EL SINCRETISMO ROMANO · 2020. 1. 10. · En el año 135 d.C., el Imperio Romano cambio el nombre...
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JOAQUÍN YEBRA SERRANO
LOSSADUCEOS
LOS SADUCEOS
Pr. Joaquín Yebra.
Madrid, octubre de 2018.
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INTRODUCCIÓN
El estudio de las sectas político-religiosas de Israel en el primer siglo de nuestra era nos
ayuda a entender mejor muchos pasajes de los Evangelios.
Las principales de esas sectas eran los saduceos, fariseos, zelotes, esenios y herodianos.
En este ensayo vamos a centrarnos en la secta de los Saduceos.
El problema que encontramos al estudiar esta secta es que las fuentes que nos han
llegado sobre ella son escasas, mucho menos abundantes que acerca de los fariseos.
Además, lo que sabemos de los saduceos se halla en documentos que no simpatizan con
su ideología.
Pero espigando de un lado y otro podemos resumir que eran culturalmente progresistas,
religiosamente conservadores y políticamente colaboracionistas con el Imperio Romano
invasor.
Esencialmente nos ha llegado alguna información en la literatura rabínica –principalmente
en la “Mishná”-, el autor judeo-romano José ben Matityahu, más conocido entre nosotros
como Flavio Josefo (ca. 37-38 – 101) y el propio Nuevo Testamento.
Sin embargo, todas estas fuentes, en mayor o menor medida, les son hostiles.
Una de esas fuentes es la “Mishná”, una voz que tiene su raíz en el vocablo “shaná”, cuyo
sentido es el de “repetir”, y se refiere a un método de enseñanza que, como su nombre
indica, está basado en la memorización mediante la repetición.
“Mishná” es también el nombre por el que se conoce un texto organizado y ordenado
como en un código de leyes que fue compilado en la tierra de Israel hacia comienzos del
siglo III después de Cristo (200-220 d.C.) por el Rabí Yejudá Ha-Nasí, a la sazón
presidente del Sanedrín, con agregados y añadidos posteriores.
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ORIGEN Y CONSTITUCIÓN DE LA SECTA DE LOS FARISEOS.
La secta de los saduceos, una de las del período del Segundo Templo, estaba constituida
por una parte importante de la aristocracia judía, y en su principal contingente sus
miembros estaban asociados al sacerdocio, especialmente al alto clero de Jerusalem,
aunque también había bastantes miembros laicos entre ellos.
Al ser familias adineradas, mantenían un trato estrecho con los romanos, con los griegos
y con la alta sociedad, no viendo con malos ojos el influjo helenístico en la tierra de Israel.
Como sacerdotes, se encargaban de la dirección y administración del Templo de
Jerusalem, ocupando las principales posiciones, además del cargo de Sumo Sacerdote.
La mayoría de estos sacerdotes saduceos pertenecían a las principales familias de Israel,
abundando entre ellos el nepotismo, lo que les permitía acumular mucho poder y
caudales.
Por lo general, los saduceos constituían un núcleo de personas de gran influencia,
altamente privilegiadas, comerciantes ricos y funcionarios gubernamentales de elevada
posición.
Todo parece indicar que los saduceos representaban más una clase social y un partido
político que una secta estrictamente religiosa, apoyándose más en los manejos políticos
que en sus funciones sacerdotales, siguiendo un proceso de cesión a las condiciones
históricas del momento.
Curiosamente, las principales familias saduceas, a partir del rey Herodes, especialmente
la de los Boetos, originarios de Alejandría, y la de Anás, no tenían un origen noble, sino
más bien ordinario, pero habían logrado escalar posiciones dentro de los ámbitos socio-
político y religioso.
Los saduceos alcanzaron su auge especialmente durante el período de la invasión
romana de Judea (37 a.C. -324 d.C.), considerada por Roma como un “protectorado”,
beneficiándose del statu quo que les fue otorgado bajo la sumisión al imperio, con el que
colaboraron a cambio de poder administrar los asuntos internos del país.
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En el año 135 d.C., el Imperio Romano cambio el nombre de la tierra de Israel por el de
“Provincia Siria Palestina” con el fin de procurar borrar toda su relación con el pueblo
judío.
