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El Síndrome del Techo de Cristal en la Sociedad Puertorriqueña: Una reflexión Sonja Rojas Santana Comité Educativo, MEDICOOP Directora, COSVI Primera Miembra Titular CRAMC-ACI

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El Síndrome del Techo de Cristal en la Sociedad Puertorriqueña: Una

reflexión

Sonja Rojas SantanaComité Educativo,

MEDICOOPDirectora, COSVI

Primera Miembra Titular CRAMC-ACI

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A lo largo de la historia la mujer puertorriqueña ha tenido que pasar por un largo y angustioso camino para poder lograr en la sociedad el lugar que le corresponde. En el desarrollo de nuestra sociedad, la mujer ha tenido una participación destacada en el proceso de evolución de nuestra puertorriqueñidad. Los patrones culturales, prejuicios y leyes injustas, adversos a su participación de igualdad, han sido derribados como muros de contención que detenían su progreso.

En el mundo en que vivimos, especialmente durante el siglo XX, la mujer ha luchado por superarse en todos los campos del saber por el crecimiento económico y social que hemos vivido y porque la misma sociedad se lo ha exigido... Podemos mencionar las áreas de educación, empleo y composición demográfica, como aspectos fundamentales para la participación de la mujer en la igualdad de procesos económicos.

I- Introducción

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Las primeras décadas del siglo XX son fundamentales para la historia del feminismo puertorriqueño. La situación de la mujer hay que ubicarla en una perspectiva histórica para poder ilustrar que los logros y derrotas de las luchas feministas son parte de un proceso histórico dinámico y colectivo y no como una gestión personal de un grupo de mujeres.

El estado de la educación de la mujer al concluir el siglo reflejaba las actitudes prejuiciados y discriminatorias de los que ejercían el poder.

Por otro lado, podemos decir sin temor a equivocarnos que en muchas partes del mundo, las mujeres son ciudadanas de segunda clase. Desde 1948, cuando se adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos, los estados integrantes de la ONU se han comprometido a corregir esa injusticia y a lograr la igualdad entre hombres y mujeres.

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No obstante, dondequiera que se mire incluyendo las propias Naciones Unidas los hombres detentan poder y ventajas sobre las mujeres. Aunque esa realidad ahora se considera algo negativo y contraproducente, la mayoría de las instituciones, gobiernos, culturas y tradiciones modernas se encuentran atrapadas en su rutina, y continúan reforzando el lugar central y la superioridad masculinas. La condición marginal, inferior, de las mujeres y su potencial sin realizar, constituyen un castigo para la mitad de la población mundial, pero también nos debilitan a todos.

En las últimas décadas hemos progresado de manera significativa en la igualdad entre los géneros. En términos globales, la participación de la mujer en la fuerza de trabajo ha aumentado; las mujeres de todo el mundo se han ido introduciendo de forma constante en profesiones, ocupaciones y en empleos con cargos directivos, que anteriormente estaban reservados a los hombres.

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El techo de cristal definido

El acceso de las mujeres a la educación y a la formación sigue mejorando, lo cual ha hecho posible que muchas obtengan las cualificaciones necesarias para poder aspirar a empleos en puestos de dirección. Gobiernos, empresas, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil, alentados por los movimientos de mujeres de todo el mundo, han dedicado mucha energía y reflexión a vencer los problemas y las persistentes desigualdades por razón de género.

El “Techo de cristal” es una barrera invisible basada en prejuicios de actitudes o de comportamiento organizacional en la fuerza laboral que impide que las mujeres puedan progresar hasta alcanzar posiciones de liderato en una organización o empresa.

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El término “techo de cristal” se refiere a situaciones donde el avance o adelanto de una persona dentro de la jerarquía de una organización está limitada. Esta limitación por lo general no tiene nada que ver con el nivel de educación, preparación y experiencias, destrezas o capacidades de una persona para realizar determinadas funciones, sino más bien basado en algún tipo de discrimen, mayormente por género o raza.

Se conoce como un “techo” debido a la limitación que bloquea el crecimiento hacia niveles superiores, y “de cristal” o transparente debido a que la limitación no es aparente de manera inmediata, y por lo general es una norma o política no escrita y no oficial.

Por su parte, el “techo de cristal” se diferencia de las barreras formales al avance o crecimiento en la organización, tales como requisitos de educación o experiencia. La barrera está ahí, pero no es fácil de ver.

