El Regimen Conservador y La Prensa Politica

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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE HISTORIA ARGENTINA Y LATINOAMERICANA CONTEMPORANEA TRABAJO PRÁCTICO Nº: 1. EL REGIMEN CONSERVADOR Y LA PRENSA POLITICA FECHA DE ENTREGA 08-09-08 SILVERO, Miguel Ángel LOPEZ, Zenón Alberto 1- a- Caracteriza el Régimen Conservador (1880-1916). Teniendo en cuenta la formula Alberdiana (formula prescriptiva y operativa). b- Libertad política y civil. c- Control de la sucesión y control institucional (mecanismo para mantenerse en el poder). 2- Explique como se profundizó la Organización Nacional durante esta etapa. 3- ¿Cuántos fueron los problemas que enfrento el partido gobernante durante ese periodo? 4- ¿De qué manera el accionar del Presidente se vio limitado en la política nacional? 5- Caracteriza la prensa política del fin del siglo XIX. Ejemplifique. 6- ¿Qué mensaje difundió la Tribuna Nacional a partir de 1880?

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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE

HISTORIA ARGENTINA Y LATINOAMERICANA CONTEMPORANEA

TRABAJO PRÁCTICO Nº: 1.

EL REGIMEN CONSERVADOR Y LA PRENSA POLITICA

FECHA DE ENTREGA 08-09-08

SILVERO, Miguel Ángel

LOPEZ, Zenón Alberto

1-a- Caracteriza el Régimen Conservador (1880-1916). Teniendo en cuenta la formula

Alberdiana (formula prescriptiva y operativa).

b- Libertad política y civil.

c- Control de la sucesión y control institucional (mecanismo para mantenerse en el poder).

2- Explique como se profundizó la Organización Nacional durante esta etapa.

3- ¿Cuántos fueron los problemas que enfrento el partido gobernante durante ese periodo?

4- ¿De qué manera el accionar del Presidente se vio limitado en la política nacional?

5- Caracteriza la prensa política del fin del siglo XIX. Ejemplifique.

6- ¿Qué mensaje difundió la Tribuna Nacional a partir de 1880?

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1-

a- La formula prescriptiva de Alberdi, su traducción institucional y su posterior vigencia en el 80 deriva de una hipótesis que asume lo siguiente:

- La formula influyó significativamente en las deliberaciones del Congreso Constituyente.

- Mediante su deliberación ulterior se prolongó más allá de las deliberaciones del Congreso.

- Tradujo valores e intereses dominantes en la Argentina de ese entonces.- La formula perduró en el tiempo y otorgó un marco valorativo que sirvió de guía del

régimen político implantado en 1880.

Esta formula justifica un régimen político en cuanto hace al origen del poder y su programa a futuro.

Alberdi rechaza una cultura tradicional que impide el cambio y la innovación y opta por el modelo de los países europeos en trance de edificar una sociedad industrial. El medio seleccionado para lograr esa meta es el régimen político, y la figura del legislador va delineando una concepción acerca de la organización y distribución de poder, del modo de elección de los gobernantes y de las garantías otorgadas a los gobernados.

Organizar el poder central era lo que preocupaba a Alberdi. Un poder central fuerte para controlar los poderes locales y flexible para incorporar a los antiguos gobernadores de la provincia a la unidad política. Esta fusión entre dos tendencias contradictorias en la historia nacional: la centralización y la descentralización ponen de manifiesto la idea que se forjaba Alberdi sobre la organización nacional.

Este gobierno mixto retoma rasgos esenciales de los hábitos de obediencia trazados por la costumbre en las culturas de América del Sur. A medida que la transición se pone en marcha es preciso reorientar las expectativas de obediencia hacia un nuevo centro de poder, así emergerá un papel político inédito que integrara lo nuevo y lo viejo, el control racional de la ley y de los símbolos de dominio y soberanía quebrados desde los tiempos de la independencia. Este papel es el del Presidente.

