajado a liberarlo, recomponiendo la Alianza.

La realidad es el espacio donde Dios continúa revelándose a la humanidad, en especial en los más pobres.

Situarse en la realidadSituarnos como Iglesia en acción, como diakonía, nos obliga a analizar la realidad. Nuestro hacer no puede partir de la mera voluntad, de la ocurrencia, del interés o del gusto. Nuestro quehacer, que se desarrolla en la realidad, ha de partir de su comprensión y tener como meta su transformación en línea de la construcción del Reino.

Quien mira la realidad, quien intenta comprenderla, lo hace desde un lugar pues no existe el análisis neutro. Nuestra mirada a la realidad ha de tener esto muy en cuenta y procura

30 1 Cor 1, 27-29 31 Gadium et spes nº 4

20

situarse siempre desde el lugar del pobre, que no suele ser el nuestro.Mirar desde el lugar del pobre, pero hacerlo con los ojos de Dios. Una mirada que no pretende el saber por el mero saber, sino para hacer bien. Saber para cambiar la realidad y para cambiarnos a nosotros también en ese proceso. Una mirada, que en definitiva, nos implique responsablemente.

La realidad que mejor vemos es la que tenemos más cerca, pero esa constatación no nos puede volver ciegos a la interdependencia de todo lo humano. La caridad es, por definición, universal, cercana y lejana, abierta a todos y todo.

Un modelo de desarrollo pobre y empobrecedorNuestro modelo social posee una concepción de lo humano y de sí mismo tremendamente pobre y empobrecedora de lo auténticamente humano. Un modelo de desarrollo que confunde éste con el simple crecimiento material, que dificulta la relación con el otro y la experiencia trascendente.

Así, podemos decir con el Concilio Vaticano II: “De esta forma, el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y lo peor, pues tiene abierto el camino para optar por la libertad y la esclavitud, entre el progreso y el retroceso, entre la fraternidad y el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o salvarle32”

La pobreza y la exclusión son el marco y el espacio clave para nuestra acción. Son el signo más evidente de la crisis

de civilización en la que la realidad está embarcada. Constituyen la señal más visible y significativa de un

32 Gadium et spes nº 9

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disponemos y en el que hemos de construir. Teológicamente, la realidad es un espacio donde Dios continúa revelándose a la humanidad y donde su Espíritu sopla, especialmente desde los más pobres. “Dios ha escogido lo humilde para derribar a lo poderoso, y lo sencillo para humillar a lo sabio”30

La realidad, en especial la de los más vulnerables, es lugar de encarnación donde Jesucristo continúa habitando con nosotros; es lugar de muerte donde se niegan posibilidades a las personas, donde se mutila la dignidad exclusiva de lo humano; finalmente, es lugar de resurrección cuando alguien es dignificado y recupera su autenticidad humana.

La realidad es el espacio natural donde leer “los signos de los tiempos”31. En ella se escucha la voz de Dios, que ha oído el clamor de su pueblo y ha bajado a liberarlo, recomponiendo la Alianza.

La realidad es el espacio donde Dios continúa revelándose a la humanidad, en especial en los más pobres.

Situarse en la realidadSituarnos como Iglesia en acción, como diakonía, nos obliga a analizar la realidad. Nuestro hacer no puede partir de la mera voluntad, de la ocurrencia, del interés o del gusto. Nuestro quehacer, que se desarrolla en la realidad, ha de partir de su comprensión y tener como meta su transformación en línea de la construcción del Reino.

Quien mira la realidad, quien intenta comprenderla, lo hace desde un lugar pues no existe el análisis neutro. Nuestra mirada a la realidad ha de tener esto muy en cuenta y procura

30 1 Cor 1, 27-29 31 Gadium et spes nº 4

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situarse siempre desde el lugar del pobre, que no suele ser el nuestro.Mirar desde el lugar del pobre, pero hacerlo con los ojos de Dios. Una mirada que no pretende el saber por el mero saber, sino para hacer bien. Saber para cambiar la realidad y para cambiarnos a nosotros también en ese proceso. Una mirada, que en definitiva, nos implique responsablemente.

La realidad que mejor vemos es la que tenemos más cerca, pero esa constatación no nos puede volver ciegos a la interdependencia de todo lo humano. La caridad es, por definición, universal, cercana y lejana, abierta a todos y todo.

Un modelo de desarrollo pobre y empobrecedorNuestro modelo social posee una concepción de lo humano y de sí mismo tremendamente pobre y empobrecedora de lo auténticamente humano. Un modelo de desarrollo que confunde éste con el simple crecimiento material, que dificulta la relación con el otro y la experiencia trascendente.

Así, podemos decir con el Concilio Vaticano II: “De esta forma, el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y lo peor, pues tiene abierto el camino para optar por la libertad y la esclavitud, entre el progreso y el retroceso, entre la fraternidad y el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o salvarle32”

La pobreza y la exclusión son el marco y el espacio clave para nuestra acción. Son el signo más evidente de la crisis

de civilización en la que la realidad está embarcada. Constituyen la señal más visible y significativa de un

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disponemos y en el que hemos de construir. Teológicamente, la realidad es un espacio donde Dios continúa revelándose a la humanidad y donde su Espíritu sopla, especialmente desde los más pobres. “Dios ha escogido lo humilde para derribar a lo poderoso, y lo sencillo para humillar a lo sabio”30

La realidad, en especial la de los más vulnerables, es lugar de encarnación donde Jesucristo continúa habitando con nosotros; es lugar de muerte donde se niegan posibilidades a las personas, donde se mutila la dignidad exclusiva de lo humano; finalmente, es lugar de resurrección cuando alguien es dignificado y recupera su autenticidad humana.

La realidad es el espacio natural donde leer “los signos de los tiempos”31. En ella se escucha la voz de Dios, que ha oído el clamor de su pueblo y ha bajado a liberarlo, recomponiendo la Alianza.

La realidad es el espacio donde Dios continúa revelándose a la humanidad, en especial en los más pobres.

Situarse en la realidadSituarnos como Iglesia en acción, como diakonía, nos obliga a analizar la realidad. Nuestro hacer no puede partir de la mera voluntad, de la ocurrencia, del interés o del gusto. Nuestro quehacer, que se desarrolla en la realidad, ha de partir de su comprensión y tener como meta su transformación en línea de la construcción del Reino.

Quien mira la realidad, quien intenta comprenderla, lo hace desde un lugar pues no existe el análisis neutro. Nuestra mirada a la realidad ha de tener esto muy en cuenta y procura

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situarse siempre desde el lugar del pobre, que no suele ser el nuestro.Mirar desde el lugar del pobre, pero hacerlo con los ojos de Dios. Una mirada que no pretende el saber por el mero saber, sino para hacer bien. Saber para cambiar la realidad y para cambiarnos a nosotros también en ese proceso. Una mirada, que en definitiva, nos implique responsablemente.

La realidad que mejor vemos es la que tenemos más cerca, pero esa constatación no nos puede volver ciegos a la interdependencia de todo lo humano. La caridad es, por definición, universal, cercana y lejana, abierta a todos y todo.

Un modelo de desarrollo pobre y empobrecedorNuestro modelo social posee una concepción de lo humano y de sí mismo tremendamente pobre y empobrecedora de lo auténticamente humano. Un modelo de desarrollo que confunde éste con el simple crecimiento material, que dificulta la relación con el otro y la experiencia trascendente.

Así, podemos decir con el Concilio Vaticano II: “De esta forma, el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y lo peor, pues tiene abierto el camino para optar por la libertad y la esclavitud, entre el progreso y el retroceso, entre la fraternidad y el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o salvarle32”

La pobreza y la exclusión son el marco y el espacio clave para nuestra acción. Son el signo más evidente de la crisis

de civilización en la que la realidad está embarcada. Constituyen la señal más visible y significativa de un

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disponemos y en el que hemos de construir. Teológicamente, la realidad es un espacio donde Dios continúa revelándose a la humanidad y donde su Espíritu sopla, especialmente desde los más pobres. “Dios ha escogido lo humilde para derribar a lo poderoso, y lo sencillo para humillar a lo sabio”30

La realidad, en especial la de los más vulnerables, es lugar de encarnación donde Jesucristo continúa habitando con nosotros; es lugar de muerte donde se niegan posibilidades a las personas, donde se mutila la dignidad exclusiva de lo humano; finalmente, es lugar de resurrección cuando alguien es dignificado y recupera su autenticidad humana.

La realidad es el espacio natural donde leer “los signos de los tiempos”31. En ella se escucha la voz de Dios, que ha oído el clamor de su pueblo y ha bajado a liberarlo, recomponiendo la Alianza.

La realidad es el espacio donde Dios continúa revelándose a la humanidad, en especial en los más pobres.

Situarse en la realidadSituarnos como Iglesia en acción, como diakonía, nos obliga a analizar la realidad. Nuestro hacer no puede partir de la mera voluntad, de la ocurrencia, del interés o del gusto. Nuestro quehacer, que se desarrolla en la realidad, ha de partir de su comprensión y tener como meta su transformación en línea de la construcción del Reino.

Quien mira la realidad, quien intenta comprenderla, lo hace desde un lugar pues no existe el análisis neutro. Nuestra mirada a la realidad ha de tener esto muy en cuenta y procura

30 1 Cor 1, 27-29 31 Gadium et spes nº 4

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situarse siempre desde el lugar del pobre, que no suele ser el nuestro.Mirar desde el lugar del pobre, pero hacerlo con los ojos de Dios. Una mirada que no pretende el saber por el mero saber, sino para hacer bien. Saber para cambiar la realidad y para cambiarnos a nosotros también en ese proceso. Una mirada, que en definitiva, nos implique responsablemente.

La realidad que mejor vemos es la que tenemos más cerca, pero esa constatación no nos puede volver ciegos a la interdependencia de todo lo humano. La caridad es, por definición, universal, cercana y lejana, abierta a todos y todo.

Un modelo de desarrollo pobre y empobrecedorNuestro modelo social posee una concepción de lo humano y de sí mismo tremendamente pobre y empobrecedora de lo auténticamente humano. Un modelo de desarrollo que confunde éste con el simple crecimiento material, que dificulta la relación con el otro y la experiencia trascendente.

