El Silencio en La Oracion

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El silencio en la Oración E H Kallistos  Ware  (Obispo de Diokleia) (c)  2007  Fraternidad Monastica de la Paz re-Editado del cuadernillo original por J.F., Julio’2014 1  Introducción  1 2 Hesiquía y Soledad  2 3 Hesiquía, la Espiritualidad de la Celda  2 4 Hesiquía y «V olver dentro de uno mismo»  3 5 El sentid o interno y ex terno de Hes iquía  4 6 Hesiquía y Pobr eza Espiritu al  5 7 Hesiquía, el verdadero silencio interior  6 8 Hesiquía y oración de Jesús  7 9 Oración y acción  9 La verdad divina no está en hablar sino en el silencio, en permanecer dentro del corazón por el largo sufrimiento. El Libro de los  Pobres en el  Espíritu ...Jesucristo,  la  Palabra que salió del silencio. – San Ignacio de Antioquía Una de las historias de los Apotegmas de los Padres del Desierto  describe una visita de Teólo, Arzobispo de Alejandría, a los monjes de Scetis. Deseosos de impresionar a su augusto invitado, los hermanos reunidos rogaron al Ab-  ba Pambo: «Dile algo al Arzobispo que pudiera ser edicante». Y el anciano contestó, «Si no le edica mi silencio, no será edicado por mis palabras». Esto es una historia que indica la gran importancia que da la tradición del Desierto a la hesiquía, la cualidad de la quietud o el silencio. «Dios ha elegi- do la hesiquía por encima de las demás virtudes», se arma en otra parte de los Apotegmas de los Padres del Desierto. Y San Nilo de Ancyra insiste: «Es im- posible que un agua embarrada se vuelva clara si se la agita constantemente; y es imposible llegar a ser monje sin hesiquía».  Hesiquía signica, sin embargo, mucho más que simplemente abstenerse de hablar. Es un término que puede interpretarse a muchos niveles dife- rentes. Intentemos distinguir los sentidos principales trabajando desde el exterior hacia el interior. 1

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'Hesiquía' significa, sin embargo, mucho más que simplemente abstenersede hablar. Es un término que puede interpretarse a muchos niveles diferentes. Intentemos distinguir los sentidos principales trabajando desde elexterior hacia el interior ... (Kallistos Ware)

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    El silencio en la Oracin

    E H

    Kallistos Ware(Obispo deDiokleia)

    (c)2007Fraternidad Monastica de la Pazre-Editado del cuadernillo original por J.F., Julio2014

    1 Introduccin 1

    2 Hesiqua y Soledad 2

    3 Hesiqua, la Espiritualidad de la Celda 2

    4 Hesiqua y Volver dentro de uno mismo 3

    5 El sentido interno y externo de Hesiqua 4

    6 Hesiqua y Pobreza Espiritual 5

    7 Hesiqua, el verdadero silencio interior 6

    8 Hesiqua y oracin de Jess 7

    9 Oracin y accin 9

    La verdad divina no est en hablar sino en el silencio,en permanecer dentro del corazn por el largo sufrimiento.

    ElLibro de losPobres en elEspritu. . . Jesucristo,la Palabra que sali del silencio. San Ignacio de Antioqua

    Una de las historias de losApotegmas de los Padres del Desiertodescribe unavisita de Tefilo, Arzobispo de Alejandra, a los monjes de Scetis. Deseososde impresionar a su augusto invitado, los hermanos reunidos rogaron al Ab-

    ba Pambo: Dile algo al Arzobispo que pudiera ser edificante. Y el ancianocontest, Si no le edifica mi silencio, no ser edificado por mis palabras.Esto es una historia que indica la gran importancia que da la tradicin delDesierto a lahesiqua, la cualidad de la quietud o el silencio. Dios ha elegi-do la hesiqua por encima de las dems virtudes, se afirma en otra parte delosApotegmas de los Padres del Desierto. Y San Nilo de Ancyra insiste: Es im-posible que un agua embarrada se vuelva clara si se la agita constantemente;y es imposible llegar a ser monje sin hesiqua.

    Hesiquasignifica, sin embargo, mucho ms que simplemente abstenersede hablar. Es un trmino que puede interpretarse a muchos niveles dife-rentes. Intentemos distinguir los sentidos principales trabajando desde elexterior hacia el interior.

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    Segn las primeras fuentes, el trmino hesicasto y su verbo se refie-ren muy frecuentemente a un monje que vive en la soledad, un ermitao,como opuesto a un miembro de un cenobio. Este sentido se encuentra yaen Evagrio de Ponto (siglo IV) y en Nilo y Palladius (principios del siglo

    V). Tambin se encuentra en los Apotegmas de los Padres del Desierto, Cirilode Scitopolis, Juan Moschus, Barsanufius y en la legislacin de Justiniano.

    Hesiquacontina siendo usada con este significado por autores posteriorestales como San Gregorio del Sina (1346). A este nivel, el trmino se refiereprincipalmente a la relacin en el espacio de un hombre con otros hombres.Este es el ms externo de los diferentes sentidos.

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    Hesiqua, dice el Abba Rufus en los Apotegmas de los Padres del Desierto,

    es permanecer sentado en tu celda con temor y conocimiento de Dios, abs-tenindote enteramente de todo rencor y vanagloria. Talhesiquaes la madrede todas las virtudes y protege al monje contra las fieras flechas del enemi-go. Rufus contina conectando la hesiqua con el recuerdo de la muerte,y concluye diciendo: Vigila tu propia alma. Hesiqua es asociada de estaforma con otro trmino clave en la tradicin del Desierto, nepsis, sobriedadespiritual o vigilancia.

    Cuandohesiqua est vinculada de esta forma con la celda, el trmino serefiere an a la situacin externa del hesicasta en el espacio, pero su signifi-cado es al mismo tiempo ms interior y espiritual. El hesicasta, en el sentidode alguien que permanece vigilante en su celda, no necesita siempre ser unsolitario sino que puede igualmente ser un monje que vive en comunidad.