En esta formula el Presidente materializa el poder central, pero no detenta todo el poder ni ejerce un dominio irresponsable sobre la sociedad. Para prevenir la corrupción es necesario encuadrar la el ejerció gubernamental dentro de límites temporales precisos, otorgando a magistraturas diferentes la tarea de legislar, ejecutar y sancionar. La no reelección del presidente y la distribución de la actividad legislativa y judicial en cámaras y tribunales donde el poder central y el de las provincias estén debidamente incorporados, serán dos limitaciones concordantes con el argumento republicano.

b- Quiénes y bajo que reglas podrán ejercer el gobierno de la sociedad. Alberdi rechazó explícitamente toda forma de designación derivada de la herencia. La posición democrática hace derivar el titulo de legitimidad del gobernante de la elección realizada por el pueblo, no hay legitimidad posible para el demócrata si ella no proviene del consentimiento popular.

La representación, vista como una seria de actos mediante los cuales un actor político autoriza a otro a obrar el su nombre o le impone el deber de dar cuenta de su acción, tiene nuevos riesgos y nuevas prevenciones.

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El pueblo es siempre la fuente de la cual deriva la legitimidad del gobernante, la cuestión reside el saber cuales son las fronteras que encuadran esa entidad llamada pueblo, quiénes lo componen y quiénes permanecen marginados más allá de sus límites.

El gobierno democrático es obra de un grupo reducido de personas y sólo ellas integran el pueblo donde reside el poder electoral, o bien, ese conjunto es más abundante en términos cuantitativos de forma que tiende a universalizarse, abarcando un número cada vez mayor de miembros participantes. Esta posición esta fundada en argumentos que asignan a unos pocos la virtud de elegir y a la muchedumbre la ignorancia de no saberlo hacer.

La cuestión que preocupa a Alberdi es cómo hacer que un pueblo, según él, sumergido en la miseria y en la ignorancia, una colectividad federativa apta para el ejercicio del gobierno republicano. La respuesta expresa que sólo los capaces están calificados para ejercer la libertad política. Algunos están habilitados para intervenir en el gobierno, el resto sólo tiene derecho al ejercicio de la libertad civil. La libertad civil abre entonces la ruta para implantar la nueva cultura, porque esas garantías traerán inmigración, industria y riquezas.

Si el desarrollo de esta argumentación es correcto puede afirmarse que la formula alberdiana prescribe la coexistencia de dos tipos de república federativa: la república abierta y la república restrictiva. La abierta regida por la libertad civil, en ella tienen cabida todos los ciudadanos, nacionales y extranjeros, que hagan uso de sus garantías constitucionales. Esta es la república que la retórica oficial presentará como dilatada en el territorio, plena de posibilidades, con una población numerosa, la cuál ofrecerá el ámbito adecuado para incorporar los valores de la innovación y de cambio, para atraer inmigrantes, extender las comunicaciones, implantar la industria y propagar la educación. La república abierta es una contradicción porque no controla sus actos de gobierno, los miembros que la integran no intervienen en la designación de los gobernantes, no son electores ni representantes, permanecen marginados.

c- Lo que se advierte es un problema de unificación de poderes y de concentración del control nacional que, para algunos, es previo a la cuestión de limitar y democratizar el gobierno. Alberdi establece una escala de prioridades, no le preocupa asegurar, en primer término, un régimen normal de delegación del poder, sino alcanzar un gobierno efectivo que centralice la capacidad electoral de toda la nación. Este acto de centralización está en el origen del control gubernamental qué, de allí en más, se ejercerá sobre todo los habitantes y a escala nacional. Se trataba de acumular poder.

Si la capacidad electoral está concentrada en los cargos gubernamentales, el acceso a los mismos permanece clausurado para otros pretendientes que no sean aquéllos designados por el funcionario saliente. Hay en esto una voluntad de mantener la estructura de papeles dominantes, más allá de la incertidumbre que podría deparar una contienda abierta entre dos o más candidatos.

Los únicos que podían participar del gobierno eran aquéllos habilitados por la riqueza, la educación y el prestigio. A partir del 80 el incremento de la riqueza consolidó el poder económico de un grupo social cuyos miembros fueron “naturalmente” aptos para ser designados gobernantes. El poder económico se confundía con el poder político, esta coincidencia justificó el desarrollo de una nueva palabra: La oligarquía.

Tres puntos de vista se entrecruzan cuando se analiza el fenómeno oligárquico en nuestro país, la oligarquía es una clase política determinada por su capacidad de control económico, es un grupo político que se corrompe por motivos diversos, es una clase gobernante con espíritu de

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cuerpo y con conciencia de pertenecer a un estrato político superior integrada por un tipo especifico de hombre político: el notable.

