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Cuaderno deTrabajo Nº 30 Enero de 2004 Departamento de Historia El PRT-ERP: Nueva Izquierda e Izquierda Tradicional Eduardo Weisz Estudios críticos sobre Historia Reciente Los ‘60 y ‘70 en Argentina Parte I

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Cuaderno deTrabajo Nº 30Enero de 2004

Departamento de Historia

El PRT-ERP:Nueva Izquierda e Izquierda Tradicional

Eduardo Weisz

Estudios críticos sobre Historia Reciente

Los ‘60 y ‘70 en ArgentinaParte I

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Eduardo Weisz es Licenciado en Sociología, Docente en la Facultad de Ciencias Sociales(UBA) e Investigador del Centro Cultural de la Cooperación.

El PRT-ERP:Nueva Izquierda e Izquierda Tradicional

Eduardo Weisz

Estudios críticos sobre Historia Reciente

Los ‘60 y ‘70 en ArgentinaParte I

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CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN

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Índice general

A modo de presentación 7El PRT-ERP: 13Nueva Izquierda e Izquierda Tradicional 13I Introducción 14II La presencia de la IT en el desarrollo del PRT 19

A Los orígenes del PRT 19B La relación con la Cuarta Internacional (CI) 22

III Nudos problemáticos 26A Espontaneísmo 26B Separación entre partido y ejército 30C Separación entre teoría y praxis 33

a) Foquismo y lucha armada 34b)Cuarta Internacional 35

D Internacionalismo 37Palabras finales 41Bibliografía 43

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Con esta publicación iniciamos una serie titulada «Estudioscríticos sobre Historia Reciente. Los ‘60 y ‘70 en Argen-tina», que refleja el trabajo de un grupo de investigaciónconstituido en el Departamento de Historia del Centro Cul-tural de la Cooperación, dedicado a la historia argentina delos años ‘60 y ‘70, en una tarea en que jugó un papel desta-cado el intercambio y discusión entre sus miembros, asícomo las sugerencias y aportes críticos del resto de losintegrantes del Departamento. Daremos a la luz cuatro tra-bajos breves, que estudian diversos aspectos del período,en sendos cuadernillos. Se trata de: «PRT-ERP: Nueva Iz-quierda e Izquierda Tradicional», de Eduardo Weisz, «Mili-tancia e Historia en el peronismo revolucionario de los años‘60: Ortega Peña y Duhalde», de Ariel Eidelman, «Historiaen celuloide: Cine militante en los ‘70 en la Argentina», dePaula Halperín, y «Mujeres, complicidad y estado terroris-ta» de Débora D’Antonio.La reconstrucción y análisis de las luchas populares de ladécada de los ‘60 y los primeros ‘70, de esa enorme ‘ola’ deradicalización del conflicto social y de la contestación polí-tica, que respondía en sus líneas generales a un fenómenomundial, pero que tuvo ritmo y modalidades característicasde este rincón del mundo, es un imperativo cada vez másnecesario a la hora de comprender el presente y el futurocercano. Y ha despertado últimamente un interéshistoriográfico, que se refleja en una producción en gradualascenso, tanto en calidad como en cantidad. Desde el omi-noso manto de silencio de los años ‘80, emparentado conuna asunción, explícita o implícita de la creencia en los ‘dosdemonios’, a unos avanzados años ‘90 signados por varia-dos y a menudo rigurosos análisis que se extienden sobrevariados conflictos sociales y diversas organizaciones po-líticas de la época, hay ya todo un camino recorrido.El proceso argentino de los años recientes ha venido a cons-tituir, per se, una desmentida a las ideas al uso en los años‘80 y ‘90, en cuánto a que la política se había vuelto defini-tivamente un espectáculo, algo que se hacía en los medios.Los sucesos de diciembre de 2001 en adelante, el auge demodos de organización de las clases subalternas como losmovimientos de trabajadores desocupados, las asambleasbarriales, las fábricas recuperadas, tienden un puente entrelas dos épocas. ‘Acercan’ la década de los ‘60, la sacan del