    El hesicasta, entonces, es alguien que obedece el requerimiento de AbbaMoses: Ve y sintate en tu celda y tu celda te lo ensear todo. Recuerdael consejo que Arsenio dio a un monje que deseaba hacer obras de miseri-cordia. Alguien dijo a Arsenio, Mis pensamientos me turban dicindome:Como no puedes ayunar o trabajar, por lo menos ve a visitar a los enfermosporque esto tambin es una forma de amor. El anciano, reconociendo lasemilla sembrada por los demonios, le dijo: Vete, come y bebe y duermesin hacer ningn trabajo con tal de que no abandones tu celda. Porque lsaba que permanecer pacientemente en la celda lleva al monje al verdaderocumplimiento de su vocacin.

    El vnculo entre hesiqua y la celda se expresa claramente en un dichofamoso de San Antonio de Egipto: Los peces se mueren si se demoran en

    terreno seco; y de la misma forma los monjes, si se quedan mucho tiempofuera de su celda o pasan el tiempo con los hombres del mundo, pierdenla intensidad de su hesiqua. El monje que permanece dentro de su celdaes como la cuerda de un instrumento bien afinado.Hesiqualo mantiene enun estado de alerta; si se queda mucho tiempo fuera de la celda, su alma sehace dbil y blanda.

    La celda, entendida como el marco exterior de hesiqua, se considera sobretodo como un taller de oracin incesante. La actividad principal del monje,mientras permanece quieto y silencioso dentro de su celda, es el recuerdoconstante de Dios acompaado de un sentido de compuncin y lamento.Permanece sentado en tu celda, dice Abba Ammonas a un anciano quese propona adoptar alguna forma ostentosa de ascetismo. Come un poco

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    cada da y ten siempre las palabras del publicano en tu corazn. As puedessalvarte. Las palabras del publicano, Seor, ten piedad de m, pecador(Lucas18:13) son muy similares a la frmula de la Oracin de Jess, como seencuentra a partir del Siglo VI en Barsanufio, laVida del Abba Filemny otrasfuentes. Volveremos en su momento al tema de hesiqua y a la Invocacindel Nombre. La clausura de la celda monstica y el nombre de Jess estn

    explcitamente vinculadas en una declaracin de Juan de Gaza acerca de sucompaero ermitao Barsanufio: La celda en la que l est encerrado envida como en una tumba, por el Nombre de Jess, es su lugar de reposo;ningn demonio entra all, ni siquiera el prncipe de los demonios. Es unsantuario porque contiene la morada de Dios.

    Para el hesicasta, por tanto, la celda es una casa de oracin, un santuarioy lugar de encuentro entre el hombre y Dios. Todo esto se expresa de formaimpresionante en el dicho: La celda del monje es el horno de Babilonia enel que los tres jvenes encontraron al Hijo de Dios; es la nube desde la queDios habl a Moiss. Esta nocin de la celda como un foco de la shekinahserefleja en las palabras de un ermitao copto contemporneo, Abuna Mattaal-Maskin. Cuando le preguntaron si haba pensado alguna vez en ir en

    peregrinacin a los Santos Lugares, contest: Jerusaln Santa est aqu deverdad, dentro y alrededor de estas cuevas; porque qu otra cosa es micueva sino el lugar donde repos Cristo mi Salvador; qu otra cosa es micueva sino el lugar de donde l resucit gloriosamente de entre los muertos.

    Jerusaln est aqu de verdad, y todas las riquezas espirituales de la CiudadSanta se encuentran en estewadi.

    En todo esto nos movemos firmemente desde el sentido externo de hesi-qua hacia su sentido interior. Si interpretamos esta palabra segn la espi-ritualidad de la celda, significa no slo una condicin externa y fsica sinotambin un estado del alma. Denota la actitud de alguien que est en sucorazn ante Dios. Lo principal dice el Obispo Tefano el Recluso ( 1815-1894) es estar ante Dios con la mente y el corazn y continuar estando ante

    l incesantemente, hasta el final de la vida. Eso es precisamente lo que laquietud y el silencio de la celda significan para el hesicasta.

    Esta comprensin ms interior de hesiqua est ampliamente explicada enla clsica denominacin del hesicasta ofrecida por San Juan Clmaco (+ hacia649): El hesicasta es el que lucha para confinar su ser incorpreo dentrode su casa corporal, por ms paradjico que parezca. El hesicasta, en elverdadero sentido de la palabra, no es alguien que se ha ido fsicamente

    al desierto sino alguien que ha emprendido un viaje interior en su propiocorazn; no es alguien que se desliga fsicamente de los dems cerrando lapuerta de su celda, sino una persona que vuelve a s mismo, cerrandola puerta de su mente. Entr en s mismo, se dice del hijo prdigo (Lc15:17); y esto es lo que tambin hace el hesicasta. Responde a las palabrasde Cristo: El Reino de Dios est entre vosotros (Lc 17:21), y busca guardarsu corazn con total vigilancia (Pr4:23). Reinterpretando nuestra definicinoriginal del hesicasta como un solitario que viven en el desierto, podemosdecir que la soledad es un estado del alma, no una ubicacin geogrfica, yque el verdadero desierto est dentro del corazn.

    El volver dentro de uno mismo es descrito finalmente por San Basilioel Grande (+ 379) y San Isaac el Sirio (Siglo VII). Cuando la mente ya no

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    est disipada en medio de las cosas externas escribe Basilio ni tampocodispersa por el mundo a travs de los sentidos, vuelve a s misma y porsus propios medios asciende hacia el pensamiento de Dios. Estate en pazcon tu propia alma insiste Isaac , entonces el cielo y la tierra estarn enpaz contigo. Entra con ansia en la casa del tesoro que est dentro de ti, yvers las cosas que estn en el cielo porque la entrada a ambas es nica.

    La escalera que lleva al Reino es invisible dentro de tu alma. Huye delpecado, sumrgete en ti mismo, y encontrars en tu alma los peldaos quete llevarn arriba.

    En este punto de nuestro argumento nos ayudar hacer una breve pausa ydistinguir con mayor precisin entre el sentido externo y el sentido internode la palabra hesiqua. Tres niveles son indicados en un famoso apotegmade Abba Arsenio. Mientras era todava tutor de los nios imperiales en elpalacio, Arsenio or a Dios: Ensame cmo salvarme. Y una voz le vino:Arsenio, huye de los hombres y sers salvado. l se retir al desierto yse hizo solitario; luego or otra vez con las mismas palabras. Esta vez dijola voz: Arsenio, huye, guarda silencio, permanece en quietud, porque sasson las races de la ausencia de pecado.

