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    EL INCONSCIENTE IDEOLGICO DE DON QUIJOTEY LA LOCURA NECESARIA

    David Becerra MayorUniversidad Autnoma de Madrid / FIM

    Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajocircunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias conque se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por elpasado. La tradicin de todas las generaciones muertas oprime como unapesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando stos aparentan dedicarseprecisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nuncavisto, en estas pocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjurantemerosos en su exilio los espritus del pasado, toman prestados sus nombres,sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable yeste lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal.

    Karl Marx, El dieciocho brumario de Luis Bonaparte

    I

    Basta con leer una sola lnea para advertir que la obra de Cervantes se reconoce as misma como lo que es: una novela. La clebre y tantas veces repetida primeralnea de El Quijote es suficiente para descubrir que estamos ante el nuevo gneroliterario que inaugura. Reproduzcmoslo aqu, aunque sea por ensima vez:

    En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo queviva un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocn flaco y galgo corredor

    (1605, I: 97)1.

    En 1941, Mijail Bajtin escriba un artculo titulado pica y novela (acerca de lametodologa del anlisis novelstico)2 con el que estableca las diferenciasfundamentales entre el universo literario de la epopeya clsica y la novelamoderna. La diferencia estriba para Bajtin en que los espacios de la pica sonsiempre perfectos y cerrados, inalterables e inaccesibles a la experiencia personal.La tragedia se genera en este universo perfecto, en el que el hroe no puede sinosometerse a un destino previamente escrito: El hroe pico y el trgico no sonnada al margen de su destino y del argumento supeditado a ste3. La accin pica,aadira Bajtin, transcurre en un tiempo histrico lejano: el universo pico est

    separado de la contemporaneidad, es decir, de la poca rapsoda (del autor y sus

    1Miguel de CERVANTES, Don Quijote de la Mancha, ed. de John Jay Allen, Madrid, Ctedra, 1998, 2vols. Todas las referencias que se hagan del texto cervantino a partir de ahora provendrn de laedicin aqu citada. Se introducirn, entre parntesis, en el cuerpo del artculo, diferenciando una yotra parte a partir de la fecha de publicacin, y anotando nmero de captulo y pgina.2 Mijail BAJTIN, pica y novela (acerca de la metodologa del anlisis novelstico), en Teora yesttica de la novela, Madrid, Taurus, 1989, pgs. 449-485. Vid. igualmente los captulos Las

    civilizaciones cerradas y Epopeya y novela de Georg Lukcs, en Teora de la novela, Barcelona,Siglo XX, 1970, pgs. 29-39 y 59-72.3Mijail BAJTIN, Op. cit., pg. 481.

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    oyentes), por una distancia de pica absoluta4. La distancia pica permite que eluniverso pico [adquiera] su extraordinaria perfeccin5.

    La novela, por su lado, nace -en terminologa bajtiniana- con la ruptura de ladistancia pica, ubicando la accin en el tiempo histrico presente, imperfecto y

    abierto. Pues bien, esto es lo que hace precisamente Cervantes al iniciar el Quijote.Y lo logra por medio de los modificadores negativos de las oraciones enunciativasde la primera lnea de la novela. Por un lado, con el no ha mucho tiempo queviva el narrador est inscribiendo la accin en la contemporaneidad, se destruyela distancia pica con la instauracin del cronotopo. Por otro lado, el no quieroacordarme -perfrasis cuyo verbo auxiliar no implica necesariamente voluntad enel castellano clsico-, alerta con excesiva puntualidad que la parodia va a funcionarcomo hilo conductor de la trama quijotesca, por medio de lo que Bajtin denominel criticismo de los gneros:

    La novela parodia otros gneros [], desvela el convenciona lismo de sus formas y sulenguaje, excluye a algunos gneros, incluye a otros en su propia estructura,interpretndolos y reacentundolos6.

    La propuesta cervantina de parodiar el gnero caballeresco no poda comenzar deotro modo que con tal imprecisin. La descripcin de lugares concretos, a la parque exticos, de las novelas de caballeras se contrasta con el desconcierto delnarrador cervantino. El olvido se constituye como una forma de arremeter contrala pica clsica. Porque, como asegura a Bajtin,

    En la memoria, y no en el conocimiento, est la principal capacidad y fuerza creadora de laliteratura antigua [] La experiencia, el conocimiento y la prctica (el futuro), definen la

    novela7.

    El Quijoteempieza, pues, con la destruccin de la distancia pica y con la parodiadel gnero caballeresco -desvelando su convencionalismo- por medio de esteprimer olvido del narrador que le separa de la epopeya clsica. El texto se inscribeen la desmemoria, porque lo que importa no ser la sombra del pasado sino laproyeccin de futuro.

    Sin embargo y por culpa de este primer olvido- el lugar donde habr detranscurrir la accin de la novela parece difcil de dilucidar. El narrador adviertenicamente sobre el hecho de que se trata de un lugar. El trmino lugar, segnlos diccionarios de la poca, significa muchas veces ciudad o villa o aldea8, por lo

    que el lugar al que refiere Cervantes podra ser una poblacin de cualquier ndole ydimensin. Sin embargo, al acudir al Diccionario de Autoridades, se puede leer enuna de las acepciones de lugar que Vale tambien Ciudad, Villa Aldea, si bienrigurosamente se entiende por Lugar la Poblacin pequea, que es menor queVilla, y ms que Aldea. Bien pudiera parecer que el trmino lugar, en rigor, remitea una poblacin menor. No obstante, la descripcin que del lugar hace Cervantes alo largo de la obra parece indicar que se trata de un lugar de cierta importancia y

    4Ibid., pg. 458.5Ibid., pg. 463.6Ibid., pg. 451.

    7Ibid., pg. 461.8Sebastin de COVARRUBIAS OROZCO, Tesoro de la lengua castellana o espaola, ed. de Felipe C. R.Maldonado, Madrid, Castalia, 1995. pg. 721.

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    dimensin, como as ha sido observado en el ensayo de Juan Carlos Rodrguez Elescritor que compr su propio libro:

    Que lugarsuponga una especie de pueblo intermedio entre villa y aldea, es algo que est yams que demostrado. Curioso, sin embargo, que fuera el propio Cervantes quien nossealara que se trataba de un pueblo importante, puesto que nos indica que tiene un cura

    fijo y un barbero fijo. Afeitarse era muy caro y por eso Sancho Panza lleva barba 9.

    Y aade ms adelante el profesor granadino:

    Que las aldeas o puebles pequeos no solan tener cura o barbero fijos nos lo indicatambin el propio Cervantes en el episodio del barbero ambulante al que Don Quijote learrebata la baca para convertirla en su Yelmo de Mambrino10.

    Estamos, pues, ante algo parecido a una ciudad con un orden social concreto. Sicomo afirmaba Lukcs, en la pica el mundo es homogneo y, ni la separacinentre el hombre y el mundo, ni la oposicin del Yo y el T [pueden] destruir esahomogeneidad11, la novela, por su lado, se construye sobre esa dialctica en la

    que hombre y sociedad, lo interior y lo exterior, entran en conflicto. A Cervantes leha bastado con una sola lnea paraestablecer esta dialctica al referirse a un lugar,que si bien no es concreto, s est delimitado por unas condiciones socialesespecficas, enfrentado a un personaje con una carga ideolgica y socialplenamente configurada.

    El texto nos presenta como se ha apuntado arriba- a un hidalgo de los delanza en astillero, adarga antigua, rocn flaco y galgo corredor. El protagonistapertenecera a la genealoga nobiliaria cuya proteccin debiera de ser antigua; sinembargo, en la novela que, decamos, no se construye sobre la memoria sinosobre el tiempo histrico presente- el hidalgo no tiene ms posesin que un rocn

    flaco (metafsico, habr dicho el soneto en los prolegmenos de la novela) y ungalgo corredor. El declive de la nobleza espaola como sntoma de la decadenciadel feudalismo con la irrupcin el primer capitalismo- se constata en el Quijote atravs de su personaje. El proceso histrico derrota social y polticamente a loshidalgos debido a que no pudieron adaptarse a las emergentes estructuraseconmicas:

    Al disolverse, en el inicio de la Edad Moderna, las mesnadas nobiliarias, y ser sustituidaspor un ejrcito profesional y permanente, sujeto a la autoridad del rey, la nobleza, queformaba el grueso de las huestes medievales, pierde la ms importante de sus funcionestradicionales y una de las razones con que se justificaba su poder. Los ttulos y caballeros

    supieron adaptarse a estos cambios y aprovechar las ocasiones de lucro que los nuevostiempos ofrecan, aduendose de los cargos de mayor relieve en la corte, el ejrcito y laadministracin. Los hidalgos, por el contrario, tuvieron que resignarse a arrastrar unaexistencia montona, inspida y asediada por la pobreza. La concentracin de la propiedadterritorial en manos de los grandes y caballeros, o de los burgueses y letrados de la ciudad,acab de arruinar a estos nobles de medio pelo, incapaces de hacer frente con susreducidos recursos a la subida vertiginosa de los precios y a los nuevos criterios deexplotacin y arrendamiento del suelo12.

    9 Juan Carlos RODRGUEZ, El escritor que compr su propio libro. Para leer el Quijote , Madrid,Debate, 2003, pg. 84.

    10Ibid., pg. 84.11Georg LUKCS, Op. cit., pg. 33.12Javier SALAZAR RINCN, El mundo social del Quijote, Madrid, Gredos, 1986, pg. 102.