Así, podemos decir con el Concilio Vaticano II: “De esta forma, el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y lo peor, pues tiene abierto el camino para optar por la libertad y la esclavitud, entre el progreso y el retroceso, entre la fraternidad y el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o salvarle32”

La pobreza y la exclusión son el marco y el espacio clave para nuestra acción. Son el signo más evidente de la crisis

de civilización en la que la realidad está embarcada. Constituyen la señal más visible y significativa de un

32 Gadium et spes nº 9

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modelo social que discurre en una dirección no conforme con el proyecto de Dios para el hombre.

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN

1.- Comparte, de los puntos leídos, aquello que más te haya llamado la atención ¿Porqué?

2.- La dignidad de la persona, es el valor que sustenta nuestro modelo de acción social, ¿Qué actitudes y acciones deberíamos asumir para favorecer y acrecentar este valor?

3.- La experiencia de ser amados por Dios nos posibilita amar a los hermanos. ¿En qué y cómo te sientes amado por Dios? Comparte la experiencia del amor de Dios en tu vida.

NOTAS

22

BLOQUE II:

CARACTERISTICAS DEL MODELO

1. Una nueva comprensión de la acción

Cómo entender la acción…

1. Como diálogo entre personas… No hay alguien que actúa y alguien sobre quien se actúa. Hay dos personas que establecen una relación. Entender la acción como diálogo nos sitúa en la lógica de las relaciones, no de las partes.

2. Como participación… La participación de todos y en todo es una de las consecuencias de la aplicación del principio de subsidiaridad, “La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común33”

3. Como un programa para todos… La acción es diálogo, y todo diálogo trata de algo. El nuestro, nuestra acción social, trata sobre “ir siendo personas en sociedad”. Entendiendo que esto no es un programa para “ellos”, sino que es el contenido del diálogo entre ellos y nosotros. No es un plan para que otros se conviertan, es un proyecto de ser personas en sociedad en el que todos estamos implicados. “Ir siendo personas en sociedad” desde tres elementos importantes:

La satisfacción de las necesidades El sentido vital La participación de la propia vida y de la historia.

33 Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1913-1917

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modelo social que discurre en una dirección no conforme con el proyecto de Dios para el hombre.

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN

1.- Comparte, de los puntos leídos, aquello que más te haya llamado la atención ¿Porqué?

2.- La dignidad de la persona, es el valor que sustenta nuestro modelo de acción social, ¿Qué actitudes y acciones deberíamos asumir para favorecer y acrecentar este valor?

3.- La experiencia de ser amados por Dios nos posibilita amar a los hermanos. ¿En qué y cómo te sientes amado por Dios? Comparte la experiencia del amor de Dios en tu vida.

NOTAS

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BLOQUE II:

CARACTERISTICAS DEL MODELO

1. Una nueva comprensión de la acción

Cómo entender la acción…

1. Como diálogo entre personas… No hay alguien que actúa y alguien sobre quien se actúa. Hay dos personas que establecen una relación. Entender la acción como diálogo nos sitúa en la lógica de las relaciones, no de las partes.

2. Como participación… La participación de todos y en todo es una de las consecuencias de la aplicación del principio de subsidiaridad, “La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común33”

3. Como un programa para todos… La acción es diálogo, y todo diálogo trata de algo. El nuestro, nuestra acción social, trata sobre “ir siendo personas en sociedad”. Entendiendo que esto no es un programa para “ellos”, sino que es el contenido del diálogo entre ellos y nosotros. No es un plan para que otros se conviertan, es un proyecto de ser personas en sociedad en el que todos estamos implicados. “Ir siendo personas en sociedad” desde tres elementos importantes:

La satisfacción de las necesidades El sentido vital La participación de la propia vida y de la historia.

33 Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1913-1917

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modelo social que discurre en una dirección no conforme con el proyecto de Dios para el hombre.

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN

1.- Comparte, de los puntos leídos, aquello que más te haya llamado la atención ¿Porqué?

2.- La dignidad de la persona, es el valor que sustenta nuestro modelo de acción social, ¿Qué actitudes y acciones deberíamos asumir para favorecer y acrecentar este valor?

3.- La experiencia de ser amados por Dios nos posibilita amar a los hermanos. ¿En qué y cómo te sientes amado por Dios? Comparte la experiencia del amor de Dios en tu vida.

NOTAS

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BLOQUE II:

CARACTERISTICAS DEL MODELO

1. Una nueva comprensión de la acción

Cómo entender la acción…

1. Como diálogo entre personas… No hay alguien que actúa y alguien sobre quien se actúa. Hay dos personas que establecen una relación. Entender la acción como diálogo nos sitúa en la lógica de las relaciones, no de las partes.

2. Como participación… La participación de todos y en todo es una de las consecuencias de la aplicación del principio de subsidiaridad, “La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común33”

3. Como un programa para todos… La acción es diálogo, y todo diálogo trata de algo. El nuestro, nuestra acción social, trata sobre “ir siendo personas en sociedad”. Entendiendo que esto no es un programa para “ellos”, sino que es el contenido del diálogo entre ellos y nosotros. No es un plan para que otros se conviertan, es un proyecto de ser personas en sociedad en el que todos estamos implicados. “Ir siendo personas en sociedad” desde tres elementos importantes:

La satisfacción de las necesidades El sentido vital La participación de la propia vida y de la historia.

33 Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1913-1917

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modelo social que discurre en una dirección no conforme con el proyecto de Dios para el hombre.

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN

1.- Comparte, de los puntos leídos, aquello que más te haya llamado la atención ¿Porqué?

2.- La dignidad de la persona, es el valor que sustenta nuestro modelo de acción social, ¿Qué actitudes y acciones deberíamos asumir para favorecer y acrecentar este valor?

3.- La experiencia de ser amados por Dios nos posibilita amar a los hermanos. ¿En qué y cómo te sientes amado por Dios? Comparte la experiencia del amor de Dios en tu vida.

NOTAS

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BLOQUE II:

CARACTERISTICAS DEL MODELO

1. Una nueva comprensión de la acción

Cómo entender la acción…

1. Como diálogo entre personas… No hay alguien que actúa y alguien sobre quien se actúa. Hay dos personas que establecen una relación. Entender la acción como diálogo nos sitúa en la lógica de las relaciones, no de las partes.

2. Como participación… La participación de todos y en todo es una de las consecuencias de la aplicación del principio de subsidiaridad, “La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común33”

3. Como un programa para todos… La acción es diálogo, y todo diálogo trata de algo. El nuestro, nuestra acción social, trata sobre “ir siendo personas en sociedad”. Entendiendo que esto no es un programa para “ellos”, sino que es el contenido del diálogo entre ellos y nosotros. No es un plan para que otros se conviertan, es un proyecto de ser personas en sociedad en el que todos estamos implicados. “Ir siendo personas en sociedad” desde tres elementos importantes:

La satisfacción de las necesidades El sentido vital La participación de la propia vida y de la historia.

33 Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1913-1917

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4. Como una tarea con “sentido y valores”… Nuestra acción está orientada también por elementos de sentido, por aquello que valoramos o no valoramos como importante. Darle sentido a la vida y a la acción, respetando el que cada uno va encontrando y poniéndolos en diálogo para encontrar también el sentido social.

5. Como sinergia…El poder para hacer está esencialmente en la sinergia, es decir, en aquello que emerge cuando varios trabajan juntos y que no estaba en cada uno de ellos por separado.

6. Como encuentro… Entablar un encuentro verdadero, que sea de dos iguales en dignidad pero distintos en trayectorias. Encuentro que haga emerger las potencialidades desde el amor.

7. Como tiempo humanizador “sin tiempo”… El tiempo de la intervención social no es un tiempo estándar, es un tiempo humanizador en el que no cuentan las horas sino el proceso. El tiempo de la intervención social en un tiempo en marcha, que habremos de cuidar para que no lo detengan otras actividades.Dios tiene su propio ritmo, siempre dispuesto a acompañar a cada uno a su propio ritmo. No tenemos prisa, nuestro tiempo es el de Dios, el tiempo de la personalización que dura lo que haga falta.

8. Como modelo de desarrollo… Un modelo que impulse a la persona, teniendo como parámetro sus potencialidades y sus capacidades. Un modelo en el que la calidad buscada se valida por la satisfacción de las necesidades de manera integral y tiene en cuenta los elementos que dan el “sentido” al valor de los bienes, no a su precio. Un modelo que construye una sociedad en la que la persona puede gozar de la propia humanidad y de establecer una relación de solidaridad y

24

comunión con las demás personas, para lo cual fue creada por Dios.

9. Como utopía…Utopía operante aquí y ahora, que marca fines reales y realistas. Reales sí, pero fines que trascienden lo “razonable” en una sociedad que ha racionalizado lo humano contra la voluntad y la gracia de Dios que dice que no es “razonable”. Operantes aquí y ahora, pues una (la gracia) y otra (la utopía) se encarnan en el “compromiso de la persona”. Una acción que desea transformar esta realidad, se compromete y urge su acción y su colaboración “a modo sacramental”34, o sea, haciendo lo que anuncia, anunciando lo que realiza. Construyendo el Reino de Dios.

2. Que tiene en la comunidad cristiana su agente

Raíz creyente de la acción de CáritasLa raíz creyente y eclesial de la acción de social de Cáritas está presente en todo lo anteriormente dicho. El dialogo entre personas constituye el reconocimiento de la dignidad absoluta de la persona en cuanto hijo de Dios. Hablar de ir siendo personas en sociedad no es ajeno a la construcción del Reino de hermanos. Hablar del método y sus elementos no es diferente de hacerlo del amor encarnado.

La filiación, la fraternidad, el Reino y el amor cristianos incluyen los contenidos anteriormente expuestos, pero los trascienden, ahondan y les dan un sentido mucho más profundo en Dios.

34 Cfr. Jaramillo Rivas, P.: “El jubileo, tiempo de caridad y de compromiso”; en Corintios XIII, nº 97-98. Enero-Junio 2001

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4. Como una tarea con “sentido y valores”… Nuestra acción está orientada también por elementos de sentido, por aquello que valoramos o no valoramos como importante. Darle sentido a la vida y a la acción, respetando el que cada uno va encontrando y poniéndolos en diálogo para encontrar también el sentido social.

5. Como sinergia…El poder para hacer está esencialmente en la sinergia, es decir, en aquello que emerge cuando varios trabajan juntos y que no estaba en cada uno de ellos por separado.