    Huye de los hombres, guarda silencio, estate quieto: son los tres gradosde hesiqua. El primero es espacial, huye de los hombres externamente yfsicamente. El segundo es an exterior, guarda silencio, desistir del ha-blar externo. Ninguna de estas dos cosas puede por s misma hacer que unhombre sea un verdadero hesicasta, porque podra vivir en una soledad ex-terna y mantener la boca cerrada y, sin embargo, estar interiormente llenode inquietud y agitacin. Para alcanzar el verdadero sosiego es preciso pa-

    sar del segundo nivel al tercero, de hesiquaexterna a la interior, de la meraausencia del habla a lo que San Ambrosio de Miln llama negotiosum silen-tium, silencio activo y creativo. Los mismos tres niveles son distinguidos porSan Juan Clmaco: Cierra la puerta de tu celda fsicamente, la puerta de tulengua al habla, y la puerta interior a los malos espritus.

    Esta distincin entre los niveles de hesiqua tiene importantes implicacio-nes para las relaciones del hesicasta con la sociedad. Un hombre puedellevar a cabo la visible y geogrfica huida al desierto y permanecer en sucorazn en la ciudad y, al contrario, un hombre puede continuar viviendofsicamente en la ciudad y, sin embargo, ser un verdadero hesicasta en sucorazn. Lo que importa no es la situacin espacial del cristiano sino suestado espiritual.

    Es verdad que algunos escritores del Oriente cristiano, ms notablemen-te San Isaac el Sirio, han estado a un paso de afirmar que hesiqua interiorno puede existir sin soledad externa. Pero este punto de vista est lejos deser universal. Cuentan losDichos de los Padres del Desierto que existen laicosmuy comprometidos en una vida de servicio activo en el mundo, y a estoslaicos los comparan con ermitaos y solitarios; un doctor de Alejandra, porejemplo, se considera como espiritualmente igual al mismo San Antonio elGrande. San Gregorio del Sina rehus tonsurar a uno de sus discpulos lla-mado Isidoro, pero le envi desde el Monte Atos a Tesalnica para vivirall como ejemplo y gua de un crculo de laicos. Gregorio habra podidodifcilmente obrar de esta forma si hubiera considerado la vocacin de unhesicasta imposible en una ciudad. San Gregorio Palamas dice muy clara-

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    mente que el mandato de San Pablo Orad sin cesar (1Ts5:17) se aplica atodos los cristianos sin excepcin.

    En este contexto recordemos que, cuando los escritores ascticos griegostales como Evagrio o Mximo el Confesor, utilizan los trminos vida activay vida contemplativa, la vida activa no significa para ellos la vida deservicio directo al mundo predicacin, enseanza, trabajos sociales y cosas

    semejantes sino la lucha interior para subordinar las pasiones y adquirirvirtudes. Si se utiliza esta expresin en el mismo sentido, se puede decirque muchos ermitaos y muchos religiosos que viven en clausura, estnan preocupados sobre todo por la vida activa. De la misma forma hayhombres y mujeres plenamente comprometidos a una vida de servicio en elmundo que practican la oracin del corazn; y se puede decir de ellos conjusticia que viven la vida contemplativa. San Simen el Nuevo Telogo(+1022) insiste sobre el hecho de que la visin de Dios es posible en mediode las ciudades as como en las montaas y celdas. Cree que personascasadas, con empleos seculares e hijos, apremiadas con las dificultades in-herentes al gobierno de una casa solariega, pueden sin embargo subir a lasalturas de la contemplacin. San Pedro tena una suegra, sin embargo el

    Seor le llam para que subiese el Monte Tabor y contemplase la gloria dela Transfiguracin. El criterio no se refiere a la situacin externa sino a larealidad interior.

    De la misma forma que es posible vivir en la ciudad y, sin embargo, serun hesicasta, existen personas cuyas obligaciones implican hablar continua-mente pero que interiormente guardan silencio. Segn las palabras de AbbaPoemen: Un hombre parece guardar silencio pero si en su corazn conde-na a otros, habla sin cesar. Otro hombre habla de la maana a la noche y,sin embargo, guarda silencio, porque no dice nada excepto lo que ayuda alos dems. Esto se aplica exactamente a la posicin de los startsitales comoSerafn de Sarov y los padres espirituales de Optino en la Rusia del SigloXIX; obligados por su vocacin a recibir una oleada interminable de visi-

    tantes docenas e incluso centenares en un solo da ellos no perdan suhesiqua interior. De hecho era precisamente esta hesiqua interior la que lescapacitaba para guiar a los dems. Las palabras que decan a cada visitanteeran palabras poderosas porque venan del silencio.

    En una de sus contestaciones, Juan de Gaza marca claramente la diferen-cia entre el silencio interior y el silencio exterior. Un hermano que vivaen comunidad y encontraba que sus tareas de carpintero monstico erancausa de molestia y distracciones, pregunt si debera hacerse ermitao ypracticar el silencio del que hablan los Padres. Juan no estuvo de acuerdo.Como la mayora de la gente dijo , t no comprendes el significado delsilencio del que hablan los Padres. El silencio no consiste en mantener la bo-ca cerrada. Un hombre puede decir diez mil palabras tiles y se las apreciacomo si fuese silencio; otro dice una sola palabra innecesaria, y se la consi-dera como una violacin del mandamiento del Seor: Daris cuenta en elda del juicio de toda palabra intil que salga de vuestra boca (Mt 12:36)

    El silencio interior, cuando se interpreta como una guarda del corazn yuna vuelta a uno mismo, implica un paso desde la multiplicidad a la unidad,desde la diversidad a la sencillez y a la pobreza espiritual. Para utilizar laterminologa de Evagrio, la mente debe hacerse desnuda. Este aspecto de

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    hesiquase hace explcito en otra definicin de San Juan Clmaco: Hesiquaesapartar los pensamientos. Aqu San Juan adapta una frase de Evagrio: Laoracin es apartar los pensamientos.Hesiquasupone un progresivo vaciar-se de s mismo en el que la mente se despoja de todas las imgenes visualesy de todos los conceptos humanos, y as contempla con pureza el reino deDios. El hesicasta, desde este punto de vista, es alguien que ha avanzado

    desdepraxisa theoria, desde la vida activa a la vida contemplativa. San Gre-gorio del Sina compara al hesicasta con el praktikos, y contina hablandode ...los hesicastas que estn contentos con orar a Dios solo dentro de sucorazn, abstenindose de todo pensamiento. Por lo tanto el hesicasta noes tanto alguien que se abstiene de hablar y de estar con la gente, sino msbien una persona que en su vida de oracin renuncia a las imgenes, a laspalabras y razonamientos discursivos porque est impulsado por encimade los sentidos hacia el puro silencio.