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    La situacin econmica de nuestro protagonista no es propia de un miembro de laclase nobiliaria, como as atestigua el Floreto de ancdotas y noticias diversas ,cdigo en que se sealaban las condiciones indispensables que deba seguir unhidalgo en la poca urea. Al hidalgo se le exiga, como recoge el profesor AntonioRey Hazas, la posesin de la hacienda sin la cual ninguno vemos ser estimado en

    la repblica13. La estimacin pblica queda por lo tanto ligada a la conservacinde su status poltico. El espacio pblico era el que legitimaba a la clase nobiliaria entanto que clase dominante. Es propio del periodo de la transicin ideolgica -enque se inscribe el Quijote-, la sacralizacin del espacio pblico por parte de la clasenobiliaria; su exhibicin pblica constataba la apariencia de su poder, elmantenimiento de su riqueza y su posicin social. Un caso paradigmtico de laideologa de las apariencias, en nuestra literatura, lo representa el escudero de ElLazarillo de Tormes cuya elegancia ejercida en los espacios abiertos se muestrafuertemente contrastada con la oscuridad y el vaco del interior de su casa. Noobstante, si bien el caso de la novela picaresca lo ilustra a la perfeccin, no resultanecesario salir de las pginas del Quijote para constatar este hecho. Lacontraposicin entre la humildad de su comida y la distincin de su vestimenta nodeja de ser sintomtica. La dieta de Alonso Quijano, segn palabras del narrador,consista en una olla de algo ms vaca que carnero, salpicn las ms noches,duelos y quebrantos los sbados, lantejas los viernes, algn palomino de aadiduralos domingos, que aunque eran manjares que se definan por su austeridad,consuman las tres partes de su hacienda (1605, I: 14), lo cual atestigua el estadode decadencia de su posicin social. Para la ideologa nobiliaria la vida privada noexiste en tanto que no puede extraer de ella beneficio; el inconsciente burgus, sinembargo, generar la lgica de que a partir del yola propia fuerza de trabajo, elpropio cuerpo-, insertado en las nuevas relaciones de mercado, se podr extraer

    ganancia. La ideologa nobiliaria reacciona contra la nocin de lo privado, lamenosprecia, la descuida y la conduce al vaco. Lo importante ser guardar lasapariencias. La dieta de Alonso Quijano slo puede permitirse aadiduras losdomingos y, sin embargo, su imagen pblica ser siempre impecable, vistiendocalzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los das deentre semana se honraba con su vellor de lo ms fino. El mbito de lo pblicotiene que servir al hidalgo para suplir las carencias de su vida privada. A lo largo deambas partes de la novela se muestra la pugna entre lo pblico y lo privado,derivada de la ideologa de las apariencias. As ocurrir en uno de los episodiosms decadentes del Quijote, encontrndose el caballero andante alojado en elpalacio de los duques -seno de la supremaca feudal. Don Quijote, tras la cena, seretira a su aposento y le sucede lo que sigue:

    Cerr tras s la puerta, y a la luz de dos velas de cera se desnud, y al descalzarse (ohdesgracia indigna de tal persona!) se le soltaron, no suspiros, ni otra cosa, quedesacreditasen la limpieza de su polica, sino hasta dos docenas de puntos de una media,que qued hecha celosa (1615, XLIV: 353).

    La decadencia del hidalgo queda acentuada aqu al contemplar cmo su imagenpblica, el nico sostn que le legitima polticamente, empieza a deteriorarse delmismo modo que se deba de haber deteriorado su espacio privado. El vaco de sucasa puede esconderse, pero no la inreparable desgracia de sus medias () que es

    13Antonio REY HAZAS, El Quijote y la picaresca: la figura del hidalgo en el nacimiento de la novelamoderna, en Edad de Oro, XV (1996), Universidad Autnoma de Madrid, pp. 141-160.

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    una de las mayores seales de miseria que un hidalgo puede dar en el discurso desu prolija estrecheza (1615, XLIV: 354). Cervantes se sirve de la ptica extranjerade Cide Hamente de Benengeli, a quien esta vez ceder la voz, para referirse a lasituacin de la hidalgua espaola, siempre haciendo hipcrita al palillo dedientes con que sale a la calle despus de no haber comido cosa que le obligue a

    limpirselos (1615, XLIV:354). La dialctica pblico/privado reproduce laincapacidad de la clase nobiliaria de reciclarse y adaptarse a las relaciones socialesde la burguesa que, desde la infraestructura social, estn empezando aconsolidarse. La ocultacin de la pobreza privada quedar compensada por laexhibicin pblica. Sin embargo, esto no ser sino apariencia; la realidad ser lapobreza de una clase social en decadencia. Ante lo cual se preguntar Benengeli:

    Por qu quieres [pobreza] estrellarte con los hidalgos y bien nacidos ms que con la otragente? Por qu los obligas a dar pantalla a los zapatos, y a que los botones de sus ropillassean de seda, otros de cerdas, y otros de vidrios? Por qu sus cuellos, por la mayor parte,han de ser siempre escalonados, y no abiertos con molde? (1615, XLIV:354).

    Su posicin social obliga al hidalgo a guardar las apariencias. Por ello, a pesar de supobreza, tendr a su servicio, como le reclama su status, ama y mozo: Tena en sucasa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte,y un mozo de campo y plaza, que ensillaba el rocn como tomaba la podadera(1605, I: 98). Por el contrario, no tiene mujer ni hijos porque no puedemantenerlos.

    En definitiva, el hidalgo representa un personaje tipo. Sobre lo tpicoLukcs escribi unas palabras que conviene sacar a colacin aqu:

    El tipo se caracteriza porque en l confluyen en contradictoria unidad todos los rasgos

    salientes de la dinmica unidad en la cual la literatura autntica da su reflejo de la vida; secaracteriza porque en l se entretejen en unidad viva esas contradicciones, las principalescontradicciones sociales, morales y anmicas de una poca14.

    Efectivamente, don Quijote es la representacin metonmica de una clase social endecadencia, un sntoma concreto de la contradiccin histrica en que se inscribe elpersonaje.

    La ideologa del personaje no ser sino resultado de la confrontacindialctica entre dos mundos dos sistemas de explotacin- en lucha. La pugnaentre el mundo feudal en decadencia y la incipiente burguesa no encuentra suresolucin en un punto concreto de la historia, sino que representa un proceso

    largo -la transicin no es un paso, que haba dejado escrito Pierre Vilar15- en elque ambos modos de produccin deben coexistir en un mismo momento histrico.Su coexistencia representa la consecucin de la matriz ideolgica de la transicin,es decir, la contradiccin entre una nobleza feudalizante [que] ocupa lahegemona, pero no el funcionamiento objetivo de base16. El dominio de lasupraestructura seguir siendo de la clase nobiliaria mientras que en lainfraestructura econmica empezarn a desarrollarse los mecanismos deproduccin y explotacin capitalistas; en otras palabras: el contraste y la

    14Georg LUKCS,Aportaciones a la historia de la esttica, Mxico, Grijalbo, 1966, pg. 249.

    15 Pierre VILAR, La transicin del feudalismo al capitalismo, en VVAA, El feudalismo, Madrid,Ayuso, pgs. 53-69.16Juan Carlos RODRGUEZ, Teora e historia de la produccin ideolgica, Madrid, Akal, 1990, pg. 48.

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    contradiccin entre unas superestructuras mticas y la realidad de las relacioneshumanas de la poca17. El resultado de esta contradiccin es el nacimiento delEstado Absoluto, como as lo afirma Juan Carlos Rodrguez:

    La coexistencia (contradiccin) entre estas relaciones sociales, dominadas por el poder dela nobleza, y las relaciones sociales burguesas que logran autonomizarse () constitua la

    clave misma de la formacin absolutista de la transicin con su predominio poltico18.

    Y aade:

    Y es ms: la presencia dominante de la ideologa espaola de los siglos XVI y XVII delcorporativismo organicista es slo la seal ms clara del dominio que sobre la esferapblica adquiere la nobleza en esos siglos19.

    Esta contradiccin histrica permite la pervivencia de una clase dominante que sibien ejerce control poltico e ideolgico desde el nivel supraestructural, ha perdidola capacidad de intervenir sobre el desarrollo econmico de base. La nica formade permanecer en el poder es por medio de la utilizacin de los AIE (Aparato

    Ideolgicos de Estado) a travs de los cuales reproducir ideologa. Por ello seexplica, como deca Juan Carlos Rodrguez en la cita anterior, el dominio queadquiere la clase nobiliaria sobre la esfera pblica, por medio de mecanismosideolgicos de corte organicista basados en el rechazo del espacio privado envirtud de la apariencia (o la exhibicin) pblica o la obsesin por la pureza desangre.

    La contradiccin (o coexistencia) de las relaciones de produccin segregarun nuevo inconsciente ideolgico asentado sobre la misma contradiccin. Laideologa de don Quijote, por lo tanto, reproducir la lgica de la transicin delmismo modo en que lo reproduce el nuevo Estado absolutista. Su ideologa,materializada por medio de su locura, manifestar los mismos sntomasreaccionarios que la supraestructural nobiliaria manifiesta a partir de sus aparatosideolgicos organicistas. Sin embargo, su inconsciente ideolgico segregar lasnuevas nociones de la infraestructura social. En primer lugar se produce elmovimiento de emancipacin de clase, mediante tres acciones resultantes de lamatriz ideolgica burguesa: 1- El rechazo del espacio pblico como lugar dondelegitimarse polticamente y servirse del espacio privado para constituir su propioyo; 2- El abandono del cuidado de su hacienda que, como hemos visto arriba, eralo que motivaba la estimacin pblica del hidalgo; 3- Forjar su identidad,constituirse como sujeto libre, por medio de la introduccin de su hacienda en el

    mercado. El texto habla por s solo:Los ratos que estaba ocioso (que eran los ms del ao), se daba a leer libros de caballerascon tanta aficin y gusto, que olvid casi todo punto de ejercicio de la caza, y aun laadministracin de su hacienda; y lleg a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendimuchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballeras para leer(1605, I: 98).

    La configuracin del nuevo yo es evidente: el hidalgo, ocioso durante la mayorparte del ao debido a la ideologa del desmrito del trabajo propia de la clase

    17Julio RODRGUEZ PURTOLAS (coord.), Carlos BLANCO AGUINAGA e Iris M. ZAVALA, Historia

    social de la literatura espaola (en castellano), Madrid, Akal, 2000, vol. 1, pg. 338.18Juan Carlos RODRGUEZ, Op. cit., 1990, pg. 99.19Ibid, pg. 99.

