El verano de las mariposas

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EL VERANO DE LAS MARIPOSAS DAVID SÁNCHEZ SÁNCHEZ © arsa ediciones, 2010

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Cuarta recopilación de poemas de David Sánchez

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EL VERANO DE LAS MARIPOSAS

DAVID SÁNCHEZ SÁNCHEZ

© arsa ediciones, 2010

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EL VERANO DE LAS MARIPOSAS (2008-2010)

Fotografía de portada extraída de la web:

http://butterflies.gallery.sytes.org Bajo licencia gratuita de su autor:

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© Arsa ediciones, 2010

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Este firmamento poblado de estrellas lo he pintado yo y el camino recortado que guía tus pasos es una ilusión creada con manos de humilde tacto donde habita el amor. Nómada de oficio, mediocre poeta, pintor venido a tramoyista por el gusto a la palabra, creador de una obra ficticia, de vida sencilla y discreta, morador de tus pupilas de melaza, de los rincones que me guardan cuando busco calor. Te inventé y me superaste en argumento, en forma y amor. Sobrepasaste las palabras, los poemas, los relatos… Después quedé yo maquinando escenarios por ver si la vida se me adapta a este humilde teatro de marionetas sin guión.

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De tanto llorar gasté mis lágrimas, de tanto reír, rasgué mi garganta. Cuando abracé mis extremos, me rompí por el centro. De tanto regarme, floreció el corazón como una mano asida a la vida, como unos labios jugando a besar. Quedó la nada o una esencia. Quedó la ausencia de toda materia que pusiera freno a mis sentidos. Y yo no pido más silencio del que ofreces ni más amor del que regalas. No pido nada. Sólo reír, sólo llorar, sólo sentir que camina junto a mí tu alma.

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Era el verano de las mariposas que el aire salpicaban de luces y colores abstraídos a un cuadro impresionista. Era el lento caminar entre el bosque sofocado de la estridencia de las cigarras… De tanto verano. Era la tarde perfecta para dejar pasar las horas en el deambular de tus quiméricas divagaciones, el justo momento en que pedir de nuevo tu mano y hacer votos de compartir más paseos a tu lado en un incierto futuro en que lo más certero éramos nosotros, nuestras risas y ese verano.

By Noel

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COMPOSICIÓN DESESPERADA Al abismo la entrega de mi vida presta a las caricias, lista para la huída. De tu mano prendido, asido a tus mares sin tiempo ni rutina. Vamos lejos o aquí mismo, leves, dobles y perennes como las hojas de estos pinos.

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Quería escribir el poema de amor más bello, decir maravillas de tu maravilloso cuerpo. Y lo dije. Fue hace tiempo, cuando florecían las amapolas, Quería escribir el poema de amor más bello. Sin pensar que lo más bello era el amor sobrepuesto a las metáforas, a los epítetos. Quería escribir sobre tu boca en el tiempo en que en que dejaba de ser yo para ser por ti, sin entender que el amor es suma y no resta. Quería escribir el poema de amor más bello. Quimera. Encontré lo bello en la prosa de los sentimientos, la sencillez en vivir queriendo Y en saber que sin ti sigo siendo yo, pero un poco menos.

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Después de las vías, el mar. Después del mar, ausencia. No hubo más. Soledad a la carrera sin puerto ni estación. Sin norte, veleta perdida entre los vientos. Deshago el camino a la manera del antiperegrino, buscando en el origen antes que en destino. Allí donde quedaron y quedan las querencias que llevamos en nuestras leves alforjas de viajeros en tránsito hacia ningún sitio.

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Silencio era palabra a tu lado, y a tu lado la paz cobraba sentido. Tus gestos eran los signos de una felicidad humilde y liviana, de una libertad felina y serena. No puedo llorar, aunque quiero, al amigo porque te he sentido pleno en la brevedad del camino. Compartiendo a tu antojo lecho, comida y praderas… Los sitios que serán tus sitios compartiendo la vida sin más argumento que la libertad de los seres primitivos. Ser de blanca pureza, destino no es palabra que vaya contigo. Libre quisiste querernos y quererte fue y será trabajo sencillo. Me queda una vida sin ti y una eternidad contigo en el corazón o donde quiera que se lleven los amigos. Para Niki

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Si tuviera una fragua o unas manos divinas

pondría el empeño de mi oficio creador

para forjarte en preciosos metales.