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II. Datos Censales para Puerto Rico

"Las mujeres representan la mitad de la población mundial y han acumulado, en tal sentido, la mitad de la experiencia del mundo. Si se aspira enseñar sobre la raza humana sin saber nada sobre la mitad de esta raza, no se puede realmente pretender que sabemos y podemos enseñar respecto a la raza humana" señalaba irónica y sensatamente Peggy McIntosh.

Según el Censo para el año 2000, la población femenina en Puerto Rico representó el 51.85 por ciento de la población total. De acuerdo a proyecciones del Programa de Planificación Económica y Social de la Oficina del Censo de la Junta de Planificación para el 2005 la población femenina en Puerto Rico alcanzará el 51.88 porciento y para el 2010, será de 51.98 porciento.

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Población de Puerto Rico de acuerdo al Censo Poblacional para el año 2000

Si analizamos la población entre las edades más productivas, o sea entre los 20 y los 64 años, encontramos la proporción es mayor, con un 52.64 de mujeres para el año 2000.

Claramente podemos observar que nuestro país es un país de mayoría de mujeres.

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Tabla 1: Proyección de Población de Puerto Rico por Edad y Sexo

Proyección de Población de Puerto Rico por Edad y Sexo

Años 2000 – 2025

Edad y SexoCenso Proyección al 1 de julio

2000 2005 2010

Varones Hembras Varones Hembras Varones Hembras

0-4 151,287 144,119 150,130 143,331 141,286 134,939

5-9 156,253 148,909 148,994 142,101 147,781 141,411

10-14 155,984 149,816 154,149 147,300 147,927 141,184

15-19 159,309 154,127 155,230 149,380 153,661 147,233

20-24 149,426 151,765 153,805 151,293 150,298 147,082

25-29 133,018 138,489 140,083 146,050 144,254 145,908

30-34 126,164 136,661 125,912 133,805 132,332 140,888

35-39 124,421 140,428 122,483 133,970 122,617 131,888

40-44 116,278 134,536 122,145 138,800 120,470 133,322

45-49 107,736 125,384 114,503 133,530 120,071 137,910

50-54 106,091 123,825 106,243 124,868 112,596 132,950

55-59 87,131 101,752 103,001 122,515 103,319 123,728

60-64 74,276 86,288 84,147 100,778 98,440 119,973

65-69 60,982 73,299 69,816 83,820 78,632 97,236

70-74 47,461 59,209 54,270 68,034 61,912 77,794

75 y más 77,760 106,426 85,914 119,485 96,015 137,389

Total 1,833,577 1,975,033 1,890,825 2,039,060 1,931,611 2,090,835

Edad Mediana 30.4 33.7 31.7 35.2 33.0 36.8

Ambos Sexos 3,808,610 3,929,885 4,022,446

Fuente: Junta de Planificación, Programa de Planificación Económica y Social, Oficina del Censo.  

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Tabla 2: Datos comparativos de la población masculina y femenina en Puerto Rico para los años 2000 y proyección

hacia los años 2005 y 2010.

Según el Censo 2000, la población femenina de 25 años o más representa el 53.7 por ciento de la población total de ese grupo de edad.

De esta población femenina, un 11.3 por ciento está graduada de escuela secundaria, incluyendo el certificado de equivalencia, seguido de un 8.4 por ciento que corresponde a las que poseen un grado de bachiller universitario.

Por otro lado, los varones tienen una mayor proporción en los grados profesional y doctorado con un 0.8 y 0.3 por ciento, respectivamente.

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Datos de Escolaridad

Por otra parte, el nivel educativo de las mujeres en el mercado de empleo es mayor que el de los hombres, en promedio. El 65% de las mujeres empleadas y el 45% de las desempleadas se han graduado de escuela superior y al menos han iniciado estudios pos secundarios (tienen un nivel de escolaridad de al menos 13 grados). Entre los hombres, el 44% de los empleados y el 24% de los empleados tienen ese nivel educativo.

Tabla 3 –  Proporción de personas empleadas por nivel educativo Comparación 2004 y 1985

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Datos de Empleo y Trabajo

Para el 2006, el 45.3% de la personas empleadas eran mujeres, un máximo histórico en la participación femenina en el empleo total. En el grupo etario de 25 a 64 años hubo una participación de 85.6% en el empleo total: 84.5% en el caso de los hombres y 87.1% en el de las mujeres.