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    nobiliaria, toma conciencia de que su clase social est en retroceso, de que susrelaciones econmicas se han vuelto ineficaces en la coyuntura histrica en que seencuentra y que no resulta conveniente seguir enredado en las apariencias. Quientrataba de hinchar su dimensin pblica vistiendo calzas de velludo y sehonraba con su vellor de lo ms fino, ahora se encierra en su aposento, en su

    espacio privado, para construir su nuevo yo, una identidad no sujeta a loscondicionamientos organicistas/sustancialistas de la ideologa nobiliaria. Laconciencia de clase le permite emanciparsede su estamento y lo hace a partir de ladialctica olvido/mercado; esto es: olvida la administracin de su hacienda (selibera de ella) y, a continuacin, la introduce en el mercado. As lo habr dicho JuanCarlos Rodrguez: Curioso olvido del presente que supone, sin embargo, suafirmacin ms absoluta. A travs de los libros nuestro hidalgo ha entrado porprimera vez (y directamente) en el mercado20. La construccin del yono hubierapodido producirse sin el desarrollo del mercado capitalista que transforma laposesin en mercanca. Slo con la presencia de la propiedad privada, que consisteen la transformacin de la propiedad permanente en propiedad mueble, esto es,vendible y no inmanente a una determinada clase social, desvinculada de su estadonatural, ha sido posible la eleccin libredel hidalgo de intercambiar hectreas porletra impresa en el nuevo mercado capitalista y, consiguientemente, forjar sunueva identidad. El sujeto libre ya lo dijo Marx- surge cuando al productorinmediato queda desposedo de sus medios de produccin; don Quijote se haconvertido libremente en sujeto autnomo porque ha quedado desvinculado desus medios de produccin al introducirlos en el mercado21.

    Sin embargo, el olvido no le conduce nicamente al mercado, sino tambin ala nostalgia por un imaginario perdido, forjndose de este modo una nueva

    dicotoma que dictar las pautas del inconsciente ideolgico de don Quijote: ladecisiva relacin olvido/memoria22:

    El hidalgoparece olvidarse del presente, o de lo que hasta ahora haba sido su presente: esebostezo cotidiano. Slo que este aparente olvido lo retrotrae hacia una memoriainesperada, algo que l mismo crea perdido o muerto y que de pronto revive ante sus ojos:su inconsciente de nieto, de abuelos y bisabuelos, su genealoga, en suma. Recuperar eltiempo perdido y olvidarlo. As, al igual que Cervantes nos hace revivir al hidalgo, elhidalgo revive de entre los libros23.

    20Juan Carlos RODRGUEZ, Op. cit.,2003, pg. 92.21

    Vid.Karl MARX, La acumulacin primitiva, en El capital, Madrid, Edaf, 1972, pgs. 756-757. Lapresencia de la libertad en El Quijoteno se puede entender objetivamente sin atenerse al procesode transformacin estructural que se produce en una coyuntura histrica concreta, es decir, lalibertad no podra constituirse como tema nuclear de la novela cervantina, sin la presencia delmercado en que se intercambia los distintos sujetos librespor un salario, etc. La corriente idealista,dominante hoy, que pretende reducir la literatura a la expresin de la subjetividad individual de unautor situado al margen de las estructuras, no produce sino un ocultamiento de la radicalhistoricidad del hecho literario, impidiendo la reconstruccin del proceso histrico real. El profesorAntonio Rey Hazas, en su aplaudido ensayo Potica de la libertad y otras claves cervantinas, impulsael debilitamiento histrico al sostener que la libertad en la obra de Cervantes responde a causasbiogrficas que se concretan en los cinco aos largos que permaneci cautivo en Argel, donde ladefensa de la libertad se hizo carne de su vida, y acab por hacerse literatura, tras su regreso aEspaa. Antonio REY HAZAS, Potica de la libertad y otras claves cervantinas, Madrid, Eneida,

    2005,pgs. 223-224.22Juan Carlos RODRGUEZ, Op. cit., 2003, pg. 90.23Ibid., pg. 91.

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    Es decir, la lectura de los libros de caballera conduce al hidalgo al olvido de suhacienda, favorece su emancipacinde clase y le constituye como un nuevo sujetolibre segregado de la matriz ideolgica burguesa. Sin embargo y he aqu lacontradiccin- le sirve para rescatar de su memoria el universo perfecto y cerradode las novelas de caballeras, que le remiten a la sociedad ideal que no ha sufrido el

    efecto corrosivo de la incipiente burguesa y donde su clase no ha perdido eldominio poltico. Alonso Quijano, el hidalgo empobrecido, se transforma en donQuijote, un caballero andante que para el aumento de su honra como para elservicio de su repblica [...], ponindose en ocasiones y peligros donde,acabndolos, cobrase eterno nombre y fama (1605, I: 101)24. Y para ello serindispensable rescatar unas armas que haban sido de sus bisabuelos [...] y queestaban puestas y olvidadas en un rincn (1605, I: 101). Don Quijote, paraobtener su identidad, ha necesitado introducirse en las relaciones de mercadoburguesas, sin embargo se ha servido de ellas para revivir a un personajesegregado de su inconsciente ideolgico para reivindicar los valores anteriores alcapitalismo y para enfrentarse a la nueva sociedad desde unos postuladosreaccionarios propios del organicismo. Sin embargo, como afirma de nuevo JuanCarlos Rodrguez,

    resulta claro a la vez que el deseo de transformarse en caballero no slo es unareminiscencia hidalga de Don Quijote. Es algo mucho ms profundo (). Pues el nudo

    dialctico de todo radica aqu: aunque sin duda exista en el hidalgo la ideologa brumosa deuna bizarra caballera lejana, sin embargo sta se halla ya absolutamente mezclada con unarealidad nueva, con la necesidad de darle un sentido al mundo, ese sentido que no existe,que es slo caos: el mundo del mercado25.

    En esta misma lnea Csar de Vicente Hernando ha advertido, en uninteligente artculo asentado sobre unas bases tericas muy slidas, que la locurade don Quijote no puede interpretarse nicamente desde la nostalgia que se ledespierta al hidalgo tras la lectura de las novelas de caballeras. Para Csar deVicente, lo fundamental son sus acciones, a partir de las cuales

    nos ensea la contingenciadel mundo y no la utopa. Poco importa tambin que esto seproduzca por el hecho de haber ledo novelas de caballeras, por una vuelta atrs en losideales sociales (la tesis del reaccionarismo del Quijote por su defensa a sus valoresfeudales). No es sta la funcin de la narracin. No es, desde luego, una novela nostlgicadel pasado. La funcin narrativo-ideolgica de este personaje, que no puede ir al futuro, esextraar el presente con las armas literarias con que lo puede hacer: haciendo disfuncionarel mundo con su presencia, marcando esa doble naturaleza del lenguaje, de la accinhumana y de la imaginacin26.

    24La cursiva es ma. Vemos aqu como se han mencionado los tres ejes que articulan el imaginariofeudal, devaluados en el nuevo orden burgus: honra, nombre y fama. En el primer capitalismo, seconstituirn como nuevos calificadores sociales, la virtud, el ingenio y el dinero. Vid. Alfred VONMARTIN, Sociologa del Renacimiento Mxico, FCE, 1981, pgs. 31 y 44. Cfr., para el mismo caso,David BECERRA MAYOR, El impacto burgus y la ambigedad de linajes de Melibea y Calisto,Verba Hispnica, Universidad de Ljubljana, XIV (2006), pg. 23.25Juan Carlos RODRGUEZ, Op. cit., 2002, pg.93.26 Csar de VICENTE HERNANDO, Identidad y excedente ideolgico en el Quijote de Cervantes,Verba Hispnica, XIV (2006), Universidad de Ljubjana, pg.149. La disfuncin, en efecto, supone,

    como sostena el profesor marxista yugoslavo Ludovik Osterc, un habilsimo recurso literario deCervantes, mediante el cual se escud para lanzar impunemente una aguda crtica de la vida social ypoltica de su tiempo. El autor hizoparecer a su hroe como loco a fin de obtener el salvoconducto

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    Jos Antonio Maravall, en su ya clsico ensayo titulado Utopa y contrautopa en ElQuijote, haba subrayado tambin la diferencia fundamental entre el pensamiento yla accin:

    Hay que advertir que no podemos considerar como loco a Don Quijote en cuanto quemantiene un ideal caballeresco. Su pensamiento del honor, de la virtud, de la justicia, delvalor, del amor, etc., por s solos no le califican de anormal. Antes de enloquecer, es unenamorado del mundo de la caballera y un admirador de los que reputa egregios valoresque en l se encierran. Todo ello puede ser perfectamente cosa comn. Lo extraordinarioser la manera de querer hacer valer esas convicciones en la realidad del tiempo en quevive27.

    La locura de don Quijote es, por lo tanto, una construccin ideolgica, elresultado de la contradiccin inmanente a la momento histrico concreto entre eldesarrollo de las relaciones de produccin burguesas y su reaccin organicista. Eldesarrollo objetivo de base permite al hidalgo intercambiar su hacienda por librosy descubrir con ellos la nocin de lectura ntima, sin mediaciones, en la habitacin

    propia. Entonces sucede lo que de sobra es sabido: l se enfrasc tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro,

    y los das de turbio en turbio; y as, del poco dormir y del mucho leer se le sec el celebrode manera que vino a perder el juicio. Llensele la fantasa de todo aquello que lea en loslibros, as de encantamentos como de pendencias, batallas, desafos, heridas () (1605, I:

    100).

    Y la lectura le conducir a la confusin entre la realidad y la ficcin, ambosconceptos insertos en un todo ontolgico que impedirn al hidalgo discernir entrelo que pertenece a la Historia y lo que funciona como artefacto literario:

    y asentsele de tal modo en la imaginacin que era verdad toda aquella mquina de

    aquellas sonadas soadas invenciones que lea, que para l no haba otra historia mscierta en el mundo (1605, I: 100).

    Este hecho es sin duda de los ms sintomticos de la contradiccin entre lasupraestructura y la base. Si bien la infraestructura burguesa permite al hidalgoelegir su vida libremente, reafirmar su identidad, no ser sino su inconscienteideolgico organicista el que le convertir en un loco, al leer los libros al mismonivel que el Libro.

    II

    Desde la matriz ideolgica feudal, la nocin de lectura en la que intervienenun emisor y un receptor libres era inconcebible, debido a la inexistencia de lanocin de sujeto libre. El ejercicio de la lectura, as como la idea de libro, seinsertaba en la lgica de la sacralizacin. Es decir: la produccin literaria feudal,inscrita en la relacin amo/siervo, constitua una glosa de la palabra de Dios. ElLibro contena la palabra divina, verdadera en tanto que celestial, y por

    para sus audaces ataques contra la monarqua, la nobleza y el clero. Ludovik OSTERC, Elpensamiento social y poltico del Quijote, Mxico, Andrea, 1963, pg. 77.27Jos Antonio MARAVALL, Utopa y contrautopa en El Quijote, Santiago de Compostela, Pico Sacro,1976, pg. 159.