    Este puro silencio, aunque se llama tambin pobreza espiritual, estlejos de ser una mera ausencia o privacin. Si el hesicasta suprime de sumente, en lo posible, todos los conceptos humanos, su meta en este ano-nadamiento es sumamente constructiva ser consciente de la fuerza de la

    Inhabitacin Divina que lo abraza todo. Este punto est muy bien expresadopor Gregorio del Sina: Por qu hablar largo tiempo? La oracin es Dios,que hace todas las cosas en los hombres. La oracin es Dios; no es princi-palmente algo que hago yo sino algo que Dios hace en m ...no yo, sinoCristo en m (Ga 2:20). El programa hesicasta est descrito exactamente enlas palabras de San Juan Bautista referentes al Mesas: Es preciso que lcrezca y que yo disminuya (Jn 3:30). El hesicasta abandona su propia acti-vidad, no para ser un perezoso, sino para entrar en la actividad de Dios. Susilencio no es vaco ni negativo una pausa en blanco entre las palabras, uncorto descanso antes de volver a hablar sino intensamente positivo, unaactitud de atencin alerta, de vigilancia, y sobre todo deescucha.

    El hesicasta es por excelencia alguien que escucha, que est abierto a la

    presencia de Otro: Basta ya; sabed que yo soy Dios! (Sal 45(46):11). Enpalabras de San Juan Clmaco: El hesicasta es el que grita claramente: Apunto est mi corazn, oh Dios, mi corazn a punto (Sal 56(57):8); el he-sicasta es alguien que dice: Yo dorma, pero mi corazn velaba (Ct 5:2).Volviendo a s mismo, el hesicasta entra en el aposento secreto de su pro-pio corazn para que, permaneciendo de pie ante Dios, pueda escuchar ellenguaje sin palabras de su Creador. Cuando oris observa un escritor fin-lands ortodoxo contemporneo , debis estar en silencio; dejad que hablela oracin ms exactamente dejad que hable Dios. El hombre. . . deberasiempre guardar el silencio y dejar que slo Dios hable. Esto es lo que elhesicasta quiere alcanzar.

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    Hesiqua, por lo tanto, denota la transicin desde mi oracin a la ora-cin de Dios que obra en m utilizando las palabras del Obispo Tefano,desde la oracin intensa o laboriosa a la oracin que obra por s solao que se autoimpulsa. El verdadero silencio interior ohesiqua, en su sen-tido ms profundo, es idntico a la oracin incesante del Santo Espritu ennosotros. Como lo expresa San Isaac el Sirio: Cuando el Espritu establecesu morada en un hombre, no cesa de orar, porque el Espritu quiere orarconstantemente en l. Entonces la oracin no se acaba en su alma ni du-

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    rante el sueo ni cuando est despierto; pero cuando coma y cuando beba,cuando est acostado o cuando no haga ningn trabajo, incluso cuando estinmerso en el sueo, los perfumes de la oracin exhalarn espontneamenteen su corazn.

    En otro lugar, San Isaac compara esta oracin que acta por s sola con unhombre que pasa una puerta despus de que la llave haya sido girada en la

    cerradura, y tambin el silencio de los servidores cuando el amo llega entreellos. Los movimientos de la lengua y del corazn durante la oracin sonllaves, escribe l. Lo que ocurre despus es la entrada en la cmara deltesoro. En esta fase la boca y la lengua hacen silencio. El corazn, tesorerode los pensamientos, la mente, gobernadora de los sentidos, y el esprituatrevido, ese pjaro rpido, junto con todos sus recursos y poderes e inter-cesiones persuasivas todos ellos deben permanecer quietos ahora: porqueha llegado el Amo de la casa.

    Entendido con estos trminos que se trata de entrar en la vida y la activi-dad de Dios,hesiquaes algo que, durante esta era, los hombres slo puedenalcanzar hasta un grado limitado e imperfecto. Es una realidad escatolgicareservada en su plenitud para la Era Venidera. En palabras de San Isaac: El

    silencio es un smbolo del mundo futuro.

    En principio,hesiquaes un trmino general para la oracin interior, y es-te trmino abarca una variedad de modos de orar ms especficos. En laprctica, sin embargo, la mayora de los escritores ortodoxos en siglos re-cientes utilizan la palabra para designar un camino espiritual en particular:la invocacin del Nombre de Jess. De vez en cuando, aunque con menosjustificacin, se emplea el trmino hesicasmo en un sentido todava ms

    restringido para indicar la tcnica fsica y los ejercicios respiratorios que seusan a veces junto con la Oracin de Jess. La asociacin de hesiqua con elNombre de Jess y as parece, con la respiracin se encuentra ya en San

    Juan Clmaco: Hesiquaes mantenerse ante Dios en una incesante alabanza.Que se una el recuerdo de Jess a tu respiracin, y entenders el valor dehesiqua. Cul es la relacin entre la oracin de Jess yhesiqua? Cmo nosayuda la invocacin del Nombre para establecer la clase de silencio interiorque acabamos de describir?