6. Como encuentro… Entablar un encuentro verdadero, que sea de dos iguales en dignidad pero distintos en trayectorias. Encuentro que haga emerger las potencialidades desde el amor.

7. Como tiempo humanizador “sin tiempo”… El tiempo de la intervención social no es un tiempo estándar, es un tiempo humanizador en el que no cuentan las horas sino el proceso. El tiempo de la intervención social en un tiempo en marcha, que habremos de cuidar para que no lo detengan otras actividades.Dios tiene su propio ritmo, siempre dispuesto a acompañar a cada uno a su propio ritmo. No tenemos prisa, nuestro tiempo es el de Dios, el tiempo de la personalización que dura lo que haga falta.

8. Como modelo de desarrollo… Un modelo que impulse a la persona, teniendo como parámetro sus potencialidades y sus capacidades. Un modelo en el que la calidad buscada se valida por la satisfacción de las necesidades de manera integral y tiene en cuenta los elementos que dan el “sentido” al valor de los bienes, no a su precio. Un modelo que construye una sociedad en la que la persona puede gozar de la propia humanidad y de establecer una relación de solidaridad y

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comunión con las demás personas, para lo cual fue creada por Dios.

9. Como utopía…Utopía operante aquí y ahora, que marca fines reales y realistas. Reales sí, pero fines que trascienden lo “razonable” en una sociedad que ha racionalizado lo humano contra la voluntad y la gracia de Dios que dice que no es “razonable”. Operantes aquí y ahora, pues una (la gracia) y otra (la utopía) se encarnan en el “compromiso de la persona”. Una acción que desea transformar esta realidad, se compromete y urge su acción y su colaboración “a modo sacramental”34, o sea, haciendo lo que anuncia, anunciando lo que realiza. Construyendo el Reino de Dios.

2. Que tiene en la comunidad cristiana su agente

Raíz creyente de la acción de CáritasLa raíz creyente y eclesial de la acción de social de Cáritas está presente en todo lo anteriormente dicho. El dialogo entre personas constituye el reconocimiento de la dignidad absoluta de la persona en cuanto hijo de Dios. Hablar de ir siendo personas en sociedad no es ajeno a la construcción del Reino de hermanos. Hablar del método y sus elementos no es diferente de hacerlo del amor encarnado.

La filiación, la fraternidad, el Reino y el amor cristianos incluyen los contenidos anteriormente expuestos, pero los trascienden, ahondan y les dan un sentido mucho más profundo en Dios.

34 Cfr. Jaramillo Rivas, P.: “El jubileo, tiempo de caridad y de compromiso”; en Corintios XIII, nº 97-98. Enero-Junio 2001

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4. Como una tarea con “sentido y valores”… Nuestra acción está orientada también por elementos de sentido, por aquello que valoramos o no valoramos como importante. Darle sentido a la vida y a la acción, respetando el que cada uno va encontrando y poniéndolos en diálogo para encontrar también el sentido social.

5. Como sinergia…El poder para hacer está esencialmente en la sinergia, es decir, en aquello que emerge cuando varios trabajan juntos y que no estaba en cada uno de ellos por separado.

6. Como encuentro… Entablar un encuentro verdadero, que sea de dos iguales en dignidad pero distintos en trayectorias. Encuentro que haga emerger las potencialidades desde el amor.

7. Como tiempo humanizador “sin tiempo”… El tiempo de la intervención social no es un tiempo estándar, es un tiempo humanizador en el que no cuentan las horas sino el proceso. El tiempo de la intervención social en un tiempo en marcha, que habremos de cuidar para que no lo detengan otras actividades.Dios tiene su propio ritmo, siempre dispuesto a acompañar a cada uno a su propio ritmo. No tenemos prisa, nuestro tiempo es el de Dios, el tiempo de la personalización que dura lo que haga falta.

8. Como modelo de desarrollo… Un modelo que impulse a la persona, teniendo como parámetro sus potencialidades y sus capacidades. Un modelo en el que la calidad buscada se valida por la satisfacción de las necesidades de manera integral y tiene en cuenta los elementos que dan el “sentido” al valor de los bienes, no a su precio. Un modelo que construye una sociedad en la que la persona puede gozar de la propia humanidad y de establecer una relación de solidaridad y

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comunión con las demás personas, para lo cual fue creada por Dios.

9. Como utopía…Utopía operante aquí y ahora, que marca fines reales y realistas. Reales sí, pero fines que trascienden lo “razonable” en una sociedad que ha racionalizado lo humano contra la voluntad y la gracia de Dios que dice que no es “razonable”. Operantes aquí y ahora, pues una (la gracia) y otra (la utopía) se encarnan en el “compromiso de la persona”. Una acción que desea transformar esta realidad, se compromete y urge su acción y su colaboración “a modo sacramental”34, o sea, haciendo lo que anuncia, anunciando lo que realiza. Construyendo el Reino de Dios.

2. Que tiene en la comunidad cristiana su agente

Raíz creyente de la acción de CáritasLa raíz creyente y eclesial de la acción de social de Cáritas está presente en todo lo anteriormente dicho. El dialogo entre personas constituye el reconocimiento de la dignidad absoluta de la persona en cuanto hijo de Dios. Hablar de ir siendo personas en sociedad no es ajeno a la construcción del Reino de hermanos. Hablar del método y sus elementos no es diferente de hacerlo del amor encarnado.

La filiación, la fraternidad, el Reino y el amor cristianos incluyen los contenidos anteriormente expuestos, pero los trascienden, ahondan y les dan un sentido mucho más profundo en Dios.

34 Cfr. Jaramillo Rivas, P.: “El jubileo, tiempo de caridad y de compromiso”; en Corintios XIII, nº 97-98. Enero-Junio 2001

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4. Como una tarea con “sentido y valores”… Nuestra acción está orientada también por elementos de sentido, por aquello que valoramos o no valoramos como importante. Darle sentido a la vida y a la acción, respetando el que cada uno va encontrando y poniéndolos en diálogo para encontrar también el sentido social.

5. Como sinergia…El poder para hacer está esencialmente en la sinergia, es decir, en aquello que emerge cuando varios trabajan juntos y que no estaba en cada uno de ellos por separado.

6. Como encuentro… Entablar un encuentro verdadero, que sea de dos iguales en dignidad pero distintos en trayectorias. Encuentro que haga emerger las potencialidades desde el amor.

7. Como tiempo humanizador “sin tiempo”… El tiempo de la intervención social no es un tiempo estándar, es un tiempo humanizador en el que no cuentan las horas sino el proceso. El tiempo de la intervención social en un tiempo en marcha, que habremos de cuidar para que no lo detengan otras actividades.Dios tiene su propio ritmo, siempre dispuesto a acompañar a cada uno a su propio ritmo. No tenemos prisa, nuestro tiempo es el de Dios, el tiempo de la personalización que dura lo que haga falta.

8. Como modelo de desarrollo… Un modelo que impulse a la persona, teniendo como parámetro sus potencialidades y sus capacidades. Un modelo en el que la calidad buscada se valida por la satisfacción de las necesidades de manera integral y tiene en cuenta los elementos que dan el “sentido” al valor de los bienes, no a su precio. Un modelo que construye una sociedad en la que la persona puede gozar de la propia humanidad y de establecer una relación de solidaridad y

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comunión con las demás personas, para lo cual fue creada por Dios.

9. Como utopía…Utopía operante aquí y ahora, que marca fines reales y realistas. Reales sí, pero fines que trascienden lo “razonable” en una sociedad que ha racionalizado lo humano contra la voluntad y la gracia de Dios que dice que no es “razonable”. Operantes aquí y ahora, pues una (la gracia) y otra (la utopía) se encarnan en el “compromiso de la persona”. Una acción que desea transformar esta realidad, se compromete y urge su acción y su colaboración “a modo sacramental”34, o sea, haciendo lo que anuncia, anunciando lo que realiza. Construyendo el Reino de Dios.

2. Que tiene en la comunidad cristiana su agente

Raíz creyente de la acción de CáritasLa raíz creyente y eclesial de la acción de social de Cáritas está presente en todo lo anteriormente dicho. El dialogo entre personas constituye el reconocimiento de la dignidad absoluta de la persona en cuanto hijo de Dios. Hablar de ir siendo personas en sociedad no es ajeno a la construcción del Reino de hermanos. Hablar del método y sus elementos no es diferente de hacerlo del amor encarnado.

La filiación, la fraternidad, el Reino y el amor cristianos incluyen los contenidos anteriormente expuestos, pero los trascienden, ahondan y les dan un sentido mucho más profundo en Dios.

34 Cfr. Jaramillo Rivas, P.: “El jubileo, tiempo de caridad y de compromiso”; en Corintios XIII, nº 97-98. Enero-Junio 2001

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La comunidad cristiana es quien actúaEsta raíz creyente tiene además otra exigencia de orden más práctica pero no por ello menos profunda. El agente de la acción de Cáritas es la comunidad cristiana entera, que no está completa si no desarrolla su dimensión de servicio a los más pobres.

Así, cuando Cáritas actúa, es la comunidad entera quien lo hace. No es un grupo eclesial, sino la Iglesia entera en acción. Acción delegada y encarnada en personas concretas, que son y se sienten enviadas.

Una comunidad pobre, que comparte y universalLa realización de la comunión (koinonía) en el servicio (diakonía) en la Iglesia nos convoca a una concepción de la comunidad pobre y de los pobres: fijaos cómo se aman. Ello reclama la necesidad de cultivar las relaciones del compartir fraterno en el seno de la comunidad, donde también existen pobres.

Nos reclama, también, un espíritu de comunión entre las Iglesias: fijaos con qué fraternidad y solidaridad viven. Ello exige el desarrollo de una auténtica comunión de bienes entre las Iglesias a través de Cáritas.

Y esa comunidad cristiana entera es pobre y de los pobres, comparte lo material y lo intangible como signo, y es abierta, más allá de sus propias fronteras.

El voluntario como cauce del compromiso creyenteSer creyente, y miembro de la Iglesia exige de cada persona crecer en su fe cada día, y encarnarla también en un compromiso concreto. El voluntario de Cáritas, en particular, se convierte en una forma privilegiada de desarrollar esa dimensión ineludible de la fe.