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    consiguiente no poda sino ser asumida como indiscutible por los lectores fieles. Elyo quedaba diluido en un nosotros litrgico. La ideologa de la servidumbrereproduca de este modo su funcionamiento en el ejercicio de la lectura.

    El desarrollo de las relaciones de produccin burguesas y la invencin de la

    imprenta provocarn la desacralizacin de la lectura a la vez que el libro seconvierte en mercanca. Es indudable que el hidalgo, antes de transfigurarse endon Quijote, se haba percatado de la transformacin del libro en valor de cambio;sin embargo, parece no haberse dado cuenta de que esta transformacin llevaimplcita la desacralizacin de la lectura literal organicista. Para el hidalgo, todoslos libros reproducen el Libro y, por consiguiente, se leern al mismo nivel sin unatisbo de incertidumbre-, tanto los libros sagrados como las novelas decaballeras28.

    El aparato ideolgico organicista se asienta sobre los pilares de la filosofaescolstico-aristotlica. La epistemologa del organicismo consideraba que el

    universo estaba dividido en dos partes: el mundo supralunar de las estrellas fijas,donde se halla el Primer Motor Inmvil o el Dios cristiano (de cualquier modo, laperfeccin); y el imperfecto mundo sublunar de las estrellas en movimiento. Elorganicismo contempla la perfeccin en la relacin con lo esttico, a partir denociones como la forma sustancial o el lugar natural; mientras que observa elcambio, la permeabilidad, como un signo de corrupcin y sin embargo inevitable,debido a que tiene que percibirse un signo visible donde averiguar sudesemejanza, donde salvar (mediante la analoga) ese abismo insalvable entre Diosy hombre, entre cuerpo y alma29.

    Este signo de corrupcin inmanente al aristotelismo se percibe de igual

    modo en su potica discurso dominante que por medio del cura y el cannigo deToledo queda expuesto en el Quijote de Cervantes. La potica de Aristtelesestablece una distincin clara entre la poesa y la historia, a partir de la dialcticaverdad/falso30. A los versos queda relegada la mentira, mientras que la verdad semueve dentro del discurso histrico. La ideologa organicista solamente aceptarla historia como discurso legtimo, mientras que se condenar a la poesa por serincompatible con la verdad autntica, con la glosa de Dios, con el Libro. Lamentira, la ficcin narrativa, funcionar como el signo corruptible inevitable delmundo supralunar, como los elementos distorsionadores del mundo imperfectoaristotlico, irremisiblemente corrompido, donde no todo es reflejo celestial, sinotambin cambio. Por ello, desde el organicismo, se interpretar que las novelas decaballeras, libros desacralizados y con valor de cambio, han hecho enloquecer alhidalgo por falsos y malvados.

    28 Es por ello por lo que don Quijote, a medida que avanza la novela y le asaltan dudas sobre sucomportamiento, acude a los libros de caballeras en la bsqueda de la verdad. Hay varios episodiosque ejemplifican este hecho, pero quiz sea en la primera salida cuando esto aparece de forma msevidente. Una vez el hidalgo se ha convertido en caballero en apariencia fsica, por medio de losatuendos de un bisabuelo, de repente le vino a la memoria que no era armado caballero (1605, II:104).29Juan Carlos RODRGUEZ, Op. cit., 1991, pg. 96.30 La poesa, para Aristteles, encuentra su origen en la imitacin. Por un lado, seala que la

    imitacin es algo connatural al hombre y, por otro, afirma que la imitacin provoca goce porquecosas que se contemplan con desagrado en el original, producen placer en la copia. La poesa, porconsiguiente, siempre estar asentada sobre la copia y no sobre el principio de verdad.

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    El episodio del escrutinio, en el captulo sexto, resulta sintomtico y sepueden extraer de l algunas conclusiones muy significativas para este propsito.De entrada, el propio narrador parece haberse contagiado del humusorganicista eidentifica sin demora a los libros como autores del dao y se refiere a ellos comocuerpos31. Pero no ser el narrador sino el cura quien reproducir en su discurso

    la lgica organicista. El cura no muestra ningn reparo en condenar todos loslibros de la biblioteca del hidalgo a la hoguera, sin excepcin del primer libro queencontraron en el aposento del hidalgo, Los cuatro de Amads de Gaula. Elcomentario del cura resulta revelador:

    - Parece cosa de misterio sta: porque, segn he odo decir, este libro fue el primero decaballeras que se imprimi en Espaa, y todos los dems han tomado principio y origendeste; y as, me parece que, como a dogmatizador de una secta tan mala, me parece que, sinescusa alguna, condenar a fuego (1605, I: 130).

    El discurso del cura es propio de la reaccin supraestructural organicista queatenta contra el nuevo desorden social provocado por el desarrollo objetivo de

    base. Y lo hace, precisamente, por medio del instrumento ms recurrido por lareaccin organicista: la hoguera.

    Es preciso hacer un breve parntesis sobre el tema del escrutinio enrelacin con la Inquisicin. Estudiar el nacimiento de la Inquisicin en su radicalhistoricidadnos permite dilucidar cmo la persecucin de los judos y la obsesinpor la pureza de sangre no era sino un sntoma de la prdida de transparencia dela sociedad, en la que la irrupcin burguesa impide reconocer quin es quin en laesfera pblica32. Los judos eran considerados el mal, autores del desorden, elsigno de corrupcin del mundo sublunar, el smbolo de destemplanza social de lapoca. No obstante, como seala Juan Carlos Rodrguez:

    Lo que ocurre es que aquellos grupos en la transicin y antes- participaron msvisiblemente (frente a la nobleza) en la acumulacin primitiva del capital y, por ende,accedieron ms visiblemente a la pasividad de una actividad financiera o inversionistapodan ser definidos como judos33.

    Y aade ms adelante:

    De ah las nociones clich del judo avaro y de la usura que la ideologa feudalizantepropala (frente a la temtica del caballero caracterizado por su largueza y dispendio), yque ms que otra cosa nos seala simplemente el hecho conocido de que la burguesafinanciera poda ser (abusivamente desde luego) identificada con el clich del judo(abusivamente porque la ecuacin capital financiero/judos no supone unacorrespondencia plena, pese a la visibilidad aparente y a la indudable lucha de la noblezacontra esa burguesa a la que es ms fcil localizar y destruir- identificndola con losjudos34.

    De tal forma, podemos concluir con Juan Carlos Rodrguez que la dialcticacristiano/judo supone () precisamente la lucha nobiliaria (feudal en lneas

    31El cuerpo, dentro de la lgica organicista, representa la corrupcin frente a la perfeccin del alma.El alma permanece invariable, es eterna, pervive ms all de la muerte, mientras que el cuerpo sedescompone, se marchita, caduca. La relacin cuerpo/libros reproduce esta visin organicistainterpretando los libros como signos de corrupcin.

    32Vid.David BECERRA MAYOR,Art. cit., pgs. 21-37.33Juan Carlos RODRGUEZ, Op. cit., 1990, pg. 53.34Ibid., pgs. 53-54.

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    generales) contra la burguesa35. La Inquisicin, como AIE, nace en 1480 comoinstrumento de reaccin organicista con la finalidad de poner freno al incipientedesorden social que supone el inicio de la transicin ideolgica o la EdadConflictiva. El desorden, la prdida de transparencia, encuentra su explicacin en

    la epistemologa escolstica al considerar la existencia de un cuerpo social

    corrupto, la presencia de un sntoma co-sustancial a la esfera sublunar,representado por los judos36.

    Los libros de don Quijote, al igual que los judos, son cuerpos corruptos ysu existencia orgnica provoca la alteracin del orden como un sntoma decorrupcin. Por ello todos sin discriminacin: se ha perdido la transparencia ycualquiera puede caer bajo sospecha- deben ser quemados por sectarios. El mal,resultante de las relaciones de mercado, ha alterado el orden establecido,armnico, de la sociedad feudal, llegando incluso a que un hidalgo se desocupe desu hacienda. El signo de corrupcin es evidente al sealar el cura que el Amads deGauladebe ser quemado por ser el inaugurador de una secta, cuyos dogmas han

    hecho enloquecer al hidalgo.

    Sin embargo ms sintomtico todava es la opinin de la sobrina que, lejosemitir un juicio distinto al del cura, reproduce con exactitud la ideologaorganicista, proponiendo la quema de todos los libros del hidalgo:

    - No dijo la sobrina-; no hay para qu perdonar a ninguno, porque todos han sido losdaadores; mejor ser arrojarlos a todos por las ventanas al patio, y hacer un rimerodellos, y pegarles fuego; y si no, llevarlos al corral, y all se har la hoguera, y no ofender elhumo (1605, VI: 129).

    La sobrina, en su inconsciente ideolgico, no puede sino reproducir los postulados

    de la ideologa organicista. En su inconsciente ideolgico, las novelas de caballerasno son sino descomulgados libros () que bien deben ser abrasados, como si

    fuesen herejes (1605:V: 127).

    En otro episodio del Quijoteaunque lejos del escrutinio- la presencia de laideologa dominante sobre la clase dominada queda de nuevo patente. Es el casodel ventero del captulo XXXII. Para el ventero los libros siempre son el Libro y porello no pueden contener ni un atisbo de falsedad. Este es su argumento:

    Bueno es que quiera darme vuestra merced a entender que todo aquello que estos buenoslibros dicen sea disparates y mentiras, estando impreso con licencia de los seores delConsejo Real, como si ellos fueran gente que haban de dejar imprimir tanta mentira juntay tantas batallas y tantos encantamientos que quitan el juicio! (1605, XXXII: 392, 393).