El grupo de 65 años y más tuvo una participación en el empleo total de 14.4%, 15.5%, los hombres y 12.9%, las mujeres. La razón hombres-mujeres mostró un mínimo de 1.11 en el grupo etario de 35 a 40 años y un máximo de 1.53 en el grupo de 20 a 24 años. 

Para poder ubicar propiamente la participación de la mujer en la fuerza laboral en su justa perspectiva histórica, hay que observar necesariamente los datos estadísticos recopilados a través de los años. La mujer puertorriqueña contribuyó con su esfuerzo y trabajo al desarrollo económico de la isla.

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A medida que el tiempo avanza, mayores son los logros alcanzados por las mujeres en la fuerza laboral. Aunque antes de la década de los sesenta la participación de la mujer representaba una tercera parte de la fuerza trabajadora, hoy notamos un crecimiento significativo en su participación en el mercado de empleo. De hecho, su aportación en el proceso de producir bienes y servicios, ha sido un factor determinante en el crecimiento económico que se ha experimentado en los últimos años.

La mujer, que tradicionalmente se dedicaba a las tareas domésticas y manejo del hogar, ha hecho incursión en sectores de la economía que anteriormente estaban desprovistos de ella. La mujer ha tenido que pasar por una profunda transformación al dejar el hogar para enfrentarse a una sociedad en evolución. A pesar de esto, ella no ha abandonado el importante papel que desempeña dentro del hogar como administradora del mismo, como madre y esposa.

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La mujer y su desarrollo en el campo laboral

Durante los últimos 34 años nuestra economía ha generado 538,000 empleos. De éstos le correspondió a las mujeres más de la mitad de los mismos (60 por ciento). Para el 1970 el empleo total para Puerto Rico se estimó en 688,000 personas.

Durante el 1970, el total de mujeres empleadas fue de 215,000. Esto representa el 31 por ciento del total de empleados que había en la isla. La edad promedio de las mujeres empleadas era de 34 años, siendo menor que la edad promedio de los varones empleados. El 24 por ciento de las mujeres empleadas eran jóvenes de menos de 25 años de edad, el 67 por ciento eran de 25 a 54 años mientras que el 8 por ciento eran mujeres de 55 años y más de edad.

Diez años más tarde, el empleo total alcanzó la cifra de 760,000 personas para un crecimiento de 72,000 empleos. De dicho aumento, el 81 por ciento correspondía a las mujeres.

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La mujer puertorriqueña ha venido incrementando paulatinamente su participación en la fuerza laboral. La tasa de participación de ésta, aumentó de 26 por ciento en 1970, a 31 por ciento en 1990. Esta participación de la mujer continuó en aumento en el 2000 y el 2004 con 33 y 34 por ciento respectivamente. En los hombres fue a la inversa. En el 1970 la tasa de participación en los hombres fue de 71 por ciento; para el 1990 se redujo a 62 por ciento y para el 2004 bajó a un 59 por ciento.

Gráfica 1 – Proporción de mujeres empleadas sobre el total de mujeres en Edad Laboral.

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Composición Ocupacional

Para el año 1970, el 36 por ciento de las mujeres ocupaban plazas pertenecientes a trabajos profesionales y de oficina. El 27 por ciento eran operarias y costureras. Durante los últimos 34 años la mujer aumentó su participación en las ocupaciones profesionales y de oficina, donde más de la mitad de estas son ocupadas por ellas.

Aunque la mujer ocupa más plazas profesionales que los hombres y está mejor preparada académicamente, tiene menos participación que éstos en las ocupaciones directivas, ejecutivas y administrativas, o sea, en la toma de decisiones.

  En el 1990 el 15 por ciento de las mujeres eran operarias y costureras,

mientras que para el 1995 fue de un 13 por ciento. Para el 2000 la cifra fue de 10 por ciento y para el 2004 esta cifra se redujo aun más hasta llegar al 7 por ciento.

Ocupaciones como sirvientas, amas de llave, lavanderas, planchadoras, etc. han ido desapareciendo y en su lugar se nota un aumento en el empleo en otros grupos ocupacionales donde se requiere una mejor preparación académica.