26

Así, la acción de Cáritas recibe un plus de gratuidad y de compromiso que forma parte de su identidad, y que, por tanto, conforma también la acción que desarrolla.

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN

1.- Comparte, de los puntos leídos, aquello que más te haya llamado la atención ¿Porqué?

2.- El modelo de acción social de Cáritas, introduce una nueva comprensión para la acción, de los puntos expuestos, ¿Cuál te parece más importante? ¿Porqué?

NOTAS;

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La comunidad cristiana es quien actúaEsta raíz creyente tiene además otra exigencia de orden más práctica pero no por ello menos profunda. El agente de la acción de Cáritas es la comunidad cristiana entera, que no está completa si no desarrolla su dimensión de servicio a los más pobres.

Así, cuando Cáritas actúa, es la comunidad entera quien lo hace. No es un grupo eclesial, sino la Iglesia entera en acción. Acción delegada y encarnada en personas concretas, que son y se sienten enviadas.

Una comunidad pobre, que comparte y universalLa realización de la comunión (koinonía) en el servicio (diakonía) en la Iglesia nos convoca a una concepción de la comunidad pobre y de los pobres: fijaos cómo se aman. Ello reclama la necesidad de cultivar las relaciones del compartir fraterno en el seno de la comunidad, donde también existen pobres.

Nos reclama, también, un espíritu de comunión entre las Iglesias: fijaos con qué fraternidad y solidaridad viven. Ello exige el desarrollo de una auténtica comunión de bienes entre las Iglesias a través de Cáritas.

Y esa comunidad cristiana entera es pobre y de los pobres, comparte lo material y lo intangible como signo, y es abierta, más allá de sus propias fronteras.

El voluntario como cauce del compromiso creyenteSer creyente, y miembro de la Iglesia exige de cada persona crecer en su fe cada día, y encarnarla también en un compromiso concreto. El voluntario de Cáritas, en particular, se convierte en una forma privilegiada de desarrollar esa dimensión ineludible de la fe.

26

Así, la acción de Cáritas recibe un plus de gratuidad y de compromiso que forma parte de su identidad, y que, por tanto, conforma también la acción que desarrolla.

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN

1.- Comparte, de los puntos leídos, aquello que más te haya llamado la atención ¿Porqué?

2.- El modelo de acción social de Cáritas, introduce una nueva comprensión para la acción, de los puntos expuestos, ¿Cuál te parece más importante? ¿Porqué?

NOTAS;

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La comunidad cristiana es quien actúaEsta raíz creyente tiene además otra exigencia de orden más práctica pero no por ello menos profunda. El agente de la acción de Cáritas es la comunidad cristiana entera, que no está completa si no desarrolla su dimensión de servicio a los más pobres.

Así, cuando Cáritas actúa, es la comunidad entera quien lo hace. No es un grupo eclesial, sino la Iglesia entera en acción. Acción delegada y encarnada en personas concretas, que son y se sienten enviadas.

Una comunidad pobre, que comparte y universalLa realización de la comunión (koinonía) en el servicio (diakonía) en la Iglesia nos convoca a una concepción de la comunidad pobre y de los pobres: fijaos cómo se aman. Ello reclama la necesidad de cultivar las relaciones del compartir fraterno en el seno de la comunidad, donde también existen pobres.

Nos reclama, también, un espíritu de comunión entre las Iglesias: fijaos con qué fraternidad y solidaridad viven. Ello exige el desarrollo de una auténtica comunión de bienes entre las Iglesias a través de Cáritas.

Y esa comunidad cristiana entera es pobre y de los pobres, comparte lo material y lo intangible como signo, y es abierta, más allá de sus propias fronteras.

El voluntario como cauce del compromiso creyenteSer creyente, y miembro de la Iglesia exige de cada persona crecer en su fe cada día, y encarnarla también en un compromiso concreto. El voluntario de Cáritas, en particular, se convierte en una forma privilegiada de desarrollar esa dimensión ineludible de la fe.

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Así, la acción de Cáritas recibe un plus de gratuidad y de compromiso que forma parte de su identidad, y que, por tanto, conforma también la acción que desarrolla.

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN

1.- Comparte, de los puntos leídos, aquello que más te haya llamado la atención ¿Porqué?

2.- El modelo de acción social de Cáritas, introduce una nueva comprensión para la acción, de los puntos expuestos, ¿Cuál te parece más importante? ¿Porqué?

NOTAS;

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BLOQUE III:

LAS OPCIONES DEL MODELO SOCIAL DE CARITAS

1. Trabajar desde las potencialidades y las capacidades acompañando procesos.

Nuestro modelo de acción opta por un método centrado en el acompañamiento a los procesos de crecimiento de las personas y las comunidades, lo cual centra la atención a los “caminos” más que en las “metas”

Acompañar es entrar juntos en un proceso educativoLa acción acompaña, promueve, soporta –da soporte-, potencia, posibilita, dinamiza, detecta, valora la persona y dice sin palabras que se puede contar con ella; pero no suple. Se trata de un acompañar que no subordina, que no somete, que no hace demostración de lo que sabe, que no se apoya en la ignorancia del que no sabe, que no hace inútil a quien no es o ignora lo que es, que cuenta con el otro como protagonista, incluso cuando no comprende el proceso de motivación.

Sugiere, anima, escucha, exige, participa, convive,… es la referencia más cercana y más sinérgica. Su estilo de hacer, de situarse, y sus actitudes se conforman como fundamento de una relación educativa acorde con el proceso de ser. Y ello se realiza en la cotidianeidad del “acompañamiento” a los sujetos, muchas veces más desde el “estar” que desde lo que pudiéramos hacer y decir.

Acompañar es más estar que hacer, no puede suplir la acción del otro, pero tampoco es mera espera pasiva.

28

Acompañar es seguir el hilo de la vida, sin pretender controlarlo todo, preverlo todo… y es saber aprovechar lo no

esperado.

Acompañar en las necesidades: los satisfactoresLas necesidades humanas son finitas y no han cambiado en el transcurso de la humanidad: han sido, son y serán siempre las mismas. No podemos cambiarlas, lo que sí cambian son los bienes materiales, bienes que en la lógica del tener, no del ser, serán siempre insuficientes: necesitamos otra comprensión de las necesidades. Nuestra acción social se enmarca en el proceso de satisfacción de las necesidades que surgen del hecho de estar vivos y de vivir en sociedad. Nuestra opción implica acompañar la satisfacción de las necesidades humanas en una dirección humanizadora. Para ello necesitamos comprender las necesidades humanas en toda su hondura, pero sin confundirlas con los deseos.

Comprensión que no se queda en el hambre, sino que reconoce la libertad, el ocio, la participación, la identidad… como necesidades humanas. Se trata de una acción integral.

Acompañar en la participación: protagonismoNuestra acción apuesta y acompaña el proceso de personalización que busca el ser más persona y que parte de la situación en la que ella se encuentra y de sus posibilidades (no de sus carencias). La persona es el verdadero protagonista de su proceso, el territorio lo es de su desarrollo.

Todas las personas son capaces de ser protagonistas de sus vidas y están llamadas a serlo de la historia. Acompañar es creer en ello y ayudar a ello.

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BLOQUE III:

LAS OPCIONES DEL MODELO SOCIAL DE CARITAS

1. Trabajar desde las potencialidades y las capacidades acompañando procesos.

Nuestro modelo de acción opta por un método centrado en el acompañamiento a los procesos de crecimiento de las personas y las comunidades, lo cual centra la atención a los “caminos” más que en las “metas”

Acompañar es entrar juntos en un proceso educativoLa acción acompaña, promueve, soporta –da soporte-, potencia, posibilita, dinamiza, detecta, valora la persona y dice sin palabras que se puede contar con ella; pero no suple. Se trata de un acompañar que no subordina, que no somete, que no hace demostración de lo que sabe, que no se apoya en la ignorancia del que no sabe, que no hace inútil a quien no es o ignora lo que es, que cuenta con el otro como protagonista, incluso cuando no comprende el proceso de motivación.

Sugiere, anima, escucha, exige, participa, convive,… es la referencia más cercana y más sinérgica. Su estilo de hacer, de situarse, y sus actitudes se conforman como fundamento de una relación educativa acorde con el proceso de ser. Y ello se realiza en la cotidianeidad del “acompañamiento” a los sujetos, muchas veces más desde el “estar” que desde lo que pudiéramos hacer y decir.

Acompañar es más estar que hacer, no puede suplir la acción del otro, pero tampoco es mera espera pasiva.

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Acompañar es seguir el hilo de la vida, sin pretender controlarlo todo, preverlo todo… y es saber aprovechar lo no

esperado.

Acompañar en las necesidades: los satisfactoresLas necesidades humanas son finitas y no han cambiado en el transcurso de la humanidad: han sido, son y serán siempre las mismas. No podemos cambiarlas, lo que sí cambian son los bienes materiales, bienes que en la lógica del tener, no del ser, serán siempre insuficientes: necesitamos otra comprensión de las necesidades. Nuestra acción social se enmarca en el proceso de satisfacción de las necesidades que surgen del hecho de estar vivos y de vivir en sociedad. Nuestra opción implica acompañar la satisfacción de las necesidades humanas en una dirección humanizadora. Para ello necesitamos comprender las necesidades humanas en toda su hondura, pero sin confundirlas con los deseos.

Comprensión que no se queda en el hambre, sino que reconoce la libertad, el ocio, la participación, la identidad… como necesidades humanas. Se trata de una acción integral.

Acompañar en la participación: protagonismoNuestra acción apuesta y acompaña el proceso de personalización que busca el ser más persona y que parte de la situación en la que ella se encuentra y de sus posibilidades (no de sus carencias). La persona es el verdadero protagonista de su proceso, el territorio lo es de su desarrollo.

Todas las personas son capaces de ser protagonistas de sus vidas y están llamadas a serlo de la historia. Acompañar es creer en ello y ayudar a ello.

