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29 EDICIÓN 7 ARTÍCULOS El reconocimiento de la flora autóctona colombiana en la obra del naturalista Armando Dugand Gnecco Gustavo Correa Hernández & Resumen Este artículo analiza los aspectos descriptivos de la obra del naturalista Armando Du- gand Gnecco. Se mencionan datos presentes en el borrador del texto Elementos para un curso de geobotánica, escrito por el ya desaparecido científico y publicado en 1968. Se deja entender el carácter de imposición de una tradición científica por parte de una comunidad de interesados en la práctica del conocimiento que utilizan como bandera la causa revolucionaria con el propósito utilitario. Palabras clave: influencia, tradición, geobotánica, ciencia útil, ciencia pura. Abstract This article analyses the descriptive aspects of the work of naturalist Armando Dugand Gnecco. These data are mentioned in the draft text Elementos para un curso de Geobo- tánica, written by the late scientist and published in 1968. It leaves enforcement to un- derstand the character of a scientific tradition by a community interested in the practice of knowledge, using the banner of the revolutionary cause with utilitarian purpose. Keywords: Influence, tradition, geobotánica, science, useful, pure science. Generalidades sobre la ciencia en Colombia El trabajo de reconocimiento de la flora en Colombia se ha caracterizado por encontrarse enlazado con las aristas de la construcción del ideario patriótico a través de la elaboración de una tradición científica. La ciencia ha favorecido a este propósito por medio de los naturalistas encargados de la tarea de “identificar, describir y nombrar” la variedad de especímenes florales en el territorio, influenciada por los avances en el desarrollo intelectual provenientes del extranjero, sobre todo en el plano de las ciencias naturales, donde tal vez ha dejado el rastro más importante. & Gustavo Correa Hernández, estudiante de Historia en proceso de grado. Correo electrónico: [email protected]

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El reconocimiento de la flora autóctona colombiana en la obra del naturalista Armando Dugand GneccoGustavo Correa Hernández &

Resumen

Este artículo analiza los aspectos descriptivos de la obra del naturalista Armando Du-gand Gnecco. Se mencionan datos presentes en el borrador del texto Elementos para un curso de geobotánica, escrito por el ya desaparecido científico y publicado en 1968. Se deja entender el carácter de imposición de una tradición científica por parte de una comunidad de interesados en la práctica del conocimiento que utilizan como bandera la causa revolucionaria con el propósito utilitario.

Palabras clave: influencia, tradición, geobotánica, ciencia útil, ciencia pura.

Abstract

This article analyses the descriptive aspects of the work of naturalist Armando Dugand Gnecco. These data are mentioned in the draft text Elementos para un curso de Geobo-tánica, written by the late scientist and published in 1968. It leaves enforcement to un-derstand the character of a scientific tradition by a community interested in the practice of knowledge, using the banner of the revolutionary cause with utilitarian purpose.

Keywords: Influence, tradition, geobotánica, science, useful, pure science.

Generalidades sobre la ciencia en Colombia

El trabajo de reconocimiento de la flora en Colombia se ha caracterizado por encontrarse enlazado con las aristas de la construcción del ideario patriótico a través de la elaboración de una tradición científica. La ciencia ha favorecido a este propósito por medio de los naturalistas encargados de la tarea de “identificar, describir y nombrar” la variedad de especímenes florales en el territorio, influenciada por los avances en el desarrollo intelectual provenientes del extranjero, sobre todo en el plano de las ciencias naturales, donde tal vez ha dejado el rastro más importante.

