El Vapor Del Diablo

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El vapor del diablo El trabajo de los obreros del azúcar Colección Estudios de Antropología del Trabajo

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LEITE LOPES

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El vapor del diabloEl trabajo de los obreros del azcarColeccin Estudios de Antropologa del TrabajoJos Sergio Leite LopesEl vapor del diabloEl trabajo de los obreros del azcarIdea e Ilustracin de tapa: Martn LowensteinEdicin. Grupo Antropologa del Trabajo (GAT).El GAT esta integrado por Hernn M. Palermo, Cynthia Rivero, Julia Soul,Nuria I. Giniger, Susana R. Presta, Juan Gouarnalusse y Florencia IntrieriLaColeccinEstudiosdeAntropologadel TrabajoestacoordinadaporelGrupo Antropologa del TrabajoPrimera edicin en portugus: 1976, Editora Paz e TerraSegunda edicin en portugus: 1978, Editora Paz e TerraTtulo original en portugus: O Vapor do Diabo. O trabalho dos operrios doacarTraduccin: Andrea RocaLa traduccin fue nanciada con recursos conseguidos y administrados por lacoordinacin del PPGAS-Museu Nacional junto a la FINEP, as como tam-bin a partir de fondos de investigacin provistos por la FAPERJ (FundaoEstadual de Apoio Pesquisa do Rio de Janeiro).Leite Lopes, Jos SergioEl vapordel diablo: el trabajodelosobrerosdel azcar. -1aed. -Buenos Aires : Antropofagia, 2011.320 p. ; 23x15 cm.Traducido por: Andrea RocaISBN 978-987-1238-84-21. Antropologa. I. Roca, Andrea, trad. II. Ttulo.CDD 301Quedahechoel depsitoquemarcalaley11.723. Nosepermitelarepro-duccin total o parcial de este libro ni su almacenamiento ni transmisin porcualquier medio sin la autorizacin de los editores.5ndicePresentacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7Grupo Antropologa del TrabajoNota de la traductora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21Andrea RocaPrefacio a la presente edicin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27Jos Sergio Leite LopesPrefacio a la primera edicin (1976) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57Moacir PalmeiraAgradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69I. La diferenciacin interna de los obreros del azcar: el cdigo del arte . . . 89II. La carne y los huesos: los lmites de la jornada de trabajo . . . . . . . . . 135III. El fetichismo del salario y sus revelaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179IV. El mercado de trabajo de los obreros del azcar: superpoblaciny cautiverio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291Glosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 303Bibliografa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309ndice temtico y de autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313Sobre el autor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3197PresentacinLa Coleccin Estudios de Antropologa del Trabajo es resultado de losdebates, investigaciones y seminarios que hemos desarrollado desde el Gru-po Antropologa del Trabajo (gat). Nuestra preocupacin est centrada enla recuperacin de una tradicin que pueda abordar, desde cierta especici-dad disciplinaria, problemticas vinculadas con los trabajadores asalariados.De tal modo podramos fundar nuestro mito de origen en los albores del ao2006 cuando un grupo de antroplogos y antroplogas decidimos congregar-nosalrededordeunaproblemticacomn: lasprcticasyrepresentacionesque conguraban la experiencia social de grupos de trabajadores situados endistintos espacios industriales. Cul era el eje que atravesaba nuestras dis-cusiones? Cmo podamos denir un horizonte signicativo que nos sirvierapara trazar un camino de bsqueda comn? Nuestro propsito era restituirdicha problemtica en la agenda de discusin acadmica como una lnea deinvestigacin fundamental donde deban reconsiderarse los aportes de la an-tropologa social1.En este devenir profundizamos investigaciones situadas en grandes empre-sas transnacionalizadas del sector industrial. Las indagaciones se vinculabancon las formas que adquiere la consolidacin de la hegemona empresaria; lasdisputas de poder dentro y fuera de los espacios de trabajo; las estrategias yacciones de las organizaciones sindicales; las condiciones de precarizacin y latercerizacin como fenmeno de transformacin econmico y social. Asimismoidenticamos otras controversias y polmicas que irrumpan en la denicinsobre los signicados que adquieren ciertas prcticas para los trabajadores,tanto en lo relativo a los procesos de organizacin, resistencia y lucha, comoen lo referente a los consentimientos y transacciones que atraviesan durantesu experiencia cotidiana.Destacamos la importancia del proceso de enseanza-aprendizaje vivido enel seminario sobre antropologa del trabajo, que hemos dictado en la Facultadde Filosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires durante el perodo2007-20112. El aporte realizado por los estudiantes a travs de su participa-cin, as como los trabajos monogrcos han contribuido de forma novedosa1 Enesteesfuerzo, convergimosconlatrayectoriadel NcleodeEstudiosdel TrabajoylaConictividadSocial delaUniversidadNacional deRosario, dirigidoporlaLic. GloriaRo-drguez, que desde el ao 2003 plantea la importancia de resituar el campo disciplinar de laantropologa de los trabajadores asalariadoscomo recorte temtico central para el desarrollode la antropologa.2 El seminario de Antropologa del Trabajo se constituy como parte de un equipo de investi-gacin. Durante los aos 2007-2009 estuvo a cargo de Claudia Figari. En el 2010 la titularidadfue de Hernn M. Palermo y en el 2011 el seminario estuvo a cargo de Nuria Giniger.8 El vapor del diabloa tensionar los lmites, distinguiendo las potencialidades y conveniencias deaprender a reexionar desde distintos campos disciplinares, sin olvidar nuestraespecicidad. Asimismo, cabe destacar el rol activo de la Editorial Antropofa-gia en el impulso y compromiso para fundar una coleccin orientada a editar,compilar, traducir y/o publicar investigaciones antropolgicas, etnografas yensayos sobre problemticas vinculadas a la clase trabajadora.Hemos analizado la heterogeneidad de las relaciones mediante las que seconguran diferentes conjuntos de trabajadores asalariados en disputa perma-nente. En esta perspectiva, los espacios de trabajo emergen implcita o expl-citamente, como espacios en los que se gestan tanto la explotacin/alienacincomo las prcticas de resistencia en el marco de intereses antagnicos. El cri-terio para la seleccin de los textos incluidos en esta coleccin responde a laintencinderestituirlacentralidaddelasprcticaseconmicas(LeiteLo-pes, 2011) en la concretizacin de las relaciones hegemona/subalternidad, losprocesos de conguracin de la experiencia de los colectivos de trabajo, lasconceptualizaciones y prcticas en torno a la organizacin sindical, etc. Porello, ubicamos en el centro de nuestras investigaciones a los trabajadores asa-lariados en el sector industrial y a las relaciones en que se hallan inmersostanto en el espacio productivo locus de sus prcticas econmicas comoen los espacios extraproductivos pblicos o privados en los que se articu-lan dichas relaciones de hegemona/subalternidad. Esta decisin no representauna obstinacin arbitraria, sino que remite a la especicidad del proceso dereproduccin social: la produccin de mercancas que es al mismo tiempo pro-duccin de valor y reproduccin, a escala societal, de las clases sociales.Inscripciones latinoamericanasLa consolidacin institucional de la antropologa en Amrica Latina, durantelas dcadas del 50 y del 60, es contempornea de los profundos cuestionamien-tos que se producan en los centros de produccin de la disciplina, sacudidospor las luchas de descolonizacin y los acelerados procesos de transformacinque los enfoques clsicos no haban logrado conceptualizar. Como argumentaBalandier (1973) en su Teora de la descolonizacin los colonizados irrum-pen en la historia obligndonos a salir y reconstruir a las comunidades tnicas(anteriormente conceptualizadas como cerradas y autocontenidas) para poderaprehenderlosprocesosdecambioymovilidadsocial. AntroplogoscomoOscar Lewis (1964, 1985) y Robert Redeld iniciaron una fructfera lnea deinvestigacin sobre las trayectorias de campesinos e indgenas que migrabanhacialasciudadesoejidosurbanosparaconvertirseen trabajadoresasala-Presentacin 9riadososemi-asalariados. EnEstadosUnidos, desdeladcadadel 40, lasociologa y la antropologa centraron su inters en las vinculaciones entre eldesarrollo industrial y los cambios en las comunidades, prolongando a lavez que problematizando el tradicional abordaje holstico de la antropologaclsica. De manera similar, en pases europeos comienzan a preocuparse porlos distintos fenmenos socio-urbanos que emergen durante los procesos dedesarrollo industrial, as como por las difciles relaciones tejidas alrededor delas fbricas y empresas, las formas de organizacin del trabajo y sus aspectossocio-tcnicos, las profesionalizaciones en curso, etc. tal como qued plasmadoen el clsico tratado de Sociologa del Trabajo compilado por Georges Fried-man y Pierre Naville (1971).Durante las dcadas del 60 y del 70 Amrica Latina se fue constituyendo enun escenario paradjico, a la vez que reconocemos organizacin social y gran-des movilizaciones populares registramos dictaduras militares extendidas envarios pases que montaron un duro sistema represivo. Ello implic profundoscondicionamientos de distinto signo tanto para la investigacin como paralas prcticas de los trabajadores. En Argentina, en los tempranos aos 70srecuperamos las investigaciones interdisciplinarias realizadas por el equipo deMedicina Laboral integrado por Eduardo Menndez. En esta lnea de trabajolos procesos de salud enfermedad son el prisma a travs del cual se construyenhiptesis y datos que permiten determinar las formas de desgaste de los proce-sos de explotacin y alienacin inherentes a la relacin asalariada (Menndez,1990). Las condiciones de trabajo aparecen limitando y determinando en granmedida las formas de vida y las relaciones extralaborales, muchas veces dilui-das en los enfoques centrados en la dimensin representacional o simblica.Durantelosaos80, estaspremisasanalticasseprolonganentrabajosque ponen de relieve formas socioculturales de categorizacin y clasicacinde los riesgos as como de politizacin de las condiciones de trabajo. En estesentido, Grimberg(1997)categorizael procesodesaludenfermedadcomouna construccin social en la que intervienen diversos y opuestos actoresquienes van congurando demandas especcas en torno a los malestares ypadecimientossufridosporlostrabajadoresgrcos. Enel mismosentido,Santiago Wallace (1994) desarrolla la vinculacin entre el proceso de trabajoylaconstruccinsignicativadelosriesgosporpartedelostrabajadores.En otra investigacin conceptualiza como sufrimiento silencioso un conjuntodepadecimientossubjetivosquesobrellevanlostrabajadoresmetalrgicos,sealando su potencia como indicadores de las suras que tiene todo procesohegemnico y como puntos de partida para impulsar prcticas de resistencia.En Brasil, los investigadores trazaron otro recorrido como consecuencia delas transformaciones en las que se gestaron importantes organizaciones de cam-pesinos y trabajadores rurales en el marco de