El rol de urbanismo y del paisaje en la ciudad de méxico

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CIUDAD Y PAISAJE EL ROL DE URBANISMO Y DEL PAISAJE EN LA CIUDAD DE MÉXICO PUBLICACIÓN

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Como carreras jóvenes Urbanismo y Paisaje, hasta el día de hoy, han tenido grandes avances, pero también perspectivas poco conocidas, con una trayectoria de 30 años en el País es necesario hacer notar y establecer la imagen de estas profesiones a partir de la divulgación y la generación de conocimiento en materia.

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CIUDADY PAISAJE EL ROL DE URBANISMO Y DEL PAISAJE EN LA CIUDAD DE MÉXICO

PUBLICACIóN

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DOSSIER

1. _ CARtA EDItORIAL

2. _ ¿PUEDE EL ENtORNO URBANO tRANSfORMARSE EN PAISAJE Y USARSE COMO hERRAMIENtA LA PLANEACIóN tERRItORIAL?3. _ EL ESPACIO PúBLICO ,MODELADOR DE CIUDADES

4. _ LOS MOvIMIENtOS SOCIALES Y LOS RECURSOS DE SIEMPRE: LA CALLE, EL ESPACIO DE DEMOCRAtIzACIóN

5. _ GALERíA

6. _ LA URBANIStA, PLANERAR, hACER Y ENSEñAR

7. _ DESPUÉS DE 30 AñOS, ¿qUÉ hEMOS LOGRADO COMO GREMIO?8. _ NOtAS PARA UN vIAJERO EN EL OMBLIGO DE LA LUNA

Mexico, Distrito Federal,Coyoacán, Noviembre 2015.

Año 1, número:cero.

Editado y producido por Leonardo E. Escobar Heredia y el equipo de Ciudad y Paisaje.

Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente expresan la postura del editor o de alguna institución específica.

Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos en esta publicación sin la previa autorización de sus autores o editor

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Leonardo Escobar,Angela Hinojosa,Alma picaso, Jorge Ramos,Alejandro Cornejo, Pamela Pino,Aline Ramirez, Pamela Santa Rosa,Lizeth Flores,Andrea Colores, Maggi H. Franco,Aldebarán Uicab, Edgar LópezSusana Colin.

Colaboradores

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De la misma manera este medio se ha pragmatizado de las ideas al papel, para que tú puedas exponer distintos puntos de vista acerca de la imagen mental, opinión y/o tratados de la ciudad; en cada directriz temática podrás encontrar como lector un acervo ideológico y cultual, sembrado a partir de los fenómenos y hechos que aconte-cen a tu alrededor. Todas las bases teóricas, físicas y tecnológicas aquí

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Carta Editorial

Las ciudades del siglo XXI mani-fiestan nuevos cambios en torno a poblaciones con perspectivas más relacionadas cada vez con sus espacios públicos y a la ex-periencia vivencial que la ciudad ofrece; el estado de pensamiento del urbanita transciende a través del caminar en sus calles y el dis-frute de cada lugar en relación a la memoria guardada en los es-pacios.

Preocuparnos por la signifi-cación de la ciudad -más allá de la conceptualización técnica o sociológica- representa un valor colectivo e individual que guía las conductas y fuerzas de em-puje y arrastre modeladoras de las ciudades. Todas las acciones ejercidas sobre la ciudad a dis-tintas escalas y temporalidades son percibidas por el paisaje que se manifiesta como un ele-mento superpuesto de distintas ciudades surgidas, modificadas y reinventadas a partir del medio natural en intervención directa de algunas o muchas manos.

El urbanismo y el paisaje han evolucionado a partir de un parámetro técnico e individual a uno cada vez más colectivizado; por tal razón, la opinión y acción de cada individuo que participa en la ciudad for-ma parte de los criterios para diseñarla. La visualización de los nue-vos profesionales, en contacto con lo que es y no es ciudad ,debe de formar una opinión devenida de la concepción moderna de un espacio y temporalidad especificas: la realidad urbana.La construc-ción del pensamiento, que si bien nace a partir dela idealización con-temporánea, debe de evolucionar fuera de los paradigmas dados permitiendo que el conocimiento sea aplicado con mejores aciertos mostrados sobre nuestros paisajes conformados.

Tener fundamentos acordes a nuestra realidad tomando en cuenta a nuestra sociedad, sistema económico, medio natural, es-tructura y sistemas urbanos fundamentarán la esencia de los criterios de diseño y planeación de ciudades, pasando de planos y dibujos a realidades complejas sobre el medio físico.

De la misma manera este medio se ha pragmatizado de las ideas al papel, para que tú puedas exponer distintos puntos de vista acerca de la imagen mental, opinión y/o tratados de la ciudad; en cada directriz temática podrás encontrar como lector un acervo ide-ológico y cultual, sembrado a partir de los fenómenos y hechos que acontecen a tu alrededor. Todas las bases teóricas, físicas y tecnológi-cas aquí vertidas serán el tramado que formará la base para la gen-eración de los criterios y nuevo conocimiento para poder actuar con una visión fundamentada en nuestras ciudades y paisaje mexicano.

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¿Puede el entorno urbano transformarse en paisaje y utilizarse como herramienta para la

planeación territorial? Resumen:

El entorno urbano tiene una gran diversificación de representaciones visuales, las cuales lo dotan de ciertas caracterizaciones portadoras de información y dignas de ser interpretadas. El estudio del paisaje, entendido desde el punto de vista ecológico y cultural, ayuda a la interpretación de dichas representaciones visuales, no obstante, no es suficiente interpretar la ciudad de ese modo, sino que es necesario el abordaje de la información que se obtiene para crear instrumentos de ordenación territorial capaces de resolver la problemática urbana desde el punto de vista del habitante urbano quien tiene formas, per-sonales y colectivas, de interpretar su entorno.

El entorno urbano posee una forma, estructura y composición que lo caracterizan y lo dotan de un significado, una identidad y un carácter particular. Al poseer estos atributos, el entorno urbano necesita ser comprendido y descifrado, no obstante, no puede ser visto como un objeto material por lo que su significado depende tanto de lo físico como de lo fenomenal; tanto de lo ecológico, como de lo simbólico.

