El Sentido de La Libertad en Atenas y Esparta

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LIMES J.4-1512002-2003 CEfl'RO DE BSTUDIOS CLÁSICOS UNIVERSIDAD METROPOLITANA DE CIENCIAS DE LA BDUCACIÓ~ El sentido de la libertad en Atenas yen Esparta Raúl Buono-Core

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LIMESJ.4-1512002-2003

CEfl'RODE BSTUDIOS CLÁSICOS

UNIVERSIDADMETROPOLITANA DE CIENCIAS

DE LA BDUCACIÓ~

El sentido de la libertad en

Atenas yen Esparta

Raúl Buono-Core

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LIMES14-15/ 2002-2003

CENIRO

DE ESTUDIOS CLÁSICOS

UNIVERSIDAD

METROPOLITANA DE CIENCIAS

DE LA EDUCACIÓN

El sentido de la libertad en Atenas y en Esparta .Raúl Buono-Core V.

UNIVERSIDAD CMOUCA DE V ALPARAIso

UNIVERSIDAD DE CImJJ

EL 11JMADELSENrIDODE LA UBElITAD

en Grecia ha sido mil veces estudiado porque se transforma en uno de los

conceptos claves para comprender lo propiamente griego en cuanto se refiere ala originalidad de la cultura griega, a su significado para Occidente y, sobre todo,a lo novedosa que en su momento fue la visión que los griegos tuvieron ytiempo después, entregaron al resto del mundo.

La palabra o la idea de libertad, tal como lo plantea Festugiere, "no es algoabsoluto, sino relativo. Al decir hombre libre y al pretender analizar dicha no-ción, nos vemos inmediatamente impulsados a pensar en la idea contraria decautividad. Ser libre es no ser cautivo es estar liberado"l. Esa es quizás la idea

que más ha persistido en el tiempo de un modo genérico, y sobre esa idea se hanrealizado acciones de diversa índole, en ocasiones distorsionándola, manipu-lándola o debilitándola.

¿A qué tipo de liberación nos referimos? La libertad en Grecia se podría veren un plano moral y espiritual. Basta para eso recordar en Platón el dualismo delcuerpo y del alma, del alma enredada en los lazos del cuerp02, fijada al cuerpocomo un clav03, la idea de la muerte liberadora; la idea de la liberación recorretodo el diálogo (Fedón) apareciendo la filosofía como liberadora4, transformán-dola en uno de los pilares de la pietas antigua. El mundo griego es antes quenada un mundo que garantiza la libertad espiritual de los hombres.

Pero sabemos que la idea de la libertad adquirió su mayor dominio en la vidapública, en la vida política, en ese ámbito que fue la polis, influyendo con fuerzaen la génesis de las ideas morales en Occidente, contribuyendo a la construc-ción del hombre civilizado.

Veamos entonces la idea de libertad como propia de la polis, como la libertadpolítica. El griego cree y está convencido de que esa forma de organización que

..

Este trabajo forma parte del ProyectoFONDECYT 1010310.

A. J. FEslUGWRE,en su ya clásico trabajo:Liberté el civilisation chez les Grecs. (parís. 1947),

trad. esp. (Buenos Aires, 1972), p. 1.2 Fed6n. 82, e2.

Fed6n, 83, d4.Fed6n. 82, 115.

f- IMAGEN EN PORTADILLA: Estatua de Dem6stenes, por Polyeuktos, 280 a.C.

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se ha dado es óptima. No es posible que un hombre se desarrolle plenamentesino participa de esa comunidad. A partir de esa convicción de estar viviendo enel lugar óptimo, se puede entender cómo los griegos pudieron resistir todosaquellos cambios que significaron alterar el equilibrio logrado en la polis.

La noción de libertad se hallaba ligada a la de democracia, es decir a la delgobierno del pueblo por el pueblo. "El fundamento del régimen democrático esla libertad" afirman Aristóteles5 y Platón6.