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Con relación a la educación, la mujer que trabaja tiene una mejor preparación académica que los hombres. La mediana de escolaridad para el 2000 en la mujer fue de 13.2 grados mientras que para los hombres es de 12.7 grados. Para el año 2004 la mediana de escolaridad de la mujer es de 13.3 grados mientras que la de los hombres fue de 12.8 grados. Durante el año 1970, la mujer poseía una mediana de escolaridad de duodécimo grado. Solamente el 21 por ciento de las mujeres empleadas había completado uno o más grados en el nivel universitario; mientras que en el 2000, el 63 por ciento completó al menos un grado o más en el nivel universitario y para el 2004 fue de 65 por ciento.

Indiscutiblemente la mujer ha progresado mucho en el campo educativo, lo que le capacita para competir con el hombre en el Mercado de empleo y lograr una participación más activa en nuestra economía

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Las mujeres trabajan de muchas formas, siempre lo han hecho, pero uno de los fenómenos más interesantes de la era moderna es el papel de las mujeres en el mercado de trabajo asalariado. Con la diversificación de los tipos de familias y el incremento en el nivel educativo de la población femenina, la relación de mujeres y empleo evoluciona, a la vez que se mantienen ciertas distancias culturales y sociales respecto a esa misma relación con el empleo por parte de los hombres.

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Gráfica 2 – Evolución de la tasa de participación por género en el mercado laboral en Puerto Rico (1)

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Gráfica 3 – Evolución de la tasa de participación por género en el mercado laboral en Puerto Rico

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En la comparación internacional, sin embargo, la tasa de participación todavía está lejos de la estimada en países como Canadá, República Checa (ambos con 62%) o Estados Unidos (59%), y aún es inferior a la de los países latinoamericanos. No obstante, también los hombres participan más en el mercado de empleo en estos países; de hecho, los 22 puntos de diferencia en la tasa de participación entre hombres y mujeres en Puerto Rico destacan favorablemente frente a los 23 puntos de diferencia de España, los 25 de México o Japón y los 33 de Chile.

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5. La mujer en la política puertorriqueña

La mujer puertorriqueña tiene el derecho de ejercer, junto al hombre, el derecho constitucional al sufragio, al voto. Sin embargo esto, que hoy día es natural, no lo era para las mujeres que durante las primeras décadas del presente siglo XX lucharon valientemente junto a hombres progresistas por el derecho a participar en el proceso electoral.

Esta lucha en Puerto Rico por la igualdad política se desarrolló desde dos frentes: la mujer en el movimiento obrero organizado, básicamente por la federación libre de trabajadores y a través de las organizaciones de mujeres profesionales y de posición económica privilegiada, las sufragistas.

Desde el 1909, cuando Nemesio R. Canales presentó ante la Cámara de Delegados el primer proyecto reconociendo el derecho de la mujer al sufragio, hasta el 18 de abril de 1929, cuando se aprueba, limitándolo a las mujeres que sabían leer y escribir, se presentarán aproximadamente 12 proyectos ante la legislatura de Puerto Rico.

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La discusión sobre el derecho de la mujer al voto tuvo sus comienzos en el movimiento obrero organizado. Desde el centro de Estudios Sociales, fundado por Santiago Iglesias Pantín en 1898, en la Federación Libre de Trabajadores (1899) y en el partido socialista (1915) se asumen posiciones de vanguardia a favor de los derechos de la mujer. Las mujeres obreras, analfabetas en su mayoría, alertadas por el sindicato, van tomando conciencia de la explotación e injusticia de que eran víctimas.

Desde allí dan la batalla por mejorar sus condiciones de vida y por sus derechos civiles y políticos.

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Mujeres lideres

Margot Arce de Vázquez, ensayista y maestra. Nació en Caguas. Graduada de la Escuela Superior Central, estudió Matemáticas y Lengua Española en la U.P.R. Continuó estudios especializados en España. Allí se convirtió en una estudiosa de la literatura del Siglo de Oro español. Reconocida como una de las autoridades mundiales en figura como el poeta Garcilaso de la Vega. Su proyección hispanista no impidió que se convirtiera en conocedora y crítica de la literatura puertorriqueña. Figuró como Fundadora de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española y del Departamento de Estudios Hispánicos de la U.P.R. Ejerció la cátedra por más de cuatro décadas y formó a varias

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Mujeres lideres

Julia de Burgos, maestra, poeta, nacionalista. Autora del poema Río Grande de Loíza. Nació en Carolina en el año1914. Trabajó por varios años como maestra y libretista radial, pero es como poetisa que se destaca. A fines de la década del 1930 publica su primer libro Poemas exactos a mí misma, en una edición privada, mecanografiada. El Instituto de Literatura Puertorriqueña premia en 1939 su libro Canción de la verdad sencilla y en 1945 le otorga un premio de periodismo. Sus últimos años transcurren en Nueva York, donde muere en 1953. Sus restos reposan en Carolina en un parque que lleva su nombre.

