El pueblo boyacense y su folclor

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El pueblo boyacense y su folclor Javier Ocampo López

Contenido

Introducción al Folclor Boyacense. ..................................................................................................... 3

1. Identidad histórico-cultural del pueblo boyacense. ......................................................................... 5

2. La aculturación y las supervivencias en el folclor boyacense. ........................................................ 9

3. El paisaje boyacense y el folclor. .................................................................................................. 12

4. El folclor cotidiano boyacense. ..................................................................................................... 16

5. El folclor musical de Boyacá. ....................................................................................................... 29

6. El folclor literario de Boyacá. ....................................................................................................... 75

7. Las romerías y el folclor religioso en Boyacá. .............................................................................. 97

8. Mitos, leyendas y creencias populares en Boyacá. ..................................................................... 120

9. Las artesanías populares en Boyacá. ........................................................................................... 131

Bibliografía del folclor boyacense. ................................................................................................. 137

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Introducción al Folclor Boyacense.

Un estudio del Folclor boyacense nos lleva al análisis de las supervivencias tradicionales de

larga duración que se manifiestan en el Pueblo Boyacense: sus costumbres, tradiciones,

creencias, música y danzas, coplas, mitos, medicina popular, fiestas tradicionales y todas

aquellas manifestaciones populares que son el "haber del pueblo", su herencia ancestral y

su legado. Estudiamos las "supervivencias" que han permanecido por tradición a través del

tiempo; las vigencias más típicas, más sencillas y cotidianas, que precisamente por tener tal

carácter son del dominio de las masas populares, que se aceptan y transmiten de generación

en generación con gran facilidad.

Los hechos folclóricos que estudiamos presentan profundas raigambres de muchos siglos

de duración en su proyección estructural; tienen un ritmo lento en su movimiento en el

tiempo y se manifiestan como estructuras básicas convertidas en elementos estables de una

infinidad de generaciones; permanecen sin cambios durante muchos siglos y son casi

inmóviles.

Los hechos folclóricos que estudiamos en Boyacá son colectivos, pues pertenecen a esta

sociedad incrustada y relacionada en todos sus elementos con Colombia e Hispanoamérica.

Se han transmitido por tradición con fuerza y vivacidad a través del tiempo, convirtiéndose

en patrimonio cultural más querido por el pueblo. Son funcionales, porque se identifican

con la vida espiritual, material, social y económica de la comunidad boyacense. Son

regionales, por cuánto se localizan en esta región del Altiplano boyacense de los Andes

Orientales y expresan los modos y circunstancias locales en una dimensión de espacio de

relación con la región cundiboyacense, con Colombia en el espacio nacional y con

Hispanoamérica en el espacio continental; a nivel mundial, con Europa, Asia y Oceanía.

Son hechos que adquieren anonimato, por cuanto al pasar de individuo a individuo y de

generación en generación, sus orígenes se van perdiendo hasta desaparecer completamente.

Son hechos vigentes, porque a pesar de aparecer como supervivencias tradicionales, se

manifiestan con todo vigor y fuerza en la sociedad boyacense, que los considera como

frutos de aquella herencia ancestral del pasado.

La sociedad Folk o Pueblo es aquella que posee supervivencias de muchos siglos de

duración. El "Lore" o saber popular es la erudición del pueblo, representada en las

supervivencias de los hechos antiguos que han penetrado profundamente y son vigentes en

la mentalidad popular: una romería a Chiquinquirá, una copla popular, un tiple, una fiesta al

patrono del pueblo, un torbellino, un juego de tejo o turmequé, una ruana, una cerámica de

Ráquira, etc.

Para conocer el Folclor boyacense, debemos reflexionar sobre diversos elementos étnicos y

culturales que lo componen, cuyas permanencias se presentan como supervivencias: su vida

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cotidiana, su folclor musical, su folclor literario, las romerías y fiestas religiosas, sus

costumbres, sus creencias, medicina popular, artesanías populares y aspectos diversos del

folclor en las regiones boyacenses.

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1. Identidad histórico-cultural del pueblo boyacense.

Para llegar a un análisis profundo del Pueblo Boyacense y las supervivencias folclóricas,

debemos delimitar los diversos elementos raciales y formaciones socio-culturales que lo

conforman: el indígena y el español, localizados en el Altiplano boyacense de los Andes.

El núcleo primigenio de la conformación étnica es el indígena, representado

fundamentalmente en la población CHIBCHA o "Muisca". Este pueblo alcanzó el grado

de desarrollo cultural más importante entre los Aborígenes de Suramérica septentrional. En

su conformación etno-cultural, los estudios realizados por el antropólogo Silva Célis, han

llevado a la conclusión sobre los caracteres mestizos del pueblo chibcha: por una parte,

descendiente de pueblos asiáticos, como así lo expresan sus caracteres braquicéfalos; y por

otra, presenta los rasgos paleoamericanos que le dan afinidad con los pueblos melanesios

oceánicos.

Los Chibchas de Boyacá estaban delimitados en tres confederaciones de cacicatos: El

cacicato de Tunja, propio del Zaque, el cual proyectaba su influencia en Quimuinza,

Motavita, Sora, Ramiriquí, Turmequé, Tibaná, Tenza, Garagoa, Somondoco, Lenguazaque

y otras. El Cacicato de Tundama, con su influencia en Onzaga, Chicamocha, Soatá,

Oicabita, Chitagoto, Ibacuco, Lupachoque, Sátiva, Tutasá, Cerinza, Susa y Susacón. El

Cacicato de Sugamuxi o Iraca, con su influencia en Gámeza, Firavitoba, Busbanzá, Toca,

Pesca, Tobazá y otras. Tribus chibchas independientes fueron las de Tinjacá, Sáchica,

Chispatá y Saboyá. El cacicato de Susa presentaba su influencia hasta Moniquirá,

Chiquinquirá y otras áreas de Cundinamarca.

En la Etnia aborigen boyacense tenemos en cuenta también los indios Laches en la región

del Cocuy, El Espino, Chita, Jericó, Guacamayas, Chiscas y en general en los alrededores

del Nevado de Chita o Guicán. Algunos subgrupos fueron los Laches, Chiscas, Ura, Chita,

Cocuy, Pánqueba, Guacamayas, Tequia y otros.

Hacía el noroeste de Boyacá se localizan los Tunebos, únicos sobre -vivientes en el

presente siglo XX; entre sus grupos mencionamos los Tigrías, Sínsigas, Cobarías y

Unkasias.

Otros pueblos indígenas, en especial de familia lingüística caribe, se presentan también en

Boyacá. Entre ellos los Muzos con sus tribus suratenas, babures y motepís que se

localizaron en las cercanías de Chiquinquirá, Simijaca y Susa. En la hoya de los ríos Opón

y Carare (Territorio Vásquez), se localiza la tribu de los Carares, aún sobrevivientes en el

presente siglo.

El pueblo aborigen más importante del Altiplano boyacense fué el CHIBCHA o MUISCA,

considerado en un grado de desarrollo de cultura clásica americana y un modo de

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producción de comunidad ampliada. En el momento de la llegada de los españoles, el

pueblo chibcha se encontraba en un proceso de "unificación", como base para la

constitución de un verdadero reino comunitario. No llegaron a la plenitud de la

confederación política, por el liderazgo que pretendía hacer el Zaque desde Tunja y el Zipa

desde Bacatá, y la llegada de los españoles.

El adelanto de los chibchas alcanzó notables avances culturales en las técnicas de la

agricultura, orfebrería, cerámica, hilados y tejidos, explotación de la sal, las esmeraldas,

etc. Su adelanto en el comercio, los llevó a organizar magníficos mercados en Sogamoso,

Turmequé, Sora, Aipe y otros pueblos. La cerámica chibcha, con técnicas de Neolítico,

supervive aún en el Altiplano boyacense; dignos de mención son los objetos de cerámica de

Ráquira, Tutasá, Tuaté, Tinjacá, etc., que constituyen un rico venero en el Folclor de la

artesanía nativa boyacense.

En la evolución religiosa, los chibchas ya habían alcanzado un grado superior al animismo

y totemismo, con dioses como Chimichagua o Dios Creador; Bochica, el dios civilizador,

quien según la tradición enseñó a los chibchas las artes manuales y las normas jurídicas

para la convivencia; Bachué, Chía, Chibchacún, y otros del panteón chibcha. Hacían

manifestaciones religiosas o peregrinaciones al templo del Sol en Sugamuxi, a Furatena y

otros lugares sagrados.

El grado de adelanto chibcha se manifestó también en las normas jurídicas, que le asignan

un primer puesto en el adelanto jurídico de América prehispana; dignos de especial

mención son los códigos de Nemequeme, Nomparem y Goranchacha y las sabias normas

del gran legislador Bochica.

En los mediados del siglo XVI penetró en el Altiplano boyacense el núcleo

de ESPAÑOLES, el segundo grupo en la conformación etno-cultural boyacense. El grupo

comandado por Gonzalo Jiménez de Quesada viajó desde Santa Marta hasta la Sabana de

Bogotá, Tunja y Sogamoso. El comandado por Nicolás de Federmán con los alemanes,

tomó la vía desde Venezuela, Llanos Orientales, hasta el Valle de Tenza. Los españoles

eran en su mayoría castellanos y andaluces; posteriormente penetraron los canarios,

extremeños y catalanes.

Desde el siglo XVI, Tunja se convirtió en la segunda ciudad y región de importancia en el

Nuevo Reino de Granada; era la región de la rancia aristocracia española de "hidalgos" y

encomenderos: caballeros de las órdenes militares de Santiago y Calatrava, marquesado de

Surba y Bonza; asimismo familias encopetadas como los Suárez, Mancipes, Vásquez,

Barrera, Holguín, Beltrán, Gómez, Guevara, Arias, Machado, Alvarez, Mujicas,

Maldonado, Niño, Otálora, Rojas, Ruiz, Tavera y otras.

En los siglos del coloniaje (XVI, XVII y XVIII) el altiplano boyacense se presenta como la

típica zona de estructura colonial: elevado porcentaje de la población indígena chibcha;

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encopetada aristocracia peninsular y criolla en Tunja; y el área característica de

la Encomienda, el Resguardo y la Mita. En esta área se fortaleció la Encomienda en los

siglos XVI y XVII, presentándose en la estratificación social un grupo de encomenderos y

propietarios españoles y criollos y una gran masa de indígenas encomendados. Desde la

última década del siglo XVI surgió el Resguardo en el cual se estableció un tipo de

propiedad comunal, en la cual se agruparon núcleos de indígenas con cierta autonomía

administrativa y con sus propias autoridades; una forma comunal de la tenencia de la tierra,

que buscaba la protección del indígena contra los abusos causados por la convivencia con

españoles y criollos. En esta área boyacense se fueron consolidando en los siglos XVII y

XVIII las haciendas familísticas y patrimoniales, que poco a poco se fueron convirtiendo en

el eje de la actividad social, económica y política con proyecciones en los siglos XIX y XX.

Durante la Colonia, la "Provincia de Tunja" era lo que actualmente es Boyacá (nombre

chibcha que significa "cercado o región de mantas"). Tunja aparece como "la ciudad

cultural" más importante del Nuevo Reino de Granada; tierra de literatos y poetas (Juan de

Castellanos, Hernando Domínguez Camargo, la Madre del Castillo y otros); en sus iglesias,

conventos y residencias particulares de aristócratas, se encuentran los más variados estilos

artísticos y arquitectónicos.

La provincia de Tunja aparece en la Colonia como el centro económico más importante en

el Nuevo Reino en lo que se relaciona con la mayor producción de la industria

manufacturera de textiles y en la provisión de trigo, papa y cebada al país y a la metrópoli

española. Su auge económico lo encontramos hasta mediados del siglo XIX, cuando nuevos

ejes económicos surgieron en Occidente y Norte de Colombia.

En 1821 se creó el DEPARTAMENTO DE BOYACA en lo que era la antigua Provincia de

Tunja, el cual pasó a ser ESTADO soberano en 1857, con las provincias de Tunja,

Tundama, Casanare y los cantones de Chiquinquirá y Moniquirá. A fines del siglo XIX,

Boyacá llegó a dividirse en las siguientes provincias: Centro, Norte, Occidente, Oriente,

Tundama, Gutiérrez, Sugamuxi, Valderrama y Ricaurte; tuvo también las provincias de

Neira y Nariño. Desde la ordenación político-administrativa establecida en 1886 se

estableció el Departamento de Boyacá como hoy lo conocemos, con algunas variaciones

principalmente en lo relacionado con el territorio de Casanare.1

Una radiografía contemporánea de las formaciones histórico-culturales del Pueblo

boyacense, nos lleva al siguiente análisis:

1 Sobre la Historia de Tunja y Boyacá pueden consultarse las siguientes obras:Germán Colmenares, "LA

PROVINCIA DE TUNJA EN EL NUEVO REINO DE GRANADA" (1539-1800), Bogotá, U. Andes,

1970. Ulises Rojas, "CORREGIDORES Y JUSTICIAS MAYORES DE TUNJA" Tunja, Imprenta

Departamental, 1962. Ramón C. Correa, "HISTORIA DE TUNJA", Tunja, Imp. Dptal., 1945. Ozías Rubio y

Manuel Briceño, "TUNJA DESDE SU FUNDAClON HASTA EL PRESENTE", Bogotá, Imprenta Eléctrica,

1909.Ramón C. Corres, "MONOGRAFIAS" Tunja, Imp. Dptal., 1930, 4 vols. Gabriel Camargo Pérez, "DEL

BARRO AL ACERO", Tunja, Imp. Departamental, 1968.

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La presencia de un gran núcleo de población integrado por sobrevivientes chibchas,

quienes sufrieron el impacto de la expansión española, la aculturación o contacto de

culturas y la endoculturación o aprendizaje de la cultura occidental cristiana. Es el grupo

que conforma la mayoría del campesinado boyacense enfrentado en un problema

bicultural: por una parte, su antiguo acervo cultural, el cual a pesar de haber sido

enormemente reducido, pudo hacer sobrevivir algunos elementos que representan el modo

de ser del campesino boyacense, expresado en las supervivencias folclóricas indígenas; y

por otra parte, la contribución europea, espiritual y material que se ha hecho vigente

durante cuatro siglos y medio.

Entre los pueblos sobrevivientes de los aborígenes, destacamos los Pueblos

testimoniales que permanecieron aislados de la aculturación europea y aun son

sobrevivientes en Boyacá: Los Tunebos en el Norte boyacense, auncuando es evidente que

han tenido contacto aculturador con las Misiones.

La etnia chibcha sobrevive en el Altiplano boyacense y se manifiesta en muchas de sus

costumbres, tradiciones, creencias y valores populares.

Otro gran núcleo de la población boyacense es el MESTIZO, el cual surgió de la mezcla

hispano-chibcha en el Altiplano Andino. Presenta este núcleo una gran integración a la

cultura hispanoamericana, obtenida a través de la españolización lingüística, la conversión

al catolicismo y su incorporación a la sociedad colombiana, con una verdadera identidad

nacional. Pocas décadas después de la conquista, nacieron en Boyacá, como en las demás

regiones americanas, las nuevas protoetnias raciales y culturales mestizas.

El otro grupo de la Etnía boyacense es el "CRIOLLO", descendiente de los españoles.

Conforma el estamento superior del pueblo boyacense y tiene en su ascendencia, las

familias aristocráticas que penetraron en esta región en los siglos del coloniaje, muchas de

las cuales emigraron a Bogotá y otras regiones del país desde mediados del siglo XIX.

Indígenas, mestizos y criollos conforman la esencia étnica que identifica al pueblo

boyacense en el panorama nacional. Nuevas corrientes migratorias en los mediados del

siglo XX, procedentes de diversos lugares de Colombia, y atraídos por la fuerza del

despertar industrial de Boyacá y las facilidades educativas, completan el mosaico racial en

esta región del Altiplano, que es por esencia "mestiza".

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2. La aculturación y las supervivencias en el folclor boyacense.

La Aculturación o contacto de culturas en el Altiplano Boyacense se llevó a cabo con

el predominio de la Sociedad española sobre la Chibcha. Aún cuando con algunos focos

de resistencia indígena, lentamente los chibchas fueron aceptando y asimilando los sistemas

de vigencias españolas en los siglos XVI, XVII y XVIII. Esta forma de Aculturación

hispano-chibcha fué diferente de otras áreas del país, en donde el choque inicial de la

Conquista llevó a la destrucción de muchos núcleos de población y de sus valores

culturales, o los desplazó al aislamiento.

La facilidad en la asimilación y aceptación de las vigencias sociales impuestas por la

sociedad española a la chibcha, tuvo como causa, entre otras, el grado de desarrollo cultural

de ésta, en sus vigencias socio-económicas, políticas y religiosas, más avanzadas que en el

resto de la población indígena de Colombia.

La Conquista que fué el choque inicial de la Aculturación, llevó a la desorganización de los

cacicatos chibchas y en general a los distintos núcleos indígenas, lo cual produjo también

una desvertebración de sus principales pautas culturales. Los primeros contactos con los

españoles nivelaron los servicios y obligaciones entre los nativos, perdiéndose así la

cohesión de los distintos núcleos.

Durante los tres siglos del coloniaje, los chibchas del Altiplano, llevados a los sistemas de

encomienda y resguardo, fueron asimilando la cultura española por endoculturación o

aprendizaje de la cultura. Algunas supervivencias de su religión continuaron sin embargo,

hasta muy avanzada la colonia, en forma secreta; otras, en forma pública, como las

peregrinaciones o romerías a Chiquinquirá, Chinavita, Monguí y otras.

Grandes masas de indios chibchas pasaron a las encomiendas en el siglo XVI. A partir de

1592 con la reforma agraria implantada por el Presidente Antonio González, pasaron a los

Resguardos, y por último en los siglos XVIII, XIX y XX, entraron a conformar el

CAMPESINADO DE BOYACA y pueblo llano de las incipientes aldeas. Muchos de estos

indígenas se mezclaron con los españoles, especialmente andaluces y castellanos y dieron

surgimiento a los mestizos, que se distribuyeron en las campiñas boyacenses. Estos

campesinos, descendientes de los chibchas, participaron en el Movimiento Comunal de

1781; fueron patriotas encendidos o realistas furibundos en diversos lugares en la Primera

República Granadina; hicieron parte de los ejércitos patriotas o realistas de acuerdo con las

circunstancias en la guerra de independencia; fueron decisivos en la Campaña Libertadora

de 1819; y asimismo fueron pasto de guerras civiles en el siglo XIX, llevados en masas por

caudillos y gamonales en ese siglo de la consolidación nacional.

La doble identidad hispano-chibcha se refleja en las formas de la Aculturación en

Boyacá. En ella se cumplieron los niveles que se consideran en toda aculturación: la

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aceptación, la reacción y la adaptación. En unos casos se presenta la mezcla de culturas por

fusión para dar surgimiento a una proto-etnia cultural nueva; y en otras encontramos

el sincretismo o supervivencia de los diversos elementos culturales.

Desde el punto de vista del Folclor, es importante considerar la transmisión de

las Supervivencias. La tradición transmite los fenómenos folclóricos como

supervivencias, o hechos que perviven, pero pertenecen al pasado. El Folclor es el estudio

de las supervivencias (sur vivals) que han sobrevivido del pasado; lo que vive hoy, pero que

pertenece al pasado; son aquellos valores tradicionales que han penetrado profundamente

en el alma popular. Las supervivencias son espontáneasporque se expresan generalmente

en forma oral; no reflexiva, ni escrita. Se transmiten de individuo a individuo; de

generación en generación; de pueblo a pueblo en algunos casos, hasta que su orígen

desaparece casi totalmente en el tiempo, lo cual significa que adquieren anonimato.

En el Folclor boyacense encontramos las supervivencias indígenas y españolas. La

cerámica, la cestería, algunas supersticiones, costumbres en los enterramientos, en el

nacimiento, el amaño, etc. tienen hondas raíces chibchas en el Altiplano andino. Asimismo

las supervivencias hispánicas se manifiestan en la música, danzas, cantos, mitos,

supersticiones, fiestas religiosas, coplas, proverbios, refránes, trajes típicos y otros

elementos. Estas superviviencias coexisten en algunos casos, y en otros se han fusionado,

adquiriendo "mestizaje" o sentido terrígena americano.

Un ejemplo de las supervivencias chibchas en el pueblo boyacense contemporáneo, lo

encontramos entre los campesinos Tuatés de la población de Belén de Cerinza y cerca de

Tutasá. Sus antepasados fueron conocidos como los "indios olleros", industria que aún

subiste con las mismas técnicas chibchas. Entre ellos persiste en algunos casos la costumbre

del "amaño" y supervivencias chibchas del matrimonio, en donde la novia lleva la

tradicional "pora" o vasija de barro como regalo del novio tuaté. Encontramos las

costumbres funerarias en donde se mezclan elementos chibchas e hispánicos; la costumbre

de las lloronas o plañideras y las recomendaciones a los parientes difuntos.

Aun cuando la mayor parte de las supervivencias en el Folclor de Boyacá son originarias de

España, con adaptaciones al medio chibcha y con influencia del medio ambiente, es

innegable la subsistencia del espíritu y la mentalidad indígena: la melancolía de la raza, la

espontaneidad, la ingenuidad y el detalle son representativos de la aculturación que se

refleja en el Folclor boyacense. A los aires musicales introducidos por los españoles en el

Altiplano y asimismo a sus danzas y cantos, se mezclaron los rasgos de la melancolía y

tristeza de los cantos chibchas, tristes y expresivos.2

2 Sobre la idiosincrasia del boyacense consúltense los siguientes estudios: Orlando Fals Borda, "EL

HOMBRE Y LA TIERRA EN BOYACA"; Bogotá, Editorial Punta de Lanza, 1973. Orlando Fals Borda,

"CAMPESINOS DE LOS ANDES", Bogotá, Editorial Iqueima, 1961. Manuel Zapata Olivella, "EL

HOMBRE COLOMBIANO"Bogotá, Editorial Anta res, 1974.

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Campesina Boyacense.

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3. El paisaje boyacense y el folclor.

La Antropogeografía boyacense nos enseña la importancia del conocimiento del medio

geográfico, la acción decisiva del hombre en la adaptación y modificación del paisaje

natural, y la influencia del "espacio geográfico" en las manifestaciones de la cultura

popular.

El elemento vital en el Paisaje Boyacense es el Altiplano andino, formado por 13 ramales

semiparalelos que condicionan la orografía cordillerana. Un paisaje mesetario, seco y frío

en las tierras que circundan a Tunja y Villa de Leyva; con valles de opulenta belleza y

exuberancia como los de Chiquinquirá, Duitama, Sotaquirá y Sogamoso; cerros de agudos

picachos; sabanas circuídas de colinas de suaves ondulaciones. Al Oriente, se extiende

el Valle de Tenza, sobre las bajas estribaciones en la sucesión de montañas. Al norte, la

agreste montaña que se empina como cordón magistral desde las gélidas alturas de Pisba y

San Ignacio hasta alcanzar las nieves perpetuas de la gran mole de Güicán.

La región del Occidente boyacense es una llanura selvosa, húmeda y estéril, casi

despoblada alrededor del río Magdalena y el auge de Puerto Boyacá.

En la psicología de los pueblos, la montaña influye en las actitudes y comportamientos de

las gentes. Un paisaje de montaña y meseta, con sus recodos y caminos, pequeños valles y

hondonadas, montes y en general multitud de paisajes minúsculos, en donde el habitat tiene

sorpresas a cada vuelta del camino, forma un pueblo acostumbrado a la profundidad, a los

detalles, a la meditación y egocentrismo con manifestaciones idealistas. En éstos paisajes

montañeros, en donde se concentra la población más densamente, las inquietudes y

pasiones tienden a multiplicarse y a crear un sentido más empírico de la vida; más

minúsculo y más concreto.

El Altiplano Andino es el paisaje que ha dado la esencia misma al pueblo boyacense,

etnoculturalmente hispano-chibcha. En este paisaje interesa en el Folclor la presencia de

los pueblos, aldeas y veredas boyacenses. Son los pueblitos viejos, concentrados

alrededor de la iglesia, la casa del cura, la alcaldía o inspección y la escuela; aquellos de

sencillas casas y calles solitarias.

Algunos poblados boyacenses se formaron en el cruce de varios caminos, o en la entrada y

salida de los desfiladeros otros en las concentraciones demográficas de las veredas,

alrededor de los trigales o al calor de las minas. Unos son típicamente del altiplano y otros

son de la montaña, o de los pequeños valles interandinos; la mayoría nos presenta un tipo

de aldea perdida y olvidada del poder central. Otros por su situación agrícola, fabril,

política o cultural como Tunja, Sogamoso y Duitama conforman los centros urbanos de

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atracción.

Paisaje Boyacense.

El origen de los pueblos boyacenses nos remonta a una estabilidad de núcleos demográficos

en las diferentes áreas geográficas. Algunos surgieron al calor de los poblados indígenas;

otros en los siglos de la colonización española; y los más recientes, en los siglos XIX y XX.

Entre los pueblos que surgieron de los poblados indígenas, mencionamos los

siguientes: Tunja, que surgió del cercado de Quimuinza y era la sede de los

Zaques; Sogamoso, lugar que surgió de Sugamuxi, el centro religioso de los chibchas y el

lugar sagrado del templo del sol; Duitama, dominado por el cacique

Tundama; Ramiriquí la primitiva capital de los zaques y sede del cacique

Baganique; Soatá, centro del cacicazgo; Monguí habitado por la tribu de los

samoes; Betéitiva poblado del célebre cacique Betancín; Chita, caserío de los laches, en la

misma forma que El Cocuy; Pesca, habitado por los pescas, chávigas y mochagá.

Señalamos asimismo los poblados indígenas en donde surgieron: Chiquinquirá, Moniquirá,

Turmequé, Garagoa, Guateque, Iza, Mongua, Paipa, Nobsa, Somondoco, Ráquira, Cucaita,

Cerinza, Boavita, Chiscas y otros.

Otros pueblos boyacenses surgieron en los siglos del coloniaje hispánico: Villa de Leyva,

Miraflores, Belén, Pueblo Viejo, Santa Rosa de Viterbo, Ventaquemada, Capilla de Tenza,

Corrales, El Espino, Güicán, La Uvita, Umbita y otros. En las fundaciones, señalamos la

importancia de la fundación de Tunja el 6 de agosto de 1539 en el cercado de Quimuinza.

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En el período nacional surgieron otros pueblos boyacenses como Briceño, Buenavista,

Caldas, Chinavita, Guayatá, Paz de Río, Belencito y otros.

La mayoría de los pueblos boyacenses encierran todo el calor de la raza chibcha, el

elemento primario en la formación de nuestro pueblo. Los mismos nombres de los pueblos

ya mencionados nos indican la influencia indígena, si los comparamos con los nombres de

los pueblos de Santander y Antioquia, u otras regiones de Colombia.

La copla popular boyacense ha expresado así algunas tipicidades de los pueblos

boyacenses:

Paisaje Boyacense.

Pa´ chirimoyas,

Guateque;

pa´ naranjas, Machetá;

para muchachas bonitas

Somondoco y Guayatá.

Cuando el diablo tá algo

triste

se va pa Turmequé;

las niñas le sirven chicha

y le dicen sumercé.

Voy de Tenza a

Chinavita

y de allí a Chiquinquirá,

pa San Lazaro pasando

y golviendo a Tutasá.

Ese nu es de pu´ estos laos,

es´ es de Ramiriquí

y tieneel pico pelao

de tanto comer ají.

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El folclor boyacense se concentra en las VEREDAS y en las ESTANCIAS campesinas. La

vereda es una división rural en grupos vecinales, en donde la población se concentra en

estancias, fincas o haciendas de tamaño pequeño o regular; es en ellas en donde se

concentra lo más típico de los usos regionales, tradiciones y costumbres. Hasta el siglo

pasado, se llamaban "partidos" o comunidades; algunas surgieron de las antiguas

capitanías indígenas y en los resguardos; otras surgieron alrededor de una gran hacienda

española.

Al analizar la vereda dentro del Folclor boyacense, debemos señalar en ellas la

idiosincrasia del campesino; en muchos casos cambian las actitudes de una vereda a otra,

aun cuando sean vecinas. Son muy típicos en Boyacá los nombres de las veredas: En Tunja,

las veredas de Runta, Barón, Chorroblanco, La Colorada, La Lajita, Pirgua, Tras del Alto y

otras; en Arcabuco, las veredas de Rupavita, Quirbaquirá y Alcaparros entre otras. En

Boavita, las veredas de Chulativa, Melenal, Sacavochay otras. En Soatá las veredas de

Molinos, Tipacoque, Ovachía, Llanogrande; en Samacá las veredas de Lomarredonda,

Pataguay, el Jacal, el Venedo, etc.; en Sogamoso, las veredas de Sabanetas, San Antonio,

Zartal, Covavita y otras; y así en cada uno de los pueblos de Boyacá.

La vereda tiene para el boyacense un sentido especial que lo distingue de otras regiones

colombianas; en ella se encuentra su parcela que concentra todo el ámbito de su existencia;

la razón de ser del trabajo; el nexo sensible que establece la comunicación del hombre con

el cosmos. En la vereda se encuentra "LA ESTANCIA" que es esa pequeña porción de

territorio arable que circunda la choza campesina; en ella se encuentra la tradición

campesina, la historia misma, y por esencia, el ámbito del Folclor.

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4. El folclor cotidiano boyacense.

a. El Traje típico del boyacense

La indumentaria popular es uno de los elementos folclóricos en donde podemos analizar las

supervivencias de larga duración en el pueblo boyacense, y las diversas influencias

sociales, históricas, económicas y geográficas.

El origen del traje típico del Altiplano boyacense lo remontamos a la época inicial de la

transculturación hispano-chibcha, con las innovaciones que posteriormente se le hicieron.

El español encontró en el Altiplano boyacense un habitante que acostumbraba un vestido

adaptado al frío de la meseta cundiboyacense, y con caracteres que reflejaban posición

social y diferenciación de sexo. Los Chibchas cubrían el cuerpo con faldas de telas de

algodón listado y de muchos colores, las cuales ajustaban a la cintura con el "chumbe o

cinturón tejido en lanas y algodón de vistosos colores; esta especie de aruaco lo usaban los

hombres hasta la rodilla y las mujeres hasta el tobillo.

Las mujeres chibchas usaban una manta cuadrada llamada "chircate", ceñida a la cintura

con la faja "chumbe" y sobre los hombros una pequeña manta llamada "líquira" prendida

en los pechos con un alfiler grande de oro o plata, que tenía en la cabeza un cascabel que

llamaban "topo". En la cabeza llevaban las mujeres la Llillao mantilla rectangular que

replegaban sobre la nuca y ajustaban con el "topo" o largo alfiler. Los hombres chibchas

llevaban un largo poncho de lana que les llegaba hasta las corvas, para protegerse del frío.

La mayoría de la población chibcha del Altiplano lucía los pies descalzos; sin embargo los

caciques y gentes de mayor rango social calzaban la "hushuta" o suela de cuero fijada al

calcañar por cordones también de cuero, los cuales pasaban por entre los dedos.

Los conquistadores españoles que penetraron a Boyacá en el siglo XVI trajeron cotas de

malla y corazas. Los soldados de la hueste indiana vestían las llamadas "normandas" o

túnicas de cuero o gamuza, acolchonadas y reforzadas con grandes cabezas de clavos. En el

siglo XVII los tunjanos usaban juboncillo ajustado, pantalón corto de seda o terciopelo

oscuro con acuchillados blancos, y medias de seda o lana, capucha con borla y gorra, hecha

de la misma tela que el vestido. Las mujeres españolas utilizaban amplias sayas, faldas de

vuelo completo, a menudo con pliegues, enaguas y refajos; usaban los delantales, jubón o

corpiño de encajes y los chales; se cubrían la cabeza con mantones de lana para protegerse

del frío, o también las mantillas de encaje.

Los vestidos españoles y chibchas de los siglos del coloniaje, con las influencias de las

modas francesas introducidas en la época de los Borbones (Siglo XVIII) y otras influencias

Page 17: El pueblo boyacense y su folclor

17

europeas en el siglo XIX, fueron conformando un traje típico boyacense que se popularizó,

y es el que hoy conocemos generalmente en el campesino boyacense.

¿Qué viste el hombre campesino boyacense? Pantalón de dril, camisa de tela de

algodón, alpargates, sombrero de tapia pisada y ruana de lana; en algunos casos la

montera de lana.

El pantalón fué adaptado a los descendientes chibchas desde el siglo XVII, pues hasta

dicho siglo parece que usaron los chircates. En el siglo XIX los campesinos boyacenses

aparecen con pantalones anchos y sueltos, con un largo variable de la rodilla al tobillo; fué

solo a mediados del siglo XIX cuando los pantalones de nuestro campesino se volvieron

largos y estrechos, casi pegados a la piel. A finales del siglo XIX aparecen los pantalones

masculinos en forma de campana, con la boca del pantalón más ancha que la manga. En la

primera mitad del siglo XX, el pantalón del boyacense de "manta Samacá" era angosto y

ajustado a la pierna, e iba generalmente un poco arriba del tobillo. Los campesinos de

mayor recurso, utilizaban el "pañete" con un tejido más fino de algodón delgado y con

dibujos parecidos a los del paño extranjero. Para las fiestas los campesinos ricos usaban

saco o chaqueta de pañete o de manta "samacá".