& Gustavo Correa Hernández, estudiante de Historia en proceso de grado. Correo electrónico: [email protected]

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Este aspecto es corroborado por la historiadora Diana Obregón en su libro Las Sociedades Cien-tíficas en Colombia: la invención de una tradición 1859-1936 1 que nos permite hacernos una idea sobre el comienzo de este proceso en el virreinato de Nueva Granda en el siglo XVIII y después del movimiento de sedición en periodos posteriores. Por las relaciones con la metrópoli, el pensamiento ilustrado europeo se difundió entre los letrados del virreinato, lo que causó un interés por el conocimiento; se propiciaron espacios para las reuniones, el intercambio de tertu-lias sobre variados temas. Un ejemplo de ello es la fundación en el siglo XVIII de la Sociedad de Amigos del País que convocaba a entendidos a compartir y discutir temas científicos. Concre-tamente, se encontraban interesados en divulgar las ciencias útiles, entre otras cosas, por la idea del mejoramiento de los procesos de las actividades productivas.2 Para esta socióloga e historia-dora, en ese momento no se generó una discusión que girara en torno a las cuestiones teóricas, pues los asistentes a estas reuniones eran cortesanos interesados por el conocimiento de las letras y el arte; mayormente los temas relacionados con las ciencias se asimilaban de manera histrióni-ca, propia de una sociedad que pretendía mantenerse informada en los avances científicos que se gestaban del otro lado del Océano Atlántico.

En periodos posteriores al movimiento independentista, la relación con la metrópoli no parece haber desaparecido del imaginario de la sociedad letrada, aunque el dominio español ya no era aceptado, en la herencia cultural y el pensamiento vanguardista permanecieron esos lazos, como lo señala el historiador Mauricio Nieto: “La soberanía de la corona no se reconocía formalmen-te, pero las colonias ya habían adoptado o estaban adoptando las formas de dependencias aún más profundas, aunque no por ello oscuras ni escondidas, me refiero a la lengua, la religión y la ciencia”.3

En la ciencia aún residía la influencia de Europa, sobre todo porque en la memoria a corto plazo se reconocía el aporte entregado por la Expedición Botánica de 1783 a cargo del sacerdote y mé-dico naturalista José Celestino Mutis, y de la que hicieron parte hombres como Francisco José de Caldas, José Antonio Zea y Jorge Tadeo Lozano, entre otros. En esta aventura se recaudaron gran cantidad de especímenes del reino animal y de plantas para su estudio. Esta empresa sería financiada por el rey Carlos III, en su representación Caballero y Góngora en el virreinato.

Para algunos, esta empresa científica funcionó como un elemento de exaltación apoteósica de las riquezas naturales de la nación, disertación que es refutada por Mauricio Nieto; según el histo-riador, el mismo director de la Expedición Botánica, Mutis, desempeñó el rol de agente de poder guardando los intereses de la corona española a través de la herramienta científica; el trabajo de reconocimiento de la biodiversidad se constituyó en una faena de sistematización de la naturale-za como un proyecto de reorganización del orden colonial.4 Los valores útiles en el campo mé-dico e industrial explican las intenciones de la metrópoli por apoyar estas empresas científicas.

Por otro lado, la relación directa de Mutis con Carl Von Linneo permitió que este intercambiara los saberes adquiridos de sus observaciones hechas en Nueva Granada, dada la relación inte-

1 OBREGÓN, Diana, Sociedades Científicas en Colombia: La invención de una tradición 1859-1936. Edi-torial Banco de la República, Bogotá, 1992, p. 3.

2 Ibíd. p. 5.3 NIETO, Mauricio, “Remedios para el Imperio: la historia natural y la apropiación del nuevo mundo”,

Revista Fronteras de la Historia 006. Bogotá, 2001.4 Ibíd., pp. 236-254.

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lectual existente del sacerdote con el taxónomo de origen sueco —padre de la clasificación de especies—; es posible pensar que el conocimiento sobre la naturaleza en la Colonia empezó a conocerse bajo el lente de los modelos eurocentristas, o por lo menos en la clasificación de su flora. Pero la connotación que estos hallazgos tuvieron en beneficio de la construcción del idea-rio patriótico fue muy importante para su desarrollo, sobre todo cuando hombres como Caldas eran partícipes de la causa revolucionaria, ya que contaban con un vasto conocimiento sobre el territorio y las bondades productivas en materia agrícola, como en el caso del cultivo de la quina con un valor para la explotación comercial.