Lo mismo harían con respecto a la ciudad de Jerusalem después del año 70 d.C.,
renombrando la ciudad como “Aelia Capitolina”.
Los saduceos poseían notables riquezas y propiedades, como lo prueban algunas de las
ruinas arqueológicas de las mansiones descubiertas en la Ciudad Alta de Jerusalem.
Todo parece indicar que también eran grandes terratenientes, aunque tal acumulación de
propiedades fuera contraria al espíritu de la Santa Ley de Dios que ellos afirmaban tener
como única norma de fe y práctica.
Recordemos que a los levitas les estaba prohibido cultivar las tierras, y por extensión a
todos los sacerdotes, aunque ellos se justificaban afirmando que la Santa Ley de Dios no
prohibía la posesión de la tierra sino que la prohibición era trabajar su cultivo.
A diferencia de nuestro Señor Jesucristo y de los fariseos, los saduceos no creían en la
existencia de los ángeles y demonios, ni en la esperanza de la resurrección de los
muertos. Para ellos la recompensa se encontraba en esta vida.
Apoyándose en el concepto tradicional de una retribución inmediata y material, no
aceptaban, a diferencia de los fariseos, la retribución en el Reino venidero.
Poseyendo la riqueza y el poder, se consideraban los justos por excelencia, pues para
ellos riqueza y poder eran el precio y galardón de Dios para los estrictos cumplidores de la
Ley.
¿Cómo pudieron llegar a negar la inspiración de las Escrituras, aparte de la Torá, y la vida
eterna?
Un número de factores pudo haber sido el desencadenante de semejante decadencia.
Muy probablemente su fría indiferencia hacia la vida espiritual, su disposición racionalista
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y también, hemos de reconocerlo, las extravagancias respecto a la angelología y la
demonología de sus contrarios fariseos.
A esto hemos de añadir la influencia del pensamiento helenista, la que les condujo a
asumir el pensamiento filosófico de Aristóteles.
Hechos de los Apóstoles 23:8:
“Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los
fariseos afirman estas cosas.”
De ahí se desprende la causa de su desprecio de los enfermos y necesitados, pues toda
enfermedad y empobrecimiento se consideraba la justa retribución por los pecados de los
hombres, así como de sus antepasados recibidos en herencia.
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LOS SADUCEOS EN EL NUEVO TESTAMENTO
Aunque los saduceos y los fariseos estaban enfrentados, se unieron para tentar a Jesús
pidiéndole una señal:
Evangelio según Mateo 16:1:
“Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal
del cielo.”
Un día un grupo de saduceos trataron de tender una trampa al respecto a nuestro Señor
Jesucristo en la cuestión de la resurrección y el matrimonio de levirato. Pero Jesús los
hizo callar, apoyándose precisamente en los escritos de Moisés, los que los saduceos
afirmaban aceptar plenamente, y de ese modo Jesús refutó su punto de vista de negar la
resurrección:
Evangelio según Mateo 22:23-33:
“Aquel día vinieron a Jesús los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le
preguntaron, diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se
casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano. Hubo, pues, entre nosotros
siete hermanos; el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a
su hermano. De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo. Y
después de todos murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete
será esa mujer, ya que todos la tuvieron? Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis,
ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Porque en la resurrección ni se casarán ni se
darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo. Pero respecto a la
resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo:
Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de
muertos, sino de vivos. Oyendo esto la gente, se admiraba de su doctrina.”
Los pasajes paralelos se hallan en Marcos 12:18-27; y Lucas 20:27-40.
Los saduceos tampoco creían en un Mesías Libertador ni en que Dios se inmiscuyera en
los asuntos de los hombres.
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Respecto a las Sagradas Escrituras, los saduceos, como hemos dicho, atribuían
legitimidad como Palabra de Dios inspirada divinamente, solamente a la Torá, el
Pentateuco, descartando todos los demás Escritos y Profetas, teniéndolos simplemente
como comentarios no inspirados de los Cinco Libros de Moisés, en los que concentraban
su respeto como Palabra inspirada de Dios.
Su postura era favorable a una exégesis literal del texto bíblico, rechazando las muchas
tradiciones orales observadas por la secta rival de los fariseos.
