El Segundo Mandamiento - Catholic Current · El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre...

2
RINCÓN CATEQUÉTICA El Segundo Mandamiento F n el episodio de la zarza ardiente, Moisés le preguntó a Dios su nombre. Dios le con- testó: “Yo-soy […] Esto les dirás a los isra- elitas: Yo-soy me envía a ustedes” (Ex 3:14). Los hebreos trataban este nom- bre de Dios con tal respeto que ni siquiera lo pronun- ciaban. Se honraba con el silencio. Solo el sumo sac- erdote, una vez al año, para la fiesta de la expiación, pronunciaba este nombre cuando se hacia la ofrenda del incienso en el Santo de los Santos del templo. Como señal de reverencia hacia el santo nombre rev- elado, la gente lo sustituía por el nombre Adonai, que significa “Señor”. Los judíos de hoy en día han adoptado esta costumbre al escribir “ D–s ” en lugar del deletreo común. El Segundo Mandamiento nos llama a la virtud de rev- erenciar a Dios, lo que nos prepara para conocer y preservar la diferencia entre el Creador y la criatura. Respetar el nombre de Dios evita que lo reduzcamos a un simple hecho o incluso a un objeto que podemos con- trolar o manipular. Al mismo tiempo, un Dios de gracia desea intimar con nosotros, incluso encarnándose en Jesucristo y habitando en nosotros por el Espíritu Santo. En el Evangelio de Juan, Jesús se aplica a sí mismo la expresión “Yo Soy” (cf. Jn 8:58), iden- tificándose a sí mismo, de esta manera, con Dios. Se distingue a sí mismo del Padre y del Espíritu Santo, a quien enviará al mundo tras su Resurrección. Esta fue una manera en la que Jesús nos ayudó a entender a Dios como Trinidad. El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre del Señor. Pertenece, como el primer mandamiento, a la virtud de la religión y regula más particularmente el uso de nuestra palabra en las cosas santas. —CIC, no. 2142 “NO HARÁS MAL USO DEL NOMBRE DEL SEÑOR, TU DIOS” (EX 20:7) 1 Imagen: Galería Nacional de Arte. Siglo XVI alemán Moisés y el arbusto ardiente. 1500 grabado en madera coloreado a mano en una hoja de papel colocada: 14,1 × 16.9 cm (5 9/16 × 6 5/8 pulg.) Regalo de Ruth Cole Kainen Catholic Current

Transcript of El Segundo Mandamiento - Catholic Current · El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre...

Page 1: El Segundo Mandamiento - Catholic Current · El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre del Señor. Pertenece, como el primer mandamiento, a la virtud de la religión y regula

RINCÓNCATEQUÉTICA

El Segundo Mandamiento

Fn el episodio de la zarza ardiente, Moisés le preguntó a Dios su nombre. Dios le con-testó: “Yo-soy […] Esto les dirás a los isra-

elitas: Yo-soy me envía a ustedes” (Ex 3:14). Los hebreos trataban este nom-bre de Dios con tal respeto que ni siquiera lo pronun-ciaban. Se honraba con el silencio. Solo el sumo sac-erdote, una vez al año, para la fiesta de la expiación, pronunciaba este nombre cuando se hacia la ofrenda del incienso en el Santo de los Santos del templo. Como señal de reverencia hacia el santo nombre rev-elado, la gente lo sustituía por el nombre Adonai, que significa “Señor”. Los judíos de hoy en día han adoptado esta costumbre al escribir “ D–s ” en lugar del deletreo común. El Segundo Mandamiento nos llama a la virtud de rev-erenciar a Dios, lo que nos

prepara para conocer y preservar la diferencia entre el Creador y la criatura. Respetar el nombre de Dios evita que lo reduzcamos a un simple hecho o incluso a un objeto que podemos con-

trolar o manipular. Al mismo tiempo, un Dios de gracia desea intimar con nosotros, incluso encarnándose en Jesucristo y habitando en nosotros por el Espíritu Santo. En el Evangelio de Juan, Jesús se aplica a sí mismo la expresión “Yo Soy” (cf. Jn 8:58), iden-tificándose a sí mismo, de esta manera, con Dios. Se distingue a sí mismo del Padre y del Espíritu Santo, a quien enviará al mundo tras su Resurrección. Esta fue una manera en la que Jesús nos ayudó a entender a Dios como Trinidad.

El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre del Señor. Pertenece, como el primer mandamiento, a la virtud de la religión y regula más particularmente el uso de nuestra palabra en las cosas santas. —CIC, no. 2142

“NO HARÁS MAL USO DEL NOMBRE DEL SEÑOR, TU DIOS” (EX 20:7)

1Imagen: Galería Nacional de Arte. Siglo XVI alemán Moisés y el arbusto ardiente. 1500grabado en madera coloreado a mano en una hoja de papel colocada: 14,1 × 16.9 cm (5 9/16 × 6 5/8 pulg.) Regalo de Ruth Cole KainenCatholic

Current

Page 2: El Segundo Mandamiento - Catholic Current · El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre del Señor. Pertenece, como el primer mandamiento, a la virtud de la religión y regula

En el Evangelio de Juan, Jesús se aplica a sí mismo la expresión “Yo Soy” (cf. Jn 8:58)

RINCÓNCATEQUÉTICA

De alguna forma, un nombre comunica la real-idad de una persona —su origen, su historia, el mismo ser de la persona. Es por esto que la gente protege sus nombres y esperan que sean tratados con honor. El nombre de Dios se merece, obvia-mente, el más alto honor y respeto. El Señor nos da un Mandamiento que nos pide que respetemos su nombre y que no lo use-mos de manera irrespetu-osa o manipuladora. Cuando Jesús enseñó el Padrenuestro, su primera petición fue “Santificado sea tu nombre”. Nosotros también adoramos el santo nombre de Dios en cada Misa, al principio de la Plegaria Eucarística, cuando recitamos o can-tamos el Sanctus.

También recibimos for-taleza al recordar nuestro Bautismo, por el cual participamos en la Iglesia “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Ser bautizado en el nombre de la Santísima Trinidad significa ser inmersos en la propia vida del Padre, Hijo y Espíritu. El nombre de Dios nos santifica. En el Bautismo normalmente recibimos el nombre de un santo, de un discípulo de Cristo que ha llevado una vida ejemplar, para recordar-nos nuestra llamada a la santidad. Los santos patrones —es decir, el santo o santos cuyos nom-bres se nos han dado— sirven como ejemplos

del camino hacia la santidad mediante su testi-monio de fe, esperanza y caridad. También inter-ceden ante Dios para nuestro beneficio. Dios nos llama por nuestro nombre. Nuestro nombre es sagrado. Tenemos que honrar el nombre de

Dios y los nombres de los demás para hacer de nues-tro mundo un centro de dignidad y respeto.

Este artículo es un extracto del Catecismo Católico de los Estados Unidos para los Adultos (Washington, DC: USCCB, 2007) 375-376. Copyright © 2017, Catholic News Service–United States Conference of Catholic Bishops, Washington DC. Todos los derechos reservados.

El Segundo Mandamiento

2CatholicCurrent