El sueño del robot 9°f grupo 7

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Mafred duvan Peláez castaño Edison Alberto Osorio Buitrago Yeidi carolina Salazar Martínez Esteban Andrés muños Salazar Yessica duque Giraldo 9°f grupo: 7 Roservind era un robot autómata y trabajador en las minas de Yanacocha. A sus 160 años de edad, el aun estaba en servicio efectivo. Nunca descansaba salvo los días en que tenía que recargase de energía o en los mantenimientos de maquinasmáquinas autómatas. Este robot servía en un época después de la “Gran Revolución Robótica” (fue de mucho mayor impacto que la Revolución Industrial) y poco después de la R.R.I. (Reforma Robótica Industrial) en las que millones y millones de robots fueron destruidos en todo el planeta por manos humanas. Aunque estas maquinasmáquinas con inteligencia artificial eran muy avanzadas, nunca significaron un peligro para la humanidad. Ya que su inteligencia nunca llegaría a ser comparada con la de un humano. Nunca tendrían la ambición y maldad para matar seres vivos. O tener lo que los humanos tienen en especial… esa cosa llamada, alma. Roservind tenía una estructura morfológica de un humano. Cubierto de metal resistente a la corrosión, su rostro no reflejaba emoción alguna. Este servía como multiusos en la industria, ya que en toda un planta industrial solo podría haber como máximo 3 robots según la ley 5 de la R.R.I. Su principal labor era de personal de limpieza, medico, contabilizador e instalador de dinamitas; aparte de otros trabajos más. Diariamente era víctima de humillaciones por parte de los trabajadores. Le escupían, pintaban, meaban en su cuerpo metálico y este no entendía la burla de los que se reían de él. Un día Roservind estuvo trabajando a 4000 metros bajo tierra con más de 100 mineros. Fue entonces cuando sucedió el siniestro: hubo un derrumbe que cubrió de rocas y tierra a todas las entradas de la minas. Tardarían más de 8 meses en rescatarlos, si estuviesen con vida. Después de 4 meses los trabajadores empezaban a morir uno en uno por hambre y sed. Incluso la ayuda médica del robot no fue suficiente para los desgraciados. Tan solo quedaban unos 10 de los 100 que había. El robot no podía hacer nada y tan solo se dedicaba a observar la agonía de los restantes. Aunque no tenía emociones, podía pensar. Y recordó los viejos tiempos que tenía un su base de datos de memoria, en que servía a una familia como mayordomo. Familia que lo vendió a un chatarrero, pero… él nunca sintió disgusto alguno. Nunca comprendía por qué las personas lloraban, reían… Eran tan impredecibles. Vio al último minero vivo al borde de la muerte agarrando una cruz y otra una foto de su familia, este lloraba y poco después, murió. El robot quedo totalmente solo con los cadáveres. Y por primera vez se preguntopreguntó que le hacía diferente a los humanos. Porque ellos van al cielo y los robots… no. Los animales no van al cielo se decía así mismo¿Por qué los humanos? ¿Yo podría ir al cielo? De esa manera el robot se formulaba muchas preguntas. En una de esas, recordaba cuando hubo una huelga de trabajadores de la mina. Estos reclamaban sus derechos, tenían metas en la vida. Recordaba los grandes triunfos en la historia de la humanidad; lograron sus metas… sus sueños. Varios días después las luces dentro de la mina se apagaron y el robot quedo en total Con formato: Centrado Con formato: Fuente: 36 pto, Negrita, Color de fuente: Texto 1, Contorno de texto, Sombra

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Mafred duvan Peláez castaño

Edison Alberto Osorio Buitrago

Yeidi carolina Salazar Martínez

Esteban Andrés muños Salazar

Yessica duque Giraldo 9°f grupo: 7

Roservind era un robot autómata y trabajador en las minas de Yanacocha. A sus 160 años

de edad, el aun estaba en servicio efectivo. Nunca descansaba salvo los días en que tenía

que recargase de energía o en los mantenimientos de maquinasmáquinas autómatas.