Page 32: Elmodelode acciónsocial deCáritas€¦ · 5 Presentación… La construcción de una sociedad más justa exige, entre otras acciones, una formación transformadora que favorezca

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BLOQUE III:

LAS OPCIONES DEL MODELO SOCIAL DE CARITAS

1. Trabajar desde las potencialidades y las capacidades acompañando procesos.

Nuestro modelo de acción opta por un método centrado en el acompañamiento a los procesos de crecimiento de las personas y las comunidades, lo cual centra la atención a los “caminos” más que en las “metas”

Acompañar es entrar juntos en un proceso educativoLa acción acompaña, promueve, soporta –da soporte-, potencia, posibilita, dinamiza, detecta, valora la persona y dice sin palabras que se puede contar con ella; pero no suple. Se trata de un acompañar que no subordina, que no somete, que no hace demostración de lo que sabe, que no se apoya en la ignorancia del que no sabe, que no hace inútil a quien no es o ignora lo que es, que cuenta con el otro como protagonista, incluso cuando no comprende el proceso de motivación.

Sugiere, anima, escucha, exige, participa, convive,… es la referencia más cercana y más sinérgica. Su estilo de hacer, de situarse, y sus actitudes se conforman como fundamento de una relación educativa acorde con el proceso de ser. Y ello se realiza en la cotidianeidad del “acompañamiento” a los sujetos, muchas veces más desde el “estar” que desde lo que pudiéramos hacer y decir.

Acompañar es más estar que hacer, no puede suplir la acción del otro, pero tampoco es mera espera pasiva.

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Acompañar es seguir el hilo de la vida, sin pretender controlarlo todo, preverlo todo… y es saber aprovechar lo no

esperado.

Acompañar en las necesidades: los satisfactoresLas necesidades humanas son finitas y no han cambiado en el transcurso de la humanidad: han sido, son y serán siempre las mismas. No podemos cambiarlas, lo que sí cambian son los bienes materiales, bienes que en la lógica del tener, no del ser, serán siempre insuficientes: necesitamos otra comprensión de las necesidades. Nuestra acción social se enmarca en el proceso de satisfacción de las necesidades que surgen del hecho de estar vivos y de vivir en sociedad. Nuestra opción implica acompañar la satisfacción de las necesidades humanas en una dirección humanizadora. Para ello necesitamos comprender las necesidades humanas en toda su hondura, pero sin confundirlas con los deseos.

Comprensión que no se queda en el hambre, sino que reconoce la libertad, el ocio, la participación, la identidad… como necesidades humanas. Se trata de una acción integral.

Acompañar en la participación: protagonismoNuestra acción apuesta y acompaña el proceso de personalización que busca el ser más persona y que parte de la situación en la que ella se encuentra y de sus posibilidades (no de sus carencias). La persona es el verdadero protagonista de su proceso, el territorio lo es de su desarrollo.

Todas las personas son capaces de ser protagonistas de sus vidas y están llamadas a serlo de la historia. Acompañar es creer en ello y ayudar a ello.

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2. Ser cauce de la acción de la comunidad eclesial

Cuando Cáritas actúa no es ella quien lo hace, sino la Iglesia en su conjunto, la comunidad cristiana es el agente. Pero esta afirmación ha de tener unas implicaciones para ser más que una frase. Nuestro modelo opta por esto, quiero que nuestra acción y nuestra organización sea cauce para el desarrollo del compromiso con los pobres de toda la Iglesia.

Animar la comunidad cristianaAnimar la acción socio-caritativa de las comunidades eclesiales es una tarea de toda la iglesia, en la que Cáritas ha de jugar un papel esencial, trabajando porque estas asuman su parte de responsabilidad.

Cáritas está llamada a animar esos procesos y trabajar para que las distintas comunidades cristianas y cada uno de sus agentes asuman su parte de responsabilidad. Se trata de una tarea dirigida antes a la animación de la comunidad que a su suplantación o la puesta en marcha de iniciativas al margen de ella.

EnviadosQueremos incidir en una dimensión no tanto hacia “afuera” del ámbito de Cáritas como hacia el interior de nosotros mismos, dimensión y conciencia de ser “enviados”.

Sabernos enviados tiene que ver con la conciencia con la que hacemos la tarea, tiene que ver con sabernos portavoces de otros y no protagonistas; tiene que ver con la apertura hacia las propuestas de otros, con la capacidad de darlas cauce, animarlas y acompañarlas. Tiene que ver con reconocer, animar y apoyar la diversidad de carismas y servicios existentes en la comunidad eclesial.

30

En Cáritas somos enviados, lo que hacemos no puede ser “cosa nuestra”, lo es de toda la Iglesia. De ahí es también tarea nuestra animar, impulsar y acompañar la acción de otros.

Signos e instrumentos del Reino: acciones significativasNuestras acciones, por muy sencillas y cotidianas que sean, tienen que surgir de motivaciones claras y estar impregnadas de valores alternativos que permitan traslucir su significado, que no es otra cosa que la construcción de una sociedad inspirada en los valores evangélicos. Nuestras acciones serán significativas si desarrollan procesos de personalización, humanización y liberación. Serán signo si hacen lo que predican.

Nuestras acciones, para ser significativas, han de estar en las claves de la evangelización: el testimonio y el anuncio, hechos desde la encarnación, y la denuncia profética.

Promover el voluntariado entre los creyentesUna forma particular de animar a la comunidad cristiana en el desarrollo de su dimensión de servicio es la promoción del compromiso creyente en acciones de Cáritas.

Cuando Cáritas actúa no es ella quien lo hace, sino la Iglesia en su conjunto; la comunidad cristiana es el agente. Nuestro modelo opta por esto, quiere que nuestra acción y nuestra organización sean cauce para el desarrollo del compromiso con los pobres de toda la Iglesia.

3. Acción integral La persona ser integralHemos de considerar a la persona como un ser integral, en el que no se puede actuar en un aspecto de manera superficial de cara al resto de los mismos.

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2. Ser cauce de la acción de la comunidad eclesial

Cuando Cáritas actúa no es ella quien lo hace, sino la Iglesia en su conjunto, la comunidad cristiana es el agente. Pero esta afirmación ha de tener unas implicaciones para ser más que una frase. Nuestro modelo opta por esto, quiero que nuestra acción y nuestra organización sea cauce para el desarrollo del compromiso con los pobres de toda la Iglesia.

Animar la comunidad cristianaAnimar la acción socio-caritativa de las comunidades eclesiales es una tarea de toda la iglesia, en la que Cáritas ha de jugar un papel esencial, trabajando porque estas asuman su parte de responsabilidad.

Cáritas está llamada a animar esos procesos y trabajar para que las distintas comunidades cristianas y cada uno de sus agentes asuman su parte de responsabilidad. Se trata de una tarea dirigida antes a la animación de la comunidad que a su suplantación o la puesta en marcha de iniciativas al margen de ella.

EnviadosQueremos incidir en una dimensión no tanto hacia “afuera” del ámbito de Cáritas como hacia el interior de nosotros mismos, dimensión y conciencia de ser “enviados”.

Sabernos enviados tiene que ver con la conciencia con la que hacemos la tarea, tiene que ver con sabernos portavoces de otros y no protagonistas; tiene que ver con la apertura hacia las propuestas de otros, con la capacidad de darlas cauce, animarlas y acompañarlas. Tiene que ver con reconocer, animar y apoyar la diversidad de carismas y servicios existentes en la comunidad eclesial.

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En Cáritas somos enviados, lo que hacemos no puede ser “cosa nuestra”, lo es de toda la Iglesia. De ahí es también tarea nuestra animar, impulsar y acompañar la acción de otros.

Signos e instrumentos del Reino: acciones significativasNuestras acciones, por muy sencillas y cotidianas que sean, tienen que surgir de motivaciones claras y estar impregnadas de valores alternativos que permitan traslucir su significado, que no es otra cosa que la construcción de una sociedad inspirada en los valores evangélicos. Nuestras acciones serán significativas si desarrollan procesos de personalización, humanización y liberación. Serán signo si hacen lo que predican.

Nuestras acciones, para ser significativas, han de estar en las claves de la evangelización: el testimonio y el anuncio, hechos desde la encarnación, y la denuncia profética.

Promover el voluntariado entre los creyentesUna forma particular de animar a la comunidad cristiana en el desarrollo de su dimensión de servicio es la promoción del compromiso creyente en acciones de Cáritas.

Cuando Cáritas actúa no es ella quien lo hace, sino la Iglesia en su conjunto; la comunidad cristiana es el agente. Nuestro modelo opta por esto, quiere que nuestra acción y nuestra organización sean cauce para el desarrollo del compromiso con los pobres de toda la Iglesia.

3. Acción integral La persona ser integralHemos de considerar a la persona como un ser integral, en el que no se puede actuar en un aspecto de manera superficial de cara al resto de los mismos.

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Esta concepción nos lleva a optar por una acción integral, que aun cuando aborde una parte, sea consciente que está afectando al conjunto del ser de la persona. Por ello, partir de las potencialidades tiene tanta importancia.

Pero integralidad no es sinónimo de totalidad. La persona es un sistema, no podemos trabajar por partes, no debemos fragmentar, sino buscar una intervención integral a la par que respetuosa con la libertad.

Transformar personas, comunidades y estructurasNuestra acción abarca los tres grandes espacios de lo humano, no sería nuestra acción si no trabajara con personas concretas, poniendo rostro, pero tampoco si no lo hiciera con las comunidades de las que esas personas forman parte.

De igual manera, nuestra acción ha de contribuir al cambio de las estructuras y los procesos sociales, que se conforman como elementos sustantivos del devenir social, comunitario y personal.

Así, la acción social de Cáritas opta por la transformación de manera integral, abarcando todas las dimensiones, acompañando personas, animando comunidades, y haciendo denuncia profética cuando esta sea necesaria.

Nuestra acción incide en las personas, en las comunidades y en las estructuras y procesos sociales. Y apuesta por la transformación integral de todas las dimensiones, no queremos olvidar ninguna.

La dimensión universal de la caridad.Nuestra acción ha de ser “glocal”, incidir a la vez aquí y allí, en lo cercano y en lo lejano.

32

El sufrimiento de nuestros hermanos de otros países, y las injustas relaciones internacionales no pueden ser ajenas a nuestra acción.

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN

1.- Comparte, de los puntos leídos, aquello que más te haya llamado la atención ¿Porqué?

2.- Hemos visto, como nuestro modelo de acción opta por un método centrado en el acompañamiento de la persona. - Enumera y explica que acciones de acompañamiento tenéis plenamente asumidas en vuestro grupo y cuáles deberíais de asumir.

3.- ¿Cómo podemos ser cauce de animación para toda la comunidad eclesial?