Su ideal político era el estado teocrático encabezado por el Sumo Sacerdote, por lo cual
veían con ojos de sospecha la esperanza mesiánica que amenazaba con derrotar el
orden social, económico y político existente, dentro del cual ellos eran altamente
privilegiados.
La mayoría del pueblo empobrecido les odiaba porque colaboraban con los romanos
invasores y el Imperio.
Además, permitieron e introdujeron costumbres no hebreas y se comportaban con el
pueblo llano con suma arrogancia.
En el Nuevo Testamento vemos a los saduceos ejerciendo el papel de rivales y enemigos
de Jesús. Son ellos quienes le acusan ante el Sanedrín –Tribunal Supremo Cívico-
Religioso de Israel- y ante el prefecto romano Poncio Pilato.
Los sumos sacerdotes Anás y Caifás pertenecían a este grupo y su existencia ha sido
perfectamente documentada por fuentes extrabíblicas.
Como el Sumo Sacerdote retenía su título aún después de cesar en su cargo, el Nuevo
Testamento identifica también a Anás con él, aunque fuera Caifás quien mantuviera
oficialmente la posición de Sumo Sacerdote de Israel en aquellos momentos.
Los saduceos eran también el grupo dominante en el Sanedrín de Jerusalem, un órgano
legal compuesto por 71 miembros formado por saduceos, ancianos –es decir, miembros
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de la aristocracia laica- y escribas, muchos de ellos también pertenecientes a la secta de
los saduceos, dirigidos por el Sumo Sacerdote, que en el siglo I siempre fue saduceo.
Vemos, pues, que la acumulación de poder en la secta de los saduceos alcanzó niveles
altísimos.
Para estudiar el origen de la secta de los saduceos hemos de recurrir una vez más a la
fuente de Flavio Josefo, quien por primera vez se refiere a los saduceos en su obra
“Antigüedades Judías” (XIII.x.5-7), donde describe la decisión de Hircano I (rey macabeo
de los judíos, 135-105 a.C.) de aliarse con ellos.
De este dato se desprende que la secta saducea existía con anterioridad a dicho reinado.
Durante mucho tiempo se ha creído erróneamente que el vocablo “saduceo” se derivaba
del nombre del sacerdote Sadoc, contemporáneo de los reyes David y Salomón,
mencionado en 2º Samuel 15:27; 19:11; 1º Reyes 1:8, y cuyos descendientes eran
considerados pertenecientes a la línea pura, y los conservadores del sacerdocio hasta la
rebelión de los Macabeos, según se desprende del texto de Ezequiel 44:15:
“Mas los sacerdotes levitas hijos de Sadoc, que guardaron el ordenamiento del santuario
cuando los hijos de Israel se apartaron de mí, ellos se acercarán para ministrar ante mí, y
delante de mí estarán para ofrecerme la grosura y la sangre, dice YHVH el Señor.”
La mayoría de los comentarios bíblicos sigue señalando hasta el día de hoy que el
nombre “saduceo” proviene etimológicamente de “Sadoc”, quien vivió alrededor del año
300 a.C.
Sin embargo, comoquiera que los adherentes a esta secta procedían de las clases
sociales más altas de la nación, muchos han pensado que el origen de los saduceos se
remonte a otro “Sadoc”, Sumo Sacerdote en la época del rey David, como leemos en el
texto de 2º Samuel 8:17:
“Sadoc hijo de Ahitob y Ahimelec hijo de Abiatar eran sacerdotes; Seraías era escriba.”
Efectivamente, el sumo sacerdocio fue ostentado por los descendientes de Sadoc hasta
llegar a la turbulenta época de los Macabeos que se levantaron en armas contra el
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invasor Antíoco Epifanes IV (215-163 a.C.), monarca de la dinastía seléucida, déspota
cuyo título “Epifanes”, significa “Dios Manifestado”.