Probablemente los griegos se dieron cuenta de las diferencias entre lo quehabían sido capaces de construir y otros mundos, sobre todo cuando se produ-ce el enfrentamiento con los persas que, como sabemos, invaden Grecia. Elprimer hecho que les llamó la atención fue que existía entre ellos y sus adversa-rios una diferencia política que dominaba todo el resto. Los persas obedecían aun soberano absoluto, que era su amo, al que temían y ante el cual seprosternaban; en Grecia esas costumbres no existían. Recordemos el sorpren-dente diálogo que en Heródoto enfrenta a Jerjes con un antiguo rey de Esparta.Este rey anuncia a Jerjes que los griegos no se le someterán porque Greciasiempre luchará contra la esclavitud de un amo. Luchará, sea cual fuere el núme-ro de adversarios, ya que aunque los griegos son libres, "no son libres totalmen-te. En efecto, sobre ellos impera una ley soberana, a la que temen incluso muchomás que los tuyos a ti "7. Se refería al principio de la obediencia consentida auna regla, lo que suponía ¡la reivindicación de una responsabilidad!, al mismotiempo que teníamos a hombres dueños de una opción que no les había impues-to nadie.

Esquilo declara con el mismo orgullo, en Los Persas, que los atenienses "noson esclavos ni vasallos de nadie"8. Es importante saber que en el texto deHeródoto, no es un ateniense el que habla; y que no habla de democracia.

Los griegos se sintieron creadores de un modo de vivir; se trataba de unprincipio de vida, que definía la originalidad fundamental de la civilización grie-ga.

La alianza entre libertad y democracia implicaba entonces dos privilegios: lalibertad civil, en el sentido que todo miembro de la ciudad, nacido de padresciudadanos, tenía garantías para su persona y sus bienes, mientras no infringie-ra ninguna de las leyes civiles o políticas del Estado; y la libertad política, en elsentido de que el mismo ciudadano, por el solo hecho de su nacimiento y, porsupuesto, bajo reserva de su obediencia a las leyes, se hallaba habilitado paraacceder a todas las magistraturas públicas, fuesen éstas echadas a suerte o porelección. En el 552 a. C., las leyes de Salón aseguraron a los atenienses, paratoda su historia, la libertad civil, al prohibir el arresto de los deudores insolventes.

Esto estableció la diferencia entre un régimen oligárquico o aristocrático en queel poder pertenecía solo a la clase restringida de los ricos o de los mejores (en elsentido social de la palabra), y un régimen monárquico o tiránico, en el que elpoder estaba en las manos de un solo hombre cuyo decreto era la única ley.

Con esto el hombre griego se libera de las cadenas de la esclavitud, que loligaban de hecho y bajo la forma de una servidumbre, o que podían llegar a

Política.Z2, 1317a 20. liberté. (París,1989), pp. 43-59.La República,Vll1, 557, b3, 502 b6. · v. 242.J. ROMllLY, La Grece ala découverte de la

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atrapado por causa de la precariedad de su condición material o de la esclavitudpor deudas. También, se libera, en tanto que "animal político", de la dominacióntiránica de los primeros amos de Grecia, los reyes que poseían la tierra. Éste esprobablemente el sentido original que tuvo la libertad entre los griegos9.

En Atenas estaba ocurriendo algo que hasta entonces nunca se había visto.¿Nunca había habido democracia en otro lugar? Quizá sí, la hubo en Grecia ofuera de Grecia, pero en Atenas la instauración de este régimen se combinó conla necesidad eminentemente griega de poner siempre de relieve los principiosbajo una forma universal. Aquélla fue acompañada de escritos, de argumentos,de justificaciones. Dio lugar a la elaboración de conceptos válidos para otrasformas de gobierno comparables. Atenas instauró el debate en el centro de lavida pública; pero también fue capaz, gracias al debate, de acotar los principiosde esa vida pública. Todos los autores de esa época introdujeron de inmediatola sustancia de ese debate en sus obras. Esquilo en Las Euménides, evoca elpapel del Areópago. Algunos años más tarde, Heródoto introdujo en su obra undebate sobre las ventajas e inconvenientes de los distintos regímenes. Tucídidesatribuyó a Pericles un gran discurso sobre el espíritu del régimen ateniense.Eurípides aborda unas veces las maravillas de la democracia, otras veces susdefectos; ambos se oponen en un debate en su tragedia Las Suplicantes, enespera de que las perversiones de la democracia llenen una buena parte de latragedia Orestes.