Caldas se desempeñó, por nombramiento, en el cargo de geógrafo oficial del virreinato y director del Observatorio Astronómico; entre muchos de sus trabajos, comenzó en 1805 a desarrollar el Atlas del Virreinato de Nueva Granada, que completaría en 1812, cimentado sobre las bases de la expedición.5 Posteriormente el sabio Caldas sería ejecutado en 1816 durante la reconquista co-mandada por Pablo Morrillo. La tradición de saberes recogidos por estos naturalistas en el siglo anterior fue retomada por los académicos coterráneos como punto de continuación en los años posrevolucionarios; que si bien, no pretendía identificarse con la huella de un pasado colonial, sus aportes en esas empresas científicas fueron fuentes de información de gran valor.

La Sociedad Neogranadina de Naturalistas, fundada en 1859, continúa con el legado del estudio del medio, y estuvo compuesta por un grupo de estudiantes de la escuela de San Bartolomé y el profesor de Mineralogía y Química del Colegio Mayor del Rosario. Ezequiel Uricoechea ejerció como presidente de esta sociedad naturalista que, en sí, se encontraba notoriamente integrada por aficionados, puesto que no tenían una formación enteramente académica o especializada so-bre estos temas, sus experiencias se convirtieron en el complemento de aprendizaje para el desa-rrollo de su actividad.

El interés de la Asociación era dedicarse exclusivamente al estudio de las ciencias naturales y contribuir al conocimiento relacionado con la naturaleza, permeado por el pensamiento indus-trial-productivo. Las relaciones de intercambio de muestras de especímenes de la flora forta-lecieron el acercamiento entre muchos otros investigadores de otros países que veían en estas tierras una riqueza natural inexplorada y con potenciales usos para las ciencias en sus diferentes campos productivos. Así, Obregón describe en su libro la específica solicitud hecha por Daniel Hanbury, farmacólogo y botánico inglés, estudioso del origen de las drogas vegetales, de dos o tres libras de quina y de esqueletos de cualquiera de las especies con flores y frutos, para hallar la cantidad de alcaloides en este espécimen.6

Posiblemente, los trabajos más serios de observación y clasificación más cercarnos al carácter técnico-científico sobre vegetación neogranadina los realizó la Asociación —lo cual facilitó el fortalecimiento de sus relaciones con investigadores e instituciones del gremio científico—, as-pecto que caracteriza en la exigencia de requisitos a los aspirantes tanto para la categoría hono-rario, así como la de número. A los primeros se les pedía que tuvieran una publicación de algún trabajo sobre historia natural, los segundos entregarían a la Sociedad una recolección de cien especies de cualquiera de los tres reinos de la naturaleza, anexando una descripción y una clasifi-cación de dichos especímenes.7

5 Ibíd. pp. 261 y ss.6 OBREGÓN D., Op. cit., p. 107 Ibíd., pp. 7-43.

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Era claro que la recopilación de esta organización generaría preponderantemente un acervo de información para la difusión de los conocimientos de investigaciones relacionadas con la flora, la fauna y los recursos naturales dentro del territorio, y dada la afiliación de socios corresponsa-les como José Jerónimo Triana (quien había participado en la Comisión Corográfica y realizaba estudios sobre la flora de Nueva Granada en Francia); Liborio Zerda, profesor de química, física y medicina; el abogado Florentino Vega, y de miembros en calidad de socios destacados como Jean Baptiste Boussingault, François Desiré Roulin, Hermann Karsten, Jean Jules Linden, Eugè-ne Rampo, entre otros, se produjo un acercamiento con la comunidad científica europea. El con-tacto con estos especialistas fue conveniente para la asimilación de conocimiento extranjero. De hecho, el ideal del presidente de la Sociedad se manifiesta en uno de sus boletines, la intención de establecer sinergia científica entre el viejo continente y el territorio patrio, como lo afirma Diana Obregón en la siguiente cita:

Entre 1860 y 1861, la Sociedad publicó las Contribuciones de Colombia a las ciencias y a las artes. En este Boletín, según se anunciaba, aparecerían artículos originales sobre cien-cias naturales y traducciones de textos sobre la Nueva Granada y, en su calidad de revista de divulgación, se reseñarían los descubrimientos científicos hechos en el extranjero. Uri-coechea, director de esta publicación, se proponía a hacer conocer la parte física del país y unir “la Europa científica a la América.8

Queda claro que el intercambio de material intelectual se presenta como una manera de forta-lecer estas relaciones con el desarrollo de la cuestión científica proveniente del extranjero, que demuestra, como una de sus consecuencias, la influencia en la concepción de la práctica de los naturalistas de estas sociedades científicas organizadas en la Nueva Granada después de la Inde-pendencia; mientras academias y herbarios en Europa enviaban textos que se especializaban en temas de ciencias naturales, la Sociedad enviaba muestras de la vegetación y de especies anima-les exóticas originarias,9 como en el caso ya citado de Hanbury.

Sobre estas bases se comenzó a forjar una especie de tradición científica en Colombia, que, in-cluso, se extiende hasta comienzos del siglo XX como un proyecto institucional impulsado por el Estado a través de la conformación de corporaciones académicas, como la Academia de Cien-cias y la Universidad Nacional, que funcionaron como agentes de instrucción científica con el propósito de la construcción del ideario nacional, pero los problemas que se presentaron en el proceso por las dificultades de comunicación del centro con las regiones periféricas que Colom-bia vivía a finales del siglo XIX10 contribuyeron a la no consolidación amplia de este proyecto.

Armando Dugand Gnecco: la geobotánica y la flora neotrópica

Como una constante, el conocimiento científico sobre la vegetación en el territorio colombia-no se presenta con la realización de estudios desde el centro, encaminados a la búsqueda de recursos útiles. Constante que se ha discurrido hasta inicios del siglo XX. Las élites científicas se relacionan con el Estado, y allí comienza la academia a cumplir un papel importante con sus estudios para la exploración de recursos naturales al servicio de la nación, que pudieran ofrecer salida al desarrollo de una industria agronómica: esta es una de las razones de la insistencia de

8 Ibíd., p. 109 Ibíd., pp. 10 y ss.10 Ibíd., p. 47.

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volcarse a los estudios sobre la tierra y la vegetación. Posiblemente sea la explicación a grosso modo del acogimiento de las ciencias naturales en Colombia desde el siglo XVIII.

Aunque para este aspecto las fuentes conseguidas para demostrar esta hipótesis no sean conclu-yentes, se visionan las intenciones del centro político y la utilidad de los aportes de la ciencia al servicio de la unificación de la nación; en otras palabras, unificar la periferia con la capital.

Las instituciones que se darían a la tarea de desarrollar los estudios de reconocimiento del medio seguirían siendo consecuentes con la tradición de estudios científicos al concentrar la geografía y la botánica anteriormente trabajadas por Caldas.11 Sin embargo, en el recorrido del siglo XX, las prácticas de estudio de los vegetales también se realizan desde otras regiones del país, para el caso de la costa norte con investigadores como Armando Dugand Gnecco, naturalista barran-quillero de ascendencia francesa y autor del libro Elementos para un curso de geobotánica, que trata la relación entre la flora y el espacio donde se encuentra ubicada.