A MODO DEPRESENTACIÓN

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pretendido lugar de pasado muerto, de restos arqueológi-cos quizás venerables de un período que supuestamenteya no tenía nada que decirle al presente, para re-significarlacomo un cantero de experiencias, de prácticas, de análisisque, a partir del indispensable reconocimiento de las gran-des transformaciones producidas a escala mundial y local,pueden ser materia aprovechable para orientar la experien-cia en el presente y el futuro inmediato. Y así se abre unespacio para una aproximación a ese pasado que no se con-forme con la ‘recuperación’, con el registro de testimoniosy la reconstrucción de los hechos, que primaron en los años‘80 y primeros ‘90. Pero que tampoco le dedique la miradaadusta del académico que sólo busca un tema para su in-vestigación, al que le basta encontrar algo ‘interesante’ entérminos de sus reducidos objetivos, para hacer su disec-ción sin compromiso ni pasión.La época no es, en los trabajos que presentamos, un cuerpomuerto a disecar para descubrir post-mortem sus problemasy ‘patologías’, sino el punto de partida para la búsqueda deuna continuidad, de un re-encuentro crítico, riguroso por suintencionalidad política en el sentido amplio del términoEn los cuatro estudios que componen esta selección, subyacela cercanía intelectual y también emocional, con el tema ana-lizado. En algún pasaje se explicita, incluso «nos ha resulta-do difícil tomar distancia de una organización en la que milesde personas dieron sus vidas por un proyecto de sociedaddiferente, enfrentando con enorme firmeza todo tipo de bar-baries por parte del Estado burgués...». Esa saludable asun-ción de no neutralidad entre el proyecto social de transfor-mación, por un lado, y la barbarie dedicada a conservar ladesigualdad y la injusticia contenida en el orden establecido,puede extenderse, sin duda, a los cuatro trabajos.Todos ellos contienen, presuponen, una toma de partido.Esa toma de posición no excluye ni la distancia crítica nece-saria (precisamente a partir de reconocerla dificultosa, enfunción de la identificación general con los objetivos dequienes luchaban por una transformación revolucionaria),ni la preocupación por construir las herramientas concep-tuales necesarias para garantizar un análisis riguroso. Todoello está presente, de distinta manera, en los distintos escri-tos. Late en ellos una pasión militante, compatibilizada conel rigor crítico y la imparcialidad en la reconstrucción de los

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hechos y su interpretación. En todos ellos se bucea enaspectos distintos a los más conocidos y estudiados, y seproponen interpretaciones apartadas de la ‘corriente prin-cipal’, que en algunos casos chocan con el sentido comúnimperante tanto en ámbitos políticos como académicos.Cada artículo escoge y construye su objeto de análisis demanera diversa: La conformación ideológica y los debatesde una organización armada situada en el cruce entre eltrotskismo y la ‘nueva izquierda’ inspirada en las luchas de‘liberación nacional’; la biografía intelectual y política dedos grandes intelectuales de la izquierda de la época, conespecial atención en su multiforme inserción en la luchapolítica e ideológica, los movimientos cinematográficos quepostulaban su realización artística como una contribucióndirecta a la lucha revolucionaria en general y a la toma deconciencia de las masas explotadas en particular. Y el artí-culo de D’Antonio toma ‘el otro lado’. Una perspectiva degénero que explora el lado oscuro de la presencia y la ac-ción femenina en aquellos años, al abordar las complicida-des de mujeres en la dictadura, en diferentes roles, desde laparticipación en la propaganda a favor del ‘Proceso’, hastael caso de las presas y secuestradas que ‘colaboran’ con elbando represor y llegan a participar en la tortura.En el conjunto de los análisis subyace la perspectiva mar-xista como un punto de partida, que se enriquece con otrosenfoques, como la perspectiva de género, o el concepto de‘inconsciente político’ que contribuyen a ampliar el enfo-que marxista al combinarse con él con una orientaciónemancipatoria.En los trabajos de Eidelman, Halperin y Weisz, hay unapreocupación por indagar en las ideologías y las mentalida-des concretas que incidían en el clima de época y articula-ban las propuestas revolucionarias. Así aparece el contra-punto entre el marxismo y el nacionalismo revolucionario,desplegado en relación con las experiencias de descoloni-zación y las revoluciones en sociedades ‘periféricas’ al cen-tro capitalista, así como el vínculo entre el complejo de ideasy prácticas que suele denominarse ‘nueva izquierda’, y lasvertientes de la izquierda tradicional, como el trotskismo.Halperín toma como eje la comparación entre un movimien-to artístico de inspiración nacionalista popular y otro mar-