Los entornos urbanos cuentan con representaciones visuales características que evidencian rasgos específicos y vuelven única a cada ciudad. Cada representación visual de la ciudad es portadora de información, por lo tanto es susceptible de interpretación, y es a estas representaciones visuales dotadas de información a las que solemos llamamar “Paisajes”. Según Carl Sauer y Leighly un Paisaje Cultural es el área geográfica creada por un grupo social a partir de un paisaje natural, donde la cultura es la fuerza moldeante – el agente- y el área natural es el medio que proporciona los materiales a partir de los cu-ales está formado el paisaje cultural. En condiciones geográficas, históricas y culturales específicas, una sociedad se puede relacionar con su entorno transformándolo en paisaje, de tal modo que los paisajes tienen una connotación ecológi-ca y una cultural. La connotación ecológica engloba los aspectos

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visibles, objetivos y cuantific-ables de un ecosistema; la cultur-al se centra en el entorno mold-eado por el hombre, el cual está influenciado por aspectos socia-les, económicos y culturales. El paisaje no sólo se es-tudia en base a las formas de producción de estas imágenes representativas con su compo-nente ecológico y cultural, sino también desde el punto de vista del espectador, es decir, la forma en que se perciben éstas imá-genes que revelan las relaciones y vínculos que existen entre el medio externo y sus ocupantes.

Las primeras investigaciones realizadas para analizar el paisa-je urbano se dieron a mediados del siglo pasado con los estudios y publicaciones de dos urbanistas: Kevin Lynch y Gordon Cullen. Lynch en The image of the city realizó un análisis entre el es-pacio urbano y sus usos con la finalidad de entender cómo se imagina un habitante la ciudad, es así como desarrolló una herramienta que consta de cinco elementos que ha ayudado a desarrollar los estudios actuales sobre la imagen urbana. Dichos elementos son: las sendas, los bordes, los barrios, los nodos y los hitos.Por su parte, Cullen en su libro Townscape desarrolla por primera vez ese concepto que une las palabras anglosajonas town (pueblo) y landscape (paisaje) a través de lo que él denomina la “visión serial” y cuyo significado hace referencia a la sucesión de imágenes entre la visión existente (lo objetivo) y la emergente (lo subjetivo).

Leonardo Escobar, Plaza de la Constitución, México Distrito Federal

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Cada habitante de la ciudad tiene una interpretación particu-lar de los paisajes que lo rodean influenciada por sus experien-cias personales y las experien-cias existentes colectivas. En ese sentido, el entorno urbano ad-quiere cierta significación, per-cepción, sensación, orientación e incluso sentido afectivo. Por lo que no está de más señalar que el análisis del paisaje requiere del estudio del componente so-cial manifestado en las formas de población, los tipos de estructu-ras construidas (arquitectura) y los tipos de uso de suelo.Es bien sabido que cualquier diseño urbano y de planificación necesita tener en cuenta la imag-inación colectiva, la cual se mani-fiesta, como ya se mencionó, en los paisajes representativos de una localidad. Paisaje y urban-ismo se disuelven en un único fenómeno para crear procesos, fases de desarrollo y métodos operacionales en la Planificación Urbana. En ese sentido, el paisa-je puede ser una herramienta para teorizar, diseñar y organizar grandes áreas urbanas, territo-rios y sistemas.

Pamela Pino

Como profesionales en las ciencias del Urbanismo y el Paisaje nos corresponde innovar en la creación de procesos, fases de desarrollo y métodos operacionales en la Planificación Urbana. Al estudiar las ciudades, Paisaje y Urbanismo se disuelven en un único fenómeno, y una única práctica, podemos hablar de un “Urbanismo Paisajístico” si hacemos referencia a esa disolución entre ambas disciplinas en donde se realiza una planificación ecológica de los territorios urba-nos.El dinamismo de los paisajes es fruto de las relaciones a lo largo del tiempo entre la sociedad y el territorio, por tal motivo algunos estu-diosos del paisaje, como Rodríguez Chumillas plantean la idea del paisaje como un documento, que al estudiarlo puede manifestar la historia territorial formando una biografía del territorio.

En la actualidad es necesario un método morfológico, que ayudado de una organización sistemática del contenido del territorio, selec-cione qué cualidades visuales pueden ser objeto de estudios cuanti-tativos, para así poder ver la diferenciación de hábitats o su individu-alidad con relación a otros paisajes.Estos estudios cuantitativos se pueden representar en forma de mapas para la incorporación del elemento “Paisaje” en los futuros ordenamientos del territorio. La forma en que el paisaje puede dar cuenta de las dinámicas territoriales es a través de las unidades de paisaje, entendidas como “piezas” homogéneas del territorio con características particulares que pueden ser sujetas a un tratamiento urbano específico.Considero que se debe profundizar en los estudios sobre el Paisaje, existen muchos trabajos desde el punto de vista geográfico y filosó-fico, no obstante, es necesario elaborar investigaciones desde una perspectiva urbanística que permita aplicar lo estudiado de manera práctica en soluciones integrales que beneficien el entorno urbano que habitamos y eleven la calidad de vida de la población de las urbes.

Bibliografía:

Arabela, Ch. y González, L. (eds). Desarrollo Territorial y Paisaje (2006). Geocalli. Cuadernos de Geografía. Año

7. No. 14. Universidad de Guadalajara. Septiembre, 2006.

Moya Pellitero, A. M. La percepción del Paisaje Urbano (2011). Editorial Biblioteca Nueva, S. L., Madrid, 2011.

Ortega, N. García, J., Mollá, M. (eds.) Lenguajes y visiones del paisaje y del territorio. (2010). Ediciones de la

Universidad Autónoma de Madrid. Ciudad Universitaria de Cantoblanco, Madrid.

Pino, P. Normatividad y aprovechamiento de recursos naturales en Cuajimalpa. Elementos configuradores del

territorio y el paisaje. Tesis que para obtener el grado en Maestra en Planeación y Políticas Metropolitanas

presentó Pamela Dulce María Pino Juárez. (2011). Universidad Autónoma Metropolitana. Ciudad de México,

México.

Sauer, C. O. y Leighly, J.B. Land and life: a selection from the writings of Carl Ortwin Sauer (1963), Berkeley,

University of California Pres, 1974.