procesos de proletarizacin y10 El vapor del diablode los lmites que impuso la dictadura militar en el campo disciplinar y aca-dmico. Las investigaciones sociales sobre grupos de trabajadores industrialesfueron promovidas principalmente por agencias de nanciamiento privado queconstruyeron problemticas ms amplias sobre los cambios ocurridos a partirdelasdinmicasespeccasdeindustrializacinenregionesperifricas. Dehecho, el texto que presentamos en esta coleccin es una obra esencial dentrode este programa de investigacin, que se prolonga en otras indagaciones. Ensintona con estas preocupaciones, Gustavo Lins Ribeiro analiz las relacionesde explotacin/alienacin en el marco de lo que denomin grandes proyec-tos. En su investigacin sobre el proceso de construccin de Brasilia, la nuevaciudad capital de Brasil, el autor reconstruye detalladamente las condicionesmateriales y simblicas de la organizacin del trabajo que representaron lacolumna vertebral de la experiencia de subalternidad entre los trabajadores.Asimismo, la tesis doctoral de Jos Sergio Leite Lopes (1986), traz el puntode partida para reexionar sobre una problemtica especca: la conguracinlos sistemas de fbrica con villa obrera como entramados particulares de rela-ciones sociales en los espacios urbanos dominados por una gran empresa. EnArgentina dicha problemtica es retomada tanto por Federico Neiburg (1988)en su tesis de maestra como por Ricardo Rosendo (1989) en su tesis de li-cenciatura ambas situadas en empresas cementeras y caleras ubicadas en elcentro de la provincia de Buenos Aires en Argentina.En Mxico, las tradiciones que conuyen hacia la organizacin de un cam-po disciplinar recuperan la problemtica del trabajo asalariado urbano desdediferentesperspectivas. Acomienzosdelosaos60, Angel Palermfueelprincipal impulsor del grupo de investigacin sobre trabajo industrial que seconstituy en actual Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en An-tropologaSocial (ciesas). Susdebatessecentraronparticularmentesobrelas consecuencias de la industrializacin a nivel local y regional, evaluandoy caracterizando el desarrollo del capitalismo en Mxico y sus efectos sobrelas poblaciones. A partir de aqu se abren dos campos de investigacin: unofocalizado en los contextos socioeconmicos tradicionalmente agrarios dondela industria se desarroll con una dinmica de enclave; y el otro dedicado alanlisis de la clase obrera en contextos industriales. Inscriptos en esta tradi-cin, en los aos 70 y 80, algunos antroplogos y antroplogas prolongaronlas investigaciones sobre cultura obrera, a partir de categoras tributarias de lacategorizacin thompsoniana de cultura, que se distanciaba del nfasis en losprocesos de aculturacin herederos de la antropologa estadounidense (1986).Dentro de este encuadre terico Juan Luis Sariego Rodrguez (1988) realizalgunos estudios sobre las formas en que las dinmicas de la diversidad tni-ca signicaron mecanismos de segregacin laboral para grandes contingentesde obreros empleados en las explotaciones mineras. Otros anlisis centraronPresentacin 11su mirada en rescatar una clase obrera actuante y dinmica inscripta en lossistemas de control para subrayar sus posibilidades de resistencia y accin au-tnoma (Torres, 1986). Con una nocin de cultura que remite a la esfera delas signicaciones en torno del trabajo, Luis Reygadas (2002) focaliza su mi-rada en la conguracin de relaciones laborales en las maquilas, manifestacincontempornea de los procesos de industrializacin en zonas de libre comercio.Las sucesivas crisis y transformaciones en los procesos hegemnicos com-plejizaron y, en algunos casos desplazaron el abordaje de las problemticasdel trabajo y los trabajadores. La conguracin de agendas acadmicas fuer-temente ideologizadas que, direccionaron los recursos y el nanciamiento pa-ra la investigacin social, provocaron el desplazamiento del inters terico yemprico por los trabajadores asalariados urbanos hacia otras problemticasvinculadas con las condiciones de vida de esos mismos conjuntos sociales, aun-que deslocalizados de su situacin. Esto caus un profundo cuestionamientoa las construcciones tericas que otorgaban un carcter explicativo a la es-tructura de relaciones sociales como condicionante en la accin de los sujetos.Lgicamente este escenario paradjico y al mismo tiempo comprensible se co-rresponde con los apocalpticos aos 90, hoy tan revisitados en la produccinacadmica. Cuando ms acuciante era la presencia de una mirada crtica yuna palabra comprometida sobre los procesos socio-econmicos que afectabana la clase trabajadora, menor cantidad de investigaciones y/o publicacionesencontramos sobre dichos procesos y sujetos. A pesar de ello, muchos investi-gadores e instituciones acadmicas (con poco nanciamiento) persistieron enel anlisis de las transformaciones que parecan convertir a los trabajadoresen desocupados, emprendedores, piqueteros, agentes de una nueva multitud,etc. destacando la precarizacin de las condiciones de trabajo y de vida ascomo la potencia y el surgimiento de nuevas organizaciones, redes y accionescolectivas en diversos territorios de Argentina.El recorrido por las investigaciones mencionadas sustenta reexiones quesintetizan puntos de encuentro y debate entre quienes intentamos recuperar yreinscribir cierta tradicin de estudios sobre el trabajo y los trabajadores, des-de la antropologa, tal como mencionamos en el primer apartado. En primertrmino, promueven una perspectiva crtica de las relaciones de produccin ca-pitalistas y de las formaciones sociales que se conguran a partir de ellas. Ensegundo lugar, nos proveen herramientas metodolgicas y tericas para plan-tear y problematizar las articulaciones entre las formas de organizacin de laproduccin y las condiciones de reproduccin de la vida social de los trabaja-dores. Y en tercer lugar enfatizan la diversidad de representaciones, valores,sentidos, signicados y experiencias de los sujetos, impulsando una perspecti-va etnogrca que contribuya al anlisis de la creacin, estructura y gnesisde los procesos donde se conguran ciertas relaciones sociales. Por todas estas12 El vapor del diablorazones, la Coleccin Estudios de Antropologa del Trabajo pone a dis-posicin de los lectores aquellas producciones antropolgicas que representanjalones fundamentales en la construccin y consolidacin de dicha perspectiva.*****El vapor del diablo en perspectivaAportes para repensar la etnografaLa decisin de traducir al espaol El Vapor del Diablo responde a la bsquedaque mencionbamos al comienzo de nuestra presentacin: reconstruir caminos,pistas y claves para una antropologa que desnaturalice las relaciones en quese conguran los procesos de trabajo y la experiencia de los trabajadores. Enrelacin con este propsito, la investigacin de Leite Lopes brinda numerososelementos analticos. Desde una perspectiva metodolgica El Vapor del Dia-blopresenta un abordaje etnogrco focalizado en las relaciones cotidianasde los obreros del azcar. Actualmente, cuando se expresan diferentes posicio-nes respecto a qu signica hacer etnografa, resulta oportuno sealar algunascuestiones que dicho texto ilumina. En primer lugar, es una etnografa porquela textualidad nos remite a un proceso de investigacin entramado sobre cate-goras nativas: artista, profesionista, sirviente o ayudante que son nombradaspor los sujetos y que nos permiten recuperar la tan mentada perspectiva delos actores, no como conguracin ltima de la experiencia social, sino comoexpresin de relaciones sociales de produccin a las que los sujetos se hallansometidos. En este sentido nos reencontramos con sujetos de carne y huesoque desarrollan sus prcticas en el seno de un entramado relacional que loscondiciona. Ello nos conduce a reexionar sobre los modos en que la reinter-pretacin creativa de categoras y prcticas puede confrontar o no con dichasrelaciones de explotacin y subordinacin.Este carcter de sometimiento es conceptualizado por el autor a partir de undilogo riguroso entre su campo emprico (donde privilegia la interpretacindelasrepresentacionesyprcticasqueconstituyenlasexperienciasdelostrabajadores)yel anlisisdelosdiversoscondicionantesqueatraviesanalos sujetos en su vida cotidiana. Este proceso de abstraccin conceptual esresultado de un enfoque terico que posibilita un recorrido (que de ningunamanera es lineal o unvoco entre lo observable que no es sinnimo de lo realy lo conceptual que no es meramente la designacin de lo que se presentaPresentacin 13como real) para avanzar en la reconstruccin de lo real en tanto entramadocomplejoderelacionessocialesquetrasciendenycondicionan, alavez, alinvestigador y a los sujetos.Dentro de esta concepcin Jos Sergio Leite Lopes privilegia su preocupa-cin terica sobre las prcticas y representaciones de los trabajadores presen-tndoseenprimerapersonasoloparaprofundizardichareexin. As, porejemplo, al describir la entrada en la usina, desnuda con absoluta franque-za la ambigedad a la que se enfrenta el investigador cuando se involucra enun mbito fuertemente atravesado por el antagonismo de clase. El autor loexpresa relatando las complicaciones y desencuentros para llevar adelante sutrabajo de campo, a partir de su vnculo con el usinero, el sindicato, los tra-bajadores y las expectativas que estos ltimos se generaron respecto de lossupuestos benecios que dicha investigacin podra concederles.En cuanto al anlisis de las relaciones sociales en el espacio de trabajo, ElVapor del Diablo aporta elementos empricos para pensar las formas de usoy gestin de la fuerza de trabajo, que nos permite complejizar las actualescategorizaciones. En efecto, en la forma de organizacin del trabajo de la usi-na se conjugan caractersticas atribuidas a las modernas y exibles relacioneslaborales contemporneas. Destacamos las consecuencias de la fractura entrecontingentes de obreros estables y eventuales que se vislumbra en la divisinentre serventesy prosionistas y artistas(ello implica aceptacin de jorna-daslaboralesagotadorasporpartedelossegundos); tambinreconocemosenlaprcticadel robodehorasextraslasactualesbolsasdehoras3; lasprcticas de reconstitucin de fuerza de trabajo (como las de demorar) o desustraccin de la misma (como dormir o escabullirse durante la jornada) enel marco de un proceso productivo agotador, etc. Lo dicho nos permite reco-nocer formas recurrentes que asumen las relaciones de explotacin otorgandoelementos empricos para historizar y resituar categoras contemporneas talescomo precarizacin, exibilizacin, incertidumbre, etc. que hoy son atribuidasa nuevas formas de organizacin del trabajo. As El Vapor del Diablo nosayuda a tensionar ciertas categoras naturalizadas, cristalizadas y utilizadasindistintamente por las ciencias sociales del trabajo.A partir de la lectura del texto nos preguntamos si es suciente o no caracte-rizar a los trabajadores del azcar en el Nordeste de Brasil como precarizados3 La bolsa de horas es un mecanismo de cualicacin del tiempo de trabajo. Si en trminoslegales, sereconocalajornadade8horascomomximodiarioytodaprolongacindelamisma implicaba el pago extraordinario; en la prctica de la bolsa las horas extraordinariascomienzan a pagarse despus de superado un tiempo semanal, mensual o anual. En la