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Mujeres lideres

Ana Roqué de Duprey nace en Aguadilla en 1853. Es maestra y escritora de textos pedagógicos, literarios y periodísticos. Funda en 1894 en Humacao la revista La mujer, primera publicación periódica de dirección femenina que se conoce en la Isla. Hace campaña en favor del sufragio femenino y organiza la Liga Femenina Puertorriqueña en 1917, y la Asociación de Mujeres Sufragistas en 1924. Muere en Río Piedras en 1933, un año después de que se concediera el voto a la mujer.

  Nilita Vientos Gastón, Escritora, periodista y educadora. Nació en San

Sebastián el 5 de junio de 1903. Se graduó de bachiller en Derecho de la Universidad de Puerto Rico. Estudió cursos de literatura inglesa en Kenyon College, en Ohio. Fue la primera abogada que trabajó en el Departamento de Justicia de Puerto Rico, donde llegó a desempeñarse como procuradora general auxiliar. Defendió ante el Tribunal Supremo el uso de la lengua española en los procesos judiciales en Puerto Rico. Fue la primera mujer en presidir el Ateneo Puertorriqueño de 1946 a 1961 y el Pen Club de Puerto Rico de 1966-1968. Dirigió la revista "Asomante" y fundó la revista "Sin nombre". Murió en Santurce el 10 de julio de 1989.

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Mujeres lideres

Felisa Rincón de Gautier, nació en Ceiba, el 9 de enero de 1897. Política. Entusiasmada por la esperanza de que las mujeres consiguieran el derecho de votar y motivada por las ideas de líderes como Muñoz Marín, se interesó en la política. Participó en los movimientos sufragistas de 1930 y formó parte del Partido Liberal. En 1938 ayudó a organizar el PPD. En 1946 fue la primera mujer a cargo de una ciudad capital en toda América. Con ella, San Juan inició su transformación hacia la gran urbe que es hoy. Renovó el sistema de salud pública, trabajo junto a Ricardo Alegría para restaurar y conservar las históricas estructuras de San Juan y le proveyó vivienda y servicios básicos a miles de personas. Diseñó innovadores servicios públicos como los centros preescolares y abrió la alcaldía al público. En 1954 se le otorgó el premio Mujer de las Américas. Se retiró en 1968. Murió el 16 de septiembre de 1994.

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6. Mujeres Emprendedoras

En muchos países, cualquiera que sea su nivel de desarrollo, el acceso al mercado del trabajo es más difícil para las mujeres que para los hombres. Con frecuencia se deniegan a las mujeres las posibilidades de ejercer un empleo asalariado a causa de sus responsabilidades familiares, de su falta de calificaciones, de barreras sociales y culturales o por falta de puestos de trabajo.

En este contexto, el ejercicio de una actividad independiente o la creación de

una empresa - por lo general una microempresa - son con frecuencia los únicos medios de que disponen las mujeres para obtener unos ingresos que les permitan garantizar su subsistencia y la de sus hijos. Este hecho se confirma cada vez más a medida que el sector privado va adquiriendo una importancia mayor con respecto al sector público en lo que se refiere a la creación de empleos. Muchas mujeres han tomado conciencia de esta situación y han emprendido algún tipo de actividad económica.

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Un último aspecto a analizar es la participación de las mujeres como empresarias o personas que trabajan por cuenta propia en el mercado laboral. Según las cifras del Departamento del Trabajo y Recursos Humanos, en el 2005 había 38,000 mujeres consideradas en esta categoría, sobre un total de 172,000 personas. Esto representa el 6.4% de las mujeres que participan en el mercado laboral.

