El Tajín

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El Tajín Ciudad del Dios Huracán Adriana Becerra O’Leary …”Lo que ha de convertirse en nuestro mundo Tiene que haber sido creado previamente… Toda creación parte de un modelo ejemplar: La creación del Universo por los dioses.” M.E. Y llegó el día en que las criaturas que habitaban las selvas del norte de Veracruz, lo que después de un tiempo llegó a ser el país del Totonacapan, quisieron hablar con los dioses, pero no encontraron las palabras, no sabían cómo nombrarlos. Se olvidaron del hablar. Vivían en los árboles y en cuevas, se agrupaban en familias pequeñas y medianas; se alimentaban de la recolección de lo que la naturaleza les daba, no trabajaban con herramientas y menos aún sabían cómo labrar la tierra. Sus cuerpos semicubiertos no conocían la vergüenza, la comunicación con las flores y las plantas fluía a través de los secretos del viento y del agua, compartían con los demás animales de la región el exuberante espacio que los proveía de todo bienestar. Además, mantenían una relativa situación de privilegio frente a las demás criaturas que habitaban las selvas. Sin embargo, algunos de ellos, identificados como los viejos, aún lesquedaba un exiguo resabio de aquella memoria primordial que persistía en hacerlos soñar. -¿Por qué será que al caer la noche vivo de forma diferente? –se preguntaba Mono, el más anciano de ellos. Sueño que en un remoto distante fui hombre, “como los que habitan tras de las montañas”. ¿Y por qué al despertar me encuentro de nuevo trepado en los árboles?

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El TajínCiudad del Dios Huracán

Adriana Becerra O’Leary

…”Lo que ha de convertirse en nuestro mundoTiene que haber sido creado previamente…Toda creación parte de un modelo ejemplar:

La creación del Universo por los dioses.”M.E.

Y llegó el día en que las criaturas que habitaban las selvas del norte de Veracruz, lo que después de un tiempo llegó a ser el país del Totonacapan, quisieron hablar con los dioses, pero no encontraron las palabras, no sabían cómo nombrarlos. Se olvidaron del hablar.

Vivían en los árboles y en cuevas, se agrupaban en familias pequeñas y medianas; se alimentaban de la recolección de lo que la naturaleza les daba, no trabajaban con herramientas y menos aún sabían cómo labrar la tierra. Sus cuerpos semicubiertos no conocían la vergüenza, la comunicación con las flores y las plantas fluía a través de los secretos del viento y del agua, compartían con los demás animales de la región el exuberante espacio que los proveía de todo bienestar. Además, mantenían una relativa situación de privilegio frente a las demás criaturas que habitaban las selvas. Sin embargo, algunos de ellos, identificados como los viejos, aún lesquedaba un exiguo resabio de aquella memoria primordial que persistía en hacerlos soñar.

-¿Por qué será que al caer la noche vivo de forma diferente? –se preguntaba Mono, el más anciano de ellos. Sueño que en un remoto distante fui hombre, “como los que habitan tras de las montañas”. ¿Y por qué al despertar me encuentro de nuevo trepado en los árboles?

Como Mono no tenía memoria, olvidaba todo; la misma angustia de la incertidumbre se perdía sin dejar recuerdo alguno, ya que una vez despierto, tenía que ocuparse de la faena del día (recolectar su alimento, velar por la familia). Pero esa no era la única inquietud de Mono. La Tierra que habitaba empezó a perder esplendor, los frutos y las plantas comenzaban a escasear, lo poco que quedaba ya no era suficiente para alimentarlos a todos. Con tristeza, Mono veía cómo su mundo se apagaba en la ausencia de color.

De pronto, una de tantas noches, tuvo una revelación. Era Nakapándi, “la vida”, que en forma de serpiente le habló:

-Ve por el camino del Mar, allá por el oriente, donde aparece Tlahuizcalpantecutli*, ahí encontrarás a Toxi, <<nuestra abuela>>, lleva contigo la raíz de la planta que produce el aguamiel* y dale a beber unas gotas del elíxir consagrado a los dioses; eso la hará despertar del profundo sueño donde ahora se encuentra. El Octli la ayudará a ver la repuesta que necesitas y con gusto te la dará.

Al despertar, Mono había olvidado absolutamente todas las vivencias con Nakapándin, ya que no tenía recuerdos, sin embargo, aun y a pesar de ello, antes de que despuntara el lucero del alba tomó camino hacia el Mar, no sin antes haber arrancado de la tierra una raíz de la planta del maguey.