Reseñando brevemente a este personaje, es notoria su gran producción en conocimiento científi-co, no solo en la rama de la botánica, sino también con aportes en el campo de la ornitología y la herpetología. Armando Dugand proviene del seno de una familia destacada en Barranquilla, su padre fue Víctor Dugand Mulot, de origen francés, y Reyes Coronado, oriunda de Riohacha. Na-cido el 23 de julio de 1906, fue llevado por sus padres a Francia, razón por la cual tuvo la posibi-lidad de formarse en el extranjero: sus estudios primarios los realizó en París entre 1913 y 1919 y pasó por corporaciones educativas como el Institut Gavignet, Escole de la Rochefoucauld y la Escole Jean-Batipste Say. Luego, se trasladó a Nueva York al término de la Gran Guerra, donde ingresó al colegio de negocios de Albany (Albany Business College) de esta misma ciudad.12

Aparentemente, la formación de este personaje iba encaminada al mundo de los negocios ya que su familia se encontraba inmersa en el medio comercial, sobre todo, con la diligencia del Banco Dugand en Barranquilla a cargo de su hermano mayor, José Víctor Dugand, entre 1917 y 1925,13 quién además se desempeñaba como cónsul honorario de Francia y de los Países Bajos. Sin em-bargo, las inclinaciones de Armando Dugand pertenecían al plano de las ciencias. A finales 1937 y comienzos de 1938, Armando Dugand organizó la exhibición de historia natural en el marco de la Exposición Nacional Agrícola y Pecuaria que tuvo como sede la ciudad de Barranquilla, evento en que se le entregó un reconocimiento por su participación. En ese mismo año, y hasta 1939, publica la revista científica denominada Contribuciones a la Historia Natural.14 Es impor-tante destacar la vinculación de este científico a principios de los años cuarenta a instituciones académicas nacionales como el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional en 1940, la Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales en 1941, y la Sociedad Geográfica de Colombia en 1942.

En el Instituto de Ciencias Naturales las relaciones de intercambio intelectual se fortalecen con los investigadores nacionales y extranjeros cuando estuvo a cargo de su dirección, y le dio un

11 Nieto, Mauricio, Op. cit., p. 261.12 Archivo Histórico del Atlántico (A.H.A), DUGAND GNECCO, Armando, Curriculum Vitae, Caja II, p. 1.13 POSADA CARBÓ, Eduardo y MEÍSEL ROCA, Adolfo, Bancos y Banqueros de Barranquilla, 1873-

1925, En: B.L.A.A. [en línea] vol. 17, 2007. Consultado el 27 de octubre de 2010 en: http:/www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletindescisiete/boletindescisiete4a.htm

14 DUGAND, Armando, Op. cit., p. 5.

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impulso como editor a la revista científica Caldasia, donde pudo difundir adelantos de sus tra-bajos sobre avifauna, herpetología y geobotánica, y se publicaron trabajos de otros investigado-res pertenecientes y no pertenecientes al Instituto, ya que la revista permitía publicar en temas variados sobre naturaleza. La importancia de este centro de investigaciones y de la vinculación de este científico nacido en el Atlántico van más allá de funcionar solo como un centro: con un grupo académicos, con laboratorios, un herbario y una revista; el enfoque que se tenía con este proyecto se gestó en torno a un debate sobre el objeto de su propósito: ciencia útil o ciencia pura, son las dos posiciones en momentos radicales en el periplo de este académico con algunos inves-tigadores afiliados al Instituto.

El enfoque de la ciencia útil se encontraba impulsado por el fundador y primer director del Ins-tituto de Ciencias Naturales, Enrique Pérez Arbeláez, quien defiende el valor industrial de las plantas en el campo farmacéutico. Pérez participó en la Reunión Sudamericana de Botánica en Río de Janeiro en 1938 para acordar la regulación del tráfico del patrimonio natural y científico y sugerir a los Gobiernos de estos países la ubicación de regiones florísticas y la creación de par-ques nacionales y jardines botánicos para ampliar el conocimiento sobre la flora nacional.15 Con-tradictorio a los planteamientos de Pérez Arbeláez, se encontraba Jorge Álvarez Lleras, quien apoyaba el cultivo de la investigación científica pura, es decir, el desarrollo de la clasificación y el aprendizaje más profundo de la naturaleza, de ahí radica su crítica general hacia la asimilación y la práctica de los saberes científicos defendida por él desde la década del treinta. Diana Obre-gón muestra el balance en la concepción de este ingeniero sobre el entendimiento y la práctica de los saberes:

Álvarez Llera se refería, en el editorial de la revista en 1934, a la diferencia que la opinión pública tenía por la geografía y por el conocimiento en general… Considera que la Ampulosa inclinación verbalista, propia de los colombianos, desdeña de cualquier esfuerzo de carácter científico. Según Álvarez, esta apatía frente a la ciencia era producto de la fronda verbal propia del trópico y herencia cálida de nuestros mayores. La prueba de tal desprecio era el olvido en que se mantenían los primeros esfuerzos de investigación científica, como la Expedición Botánica y la Comisión Corográfica.16

Este debate se mantendría vivo dentro del seno del Instituto, teniendo como protagonistas al entomólogo Luis María Murillo y Armando Dugand en un encuentro definido por el profesor Jairo Solano Aguas como una lucha de paradigmas y metodologías rivales.17 Murillo siempre se caracterizó por criticar la visión de Álvarez sobre la ciencia, al contrastarla con el pensamiento del profesor Dugand. La discordia era evidente por sus creencias de apoyo a la práctica científica a través de la investigación descriptiva y la clasificación sistemática.

Irónicamente, la vinculación para que Dugand desempeñara el puesto de director del Instituto fue sugerida por Pérez Arbeláez.18 Posiblemente, por la proyección internacional que reflejaba este científico en lo que a la flora se refiere y a las ciencias naturales en general, ya que en el

15 OBREGÓN D., Op. cit., p. 249 y ss.16 Ibíd. P. 20517 SOLANO, Jairo, “Armando Dugand Gnecco, Memorias”. Revista Digital de Historia y Arqueología desde

el Caribe Universidad del Norte, Vol. 3 No. 005, 2006, Consultado en 2008 en: [email protected], P. 16

18 Ibíd., p. 14 ss.

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trayecto entre la década del cuarenta al sesenta se encontraba muy relacionado con la comunidad científica de Norteamérica, en 1942 fue invitado por el Comité Interamericano para visitar jardi-nes botánicos en Estados Unidos; a final del año, se encontraba adscrito al Arnold Arboretum de la Universidad de Harvard y al Gray Herbarium en Cambridge; en Massachusset, como reseach fellow, fue escogido como vicepresidente de la sección II de biología del VIII Congreso Científi-co Americano, celebrado en Washington, y considerado como jurado internacional para consulta y calificación de proposiciones de enmiendas y modificaciones al Código Internacional de No-menclatura Botánica, por parte de la American Society of Plan Taxonomists en 1947. Entre 1950 y la década siguiente, Dugand hizo parte de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Natura-les de España, en 1958, y la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales, en 1968.

La visibilidad del científico en el extranjero le permite encontrarse familiarizado con los avances epistemológicos en el campo de la geobotánica sistemática, disciplina que intentó impartir a sus estudiantes cuando la dictaba con el mismo nombre en la Universidad Nacional;19 insistió en perpetuar el legado del estudio científico profundo en las generaciones siguientes de estudiantes de ciencias naturales en general al entender que la visión pragmática del extranjero permeaba el obrar de académicos y aprendices sobre la flora autóctona.20 Esta es una de las razones de peso por la que el profesor Dugand publicó Elementos para un curso de Geobotánica para finales de 1960, la obra que recoge sus estudios científicos sobre la aplicación de los presupuestos de la ciencia geobotánica en Colombia. El texto se ocupa de la enseñanza técnica para abordar el estu-dio de la habitación vegetal o geobotánica, definida por el naturalista como la “ciencia que estu-dia el fenómeno de la habitación vegetal en la superficie terrestre, fenómeno que se distribuye y localiza en dicha superficie [sic] merced a un conjunto de causas muy variadas que la geobotáni-ca trata de catalogar, describir y explicar”.21

