El Suicidio Estoico

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE ZACATECAS “FRANCISCO GARCIA SALINAS” UNIDAD ACADÉMICA DE FILOSOFÍA ENSAYO: El concepto de suicidio estoico y su relación con el concepto de suicidio asistido moderno (eutanasia) Materia: Post-Aristotélicos Mtra: Lilia Delgado Alumno: Erick Ricardo Jiménez Díaz 1

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Breve ensayo académico sobre la relación de la ética estoica y la eutanasia contemporánea

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE ZACATECAS“FRANCISCO GARCIA SALINAS”

UNIDAD ACADÉMICA DE FILOSOFÍA

ENSAYO:

El concepto de suicidio estoico y su relación con el concepto de suicidio asistido moderno (eutanasia)

Materia: Post-Aristotélicos Mtra: Lilia DelgadoAlumno: Erick Ricardo Jiménez Díaz

Junio, 2013

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INTRODUCCION

En el presente ensayo pretendo demostrar que para el estoicismo antiguo el suicidio era un tema presente en su ética y en su física, y que tal acto no contradecía en general los principios sobre la conservación de todo ser vivo hacía sí mismo (oikeiosis). Así, la labor en este ensayo es preguntarnos por el posible caso en que un seguidor de esta doctrina decidiera, sin más, terminar con su vida. ¿Existe la posibilidad para el estoico de renunciar a la vida?, ¿parece esto contradecir los principios de oikeiosis planteados por su ética?, ¿puede comprenderse sin prejuicio el acto de renunciar a la vida?, ¿Qué elementos son necesarios y cuáles los suficientes para que un estoico decida razonablemente dar termino a su existencia? La respuesta a estas preguntas, además, las tomamos en este trabajo para intentar esclarecer uno de los aspectos relacionados con el concepto moderno de eutanasia (el ‘buen morir’), tomando de ésta específicamente los casos de ‘suicidios asistidos’, es decir, personas que, al igual que un estoico antiguo, en pleno uso de su razonamiento intelectual y moral, pudiera decidir dar termino a su existencia.

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INDICE

Introducción…………………………………………………………………………….2

La física estoica………………………………………………………………..………4

Zenón de Citio: el sabio estoico…………………………………………...…………5

El suicidio asistido como una forma de suicidio estoico……………….………….7

Conclusiones………………………………………………………………………….10

Bibliografía…………………………………………………………………………......9

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Hartas veces es mayor misericordia dar la muerte que la vida

PirroLa física estoica

Para el estoicismo antiguo la ética se fundamenta principalmente por una tendencia de los hombres a conservarse a sí mismos (oikeiosis). Esta tendencia no sólo existe en los hombres sino que éstos la comparten con otros seres tales como las plantas y los animales, aunque a diferencia de ellos el primero es el único ente que tiene consciencia plena de ella. Esta escuela fundada por Zenón de Citio alrededor del siglo IV a.C en las postrimerías del esplendor griego, centraría sobre todo el desarrollo de su ética bajo el supuesto de que el fin último de la vida humana es la felicidad, y conforme a ella los hombres deberían de actuar bajo ciertas normas de vida para poder alcanzarla.

Con los estoicos asistimos particularmente a una liberación del hombre de sus orígenes pasados, quedando en igualdad de condiciones ante cualquier ciudadano del mundo ya que ambos cuentan con el mismo atributo que los capacita para alcanzar la felicidad o su propia eudaimonía: la razón o el logos. Esto pondría en el mismo punto de partida a todos los hombres, dando las mismas condiciones para que, conservando su vida y llevándola por el Bien -tal como ellos lo concebían-, pudiera lograr el fin último.