Al cabo de ocho Lunas llegó frente a Toxi. La vieja abuela parecía una piedra seca y maltratada por el tiempo. Movido por la compasión, Mono le dio a beber gotas del aguamiel que refrescaron la lengua de la vieja Toxi. Enseguida, Toxi, después de sacudirse la tierra, las plantas y demás bichos, que ya habían hecho casa de su caparazón… se sentó a descansar bajo la sombra de una inmensa palmera.

Al paso de un rato la vieja tortuga le dio las gracias, y se presentó a sí misma diciendo:

-Soy Toxi, <<la más vieja del mundo>>. Al escuchar el nombre de Toxi. Mono recordó la visión con Nakapándi, y dijo:

-Por ti he llegado hasta aquí, he venido en busca del recuerdo y sólo tú me puedes ayudar a encontrarlo. Enseguida le entregó la raíz de la planta del aguamiel y preguntó:

-Necesito saber ¿por qué cuando el cansancio me tumba, y me voy de este mundo, llego a uno diferente donde me vivo como los hombres que habitan del otro lado de las montañas y de los ríos? –Toltecas, Teotihuacanos y Mayas-, también quiero saber por qué la Tierra, nuestra madre (Montizón), cada día está más seca, ya no quiere dar sus frutos.

-La respuesta que vienes a encontrar es tan vieja como el tiempo, -dijo la vieja Toxi y prosiguió: -todo sucedió al final del cuarto Sol. Fue un cataclismo, el mundo se acabó. Y ustedes están pagando por la osadía y soberbia de sus padres; aquellos insensatos no sólo pretendieron ser como los dioses, que ante eso…, pudieron ser redimidos, ya que los señores viven con orgullo las creaciones de los hombres; también,…¡robaron las piedras generadoras del fuego! Eso estaba contemplado…Pero lo que es imperdonable, es que olvidaron el camino de regreso a Moyocoyán… Y todavía peor aun; ¡hicieron mal uso de la palabra….!

-Escúchame Toxi, nosotros nunca hemos robado la palabra y el fuego a los dioses, ni siquiera podemos hablar; ¡desconocemos el nombre de los dioses! ¡no sabemos cómo

nominar el mundo!, ¡nuestro Mundo!, menos aun crear el fuego; y, y …., ¿qué…, qué es eso del regreso al Moyocoyán?

-Enfadado repuso Mono y agregó: hasta donde llegan mis cortos alcances, eso sólo lo han hecho los hombres. .... ¿Por qué fuimos nosotros los más castigados?

-Sin tregua ni conciencia alguna tus antepasados talaban sin respeto los bosques, hijos dilectos de la Tierra; profanaban los ríos con inmundicias, dejaron de hablar con Nakapándi, y se olvidaron de su Xolotl. De ahí que poco a poco sin tomar a cuenta de ello perdieron el rostro . . . . Y lo peor de todo, no fue que cayeron atrapados en las mentiras del conejo; enviado de los dioses para hacerles creer que podían llegar a ser igual a ellos; lo más grave, lo peor de su estupidez fue cuando: por ignorancia, se comieron a sus hermanos. Hombres y mujeres que los dioses habían convertido en peces protegiéndolos así, de la devastación que ocasionó el fin del cuarto Sol…. Peces que tenían el color del arco de múltiples colores y podían volar como el Quetzal;… ¡eran sagrados! ¡Custodios del conocimiento!..., ¡casi dioses! Este acto criminal enfureció a los sempiternos, fue algo abominable …y pausadamente, Toxi prosiguió: después de escuchar esto, espero que entiendas el por qué ustedes, <<los hombres que robaron el conocimiento e hicieron mal uso de la palabra>>, han sido condenados a vivir en los árboles, sin abrigo, privados de la luz del entendimiento y reducidos a lo más ínfimo de la escala humana.

-¿Quéeeeeeeeeeee? Me estás diciendo que en los tiempos del cuarto Sol, cuando brillaba en las alturas celestes, nosotros éramos hombres. ¿Quieres decir que algún día gozamos de entendimiento…, podíamos hablar? ¡Nada de lo que dices tiene sentido! No lo recuerdo.

-Ese es el gran problema, una vez que olvidamos se pierde todo vínculo, repuso Toxi.

Y dirigiéndose a la anciana tortuga Mono, imploró con devoción y respeto:

-Toxi, tú, que has vivido el despertar de los Soles, tú que conoces los secretos de la eternidad, tú, más que nadie, comprendes lo que es ser esclavo del dolor. ¡Ayúdame abuela!, no hay peor condena que el vivir en la sospecha de sí mismo, no existe nada que se compare al dolor de vivir en las tinieblas, no hay nada peor que estar privado de la palabra. ….¿Cómo vamos a sobrevivir ante un porvenir infausto? Si no tenemos un lugar no somos reales, ¡no existimos! Ausentes de todo tiempo, privados de todo diálogo, ¿cómo vamos a crear nuestro mundo, nuestra realidad?

