Ele Gancia

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ENSAYO LA ELEGANCIA: El perfume del espíritu Autor: Miguel Ángel Martí García ALTA ETIQUETA Profesor: José Hidalgo León María José Rubio Dávila 14.08.12

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ENSAYO

LA ELEGANCIA: El perfume del espíritu

Autor: Miguel Ángel Martí García

ALTA ETIQUETA

Profesor: José Hidalgo León

María José Rubio Dávila

14.08.12

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Este texto nos hablará sobre la importancia de ser “elegantes” y su

contribución en la práctica de nuestra vida diaria. Sostiene el autor que la

palabra “elegancia” tiende a evocar sensaciones diversas, que se resisten a ser

concretadas, porque hay en ella algo difuso que va más allá de cualquier

definición. Por lo tanto, no se puede definir; de ahí se le atribuye cierto carácter

de misterio. Radica principalmente en el interior de las personas.

La elegancia tiene mucho más que ver con la riqueza interior que con el adorno

externo de unas ropas. Existen ciertas personas que relacionan la elegancia

con la frivolidad, lo cual es una equivocación. Una persona con pensamiento

vulgar no puede ser elegante. La elegancia no radica en las formas, sino que

estas son la expresión de una virtud interior que las vitaliza y da sentido.

Pero, ¿qué realmente es eso de ser elegante?

A continuación se explicará un poco sobre las varias manifestaciones de la

elegancia tanto interna como externa de las personas.

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ELEGANCIA INTERIOR

Un pensamiento Elegante

Debemos saber que toda acción o manifestación exterior del comportamiento

humano es fruto de un pensamiento concreto. La inteligencia junto con la

voluntad es la verdadera diseñadora de nuestra personalidad. La elegancia es

originalmente la cualidad humana de elegir (lo mejor); y así mismo la elección

es fruto de la inteligencia, del conocimiento.

El universo interior del ser humano se ve reflejado en sus acciones,

pensamientos, opiniones, criterios, gustos, preferencias. Es todo aquello que

estructura nuestro pensamiento y que luego exteriorizamos a través de

conversaciones.

De ahí el por qué debe existir una armonía entre nuestros pensamientos con

nuestras acciones.

Un pensamiento elegante tiene presente el análisis minucioso de las cosas, la

observación sutil, el matiz interesante, la observación enriquecedora, la

conclusión que nos añade un nuevo conocimiento, la aportación de un detalle,

la comparación capciosa. Hablamos de lo que pensamos, y pensamos en

función de lo que somos (elegantes o vulgares).

El gusto estético

Aun aquellos que tienen alma de artista necesitan de un enriquecimiento

ulterior que vaya perfeccionando y ensanchando sus criterios. La cultura en

todas sus manifestaciones es el alimento que va depurando nuestros gustos

estéticos. El gusto esta sometido a un proceso de perfeccionamiento. La

elegancia, como el arte, no es una realidad acabada; por el contrario por su

misma condición es una estructura abierta que se acopla a un tiempo

determinado. Por eso, cada época tiene sus canones de elegancia, que

responden a la sensibilidad estética de un tiempo determinado.

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A pesar de esto, la elegancia siempre guarda consigo un toque de

vanguardismo, aunque este sea muy pequeño. No es justo identificar lo

elegante con lo clásico.

Interiorización

Interiorizar es valorar internamente lo que se nos presenta como neutro,

desprovisto de toda calificación. La realidad se nos ofrece ajena a cualquier

criterio estético.

Para valorar una obra de arte no es suficiente que caiga bajo nuestra mirada,

son imprescindibles las resonancias interiores que den sentido y vida a lo que

estamos observando. Interiorizar es sacar conclusiones con base en otros

conocimientos adquiridos anteriormente. Es calibrar de acuerdo con nuestros

propios canones lo que percibimos para después emitir un juicio, que tal vez

nos sirva de referencia para ocasiones posteriores. Es estar predispuesto a

aprender (con el deseo de guardar lo aprendido) de todo.