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La ciudad como lugar de per-manencia al que todos tenemos derecho, es el resultado de la transformación: ensayo y error de todos los que han vivido en ella. Uno de los factores princi-pales para que éstos se puedan desarrollar, de manera deter-minante, es el espacio público; sin él la integración tanto física como social de la estructura y re-des urbanas es incomprensible. Las formas y usos en el espacio público se han transformado a partir de las necesidades tem-porales y sociales de cada grupo de seres humanos, de acuerdo a sus posibilidades, necesidades,

afinidades culturales y estéticas. En las proto-ciudades, la especificidad del espacio podría analizarse en Uruk. En ella, se distingue lo que más tarde se conceptualizaría como un espacio público. Al principio, analizar la estructura y com-posición de los volúmenes arquitectónicos –su muralla y la gran pla-za– podrían hablar de sólo el funcionamiento práctico que conectaba a un templo con otro, sin embargo, la conjunción del espacio arqui-tectónico, urbano y social daba como resultado un escenario lleno de relaciones y jerarquías humanas, basadas en sus ritos y en el co-mercio.El espacio necesita de una base física para existir, en México el ejem-plo es el Altepetl: se comprende como una delimitación territorial con una organización política y social representativa de los pueblos indígenas de Mesoamérica. Allí, sólo la lucha por el espacio deter-minaba las condiciones económicas, desde el Macehual hasta al Tla-toani, beneficios de estatus para los pueblos guerreros, y el creci-miento de grandes territorios por la adhesión y expansión de éstos, los cuales surgían a partir de la gestión territorial y dominio de las grandes plazas públicas.

El espacio público, modelador de las ciudades

Isa Catalán, Fuente de los coyotes, Coyoacán, México Distrito Federal

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Existe una fuerte lucha por poseer y usar suelo, ya que desde el origen de la humanidad la necesidad de obtener recursos y alimentos para la super-vivencia depende del dominio de éste; pues todo el suelo es escaso, y generalmente nunca tiene los mismos atributos topográficos, geológicos, eda-fológicos o de localización, haciéndolo un bien inelástico. Fuera de estas características físicas, existen condiciones generadas en el espacio como las relaciones humanas, el pago de impuestos, la organización militar y económica, y manifestacio-nes culturales que cargan al espacio generación tras generación, modificándola al servicio de sus habitantes.

Aunque existan criterios de localización para que un individuo se asiente en un lugar de-terminado, su decisión también es influida por la necesidad de construir un tejido urbano tanto físi-co como espiritual, de modo que se transforma la perspectiva vivencial de cada individuo en su pro-pio espacio, beneficiándose de la aglomeración en algún asentamiento humano, formando ciudades caracterizadas por ciertas cuestiones económicas, culturales, ideológicas o lingüísticas.

Las cualidades y atributos de una ciudad sólo pueden consolidarse si el estado del espa-cio público logra poseer las suficientes relaciones interpersonales sobre el medio físico, al adquirir mejores condiciones de forma paulatina. Pueden ser grandes plazas o pequeñas calles. Aun así, su uso es la prueba que mantiene adherido el sujeto al objeto. Es necesario comprender la estimación de los valores que pueden configurar la imagen de un lugar de acuerdo a las expectativas de uso que se tienen en él, por lo tanto la combinación de distintos atributos pueden hacer más factible el desarrollo de unas zonas comparadas a otras; un caso concreto se puede apreciar y analizar con dos ciudades históricas dentro de lo que ahora es el Distrito Federal: Coyoacán y Azcapotzalco.

El desarrollo de estas ciudades está confi-nado en un tiempo centenario con un nacimiento prehispánico, y un desarrollo a través de las dis-tintas etapas del México colonial, revolucionario y moderno. El contraste y la diferenciación nace es-pecíficamente de la comparación de cualidades y atributos espaciales, históricos y de patrimonio muy similares. A pesar de ello, podemos decir pun-

tualmente que el desarrollo de Coyoacán como un centro de comercio, cultura y de cualidades ambi-entales o arquitectónicas, determina la condición física e intangible del espacio público y privado con cualidades inimaginables que nunca se encon-trarían en otro sitio, atribuyéndole el sustantivo de “lugar”; comparado con el desarrollo de Azcapot-zalco, aunque con orígenes similares, la condición del proceso de urbanización delineó un paisaje urbano de pueblos y barrios con trazas urbanas originales y modernas, una zona industrial impor-tante y de equipamiento urbano de carácter met-ropolitano, que sólo conserva en su centro algunos inmuebles catalogados –es decir, protegidos– por el INAH y el INBA.

En 1944, un decreto presidencial estableció la pl-anificación y edificación de la zona industrial de la colonia Vallejo, la cual por su extensión es una de las más importantes del Distrito Federal. De igual manera, se establecieron estaciones de ferrocar-riles de carga, Pantaco y Ceylán, así como el Rastro de Ferrería, de forma paralela al establecimiento de las industrias. Al mismo tiempo el impacto de Ciudad Universitaria, el CENART, así como los dis-tintos equipamientos culturales y ensanches para clases socioeconómicas medias y altas a lo largo de la avenida de los Insurgentes, marcan definitiva-mente una disyuntiva importante entre ciudades patrimoniales con un origen, cualidades espaciales e históricas similares pero con un desarrollo total-mente diferente dictado por la normativa zonifica-dora, el crecimiento económico y la especulación inmobiliaria.

Cambiemos la visualización de la ciudad hacía un sitio hecho específicamente para nosotros, logremos la suficiente soberanía ciudadana con el propósito de salir a las calles.

Ya hemos visto la importancia que tiene el espacio público, el cual es fundamental para vivir una mejor experiencia acompañada de una construcción de la convivencia social y el uso de nuestra ciudad. Comprendamos que la situación del espacio público es un derecho legítimo de la sociedad y no sólo un recurso paisajístico o de diseño para ciertas clases.

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Consideremos los usos potenciales y recu-peremos vacíos urbanos, para el beneficio del preciado patrimonio que se nos ha heredado. También razonemos la postura de la ciudad no sólo como una mega-estructura , sino como un simple hogar que necesita de todos para crecer y desarrollarse en la progresión de la civilidad urbana que adquirimos al nacer en estos suelos con cargas económicas, cultura-les y de poder, que moldean desde diferen-tes perspectivas nuestra forma de percibir el mundo.