Sin dudar buscaría esmeraldas

que merecieran tus ojos,

al viento prendería

el aire de tu aliento.

Si tuviera una fragua y unas manos de amianto

forjaría a fuego vivo un cuerpo

exacto a tu cuerpo.

De los campos de fresas,

el olor a tu piel desnuda.

De la seda más fina,

el tacto de tus cabellos.

Si yo fuera escultor o tuviera unas manos divinas

no sabría en qué momento

plasmar el gesto de tus labios

dispuestos al beso

en una copia tan exacta

y tan inexacta a ti.

Tan como tu

y tan sin tu alma.

Si tuviera una fragua o unas manos divinas

no tendría la suerte de ser yo

que puedo copiar en mis labios

el gesto de tus labios,

que puedo admirarte en esencia

despojada de tu cuerpo.

Una sonrisa igual a tu sonrisa

(diferente a cada instante)

y tus besos buscando, saltones,

mis besos.

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Bendita melancolía, puerta a la esperanza, agua que mueve molinos y deja pedregales a las orillas de mi alma. Será tu aliento mi guía y mi palanca con punto de apoyo en tu risa y la vista en la alborada de mundos nuevos, palabras llenas de verbo sincero. Que por decir querer quisiera en su sentido pleno, caer sobre tus pétalos de flor erguida sobre una tierra que ha de verme desgastado en polvo, deshecho en agua. Barro. Vida. Palabras.

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MATEMÁTICA ELEMENTAL Amarte era tan sencillo como multiplicar por cero o tan complejo como entender el infinito. Infinito el tiempo que deseaba a tu lado. Tiempo lento como las horas en los hospitales o en los cementerios. Sumando besos, los que te di y aún me quedan, restando penas resolví la ecuación elemental de mi existencia. Hallando senos cosenos y adyacentes me descubrí tangente a tu cuerpo en todos sus puntos (línea imperfecta). Sigo escribiendo cada noche fórmulas distintas en un encerado de estrellas. Tiempo lento, tan sencillo como amarte elevado a la enésima potencia.

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Antes que mar fuiste playa, antes que río, gota del rocío de una mañana, Fuiste esencia de todo lo venido y lo venidero. Fuiste labio Antes que beso En ti se concentra el origen, en ti el futuro se engendra y lo inunda y lo impregna todo, agua en todo, tierra empapada cuando descarga la tormenta.

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Los días pasaban, las horas gastaban el engranaje secreto de la vida. Me aparté del camino para encontrarme de nuevo sentado con mis dudas en la piedra de pedir consejos - ella siempre calla y da sus respuestas en el silencio – Forjé el sentido de mi vida en un tiempo que se desvanecía en el caminar autómata de los días. Tengo a mi vera la luz y sin embargo me pierdo y me entretengo a buscar en los cercados los límites de lo humano en un mundo entestado en hacerse ilimitado. Me aparté del camino para encontrarme de nuevo en la esencia de mi ser que fue y sigue siendo mar de dudas en camino incierto. ¡Silencio! Habla la piedra. Silencio.

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Flor de mayo, azucena, rosa impregnada de vida. Valiente alelí, malvasía embriagadora que entre llantos viniste a regar una seca primavera. A los pocos meses ríes y a tu boca desdentada asoma la alegría de una huerta, el jardín que aflora por tus rincones de piel nueva. Viniste en mayo, azucena, a compartir la vida con estas vidas que sin verte te añoraban. Viniste a poblar la tierra, malvasía, rosa, alelí, flor entera y tu nombre se hizo vida. Delia.

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Amar. Pero quién ama tanto que pudiera poblar ausencias, agujeros negros de mi espacio. Barquita en deriva, mi nave de esparto remonta colinas con alas de nube y ruedas de barro. Blandiendo la daga que rasga el silencio, callando o hablando por contar. Por amar. Y quién ama tanto que exhausto de querer quisiera seguir amando por la senda que llevaba hasta tus labios. Llenando la nada de un caudal incierto que tan pronto fluye, que tan pronto yerta. Amar. Pero quién ama tanto que pudiera manar su esencia, regando el camino, la vida a cada paso.