prcticaestoredundaenquesepuedencombinarjornadaspoconumerosasyextensasconjornadasmenos extensas sin pagar horas extraordinarias. A diferencia del robo de horas extras, no slopercibido como tal por los trabajadores, sino tambin sancionado legalmente por el Estado, labolsa de horas es un recurso usualmente instituido a travs de la negociacin colectiva.14 El vapor del diablopara conocer y comprender sus condiciones de vida. Actualmente se ha insta-lado desde cierto sentido comn acadmico una oposicin maniquea entre lasactuales condiciones de trabajo denidas como precarias, exibles, inestables,inciertas resultado de la aplicacin de una poltica neoliberal y aquella po-ca dorada del capitalismo en que el trabajo es rememorado y conceptualizadocomo estable, seguro, slido, asociado a derechos sociales, tal como la denomi-nada condicin salarial que, segn la literatura dominante, habra ocurridoen un pasado no tan lejano, aparentemente universal y aorado por las grandesmasas de trabajadores. Pues bien, el libro de Jos Sergio Leite Lopes devela laprecariedad que, desde hace mucho tiempo, azota a grandes contingentes detrabajadores observando las heterogeneidades de una clase obrera conguradaa travs de procesos de desarrollo capitalista desiguales y contradictorios.En trminos tericos y epistemolgicos, descubrimos en El Vapor del Diablouna mirada dialctica entre aquellos condicionantes que subyacen a las prc-ticas de los sujetos y su capacidad de agencia. Sin explicitar esta discusin,el autor observa la tensin constante entre estructura y agencia, como va deuna indagacin que no se detiene en la apariencia de la cosa sino que avanzaen captar la estructura de la cosa. Es as que nos indica cmo la divisinsocial del trabajo, la divisin de la sociedad en clases y al mismo tiempo elpoder de reinterpretacin de la ideologa capitalista, estn en la base de lasprcticas y representaciones histricamente situadas de los trabajadores delazcar. En este esquema, los obreros del azcar se relacionan de forma com-pleja con la dominacin que emana de las usinas, y que a pesar de ese frreocontrol, la cuestionan a partir de sus reinterpretaciones creativas . . . el mismotrabajador colectivo que multiplica el podero del patrn. . . puede invertir lacooperacin capitalista, transformndola en una solidaridad concertada entrelos obreros contra la explotacin (Pag. 77). En este sentido Jos Sergio LeiteLopes propone una mirada de la dominacin/subordinacin trazando un pro-grama de investigacin para la antropologa que recupera aquellos aportes delpensamiento dialctico que han desarrollado autores tambin imprescindiblescomo Antonio Gramsci, Karel Kosic, Karl Marx y tantos otros.Las dicultades del mtodo y el carcter cerradode la fbricaEl Vapor del Diablonosofrecevariosindiciossobreunodelosprincipalesobstculos que presenta el trabajo de campo para una disciplina forjada ensu origen y desarrollo sobre el mtodo de la observacin participante. Los an-troplogos y antroplogas nos preguntamos cmo acceder al mundo de losPresentacin 15trabajadores dentro de un espacio tan controlado, vigilado y cerrado como sonlas Plantas industriales, empresas o fbricas? Ocasionalmente los investigado-res realizamos alguna observacin o visita en dichos espacios, dependiendo losmrgenes de libertad y las posibles preguntas de los vnculos personales o ins-titucionales establecidos, pero nos atrevemos a postular que la mayor cantidadde expediciones han culminado en negativas rotundas por parte de los dueos,patrones, gerentes, etc. Este obstculo se torna una obviedad en el marco deuna relacin de poder absolutamente asimtrica, que otorga un status con-dencial alainformacinquecirculaendichosespaciosyunaconcepcinparticulardel tiemposoloentrminosproductivosdesechandocualquierfactor que disperse la atencin de quienes se encuentran trabajando.En El Vapor del Diablo el patrn de la usina ejerce y simboliza un podercasi omnipresente. Esto agrega una nueva dicultad a la hora de realizar entre-vistas, observaciones y dems, ya que a pesar de la cercana de las viviendas ala usina, el poder del patrn se extiende hacia todos los espacios de reproduc-cin constituyndolos en territorios de dominio del usinerodonde despliegasus estrategias de control. As lo expone el autor: la facilidad para localizarla concentracin de los obreros se transforma en una dicultad para accedera ellos, debido a su sumisin a la autoridad territorial y a la administracinde la usina. (Pag. 81).Ahora bien, Jos Sergio Leite Lopes nos demuestra mediante su aproxima-cin minuciosa a la cotidianeidad de los trabajadores que dichos impedimentosno signican la obturacin del proceso de investigacin. Por el contrario, esecontrol y dominio que despliega la usina sobre los trabajadores es transforma-da por el investigador en materia de estudio aprovechando cada instancia enque su trabajo de campo pareca, en cierta medida, haberse frustrado. Estadicultad se expresa en el ejemplo descripto por el autor cuando se disponaarealizar unaentrevistay secruzacon l amitad decaminocustodiadopor otro hombre, ante quien el trabajador le pide disculpas ya que la con-versacin evidentemente deba quedar suspendida. Lejos de representar esteepisodio una frustracin para el investigador, Jos Sergio Leite Lopes ree-xiona: . . . efectivamente, lospoderesquelausinaejercesobresusobrerostendran alguna semejanza con los poderes estatales de la polica, los cualesse permiten entrar en la esfera domstica de los individuos para convocarlos apermanecer a su disposicin. . . De esta forma, la familiaridad que el obreroaparentaba con la prisin y sus agentes era, simplemente, la familiaridad conel cautiverio de la usina debido a la constancia de estas convocatorias abruptaspara ir a trabajar (Pag. 160).En sintona con ello cabe subrayar el dilogo constante que trasunta El Va-por del Diablo entre la teora y la empiria avanzando en la reconstruccin de lacotidianeidad de los trabajadores a partir de una experiencia en el campo que16 El vapor del diabloobjetiva mediante las entrevistas a los trabajadores en la esfera domstica, lasvisitas a la usina custodiado por el usinero, el vnculo con el sindicato, etc.Es decir, Jos Sergio Leite Lopes va tensionando los obstculos que en prin-cipio le presenta el carcter cerrado de la fbrica mediante la construccinde un entramado de relaciones con el conjunto de actores que forman partede la usina.Sinduda, lamaterialidadsocial deesamultiplicidaddevocessevuelveinteligible al lector a partir de dos recursos tericos: uno de orden epistemo-lgico que vertebra la exposicin del material de campo: el tratamiento delas representaciones como parte de un sistema que se relacionan por mediode oposiciones y correlaciones (desarrollando la ms fructfera de las premisaslevistraussianas). Dicho tratamiento le permite al autor otorgar inteligibili-dad a los modos de autoidenticacin de cada fraccin de trabajadores comoparte de un sistema de oposiciones e identicaciones cuya explicacin ltimaradica en la organizacin del trabajo en la industria azucarera. El gran mritodel autor es demostrar que el conjunto de las fracciones de obreros del az-car, se (auto) identica a travs de oposiciones no siempre explicitadas en lasnarraciones concretas; y que esas oposiciones no expresan otra cosa que la ins-cripcin de cada una de las fracciones en diferentes procesos de trabajo quea la vez determinan diferentes percepciones en torno del salario y el tiempo.El segundo elemento de carcter hermenutico se reere a la conceptuali-zacin del proceso de trabajo como un conjunto de relaciones entre trabajovivo (el colectivo obrero en sus diferentes fracciones), trabajo muerto (mate-rializacin de trabajo social en los medios de produccin) mediadas por lasfunciones de control y direccin que constituyen al capital (encarnado en lafraccin de los empleados). Las diferentes relaciones que artistas y prosionis-tas encarnan respecto del trabajo muerto esenciales a su misma condicin constituyen un elemento analtico fundamental para comprender la cualidaddiferencial de los fetichismos del salario que sustentan las prcticas y las re-presentaciones de los obreros del azcar. Esta conceptualizacin del procesode trabajo abreva en autores fundamentales del pensamiento crtico. Huelgaremitir la referencia a El Capital como fuente de esta conceptualizacin, pe-ro tambin resulta evidente la inspiracin en las reexiones que Simone Weilrealizara en la Francia de entreguerras, en torno de las implicancias moralese intelectuales del trabajo industrial. Es a partir de estas referencias que elautor avanza en la reconstruccin de los mecanismos a travs de los cuales lasautoidenticaciones se actualizan y dinamizan en las relaciones cotidianas.En sntesis, en la medida en que los espacios productivos se van congu-rando cada vez ms como espacios privados la presencia de investigadorescon propsitos independientes de las direcciones empresarias se torna dicul-tosa. Desde nuestra perspectiva, es posible franquear el carcter cerrado dePresentacin 17la fbrica mediante la construccin de nuevas herramientas tericas y meto-dolgicas que posibiliten el anlisis de las relaciones que all acontecen comoobjeto de indagacin antropolgica.Produccin, reproduccin y reinterpretacinde las relaciones de dominacinEl Vapor del Diablo analiza el devenir de las experiencias de los obreros delazcar articulando las esferas de la produccin y reproduccin dentro de unarelacin de dominacin/subordinacin entre la usina y los trabajadores. Es-te aspecto es crucial para comprender cmo las prcticas empresarias de lausina organizan, controlan y promueven ciertos sentidos y valores, as comodeudas y favores que modelan la vida cotidiana fuera de los espacios de tra-bajo. Por ejemplo la empresa ofrece a sus obreros las casas para viviry/opequeos pedazos de tierra para cultivar una huerta familiar generando conel otorgamiento de estos benecios los cimientos del cautiverio, ya que lostrabajadores estarn obligados a obedecer el llamado de la usina en cualquiermomento y lugar ms all de la extensa jornada laboral que cumplen de for-ma obligatoria. De este modo tambin las representaciones y prcticas socialesde los trabajadores estn atravesadas por los intereses de la usina que se ex-tiende hacia todos los intersticios de la vida cotidiana. En este aspecto, JosSergio Leite Lopes nos muestra con claridad que es preciso ampliar nuestramirada ms all del espacio de trabajo estrictamente, dado que la dominacincapitalista se ejerce en mltiples esferas de la vida social.Enestesentido, resultapertinenterecuperar, superandosuslimitacionesterico-epistemolgicas, la mirada holstica que promova la antropologa cl-sica a travs de sus estudios sobre comunidades4. Se trata de una tradicin deinvestigacin que atiende al conjunto de relaciones que conguran la experien-cia de los trabajadores, como parte de las preocupaciones que ha retomadotambin cierta vertiente de la sociologa del trabajo focalizando su mirada enlas relaciones que conguran los grupos de trabajadores dentro y fuera de lafbrica5.La potencialidad de enfoques de estas caractersticas, radica en que permi-ten dimensionar el carcter articulador de las formas de vida y organizacinfamiliar de los obreros que poseen las relaciones