    Se ha dicho que la oracin es dejar a un lado los pensamientos, una vuel-ta desde la multiplicidad a la unidad. Ahora bien, alguien que hace un serioesfuerzo para orar interiormente, mantenindose ante Dios con la mente enel corazn, se hace inmediatamente consciente de su desintegracin interior

    de su incapacidad de concentrarse en el momento presente, en el Kairos.Los pensamientos se mueven sin parar en su cabeza, como el zumbido delas moscas (Obispo Tefano) o el saltar caprichoso de los monos de ramaen rama (Ramakrishna). Esta falta de concentracin, esta incapacidad paraestaraqu y ahora con todo nuestro ser, es una de las consecuencias trgicasde la Cada.

    Qu hay que hacer? La tradicin asctica oriental ortodoxa distingue dosmaneras principales para vencer los pensamientos. La primera es directa:Contradecir nuestroslogismoi, encararse con ellos, intentando expulsarloscon un esfuerzo de la voluntad. Sin embargo, este mtodo podra resultarcontraproducente. Cuando son reprimidas violentamente, nuestras fantasastienden a volver con ms fuerza. A menos que estemos muy seguros de no-

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    sotros mismos, es ms seguro emplear el segundo mtodo, que es indirecto.En lugar de luchar directamente contra nuestros pensamientos, intentandoecharlos afuera con un esfuerzo de la voluntad, podemos intentar volvernuestra atencin lejos de ellos y mirar a otra parte. Nuestra estrategia espi-ritual se hace de esta forma positiva en lugar de hacerse negativa: nuestroobjetivo inmediato no es va- ciar nuestra mente de lo que es el mal sino ms

    bien llenarla de lo que es bueno. Este segundo mtodo lo recomiendan Bar-sanufio y Juan de Gaza. No contradigas los pensamientos sugeridos portus enemigos aconsejan , porque esto es exactamente lo que ellos quiereny no desistirn. Pero vulvete al Seor, pidiendo su ayuda contra ellos, mos-trndole cun indefenso eres; porque el Seor tiene el poder de expulsarlosy de reducirlos a nada.

    Es ciertamente evidente para todos nosotros que no podemos parar el flu-jo interior de las imgenes y de los pensamientos ejerciendo simplementenuestra fuerza de voluntad. Es de poco o ningn valor el decirnos: Para depensar; podramos tambin decir: Para de respirar. La mente racionalno puede permanecer ociosa, insiste San Marco el Monje. Cmo, entonces,podemos lograr la pobreza espiritual y el silencio interior? Aunque no po-

    demos obligar a la nunca ociosa inteligencia a que desista completamentede su inquietud, lo que podemos hacer es simplificar y unificar su activi-dad por medio de la repeticin continua de una corta oracin. El flujo deimgenes y pensamientos persistir pero nos ser posible liberarnos de lgradualmente. La invocacin repetida nos ayudar a dejar ir el pensa-miento que nuestro ser consciente o subconsciente nos presenta. Este dejarir parece corresponder a lo que Evagrio tena en la mente cuando hablabade la oracin como un medio para apartar los pensamientos no un con-flicto brutal, tampoco una campaa despiadada de agresin furiosa, sino unsuave pero persistente acto de desprendimiento. Tal es la psicologa ascticapresupuesta en el uso de la Oracin de Jess. La invocacin del Nombrenos ayuda a enfocar nuestra personalidad desintegrada en un punto nico.

    A travs del recuerdo de Jess escribe Philoteos del Sina (siglos IX-X?) recoge tu mente dispersa. La Oracin de Jess debe considerarse comola aplicacin del segundo o mtodo indirecto de combatir los pensamientos:en lugar de tratar de borrar nuestras imaginaciones corruptas o trivialespor una confrontacin directa, nos volvemos y miramos al Seor Jess; enlugar de contar con nuestro propio poder, nos refugiamos en el poder y lagracia que obran a travs del Nombre Divino. La invocacin repetida nosayuda a dejar ir y desprendernos del incesante parloteo de nuestros lo-gismoi. Concentramos y unificamos una mente superactiva alimentndolacon un pensamiento nico, nutrindola con un rgimen espiritual rico y, sinembargo, extremadamente simple. Para parar el continuo atropello de tuspensamientos dice el Obispo Tefano , debes atar tu mente con un pen-samiento nico, o el pensamiento del Uno solo el pensamiento del Seor

    Jess. Segn las palabras de San Diadoquio de Fotice (Siglo V): Cuandohemos bloqueado todas las salidas de la mente por medio del recuerdo deDios, necesitamos con apremio alguna tarea para satisfacer su ansia de ac-cin. Dmosle entonces como nica actividad la oracin Seor Jess. . .

    Tal es en lneas generales la manera con la que se puede utilizar la Ora-cin de Jess para establecerhesiquaen el corazn. Hay dos consecuenciasimportantes que vemos a continuacin. Primera: Para conseguir su prop-sito la invocacin debera ser rtmica y regular, y en el caso de un hesicastaexperimentado no de un principiante que necesita proceder con prudencia debera ser tan ininterrumpida y continua como fuera posible. Las ayudas

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    externas, tales como el uso de una cuerda de oracin (komvoschoinion, tchotki)y el control de la respiracin, tienen precisamente el propsito de establecerla regularidad del ritmo.

    En segundo lugar, durante la recitacin de la Oracin de Jess la mentedebera, en lo posible, estar vaca de imgenes mentales. Por este motivo, esmejor practicar la Oracin en un lugar donde hay pocos o ningn sonido

    exterior; debera recitarse en la oscuridad o con los ojos cerrados preferente-mente a estar ante un icono iluminado con velas, o una lmpara votiva. Elstaretz Silvano del Monte Atos (1866- 1938), cuando deca la oracin, solacolocar su reloj en el armario para no or su tic-tac, y luego bajaba su gruesacapucha monstica de lana sobre sus ojos y odos. Aunque algunas imge-nes visuales se presentarn inevitablemente ante nosotros cuando oremos,no se las debe alentar deliberadamente. La Oracin de Jess no es una for-ma de meditacin discursiva sobre los incidentes de la vida de Cristo. Losque invocan al Seor Jess deberan tener en su corazn una intensa y ar-diente conviccin de que estn en la presencia inmediata del Salvador, quel est ante ellos y dentro de ellos, que l est escuchando su invocacin ycontestando a su vez. La concienciacin de la presencia de Dios no debera,

    sin embargo, ser acompaada por ningn concepto visual, sino estar limita-da a una simple conviccin o percepcin. Como dice San Gregorio de Nisa(+395): El Novio est presente pero no se le ve.