Así, pues, la ética estoica se convertiría en uno de los temas más relevantes para los filósofos del Pórtico, puesto que en ésta residía la tarea de guiar al hombre por los caminos correctos. ¿Cuáles eran los principios de esta ética? A grandes rasgos podemos resumirlos en tres puntos centrales: 1) existe en el hombre una tendencia a conservar su ser y a conciliarse consigo mismo, 2) dado que esta tendencia natural – a diferencia de la manera en que reside en las plantas y en los animales de una manera inconsciente o instintiva, respectivamente- se halla en el hombre guiada por la razón o el logos, el Bien Moral consistirá entonces en aquello que acreciente y conserve este logos, es decir, la virtud, 3) en lo que respecta a las cosas referentes al cuerpo sean estás benéficas o adversas, el sabio estoico mantendrá siempre una posición indiferente hacia las mismas, no preocupándose por asuntos como la riqueza, la belleza, la fealdad o la esclavitud, etc.1 Aquí los estoicos hacían una distinción entre la calidad moral de los hombres, reconociendo que sólo existen algunos pocos que pueden vivir en total concordancia a este logos, mientras que los demás simplemente se contentarían con cumplir sus deberes (Kathekón) o su officium - tal como lo entendían los romanos. Consecuencia de ello sólo los primeros podían convertirse realmente en sabios, es decir, en aquellos hombres cuya razón va siempre conforme a los designios de la Naturaleza, de Dios o del Destino. Para lograr alcanzar este estado de perfección moral, los sabios además tenían que despojarse de cualquier tipo de pasiones que indujeran a la razón a cometer errores -sin intentar moderarlas o controlarlas- ocupándose siempre del recto ejercicio del razonamiento.

1 C.f Dario, Antiseri. Giovanni, Reale. Historia del pensamiento filosófico y Científico. Ed. Harder. 1988. pp. 232-236

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Muy de cerca seguía por entonces la doctrina física a la doctrina ética, tanto así que no podría justificarse la segunda sin la primera. Éstos explicaban el mundo físico a partir de dos principios que conformaban y daban forma a todo lo que existía, hablaban de un principio activo y otro pasivo.2 El primero se refería directamente a la acción que Dios ejercía sobre la materia –principio activo-, mientras que el segundo era la sustancia carente de cualidades –principio pasivo- que recibía la providencia o pronoía, cuyo objetivo era un finalismo universal que llevaba a las cosas a desarrollarse de la mejor manera posible.

Para los estoicos, pues, todo estaba penetrado por Dios; este Dios además actuaba como hado o como destino (heimarmene) llevando a todas las cosas a su necesario devenir. Este devenir, sin embargo, no era único ni solitario, sino que a su vez cada cosa estaba conectada con el todo a través de la Naturaleza –Dios- y todo cuanto en el mundo existía estaba marcado por un destino común que, por cierto, era ineludible y completamente necesario. El sabio entonces será aquel que alinee sus propios deseos con los del universo, y actúe siempre conforme éste lo vaya estableciendo. El sabio se guía por el logos, éste logos es la Naturaleza –Dios- y ésta se dirige a un destino común donde los seres realizarán su propio destino por consecuencia y necesidad, y ésta necesidad hará finalmente que todos encuentren su propia libertad y su sintonía con la vida y el universo.

A respecto de la física estoica Reale y Antiseri comentan:

Esta providencia inmanente de los estoicos, contemplada desde otra perspectiva, se revela también como hado y como destino (heimarmene), es decir como necesidad ineluctable. Los estoicos interpretaron este hado como la serie irreversible de cosas, como el lazo indisoluble que vincula todos los seres, como el logos según el cual acontecen las cosas acontecidas, <<las que suceden suceden, y las que sucederán sucederán>>. Puesto que todo depende del logos inmanente, todo es necesario (al igual que todo es providencial, en el sentido antes mencionado), incluso el acontecimiento más insignificante.3

Conocer la física estoica no remite, en consecuencia, a preguntarnos entonces cómo es que algún seguidor de esta doctrina podría llegar a convertirse en sabio, para lograr esa comunión y armonía con el universo. A continuación intentaré exponer algunos de los rasgos que los estoicos tenían por conductas sabias o de hombre sabio.

Zenón de Citio: el sabio estoico

Sobre la sabiduría estoica a escrito Diogénes Laercio que todos ellos preferían la erudición a las cosas corporales o a los negocios. Los estoicos hablaban sobre la libertad de los hombres y no la concebían sino la adecuación de los deseos personales con los de la naturaleza, que siempre están guiados por Dios. Al respecto comenta Reale y Antiseri:

2 Op. Cit. p. 2293 Op, Cit. p. 231

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La verdadera libertad del sabio consiste en identificar sus propios deseos con los del destino, queriendo en unión del hado lo mismo que quiere el hado. Se trata de una libertad que reside en la aceptación racional del hado, que es racionalidad. El destino es el logos, y por eso querer lo que quiere el destino es lo mismo que querer lo que quiere el logos. La libertad, pues, es plantearse la vida en plena sintonía con el logos.4