NOTAS

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BLOQUE IV:

DEL PENSAMIENTO A LA ACCIÓN

Todo lo dicho hasta ahora es un esfuerzo (siempre incompleto) de reflexión, una formulación (siempre mejorable) de un pensamiento compartido sobre el “ser del hacer” de Cáritas. Pero este pensamiento hemos de ser capaces de concretarlo en la acción que realizamos. Si no habrá sido en vano.

Para ello este último apartado, que simplemente pretende iniciar ese proceso, apuntando algunos elementos sustantivos que nos ayuden en esa tarea. Desde luego no pretende agotarla, ni decir todo.

1. Sobre el qué hacer y el qué no hacer Nuestras acciones deberán responder a la realidad, y en especial a la de los más pobres. Para lo cual es preciso desarrollar la capacidad de atención y análisis permanente.

Son necesarios procesos de discernimiento sobre lo que emprendemos y por qué lo hacemos. Igual no hay que hacer todo lo que “es posible”, sino solo lo que es “necesario”. Es muy importante estar atentos a no hacer porque hay dinero para ello.

El carácter significativo de nuestras acciones nos exige eficacia en el servicio a los pobres y excluidos. Así como los milagros de Jesús eran servicios de una utilidad palpable para los beneficiarios y significaban el Reino de Dios, nuestras acciones deben incluir actuaciones concretas y útiles para poder proyectar toda su simbología.

34

Sabemos que hay otros que hacen; a veces nos gusta lo que hacen, y otras no tanto. En el primero de los casos, el asunto es sencillo: apoyaremos y no duplicaremos. En el segundo debemos preguntarnos si es mejor competir o complementar.

Nuestras acciones no son propiedad nuestra, han de contribuir a que otros agentes asuman sus responsabilidades; por ello no debe darnos miedo traspasar responsabilidades a otros. Incluso aquellas acciones que nosotros iniciamos.

2. Sobre quién ha de hacer El agente impulsor de los proyectos habrán de ser las comunidades, y en especial las comunidades parroquiales, animadas por el equipo de Cáritas parroquial.

Cuando una acción, por sus características y necesidades, trascienda las posibilidades de una comunidad parroquial, se evitará que éstas queden al margen, buscando fórmulas de protagonismo unificado.

Cáritas dará también apoyo y soporte (económico, humano, de formación…) a otras iniciativas de grupos de Iglesia que, aún no llevando la firma de la entidad, respondan al espíritu de este modelo.

Facilitar el encuentro, el intercambio y la colaboración de comunidades, instituciones, grupos y personas que actúan en el ámbito de la pobreza y la exclusión.

3. Sobre el cómo hacer Nuestras acciones serán fruto del diálogo con el conjunto de las personas que intervienen en ella; nosotros proponemos, no imponemos. Por ello estará siempre en cambio, en proceso de transformación. “Perderán tiempo” en el estar, en la presencia, en la escucha.

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Esta concepción nos lleva a optar por una acción integral, que aun cuando aborde una parte, sea consciente que está afectando al conjunto del ser de la persona. Por ello, partir de las potencialidades tiene tanta importancia.

Pero integralidad no es sinónimo de totalidad. La persona es un sistema, no podemos trabajar por partes, no debemos fragmentar, sino buscar una intervención integral a la par que respetuosa con la libertad.

Transformar personas, comunidades y estructurasNuestra acción abarca los tres grandes espacios de lo humano, no sería nuestra acción si no trabajara con personas concretas, poniendo rostro, pero tampoco si no lo hiciera con las comunidades de las que esas personas forman parte.

De igual manera, nuestra acción ha de contribuir al cambio de las estructuras y los procesos sociales, que se conforman como elementos sustantivos del devenir social, comunitario y personal.

Así, la acción social de Cáritas opta por la transformación de manera integral, abarcando todas las dimensiones, acompañando personas, animando comunidades, y haciendo denuncia profética cuando esta sea necesaria.

Nuestra acción incide en las personas, en las comunidades y en las estructuras y procesos sociales. Y apuesta por la transformación integral de todas las dimensiones, no queremos olvidar ninguna.

La dimensión universal de la caridad.Nuestra acción ha de ser “glocal”, incidir a la vez aquí y allí, en lo cercano y en lo lejano.

32

El sufrimiento de nuestros hermanos de otros países, y las injustas relaciones internacionales no pueden ser ajenas a nuestra acción.

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN

1.- Comparte, de los puntos leídos, aquello que más te haya llamado la atención ¿Porqué?

2.- Hemos visto, como nuestro modelo de acción opta por un método centrado en el acompañamiento de la persona. - Enumera y explica que acciones de acompañamiento tenéis plenamente asumidas en vuestro grupo y cuáles deberíais de asumir.

3.- ¿Cómo podemos ser cauce de animación para toda la comunidad eclesial?

NOTAS

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BLOQUE IV:

DEL PENSAMIENTO A LA ACCIÓN

Todo lo dicho hasta ahora es un esfuerzo (siempre incompleto) de reflexión, una formulación (siempre mejorable) de un pensamiento compartido sobre el “ser del hacer” de Cáritas. Pero este pensamiento hemos de ser capaces de concretarlo en la acción que realizamos. Si no habrá sido en vano.

Para ello este último apartado, que simplemente pretende iniciar ese proceso, apuntando algunos elementos sustantivos que nos ayuden en esa tarea. Desde luego no pretende agotarla, ni decir todo.

1. Sobre el qué hacer y el qué no hacer Nuestras acciones deberán responder a la realidad, y en especial a la de los más pobres. Para lo cual es preciso desarrollar la capacidad de atención y análisis permanente.

Son necesarios procesos de discernimiento sobre lo que emprendemos y por qué lo hacemos. Igual no hay que hacer todo lo que “es posible”, sino solo lo que es “necesario”. Es muy importante estar atentos a no hacer porque hay dinero para ello.

El carácter significativo de nuestras acciones nos exige eficacia en el servicio a los pobres y excluidos. Así como los milagros de Jesús eran servicios de una utilidad palpable para los beneficiarios y significaban el Reino de Dios, nuestras acciones deben incluir actuaciones concretas y útiles para poder proyectar toda su simbología.

34

Sabemos que hay otros que hacen; a veces nos gusta lo que hacen, y otras no tanto. En el primero de los casos, el asunto es sencillo: apoyaremos y no duplicaremos. En el segundo debemos preguntarnos si es mejor competir o complementar.

Nuestras acciones no son propiedad nuestra, han de contribuir a que otros agentes asuman sus responsabilidades; por ello no debe darnos miedo traspasar responsabilidades a otros. Incluso aquellas acciones que nosotros iniciamos.

2. Sobre quién ha de hacer El agente impulsor de los proyectos habrán de ser las comunidades, y en especial las comunidades parroquiales, animadas por el equipo de Cáritas parroquial.

Cuando una acción, por sus características y necesidades, trascienda las posibilidades de una comunidad parroquial, se evitará que éstas queden al margen, buscando fórmulas de protagonismo unificado.

Cáritas dará también apoyo y soporte (económico, humano, de formación…) a otras iniciativas de grupos de Iglesia que, aún no llevando la firma de la entidad, respondan al espíritu de este modelo.

Facilitar el encuentro, el intercambio y la colaboración de comunidades, instituciones, grupos y personas que actúan en el ámbito de la pobreza y la exclusión.

3. Sobre el cómo hacer Nuestras acciones serán fruto del diálogo con el conjunto de las personas que intervienen en ella; nosotros proponemos, no imponemos. Por ello estará siempre en cambio, en proceso de transformación. “Perderán tiempo” en el estar, en la presencia, en la escucha.

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BLOQUE IV:

DEL PENSAMIENTO A LA ACCIÓN

Todo lo dicho hasta ahora es un esfuerzo (siempre incompleto) de reflexión, una formulación (siempre mejorable) de un pensamiento compartido sobre el “ser del hacer” de Cáritas. Pero este pensamiento hemos de ser capaces de concretarlo en la acción que realizamos. Si no habrá sido en vano.

Para ello este último apartado, que simplemente pretende iniciar ese proceso, apuntando algunos elementos sustantivos que nos ayuden en esa tarea. Desde luego no pretende agotarla, ni decir todo.

1. Sobre el qué hacer y el qué no hacer Nuestras acciones deberán responder a la realidad, y en especial a la de los más pobres. Para lo cual es preciso desarrollar la capacidad de atención y análisis permanente.

Son necesarios procesos de discernimiento sobre lo que emprendemos y por qué lo hacemos. Igual no hay que hacer todo lo que “es posible”, sino solo lo que es “necesario”. Es muy importante estar atentos a no hacer porque hay dinero para ello.

El carácter significativo de nuestras acciones nos exige eficacia en el servicio a los pobres y excluidos. Así como los milagros de Jesús eran servicios de una utilidad palpable para los beneficiarios y significaban el Reino de Dios, nuestras acciones deben incluir actuaciones concretas y útiles para poder proyectar toda su simbología.

34

Sabemos que hay otros que hacen; a veces nos gusta lo que hacen, y otras no tanto. En el primero de los casos, el asunto es sencillo: apoyaremos y no duplicaremos. En el segundo debemos preguntarnos si es mejor competir o complementar.

Nuestras acciones no son propiedad nuestra, han de contribuir a que otros agentes asuman sus responsabilidades; por ello no debe darnos miedo traspasar responsabilidades a otros. Incluso aquellas acciones que nosotros iniciamos.

2. Sobre quién ha de hacer El agente impulsor de los proyectos habrán de ser las comunidades, y en especial las comunidades parroquiales, animadas por el equipo de Cáritas parroquial.

Cuando una acción, por sus características y necesidades, trascienda las posibilidades de una comunidad parroquial, se evitará que éstas queden al margen, buscando fórmulas de protagonismo unificado.

Cáritas dará también apoyo y soporte (económico, humano, de formación…) a otras iniciativas de grupos de Iglesia que, aún no llevando la firma de la entidad, respondan al espíritu de este modelo.

Facilitar el encuentro, el intercambio y la colaboración de comunidades, instituciones, grupos y personas que actúan en el ámbito de la pobreza y la exclusión.

3. Sobre el cómo hacer Nuestras acciones serán fruto del diálogo con el conjunto de las personas que intervienen en ella; nosotros proponemos, no imponemos. Por ello estará siempre en cambio, en proceso de transformación. “Perderán tiempo” en el estar, en la presencia, en la escucha.