    Hesiqua, entonces, implica una separacin del mundo ya sea una se-paracin externa o interna, y a veces ambas al mismo tiempo: externa pormedio de una huida al desierto; interna a travs del retorno al interior deuno mismo y el apartar los pensamientos. Citando los Dichos de los Pa-

    dres del Desierto: Hasta que un hombre diga en su corazn Slo yo y Diosestamos en el mundo no tendr reposo. Solo en el Solo: pero no es estoegosmo, un rechazo del valor espiritual de la creacin material y una eva-sin de nuestra responsabilidad hacia nuestros compaeros, los hombres?Cuando el hesicasta cierra sus ojos y sus odos al mundo exterior como lohaca el hermano Silvano en su celda del Monte Atos, qu servicio positivoy prctico est ofreciendo a su prjimo?

    Consideremos este problema bajo dos aspectos principales. En primer lu-gar, es el hesicasmo culpable de las mismas distorsiones que el Quietismode Occidente del Siglo XVII? Hasta ahora, hemos evitado deliberadamentetraducirhesiqua por quieto, a causa del sentido sospechoso del trminoquietista. Est de hecho el hesicasta sosteniendo el mismo punto de vista

    que el quietista? En segundo lugar, cul es la actitud del hesicasta haciasu medio ambiente, fsico o humano? Cul es su utilidad prctica para losdems?

    Se ha dicho que el principio fundamental del Quietismo es condenartodo esfuerzo humano. Segn los Quietistas, el hombre, para ser perfecto,debe alcanzar una pasividad total, aniquilando su voluntad y abandonndo-se a Dios hasta tal punto que llegue a no importarle ni el cielo ni el infiernoni su propia salvacin... El alma no slo rechaza conscientemente toda me-ditacin discursiva por medio de cualquier acto distinto tal como el deseode tener virtud, el amor a Cristo o la adoracin de las Personas divinas; elalma solamente descansa en la presencia de Dios en pura fe. . . Cuando unhombre ha alcanzado la altura de la perfeccin, el pecado es imposible.

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    Si esto es Quietismo, entonces la tradicin hesicasta ciertamente no esquietista.Hesiqua no significa pasividad sino vigilancia (nepsis), no la au-sencia de lucha sino la ausencia de incertidumbre y confusin. Aunque unhesicasta pueda ya haber alcanzado el nivel de theoriao contemplacin, se lerequiere an luchar al nivel de praxiso accin, esforzndose positivamentepara adquirir la virtud y rechazar el vicio. Praxis y theoria, la vida activa y

    la contemplativa en el sentido definido anteriormente deberan ser vislum-bradas no como alternativas ni tampoco como dos etapas cronolgicamentesucesivas cesando una cuando empieza la otra sino ms bien como dosniveles interpenetrados de experiencia espiritual simultneamente presen-tes en la vida de oracin. Se requiere a todo el mundo para que luche alnivel depraxishasta el fin de su vida.

    Esta es la clara enseanza de San Antonio de Egipto: La tarea principalde un hombre es ser consciente de sus pecados a la vista de Dios, y esperarla tentacin hasta su ltimo suspiro. . . El que est sentado en el desiertocomo un hesicasta ha escapado de tres guerras: or, hablar, ver; pero debepelear continuamente contra una cosa: la guerra en su propio corazn.

    Es verdad que el hesicasta, igual que el quietista, no utiliza la meditacin

    discursiva en su oracin. Pero aunquehesiquaimplica un dejar ir o apar-tar los pensamientos e imgenes, esto no implica por parte del hesicastauna actitud de completa pasividad ni tampoco una ausencia de cualquieraccin distinta tal como. . . amor de Cristo. Abandonar los malos o trivialeslogismoidurante la recitacin de la Oracin de Jess y su sustitucin con elnico pensamiento del Nombre, no es pasividad sino en s mismo un modopositivo de controlar nuestros pensamientos. La invocacin del Nombre esciertamente una forma de descansar en la presencia de Dios en pura fe,pero est al mismo tiempo marcada por un amor activo por el Salvador yuna profunda aoranza para compartir siempre ms plenamente en la vidadivina. Los lectores de laFilocalano pueden menos de ser impactados porel calor de la devocin manifestada por los autores hesicastas, por el senti-

    do de inmediata y personal amistad por mi Jess. Este matiz de vivezapersonal aparece especialmente en Hesichios de Vatos (siglos IX - X?).

    A diferencia de los quietistas, el hesicasta no afirma estar sin pecado oinmune a la tentacin. Laapatheiao desapasionamiento de la que hablanlos textos ascticos griegos no es un estado de indiferencia pasiva e insen-sibilidad, menos an un estado en el que pecar es imposible. Apatheia dice San Isaac el Sirio no consiste en no sentir ya las pasiones sino en noaceptarlas. Como insiste San Antonio, el hombre debe esperar ser tentadohasta su ltimo suspiro, y con la tentacin est siempre la autntica posi-bilidad de caer en pecado. Las pasiones permanecen con vida dice AbbaAbraham , pero estn atadas por los Santos. Cuando un anciano clama:He muerto al mundo, su compaero replica amablemente: No ests tanseguro, hermano, hasta que abandones tu cuerpo. Puedes decir He muerto,pero Satn no ha muerto.

    En los escritores griegos desde Evagrio en adelante apatheia est ntima-mente unida al amor, lo que indica el contenido positivo y dinmico deltrmino desapasionamiento. En su esencia bsica, es un estado de liber-tad espiritual en el que el hombre es capaz de tender los brazos hacia Dioscon ardiente anhelo. No es una mera mortificacin de las pasiones fsicasdel cuerpo sino una nueva y mejor energa; es un estado del alma en elque un ardiente amor hacia Dios y el hombre no deja sitio para las pasionesegostas y animales. Para describir su carcter dinmico, San Diadochus

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    utiliza las expresivas palabras: el fuego de apatheia. Todo esto muestra elabismo entre hesicasmo y quietismo.

