El síndrome del vestido invisible

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Se trata de un trabajo universitario para la asignatura de teoría del Arte. Es una reflexión sobre los derroteros que ha seguido el Arte Moderno y el Contemporáneo.

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El síndrome del vestido invisible

INDICE

1. Introducción

2. La Prehistoria. El nacimiento de una idea

3. Grecia Clásica. Arte y filosofía

4. La Edad Media. Las luces y las sombras

5. Edad Moderna. El arte, el poder, la fe y la razón

6. La Ilustración. Conocimiento, despotismo y revolución

7. La Edad Contemporánea. Vanguardias, trincheras, reflexión

8. Epílogo

9. Bibliografía

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Y el emperador echó a andar bajo el magnífico palio, vestido con el supuesto traje. Mientras en la calle, el pueblo exclamaba: ¡Qué precioso es el traje nuevo del emperador! ¡Qué esplendida cola! ¡Qué vistosos colores!Para que nadie fuera tenido por incapaz o estúpido. Hasta que un niño gritó: ¡Pero si no lleva nada!

Introducción.

No es porque piense que el famoso cuento de Hans Christian Andersen, pueda ser extrapolable a la situación que ha vivido el Arte Moderno o el Contemporáneo en el siglo anterior o en el actual. Ni que quiera establecer un intento de analogía con la permisividad crítica, a veces sectaria, del público en general y de los gurús del arte en particular.El título que he usado para este trabajo, se me ocurrió cuando conocí por la prensa, el suceso acaecido en el museo Ostwald de Dortmund, cuando una operaria de la limpieza de dicho museo, en su afán profesional, dañó de manera irreversible la obra titulada:“Cuando empieza a gotear desde el techo”, del artista germano, Martin Kippenberger. Compuesta por una torre de planchas de madera en cuya base hay colocada una espuerta de goma, con una gran mancha de cal en su interior. Esta mancha fue la principal afectada por la “obcecación” y la “ignorancia” de la operaria, al no relacionarla con la obra de arte.

“Cuando empieza a gotear desde el techo” Martin Kippenberger

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Esa dificultad para entender algunas de estas propuestas artísticas, muchas de ellas dotadas de significados o simbolismos complejos que hacen necesario para su comprensión conocimientos filosóficos, instalaciones de formas imposibles o que reproducen objetos cotidianos supuestamente transfigurados. Es lo que nos lleva a plantearnos la pregunta del siglo, ¿QUÉ ES EL ARTE?O mejor dicho, ¿POR QUÉ ESTO ES ARTE Y ESTO NO?

Y para intentar respondernos, sin caer en prejuicios, altanerías o descalificaciones vanas, en definitiva, en no hacer buena esa frase de Machado “desprecian cuanto ignoran”, qué mejor que iniciar un fugaz periplo por lo que ha supuesto las principales propuestas artísticas a lo largo de los siglos. Y los postulados de algunos de los más afamados filósofos que se han pronunciado al respecto.Por ahora tan solo se me ocurre una definición:

¡Un objeto es una obra de arte, cuando bajo la atenta mirada de un operario de la limpieza, no es considerado susceptible de ser limpiado!

“La fuente” Marcel Duchamp. 1917

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LA PREHISTORIA. El nacimiento de una idea.

El género humano aparece como tal hace unos 2,5 millones de años en África Oriental. Llega a Europa hace aproximadamente un millón de años. Pero no descubre algo que podamos llamar arte hasta hace apenas unos 40.000 años. ¿Qué pasaba antes? Es difícil decirlo, sin embargo al contemplar algunos bifaces del Paleolítico Inferior, da la sensación de que seleccionaban algunas materias primas por su belleza o por su carácter llamativo.

El Paleolítico Superior marca sin duda la línea de salida de esta experiencia. Como paradigma de ello las pinturas de Altamira, también llamada la Capilla Sixtina del Paleolítico. ¿Por qué comienzan estos antepasados nuestros a hacer estas obras de arte? Algunos autores han propuesto una concepción platónica de los orígenes, que fue la imitación de las formas naturales, también se contempla una necesidad o una pasión innata de expresar las emociones o las experiencias del desconocido artista, tal vez un deseo de mostrar un status social o tuvieran connotaciones religiosas, de fecundidad o propiciatorias para la caza.Algunas representaciones distan mucho de las idílicas imágenes de bisontes y nos muestran intrigantes formas antropomórficas, sin rostro, híbridas entre hombre y animal, que nos introducen en un mundo irreal, metafísico, desconocido, inexplicable, que entronca con lo mágico.A partir de este momento, el hombre ya nunca sería el mismo, y sentirá generación tras generación, esa necesidad de reflejar el mundo exterior pero también su mundo interior, sus costumbres, sus pasiones, sus miedos…Como reafirmándose en su propia racionalidad.