2- La unidad política consolidada en 1880 tenía que continuar el proceso de organización de las bases para el funcionamiento del Estado y organizar los aparatos del gobierno, administración, justicia y represión.

Los instrumentos del gobierno habían sido delineados por la Constitución de 1853 con el establecimiento de tres poderes, pero la organización no fue activa durante todo el periodo. Aunque todas las provincias se encontraban organizadas bajo sus propias Constituciones, se fue consolidando un proceso que reforzó al Poder Ejecutivo Nacional. La “Caída de Buenos Aires” en 1880 representa claramente la manifestación de que la relación Provincias-Nación había cambiado. El Estado fue mediador entre los conflictos de las provincias, función que contribuyó a constituirlo como un actor diferenciado.

La constitución de este poder centralizado abarcaba varios aspectos: desde la burocracia que hiciera efectiva las acciones del gobierno, la organización de un sistema de recursos, la definición y conformación de un sistema de transportes y comunicaciones, el sistema escolar para difundir los símbolos, creencias y tradiciones que constituyen una identidad nacional, el sistema de salud básico para evitar la difusión de epidemias y enfermedades.

Para sostener toda esta organización resultaban cruciales las cuestiones impositivas y fiscales. La pregunta era quien debía pagar los costos de la administración. Desde fines del siglo XIX, hasta ahora, por toda la población incluidos los sectores de menor ingreso.

El aparato administrativo requería también de la conformación de una burocracia que garantizara su funcionamiento. Para atender las nuevas funciones estatales se necesitaban empleados.

La burocracia estatal estaba constituida por una compleja trama de jerarquías y los cargos eran cubiertos por personas de formación cultural y orígenes familiares diversos. Los más altos cargos de la burocracia gubernamental se cubrían con jóvenes egresados de las universidades de Buenos Aires y Córdoba, particularmente abogados y médicos.

La relación entre la burocracia y el estrato profesional fue fundamental, otro rasgo a destacar era la juventud de los funcionarios.

Los cargos medios de la burocracia los ocupaban miembros de la clase menos acomodadas, hijos de otros burócratas, profesores, maestros.

La educción fue uno de los pilares de cambio de esta etapa. En 1882 se estableció la instrucción pública obligatoria hasta los 14 años, un factor fundamental para el crecimiento de la alfabetización de la población y se creo el registro civil. En esa época se establecieron también los tribunales de la Capital Federal y se organizo la Municipalidad de Buenos Aires y el sistema de correos garantizando las comunicaciones privadas y comerciales.

3- El principal desafío de esta época fue integrar el territorio y construir una identidad nacional sobre4 la base de un gobierno ordenado y estable. Había que construir las instituciones, definir quiénes y con qué normas gobiernan y quiénes y con qué reglas eligen a sus gobernantes, así como las esferas de acción y las jurisdicciones de la Nación y las provincias.

El dilema era encontrar la manera de realizar una organización constitucional que abrace y concílielas libertades de cada provincia y las prerrogativas de toda la Nación, cómo conciliar la centralización y la descentralización, la federación y la unidad. El Presidente materializaba el

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poder central pero no lo ejercía. Se establecieron límites temporales precisos para la duración de mandatos, se determinó la división de poderes y se distribuyeron las actividades legislativas y judiciales en cámaras y tribunales donde el poder central y el poder provincial se encontraban representados.

Las personas que ocupaban las funciones dentro del estado eran “los Notables”. Ellos ejercían el control del gobierno y establecieron las reglas prácticas para reproducir su poder, cerrando el acceso a otros. Estos eran individuos habilitados por la riqueza, la educación y el prestigio. En muchos casos el poder económico se confundía con el político y esa coincidencia fue denominada como oligarquía. Esta condición refiere a la capacidad de gobernar derivada del control y poder económico como a un grupo político corrupto, también, a un grupo de gobernantes que se considera superior (notables). A fines del siglo XIX un grupo selecto (oligarquía) fue el que ocupo los cargos del gobierno ejerciendo una hegemonía cuyo sostén eran los acuerdos entre diferentes grupos de notables, garantizados por el fraude electoral y el control de los nombramientos de los gobernantes, tanto provinciales como nacionales.