-La ignorancia y la estupidez tienen su precio…, se paga caro la soberbia… Sin embargo, nada es para siempre, para volver a ser hombres, tendrán que re-crear, reeee-pensar…,

¡repensar! … des-cubrir, fundar, re-fundamentar su mundo, -ya delirante por el octli, decía la vieja Toxi.

-Pe…, pero, ¿cómo? Si ni siquiera sabemos pensar. Repuso Mono.

-Tendrás que aprender a hacerlo. Escucha bien lo que voy a decirte; este nuevo sol, llamado el Quinto Movimiento <<Nahui Ollín>> es muy joven e inexperto, no tiene la potencia para ocupar su lugar allá en los insondables cielos , no le ha llegado el momento de desprenderse de su madre, tal vez no sabe cómo hacerlo, pero incluso ella, la pobre Tierra, ya es un mero tizón. Si no encuentra pronto <<el joven Sol>>, la ayuda necesaria para volar por sí mismo, este mundo se habrá quedado sólo en el intento de ser. La Luna (Mezztli-Matcuyo) seguirá reinando como gran soberana de la noche en compañía de las demás estrellas, (los cuatrocientos surianos, y la Serpiente de nubes, los Centzon-Mixcóatls) allá en el firmamento, e impedirá el ascenso del Divino niño: <<Ollín-Tonatiu, Sol del mediodía>>. Rostro y Corazón de Nahui-Ollín. ….Si tú quieres cambiarle de rostro al Destino. No te demores a la orilla del sendero y ponte a la tarea de ayudar al Sol a elevarse a la altura que le corresponde….. Aprende a escuchar al Corazón; es ahí donde está tu por-venir. ¡Lo demás se te dará por añadidura, a ti y a los tuyos!

-En lo que a mí corresponde, iré hacia el fondo del Mar a buscar a la Sirena; ella me indicará el camino para llegar al Dios Huracán. (Tláloc, Quetzalcoátl, dualidad cósmica del Señor del agua y del viento). A él voy a pedirle que se apiade de nosotros y mande la lluvia hacia este lado para refrescar la Tierra.

Y después de haber dicho todo lo que tenía que decir, la vieja Toxi se fue arrastrando lenta y pausadamente hasta perderse en la espuma del Mar.

Mono se quedó observando a su vieja abuela diluirse en las cristalinas aguas. Al cabo de un buen rato, decidió regresar con los suyos, extrañaba a su árbol y a su amada familia. Una vez en el camino vio a Xólotl aparecer en el firmamento, la crepuscular estrella anunciaba el retorno de la Luna y de la Serpiente de Nubes <<Los Centzon-mixcóatls>>. Extenuado por el ardiente calor, debido a que la noche era igual de caliente que el día, se detuvo a descansar a la sombra de unos matorrales. Atribulado y confundido, temeroso de que la Luna fuera a descubrir sus intenciones, se ocultó lo más que pudo en los arbustos. En eso vio de pronto a un conejo que lo observaba, curioso.

-Tienes miedo, dijo sonriendo el conejo, -¿acaso te asusta lo cerrado de la noche?

Mono permaneció en silencio. Sin embargo, la insolente sonrisa del conejo le recordó el engaño en el que habían caído sus antepasados y que era el origen de su desgracia.

-Maldito, ahora recuerdo…, fuiste tú quien ayudó a los dioses a reducirme a esta condición.

Asustado, el conejo respondió:

-No, no fui yo, no fui yo, fue la iguana.

-¡Cobarde, malhaya fuiste tú!, -repuso Mono.

Y cuánta no sería su furia que, sin pensarlo, tomó al conejo de las orejas y lo aventó con todas sus fuerzas hacia los cielos, estrellándolo en el mismo centro de la Luna… Dicen los que lo vieron que en ese instante la Luna se obscureció y que a partir de ese momento, el relieve del conejo quedó estampado por siempre allá en la Luna. Todo el Universo resplandeció en alaridos de júbilo; fue el instante en que el joven Sol encontró la ruta para ascender a las alturas distantes. También cuentan los que vieron, que al anciano Mono, del susto que llevó ante la conflagración de Soles, estrellas y mundos, le salió la voz de lo más profundo de sus entrañas, por fin pudo construir las palabras. Feliz, retomó el camino hacia los suyos. Durante el trayecto, que también duró ocho lunas, no dejó de ponerle nombre a las plantas, flores, piedras y demás criaturas que encontraba a su paso.