Bisonte de Altamira. 15.000 BP. Magdaleniense inferior

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GRECIA CLÁSICA. Arte y filosofía.

Tras nuestra estancia en los albores del arte, continuamos nuestro viaje hasta la Grecia Clásica.

Nace un ferviente deseo de representar la realidad con la mayor fidelidad. Este concepto clásico de imagen, que enunciaría Plinio en sus obras, está patente en la teoría literaria y en el pensamiento social, y tiene un claro ejemplo en un cuento de la época, que narra la competición entre dos pintores (Zeuxis y Parrasio) por ver quién representaba mejor la realidad. Zeuxis había logrado que unos pájaros acudiesen a picar un racimo de uvas pintado por él, pero Parrasio salió victorioso al tramar un engaño aún mayor, logrando que Zeuxis intentase descorrer una supuesta cortina que tapaba un cuadro suyo, para sorpresa de éste, la cortina era igualmente fingida. El primero había engañado a unos gorriones, pero el segundo había engañado al pintor que burlaba a las aves. Es la época de Polícleto, de Fidias o de Mirón, del Partenón y la Acrópolis de Atenas. Tras ellos vendrá la edad dorada del Helenismo y la expansión de sus fronteras con Alejandro Magno, y junto a él, como su mentor, Aristóteles y su concepción de mímesis.

Hermes con el niño Dionisos. Praxíteles 320 aC.

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Aristóteles en cierta medida, se vio condicionado en su definición de arte, por la producción que ya existía en la época. Asumió la concepción preexistente y la definió como concepto.El filósofo concebía el arte como un proceso psico-físico, que aspiraba a conseguir un fin, al igual que ocurre con la naturaleza, siendo esta aspiración el vínculo que los une.El arte es una producción, pero una producción consciente que se basa en el conocimiento. La producción basada en el instinto, en la experiencia o en la práctica no es arte.

Aristóteles también habla sobre la relación entre el arte y la materia de la que se sirve. Según dice, el arte necesita siempre de la materia, (que hubiera pensado de la propuesta artística de Klein, y sus zonas de sensibilidad pictórica inmateriales). También se refiere a las condiciones fundamentales del arte: conocimiento, eficiencia y capacidad innata. El conocimiento ha de ser general, incluyendo reglas de comportamiento, es decir el artista debía ser un erudito, algo que entronca con el arquitecto ideal que proclamara Vitrubio posteriormente, el cual debía estar formado en todas las disciplinas.La habilidad para crear se obtendría con la práctica, con lo que según él, el arte puede ser aprendido.

La teoría aristotélica de la imitación se aparta en parte del simple naturalismo, no se trataba de un mero ejercicio de imitación, solo se representa cosas y acontecimientos con un significado. En una obra de arte, no son importantes los objetos que el artista imita, sino el conjunto que con ellos crea, es decir el resultado que percibimos.Cuando el filósofo hablaba de mímesis, se refería sobre todo a la tragedia, a la actuación que la envolvía, al mimo como actor. El actor se vale de la realidad y toma ejemplo de ella. Para el filósofo, la mímesis tenía dos connotaciones, representación de la realidad y libre expresión.

Creo entender que para Aristóteles el arte y la naturaleza marchaban paralelos, y el hombre mediante el conocimiento, eficazmente dirigido y con la habilidad necesaria, conseguía establecer un vínculo entre ambos.Ese acoplamiento universal, nos haría moralmente mejores, nos proporcionaría placer y deleite gracias a la belleza, nos conmovería. En definitiva, nos conectaría con nuestros orígenes. La perfecta comunión entre individualidad y universalidad.

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LA EDAD MEDIA. Las luces y las sombras.

La Edad Media es un período largo y convulso, marcado en su etapa inicial por la caída del Imperio romano y las invasiones bárbaras. En este contexto, el Cristianismo constituirá el eje vertebrador que determine la continuidad y la evolución de Occidente.El Arte paleocristiano servirá de puente entre la cultura clásica y la cristiana, dando origen a un arte nuevo. No obstante en este período el arte no comprenderá solo las bellas artes, sino también los oficios manuales e incluso las ciencias, por lo que el concepto en sí, acabó siendo más amplio que el que tenemos ahora.