Los descendientes y partisanos de Sadoc fueron conocidos como “sadoquitas”. Y parece
que éstos se dividieron en dos ramas, la radical, que desembocaría en el “qumranismo”,
los que llegaron a ser conocidos como “esenios”, asentados y establecidos en los altos de
Qumran, junto al Mar Muerto, y otra rama de características acomodaticias, de la que
surgieron los saduceos de los días de Jesús, vendidos al poder romano invasor.
an celo por el servicio del altar, sino que despreciaban el Temploaque se entregaron en
brazos del helenismo, como se desprende Sin embargo, varias dificultades filológicas e
históricas obligan a buscar otra explicación, y muchos eruditos proponen que la derivación
del nombre “saduceo” podría encontrarse originalmente en la voz griega “syndikoi”,
término con el que se hacía referencia a las “autoridades fiscales” en el estado de Atenas
desde el siglo IV antes de Cristo.
En la época de Esdras y Nehemías, la familia del Sumo Sacerdote se inclinaba hacia el
mundo pagano. Y en los días de Antíoco Epifanes IV (cuyo reinado cubrió el período del
175 al 163 a.C.), fueron muy numerosos los sacerdotes que se entregaron en brazos del
helenismo, como se desprende del texto del libro apócrifo de 2º Macabeos 4:13-16:
“Era tal el auge del helenismo y el progreso de la moda extranjera a causa de la extrema
perversidad de aquel Jasón, que tenía más de impío que de sumo sacerdote, que ya los
sacerdotes no sentían celo por el servicio del altar, sino que despreciaban el Templo,
descuidando los sacrificios, en cuanto se daba la señal con el gong se apresuraban a
tomar parte en los ejercicios de la palestra contrarios a la ley; sin apreciar en nada la
honra patria, tenían por mejores las glorias helénicas. Por esto mismo, una difícil situación
les puso en aprieto, y tuvieron como enemigos y verdugos a los mismos cuya conducta
emulaban y a quienes querían parecerse en todo.” (Biblia de Jerusalem).
Por fuentes extrabíblicas, especialmente por Flavio Josefo, él mismo perteneciente a la
secta de los fariseos, sabemos que los Sumos Sacerdotes Jasón (175 a.C.), citado por
Josefo con su verdadero nombre hebreo, que era “Yeshúa”, antes de su helenización;
Menelao (171 a.C.), sucesor de Jasón, y Alcimo (162 a.C.), Sumo Sacerdote durante la
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revuelta de los Macabeos, todos ellos se mostraron completamente partidarios de la
cultura griega.
Sin embargo, dirigidos por los Macabeos, el pueblo de Israel se mostró fiel a la religión y
cultura hebreas, en contra de los usos y costumbres introducidas del paganismo.
Cuando los Macabeos accedieron al sumo sacerdocio, los partidarios de la casa de Sadoc
se dividieron en dos bandos, y como hemos apuntado ya, los puristas se encerraron en sí
mismos, mientras que los seguidores de las tendencias helenizantes se dieron a la
política y descuidaron cada vez más las costumbres y tradiciones de Israel.
Los Sumos Sacerdotes Juan Hircano, Aristóbulo y Alejandro Janneo (años 135-78 a.C.)
favorecieron a la secta de los saduceos.
En Israel también los saduceos controlaban los impuestos, por cuanto en sus comienzos
no se trataba de una secta netamente religiosa, sino que con el transcurso del tiempo, y
para defender sus intereses, apoyaron al Sumo Sacerdote alcanzando cada vez mayor
influencia y poder.
Hasta más de la mitad del siglo I después de Cristo controlaron el Sanedrín. Después de
quitárseles el poder secular, primero por los zelotes y después por los romanos, los
saduceos desaparecieron del judaísmo.
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EL CONFLICTO
En el Nuevo Testamento vemos en varias ocasiones a los saduceos aliarse con sus
enemigos los fariseos en oposición a nuestro Señor Jesucristo:
Evangelio según Marcos 11:17-18, 27:
“Y (Jesús) les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de
oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y lo
oyeron los escribas y los principales sacerdotes (saduceos), y buscaban cómo matarle;
porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina…
Volvieron entonces a Jerusalem; y andando él (Jesús) por el templo, vinieron a él los
principales sacerdotes (saduceos), los escribas y los ancianos.”
Evangelio según Marcos 14:43:
“Luego, hablando él (Jesús) aún, vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha
gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes (saduceos) y de los
escribas y de los ancianos.”
Evangelio según Marcos 15:1:
“Muy de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes (saduceos) con los
ancianos, con los escribas y con todo el concilio (Sanedrín), llevaron a Jesús atado, y le
entregaron a Pilato.”