El momento de desarrollo más pleno de la democracia ateniense fue breve.Prácticamente coincidió con Pericles y su gestión pública. Esta vinculación tanestrecha entre un gobernante y su sistema de gobierno pasó a constituirse enun modelo para el futuro. Las condiciones a partir de las cuales se desarrolló esemodelo perfecto de democracia en Grecia son decisivas en el estudio que sehaga de ella. También hay que tomar en cuenta lo difícil que es sentar un equili-brio entre esas dos situaciones, que son la condición fundamental para el fun-cionamiento de la democracia: que el pueblo sea aristocrático y que la aristocra-cia sea demócrata. Que el pueblo a través de sus decisiones elija en los cargospúblicos a los mejores, y que éstos tiendan a dar al pueblo lo mejor de sí mismos.Si ese equilibrio se quiebra, la democracia no funciona. Pericles fue permanente-mente reelegido, y al mismo tiempo siempre estuvo entregado a la causa delpueblo ateniense. La democracia fue para los griegos el más exigente de losregímenes, porque requería de la participación de todos sus ciudadanos. Eso esposible verlo en el ágora, el lugar donde los hombres decidían el futuro de laciudad, el lugar de la palabra. Se invitaba a miles de ciudadanos a un debate de

ARIsTÓTELES,La Pol(tica, Z 2, 1317 b2,afirma: "Entonces la libenad consiste, por unaparte, en el hecho de ser sucesivamente súbdito ygobernante, pues la noción popular de la justiciaconsiste en la igualdad de los derechos para todosnuméricamente hablando y no según el valor, y sital es la noción de la justicia, la masa es necesa-riamente soberana: es la decisión de la mayoría laque cuenta en último término y la que es el dere-cho...; por otra parte, la libenad consiste en quecada uno es libre de vivir como le plazca: en

efecto, esa es la función propia de la libertad, si es

verdad que lo que caracteriza al esclavo es el he-

cho de no poder vivir como le place. Tal es, pues,

el segundo signo distintivo de la democracia, de

donde ha surgido la pretensión de no tener amos.

Si es posible, de no tenerlos de ninguna clase; si

esto resultara imposible, a ser sucesivamente amo

y súbdito, pues es de esta manera como se tiende

a realizar la libenad en la igualdad para todos".

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...

palabras e ideas siempre abierto. La palabra cumplía un papel de comunicaciónsocial; no había otro medio. En una ciudad pequeña era posible mantener discu-siones ante el pueblo: la palabra, por sí misma, podía dirigirse a todos. En laAsamblea, en el Consejo, en los Tribunales, en el control de los magistrados lapalabra fue necesaria y soberana. La Asamblea estuvo formada por todos losciudadanos mayores de 18 años. Si bien algunos asuntos graves exigieron unquórum de 6.000 personas, fue raro que acudieran más de 2.000. La Asambleaordinaria se reunía entre 10 Y40 veces al año. Había también, para casos especia-les, asambleas extraordinarias. Lo novedoso es que esa masa de gentes, más omenos activas y competentes, tuvieron poder de decisión en todas las materiaspolíticas.

El Consejo, elegido por sorteo entre los ciudadanos mayores de 30 años,estuvo formado por 500 personas. El principio de la Asamblea era que cada unopudiera hablar. Eso quedó también recogido en la literatura: Eurípides, cuandocelebró la democracia por boca de Teseo en Las Suplicantes, escribió con deci-sión "La libertad consiste en esto: ¿Quién quiere proponer algo en bien de larepública? El que quiere 10manifiesta; el que no quiere calla. ¿Qué mayor igual-dad puede haber en una ciudad?" (437-441).

La posibilidad de hacer uso de la palabra, al parecer, obsesionó a losatenienses. Lo tenemos en Aristófanes, en asambleas imaginarias, y en el Sobrela corona de Demóstenes, quien, aludiendo a una situación en que nadie pedíala palabra, afirma: "Y pese a que el heraldo repetía una y mil veces la pregunta, nopor ello se levantaba nadie para hablar. Yeso que allí estaban todos los genera-les y todos los oradores, yeso que era el grito colectivo de la patria llamando aquien quisiera decir algo en pro de la supervi vencia..." (170).

El que hablaba subía a la tribuna con una corona sobre la cabeza como signode su inviolabilidad. Aquí vemos con nitidez la fe que los atenienses tenían en lapalabra y en el análisis. Isócrates en Sobre el cambio de fortunas (254), recono-ció que en muchos aspectos los hombres eran inferiores a los animales peroposeían la palabra 10. Isócrates se refiere a la humanidad, Tucídides a la democra-

cia, sin embargo se reconoce la misma filosofía subyacente y la misma fe, griegay ateniense, en el análisis realizado entre varios.