Sin duda la fe será una útil herramienta de cohesión en la Europa medieval, pero también se convertirá en una sutil arma de poder, cargada con la angustia que experimentará la población por la profecía del Apocalipsis y el terror al año mil. Esta espada de Damocles, junto a la guerra, el hambre y la peste, determinará el sentir de aquellos hombres y mujeres. No es de extrañar que la religión copara el repertorio artístico de aquella época, siendo usada como expresión de sus temores: Juicio final, monstruos, alusiones al infierno. O de su esperanza: Cristo, Virgen María, santos.Como culminación de este ambiente piadoso surge el Arte románico, que tendrá en la orden de Cluny su origen, y en la arquitectura de iglesias y monasterios, su principal exponente.

Santa Fe de Conques, Francia. XI-XII

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Sin embargo, muy pronto el apogeo, la ociosidad y la prosperidad de la orden de los monjes negros, provocó que la observación de la estricta regla de San Benito se fuera diluyendo, y una corriente de ascetismo invadió Europa. Esta situación culminaría con la llegada de San Bernardo de Claraval y la orden del Cister.Es la Baja Edad Media y la llegada del mal llamado por Vasari estilo gótico, intentando un paralelismo con el término bárbaro. Un arte denostado hasta que con la llegada del Romanticismo y los pronunciamientos de Goethe, Chateaubriand y Víctor Hugo, nos descubran con admiración su arrolladora fuerza, su originalidad y su luz.Ahí estará el principal carácter de este estilo. Su significado simbólico y místico: La luz, que entrará a raudales por sus coloreadas vidrieras, encontrando en los espacios diáfanos de sus catedrales, una escalera al cielo.

Esta idiosincrasia del hombre medieval, tendrá su eco también en la filosofía, que se ocupará principalmente de los problemas planteados en torno a la relación de la Fe y la Razón, entre la verdad revelada y el conocimiento filosófico.En esta búsqueda, se producirá una ingente labor de traducción y replanteamiento de los trabajos de los grandes filósofos griegos, como los llevados a cabo por musulmanes como Averroes, por judíos como Maimónides o por cristianos como Santo Tomás de Aquino, en un intento de conciliar la filosofía y la religión, para así poder dotar de pilares sólidos a sus distintas creencias. La Escolástica ejercerá presión en su favor, implantando sus postulados en escuelas y universidades. Prevaleciendo siempre la teología frente a la filosofía. En este contexto aparece la figura de Santo Tomás de Aquino, que realizará un titánico esfuerzo por establecer un nexo de unión, un lazo, una síntesis entre la filosofía de Aristóteles y la teología cristiana. Según él “el arte es el recto ordenamiento de la razón”

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Como es obvio, Santo Tomás compartirá con Aristóteles numerosas teorías, como las de las cuatro causas del Libro I de Metafísica.La causa material (de lo que está hecha una cosa), la causa formal (lo que es una cosa), la causa eficiente (el agente que la produce) y la causa final (el para qué de una cosa).Igualmente nos habla de Sustancia, compuesta de materia y forma, aunque la necesidad de conciliación teológica, lo haga ampliarla a dos supuestos más en los que no será así, (Dios y ángeles).También compartirá con el filósofo griego, el acto y la potencia.Acto, tal y como se nos presenta la sustancia y potencia, la capacidad o posibilidad de ser algo distinto.Santo Tomás asume todos estos postulados para explicar la realidad del mundo, pero no la de Dios, por lo que se verá forzado a recurrir a estructuras metafísicas distintas de las aristotélicas. La esencia y la existencia.La distinción que ya había establecido Avicena entre esencia y existencia, será la respuesta que buscaba Santo Tomás.Lo que es la esencia, puede ser entendido independientemente de que la cosa exista o no.En definitiva, una vez que consigue explicar la separación entre esencia y existencia, puede establecer una explicación jerárquica de la realidad, de la cual se extrae a Dios como ser supremo y necesario. Nicolás de Cusa, un teólogo y filósofo del siglo XV, recogió el testigo sobre la relación acto-potencia. Cusa habla del “acto puro” y lo define como “infinito”. El concepto de “acto puro” lleva el germen de la idea de Dios, como explicación y complicación, “si Dios es todo por ser infinito, todo está en Él y Él es todo”El filósofo alemán, utiliza incluso un método matemático para respaldar su doctrina. Pone como ejemplo las figuras geométricas y demuestra que al elevarlas al infinito, las figuras y sus propiedades se transforman. El resultado es que en el infinito, todas las figuras se reducen a la línea recta, no habiendo distinción entre ellas.En su obra más conocida, “La Docta ignorantia”, afirma que “el conocimiento se fundamenta en lo sensible, la experiencia en la asimilación”.