    El discurso est claro: la autoridad real reflejo de Dios en la tierra- no puedetransmitir un contenido falso. El mismo argumento emplear don Quijote en su

    35Ibid., pg. 54.36 Los judos fueron la representacin del cuerpo social corrupto debido a que simbolizaban lanegativa del reconocimiento de Jess como el verdadero Mesas que anuncian los textos sacros.Esta persistencia de los judos a no reconocer la verdad cristiana conduce a ser observados bajosospecha por negarse a reparar en la verdad. A las acusaciones de malos y mentirosos se une laacusacin de pueblo deicida por haber condenado a Cristo a la cruz. Portadores de todos los males

    o de ese mal co-sustancial a la esfera sublunar- los judos salieron expulsados de las tierrascastellanas o sufrieron peor suerte ardiendo en las hogueras de la Inquisicin.

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    diatriba sobre la veracidad de los hechos que retratan los libros de caballeras conel cannigo de Toledo: Los libros que estn impresos con licencia de los reyes ycon aprobacin de aquellos a quien se remitieron () haban deser mentira y msllevando tanta apariencia de verdad? (1605, L: 571). Sin embargo, y esto lediferencia del hidalgo, resulta inadmisible para el ventero su conversin en

    caballero andante. Por un lado, el ventero ha ledo la pica caballeresca fuera de lacontemporaneidad, con distancia histrica, lo cual le permite afirmar que no seryo tan loco que me haga caballero andante; que bien veo que ahora no se usa loque se usaba en aquel tiempo, cuando se dice que andaban por el mundo estosfamosos caballeros. Por otro lado, el ventero no tiene una genealoga en suinconsciente que rescatar y, a diferencia de don Quijote, con el desarrollo de lainfraestructura de base no ha experimentado la decadencia que ha padecido elhidalgo.

    Pero habr que sealar lo siguiente: tanto el ventero como la sobrinaignoran que estn reproduciendo la ideologa dominante; no son conscientes de las

    leyes que rigen su universo, porque stas se han naturalizado

    en su inconsciente.Sin embargo, su ideologa est distorsionando el mundo de la misma forma comolo habr hecho don Quijote. La diferencia gravita en la forma de exteriorizar laideologa. As habra de verlo Althusser, en palabras de Adolfo Snchez Vzquez:

    La ideologa expresa una relacin imaginaria de los individuos con sus condiciones realesde existencia. La ideologa es necesariamente una representacin deformante de larealidad. En toda sociedad, la ideologa cumple su funcin social: asegurar la cohesin desus miembros. En las sociedades de clase, la fundacin social de la ideologa como factorde cohesin social est al servicio de la clase dominante. En la sociedad de clases, laideologa de las clases dominadas () se halla sujeta a la ideologa de la clase dominante37.

    Pero volvamos a la quema de libros. Efectivamente, el escrutinio muestraque dentro del humus organicista el mal aparece asociado a la mentira,interpretada como la negacin de Dios. La desacralizacin de la literatura el libroya no es una glosa de Dios- supone el nacimiento de la ficcin literaria, lo quedesde el organicismo se interpreta como un signo de corrupcin porque nocontiene la verdad. Por ello el cura conduce al corral Don Olivante de Laura yJardn de flores, ambos de Antonio Torquemada: y en verdad que no sepadeterminar cul de los dos libros es ms verdadero, o, por decir mejor, menosmentiroso; slo s decir que ste ir al corral, por disparatado y arrogante (1605,VI: 132). Del mismo modo, condena la mala traduccin, por ir contra la verdadprimera, y se muestra intolerante contra los que tienen mal estilo la palabra deDios no puede estar malescrita. Sin embargo, no duda en salvar Tirant lo BlancdeJoanot Martorell, justificando lo que sigue: aqu comen los caballeros, y duermeny mueren en sus camas, y hacen testimonio antes de su muerte (1605, VI: 135). Elrealismode la novela valenciana seduce al cura por su cercana con la verdad. Lejosde los argumentos desorbitados del gnero caballeresco, en Tirant lo Blancsuceden hechos que no pueden ser tildados de mentirosos y, por ende, demalvados. La veracidad del texto es la causa que redime a la novela de JoanotMartorell.

    37Adolfo SNCHEZ VZQUEZ, Ciencia y revolucin. El marxismo de Althusser, Madrid, Alianza, 1978,pgs.30-35.

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    El discurso dominante ser reforzado, ms avanzada la novela, por elcannigo de Toledo. Este es su discurso:

    De m s decir que cuando leo, en tanto que no pongo la imaginacin en pensar que sontodos mentira y liviandad, me dan algn contento; pero cuando caigo en la cuenta de lo queson, doy con el mejor dellos en la pared, y aun diera con l en el fuego si cerca o presente le

    tuviera, bien como a merecedores de tal pena, por ser falsos, embustero, y fuera del tratoque pide la comn naturaleza, y como inventores de nuevas sectas y de nuevo modo devida, y como a quien la ocasin que el vulgo ignorante venga a creer y a tener porverdaderas tantas necedades como contienen (1605, XLIX: 566-567).

    El fragmento no tiene desperdicio. Por un lado el cannigo ha reconocido ladesacralizacin de la literatura; de hecho se ha percatado en profundidad (seconfiesa lector asiduo del gnero) de la presencia de libros cuya finalidad no esreproducir la verdad nica y celestial, sino la bsqueda de entretenimiento atravs de la ficcin narrativa. Por otro lado, vuelve a aparecer el fuego comosigno de condena. Y por ltimo, la condena encuentra su motivo en los falsos

    contenidos de tal literatura, que pueden ser asumidos como verdaderos por loslectores que, como el hidalgo, mantienen en su inconsciente ideolgico la nocin delectura como una prctica de servidumbre feudal, bajo la cual el lector interpretatodo discurso escrito como verdad sagrada. Esto es lo que preocupa desde elorganicismo: la confusin verdad/mentira. El vulgo ignorante, que dice elcannigo, debido a su inconsciente organicista, lee los libros desde la ideologa dela servidumbre. Por ello, el ama, en el escrutinio, atribuir -como har don Quijote-la autora de todos los males a algn encantador de los muchos que tienen estoslibros (1605, VI: 129). Del mismo modo, la sobrina propone condenar a lahoguera las novelas pastoriles, pues puede conducir igualmente a la locura:

    - Ay seor! dijo la sobrina-. Bien los puede vuestra merced mandar quemar, como a losdems; porque no sera mucho que, habiendo sanado mi seor to de la enfermedadcaballeresca, leyendo stos se le antojase de hacerse pastor, y andarse por los bosques yprados cantando y taendo, y, lo que sera peor, hacerse poeta, que, segn dice, esenfermedad incurable y pegadiza (1605, VI: 135-136).

    La ideologa organicista opera en este discurso de forma clara y extrema,atribuyendo a la prctica de la poesa de enfermedad, debido a la mezcla que enella se hace de escritura y falsedad.

    Pero el escrutinio todava da ms muestras de la coexistencia de dosideologas en lucha. A diferencia del cura, el barbero no juzgar los libros por su

    relacin con la verdad, sino con el mercado. Al barbero no le cabe duda que lo queesos libros encierran son elementos ficticios, pero no por ello creer que merezcanser condenados. Por ello se muestra reticente ante la propuesta del cura dequemar elAmads de Gaula:

    - No, seor dijo el barbero-; que tambin he odo decir que es el mejor de todos los librosque de este gnero se han compuesto; y as, como a nico en su arte, se debe perdonar(1605, VI: 130).

    El libro encuentra su premio de salvacin en su originalidad y en su calidad,categoras propias del arte burgus -cuya correlacin es el mercado. El gnerocaballeresco fue, sin duda, un gnero interclasista que sedujo a un amplio pblico y

    que, por consiguiente, tuvo una gran presencia en el mercado. As lo constatan laspalabras de don Quijote:

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    Con gusto son ledos y celebrados de los grandes, y de los chicos, de los pobres y de losricos, de los letrados e ignorantes, de los plebeyos y caballeros, finalmente de todo gnerode personas de cualquier estado y condicin que sean (1605, L: 571).

    El mercado constituye el inicio de las modas literarias, marcadas por la repeticinde la frmula hasta el agotamiento. Por ello, el barbero no pone ningn

    impedimento a la quema de muchos de estos libros. El barbero reproduce, aunquede forma todava incipiente, la matriz ideolgica del mercado. Con el nacimientodel mercado, el fin de los libros no atienden a la bsqueda de la verdad divina, sinoal dinero y al inters (1615, IV: 56). O como le dir a don Quijote alguien quienmucho sabe de la relacin literatura/mercado: Yo no imprimo mis libros paraalcanzar fama en el mundo, que ya en l soy conocido por mis obras; provechoquiero; que sin l no vale un cuatrn la buena fama (1615: LXII, 504). Las palabrasno pueden ser sino del librero con el que coincide don Quijote en Barcelona.

    El proceso de desacralizacin del libro se ha consolidado en lainfraestructura social en la poca del Quijote. Las palabras de don Diego (o, como lellama don Quijote, el Verde Gabn) constatan la presencia de una literatura que nopersigue la verdad, sino el entretenimiento y la calidad. Don Diego es la imagenprototpica de la nueva burguesa agraria cuya funcin social ha sustituido la de lahidalgua decadente. A diferencia de Alonso Quijano, don Diego es rico y vive consu mujer y con sus hijos, uno de los cuales ha estudiado en Salamanca y es poeta.Reproducen la tpica situacin de la burguesa ennoblecida, que tenan por

    costumbre y condicin [...] mostrar su autoridad y riqueza, no en sus personas sino en lasde sus hijos [dndoles estudios] [...], y as tratan y autorizan como si fuesen hijos de algnprncipe; y algunos hay que procuran ttulos y ponerles en el pecho la marca que tantodistingue la gente principal de la plebeya38.

    Se trata de una clase social que ha emprendido la tarea de llevar a cabo laacumulacin primitiva de capital. La acumulacin se produce por medio de laausteridad; sin embargo, la tarea de la transformacin de dinero en capital sedelega a los herederos que empezarn a hacer ostensin de su riqueza. Pero lo queahora interesa es su posicin frente a la desacralizacin del libro. Las palabras dedon Diego hablan por s solas: hojeo ms los que son profanos que los devotos,como sean de honesto entretenimiento, que deleiten con el lenguaje y admiren ysuspendan con la invencin, puesto de estos hay muy pocos en Espaa (1615,XVI: 140). Aunque la terminologa encuentra un anclaje organicista al distinguirentre profanos y devotos-, la valoracin de los libros entra a considerar el estilo, la

    invencin y el entretenimiento.