La libertad implicaba para el ciudadano poder tomar parte en la cosa pública.Al participar en la cosa pública era él quien hacía las leyes. Cuando, por consi-guiente, obedecía a la ley, no hacía otra cosa que obedecer a sus propios desig-nios, es decir, se obedecía a sí mismo. Se vislumbra todo lo que acarreaba talconcepción. No había una verdadera libertad sin participación en el gobierno, locual entrañaba un compromiso: el ciudadano debía tomar sus propias responsa-bilidades. La ley, una vez votada, teniendo el ciudadano el derecho y la posibi-lidad de oponerse a tal voto, debía seguírsela sin restricción alguna. En unapalabra, la libertad política obligaba a una disciplina del espíritu y de las costum-bres. El gobierno del pueblo por el pueblo suponía una educación que haría detodos los ciudadanos seres conscientes de sus actos.

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10 "Perocomoexiste entre nosotrosla posi-bilidad de convencemos mutuamente y de aclarar-

nos aquello sobre lo que tomamos decisiones, no

sólo nos libramos de la vida salvaje, sino que nos

reunimos, habitamos ciudades, establecimos le-

yes, descubrimos las técnicas y de todo cuantohemos inventado la palabra es la que ayudó aestablecerlo" (254).

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En estos asuntos radica en gran medida el problema de la libertad griega. Enel célebre pasaje de La Repúblicall, los excesos de la libertad conducían a unaanarquía, es decir, a un Estado en el que ya no existía autoridad, y en el que porconsiguiente todas las facciones se despedazaban mutuamente. La anarquíaconducía a su vez, a la tiranía. Bajo ese aspecto, la concepción teórica de Platón

no responde enteramente a la realidad de 10sucedido en la misma Grecia. No esexacto que las tiranías del siglo Vil a.C. hayan nacido de los excesos del régimendemocrático, porque aún no había democracias, sino sólo oligarquías. Sabemoshoy día, que las tiranías se establecieron con la ayuda del demos. Éste, al tomarpoco a poco conciencia de sus derechos, para liberarse de las presiones de losoligarcas, se aliaba con alguno de ellos con el fm de combatir a los demás. Esteoligarca, protector del pueblo, llegaba a ser en poco tiempo tiranol2. Esa tiranía,de origen popular, se mantuvo en general, al menos al comienzo, favorable aldemos y hostil a los oligarcas. La tiranía apareció entonces como el términoinevitable de los excesos de la libertad.

Los excesos de libertad han sido descritos por Tucídides en su resumen delos acontecimientos que siguieron a la muerte de Peric1es 13."Pericles decía a losatenienses que, si permanecían tranquilos, si daban sus cuidados a la flota, si enla guerra se abstenían de las conquistas, en fin, si no exponían a la ciudad apeligros, obtendrían ventajas. Pero los atenienses hicieron todo 10contrario. Enlas cosas que incluso parecían contrarias a la guerra, administraban según susambiciones individuales y sus intereses privados, para propio detrimento y el desus aliados. El éxito de esas empresas no honraba, no aprovechaba más que alos particulares, mientras que los fracasos con relación a la guerra dañaban alEstado. Los sucesores de Peric1es, más iguales entre sí y aspirando cada uno alprimer rango, comenzaron a relajar la administración pública según el antojo delpueblo. De ahí proviene que, como sucede en un Estado vasto y poderoso, secometieron muchos errores, entre otros el de la expedición marítima a Sicilia. Eneste caso la falla no consistió tanto en haber ido a atacar a los sicilianos, sino al

hecho de que aquellos mismos que enviaron la armada, lejos de pensar en pro-veerla de 10necesario una vez que hubo partido, no se ocuparon más que de suspropias querellas por lograr el gobierno del pueblo; desde ese momento, nosolamente 10 que concernía a la armada no obtuvo de ellos más que pocoscuidados, sino que fue entonces cuando, en 10que respecta a la ciudad, comen-zaron a librar entre sí luchas intestinas". Y fueron esas discordias interiores, no

los enemigos externos, la causa principal de la caída de Atenas.En verdad, aquí nos topamos con una realidad histórica que se aleja un tanto

de aquellas que fueron las condiciones ideales para que esa libertad se constitu-yese, y que se basa en que, paradójicamente, Atenas y la democracia ateniensese apoyaron en una serie de elementos que permitieron el sustento del régimensobre la base del dominio que se ejerció sobre una gran cantidad de ciudades deGrecia. Fue el Imperialismo ateniense, el que nos permitió constatar que muchosde los ideales que se han atribuido a Atenas no se cumplieron a partir de lacapacidad de desarrollo interno de Atenas, como podría ser la autarquía, sino

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11

12VIII, 555 b Yss. VIII, 565, d 1.HERÓDOTO,m, 82; cfr.I'1ATÓN,República, 13 11,65.