situadas en el contexto de la4 Para una perspectiva crtica en este sentido ver June Nash (1989).5 Estos trabajos resultan tributarios de la preocupacin estructural funcionalistas relativasa la problemtica de la integracin social y se situaron principalmente en regiones de enclaveo en torno de comunidades ocupacionales Di Tella Torcuato, Brams Lucien, Reynaud Jean yTouraine Alain (1967).18 El vapor del diablofbrica. En El Vapor del Diablo lo observable (la larga duracin de la jorna-da, los benecios extramonetarios, la forma de autoridad del patrn) funcionacomo va de indagacin de las relaciones sociales tal y como son expresadaspor las interpretaciones obreras. A la vez, en el anlisis que realiza el autor,las trayectorias personales y familiares fundadas en la desapropiacin de tie-rras y en la produccin permanente de fuerza de trabajo de reserva, emergencomo prismas de observacin de ese entramado particular de relaciones en-tre las instancias de produccin (de capital) y de reproduccin (de fuerza detrabajo).En sntesis El Vapor del Diablo nos permite repensar la pertinencia de unaantropologa del trabajo en el contexto de los estudios sociales latinoamerica-nos. Nos otorga importantes andamiajes para continuar una lnea de anlisiscon una especicidad terica para abordar las relaciones sociales de los colecti-vos obreros. Sergio Leite Lopes analiza el suelo de fbrica como un complejotejido de relaciones sociales donde se ponen en tensin correlaciones de fuerzasy disputas de intereses, al mismo tiempo que se gesta la explotacin/alienaciny las prcticas de resistencia.Por ltimo esperamos que la traduccin de El Vapor del Diablo contribuyaa reforzar un campo temtico incipiente, fragmentado y en ocasiones relegadoen que los antroplogos y antroplogas tenemos mucho para aportar desdenuestra especicidad disciplinar. La investigacin de Sergio Leite Lopes queaqu presentamos resultar, sin lugar a duda, ese estmulo para el desarrollo deuna antropologa preocupada en desentraar aquel mundo del trabajo atra-vesado por procesos cotidianos de explotacin, alienacin, reinterpretaciones,organizacin y resistencias estructurado por la divisin de clases propia delsistema capitalista.Grupo Antropologa del TrabajoHernn M. PalermoCynthia RiveroJulia SoulNuria I. GinigerSusana R. PrestaJuan GouarnalusseFlorencia IntrieriPresentacin 19BibliografaBalandier, Georges. (1973) Teora de la descolonizacin. Las dinmicas sociales.Ed Tiempo Contemporneo. Buenos Airesdi Tella, Torcuato, BramsLucien, ReynaudJeanyTouraineAlain(1967).Estructuras sindicales. Dos tipos de estructura sindical latinoamericana. Editorialdel Instituto. Buenos Aires.Grimberg, Mabel (1997) Demanda, negociacin y salud. Antropologa social delas representaciones y prcticas de los trabajadores grcos 1984-1990. Institutode Ciencias antropolgicas. Ocina de publicaciones del cbc, uba, Buenos Aires.Friedmann, G.; Naville, P. (Comp.) (1963). Tratado de Sociologa del Trabajo.Fondo de cultura econmica. Mxico. ii tomos.Leite Lopes, Jos Sergio. (1979) "Fabrica e vila operaria. Consideraoes sobreuma forma de servido burguesa" en Mudanza social no Nordeste Ed. Paz e Terra.Ro de Janeiro.. (1986)AtecelagemdosconitosdeclassenacidadedaschaminsTesisdeDoctorado. ProgramadePosgraduacinenAntropologaSocial. MuseoNacional, Ro de Janeiro.Lewis Oscar (1964) Los Hijos de Snchez. Fondo de Cultura Econmica. Mxico.. (1985) Antropologa de la Pobreza. Cinco Familias. Fondo de Cultura Eco-nmica Mxico.Lins Ribeiro Gustavo [1977] El Capital de la Esperanza, La experiencia de lostrabajadores en la construccin de Brasilia Ed Antropofagia 2006. Buenos Aires.Marx, K. (1947) El Capital. Ed. Fondo de Cultura Econmica. Mxico. (Primeraedicin tomo i 1867; tomo ii 1885; tomo iii 1894). Captulo v Proceso de trabajoy proceso de valorizacin.Nash, June C. (1989) From Tank Town to High Tech. The clash of communityand industrial cycles. State University of New York, usa.. (2008) Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros. Dependenciay explotacin en las minas de estao en Bolivia. Ed. Antropofagia. Buenos Aires,Argentina.Neiburg, F. (1988) Fbrica y Villa Obrera: historia social y antropolgica de losobreros del cemento. Tomo 1 y 2. Biblioteca Poltica Argentina. Centro Editorde Amrica Latina. Buenos Aires.20 El vapor del diabloNovelo, Victoria; M. A. Gomez; J. Aceves; A. Castro y A. Garca (1986)Propuestas para el estudio de la cultura obreraen nueva antropologia volviii No29. MxicoRedfield, Robert. (1944) Yucatn, una cultura de transicin. Fondo de CulturaEconmica. Mxico.Reygadas, Luis. (2002) Ensamblando culturas. Gedisa. EspaaRosendo, R. (1989)Uncasodedominacinyel sindicalismoPeronista. Te-sis de Licenciatura en Ciencias Antropolgicas, Facultad de Filosofa y Letras,Universidad de Buenos Aires.SariegoRodrguez, JuanLuis. (1988)EnclavesyMineralesenel nortedeMxico. Historia social de los mineros de Cananea y Nueva Rosita. 1900-1970.ciesas, Mxico (Ediciones de la Casa Chata)Torres, Patricia. (1986) Before smoking. Social Relations involved in TobaccoProduction in a Philippine Setting. Tesis de Doctorado en Filosofa, Universidadde Johns Hopkins.Weil, Simone. (2010) La condicin obrera. Editorial El Cuenco de Plata BuenosAires21Nota de la traductora. . . traduccin es el acto ms ntimo de lectura.1Muchoesloquesehaescritoydichohastael dadehoyrespectoalatraduccin y sus problemas en tanto producto literario que convoca, simul-tneamente, la conservacin de ciertas leyes de delidad alrededor un textooriginal (que inevitablemente deja de ser el mismo) y la exibilidad necesariapara que ste pueda moverse y hacerse entender en otra lengua. Como antro-ploga que participa circunstancialmente en este complejo juego liminal entredelidades y exibilidades lingsticas, lejos estoy de pretender presentar aquun desle de adhesiones y/o justicaciones sobre este acto ntimo de lecturaque parece difcil de sujetarse a alguna teorizacin. Simplemente quisiera se-alar que, a mi entender, el respeto hacia el texto original implica una polticade compromiso que exige, de mi parte, una explicitacin de los procedimientosde traduccin que han dado forma a esta edicin en castellano de El Vapordel Diablo, los cuales intentar exponer a continuacin.1. Esta traduccin intent mantener al mximo las caractersticas del original;no obstante, se trata de una edicin revisada que cuenta con algunas ligerasmodicaciones del autor, sumadas a una nueva Introduccin para esta edicinen castellano y un Glosario. Al igual que en aquella versin inicial, la com-prensin de la complejidad del anlisis sobre las prcticas y representacionesde los obreros del azcar no pertenece al mero orden de la lectura, sino al deuna necesaria relectura.2. Algunas categoras y nombres en portugus no han sido traducidos debidoa la estricta especicidad de sus signicados y/o a la historicidad de sus de-nominaciones (por ejemplo, corumba, Agreste, Estado Novo, etc.). Otrascategoras s han sido adaptadas al castellano bajo trminos aparentementesimilares, aunque con signicados distintos, sumamente localizados (artistas,profesionistas, sirvientes, etc.). En ambos casos, dichos trminos han sidosealados simultneamente en itlica y negrita; no obstante y dado que apare-cen recurrentemente a lo largo de todo el texto, fueron marcados de este modoslo cuando aparecen por primera vez (tanto en el conjunto de los textos in-troductorios, como en el texto propiamente dicho). El lector podr consultar1 (...)translationisthemostintimateactof reading.Gayatri ChakravortySpivak, ThePolitics of Translation In: M. Barrett & A. Phillips (eds.). Destabilizing Theory. ContemporaryFeminist Debates. Cambridge: Cambridge Polity Press, 1992, pp. 177-200; la cita es de la pgina181.22 El vapor del diabloel signicado y/o desarrollo de dichos trminos en el Glosario elaborado porel autor, localizado hacia el nal del libro.3. Las siglas citadas en el libro tambin aparecen en dicho Glosario. Debidoa la necesidad de contextualizar histricamente las leyes e instituciones queaparecen mencionadas bajo esa forma, con el autor consideramos que no erasuciente presentarlas en una lista separada que indicara nicamente la cons-titucin de sus nombres; de tal modo, se encuentran incluidas en el Glosarioalfabticamenteybajoel mismotratamientoqueel restodelostrminos,exponiendo all una breve resea de sus historias y/o caractersticas.4. A lo largo del texto el lector encontrar otros trminos en portugus queno han sido incluidos en el Glosario; en general, trtase de expresiones msbien aisladas, para cuyas deniciones y/o mayores desarrollos he recurrido alas Notas al Pie.5. Bajo dicho recurso tambin se encuentran explicitadas algunas discusionesy/o decisiones terminolgicas tomadas en conjunto con el autor, intentandoreejar en ellas los problemas y procedimientos especcos de esta traduccin.6. Algunos de los trminos traducidos estn, no obstante, acompaados porsu expresin original en portugus; con el autor nos pareci importante quelos lectores familiarizados o no con dicha lengua tuvieran la oportunidad deacceder y/o conocer tales referencias, para as ponderarlas con el original.7. Los obreros de El Vapor del Diablo aparecen nombrados de acuerdo con sudesignacin nativa, la cual los clasica segn su ocupacin. Algunos de estosnombres cuentan con traduccin al castellano: son los casos de los ocios desoldador (soldador), pintor (pintor), herrero (ferreiro), tornero (torneiro) ycarpintero metlico (serralheiro). Tambin existe otra serie de ocupaciones,cuyos nombres en portugus son directamente derivados del rea de trabajoen donde se desarrollan lugares tales como las calderas, las turbinas o lostachos de cocimiento del azcar. De tal forma, quienes trabajan con las tur-binas son llamados turbineiros; quienes se ocupan del mantenimiento de lascalderas, caldereiros; quienes cuidan de la evaporacin del caldo de la caa,evaporadores o esquenta-caldo; quienes proveen la lea para alimentar el fue-go de las locomotoras, foguistas; quienes se hacen cargo de los vagones delferrocarril, guarda-freios o brequistas. Segn me fuera informado, en el con-texto de los ingenios azucareros argentinos los obreros que realizan este tipode ocupaciones reciben el nombre de encargados de tal o cual seccin (porejemplo, encargado de las calderas). A pesar de ello, con el autor hemos de-cidido adaptar al castellano las formas sustantivadas utilizadas en el NordesteNota de la traductora 23brasileo; respectivamente, utilizaremos aqu los nombres de turbinero, calde-rero, evaporador, fueguista y guardafrenos. Consideramos que estos trminosexpresan con mayor delidad las categoras nativas y, por otra parte, creemosque la brevedad de sus nombres (comparados con construcciones tales comoencargado de las calderas, encargado de las turbinas, etc.) permite otorgaruna mayor uidez a la lectura.8. Bajo estos mismos criterios, tambin he adaptado al castellano el nombre dequien cocina el azcar en los tachos de cocimiento: el cocinador. Los obrerosdel Nordeste le llaman cozinhador (trmino tambin inexistente en portugus),diferencindolo as de un cocinero (cozinheiro) comn.9. Ms all de estas categoras (y entendiendo que toda traduccin constituyeuna buena instancia para poner a prueba la contingencia de los usos