Este robot servía en un época después de la “Gran Revolución Robótica” (fue de mucho

mayor impacto que la Revolución Industrial) y poco después de la R.R.I. (Reforma

Robótica Industrial) en las que millones y millones de robots fueron destruidos en todo el

planeta por manos humanas. Aunque estas maquinasmáquinas con inteligencia artificial

eran muy avanzadas, nunca significaron un peligro para la humanidad. Ya que su

inteligencia nunca llegaría a ser comparada con la de un humano. Nunca tendrían la

ambición y maldad para matar seres vivos. O tener lo que los humanos tienen en especial…

esa cosa llamada, alma.

Roservind tenía una estructura morfológica de un humano. Cubierto de metal resistente a la

corrosión, su rostro no reflejaba emoción alguna. Este servía como multiusos en la

industria, ya que en toda un planta industrial solo podría haber como máximo 3 robots

según la ley 5 de la R.R.I. Su principal labor era de personal de limpieza, medico,

contabilizador e instalador de dinamitas; aparte de otros trabajos más. Diariamente era

víctima de humillaciones por parte de los trabajadores. Le escupían, pintaban, meaban en su

cuerpo metálico y este no entendía la burla de los que se reían de él.

Un día Roservind estuvo trabajando a 4000 metros bajo tierra con más de 100 mineros. Fue

entonces cuando sucedió el siniestro: hubo un derrumbe que cubrió de rocas y tierra a todas

las entradas de la minas. Tardarían más de 8 meses en rescatarlos, si estuviesen con vida.

Después de 4 meses los trabajadores empezaban a morir uno en uno por hambre y sed.

Incluso la ayuda médica del robot no fue suficiente para los desgraciados. Tan solo

quedaban unos 10 de los 100 que había. El robot no podía hacer nada y tan solo se dedicaba

a observar la agonía de los restantes. Aunque no tenía emociones, podía pensar. Y recordó

los viejos tiempos que tenía un su base de datos de memoria, en que servía a una familia

como mayordomo. Familia que lo vendió a un chatarrero, pero… él nunca sintió disgusto

alguno. Nunca comprendía por qué las personas lloraban, reían… Eran tan impredecibles.

Vio al último minero vivo al borde de la muerte agarrando una cruz y otra una foto de su

familia, este lloraba y poco después, murió.

El robot quedo totalmente solo con los cadáveres. Y por primera vez se preguntopreguntó

que le hacía diferente a los humanos. Porque ellos van al cielo y los robots… no. Los

animales no van al cielo —se decía así mismo— ¿Por qué los humanos? ¿Yo podría ir al

cielo? De esa manera el robot se formulaba muchas preguntas. En una de esas, recordaba

cuando hubo una huelga de trabajadores de la mina. Estos reclamaban sus derechos, tenían

metas en la vida. Recordaba los grandes triunfos en la historia de la humanidad; lograron

sus metas… sus sueños.

Varios días después las luces dentro de la mina se apagaron y el robot quedo en total

Con formato: Centrado

Con formato: Fuente: 36 pto, Negrita, Color de fuente:

Texto 1, Contorno de texto, Sombra

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oscuridad… y se preguntopreguntó: ¿Cuál es mi meta en mí existencia? Prendió la luz de

su casco y empezó a leer una biblia que lo tomo de un cadáver.

Pasaron más de nueve meses, y llego el rescate… solo sacaron al robot.

Una vez fuera. Todos miraban con odio a este. Sin motivo alguno un supervisor le dijo al

robot:

— ¡Tu… Vuelve a tu trabajo!

El robot se quedoquedó parado frente al supervisor, y este quedo sorprendido porque los

todos los robots siempre ejecutan una orden rápidamente… pero este era diferente.

— ¡Vuelve a tu trabajo!—le seguía exclamando el supervisor. Pero el robot logro entender

la diferencia entre robots y humanos… era el alma. Según las sagradas escrituras, el alma

era única en cada ser humano y la que se iría al cielo o al infierno dejando el cuerpo

material.

— ¡No escuchas robot estúpido! — Roservind se preguntaba: ¿Cómo puedo pensar

independientemente sin obedecer las complejas líneas de programación? ¿Cómo haría para

obtener un alma? Y sin darse cuenta el robot ya tenía una meta… un sueño. Ahora solo

faltaba darle el punto de inicio a su largo camino… una palabra:

— ¡Renuncio!

y desde ese momento Roservind acababa de nacer.