Leonardo E-Escobar Heredia

Jorge Ramos, Unidad Multidisciplinaria de la Facultad Arquitectura de la UNAM

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Los movimientos sociales y los recursos de siempre: la calle,

el espacio de democratización.

Los movimientos sociales han sido, a lo largo de los últimos años, una fuerte exclamación de ciudadanía y democracia en las grandes urbes de todo el mundo. Teóricos del Urbanismo como Jor-di Borja y Jane Jacobs atribuyen a la ciudad y los conflictos y problemáticas urbanas -resultantes del modelo neoliberal- la necesidad de los habitantes de la ciudad de hacerse escuchar, de formar parte en la toma de decisiones. Afirman que la condición de ciudadanía y de urbanidad está dada por estas necesidades de expresión y de participación por parte de los agentes urbanos. Los movimientos so-ciales urbanos nacen, entonces, como búsqueda de democracia, mediante acciones colectivas y reivindicativas que, exigiendo la inclusión y el ejer-cicio de la ciudadanía, salen a la esfera pública a ejercer sus libertades; debido a que la calle es el espacio más público, es ésta las coprotagonista de los movimientos colectivos.

Los movimientos sociales, estudiados como fenómenos sociológicos, han sido aborda-dos por diferentes teóricos; sin embargo, para este el fin de este escrito retomaremos lo enunciado por Charles Tilly quien reconoce que los recursos usados por los movimientos sociales pueden ser de naturaleza tan abstracta como los valores, las ideas o la cultura. Tilly asegura que para que un movimiento social pueda ser exitoso debe tener acceso a elementos que le den valía o legitimidad (Tilly, 2009); esto es, tener una claridad de deman-das, que éstas sean razonables, proporcionadas, sensatas y capaces de sumar a la causa. Él entiende a los movimientos sociales como parte de los procesos políticos que tienen objetivos precisos. Además apunta que “la democratización fomenta la formación de movimientos sociales.” (Tilly, 2009), donde la participación equitativa, igualitaria y ho-

mogénea, genera estrategias de veracidad y capa-cidades del público de asumir un papel importante, como el de todos los demás actores que, al dejar de lado el protagonismo, el movimiento puede tra-ducirse en un interés general por la búsqueda de la solución colectiva, partícipe y lejos de la dictadura de algún líder o tendencia.

Para otros teóricos como Hannah Arendt (2009), la esfera de lo público ejerce un poder ex-plícito ante la ciudadanía, ya que es en la esfera pública que ocurre la libertad y con ello el ejerci-cio de la vida política. Los movimientos sociales se producen reclamando la reivindicación de ciertas problemáticas y la libertad de expresión en contra de las fuerzas dominantes y opresoras de la ciu-dadanía -cualesquiera que sean éstas- y es que por donde sea que veamos el “conflicto”, la búsqueda de la democracia, desde la perspectiva filosófica, urbana o política, está presente en la ciudad -como concepto y como área geográfica-, en los espacios donde se desarrolla la vida pública, donde está el ejercicio de la ciudadanía, es decir, en los esce-narios donde nace la necesidad de expresión y de comunicación.

La ciudad es para Jordi Borja (2012) el es-pacio público y según Arendt éste es donde se desarrollan las actividades de la esfera política y pública, para ella los espacios públicos son de aparición, donde el instrumento principal es el len-guaje. Para la era de la información en la que vivi-mos, los espacio públicos -donde se llevan a cabo los movimientos sociales- se conforman no solo por espacios absolutos o geográficos, también hay herramientas intangibles que trascienden los límites espaciales e incluso salen de la ciudad; es por esto que los movimientos sociales de nuestra era no pueden ser explicados sin las redes sociales

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Por ejemplo el movimiento “#YoSoy132” (Rovira Sancho, 2013) tuvo como ventaja tener entre la mayoría de sus simpatizantes a estudiantes que reconocían la necesidad de una forma novedosa y alternativa en las formas de actuar y hacerse pre-sentes en la política mexicana; dejaron atrás prác-ticas violentas que tergiversaban sus cometidos, como el vandalismo y las acciones extremistas, su-plantándolas por actividades pacificas, culturales y de información. Fue ahí que encontraron al espa-cio público físico un aliado.El espacio público y las calles, se plantea como espacio de diálogo, representan los espacios que por sus dimensiones, permiten la realización de marchas, mítines, congregaciones, etc., son ele-mentos que conducen no solo flujos de personas o vehículos, también de información; las marchas que ocurren en la calle permiten el contacto per-sonal además poseen un carácter informativo que ha pasado por encima de los medios de comu-nicación tradicionales y ha permitido la difusión

de acontecimientos y noticias de forma personal, otorgándole al movimiento veracidad y confianza.Y es que la calle siempre ha estado ahí, siempre ha estado implícita en las movilizaciones sociales. La calle es el espacio de siempre donde se presentan las nuevas y actuales formas de protesta, que tiene el efecto de dar valía a los movimientos; la movili-zación es desinteresada, responsable y respetuosa, e incluye el uso de elementos de índole cultural, de valores del lenguaje y la información; propici-ando el diálogo, la participación y la democracia. Los conciertos, performance, muestras artísticas, grafiti, proyecciones y hasta marchas silenciosa o con velas lideran las estrategias de apropiación del espacio público, las mismas calles de todas las mar-chas, en los movimientos sociales del último lustro.