Espíritu Crítico

La elegancia se sirve del espíritu crítico para elaborar su propia filosofía. La

moda en sí misma no es una garantía de belleza. La moda como tal es un

fenómeno sociológico que debe ser sometida a al crítica en función de nuestros

propios conceptos estimados, los mismos que forman parte de nuestra

identidad personal.

La elegancia se configura siempre en torno a un sello personal, a un estilo

peculiar en el que puede estar presente lógicamente la moda pero –como

decíamos- no de una manera indiscriminada. Indica tener muy poca

personalidad quien acepta las opiniones generalizadas sin someterlas a un

análisis crítico. No debemos renunciar nunca a nuestras propias ideas, ya que

estas nos ayudan a contribuir y diseñar la trayectoria con la que nos

identificamos.

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Criticar no es destruir, sino valorar inteligentemente., con lucidez mental, todo

aquello que nos afecta como personas. La elegancia se conquista con el

esfuerzo de la inteligencia a la que esta íntimamente unida la sensibilidad.

Convencimientos Personales

La elegancia de cada ser humano tiene algo de irrepetible que únicamente

puede darse en él. Sin ese sello personal, la elegancia se negaría a sí misma,

porque sólo son elegantes los sujetos concretos, que se caracterizan por ser

irrepetibles. Esto quiere decir que cada uno es elegante a su manera.

La elegancia sale siempre de dentro a fuera. Un hombre o una mujer sin una

fuerte personalidad es muy difícil que sea elegante, ya que la personalidad es

precisamente vertebradora de la elegancia. La diferenciación es muestra de

riqueza.

Sólo un espíritu culto y libre sabe desembarazarse de todo lo que no va con él

y crearse un estilo de vida de acuerdo con su propia fisionomía.

Un aroma interior

Para darnos a conocer como somos y que nuestra conducta sea elegante, es

necesario que nuestro mundo interior también lo sea. Las palabras, los gestos,

la ropa exteriorizan nuestra manera de ser, en definitiva constituyen un reflejo,

una sombra, para utilizar un simil plátonico de lo que realmente es sustantivo

en el ser humano: su espíritu.

Tensión

Detrás de un comportamiento elegante hay una inteligencia despierta y una

voluntad firme. Una inteligencia para escoger lo mejor y una voluntad para

ponerlo por obra, y todo esto en ocasiones en escasos segundos. Con el

término tensión nos referimos al esfuerzo, porque las soluciones mejores no

son en muchas ocasiones precisamente las más fáciles.

Debe haber un equilibrio y orden en nuestros propios pensamientos para que

se manifiesten como una unidad. Esta unidad resulta ser inquebrantable si uno

se mantiene firme en sus principios y valores ante todo momento.

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Quizás un concepto equivocado de la espontaneidad choque frontalmente con

la aspiración que todos tenemos de ser elegantes. No olvidemos que la

espontaneidad nos hace groseros y mal educados.

Afectos interiores

El universo de la afectividad de cada persona admite cualidades diferentes. El

objeto de amor revierte en el ser humano enriqueciéndolo o degradándolo.

Podemos ser afectados –conmovidos- por muchas cosas. Nuestras aficiones

pueden ser muy variadas. Nuestra sensibilidad es sin duda muy distinta. Pero a

pesar de tantas diferencias hemos de concluir que nuestros amores terminan

por configurar un aspecto importante de nuestra personalidad.

Como lo hemos dicho hasta ahora, la elegancia se inclina siempre por lo mejor,

de ahí que quien mejor elija sus aficiones (afectos) será más elegante.

Sello Personal

La elegancia se sitúa lejos de todo tipo de populismo. La elegancia presupone

siempre la diferenciación, por eso hablamos de personas distinguidas

(distintas) cuando apreciamos en alguien un aporte elegante.

En la actualidad, se habla mucho de cambiar la imagen, tener un asesor de

imagen que nos ayude a descubrir formas que mejores a los anteriores.

Buscan una renovación.

La vida de las personas no puede fácilmente desvincularse de su mundo

interior; por el contrario, nuestra imagen exterior es más bien un trasunto de la

manera con que entendemos la existencia.