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del abuso y presión de Atenas sobre esas ciudades federadas. Una Atenasesplendorosa a costa de las restantes ciudades, cuya democracia estuvo condi-cionada por la permanente presión que ejerció sobre ellas.

Esparta fue lo contrario de Atenas. Un mundo riguroso y a veces cruel,alejado del impulso que llevó a los griegos hacia el planteamiento común de losproblemas y a la superación de barreras. Entre Atenas y Esparta la discrimina-ción fue una constante. En una provoca terror, en otra fascinación; o bien, enAtenas, amiga de los discursos, la palabra fluyó espontáneamente, penetrandolos sentidos de la ciudad; en Esparta, en cambio, jamás se aflojaron las riendasde la palabra. Es como si el impulso griego se hubiese perdido. Por otra parte,pareció que el imperialismo ateniense acercara a estas dos poleis.

¿Cómo vieron los ciudadanos de Grecia, durante las guerras del Peloponeso,estos dos rostros de la libertad?

Éste es un tema que estuvo muy ligado a un elemento distorsionador delconcepto, el de la propaganda política.

La propaganda espartana tendió a presentar las Guerras del Peloponesocomo una guerra de liberación de Grecia ante la opresión del imperialismoateniense.

El punto de partida del análisis lo podemos ver en los testimonios que nosentrega Tucídides durante las negociaciones diplomáticas entre Esparta y Ate-nas, en el invierno del 432-31 a.C. Tucídides cree que los espartanos solo busca-ban ganar tiempo hasta tener un buen pretexto para iniciar la guerra. Ese año serealizaban en Esparta dos congresos en que participaron los aliados, quienes selamentaban contra Atenas, en los cuales se acordó que Atenas era culpable porhaber violado la tregua del 44514,por lo que se decidió ir a la guerral5.

En el invierno del 432-31 se envió a Atenas sucesivamente tres embajadas,con tres misiones distintas. La primera solicitó la expiación de un antiguo sacri-legio contra Atenas, pero en el fondo buscaba dañar a Perides; la segunda tuvoque ver con los lamentos y peticiones de Megara, Egina y Potidea; y la tercerasolicitó la autonomía de los griegosl6. "Los lacedemonios quieren que haya paz,y la habrá, si devolvéis la independencia a los griegos". Esta petición tuvo elcarácter de un ultimátum, para Atenas que no podía aceptar una situación de esegénero, en cambio le daba a Esparta una justificación para una guerra, como almismo tiempo las bases de un verdadero manifiesto propagandístico dirigido atoda Grecia, en particular, naturalmente, a los aliados de Atenas y a los neutra-les, con el fm de conquistar su simpatía y apoyo.

La fama de Esparta fue una garantía a priori de esta propaganda. El prestigioespartano estuvo siempre muy en alto, tanto en Grecia como fuera de ella: indis-cutible hasta las Guerras Médicas, pero modificado una vez que Atenas asumióun rol decisivo en el desenlace de ese conflicto. Tanto Tucídides17como PIUtarc018

reconocieron a Esparta el mérito de haber determinado la caída de las tiranías enGrecia y de haber, por lo tanto, cumplido una función liberadora. A raíz de eso,Corinto, en el verano del 432 a.C., acusó a Esparta de ser neutral y de no ayudar

"1>,.

1,87,3.1, 125, 1.1, 139, 3.

17 1, 81, 1.18 En De Herodoti malignitate. XXI, 2, seda una lista de tiranos expulsados de Esparta.

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a los aliados de Atenas que se rebelaban, aprovechando cualquier ocasión paraincitar la entrada de Esparta a una guerra contra Atenas. Estos antecedentes

nos permiten creer que los espartanos, antes de la guerra, ya tenían prestigio yfama de liberadores, argumento que usaron para conquistarse a la opinión públi-ca. Ellos no solo proclamaron el programa de una guerra de liberación antes delconflicto, sino que lo difundieron en los años posteriores.

Otro ejemplo de esto es el relato del golpe de mano de los tebanos, quienes,en la primavera del 431 a.C, violando los pactos, se preparaban para la luchaarmada.

Tucídides se refirió a la opinión pública griega19, comentando que había unajuventud deseosa de combatir, afirmando que los espartanos difundieron lanoticia de que habrían liberado a Grecia proclamando una guerra justa. Todoesto a pesar que Esparta había solicitado con poca energía la autonomía deEgina20, lo que nos permite constatar la eficacia de esa propaganda.