Un claro ejemplo de cómo funcionaba la lógica política de la época ejercida por un grupo reducido de personas fue la elección de Miguel Juárez Celman, concuñado de Roca, quien fue sostenido por los principales grupos dirigentes del Partido Autonomista Nacional.

La maquina electoral (control de la lista de electores y de las mesas receptoras de votos, así como el uso de diferentes mecanismos de fraude) garantizaba la elección de los candidatos oficiales y el control político de la elite.

El deseo del nuevo Presidente de identificar al Poder Ejecutivo con el dominio del aparato político y administrativo en las provincias y la concentración del poder en la figura del Presidente de la Nación fragmentaron el equilibrio posible entre el presidente y el partido del gobierno, el PAN. Esto provocaría tanto la crisis de 1890 como la caída de Juárez Celman. Este fracaso puso de manifiesto las dificultades existentes para el funcionamiento de las alianzas que pretendían darle estabilidad al régimen conservador. También hizo visibles los límites de la oposición “Cívica” que, dividida entre aquellos que seguían a Alem y otros que reconocían el liderazgo de Mitre, tenía dificultades para organizar una estructura política capaz de producir un cambio inmediato del régimen conservador.

A partir de la revolución de 1890 la clase dirigente tuvo que negociar con los sectores más moderados de la Unión Cívica algunas candidaturas. Se inauguró entonces una dinámica peculiar de la política, que consistió en la perdida del monopolio político del PAN, ejercido plenamente desde 1880 hasta 1890, con una mayor diversificación interna dentro del grupo conservador y un cambio fundamental dentro de la gestión de gobierno que buscaba la realización de alianzas con la oposición.

Los radicales comenzaron a crear una base de apoyo más amplia con la incorporación de elementos populares y, dentro del grupo dominante, se registro una mayor distribución del poder. Esa mayor diversificación interna del grupo conservador dio paso a la conformación de una fuerza política que se definió como modernista. En 1892 esa fuerza se propuso como oposición al roquismo y plantearon la candidatura presidencial de Roque Sáenz Peña. Roca con el PAN sostuvo la candidatura de su padre, Luis Sáenz Peña.

Luis Sáenz Peña fue electo como presidente, y su gobierno se desenvolvió en una fuerte inestabilidad. Las rebeliones armadas coexistieron con los mecanismos electorales, pero ellos daban el triunfo a loa candidatos oficiales.

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Las confrontaciones políticas eran intensas y estaban asociadas a pujas personales. Las fuerzas políticas estaban constituidas por bases sociales parecidas que se movilizaban tanto par concurrir a elecciones cono para levantarse en armas. Las diferencias que exhibían las clientelas, los candidatos y los dirigentes de las diferentes agrupaciones estaban muy diluidas y por eso los personajes cobraban importancia.

La división interna del PAN fue acompañada por una intensa actividad cívica que los distintos grupos y la oposición desplegaban a través del periodismo, en el Parlamento, en los actos electorales y en las rebeliones armadas.

La presencia de figuras fuertes como la de Roca aquietaban las turbulencias cuando ocupaban el centro de la escena política. Cuando Roca culmino su segundo mandato en 1904 se produjeron reagrupamientos políticos que se prolongaron hasta el fin de esta etapa histórica.

El sucesor de Roca, Manuel Quintana, convivió entre conflictos internos y tensiones internas. Cuando la Convención de los Notables ratificó la candidatura de Quintana, en muchas provincias surgieron grupos quintanistas y el candidato obtuvo los votos de todas las provincias, excepto de Entre Ríos y Tucumán. En Capital Federal la fragmentación de los partidos políticos era aún mayor. El PAN estaba disminuido y habían surgido nuevos partidos.

Una vez elegido, Quintana, encontró en el estallido de la revolución radical de 1905un aliado para consolidar su poder dentro de los grupos políticos tradicionales. Vencida loa revolución intento proponer algunos cambios institucionales importantes como reformar la estructura de la tarifa aduanera hasta una nueva ley electoral. Inesperadamente Quintana falleció y sobrevino la sucesión de José Figueroa Alcorta. En 1906 habían desaparecido del escenario político de Mitre, Pellegrini y Bernardo de Irigoyen.

La situación en el gobierno siguió siendo confusa y compleja, así, comenzó a tejerse la candidatura presidencial de Roque Sáenz Peña.