La delicadeza

La delicadeza se trata de la finura del espíritu. Todo tiene su momento y la

forma más adecuada para realizarlo.

Las faltas de delicadeza pueden hacer mucho daño y especialmente a las

personas que poseen una gran finura de espíritu. Refiriéndonos especialmente

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a aquellas que por su delicadeza interior perciben con mayor intensidad las

palabras o los modos que nunca debieron haberse dado. Sin cariño la

delicadeza no existe, porque es precisamente el amor quien inventa las mil

maneras de hacer la vida agradable.

Inquietudes intelectuales y sociales

La elegancia esta vinculada a las ideas de lo que se supone.

Nuestra filosofía de vida no es ajena a la imagen que manifestamos a los

demás. El mundo interior configura al exterior, y es lógico que así sea porque a

cada uno y a cada una nos gusta que nos identifiquen con lo que realmente

somos, aunque no hagamos ostentación de ello.

Saber escoger

La elegancia es fruto de la elección. Es elegante aquel, aquella que sabe

escoger lo mejor. Lo más llamativo, lo más ostentoso, no es siempre lo más

elegante, es mas, casi nunca lo es. Difícilmente sabrá escoger quien no

disponga de criterios de selección de acuerdo con un canon estético pre

establecido fruto de un acerbo cultural conquistado con el paso del tiempo.

Toda elección supone un riesgo.

El glamour

El término francés de glamour puede referirse a la palabra encanto. Pocas

palabras como esta están repletas de tan bonitas resonancias, quizás otra que

se le equipare es ternura.

El encanto a su vez, es algo que emana de una persona haciéndola

irresistiblemente atractiva. El encanto es el resultado de la suma de una

multitud de ingredientes de la más variada índole, que sabiamente relacionados

entre sí dan lugar a una forma de ser de colmada belleza espiritual. La cultura,

la buena educación, el respeto a los demás, el talante democrático, la

capacidad de escuchar, la fina sensibilidad, la capacidad creativa, la delicadeza

en el trato, la amabilidad, la solidaridad y unas serias inquietudes sociales

forman el curriculum necesario para que el milagro del encanto se produzca.

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La discreción

La elegancia tiene cierto consorcio con el silencio, con el saber escuchar. Es

poco prolija en palabras. El que es prudente es discreto, sabe usar de igual

manera de los silencios y de las palabras, y que tiene siempre en cuenta el

alcance que estas últimas pueden tener.

Sencillez

No debemos confundir la sencillez con la simpleza. La sencillez supone orden,

claridad, precisión, inteligibilidad. La simpleza nos sitúa en cambio en la

pobreza de argumentos y la ausencia de matizaciones.

La visión realista de la vida y la madurez psicológica facilitan en gran manera

una instalación elegante en la existencia por lo que tienen de sencillez y

transparencia.

La virtud

El paciente, el manso, el dulce, el misericordioso, el magnánimo, el cariñoso, el

amable, el afable, el prudente, el discreto, el justo, el respetuoso, el

comprensivo, el tolerante, el solidario, el veraz, el alegre están adornados con

cualidades inmejorables para alimentar su elegancia.

Nada perfuma tanto al espíritu como la virtud.

Capacidad de Acogida

Se trata de no defraudar a los demás que cuentan con nosotros para sentirse

acompañados y queridos. La elegancia es todo lo contrario a la frialdad en el

trato, es la capacidad de acoger a los demás.

Criterios Éticos

Cualquier comportamiento que pueda ser calificado de éticamente malo, queda

excluido del ámbito de la elegancia.

Lo indiferente no existe en las categorías morales: las acciones humanas son

buenas o malas, nunca neutras.

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No es justo ni verdadero reducir al hombre a su cuerpo, y a quien cayera en

esta postura tan empobrecedora no podría sustraerse a su condición de

persona. No podemos valorar con los mismos criterios a un animal y a una

planta, como tampoco se puede relacionar con criterios de igualdad a un objeto

y a una persona.

La elegancia es patrimonio de la persona entera tanto en su dimensión corporal

como espiritual, pero no consideradas como dos realidades contrapuestas, sino

mas bien jerarquizadas dada la superioridad del espíritu (quien es quien elige)

respecto al cuerpo.