Aldebarán Uicab, Coyoacán, México, Distrito Federal

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Históricamente, los movimientos sociales habían sido relacionados con el desorden, la búsqueda abrupta de llamar la atención y con las afectacio-nes viales que ocasionan; sin embargo en los úl-timos movimientos sociales presenciados, en la ciudad de México, estas afectaciones han tratado de ser minimizadas. Solo la acción responsable de la ciudadanía puede garantizar la libre expresión ocasionando los menores daños posibles. Esa con-ciencia de pluralidad y de pertenencia a un siste-ma es la que otorga valía a los movimientos, las exigencias y demandas no son omnipotentes y ni pasan por encima de la libertad del ejercicio de la democracia de otros ciudadanos.Definitivamente, los recursos de los que han echa-do mano los movimientos sociales actuales han sido sus valores; pacíficos, culturales, respetuosos de la diversidad y las libertades de terceros -como es que los teóricos describen el ejercicio de la de-mocracia en los espacios públicos-. Sin caer en pro-vocaciones y haciendo uso de las redes sociales y la tecnología, los movimientos conceden unidad y simpatía en las manifestaciones, la nuevas formas de organización y la capacidad de convocatoria han sido también innovadoras, lideradas principal-mente en los espacios públicos virtuales y las redes sociales de información; como Twitter y Facebook. Mismo que se ve reflejado en la apropiación de los espacios públicos, los de siempre como las calles y los nuevos como las redes sociales.Los principales recursos de legitimización y valía de los movimientos sociales contemporáneos demuestran madurez en la toma de decisiones y acciones, se han erigido nuevas formas de mani-festaciones -que incluyen el uso alternativo de los espacios físicos y la calle- que son más blandas, no por eso ineficaces, y están dulcificadas por ac-tividades dinámicas, incluyentes e informativas. El carácter heterogéneo y diverso donde convergen diferentes puntos de vista y permite la mixtura de opiniones, edades y condiciones, que buscan un objetivo en común.En definitiva, las formas de ver las manifestaciones y los movimientos sociales han cambiado, como ha cambiado la cultura, la educación, las formas de aparición, el diálogo y la democracia, pero el es-pacio público sigue siendo el mismo, lo que cam-bió fue la forma de hacerse parte de él. Las nuevas tecnologías y modelos de apropiación abrieron la oportunidad a nuevos recursos de organización, fuentes de información y estrategias de protesta.

Los movimientos sociales en la ciudad de México de los últimos cinco años han ventilado el malestar general de la población, la situación nacional y la necesidad de alternativas para hacer política y los espacios públicos deben considerarse piedra an-gular en las nuevas y alternativas formas de mani-festación, que han otorgado un giro que define la veracidad y éxito del movimiento, que develan un elemento y recurso que siempre ha estado ahí, pero que ha cambiado con el cambio de la socie-dad y sus exigencias.

Referencias bibliográficas:  • Tilly, Charles “Los movimientos Sociales, 1768-2008. Desde sus orígenes a Facebook”, 2009. Edi-torial Critica. Barcelona, España.• Borja, Jordi “Revolución urbana y derechos ciu-dadanos: Claves para interpretar las contradiccio-nes de la ciudad actual” Tesis Doctoral. 2012• Jacobs, Jane “The Death and Life of Great Amer-ican Cities” 1961 .Vintage Books Edition. New York, USA. Edición: 1992• Arendt, Hannah “La condición humana”, 2009 .Editorial Paidós. Buenos Aires, Argentina.• Rovira Sancho, Guiomar “México, #Yosoy132: ¡No Había Nadie Haciendo El Movimiento Más Que Nosotros!”, Recurso electrónico, 2013.

Maggi H. Franco

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Edgar López Navarrete,Estela de Luz, México , Distrito Federal@lopeznavarrete en Instagram

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Jorge Ramos Calle 16 de septiembre México, Distrito Federal

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Alejandro Cornejo, Big Ben , Londres

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Aline Ramírez, Manhattan, Rio Hudson

Alejandro Cornejo,puente del milenio, Londres

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20Pamela Santarosa

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Pamela Santarosa

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Pamela Santa Rosa

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Alma picaso

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LA URBANISTA

Planear, Hacer y Enseñar Con una familia dedicada a la enseñanza, desde sus abuelos hasta sus padres se desenvolvi-eron en este ámbito, no es de sorprendernos que la Dra. Este-fanía Chávez Barragán -a quién los alumnos llamamos con cariño maestra Estefanía- tuviera en su espíritu el deseo de dedicarse a la docencia. Para ella, la do-cencia representa “un vehículo de comunicación [a través] de la enseñanza- aprendizaje”, comu-nicación que se ve reflejada en las aulas y fuera de ellas. Sin em-bargo, no es su perspectiva de la docencia lo que más resalta, sino la pasión que siente por impartir clases a las futuras generaciones de profesionistasPasión que podemos constatar cuando menciona el orgullo que siente al ver que ha participado en la formación profesionistas conscientes de su entorno y de la necesidad de apoyar a la so-ciedad; pero también se puede constatar la pasión cuando nos habla de las virtudes de la do-cencia como son: “[la] prepara-ción de los alumnos a través de la experiencia”, así como “la po-sibilidad de quitar o reducir la improvisación [en los profesioni-stas]”. Fue gracias a esa pasión por la enseñanza y el espíritu de servicio a la comunidad que en 1959 inició sus labores dentro de la docencia , en la entonces, Es-cuela Nacional de Arquitectura; y también fueron esas dos grandes virtudes- junto con otros factores

de los que hablaremos posteriormente- los que la llevaron a buscar la creación de la licenciatura en urbanismo.

No podríamos comprender la determinación que tuvo la doctora para crear la carrera de Urbanismo, sin antes adentrarnos en su pas-ado y los factores que la llevaron a tener vocación por el servicio a la sociedad e interés por las cuestiones urbanas. Desde muy corta edad, la maestra Estefanía observó como sus padres ponían espe-cial énfasis en aportar algo a la comunidad; su padre - ingeniero civil y planificador urbano y regional- participó en la encomienda de la construcción del bordo entre Tamaulipas y el Río Bravo para evitar in-undaciones, que terminaría por generar el desarrollo de una región, cuya cabera sería Valle Hermoso.

Éste último, sería un lugar donde la profesora encontraría el gusto por el servicio a la comunidad, al ver como su madre apoyaba a la gente que habitaba ahí, mientras su padre ofrecía empleo a los migrantes que habían regresado de los Estados Unidos y necesi-taban reincorporarse al campo laboral de su país. Podríamos decir que, para la maestra Estefanía, Valle Hermoso representó uno de los eventos que marcaría el rumbo de su vida; con él aprendió la im-portancia del trabajo con la comunidad, la vocación por el servicio y - quizá lo más importante- el gusto por ver como Tamaulipas cambió gracias a lo que ella describe como el “planear y hacer” en conjunto con la población.