En comparación con otras ocupaciones, la proporción de mujeres sobre el total de personas que trabajan por cuenta propia es baja (22%), casi al mismo nivel que ocupaciones de servicios de protección, de lucha contra incendios o de “encargados del cumplimiento de la ley”. No obstante, debe destacarse que la evolución en los últimos años es claramente ascendente, como muestra la tabla.

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Tabla 5 –  Mujeres empresarias y que trabajan por cuenta propia

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7. Conclusiones

Cuando hablamos del empleo de las mujeres, no sólo estamos hablando de un mercado. Estamos hablando de su vida familiar, de nuestra cultura, de las diferencias en oportunidades. Los datos nos han ido contando cómo hay cada vez más mujeres con empleo, pero también que están en unas ocupaciones y no en otras, que los ingresos que obtienen son menores, aunque participan en mayor medida en sectores y ocupaciones donde sus salarios promedio son equivalentes a los de los hombres, que es más improbable que trabajen por cuenta propia y más probable que lo hagan en jornadas de menos de 35 horas semanales.

Nos han dicho que en ocasiones su vida de casadas condiciona su empleo, y también que entran a buscar empleo con niveles de educación cada vez más altos, o que cada vez es más frecuente que estén empleadas una vez superan los 45 años.

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En las últimas décadas hemos progresado de manera significativa en la igualdad entre los géneros. En términos globales, la participación de la mujer en la fuerza de trabajo ha aumentado; las mujeres de todo el mundo se han ido introduciendo de forma constante en profesiones, ocupaciones y en empleos con cargos directivos, que anteriormente estaban reservados a los hombres. El acceso de las mujeres a la educación y a la formación sigue mejorando, lo cual ha hecho posible que muchas obtengan las cualificaciones necesarias para poder aspirar a empleos en puestos de dirección.

Gobiernos, empresas, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil, alentados por los movimientos de mujeres de todo el mundo, han dedicado mucha energía y reflexión a vencer los problemas y las persistentes desigualdades por razón de género.

Sin embargo, muchos de los resultados no están a la altura de lo que esperamos.

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Más Participación

En Puerto Rico hay 553,000 mujeres empleadas y 63,000 que el Departamento del Trabajo y Recursos Humanos considera desempleadas.

La tasa de participación es del 38%. La evolución ha sido claramente ascendente en los últimos veinte años, y contrasta con la tasa del 28% registrada entre 1970 y 1985.

De las mujeres que no participan en el mercado laboral, 130,000 están estudiando y 855,000 son clasificadas como mujeres en oficios domésticos.

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Una de cada tres mujeres tiene empleo

Las 553,000 mujeres empleadas representan el 44% del total de personas empleadas, y son también el 34% del total de mujeres en edad laboral.

Entre las personas desempleadas, está creciendo la proporción que son mujeres (39% en 2005).

Menos ingresos por el trabajo

La mediana de ingresos de las mujeres empleadas en 1999 fue de $15,700, un 8% menor al compararla con de los hombres ($17,100)

El 24% de los hombres empleados tienen ingresos de más de $30,000, una proporción que entre las mujeres sólo llega al 15%. De hecho, el 4.1% de los hombres empleados reciben más de $75,000, frente al 1.6% de las mujeres.

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Perfil de la mujer empleada

La mitad de las mujeres empleadas son solteras, viudas, divorciadas o no conviven con su esposo; en contraste, dos tercios de los hombres empleados son casados y conviven con su pareja.

El nivel educativo de las mujeres en el mercado de empleo es mayor que el de los hombres.

El 27% de las mujeres empleadas tienen entre 35 y 44 años. Por su parte, la proporción de personas consideradas desempleadas se reduce con la edad.

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Las ocupaciones tienen género El 10% de las mujeres son maestras, el 12% secretarias y otro 12% tienen

otras ocupaciones de apoyo administrativo. En las áreas de salud, educación y servicios sociales, el número de mujeres empleadas es más del doble que el de hombres

En ocupaciones de especialistas financieros y comerciales hay más mujeres que hombres.

En otro tipo de ocupaciones la presencia de mujeres es muy escasa, especialmente las relacionadas con construcción o extracción, transportación y operación de vehículos de motor y agricultura.

Hay 38,000 mujeres empresarias o que trabajan por cuenta propia. Esto representa el 22% del total de personas por cuenta propia, aunque esta proporción tiende a crecer.

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