La camisa del campesino boyacense es generalmente de tela de algodón. En la primera

mitad del siglo XX era generalmente de género, al cual llamaban "diagonal", producido

también en Samacá. Acostumbraban una camisa sin cuello, o lo que hoy podría llamarse

"estilo Mao"; algunos utilizaban un pañuelo en el cuello, el cual llevaba las puntas en equis,

tomado de los extremos generalmente con un resorte que pasaba por la espalda; este

pañuelo era de mediana distinción, y asimismo una especie de adorno.

Otro elemento fundamental en el traje típico boyacense es la ruana. Tiene ascendencia en

los largos ponchos chibchas y en el capote español. Según el cronista Antonio Herrera, el

rasgado de la manta para colocarla al cuello, era considerada por los chibchas como gran

infamia. Parece que la ruana como la usa el campesino boyacense es una imitación del

"poncho" que introdujeron los yanaconas durante el coloniaje español en las tierras de la

provincia de Tunja, y muy semejante a los ponchos de los indígenas mapuche-huilliche de

Chile. El historiador colonial Basilio Vicente de Oviedo nos dice que en siglo XVIII, la

elaboración de ruanas constituyó una fuente industrial muy rica en la provincia de Tunja;

ruanas en general hechas en tonos oscuros y relativamente pequeñas. El Virrey Espeleta

prohibió a los artesanos del Nuevo Reino, usar las ruanas, por considerarlas concentradoras

de suciedad personal; sin embargo se siguieron utilizando hasta convertirse en uno de los

elementos indispensables en el traje típico regional boyacense.

El sombrero del campesino boyacense es de tapia pisada hecho de trencilla de "palmiche"

y fibras de palma de ramo o fique. También se acostumbra en algunos lugares del Centro y

Valle de Tenza el sombrero de caña. En los primeros años del siglo XX, el campesino rico

Page 18: El pueblo boyacense y su folclor

18

utilizó el sombrero jipa, traído del occidente y sur del país; era el que lucía en las romerías

y días festivos; el jipa lo cambió posteriormente por el sombrero de fieltro, el cual se ha

generalizado mucho en el campesino actual.

Las alpargatas que usaban los campesinos boyacenses fueron introducidas por los

españoles y en sus raigambres históricas parecen que son de origen árabe, con amplio uso

en Valencia en la época medieval (La voz arábiga "albargat" dió origen a la palabra albarca

y alpargata); también aparece con los nombres de cotiza, quimba y ojota. Las primeras

mujeres españolas que llegaron al Altiplano utilizaron las alpargatas, inicialmente hechas

de algodón y luego de fique; el campesino boyacense fué muy lento en adoptar las

alpargatas españolas; los indígenas y en general los campesinos durante muchos siglos

fueron descalzos como sus ascendientes chibchas. El alpargate que usa el campesino

actualmente es de fique con capellada de algodón; va atado del talón hacia adelante con un

cordón de lana, de preferencia negra.3

El complemento del traje típico del campesino boyacense era el "bordón" o

un"bolillo" de ayuelo o guayacán, que generalmente terminaba en "recatón" con una punta

de hierro. Generalmente utilizaba el bordón como arma de defensa, pues el machete casi

nunca se usaba, aun cuando sí lo era el cuchillo.

¿Y cuál es el traje típico de la mujer boyacense?. La mujer boyacense de los campos

viste una falda de tela de algodón, con amplios vuelos y adornada en la parte inferior

con dibujos y aplicaciones de variados colores; blusa de algodón con bordados,

pañolón o mantellina, sombrero de caña o tapia pisada; alpargates blancos, atados

con galón negro. La campesina Boyacense acomodada acostumbraba una indumentaria

con gran calidad en las telas y finos adornos: paño de Castilla, Cachemira o frisa.

Las españolas que llegaron en el siglo XVI usaban faldas que caían hasta los tobillos; las

mujeres chibchas que usaban los chircates, se fueron acostumbrando al traje de las faldas.

Esta supervivencia española no ha sufrido muchos cambios; así las faldas de las campesinas

boyacenses, recuerdan las españolas del siglo XVIII. La falda de la campesina es

generalmente de frisa o de tela ordinaria, que hasta hace poco tiempo era fabricado por las

mismas campesinas en telares antiguos caseros, y las teñían con añil. La falda generalmente

es negra y va casi hasta el tobillo; en la jareta que va en la cintura, hasta hace poco tiempo

colocaban un cordón, hecho generalmente de cabello, el cual iba dentro de la jareta y con él

ataban fuertemente la cintura. En la parte baja de la falda llevaban cintas con colores

vistosos; generalmente eran extravagantes colores y pliegues gruesos para las campesinas

quinceañeras. Las campesinas elegantes utilizaban paño muy fino o terciopelo para sus

3 Sobre los trajes típicos merece complementar la investigación en los siguientes estudios: Orlando Fals

Borda, "NOTAS SOBRE LA EVOLUCION DEL VESTIDO CAMPESINO EN LA COLOMBIA

CENTRAL" En: "Revista Colombiana de Folclor" (Bogotá) Segunda época, No. 2 (Junio 1953). Luis Duque

Gómez, "NOTAS SOBRE LA HISTORIA DEL TRAJE TIPICO NACIONAL". En: "Revista Colombiana de

Folclor", No. 6 (1961). Corporación Ballet de Colombia, "TRAJES REGIONALES DE COLOMBIA".

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19

faldas, las cuales son bordadas generalmente a mano y son sumamente costosas y elegantes;

algunas son de seda muy brillante.

Hasta hace algunos años las campesinas gustaban dejar ver los bordados que penden de su

falda interior, para lo cual la enrollan en la cintura de tal modo que a trechos desiguales

queden unas partes más largas que la falda exterior y luzcan así, coquetones los blancos

encajes que en partes se ocultan afanosos para luego volver asomarse tímida y

disimuladamente. Una serie de enaguas blancas y rojas llevaban las campesinas, las cuales

mostraban cuando se agachaban. El número de enaguas daba la posición social de la

campesina boyacense; era un verdadero lujo utilizar hasta ocho y diez enaguas.

La blusa de la campesina boyacense generalmente es blanca. Las señoras utilizan colores

serios y pocos adornos; pero las muchachas utilizan una pechera bordada con "abalorios",

canutillos de vidrio, lentejuelas, pepitas, perlitas y otros, formando diversas figuras. La

quinceañera lleva blusas con muchos adornos y colores entremezclados con gran diversidad

de telas y tramas que se agolpan sobre hombros, puños y mangas. Sobre la blusa, llevan los

collares, que generalmente son negros de azabache para las señoras y con abalorios para las

muchachas; en el Valle de Tenza utilizaban collares tejidos con cerda de colores.

El pañolón que usa la campesina boyacense esotra de las proyecciones del traje español

femenino, la mantilla; aun cuando las mujeres chibchas estaban acostumbradas a

la "líquira", especie de pieza pequeña de algodón que se echaban alrededor del cuello y

sobre los hombros, asegurándola con un alfiler o topo. En la época colonial, las mantillas de

colores, solamente eran permitidas para las mujeres españolas o criollas; las mantillas

negras se fueron acostumbrando para los sectores inferiores. Las "mantellinas" o mantos

grandes que daban hasta más abajo de la cintura, y generalmente negras se usaron hasta

mediados del siglo XX; para andar en la calle, la mantellina iba desde el cuello, y en la

iglesia desde la cabeza; esto era lo que llamaban, estar "cobijada". En la década de los

Treinta aparece con generalidad "el pañolón" de color negro con bordados característicos

y flecos distribuidos. En el pañolón existen diferencias de acuerdo con la posición social: el

de la campesina pobre es de paño con flecos largos de seda; las campesinas ricas usan el

pañolón negro de seda y finamente bordados. Son dignos de mención los pañolones

bordados a mano que hacen las campesinas de Guayatá, Jericó y Sativanorte, muy

popularizados en Boyacá.

La campesina boyacense utiliza también el sombrero de caña, de tapia pisada, de jipa o

de fieltro últimamente. El sombrero de caña se ha utilizado con "barbuquejo" que es una

cinta que ata el sombrero desde la parte superior, baja las mejillas y se ata en el mentón; en

las muchachas era de cinta de color y en las señoras, cinta negra. Utilizan zarcillos muy

vistosos; las muchachas con diversas figuras y las señoras en forma de candado. Utilizan él

cabello trenzado, y en el extremo de las trenzas, van las cintas rojas generalmente, o de

otros colores.

Page 20: El pueblo boyacense y su folclor

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Las mujeres utilizaban también las alpargatas, las cuales eran muy lujosas para las

campesinas ricas. Eran los llamados "alpargates Soatá" de fique con suela en trenza muy

delgada y con capellada embotada y dibujada en el tejido; generalmente son muy elegantes.

Las campesinas en general utilizan alpargates blancos, atados con cintas negras de lana

tejida que llaman "galones". Encima se hacen unos nudos a veces muy grandes de diversas

vueltas, imitando una rosa que hace un adorno sobre el pie.

En algunas zonas de intenso frío, como en la laguna de Tota, los campesinos

acostumbran "Las monteras", unos gorros de lana que bajan hasta el cuello. Las

campesinas acostumbran llevar un canasto pequeño bajo del brazo; es un adorno y un

elemento vital para llevar sus compras y elementos personales.

Con el traje folclórico que hemos descrito, podemos ver grupos de campesinos en los

mercados de los pueblos boyacenses, romerías, fiestas patronales, fiestas veredales, etc. Es

muy típico ver en los mercados boyacenses las bellas campesinas con el folclórico pañolón

y faldas generalmente de tonos oscuros y sombreros; en la misma forma, campesinos viejos

y jóvenes con sus pantalones largos de pañete, con saco del mismo material la ruana, el

sombrero y las alpargatas. Es muy general que no se presente distinción en el traje

folclórico entre los campesinos viejos y jóvenes.

b. Las supervivencias hispano-chibchas en la alimentación boyacense. Las comidas

típicas.

En la comida folclórica de Boyacá encontramos las supervivencias españolas y chibchas,

las cuales aparecen en algunos casos en sincretismo, y en otras, en fusión o mezcla. Es por

esta circunstancia, importante el conocimiento de la alimentación de los aborígenes

chibchas y de los españoles del siglo XVI, para comprender el mestizaje realizado.

Los chibchas del Altiplano boyacense tenían entre sus alimentos: el maíz, la papa o "turma

de la tierra", la batata, la arracacha, ahuyama, tomate, frijol, el ají, la quinua, los cubios, las

hibias, la yuca dulce y algunas clases de calabazas. Entre las frutas mencionamos: la

guayaba, la guanábana, la papaya, la chirimoya, la piña, la curuba, aguacate, tuna, pitahaya,

uchuva, pepinos y otras. Los alimentos principales eran el maíz y la papa condimentados

con ají y sal de Zipaquirá; la bebida principal era la chicha de maíz cocido y fermentado,

mezclado con el jugo azucarado de la caña de maíz. Mascaban la coca mezclada con cal, la

cual creían alimenticia y necesaria para mitigar el hambre y el cansancio de los viajes. Aun

cuando aparecen en general vegetarianos, los chibchas también utilizaron la carne de

venado, conejo, curí, pescados, cangrejos y ranas.

El maíz aparece como el principal cultivo y base de la alimentación de los chibchas. Según

los datos del RC 14 obtenidos en Sogamoso, desde los años 500 a. de J.C. aparece el maíz

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en los sacrificios rituales de los sacerdotes de Suamox. Fué la planta más popular entre los

aborígenes, por la facilidad de adaptación a todos los climas. El maíz amarillo lo

llamaron abtyba; el maíz blanco, salamny, el maíz negro chyscamny; la mazorca de

maíz, aba; el grano de maíz, agua; el maíz tierno, jachua. Con el maíz hacían los chibchas

su principal bebida, la chicha; asimismo arepas, tortillas, tamales, mazamorra, bollos y

además lo comían tostado.4

En el Altiplano boyacense el maíz solo daba una cosecha anual,

la cual según los cronistas era en septiembre, con cuyo motivo se hacían las fiestas

mágicas de la cosecha, con la asistencia de los caciques y la presentación de cuadrillas o

parcialidades con diferentes trajes y disfraces.

Otro de los alimentos importantes de los Chibchas fué la "papa" o "turma de la tierra",

un cultivo característico de las tierras frías. Parece que sus orígenes como planta alimenticia

aparece en el Altiplano cundiboyacense y en el Altiplano peruano-boliviano. Una noticia

que circuló en la época colonial sobre el regalo de turmas de la tierra que hicieron los

españoles al pontifice de Roma, hizo cambiar el nombre de turma por el de "papa".

Uno de los cultivos que se sembraban con la papa en las tierras chibchas, era

la quinoa o quinua, uno de los cereales más utilizados por los indígenas, el cual

desapareció casi por completo en los siglos del coloniaje y fué reemplazado por el trigo y la

cebada. Mencionamos entre los productos agrícolas no alimenticios, el algodón y el tabaco.

A partir del siglo XVI los españoles introdujeron sus productos alimenticios, característicos

del Antiguo Continente, destacado entre ellos: el trigo, la cebada, el arroz, la caña de

azúcar, el café, el banano y cítricos (naranjas, limones y sus variedades). En la misma

forma se introdujeron en la alimentación las carnes de vacas, ovejas, cerdos, cabras,

gallinas, palomas y algunas variedades de peces. Otros animales que llegaron con los

españoles fueron los perros, los caballos y las mulas.

La comida española siempre se ha caracterizado por la abundancia. En el siglo XVI la corte

española se caracteriza por el refinamiento y la gula en la alimentación; por el contrario en

los sectores sociales inferiores se destaca la parquedad. Uno de los platos favoritos del

pueblo llano español, era la famosa "olla podrida" en la cual entraban como elementos el

cerdo, la cebolla, zanahoria, calabaza, carne de carnero, y una buena porción de tocino.

Complementaba su alimentación el queso, el pan, el vino de bota y otros elementos de la

culinaria folclórica, la cual variaba de acuerdo a las regiones.

Entre las comidas típicas del boyacense señalamos la mazamorra, el cuchuco y el ajiaco.

La mazamorra es la sopa de maíz más generalizada en los campos boyacenses; va

mezclada con papa chiquita o criolla, alverjas, carne, arracacha, habas y otros condimentos;

y se acompaña con exquisito y arreglado ají. El cuchuco es una sopa espesa, hecha de

4 Montes, J. J. y M. L. Rodríguez de Montes, "EL MAIZ EN EL HABLA Y LA CULTURA POPULAR DE

COLOMBIA", Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1975.

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maíz, trigo y/o cebada molidos, mezclado con alverjas, zanahoria, papa picada y algunas

hierbas (cilantro, guascas, laurel, paico, tomillo, etc.); puede ser cuchuco de trigo o cuchuco

de cebada o de maíz; en los jueves de Runta en Tunja, una de las costumbres folclóricas de

gran tradición boyacense se acostumbra el cuchuco de espinazo de cerdo o "copartidario" y

se acompaña con una bandeja en donde son comunes el chicharrón totiao, chicharrón

carnoso, la morcilla, la longaniza, la costilla de cerdo y la papa con arroz.

El ajiaco es una sopa de papa de diversas variedades y calidades, cortadas en tajadas muy

delgadas, con arvejas, cilantro, guascas, yucas y habas; en la Navidad se acostumbra con

pollo y tiene una preparación muy especial en Boyacá y Cundinamarca. También se

acostumbra en Boyacá el "mute", una sopa de maíz pelado, con carnes o pata de cerdo,

cabrito o cordero y diversos condimentos. Muy típicas aparecen también la costilla de

cordero asada, el cabrito en el norte de Boyacá, la ternera a la llanera y la carne asada como

elementos del "gusto" y apetito boyacense.

Un elemento fundamental en la comida típica boyacense es el caldo de papas, con o sin

carne en el desayuno. La papa se presenta como el principal y abundante alimento en todas

las comidas; en la cena se acostumbran en grandes cantidades con ibias y rubas cocidas. En

el desayuno se acostumbra en algunas zonas "la changua"que es una especie de sopa

compuesta de agua hervida con sal y adicionada con cebolla y cilantro; en muchos casos se

mezcla leche al gusto.

En la comida boyacense, los campesinos acostumbran la arepa, la cual presenta

características especiales de acuerdo con la región. Generalmente las arepas boyacenses se

hacen mezclando harina de trigo y de maíz con huevos y leche cuajada y tostando la masa

resultante.

En la comida boyacense aparecen también los envueltos y los tamales. Los envueltosse

hacen con harina de maíz, leche cuajada, huevos y panela, cocinados a fuego lento;

aparecen comúnmente como bollos de maíz o masa envuelta en hojas que se ponen a

cocinar. Los tamales boyacenses, muy típicos en la comida de navidad, se preparan de

masa de maíz y en ellos se mezclan carne de gallina, cerdo, cordero, con arroz, zanahoria,

garbanzos, arvejas, tomates, ajos, cebollas y otros ingredientes; se envuelven en las hojas

especiales que dan el gusto.

Algunas coplas boyacenses nos reflejan los caracteres de algunos elementos de la comida

boyacense:

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"Arepa, pero de queso

bien asad´ y calientica:

esu es lo que a mí me

gusta

pa´ comer con mi chatica.

Yo también queru a la

Chepa

pero más queru a la Pacha,

porque mi asa bien l´ arepa

y me guisa l´ arracacha.

A la güelta del mercado

acercate por acá

a comer mazamorrita

con hojas de chisacá.

Entre las bebidas típicas del boyacense hacemos especial mención de la CHICHA y el

GUARAPO. Los indios Chibchas utilizaron la chicha como su bebida principal; la hacían

de maíz fermentado y cocido. El campesino boyacense hace la chicha con maíz blanco

molido en una piedra, el cual se mezcla con melaza de caña o aguamiel; la dejan "jechar"

durante 15 días o más, después de haberle agregado los "cunchos". De acuerdo con la

fermentación, hay diversas clases de chicha: la llamada "chicha flor" que es una especie

que surge del masato; la "chicha de mitaca" de potencia mediana; "la chicha de ojo" cuando

está en su máxima efervescencia y chispea.

Page 24: El pueblo boyacense y su folclor

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Mercado Típico de Boyacá.

La Ley 34 de 1948 prohibió la chicha en Colombia, la cual se permitió abiertamente hasta

el 31 de diciembre de dicho año. Influyó la mala elaboración de la chicha a nivel popular y

las múltiples enfermedades que a través de ella se contaminaban. Cuando surgió la ley, los

campesinos de Runta en Tunja, llevaron la chicha en toneles en larga y concurrida

procesión, desde la vereda hasta la plaza principal. Su objetivo era enterrar solemnemente

la "chicha"; pero lo curioso de la anécdota, fué la toma total de la chicha de los barriles y el

entierro de los barriles vacíos como protesta. La copla boyacense así expresó sobre la

desaparición legal de la chicha, aun cuando no real:

"Que la chicha se murió

dice un dotor Bejarano

mentiras, la que hago yo

viva está y siempre a la

mano".

"Que no bebamos más

chicha

porque enferma la cabeza

es indormía del gobierno

pa que compremos

cerveza".

Válgame Dios lo que pasa

no venden chicha en la

venta

con maíz y miel en la casa

Ay, querido Somondoco

ónde yo pasé l´ invierno,

ónde bebí chicha di ojo

y supe lo quéra güeno.

Page 25: El pueblo boyacense y su folclor

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nos sale mejor la cuenta.

"En el nombre de Dios",

digo cuando salgo pa´l mercao;

pero topu a mana chicha

y ahí quedó tod ´olvidao.

Un elemento fundamental en la bebida del boyacense y muy generalizado en los campos,

como estímulo al trabajo y complemento en todas las actividades, es el guarapo. El

campesino boyacense no puede trabajar sin su guarapo y siempre lo sirve como signo de

amistad sincera. El guarapo se hace del jugo de la caña de azúcar; antes de ser sometido a la

acción del fuego se llama guarapo verde; cuando ya se acerca al punto de la miel, se

llama guarapo melado. Así expresa la copla valletenzana sobre el guarapo:

"Dulcísimos guarapitos

salidos de verdes matas,

qui a los más encopetaos

los hace boliar las patas".

¡Ah guarapo pa´ estemplao!;

peru echámi otro cuartillo:

quia caballo regalao

no se le mir´ el cormillo.

En la comida típica boyacense entran numerosos elementos folclóricos que varían de

acuerdo con las regiones. Destacamos los masatos boyacenses que son bebidas

fermentadas hechas de maíz, arroz, trigo o yuca. Los buñuelos boyacenses muy

acostumbrados en la navidad, los cuales son de maíz y trigo y se sirven ensopados en miel

de caña o de abejas. Los jayacos o bollos huecos, los cuales son hechos de maíz pelado; las

colaciones, las cuales son hechas de harina de maíz, huevo, azúcar y mantequilla; las

almojábanas, las garullas, las rosquillas, polvorosas, plumeros, rosquetes, cotudos,

carmelitas, mantecadas, bizcochos de cuajada y las múltiples especies de amasijos, muy

comunes en la variada dulcería de Boyacá.

En el folclor boyacense de las romerías, fiestas populares y mercados típicos, encontramos

los toldos con una gran variedad de dulces con figuras antropomorfas, zoomorfas y de

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objetos diversos. Algunos son hechos de almíbar de azúcar endurecido o de caramelo; son

dulces con vistosos colores y con variadas figuras: altares con la Virgen de Chiquinquirá, el

Señor de la Columna, la Virgen del Amparo u otras imágenes, de acuerdo con la romería, y

en general envueltos en papel cristal; figuras de ángeles, corderos, pájaros, flores, perros,

gatos, etc. Estos dulces de azúcar son elaborados principalmente en la vereda de los Tuatés

en el Municipio de Belén. Los romeros y campesinos en general llevan dichos dulces como

recuerdos, con los alfandoques, rosquetes, merengues, bocadillos en sus diversas formas y

variedades, espejuelos, túmez, masatos sólidos, panelitas, dátiles de Soatá, besos de novia

de Villa de Leyva, panelitas moniquireñas y otros elementos muy variados de la exquisita

dulcería folclórica de Boyacá.

c. La Vivienda típica boyacense

En la vivienda folclórica de Boyacá encontramos las supervivencias españolas y chibchas y

los frutos del mestizaje.

La vivienda de los Chibchas del Altiplano Boyacense era el típico "bohío": una choza

cubierta de paja, en planta circular y con techo en forma cónica acampanada; generalmente

iba sostenida de un poste central. Las paredes eran de bahareque, con cañas y carrizos

entrelazados y fijados por medio de cuerdas a los maderos. El piso era cubierto con esparto

fino y el techo con un fino tejido de cañizos atados con hilos de distintos colores. Los

bohíos estaban cercados con corrales de troncos o astillas. Cuando llegaron los españoles al

Altiplano boyacense tuvieron gran admiración con las casas principales de Tunja y

Sogamoso. Lucas Fernández de Piedrahita describe la ciudad de los Zaques con bohíos de

gran riqueza, con dos cercas, doce pasos distantes una de la otra. En las puertas de los

bohíos de la antigua Tunja era bello el espectáculo de los resplandores de las láminas y

piezas de oro que tenían pendientes, y tan juntas, que siendo rosadas por el aire, formaban

una musicalidad armoniosa que era un verdadero deleite para los españoles.

Los españoles de los siglos XV y XVI construían las viviendas ordinarias generalmente de

ladrillos o adobes y utilizaban las tejas para el techo. Las viviendas castellanas se

caracterizaron por su construcción en buen ladrillo, aun cuando también presentaba

viviendas construidas en tapia y adobe, como en la mayor parte de los pueblos españoles.

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Los españoles introdujeron en el Nuevo Reino de Granada, como en general en

Hispanoamérica las técnicas de construcción de vivienda con ladrillos, tejas y con el

apisonamiento de tierra o "tapias". De la mezcla hispano-chibcha surgió la técnica de

paredes de bahareque, en las cuales se emplean juntas las cañas y el barro.

Los primeros años del desarrollo urbanístico de las ciudades fundadas por los españoles

presentan un intercambio de experiencias entre los constructores españoles y chibchas. Los

Chibchas aportaron a la construcción de las casas: los techos pajizos, las paredes de

bahareque, los henchinados el empleo de tomizas o cuanes y el de esteras de formas

diversas elaboradas: con pajas, espartos o juncos. Los españoles contribuyeron con el

ladrillo, el adobe, la teja, la tapia pisada y las herramientas para trabajar la madera y la

piedra; aportaron asimismo, nuevos diseños para viviendas y edilicios mayores, hasta

entonces desconocidos.

El mestizaje hispano-chibcha se puede apreciar en las viviendas boyacenses; durante

muchos años encontramos la típica vivienda boyacense en donde se mezcla la huella

chibcha en los techos pajizos, en las paredes de bahareque y en las esteras como tapicerías

interiores; y en otros casos, la tapia, el adobe o ladrillo y la tradicional teja de los españoles.

Al lado de esta vivienda común, que aún supervive en Boyacá, se construyeron las

residencias de los encomenderos, las iglesias, conventos y obras monumentales de la

arquitectura colonial neogranadina, de las cuales Boyacá es uno de los ejemplos más

importantes en Hispanoamérica.

Para la organización de los pueblos y aldeas de Boyacá, como de las demás regiones de

Colombia, los españoles utilizaron el plano "damero" o de tablero de ajedrez, en el cual las

calles parten de una plaza central cuadrada y se cortan en ángulos rectos para formar

manzanas rectangulares. En este estilo arquitectónico, la plaza es el centro de la actividad y

el lugar en donde se concentra la iglesia, el cabildo, las casas de los altos dirigentes y en

general la vida comercial. Es el estilo urbanístico que aún sobrevive en los pueblos y aldeas

de Boyacá.5

5 Martínez, Carlos, "APUNTES SOBRE EL URBANISMO EN EL NUEVO REINO DE GRANADA",

Bogotá, Banco de la República, 1967.

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Vivienda Mestiza Boyacense.

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5. El folclor musical de Boyacá.

a. Danzas, cantos y ritmos chibchas y españoles.

El folclor musical de Boyacá presenta supervivencias de la música española y chibcha,

cuyos elementos constitutivos, principalmente de la española, se han transmitido por

tradición, de generación en generación.

Al estudiar la música de los indios chibchas del Altiplano boyacense, encontramos en ella

un significado mágico-religioso. La música chibcha se interpreta o canta, para obtener

efectos mágicos determinados; ella unía a los indígenas con el sol, la luna y demás

divinidades; asimismo, imprimía esperanzas de triunfo guerrero y consuelo de la muerte.

Los cantos, chibchas según los cronistas españoles, eran tristes y monótonos: Así expresa

Juan de Castellanos:

"El modo de cantar es algo frío

y del mismo jaez todos los bailes;

mas van con el compás tan regulados,

que no discrepa en tan solo coma

en todos sus viajes y meneos."6

Los cantos tenían especial interés en los preparativos para la guerra; en aquellas ceremonias

que eran imprescindibles para obtener la voluntad de los dioses. Los indios de Tunja

duraban una luna o un mes cantando al sol, con explicaciones sobre las causas de la guerra

y ruegos por la victoria. Al terminar las guerras, los chibchas hacían ritos con cantos y

danzas. El ritmo era utilizado hasta en los trabajos colectivos; con compás y ritmo, los

chibchas roturaban el terreno para la siembra, removían y trasladaban las grandes piedras o

barrancos que lograban desplazar a grandes distancias, no obstante su peso.

Las danzas y los cantos eran imprescindibles en todas las fiestas religiosas y sociales: en los

sacrificios de los moxas al sol, en las fiestas de la cosecha y regocijos públicos. En las

fiestas de varios Caciques y pueblos, acostumbraban las parcialidades llevar sus propias

danzas con estilos diversos y mucha plumería, flautas, fotutos y tamboriles. En las

procesiones chibchas en las épocas de siembras y cosechas, representaban en sus danzas las

figuras de osos, leones, tigres y animales diversos. Las danzas chibchas servían también

6 Juan de Castellanos, "HISTORIA DEL NUEVO REINO DE GRANADA" Madrid, Edición Paz y Melía,

1886, T. 1, 55.

Page 30: El pueblo boyacense y su folclor

30

para festejar la terminación de la construcción de los cercados de los caciques, o cuando

llegaban a la terminación de una calzada.

Los chibchas fabricaron y utilizaron diversos instrumentos músicales: entre los aerófonos,

destacamos las flautas, trompetas de caracol de diversos tamaños y las ocarinas. Entre los

autófonos destacamos las maracas, sonajeros y las conchas utilizadas en las ceremonias

religiosas; se conocieron también los tambores, atabales y las cajas. Algunas trompetas eran

revestidas de oro y utilizadas para convocar a la tribu para actos importantes y para alentar

a los guerreros. Las ocarinas chibchas presentan figuras zoomorfas representadas con

significativos símbolos; una de ellas presenta la forma de un ave con las alas abiertas y cara

humana y sobre la cabeza un agujero pequeño para soplarla.7

Uno de los aportes de mayor influencia en el folclor musical boyacense sin duda alguna es

el ESPAÑOL que penetró en el Altiplano en los siglos XVI, XVII y XVIII. Los españoles

en su proceso de expansión colonizadora y difusión cultural, transmitieron sus cantos,

danzas e instrumentos musicales, los cuales se conocieron en sus colonias de ultramar. En

las tertulias y fiestas de la aristocracia colonial, en las veladas de las huestes

conquistadoras, en las fiestas de diversión popular, en las haciendas y en las nacientes urbes

coloniales, se conocieron los aires musicales españoles. Una música con mezcla de alegría

flamenca y andaluza, con la melancolía y cadencia castellanas, y el misterio sonoro de la

arábiga.

Una gran variedad de temas encontramos en los cantos españoles del siglo XVI que

penetraron en el Altiplano boyacense: canciones caballerescas, políticas, picarescas,

religiosas, amatorias, pastorales y bailables, interpretadas a tres o cuatro voces.

Los cantos españoles reflejan gran variedad y sentido regional. En algunos lugares de

Castilla, Aragón, Valencia y Navarra, aparece la jota, con acompañamiento de guitarras,

guitarricos y bandurrias. En Andalucía eran populares los cante jondo y flamenco, las

playeras, seguidillas gitanas, la debla, la caña, la serrana, la malagueña, la granadina y

otros. Avanzado el siglo XVI fué característica de España la canción acompañada en la

Vihuela y la guitarra, la canción de origen medieval y autores desconocidos.

Entre las danzas españolas típicas de los siglos XVI y XVII, encontramos el Saltarello o

Alta Danza, la cual consistía en una danza de salto, ligera y expansiva; asimismo existió la

calata y la danza del Ballo, muy parecidas al baile del tres del Altiplano boyacense. Eran

7 Ocampo López, Javier, "EL FOLCLOR Y SU MANIFESTAClON EN LAS SUPERVIVENCIAS

MUSICALES EN COLOMBIA", Tunja, U. P. T. C., 1970.Véase el estudio sobre la "MUSICA CHIBCHA".

Page 31: El pueblo boyacense y su folclor

31

típicas asimismo la morisca de influencia musulmana, la folia de los estudiantes

andariegos, el villancico, la seguidilla y la serranilla, con acompañamiento de pandero.8

A finales del siglo XVI en la época de los Austrias, se hicieron famosas las danzas de

pavana, la zarabanda, la chacona, el pasacalle, la folia y la sevillana; parece sinembargo que

la zarabanda y la chacona fueron danzás que surgieron en América Central y fueron

transplantadas a Andalucía. El pueblo español bailaba asimismo la jácara, la mojiganga y el

entremés; asimismo el zambapalo, la marina, el pollo, el colorían colorado, el hermano

bartolo, el polvillo, las cosquillas de la capona y otras.

Los españoles acostumbraban danzas para las fiestas religiosas o conmemoraciones de

algunos hechos importantes. Eran interpretadas por determinados "gremios", quienes

enviaban grupos de danzantes profesionales o aficionados. Una de ellas fué la "Danza de

los palillos" la cual consistía en entrelazar palillos prendidos con cintas de colores, durante

cuya ejecución describían caprichosos círculos al son de ritmos y cantos. Esta danza

presenta supervivencia en Boyacá en la Danza de la Trenza, de las Cintas o de la

"Clizneja".

A finales del siglo XVI y XVII se popularizaron las danzas españolas de grupo,

principalmente en las festividades religiosas de las nacientes ciudades coloniales. En ellas

se presentaban simulacros de elementos alegóricos pastoriles a la usanza de España. Eran

organizadas generalmente por cofradías, asociaciones piadosas de laicos y otros grupos que

se presentaban con trajes especiales para dar solemnidad y brillo a las ceremonias públicas.