de unalengua, sin que se deba esperar entonces una delidad absoluta a sus normascultas), he considerado necesario adecuar al castellano algunas expresionesnativas que exigan conservar cierta literalidad. Entre ellas el lector encontra-r, por ejemplo, la locucin hacer servicio (fazer servio), inexistente entrenuestros usos del castellano. Sin embargo y como se ver ms adelante, enel contexto de los trabajadores del azcar analizados en El Vapor del Diablolos llamados profesionistas utilizan la expresin hacer servicio para valori-zar el lugar de sus tareas. El verbo hacer es una suerte de prstamo quetoman de los artistassu ideal obrero, quienes efectivamente hacen pie-zas mecnicas y/o arreglos visibles (concretos, tangibles), siendo los mximosdetentores del saber hacer dentro de la usina azucarera. Dicha expresinaparece entonces en el marco de tales valores en juego: mientras los artistassaben hacer piezas, los profesionistasreivindican su hacer servicio o suhacer horas (de servicio). La locucin asumir la responsabilidad (assumira responsabilidade) tambin debe ser entendida en esta misma direccin. Ge-neralmente, los obreros de El Vapor del Diablo utilizan esta expresin cuandoson transferidos para una ocupacin considerada superior, aunque no nece-sariamente; el hecho de asumir la responsabilidad tambin constituye unaaccin en s misma, deniendo toda una actitud frente a su propio trabajo.Las categoras consideracin (considerao) y abundancia (fartura) exigieronuntratamientosimilar. El discursodelosobrerosrecurreconfrecuenciaalas expresiones tener consideracin (ter considerao) y tener abundancia(ter fartura): la primera, para referirse al reconocimiento que ellos esperanrecibir por parte de las autoridades de la usina; la segunda, para describirsituaciones econmicas personales ms holgadas y/o remitirse a contextos es-peccos ms acomodados (abundancia de trabajo, abundancia de alimentos,etc.). Por su parte, las expresiones tener conocimiento (ter conhecimento),24 El vapor del diablotener entendimiento (ter entendimento) o tener juicio (ter juzo) aparecenen el marco del saber hacer las piezas y/o saber manejar las mquinas de lafbrica, aunque indicando al mismo tiempo una serie de normas de socializa-cin en el trabajo fabril. Adems, debe tenerse en cuenta que las expresionesen torno al tener. . . (sealando implcitamente un no-tener) tambin con-tribuyen a delinear, en cierta forma, el conicto cotidiano y permanente delos desposedos obreros del azcar.Todas las construcciones discursivas aqu citadas ponen en juego la orga-nizacin de las experiencias de estos actores sociales, por lo cual me pareciimportante mantener ese nivel de literalidad; hasta aqu simplemente enun-ciadas, considero que las opciones de traduccin sobre dichas expresiones su-mamente localizadas slo podrn ser mejor comprendidas a lo largo de lalectura de este trabajo.*****Tratndose de una etnografa desarrollada en el mbito de la industria azu-carera del Nordeste brasileo y escrita en el contexto de la academia de dichopasduranteladcadadelos70, sutraduccinexigidiferentestiposdeaproximaciones. Entre ellos, tuve que acceder al conocimiento del vocabularioy/o jergas de los ingenios azucareros argentinos, por lo cual agradezco el ase-soramiento tcnico de los ingenieros agrnomos (M.Sc.) Cristina Biaggi (inta-EstacinExperimental AgropecuariaFamaill, ProvinciadeTucumn)yAlejandro Valeiro (inta - Coordinador del Programa Nacional de Cultivos In-dustriales), as como tambin al ingeniero agrnomo Carlos Espndola (inta- Agencia de Extensin Rural Las Toscas, Provincia de Santa Fe). Por otraparte y dado que he estado elaborando un texto cuya rea disciplinaria espec-ca me es ajena, he contado con el apoyo y la ayuda permanentes de CynthiaRivero, Julia Soul y Hernn Palermo, integrantes del Grupo Antropologa delTrabajo; a ellos agradezco las consultas y reuniones on-line, la cuidadosa revi-sin tcnica de la traduccin completa y, principalmente, agradezco a Cynthiay Hernn, creadores de esta nueva coleccin de textos etnogrcos sobre dicharea, por haberme dado la oportunidad de traducir este trabajo.Tambin quisiera agradecer aqu a Moacir Palmeira, por la minuciosa lec-tura y revisin de su Prefacio en castellano.No obstante, quien ms ha contribuido en esta traduccin ha sido el propioautor, Jos Sergio Leite Lopes (Z Sergio, para quienes fuimos sus alumnos). Alo largo de los seis meses recorridos en este pasaje de su obra al castellano, tuveel placer y el privilegio de mantener un dilogo constante con l, ingresandopor su intermedio no slo al contexto etnogrco, histrico y sociopoltico deaquellas fbricas de azcar, sino tambin a los bastidores de su investigacin,Nota de la traductora 25a sus ancdotas, a su propia manera de recordar y evaluar una investigacinllevada a cabo casi cuarenta aos atrs. En un ensayo citado con bastantefrecuencia en el mbito de las traducciones, Walter Benjamin se refera a latarea del traductor como el esfuerzo de rescatar en la propia lengua el lenguajepuro exiliado en la lengua extranjera. . . 2Por ello, agradezco a Z Sergio nosloel habermeconadolatraduccindesuobrayel habercompartidoconmigodecenas! dehorasdetrabajo, sinotambinel habermeenseadoyayudadoarescatar enlaspalabrasquesiguen, pginaporpgina, lasprcticas y representaciones de estos obreros del azcar.Andrea Roca32 Walter Benjamin, La tarea del traductor In: Angelus Novus. Barcelona: Edhasa, 1971, pp.127-143; la cita es de la pgina 140.3 Doctora en Antropologa Social por el Programa de Ps-Graduao em Antropologia Social,Museu Nacional, Universidade Federal do Rio de Janeiro (ppgas-mn-ufrj). Investigadora delLaboratrio de Pesquisas em Etnicidade, Cultura e Desenvolvimento (laced-mn-ufrj). Profe-sora Auxiliar Visitante de la Maestra en Antropologa Social y Cultural de la Universidad deCoimbra, Portugal (MASC/Faculdade de Cincias e Tecnologia/ UC).27Prefacio a la presente edicinEl libro El Vapor del Diablo. El trabajo de los obreros del azcar fue publi-cado en el Brasil en diciembre de 1976, contando con una segunda edicinun ao y medio despus, en 1978. Su aparicin tuvo lugar en un momentooportuno en la medida en que haba un cierto inters sobre la realidad de lostrabajadores brasileos. Despus del golpe militar de 1964, los estudios sobretrabajadores haban entrado en receso por el hecho de considerarlos inconve-nientes en los medios universitarios; adems, se supona que nada relevantepoda estar sucediendo frente a la represin desencadenada en toda la sociedada travs del llamado Acto Institucional no5, de diciembre de 1968. Por otraparte, haba un clima de fuerte decepcin respecto a la estructura sindical,implantada bsicamente durante el rgimen dictatorial del llamado EstadoNovo (1937-1945). Hasta ese momento, dicha estructura haba permanecidoprcticamente intacta: si bien fue aireada polticamente durante los aos de-mocrticos (entre 1945 y 1964), ms tarde, bajo una nueva dictadura, habavuelto a ser funcional para el control sobre el movimiento de los trabajadores.Hacia 1976, el rgimen ya experimentaba un cierto desgaste. Hubo una lu-cha interna entre jefes militares (lucha que involucraba el control del aparatoclandestino de represin y torturas) y en 1974 tuvo lugar una eleccin parla-mentaria victoriosa del partido de la oposicin permitido por los militares,mientrasunapartedelasfuerzasdelaizquierda(fuerzasquepocoanteshaban sufrido las consecuencias de su involucramiento en la lucha armada,siendo severamente reprimidas) se redireccionaba hacia el trabajo comunitarioy sindical a largo plazo. Todo ello generaba una cierta ansiedad de informa-ciones y de anlisis sobre lo que pasaba al interior de las entonces apenasconocidas clases populares del pas.Enel mbitodelascienciassociales, laliteraturadereferenciasobrelaclase obrera brasilea se haba localizado principalmente alrededor de la So-ciologa de la Universidad de So Paulo (usp). Algunas de sus investigaciones(realizadas en la dcada de 1950 y comienzos de los 60) fueron publicadasen libros entre 1964 y 1970 lo cual permita que fueran interpretadas injus-tamente como obsoletas, debido al corte histrico reciente de 1964. En estosanlisis (inferidos a partir de los estudios monogrcos o de los objetos em-pricos tratados) exista una tendencia a la generalizacin, tal como la de lafragilidad de la unin de clase en gran parte de los obreros concentrados enlas grandes ciudades (principalmente en So Paulo), provenientes de un origenrural reciente.El Vapor del Diablono buscaba crear una polmica explcita con esa li-teratura anterior. Pero era tributario de otros nfasis sobre la prctica de la28 El vapor del diabloinvestigacin, nfasis que estaban comenzando en los programas de post-gradoen antropologa social. Desde tales programas de enseanza (acoplados a pro-yectos de investigacin colectivos, en los cuales participaban profesores y es-tudiantes), el nfasis metodolgico sobre la etnografa gener un contexto quefavoreci el inters de algunos proyectos editoriales sobre ciertas tesis. La apro-piacin de la antropologa social y de la etnografa para el anlisis de temas noslo relacionados a las poblaciones indgenas fue extendida hacia otras reastemticas, tales como las sociedades campesinas, los fenmenos urbanos o lasclases trabajadoras. Ese nfasis metodolgico colocado sobre la etnografa seencuentra en la base del verdadero maniesto de investigacin que repre-sent, en aquel momento, el prefacio de Moacir Palmeira, mi director: hizoalusiones crticas, por un lado, a procedimientos sociolgicos generalizantesanteriores; por el otro, a procedimientos equivalentes en una cierta tradicinmarxista (ver Prefacio a la primera edicin, ms adelante).De hecho, el libro era producto de un proyecto colectivo sobre la plantation1azucarera del Nordeste, proyecto que procuraba desarrollar una problemti-ca delineada en la tesis de doctorado de Moacir Palmeira, a saber, la formaplantation como una va alternativa de superacin del debate pblico sobrela existencia del feudalismo o del capitalismo como determinante en las re-lacionessocialesdel campobrasileoanalizadoensutesis. Palmeirahabarealizado un trabajo de campo inicial durante 1969/70, interesado en la din-mica de las ferias en las pequeas ciudades de la llamada Zona da Mata dePernambuco. Dichas ferias competan con el barraco, almacn administradopor el establecimiento agrcola (es decir, el ingenio [engenho]) o por el esta-blecimiento industrial (la usina) en el interior de las propiedades azucareras;las compras realizadas en el barraco permitan mantener a los trabajadoresdentro de un mecanismo de endeudamiento permanente. Durante el mismoperodo, LygiaSigaudtambinhabarealizadountrabajodecamposobrelas representaciones de los moradores (trabajadores rurales residentes en losingenios) respecto a su prctica social y a las transformaciones que estabanatravesando material con el cual elabor su tesis de maestra en 1971. Enenero y febrero de 1972, nuevos antroplogos se incorporaron al proyecto ycomenzaron a estudiar objetos de anlisis sugeridos por las experiencias ante-riores de Palmeira y de Sigaud: el campesinado perifrico a la plantation (enla Zona da Mata del Norte de Pernambuco, por Beatriz Heredia; en la Zonada Mata del Sur, por Afrnio Garcia