La filosofía medieval mostró poco interés por la cuestión del arte, y explica el escaso número de artistas conocidos, ya que las obras se hacían siempre para mayor gloria de Dios. Yo por mi parte, me regocijo en mi “docta” ignorancia y continúo mi trayecto con los cinco sentidos, intentando asimilar todo el conocimiento posible.

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EDAD MODERNA. El arte, el poder, la fe y la razón.

Tras la Edad Media, aparece lo que desde Balzac llamamos Renacimiento, para establecer una separación clara con la etapa anterior.Burckhardt definió la cultura del Renacimiento a partir de seis líneas explicativas: el nacimiento del estado, el desarrollo del individuo, el resurgir de la antigüedad clásica, el descubrimiento del mundo y del hombre, la sociedad y las fiestas y por último la religión y la moral.Para el historiador, el arte era uno de los principales indicadores del cambio, pero a mi parecer, se ceñía en exceso al esquema creado por Vasari en el siglo XVI.Este primer desarrollo de la Historia del Arte como disciplina eminentemente formalista, sumó una serie de determinantes estéticos. En el esquema de Heinrich Wölfflin por ejemplo, el Renacimiento se identificó con unos valores convencionales marcados por la simetría, el equilibrio y la claridad compositiva y expositiva. También con la idealización de las formas y la búsqueda de la belleza.Estos postulados serán criticados por estudios posteriores como el de Erwin Panofsky, el cual mantiene cierta continuidad entre el Medievo y el Renacimiento, afirmando que ya en la Edad Media existieron otros renacimientos.

Durante el siglo XVI, surgirá una reacción anti clásica que cuestionará los primeros ideales de belleza, surgiendo el Manierismo. Este nuevo estilo se caracterizará por afrontar desnudos en posturas complicadas, extremidades alargadas, estilización de las formas… Y contará con artífices como Miguel Ángel o El Greco. Esta “trasgresión” a los cánones anteriores dará paso a un estilo nuevo, recargado, retorcido, desmesurado, casi irracional, que surgirá en Italia y se irradiará a gran parte de Europa: El Barroco.

Apolo y Dafne. Bernini, siglo XVII

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Una de las características más notables del Renacimiento es el antropocentrismo, lo que supone una valoración no sólo de la personalidad del ser humano, sino también de su individualidad. Los grandes humanistas como Tomás Moro, Erasmo o Maquiavelo, beben de las fuentes clásicas, (Platonismo, Aristotelismo, Estoicismo…)La separación del universo y de Dios, dará pie al desarrollo de la ciencia, Bacon, Copérnico, Galileo, Kepler…Las nuevas ideas rompen con la imagen Ptolemaica del mundo, el universo cerrado y geocéntrico, desembocará en la matematización de la naturaleza y al desarrollo experimental. El renacer de un ser humano inserto en la naturaleza y en el mundo.

La Reforma y Contrarreforma del siglo XVI, dará paso tras los sangrientos y numerosos enfrentamientos de las guerras de religión, a los absolutismos monárquicos y al nacimiento del racionalismo en la Francia del siglo XVII.Esta corriente filosófica que tendrá como máximos exponentes a Descartes, Spinoza y Leibniz, fundamentará sus postulados en torno a la Razón, como único sendero hacia la verdad. Se posicionará en contra de la otra gran corriente del momento, el empirismo, capitaneado por el británico John Locke, más inclinado hacia la experiencia y la percepción.

Desde el punto de vista del Racionalismo, Spinoza retoma las cuestiones de esencia y existencia, ya formuladas por Avicena y Sto. Tomás, en la forma de su “conatus”. El filósofo holandés nos reitera la separación entre la esencia y la existencia. La esencia antes de su existencia, no cuenta con “conatus” alguno. Cuando la esencia pasa a la existencia, es decir cuando la esencia se materializa en forma de tendencia, apetito o deseo, funciona como “conatus”. Esta definición entronca con el arte en cuanto a que según Spinoza, el “conatus” es la expresión de la esencia como fruto de una afección de dicha, cuando la afección es desdichada, la esencia no la reconoce y tiende a abandonarla.En contraposición a la tesis de la Razón, John Locke abogará desde el empirismo por la experiencia y la observación como ruta hacia el conocimiento, contando este con un origen sensorial.

John Locke Baruch de Spinoza

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LA ILUSTRACIÓN. Conocimiento, despotismo y revolución.

En este túnel del tiempo, a veces claro, a veces brumoso, nos dirigimos decididos hacia una luz. Al principio resulta tenue, casi no se distingue del camino anterior, sin embargo a medida que avanzamos, la claridad se hace más evidente. Estamos en el siglo de las luces, definido por Kant como: “La emancipación de la conciencia humana del estado de ignorancia y error por medio del conocimiento”. Es la búsqueda de la mayor felicidad para el mayor número de seres humanos. Se producen mejoras en medicina como la vacuna contra la viruela, en tecnología con la máquina de vapor, que dará paso a la Revolución Industrial, pero sobre todo en el campo del saber.