En el Acta de Cabildo de Tunja del 11 de junio de 1590 aparece la organización de las

danzas que se debían interpretar en la fiesta de Corpus Christi; así mandó:

"Que se notifique a los tratantes de la calle real y oficiales, sastres, zapateros, zurradores y

silleteros, que cada uno saque una hacha de cera blanca alumbrando al Santísimo

Sacramento y que los tratantes de la calle real saquen una danza buena que vaya danzando

delante del Santísimo Sacramento y procesión y los zapateros otra danza y los satres otra

danza y los silleteros y zurradores otra danza y los herreros otra danza y cada uno una

hacha y los arrieros y esto se les notifique so pena de diez pesos de oro corriente para

gastos de la fiesta de Corpus en que dan por condenado a quien no lo cumpliere..."9

Entre otras danzas que introdujeron los españoles mencionamos las siguientes: La danza del

venado, la danza del oso, la danza de la vaca, la danza de los seises, la danza del Corpus

Christi, la danza de las espadas, la danza de los santiagueros, la danza de moros y cristianos

y otras.

8 Véase los estudios de Ludwig Pfandl, "CULTURA Y COSTUMBRES DEL PUEBLO ESPAÑOL DE LOS

SIGLOS XVI y XVII", Barcelona, Editorial Araluce, 1929, PP. 246 - 247. Asimismo la obra de Adolfo

Salazar, "LA MUSICA EN LA SOCIEDAD EUROPEA", México, El Colegio de México, 1942. 9 Archivo Histórico de Tunja, "Acta del Cabildo", 11 de junio de 1590.

Page 32: El pueblo boyacense y su folclor

32

Al iniciar el siglo XVIII se fueron perfilando en estos territorios los bailes criollos, con

interrupciones de los danzantes para dejar escuchar las coplas. Se hicieron populares el

torbellino, la manta, el moño, la bretaña, el paspié, la amable, contradanza y otras.

Los españoles introdujeron sus instrumentos musicales típicos: la guitarra, la bandola, el

requinto, el tiple y demás variantes instrumentales de cuerda. Asimismo introdujeron la

chirimía, una especie de oboe, muy común en las procesiones y coros de los templos. Los

chirimeros eran a manera de heraldos que encabezan los cortejos procesionales y las fiestas

pueblerinas. En 1663 el Corregidor de Tunja ordenó a los caciques e Indios de los pueblos

de Chivatá, Toca, Siachoque, Viracachá y otros para que llevaran sus pendones, cajas,

pífanos, trompetas y chirimías a la procesión que se proyectaba para el 29 de enero en

acción de gracias por el nacimiento del príncipe Carlos José.10

b. Los aires musicales del Folclor Boyacense.

El folclor musical del Altiplano boyacense es por esencia mestizo, con predominio de las

supervivencias españolas sobre las indígenas. La mayoría de sus danzas, cantos y ritmos

tienen orígenes hispánicos, con adaptaciones de la música chibcha y creaciones autóctonas

colombianas. Los aires musicales más representativos de Boyacá son los siguientes:

El Torbellino.

La Guabina.

El Bambuco.

El Pasillo.

Con estos aires fundamentales, principalmente con el TORBELLINO que es el más

representativo de Boyacá, se acompañan multitud de danzas folclóricas, entre las cuales

mencionamos: La Danza del tres, la Danza de la Perdiz, La Manta Redonda, La manta

Jilada, La Danza de la Trenza o de la Clizneja, La Caña, El Baile de la Copa, El Baile del

Vaso, El Baile del cuatro. El Seis, El Guatecano, El Galerón, Los Camarones, El Baile del

Pañuelo, El Baile del Alcahuete, La Contradanza, El Baile del Conejo, El Baile del Pollito

y la Comadreja, El Baile de la Palomita y el Gavilán, El Baile del Gato y el Ratón, El Baile

de la Gallina y el Zorro y otros.

EL TORBELLINO es el aire musical folclórico más representativo de Boyacá; la tonada

de los promeseros en las romerías boyacenses, en los bailes de casorios, en las fiestas

patronales y en los demás momentos festivos de los pueblos boyacenses. Es la tonada con

la cual nuestros campesinos expresan en sus coplas toda la sencillez de sus reacciones ante

10

Ulises Rojas, "CORREGIDORES Y JUSTICIAS MAYORES", op. cit., p. 401.

Page 33: El pueblo boyacense y su folclor

33

el amor, la desilusión, el sentimiento religioso y el paisaje variado de la meseta

cundiboyacense. La tonada en cuyas expresiones de "mesmito", "sumercé", "queré",

"truje", "vide", "gancia", "ansina", "paqué", "topé", "untualito", etc., encontramos las

supervivencias del castellano antiguo del siglo de oro español, más típico en estos aires de

ascendencia hispano-colonial.

Sobre los orígenes del torbellino han surgido varias hipótesis, entre las cuales mencionamos

la indígena y la española. La indígena es defendida por el Maestro Guillermo Abadía, quien

encuentra una semejanza rítmica entre el torbellino y los cantos de viaje de los indios

motilones de la serranía de Perijá. Es conocido que los indígenas no usaban la marcha o

paso normal de los hombres de las ciudades, sino que tienen un trote rítmico que les

permite andar sin fatiga varias leguas por caminos de montaña y travesías cordilleranas; en

sus viajes van tarareando musiqillas rudimentarias o coplas regionales o sonando tonadillas

del mismo compás, en capadores rústicos. En las ventas camineras, durante el reposo del

viaje, pulsan sus tiples y requintos con el aire típico del torbellino, para solazarse en sus

recuerdos, o para acompañar la danza del mismo nombre que ejecutan en las posadas.11

Torbellino. Torres Méndez.

La hipótesis hispánica relaciona el torbellino boyacense con el galerón, una de las danzas

españolas más antiguas que se trasladaron de España a nuestros territorios. El Maestro

Daniel Zamudio dice que el galerón, antecesor del torbellino, se originó en los cantos 11

Véase la obra de Guillermo Abadía Morales, "LA MUSICA FOLKLORICA COLOMBIANA", Bogotá, U,

Nal., 1973. Asimismo su obra "FOLKLORE COLOMBIANO'; Bogotá, Imprenta Nacional, 1970.

Page 34: El pueblo boyacense y su folclor

34

litúrgicos traídos a América por los españoles. Zamudio hizo comparaciones entre la

melodía del torbellino con la melodía del modo llamado "tetrardus", uno de los cuatro

modos primitivos del canto eclesiástico en época anterior al Papa Gregorio El Grande. Los

pobladores españoles que llegaron al Altiplano Cundiboyacense cultivaron estos cantos

litúrgicos, tanto en las iglesias, como en los hogares; muchos de ellos relataban episodios

de la vida de la Virgen, del Niño, la Sagrada Familia, etc.; el indio boyacense que escuchó

estos cantos, los mezcló son sus sentimientos de amor, desilusión, paisaje y en general el

ambiente del clima frío; las mismas expresiones verbales del castellano antiguo, expresan la

antigüedad del torbellino.

Como la expresión "torbellino" indica movimiento acelerado y agitado, o algo en

"remolino", manifestándose así en la danza, principalmente en la mujer, algunos

folclorólogos, le encuentran semejanza con algunas tonadas y danzas andaluzas yasturianas;

inclusive se le ha encontrado similitud con el corrido o carretilla española. Lo que interesa

conocer desde el punto de vista histórico-folclórico, es que el torbellino y el galerón andino

son los aires populares más antiguos que conocemos con referencias históricas desde el

siglo XVIII. Se recuerda cómo en el baile de máscaras que se dió en Santafé para

recibimiento del Virrey Amar y Borbón en 1804 se fijó entre las danzas para bailar,

el torbellino; así que ha principios del siglo XIX ya era una danza muy conocida en el país.

En las descripciones del siglo XIX, el torbellino aparece bailado por la mujer con vueltas

muy menudas como si fuera un trompo en remolino, alrededor del hombre que bailaba

zapateado. El movimiento rápido de la mujer se aprecia suave, por la elegancia que debe

llevar en los pies y el tronco.

En general el torbellino es un baile suelto que se baila entre dos personas, aun cuando

aparecen hasta cuatro. Los danzantes dan vueltas y regüeltas, con la particularidad del

movimiento femenino como un trompo, con las manos jugando al danzar. El hombre

persigue a la mujer, pero ésta se escapa haciendo giros en remolino; se presenta un cambio

de puesto entre el hombre y la mujer y así sucesivamente. A veces se canta, se entona una

copla y se sigue bailando.

Los virtuosos del torbellino en Boyacá nos dicen que antiguamente el ritmo era más agitado

y muy de remolino; la india boyacense lo bailaba poniendo sobre su cabeza una taza de

chocolate; la gracia la encontramos precisamente en no dejarla caer de la cabeza.

Se han distinguido variedades del torbellino, destacando el triste o melancólico del

Altiplano, y el festivo de las zonas cálidas. Se da el nombre de Torbellino versiaocuando

los danzantes intercambian coplas graciosas; Torbellino a misa, el que se bailaba antes de

la misa de gallo en la nochebuena boyacense, especialmente en Valle de Tenza. Además

el Torbellino de la boterra, danzado antiguamente en Villa de Leyva, y el Torbellino

Page 35: El pueblo boyacense y su folclor

35

palmoteado. Según una tradición que encontramos en Motavita, antiguamente las gentes

bailaban el Patirralo que era un torbellino más aligerado.12

Los nombres de algunos torbellinos son muy expresivos del ambiente campesino del

Altiplano boyacense. Ejemplos entre ellos son: del Maestro Francisco Cristancho Camargo,

"Ende que se fué con otro", "Que yó te digo que sí", "Torbellino de mi tierra", "Festival

Chibcha"; del compositor Jorge Camargo Spolidore el torbellino "Mi Tiple"; de Efraín

Medina Mora "El Guayatuno"; del músico César Alfonso Puerto "Fiesta hogareña"; otros

son típicos como "No ti hagás la indijerente" y "La india se largó con otro".

b. Los aires musicales del Folclor Boyacense.

Algunos torbellinos se presentan en forma de conversación, como el recogido en el folclor

boyacense por los maestros Francisco Cristancho Camargo y Roberto Jaramillo A., con el

nombre "QUE YO TE DIGO QUE SI":

- ¡Que yo te digo que sí!

- ¡Que yo te digo que nó!

¿Usté que v hacer con mí?

- Eso le importa es a yo.

- ¡Mirá india, que me muero!

- ¡Téngase su mano queta!

- Si prenderte no más quero...

del cuento de la jeta.

- ¿Otra vez tomó guarapo?

- El guarapo es lo mejor

pa sentirse uno más guapo

y pa jalale al amor!

12

Javier Ocampo López, "MUSICA Y FOLCLOR DE COLOMBIA", Bogotá, Editorial Plaza y Janés, 1976.

PP. 79 - 75.

Page 36: El pueblo boyacense y su folclor

36

- ¡Que tenga queta la mano o me voy!

- ¡Tan retrechera!

- ¿Qué se está pensando, hermano?

Con mi no hace lo que quera.

- Por un beso...

- Calle el pico

que lo van a oír mis amos.

- no me creas tan burrico

que los dos pa eso estamos.

- ¿Pa qué?

- iPa querernos!

- ¿Luego

busté si eré que me gusta?

- ¡Mirá que ya no te ruego!

- ¡Si a mí nenguno me asusta!

- ¿Ya ves que sí?

- puss... si me tenés surumbuliada

- Pa lo que ha de haber aquí

eso hast´orita no es nada.

- Cojamos nuestro camino...

Page 37: El pueblo boyacense y su folclor

37

- ¡India linda!

- Indio ladino

que me ganates la guerra!

- Te la ganó el torbellino...

Los dos: Torbellino de mi tierra.

AIRES BOYACENSES

torbellino

Angel María Cruz G.

(recopilador)

Música colombiana

Page 38: El pueblo boyacense y su folclor

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b. Los aires musicales del Folclor Boyacense.

AIRES BOYACENSES

torbellino

Angel María Cruz G.

(recopilador)

Música colombiana

Los instrumentos musicales que más se utilizan para la interpretación del torbellino son el

tiple, el requinto, el chucho y los capadores (llamados chiflos en Boyacá); asimismo las

carracas o quijadas.

La popularidad del torbellino es muy especial en los campos, en las reuniones sociales de

los copleros campesinos, en las fiestas de matrimonio y en las romerías boyacenses a la

Virgen de Chiquinquirá, Virgen del Amparo en Chinavita, la Virgen de Monguí, la Virgen

Morena de Güicán y demás romerías boyacenses. En ellas el campesino expresa toda su

sencillez, espontaneidad, sentido crítico y gran filosofía popular. Sobre las cuerdas del tiple,

Page 39: El pueblo boyacense y su folclor

39

el boyacense entona el torbellino y celebra sus fiestas y salidas de romeraje fuera del

rancho y su parcela. Después de las mandas a la Virgen, los promeseros boyacenses

entonan sus torbellinos, cantos y coplas con tiples, requintos y guitarras en estas fiestas de

auténtico sabor campesino.

El carácter popular del torbellino como aire musical de acompañamiento para las cantas o

coplas y para las danzas folclóricas boyacenses, no se ha proyectado en la misma forma

entre los músicos compositores de Boyacá, quienes han preferido con mayor interés las

composiciones de bambucos, guabinas, pasillos y danzas, como así nos lo manifiesta la

mayor tendencia en la producción musical.

LA GUABINA: Es otra de las danzas y cantos típicos del folclor musical boyacense con

ascendencia en los aires hispanos. En el siglo XIX la guabina se presenta a nivel nacional

como un baile populachero y muy especial en los bailes de garrote en los campos; era muy

perseguida por el clero en los púlpitos, por ser un baile agarrado o de pareja cogida. Sobre

su nombre no existe definición; se habla de un pez guabina en los Llanos, y otro muy

apreciado en Cuba por su carne; asimismo se ha tomado el nombre de guabina para

designar a un hombre simple.

Las referencias históricas de los novelistas del siglo pasado, nos hablan de la existencia de

la guabina en los finales del siglo XVIII, bailada con vueltas y el llamado gallinazo;

asimismo conocemos que la bailaban los canteros y alfareros en los aguinaldos

santafereños.

La segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX influye el romanticismo en las

composiciones de las guabinas. Surgieron así las guabinas románticas, ingenuas y

amorosas, destacando en Boyacá la famosa "GUABINA CHIQUINQUIREÑA". Esta obra

fué compuesta por Alberto Urdaneta en abril de 1925 como regalo de bodas para su

hermano José Ignacio quién debía contraer matrimonio en Chiquinquirá. Fué interpretada

por primera vez el 10 de abril en Ubaté, el 12 de abril en la basílica de Chiquinquirá con

gran emoción del pueblo boyacense, que desde entonces la adoptó como su canción

folclórica. La letra de la "Guabina chiquinquireña" es muy representativa del amor en la

romería boyacense; así dice:

Ven, ven, niña de mi amor,

Ven, ven, niña de mi amor,

Ven, ven, ven a mi ranchito

que te espero con ardor

Page 40: El pueblo boyacense y su folclor

40

que te espero con ardor.

Si, si, si, dulce y bella noviecita,

dueña de mi corazón,

vamos a ver a la Virgen

y a pedirle protección

y a rogarle con fé viva

que bendiga nuestra unión.

Por tí, mi única ilusión,

por tí, mi única ilusión,

por tí la calma perdí;

tengo enfermo el corazón,

tengo enfermo el corazón.

Si, si, si, nuestra marcha emprenderemos

de la aurora al despertar,

y ante la Virgen bendita

nos iremos a postrar,

a rogarle con fé viva

que bendiga nuestro hogar".

Page 41: El pueblo boyacense y su folclor

41

Otros compositores boyacenses han cantado a su terruño en aire de guabina, mencionando

entre ellos: Juan Francisco Aguilera (oriundo de Aquitania), célebre por su guabina

"LAGUNITA DE MI PUEBLO"; el folclorólogo y compositor chiquinquireño Octavio

Quiñones Pardo, autor de "MI GUABINITA"; asimismo el compositor Juan C. Goyeneche

(oriundo de Socha), muy conocido por sus guabinas "SOGAMOSEÑITA" y "PAISAJE

BOYACENSE", esta última con música de Enrique Villegas:

PAISAJE BOYACENSE

Boyacá, tierra linda, cuanto te quiero...

cuna eres de poetas y labradores,

con tus inmensas minas, minas de acero;

Chiquinquirá, eres cuna de Julio Flórez.

Tunja, ciudad serena, cuanto te extraño...

Al sentirme tan lejos siento un vacío.

Me alejé de tus lares hace ya un año,

y allí en tu seno vive el amor mío.

Socha, mi pueblo chico y alrededores

que me vieron nacer y me arrullaron

al grito de gañanes madrugadores...

y el cariño de viejos que me animaron.

Eres fértil, risueña y acogedora,

tus mujeres alegran en los platíos,

torbellinos, guabinas, notas sonoras

que entonan los arrieros por los caminos.

Page 42: El pueblo boyacense y su folclor

42

Un puente tan pequeño te dió la gloria

con hijos tan valientes y decididos,

que llevaron tu nombre hasta la Historia,

prefiriendo la muerte a ser vencidos.

El maestro Jacinto Jaramillo ha recogido un rico documental coreográfico de la guabina,

señalando las siguientes figuras: la salida, los careos, el caminito, los aguacateos, los

coqueteos, el escobillao, el pañuelo, el abrazo y la vuelta.

El instrumental típico para la ejecución de la guabina es el tiple y el requinto, la bandola y

el chucho oguache, a veces reemplazado por la pandereta transculturada. Para bailar la

guabina boyacense se utiliza el atuendo del hombre del altiplano; los danzantes llevan a la

espalda, cogidas con cargadores que se anudan, sobre el pecho, una canastilla de bejuco,

pequeña como para llevar artículos de mercado, o bien jaulas pequeñas de "chusque", como

las utilizadas por los campesinos para llevar huevos al mercado.

EL BAMBUCO: Es el aire folclórico mestizo más típico de la zona andina colombiana, y

por esencia la danza nacional más representativa. Sobre su origen se han expuesto diversas

hipótesis: la indígena, la negra africana y la española.

La hipótesis indígena defiende la proyección de la música chibcha, por esencia triste, en el

ritmo lento de los aires folclóricos del Altiplano andino, y en especial en el bambuco.

Algunos autores hablan sobre la existencia de los indios "bambas" en el litoral pacifico y

la presencia de su habla de la terminación "uco"; asimismo sobre la denominación de

"bambucos" a los aires musicales indígenas de movimiento trémulo o de bambaleo.

La hipótesis africana fué expuesta por Jorge Isaacs en "La María" en donde habla del

poblado "Bambuck" en Senegambia (Africa occidental); esta tesis ha sido descartada por

cuánto no se han encontrado relaciones con los ritmos tradicionales traídos por los grupos

negros de esas regiones. El folclorólogo Guillermo Abadía ha expuesto la tesis, hoy muy

aceptada, sobre el nombre de la palabra "BAMBUCO", con la cual se designaba un

instrumento de los negros antillanos; ellos llamaban "bambucos" a sus instrumentos

caránganos, hechos con tubos de bambú.13

La hipótesis española habla sobre la posible ascendencia vasca en el ritmo del bambuco.

Los ritmos vascos, y entre ellos el zortcico, presentan ritmos ágiles, sueltos y alegres, que

sirven de soporte a una melodía de acentos quejumbrosos a veces, formando un interesante

contraste, muy parecido a nuestro bambuco. Lo claro está que entre las opiniones de

13

Guillermo Abadía, "MUSICA FOLCLORICA", op. cit. Pg. 57- 62.

Page 43: El pueblo boyacense y su folclor

43

músicos y folcloristas españoles, se encuentra la relación del bambuco con aires populares

españoles, con adaptaciones muy propias a nuestro medio colombiano; de allí lo folclórico.

En las primeras décadas del siglo XIX ya se mencionaba el bambuco como el aire criollo de

especial autenticidad nacional. Un bambuco motivó el ánimo de los colombianos que

lucharon en la batalla de Ayacucho en 1825 según la tradición histórica. Asimismo

destacamos la ambientación romántica que se proyectó en la segunda mitad del siglo XIX,

la cual se reflejó en la precisión literaria de nuestras canciones folclóricas. Fué muy

importante la labor de compositores nacionales como Pedro Morales Pino con su bambuco

"Cuatro preguntas", el cual sirvió como modelo para muchos compositores de las primeras

décadas del siglo XX.

Las composiciones musicales en ritmo de bambuco, han tenido la mayor tendencia entre los

compositores boyacenses contemporáneos. Uno de los más representativos es el compositor

boyacense nacido en Iza, FRANCISCO CRISTANCHO CAMARGO (1905-1977). Como

primer trombón en la Sinfónica de Colombia, primer barítono solista de la Banda de la

policía Nacional, director de la Banda Departamental de Boyacá y director de orquestas de

fama internacional como "La Orquesta Suramérica", y la "Ritmo" en Bogotá; primera

bandola del grupo "Lira de Morales Pino", como guitarrista y compositor que recorrió a

Europa y países suramericanos, el "Maestro Cristancho" se destaca como gran compositor

de bambucos. Es el "músico indigenista" por su afición a la temática folclórica dedicada a

mitos, caciques chibchas, lugares indígenas y otros motivos chibchas. Entre sus bambucos

destacamos: "BOCHICA", "BACHUE", "BACATA", "GUATAVITA", "HUNZA",

"QUEMUENCHATOCHA", "SUTATENZA"; asimismo, sus conocidos

bambucos "PA QUE ME MIRO", "BAJO EL CIELO SOBRE EL LLANO", y otros.

Su estilo de composición presenta unas cadencias de profundidad nativista, en donde

encontramos el interés del artista por lo más autóctono de nuestra raza y la más bella

ingenuidad, y a la vez profundidad de los aires folclóricos musicales de Boyacá. La

maestría del compositor Cristancho y la perfección de sus arreglos, le han dado uno de los

primeros puestos en Colombia en la composición de música folclórica nacional.

Otro de los grandes compositores boyacenses que se destaca en la composición de

bambucos es el sogamoseño JORGE CAMARGO SPOLIDORE. Con su obra "Rapsodia

colombiana" obtuvo el primer premio en el concurso "Fabricato" de 1948; asimismo fué

premiado su bambuco "RUMOROSA" y distinguido con mención honorífica su obra

sinfónica "Nuevo Reino de Granada". Entre los bambucos más conocidos de Camargo

Spolidore, mencionamos los siguientes: "CHATICA LINDA", "MI CANOA Y YO", "NO

TI HAGAS LA INDIJERENTE", "CUANDO SIAS MI MUJERCITA", "QUIEN LO

SABRA", "BOQUITA MENTIROSA", "OJITOS NEGROS", "ARROYITO",

"SERENATA", "TUS MANOS", "ASI ERA ELLA", "LOS TRIGALES" y otras. Su

bambuco "Chatica linda" es uno de los más representativos; dice así:

Page 44: El pueblo boyacense y su folclor

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CHATICA LINDA

Venga cá, más pacá,

venga, empriésteme su jetica,

y en después me dirá

si me quere sumercesita.

Como yo no haberá

quen la quera hasta que se muera.

Linda chatica, déme a yo un besito siquera.

Chatica linda: cuando te miro

¡ay! mesmamente me da un suspiro

muy de de veras.

Tuitos los días mi oye rezarle

la Santa Virgen para implorarle

que vos me queras.

Llegan las noches y ya ni an duermo;

las paso en vela com´un enjermo

que tá penando...

Y echo a pensar: si busté me olvida

me he de quitar esta puerca vida

que toy pasando.

Page 45: El pueblo boyacense y su folclor

45

b. Los aires musicales del Folclor Boyacense.

El más puro romanticismo en la canción campesina boyacense, nos lo refleja Jorge

Camargo Spolidore en su bambuco "Cuando sias mi mujercita", el cual fué muy popular en

las serenatas de los años cincuenta.

"CUANDO SIAS MI MUJERCITA"

Cuando sias mi mujercita

yo te haré una cabaña con las flores

más bonitas que se dan en mi montaña.

Con los rayos de la luna

haré cintas pa tu pelo,

con la espuma e la laguna

un sedoso y blanco velo.

Con las perlas del rocío

un collar para tu cuello;

y en las noches que haga frío

el calor de mi resuello.

Mientras brillan tenuemente

los cocuyos en las flores,

el murmullo de la fuente

cantará nuestros amores.

Calzaré tu pie pequeño

con jazmines y con rosas;

cubriré tu hombro trigueño

Page 46: El pueblo boyacense y su folclor

46

con un chal de mariposas;

p´adornar tu cabellera

con diadema de brillantes

lloraré la vida entera,

y del llanto haré diamantes.

Y la aurora, en la mañana,

cuando apague los luceros,

traerá hasta tu ventana

una orquesta de jilgueros.

Cuando sias mi mujercita

yo te haré una cabaña

con las flores más bonitas

que se dan en mi montaña.

Page 47: El pueblo boyacense y su folclor

47

PA' QUE ME MIRO

BAMBUCO

FRANCISCO CRISTANCHO C. Parte para piano

Parte 1

Parte 2

Page 48: El pueblo boyacense y su folclor

48

Parte 3

Parte 4

La compositora ANTONIETA SPOLIDORE DE CAMARGO, madre de Jorge Camargo

Spolidore, es la autora del bambuco "LOS PROMESERITOS", el cual presenta la forma de

conversación en la canción, muy utilizada para la interpretación de la música y la poesía

popular boyacense.

Page 49: El pueblo boyacense y su folclor

49

LOS PROMESERITOS

Los promeseritos nos vamos pallá,

Pondestá la Virgen de Chiquinquirá.

El -

(Recitado): Escuche sumercé

y no creiga que voy a hacerle mal:

yo soy un jornalero, ya lo sé,

un probe jornalero sin jornal

pero que da la vida por busté. ¡Ay!

(Cantado). Métase a la venta,

déntre su mercé,

tome su chichita

que tá siendo sé.

Ella -

Con el guarapito se baila mejor

al són de los tiples y del capador.

Juntos -

Bebamos, chinita, guarapo también,

pa vivir más años que Matusalén.

El -

(Recitado): Yo la vide venir

Page 50: El pueblo boyacense y su folclor

50

dorada de la sé por el calor

y dende que la vide sonreír

me provocó quererla con amor,

pus por busté dan ganas de morir.. .ay...!

(Cantado): ábra la jetica de rojo color

y échele a la caja del cuerpo licor.

Ella -

La dulce chichita que apaga la sé

ta más amarilla que niun queniqué.

Juntos - Que buena la baten en este mesón,

Déjeme un sobrao ay! de su rubicán.

El -

(Recitado): ay! ay! ay! Diosito mío

y alma bendita de mi agüela,

que el corazón me da brincos

y la lengua se m´enrieda

cuando trato de decirle

toíto lo que quisiera;

y un javorcito le pido

por lo que busté más quera:

y es que me diga untualito

si yo le gusto un tantico

Page 51: El pueblo boyacense y su folclor

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y al mismo tiempo quisiera

venirse pa mi ranchito

paque siá mi compañera.

(Cantando):

Con sus guarapitos

más chirriada tá

que la mesma Virgen

de Chiquinquirá.

El -

Dáme la jetica,

Ella -

Démela busté,

El -

Y déme un besito.

Ella -

que tá siendo sé.

Juntos -

Bebamos chichita, guarapo también

pa vivir más años, ay! que Matusalén.

Page 52: El pueblo boyacense y su folclor

52

El compositor tunjano GABRIEL CARDENAS RAMIREZ es otro de los músicos

folclorólogos boyacenses contemporáneos. Discípulo de Antonio María Valencia y

Demetrio Haralambis, el Maestro Cárdenas se ha destacado como uno de los compositores

e intérpretes de los aires musicales colombianos. En la década de los cuarenta fué fundador

y director de los conjuntos "Aires Boyacenses" y "Estampas líricas boyacenses" de gran

resonancia nacional; ha sido Director de Extensión Cultural de Boyacá y Director de la

Academia Boyacense de Música. Entre sus composiciones de bambucos, mencionamos las

siguientes: "PA QUE MAS SI TOY CONTENTO", "MI RANCHITO BOYACENSE",

"MONIQUIRENA", "VIVA BOYACA", "AHI TA Y QUE SACO" y otros. Con letra de

Roberto Galindo, el Maestro Cárdenas compuso su bambuco:

"PA QUE MAS SI TOY CONTENTO"

Pa que más si toy contento

con esta vida que vivo:

tengo mi rancho en la loma,

mi vaca y su ternerito,

estancia con semintera

y el agua jresca del río,

mi Dios que no me abandona

y no me jaltan cariños.

En el puro cucurucho

de la loma, como un nido,

blanquiar se mira mi rancho

sobre la aljombra del trigo;

ajuera, el viento y el jumo,

pero adentro, calientico.

Pa qué más si toy contento

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con esta vida que vivo.

Mis alimales tan güenos

me ayudan en mis ojicios:

los llevo a beber, y noto

que son tan nobles amigos,

que mientras beben me miran

en el espejo del río.

Pa qué más si toy contento

con esta vida que vivo.

Con cuanto placer regreso

del trabajo a mi ranchito:

apenas llega la tarde

me aguardan en el camino

los bellos brazos abiertos

de mi mujer y mis hijos.

Pa qué más si toy contento

con esta vida que vivo.

Tengo mi rancho en la loma,

mi vaca y su ternerito,

estancia con simentera

y el agua jresca del río,

mi Dios que no me abandona,

Page 54: El pueblo boyacense y su folclor

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mi mujer y mis hijitos.

Pa qué más si toy contento

con esta vida que vivo.

La romería a la Virgen de Chiquinquirá ha dado motivos para las canciones de algunos

bambucos populares colombianos. Uno de ellos de gran tradición, es el

bambuco "CUCHIPE" de autor anónimo, cuya letra expresa así:

CUCHIPE

"De Chiquinquirá yo vengo

de pagar una promesa,

y ahora que vengo santo

dáme un besito, Teresa.

Ola, Dolores,

Tóma la llave,

abre la puerta,

ciénde la vela,

tiénde la cama.. .y

quiáy de Cuchipe,

quiáy de Cuchipe

quiáy de Dolores.

El que enamora casadas

siempre está descolorido,

¿será por las trasnochadas

Page 55: El pueblo boyacense y su folclor

55

o por el miedo al marido?.

Las mujeres de mi pueblo

no saben ni dar un beso;

en cambio las Bogotanas

estiran hasta el pescueso.

Otro de los bambucos que se ha inspirado en la Romería a Chiquinquirá es el compuesto

por Alejandro Wills, con letra de Arturo Suárez, con el título "En la Romería".

"EN LA ROMERIA"

Chinita querida, por vos he venío

de allá de las tierras onde quema el sol;

dejé mis montañas, dejé mi bohío,

dejé mis sembraos y dejé mi río

por verte, mi amor.

Si vieras lo verde que tá la rocita

que detrás del monte yo sembré pa vos;

con esa cosecha compraré ropita

pa que nos casemos una mañanita,

ay, jelices los dos.

Si vieras qué tristes los perros quedaron

ullando solitos en el platanal;

Page 56: El pueblo boyacense y su folclor

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pero qué de lindo los toches volaron,

llamándote alegres; por eso cantaron

en el guayabal.

Poné la memoria y acordáte ahora

que el día que nos vimos bien lejos está:

jué en la romería; bendigo esa hora,

jué en la romería de Nuestra Señora

de Chiquinquirá.

Jurá que á yo solo me esperas, mi vida,

que pa yo solito será tú querer,

que pa todu´ el mundo serás siempre esquiva

y que tus ojitos de mirada viva

pa yo habrán de ser.

Hoy mesmo a tus taitas les pido tu mano

pa que el santo estao podamos tomar,

y pa que así pueda, como güen cristiano,

en esa boquita, ya sin ser projano,

hartos besos dar.

Mi ranchito te espera con giande alegría

pa que en él junticos vivamos los dos;

mi trapiche llora porque tarda el día

Page 57: El pueblo boyacense y su folclor

57

en que de llevarte, chinitica mía

de mi corazón.

Entre los compositores Boyacenses de bambucos, son dignos de especial mención los

siguientes: PARMENIO PONGUTA (oriundo de Labranzagrande) es autor de los

bambucos "Aires de mi tierra" e "Idilio campestre", entre otros; JESUS MARIA

DUEÑAS (Oriundo de Socha) es autor de los bambucos "Duitama" y "Paz de Río"como

típicos entre las numerosas obras que este compositor ha dedicado a los pueblos

boyacenses: Soatá, Guateque Chiquinquirá, Tunja, Miraflores, Socha, Tasco, Moniquirá,

Cómbita, y otros. LUIS DUEÑAS PERILLA, el compositor de la conocida

danza "Negrita" es autor de los bambucos "Bajo la luz de la luna" y"Adorado

Tiplecito" entre otros; este compositor es oriundo de Somondoco.

El tunjano JOSE TOMAS POSADA, el célebre "Tomasón" quien obtuvo el primer premio

nacional en el concurso patrocinado por Indulana en 1945 con su obra "Momento

indígena", es el autor de los bambucos "Los Barrancos" y "La Tunjanita".