Jr.); una feria paradjica existente en el1 Proveniente de la literatura de Eric Wolf y Sidney Mintz (por ejemplo, Wolf & Mintz, 1957;cf. bibliografadeestelibro), laplantationesunaelaboracinconceptual queabrevaeneldebateentornoalasdeterminacionesdelasrelacionessocialesenel campobrasileo(cf.Palmeira, 1971:133); el uso generalizado de este trmino en ingls permita tomar distancia delas categoras hacienda (fazenda) y latifundio.Prefacio a la presente edicin 29interior de una usina (por Marie-France Garcia); los trabajadores estacionalessolteros que venan a trabajar en el corte de la caa, procedentes de la zonadel Agreste y que luego regresaban a sus familias campesinas (por RobertoRinguelet). Moacir Palmeira continuaba estudiando la dinmica de las ferias ylos barraces2; por su parte, Lygia Sigaud abordaba los moradores expulsadosde las propiedades rurales que se haban transformado en trabajadores dela calle (trabalhadores da rua, tambin llamados trabajadores clandestinos) yque comenzaban a poblar las zonas perifricas no urbanizadas de las pequeasciudades locales, llamadas puntas de calle (pontas de rua)3. Y estaba tambinmi propio trabajo: eleg estudiar a los obreros de la parte industrial de lasusinas de azcar, poco mencionados en la literatura consultada previamente.Al hacerlo me orient por un camino que si bien estaba anclado en el terrenode la plantation comn al grupo, se situaba al margen de la problemtica de lassociedades campesinas y se diriga hacia la literatura sobre los obreros indus-triales, cuya presencia en la antropologa social (o en la etnografa practicadapor socilogos) todava era incipiente. En aquel momento, mi temtica pudoconstituir una cierta novedad; por otro lado, el hecho de hacer otras pregun-tas sobre los obreros con el conocimiento adquirido en torno al campesinado atravs de los instrumentos desarrollados en la tradicin antropolgica, podrasuscitar nuevas pistas y perspectivas. En la literatura sobre la clase obrera(donde por lo general sta apareca ms bien de manera uniforme e integrada)no era muy usual, por ejemplo, prestar atencin a lo que apareca emprica-mente como la diferenciacin interna de los obreros del azcar (a partir de susautoclasicaciones, y a partir de la manera en que cada subgrupo se vea de-lante de las mquinas y frente a jerarqua de la usina); tampoco era frecuentefocalizarse sobre la forma de descripcin de un grupo acerca de la respecti-va insercin de otros subgrupos, de forma cruzada. No obstante, este tipo delecturas era algo ms comn en la literatura sobre campesinado, en toda sudiversidad (entre aquellos que son pequeos propietarios con trabajo familiar,pero que en ciertos momentos pueden ser trabajadores asalariados; aquellosotros que no son propietarios y tienen formas de subordinacin con grandespropietarios, etc.). Tambin se trataba de prestar atencin a las formas de2 Plural de barraco (N. de la T.).3 En aquel momento, tanto los conictos jurdicos presentados por los trabajadores rurales comoel sindicalismo practicado por ellos fueron objeto de trabajo de campo, llevado a cabo por VeraEchenique y Luis Mara Gatti, respectivamente. Ninguno de los dos lleg a terminar su tesis; noobstante, sus investigaciones fueron abordadas ms tarde por otros antroplogos. De los nueveinvestigadoresquefueronalcampoenaquelmomento,treseranargentinos, inaugurandoelujo de estudiantes de ese pas en el post-grado del Museu Nacional ujo que fue aumentandoprogresivamente desde los 80 en adelante. Durante una parte de mi trabajo de campo estuvopresente Rosilene Alvim, quien haba formado parte del primer grupo de la maestra (de agostode 1968; el mo era de marzo de 1970); su compaa y experiencia fueron fundamentales parael desarrollo de mi capacidad como investigador.30 El vapor del diabloclasicacin social a partir de las representaciones de los actores investigados(de la manera en que vena siendo aplicada en trabajos anteriores de nuestroequipo de colegas), con sus consecuencias sobre las luchas de clase, vistas (msmodestamente y de forma emprica) a partir de las luchas de clasicaciones4.Hoy, al buscar en la bibliografa del Vapor la referencia a Durkheim y Mausssobre las formas primitivas de clasicacin (leda por m en los cursos de lamaestra), compruebo que no aparece citada directamente, sino derivada (yreelaborada) a partir de la obra de otros autores, tales como Pierre Bourdieu yClaude Lvi-Strauss (en los captulos de mtodo, organizacin social y magiade su Antropologa Estructural, dedicado a Durkheim), as como tambin apartir del uso que otros colegas le haban dado en trabajos anteriores5. Lacarencia de una literatura antropolgica sobre los obreros fue compensada atravs de una lectura con sesgo etnogrco e historiogrco del libro 1 de ElCapital de Marx, estudio de grupo que realizamos con una parte del equipodel proyecto de la plantation como una actividad clandestina, por fuera delos cursos de post-grado. Y tambin a partir de la utilizacin que yo mismohice del estudio de Bourdieu y su equipo sobre los trabajadores en la Argeliade los aos 60, Travail et Travailleurs en Algrie6.Despus de haber defendido mi tesis en el Museu Nacional (mayo de 1975),ella fue discutida en algunos centros de investigacin de la ciudad de So Paulo,los cuales haban demostrado inters por el tipo de investigacin que se estabadesarrollandoenel readelaantropologasocial del MuseuNacional. Mitrabajo fue presentado y debatido en tres actividades sucesivas: con socilogosy economistas en la Universidad de Campinas (Unicamp), con antroplogos ysocilogos de la Universidad de So Paulo (usp) y con socilogos, economistasy lsofos del Centro Brasileo de Anlisis y Planeamiento (cebrap, CentroBrasileirodeAnliseePlanejamento; dichocentrohabasidocreadoparareunircientcossocialesdevariasespecialidades, lamayoradeloscuales4 La atencin a las luchas de clasicaciones como formas de luchas de clase vena siendo desa-rrollada en los trabajos de Pierre Bourdieu; en aquel momento, tuvimos acceso a dicha temticaa travs de su artculo Condition de classe et position de classe (incluido como captulo 1 ensu libro A Economia das Trocas Simblicas, So Paulo:Perspectiva, 1974). En otro artculo deese mismo libro, Bourdieu realizaba el ejercicio de cruzar las respectivas visiones esclarecedorasdeMarx, Durkheim/MaussyWeberenunmomentoenquelasinterpretacionessobrecadaclsico de las ciencias sociales tenan sus propios defensores. (En mi generacin, por ejemplo,que acompa el clima de 1968 y vivi toda la dictadura militar, haba una fuerte predileccinpor Marx, el autor prohibido).5 En aquel momento, las dos tesis de maestra sobre las cuales me bas para trabajar la opera-cionalizacin del trabajo con las representaciones y clasicaciones sociales, fueron la de LygiaSigaud, A Nao dos Homens; uma anlise regional de ideologia (1971; publicada ms tardecomo un largo artculo en Anurio Antropolgico, 78: 13-116, 1978), y la de Rosilene Alvim,A Arte do Ouro; um estudo sobre os ourives de Juazeiro do Norte (1972; publicada en 1979en la serie de la Universidad de Braslia, Pesquisa Antropolgica, no19).6 Paris, La Haye: Mouton & Co., 1963.Prefacio a la presente edicin 31haban sido expulsados de las universidades pblicas por la dictadura). En estaltima presentacin se recomend la publicacin de mi texto por la editorialPaz e Terra7.La autoconanza que nos mantena en esos debates tena su origen en losprimeros resultados escritos que, provenientes de la investigacin etnogrca,permitan el acceso a lo que estaba sucediendo en el interior de una fraccinde las clases populares brasileas lo cual no estaba claro para el campo in-telectual de aquel entonces. Entre 1969 y 1970, en pleno perodo posterior alActo Institucional no5, Moacir Palmeira y Lygia Sigaud se sorprendieron alencontrar un activo sindicalismo de trabajadores rurales en la zona azucarerade Pernambuco, denunciando las injusticias sufridas por los trabajadores ycanalizando los conictos hacia los tribunales laborales. El resto de los an-troplogos que estuvimos trabajando en esa misma rea, en 1972, pudimoscomprobar esa situacin. Y yo, que estudiaba a un conjunto de trabajadorescuyo sindicato (el de los obreros industriales del azcar) no tena el mismoprotagonismo que el de la Federacin de los trabajadores rurales del estadode Pernambuco, pude sin embargo tener acceso al pensamiento de estos tra-bajadores en la cotidianeidad de las usinas y del barrio obrero, observandosu percepcin sobre las relaciones de dominacin en las que se encontrabaninsertos. La discusin sobre el fetichismo del salario y sus revelaciones, desa-rrollada en el captulo iii, es ilustrativa de este intento de analizar y transmitirtal percepcin.El mpetu proveniente de la experiencia etnogrca y de la pertenencia aun equipo de antroplogos (equipo que comparta al mismo tiempo un ha-bitus terico y procesos empricos interrelacionados en una misma rea geo-grca y temtica) nos daba conanza tambin para desplegar proyectos deinvestigacin colectivos, que acabaron ayudando a la propia supervivencia delPrograma de Antropologa Social que se haba formado en el Museu Nacional.Detal forma, paralelamentealaorganizacindel material decampoparala redaccin de mi tesis tambin particip, junto a otros colegas del proyectoplantation, en discusiones con economistas que trabajaban en instituciones delMinisterio de Planeamiento y que estaban disconformes con la distribucin derenta y de empleo en el Brasil; con ellos conseguimos nanciacin para unnuevo proyecto denominado Empleo y Cambio Social en el Nordeste (Em-prego e Mudana Social no Nordeste), el cual incorpor un nmero mayor de7 Despusdeladiscusindelatesisenel cebrap, quienhabapresididoaquellasesin, elsocilogo Juarez Brando Lopes, recomend el texto para la editorial Paz e Terradentro dela coleccin Estudos Brasileiros (de la cual l era uno de los tres organizadores). En aquellapoca, el propietariodedichaeditorial tambinpublicabael semanariodeprensaalternati-vaOpinio, anunciandoloslibrosdelaeditorial ydivulgandosusttulosal pblicolector,intelectual y poltico, de su peridico.32 El vapor del diabloantroplogos8. Las negociaciones en torno a ese proyecto duraron dos aosy medio, pero inmediatamente conseguimos un importante benecio para lasupervivencia del programa de post-grado: nuestro debate con los economistasllam la atencin de los dirigentes del Ministerio, quienes tenan la intencinde incrementar la nanciacin dirigida a la ciencia y a los post-grados de formaparalela al Ministerio de Educacin; de tal modo, extendieron esa nanciacinhacia las ciencias sociales, comenzando por el Programa del Museu Nacional9.Con el proyecto Empleo y Cambio Social en el Nordeste, el ncleo de laanterior investigacin sobre la plantationbuscaba crear las condiciones ne-cesariasparavolveral campoycompletarel desarrollodelosrespectivossubproyectos individuales. De esta manera, yo planeaba una segunda ida alcampo para dirigirme al interior de las usinas azucareras. Pero el tiempo de8 A comienzos de los 70, Afrnio Garcia Jr. y yo trabajbamos como economistas en la Fi-nanciadora de Estudios y Proyectos (finep, Financiadora de Estudos e Projetos) del Ministeriode Planeamiento. En el grupo de investigacin de dicha institucin desarrollamos estudioscrticos sobre las discusiones