Con el paso de los años, la imagen del progreso que vio en Valle Hermoso estaría muy presente en su vida, por lo que al escoger una carrera profesional no es de sorprendernos que buscara una que influyera en la planeación y desarrollo de los asentamientos humanos; sin embargo al no existir la carrera de Urbanismo, la doctora optó por adentrarse en el mundo de la arquitectura. Dentro de la licenciatura en arquitectura encontró la forma de vincularse con la planeación, a través de las clases que eran impartidas por figuras como los arqui-tectos José Luis Cuevas Pietrasanta y Domingo García Ramos en el taller que llevaba por nombre “Planeación Urbana y Regional”.

Una vez que la Dra. Estefanía Chávez Barragán concluyó sus estudios de licenciatura y comenzó con sus actividades como do-cente, la doctora buscó - dentro del ámbito académico- recalcar la importancia de los estudios urbanos y la necesidad de crear una li-cenciatura que los tuviese como eje rector.}

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Estefanía

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El deseo por formar profesionales en arte de hacer ciudades, con vocación por el servicio y con perspectiva de género, hizo que la maestra Estefanía buscara durante muchos años el apoyo del Consejo Técnico de la Facultad de Arquitectura- principalmente el de sus directores- para crear la licenciatura en Urbanismo. Una de la primeras dificultades con las que se encontró fue la falta de docentes capacitados para instruir las asignaturas de la licenciatura; así como el deseo de la - entonces Escuela Nacional de Ar-quitectura- por convertirse en facultad, para lo cual necesitaban de la creación de posgrados; debido a esto la doctora - junto con otros docentes- se encargó de crear la maestría en Urbanismo, misma que ella cursaría como parte de la primera generación.

Una vez que se tuvo la maestría en Urbanismo, la profesora continuó con el arduo trabajo de convencer a los académicos de la importancia de tener una licenciatura en Urbanismo, no obstante la facultad consideraría que tenía mayor importancia la creación del doctorado, debido a esto el proyecto de la licenciatura se quedaría en pausa.

No fue sino hasta la llegada del Arq. Ernesto Velasco León, a la dirección de la facultad, que las ideas de la doctora fueron escuchadas; de tal forma que el Arq. Velasco autorizó a la maestra el elaborar el plan de estudios de la nueva carrera, reunir a la planta docente y fundamentar la carrera ante la junta de gobierno.

Estefanía Chávez Barragán

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Estefanía Chávez Barragán

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Después del arduo trabajo que constituye el formar una li-cenciatura, la Dra. Estefanía logró su objetivo y vio nacer - el 4 de noviembre de 1985- uno de los proyectos que más había anhelado: la licenciatura en Urbanismo.

Para comprender el aporte de la doctora a la licenciatura, es importante recordar los factores que mencionamos a lo largo de este artículo: pasión por la enseñanza, gusto por el servicio a la comuni-dad, el “planear- hacer” y la perspectiva de género. Estos 4 factores influenciarán fuertemente dentro de la creación de la licenciatura; el primero de ellos se vio reflejado en la selección de los docentes que impartirían las asignatura, ya que para la doctora era fundamental que éstos tuvieran pasión e interés por la docencia y experiencia, por lo que el procedimiento para la selección de los docentes se llevó a cabo de la impartición de un curso sobre qué era la licenciatura.

Dentro del plan de estudios de urbanismo, la doctora in-cluyó asignaturas fundamentales: iniciación y extensión universitaria y la práctica profesional supervisada; la primera tenía por objetivo mostrar a los alumnos qué significaba incorporarse a la universidad, la segunda y tercera buscaban incorporar a los alumnos- en los últi-mos años de la carrera- con el quehacer del urbanista fuera de las aulas; sin embargo el elemento más importante de ambas asigna-turas era el de integrar a los alumnos con la comunidad y generar un sentimiento de servicio hacia ella - es aquí donde vemos que la doctora integraba el gusto por el servicio a la sociedad dentro de la licenciatura. La carrera buscaba formar urbanistas con sentido, que en-tendieran la importancia de la historia particular de cada unos de lo asentamientos así como trascendencia de comprender que cada ac-tor de la ciudad tiene una perspectiva particular y algo que aportar al desarrollo de los proyectos- de ello dan testimonio dos de las princi-pales obras y diversas publicaciones de la maestra- .

Con estas características se fundó la Licenciatura en Ur-banismo, un proyecto que para la Dra. Estefanía representaba el cumplimiento de un anhelo que había tenido desde mucho tiempo. Es por ello, que la profesora estuvo a cargo de la coordinación de la licenciatura por ocho años; mismos en los que ella se dedicó a pro-curar que los alumnos tuvieran una formación adecuada, así como contacto con la población. Para la doctora el desarrollo de profe-sionales que comprendieran la transdisciplina que es el urbanismo representaba uno de los objetivos principales; por lo que - durante sus periodos como coordinadora- buscó que ,con los pocos recursos que se contaba, los alumnos tuvieran una formación completa por lo que nunca dudó y prestó su biblioteca personal para que cualquier alumno pudiera aumentar su conocimiento.A treinta años de la formación de la carrera la Dra. Estefanía Chávez Barragán aún participa en la formación de alumnos, , mediante la im-partición de tres asignaturas “Análisis Histórico Crítico del Urbanismo I y II” y “Teorías Urbanas IV: Multiculturalidad”.

Ésta última - desde la perspec-tiva personal de la autora- repre-senta una ventana al trabajo de la maestra, una forma de vincu-larnos con el entorno y de com-prender la importancia de cada actor dentro del espacio.

Es, debido a todo lo anterior, que a treinta años de la Licencia-tura en Urbanismo no podemos pasar por alto a una persona tan importante como lo es la Dra. Estefanía Chávez Barragán, gracias a quién muchos hoy podemos tener la oportunidad de estudiar una profesión tan gratificante como lo es el urban-ismo. Con una trayectoria tan im-portante y con una vocación por la docencia como la que ha dem-ostrado la doctora, es imposible no preguntarnos ¿Dónde está el reconocimiento a sus años de docencia, a su pasión y entrega por la formación de mejores pro-fesionales? Quizá es momento que los alumnos le regresemos un poco de lo mucho que ella nos ha dado y que busquemos la forma en otorgarle el recono-cimiento que merece mediante su nombramiento como profe-sora emérita de la Universidad Nacional Autónoma de México; nombramiento que tal vez no sea suficiente para agradecer la oportunidad que nos ha brin-dado a treinta generaciones de profesionistas, pero que sin duda marcará el hecho de que la doctora Estefanía es y seguirá siendo uno de los pilares de nuestra licenciatura.