Es la época de Montesquieu, Voltaire, Rousseau y Diderot. Y con ellos la aparición de “La Enciclopedia o Diccionario de las Ciencias, de las Artes y de los Oficios por una sociedad de gentes de letras”. El absolutismo y la religión se colocarán en el punto de mira de los ilustrados, como organismos vetustos y obsoletos. Dando lugar a persecuciones como la de los jesuitas o alianzas con el poder como los despotismos ilustrados.

En cuanto al arte, el siglo de las luces contemplará la decadencia del Barroco, la aparición del Rococó y el afianzamiento del Neoclasicismo.

El columpio. Fragonard El juramento de los Horacios. David

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A finales del siglo XVII, Francis Bacon estuvo a punto de aislar las bellas artes, distinguiendo un grupo especial de disciplinas que no se basaban ni en la razón (ciencias), ni en la memoria (historia), sino en la imaginación.Pero será en el siglo XVIII cuando el término “Bellas Artes”, se incorpore al vocabulario erudito, abarcando: Pintura, escultura, música, poesía y danza. Quedando establecida de manera clara, la delimitación entre Arte y Oficios. Por tanto será entonces cuando el término “Arte”, adquiera un significado restringido solo a las Bellas Artes., dejando fuera las artesanías y las ciencias.

En este contexto, se produce una de las batallas dialécticas más interesantes del momento, en torno al grupo escultórico del Laooconte.Que enfrentó principalmente a dos eruditos, Lessing y Winckelman.Lessing comienza su obra homónima con una triple distinción, ante las maneras posibles de acercarse a una obra de arte. Desde el punto de vista del aficionado, el del filósofo y el del crítico. El primero capta la impresión de agrado que la obra produce. El filósofo trata de penetrar en lo más hondo del agrado, la belleza, advirtiendo que esa misma belleza alberga reglas generales, que se pueden aplicar tanto a acciones, pensamientos o formas. Por último el crítico, reflexiona sobre el mérito de la aplicación de tales reglas, a la hora de crear belleza.Pero esta obra sirvió también para replicar los postulados de Winckelman en sus “Reflexiones sobre la imitación del arte griego en la pintura y la escultura”,1764. Aquí el autor exponía su teoría sobre la superioridad de la estética clásica que había alcanzado el “sumun” de la belleza, ante lo cual lo mejor era simplemente imitarlos. Lo cual le haría ser tachado como “profeta con la mirada hacia atrás”. Lessing por su parte, más proclive hacia la poesía, aunque admite el valor estético de las obras griegas, intentará como buen ilustrado, desmitificar esta cuestión, sobre todo en el aspecto de “ideal de contención serena del dolor” al que alude Winckelman para ensalzar el Laooconte.

Laooconte y sus hijos. Siglo I dC.

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Al margen de esta controversia, Winckelman, paladín del Neoclasicismo, establece una distinción entre la belleza y lo bueno o agradable, y lo hace con un ejemplo muy simple: “Una persona puede ser buena o agradable pero no bella”.Estableciendo además dos modos de reconocimiento de lo bello, el sentido interno y el sentido externo. El sentido interno da forma a las impresiones captadas por el sentido externo. Esta afirmación deja entrever la influencia de Platón, al considerar el sentido interno como sentimiento que eleva el alma, el “eros platónico”, para que pueda descubrir y contemplar por reminiscencia la idea de belleza. Dejando al sentido externo el cometido de imitar la naturaleza.

No obstante, Winckelman no logra separar lo bello de lo moral, tendremos que esperar veintiséis años, hacia 1790, cuando Kant con su “Crítica del Juicio”, consiga eliminar definitivamente, la herencia de la antigüedad, desarticulando la tríada: Belleza, Bien y Verdad.Kant, en sus obras anteriores, irá integrando en su pensamiento, todas las influencias de sus antecesores, principalmente las de Winckelman, el cual le deja como legado, la idea de que el arte no es naturaleza, sino espíritu que mana de esta gracias al concepto del ideal. Ello permitirá a Kant establecer que la belleza no es conocimiento, ni moral. Kant en su “Critica del Juicio”, definirá el concepto de belleza como, “la forma de la finalidad de un objeto en cuanto es percibida en él sin la representación de un fin”. Es decir, en la contemplación de una obra de arte, la finalidad no le concierne a esta, sino al espectador que la contempla y la proyecta en la obra artística porque es una finalidad subjetiva, una finalidad sin fin.También se referirá al “gusto” como la facultad de juzgar un objeto o una representación mediante una satisfacción o un descontento, sin interés alguno. Se llama bello al objeto de semejante satisfacción. Kant mencionará otro término, “sublime” refiriéndose a lo desmesuradolo inabarcable, lo ilimitado, llevando la experiencia estética a los límites de lo imaginable, que lejos de empequeñecer al hombre conseguirá elevarlo, reafirmándolo en su propia grandeza.