En una carta enviada al rey Antígono Zenón responde a una petición de aquel rey para que este filósofo se trasladara hasta Macedonia, donde sería recibido como su maestro y el de todos los macedonios. Zenón, en una carta, responde:

Apruebo el anhelo que tienes de aprender, en cuanto deseas abrazar la verdadera y fructuosa erudición, no la vulgar que pervierte las costumbres. Quien está ansioso de la Filosofía y se aleja de aquel decantado deleite que afemina los ánimos de tantos jóvenes, es claro que no sólo se inclina a lo noble por naturaleza, sino también por elección. Una naturaleza noble que tiene mediana aplicación, si es instruida debidamente, en breve llega a una perfecta adquisición de la virtud. Yo, a decir verdad, me hallo débil de cuerpo a causa de la vejez pues soy octogenario, y de ningún modo estoy ya para vivir contigo; pero te envío algunos de mis condiscípulos, que seguramente no me son inferiores en las dotes del alma, y en las del cuerpo me aventajan. Si estás con ellos, no tardarás en llegar a la felicidad perfecta.5

Si es que las acciones del que pretende ser sabio han de dirigirse conforme al logos o la razón, cabe deducir que este mismo renunciará a aquellas cosas corporales y materiales que causarían afectación en su ánimo y por ende en su pensamiento. La apatía ha de ser llevada a cabo por el estoico para permanecer rectos en el pensamiento, de ello va eliminar cualquier tipo de pasión en el estoico. Al respecto Reale y Antiseri comentan:

Las pasiones, de las que depende la infelicidad del hombre, son para los estoicos un error de la razón o una consecuencia directa de dicho error. Dado que se trata de errores del logos, es evidente que carece de sentido para los estoicos moderar o circunscribir las pasiones. Como ya decía Zenón, hay que destruirlas, extirparlas, erradicarlas totalmente. El sabio, preocupándose por su logos y tratando de que sea lo más recto posible, no permitirá que nazca siquiera las pasiones en su corazón o las aniquilará en el preciso momento en que nazcan. En esto consiste la famosa apatía estoica, en la eliminación y en la ausencia de cualquier pasión, que en todos los casos representa nada más que una perturbación de ánimo. La felicidad, pues, es apatía, impasibilidad.6

En Diógenes Laercio encontramos también una descripción del sabio apegado a la naturaleza y al logos:

Así el fin viene a ser el vivir conforme a la naturaleza, que es según la virtud propia y la de todos, no haciendo nada de lo que suele prohibir la ley común, que es la recta razón a todos extendida, aun al mismo Júpiter, director y

4 Op. Cit. p. 2315 Laercio, Diógenes. Vida y obra de los filósofos más ilustres. Ediciones Luarna. Libro séptimo, párrafo 8. 6 Dario, Antiseri. Reale, Giovanni. Historia del Pensamiento filosófico y Científico. Ed. Herder. 1988. p.236

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administrador de todo lo creado. Que esto mismo es la virtud del hombre feliz y su feliz curso de vida, puesto que todas las cosas se hacen por el concepto y armonía del genio propio de cada uno, según la voluntad del director del universo.7

Dicen que todos los sabios son austeros, pues ni ellos hablan de deleites, ni admiten lo que de los deleites hablan otros; pero que también hay otro austero, comparable al vino áspero, que mejor es para medicamento que para bebida. Que los sabios son incorruptos y sinceros, pues se guardan de ostentar lo que son por medio de apariencias que oculten los defectos y hagan manifiestas las buenas prendas. Que tampoco son dobles o engañosos, pues quitan los fingimientos de voces y rostros. Que están ajenos a los negocios, pues huyen de hacer cosa alguna sino oficios. Que beben vino, sí; mas no se embriagan. Que no pierden el juicio; pero, sin embargo, caen a veces en algunas fantasías o imaginaciones extrañas, por melancolía o delirio, no por razón de cosas que deseen, sino por defecto de la naturaleza. Que no sienten dolor, puesto que el dolor es una con- tracción irracional del ánimo, como dice Apolodoro en su Moral. Que los sabios son divinos, pues parece que tienen a Dios en sí mismos; y que el malo o ignorante es ateo. Que el ateo es de dos maneras: el que se llama contrario a Dios, y el que menosprecia a Dios; pero esto no se halla en todos los malos. Que los sabios son religiosos y píos, como prácticos que están en el derecho divino, pues la piedad es ciencia del cultivo divino. Que sacrifican por sí mismos a los dioses y son castos, puesto que detestan los pecados contra los dioses; y aun los dioses mismos los aman porque son santos y justos en las cosas divinas.8