Angela Hinojosa Monroy

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30 años después ¿Qué hemos logrado como gremio?

En Octubre de 1985 de fundó la Licenciatura de Urbanismo en la Univer-sidad Nacional Autónoma de México, exactamente el mismo año que su carrera hermana la licenciatura de Arquitectura del Paisaje, ambas pioneras en América Latina.

Este treinta aniver-sario es el mejor pretexto para una reflexión intro-spectiva sobre los éxitos que ha alcanzado esta co-munidad educativa y, tam-bién, para evaluar objetiva-mente los desaciertos que se han cometido durante estas últimas décadas. Las dos hijas más pequeñas de la Facultad de Arquitectura han crecido ya y lo retos del siglo XXI les exigen madu-rar, por lo que, a manera de autocrítica, vale la pena preguntarnos: “Después de treinta años, ¿qué hemos logrado como gremio?”

Ciudades del siglo XXI

La lógica del mercado neoliberal que actualmente determina las conductas del desarrollo urbano, ha terminado por convertirse en el único factor capaz de orientar el crecimiento de las ciudades ha-ciendo que el producto final de la planificación urbana, al menos en México, se vea reducida a un simple trámite burocrático de la tan de-bilitada institución denominada municipio.

Esta planificación tiene su cúspide y conclusión en un docu-mento plagado de buenas intenciones de las cuales muy pocas, o ninguna, llegarán a convertirse en realidad: en el mejor de los casos se cruzaran con la corrupción de la mencionada burocracia o simple-mente nadie nunca las tomará en cuenta. Parece, entonces, que per-sistirán los grandes problemas de las ciudades a pesar de las solucio-nes que se han planteado en los últimos años, disfrazadas todas de una etiqueta verde, con un código de barras que dice sustentabilidad.

Se han hecho importantes esfuerzos para mejorar la calidad de vida de los habitantes de las ciudades del siglo XXI, pero todos se hacen menos cuando se comparan con la fuerza de una metrópolis, del tamaño de la ciudad de México por ejemplo.

Más urbanistas y menos Politcos

Así, se plantea un gran reto que refleja una debilidad en nues-tra carrera: en las aulas no se le da importancia suficiente a la política urbana, por lo que da la impresión que los urbanistas debemos de ser los próximos gestionadores de ciudades sin tener las herramientas necesarias, se entiende que con el simple hecho de comprenderlos procesos de las ciudades tendremos la capacidad de incidir en las decisiones que se toman.

Aristóteles se anticipó: en su “Política” escrita en el siglo II a.C argu-menta que el régimen político es el mejor instrumento de ordenación de las ciudades y que las ciudades son el lugar donde la comunidad debe contar su evolución. En la misma línea está el sueño de crear esta carrera: la fundadora, inspirada en el trabajo de su padre, fue tes-tigo de las políticas que dieron lugar a los proyectos de irrigación en México durante la primera mitad del siglo XX que a su vez hicieron po-sible el nacimiento de ciudades enteras en el norte del país, ciudades construidas por políticas.

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cuencia, no pueden considerarla relevante, al grado en que no todos los estudiantes de la Facultad de Arquitectura saben de la existencia de la Licenciatura.

Aquí podemos señalar sus más importantes fracasos: los ur-banistas hemos sido incapaces de perfilarnos como una comunidad importante dentro de la Facultad, ya no se diga dentro de la UNAM; tampoco hemos podido proyectar una imagen de nosotros que per-mita posicionar la carrera ni hemos logrado incitar a la reflexión sobre la necesidad que tiene nuestro país de una carrera como esta, dada su creciente urbanización; no hemos podido aliarnos con otros gru-pos que hacen estudios urbanos y/o planificación que se posicionan desde otras ciencias (sobre todo las de reciente creación),aliados que podrían permitirnos las relaciones necesarias para crecer en diversas áreas de conocimiento de la carrera y enriquecer la trans-disciplina que caracteriza al urbanismo.

Ejemplo de esto es la plantilla estudiantil que suma 250 futuros urban-istas, cantidad que se hace pequeña en comparación con los 7,000 alumnos de arquitectura; los intereses de la Facultad se quedan con la mayoría, haciendo que los intereses de la carrera hayan sido pasados por alto durante muchas generaciones y muchos directores, causa y consecuencia de esto es nuestra incapacidad de perfilarnos como un comunidad. Esta situación también ha afectado al incipiente gremio en el ámbito laboral, cuyas plazas han sido ocupadas por arquitectos, ante la falta de profesionales en la materia. Ha faltado, una vez más, un poco de política.

Y es que todo, desde la fundación de la carrera, hasta conseguir espa-cios para la impartición de clases, la asignación de tiempos completos y horas, pasando por el logro de tener un primer año de acceso direc-to a la carrera, ha sido una lucha para la Licenciatura de Urbanismo. De esta manera, el urbanista ha optado por aumentar su ego profesional y utilizarlo como herramienta para sobresalir en la Facultad, en vez de fortalecerse como gremio, lo que se ha convertido en la más constante e importante crítica hacia esta profesión en el ámbito laboral y en la misma facultad.

Conclusiones

El balance general indica que, si bien las asignaturas de gestión, política y planificación (tanto urbana como regional) han de-jado mucho que desear, han sido compensadas por los alumnos en las optativas que se permiten tomar en otras facultades.

El flexible mapa curricular de la Licenciatura y la experimen-tada planta de profesores, expertos y especialistas en diferentes disci-plinas que imparten clases, es lo que enriquece realmente la carrera y ayuda a generar una verdadera visión transdisciplinaria de la ciudad, siendo estos de los aciertos más grandes de la carrera, especialmente si se compara con otras escuelas de urbanismo o planificación del país, donde la mayoría de la planta de profesores está compuesta por arquitectos. Aún quedan muchas cosas por hacer: en el primer año de la carrera donde la integración de conocimiento tan complejo y diver-gente puede resultar agobiante y compleja; las asignaturas de histo-rias puede volverse repetitivas al grado en que me pregunto: “¿Qui-eren que aprendamos historia o quieren que hagamos historia?”;

El hecho de que la carrera haya nacido en la Facultad de Arqui-tectura genera un perfil y una visón en la formación del profe-sional, en donde la mejor manera de intervenir en la sociedad es través del diseño. Por esto, en los primeros talleres se enseña a intervenir en el espacio urbano a través de lugares y recorridos; con el fin de comprender las rela-ciones en las ciudades, se cambia la escala de análisis e interven-ción: del barrio a la ciudad para, al final, poder entender la región como contexto influyente en las ciudades.