A finales del siglo XVIII, las luces se convierten en antorchas que iluminan escenas de revolución, como las de Independencia en USA y Revolución Francesa, que acabarán posteriormente extendiéndose por otras partes del mundo.El triunfo de la irracionalidad en la época de la razón.

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La Edad Contemporánea. Vanguardias, trincheras, reflexión.

Los siglos XIX y XX son períodos de grandes transformaciones artísticas, culturales, científicas, económicas y urbanísticas. El Neoclasicismo inicial, vinculado en exceso a Napoleón, entrará en decadencia al igual que su imperio, dejando paso al Romanticismo, que representa una rebelión hacia el racionalismo ilustrado. Frente a la razón, sensibilidad, frente a la objetividad, subjetividad, frente al protagonismo del varón, la fuerza de la diversidad: niños, mujeres, naturaleza…El propio hombre sufre una transformación con el Romanticismo, ahora es un ser sensible, que se estremece, que llora, lejos del estoicismo anterior, un hombre que demuestra su pureza de corazón. Como paradigma de este nuevo hombre romántico, el protagonista de “Los sufrimientos del joven Werther” de Goethe.

Al llegar al último tercio del siglo XIX, el romanticismo ya ha languidecido y ha dejado paso al realismo, que acapara el beneplácito de la academia y del Salón de París. Sin embargo sus rígidos cánones pronto son respondidos con un nuevo estilo, que levanta indignación y escándalo entre académicos y público, el Impresionismo, surgido al amparo de Manet y su “Grupo de Batignolles”. Sus obras, presentadas en exposiciones al margen de lo establecido, comienzan a despuntar entre público y crítica, naciendo con ellos lo que algunos consideran como “Modernismo”.

Lluvia, vapor y velocidad. Turner Nenúfares. Claude Monet 1844 1914

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El siglo XX nos sumerge a ritmo vertiginoso en un maremágnum de acontecimientos históricos, apariciones y desapariciones de movimientos artísticos, así como al nacimiento o consolidación de personalidades o figuras aisladas, que de alguna manera, marcarán el devenir de esta época.Así, las vanguardias históricas rodeadas de un contexto devastador como serán las guerras mundiales y los regímenes totalitarios, van a exigir a los integrantes de sus filas, un juramento de superación de la tradición artística anterior, que se había conformado a través de los siglos. Esta actitud radical de aniquilación del pasado, del culto a lo nuevo, encontrará en la afirmación de Bakunin: “Destruir es crear”, el estandarte de un movimiento casi de insurrección, en lucha contra la tradición, los cánones, y lo establecido. Cubismo, Surrealismo, Expresionismo, Fauvismo, Informalismo... O en su acepción más global, Arte Abstracto, estructuran las tendencias artísticas de principios de siglo, capitaneadas por los grandes del momento, Picasso, Mondrian, Matisse, Dalí, Pollock, Duchamp…Esta nueva expresión basada en la ruptura del lenguaje artístico, convierte en hegemónica la reconstrucción mental de la obra de arte, desembocando en los “ready made” y en la concepción anti retiniana de Duchamp, el cual llegará a preguntar, “¿Pueden hacerse obras que no sean arte?”En este sentido el poeta, novelista y ensayista francés Guillaume Apollinaire comenzará su obra “Meditaciones estéticas” dedicado al cubismo, con la enigmática afirmación: “El destino de Duchamp será reconciliar al arte con el pueblo”.

La segunda mitad del siglo XX, conocerá una crisis cultural y artística, forjada por el agotamiento expresivo de las antiguas vanguardias. Se producen intentos de superación basados en su propia herencia: Neodadaístas, Nuevo Realismo... O en nuevos conceptos: Minimal Art, Arte Conceptual, Happening, Performance, Arte Povera, Land Art…Será en los años ochenta cuando se produzca definitivamente la idea de ruptura del vanguardismo en el sentido de innovación. Frente a esta dinámica, movimientos como el postmodernismo nos hablan de la crisis de las vanguardias y reflejan una nueva forma de pensar que niega esa huida hacia delante en la búsqueda de la simple novedad. Un período de reposo o de tregua, que nos permita una visión introspectiva. Que dé cabida a la fragmentación, a la diversidad, a la subjetividad. En definitiva, al fin del exclusivismo y de la tendencia sectaria de las vanguardias.