Cuando, en el verano del 428, Mitilene envió una delegación a Olimpia para

solicitar ayuda a la liga del Peloponeso, quedó demostrado que la activa propa-ganda de Esparta influyó en la opinión pública griega.

Finalmente, la debacle que sufrió la expedición ateniense a Sicilia, en el 415-13, convenció a los griegos de que la potencia de Atenas estaba declinando y seacercaba su fin21.Por eso sus aliados se sintieron envalentonados a desertar, y

fueron apoyados por Esparta, promoviendo sobre todo sublevaciones en laregión de Jonia. Estas acciones tuvieron el apoyo del rey persa a través delsátrapa Tisafeme, quien se encontró en el problema de no poder recaudar lostributos de las ciudades de Jonia, porque eran aliadas de Atenas22. Aquí sedemuestra la falta de coherencia de la postura de Esparta y la imagen que su

propaganda proyectó. Si Esparta hubiese sido fiel a su propaganda liberadora,no habría podido consentir la explotación de Jonia de parte de los persas.

Consciente de una pérdida de imagen y de credibilidad, y entusiasmados porla debilidad de Atenas después de la aventura en Sicilia, los espartanos retornaronla idea de una "guerra de liberación", obteniendo nuevas adhesiones por laseriedad y el celo con que conducían dichas acciones.

En la primavera del 41 1 a.C. una conjura oligárquica derrocó a la democraciaateniense. Contemporáneamente se enviaron agitadores a las ciudades alia-das23. Ante esto, varias ciudades aliadas de Atenas, como es el caso de Taso,

paradójicamente solicitaron el auxilio a Esparta con el objeto de recuperar sulibertad y restablecer un régimen democrático. En ese entonces, recuperar lalibertad significó para los griegos democráticos dirigirse a Esparta.

Cuando en el 407 a.C. Lisandro tomó el control de la flota espartana y la

dirección de la guerra en Jonia, se institucionalizó un nuevo tipo de relación conlas ciudades aliadas de Atenas que desertaron o que fueron conquistadas. Lasdemocracias fueron reemplazadas con gobernadores espartanos.

,.zo2122

n, 8.1,139,1.VIII, 2 Y 24, 5.VIII, 5, 5. M. AMIT, "A Peace Treaty

between Sparta and Persia", en "Riv. Stor.dell'Antichito", (1974), pp. 55-63.23 VIII, 63, 3 Y64, 1.

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53RAÚL BUONo-CORE

Con la victoria, Esparta abandonó definitivamente cualquier intento de sercoherente con su propaganda liberadora, negando un gobierno autónomo a lasciudades "liberadas" de la tiranía ateniense.

La liberación de Grecia había sido el gran tema de las Guerras Médicas:cincuenta años después, Esparta, aplicando un ideal panhelénico a una guerraque dividía Grecia, lo recuperó para usarlo propagandísticamente contra Ate-nas. Esto fue posible porque Esparta se presentó como la liberadora de losgriegos y garante de la autonomía de las poleis, en particular de las más peque-ñas, amenazadas por Atenas. Esta fue una fórmula destinada a tener un granéxito en los siglos posteriores: teorizada por Esparta en la paz de Antalcida,hecha propia por Atenas, que había comprendido su gran valor propagandísti-co, en las declaraciones pronunciadas por la segunda liga ateniense el conceptode libertadretornó constantemente, siempreconfirmadoy siempre violado,idealsupremo del alma griega, pero también instrumentopermanentemente válidodepropaganda, hasta el momento de la intervención de Roma en Grecia.

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CENl'RO

DE ESTUDIOS CLÁSICOS

UNIVERSIDADME'IROPOLITANA DE CJENCIAS

DE LA EDUCACIÓN

El sentido de la libertad en Atenas y Esparta

Raúl Buono-Core

En este trabajo se hace una revisión delas fuentes que penniten ver algunas de las distintas fonnas de interpretaciónque tuvo el concepto de libertad en el mundo griego. En Atenas, la libertad esmoral y espiritual, es una idea propia de la polis democrática. Por otra parte, laGuerradel Peloponesopennite a la propaganda espartana presentada como unaliberadorade Grecia ante la opresióndel imperialismo ateniense.

The liberly's sense in Athens and Sparte

In this artide there is a revision of thesources which allow the interpretation ofthe concept offreedom in the Greekworld. In Athens, freedom is moral and spiritual, it's the own idea of thedemocratic polis. On the other hand the Peloponeso War allows the Spartanpropaganda to present it as the Greeces liberator in the presence and theoppressionof Athenss imperialism.