Censura Interior

La elegancia se manifiesta también a través de las palabras, de la

conversación, pero esta se rige previamente por unos criterios. No todas las

personas hablan de los mismos temas ni de igual manera.

Hay personas que hablan indiscriminadamente de todo y con todos. Para ellas

el único criterio existente en sus conversaciones es el desahogo personal.

Es necesaria una censura interior, que con sabiduría –y también con

elegantemente. Discierna que temas quedan excluidos en las conversaciones

que habitualmente tenemos con quienes nos relacionamos.

También se trata de ser prudentes a la hora de tratar un tema, analizar si es

oportuno o no tratarlo en un momento o lugar determinado, etc.

Los intereses

Nos vamos definiendo en la medida que nos interesamos por determinadas

cosas, mientras que otras no son indiferentes o incluso las ignoramos.

La salud en cambio nos autoafirma en aquello que es la razón de nuestro

existir.

La vida es una aventura compartida en donde cada uno y cada una va

derramando en el otro el aroma que alberga en su espíritu.

La elegancia del espíritu no se improvisa, la otra –la de la imagen- es suficiente

con disponer de un buen asesor.

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Una filosofía elegante

La forma de ver la vida, la manera de entender la existencia también tiene

mucho que ver con la elegancia. Cuando entramos en el universo interior de

una persona podemos percibir orden, claridad, luz, cultura, creatividad, belleza,

armonía, bondad, humanidad; pero situándonos en el extremo opuesto tal vez

hallemos caos, oscuridad, ignorancia, rupturas, etc.

La elegancia se confecciona tanto en a biblioteca como en el cuarto de baño:

sin cultura y sin limpieza la elegancia es impensable.

Definiciones

Definirse es optar por algo, y aunque casi todo es revisable en esta vida, si

estas definiciones no son continuadas difícilmente constituirán un trazo

identificador nuestro. La elegancia supone fidelidad a nosotros mismos, porque

es en esa fidelidad donde los otros reconocen nuestra forma de ser.

Serenidad

No hay nada que descalifique más a una persona que la pérdida de control.

El hombre y la mujer fríos se caracterizan por distanciarse (excesivamente) de

los problemas, los serenos se sienten implicados en las cuestiones que les

afectan, pero cuentan con el factor tiempo y con la confianza en el discurso

racional para solucionar los conflictos.

La serenidad es una manifestación clara de un espíritu elegante (porque elige

la estrategia mejor para resolver los problemas con los otros, a quienes

respeta).

Bien lo dice Susana Tamaro, autora italiana en uno de sus libros “Donde el

corazón te lleve”: “Y cuando frente a ti se abran muchos caminos y no sepas

cual tomar, no elijas uno al azar, siéntate y espera. Respira con la profundidad

confiada con que respiraste el día en que viniste al mundo; sin dejarte distraer

por nada, espera y vuelve a esperar. Quédate quieta, en silencio, y escucha a

tu corazón. Cuando te hable, levántate y marcha hacia donde él te lleve.”

–Susana Tamaro

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ELEGANCIA EXTERIOR

La buena educación

La educación es una actitud que constantemente (o no) hace acto de

presencia. Nace de un profundo conocimiento de varias manifestaciones. Y

efectivamente hay formas de hablar, vestirse, de hablar, de dirigirse a los

demás, de comer, sentarse, saludar que indican de una manifiesta que una

persona es maleducada, aunque ella no lo crea así por ignorancia o una

concepción equivocada de espontaneidad.

El vocabulario

No todos los hombres y mujeres se expresan de igual manera. Hay muchos

que por carecer de un vocabulario extenso no hablan con propiedad, porque al

no conocer muchas palabras no poseen los conceptos que estas palabras

reproducen. Nuestro conocimiento esta íntimamente relacionado con el

vocabulario. El objetivo no es hablar con refinamiento sino con precisión. Quien

domina las palabras y sabe utilizarlas es un gran afortunado porque tiene

mucho adelantado en la vida y se evitará muchos disgustos, y lo que es más

importante: será sembrador de paz y alegría.