4- A fines de siglo el acto electoral era únicamente formal, los acuerdos entre los notables tomaban las decisiones. Las elecciones funcionaban como actos legitimadores de los acuerdos entre los notables, era importante que el acuerdo existiera, pero las elecciones eran necesarias para el orden republicano. En los comicios se representaba la voluntad de los ciudadanos de ungir a los gobernantes. La forma que asumía la representación y la elección de los gobernantes se articulaba a diferentes niveles. Para llegar al gobierno era fundamental la maquinaria de acuerdos que se recreaban en los procesos electorales. Los electores se obtenían por medio de las elecciones. El acto de votar era entonces el modo de intervenir en la cosa pública aunque estaba limitado a los ciudadanos movilizados por la maquinaria electoral y que los participantes eran reducidos. El fraude era corriente, al igual que las batallas para controlar los padrones, las mesas donde se sufragaba, los espacios públicos como las parroquias y las calles adyacentes al lugar de los comicios. Con desigual intensidad un conjunto de ciudadanos se expresaba a través del sufragio en las jornadas de elecciones. Durante la presidencia de Roque Sáenz Peña cobró impulso la democratización del sistema. La instauración de un nuevo régimen democrático dependía del sufragio y cuando el Congreso votó la Ley 8.871, que estipulaba el sufragio universal masculino, secreto y obligatorio y la aplicación del sistema de lista incompleta, así como la representación de las minorías, se cerró el debate sobre la obligatoriedad del voto, sobre su carácter secreto, y sobre los criterios que se aplicarían para traducir los votos en las bancas de las cámaras y en La Junta de Electores. El sufragio universal masculino tendría el papel fundamental de regenerar la sociedad.

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5- La vida política tenía variadas manifestaciones y distintas formas de intervención. Una de los mecanismos más utilizados para generar opinión pública favorable fue la prensa.

Los notables habían hecho de la prensa una forma de intervención pública privilegiada y sus diarios dependían del partido o de la fracción que lo sostenía. En el PAN Roca se expresaba en La Tribuna Nacional y Juárez Celman con Sudamericana. El diario les permitía construir imágenes homogéneas de la sociedad, los hombres y la política, definir amigos y enemigos, intercambiar ideas, ejercitar la escritura e informarse de los chimentos políticos.

De manera paralela se crearon otros órganos de opinión por parte de sociedades mutuales y obreras, por nuevas fuerzas políticas y asociaciones étnico-nacionales, así como empresas que descubrían las posibilidades económicas asociadas a la información.

La diversificación de la oposición política y de las opiniones fue paralela a la diversificación de los grupos políticos de los notables.

El periodismo se diversifico ampliamente. El Partido Socialista reclamaba desde las páginas de La Vanguardia la aplicación de los principios universales de la ciudadanía, los sectores católicos se expresaron a través de La Voz de la Iglesia y de El Pueblo. El Anarquismo impugnaba la sociedad capitalista y diseñaba una cultura alternativa desde La Protesta. La Patria degli Italiani buscaba crear entre la comunidad de italianos el logro de ciertos derechos para los obreros. Las mujeres expresaban su voz por medio de La Voz de la Mujer.

El diarismo fue un generador de una cultura política oficial como de las visiones criticas a ese modelo y en el participaban quienes se sentían atraídos por la carrera política, en todos los casos se buscaba dar forma a opiniones favorables pero también construir a los nuevos ciudadanos y educarlos para la participación. Los fines de la prédica periodística variaban según el pensamiento político que sustentaba sus emisiones.

6- Desde el día que Roca asumió la presidencia comenzó una campaña pública con la intensión de diseñar una imagen de ruptura, de cambios, de progreso con la que su gobierno deseaba verse asociado. La principal arma de la campaña fue su periódico La Tribuna Nacional durante la década del 80 y Tribuna en 1891. El diario estaba encargado de instruir al ciudadano sobre la naturaleza de la nueva era comenzada y de sus amplias implicancias, predicaba sobre cuales eran los valores a defenderse y sobre3 qué y quiénes representaban sus principales amenazas.

La Tribuna Nacional expresaba sobre sí misma: “No somos simples espectadores que, en el teatro del mundo político, juzguemos tranquilamente los hechos que pasan, como el sabio de los fenómenos sometidos a su observación”.