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xista, enfocando además las ideologías en su proyecciónestética, entendiendo a su vez de modo diferente su rela-ción con los destinatarios de la obra, a la que en amboscasos se asume como una herramienta de creación de con-ciencia transformadora, pero con distinto alcance y asun-ción de mediaciones. Subyace una hipótesis provocativa,que fundamenta la existencia de una paradoja: La superficiepopulista escondería un exacerbado ‘vanguardismo’, queen un sentido menosprecia a las masas, mientras en voz altalas exalta. Junto a ese paternalismo inconfesado, el trabajodestaca al mucho menos conocido movimiento Cine de laBase y a su principal mentor, orientados a dejar al especta-dor un espacio de elaboración, de producción de conclu-siones no predeterminadas por los productores del ‘mensa-je’. El trabajo se articula así sobre un sempiterno debate enel terreno del arte de intención política, que devela a su vezformas diferentes de entender la lucha por la hegemonía, yla transformación social en su conjunto.Eidelman hace centro en la trayectoria de dos destacadosintelectuales de la izquierda de la época, dos hombres quepartieron de la izquierda marxista para anclar en el nacionalis-mo revolucionario, sin dejar de buscar un marxismo ‘auténti-co’. Y que en su transcurrir aunaron, en una combinaciónque sólo puede parecer extraña a quien no conoció aquél‘clima de época’, la militancia urgente atada a lo cotidiano (ladefensa de presos, la prensa periódica), con el estudio y lareconstrucción del pasado. Un trabajo histórico, que comodesentraña fundadamente Eidelman, no era pensado en elfondo como otra cosa que un modo peculiar de contribuir a lacrítica de la visión del mundo de la ‘oligarquía’ ese nombreconfuso en su denotación teórica, pero políticamente eficazen los tiempos que corrían. A partir de la exploración de eseitinerario, Eidelman posa su atención sobre lo que llama ‘laconstrucción de un sentido del pasado para el presente’, quetiñe la lectura no sólo de la historia sino de las luchas socia-les y políticas del presente de buena parte de esa generación,convencida de estar librando una lucha, idéntica en su senti-do esencial, al de las montoneras del siglo XIX., ese empeñoen «demostrar que los problemas del pasado y del presenteson los mismos y que las respuestas del siglo XIX son toda-vía vigentes.». Y que a partir de allí pensaba y vivía el conflic-to como uno entre el imperialismo y la ‘oligarquía’, y el ‘pue-

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blo-nación’ con la referencia clasista en un lugar subordina-do y esporádico. La indagación en las limitaciones y contra-dicciones engendradas por ese enfoque, y su posible pre-sencia entre los factores ideológicos de la derrota, parecesurcar todo el trabajo.Weisz se dirige a explorar el itinerario de una organizaciónque, en más de un sentido, significó una combinaciónirresuelta entre la izquierda tradicional y la ‘nueva izquier-da’, en una trayectoria que combinó el indigenismo de raízaprista de los orígenes, con la fusión con una corrientetrotskista, y que sufrió la influencia de los procesos dedescolonización y de la revolución cubana. Se detiene elautor en el componente internacionalista del PRT-ERP, y enlas distintas formas de llevarlo a la práctica que supo culti-var a lo largo de su trayectoria, influidas por su relación condistintas vertientes de la izquierda mundial. Y en general,en la influencia que el trotskismo, seguida a través de laconvivencia inicial con el ‘morenismo’ en la misma organi-zación, la permanencia de numerosos militantes de ese ori-gen en la fuerza surgida de la ruptura, y las cambiantesrelaciones con el centro internacional del trotskismo. Todoel artículo está asimismo recorrido por una constataciónque llama a la indagación crítica: Desde la adhesión explíci-ta al marxismo-leninismo, el PRT consiguió una fuerte adhe-sión incluso en el seno de la clase obrera, de amplia mayoríaperonista. Sin dejar de manifestarse allí la tensión entre elcomponente marxista y las influencias nacionalistas revo-lucionarias, que se señalan una y otra vez, rastreándolasincluso en el lenguaje ostensiblemente patriótico utilizadocon frecuencia, fue el primero el que predominó.Diferente, sin dejar de estar articulada con el resto, es lainvestigación de Debora D’Antonio. Ella ha optado (inclu-so yendo contra la corriente de prevenciones de colegas,como anota en su texto), por el ‘otro lado’, el de los represores,el de quiénes se encargan de destruir a un movimiento con-testatario que había alcanzado un nivel de masas y un ricoarco de manifestaciones. En este caso con una perspectivade género, se analiza el rol de las mujeres partícipes o cóm-plices de la represión, incluyendo quizás la franja mas difícilde tratar para una estudiosa de izquierda, el de aquéllas que‘cambiaron de bando’ convirtiéndose en ‘colaboradoras’en diverso grado y modalidad. Toca allí un tema sensible en