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En la ardua tarea de hacernos entender a los profanos este nuevo arte, destaca la figura de Greemberg que con sus obras “Hacia un nuevo Laooconte” 1940 y “Modernist Painting” 1960, consigue crear una nueva narrativa del Arte Moderno, que sustituyera a la antigua narrativa vassariana basada en la mímesis.Ahora es el tiempo del relato de la abstracción, utilizando sin ningún escrúpulo el paradigma Kantiano del Formalismo.Para Greemberg, la pintura moderna es el “arte puro” y se reduce a tres cualidades: El carácter plano del soporte, la forma del soporte que condiciona la imagen y la propiedad física de los pigmentos.Pero a mi parecer, más que esta apreciación reduccionista de lo que es el arte, resulta significativo su definición del artista de vanguardia, al que reviste de tintes mesiánicos: “El artista en su búsqueda de lo infinito imita a Dios, generando obras autónomas, algo válido por sí mismo”.

Pero no todo fueron palmaditas y parabienes de crítica, existía un academicismo latente que no había desaparecido y sobre todo algunos artistas que respondían con ironía ante el cariz que estaban tomando algunas propuestas. Como Piero Manzoni, que parodiando ese mismo misticismo que ensalzaba Greemberg, realizó una acción en la galería Azimut de Milán, que consistió en cocer unos huevos y marcarlos con su huella digital, ofreciéndolos posteriormente al público asistente para que se los comiera, en claro paralelismo con la comunión cristiana. O tal vez el más significativo, cuando en mayo del 61 Manzoni puso sus excrementos en 90 latas y las etiquetó con las palabras “Merde d´artista” como crítica radical a la valoración de algunas propuestas artísticas. Paradójicamente estas latas alcanzaron un precio desorbitado en el mercado y son expuestas en algunos afamados museos.También Danto en su apocalíptico “Después del fin del Arte” 1997, criticará abiertamente los postulados de Greemberg y su propia definición de la esencia de la pintura, afirmando que pertenece a la edad de los manifiestos, siempre preocupados de definir lo que es y lo que no es arte, sin preguntarse por que algo es arte, la gran pregunta del mundo postmoderno.

Merde d´artista. Piero Manzoni 1961

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Epílogo.

Encontrar diferencias entre qué es una obra de arte y qué no lo es, por lo general nos remite al fracaso, siempre aparecerá algún argumento que desmonte la más novedosa y completa definición, o que consiga enrevesar aún más los arcaicos conceptos que teníamos: “la muerte del autor, la ausencia misma de la obra de arte, las obras de arte también nos miran, percepción anti retiniana…”Entonces en lugar de distinciones por qué no buscar un nexo de unión. ¿Con qué elemento han contado siempre las obras de arte a lo largo de los siglos, incluidos los últimos tiempos?Solo se me ocurre uno: El espectador. Desde las cuevas de Altamira, hasta la más reciente de las instalaciones de Muntadas, todas necesitaban a alguien que las viera, que las conociera, que las sintiera, que las admirara, que las despreciara, que las criticara, que les hiciera sentir miedo o piedad o lujuria o indiferencia. En términos kantianos, la interpretación autónoma del observador, juzgar un objeto o una representación mediante una satisfacción o un descontento sin interés alguno.

Aristóteles ya contraponía la vida de la persona autónoma con la de los simples borregos.Moritz expondrá como el mal principal, la eliminación de la autonomía de los individuos.Kant en relación a la autonomía intelectual, “quien usa su entendimiento sin guías ajenos”.Manfred Frank, “en la producción como en la mera experiencia estética, es necesaria la libertad, puesto que para percibir la libertad representada, es necesario utilizar mi propia libertad.

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Ese es a mi parecer el autentico “ente” legitimador de una obra de arte, la esfera pública, compuesta por individuos particulares, que expresan su opinión de manera autónoma y libre, lejos del ánimo de lucro y del mercantilismo. Sin embargo esta afirmación puede resultar un tanto utópica.