El suicidio asistido como una forma de suicidio estoico

Una vez establecidos los principios de la física estoica y la manera en que el sabio es capaz de adecuar sus deseos a los de la naturaleza –que es Dios- nos preguntamos en este trabajo si cabe la posibilidad de que un sabio estoico decida, en un momento dado, dar término a su vida. ¿Acaso existe la posibilidad para el estoico de renunciar a la vida sin contradecir los principios de la propia conservación de la vida?, ¿cómo podemos interpretar este acto? Una de las posibilidades en cuanto al suicidio estoico esta en el tipo de vida que el sabio ha elegido: si aceptamos el hecho de que el logos se ha enriquecido suficientemente como para haber agotado todas las posibilidades del conocimiento, entonces podemos llegar a dos conclusiones diferentes acerca del suicidio estoico: 1) el sabio busca la muerte como una forma de trascender en la naturaleza y en Dios, abandonando su cuerpo –que siempre está ligado a la materia y a lo corporal- buscando así el suicido como un medio para fundirse con el universo, y así concluir su propia eudaimonía; 2) el sabio busca la muerte en cuanto que, comunicado éste con el universo, advierte el momento justo de su muerte. En este trabajo intentaré defender la segunda tesis en lo referente al suicidio estoico y al concepto moderno de ‘suicidio asistido’ (eutanasia). Por ‘suicidio asistido’ entiendo

[…] la acción de una persona, que sufre una enfermedad irreversible, para acabar con su vida, y que cuenta con la ayuda de alguien más que le

7 Op. Cit. Libro Séptimo, párrafo 62. 8 Op. Cit. Libro Séptimo, párrafo 82

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proporciona los conocimientos y los medios para hacerlo. Cuando la persona que ayuda es el médico, hablamos de suicidio médicamente asistido.9

Para el sabio estoico, pues, el momento de la muerte será muy claro. Dado que su propio logos corresponde con Dios y con el Universo, él mismo advertirá el momento en que el hado le manifieste que ha llegado el momento final. Todo lo que sucede es necesario sostienen los estoicos, así, pues, la muerte del estoico será necesaria en algún punto de su vida, la cual es dominada por la providencia inmanente (himarmene), el destino o la necesidad ineluctable (Reale y Antiseri).

De manera análoga, la petición del suicidio asistido se presenta como un momento (¿) donde la muerte se establece como necesidad y como voluntad. Al igual que el sabio estoico, el que desea para sí el suicido asistido ha llegado a la conciencia de que este es el momento justo de la muerte, o el fin de la existencia corporal -para ciertas interpretaciones. La decisión proviene de un yo consciente, y la conciencia proviene de la idea de la vida como eudaimonía o la realización de la obra privada de cada hombre, es decir, de la filosofía de la vida como que el fin de ésta es para el hombre alcanzar la felicidad.

CONCLUSIONES9 C. de Miguel Sánchez, A. López Romero. Eutanasia y suicidio asistido: conceptos generales, situación legal en Europa, Oregón y Australia (I) Med Pal (Madrid) Vol. 13: N.º 4; 207-215, 2006

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El suicidio asistido puede entenderse de manera análoga al suicidio estoico como una acción consciente de darse muerte, aunque los conceptos como “yo” y “consciencia” deberían ser aclarados de manera específica, estableciendo así los criterios para que la medicina y la psicología puedan esclarecer las condiciones físicas y psíquicas del sujeto que justificarían su decisión. En cuanto a la filosofía, sabemos que es posible tomar una resolución suicida si existen las condiciones para ello: una justificación y una coherencia propia en términos éticos, además de los criterios morales y epistemológicos para llevarlo a cabo.

BIBLIOGRAFIA

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Dario, Antiseri. Reale, Giovanni. Historia del Pensamiento filosófico y Científico. Ed. Herder. 1988.

Freud, Sigmund. El yo y el ello y otros escritos de metapsicología. Ed. Alianza. 2006.

Laercio, Diógenes. Vida y Obra de los filósofos más ilustres. Ediciones Luarna. Versión electrónica, disponible en www.luarna.com.

C. de Miguel Sánchez, A. López Romero. Eutanasia y suicidio asistido: conceptos generales, situación legal en Europa, Oregón y Australia (I) Med Pal (Madrid) Vol. 13: N.º 4; 207-215, 2006

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