    Para llegar ahora a la segunda pregunta: el aceptar que la manera hesicas-ta de orar no es quietista en un sentido sospechoso y hertico, hasta qupunto es negativo en su visin del mundo material y antisocial en su actitudhacia los hombres? Esta dificultad puede ser ilustrada con una historia de

    losApotegmas de los Padres del Desierto acerca de tres amigos que se hicieronmonjes. Como tarea asctica el primero elige ser hacedor de paz intentandoreconciliar a aquellos que llevan sus desavenencias a los tribunales. El segun-do cuida de los enfermos, y el tercero va al desierto para vivir en soledad.Despus de algn tiempo, los dos primeros se cansan y se descorazonantotalmente. Por ms que luchan, son fsica y espiritualmente incapaces desatisfacer todas las demandas que se les hacen. Casi desesperados van aconsultar al tercer monje, el ermitao, para contarle sus dificultades. ste,al principio, guarda silencio. Despus de un rato, vierte agua en un tazny dice a los otros: Mirad. El agua est turbia y turbulenta. Esperan unosminutos. El ermitao dice: Mirad otra vez. El sedimento ahora est su-mergido hasta el fondo y el agua est clarsima; ven sus propias caras como

    en un espejo. Eso es lo que ocurre dice el ermitao a alguien que viveentre los hombres: a causa de la turbulencia no ve sus propios pecados. Perocuando aprende a estar en calma, sobre todo aqu en el desierto, reconocesus propios errores.

    As termina la historia. No nos dicen cmo los dos primeros monjes aplica-ron la parbola del ermitao. Quizs volvieron ambos al mundo, retomandosu trabajo previo pero, al mismo tiempo, llevando consigo algo de la hesi-quadel desierto. En ese caso, la parbola del tercer monje interpretada porellos significaba que la accin social no basta por s sola. A menos que ha-ya un centro apacible en medio de la tempestad, a menos que un hombreen el centro de todo su activismo proteja un aposento secreto en su cora-zn donde l se mantenga en soledad ante Dios, perder todo sentido de

    direccin espiritual y se sentir despedazado. Sin duda la conclusin quela mayora de los lectores del Siglo XX tendran tendencia a sacar es quetodos nosotros debemos, hasta cierto punto, ser ermitaos en el corazn.Pero era esa la intencin de la historia? Probablemente no. Es mucho msprobable que esa intencin fuera abogar por la vida eremtica en su sentidoms literal y geogrfico. Y esto plantea inmediatamente la pregunta acercadel aparente egosmo as como del aspecto negativo de este tipo de oracincontemplativa. Cul es entonces la verdadera relacin del hesicasta con lasociedad?

    Debemos admitir para empezar que, lo mismo en el movimiento hesicastadel siglo XIV como en elrenacimientohesicasta del siglo XVIII y en la ortodo-xia contempornea, los centros principales de la oracin hesicasta han sidolos pequeossketes, las ermitas que alojaban slo a un puado de hermanosque vivan como una pequea familia monstica, profundamente integraday escondida del mundo. Muchos autores hesicastas expresan con determi-nacin su preferencia por el sketecomparado con el cenobio perfectamenteorganizado: la vida en una gran comunidad se considera demasiado pocorecogida para la prctica intensa de la oracin interior.

    Pero, aunque el ambiente del skete se considere ideal, pocos llegaran aafirmar que disfruta de un monopolio exclusivo. El criterio se refiere siem-pre al estado interior de la persona y no a sus condiciones de vida. Ciertosambientes externos pueden ser ms favorables que otros para el silencio in-terior pero no hay ninguna situacin en la que este silencio interior se haga

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    del todo imposible. San Gregorio del Sina, como ya hemos visto, envi asu discpulo Isidoro otra vez al mundo; muchos entre sus ms ntimos com-paeros del Monte Atos y del desierto de Paroria llegaron a ser patriarcas yobispos, lderes y administradores de la Iglesia. San Gregorio Palamas, queense que esta oracin continua es posible para todo cristiano, terminsu vida como arzobispo de la segunda ms importante ciudad del Imperio

    Bizantino.El laico Nicols Cabasilas (Siglo XIV), funcionario del Estado y cortesano,

    que fue amigo de muchos hesicastas de primera fila, afirma con mucho n-fasis: Cada uno debera vivir segn su arte o profesin. El general deberacontinuar mandando; el granjero, trabajando la tierra; el artesano, practican-do su oficio. Les dir el porqu: No es necesario retirarse al desierto, comeralimentos desagradables, cambiar su vestuario, arriesgar su salud o haceralgo imprudente, porque es del todo posible permanecer en su propia casasin renunciar a sus posesiones y, sin embargo, practicar la meditacin con-tinua. En el mismo sentido, San Simen el Nuevo Telogo insiste en quela vida ms alta es el estado al que Dios nos llama a cada uno perso-nalmente: Mucha gente canoniza la vida eremtica; otros la vida en una

    comunidad monstica, otros la del gobierno, la instruccin, la educacin ola administracin de la iglesia. . . Sin embargo, no prefiero ninguna de ellasa las dems; tampoco querra exaltar una de ellas y despreciar otra. Pero encada situacin y actividad, es la vida para Dios y segn Dios la que Diosbendice.

    El camino dehesiqua, por lo tanto, est abierto para todos: lo nico que senecesita es el silencio interior, no el exterior. Y aunque este silencio interiorpresupone apartar las imgenes en la oracin, el esfuerzo final de estanegacin es afirmar con limpia intensidad el valor ltimo de todas las cosasy de todas las personas en Dios. El camino de la renuncia es, al mismotiempo, el camino de afirmacin total. Este punto aparece muy claramenteen El peregrino ruso. El annimo campesino ruso que es el hroe de ese

    cuento, se da cuenta de que la repeticin constante de la Oracin de Jesstransfigura su relacin con el mundo exterior a su alrededor, cambiandotodas las cosas en un sacramento de la presencia de Dios y haciendo estascosas transparentes. Cuando. . . oraba de todo corazn escribe l , todoa mi alrededor pareca delicioso y maravilloso. Los rboles, la hierba, lospjaros, la tierra, el aire, la luz, todo pareca decirme que ellos existan parael hombre, que eran testigos del amor de Dios para el hombre, que todo erala prueba del amor de Dios para el hombre, que todas las cosas oraban aDios y cantaban su gloria. De esta forma llegu a entender lo que la Filocalallama el conocimiento del habla de todas las criaturas. . . Senta un amorardiente por Jesucristo y por todas las criaturas de Dios.