    En el captulo del escrutinio, decamos, pueden reconocerse de forma claralos aparatos de la reaccin organicista que se enfrentan, de tal modo, al desarrolloinfraestructural capitalista. La reaccin definitiva ser la destruccin del valorsimblico burgus: el mbito de lo privado. El hidalgo enloquece es decir: sereafirma como sujeto- en su aposento, la habitacin privada alejada de suocupacin pblica. El desorden tanto social como en la psique del protagonistaencuentra su motivo en la esfera privada. Si la reaccin organicista pretende

    38Miguel de Cervantes, El coloquio de los perros, en Novelas ejemplares, ed. de Harry Sieber, vol. II,Madrid, Ctedra, 2003, pg. 314.

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    retroceder histricamente hacia el sistema de explotacin feudal, tendr quedestruir lo que ha provocado el caos: la nocin de lo privado:

    Uno de los remedios que el cura y el barbero dieron, por entonces, para el mal de su amigofue que le murasen y tapiasen el aposento de los libros, porque cuando se levantase no loshallase quiz quitando la causa, cesara el efecto-, y que dijesen que un encantador se los

    haba llevado, y el aposento y todo; y as fue hecho con mucha presteza (1605, VII: 140).

    No obstante, para don Quijote, la nocin de lo privado no se asocia nicamente aun espacio concreto, porque ya se ha constituido plenamente en su inconscienteideolgico. Don Quijote es muy consciente de que la eleccin de su identidaddepende de s mismo. La identidad no se dictamina desde el cielo a partir de lafamosa teora descendente- sino que se forma a partir de la ideologa de la libertadde eleccin. Por eso, don Quijote, sorprendido por un labrador en los alrededoresde su lugar, antes de su vuelta tras su primera salida, emite el siguienteparlamento:

    - Yo s quin soy respondi don Quijote-, y s qu puedo ser no slo los que he dicho, sinotodos los doce Pares de Francia, y aun todos los nueve de la Fama, pues a todas las hazaasque ellos todos juntos y cada uno por s hicieron, se aventajarn a las mas (1605, V: 126).

    Sin embargo don Quijote no recibe la confirmacin y no es reconocido comocaballero andante, sino como el honrado hidalgo del seor Quijana (1605, V:126). A este propsito seala Csar de Vicente:

    No slo nadie le reconoce como don Quijote, sino que su lenguaje, su atuendo, su actitud ytodo lo que podra constituir su nombre propio en su aldea no es reconocido en laidentidad que se ha dado a s mismo. Por eso tiene que estar toda la novela diciendo quines y qu es39.

    Pero don Quijote s sabe quin es y eso le resulta suficiente. Es por ello que,transcurridos quince das tras el escrutinio, decide emprender su segunda salida yprolongar sus aventuras. Porque don Quijote resultado de la contradiccinideolgica- no acta nicamente para reafirmar su subjetividad sino parareafirmarse polticamente. Es decir, para construir un universo ideolgico dondepoder ser reconocido como caballero justo y valeroso. Sin embargo, el mercadovuelve a ser imprescindible, pues para iniciar la segunda salida, don Quijote dioorden en buscar dineros, y vendiendo una cosa y empeando otra, ymalbaratndolas todas, lleg a una razonable cantidad (1605, VII: 142).

    III

    Como de sobra es sabido, en la segunda salida, don Quijote se haracompaar de Sancho Panza, labrador del lugar, a quien nombra su escudero. Lafigura de Sancho le sirve a Cervantes para mostrar la contraposicin de dosmiradas. La contraposicin reproduce sin duda el enfrentamiento de dos sistemasde explotacin en lucha en plena transicin ideolgica: la ideologa de laservidumbre contrapuesta a la ideologa del salario. Sancho reproduce en suinconsciente la lgica mercantil de la burguesa al mostrarse en repetidasocasiones preocupado por su salario. Sancho es consciente de las nuevas

    39Csar de VICENTE HERNANDO,Art.cit., pg. 145.

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    relaciones capitalistas y acompaa a don Quijote en su aventura porque cree quejunto a l podr medrar socialmente y convertirse en gobernador de una nsula.Slo en apariencia, la relacin entre el caballero y el escudero ser de corte feudal:el siervono espera salario alguno sino el usufructo de la nsula, como pago de sumerced. Pero si esto no llegara el contrato parece bien cerrado- el escudero

    deber cobrar el salario acordado. As se lo asegura don Quijote: las mercedes ybeneficios que yo os he prometido llegarn a su tiempo; y si no llegaren, el salario,al menos, no se ha de perder, como os he dicho (1605, XX: 256). A lo que Sanchoresponde:

    - Est bien cuanto vuestra merced dice dijo Sancho-; pero querra yo saber (por si acasono llegase el tiempo de las mercedes, y fuese necesario acudir al de los salarios) cunto

    ganaba un escudero de un caballero andante en aquellos tiempos, si se concertaba pormeses, o por das, como peones de albail(1605, XX: 256. La cursiva es ma).

    La negociacin salarial entre caballero y escudero constata la consolidacin de lasrelaciones de explotacin capitalistas. Sancho interpreta el tiempo en trminos de

    ganancia, a partir de la relacin tiempo/dinero. Con lo que don Quijote -que yahaba mencionado la nocin salario- ahora impulsado por su inconscienteideolgico feudal dir lo siguiente: No creo yo respondi don Quijote- que jamslos tales escuderos estuvieron a salario, sino a merced (1595, XX: 256).

    En la segunda parte del Quijote, antes de emprender Sancho su segundasalida (la tercera del protagonista) y con tal de no terminar sin ganancia como enla salida anterior, Sancho le reclama a don Quijote que le estipule un salario:

    - Voy a parar dijo Sancho- en que vuesa merced me seale salario conocido de lo que meha de dar cada mes el tiempo que le sirviere, y que el tal salario se me pague de su

    hacienda; que no quiero estar a mercedes, que llegan tarde, o mal, o nunca; con lo mo meayude Dios. En fin yo quiero saber lo que gano, poco o mucho que sea (1615, VII: 76).

    Sancho no se comporta como un siervo feudal, sino como un trabajador librequenegocia sus condiciones de trabajo. Pero la respuesta de don Quijote va a resultarmuy significativa. En primera instancia se escuda en la lectura de las novelas decaballeras para negar el salario a Sancho:

    - () Mira, Sancho: yo bien te sealara salario, si hubiera hallado en alguna de las historiasde los caballeros andantes ejemplo que me descubriese y mostrase por algn pequeoresquicio qu es lo que solan ganar cada mes, o cada ao, pero yo he ledo todas o las msde sus historias, y no me acuerdo haber ledo que ningn caballero andante haya sealadoconocido salario a su escudero. Slo s que todos servan a merced(1615, VII: 77).

    Pero lo ms sintomtico todava es que don Quijote, contrariando la ideologa defidelidad del feudalismo, aceptara, si se diera el caso, la negativa de Sancho deacompaarle. Don Quijote, que en la segunda parte de la novela s es reconocidocomo caballero porque se ha publicado una novela sobre sus aventuras, maneja,como adelantado capitalista, la nocin de reservapara que quien quiera trabajarpara l est en desventaja en la negociacin. Por ello le anuncia a Sancho que si noes l quien le acompaa, no me faltarn escuderos ms obedientes, ms solcitos,y no tan empachados ni tan habladores como vos (1615, VII: 77). La reservaobliga a Sancho a reducir sus exigencias. Y todava de forma ms agravada cuando

    el bachiller Sansn Carrasco se ofrece, en presencia de Sancho a ser su escudero,sirvindose de lo cual don Quijote, volvindose a Sancho, emiti un comentario no

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    exento de arrogancia: No te dije yo, Sancho, que me haban de sobrarescuderos? (1615, VV: 78).

    El capitalismo emerge por todas partes en la novela de Cervantes. Sancho entodo momento es consciente de la presencia del mercado y de que su eficacia para

    extraer beneficios es mayor que la de la poltica. Por ello Sancho no duda enrenunciar al gobierno de la nsula cuando, encontrndose los dos en una venta, donQuijote le descubre el carcter curativo, de efecto instantneo y milagroso, delblsamo de Fierabrs:

    - Si eso hay dijo Panza-, yo renuncio desde aqu el gobierno de la prometida nsula, y noquiero otra cosa en pago de mis muchos y buenos servicios sino que vuestra merced me dla receta de ese estremado licor; que para m tengo que valdr la onza adondequiera msde a dos reales, y no he menester yo ms para pasar esta vida honrada y descansadamente(1605, X: 164).

    Sancho se manifiesta aqu como un yoplenamente consciente del funcionamiento

    objetivo de base. Y, en tanto que sujeto libre, actuar al margen de los cdigoscaballerescos y obedecer nicamente a su voluntad individual. Valga comoejemplo ste en que don Quijote le presenta un cdigo caballeresco que esobligacin de Sancho respetar:

    - Aqu dijo en vindole don Quijote- podemos, hermano Sancho Panza, meter las manoshasta los codos en esto que llaman aventuras. Mas advierte que, aunque me veas en losmayores peligros del mundo, no has de poner mano a tu espada para defenderme, si ya novieres que los que me ofenden es canalla y gente baja, que en tal caso bien puedesayudarme; pero si fueren caballeros, en ninguna manera te es lcito ni concedido por lasleyes de caballera que me ayudes, hasta que seas armado caballero (1605, VIII: 149).

    A lo que responde Sancho:- Por cierto, seor respondi Sancho-, que vuestra merced sea muy bien obedecido enesto; y ms, que yo de mo me soy pacfico y enemigo de meterme en ruidos ni pendencias.Bien es verdad que en lo que tocare a defender mi persona no tendr mucha cuenta conesas leyes, pues las divinas y humanas permiten que cada uno se defienda de quienquisiere agraviarle (1605, VIII: 149).

    Est claro que a Sancho poco le importan los convencionalismos de la caballera; supreocupacin es velar por su integridad fsica. Prueba de ello puede leerse en unode los captulos que acontece en la casa de los Duques, en el Quijote de 1615.Teniendo don Quijote noticia de que Dulcinea estaba encantada, se apareci en la

    casa de los Duques Merln para anunciar la forma de desencantar a Dulcinea:() que para recobrar su estado primola sin par Dulcinea del Toboso,es menester que Sancho, tu escudero,se d tres mil azotes y trescientosen ambas sus valientes posaderas,al aire descubiertas, y de modoque le escuezan , el amarguen y le enfaden (1615, XXXV: 96).