acerca de la distribucin de la renta y del empleo que se hacana travs del esoterismo de trabajos econmicos y economtricos al interior de aquel ministerio,as como tambin en instituciones universitarias o para-universitarias. Armados de la literaturade antropologa econmica que oreca en el marco de nuestra disciplina en los 60 y 70, in-tervinimos en ese debate y pudimos llamar la atencin hacia la relevancia de algunos estudiosalternativos con un enfoque antropolgico y sociolgico (como por ejemplo mi artculo "Sobre oDebate da Distribuio de Renda: Leitura Crtica de um Artigo de Fishlow, Revista de Admi-nistrao de Empresas, vol. 13, no3, septiembre de 1973, Fundacin Getlio Vargas). El textodel proyecto Empleo. . . fue publicado como Emprego e Mudana Scio-Econmica no Nor-deste, Moacir Palmeira et al., Anurio Antropolgico/76, Rio de Janeiro, Tempo Brasileiro,pp. 201-238, 1978.9 LamaestradelProgramadePs-GraduaoemAntropologiaSocialdoMuseuNacional,Universidade Federal do Rio de Janeiro(ppgas-mn-ufrj) fue fundada en agosto de 1968 connanciacin de la Fundacin Ford, la cual inclua fondos para la incorporacin de profesores queno eran del cuadro de la ufrj y, al mismo tiempo, para el desarrollo del proyecto de investigacinEstudio Comparativo de Desarrollo Regional (Centro-Oeste/Nordeste) (Estudo Comparativodo Desenvolvimento Regional [Centro-Oeste/Nordeste]). El antroplogo Roberto Cardoso deOliveiradirigatantolamaestracomoel proyecto, esteltimoencolaboracinconDavidMaybury-Lewis, de la Universidad de Harvard. Nuestra ida al campo en 1972 fue realizada conlosltimosrecursosdeaquel proyectonanciadoporlaFord, de5aosdeduracin. Dadoquelaufrjnoabsorbaalosprofesoresanteriormentepagadosporel proyecto, conel ndedichananciacinel ppgasentrencrisis. Adems, RobertoCardosodeOliveirasufriciertos bloqueos en la jerarqua del Museu Nacional (que ms all de Antropologa tena y antiene otros sectores, tales como Zoologa, Botnica y Paleontologa), por lo cual se mud paralaUniversidaddeBraslia, concondicionesdefundarunnuevopost-gradodeantropologasocial enaquellauniversidad. Latramitacindel proyectoEmpleoyCambioSocial enelNordeste se extendi desde 1973 hasta 1975; durante dicho intervalo, el inters manifestadoporalgunosdirigentesdelafinep,delInstitutoBrasileodeGeografayEstadstica(ibge,InstitutoBrasileirodeGeograaeEstatstica) ydel InstitutodeInvestigacinEconmicaAplicada (ipea, Instituto de Pesquisa Econmica Aplicada) hizo que la direccin de la finepapoyarael programademaestradel ppgas-MuseuNacional, enaquel entoncescoordinadopor Roberto da Matta (desde 1973 hasta 1976). En 1975, la finep pudo nalmente presionaral rectoradodelaufrjparaquestaincorporaravariosprofesoresdel ppgasaloscuadrospermanentes de la universidad.Prefacio a la presente edicin 33negociacin del proyecto super los plazos para la presentacin de las tesis yyo tuve que dedicarme a organizar el material que ya tena, redactando la ma-yor parte de este trabajo en 1974. Cuando comenz el proyecto Empleo. . . ,coordinado por Moacir Palmeira y subcoordinado por Afrnio Garcia Jr. ypor m en la segunda mitad de 1975, con ms de 20 antroplogos, yo ya habadefendido mi tesis. Y estaba empeado en extender el estudio de los obrerosde las usinas azucareras e investigar a los trabajadores textiles localizados enfbricas con barrios obreros, existentes en el rea metropolitana de la ciudadde Recife. Es decir: en otras fbricas situadas en barrios y en ciudades dondeel pesoeconmicoypolticodelaempresaeramuyfuerte, yoprocurabaseguir las pistas (iniciadas en las usinas de azcar) de una forma de domina-cin que controlaba al mismo tiempo al trabajador dentro de la fbrica y ensu propia casa, en la esfera del tiempo libre compartido con su familia. En elmarco del proyecto Empleo. . . , durante 1976 y 1977 realic junto a RosileneAlvim una investigacin con los obreros y obreras de aquellas fbricas textiles(obreras que con su fuerte presencia marcaban una gran diferencia con las usi-nas, compuestas slo por hombres); continuamos esta investigacin durantenuestros doctorados (entre 1977 y 1985) y, nalmente, en 2008 lmamos undocumental10. En el caso del municipio de Paulista (rea metropolitana de Re-cife), cuya sede municipal tuvo su origen en el barrio obrero de la gran fbricatextil instalada all desde comienzos de siglo xx, pudimos crear las condicio-nes para mantener un contacto constante con una red constituida de obrerasy obreros (activos y jubilados) a travs de nuestras sucesivas visitas, cartasy, ms tarde, llamadas telefnicas; adems, los resultados de la investigacinpudieron ser apropiados de cierta forma por el grupo investigado, llegando asolicitarnos una incursin en el mbito del cine documental (mencionado msarriba), sobre el cual no tenamos ninguna experiencia anterior.Noobstante, enel casodelosobrerosdel azcarlasdicultadesfueronmayores. Consegu enviar algunos ejemplares de mi tesis (en su forma mimeo-graada) a varios obreros de la usina donde haba estado trabajando. Peroinmediatamente despus, debido a la jubilacin de algunos de ellos y a loscambios en el directorio del sindicato de estos obreros, perd el contacto conaquellos informantes. Era como si la dicultad inicial de mi investigacin elingreso al mundo de la usina continuara an ms fuerte posteriormente, enla comunicacin a distancia.10 AlgunosdelosresultadosdelainvestigacinconlostrabajadorestextilesestnenJ. S.LeiteLopes, ATecelagemdos Conitos deClassenaCidadedas Chamins, SoPaulo:EditoraMarcoZero(coedicinconcnpq, 1988); RosileneAlvim, ASeduodaCidade; osobreros-camponeses e a fbrica dos Lundgren (Rio:Graphia, 1997). El documental Tejido Me-moria (Tecido Memria), que dirig junto a Rosilene Alvim y Celso Brando, fue nalizado en2008.34 El vapor del diabloHaba otras diferencias signicativas entre ambos grupos de trabajadores.El antiguo barrio obrero textil se haba transformado en una ciudad; sus ha-bitantes consiguieron la propiedad de las casas que les prestaba la empresaa travs de las indemnizaciones demandadas ante la justicia laboral en la d-cada de 1970, despus de haber sido despedidos a pesar de que eran obrerosestables (vase la explicacin en el Glosario sobre el fgts). Mientras que lostrabajadores textiles lograron permanecer en la ciudad a travs de generacio-nes, los obreros del azcar no tuvieron las condiciones para transformar suseventuales indemnizaciones en la propiedad de las casas del barrio obrero, yacabaron desplazndose hacia otras localidades. Por otra parte, los trabaja-dores textiles cultivaban una cierta memoria respecto a las repercusiones dela grandeza de la fbrica y de sus patrones en la organizacin de la vida sociallocal y en su presencia nacional, as como tambin respecto a la importanciade sus luchas sindicales y barriales contra la propia empresa; de modo dife-rente, los obreros del azcar tenan la concepcin de una historia repetitiva yde un tiempo estructural compuesto por perodos sucesivos de gerencias ydirectorios, acompaados stos por sus equipos de trabajadores (lo cual pro-vocaba un xodo de equipos entre usinas toda vez que un gerente o un jefedeseccineraconvocadootransferidoparaotraunidadproductiva; vaseel nal del captulo iv). As, mientras los trabajadores textiles nos invitabana acompaar las informaciones y representaciones de sus historias de vida ysus interpretaciones de la historia local, para entonces poder completarlas yconfrontarlas con fuentes escritas, documentales e imagticas, los obreros delazcar nos permitan el acceso a la riqueza de su pensamiento autoclasicato-rio y de su reinterpretacin creativa de prcticas y formulaciones dominantesen formulaciones propias, que revelan las contradicciones en las cuales estnenvueltos11.Dado lo dicho, si el ingreso y la permanencia prolongada en los territorios deuna usina de azcar para captar e investigar el pensamiento de sus operadoreshumanos ya haban sido difciles, ms difcil an era encaminar los resultadosde mi investigacin para ese grupo subalterno y dominado12. La principal di-cultad de comunicacin no se localizaba en la distancia existente entre, por unlado, la expresin escrita bajo la forma acadmica y, por el otro, el lenguajede los grupos sociales dominados (aunque esta dicultad sea importante). El11 Estas reexiones comparativas entre formas de historia incorporadas, vividas de forma dife-rente por los obreros del azcar y los obreros textiles, est desarrollada en mi artculo "Historiay Antropologa". In: Cuadernos del Posgrado en Antropologa Social de la Universidad Iberoa-mericana, n 24, nov. de 1992, Mxico, publicado como parte de los intercambios con el equipomexicano de Antropologa del Trabajo, dirigido por Patricia Torres.12 Actualmente, esta cuestin aparece como un tema de Antropologa Pblica o de Socio-loga Pblica; sin embargo, debe tenerse en cuenta que en aquel perodo no era tan bien vistopor los cnones acadmicos.Prefacio a la presente edicin 35mayor obstculo se relacionaba con las condiciones de representatividad de laorganizacin sindical de esos trabajadores, factor esencial para la creacin delos medios de difusin del anlisis crtico en sus bases sociales, de modo tal quepuedan someterse a un cuestionamiento inclusive los resultados de cualquierinvestigacin. Gracias a la accin receptiva de los sindicatos de trabajadoresrurales (incluida el rea azucarera), hubo trabajos que tuvieron un importanteefecto de retorno para los grupos sociales estudiados13. Sin embargo, la expe-riencia histrica de los sindicatos de los obreros industriales del azcar ha sidomenos representativa de las quejas y reivindicaciones de su base, lo cual no de-ja de ser otro de los elementos que contribuye a su aislamiento y dominacin.Una primera oportunidad ms efectiva de retorno de los resultados de inves-tigacin aunque efmera y sin continuidad sucedi seis aos despus de lapublicacin de la primera edicin de El Vapor del Diablo y diez aos despusde la realizacin del trabajo de campo: en julio de 1982 fui invitado a dar unaponencia a pedido del Departamento Intersindical de Estudios Estadsticos ySocioeconmicos (dieese, Departamento Intersindical de Estudos Estatsticose Scio-Econmicos) en la seccin de apertura de la 1aConferencia Nacionalde los Trabajadores de la Industria del Azcar14. A travs de los tcnicos del13 Vase por ejemplo Moacir Palmeira, Desmobilizao e conito: relaes entre trabalhadoresepatresnaagroindstriapernambucanaIn: RevistadeCulturaePoltica, ao1, no1,So Paulo, agosto de 1979; Lygia Sigaud, Greve nos Engenhos. Rio de Janeiro: Paz e Terra,1980; Afrnio Garcia Jr., Terra de Trabalho; trabalho familiar de pequenos produtores, Rio deJaneiro: Paz e Terra, 1983; Beatriz Heredia, A Morada da Vida, Rio de Janeiro: Paz e Terra,1980 (edicin argentina La Morada de la Vida; trabajo familiar de pequeos productores delnordeste del Brasil. Buenos Aires: La Colmena, 2003). A comienzos de la dcada de 1980, MoacirPalmeira era asesor de la Confederacin Nacional de los Trabajadores en Agricultura (contag,Confederao Nacional dos Trabalhadores na Agricultura) y Afrnio Garcia Jr. era asesor delaFederacindelosTrabajadoresenAgriculturadel EstadodeRiodeJaneiro(fetag-rj,Federao dos Trabalhadores na Agricultura do Estado do Rio de Janeiro).14 PromovidaporlaConfederacinNacional