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Nuestras acciones serán emprendidas con unas ciertas garantías de continuidad, siendo el proceso necesario quien marque el ritmo y no las fuentes de financiación.

Vincular la acción socio caritativa tanto a la pastoral de conjunto como, en concreto, a las otras acciones fundamentales de la comunidad cristiana: anuncio del Evangelio y celebración de la fe.

Tenemos la certeza de que la gracia de Dios es capaz de rehacer situaciones que, a los ojos del mundo, puedan parecer desesperadas o irresolubles. A nosotros nos mueve la esperanza de que Dios nunca abandona al hombre que sufre, sino que siempre sale a su encuentro con solicitud y amor.35

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN

1.- Comparte, de los puntos leídos, aquello que más te haya llamado la atención ¿Porqué?

2.- Después de la reflexión de todo el documento, ¿qué es lo que te parece más importante para que asumamos todos los grupos de Cáritas?

NOTAS

35 Plan Pastoral 2008-2012. Diócesis de Córdoba, nº 51, pag. 112

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GUIONES PARA LA ORACIÓN

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1. Encontrarse con Jesús en el dolor de los hermanos

AmbientaciónEn nuestra tarea de Cáritas habitualmente vemos a personas que sufren por diferentes motivos; pero puede ser que nuestra mirada no sea la mirada amistosa y compasiva con la que un hombre ha de mirar a otro. La parábola que Jesús nos propone, nos muestra a un hombre al que, al igual que a una madre ante su hijo, “se le conmovieron las entrañas”. La actitud del samaritano ante el dolor del hombre herido, es la misma que la de Dios frente al sufrimiento de sus hijos. Este hombre no se limita a tener un simple sentimiento de “lástima” ante el dolor ajeno como observamos en los otros dos personajes. Él añade una acción a favor de aquel hombre que sufre. Esta acción llenará “la pobreza del corazón de su hermano”; será pura misericordia.

Escuchamos la Palabra de Dios: Lc 10, 25-37 Se levantó un maestro de la ley y le preguntó a Jesús: "Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?" Él le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" Respondió: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo." Díjole entonces: "Bien has respondido. Haz eso y vivirás." Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: "Y ¿quién es mi prójimo?" Jesús respondió: "Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva."

38

¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?" El dijo: "El que practicó la misericordia con él." Díjole Jesús: "Vete y haz tú lo mismo."

Oramos juntos…

En este momento quien lo desee puede expresar y compartir la resonancia de la Palabra de Dios: una petición, acción de gracias, perdón..

Recordamos a María poniendo nuestro trabajo en sus manos: Dios te salve, Maria…

¡María, Madre de los pobres, ruega por nosotros!

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Nuestras acciones serán emprendidas con unas ciertas garantías de continuidad, siendo el proceso necesario quien marque el ritmo y no las fuentes de financiación.

Vincular la acción socio caritativa tanto a la pastoral de conjunto como, en concreto, a las otras acciones fundamentales de la comunidad cristiana: anuncio del Evangelio y celebración de la fe.

Tenemos la certeza de que la gracia de Dios es capaz de rehacer situaciones que, a los ojos del mundo, puedan parecer desesperadas o irresolubles. A nosotros nos mueve la esperanza de que Dios nunca abandona al hombre que sufre, sino que siempre sale a su encuentro con solicitud y amor.35

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN

1.- Comparte, de los puntos leídos, aquello que más te haya llamado la atención ¿Porqué?

2.- Después de la reflexión de todo el documento, ¿qué es lo que te parece más importante para que asumamos todos los grupos de Cáritas?

NOTAS

35 Plan Pastoral 2008-2012. Diócesis de Córdoba, nº 51, pag. 112

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GUIONES PARA LA ORACIÓN

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1. Encontrarse con Jesús en el dolor de los hermanos

AmbientaciónEn nuestra tarea de Cáritas habitualmente vemos a personas que sufren por diferentes motivos; pero puede ser que nuestra mirada no sea la mirada amistosa y compasiva con la que un hombre ha de mirar a otro. La parábola que Jesús nos propone, nos muestra a un hombre al que, al igual que a una madre ante su hijo, “se le conmovieron las entrañas”. La actitud del samaritano ante el dolor del hombre herido, es la misma que la de Dios frente al sufrimiento de sus hijos. Este hombre no se limita a tener un simple sentimiento de “lástima” ante el dolor ajeno como observamos en los otros dos personajes. Él añade una acción a favor de aquel hombre que sufre. Esta acción llenará “la pobreza del corazón de su hermano”; será pura misericordia.

Escuchamos la Palabra de Dios: Lc 10, 25-37 Se levantó un maestro de la ley y le preguntó a Jesús: "Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?" Él le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" Respondió: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo." Díjole entonces: "Bien has respondido. Haz eso y vivirás." Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: "Y ¿quién es mi prójimo?" Jesús respondió: "Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva."

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¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?" El dijo: "El que practicó la misericordia con él." Díjole Jesús: "Vete y haz tú lo mismo."

Oramos juntos…

En este momento quien lo desee puede expresar y compartir la resonancia de la Palabra de Dios: una petición, acción de gracias, perdón..

Recordamos a María poniendo nuestro trabajo en sus manos: Dios te salve, Maria…

¡María, Madre de los pobres, ruega por nosotros!

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1. Encontrarse con Jesús en el dolor de los hermanos

AmbientaciónEn nuestra tarea de Cáritas habitualmente vemos a personas que sufren por diferentes motivos; pero puede ser que nuestra mirada no sea la mirada amistosa y compasiva con la que un hombre ha de mirar a otro. La parábola que Jesús nos propone, nos muestra a un hombre al que, al igual que a una madre ante su hijo, “se le conmovieron las entrañas”. La actitud del samaritano ante el dolor del hombre herido, es la misma que la de Dios frente al sufrimiento de sus hijos. Este hombre no se limita a tener un simple sentimiento de “lástima” ante el dolor ajeno como observamos en los otros dos personajes. Él añade una acción a favor de aquel hombre que sufre. Esta acción llenará “la pobreza del corazón de su hermano”; será pura misericordia.

Escuchamos la Palabra de Dios: Lc 10, 25-37 Se levantó un maestro de la ley y le preguntó a Jesús: "Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?" Él le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" Respondió: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo." Díjole entonces: "Bien has respondido. Haz eso y vivirás." Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: "Y ¿quién es mi prójimo?" Jesús respondió: "Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva."

38

¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?" El dijo: "El que practicó la misericordia con él." Díjole Jesús: "Vete y haz tú lo mismo."

Oramos juntos…

En este momento quien lo desee puede expresar y compartir la resonancia de la Palabra de Dios: una petición, acción de gracias, perdón..

Recordamos a María poniendo nuestro trabajo en sus manos: Dios te salve, Maria…

¡María, Madre de los pobres, ruega por nosotros!

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2. El corazón humilde percibe la misericordia de Dios

AmbientaciónPara poder percibir la presencia del Señor entre los pobres y en el seno de la comunidad cristiana es necesario tener un corazón humilde. La humildad es la virtud de ser realista ante la vida que nos ha tocado vivir. Humilde es aquel que tiene los pies en el suelo. Humilde es aquel que mirándose a si mismo se ve tal cual es, que contempla a los demás tal como son, y que intenta observar el mundo como realmente se presenta. Pero como cristianos, y como miembros de este grupo de Cáritas, podemos decir más, la humildad de nuestra vida solamente crece y se desarrolla cuando estamos en contacto con los pobres y débiles de nuestro mundo. Ellos nos hacen tener los pies en el suelo y ser realistas ante la vida.

Escuchamos la Palabra de Dios: Lc 18, 9-14 En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: “Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: -Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo. El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: -Oh Dios!, ten compasión de este pecador. Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”

Oramos juntos Expresamos y compartimos la resonancia de la Palabra de Dios: una petición, acción de gracias, perdón..

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Recordamos a María y rezamos juntos. (Lc 1, 46-55)

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Amén

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1. Encontrarse con Jesús en el dolor de los hermanos

AmbientaciónEn nuestra tarea de Cáritas habitualmente vemos a personas que sufren por diferentes motivos; pero puede ser que nuestra mirada no sea la mirada amistosa y compasiva con la que un hombre ha de mirar a otro. La parábola que Jesús nos propone, nos muestra a un hombre al que, al igual que a una madre ante su hijo, “se le conmovieron las entrañas”. La actitud del samaritano ante el dolor del hombre herido, es la misma que la de Dios frente al sufrimiento de sus hijos. Este hombre no se limita a tener un simple sentimiento de “lástima” ante el dolor ajeno como observamos en los otros dos personajes. Él añade una acción a favor de aquel hombre que sufre. Esta acción llenará “la pobreza del corazón de su hermano”; será pura misericordia.

Escuchamos la Palabra de Dios: Lc 10, 25-37 Se levantó un maestro de la ley y le preguntó a Jesús: "Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?" Él le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" Respondió: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo." Díjole entonces: "Bien has respondido. Haz eso y vivirás." Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: "Y ¿quién es mi prójimo?" Jesús respondió: "Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva."

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¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?" El dijo: "El que practicó la misericordia con él." Díjole Jesús: "Vete y haz tú lo mismo."

Oramos juntos…

En este momento quien lo desee puede expresar y compartir la resonancia de la Palabra de Dios: una petición, acción de gracias, perdón..

Recordamos a María poniendo nuestro trabajo en sus manos: Dios te salve, Maria…

¡María, Madre de los pobres, ruega por nosotros!

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2. El corazón humilde percibe la misericordia de Dios

AmbientaciónPara poder percibir la presencia del Señor entre los pobres y en el seno de la comunidad cristiana es necesario tener un corazón humilde. La humildad es la virtud de ser realista ante la vida que nos ha tocado vivir. Humilde es aquel que tiene los pies en el suelo. Humilde es aquel que mirándose a si mismo se ve tal cual es, que contempla a los demás tal como son, y que intenta observar el mundo como realmente se presenta. Pero como cristianos, y como miembros de este grupo de Cáritas, podemos decir más, la humildad de nuestra vida solamente crece y se desarrolla cuando estamos en contacto con los pobres y débiles de nuestro mundo. Ellos nos hacen tener los pies en el suelo y ser realistas ante la vida.