Los proyectos de inter-vención, a cualquier escala y a través del diseño, tienen como objeto incidir en la calidad de vida de los habitantes, caracter-ística que ha enriquecido a la carrera y fortalecido su carácter humanista. Sin embargo, los conocimientos obtenidos acerca de política urbana, gestión de las ciudades y planeación urbana y regional deben ser más comple-tos para preparar profesionales que sean capaces de entender el territorio, pero también ten-gan la capacidad de incidir para intervenir sin perder de vista el sentido común (sentido que nor-malmente se pierde con la orien-tación artística que tiene la facul-tad).

El Profesional Incompren-dido

Hoy todavía es muy común para quién estudia ur-banismo, responder a la clásica pregunta “¿Qué estudias?” y terminar en un interrogatorio: “¿Qué es eso?” “Y ¿qué hacen?” “¿Para qué sirven los urbanistas?”. Por esta razón, todos pensamos dos veces antes de responder esta pregunta e intentar conte-star las inminentes subsecuentes porque, hasta el momento, los intentos de explicar qué es el ur-banismo y por qué es importante son, en su mayoría, fútiles: muy pocas personas han logrado en-tender el concepto y, en conse-

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a pesar de que se dan las herra-mientas tecnológicas requeridas para la mejor compresión e in-tervención de las ciudades, falta modernización en las aplicacio-nes para los smartphone. Es una carrera muy completa pero que aún no ha explotado todo su po-tencial ni se ha desarrollado en todos los campos donde podría hacerlo, en consecuencia no se ha posicionado con la importan-cia que la carrera debe de tener y no ha trascendido, quizás por fal-ta de ambición. De esta manera es claro que, como gremio y so-bre todo como generación que es capaz de entender la inercia de la historia y que tiene la volun-tad necesaria para incidir en ella, debemos preguntarnos ¿Cómo queremos que se vea nuestra transdisciplina dentro de 30 años? ¿Qué impacto verdadero queremos tener en las ciudades?

Aldebarán Uiicab Cuara

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Notas para un viajero en el Ombligo de la Luna

Ciudad mágica, sólo hay que encontrarle el modo.

La palabra México significa “Ombligo de la Luna” en Náhuatl.

Estimado visitante, sea bien-venido a la antigua Tenochtitlan, mejor conocida en la actualidad como la Ciudad de México o De Efe. Si viene por primera vez de visita, puede que este texto le sea de utilidad.

Antes que todo, borre de su mente los prejuicios que alguna vez llegaron a sus oídos sobre esta ciudad. Difamada por muchos, idealizada por todos, la Ciudad de México no es una sola: se trata de un conjunto de diversas formas de vivir el espa-cio, ninguna aislada de la otra. Imposible conocerla toda. Ni los propios capitalinos (o chilangos) llegamos a tener idea de cuán grande es. Así que, una vez que llegue por alguna de las muchas puertas citadinas (centrales ca-mioneras, aeropuertos, termi-nales del metro) abra bien los ojos y comience a llenar una hoja imaginaria en blanco titulada: “Mi aventura en el De Efe”.

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No es cierto que los capitalinos somos inhumanos. Compré-ndanos. Vivir a un ritmo vertiginoso nos obliga a adoptar ciertas con-ductas (viaje en la línea rosa del metro por la mañana y sabrá a qué me refiero). Pero no dude que por ahí se encontrará con alguien que tuvo un buen día y estará dispuesto a ayudarlo dando un consejo, una dirección o una simple plática de transporte público.

Para empezar, recomiendo el metro Zócalo. Busque la salida a la Plaza de la Constitución y suba lentamente las escaleras: hab-rá llegado al corazón de la ciudad (suerte si lo encuentra vacío; se trata de una plaza que si no tiene algún evento, tiene un plantón/manifestación de gente inconforme con las miles de injusticias que se cometen todos los días en el país). El ombligo del ombligo de la luna. Espacio de poder, espacio histórico, discursivo, mítico. Palacio Nacional, la Catedral Metropolitana y a un lado, en silencio roto, las ruinas del Templo Mayor.

La otra ciudad que duerme debajo de los viejos edificios bar-rocos. El pasado de una cruel conquista que nos persigue después de tantos años… Pero no quiero ponerme romántica (o no aún).Comience desde ahí permita que su corazón le indique el rumbo a seguir. El norte: Tepito, la Lagunilla, la Villa… tierras chichimecas. El sur: la Doctores, Coyoacán, Tlalpan, Xochimilco. El oriente: la Mer-ced, San Lázaro, Pantitlán, la periferia con los volcanes por paisaje. El poniente: la Alameda, San Cosme, Tacuba y esa ciudad de prim-er mundo que es Polanco. Lo que más me gusta del DF es que por donde quiera hay historia, vida, contrastes. Una casa, una calle, un árbol testigo tanto de la vida cotidiana de la gente de a pie, como de grandes acontecimientos históricos.

Sea curioso, no siga los corredores turísticos que delinean la forma en que “se debe conocer la ciudad”. Camine las otras veredas que conducen al barrio, al día a día, a la piel rugosa de esta ciudad sobrepoblada. Pregunte, siempre pregunte. Siga a la gente. Coma en la fondita que esté más llena. No tenga miedo y si lo tiene, camuflag-eese entre la multitud. Le recuerdo que si no tiene nada que perder, no lo perderá: no cargue consigo alhajas, celulares de última gen-eración, grandes cantidades de dinero, ropa que llame la atención. Para conocer esta ciudad no se necesita más que tiempo, disposición para caminar, algunos boletos del metro, pesos para comer cuando dé hambre y para abordar el trolebús, y un mapita para poder volver al lugar del que se proviene, después de una aventura por el caos más bello del mundo.

Susana Colin

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