Desde otro horizonte, la anciana tortuga llegó al fondo del mar. Se encontró a la Sirena que alegre, jugueteaba en los corales persiguiendo a pulpos y mantarrayas. Al ver a Toxi, preguntó:

¿Qué haces por estos mares?; han pasado muchas lunas y no sabíamos de ti.

-He venido a refrescarme en las aguas del anchuroso océano; a más de que también quisiera encontrarme con los señores del Agua y del Viento, afablemente respondió Toxi.

La Sirena, que era un horrible monstruo, hija del Mar y de la Tierra (Aktsiní, principio de las aguas), le dijo que la llevaría ante ellos a condición de que la ayudara a ser una mujer, debido a que le gustaba las cosas propias de mujeres.

La anciana tortuga le respondió:

-Para lograr lo que quieres, el único que te puede ayudar es el niño, el de cabellos dorados, el Dios del maíz, (dueño de nuestra carne, el que organiza el mundo), aquél de quien los dioses dicen que es el rostro más bello del Sol <<Quetzalcóatl-Xochipilli>>.

-¿Cómo llego a él? –preguntó la Sirena.

-La sabia Iguana lo escondió en lo más profundo de las cuevas de Chicomostoc; ahí lo oculto de la Luna y de los 400 Surianos que incansablemente lo buscan, ya que no quieren que germine su semilla en el mundo.

-Ooooooooh, -exclamó la Sirena, la cual, complacida con la respuesta, condujo a Toxi, hasta la presencia de los señores Tláloc y Ehécatl.

…En seguida, la anciana tortuga sacó de su caparazón una garrafa de pulque, que en ofrenda les dio. Después de contarles todo el horror por el que estaba pasando la Tierra, les dijo:

-Debemos de actuar sin demora; no podemos permitir que Nakapándi (la vida) deje de existir sobre el tiempo del Quinto Sol.

En ese momento, los señores del Viento y del Agua, embriagados por el pulque que la tortuga les había ofrendado, unieron sus cuerpos y entrelazaron sus risas. Sumándose a compartir su alegría llegaron el Señor del Rayo y el Señor del Trueno. De esa danza divina nació a la vida una nueva presencia: la del Dios Huracán, señor del Furor y del Éxtasis.

El Señor Huracán nació con una sola pierna, y sobre ella se fue brincando hasta llegar a lo más profundo del Mar. Ahí su madre le obsequió unas hojas de tabaco, con las mismas comenzó a fumar, exhalando gigantescas orlas de nubes que llegaron a inundar los cielos. Estas fueron recibidas por el señor del Trueno y del Rayo quienes, aconsejados por su padre, el Viento, <<Ehécatl-Quetzalcóatl>>, invadieron de volutas y de luz el horizonte hasta que al fin la lluvia se precipitó sobre la Tierra.

Y cuentan los que vivieron en esos remotos tiempos, que era tal la cantidad de agua que caía de los cielos, que el cataclismo y la devastación eran inminentes.

Los odios y rencores habían quedado atrás. La Tierra optó por olvidar toda afrenta. ….Le pidió a Xólotl, le ayudara a encontrar su lengua que estaba oculta en las alas de Itzpapálotl, y, que ella misma había mutilado cuando en los tiempos del Sol de la inteligencia los hombres habían profanado el principio Duai Supremo. Con esto, Montizón Tlaltecutli <<nuestra madre>> castigó a los hombres privándolos del uso del pensamiento y del poder de las palabras; mismas que eran el sostén del Universo en los tiempos del Cuarto Sol.

Sin embargo, para esos entonces, la Tierra ya no quería más desgracias; sus ojos estaban puestos en sustentar al nuevo Sol y a los hombres que debían nacer bajo la protección del maíz; aquellos cuyo destino era darle un sentido al mundo.

Y sucedió…., que la Tierra, <<Señora de nuestro sustento>>, para evitar que la implacable tempestad arrasara con bosques, selvas, valles y criaturas, aullando de dolor, empezó a desgarrar su cuerpo, abriéndose en canales; de esta forma el agua que caía de los cielos correría a través de ellos sin desbordarse, sin lastimar a nadie ni a nada en su paso hacia el mar. También abrió en su cuerpo un pozo gigantesco del tamaño del cráter de un volcán, formando así lo que más tarde llevó por nombres la Laguna de Zempoala, el Río Cazones y el Tecolutla. Y es precisamente en esta cuenca, lugar de Monos que aprendieron a hablar, que se fundó el Tajín, Ciudad del Dios Huracán.