Evangelio según Lucas 9:22:
“Les dijo Jesús: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea
desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes (saduceos) y por los escribas,
y que sea muerto, y resucite al tercer día.”
Antes de nuestro Señor Jesucristo, Juan el Bautista, el Precursor, ya había reprendido a
los saduceos, como se desprende de sus palabras registradas en el Evangelio según
Mateo 3:7-10:
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“Al ver Juan que muchos de los fariseos y los saduceos venían a su bautismo, les decía:
¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos
dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: Abraham
tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de
estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo
árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.”
Y en el Evangelio según Mateo 16:1-4, las palabras de nuestro Señor Jesucristo no
pueden ser más contundentes:
“Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal
del cielo. Mas Jesús, respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo;
porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene
arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las
señales de los tiempos no podéis! La generación mala y adúltera demanda señal; pero
señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue.”
El conflicto de Jesús con los saduceos, es decir, con los “principales sacerdotes”, se
agudizó mayormente en la última semana del ministerio público de nuestro Señor, cuando
su popularidad entre el pueblo parecía amenazar la paz en Jerusalem:
Evangelio según Marcos 12:12:
“Y procuraban prenderle (los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos) porque
entendían que decía contra ellos aquella parábola (“los labradores malvados”: Evangelio
según Marcos 12:1-11); pero temían a la multitud, y dejándole, se fueron.”
Por el contrario, el conflicto entre Jesús y los fariseos, debido a la influencia de estos
entre el pueblo común, se advierte desde el principio del ministerio de Jesús.
Este grupo relativamente pequeño de saduceos, los principales sacerdotes,
representaban unos modales groseros para con el pueblo, al que despreciaban por
considerarlo inculto y vulgar, de ahí que no contaran con seguidores entre las masas
populares, sino solamente atrajeran a los miembros de la alta sociedad.
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La marca religiosa de los saduceos fue su conservadurismo, movidos siempre por la
defensa y mantenimiento de sus privilegios e intereses.
De ahí se desprende la causa por la que fueron políticamente colaboracionistas con el
Imperio Romano.
Dado su status social de privilegio en el campo religioso, político y económico, su política
hacia Roma fue la de entendimiento, estableciendo con el Imperio Romano una especie
de “concordato” o acuerdo tácito, procurando guardar el orden para que los romanos los
dejaran tranquilos y respetaran sus privilegios.
Podemos afirmar que los saduceos habían renunciado a todo ideal que no fuera
conservar la situación de privilegio en que se encontraban y en la que gozaban de
bastante libertad de movimientos.
Dicho de otro modo, aceptaban la injusticia del dominio romano, con tal de no
comprometer su posición.
Naturalmente, como hemos dicho, estos factores les habían granjeado la enemistad de
los fariseos y del pueblo.
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CONCLUSIÓN
Los saduceos resistieron a la verdad del Evangelio de Cristo y persiguieron a los
apóstoles y a la iglesia naciente.
Nuestro Señor puso en guardia a sus discípulos contra los saduceos y contra los fariseos:
Evangelio según Mateo 16:6-12:
“Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Ellos
pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan. Y entendiéndolo
Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis
pan? ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y
cuántas cestas recogisteis? ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas
recogisteis? ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os
guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? Entonces entendieron que
no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los
fariseos y de los saduceos.”
Aunque el saduceísmo desapareció con la destrucción de Jerusalem en el año 70 de
nuestra era, la advertencia de nuestro bendito Salvador respecto a la levadura de esta
corriente sigue teniendo vigor para nosotros hoy.
No hallamos ningún registro de la conversión de un saduceo durante el ministerio público
de nuestro Señor Jesucristo.
No es sino después de la Resurrección de nuestro Señor cuando vemos entrar en el
discipulado cristiano a saduceos, como se desprende del texto de Hechos de los
Apóstoles 6:7:
“Y crecía la Palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente
en Jerusalem; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.”
En estas conversiones de sacerdotes, sin duda saduceos en su mayoría, vemos una vez
más la misericordia de nuestro Señor llamando a los hombres al arrepentimiento y a la fe
desde cualquier situación y lugar en la vida en que se encuentren.
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