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De todo amor, las lecciones más hondas, el más hondo dolor. Y la alegría y la tristeza. De todo amor, la fuente del cambio, semilla de lo venidero. Y la calma y el desconcierto. De todo amor me impregno, de todo amor respiro y me lleno. De todo amor.

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De todo lo que se le supone a la vida, del peso de los días que pasamos a la sombra de un olvido traicionero quédate con el abrigo de unos labios, quédate con la vida simple y llanamente, con las risas de esta tarde de verano… Quédate con el mundo adormecido entre tus manos mientras viajas por su globo hacia poniente, astronauta y capitana de los mares de tu mente. Todas esas cartas que no abrimos contienen los mapas de trayectos nunca realizados por anónimos remitentes en sobres amarillos para destinatarios ocultos y desconocidos. Todas esas letras no dicen nada porque nunca las leímos. Quédate con el día que amanece para verte, con los gatos que nos miran fijamente, ajenos al olvido, a las cartas, al pasar. Quédate sin quedarte, vuela aunque sólo sea en un paisaje de dibujos animados dejando garabatos como estelas y el paso firme hacia el azar.

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Los sueños vienen con un manto negro, los objetos presos de sus nombres llegan. ¡Qué cárcel disfrazada de vida libre! Sin alas ni fuerzas me quedan para arrastrarme. El mundo gira en una carcajada redonda, el tiempo se zimbrea en un alambre. Por fictíceos me gustaban los tebeos. La irrealidad más hermosa, la leyenda de tus ojos. Por absurdos adoro los mohines ante el espejo. Quién sacudirá estos barrotes, estos grilletes de vida amordazada, estas guerras de fotomatón. Quién… Sin alas no puedo.

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Si bebes de este silencio te vas a ahorrar las palabras que no necesitas. Esta desolación de vía muerta tiene un punto de nostalgia y de románticos atardeceres. Si abrazas ese árbol vas a sentir la fuerza de una tierra con la rabia contenida. Triste, como estas casas tapiadas que nunca tuvieron vida, como esta estación sin tren. Dulce. Hermoso triunfo de estas montañas sobre los hombres. (Yera – Cantabria)

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Por el desvelo de esta noche alejada de todo punto conocido, coordenadas extraviadas a los mapas. Por el desvelo, decía, lánguidos resbalan mis sueños sin la coraza de una conciencia amordazada. Y el vino para lanzar las palabras desmedidas y erráticas. ¿Qué más quieres? Madrugada. Las tres, las cuatro, las seis y la musa a mis espaldas. No sé si estoy, si llego o ya me marcho intrascendente a la mañana. Sin haber dicho nada los relojes ya no hablan ni marcan las horas esparcidas por esta habitación cambiante en luz y forma. Como tu silueta extendida y durmiente. Alborada. No he resuelto el enigma, ¿he dicho que desvariaba? No he resuelto el enigma. Me queda tu mirada.

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Hoy he visto las nubes como las pintan los niños. Algodones blancos sobre fondo azul de mares, de lindes inciertas. Tinta volcada a la tinta, color sobrepuesto a la vida gris de algunos días en que no siento. Ni digo. Ni vivo. Hoy es color en ojos de niño entrado en mis años, venido a menos. Hoy soy sin forma, desprendido de mí, lo más parecido que existiera al alma. Sin boca, sin ojos, sin manos percibo, etérea, presencia de ti.

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Esta tarde tan falta de sol, tan de lluvia amenazante, con las nubes apostadas tras el miedo, con las aves cobrizas preparando el duelo. Mal presagio extendido por todas las sendas que habitan mi seno, por toda la tarde que parece encogida aguardando el justo momento en que todo se pare. Hasta que vuelvas envuelta de luz bizantina. Llevas dentro esmeraldas antiguas, saetas al viento que hacen camino. Instalada en el deseo, en lo imposible que nos guía y no cesa tampoco en esta tarde violenta en la que espero con la vista hacia el mar por si verdes balandras arriban a puerto.

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Existir es algo más que pasar por esta vida como por una autopista. Existir es tomar los desvíos, perderse en los senderos, caminar, pararse. Fundirse con el paisaje, con el tiempo. De lo contrario no seríamos más que autómatas en un circo de engranajes mecánicos y absurdos. Hoy me quedo con estos apuntes en forma de versos. Pequeños lienzos robados a mi tiempo. Mañana… Ya veremos.