El chiquinquireño OCTAVIO QUIÑONES PARDO es el compositor de los bellos

bambucos "Mañana de mañanita" y "Carambita y que caray". El Maestro EMILIANO

GONZALEZ R. natural de Aquitania (antiguo Pueblo Viejo), es el compositor del conocido

bambuco "El Guandolo". El compositor RAUL SANCHEZ NIÑO (nacido en Tuta) es el

autor de los bambucos "El Pañolón", "Campesino contento", "A Tuta" y otros. El

músico EFRAIN MEDINA MORA, natural de Tenza, es el compositor de los

bambucos "El Guatecanito" y "Colombia Patria Querida" entre otros. GUSTAVO

MOTA BELTRAN, nacido en Moniquirá, es el compositor de los

bambucos "Moniquireña" y "El Nego" entre sus múltiples composiciones. JUAN C.

GOYENECHE, Sochano, compuso su bambuco "Perla de Boyacá". El Maestro HECTOR

JOSE VARGAS, oriundo de Sutamarchán es el compositor de los bambucos "Soy

Boyacense", "Mana Florinda", "Indiecita Boyacense" y otros: de este compositor se ha

hecho muy popular su bambuco,

"SOY BOYACENSE"

Noble es mi ancestro de Nemqueteba

Saguanmanchica, Idacansas

de Nemequene, de Tisquesusa,

Queinuenchatocha y el gran Mincuá.

Page 58: El pueblo boyacense y su folclor

58

Soy boyacense de pura raza

amo a mi tierra como a mi mama

siempre de abrigo cargo una ruana

hecha en el viejo telar de casa.

Y con mi blanco jipa de paja

como armonizan mis alpargatas

cuando no hay chicha bebida grata

echo aguardiente por mi garganta.

Canto guabinas y torbellinos

y un viva alegre le hecho a mi patria

sin hablar mucho marco la pauta

si de elecciones siempre se trata.

Surco los campos con el acero

que da la entraña de aquestas tierras

y de sus rocas esmeraldinas

le doy al mundo preciosas gemas.

Haciendo coros con los turpiales

que alegres cantan de madrugada

rasgo mi tiple chiquinquireño

frente a la alcoba de mi adorada.

Page 59: El pueblo boyacense y su folclor

59

Canto guabinas y torbellinos

y un viva alegre le echo a mi patria

sin hablar mucho mareo la pauto

sí de elecciones siempre se trata.

Llevo en mis venas sangre guerrera

pues lo atestigua el Pantano de Vargas

soy pendenciero, tiro de frente,

nunca un ataque doy por la espalda.

Lucho incansable contra gobiernos

que en su provecho el fisco gastan

y cuando triunfo tan solo pido

y una curul en la burocracia.

Canto guabinas y torbellinos

y un viva alegre le echo a mi patria

sin hablar mucho marco, la pauto

si de elecciones siempre se trata.

En las primeras décadas del siglo XX se hizo famoso en Colombia el bambuco. "EL

GUATECANO" obtenido directamente del folclor boyacense por el músico Emilio Murillo.

Esté compositor llevó al pentagrama una melodía popular que se encontraba común en

Boyacá y Cundinamarca, la cual dió origen a la letra y música de "El Guatecano". Según

Jorge Añez en su obra "Canciones y Recuerdos", el motivo original y el posterior de

reforma que le hizo Murillo, son los siguientes:

Page 60: El pueblo boyacense y su folclor

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Adiós paloma,

que no hay gavilán

que se la coma,

que no hay gavilán

que se la coma,

que no hay gavilán

que se la coma.

Ayer paso por aquí

Cuando empezaba a

Llover…

¡Qué linda que es mi mujer,

que linda que es mi mujer.

(Nueva Letra de

Murillo)

Ranchito hermoso

que fuíste el hogar

de la que adoro,

divina mujer

de bucles de oro

y cuerpo gentil

de Virgen diosa.

Hilito de agua

de ruido sutil

y suave canto

que escondes tu amor

bajo las hojas

de fresco verdor

y dulce sombra.

Este es mi sueño de

amor,

hermosa, fresca y feliz;

sin su cariño no sé

cómo podré yo vivir".

En el baile del Bambuco, los coreógrafos han distinguido hasta ocho figuras: La invitación,

los ochos, los codos, los coqueteos, la perseguida, el pañuelo, la arrodillada y el abrazo: Sin

embargo, el campesino baila el bambuco con algunas figuras muy sencillas, y en general,

sin seguir un orden coreográfico riguroso.14

EL PASILLO: Es otro de los aires musicales folclóricos de Boyacá que se hicieron

populares desde el siglo XIX. Es una de las variantes del vals europeo, convertido en baile

de moda, con ritmo más rápido, o sea de "pasillo". Una de las formas de variación en el

siglo XIX fué la "capuchinada" o vals nacional rápido. En los años dé transición entre los

siglos XIX y XX, el pasillo se convirtió en el ritmo de moda de los colombianos; era el más

14

Harry C. Davidson, "DICCIONARIO FOLKLORICO DE COLOMBIA" Bogotá, Banco de la República,

1970, PP. 59 - 455. Es el estudio más completo que se ha realizado sobre el bambuco en Colombia. Sobre la

coreografía de las danzas colombianas, véase la obra de Jacinto Jaramillo, "DANZAS NATIVAS DE

COLOMBIA", Bogotá, Edit. Voluntad, 1968.

Page 61: El pueblo boyacense y su folclor

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solicitado por los jóvenes y el más escuchado en las tertulias bogotanas y en los

restaurantes típicos, al estilo de "Rondinella", "La Gata Golosa", etc.

En la interpretación de los pasillos encontramos dos tipos representativos: el pasillo

fiestero instrumental, que es el más característico de las fiestas populares, bailes de

casorios y de garrote; se confunden con la típica banda de música de los pueblos, con los

fuegos de pólvora, retretas, corridas, etc. El pasillo lento vocal o instrumental es

característico de los cantos enamorados, desilusiones, luto y recuerdos; es el típico de las

serenatas y de las reuniones sociales de cantos y en aquellos momentos de descanso

musical, cuando deseamos recordar.

Entre los pasillos boyacenses más destacados, señalamos los siguientes: Gabriel Cárdenas

Ramírez, es el compositor de los pasillos, entre otros: "Adentro Alfredito", "Mi

compadre Carlitos" y "Pedrito Martínez", el Maestro Francisco Cristancho es célebre

por sus pasillos "Iza" y "Trigueñita"; Jorge Camargo Spolidore con su

pasillo "Reconciliación"; el Maestro Emiliano González y su pasillo "Duitama"; el

compositor Chúcho Dueñas, célebre por sus pasillos "Soatá"y "Santa Rosa de

Víterbo" entre otros; el músico Parmenio Pongutá y su pasillo "Tus pupilas"; Carlos

Martínez Vargas y su pasillo "Lucía"; el Maestro José Tomás Posada es muy conocido por

su colección de pasillos "Las Brisas de Boyacá"; el maestro Luis Rodríguez conocido por

su pasillo "Floreciendo" el compositor Israel Becerra y su pasillo "Tip Top".

El poeta chiquinquireño JULIO FLOREZ es también conocido como compositor e

intérprete de nuestros aires vernáculos. Este poeta boyacense, nacido en Chiquinquirá en

1867 es el más importante y fecundo en la producción poética. Sus poesías las recopiló en

sus obras: "Horas", "Cardos y lirios", "Gotas de Ajenjo", "Fronda Lírica", "Cesta de Lotos"

y "Manojo de Zarzas". Entre sus composiciones musicales, con letra y música, la más

notable y conocida es su pasillo "Flores negras", compuesta en 1903; además sus

pasillos "Ella", "Y lo besó en la frente", "Tanto me odias", "Góndolas azules" y otras.

Su pasillo "Flores negras" tuvo gran difusión en los principios del siglo XX, y hoy es muy

conocido a nivel mundial; así expresa:

FLORES NEGRAS

Letra y música de Julio Flórez

Oye: bajo las ruinas de mis pasiones,

y en el fondo de esta alma que ya no alegras,

entre polvo de ensueños y de ilusiones

brotan entumecidas mis flores negras. -

Page 62: El pueblo boyacense y su folclor

62

Ellas son el recuerdo de aquellas horas

en que presa en mis brazos te adormecías,

mientras yo suspiraba por las auroras

de tus ojos auroras que no eran mías.

Ellas son mis dolores, capullos hechos,

los intensos dolores que en mis entrañas

sepultan sus raíces, cual los helechos

en las húmedas grietas de las montañas

Guárda, pues este triste, débil manojo

que te ofrezco de aquellas flores sombrías;

guárdalas, nada temas, que es un despojo

del jardín de mis hondas melancolías.

Parte 1

Page 63: El pueblo boyacense y su folclor

63

Parte 2

Parte 3

Page 64: El pueblo boyacense y su folclor

64

Aun cuando la mayor tendencia en la composición musical con temas folclóricos

colombianos, se ha desarrollado en Boyacá principalmente en los ritmos de bambuco,

torbellino, guabina y pasillo, también encontramos composiciones folclóricas con otros

ritmos principalmente andinos y llaneros. Mencionamos la célebre danza "NEGRITA" del

compositor LUIS DUEÑAS PERILLA; los bellos valses "A una niña bonita", "Ojos

serenos '.' y otros de Gustavo Motta Beltrán; las canciones de Luis Martín Mancipe, Carlos

J. Mancipe, Carlos Martínez Vargas. Muy dignas son de destacar las bellas composiciones

musicales de LUIS MANUEL PARRA CARO y entre ellas: "La Sativeña", "Soatense",

"Corraleñita", "Flor de mis Hontanares", "Primaveral", "Victoria", "Amor terrígeno",

"Llevo una pena en el alma" y otras. La danza "Negrita" con música y letra de Luis Dueñas

Perilla se ha difundido con gran profusión:

NEGRITA

(Danza Boyacense)

Negrita...

Tú viniste en la noche

de mi amargo penar;

Separarnos hoy quiere

el destino a los dos,

y una pena me brinda

Page 65: El pueblo boyacense y su folclor

65

Tú llegaste a mi vida

y borraste la herida

de mi pena letal.

La ilusión de mi vida

es amarte no más,

implorarte el consuelo,

el calor y el ensueño

que jamás pude hallar,

esta separación.

Hoy te alejas de mí,

hoy se va mi ilusión,

y todo es amargura

para mi corazón.

Teniendo como base la música de TORBELLINO principalmente y además de guabinas,

bambucos y pasillos, el folclor boyacense presenta una gran variedad en sus danzas

folclóricas. La Danza se nos presentó como el conjunto de movimientos cadenciosos del

cuerpo, marcando ciertos pasos, mudazas y actitudes, y sometido a las leyes del ritmo. Las

danzas folclóricas son bailes que necesitan cierta preparación y organización y se someten a

reglas casi fijas; están interpretadas por personas adiestrada para ello. () Entre las danzas

folclóricas más representativas de Boyacá, señalamos las siguientes:15

LA DANZA DEL TRES: Se baila en Boyacá con música y ritmo de torbellino; es

semejante al "Ballo" español y al baile del "Palito" en Argentina. Se lleva a cabo entre tres

personas, un hombre y dos mujeres, o una mujer y dos hombres, quienes rivalizan por la

atención del bailarín o la bailarina. Mientras que una pareja quieta marca el paso de rutina,

la tercera persona con paso menudo, se entrecruza entre ellas. Una copla boyacense refleja

el espíritu de esta danza:

"En el nombre sia de Dios

y mi padre San Andrés

que no me vaya a turbar

en este baile del TRES".

Una variedad del TRES en Boyacá es el llamado "Tres de los Escribanos" que se

encuentra en el Valle de Tenza, y en el cual las parejas simulan escribir en el suelo. Tres

15

Perdomo Escobar, José Ignacio, "HISTORIA DE LA MUSICA EN COLOMBIA'; Bogotá, Edit. A. B. C.,

1963. Véase asimismo los estudios de Joaquín Piñeros Corpas, "EL CANCIONERO NOBLE DE

COLOMBIA" (Con grabaciones).

Page 66: El pueblo boyacense y su folclor

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personas, generalmente dos mujeres y un hombre o viceversa, bailan sueltos al son de

torbellino u otros aires del Altiplano. Cuando uno de los bailarines "corta", es decir, pasa

entre sus dos compañeros, ha de cantar una copla de cuatro versos rimados. Cuando el

bailarín vuelve en su ruta para trazar el ocho siguiente, ya ha terminado de cantar y le

corresponde el turno a los otros.

LA DANZA DEL SEIS: aparece también en el folclor boyacense, con influencia de los

Llanos; se presenta como una danza del tres doble; generalmente son 4 hombres y dos

mujeres o 4 mujeres y dos hombres. Inicialmente los danzantes bailan separados; luego se

juntan y entremezclan.

LA DANZA DE LA TRENZA O DE LA CLIZNEJA: aparece en el folclor boyacense

como una supervivencia española de la antigua "danza de los palillos". Aparece también

con los nombres de "Danza de las Cintas" y "Danza del Cordón", bailadas con ritmo de

torbellino. Esta danza describe un movimiento característico de la forma de entrelazar o

entretejer, interpretado por algunos antropólogos como aquella que supravalora la técnica

del telar como símbolo de la potencialidad de la naturaleza.

La danza de la Trenza se bailaba en España en los siglos XVI y XVII con 16 danzantes al

rededor de un árbol adornado con guirnaldas y flores llevado por un individuo, del cual

pendían 16 cintas de diversos colores. Cuando comenzaba la copla:

Las cintos están tejidas

volvamos a destejer.

Comenzaban los danzantes a deshacer el tejido, pero sin perder el ritmo ni el compás de los

movimientos.

La danza de la Trenza se interpretó en Boyacá con el ritmo de Torbellino y es muy común

en las fiestas del Corpus Christi, fiestas patronales y en especial en Navidad. En el norte de

Boyacá se conoce como la "Danza de la Clizneja" y se acostumbra en las fiestas reales

que se celebran el 2 de Febrero de la "Morenita de Güicán" o fiesta de la Candelaria. La

comparsa se compone de un pabellón con un palo central y un manojo de cintas que se

colocan en la parte superior del palo con un moño bien arreglado; generalmente son

bastantes cintas, las cuales son cortadas y entregadas a cada persona, conservando siempre

el estilo de las parejas. La danza se realiza a son de torbellino; en ella cada pareja va

entrelazando rítmicamente su cinta en el palo, en tal forma que se va tejiendo de arriba

hacia abajo; desde el moño hacia abajo; luego van destejiendo la trenza también

rítmicamente y así hasta cuando termina el desfile de comparsas. Esta danza se registra en

Güicán, la Uvita, Soatá, Socha y otros pueblos de Boyacá y es muy típica en las

representaciones campesinas de comparsas en el Aguinaldo Boyacense.

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LAS DANZAS DE CORPUS: fueron muy populares en la provincia de Tunja desde la

época colonial. Eran representadas por indios descendientes de los chibchas, acompañados

por tamborines y flautas; iban con gorros de vistosas plumas y llevaban asimismo plumas

en las muñecas, en las gargantas y en los pies y un carcax lleno de flechas sobre la espalda.

Los indios iban pintados el cuerpo de muchos colores y algunos cubrían la cara y la cabeza

con una especie de máscara hecha con cintas de varios colores. Formaban hileras danzando

en avances y retrocesos y haciendo círculos que desbarataban luego en un completísimo

antagonismo gimnástico, golpeando simultáneamente unos pequeños garrotes, mientras que

los movimientos de los pies eran ejecutados al son de tamborcillos y flautas. En las fiestas

coloniales llegaban a Tunja los pueblos de indios circunvecinos con sus propias danzas y

disfraces al son de chirimías, caxas, trompetas y pífanos; se encendían luminarias en las

puertas de las casas tunjanas y se arrojaban los cohetes para la alegría de la ciudad.

LA MANTA: es otra de las danzas típicas del Altiplano boyacense con profundas raíces

coloniales. Aparece en dos modalidades: la manta redonda y la manta jilada.

La Manta redonda: es muy acostumbrada en los matrimonios campesinos; se baila con

ritmo de torbellino y en forma separada; los hombres con ruana y las mujeres con mantilla

puesta. En ella los danzantes no se tocan; no hay tacto ni de manos, ni de cintura; las indias

bailaban esto danza sin alzar casi los pies de la tierra; a veces el hombre se arrodilla y la

mujer da vueltas a su alrededor tres o cuatro veces y luego siguen danzando. Se llama

manta redonda por la redondilla o círculo que se hacía en un momento determinado a la

mujer.

La Manta jilada: es otra de las variedades de la Manto que se encuentra en Boyacá; en ella

encontramos la representación de un baile en donde se imita el oficio de hilar una manta.

La mujer lleva en la mano un vellón de lana y el huso con tortero y los elementos básicos

para hilar. El baile se inicia con el saludo y con paso de rutina del torbellino; la mujer hace

un ademán imitativo para esquilar la oveja; el hombre mientras tonto enmadeja, ovilla y

amaga a ratos a cogerle el hilo a ella. El baile se va haciendo a medida que se envuelve la

madeja de lana; en un momento determinado la mujer lanza el ovillo al techo, con un gesto

como si le saliera del corazón. En esta danza se imita el montaje del telar, el envío de las

lanzaderas y la manta terminada.

EL MOÑO: es otro de los bailes típicos del Altiplano boyacense. Es una de las

manifestaciones de las danzas criollas del siglo XVIII cuando se empezó la costumbre de

interrumpir la danza en un momento determinado, para dejar escuchar las coplas. En el

Moño se suspendía la danza con un toque especial de la música, para dejar el ambiente a un

hombre que decía la copla: inmediatamente seguía la música con ritmo generalmente de

Torbellino y se suspendía para dar el campo a la mujer para exponer su copla. En el Moño

se establecía una multo si el hombre o la mujer no cogían la copla; en caso de perder,

continuaba otra pareja en el baile del Moño.

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LA CAÑA: aparece como una danza y canto de los moledores del Valle de Tenza; en ella

se hace un simulacro de todos los pasos de la molienda de la caña: cortada, transportada y

triturada entre dos cilindros; los pasos de la danza representan cada uno de los movimientos

del trapiche y toda la fuerza de la molienda. Los bailarines en número de cinco o seis

parejas, danzan, cantan y se acompañan con coplas alusivas a la molienda. Generalmente

los cantos de la Caña son tristes y profundos.

Una de las variantes de la Caña es la que aparece en el siglo XIX con el nombre

de MEDIA CAÑA que se conoce tanto en Boyacá como en algunas provincias de

Argentina, Paraguay y Chile. Según la tradición boyacense, para la danza de la Media Caña

se utilizaban dos mujeres y dos hombres. Una pareja servía de estantillos o sea que

permanecía quieto, como vigilante en la danza de la otra pareja. En esta danza se conocen

las figuras del saludo, el cual se hacía muy respetuosamente con e1 sombrero;

posteriormente venía la segunda figura que consistía en un saludo con la mano; en la

tercera figura los danzantes se amenazaban; en la cuarta pegaban un palmoteo; luego

tomaban el centro de la pisto, cerca de los estantillos y se cogían para el baile, dando

vueltas muy curiosas, después de las cuales se abrían. Después de que esto pareja bailaba,

continuaban los estantillos, quienes hacían ahora de pareja, regresando la anterior a los

puestos de éstos.

EL BAILE DE LA COPA O DEL CUATRO: es conocido en algunas regiones de

Boyacá; en este baile las personas danzan alrededor de un sombrero ubicado en la mitad del

sitio del baile; presenta la variedad de que la pareja que baje la copa o sombrero debe hacer

el gasto y el agasajo.

EL BAILE DE LA PERDIZ: es un baile que se ha registrado en diversos lugares de

Boyacá, entre ellos los pueblos aledaños a la Laguna de Tota. En este baile se imita la

perdiz en un trigal y sus intentos de defensa del cazador; hombres y mujeres hacen un

círculo para rodear a la mujer que hace de perdiz y quien remeda los veloces movimientos

de esta ave. La perdiz busca afanosamente la salida de la maraña por un punto débil que le

permita escapar. Cuando ella sale del matorral aparece un mozo que le da alcance y

entonces ella simula rodar sin vida por el suelo.

En otros casos la danza de la Perdiz la bailan 6 parejas; los hombres silban para llamar la

perdiz y las mujeres, atendiendo el silbido los siguen y son atraídas en un juego con el

pañuelo. La mujer va detrás del hombre; a veces se cruzan y entrecruzan continuamente y

cada danzante va por turno echando una copla.

En Boyacá existen además otras danzas supervivientes de los siglos XVIII y XIX,

destacando entre ellas las siguientes: El Baile del Pañuelo en el cual cada danzador va

sacando a su pareja e invitándola a bailar con una canta o copla que es a su vez contestada

por su compañera. El Baile del Vaso en donde los danzantes hacen pruebas acrobáticas

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sobre un vaso y al son del torbellino. El Baile del Alcahuete con figuras discretas y

artísticas muy propias del boyacense. El Baile de la Contradanzamuy típico en el siglo

XIX en las fiestas de Sutatenza, con sus variables: obligadas o dobles, de cambio y

sencillas. El Guatecano un tipo de torbellino del Valle de Tenza. El Galerón típico de los

Llanos y confundido en algunos casos con el torbellino boyacense. Los Camarones otra

danza y tonada boyacense, muy típica de Valle de Tenza; así expresa una de las cantas

valletenzanas:

"Muchacho barre tu casa

bárrela hasta los rincones

que viene el Señor Alcalde

a bailar los Camarones. 16

En los campos boyacenses existen también los bailes sainetes de animales en los cuales se

presenta un simulacro de ataque y defensa, y en donde los campesinos gozan alegremente

en sus fiestas. Entre ellos mencionamos los investigados por la folcloróloga Lilia Montaña

de Silva Célis en los pueblos aledaños al lago de Tota : "La gallina y el Zorro", "El gato

y el ratón", "La palomita y el gavilán", "El pollito y la comadreja", etc.;los

campesinos desarrollan estos bailes sainetes con prodigiosa fantasía, mezclando sus hechos

simples de la vida, con los aconteceres de los animales que los acompañan. Uno de los más

representativos es el Baile del Conejo, en el cual un campesino ágil hace el papel de

conejo, otro campesino las veces de cazador y otros el papel de los perros de caza. En

medio del círculo el cazador persigue al conejo que esquiva ágilmente; cuando logra salir

del círculo se encuentra con los perros que lo acosan por uno y otro lado; llega el momento

del rodeo total, cuando el cazador apunta con su escopeta de madera y deja al animalito

tendido en el suelo.17

d. Instrumentos Musicales, Conjuntos y Bandas de Música

En el folclor musical son importantes los instrumentos musicales para el acompañamiento

de los bailes y cantos populares. Entre los Instrumentos musicales traídos por los españoles

en los siglos del coloniaje destacamos el tiple, la guitarra, la bandola, el requinto y demás

variantes instrumentales de cuerda.

16

Joaquín R. Medina y José Vargas Tamayo, "CANTAS DEL VALLE DE TENZA'; Bogotá, Ministerio de

Educación, 1949. Véase la Canta 228 sobre el Baile de los Camarones. 17

Lilia Montaña de Silva Célis, "MITOS, LEYENDAS, TRADICIONES Y FOLCLOR DEL LAGO DE

TOTA". Tunja, U. P. T. C., 1970, pags. 423 - 427.

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La guitarra española forma una familia completo, siendo sus principales componentes: la

guitarra ordinaria, la guitarra tenor, la guitarra requinto, el guitarro ordinario, el guitarrico

triple y la guitarra flamenca de sonoridad más apagada.

EL TIPLE es el instrumento folclórico más típico de Boyacá; es un instrumento

descendiente de la guitarra española, con algunas transformaciones de carácter nacional,

que le definen su carácter de instrumento típico colombiano. Entre sus antecesores

españoles con alguna semejanza, se han señalado; el timple canario, instrumento de cuerda

de las Islas Canarias, con función de acompañamiento en cinco cuerdas; el guitarrico

español; y hasta se le ha comparado con la "chitarra battente", un instrumento del

Barroco que tuvo gran popularidad en España y sur de Italia. Claro está que la

transformación que sufrió este instrumento en Colombia, es precisamente lo que le asigna

su carácter nacional, y en especial su gran difusión en los campos y aldeas colombianas. El

tiple presenta menor tamaño que la guitarra; sus cuerdas se triplicaron en cada orden, y de

todos los instrumentos legados por España fué el que más se popularizó entre los

colombianos; en Boyacá es el instrumento popular por excelencia de los campesinos.

Con el tiple los campesinos boyacenses utilizan también el REQUINTO, muy semejante al

primero, con la diferencia en la caja, que es mucho más pequeña y estrecha y produce un

sonido más agudo. Los viejos campesinos boyacenses consideran que la popularización de

las guitarras y bandolas se presentó en tiempos más recientes. Los conjuntos campesinos

boyacenses están formados principalmente por tiples y requintos.

En Boyacá son típicos los instrumentos de cuerda elaborados en Chiquinquirá, y

principalmente fabricados por la familia Norato. Una copla boyacense nos habla sobre su

calidad:

"Mi tiple se toca solo

compadrito don Torcuato

me lo hizo en Chiquinquirá

don Tomasito Norato".

Con los instrumentos de cuerda, los españoles introdujeron la CHIRIMIA una especie de

oboe, trabajada toscamente y taladrada por agujeros laterales, seis de ellos destinados a

taparse por medio de los dedos; según parece, es una derivación delchalumeau medieval,

conocido en España desde los tiempos de los juglares españoles. Hubo chirimías de varios

tamaños y en general se utilizaban para doblar el canto.

En la época colonial y el siglo XIX, las chirimías acompañaron las procesiones y coros de

los templos. Los chirimeros eran a manera de heraldos que encabezaban los cortejos

procesionales en las ceremonias religiosas y fiestas pueblerinas. En la provincia de Tunja se

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acostumbraban las chirimías en las fiestas religiosas y reales; en 1663 el Corregidor Juan

Bautista Valdés ordenó a los caciques e indios de los pueblos de Chivatá, Toca, Siachoque,

Viracachá y otros, para que llevaran sus pendones, cajas, pífanos, trompetas y CHIRIMIAS

a la procesión que se proyectaba para el 29 de enero en acción de gracias por el nacimiento

del Príncipe Carlos José.

La chirimía.

Una variedad de instrumentos musicales folclóricos que encontramos en Boyacá, son los

AEROFONOS, en los cuales el sonido se produce por la vibración del aire al ser soplados

por el intérprete. Entre ellos destacamos el CAPADOR conocido en el Valle de Tenza con

el nombre de "los chiflos"; consiste en una serie de canutillos de caña de Castilla,

graduados para los diversos sonidos, y unidos entre sí con cabuyas y cera negra; es un

instrumento indígena muy antiguo, encontrado en las excavaciones arqueológicas de los

Chibchas, junto con las flautas, tatas y ocarinas. Los capadores conformaron los conjuntos

campesinos boyacenses, con las famosas chirimías y las flautas. Desde el siglo pasado se

hicieron populares en Boyacá las Dulzainas, llamadas también armónicas o sinfonías;

muchos campesinos las manejan con gran habilidad y las incluyen con sus conjuntos de

tiples, bandolas, panderetas y chuchos.

Otra variedad de instrumentos folclóricos en Boyacá son los AUTOFONOS, en los cuales

quién los toca produce vibraciones en su misma materia. Destacamos entre ellos: el

alfandoque, la carrasca, la guacharaca, la carraca y los chuchos.

El Alfandoque es un instrumento típico del Valle de Tenza y otras regiones de Boyacá;

consiste en un trozo de guadua, al cual se le introducen pepitas de chisgua y se hacen sonar

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sacudiendo rítmicamente. Antiguamente era un trozo de bambú, largo y completamente

vacío con unas varillas transversales que obstruían el interior del tubo; a este tubo se le

echaban granos bien duros, con los cuales se obtenían sonidos Imitando la lluvia.

El chucho es otro instrumento autófono encontrado en el Altiplano desde los antiguos

Chibchas, quienes los utilizaban en sentido mágico religioso. Los campesinos los elaboran

con calabazas secas, a las cuales les introducen pepitas que se hacen sonar sacudiendo

rítmicamente, estas pepitas son generalmente mararayes, pipos o tocuas.

La carraca es otro autófono muy típico de Boyacá. Consta de una mandíbula de asno,

caballo o vaca que tenga la dentadura floja; agitándola o también frotándola con un palito,

produce un ruido que sirve para el acompañamiento con otros instrumentos.

La carrasca es un autófono que se construye con madera de chonta, macana, cañabrava u

otras maderas fuertes; aparece cortada en forma de serrucho, cuyos dientes al frotarlos con

otra vara más delgada producen un sonido fuerte para el acompañamiento musical. Es muy

semejante a la Guacharaca que tocan los campesinos boyacenses, la cual está formada por

una caña de Castilla con muescas y se toca por frote con un palito; la acostumbran los

campesinos boyacenses para tocar el torbellino.

Otra variedad de los instrumentos folclóricos de Boyacá son los MEMBRANOFONOS,

cuyo sonido se produce mediante una membrana extendida sobre una abertura y que

corresponde más específicamente al tambor, utilizado tanto por chibchas, como por

españoles. Entre los membranófonos mencionamos en Boyacá el chimborrio, la pandereta y

diversos tipos de tambores.

El chimborrio o chimbor es un instrumento de percusión rudimentario, de voces graves y

buena resonancia. Es una especie de tambor pequeño con parche por un solo lado, hecho en

el Valle de Tenza de piel de oveja. Aparece como un cilindro hueco o tarro de tronco de

fique, al cual se le acomoda de lato la membrana. El músico lo sostiene en alto mediante

una cuerda que se echa al cuello y lo toca con dos palillos. () Una copla valletenzana nos

habla de este instrumento:18

"Muchachita, no té triste,

alegre su corazón

qui ´ horita le tocaremos

bandolita con chimbor".

18

Harry C. Davidson, Op. Cit. pgs. 161- 162.

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La pandereta es un instrumento membranófono introducido por los españoles del norte de

la península; está formado por uno o dos aros superpuestos, provisto de sonajas o

cascabeles y cubierto con piel muy lisa y estirada. Las panderetas se acostumbran en las

romerías y fiestas populares.

Según los documentos históricos, parece que el Arpa, un instrumento cordófono tuvo

mucha importancia en la provincia de Tunja en los finales de la época colonial y era muy

utilizada en las reuniones, fiestas religiosas y civiles. Los indígenas se fueron

acostumbrando a las arpas y las construyeron a imitación de las traídas por los religiosos

para los conventos e iglesias; eran muy utilizadas para atraer a las gentes a la fe cristiana.

En las informaciones del «Diario» de Cochrane aparece el arpa en las fiestas de Suta, junto

con la guitarra y el tambor. En los mediados del siglo XIX el arpa comenzó a desaparecer

de la organología boyacense del Altiplano y se dejó casi exclusivamente en los Llanos

Orientales.

Con la diversidad de instrumentos musicales se conforman los conjuntos folclóricos de

Boyacá. LOS CONJUNTOS DE PROMESEROS que van a las romerías de Chiquinquirá,

Monguí, Chinavíta, Tunja, etc. Llevan generalmente tiples y requintos para acompañar sus

torbellinos; a éstos se suma en ocasiones los alfandoques o chuchos.

En las murgas de las comparsas navideñas aparecen conjuntos formados con tiples,

requintos, bandolas, flautas, capadores, guacharacas, alfandoques y panderetas.

La revolución musical que el invento de los instrumentos de viento y caña se presentó en

los siglos XVIII y XIX en la música de Occidente, cambió casi por completo las formas de

interpretación de la música popular de los pueblos, los cuales fueron cambiando sus

chirimías y conjuntos por pequeñas BANDAS DE MUSICA, formadas por trompetas,

clarinetes, flautas, requintos, saxofones, barítonos, bajos o helicones, altos, trombones,

bombos o tambores, redoblantes y platillos en proporción a la capacidad de la banda. La

mayoría de las bandas de los pueblos se conformaron por grupos entre 6 y 15 músicos; la

capital y ciudades principales con grupos superiores.

El movimiento por la conformación de bandas de músicos en Colombia, lo encontramos

más acentuado en los finales del siglo XIX y principios del XX. En Tunja aparece una

Banda de música conformada hacia 1878 dirigida por el maestro Carlos M. Torres; con ella

se amenizó la conmemoración de la batalla de Boyacá en dicho año. La Banda de Música al

servicio del Departamento o sea la BANDA DEPARTAMENTAL DE BOYACA, fué

creada mediante el decreto 9 del 25 de noviembre de 1886. A partir de ella se fueron

creando las bandas en diversas ciudades de Boyacá; en la segunda mitad del siglo XX se

han hecho famosas las bandas de Duitama, Boavita, Chiquinquirá, Chinavita, Sativanorte,

Corrales, El Cocuy, Güicán, La Capilla, Pachavita, Tenza, Sutatenza, Guayatá, Ramiriquí,

Cerinza, Socha, Monguí, Mongua, Aquitania, Tasco, Pesca, Belén de Cerinza, en la vereda

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de Cusagüí en La Uvita, Paipa, Moniquirá y otros pueblos de Boyacá. En el festival y

concurso de Bandas de Música que se hace en Paipa a nivel departamental y nacional a

partir de 1974 se han destacado por su excelente estilo artístico las bandas de Duitama,

Tunja y Boavita.