Específicamente, la geobotánica se caracteriza por estudiar la morfología y la fisiología del bio-tipo vegetal afectadas por las condiciones del lugar de su localización; es decir, el factor térmico, relacionado con la temperatura; el factor químico, con el pH, la salinidad y la acidez, y el factor mecánico, con el movimiento del viento o de las corrientes pluviales (para el caso de vegetales acuáticos).22

Otros componentes presentados por Dugand en el marco conceptual de esta rama de la botáni-ca son la “colectividad” y la “sociabilidad”, claves para el desarrollo de las dinámicas presen-tes en el reino vegetal; estos conceptos fueron adoptados por él del trabajo Geobotánica, del eminente geobotánico español Emilio Hugust del Vaillar, hecho que exhorta en la introducción de su obra:

Hay pues en la vegetación un fenómeno obvio de Colectividad, con… apariencia muy fre-cuente de Sociabilidad, unido a un hecho de localización no menos obvio. Del Vaillar, anota el hecho de presentarse en algún punto una planta aislada “es excepcional”, como en la humanidad el de un anacoreta es; la planta que aparece aislada puede ser considerada como un caso especial de sociología vegetal, igual que el anacoreta es, en realidad un verdadero

19 DUGAND A., Op. cit., p. 2 y ss.20 DUGAND A., Elementos para un curso de Geobotánica (Borrador), Archivo Histórico del Atlántico

(A.H.A), 1968, Caja II, p. 1.21 Ibíd., p. 2.22 Ibíd., p. 69, 70, 70 bis, 70 terc.

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fenómeno sociológico humano —así lo observa el autor citado— la planta que aparece soli-taria en medio de otras de distinta especie puede ser el comienzo de un invasión.23

La concepción del científico sobre el proceso de ubicación vegetativa no se circunscribe a los parámetros de la incertidumbre, la relación causa y efecto es el principio utilizado por el geobo-tánico para indagar sobre las razones del por qué la vegetación de cualquier lugar es como es y está donde está,24 al señalar la particularidad que tiene la flora. Este presupuesto fue fundamental para la inserción de Armando Dugand en el debate sobre el planteamiento del concepto de flora neotropical, válido para formas vegetales ubicadas desde el norte hasta el sur de América, inclu-yendo la región del sur de Brasil al compartir similitudes biogeográficas,25 la flora por ubicarse en una región determinada desarrolla caracteres propios entre los que se encontraba el endémico.

La gran diferencia regional en términos geobotánicos se convirtió, de cierta manera, en el impe-dimento para la aplicación de los modelos epistemológicos extranjeros a la hora de fijar concep-tos, terminología y nomenclatura que involucren la vegetación neotropical o autóctona nacional. Frente a esto, la posición de Armando Dugand fue la de establecer una terminología propia dada la falta de conocimiento sistemático sobre la flora colombiana, en especial la de la llanura del Caribe; trabajos como Observaciones Botánicas y Geobotánicas en la Costa Colombiana del Caribe contribuyeron al conocimiento de la xerófita entre otras presentes en dicha localización.26

El debate se extendió hasta las instancias científicas internacionales; el 24 y 25 de octubre de 1962 Dugand asistió a la reunión sobre la flora neotrópica, celebrada en Brasil. A la reunión asis-tieron delegados de todos los países de Suramérica y México, además contó con la presencia de delegados de Estados Unidos y el Reino Unido,27 cuyo propósito consistía en definir qué era la flora neotrópica y examinar el plan de acción para el proyecto sobre la flora neotropical ante la Unesco, donde se votó por unanimidad por la conveniencia de impulsar los estudios concernien-tes a este tipo de vegetación, presente en algunos países con iguales circunstancias ambientales y geográficas.28