    En este episodio se pone a prueba la servidumbre y fidelidad de Sancho, por partede los Duques, que no hacen sino reproducir los valores de vasallaje de ideologa

    feudal, pidindole a Sancho que acepte la penitencia por ese pobre caballero que atu lado tienes: por tu amo (1615, XXXV: 298). Sin embargo, el escudero se niega a

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    darse penitencia y de los azotes, abernuncio (1615, XXXV: 298), contesta. Porencima de la servidumbre queda su integridad y su dignidad como individuo. PeroSancho que ha interpretado muy bien las relaciones de explotacin capitalistas-sabe que su cuerpo est en venta, y tambin parecen saberlo los Duques, queentonces le ponen precio a su cuerpo: En resolucin, Sancho, o vos habis de ser

    azotado, o os han de azotar, o no habis de ser gobernador (1615, XXXV: 299). Elcuerpo de Sancho vale una nsula. Pero el escudero no est dispuesto a venderse deinmediato y por ello expondr (otra vez la negociacin) una serie de condicionessin mediacin de las cuales el acuerdo ser inviable. Acata, por lo tanto, lapenitencia, con las condiciones apuntadas (1615, XXXV: 300), que no son sino quepueda fraccionar los azotes, que no tenga lmite de das ni de tiempo y que no estobligado a sangrar tras ellos.

    Otro ejemplo del rechazo de Sancho a la ideologa de la servidumbre es loque acontece camino de Barcelona. Don Quijote, con tal de apresurar eldesencantamiento de Dulcinea, decide azotar l mismo a su escudero:

    - () vengo a suplir tus faltas y a remediar mis trabajos: vngote a azotar, Sancho, y adescargar, en parte, la deuda que te obligaste. Dulcinea perece, t vives en descuido, yomuero deseando, y as, desatcate por tu voluntad; que la ma es darte en esta soledad, porlos menos, dos mil azotes (1615, LX: 478).

    Sin embargo Sancho no va a permitir la agresin:

    Y as, procuraba y pugnaba por desenlazarle, viendo lo cual Sancho Panza, se puso en pie, yarremetiendo a su amo, se abraz con l a brazo partido, y echndole una [zancadilla], diocon l en el suelo boca arriba; psole la rodilla derecha sobre el pecho, y con las manos letena las manos, de modo que ni le dejaba rodear ni alentar (1615, LX: 478).

    Don Quijote, entonces, tilda de traidor a su escudero que contra tu amo y seornatural te desmandas (1615, LX: 478). A lo que Sancho contesta, reproduciendo laideologa de la individualidad burguesa:

    - Ni quito rey, ni pongo rey respondi Sancho-, sino aydome a m, que soy mi seor. Vuesamerced me prometa que se estar quedo, y no tratar de azotarme por aogra, que yo ledejar libre y desembarazado; donde no, aqu morirs, traidor, enemigo de doa Sancha(1615, LX: 478).

    Resulta significativo que Sancho se reconozca a s mismo como su propio seor. Laideologa del seoro no encuentra su funcionamiento en las relaciones socialesobjetivas en el tiempo del Quijote.

    Las relaciones capitalistas rigen el funcionamiento infraestructural de lasociedad del Quijote. stas habrn sido las que habrn hundido al hidalgo en lapobreza y, por ello, el caballero andante arremeter contra ellas en su discursosobre la Edad de oro. Su aoranza por la antigedad dorada se contrasta con losefectos corrosivos del capitalismo:

    - Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados,y no porque en ellos el oro (que en nuestra edad de hierro tanto se estima) se alcanzase enaquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivan ignorabanestas dos palabras de tuyo y mo(1605: XI: 169).

    Es decir, don Quijote muestra adversidad hacia la estimacin del oro, en tanto quemoneda, y contra la propiedad privada. Como seala Juan Carlos Rodrguez: Con

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    la imagen literal del oro y de la propiedad privada, Cervantes vuelve as ainscribirnos en el interior de ese primer mercado capitalista que lo asfixia todo ypor todas partes: desorden y caos, fraude y engao40. El parlamento de donQuijote remite a un mundo precapitalista donde la unin entre el hombre y lanaturaleza, previo al desarrollo de la tcnica, considera innecesario el trabajo

    porque slo con alzar el brazo puede recogerse el fruto que ofrecen los rboles.Don Quijote, ciertamente, est mitificando las relaciones feudales, donde todo erapaz, todo amistad, todo concordia y se decoraban los conceptos amorosos(1605, XI: 169) pero desde un conocimiento claro del funcionamiento capitalista.Efectivamente, el nuevo orden burgus ha derrumbado los vnculos afectivosdebido al proceso de cosificacin de los individuos. Tambin Marx y Engelspondran de relevancia en el Manifiesto comunista el hecho de que la burguesa hadesgarrado el velo de emocionante sentimentalismo que encubra las relacionesfamiliares y las ha reducido a simples relaciones de dinero41. Pero el dinero noslo pone fin al sentimentalismo, sino tambin a la posibilidad de justicia alguna:

    No haba fraude, el engao ni la malicia mezclndose con la verdad y la llaneza. La justiciase estaba en sus propios trminos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los delinterese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen () Y ahora, en estos nuestros

    detestables siglos, no est segura ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberintocomo el de Creta (1605, XI: 169).

    La justicia tambin est en venta en la nueva sociedad capitalista. Un escritororganicista como fue Quevedo arremeti, en algunos de sus poemas, contra lacapacidad corruptiva del dinero, del mismo modo con que lo hace aqu donQuijote42. Todo parece sujeto a la ley dinero, a su capacidad de transformacin dela realidad. Tambin Shakespeare, en un texto comentado por Karl Marx, incidasobre este aspecto: Oro! Oro amarillo, brillante, precioso! [...] Muchos suelenvolver con esto lo blanco negro; lo feo, hermoso; lo falso, verdadero; lo bajo, noble[...]43. Sobre el fragmento del Timn de Atenas de Shakespeare, Marx dijo losiguiente:

    Lo que es mo a travs del dinero, lo que puedo pagar, es decir, lo que el dinero puedecomprar, eso soy yo, el poseedor del dinero mismo. Tan grande es la fuerza del dinero, tangrande es mi fuerza. Las propiedades del dinero son propiedades y capacidades especialesmas que soy su poseedor-. Eso que soyy puedono est determinado de ninguna manerapor mi individualidad. Soy feo, pero puedo comprar a la mujer ms bella. Por consiguiente,no soy feo, ya que el efecto de la fealdad, su capacidad atemorizante, es aniquilado por eldinero44.

    Don Quijote, tras denunciar el desorden del primer capitalismo, se enfrentar a lcon el fin de instaurar el antiguo rgimen, porque como caballero andante tiene eldeber de velar por la proteccin y la integridad del sistema que defiende: seinstituy la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar

    40Juan Carlos RODRGUEZ, Op. cit., 2002, pg. 165.41Karl MARX y Friedrich ENGELS, Manifiesto comunista, Madrid, Debate, 1998, pg. 19.42En la famosa letrilla satrica Poderoso caballero es don dinero, Quevedo seala que el dinero Y ablanda al juez ms severo; del mismo modo, en Pobreza. Dinero, dice lo que sigue: Quinlos jueces con pasin, sin ser ungento, hace humanos, pues untndolos las manos los ablanda elcorazn?.

    43Cfr.Karl MARX y Friedrich ENGELS, Sobre Shakespeare, Escritos sobre literatura, ed. de MiguelVedda, Buenos Aires, Colihue, 2003, pgs. 77-80.44Ibid., pg. 78.

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    las viudas y socorrer a los hurfanos y a los menesterosos (1605, XI: 171). Sulocura se convierte en una necesidad ideolgica pues se constituye como la mejorherramienta con la que combatir contra el nuevo orden capitalista.

    Sin embargo, cuando habr de enfrentarse a los smbolos del nuevo

    capitalismo, no los reconocer como tales, como habr sido capaz de reconocerse as mismo en el nuevo orden social. El loco, que disfuncionasocialmente, distorsionala realidad para adaptarla a la lgica de su pensamiento. El sujeto libre querepresenta don Quijote interpreta libremente, y a su manera, la realidad. Nointerpreta el mundo segn el Libro, sino a partir los libros de caballeras; no glosael mundo, sino que lo escribe, lo transforma, desde su libertad. Ahora bien, nospreguntamos con Jos Antonio Maravall, en qu consiste esa operacin detransmutacin de lo real? Sencillamente en esto: una decisin total de la voluntad.Un hombre del Renacimiento, ms que una razn bien guiada, al estilo cartesiano,que vendr despus, posee sobre todo una poderosa voluntad45. Dichatransmutacin de lo real sucede de forma clara ante los molinos de viento, donde

    cree ver gigantes (1605, VIII). Es incapaz de reconocer a los molinos como smbolode la evolucin de los modos de produccin capitalistas, donde la tcnica seconstituye como la mediacin entre el hombre y la naturaleza, organizando, deigual modo, el nacimiento de la divisin y la especializacin del trabajo. Prefiereleer el mundo segn los cnones del gnero caballeresco, donde la presencia de unmolino de viento resulta inconcebible. Don Quijote asimila de mejor forma lanocin del gigante, porque ste s existe en su imaginario. Lo mismo le sucede conlas dos manadas de ovejas, cuya polvareda le hace creer que son dos ejrcitosenfrentados en batalla (1605, XVIII); en otra ocasin, las lumbres le harn pensarque ser una grandsima y peligrossima aventura, lo que slo ser el traslado de

    un muerto (1605, XIX); el ruido de los batanes los confundir de nuevo congigantes (1605, XX); el reflejo sobre una vaca de barbero, le har creer que hahallado el yelmo de Mambrino (1605, XXI); etc. Todo le remitir a las lecturas delos libros de caballeras, imponiendo su visin sobre la realidad. Es consciente,como constata la lucidez de su discurso de la Edad de oro, del movimiento histricoen que est inscrito; sin embargo, cuando se enfrenta a l, es incapaz dereconocerlo (tal vez porque ello le conducira a reconocerse como loco, como serque disfunciona en el orden social). No ser hasta su tercera salida cuandoreconozca y padezca- el funcionamiento real del capitalismo, lo que supondrsu derrota, es decir, el remitir de su locura.