La alegría de las fiestas de los pueblos boyacenses, sin lugar a dudas, se encuentra en sus

bandas de música. Las procesiones de iglesia, fiestas populares, fuegos de pólvora, corridas

de toros, de aquellas que en determinadas ocasiones se improvisan en los cercados de la

plaza; las retretas o conciertos populares; la llegada al pueblo de políticos y altos

dignatarios civiles y eclesiásticos, etc., todo ello se ameniza con la popular banda de

música.

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6. El folclor literario de Boyacá.

a. Las coplas, cantas o tonadas boyacenses.

El género literario-folclórico de las COPLAS es conocido en Boyacá con los, nombres de

CANTAS en Valle de Tenza y TONADAS en el Altiplano Central y región del Norte de

Boyacá. Designan estos nombres una composición poética popular que consta sólo de una

cuarteta o romance, de una seguidilla, de una redondilla o de otras combinaciones breves,

utilizadas comúnmente en las canciones folclóricas, en los intermedios de las danzas

vernáculas, en los duelos poéticos y en general en las tertulias campesinas.

El origen de las Cantos o Tonadas boyacenses se remonta a los cantares españoles de

finales de la época medieval, cuya muestra más representativa son las "Cántigas de Santo

María" del rey Alfonso el Sabio. Estas cántigas o coplas españolas fueron introducidas al

Nuevo Reino de Granada y demás regiones de Hispanoamérica y fueron adaptándose de

acuerdo con la psicología de cada región. El trovador anónimo colombiano adoptó muchas

coplas españolas; otras las adaptó a sus circunstancias; asimismo creó sus propias coplas.

Las cantas o tonadas brotaron en las plazas, calles y hogares de las incipientes ciudades

coloniales de la provincia de Tunja y en general del Nuevo Reino; recorrieron los campos

recolectando con sus versos las costumbres de cada región; sus hechos triviales, sus gestas

patrióticas, el amor campesino, el olvido, el despecho y otros sentimientos del pueblo. Unas

coplas o cantas son descriptivas del paisaje; otras de sabor político, compendiando los

diversos temas de la vida espontánea de los pueblos. Las cantas o tonadas se hicieron

populares en las ventas de las veredas, en las romerías boyacenses, en las serenatas, en los

círculos de la peonada campesina al son del rasgueo del tiple; en las fiestas campesinas, en

los intermedios de los bailes del Tres, la manta jilada, el moño, etc., en los célebres retos de

copleros en Chiquinquirá y otros momentos de la vida social y familiar del campesino

boyacense.

En Boyacá las investigaciones sobre las cantas y tonadas han estimulado a los aficionados a

la recopilación folclórica para presentar un inmenso caudal de coplas casi inagotable.

Algunas investigaciones, como las realizadas por Octavio Quiñones Pardo son de

importancia por la forma de interpretar en las coplas el alma del pueblo boyacense; de su

fructífera investigación merecen destocarse los estudios "Cantares de Boyacá", "Otros

cantares de Boyacá", "Refranero de Boyacá", "Interpretación de la poesía popular" y otros.

El Presbítero Joaquín Medina y José Vargas Tamayo publicaron en tres volúmenes sus

"Cantas del Valle de Tenza"; asimismo se han publicado diversos estudios de coplas de los

pueblos boyacenses como los realizados por el literato Vicente Landínez Castro en Monguí;

Cayo Leonidas Peñuela en Soatá; Juan Clímaco Hernández en el Altiplano Central; Julio

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Daniel Parra en Sativanorte y Corrales; Peregrino Sáenz de San Pelayo en el Valle de

Sorocotá, Guillermo Plazas Olarte en Sogamoso, Ramón C. Correa en Tunja y muchos

otros que han dado especial aporte al folclor literario de Boyacá.19

Algunas coplas son AMBIENTALES y reflejan el paisaje boyacense, las características de

los pueblos, sus afinidades y rivalidades, sus productos, fiestas y otros rasgos de pueblos,

aldeas y veredas boyacenses. Apreciemos algunos ejemplos:

En Valle de Tenza escuchamos:

Pa chirimoyas, Guateque;

pa naranjas Machetá;

para muchachas bonitas

Somondoco y Guayatá.

De Guatequi a Suatenza

se puede viajar a pie;

salud 'unu a las sutanas

y toma si tiene sé.

Mirá bien que estás haciendo

con la niña de Guateque,

cuando llore el angelito

te cobran la vida en trueque.

Y esto jué lo que saqué

de jiestas en Chinavita

tuá mi espalda

magullada

y escaldada mi boquita.

En Soatá y el Norte de Boyacá escuchamos:

A un patojo de Soatá

lo nombraron juez

Todo aquel que vaya a

fiestas

19

Sobre las coplas en Boyacá, consúltense los siguientes estudios y artículos:Octavio Quiñones Pardo,

"CANTARES DE BOYACA"; Bogotá, Tip. Colón, 1937; OTROS CANTARES DE BOGOTA ", Bogotá,

Edit. A. B. C., 1944; "INTERPRETAClON DE LA POESIA POPULAR"; Bogotá, Editorial Centro, 1947;

"POESIA POPULAR". Medina, Joaquín R. y Vargas Tamayo, José, "CANTAS DEL VALLE DE TENZA",

Bogotá, 1949, op. cit. 3 tomos. Cayo Leonidas Peñuela, "CANTARES POPULARES DE LA REGION DE

SOATA", En: "Senderos" (Bogotá), No. 1 (1934), p. 191. Vicente Landínez Castro, "COPLAS Y

REFRANES DE MONGUI". Peregrino Sáenz de San Pelayo, "MONOGRAFIA DEL VALLE DE

SOROCOTA", Tunja, ImPr. del Dpto., 1965, p. 160. Julio Daniel Parra, "DESTINOHISTORICODE

UNPUEBLO "(Satívanorte), Tunja, 1964. Guillermo Plazas Olarte, "DE MI TIERRA Y OTRAS COSAS"

Bogotá, Imprenta y Litografía de las Fuerzas Militares, 1971.Juan Clímaco Hernández, "INTRODUCCION

AL FOLKLORE DE LA POESIA POPULAR BOYACENSE" En: "Cultura" (Tunja), No.

96(1947).Guillermo Abadía, "ASPECTOS FOLCLORICOS BOYA CENSES'; En: "Cultura" (Tunja), No.

118.

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77

letrao,

y pa dar el juramento

fué menester asentao.

y se quiera complacer

no lleve yegua parida

ni tampoco a su mujer,

porque la mujer lo cela,

y el potro lo hace volver.

En el Valle de Sorocotá encontramos coplas como éstas:

"Allá arriba en aquel alto

viene un pato a pasitrote

a traerle a mi chatica

una carta de Guatoque".

En el alto de Jandiño

silva y canta una torcaza,

y en la tonadita dice:

Ah bobito el que se casa.

Julio Daniel Parra encontró en el Norte coplas como éstas:

"El primer amor que tuve

jue con una cocuyana

la quise porque tenía

en el Cocuy harto lana".

A orillas del Chicamocha

Me encontré con un caimán

Y al contarle mis pesares

Lloraba el pobre animal.

Algunas coplas han recogido la esencia del paisaje y la raza boyacense, como estas:

"S 'entristecen mis ojitos

de ver el tris de labranza;

de verla tan poquitica

se llenan mis ojos di agua".

Dicen que la vida es triste

sin guarapo y sin mujer

es pior tener las dos cosas

y no ser capaz de leer.

En Tenza me dió jechera Caminito, caminito

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y en Tibaná calentura

jué 'n Jenesano mi muerte

y en Tunja mi sepoltura.

que a mi casa vas a dar,

allá va solita mi alma

no la dejes extraviar.

En el Altiplano Central encontramos estas coplas:

"Yo no soy de por aquí

yo soy de Sutapelao

y me trajo un capuchino

en las barbas enredao".

Copla del indio José

nacido y criado en

Guatoque

con chicha y con

alfandoque,

pa que sepa sumercé.

Ese nu es de pu 'estos

laos,

es 'es de Ramiriquí

y tienel pico pelao

de tanto comer ají.

Cuando el diablo tá algo

triste

se va pa Turmequé;

las niñas le sirven chicha

y le dicen sumercé.

Vicente Landínez Castro encontró en Monguí unas coplas muy expresivas:

"Yo no sé dónde nací

ni sé tampoco quién

soy;

no sé de donde he

venido

ni sé para dónde voy",

No vayas solita al campo

cuando sople el aire recio

porque las niñas son flores

que hasta las deshoja el

viento.

Algunas cantas y tonadas son COSTUMBRISTAS y reflejan los modos en el vestir, las

comidas típicas, los cantos, danzas e instrumentos populares, etc.

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79

Sobre la forma de vestir encontramos unas coplas en Tunja, recogidas por Juan Clímaco

Hernández:

"Tese queto ñor mocito

no me toque mi chircate,

Mi marido ta mirando

Y riesgo de que me

mate».

Mas vale querer a mi india

De chircate y chircatón,

Que al son de la

madrugada

Es mejor que un mojicón.

Algunas coplas reflejan los productos alimenticios del Boyacense: En Sativanorte encontró

Julio Daniel Parra esto copla:

El ají ha de ser verde

y el tomate colorao

la berenjena espinosa

y los amores callaos.

En el Valle de Tenza encontramos estas coplas:

Arepit´ y mazamorra

es la comida del pobre

¿Y la comida del

perro...?

pus será lo que le sobre.

Yo también queru a la

Chepa

pero más queru a la Pacha,

porque mi asa bien la´ arepa

y me guisa 1´ arracacha.

Sobre la chicha boyacense encontramos coplas muy picarescas:

Sirva chicha mi señora

egüelto con currumaco,

pa´ que beb´ este maito

nariz de marrano jlaco.

La chicha de Sutatenza

tiene un saborcito a piste,

qui hace llorar al más guapo

y cantar al que´ té triste.

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Algunas coplas boyacenses reflejan la música, cantos, danzas e instrumentos musicales

típicos:

En el nombre sia de Dios

y mi padre San Andrés

que no me vaya a turbar

en este baile del TRES.

Al que tá tocando el tiple

hay que darle mantecada

y unos sorbitos de chicha

y un chimbu de carni

asada.

Muchas veces el que canta

no lu hace por tar

contento,

sinu es por estimular

las quejas del sujrimiento.

Cuando repican en Manta

responden en Machetá

y es seña que "tan

bailando"

las niñas de Guayatá.

Algunas coplas boyacenses reflejan la medicina popular:

Malvisco y flor de cerezo

es lo güeno pa la tos;

al pecho se entra el

malvisco

y a los pulmones la voz.

Las hojas de yerbabuena

son güenas para sudores,

para apagar unos celos

y encender nuevos

amores.

Algunas coplas boyacenses reflejan los rigores políticos de unas regiones que

tradicionalmente han manifestado esta fiebre con gran calor.

En Chiquinquirá Octavio Quiñones Pardo encontró estas coplas políticas:

"Hacéte siempre el

pendejo

Si vas a la romería

y el torbellino cantás

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y cantá coplas de amor;

así no saben los godos

que el azul no es tu color",

tené cuidado que no ti

oigan

los godos de Tunungá.

Otras coplas boyacenses recogen las tradiciones de las guerras civiles del siglo XIX. Así

encontramos:

"La regolución pasada

me dejó tuerto y baldao

pero pa lo quiai que ver

con un ojo toy blindao".

En Colombia ques la tierra

de las cosas singulares,

los civiles dan la guerra

y la paz los militares.

Numerosas coplas boyacenses se refieren a los animales de la región. En el Valle de Tenza

se conocen estas de animales:

El gallo, como valiente,

caminaba a lo tenzano;

y su señora le dijo:

Este ni será cristiano.

La gallina taba enjerma

y el gallo la conjesó,

la cogió del copetico

y por detrás 1´ asolvió.

En Soatá encontramos la copla del armadillo; y otra de la sapa:

Esto dijo el armadillo

cuando iba pa su cueva

cuando no me moje el rabo

lo demás, mas que me

llueva.

La sapa batía la chicha

icha

con su bracito pintao

y el sapo cargaba 1´ agua

con un chorote esfondao.

En el Valle de Sorocotá, Sáenz de San Pelayo encontró:

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"Esto dijo el armadillo

sembrando sus arracachas:

agua caliente a las viejas y agua...

ardiente a las muchachas.

Algunas coplas boyacenses presentan el amor sencillo, ingenuo e intenso del campesino

boyacense. Son las COPLAS AMOROSAS como las siguientes:

"Bella prenda de rubí

hermosísim´ esmeralda

prestáme tu corazón

para llevarlu en el alma».

Escuchen que yo les digo

comu enamoran los

probes;

con un cuartillo de chicha

y medio de mojicones.

Casáte con yo, negrita

que soy güen trabajador:

mi acuesto con las

gallinas,

me levanto con el sol.

Aquí toy, vení comeme

matá tu necesidá;

ni digas que por mi culpa

te vas pa la vecindá.

Otras coplas son SATIRICAS y reflejan los problemas del matrimonio, la suegra y los

múltiples problemas cotidianos.

"Si mi suegra juera vaca

y mi suegro juera güey,

mi mujer sería ternera

y yo torito de ley".

Mi suegra güele a petrolio

mi suegro a palo quemao;

mi mujer a pomarrosa;

y yo, a pollo cocinao.

Parece una cucaracha

mi suegra por el meneo;

o una gallina culeca

No tenés cara bonita

pero güeles a poleo;

más vale ser limpia y jea,

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puel pico y el cacareo. que linda.., y oler a jeo.

Algunas coplas boyacenses reflejan la psicología profunda del Boyacense, como las

encontradas por Vicente Landínez en Monguí:

"Morir es cosa muy jácil

o dijícil es vivir;

pa morir sobran maneras

y nos jaltan pa vivir",

El tiempo y el desengaño

son dos amigos leales,

que despiertan al que

duerme

y enseñan al que no sabe.

Las penas que me

maltratan

son tántas, que se

atropellan,

unas con otras se mellan

y por eso no me matan.

Yo no sé dónde nací

ni sé tampoco quién soy;

no sé de donde he venido

ni sé para donde voy.

En la copla boyacense encontramos el alma del campesino: sencilla, ingenua, crédula, llena

de malicia y de amor a la tierra. El Negro Hernández decía que cuando el campesino

boyacense canta al cosmos, sus sentimientos rebasan, derramándose sobre montañas, ríos,

lagunas, colinas, fuentes, el sol, la luna, las estrellas, los animales domésticos, etc.20

Una copla de la solterona boyacense a San Antonio es expresiva:

"Con mi padre San Antonio

ya tenemos convenido,

que yo le pongo sus salves

y el me consigue marido".

Otra obtenida en Motavita es humorística:

20

Juan Clímaco Hernández, "INTRODUCCION AL FOLKLORE DE LA POESIA POPULAR BOYA

CENSE", Op. Cit. p. 20.

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84

"San Juan tenía sus calzones

pero eran de cuero e soche

y jamás se los ponía

porque chirriaban de noche".

En Sogamoso Guillermo Plazas Olarte obtuvo estas coplas:

Estos maridos de ahora

son el diablo y algo más:

no se contentan con una

y corren tras las demás.

Jetiblanco, sinvergüenza,

¿para qué querés mujer?

pa verla de puerta en puerta

sin poderla mantener?

La diversidad en las coplas, el humor, la sátira, la alegría, la crítica a la situación, el amor,

la desilusión y todos los aspectos de la vida cotidiana, los encontramos en las coplas

boyacenses. En cualquier fiesta familiar, veredal, romería, baile de casorio, encontramos el

coplero oportuno que echa las coplas tradicionales y las que hace dedicadas para el

momento.

b. Los Refranes en Boyacá.

La paremiología o estudio de los refranes tiene muchos siglos de existencia; ella se dedica

al estudio de aquellos dichos agudos y sentenciosos de uso común entre las gentes, los

cuales se transmiten de generación en generación.

Los refranes que se encuentran en Boyacá, son una proyección del refranero español de los

siglos XIV y XV, con algunas adaptaciones a las circunstancias propias de esta región. En

el "Libro del Buen Amor" del Archipieste de Hita, encontramos muchos de los refranes que

utilizan los campesinos boyacenses; asimismo en la colección de refránes que hizo Iñigo

López de Mendoza en la famosa "Serranilla", obra del siglo XV. En estas obras de

iniciación al refranero español, encontramos algunos muy comúnes en estas regiones:

"Martes ni te cases ni te embarques"; "Zapatero a tus zapatos"; "A buen hambre no hay mal

pan"; "Cada loco con su tema"; "A buen entendedor pocas palabras", etc.21

21

Sobre los refranes boyacenses consúltense los siguientes estudios: Octavio Quiñones Pardo,

"REFRANERO DE BOYA CA'; Tunja, Talleres de la Imprenta del Departamento, 1944. Fucilla, Joseph G.

Page 85: El pueblo boyacense y su folclor

85

En Boyacá encontramos diversidad de refranes mezclados en las coplas populares. Sobre el

refrán "El liencillo por la trama, y la mujer por la mama", encontramos dos coplas en

Boyacá:

"Si buscás un buen

liencillo

fijáte bien en la trama;

si buscás una mujer,

fijáte bien en la mama".

(Chiquinquirá)

"Que retiemplen bien el

tiple

y 1´ iapreten las clavijas

que conjorme son las

mamas

asina salen las hijas".

(Valle de Sorocotá)

En Monguí las investigaciones de Vicente Landínez Castro llegaron a detectar algunas

sentencias populares, frutos de muchas experiencias y poseedoras de una profunda filosofía

popular. Mencionamos entre ellos: "Más vale maña que fuerza"; "Fué la negra al baño y

tuvieron que contar un año"; "La constancia vence lo que la dicha no alcanza".

Octavio Quiñones Pardo hizo una selección de refranes mezclados en las coplas populares,

muy dignos de recordar:

"En cojera de perro, en lágrimas de mujer y en palabra de mercader, no hay que creer"; es

expresado por la copla así:

"Cuando el perro hace una güeña,

alza la pata y cojea;

cuando la mujer te engaña,

por cualquier cosa berrea".

El refrán conocido, "El que a feo ama, bonito le parece", aparece así en la copla boyacense:

"No te metás en mis vainas,

que yo no quero por ti

"UNA RECOPILACION DE REFRANES DEL SIGLO XVI", Bogotá, Inst. Caro y Cuervo, 1954. (Separata

Thesaurus). Acuña, Luis Alberto, "REFRANERO COLOMBIANO'; Bogotá, Editorial Agra, 1947.

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86

si no te gusta la Rosa,

basta que me guste a mí".

Otro de los refranes españoles conocidos que dice: "Paga lo que debes y sabrás lo que

tienes", es expresado por el coplero boyacense:

"Tanda que pidás, págala;

pagá el pan que te comés,

así no vivís al jiao

y sabrás lo que tenés".

El refrán "La mujer siempre menor, si quieres ser el señor" es expresado por la siguiente

copla:

"No te cases con mayor

ni a viejas abriles tu alma;

que si te casas con vieja,

sin darte cuenta te enjalma".

El refrán "La ambición rompe el saco", aparece así en la copla:

"Tanto quisiste coger

de 1´ herencia del Ulises,

que te quedaste fregao

con un palmo de narices".

El refrán "Más vale una vez colorado que ciento descolorido", aparece así en la copla:

"Decí las cosas bien claras

sin tapujos y sin líos;

es mejor rojo una vez

y no cien descolorío".

Entre otros refranes obtenidos en Boyacá, encontramos los siguientes: "El que sea delicado

no salga de su cercado"; "Bueno es culantro pero no tanto; perejil sí hasta morir". "De las

frutas el madroño, de las mujeres el moño". "Quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y

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87

pierde el perro y la amistad de su dueño". "Cuando la chicha se acaba, los cunchos también

son buenos".

c. La poesía boyacense con temas folclóricos.

La poesía popular con temas folclóricos ha sido cultivada en Boyacá por algunos

intelectuales interesados en el conocimiento y difusión de las ideas, actitudes y reacciones

populares de los campesinos. A través de ella, el poeta se interesa por escudriñar en el alma

popular las reflexiones, creencias, tradiciones, costumbres, problemas y soluciones que

plantean los campesinos de acuerdo con sus circunstancias. Es una poesía que conserva los

modos de expresión popular, presentados en forma elaborada y sistemática alrededor de un

asunto concreto.

En Boyacá son conocidas las composiciones poéticas de carácter popular del abogado

tunjano ANTONIO MORALES, y en especial su poesía "Historia de un indio contada

por el mismo", la cual se conoce también como "José Resurricción". Otro poeta que

presenta poesías con temas folclóricos es el tunjano JULIO ROBERTO GALINDO, con

sus poesías "Pamija" y "Golvé mi tranquilidá". Destacamos asimismo la poesía

presentada por ROMULO MORA SAENZ "El indio Rómulo"(Oriundo de Monguí),

Monseñor JORGE MONASTOQUE con sus expresiones campesinas sobre el catecismo y

su "Oración del indio Rómulo", CECILIA JIMENEZ DE SUAREZ "Adeizagá" con sus

poesías costumbristas y de "compromiso" sobre la problemática del campesino boyacense;

y algunas poesías populares de autores anónimos como la conocida de "La Güelta al

pueblo".

HISTORIA DE UN INDIO CONTADA POR EL MISMO

Autor: Dr. Antonio Morales.

Soy José Resurricción

y mi apelativo es Ramos

Toy pa servirle a mis amos

Con toda satijasción.

A mi mamita endespués

Un día en que vido a mi

taita,

Que taba tocando gaita

Y le convendría tal vez.

Page 88: El pueblo boyacense y su folclor

88

Yo no supe onde nací:

Pasque jue en Sutapelao,

Y en después que taba criao

Me trujeron pa Monguí.

Mi taita le dijo "adios",

Ella se riyó con susto

Y como si jue si gusto

Se casaron ambos dos.

Mi agüelo era Luis Moncó,

Y dicen que era de Sora,

y mi mamita señora

Creigo que era de Sopó.

La jamilia les rindió;

Pus tuvieron al contao,

A yo y mano Tanislao

Y a la Jesús que murió.

Murieron en Usaquén

El año de la virgüela:

¡Ah! humanidá de mi

agüela

Y de mi agüelo también.

Luego mano Salvador,

Endespués la Serajina,

Más detrás mana Blasina

Y el Zute que jue el

menor.

Mi taita era la verdá

Se vido muy atrasao,

Pa ver de dar el bocao

A toda su cristiandá.

Y como eché a maliciar

que me taban

persiguinedo,

Derecho sajé corriendo

Y a Velis juí a resollar.

Pero sabía trabajar

Porque era güen clarinero,

Y con un buen tamborero

Eso era de no vagar.

Apenitas que llegué

Me juí de pronto al

convento,

Y con el cura al

momento

Mi trabajo contraté.

Y a la jiesta en Chiriví, Me pusieron a cargar

Page 89: El pueblo boyacense y su folclor

89

Del Señor Crucificao,

O la jiesta del Sagrao

En el pueblo de Monguí.

Las aguas pa la cocina,

A limpiar una letrina

A barrer y a desyerbar.

Que ya pa Viracachá

Que ya pa Leyva o pa Suta,

Ora las jiestas de Tuta,

Ora las de Tibaná.

Onde quera Valentín

Tocaba, ya se sabía.

Clarín de noche y de día

Sin que jaltara clarín.

Endespués iba puel pan

A la tienda e misiá Pía,

Y con el cura salía

A jalta de sacristán.

Daban ganas de bailar

Cuando tocaba mi taita:

Hasta de Velís y Suaita

Lo mandaban a llevar.

Asina serví al patrón

Dos años de correndilla

Hasta que una condenilla

Miso quer en tentación.

Pero endespués sucedió

Que echó a meterle al

guarapo,

Y se puso que ni un sapo,

Endrópico (digo yo).

La tal se llamaba Paz,

que comenzó con sus

chanzas,

Y con risas y jreganzas

Que yo ya no podía más.

Y de esta cuenta, señor,

Dio en delicarse del todo,

Luego echó a dolerle un

codo

Y el romatís lo jregó.

La Paz se picó de yo

Y echó derecho a

cuidarme,

A abrazarme y a besarme

y hasta un rial me regaló.

Page 90: El pueblo boyacense y su folclor

90

Cuando vido que crecí

Me rejiaba que ni un Cristo,

Y yo me puse temisto

Y del rancho me juyí.

Se puso la tal mujer

Muchísimo de coqueta;

Yo le decía: "Tate queta

Porque lo pueden saber".

Tres días duré entre un

maizal "

De mi padrino Juan Criollo,

Mascando mero cogollo,

Durmiendo entriun

matorral.

"Mira que no te chanciés

Onde mis amos nos vean,

Mira que la malicean

Eso sí, allá lo veras".

Y yo le volvia a dicir:

"Déjate de esa tu risa,

Mira que la china avisa";

Entón se echaba a reyir.

¿Si acatarán?" "Cómo

no",

Entón me daban un

codazo,

O me echaba to su brazo

Sobre el pescueso de yo.

Asina jué: mi patrón

Un día nos vido

chanciándonos,

Todo jué vernos y

echándonos

Y se acabó la junción.

Después nos dieron jusil

Calzones y bayoneta,

Y un trocito de chaqueta

Que no tapaba el cuadril.

"José (me dijo) vení,

Decime por qué haces eso,

¿Con que abrazos de

pescueso...?

Lárgate horita de aquí.

Aprendimos a trotiar

De pa trás y de palante,

Y un día vino el

comandante

Y a la marcha hizo tocar.

Page 91: El pueblo boyacense y su folclor

91

Yo dije: "mi amo dotor,

En eso no soy culpante,

De mancha soy inocente,

Se lo prometo señor."

Yo me tercié mi morral

Y mientras salía la gente,

Pedí licencia al teniente

Y me juí a la calle rial.

Pero no me quiso ayir

Y me arrempujó pa juera,

Yo cogí mi maletera

Y me tuve que venir.

Iba por satisjacer

Toito lo que debía

Un rial onde misiá Pía,

Un rial onde otra mujer.

La revolución jirvió

Y el alcalde con machete,

Me echó mano del gollete,

Y a la cárcel me embocó.

Sietimedio a don Ramón,

Nueve a misiá

Candelaria,

Cuatro a la niña Nazaria

Y se acabó la junción.

A yo y al viejo Manuel

Nos llevaron ajuntaos

Y allá en Tunja los soldaos

Nos metieron al cuartél.

Luego onde mi amo

Siquiel

Merqué medio de

mistela;

Una mitá de panela

Y me juí para el cuartel.

Cuando la recluta entró

Me rasgaron mi sombrero

Y vino un cabo primero

Y al contao me motiló.

En llegando el capitán

Me dió un planazo al

contao

Pes pasqué me había

tardao

Y porque era un haragán.

Ya echaron luego a enseñar Me metió en la

Page 92: El pueblo boyacense y su folclor

92

A todos los de mi tierra,

A caminar que ni en guerra

Con cachucha melitar.

jormación

A punta de jurgonazos,

Y me dio tres calibrazos

Con mi mesmo canillón.

LA GÜELTA AL PUEBLO

(Autor anónimo)

Dios se lo pague a la Virgen Chiquinquireña

que ya juimos y goltiamos.

Y ahora pongan toiticos las orejas,

que les quero espipitiar tuesto

que treigo aquí metío en la mollera

entualito como si lo trujera escribío en un papel.

Lo que son las ganas de conocer a Gogotá;

no jué sino que nos montáramos en ese jeroz

jerrocorriendo, ques un animal grandorrotote, y

negro como un carbón que camina puencima de unos

bejucos de jierro hecha jumo

por debajo de los sobacos que el mesmo que lo manija

es el mesmo que lo pitea.

Entualitamente llegamos al camellón de la

Page 93: El pueblo boyacense y su folclor

93

sabana, lo primeriticamente que divisamos

jue un par de mamarrachos; que taban el uno junto al otro

que ni que un par de

enamoraos, y mi amo Jajustino me notijicó y me

dijo, quesque era ña Chavita y ño Colón.

Ña Chavita taba con un maná e papeles en la mano

y ño Colón haciendo así con el dedo, como

diciendo correte a jartar chicha a las cruces.

Y diay cojimos puay arriba, diay llegamos

honde ño Vitorino, y diay onde mano Juan de Dios

quesque es el abogado de toitos los enjermos.

Luego goltiamos por la calle de a rial

y cuando yo menos me percaté, jue porque

nos colamos en la plaza de la costipación,

y allí topamos a mi amo Simón Golívar,

parao sobre una parranda de cajones, y

mirando pal capítulo, ques onde se jabrican las

leyes pa jodelo a uno.

Y diay por supuestamente nos colamos a la

catedral, y allí topamos a mi amo Señor

toito cundío de ceras blancas que nian paqué

es decir la comparencencia.

Page 94: El pueblo boyacense y su folclor

94

Luego cogimos por la calle dia rial ques la

mesma sétima y en la esquina de lotava

hay donde mi amo Agustín, topamos una maná

de señores vestidos de generales,

que taban soplando puentre unos candeleros

grandorrototes y jetones; al único que pude

distinguir, jue a mano Chichamoco

que taba dándole al bombo que ni qué ni qué.

Luego cogimos por la calle dia ocho y de

repentón jue que me topé jrente a un edijicio

delgadito y largo como una tuza;

y mi amo Jajustino me notificó y me dijo

quesquera el Sorbatorio estrambótico,

allí onde quesque se miran las estrabagaciones

del cielo en las horas matutinas de la noche.

En estas mi amo Jajustíno, me invitó que juéramos

altiatro de ño Colón y q´eso quedaba frente

a la casa de amo Presidente, ay mesmo mercó dos

boletas, una de cuneta y otra de orqueta

y cuando yo menos me percato...

ay Virgen Santísima.., es que se cayen las paredes

de abajo parriba, y entualito salieron unos

Page 95: El pueblo boyacense y su folclor

95

hombres y unas mujeres que armaron un jurrusconón

de los diez mil demonios.

Por supuestamente que lo más que me gustó

jué ver unos vijigos con unos tiples grandorrototes

que les rascaban la barriga y los hacían berriar que

ni que marranos sogamoseños.

Y cuando yo menos me percato, ay Virgen Santísima

es porque veo allá en frente una señora desas

que taban plastadas una debajo de otra

que me apuntaba con un jusil de dos cañones

y ay mesmito me agarro a gritar:

Mano Justino que me ajusilan, que me ajusilan.

Me grita pasito a la oreja:

No sía tan burro ni tan múcura. No ves que

Tan mirando por un par de biñóculos?.

Y cuando bajamos por la calle día doce

mano Jagustino me notijicó y me dijo

que la jurrusca no era con nosotros sino

allá pa contraellos mesmos.

Y diay llegarnos onde mano Vitorino

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96

y una mocita pintorrestiasa nos tendió la cama

y al golverse pal rincón mano Jagustino

me dijo: apague el joco;

que mugres de extranjerias... pues es un mecho

metío entre un jrasco; y yo por supuestamente

sople que sople y naa que se apagaba

y hasta que por un me acordé que en un rincón

había dejao mi garrote,

y lo agarro a dos manos y le atravieso dos

garrotazos y hasta que por jin

quedamos a oscuras.

Ya por la mañana mi amo Jagustino me notijicó

y me dijo, que 1´ único que nos había jaltao

por concer jue los suspensorios de los edijicios

y el jornicador de Monserrate.

Y cuando ya tábamos de regreso pal pueblo

ay subiendo el alto de los venaos,

alcancé a divisar a la Pascacia, y me agarro

a gritar: Oh... mija Pascacia, écheme pacá

ese cordero cachudo, hijo de l´ oveja mora,

pues pa llevalo al mercao y venderlo y comprarles

unos zaracitos y taparles el encostillao a estos

muchachitos, que ya toy de regreso pal pueblo!.

Oyooooo¡.

(Arreglo del Indio Rómulo).

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97

7. Las romerías y el folclor religioso en Boyacá.

a. Las Romerías boyacenses.

Una de las manifestaciones folclóricas más típicas de Boyacá, tanto por su carácter socio-

religioso, como etnográfico, son las ROMERÍAS o peregrinaciones religiosas que se hacen

por devoción aun santuario, y las fiestas populares que con expresión folclórica se

celebran en la víspera y el día de la festividad religiosa. En ellas, el pueblo boyacense

expresa sus sentimientos y actitudes de profunda religiosidad, en algunos casos diferentes a

los de otras regiones de Colombia.

La Romería es la expresión colectiva de las manifestaciones religiosas; en ellas,

los "romeros" o "peregrinos" hacen la peregrinación al santuario, después de hacer el

voto o promesa, que se presenta como garantía de los fieles para con Dios, si se obtiene el

feliz suceso en alguna "gracia" que se pide.

Las romerías boyacenses tienen sus antecedentes en las romerías españolas y en las

peregrinaciones religiosas de los chibchas; principalmente en las primeras. En la Edad

Media Europea se conocía con el nombre de "romería" a la peregrinación que hacían los

cristianos a Roma; y "romeros" a los peregrinos que iban a la ciudad santa. Estos términos

fueron utilizados por los españoles para las peregrinaciones a los santuarios cristianos en la

península y en las colonias españolas.