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los movimientos revolucionarios, especialmente en los ‘de-rrotados’ y busca analizarlo sin limitarse a un repudio com-pleto y global, sino tratando de discernir los ‘grises’, y decomprender las razones de lo ominoso en lugar de exorcizarlocon velocidad incompatible con el rigor. Así se interna aconciencia en terrenos resbaladizos, como por ejemplo lade los complejos vínculos sentimentales establecidos entrerepresores y secuestradas y las contradicciones que a aqué-llos se les plantean a partir de los mismos. O el del papel quejugó el estereotipo conservador de mujer que la dictaduratrató de imponer, para generar las complicidades y abjura-ciones más abyectas. El ‘descenso a las tinieblas’ presididopor un espíritu riguroso y crítico ha sido una de las líneasde investigación fecundas que ha insinuado la historiografíaargentina sobre la dictadura, y creemos que el trabajo deD’Antonio avanza con coherencia sobre esa dirección.Los cuatro artículos que damos a publicidad tienen tambiénen común la impronta generacional. Están escritos por in-vestigadores de una generación que no vivió esos hechos,que nació casi junto con los mismos, que se vincula conellos por una elección consciente y no por haber estadovitalmente implicados de modo directo. Participan, juntocon el trabajo de otros estudiosos de la misma generación,de una mirada enraizada en la de generaciones anteriores,pero forzosamente diferente. Forman parte de hecho de unarenovación historiográfica, y transmiten la aspiración detomar parte en una renovación política.

Daniel Campione

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El artículo que presentamos aquí se enmarca en un trabajode mayor envergadura sobre el Partido Revolucionario delos Trabajadores. No es el objetivo de ese trabajo, ni, ob-viamente, el de este artículo, hacer una historia exhaustivade esta organización, sino que hacer un recorte para abo-carnos a determinados problemas políticos que nos pare-cen relevantes.Hace algunos años que comenzamos a interesarnos en elPRT, y en todo momento nos ha resultado difícil tomar dis-tancia de una organización en la que miles de personasdieron sus vidas por un proyecto de sociedad diferente,enfrentando con enorme firmeza todo tipo de barbaries porparte del Estado burgués.Pero a su vez, al pensar la década del ’70 y en este caso elPRT, no queremos solamente analizar una organización quehace más de veinticinco años fue desarticulada por la repre-sión estatal, sino que, al contrario, tratar de sacar de esaexperiencia enseñanzas para hoy, para pensar las variablesque atraviesan a la necesaria construcción de un proyectoemancipador. Con este objetivo, creemos que es permanen-temente necesario pararse desde la crítica, desde la necesi-dad de superar colectivamente esa experiencia, para que deeste modo ésta pueda transformarse en insumo de la edifica-ción de nuevas herramientas para renovadas tareas.