    Como seala Csar de Vicente, en la tercera salida, don Quijote ya no es sloun personaje que disfuncionaen el orden cotidiano sino tambin un personajeque refuncionacomo carnaval con los Duques46. La diferencia fundamental entrelas dos primeras salidas del primer libro y la tercera es que don Quijote ya no serquien modifique la realidad, sino que sta aparecer ante sus ojos ya modificada:

    En la tercera salida, la realidad devora todo el espacio imaginario creado por don Quijote.Asistimos a la representacin no ya de esos deseos de don Quijote sino de la ideologa

    45 Jos Antonio Maravall, Op. cit., pgs. 161-162. Para una profundizacin en la relacin entre ElQuijote y el cartesianismo posterior, vid. ngel GABILONDO, Esto no puede ser slo un sueo.

    Cervantes y Descartes: un par de modernos, Edad de Oro, XXV (2006), Universidad Autnoma deMadrid, pgs. 201-216.46Csar de VICENTE HERNANDO,Art. cit., pg. 147.

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    dominante de la poca. En esta tercera novela domina lo simblico, es decir, las relacionesdominadas por la representaciny no por la identificacin47.

    En el segundo Quijote, el caballero recibir el reconocimiento que buscaba en sussalidas anteriores. Su identidad, ahora, se ver confirmada en la esfera pblicaporque su historia ha sido publicada en un libro, que adems habr sido aplaudidopor las masas:

    los nios la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran,y, finalmente, es tan trillada y tan leda y tan sabida de todo gnero de gentes, que apenashan visto algn rocn flaco, cuando dicen: All va Rocinante (1615, III: 51).

    Sin embargo, don Quijote no ser reconocido como valeroso caballero andante,sino como loco. Y por ello ser objeto de escarnio. Los personajes del Quijote de1615, conocedores de la locura del caballero, prepararn a lo largo de su caminouna serie de escenarios idneos para burlarse de su trastorno. Incluso el mismoSancho se aprovechar de la falta de cordura de su amo, cuando en el captulo X,

    donde el escudero somete a las labradoras a la mirada dual de don Quijote, parahacerle creer que lo que ve no es una moza aldeana, de figura tan baja y fea(1615, X: 99) que huele a ajos crudos, sino Dulcinea encantada. Es el primerengao al que le seguirn los acontecidos en el palacio de los Duques. Lasapariciones del Diablo, enviado por el caballero Montesinos, y de los sabiosLirgandeo y Alquife, de Aralaus, y finalmente la aparicin de Merln, funcionancomo representaciones de la clase dominante para burlarse del caballero. Delmismo modo hacen creer a la pareja de protagonistas que el viaje fantstico alomos de Clavideo (1615, XLI), con los ojos vendados para no darselos con laluz del sol, pondra fin a la desdicha de la Dolorida. Pero todo ello culminara con laproclamacin de Sancho como gobernador de la nsula, con lo que se descubre

    dicho sea de paso- que el rudo labrador desconoca el significado del arcasmo. Laresolucin de la historia es la deseada: Sancho se ha convertido en gobernador deuna nsula y don Quijote ha adquirido honor y fama. Pero Sancho pasa hambre ydon Quijote teme convertirse en un aburrido caballero cortesano; as que ambosdeciden abandonar y volver a su antigua libertad (1615, LIII: 428), con lo quetendremos de nuevo a los personajes en campo abierto, en la campaa rasa, libre(1615, LVIII: 456).

    Y ser aqu donde se perciba el primer sntoma de la derrota de don Quijote.Si en el primer libro, el rumbo de sus aventuras estaba sometido al destino (que noera sino eleccin de Rocinante), en esta ocasin ser l quien escoja la direccin aseguir, quien enderece el rumbo, si as lo estima oportuno. Si la causa de su locuraera la asociacin entre el Libro y los libros, la lectura como acto de fidelidad a laglosa de Dios, su locura empezar a mitigar cuando descubra la mentira impresa. Sihasta el momento los libros de caballeras remitan al Libro nico feudal, ahoradon Quijote se encuentra con el contraejemplo y la negacin de su ideologa: elQuijote de Avellaneda. El libro apcrifo dice que nuestro caballero est yadesenamorado de Dulcinea del Toboso (1615, LIX: 473), lo cual es inconcebiblepara don Quijote, quien en este libro halla tres cosas dignas de reprehensin: Laprimera, es algunas palabras escritas en el prlogo; la otra, que el lenguaje esaragons, [...] y la tercera, que ms le confirma por ignorante, es que yerra y se

    47Ibid., pg. 145.

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    desva de la verdad en lo ms principal de la historia (1615, LIX: 473). Acaba desituarse ante el mundo de la ficcin, es decir, acaba de descubrir la literatura: eldiscurso no sujeto a la verdad celestial. Y ahora, de nuevo, tiene que reafirmar suidentidad, conduciendo sus pasos hacia Barcelona, en vez de continuar con elrecorrido previsto hacia Zaragoza, en cuya ciudad acaecieron algunas de las

    aventuras del falso Quijote. La prdida de transparencia del nuevo orden socialse radicaliza aqu, cuando ya no solamente se cuestiona el lugar social de unindividuo, sino tambin su propio yo. Ahora, como en el primer libro, no tendrque repetir constantemente quin es, sino que tendr que demostrar suautenticidad, como hace ante Juan y don Jernimo, quienes le muestran laexistencia del libro apcrifo, y quienes verdaderamente creyeron que stos eranlos verdaderos don Quijote y Sancho, y no los que describa su autor aragons(1615, LIX: 476). Don Quijote necesita reafirmar su identidad y por ello insta alvaro Tarfe, personaje del Avellaneda que Cervantes incorpora en su Quijote, aque declare ante el alcalde la inexistencia de los personajes apcrifos:

    - () A vuestra merced suplico, por lo que debe a ser caballero, sea servido de hacer unadeclaracin ante el alcalde deste lugar, de que vuestra merced no me ha visto en todos losdas de su vida hasta agora, y de que yo no soy el don Quijote impreso en la segunda parte,ni este Sancho Panza mi escudero es aquel que vuestra merced conoci (1615, LXXII: 563).

    Y as procede: ante la ley lvaro Tarfe niega haber conocido al protagonista dellibro apcrifo, estimando de este modo que el falso Quijote no es un personaje real,sino una ficcin literaria. Al hacer jurar la inexistencia de su homnimo, donQuijote acaba de aceptar que su vida de caballero andante ya no tiene sentido:corren impresos libros con historias falsas y se ha percatado de ello. Despus deesto su construccin ideolgica no puede sino derrumbarse, al contemplar que no

    todos los libros conducen al Libro.A lo largo de la tercera salida, a don Quijote se le ha ido manipulando la

    realidad mediante artefactos tcnicos. Pero l nunca supo el truco del mecanismoescnico y todo lo acontecido lo atribuy a los encantamientos. A excepcin de loocurrido en las bodas de Camacho, donde se narra lo que sigue: el herido a muerteBasilio contrae matrimonio con Quiteria, la futura esposa de Camacho, y una vezcasados, se levanta. Milagro? No milagro, milagro, sino industria, industria!(1615, XXI: 186), dir el farsante. Esta frase la constatacin de la industria frenteal milagro- resume el derrumbamiento del universo ideolgico de don Quijote. Elcapitalismo, el dinero y el desarrollo de la tcnica, han hecho posible la

    construccin de milagros. Los encantamientos no son producto de su mundomitolgico, sino de las nuevas relaciones de produccin capitalistas. Efectivamente,todo lo que ha acontecido a don Quijote no ha sido milagro ni encantamiento, sinoindustria. Recordemos los molinos y los batanes del primer libro, como tambin espertinente recordar el mecanismo del Clavileo o de la cabeza encantada (1615,LXII), donde nada era encantamiento sino industria.

    Pero lo realmente relevante sucede cuando don Quijote, descubierta ya lamentira del Avellaneda y paseando por Barcelona, ve escrito sobre una puerta,con letras muy grandes: Aqu se imprimen libros (1615, LXII: 502). Se adentra alestablecimiento pues nunca haba visto una imprenta y, exhausto, contempla su

    funcionamiento:

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    Entr dentro, con todo su acompaamiento, y vio tirar en una parte, corregir en otra,componer en sta, enmendar en aqulla, y, finalmente, toda aquella mquina que en lasemprentas grandes se muestra. Llegbase don Quijote a un cajn y preguntaba qu eraaquella que all se haca; dbanle cuenta los oficiales, admirbase, y pasaba adelante () (1615, LXII: 502).

    Don Quijote acaba de descubrir el proceso de produccin del libro. No haymediacin sacralizada entre el libro y la verdad nica, sino mediacin tcnica ydivisin del trabajo. Su construccin ideolgica ya no puede sostenerse. Y menoscuando el librero le reconozca que con la impresin de libros no persigue la fama,sino el dinero.

    Don Quijote, paulatinamente, ir reconociendo el funcionamiento objetivode base, las relaciones capitalistas de produccin y mercado, que evidenciarn lainutilidad de su propsito. Cuando descubra que el mundo no funciona por mediode encantamientos ni milagros, sino de industria, don Quijote tomar conciencia desu derrota. El inconsciente ideolgico de don Quijote -o su locura- haba sido

    necesario para reivindicarse en la escala pblica, para reafirmarse polticamente,pero las relaciones capitalistas se haba consolidado y ya no haba regresinposible. Los gigantes de su imaginario han sido sustituidos por molinos y al serconsciente de ello su locura no puede sino remitir, es decir, aceptar su identidadsocial, la de un hidalgo empobrecido, un parsito social cuya relevancia pblica hadecado a causa del movimiento histrico en que se inscribe. El reconocimiento delmundo conlleva el reconocerse a s mismo. Y as lo reconocer al morir: yo ya nosoy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano (1615, LXXIV: 574). Y con sumuerte, Cervantes ha dicho el adis irnico, cruel y tierno, a aquel modo de vivir,a aquellos valores feudales48. Sin embargo,

    El feudalismo entra en agona sin que exista nada a punto para reemplazarle.Y este dramadurar. Dura todava, y por eso don Quijote sigue siendo un smbolo49.

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