Esto último da cuenta del impulso que se intenta dar al estudio en materia de vegetación en ni-veles científicos propios avanzados, aunque la presencia de potencias como Estados Unidos y de Reino Unido nos genera una interpretación perspicaz sobre los propósitos en el subterfugio, además de la representación de la Unesco, que bien podría ser concebida como un reducto man-tenido del “Panlatinismo o Latinoamericanísmo”,29 la concepción de la geobotánica sistemática

23 HUGUST Emilio, Geobotánica (Colección Labor, sección XII, Ciencias Naturales, Nos. 199-200; Barcelo-na, 1929). Citado en: Armando Dugand, Elementos para un curso de geobotánica(Borrador),(A.H.A.), p. I

24 Ibíd., p. XII25 Referente a regiones continentales que comparten biodiversidad y similar geografía. 26 DUGAND A., Observaciones Botánicas y Geobotánicas en la Costa Colombiana del Caribe, segunda

parte, (A.H.A.) Caja II.27 DUGAND A., Lista de participantes a la reunión sobre la Flora neotrópical, Brasil octubre 24-25 de

1966, (A.H.A.) Caja I, Hojas sueltas.28 DUGAND A., Informe de la reunión para la preparación del proyecto de flora neotrópica, Brasil, octubre

24-25 de 1966, (A.H.A.) Caja I, Hojas sueltas.29 Sobre el proyecto Panlatino y Latinoamericano. Véase: AILLON, Esther, La Política Cultural de Francia

en la génesis y difusión del concepto L` AMERIQUE LATINE, 1960-1930. GRANADOS, Aimer y MARI-CHAR, Carlos, Construcción de las identidades latinoamericanas. Ensayos de Historia Intelectual siglo XIX y XX, Editorial Colegio de México, 2004, pp. 71-101.

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en Armado Dugand persiste en los trabajos para el reconocimiento de la flora colombiana y cos-teña. Sin embargo, el grado de especialización que se exigía para el entendimiento de esta cien-cia30 contribuyó al poco interés de la comunidad en general hacia la asimilación de esos saberes.

Conclusión

La ciencia mirada como objeto de interés hace parte de la adaptación, mayormente, de las ten-dencias científicas extranjeras, producto del continuo roce con la comunidad internacional, e in-fluenciadas por el movimiento ilustrado en Francia. Esto alcanzó a reflejarse en el virreinato y se consolidó a través de expediciones científicas que crearon una tradición sujeta a los avatares de los siglos subsiguientes, sin dejar de lado los intereses progresistas, que vieron en este proceso una herramienta de reconocimiento: la clasificación de los valores naturales útiles. Estos son ob-jeto de debates y continuos enfrentamientos entre académicos aún en las primeras cinco décadas del siglo XX. No es ajeno a estos el periplo científico de Armando Dugand, la evidencia es el hecho de que este naturalista haya podido contribuir en estos debates con sus aportes al estudio de la flora colombiana y de la región norte, en especial, siempre bajo el reclamo de su postura disidente del enfoque pragmático de naturalistas antioqueños.

Se sugiere, en gran medida, la necesidad de consulta en este tipo de estudios científicos, más aún por su ausencia en las regiones periféricas. Probablemente, el hecho de que el naturalista se haya interesado por hacer estudios a profundidad en la parte de la costa norte, se debe a la necesidad de conocer desde el lente ciertas disciplinas especializadas bajo los parámetros de la ciencia es-peculativa. Por otra parte, este debate también ha circundado las perspectivas de hacer investiga-ción en las corporaciones académicas legítimas, lo que también afecta en lo que corresponde a su difusión en los no entendidos.

30 NIETO CALDERÓN, Eduardo, Carta enviada a Armando Dugand y Roncallo Hermanos, el 2 de junio de 1972