Los indios chibchas del Altiplano Boyacense hacían peregrinaciones religiosas al Templo

del Sol en Sogamoso, lugar de residencia de Suamox el gran sacerdote chibcha. Según los

cronistas Aguado y Fray Pedro Simón, este templo estaba dedicado al dios

chibcha Reinichinchagagua. El cronista Piedrahita indica que iban miles de indios sin que

la hostilidad de la guerra impidiese o maltratase a quien llevara salvoconducto de esa

peregrinación.

Los chibchas también hacían peregrinaciones a las casas sagradas dedicadas a la diosa

Bachué y su esposo, los padres legendarios del pueblo chibcha y la humanidad, las cuales

estaban en el pueblo de Iguaque, cerca a la laguna de Bachué. En la laguna de Fuquene,

según el cronista P. Zamora, "había un templo de gran veneración y donde de ordinario

había gran romeraje y concurso de peregrinos y donde había siempre cien sacerdotes para

el culto de aquel santuario"22

Asimismo, existieron peregrinaciones en secreto al santuario

de la Furatena, en las dos montañas sagradas situadas en el territorio de los indios Muzos,

sus encarnizados enemigos. Otra peregrinación chibcha la encontramos en Iza en donde las

22

José Pérez de Barradas, "LOS MUISCAS ANTES DE LA CONQUISTA", Madrid, Consejo Superior de

Investigaciones Científicas, 1951, p. 484 - 485.

Page 98: El pueblo boyacense y su folclor

98

indias preñadas iban a la piedra cercana al puebla en la cual se veían las huellas de los pies,

que se atribuían a Sadigua el dios civilizador de los tunjanos; las indias iban a raspar

aquella roca, para diluírla en agua y beberla con el fin de tener un buen parto.23

Una referencia a la costumbre de los indios chibchas del Altiplano para hacer

peregrinaciones a los santuarios, nos la refiere el historiador Joaquín Acosta en un

testimonio que obtuvo del Padre Moya, cura de Chitaraque cuando hizo en dicho pueblo

una capilla en devoción a la Virgen de Chiquinquirá. Cuando trató de persuadir a los indios

para que no hicieran el viaje agotador hasta Chiquinquirá a más de veinte leguas, ellos le

respondieron: "Es cierto, mi señor Cura, mas siempre iremos de cuando en cuando a

Chiquinquirá, porque estamos acostumbrados desde tiempos de nuestros padres a ir bien

lejos a nuestras devociones''.24

Entre los españoles de los siglos XV y XVI también se presentaban las ROMERIAS a los

innumerables santuarios dedicados a Cristo, la Vírgen María y los Santos. En ellas se

dedicaba una parte a la festividad religiosa y otra a las diversiones profanas, en donde

abundaban las tiendas o toldos con variados objetos; se tomaba el vino abundantemente y

no faltaba la alegría de la música, las danzas y los juegos populares. Las vísperas de las

romerías españolas eran de gran regocijo, especialmente cuando diversos grupos de cuerdas

y danzantes salían por las calles y llenaban la animación de los romeros o peregrinos.

En la mayor parte de los pueblos españoles, las romerías mayores se presentaban en las

fiestas anuales conmemorativas del descubrimiento de la imagen que se venera, la cual

generalmente tiene una leyenda milagrosa. Dice la tradición española que durante la era

visigótica se le rendía homenaje a una gran cantidad de imágenes, las cuales fueron

escondidas en cuevas, desfiladeros, montañas y lejos de los caminos, cuando se intensificó

la lucha contra los moros. Estas imágenes estuvieron escondidas durante cientos de años y

descubiertas por pastores y gentes humildes, cuando la Reconquista hizo retroceder a los

moros al sur de España.25

En los descubrimientos de las imágenes aparecieron diferentes leyendas: en unos casos,

aparece la imagen en una cueva, en un desfiladero o en un montículo a una persona que

lleva el mensaje al pueblo; en otros, aparece la imagen flotando en los ríos y son recogidas

por fieles que llevan la grata nueva. En algunos casos se hace la "renovación del cuadro" y

en otros, las imágenes irradian popularidad por los múltiples milagros. Las leyendas y

tradiciones religiosas se dispersaron en España e Hispanoamérica: su deseo de permanecer

en determinados lugares, en los cuales se hacían los santuarios; su pesadez en determinados

23

IBIDEM, p. 450. 24

IBIDEM, p . 484. 25

George M. Foster, "CULTURA Y CONQUISTA: LA HERENCIA ESPAÑOLA DE AMERICA", Xálapa,

Universidad Veracruzana, 1962, Pgs. 359 - 388.

Page 99: El pueblo boyacense y su folclor

99

momentos, a pesar de ser llevada por muchos fieles; el llanto de la imagen en determinados

días; la aparición de barro como indicativo que ha viajado sola por algunos lugares, etc.

Históricamente la romería más importante de España es la de SANTIAGO el santo patrono

de España, la cual se realiza en Compostela el 25 de julio. En esta fiesta los romeros vienen

de diversos lugares de España y países vecinos; a su alrededor surgieron muchos pueblos y

se hizo toda una organización profano-religiosa. Mencionamos asimismo, las romerías a

San Isidro Labrador en Madrid; Santa Eulalia en Barcelona; San Fermín en Pamplona;

Santa Justa y Rufina en Sevilla y otros.

La mayor devoción en las romerías españolas, se encuentra desde hace muchos siglos, en

los innumerables santuarios marianos, cuyos orígenes estaban asociados con leyendas o

sucesos milagrosos: La Virgen del Pilar en la catedral de Zaragoza; la Virgen de Guadalupe

en el Monasterio de los Jerónimos en Extremadura; la Virgen de Atocha en Madrid; la

Virgen de Montserrat en Barcelona; la Virgen de las Maravillas en Pamplona; Nuestra

Señora del Consejo en Valencia; la Virgen de la Macarena en el barrio de Triana en Sevilla;

Nuestra Señora del Rocío en Almonte (Huelva); la Virgen de los Dolores, la Virgen de los

Remedios, la Virgen de la Soledad y otros.

La Romería - Virgen del Campo - Torres Méndez.

La devoción a la Virgen María, una de las manifestaciones más representativas de la

proyección del Catolicismo en Hispanoamérica, encuentra en Boyacá una de las regiones

más importantes de Colombia. Es por ello que la proyección de las romerías españolas se

encuentra con gran sentido religioso y folclórico en los santuarios marianos de Boyacá;

destacamos las siguientes: La romería a la Virgen de Chiquinquirá entre el 22 y el 30 de

diciembre; asimismo el 9 de julio; es tradicional desde finales del siglo XVI. La romería a

Nuestra Señora de Monguí, patrona de Boyacá, data del siglo XVI, cuando el cacique de

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100

Monguí viajó a España y recibió de Felipe II el regalo de la imagen de la Virgen. La

romería a la Virgen Morena de Güicán se realiza entre el 3 y 6 de febrero; su culto data

desde el siglo XVIII. La romería a la Virgen de Chinavita, la patrona del Valle de Tenza,

se hace del lo. al 3 de enero. La romería a la Virgen del Milagro en el santuario del Topo,

la patrona de Tunja, es tradicional desde el siglo XVII.26

La romería a la Virgen del

Carmenen Villa de Leyva, la cual se celebra con gran pompa el 16 de julio; allí mismo en

esta ciudad se hace la romería a "Mamá Linda" o la "Renovada de Leyva" (Nuestra

Señora de Chiquinquirá). La romería a la Virgen de Tutasá se celebra el primer domingo

de octubre. La romería a Santa María la Antigua el tercer domingo de enero en Nuevo

Colón. La romería a la Virgen de la Candelaria, cerca de Ráquira, en el convento de los

Agustinos . La romería a "Nuestra Señora de la O" en Morcá, vereda cerca de

Sogamoso. La romería a la Virgen del Rosario en Tutazá llamada por Bolívar "La

Virgen de los Tiestecitos". Las romerías a la Virgen de Boavita, a Nuestra Señora de

Belencito; Nuestra Señora de las Aguas en Motavita; la Virgen de Tibasosa y otras.

Destacamos asimismo, la romería del Señor de la Columna en Tunja y la Romería de

San Lázaro en la misma ciudad, en el mes de septiembre; la romería al Cristo de los

Milagros en Sativa Sur el 17 de enero; y otras en cada uno de los pueblos y aldeas de

Boyacá.

Entre las innumerables romerías que realiza el pueblo boyacense, destacamos por su

popularidad y atracción folclórica las romerías de Chiquinquirá, Chinavita, Güicán; y en

Tunja: San Lázaro, el Topo y el Señor de la Columna.

Las ROMERIAS A LA VIRGEN DE CHIQUINQUIRA se iniciaron en los finales del siglo

XVI, cuando se desarrolló el culto bajo esta advocación. El lienzo de la Virgen fué pintado

en Tunja por el pintor Alonso de Narváez, a petición del encomendero de Sutamerchán

Antonio de Santana. Esta imagen estuvo rodando de casa en casa, e inclusive sirvió para

secar el trigo al sol en la casa del encomendero Santana, hasta cuando la encontró María

Ramos en Chiquinquirá. El lienzo se renovó en la navidad de 1586, fecha desde cuando

aparece la romería en Chiquinquirá. En la guerra de Independencia fué patrona del ejército

patriota y es en el período nacional, la patrona de Colombia.

En los siglos del coloniaje, las romerías a Chiquinquirá rompieron las barreras locales, e

hicieron que los indios peregrinos, en vez de tomar la vía a Guatavita o Sogamoso a adorar

sus propios dioses, expresaran su fé cristiana en Chiquinquirá.

En la romería de diciembre, Chiquinquirá recibe la visita de los promeseros de Boyacá y

otros departamentos, quienes llegan a rendirle a la Virgen Milagrosa su homenaje de

26

Ernesto Reyes (Pbro.) "LOS SANTUARIOS MARIANOS BOYA CENSES" En: "Repertorio Boyacense"

(Tunja), Nos. 177 - 178 (1954).

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101

gratitud y fé. Grupos típicos de promeseros se concentraban en las calles y plazas, y he allí

al pueblo en la expresión de su auténtico folclor: tiples y guitarras, torbellinos, coplas y

alegría de fiesta.

Sobre esta Romería conocemos ingenuas y sencillas coplas como éstas:

Tengo un dolor en el alma

quién me lo podrá quitar?

Pos la Virgen del Rosario

llegando a Chiquinquirá.

Compañero de promesa,

no nos vamos en ayunas:

mientras yo pelo las papas

componga vusté las yucas.

Si vas a la romería

y encuentras a mi Señor

decíle que su María

se tá muriendo de amor.

De Chiquinquirá venimos

con el alma atravesada

nos tocó lo qui a la Virgen

que no le dieron posada.

Es importante destacar el significado que tiene la romería para un campesino boyacense:

es la meta de esperanza para la solución de sus problemas, de allí

la"promesa" o "manda"; es la oportunidad de manifestar sus sentimientos y actitudes

religiosas con su familia, amigos y vecinos. En las romerías se hacen muchos matrimonios

campesinos, bautizos, confirmaciones y primeras comuniones; se inician los noviazgos

campesinos; se arreglan los asuntos con los compadres y vecinos y se perfilan muchos

negocios entre los campesinos. Es la oportunidad para estrenar los nuevos vestidos y hacer

las compras de adornos personales para las mujeres y para las casas; es la oportunidad de

llevarlas comidas especiales y compartirlas en la unión familiar y con los amigos; asimismo

es la oportunidad de tocar el tiple, la guitarra o el requinto, echar las coplas y danzar

alegremente.

El campesino boyacense ahorra con mucho tiempo para gastar en la romería a sus anchas.

Las mujeres se preparan para la fiesta que es emoción en todos los aspectos de la vida

popular: vestidos regionales, comida típica, bailes folclóricos, coplas y en síntesis, toda la

alegría del pueblo boyacense. Allí los tiples, las guitarras y los requintos interpretan el

torbellino de incomparable ritmo melancólico, bambucos, pasillos y guabinas y los

sencillos cantos y aires festivos de los músicos campesinos.

Lo primero que hacen los romeros que llegan a Chiquinquirá es cumplir la promesade

rigor, postrados al pie de la sagrada imagen. Luego compran en la procuraduría del

Page 102: El pueblo boyacense y su folclor

102

convento las indispensables reliquias y consignan allí mismo el valor de las salves, misas o

novenas, y ya con la conciencia tranquila, animan y embellecen el ambiente con su alegría

desbordante. Las familias de los promeseros forman grupos típicos en las calles y plazas, y

allí se dedican a reír, comer y cantar la música vernácula, y a empinar el codo una que otra

vez. Compran en las toldas los recuerdos típicos y los dulces para llevar al hogar; y en

síntesis, celebran la fiesta con verdadero ardor. Nos dice Quiñones Pardo que eran muy

típicos en Chiquinquirá los ruedos a los cantoras de las coplas. Un coplero rasgaba el tiple,

carraspeaba ruidosamente e iniciaba el reto:

Si es tan gallo pa las coplas

y si es guapo de verdá,

echemos un desafío

con las coplas por mitá.

El adversario contestando el reto, lo acepta con la siguiente copla:

No te las vengas a dar

de sabio y de valiente

pedíte antes de empezar

una tanda de aguardiente.

Quiñones Pardo relata un duelo de ingenio en una plaza de Chiquinquirá entre una

campesina de Moniquirá y un campesino boyacense, en una típica romería a Chiquinquirá:

El indio:

La boca de mí mujer

tiene colorcito a fresa,

y se pone colorada

cuando mi boca la besa.

La india:

Si tu boca me besara

tenía que ser al descuido;

que a las buenas no me besa

Page 103: El pueblo boyacense y su folclor

103

ni el bruto de mi marido.

El indio:

La mujercita que quiero

tiene labios de coral

y entre los labios guardado

la miel del mejor panal.

La india:

Lástima que miel tan dulce

se pierda tan malamente;

beso que caiga en tu boca,

se emborracha de aguardiente.27

Duelos de copleros como los antes mencionados son muy frecuentes en las romerías de

Chiquinquirá, aun cuando a veces culminan en completas peleas cuando los atacantes

mezclan coplas picarescas o de completo sabor político.

En la romería de Chiquinquirá todo es devoción y alegría; sencillez y espontaneidad; el

indio ríe y llora sobre las cuerdas del tiple. La jornada, la promesa postrados al pie de la

sagrada imagen, la procesión con la Virgen, la fiesta popular, la compra de los objetos

típicos y los dulces, presentan un sentido de la autenticidad popular que se recuerda allá en

el rancho.

Otra de las romerías típicas de Boyacá es la que celebran los campesinos del Valle de

Tenza, y en general de Boyacá, Cundinamarca y Santanderes a la Virgen del Amparo de

Chinavita en los primeros días de enero. La imagen fué encontrada dentro de una guadua y

constituída en patrona de Chinavita desde 1822. Multitud de peregrinos van en romería a

rendirle a la Virgen del Amparo su homenaje de gratitud y fé. En esta típica romería

encontramos coplas como las siguientes:

"Mi Señora del Amparo

la que vive en Chinavita

cuando va´ hacer sus

"Yo me voy pa

"Chinavita"

a cumplir una promesa;

27

Octavio Quiñones Pardo, "CANTARES DE BOYACA"; op. cit.

Page 104: El pueblo boyacense y su folclor

104

milagros

se pone coloradita"

si tá Dios que me case

pu´ ahí tará mi

sinvergüenza".

En Monguí hacen los boyacenses la romería a la patrona de Boyacá, Nuestra Señora de

Monguí. Sobre su origen existen los siguientes datos: Los caciques de Sogamoso y Monguí

hicieron regalos al rey de España Felipe II en 1558, por los cuales el monarca les envió la

imagen de la Virgen y la Sagrada Familia para Sogamoso y la Imagen de San Martín para

Monguí. Una equivocación con los cajones hizo que la Virgen fuera a Monguí y San Martín

a Sogamoso, lo cual fué aceptado como decisión celestial por ambas ciudades. Así expresan

las coplas populares de Sogamoso y Monguí:

"Llevaron a Sogamoso"

a la Virgen de Monguí

Pero al descuido se vino

y ya no sale de aquí".

Al San Martín de nosotros

lo llevaron pa Monguí

Allá se cansó y se vino

A vivir mejor aquí".

La romería decembrina de Monguí es de gran peregrinación y de gran animación.

Guillermo Plazas Olarte encontró en Monguí una típica copla en la romería:

"Cuando el diablo está de

gusto

se va a fiestas a Monguí,

A bailar con las doncellas

y a comer con harto ají".

En el otro lado del río

más allá de más acá,

me dijo una señorita,

Mijito venga y

verá...!28

En la vereda de Morcá a ocho kilómetros de Sogamoso acuden con frecuencia los devotos

de Nuestra Señora de la O, cuya devoción aparece desde el siglo XVIII; por la

comparación entre el cuadro y los retratos que se conocen de la reina Isabel de Castilla, se

presume que el pintor se inspiró en la reina para el cuadro de la Virgen.

28

Guillermo Plazas Olarte, "DE MI TIERRA Y OTRAS COSAS", op. cit.

Page 105: El pueblo boyacense y su folclor

105

Las romerías a los Santos Patronos de los pueblos son también expresión auténtica del

sentimiento religioso de las gentes de Boyacá. Son muy populares entre otras: La romería

de San Lázaro en Tunja; la fiesta de San Blas en Saboyá; la fiesta de San Roque en

Guateque; la fiesta de San Martín en Ráquira; la fiesta de San Juan en Miraflores; la fiesta

de San Pedro en Ramiriquí; la fiesta de San Ramón en el Espino. Revisten ellas la

autenticidad y profundidad religiosa que ofrece la romería más importante del Norte de

Boyacá, como es la que se lleva a cabo en Güicán a la"Virgen Morena", en las llamadas

también "Fiestas reales".

Pero indudablemente, una de las romerías boyacenses esencialmente folclórica es la de San

Lázaro, en el alto del mismo nombre, al pie del cual se encuentra la ciudad de Tunja. La

Romería al Alto de San Lázaro se celebra el primer domingo de septiembre y además en el

mes de diciembre. La ermita que allí se erigió como recuerdo de la segunda visita a Tunja

de Nuestra Señora de Chiquinquirá, se construyó bajo la advocación de San Lázaro. Con

motivo de la peste de viruelas que diezmó la población tunjana en 1587, fué traído el lienzo

de la Virgen de Chiquinquirá, a pesar de la resistencia del D. Alonso Indio, cacique de

Chiquinquirá y sus vecinos. 45 años después volvió la Virgen de Chiquinquirá por segunda

vez a Tunja, cuando volvió a plagarse de la peste grande. En memoria de este

acontecimiento se construyó en el Alto, la capilla de la Virgen del Rosario y bajo la

advocación de San Lázaro, el santo milagroso de las pestes.

Los promeseros que van a San Lázaro pasan en crecidas caravanas por Tunja y ascienden la

colina de la "Loma de los Ahorcados" o Alto de San Lázaro. Allí pagan sus mandas a San

Lázaro y a la Virgen de Chiquinquirá, consistentes en salves y misas; allí reciben las

patentes del Santo y la Virgen y un pedazo de cera como reliquia de San Lázaro. Nos dice

Ramón C. Correa en su "Historia de Tunja" que tradicionalmente en un momento

determinado, los romeros entraban en "mata" o aglomeración a la ermita. Se santiguan,

derraman agua bendita al pie de las pilas para que tengan alivio las almas del purgatorio, y

de manera especial las de sus familiares más allegados. Luego se dirigen al presbiterio;

encienden las espermas, ceras y velas al pie de San Lázaro y reunidos se arrodillan y rezan

en conjunto algunas oraciones con especial fervor. Después el Sacristán les

regala "barro" que saca de un aljibe que se halla al lado del evangelio y se lo untan en

forma de cruz en la cara y piernas donde tienen granos o llagas.29

Terminada la promesa, los campesinos salen de la ermita de San Lázaro y se encaminan a

los toldos a tomar chicha y a comerse los sabrosos "piquetes". Se inicia así la "fiesta

popular de la romería" que se hace en el campo inmediato al santuario. Los campesinos

continúan la fiesta todo el día, amenizados por conjuntos musicales, cantas o tonadas y la

bebeta de chicha y además licores. En las horas de la tarde, descienden del alto y emigran a

sus ranchos; es costumbre de los tunjanos, el decir que cuando los indios bajan de San

29

Ramón C. Corres, "HISTORIA DE TUNJA", Tunja, 1948, Tomo Hl. pgs. 291 -292.

Page 106: El pueblo boyacense y su folclor

106

Lázaro, "se llevan el frío en los pies", lo cual significa que a partir de esa época, se inicia en

Tunja una moderación en la temperatura rígida que azota los meses de julio y agosto en el

crudo invierno. Hay que tener en cuenta, que en el mes de septiembre los indios chibchas

de Tunja celebraban la "fiesta de la cosecha" y hacían la ceremonía propiciatoria y el

sacrificio de los moxas en las famosas piedras de Tras del Alto por la vía de la Loma de los

Ahorcados o Alto de San Lázaro.

Como podemos apreciar el sentimiento religioso presenta un gran aporte en las

supervivencias folclóricas de Boyacá. Encontramos un pueblo que manifiesta una

profunda "RELIGIOSIDAD" señalada como uno de los mayores aportes de España en

esta región del Altiplano boyacense, por esencia frío. Un pueblo introvertido, un tanto

reposado y especulativo como el boyacense, presenta gran tendencia a la meditación, el

recogimiento y la expresión espontánea de sus sentimientos.

b. Las fiestas de San Isidro y San Pascual Bailón en Boyacá.

Algunas fiestas religiosas tienen relación con la búsqueda de la ayuda santa para el

propiciamiento de las cosechas. Tales son los casos de la fiesta de San Isidro Labrador,

patrono de los agricultores y que se celebra en la mayor parte de los pueblos boyacenses, y

la fiesta de San Pascual Bailón en los pueblos cercanos a la Laguna de Tota.

La fiesta de San Isidro Labrador es una reminiscencia de la que celebran los españoles

en Madrid al patrono de los agricultores; y es por esencia, una expresión agrícola de

Boyacá, en donde se citan los pueblos y sus veredas para mostrar lo mejor de las cosechas y

dar pávulo a su innata alegría traducida en cantas, música, requintos y tiples, tocados por

virtuosos y trovadores campesinos. Es la fiesta popular religiosa en donde se aprecia en una

visión general, el trabajo intenso, la producción y la sana alegría del pueblo boyacense.

En esta demostración de la riqueza de la región, en el "altar de San Isidro", se expone lo

mejor de las cosechas. A veces se hace un altar en el centro de la plaza o en el atrio de la

iglesia; otras veces dentro de la misma iglesia alrededor de la misma imagen de San Isidro

y en la mayoría de las veces, en las esquinas de la plaza en donde cada vereda expone lo

más representativo de las cosechas.

La devoción a San Isidro Labrador viene desde el siglo XI en España y en especial después

de su canonización en 1622. Su devoción siempre ha estado asociada con la vida cristiana

del campo y las cosechas; los labriegos pedían su intervención para el regadío de lluvias

para los sembrados. Los campesinos españoles creen que San Isidro trae el agua para el

refresco de las cosechas y ayuda a cuidar el ganado. La fuente de San Isidro, que según la

tradición brotó cuando imploró a Dios que la concediera para una tierra árida, se ha hecho

popular; los "isidros" o peregrinos iban en su búsqueda para obtener salud.

Page 107: El pueblo boyacense y su folclor

107

San Isidro Labrador se convirtió en el Santo Patrono de Madrid y de los campesinos

españoles; su fiesta se celebra en España el 15 de Mayo. Sin embargo, como las fiestas de

la cosecha de los aborígenes de Boyacá se celebraban en septiembre, parece que en este

traslado influyó la costumbre indígena para realizarse la fiesta al santo patrono en

septiembre u octubre.

En Villa de Leyva se celebra la Fiesta de San Isidro el último domingo de septiembre; allí

cada una de las veredas lleva lo más representativo de la cosecha, con la cual se hace

el altar de San Isidro en la plaza principal. En las horas de la tarde, se hace el remate de

cada una de las representaciones veredales de la cosecha, con la presencia del cura párroco;

los compradores de la cosecha veredal, sea total o parcialmente, consideran que los

productos agrícolas comprados en el altar, traen buena suerte para la cosecha venidera;

después del remate, el cual se destina para la parroquia, se hace la procesión con San Isidro

y los rezos por su intervención para el éxito de las cosechas.

En Aquitania (Pueblo Viejo), en las orillas del lago de Tota, también encontramos la fiesta

de San Isidro Labrador. Allí los campesinos arreglan la "Huerta de San Isidro" con los

frutos representativos de la región y las donaciones de las veredas. En las horas de la tarde

hace el recorrido por las principales calles, un grupo de campesinos con un vocero adelante

y el coro de voces que le responde, imitando los cantos y gritos en el barbecho; ellos van

regando semillas por las calles. En la misma forma que en todos los pueblos, las huertas

enviadas por cada una de las veredas se rematan. Culmina la fiesta con la procesión de San

Isidro Labrador por las principales calles.

La fiesta de San Isidro tiene especial fervor y organización en Guateque, en donde se

expone lo mejor de las cosechas de esa región fructífera del Valle de Tenza, que ha sido

llamada "la despensa de Boyacá". En el "Altar de San Isidro" los valletenzanos exponen lo

mejor de sus cosechas y el producto ufano de su trabajo. El ambiente se invade de alegría,

tiples, torbellinos y coplas como éstas:

San Isidro y San Antonio

me tienen que socorrer:

San Antonio el bien perdido

San Isidro que comer".

Vení aca, vidita mía

bocao de pan sabroso

bizcocho de la Capilla

mojicón de Sogamoso.

Otra de las fiestas propiciadoras de la cosecha en Boyacá es la de SAN PASCUAL

BAILON, investigada por la folcloróloga Lilia Montaña de Silva Célis en los pueblos

cercanos al lago de Tota: Sogamoso, Aquitania, Iza, Firavitoba, Tota, Monguí, Tópaga y

otros pueblos boyacenses.

Page 108: El pueblo boyacense y su folclor

108

Esta fiesta penetró en Boyacá en el siglo XVII con influencia de los franciscanos. Se trataba

de venerar a un santo lego que había sido pastor español en los campos y se había

distinguido por su amor a la Sagrada Eucaristía; era el santo fiestero del mundo cristiano,

ejemplo para los campesinos. A San Pascual Bailón los campesinos piden la abundancia en

las cosechas, imploran la venida de las lluvias, la recuperación de la salud de un pariente, el

hallazgo de un animal u objeto perdido.

El 16 y 17 de mayo se celebra esta fiesta campesina en Boyacá, la cual tiene una duración

de varios días, de acuerdo con los preparativos en las comidas y bebidas.

En una de las casas se arregla una sala que se destina al baile y en la cual se ubica el altar

con el cuadro de San Pascual Bailón y en donde se coloca el pan de los ángeles; a su

alrededor hay otros cuadros: la Virgen de Chiquinquirá, las almas del purgatorio, la muerte

del justo y otros santos de la devoción de la casa; muchas flores blancas y en tonos rosa y

amarillo claro; y a un lado la bandera de Colombia; en el marco de San Pascual se colocan

muchas flores brillantes de papel dorado. Del techo cuelgan festones de colores vivos y

variados. En el piso se coloca un candelabro rústico en donde van ordenando gruesos cirios

y algunas veladoras que compran los oferentes de la fiesta y también los recién llegados o

alféreces voluntarios.

Es importante en la fiesta la llegada de los músicos y de los ANGELITOS que son un niño

y una niña menores de 10 años, vestidos con sus mejores trajes y con coronas decoradas

con papel dorado; llevan asimismo flores silvestres.

Todos los vecinos entran a la sala siguiendo la pareja de angelitos y los anfitriones de la

casa y llevando velas encendidas. El "ofrendero" recita las oraciones a San Pascual Bailón,

el responsorio y la novena que se hace durante nueve días. Una de las oraciones, es la

plegaría que viene desde la colonia, en la cual se pide la "paz y concordia entre los

príncipes cristianos", asimismo "la gloria y el honor a nuestra España": "Mira

benignamente por los intereses de esta monarquía, consiguiendo del Señor, para nuestros

católicos monarcas y su real familia, salud y felicidad y acierto en su gobierno".30

Luego se rezan los gozos de dos en dos y en cada interludio se toca una pieza musical, en

las cuales se considera que San Pascual Bailón viene a "abrir el baile". En mitad del círculo

se ha colocado un pequeño cirio rodeado con pétalos; si la pequeña llama se mueve,

impulsada por el viento, es señal segura que el santo ha recibido la ofrenda y agradecido

viene a acompañar a todos sus devotos y a bailar en medio de ellos. Se recuerda al dios

chibcha "Nencatecoa", quien según la costumbre acompañaba a los chibchas en sus bailes y

era signo de que estaba presente cuando el viento soplaba las llamas.31

30

Lilia Montaña de Silva Célis, "MITOS, LEYENDAS, TRADICIONES Y FOLCLOR DEL LAGO DE

TOTA", Op. Cit. p. 407. Es el primer estudio que se ha hecho sobre la fiesta de San Pascual. 31

IBIDEM, p. 408.

Page 109: El pueblo boyacense y su folclor

109

Después de los gozos, y cuando piensan los campesinos que ha bailado San Pascual, los

músicos tocan cinco piezas para que bailen los "angelitos"; ellos empiezan arrojando

flores al santo gritando "que viva la fé de San Pascual"; bailan hacia adelante y hacia atrás,

pero nunca dando la espalda al santo.

Cuando los angelitos terminan de bailar, viene el baile con el señor, la niña; y con la señora

el angelito; y luego por parejas, los hijos, nietos, yernos, cuñados y amigos. Cuando una de

las mujeres se quiere retirar hace una inclinación ante el altar y se aleja discretamente.

Bailan en silencio y con los ojos fijados en el santo. Es una danza ritual en donde se honra

al santo con el baile; los músicos tocan largamente e interpretan los torbellinos, guabinas,

pasillos, bambucos, manta, la madrugada, etc., durante toda la noche. En el amanecer se

repite la misma ceremonia del día anterior con los angelitos y el rezo de las oraciones, la

novena y los gozos y sigue el baile. Cuando se quiere bailar común y corriente, se tapa el

cuadro con el lienzo blanco; los bailes siguen todo el día de San Pascual, mezclados con

juegos de sainetes de animales y las suculentas comidas preparadas para la fiesta; en

algunos casos la fiesta se prolonga durante varios días, pero lo común es una noche y el día

siguiente.32

c. Semana Santa, Corpus Christi y Navidad en Boyacá.

Entre las fiestas y conmemoraciones religiosas de carácter colectivo encontramos en

Boyacá y en general en Colombia las celebraciones de Semana Santa, Corpus Christi y la

Navidad. Una copla popular que expresa la importancia de estas celebraciones:

"La Semana Santa en Tunja

El Corpus en Bogotá

las fiestas en Sogamoso

y la Nochebuena en Soatá".

|LA SEMANA SANTA que se inicia el Domingo de Ramos y termina en la Pascua de

Resurrección, presenta una estructura ritual eclesiástica y una serie de tradiciones y

costumbres muy propias de cada población.

El domingo de ramos es anunciado en los pueblos con venta de las "palmas de ramo" que

se venden en los mercados o al frente de las iglesias; estas palmas son bendecidas en

ceremonia especial y conservadas durante el año, para ser quemadas cuando hay amenaza

de tempestades.

32

IBIDEM, pgs. 427- 428.

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110

Hasta hace algunos años era costumbre en Tunja la procesión del Domingo de Ramos en

San Francisco, en donde se llevaba un niño vestido de Jesús y montado en una asna

vistosamente enjaezada y seguida de un borriquito, lo cual atraía multitud de gente.

Asimismo se acostumbraba un acompañamiento de niños apóstoles que siguen al Señor

desde el Domingo de Ramos, acompañados por las gentes portando los ramos. Estos doce

niños apóstoles aparecen en algunos casos con larga túnica blanca y una capa blanca y una

capa con cíngulo morado, con cruces amarillas y aureolas de cartón, forradas en papel

dorado, y báculos tapizados con algodón y cintas; en otros lugares, llevan túnicas de colores

fuertes y vivos a la usanza judía de los tiempos de Cristo.

| El Nazareno y el Judío. Paso tradicional de la Semana

Santa en Tunja.

En la Semana Santa se acostumbran las procesiones con escenas esculpidas de la Pasión,

las cuales son llevadas por penitentes enmascarados, quienes conservan su puesto por

tradición; en Tunja, conforman la cofradía de los |"nazarenos". Algunos pasos soy muy

típicos y han permanecido durante muchos años: |el paso de la sentencia, es característico

de la procesión del Lunes Santo en Tunja; el paso de la |Oración en el Huerto, Jesús

atado a la columna, el Señor caído, San Pedro con las llaves, La Verónica, La

Magdalena, la Dolorosa, Jesús con la cruz acuestas, etc. En Miraflores le ponen a San

Pedro un báculo y un gallo vivo durante toda la semana, el cual permanece atado al pasó

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111

del apóstol. En Sogamoso un ángel lleva las insignias de la pasión, la corona de espinas, las

potencias y los clavos, en una bandeja de plata. En Sáchica acostumbran la |Semana Santa

a lo vivo.