El vestido

Es vestir es una expresión más de nuestra forma de ser.

Esta identificación es unas personas es mayor que en otras, depende de la

importancia que se le dé. Aunque nunca es justificado emitir juicios de valor de

una persona por su apariencia. Sería una frivolidad imperdonable

trascendentalizar la importancia del vestido, pero también es una muestra clara

de mala educación y mal gusto (y de empobrecimiento espiritual) ir vestido de

cualquier forma.

El aseo personal

No se reduce a una ducha diaria. Son necesarios otros factores que aseguren

una imagen pulcra de nuestra persona. Tanto hombres como mujeres deben

elegir lo mejor para su aseo personal sea perfecto. Revela el autoestima y

seguridad de las personas.

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Las relaciones sociales

Las relaciones sociales requieren un tacto especial donde la intuición

desempeña una función importante. Y más en nuestra época, en la cual las

mujeres han roto el patrón tradicional y el uso del usted no esta tan definido

como antes.

Las personas tienden a agruparse con otras quienes tienen los mismos

intereses. Sin embargo, uno debe desarrollar simpatía por todos ya que de

todas las personas que conocemos podemos aprender algo nuevo.

Yo

Es muy importante que sepamos evitar monopolizar conversaciones, incluso es

parte de la buena educación. No podemos empezar a hablar de un tema con

las demás personas sin dejar espacio para que los demás opinen y hagan sus

comentarios personales.

Siempre es la cultura la que nos saca del pueblerino mundo de nuestro yo y

nos sitúa ante un universo repleto de sugestivas búsquedas intelectuales.

Evitar a toda costa el autoritarismo, la falta de dialogo, la cerrazón interior y la

incomunicación.

La sonrisa

“Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes

quien se puede enamorar de tu sonrisa”

–Gabriel García Márquez

La sonrisa es elegante. No hay regalo que se le iguale. Es la puerta abierta

para invitar a las demás personas que nos conozcan y poder entablar

conversación.

La cortesía

Ser cortés es ser atento, tener respeto, y afecto por los demás. Se puede

reducir a un simple acto como escuchar sin realizar interrupciones. Es

redescubrir el arte de conversar.

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La cortesía atempera los estados de ánimo alterados, evita enfados y, sobre

todo, propicia un clima favorable a la cordialidad.

La gratitud

Una sonrisa, unas palabras de agradecimiento tienen un valor añadido que

debe acompañar al justo precio. El factor humano esta por encima de cualquier

valoración económica.

Un corazón agradecido es un corazón elegante, porque ha escogido la mejor

forma de tratar a los seres humanos.

La decoración

La personalidad se expresa y se hace notar en aquello que es de nuestra

propiedad. La decoración de una casa puede responder a muchos criterios

desde las que parecen verdaderos museos a las que dan una imagen de un

lugar entrañable, pero todas son susceptibles de someterse a un juicio estético,

porque en muchas ocasiones la sencillez esta más cerca de la belleza.

La casa sosegada

El silencio debería ser nuestro ámbito de referencia: o hacia el vamos o de el

venimos. Estar siempre hablando y/o escuchando la televisión como

manifestación de estar vivos es un error existencial de alto calibre porque lleva

a la alienación, al vacío espiritual. La conversación amable, la lectura, la

reflexión necesitan del silencio.

La colonia, el perfume y la esencia

Nada hay en el mundo que despierte tanta euforia como una buena colonia o

un perfume o esencia según se trate de un hombre o una mujer. Distinción,

elegancia, encanto constituyen entre otros, el mensaje que emana de una

fragancia que es capaz de anticipar o constatar la presencia de una persona

antes o después de su llegada.

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Finalmente podemos concluir este ensayo, resaltando la importancia de

conocer estos factores, los cuales sumados impulsarán al ser humano a

embarcarse en un viaje para el conocimiento de sí mismo y poder clarificar qué

es lo que tiene para ofrecer al mundo.

“En una forma gentil, se puede sacudir al mundo” – Mahatma Gandhi