Para Platón, la opinión pública era una posición intermedia entre el conocimiento y la ignorancia.Según Hegel, es la manifestación de los juicios, de las opiniones y de los consejos de los individuos particulares sobre sus propios asuntos generales.Ivancich afirmaba que la opinión pública se basaba en los juicios compartidos por una parte considerable de la población, no determinada individualmente, que al ser públicamente aceptada se convierte en un hecho independiente de la opinión que se expresa en un círculo reducido de personas.Marx directamente llamaba opinión pública a la opinión de la clase dominante.Según Habermas la opinión pública tiene dos vertientes:

- Una instancia crítica de los ciudadanos particulares en comunicación racional con los representantes de las instituciones, con una posibilidad real de debate público abierto y democrático.- Una instancia receptiva de los ciudadanos aislados y particularizados, sin posibilidad de comunicación real con los instalados en la “notoriedad pública” ante los que solo se puede actuar con aclamación, nunca con diálogo, ya que los miembros de la “notoriedad pública” solo utilizan una “divulgación manipulativa” de mensajes.

La primera opinión pública sería ideal o paradigmática, la segunda manipulativa.

En la sociedad de masas, la opinión pública tiene por sujeto al público, pero ese público está formado por masas pasivas, receptivas, dóciles, manipulables y mediatizadas por las élites y los medios de comunicación.La opinión pública real ya no se encuentra en los ciudadanos, informados e interesados en asuntos públicos, sino en sectores minoritarios que hablan en nombre de toda la población.

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Por tanto, apelo a Kant para reclamar mi autonomía intelectual, subjetiva y universal.Apelo a Claramonte y su “Autonomía modal”, para dar rienda suelta a mi negatividad y contrarrestar los intereses del sistema de mercado.Apelo a Rousseau para reclamar la experiencia personal, la experiencia de los sentidos como la única verdadera.

Así, si alguien me pregunta ¿Qué es el Arte? Responderé sin vacilar, “Para mí el Arte es cualquier cosa que Yo considere Arte”.

Y aunque pueda resultar vanidoso, utópico u oportunista, me gustaría ser ese niño que grita la verdad, en esta sociedad de oídos sordos.

Y el artista comenzó a posar junto a su última obra, colocada sobre un magnífico pedestal.Mientras el público exclamaba:¡Qué espléndida forma! ¡Qué textura tan pulida! ¡Qué blancura tan brillante!Para que nadie fuera tenido por incapaz o estúpido.Hasta que un niño gritó:¡Pero si es un urinario!

El estudio del pintor. Detalle. Courbet .1855

Blas Medina Torres

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Bibliografía.

-El Arte en la Prehistoria. Mario Menéndez, Martí Mas, Alberto Mingo. Editorial Uned.

-Historia del Arte clásico en la antigüedad. Cruz Martínez de la Torre, Jesús López, Constanza Nieto. Editorial Ramón Areces.

-Metafísica - Poética - Estética. Aristóteles.

-Historia de la estética. La estética antigua. Wladislaw Tatarkiewicz. Editorial Akal.

-Historia de seis ideas. Wladislaw Tatarkiewicz. Editorial Tecnos.

-Historia del Arte de la Antigua Edad Media. Mª Teresa González, Esther Alegre, Genoveva Tusell. Editorial Ramón Areces.

-Historia del Arte de la Baja Edad Media. Mª Teresa González, Esther Alegre, Genoveva Tusell, Joaquín Martínez. Edit. Ramón Areces.

-Suma Teológica. Santo Tomás de Aquino.

-Docta Ignorantia. Nicolás de Cusa.

-Historia del Arte Moderno. Renacimiento. José Enrique García Antonio Urquízar. Editorial Ramón Areces.

-Obras completas. Benedictus Spinoza. Editorial Ibéricas.

-Reflexiones sobre la imitación del Arte Griego en la pintura y la escultura. Winckelman. Editorial Fondo Cultura Económica.

-Crítica del Juicio. Immanuel Kant.

-La República de los fines. Jordi Claramonte. CENDEAC.

-El Arte en el siglo XIX. Mª Dolores Antigüedad, Víctor Nieto, Amparo Serrano de Haro, Victoria Soto. Editorial Ramón Areces.

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-El Arte en el siglo XX. Mª Dolores Antigüedad, Víctor Nieto, Amparo Serrano de Haro. Editorial Ramón Areces.

-La pintura moderna y otros ensayos. Clement Greemberg. Editorial Siruela.

-Historia y crítica de la opinión pública. Jürgen Habermas. Editorial Gustavo Giji.

-Después del fin del Arte. Arthur C. Danto. Editorial Paidós Estética.

-Cómo saborear un cuadro. Víctor I. Stoichita. Editorial Cátedra.

-Historia de la crítica literaria. David Viñas Piquer. Editorial Ariel.

-Innumerables páginas web, a las que posiblemente no conseguiría volver, y sobre todo la omnipresente y denostada Wikipedia, autentico faro que a todos nos guía, en este mar turbulento que es Internet.

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