Los vestidos de los santos de los pasos de Semana Santa, cambian de acuerdo con los días:

vistosos colores en los días de domingo de ramos a miércoles y el domingo de resurrección;

y riguroso luto los jueves, viernes y sábado santo. Con gran solemnidad se presentan las

procesiones del |Santo Sepulcro, el viernes santo; |la Soledad, el sábado santo y la

procesión del |Resucitado el domingo de Pascua. El jueves santo es el día importante de la

Semana Santa y el día de la |gran cena. Los monumentos constituyen el aspecto más típico

de todos los pueblos boyacenses; en ellos aparece el cordero pascual, el caliz forrado con

papel dorado o racimos de uvas, matas artificiales de vid, trigales, barcas, etc.; y en medio

de ellos, la urna de la Eucaristía.

En el Valle de Tenza es característico la llamada |FIESTA DE LA LLAVE, en la cual una

familia determinada que hace los gastos de la semana santa, es portadora de la llave del

tabernáculo. Las familias se inscriben para costear las fiestas de semana santa con varios

años de anticipación; en Pachavita tienen el privilegio de participar en las ceremonias

litúrgicas en un sitio especial cerca al altar; el principal de la familia, lleva la llave del

tabernáculo en el cuello durante la semana y la entrega el jueves santo en la ceremonia

principal. Esta familia de la "llave" hace la |quema de Judas el domingo de Resurrección y

la gran fiesta para los familiares y amigos, pues la "llave" es signo de gran prestigio. En

Sogamoso se cedía el honor de llevar la llave de la urna a un feligrés que hubiere ayudado

efectivamente para las obras parroquiales.

En Tunja se acostumbró durante muchos años llevar como apóstoles en el lavatorio del

Jueves Santo a 12 ancianos del Ancianato. Después de la ceremonia se acostumbraba una

procesión en donde el centro es el |"Lígnum Crucis".

En Sogamoso creían que en los Jueves Santos por la noche durante pocos minutos aparece

en las sabanas de la Tigrera una llama misteriosa que se mueve, aviva, crece y

desaparece 33

El Viernes Santo es un día temeroso y de recogimiento; las gentes de Boyacá

generalmente no viajan a ningún lugar; los campesinos estan conscientes que en esos días

no deben pensar en amores, ni tener contactos sexuales. Así expresa una copla:

"La vidita mía me dijo

que ella me iba a olvidar,

que ya venía la cuaresma

y ella s´ iba a conjesar".

33

Guillermo Plazas Olarte, Op. Cit.

Page 112: El pueblo boyacense y su folclor

112

Las semillas sembradas el Viernes Santo germinan fuertes y vigorosas, según las creencias

de los campesinos; en especial, esta siembra debe hacerse a las tres de la tarde, en poca

cantidad y con tierra preparada previamente.

A principios del siglo XIX acostumbraban en Tunja sacar un preso de la cárcel los días

jueves y viernes santo, con grillos y cadenas, pidiendo limosnas para los presos. 34

El ladrón

Dimas, compañero de Jesús con el ladrón Gestas, lo consideran en Boyacá como abogado

de los objetos perdidos. Así dice la copla valletenzana:

"Yo se lo tengo pedido

a San Dimas, mi abogado:

Que me ayude a conseguir

Lo que me tienen robado".35

La Semana Santa de Tunja desde la colonia ha tenido especial esplendor y solemnidad; el

lunes salía la procesión de San Francisco; el martes del Monasterio de la Concepción y el

miércoles de Santo Domingo. Los pasos presentaban gran boato y eran adornados con

doseles de raso y terciopelo, bordados y orlados con flecos de oro y plata.

Algunas coplas boyacenses de la Semana Santa son muy curiosas, en lo que se relaciona

con Juan y la Magdalena:

San Juan y la Magdalena

se jueron a traer candela

y del susto de los perros

rompieron la tapadera.

San Juan y la Magdalena

se jueron a comer uvas;

encontraren la mata seca

y se golvieron en ayunas.

En la Semana Santa boyacense encontramos también las comidas típicas principalmente el

Jueves Santo. En Tunja y otros pueblos boyacenses, la costumbre es tener muchos platos y

mucha bebida entre las comidas; en algunas casas oscilan entre cuatro y doce platos

diferentes. En el Norte de Boyacá las gentes preparan las comidas en los días anteriores al

jueves santo, pues creen que quien muele el viernes santo, "muele a Cristo". En Valle de

Tenza acostumbran la sopa de queso o pasta, plátano y papas guisadas, arroz seco y huevos;

además los envueltos y diversas mantecadas y colaciones de fabricación casera, con arepas

34

Luis Francisco Suárez Pineda, "LA CELEBRAClON DE LA SEMANA SANTA EN ALGUNAS

REGIONES DE COLOMBIA". En: "Thesaurus" (Bogotá), Tomo XVII, No. 3 (1962), PP. 575 - |605. 35

IBIDEM. Es el mejor estudio realizado sobre las costumbres en la Semana Santa en Colombia.

Page 113: El pueblo boyacense y su folclor

113

especiales, pan y chocolate. El Domingo de Pascua se celebra en Boyacá con gran alegría;

hay bailes, se toman licores, se hacen paseos fuera del poblado y se preparan almuerzos

especiales; en algunos lugares hacen la famosa "quema de Judas" y los bailes de pascuas al

son del torbellino, pasillos, bambucos y guabinas.

Otras de las festividades religiosas de gran solemnidad en Boyacá desde la Colonia es el

CORPUS CHRISTI. En los siglos del coloniaje era la fiesta religiosa más solemne del año

litúrgico y la expresión máxima de la religiosidad del pueblo. Esta fiesta concentró la

mayor solemnidad desde el Concilio de Trento como manifestación de la fé católica y como

símbolo de la España, adalid del Cristianismo en el mundo. A mediados del siglo XVI se

consideró fundamentalmente la defensa y propagación de las doctrinas eucarísticas y la

necesidad de manifestar públicamente la fé y la alegría cristiana a través de las Danzas del

Corpus y los célebres autos sacramentales. En España fueron famosas las danzas de

los |"Seises" como adoración ante la Eucaristía; eran típicos los monstruos y gigantes en la

procesión como símbolos figurativos del triunfo de Cristo vencedor sobre la muerte, el

pecado, el mundo y el infierno.

La procesión del Corpus giraba alrededor de los altares en las esquinas en donde se

representaban escenas bíblicas con diversas figuras; arreglos con trigales, racimos de uvas,

barcas, e inclusive seres mitológicos.

En la provincia de Tunja en los siglos de la Colonia salían en la procesión del Corpus los

más altos dignatarios civiles y eclesiásticos y la encopetada sociedad tunjana. Los altares

eran ricamente elaborados por los gremios de mercaderes, artesanos o de determinados

oficios. Los indios chibchas salían por parcialidades e interpretaban sus correspondientes

Danzas, entre las cuales destacamos la |Danza de las Cintas y las comunes Danzas del

Corpus con avances, retrocesos y golpes con garrotes en el suelo al son de las flautas y

tambores.36

Las supervivencias del Corpus Christi en Boyacá se han conservado más auténticas en los

pueblos más alejados de la capital; en algunos está relacionada con la exposición de los

frutos del campo; con "altares de la cosecha" como las festividades de San Isidro Labrador.

Entre las fiestas religiosas colectivas, ninguna es tan alegre y expansiva como

la |NAVIDAD EN BOYACA. El aguinaldo boyacense ya ha pasado los linderos de

Colombia, y se tiene como una de sus típicas manifestaciones folclóricas.

El 16 de diciembre se inician las fiestas del Aguinaldo, en las cuales Boyacá entero

despierta con la alegría y parece que su alma se volcara de júbilos Se organizan

las |JORNADAS, nombre que toman en Boyacá las procesiones que se verifican por las

calles o la plaza de las poblaciones en los días de la novena y durante la cual se rezan las

36

Ramón C. Correa, "HISTORIA DE TUNJA", Tomo III, p. 288 |- |289.

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114

oraciones y la novena del aguinaldo, se cantan los villancicos al niño Jesús. Los pasos de

las jornadas, que a veces son a lo vivo, presentan diversas escenas conmemorativas de la

historia de Belén: en algunas localidades boyacenses encontramos un niño con barbas y

túnica que representa a San José y una niña vestida de judía, que representa a la Virgen;

siguen las comparsas de angelitos o de diablitos. En algunas escenas aparece San José

llevando del cabestro la burrita con la Virgen; San José y la Virgen junto a una quebrada, el

paso por un puente, etc.

En la navidad boyacense es importante el PESEBRE en las casas y el pesebre parroquial,

están arreglados con muchos adornos con las figuras de la Virgen, San José, los

pastorcillos, los reyes magos, mulas, bueyes y la estrella de Belén.37

En los pueblos boyacenses existen costumbres diferentes, que están desapareciendo en los

últimos años. En Jenesano el alcalde reunía a los habitantes y daba la orden de hacer

disfrazar a todos los habitantes desde las primeras horas del 23 de diciembre, e iniciar un

verdadero |CARNAVAL; se destacaban los disfraces del demonio y de las almas. En

Soracá y otros lugares acostumbraban la |"vara de los negros" muy semejante a la Danza

de la Trenza o la clizneja; las cintas iban entretejiendo y en este oficio se requería precisión

de las parejas, porque una equivocación hacía empezar de nuevo la danza.38

En algunos pueblos como Socha, Belén, Floresta, Soatá, Cómbita y otros, los campesinos

acostumbraban llevar disfraces con frailejones sobre la cabeza a modo de sombrero;

algunos llevaban hachones encendidos. En otros lugares llevaban los llamados "arbolitos"

hechos de cañabrava y con adornos de flores y papeles de vivos colores, imitando especies

de candelabros con diversos brazos. Aparecen asimismo en numerosos pueblos las figuras

de |matachines o diablos con máscaras hechas de caspote, una especie de parásito que en

forma de cabellera cuelga de algunos árboles; otras veces los hacen de flecos de fique con

manchas de diversos colores, combinados indistintamente: como complemento llevan

látigos con remates de vejigas de res infladas para castigar a quien se atreva impedir el

camino.

En Tunja se acostumbraban las posadas tocando en las puertas de los fieles; en algunas de

ellas se hacían las famosas parrandas navideñas. En las procesiones de aguinaldos son

imprescindibles las |comparsas de pastores; muchos van vestidos con túnicas y mantos de

estilo judío y con sombreros de la región.

|La misa de gallo constituye la culminación de las festividades navideñas. A ella acude el

pueblo en su gran mayoría, auncuando tenga que suspender la fiesta de nochebuena que se

ha iniciado en las horas de la noche; las fiestas son de carácter familiar y con la unión de

37

Luis Francisco Suárez Pineda, "CELEBRACIONES NAVIDEÑAS EN ALGUNAS REGIONES DE

COLOMBIA" En: "Thesaurus" (Bogotá), Tomo XX, No. 3(1965). 38

Rosa Otálora de Corsi, "AMBIENTE TUNJANO" (Crónicas y Leyendas de Tunja). Tunja, 1939, PP. 231 |-

|232.

Page 115: El pueblo boyacense y su folclor

115

vecinos y amigos. Los regalos de navidad o "aguinaldos" fueron muy desconocidos por los

campesinos pero sí entre las gentes de los pueblos. En el Valle de Tenza se acostumbraban

los famosos "torbellinos a misa" que se hacían en grupos basta la iglesia; y se bailaba el tres

y el guatecano. Algunas coplas boyacenses son bellas expresiones navideñas como éstas:

"El que sepa torbellino

que no le deje olvidar;

con eso en la nochegüena,

me acompañará a bailar".

Yo traje al Niño Jesús

apabochas del Cocuy

y pal malvado de Herodes

un mico y un currucuy.

"Soy un pobre campesino,

nacío y críao en

Somondoco

y al Niño Jesús le truje

este pollito piroco".

Al niño Jesús le ojrezco

lo mejor de mi rebaño

aunque mis taitas no

queran

y me metan mi regaño.

En la navidad boyacense son típicas las comidas de nochebuena: el |tamal acompañado con

chocolate, pan y bizcochos; en la cena navideña es típico asimismo el |ajiaco con pollo y

los |buñuelos de maíz y trigo ensopados en miel de caña o abejas. Las colaciones

boyacenses son típicas en la navidad con las rosquillas, polvorosas, plumeros, rosquetes,

garullas, almojábanas, etc. En el almuerzo del 25 de diciembre en el Norte de Boyacá

acostumbran el cordero; en el resto del departamento el pollo y el pavo.

La navidad ha tenido tanta popularidad en Boyacá, que en la segunda mitad del siglo XX ha

traído el turismo de todas las regiones de Colombia. Dignas de mención son las fiestas que

con tal motivo se han organizado en el AGUINALDO BOYACENSE que se celebra en

Tunja con la participación de carrozas, conjuntos, comparsas de la ciudad y pueblos

vecinos; en la misma forma, se ha popularizado el Aguinaldo Paipano, que tiene semejanza

en la organización con el anterior. En las demás regiones de Boyacá, en el Cocuy, en

Socha, en el Norte y Valle de Tenza, tiples y torbellinos acompasan la alegría de las noches

para reflejar el alma alegre de un grato diciembre en Boyacá.

Como complemento de la Navidad aparece el 28 de diciembre, día de los INOCENTES.

Las inocentadas son bromas que se hacen ese día que se conoce para las gentes con el

consabido "pásela por inocente".

Page 116: El pueblo boyacense y su folclor

116

El 31 de diciembre en vísperas del año nuevo en algunos pueblos sacan el "matacho" en

figura de hombre vestido popularmente y relleno de paja y aserrín; es llevado en procesión

con gran algarabía y pólvora; en la media noche lo prenden, para significar que el año viejo

se va y llega el año nuevo. En algunos pueblos se pedían tres centavos que darán la suerte

del año nuevo; se pedían en nombre de la Santísima Trinidad, la Sagrada Familia o los Tres

Reyes Magos. Diversas costumbres aparecen en el año nuevo: la selección del Compadre

del año, los huevos en vasos de agua, etc.

d. El folclor Funerario: la muerte y el entierro entre los campesinos boyacenses.

Muy ligado al folclor religioso se encuentran las costumbres funerarias, en una región que

presenta caracteres esencialmente religiosos en sus actitudes, como es Boyacá. En esencia,

los patrones socio-religiosos para enfrentar la muerte se derivan de los dogmas católicos, y

en las costumbres encontramos supervivencias hispánicas y chibchas.

Por las costumbres funerarias aún sobrevivientes entre los campesinos TUATES,

localizados cerca de Tutasá y al Norte de Belén de Cerinza, podemos reconocer

supervivencias chibchas y españolas en sincretismo. Los tuatés acostumbraban las

plañilleras en los entierros; son éstas, tres o cuatro lloronas que generalmente son ancianas

dedicadas al oficio de llorar y pregonar en alta voz y en forma continua las cualidades y

virtudes de los difuntos. Es muy curioso que a muchos cadáveres antes de llevarlos a la

iglesia de Belén, acostumbraban participarles sus bebetas de las tiendas, abriéndoles con un

palo las rígidas mandíbulas y echándoles chicha en la boca. Después de la ceremonia en la

iglesia de Belén de Cerinza conducen el cadáver entre lloros y lamentos formando un

vocerío espantoso. Al llegar a la tumba, por orden del parentesco van chorreando sobre el

féretro las velas y espermas que llevan encendidas hasta cubrirlo completamente con una

capa blanca; luego lo descienden al hoyo y el pariente más próximo y quienes le siguen, le

echan encima puñadas de tierra, y a cada una que lanzan, van recomendando el alma del

muerto a los parientes difuntos y enviando saludos a los ya desaparecidos, hasta cubrir de

tierra el cajón; luego lo tapan rápidamente lanzandole con las palas de tierra y piedra hasta

formar un túmulo sobre el sepulcro. Al cementerio llevan también vasijas con chicha que

reparten entre los concurrentes. Terminado el entierro, entre sollozos y buenas ausencias

del difunto, vuelven a las tiendas en donde se embriagan.39

Existen algunas supersticiones sobre la proximidad de la muerte en las familias: el canto del

"currucuy" en el tejado de la casa, el zumbido de una mosca sobre el enfermo, mariposa

negra y el canto de una lechuza. Muchos creen que la muerte por enfermedades son

39

Ulises Rojas, "COSTUMBRES DE LOS INDIOS TUATES" En: "Repertorio Boyacense" (Tunja), Nos.

140 - 143 (Marzo - Julio 1963) PP. 1467- 1474.

Page 117: El pueblo boyacense y su folclor

117

producto de maleficios o brujerías; aun cuando no piensan lo mismo con las originadas por

vejez o golpes mortales.

En algunas veredas de Santa Rosa de Viterbo las gentes compran su cajón para el entierro

con mucha anticipación, y generalmente lo colocan en una de las vigas del zarzo; en la

misma forma compran los cirios para el velorio.

Existe la costumbre de quitar el cadáver inmediatamente del lecho de muerte para que el

alma no pene, y colocarlo en el centro de la habitación Lo colocan en un cajón o ataúd, o en

una "Barbacoa" hecha de madera, cañas y cuerda para conducir el cadáver al cementerio.

Creen que en la habitación en donde expiró se debe colocar un vaso de agua y una luz

durante las nueve noches porque en ese tiempo el alma viene a beber. La luz sirve para que

el alma vea en donde está el agua40

Durante las nueve noches no se debe hablar del muerto

porque ésto lo haría penar en la otra vida.

Una de las costumbres funerarias más típicas, es la gran comida para los asistentes al

"velorio"; en especial el "mute", la gallina y la carne de cerdo, acompañados de guarapo

para retener a los visitantes.

Si el individuo murió asesinado le atan los pies para que el asesino no huya y más bien se

devuelva; si llueve el día de muerte, es probable que el finado esté en el purgatorio o en el

infierno; si hace buen día es seguro que ella goza de la bienaventuranza.41

En el velorio

rezan las letanías con recuerdos para los difuntos parientes y amigos.

Cuando llevan el cadáver al pueblo van repartiendo guarapo entre los asistentes; asimismo

reparten bollos, longanizas, arepas, mazorcas, carnes, etc. Después de la ceremonia

religiosa y ya en el cementerio destapan el cadáver y los concurrentes deben acercarse a

mirarlo por última vez lanzando los parientes gritos lastimeros. Por último cada uno arroja

puñados de tierra sobre el cajón con nuevas lamentaciones.

Consuelan su pena comiendo y bebiendo; si el finado es pobre, la cena se prepara con los

obsequios que traen los visitantes. Al regresar a la casa, hacen un mamarracho en figura

humana para que imite al cadáver, con cabellera, brazos, piernas; los pies van cubiertos con

alpargatas. Este mamarracho se coloca en la estera en donde estaba el cadáver y junto a él

el vaso con agua y luz en donde el difunto beberá durante las nueve noches.

Entre los campesinos boyacenses, la muerte de los niños constituye una verdadera fiesta

social; hacen el llamado entierro de los "ANGELITOS". El cadáver del niño lo visten de

angelito con alas doradas, o plateadas, corona, zapaticos y algunas estrellitas para salpicarle

40

Rosa María Otálora de Corsi, "DATOS FOLKLORICOS SOBRE LA MUERTE Y EL ENTIERRO

ENTRE NUESTROS CAMPESINOS". En: "Repertorio Boyacense" (Tunja), Nos. 161 - 162 (1951), PP. 2399

- 2406. 41

IBIDEM, pgs. 2403 y 2404.

Page 118: El pueblo boyacense y su folclor

118

el vestido. Así arreglado lo colocan en una mesa en el centro de la sala y lo rodean de

flores. A continuación empieza el baile con música de los conjuntos campesinos con

tambores, capadores, tiples, flautas de caña, dulzainas, churruscos, chirimías y otros. Echan

pólvora para que venga la gente, cantan y bailan con inusitada alegría. Creen que si hay

bastante concurrencia, el niño sonríe, pero que se entristece a medida que haya menos

acompañantes. Los padres del niño no deben mostrarse tristes, porque ello quitaría la gloria

eterna. Durante las nueve noches nadie debe dejarse tocar de la madre del niño o de quien

lo amortajó, porque perdería sus animales o su cosecha aquél quien lo tocare. Si las mujeres

se dejan tocar, dañarán su cabellera.

Al tercer o cuarto día de la defunción, "el angelito" es llevado al poblado vecino en medio

de una verdadera procesión; él va muy alto en el extremo de un palo rematado en tres

divisiones y acompañado por gran concurrencia, música, pólvora y gritos de alegría; al

llegar al pueblo es recibido con repique de campanas, y se hace la ceremonia

religiosa.42

Esta costumbre de los "angelitos" es típicamente española y transculturada a

Boyacá.

Parte 1

42

IBIDEM, pgs. 2405 - 2406.

Page 119: El pueblo boyacense y su folclor

119

Chatica Linda

Parte 2

Chatica Linda

Page 120: El pueblo boyacense y su folclor

120

8. Mitos, leyendas y creencias populares en Boyacá.

a. Los mitos folclóricos.

Un estudio sobre los Mitos folclóricos nos presenta un conjunto de creencias brotadas del

fondo emocional, las cuales se expresan en un juego de imágenes y de símbolos y se

manifiestan como una fuerza operante en la sociedad. El conocimiento de los mitos

equivale en algunos pueblos a llegar al secreto de origen de las cosas y a la adquisición de

un poder mágico sobre ellas, gracias al cual se logra dominarlas, multiplicarlas o

reproducirlas a voluntad. El mito se presenta como una realidad viviente de la que se cree,

acaeció en los tiempos originarios, e influye continuamente en el mundo y el destino de los

hombres.

Los mitos boyacenses han sido transmitidos por tradición y aparecen en nuestro presente

como supervivencias del pasado. Algunos son chibchas, con raíces milenarias muy

profundas en pueblos asiáticos y oceánicos. Otros son españoles, con profundas raigambres

europeas, traídos a estas tierras en los siglos del coloniaje.

Uno de los aspectos que relaciona los mitos boyacenses con los colombianos y

latinoamericanos, es el sentido general en la relación de los dioses tutelares o

personificaciones de las fuerzas naturales que gobiernan la vida de los pueblos y los

campos. Todo objeto extraordinario en la naturaleza es supuesto como poseedor de un

núcleo o una esencia espiritual, la cual desempeña un papel activo en la existencia de lo que

rodea y comprende a los hombres. Los dioses tutelares o mitos populares se pueden

presentar como enemigos temibles o grandes amigos de las gentes.

Los campesinos boyacenses respetan profundamente los lagos, las montañas y las rocas;

ninguno habla de nadar en dichos lagos, y ni siquiera de lavar allí sus ropas. Consideran

que los "espíritus" o los "encantos" están vinculados a los fenómenos físicos, los ríos, las

montañas y las lagunas; inclusive cuando pasan cerca de ésta, hacen la señal de la cruz.

Algunos campesinos boyacenses creen que los espíritus del agua no solo viajan bajo la

tierra, sino también toman fuerza humana y caminan de un lugar a otro; piensan que los

espíritus de la montaña son más feroces en las horas nocturnas y mucho más los viernes de

semana santa.

Según los campesinos mestizos de las cercanías de la laguna de Fúquene, el dios tutelar Fú

se opuso a la construcción del ferrocarril que el gobierno hizo entre Zipaquirá y

Chiquinquirá. Cuentan los campesinos que cuando la obra llegó a bordear la laguna, los

trabajadores tuvieron muchos problemas, pues de un día para otro la obra aparecía destruída

sistemáticamente. Pero como la constancia de los trabajadores era Infatigable, cuentan los

Page 121: El pueblo boyacense y su folclor

121

campesinos, que un día con su paciencia ya agotada, el mito del agua apareció ante los

hombres en forma humana y. les dijo: "Ustedes están invadiendo mi palacio", y en forma

amenazante desapareció: No sobra decir que los aterrados trabajadores decidieron

prudentemente trasladar el terraplén del ferrocarril a otro lugar.43

Cuando en abril de 1972 se desbordó la "Laguna Negra" o del Carrizal, en el río Arcabuco

cerca de Tunja, y fué la causa de una gran inundación en toda la región, muchos

campesinos boyacenses creyeron en la ira de los espíritus de la Laguna negra. Los

campesinos creen que la laguna es un ser sobrenatural cuyas dormidas pasiones suelen

estallar súbitamente con fuerza incontrastable: la laguna se lamenta, se encoleriza, se

envenena y toma venganza agitando con violencia sus aguas y suscitando tremendas

tempestades, o bien dejando salir de su seno monstruos o "espíritus" malignos. Esta

supervivencia mítica tiene profundas raíces chibchas y está relacionada con el "Mito de

Bachué", madre del linaje humano, quien emergió de la laguna de Iguaque, se casó con su

hijo, pobló la tierra y volvió a la laguna. Por ello, los chibchas fueron adoradores del agua,

en un mito que se transmitió a los campesinos boyacenses.

Otros mitos chibchas del Altiplano cundiboyacense son dignos de mencionar: el mito sobre

la creación del sol y la luna; los mitos de Nemqueteba y Bochica; el mito del origen del

Salto de Tequendama, el mito de Chiminigagua o creador y otros.

En Boyacá encontramos gran diversidad en los mitos folclóricos, la mayoría de los cuales

son comunes en Colombia y en otras áreas de Hispanoamérica. Entre ellos destacamos los

siguientes: La Llorona, es un mito de los pueblos y los campos boyacenses que se

distingue por sus macabros plañidos, y según los campesinos aparece como una mujer con

largas vestiduras y rostro de calavera, llevando en sus brazos un niño muerto.

El Cucacuy, es un mito del Valle de Tenza que se presenta como un hombre fabuloso que

sale desnudo por las noches a calentarse en las parrillas. Lleva siempre en la mano un largo

bordón en cuya extremidad pende un calabazo que encierra varios demonios. Silba de un

modo especial en la uña del pulgar, para que tal efecto se deje crecer; las gentes creen que

se trata de un varón no bautizado y que tiene pacto con el diablo.

Otros mitos campesinos se han registrado en Boyacá, como en otras regiones de Colombia:

El Jigura o patas, La Mancarita, el gritón, el sombrerón, el patetarro, la patasola, el

hojarasquín del monte, la madremonte y otros seres míticos que recorren los campos

boyacenses, caminos, poblados y veredas. Algunos son el temor de los caminantes en

noches de oscuridad; vengativos, chanceros y madrugadores; sobresaltan las doncellas,

despistan los cazadores, asustan a los campesinos que regresan a sus casas después de los

velorios y de los alumbrados. Los campesinos boyacenses creen en sus mitos y en los

lugares de los encantos; las gentes creen en ellos "porque los hay, los hay".

43

Orlando Fals Borda, "CAMPESINOS DE LOS ANDES", op. cit. P. 234 - 235.

Page 122: El pueblo boyacense y su folclor

122

Los mitos, en las ciudades están relacionados con los ESPANTOS. Tunja ciudad colonial

presenta diversos espantos mitológicos que han llenado el terror de los tunjanos en muchos

años. Señalamos entre ellos: el farol de las Nieves, el espanto del Panóptico, el perro de San

Francisco, el espanto de la Fuente, el toque de las ánimas y los espantos de dominicos y

franciscanos en diversas casas coloniales de la ciudad.44

EL FAROL DE LAS NIEVES. Se trata de un espanto legendario que aparece como un

"farol" o bomba luminosa que sale de la iglesia de las Nieves, a una altura de unos diez

metros, suspendido en el aire, con rumbo caprichoso, pero en dirección de la plaza

principal. Se detenía en algunas casas cercanas a la catedral. Este espanto tiene relación con

la famosa "emparedada", una joven que recibió el castigo de su padre por buscar un

matrimonio a disgusto y a escondidas. Conocedor el padre de este problema, salió con un

farol en busca de su hija por la calle que va a la catedral, y al no poder convencerla,

determinó emparedarla en una alacena que existía en una de las piezas de la habitación.

Con el tiempo surgió el farol de luz amarillenta que recorría la ciudad y sus contornos.

EL ESPANTO DEL PANOPTICO es un espanto de la antigua Penitenciaría de Tunja, en

el antiguo convento de los Agustinos, hoy en ruinas. Aparecía en los viernes santos y el 2

de noviembre de los difuntos; las gentes veían salir de la antigua sacristía de la iglesia, la

extraña figura de un monje que se dirigía a lo largo del corredor. Si alguien se interponía al

monje, éste se le avalanzaba y lo arrojaba al patio con violencia. Veían un fraile vestido de

negro con capucha y mangas anchas, con un cordón o cinto al lado; al verlo encontraban

una calavera bajo la capucha.

EL PERRO DE SAN FRANCISCO, se trata del espanto del perro de piedra que existía

en el antiguo convento de San Francisco, el cual pasó posteriormente al Batallón Bolívar.

Este perro era de gran tamaño y se presenta sentado mirando hacia el muro oriental. Los

tunjanos creían que en horas avanzadas de la noche, se sentía un extraordinario terror cerca

del perro: escuchaban sus aullidos, el arrastre de cadenas, ladridos terribles y ojos con

fuertes luces.

EL ESPANTO DE LA FUENTE, se trata de los quejidos y cantos de lavanderas que los

tunjanos escuchan en la Fuente Grande.

EL TOQUE DE LAS ANIMAS en la iglesia de San Francisco, aparece en la segunda

mitad del siglo XIX después de regresar los religiosos a sus conventos abandonados en los

años de la Radicalización. En dicho templo, cuando uno de los monjes iba a hacer el

"Toque de las Animas"al pasar por la iglesia encontraba iluminado el altar y un sacerdote

con casulla roja dirigiéndose al altar y llevando en sus manos un vaso sagrado; daba la

sensación que esperaba un ayudante. Durante muchos años los legos no iban al Toque de

las Animas por miedo al espanto, hasta cuando uno de ellos se atrevió a ir al altar y

44

Ramón C. Correa, "HISTORIA DE TUNJA", Tomo II, op. cit.

Page 123: El pueblo boyacense y su folclor

123

ayudarle al padre, quien era un alma en pena y solicitaba de la comunidad franciscana

comulgara una vez por mes por su redención. Desde entonces se volvió a escuchar el

repicar de las campanas en el toque de las Animas en San Francisco.

LOS ESPANTOS DE DOMINICOS Y FRANCISCANOS. En algunas casonas

coloniales de Tunja existen las consejas sobre las apariciones de monjes. Ven monjes

corriendo las piezas y corredores; se detienen en determinados sitios y dan golpes, con gran

terror para quienes los escuchan. En algunos casos los tunjanos veían monjes asomados en

las ventanas; en otras insistiendo para que los sacaran de penas y descubrieran los tesoros

ocultos.

LOS DUENDES. Un mito muy generalizado en Boyacá como en muchos lugares de

Latinoamérica es el de los Duendes. Son seres míticos traviesos que aparecen en los

campos, en los pueblos y hasta en las ciudades, y son considerados como seres míticos

traviesos. En las minas los duendes aparecen entre los trabajadores en formas de enanos

con vistosos y llamativos trajes; arrojan lluvias de piedras sobre los techos de las casas en

donde quieren cebarse; en los campos persiguen las mozas casaderas; se roban las

provisiones; abren las corralejas de los terneros, se ríen en los cielos rasos y esconden las

escobas. Los duendes gustan de las casas viejas, correr baúles para asustar a los habitantes,

etc.

Otros mitos que han sido estudiados son: la dama peluda, el currucucú, el jinete negro, el

ánima sola, la cabellona, la viudita, la mula de tres patas, etc.

Como hemos podido apreciar, en los campos y poblados de Boyacá existen infinidad

de "Mitos", que conforman una mentalidad mítica colombiana. La imaginación primitiva,

desde hace milenios de años, creó una serie de deidades y les dió forma corpórea visible y

viviente, para explicarse así el origen de las cosas y de los hombres. Así el hombre se siente

parte de la naturaleza y afirma su fraternidad con las especies animales y sus relaciones con

los astros, las plantas, etc.

Un aspecto que está relacionado con la mentalidad mítica del boyacense es la importancia

que da a la manifestación de la fuerza en los fenómenos naturales, humanos y animales.

Las gentes piensan que cualquier cosa que manifieste fuerza o relación con lo trascendente

es sacro y por consiguiente puede ser venerado. Los astros, los mares, los ríos, los lagos, las

montañas, animales, plantas y fenómenos naturales, y aún los mismos hombres, pueden ser

mitificados, en cuanto revelan la fuerza o el espíritu que los anima.

Page 124: El pueblo boyacense y su folclor

124

b. Las leyendas populares en Boyacá.

Las leyendas populares se presentan como narraciones que tienen un recuerdo histórico

básico, complementado con la fantasía y misterio de las gentes.