Escuchamos la Palabra de Dios: Lc 18, 9-14 En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: “Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: -Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo. El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: -Oh Dios!, ten compasión de este pecador. Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”

Oramos juntos Expresamos y compartimos la resonancia de la Palabra de Dios: una petición, acción de gracias, perdón..

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Recordamos a María y rezamos juntos. (Lc 1, 46-55)

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Amén

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3. Mirar la vida desde los pobres

AmbientaciónOptar por los pobres es saber mirarlos de manera especial. No andar por la vida con mirada distraída. Fijarnos en los pequeños, los humillados, los que sobran. Pensar en ellos, estar atentos a esa pobreza inmensa, creciente, vergonzosa de tantos pueblos hundidos en el hambre y la miseria. Es muy importante mirar la vida desde los pobres. Lo que vemos depende de dónde nos coloquemos. No es lo mismo mirar el mundo desde arriba, desde los intereses de nuestro pueblo o las preocupaciones de nuestra iglesia, que mirarlo desde abajo, desde las necesidades y sufrimientos de los que no tienen pan ni dignidad. Cada uno hemos de preguntarnos qué podemos hacer, como concretar nuestra responsabilidad, como defender la causa de los últimos, como concienciarnos más, como hacer valer los derechos de los débiles, como compartir más lo que tenemos. Podemos engañarnos de muchas maneras, pero todo es inútil. No se puede seguir a Jesús sin optar de manera preferente por los pobres.

Escuchamos la Palabra de Dios. Lc 14, 1.7-14 Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: -“Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: -Cédele el puesto a éste. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarse en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: -Amigo, sube más arriba. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillando, y el que se humilla será enaltecido”. Y dijo al que lo había invitado:

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-“Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos”.

Oramos juntos

Quién se ha lavado con lágrimas y se baña en misericordia, el que tiene ojos de niño y corazón de pobres, el de manos generosas y alma de enamorado, quien se viste de ternura y se ciñe con la paz. Podrá subir al monde del Señor.

Quien se arrodilla ante el herido y besa sus heridas, quien defiende al oprimido aún a costa de su vida, el que acude ligero a la llamada del necesitado, quien tiene hambre de justicia y sed de misericordia. Vivirá en el monte del Señor

Quien se rebela y profetiza contra el poder sin entrañas, quien llora con las víctimas del terror y la injusticia, quien promueve el diálogo y trabaja por la paz, quien cree en el ser humano y es testigo del Amor. Entrará en la casa del Señor.

Compartimos… intenciones, acción de gracias o el fruto de la oración y la Palabra de Dios.

Terminamos dando gracias: “Gracias Señor, por el don que has hecho a tu Iglesia en nuestros días: el don de la inquietud por los pobres, de la denuncia de la opresión y la injusticia, de la lucha por la liberación en las almas de los hombres y en la estructuras de la sociedad. Gracias por el valor de tu Iglesia para denunciar la pobreza y luchar contra la opresión. ¡Gracias por la Iglesia de los pobres!” (Carlos G. Vallés)

Rezamos juntos: Padrenuestro

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3. Mirar la vida desde los pobres

AmbientaciónOptar por los pobres es saber mirarlos de manera especial. No andar por la vida con mirada distraída. Fijarnos en los pequeños, los humillados, los que sobran. Pensar en ellos, estar atentos a esa pobreza inmensa, creciente, vergonzosa de tantos pueblos hundidos en el hambre y la miseria. Es muy importante mirar la vida desde los pobres. Lo que vemos depende de dónde nos coloquemos. No es lo mismo mirar el mundo desde arriba, desde los intereses de nuestro pueblo o las preocupaciones de nuestra iglesia, que mirarlo desde abajo, desde las necesidades y sufrimientos de los que no tienen pan ni dignidad. Cada uno hemos de preguntarnos qué podemos hacer, como concretar nuestra responsabilidad, como defender la causa de los últimos, como concienciarnos más, como hacer valer los derechos de los débiles, como compartir más lo que tenemos. Podemos engañarnos de muchas maneras, pero todo es inútil. No se puede seguir a Jesús sin optar de manera preferente por los pobres.

Escuchamos la Palabra de Dios. Lc 14, 1.7-14 Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: -“Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: -Cédele el puesto a éste. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarse en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: -Amigo, sube más arriba. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillando, y el que se humilla será enaltecido”. Y dijo al que lo había invitado:

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-“Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos”.

Oramos juntos

Quién se ha lavado con lágrimas y se baña en misericordia, el que tiene ojos de niño y corazón de pobres, el de manos generosas y alma de enamorado, quien se viste de ternura y se ciñe con la paz. Podrá subir al monde del Señor.

Quien se arrodilla ante el herido y besa sus heridas, quien defiende al oprimido aún a costa de su vida, el que acude ligero a la llamada del necesitado, quien tiene hambre de justicia y sed de misericordia. Vivirá en el monte del Señor

Quien se rebela y profetiza contra el poder sin entrañas, quien llora con las víctimas del terror y la injusticia, quien promueve el diálogo y trabaja por la paz, quien cree en el ser humano y es testigo del Amor. Entrará en la casa del Señor.

Compartimos… intenciones, acción de gracias o el fruto de la oración y la Palabra de Dios.

Terminamos dando gracias: “Gracias Señor, por el don que has hecho a tu Iglesia en nuestros días: el don de la inquietud por los pobres, de la denuncia de la opresión y la injusticia, de la lucha por la liberación en las almas de los hombres y en la estructuras de la sociedad. Gracias por el valor de tu Iglesia para denunciar la pobreza y luchar contra la opresión. ¡Gracias por la Iglesia de los pobres!” (Carlos G. Vallés)

Rezamos juntos: Padrenuestro

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4. El rostro del Dios de la compasión

AmbientaciónTodos los días leemos las noticias más crueles y contemplamos imágenes de destrucciones en masa, asesinatos, catástrofes, muertes de víctimas inocentes, mientras seguimos despreocupadamente nuestra vida. Lo que buscamos, con frecuencia, es recuperar nuestra pequeña tranquilidad. Deseamos que desaparezcan el hambre y la miseria del mundo, pero simplemente para que no nos molesten demasiado. Deseamos que nadie sufra junto a nosotros, sencillamente porque no queremos ver amenazada nuestra pequeña felicidad diaria. La actitud de Jesús nos desenmascara y descubre que nuestro nivel de humanidad es terriblemente bajo. Jesús es alguien que vive con gozo profundo la vida de cada día, pero esa alegría no es una anestesia que le impide ser sensible al dolor que le rodea. En Jesús vamos descubriendo que sólo quien tiene capacidad de gozar profundamente del amor del Padre a los pequeños, tiene capacidad de sufrir con ellos y aliviar su dolor.

Escuchamos la Palabra de Dios. Lc 7, 11-17 Jesús se dirigió poco después a un pueblo llamado Naín, y con él iban sus discípulos y un buen número de personas. Cuando llegó a la puerta del pueblo, sacaban a enterrar a un muerto: era el hijo único de su madre, que era viuda, y mucha gente del pueblo la acompañaba. Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: “No llores”. Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron. Dijo Jesús entonces: “Joven, yo te lo mando, levántate”. Se incorporó el muerto inmediatamente y se puso a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Un santo temor se apoderó de todos y alababan a Dios, diciendo:”Es un gran profeta el que nos ha llegado. Dios ha visitado a su pueblo”. Lo mismo se rumoreaba de él en todo el país judío y en sus alrededores.

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Oramos juntos (Salmo 85)

Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti;

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo, y tú me escuchas. No tienes igual entre los dioses, Señor, ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán a postrase en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre: “Grande eres tú, y haces maravillas; Tú eres el único Dios.

Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío; daré gloria a tu nombre por siempre, por tu gran piedad para conmigo, porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí, una banda de insolentes atenta contra mi vida, sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal, mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo, salva al hijo de tu esclava; dame una señal propicia, que la vean mis adversarios y se avergüencen, porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

Cada uno puede, en este momento presentar el fruto de esta oración

Rezamos juntos al Señor: Padre nuestro

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4. El rostro del Dios de la compasión

AmbientaciónTodos los días leemos las noticias más crueles y contemplamos imágenes de destrucciones en masa, asesinatos, catástrofes, muertes de víctimas inocentes, mientras seguimos despreocupadamente nuestra vida. Lo que buscamos, con frecuencia, es recuperar nuestra pequeña tranquilidad. Deseamos que desaparezcan el hambre y la miseria del mundo, pero simplemente para que no nos molesten demasiado. Deseamos que nadie sufra junto a nosotros, sencillamente porque no queremos ver amenazada nuestra pequeña felicidad diaria. La actitud de Jesús nos desenmascara y descubre que nuestro nivel de humanidad es terriblemente bajo. Jesús es alguien que vive con gozo profundo la vida de cada día, pero esa alegría no es una anestesia que le impide ser sensible al dolor que le rodea. En Jesús vamos descubriendo que sólo quien tiene capacidad de gozar profundamente del amor del Padre a los pequeños, tiene capacidad de sufrir con ellos y aliviar su dolor.

Escuchamos la Palabra de Dios. Lc 7, 11-17 Jesús se dirigió poco después a un pueblo llamado Naín, y con él iban sus discípulos y un buen número de personas. Cuando llegó a la puerta del pueblo, sacaban a enterrar a un muerto: era el hijo único de su madre, que era viuda, y mucha gente del pueblo la acompañaba. Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: “No llores”. Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron. Dijo Jesús entonces: “Joven, yo te lo mando, levántate”. Se incorporó el muerto inmediatamente y se puso a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Un santo temor se apoderó de todos y alababan a Dios, diciendo:”Es un gran profeta el que nos ha llegado. Dios ha visitado a su pueblo”. Lo mismo se rumoreaba de él en todo el país judío y en sus alrededores.

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Oramos juntos (Salmo 85)

Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti;

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo, y tú me escuchas. No tienes igual entre los dioses, Señor, ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán a postrase en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre: “Grande eres tú, y haces maravillas; Tú eres el único Dios.

Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío; daré gloria a tu nombre por siempre, por tu gran piedad para conmigo, porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí, una banda de insolentes atenta contra mi vida, sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal, mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo, salva al hijo de tu esclava; dame una señal propicia, que la vean mis adversarios y se avergüencen, porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

Cada uno puede, en este momento presentar el fruto de esta oración

Rezamos juntos al Señor: Padre nuestro