delosTrabajadoresdelaIndustriadelaAli-mentacin(ConfederaoNacional dosTrabalhadoresnaIndstriadeAlimentao), conlaparticipacin especial de la Federacin de los Trabajadores de la Industria de la Alimentacinde So Paulo. El texto correspondiente a la ponencia "Contribucin para la discusin sobre lascondiciones de trabajo y de vida de los obreros industriales de las usinas de azcar" fue incluidoen las Resoluciones Finales de la conferencia, realizada del 29 al 31 de julio en Campos, ciudad alnorte del Estado de Rio de Janeiro (regin con tradicin en la produccin azucarera). El dieesees una institucin tcnica de los sindicatos de los trabajadores fundada en 1955 en So Paulo,cuyoprimerdirectortcnicofueel socilogoJosAlbertinoRodrigues; anesdeladcadadel 1970, el dieese tuvo una importante actividad en el establecimiento de las reivindicacionesdefendidasenlasfamosashuelgasdel llamadoabcpaulistaen1979y1980. Desdeaquelmomentohastaahora,eldieeseseinstalendiferentescapitalesdelpas,teniendosiemprecomo ingreso principal la contribucin de los sindicatos aliados, contando con un directoriosindical y un directorio tcnico. Posteriormente, el texto de mi ponencia en aquella conferenciade los trabajadores del azcar sirvi de base para el artculo Acar Amargo, publicado enla revista de divulgacin cientca Ciencia Hoy(Cincia Hoje, vol.4, n20, 1985, pp. 26-32);ms tarde fue traducido al castellano como "Azcar Amargo" y "Familias Obreras, Familias deObreras" (este ltimo artculo referente a los trabajadores textiles, en colaboracin con Rosile-36 El vapor del diablodieese pude llegar hasta los obreros del azcar a nivel nacional, quienes seencontrabanrealizandoaquel encuentroparaevaluarsuarticulacinenunperodoprximoal ndeladictadura, despusdelashuelgasenel abcpaulista y de aquellas realizadas por los trabajadores rurales azucareros dePernambuco. La base de la articulacin eran los trabajadores de la industriade la alimentacin; en el Estado de So Paulo, stos tenan varios sindicatosmunicipales que agrupaban a los obreros del azcar en el interior de una ca-tegora ms amplia, junto a otros trabajadores de las industrias alimenticias.Adems, lascuestionesdeencuadramientosindical constituyenotrodelosproblemas entre las dicultades que tienen los obreros industriales del azcar:en los ltimos aos y particularmente en So Paulo, hubo una tendencia a ladisputa de estos trabajadores entre sindicatos tales como el de los qumicos, elde los choferes, etc. (adems de los de la alimentacin), separando, dividiendoy apropindose de las subcategoras internas a dicho grupo de obreros15.Despus del perodo del trabajo de campo (1972), tuvieron lugar muchastransformaciones en el sector de produccin de azcar y alcohol en el pas. Enlas usinas que visit durante ese ao las destileras de alcohol estaban paradas,lo cual se corresponda con un momento en que la produccin de alcohol eramuy inferior a la capacidad disponible en las usinas. Ms tarde (n de los 70y durante los 80) hubo una poltica gubernamental de produccin de alcoholpara combustible automotor. El Pro-Alcohol (Pr-lcool) fue un programacreado en 1975, justicado por el alza de los precios del petrleo en el mercadointernacional; dicho programa invirti en la tecnologa de motores a base dealcohol paraautomviles. Enlosaos90, labajadel preciodel petrleodesmotiv la produccin de alcohol y los programas gubernamentales fuerondesactivados. A partir de 2003, con nuevas inseguridades en el mercado delpetrleo y con el lanzamiento de automviles con motores ex (que permiten eluso de nafta, de alcohol o de alconafta), la produccin de alcohol etlico ahoratambin llamado etanol volvi a ser nuevamente ventajosa. A pesar de lasoscilaciones de precios entre el azcar y el alcohol en el mercado internacional(este ltimo dependiendo de los precios del petrleo y de la nafta), la industriadel alcohol y del azcar tendi a aumentar su importancia haciendo crecer,alternadamente, la produccin de uno de ellos en detrimento del otro.ne Alvim; Cuadernos del Posgrado en Antropologa Social de la Universidad Iberoamericana,no23, nov. de 1992, Mxico). (Bajo el nombre de abc paulista el autor se reere a la zonatradicionalmente industrial de la regin metropolitana de la ciudad de So Paulo, cuya siglaresponde a las tres localidades que dieron origen a dicha regin: Santo Andr [A], So Bernardodo Campo [B] y So Caetano do Sul [C]; N.de la T.).15 En esta conferencia tambin pude conocer ciertas particularidades de la jornada de trabajode los obreros del azcar en So Paulo, tales como la costumbre del cambio de turnos en laseccin de fabricacin a las 6 de la maana y a las 6 de la tarde, diferente al cambio de turnostradicional en el Nordeste, a las 12 de la noche y a las 12 del medioda.Prefacio a la presente edicin 37Laproduccinazucarerasiguiunaevolucinestadsticaqueindicaunadisminucin en la regin Nordeste frente al crecimiento de la regin Sudeste(principalmenteenel interiordeSoPaulo). Hacia1930/1931, el Nordes-te (con la produccin concentrada en los estados de Pernambuco y Alagoas)generaba el 68% del azcar nacional, mientras que para 1973/1974 esa propor-cin se redujo a un 29%; en esos mismos aos y en correspondencia inversa, laregin Sudeste (concentrada en So Paulo) pasaba del 32% para un 71%. Enese mismo intervalo de tiempo, la produccin brasilea de azcar aument 14veces: mientras el Nordeste sextuplicaba su produccin, la regin Centro-Suraumentaba 30 veces ms16. La inversin de la tendencia anterior pasando deuna concentracin de la produccin de azcar en el Nordeste hacia la actualconcentracin en el Centro-Sur tuvo lugar durante la primera mitad de ladcada de 1950, cuando la produccin de ambas regiones era equilibrada. Pa-ra nes de la Segunda Gran Guerra, el aumento de la industrializacin en elCentro-Sur (So Paulo y Rio de Janeiro), el crecimiento del mercado consu-midor de esta regin y las dicultades para transportar en barco el azcardel Nordeste hicieron aumentar su produccin en So Paulo. Hacia nes de ladcada de 1940, hubo entonces una redistribucin de las cuotas de produccinque favoreca fuertemente a la regin Centro-Sur17.Dicho rgimen distribuido entre los estados brasileos productores de az-car y, dentro de ellos, entre las usinas y los establecimientos productores decaa fue implementado en 1933 para hacer frente a la crisis de 1929, nanciary regular stocks, transferir excedentes del mercado interno hacia el mercadoexterno (y viceversa) y distribuir la produccin entre el azcar y el alcohol.El Instituto del Azcar y del Alcohol (iaa, Instituto do Acar e do lcool;vase Glosario) fue creado para tales nes, encargndose de distribuir las cuo-tas protegiendo al conjunto de los productores y conciliando la competenciaentre ellos. A comienzos de los 40, el iaa promovi el llamado Estatuto dela Produccin Azucarera (Estatuto da Lavoura Canavieira), el cual protegaa los productores de caa independientes de las usinas frente al mayor poderde estas ltimas, con el objetivo de frenar la concentracin econmica. DichoEstatuto prevea que las usinas deban moler hasta el 50% de la caa de losproveedores en la composicin de la materia prima que entraba en sus molien-das. Tambin prevea la concesin de pequeos lotes de tierra de 2 hectreaspara los moradores (trabajadores de la caa con residencia en las casas de lausina), adems de los benecios sociales en salud y educacin para el conjuntode los trabajadores benecios que no fueron cumplidos ni por los propieta-16 Cf. Mario Lacerda de Mello, O Acar e o Homem. Recife:Edies Instituto Joaquim Nabucode Pesquisas Sociais (ijnps). Ministerio de Educacin y Cultura (mec), 1975, pp. 155-156.17 VaseManuel CorreiadeAndrade, HistriadasusinasdeacardePernambuco, Reci-fe:Editora Massangana, 1989, pp. 81-82.38 El vapor del diablorios, ni por los usineros. Sin embargo, como el iaa protega al conjunto delos productores de azcar de la incertidumbre provocada por las crisis econ-micas (productores en aquel entonces ms concentrados en el Nordeste), ellopermiti que las usinas aceptaran algunas de las propuestas estatales que es-taban siendo implementadas en aquel momento. En efecto, una de ellas fue laconvencin colectiva de 1941 con los obreros de la parte industrial, por la cuallosusinerosaceptaronlasindicalizacindeaquellosyprometieroncumplirla ley de 8 horas de trabajo (que estipulaba el pago de horas extras durantelas jornadas habituales de 12 horas en la seccin de fabricacin, durante lamolienda, o las horas suplementarias de mantenimiento; vanse captulos ii yiii).A comienzos de la dcada de 1990, con la aplicacin de las polticas neo-liberales en boga el gobierno federal disuelve el iaa y los controles sobre elmercado azucarero (regmenes de cuotas, etc.). Muchas de las usinas endeu-dadas, que en el perodo anterior contaban con la intervencin del iaa (el cualsaneaba sus nanzas para devolverlas despus al sector privado), dejaron detener proteccin estatal y entraron en quiebra. Con el abandono productivode usinas e ingenios, durante dicho perodo los trabajadores rurales hicieronuna serie de campamentos promovidos por el Movimiento de los Trabajado-res Sin Tierra (mst, Movimento dos Trabalhadores Sem Terra, a travs delcual muchos militantes se haban desplazado desde el Sur hacia el Nordeste),apoyados tambin por los sindicatos y por la Federacin de los TrabajadoresRurales de Pernambuco (Federao de Trabalhadores Rurais de Pernambu-co). Las ocupaciones de tierra y los campamentos que consiguieron sobrevivira la represin y a los mandatos judiciales de reintegro territorial fueron trans-formados posteriormente en asentamientos de reforma agraria18; stos consis-tieron en ocupaciones de ingenios, es decir, de aquellos establecimientos queanteriormente producan caa de azcar. Hubo una nica huelga, seguida deocupacin, que pudo tomar a una usina de azcar en su totalidad (es decir,tanto en la parte agrcola como en la parte industrial): la Usina Catende. Losobreros de la parte industrial tambin participaron en esta huelga.Cabe decir aqu que entre 1988 y mediados de la dcada de 1990, el sindi-cato de los obreros del azcar tuvo sus aos de mayor protagonismo. Hacianes de los 80, diez aos despus del inicio de los movimientos de los obrerosdel abc paulista y de las huelgas de los trabajadores rurales azucareros de18 Vase Lygia Sigaud, A forma acampamento: notas sobre a verso pernambucana In: NovosEstudos Cebrap, 58:73-92, 2002; tambin Lonas e bandeiras em terras pernambucanas. Rio deJaneiro: MuseuNacional Tecnopop, 2003(org.), catlogodelaexposicinconel mismonombre. Tambin Srgio Pereira Leite, Beatriz Heredia, Leonilde Medeiros, Moacir Palmeira yRosngela Cintro. Impactos dos assentamentos: um estudo sobre o meio rural brasileiro. SoPaulo: Edunesp, 2004.Prefacio a la presente edicin 39Pernambuco (iniciadas en 1979 y continuadas durante la dcada siguiente),muchas oposiciones sindicales estaban ganando las elecciones en sus respecti-vas entidades en varios estados del Brasil. Esto fue lo que ocurri tambin enPernambuco para nes de los 80. Al igual que en los comienzos de los 60,el movimiento obrero de Recife y el movimiento campesino del interior conta-giaron a los obreros industriales del azcar de Pernambuco. Las oposicionessindicales ganaron en varios sindicatos del rea metropolitana de Recife (talescom