Algunas leyendas son chibchas, a través de las cuales se han tejido muchas consejas que

superviven. Mencionamos entre ellas: la leyenda de Hunzahúa, el fundador de Tunja

indígena; la leyenda de Goranchacha, los Cojínes del Zaque, la leyenda de Aquimín, y

otras.45

La Leyenda de Hunzahúa, está alrededor del fundador de la legendaria Hunza. El Zaque

Hunzahúa se enamoró de su hermana Noncetá, y según las leyendas chibchas el incesto era

prohibido. Al tener conocimiento la cacica madre Faravita, quiso castigar a su hija con la

misma pala para revolver la chicha, pero la niña daba vueltas en torno a la vasija con gran

agilidad. En un arranque de ira, Faravita lanzó la pala y rompió la olla; la chicha empezó a

regarse y de la misma tierra brotó agua aumentando así el líquido amarillento,

conformándose un gran pozo, que es el que hoy se llama en Tunja Pozo de Donato.

Cuando Hunzahúa bajó de los cojínes del zaque de la ceremonia al sol, encontró en su

cercado la triste realidad de su pecado y en los alrededores una muchedumbre que

protestaba contra el incestuoso. Esto decidió la fuga de los dos hermanos y la "maldición"

que desde el alto conocido hoy como "San Lázaro", hiciera Hunzahúa a su ciudad: "Serás

estéril; nunca más flores ni árboles verán tu suelo; tu tierra será desnuda y barrancos ay no

tendrás más compañero que el viento y el frío". Los hermanos siguieron su viaje; tuvieron

una cueva en Susa en donde nació Bochica en el Salto del Tequendama; allí fueron

convertidos en las piedras al borde del abismo.

La Leyenda de Goranchacha el profeta. Goranchacha era hijo del sol y de una doncella de

Guachetá; al cumplir 24 años pasó a Ramiriquí y Sogamoso en donde fué recibido como

hijo del sol. Recorrió las tierras chibchas recordando las enseñanzas de Bochica, la

obligación de adorar a los dioses, venerar a los caciques, guardar la paz, etc. Cuando tuvo

conocimiento del castigo brutal que hizo el cacique de Ramiriquí a uno de sus súbditos, le

dió muerte, se apoderó del cacicazgo y se radicó en Hunza en donde ejerció el primer

gobierno dictatorial. Hizo edificar un templo al sol con grandes piedras traídas de diversas

regiones; este templo se hizo en el lugar que hoy ocupa la Universidad en Tunja. Según la

tradición, Goranchacha profetizó la venida de una raza extraña, la cual esclavizaría al

pueblo chibcha por haber olvidado las enseñanzas de Bochica.

45

Sobre las leyendas en Boyacá, consúltense las siguientes obras: Julio Roberto Galindo, "BOYACÁ EN LA

LEYENDA INDIGENA "(Tunja), Impr. Departamental, 1965; Jesús A rango Cano, "MITOS, LEYENDAS Y

DIOSES CHIBCHAS'; Bogotá, Plaza y Janés, 1976; Max López Guevara, "LEYENDAS INDIGENAS",

Tunja, U.P. T. C. Elvira Sarmiento de Quiñones, "LEYENDAS DE LOS BOCHES", Tunja, Imprenta Dptal,

1939.

Page 125: El pueblo boyacense y su folclor

125

Otras leyendas indígenas encontramos en Boyacá: La leyenda de Furatena en el territorio

de los Muzos y las esmeraldas, alrededor de los cerros que fueron adoratorio de los

chibchas. La leyenda de Huán en el templo de Iraca; la leyenda de Azay, la leyenda de la

princesa Anachué, la leyenda de Tomaghata o el cacique Rabón, la leyenda

de Idacansás en Sogamoso; las leyendas de los Laches y de los Bocheshacia el norte de

Boyacá y otras.

Otras leyendas populares de Boyacá surgieron en los siglos de la Colonia alrededor de

narraciones extraordinarias e históricas en la antigua provincia de Tunja. Unas se presentan

como proyección de leyendas universales como es el caso del Judío Errante; otras

surgieron de acontecimientos históricos que hicieron impacto en el Nuevo Reino, como fué

el caso de la famosa Calle del Arbol alrededor de los crímenes de Doña Inés de Hinojosa.

La Leyenda del Judío Errante en Tunja aparece desde finales del siglo XVI. Se trata de

la visita que hizo Ahseverús el judío de los tiempos de Jesucristo, quién según la leyenda

universal que se ha ubicado en muchos lugares del mundo, gritó a Jesús en el camino del

Calvario "anda", cuando el nazareno quiso sentarse en una piedra. El Maestro le dijo "Anda

tú, anda hasta cuando yo vuelva, hasta el fin de los tiempos". Y desde entonces anda por

todo el mundo, representando en su imagen la figura andante del pueblo judío.

En Tunja la leyenda del judío errante está en relación con la escultura del judío de la Iglesia

de Santo Domingo que sale en las procesiones de Semana Santa; una escultura esculpida

con la del Nazareno en los mediados del siglo XVI en Tunja. Creían los novicios del

convento que el judío salía en las noches a hurtadillas de su celda y recorría los claustros

del convento y robaba alimentos; creían asimismo que la estatua volvía repentinamente la

cabeza y clavaba miradas tenebrosas e infernales; asimismo que lo encontraban sentado y

llorando escondiendo la frente entre los brazos. Cuenta la leyenda colonial que un viernes

santo el Padre Luis recibió la visita de un viajero, quien le preguntó por la estatua del judío

de Santo Domingo. El viajero y la estatua vestían de la misma manera y entablaron un

diálogo de reconocimiento en el cual el viajero resultó ser Ahseverús el judío errante,

quién siguió su camino con paso lento y cansado hasta la consumación de los siglos.46

La Leyenda de Doña Inés de Hinojosa (O Manrique), aparece desde 1571 en la

presidencia del Nuevo Reino realizada por Andrés Díaz Venero de Leiva. Doña Inés de

Hinojosa era una venezolana ardiente y apasionada que está envuelta en el uxoricidio de sus

dos esposos. El primero don Pedro de Avila fué asesinado en Carora (Venezuela) en

confabulación con su amante Jorge Voto, profesor de música y baile. Los amantes se

localizaron definitivamente en Tunja, en donde de nuevo la apasionada Doña Inés se

prendó de don Pedro Bravo de Rivera, con quien planeó el asesinato de su segundo esposo.

46

Rosa María Otálora de Corsi, "AMBIENTE TUNJANO". op. cit.

Page 126: El pueblo boyacense y su folclor

126

El asesinato de Jorge Voto fué un escándalo general en el Nuevo Reino, el cual hizo

trasladar a Tunja al Presidente Venero de Leiva. Los autores del asesinato surgieron en la

investigación: uno intelectual, Doña Inés y tres de hecho, Pedro Bravo de Rivera, Hernán

Bravo y Pedro de Hungría. Doña Inés fué ahorcada pendiente de un frondoso arrayán, en la

que desde entonces se llamó en Tunja la "Calle del Arbol"; Pedro de Rivera y Hernán

Bravo fueron, degollado el primero, y ahorcado en la picota él segundo. Esta narración fue

relacionada por el cronista Juan Rodríguez Freyle en su obra "El Carnero", y aparece como

leyenda en Tunja en la famosa "Calle del Arbol".47

c. Las Creencias y supersticiones populares en Boyacá.

Las creencias populares nos indican las actitudes de compromiso de las gentes ante

determinados hechos concretos que se consideran dignos de una aceptación verdadera. Las

creencias crean una actitud mental que sirven de base a la acción voluntaria y lleva a los

individuos a una actuación enérgica. No importa tanto la imagen externa que se percibe,

sino la convicción en la veracidad de determinados hechos concretos, los cuales son

alimentados por mediquillos, curanderos, parteras, brujos y gentes en general que colaboran

en hacer supervivientes aquellas expresiones del pasado que se presentan como "creencias

populares" legadas de los antepasados.

Los Chibchas de Boyacá eran sumamente supersticiosos; en la misma forma que los

españoles. El Oidor Juan de Valcárcel en un informe que envió al Rey de España Felipe IV

expresó sus conceptos sobre las gentes de la provincia de Tunja:

"Si por la mañana oyen cantar la guacamaya o papagayo,

se pronostican adversidades aquel día. Si arrulla la

tórtola encima de alguna casa, toman indicio de muerte

de alguna de ella. Si de noche ven u oyen alguna zorra,

anuncian mortalidad de muchos. Si canta el pájaro

valdivia donde hay enfermo, los indios tunjanos tienen por

infalible su muerte. Si entra culebra en alguna casa,

da por muerte al dueño de ella".

47

Rubio y Briceño "TUNJA DESDE SU FUNDAClON HASTA NUESTROS DIAS", op. cit., p. 103.

Page 127: El pueblo boyacense y su folclor

127

Comentó asimismo Valcárcel que en Tunja en la Noche de San Juan los campesinos barrían

la casa, quemaban la basura y con ceniza ensuciaban al niño más pequeño; al amanecer lo

llevan a lavaren la fuente o quebrada más cercana.48

Los brujos en Boyacá tenían el nombre de cucacuyes en la colonia. Muchos campesinos

boyacenses acudían en sus necesidades de enfermedad, muerte o hambre al jeque o brujo,

quien ayunaba rigurosamente, comiendo únicamente un poco de ají y tomando por las

narices la hoja o fruto de un árbol que llamaban "yopa", con el cual se desvanecían y

respondían como oráculo a lo que se les preguntaba. En Oicatá los indios guardaban ídolos

de piedra para sus ceremonias religiosas. En Onzaga cuentan los españoles que los

campesinos adoraban un hueso de un mohán, debajo del cual colocaban en Santo Crucifijo.

Creían los campesinos que adorando el hueso y el Santo Cristo tendrían salud y buena

cosecha.

En el municipio de Chita cuentan que los campesinos, descendientes de los indios laches

acostumbraban un juego llamado "moma", en el cual los indios salían desnudos, cubriendo

solo el sexo. Antes de ir al juego, los indios ayunaban y hacían sacrificios a sus ídolos

incensándolos con una fruta de fuerte olor llamada "moche" y ofrecían plumas de

guacamayos y otros pájaros. En el juego los indios peleaban sin armas y con la mano

solamente hiriéndose fuertemente procurando rendir uno al otro. Después de este juego

ceremonial, consultaban al jeque, quién en premio al vencedor daba la mujer del vencido.

Venero inagotable de supersticiones y creencias nos trajeron los españoles, a pesar de sus

quemaderos de la "Santa Inquisición". Ellos trajeron a Boyacá las creencias en

las"brujas", profesión muy socorrida y muy frecuente en la colonia; recordamos la célebre

bruja Juana García, que parece ser la antoñona de las brujas colombianas; de ella tomaron

ejemplo las que surgieron en Tunja, Cartagena, Popayán, Santafé y otras ciudades. Desde

un principio las brujas conformaron su profesión de muy variada forma: Unas se dedicaron

a los maleficios, como el mal del ojo; otras a los enyerbamientos, y a dar la "dulce toma" y

la "tonga", aun superviviente en algunas veredas boyacenses. Otras se dedicaron al negocio

del amor, al manipuleo de las cartas y al "quereme" de las bebidas con unturas y soplos.

Otras se dedicaron a la venta de oraciones para triunfar sobre el amor y sobre los

enemigos; oraciones para encontrar tesoros ocultos; contra maleficios, enyerbamientos o

tomas; para quienes salen de viaje; para "maliar" a los cristianos poniendoles coto, carate,

alimañas en el estómago de sus víctimas, etc.

Estas creencias y supersticiones que trajeron los españoles se mezclaron con las chibchas y

las encontramos entre los actuales campesinos boyacenses. Las enfermedades son

atribuídas por lo general a brujerías y maleficios; el enflaquecimiento lo atribuyen los

48

Ulises Rojas, "COSTUMBRES, RITOS Y AGUEROS DE LOS INDIOS DE LA PROVINCIA DE

TUNJA" En: "Repertorio Boyacense" (Tunja), Nos. 227 - 228 (1963), P. 227- 228.

Page 128: El pueblo boyacense y su folclor

128

campesinos boyacenses a la bebida que sin duda alguna les dieron, mezclada con tierra del

cementerio o pedazos molidos de un difunto disecado o parte de huesos de difunto.

Algunos campesinos creen en el maleficio para las personas rezándole a un muñeco con el

nombre de quién deba enfermar. Utilizan el credo al revés y numerosas oraciones que se

han transmitido por tradición; toman un puñal y hieren repetidas veces al muñeco, el cual

generalmente está hecho con los tallos de plátano. En algunas ocasiones, cuando se conoce

la bruja que hizo el maleficio, le pagan fuertes sumas para que deshaga el hechizo. Esto es

lo que se llama generalmente "rezar a una persona" y "hacerle malejicio". Algunos

creen que con los maleficios se introducen gatos en el estómago, u otros animales como el

sapo.

Las curanderas hacen el diagnóstico de las enfermedades y determinan si presentan

maleficios. En algunos casos lo fuman con tabaco arrojando el humo sobre la cabeza del

paciente y aplican tabaco masticado en diversas partes del cuerpo, acompañando todo esto

con sus rezos. Una curandera de Soracá dicen los campesinos, curó una niña ciega

echándole en los ojos tabaco masticado, con zumo de yerbabuena y tres pepitas de salvia.

Numerosas creencias encontramos entre los campesinos boyacenses que influyen en

muchos aspectos de su vida. La luna tiene para el campesino grandes poderes

sobrenaturales, tanto sobre los seres humanos, como animales y plantas; la locura y el

reumatismo empeoran en la luna nueva; los bueyes recientemente castrados son colocados

bajo techo de noche, pues de lo contrario los rayos de la luna infectarán sus heridas.

Para el campesino boyacense el "canto de la mirla" es presagio de lluvia inminente;

mientras que el canto y el vuelo del copetón es signo de que la lluvia va a cesar. Cuando las

plantas de papa y arveja tienden a cerrar sus hojas, y a señalar hacia arriba, también se

interpreta como señal de que la lluvia viene.

Entre los campesinos boyacenses existe la creencia en las cabañuelas, una costumbre muy

europea, según las cuales los doce primeros días de enero son indicaciones sobre el clima

en los doce meses venideros. Así, si llueve en el segundo día de enero, se espera que

febrero sea un mes de lluvias, y sucesivamente los demás días representan en orden sus

respectivos meses.

Las fases de la luna reciben también especial importancia para la siembra de ciertas

semillas y para la cosecha de otras. En algunos campos colocan cruces para asegurarse que

tendrán buenas cosechas, en especial en mayo en la fiesta de la Santa Cruz.

Entre los campesinos boyacenses existen las "contras" o talismanes para el "mal de ojo".

Pueden ser monedas antiguas o perforadas, pulseras de alambre o cobre, corales, azabaches,

ópalos, piedras de río, etc.

Page 129: El pueblo boyacense y su folclor

129

Los campesinos hablan con frecuencia de los entierros; muchos creen que las almas que

escondieron sus joyas y dinero aparecen de vez en cuando como luces verdosas encendidas

con esperanza de revelar el lugar del entierro. Se cree que tales espíritus no descansan en

paz mientras sus tesoros no sean descubiertos. Creen también que cuando encuentran los

entierros, el aire encerrado que se escapa cuando los cofres son desenterrados, mata a los

seres humanos; así dicen "lo flechó la plata".

Algunas creencias folclóricas encontramos en la vida familiar de nuestros campesinos. En

el embarazo, los antojos de la mujer deber ser complacidos si no se quiere que el niño tenga

defectos cuando nazca; las comadronas o parteras son las que ayudan generalmente en el

parto.

Las creencias sobre la MEDICINA POPULAR y la herbología son la base fundamental

para las curaciones. Los campesinos boyacenses creen con fervor en los yerbateros,

curanderos y mediquillos. Un tipo popular es la "medicina mágica"con la cual se busca

el origen de la enfermedad y se señalan lugares que transmiten enfermedades; en Boyacá

los nacimientos de agua y las lagunas pueden llevar graves enfermedades; otras

enfermedades surgen de los hechizos o maleficios; otras como hidropesía, surgen de

algunos animales cuyas secreciones constituyen el agua que se extrae del individuo

enfermo. El asma se atribuye al pelo de los gatos; la lepra se origina cuando se toma un

baño mientras se está sudando; la fiebre es siempre señal de enfermedad caliente.49

La medicina popular tradicional presenta una gran difusión en Boyacá; se relaciona con

el curanderismo y el yerbaterismo que tienen hondas raigambres indígenas y españolas.

Algunas plantas fueron utilizadas por los chibchas para sus enfermedades señalando entre

ellas: el yantén para las afecciones del riñón y el mal de ojo; el limoncillo como vomitivo;

el guaco para las enfermedades femeninas; la albahaca para matar gusanos producidos por

las moscas en cualquier parte del cuerpo; el sen como sudorífico, etc.

Las coplas populares de Boyacá nos indican las costumbres medicinales de los campesinos.

Para las enfermedades del hígado las gentes creen en el sen, llantén y la chireta, como así

nos lo expresa esta copla boyacense:

"El hígado es una vaina

si te soba, dáles "sen";

y si te sigue sobando,

dále "chireta" y "llantén".

49

Sobre la medicina popular en Boyacá, consúltense los estudios: Octavio Quiñones Pardo, "BOTIQUIN

FOLCLORICO DE BOYACA" En: "Revista de Folklore" (Bogotá), No. 2 (1947), p. 147 - 151. Virginia

Gutiérrez de Pineda, "LA MEDICINA POPULAR EN COLOMBIA" Bogotá, Univ. Nacional, 1961.

Page 130: El pueblo boyacense y su folclor

130

Contra la bronquitis y la tos los boyacenses acostumbran "el malvisco" en bebidas

calientes; asimismo es importante la flor de cerezo. Dice la copla:

"Malvisco y flor de cerezo

es lo güeno pa la tos;

al pecho se entra el "malvisco"

y a los pulmones la flor".

Para los enfriamientos los campesinos acostumbran el sudor de "toronjil", así dice la copla:

"Si tás malita y te mojan

estas llovisnas de abril,

que te den entre la cama,

un sudor con toronjil".

Para los dolores de muelas acostumbran la "chicoria", leche, linaza y limón, como dice la

copla:

"Cuando te duelan las muelas

y te pongas cachetón,

hacé buches de "chicoria"

leche, linaza y limón".

Para los dolores de estómago acostumbran la raíz de manzanilla y las hojas de yerbabuena;

para la fiebre, usan la verbena; para los cálculos en el hígado las almendras de níspero.

Las llagas son cubiertas con pedazos de calabazo o "totuma" que aseguran con fique en la

pierna enferma; aconsejan el zumo del zaúco. Para el corazón recomiendan la mata de

perejil; para los riñones el agua de la cerraja; para la indigestión el ají chiquito y el tabaco,

y así para cada una de las enfermedades.

Estas muchas creencias, supersticiones y formas diversas de la medicina popular

encontramos entre los campesinos boyacenses; unas de origen chibcha y otras de origen

español, modificadas muchas de ellas de acuerdo con el tiempo y las circunstancias.

Page 131: El pueblo boyacense y su folclor

131

9. Las artesanías populares en Boyacá.

Las artesanías populares constituyen uno de los más ricos veneros del folclor boyacense. Al

denominar en conjunto "Artesanía popular" nos referimos a un conjunto de actividades u

oficios que producen objetos de uso práctico o ceremonial, en alguna forma adornados o

conformados con fines artísticos. Recibe un carácter de artesanía folclórica cuando

presenta manifestaciones de la cultura popular, como supervivencias de muchos siglos de

duración.

El origen de la Artesanía boyacense en sus distintas manifestaciones de la cerámica,

cestería, orfebrería, torno, decorado, etc., se remonta a la artesanía chibcha, con aportes

posteriores de la técnica española y con variantes propias de la técnica mixta.50

Una de las manifestaciones más típicas de la Artesanía boyacense es la CERAMICA, la

cual obedece a una tradición chibcha y se presenta como una supervivencia indígena en el

pueblo boyacense. Los españoles hicieron algunos aportes en cuanto a las técnicas lociadas

y la diversidad de figuras.

En la cerámica boyacense se destaca la elaborada en RAQUIRA, cuya tradición data de

muchos siglos antes de la llegada de los españoles; a esta industria primitiva se le sumó en

la aculturación el vidriado español. Los pueblos cercanos a Ráquira y Tinjacá fueron

llamados por los cronistas españoles "Pueblos de olleros" por la proliferación y magnífica

calidad de la cerámica. La cerámica de Ráquira presenta un carácter esencialmente

folclórico: figuras antropomorfas y zoomorfas; los inmortales caballitos de Ráquira,

pesebres o nacimientos, mercaderes, músicos, muñecos y terracotas, figuras jocosas y de

gran ingenuidad; utensilios de cocina, vasijas de barro, adornos de mesa, sala, etc. Una de

las muestras de exposición más auténticas de Boyacá se encuentra en la hacienda particular

de la familia Zubieta entre Villa de Leyva y Sáchica.

En la elaboración de ollas y otros objetos de arcilla de gran utilidad para las labores caseras,

sin un sentido artístico como el de Ráquira, son importantes los centros de artesanía en la

vereda de los TUATES en Belén de Cerinza y en la región de Tutasá. Son típicos las

múcuras, chorotes, jarras, cuencos y ollas de diversas formas.

50

Sobre la artesanía boyacense consúltense los siguientes estudios: Pablo Solano, "ARTESANIA

BOYACENSE", Bogotá, Artesanías de Colombia, 1974. Yolanda Mora de Jaramillo, "ARTES Y

ARTESANIAS POPULARES" Bogotá, 1969.

Page 132: El pueblo boyacense y su folclor

132

Cerámica Tradicional de tos Tuatés. (Belén).

Existe en Boyacá un tipo característico de cerámica vidriada en Chiquinquirá, la Capilla y

Umbita. En los últimos años Artesanías de Colombia y el gobierno nacional han impulsado

los centros artesanales, especialmente en Ráquira. Otro lugar de tradición alfarera en

Boyacá es la vereda de Morcá, cerca a Sogamoso.

Otra de las ricas fuentes de Artesanía boyacense la constituyen los TEJIDOS, también con

orígenes chibchas y aportes hispánicos. Los chibchas desarrollaron una industria de los

tejidos con gran variedad de fibras vegetales, entre las cuales destacamos el fique y el

algodón. Según la tradición, Bochica en sus predicaciones enseñó la manera de hilar el

algodón y de tejer y adornar las mantas, los chircates, líquiras, llillas, chumbes, etc., y

demás elementos del traje chibcha. La aculturación española enriqueció esta artesanía con

el aporte de la lana, la organización de los telares, la aplicación de diseños, ornamentación,

etc.

Los campesinos boyacenses perpetúan la tradición aborigen en sus magníficos tejidos de

lana, con la confección de ruanas, bayetones, mantas, cobijas y otros objetos. En la

ornamentación de esta artesanía, persisten en el dibujo, la forma o el color, las

supervivencias chibchas e hispanas que intercambiaron sus aportes culturales. Las regiones

tradicionales en la producción de los tejidos son el Valle de Sogamoso, Güicán, El Cocuy,

Chiscas, Chita, Busbanzá, Floresta, Tunja, Coper, Tinjacá, Sutamarchán, Ramiriquí,

Umbita, Sativanorte y otros; en unos hay predominio de tejidos de lana; y en otros de fique,

algodón, etc.

Uno de los centros artesanales más importantes de tejidos de lana en Boyacá, es la

población de Nobsa entre Duitama y Sogamoso; en la misma forma Iza; en Santa Rosa de

Viterbo son especiales en la elaboración de los tejidos y gualdrapas de lana las veredas de

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133

Cuche, Gachavita y la Creciente. Los campesinos y gentes de los pueblos tejedores hacen

diversidad de tejidos: Magníficas cobijas de lana elaboradas en Busbanzá, Umbita,

Viracachá, Susacón, Nobsa, Iza, Sativanorte y otros pueblos.Mantas de lana y algodón;

colchas trabajadas en Monguí; frazadas; pañolones bordados a mano hechos en Guayatá,

Jericó y Sativanorte entre otros pueblos. Elaboran asimismo las ruanas de lana, lienzos,

alfombras, tapetes y pretales (pueblo de Tipacoque); la mantelería es muy típica de

Duitama y las monteras en Samacá.

Debemos destacar que en el ramo de los tejidos la provincia de Tunja ocupó el primer

puesto en la industria artesanal en el Nuevo Reino, en los siglos del coloniaje. Sus

productos eran llevados a la Costa Atlántica, Gobernación de Popayán, Antioquia y

exportados a la metrópoli española. Esta industria artesanal decayó cuando se implantaron

en la Gran Colombia las medidas de libre cambio en el comercio, las cuales hicieron

posible la invasión en gran escala de las mercancías europeas, especialmente inglesas, en el

período post-independiente que ha sido conocido como de la "Anglomanía". Se instauró el

desprecio por lo nativo y se estimuló el comercio de mercancías inglesas; esta tendencia

llevó a la decadencia económica de Boyacá. En 1882 se instaló la industria textilera en

Samacá; la primera que a nivel técnico industrial se estableció en Colombia; esta industria

decayó en la primera mitad del siglo XX y fué absorbida por la industria textilera de

Antioquia.

Otro de los renglones importantes en la artesanía boyacense es el FIQUE con el cual se

hacen numerosos objetos y prendas de vestir: alpargates y cotizas; alfombras de fique

típicas de Sutatenza; sacos de fique para empaque, elaborados en Guateque, Guayatá, La

Capilla, Sutatenza, Santa Sofía; aperos de cabeza, hechos en Tenza; enjalmas en Garagoa;

guambias, nasas para pescar, elaboradas en Togüí; harnerostípicos de Soatá; bellas figuras

estilizadas hechas de fique (Cristos, árboles, campesinos, bailes, representaciones

antropomorfas, zoomorfas, etc.) hechos en Pesca; miniaturas en fique (sombreros,

alpargatas) típicos de Soatá. La manufactura de lazos es típica de Rondón, Guacamayas y

Garagoa; se han popularizado en diversidad de pueblos los trabajos de fique para mochilas,

cestos, cordeles, bolsos, tapetes, bandejas, papeleras, etc.

En Firavítoba se concentra en gran parte, la producción de la alpargata de fique que

utiliza el campesino boyacense; es una tradición que se proyecta desde la época colonial. Es

asimismo importante en los productos de fique, el pueblo de Tipacoqueen el norte de

Boyacá en donde elaboran tapetes, individuales, alpargatas y diversidad de artículos

artesanales. Dignos de mención son asimismo los pueblos de Betéitiva, Soatá, Guacamayas,

Zetaquira, Rondón, Miraflores, Tinjacá y Villa de Leyva (mochilas, capoteras y pesos).

Otro de los ricos veneros de la artesanía boyacense lo producen los múltiples objetos

hechos en ESPARTO: cestos, canastos de diversos tamaños y formas (Uno de ellos es

el "guachubo" en forma redonda, muy utilizado por los campesinos para sus compras);

Page 134: El pueblo boyacense y su folclor

134

individuales, roperos, pequeñas lámparas, sombreros, coladores, ruedos, etc. El esparto es

elaborado fundamentalmente por los campesinos en las veredas; destacamos los centros de

Cerinza, Tuta, Tunja, Ráquira, Belén, etc.

En la artesanía popular boyacense son típicos los SOMBREROS, elaborados en diversos

materiales y estilos. Así son característicos los sombreros de tapia pisada, elaborados en

Villa de Leyva, los sombreros de tamo de cebada, trabajados en Chitaraque;

los sombreros de paja de esparto hechos en Ráquira; los sombreros de caña de azúcar,

confeccionados en Valle de Tenza; los sombreros de pico trabajados en Soatá;

los sombreros de ramo elaborados en La Capilla y los sombreros de pajahechos en

Guayatá, Sutatenza y Guacamayas.

La artesanía folclórica de Boyacá presenta también magníficos trabajos en CERDAque son

de gran utilidad y curiosidad. Se utilizan las crines y colas de caballos, o las colas del

ganado vacuno para la elaboración de cestos de cerda, coladores, cedazos, lazos trenzados,

cinchas, frontales y pellones; en esta línea de artículos los centros de producción más

importantes son Aquitania (Pueblo Viejo), pueblos y veredas de los alrededores de la

laguna de Tota y en el válle de Tenza. Los artículos verdaderamente artísticos hechos en

cerda son elaborados en el municipio de Tenza; allí los artesanos hacen miniaturas en cerda

que son de excepcional primor y requieren de gran habilidad manual; encontramos allí

diminutos collares en cerda, canastos en miniatura, bellísimas y variadas flores en

miniatura, alpargaticos, muñequitos en cerda, anillos, sombreros de diversos tipos en

miniatura, etc.

Otro tipo de trabajos artesanales de Boyacá lo encontramos en la elaboración de los objetos

hechos con CAÑA común, o "CHIN" (cañabrava). Con ella elaboran los campesinos una

diversidad de cestos, canastos y canastillas con o sin tapa, jaulas, artículos de juguetería,

capadores, baúles, pañaleras, roperos, etc. La producción más importante se encuentra en

Tenza, La Capilla, Tibaná, Sutatenza y otros pueblos del Valle de Tenza.

La elaboración de los cestos y canastos presenta uno de los aspectos importantes en la

artesanía boyacense. Típicos son los cestos de caña trabajados en Tenza y La Capilla;

los canastos gallineros de Labranzagrande; los canastos graneros de Tibaná; canastos de

diversos tamaños y variedades de Tenza y Sutatenza; canastos de paja de la vereda la

Laguna en Chiquinquirá.

Junto con la cañabrava destacamos también los objetos artesanales elaborados

en BEJUCOS y CHUSQUES, en especial en las zonas frías del norte y en los límites con

Santander, en especial en Villanueva, Carmen, Santa Ana, Santa Bárbara, Becerra, Peña

amarilla y otras.. Con bejucos y chusques elaboran los campesinos diversidad de canastas,

paneras, pañaleras, portavasos, revisteros, pequeñas lámparas, etc.

Page 135: El pueblo boyacense y su folclor

135

Otro renglón importante de la artesanía boyacense es la TAGUA muy típica de

Chiquinquirá. Con las semillas de la palma de marfil obtenida en la región del Carare,

pulidas en tornos y teñidas con colorantes químicos, elaboran diversas figuras muy típicas

de la artesanía boyacense: figuras antropomorfas, zoomorfas, troncos de árbol, guitarras,

botellas en miniatura, cuadros campesinos, danzas, campesinas hilando, campesinas con sus

niños, pares de enamorados, llaveros en diversas formas y multitud de adornos con temas

diversos. Con tagua se hacen botones, pipas, camándulas, relicarios, figuras de santos,

pequeños altares, y una diversa gama de recuerdos turísticos.

Chiquinquirá se caracteriza también por la fabricación de INSTRUMENTOS

MUSICALES, especialmente guitarras, tiples, bandolas y requintos en diversas calidades y

tamaños. Es el centro artesanal de instrumentos musicales más importante de Colombia.51

En la artesanía boyacense son de especial importancia los trabajos hechos

en MADERA , desde las cocas, trompos, yoyos, cucharas, cucharones, artesas, hasta los

lujosísimos muebles coloniales hechos en Puntalarga, Duitama, Paipa y Nobsa. Para la

elaboración de las artesanías de madera, se utilizan diversas variedades: cedro, nogal, pino,

encino, caoba, guayacán; asimismo utilizan el higuerón, aliso, yuko, sauce, etc.

En los trabajos de madera se destacan los hechos en Socha, Belén, Rondón, Chiquinquirá,

Duitama, Paipa y otros lugares. Diversos objetos se elaboran en madera, unos como

elementos domésticos, otros en formas de adornos y juguetes y otros en bellos y variados

muebles: artesas, morteros, molinillos, vasos, copas, ceniceros, cucharas, cucharones,

cocas, trompos y otros utensilios torneados en Chiquinquirá. En la artesanía de los

"muebles coloniales" de Puntalarga, Duitama, Nobsa, Paipa y Sogamoso encontramos una

variedad de sillas, sillones, varqueños, arcones, camas, mesas, escritorios, escaños,

escabeles, mesitas de centro, etc.; esta artesanía constituye uno de los atractivos más

recientes de la artesanía boyacense.

Otras variedades de artesanías encontramos en los pueblos boyacenses: En Nobsa son

características las campanas, pailas, peroles de cobre y otros objetos de fundición;

los curtidos de cueros son característicos de Santa Rosa de Viterbo, Nobsa, La Capilla y

Tinjacá: las máscaras matachín especiales para las fiestas populares son típicas de Tibaná

y otros lugares de Boyacá; la losa de arcilla de Sutamarchán; asimismo otros objetos

artesanales dignos de estudiar en la variada artesanía popular, una de las más

representativas de Colombia.

51

Andrés Pardo Tovar y Jesús Bermúdez Silva, "LA GUITARRERIA POPULAR DE CHIQUINQUIRÁ",

Bogotá, Universidad Nacional, 1963.

Page 136: El pueblo boyacense y su folclor

136

Un panorama general de la artesanía boyacense nos indica la profundidad de la cultura

popular de Boyacá; la importancia de los diversos aportes chibchas y españoles y la

presencia del mestizaje etno-cultural.

Artesanías Boyacenses.

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