El Tesoro del Nuestra Señora de

las Mercedes

Perú lo reclama argumentando que el oro y la plata que transportaba el buque español fueron extraídos, refinados y acuñados en Lima.

Bolivia hace lo mismo argumentando que ese oro y esa plata salieron en realidad de Potosí.

La empresa cazatesoros Odyssey Marine Exploration desde un principio se negó a facilitar información acerca de la procedencia del tesoro recuperado

del fondo del mar.

España lo reclama argumentando que el barco era un navío perteneciente a la Armada Española.

¿A quién le asiste la razón?

El navío Nuestra Señora de las Mercedes fue una fragata perteneciente a la Armada Española, botada en 1786 y hundida frente a las costas de Cádiz el 5 de octubre 1804 por parte del buque de la Royal Navy HMS Invencible.

Los arqueólogos submarinos de la empresa "caza-tesoros" estadounidense Odyssey Marine Exploration descubrieron en el

mes de mayo de 2007, en la zona del golfo de Cádiz, el pecio de la fragata, cuyas 500.000 monedas de plata y oro (reales de a ocho y

escudos, todos ellos de la época de Carlos IV y acuñados en Lima, Perú, en 1803) y demás objetos fueron extraídos y

llevados a los Estados Unidos, donde comenzó un litigio entre España y la empresa norteamericana por los derechos del

hallazgo.

Las Leyes Internacionales y el Convenio de Protección del Patrimonio Arqueológico Subacuático de la UNESCO -en las que basa la sentencia del tribunal de Tampa, Florida- dictaminan que

los llamados Navíos de Estado, aquellos fletados por un Gobierno concreto, siguen siendo territorio de ese país aún estando en el fondo del mar. Existe el precedente de la fragata española La

Galga de Andalucía, hundida frente a las costas de Virginia, cuya carga tuvo que ser devuelta al estado español por parte de la

empresa Sea Hunt.

Odyssey Marine Exploration conocía el hecho anteriormente descrito y por eso siempre se negó a facilitar cualquier tipo de

información acerca del buque del que habían rescatado el tesoro. Sabía perfectamente que lo que estaba haciendo era un acto de

piratería.

Ateniéndonos a la ley, siempre que se trate, como en este caso, de un navío de estado, nadie puede tocar absolutamente nada de su contenido sin autorización del país al que el barco pertenezca.

Caso distinto sería que se tratase de un buque mercante perteneciente a una naviera privada. Pero el Nuestra Señora de las

Mercedes era un buque de guerra de la Armada Española.

De hecho, cuando la empresa norteamericana fue consciente de la pérdida del litigio trató de negociar con el gobierno español para

repartirse el tesoro a medias, algo a lo que no accedió el Ejecutivo Hispano.

La Reclamación Peruana El gobierno peruano pidió a la Corte Suprema estadounidense

impedir el traslado del tesoro a España, argumentando que es el legítimo dueño. Lima asegura que el oro y la plata fueron extraídos, refinados y acuñados en ese país, que en ese momento era parte del imperio español. Pero lo cierto es que esos metales no fueron

extraídos en Perú sino en las minas de Potosí, en la actual Bolivia.

El Gobierno boliviano, conocedor de que la razón le asistía al estado español, pronto desisitió en el reclamo.

Maniobra de distracción Perú es el primer productor mundial de plata y el cuarto productor de oro. Con las técnicas actuales, en un solo año de

trabajo en las minas peruanas se extrae la misma cantidad de oro que España se llevó de toda América en tres siglos. ¿Conocen este dato los ciudadanos peruanos? ¿Dónde está esa riqueza?

El tesoro de la Mercedes es una insignificancia al lado de la riqueza que producen las minas peruanas en sólo unas semanas de

extracción de metales. La reclamación del gobierno peruano no es más que una maniobra de distracción para entretener a una

ciudadanía que vive con carencias innecesarias en uno de los países más ricos del mundo.

El tesoro de la Mercedes no va a ser fundido ni utilizado por el Estado Español. Será destinado a un museo donde todo el mundo

pueda visitarlo.

Actualmente la Armada Española tiene localizados más de 3000 buques hundidos en el Océano Atlántico. Buques que guardan un cuantioso

tesoro. Sus bodegas albergan el llamado Quinto Real, un impuesto del 20% que los propietarios de las minas tributaban al Estado en función de sus ganancias (el 80% restante se quedaba en América). Esa cantidad y

nada más que esa es lo que España se llevó de América.

Pero esas naves son algo más que barcos que contienen oro, plata o joyas. Son las tumbas de millares de marineros y oficiales que murieron

defendiendo a su patria contra nuestra vieja y admirada enemiga, La Pérfida Albión.

Los españoles no queremos ese oro, sólo pedimos que respete a nuestros muertos.

España fue conquistada y saqueada decenas de veces y no reclamamos por ello. Más tarde nos tocó a nosotros ser conquistadores y creamos el mayor Imperio que hayan visto los tiempos, pero nunca saqueamos cementerios.

Exigimos el mismo trato.

Ningún ciudadano español se opone a que tanto éste como cualquier otro de los tesoros que yacen en nuestros buques hundidos sea rescatado y devuelto a sus legítimos dueños: los pueblos originarios de América.

Sí nos negamos a que sean entregados a las oligarquías y gobiernos corruptos.

La prensa y opinión pública de Hispanoamérica ha tildado de ladrón y pirata al Estado Español porque un juez norteamericano ha fallado en nuestro

favor. Pero esa misma prensa y opinión pública no informan a los ciudadanos que España aporta, a través de varias fundaciones, MIL millones de euros anuales para erradicar la pobreza y fomentas la

educación en nuestros países hermanos de América.

Siempre en

nuestro corazón.

Los pueblos aborígenes dicen que España y el Rey están en

el corazón de todo indio americano.

Ellos también lo están en el nuestro.