    De la misma forma, la Invocacin del Nombre transforma la relacin delPeregrino con sus semejantes: Volva a empezar mis andaduras. Pero ahoraya no andaba como antes, lleno de preocupacin. La Invocacin del Nombrede Jess alegraba mi camino. Todo el mundo era amable conmigo, era comosi todo el mundo me amara... Si alguien me hace dao, slo tengo quepensar: Qu dulce es la Oracin de Jess! y el dao y el enfado se esfumany olvido todo.

    Otra prueba de que hesiquaintensifica nuestra visin de la naturaleza seencuentra en la gran importancia que dan los hesicastas al misterio de laTransfiguracin. El Metropolita Anthony Bloom da una impactante descrip-cin de dos iconos de la Transfiguracin que vio en Mosc, uno pintado porAndrei Rublev, el otro por Tefano el Griego. El icono de Rublev muestra

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    a Cristo en la brillantez de su deslumbrante vestidura blanca que proyectaluz alrededor. Esta luz cae sobre los discpulos, sobre las montaas y laspiedras, sobre cada tallo de hierba. En el interior de esta luz que es. . . lagloria divina, la misma gloria inseparable de Dios, todas las cosas adquie-ren una intensidad de ser que no podran tener de otra forma; adquierenuna realidad en plenitud que slo pueden tener en Dios. En el otro icono

    la vestidura de Cristo es plateada con sombras azules, y los rayos de luzque caen alrededor son tambin blancos, plateados y azules. Todo produceuna impresin de intensidad mucho menor. Luego descubrimos que todosestos rayos de luz que emanan de la Divina Presencia. . . no dan relieve sinotransparencia a las cosas. Se tiene la impresin de que estos rayos de luzdivina tocan las cosas y se sumergen en ellas, las penetran, tocan algo en suinterior, de manera que desde el ncleo de estas cosas, de todas las cosascreadas, la misma luz refleja y brilla desde dentro para afuera, como si lavida divina acelerara las capacidades, las potencialidades, de todas las cosasy las hiciera a todas alcanzarla. En este momento, la situacin escatolgicase realiza y, en palabras de San Pablo, Dios es todo y en todo.

    Tal es el doble efecto de la gloria de la Transfiguracin: hacer que cada

    cosa y cada persona destaquen muy distintamente en su esencia nica eirrepetible; y al mismo tiempo hacer transparente a cada persona y cadacosa para revelar la divina presencia ms all y dentro de ellas:

    Un hombre que mira el cristalEn l sus ojos quedan;si a travs quiere pasar,y ver el cielo, puede.

    El mismo doble efecto se produce porhesiqua. La oracin del silencio inte-rior no niega el mundo, le da un abrazo. Permite al hesicasta mirar ms alldel mundo hacia el invisible Creador; y, de esta forma, le capacita para vol-

    ver al mundo y mirarlo con una mirada nueva. Viajar, se ha dicho a menudo,es volver al punto de partida y ver nuestro hogar de nuevo como si fuerala primera vez. Esto es el verdadero viaje de la oracin, lo mismo que deotros viajes. El hesicasta, mucho ms que el sensual o el materialista, puedeapreciar el valor de cada cosa porque cada una de ellas la ve en Dios, y vea Dios en cada una. No es coincidencia que, en la controversia Palamita delsiglo XIV, San Gregorio y sus adeptos hesicastas se preocuparan especial-mente de defender las potencialidades espirituales de la creacin material y,en particular, las del cuerpo fsico humano.

    Tal es, en resumen, la contestacin a los que ven el hesicasmo negativoy dualista en su actitud hacia el mundo. El hesicasta niega para reafirmar;retira para devolver.

    En unas palabras que resumen la relacin entre el hesicasta y la socie-dad, entre la oracin interior y la oracin externa, Evagrio Pntico dice: Unmonje es alguien que est separado de todos y unido a todos. El hesicastahace un acto de separacin externamente al retirarse en la soledad; inte-riormente, al descartar los pensamientos sin embargo el efecto de estahuida es acercarle a los hombres ms ntimamente que antes, hacerle msprofundamente sensible a las necesidades de los dems, ms fuertementeconsciente de sus posibilidades escondidas. Esto se ve de forma ms notableen el caso de los grandesstartsi. Hombres tales como San Antonio de Egiptoo San Serafn de Sarov vivieron durante dcadas enteras en silencio totaly aislamiento fsico. Sin embargo, el efecto ltimo de este aislamiento fueconferirles claridad de visin y una compasin excepcional. Precisamente

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    porque haban aprendido a vivir solos, podan identificarse instintivamentecon los dems. Eran capaces de discernir inmediatamente las caractersticasprofundas de cada persona; quizs les dijesen slo dos o tres frases, peroesas pocas palabras eran en ese caso particular exactamente lo que esa per-sona necesitaba que se le dijera.

    San Isaac el Sirio dice que es mejor adquirir la pureza del corazn que

    convertir naciones paganas enteras. No desprecia el trabajo de los apsto-les; quiere decir simplemente que a menos que uno haya adquirido algunamedida de silencio interior, es improbable que consiga convertir a alguien.Este punto lo clarifica menos paradjicamente Ammonas, el discpulo deAntonio (siglo IV): Porque haban practicado primero la profunda hesiqua,posean el poder de Dios inhabitando en ellos; y despus Dios les envi enmedio de los hombres. E incluso si muchos solitarios no estn, de hecho,enviados al mundo como apstoles ostartsi, sino que continan la prcticadel silencio interior toda su vida, totalmente desconocidos por los dems,eso no significa que su contemplacin escondida sea intil o su vida des-perdiciada. Sirven a la sociedad no con trabajos activos sino con la oracin,no por lo que hacen sino por lo que son, no exteriormente sino existencial-

    mente. Pueden decir con las palabras de San Macario de Alejandra: Estoyvigilando los muros.

    Monasterio de San Juan, Patmos