EL PRT-ERP:NUEVA

IZQUIERDA EIZQUIERDA

TRADICIONAL

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Si el Cordobazo puede interpretarse como una expresión delas transformaciones económicas, sociales y políticas quehabían atravesado el país en los años anteriores, fue tambiénel comienzo de un proceso en el que las luchas populares seintensificaron y radicalizaron, acompañadas por una crecien-te actividad de organizaciones guerrilleras, a las que hastaese momento les había cabido un rol relativamente marginal.El PRT es, sin duda, una de las organizaciones más impor-tantes en el período, no solamente en Argentina sino quetambién en términos latinoamericanos. Su relevancia puedeapreciarse en la influencia política que alcanza en ampliossectores, en su enorme capacidad militar, en su alcance na-cional. En cuanto a sus publicaciones, otro signo de sutrascendencia, esta organización llega a tener dos periódi-cos clandestinos –con tiradas de decenas de miles cadauno-, aparte de un diario, un semanario y una revista –todos ellos legales-, y publicaciones dirigidas a sectoresespecíficos, tales como gremios o sectores juveniles. Va-rios de ellos llegaron a tirar miles de ejemplares.Sin embargo, en cuanto a influencia política Montonerossupera claramente al PRT, y su desarrollo militar es relativa-mente similar. Lo que nos parece específico de la organiza-ción dirigida por Mario Roberto Santucho está dado por suconcepción política, por su adhesión al marxismo leninis-mo, es decir, por haber logrado desde esas posiciones laadhesión de un importante número de trabajadores, en unaclase obrera que era mayoritariamente peronista.En muchas de las entrevistas realizadas en nuestra investi-gación preguntamos especialmente por lo que diferenciabaal PRT del resto de las organizaciones de la época.1 Lasrespuestas hicieron invariablemente alusión a que «noso-tros éramos bolches», o bien se destacaba el énfasis en unaposición de clase, más que en la antinomia liberación o de-pendencia, lo que los había llevado a enfrentar a Perón enpleno auge del entusiasmo suscitado por su retorno al paísy al gobierno.Otro aspecto destacado por nuestros entrevistados fue laforma de organización del PRT, expresado en la separaciónentre el partido –PRT- y el ejército –ERP-, dos organizacionesdiferenciadas, cada una con sus criterios de aceptación demilitantes, de instancias directivas, y hasta incluso con su

IINTRODUCCIÓN

1 Ante las limita-ciones de este

artículo, tomamosacá algunas ideas

extraídas de lasentrevistas

realizadas, pues lasconsideramos

signos de concep-ciones enraizadas

en el PRT-ERP.Dejamos de lado

aquí, por lo tanto,el mayor desarrollo

de la vivenciasubjetiva de estas

concepciones en losentrevistados, asícomo los matices

que en algunoscasos pudimos

apreciar entrediferentes testimo-

nios.

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propio periódico. Esto ciertamente era una singularidad,inexistente en las demás organizaciones de alcance nacionalen el período, y se relaciona con la concepción organizativadel PRT, explícitamente siguiendo al modelo leninista.2

Anclado en las mismas raíces, varios entrevistados hicieronhincapié en el internacionalismo distintivo del PRT, en con-traposición al nacional-populismo de las organizaciones que,en mayor o menor grado, estaban ligadas al peronismo.En todos estos aspectos el PRT se distingue de lo caracte-rístico de lo que se conoce como Nueva Izquierda (NI), yestá, a nuestro entender, fuertemente determinado por surelación con el trotskismo, al que consideramos –como ve-remos- un ala de la Izquierda Tradicional (IT).A su vez, resulta destacable que tres de los trabajos debalance escritos sobre el PRT por protagonistas de su his-toria, encuentran de algún modo en ese trotskismo de ori-gen la causa de sus problemas. Gorriarán Merlo -en un librocon formato de entrevista, a cargo de Samuel Blixen, publi-cado en 1987-, Julio Santucho -en su balance aparecido en1988-, y Amilcar Santucho –en la historia de la organizaciónproducida por quienes se denominaban PRT en 1990-, se-ñalan o bien directamente al trotskismo o más indirecta-mente a la falta de raíces nacionales a la hora de encontrar laraíz de los errores cometidos por la organización.3

El objetivo de este trabajo será entonces abordar desdediferentes nudos problemáticos una tensión que recorre alPRT desde su fundación en 1965, la que podemos ubicarcomo una tensión entre dos concepciones, las de la IT y lasde la NI.Es relativamente habitual en la literatura sobre el período eluso de estos términos, NI e IT, como categorías que porsupuesto encierran también heterogeneidades y compleji-dades pero que nos parecen analíticamente apropiadas parapensar dos tipos decisivos de concepciones revoluciona-rias que atraviesan el s. XX, y que tienen una fuerte presen-cia en el período del ’60-’70 en la Argentina. Sin embargo,dada la complejidad de estas categorías querríamos en pri-mer lugar explicitar el uso que haremos de ellas.Existe por un lado una concepción heredera de la tradiciónde la revolución rusa de octubre del ’17, es decir, de susreferentes teóricos y de las características del proceso que

2 En este aspecto,como veremos, no

es menor lainfluencia también

de la experienciavietnamita.

3 Cfr. Blixen,Samuel, Conversa-

ciones conGorriarán Merlo.Editorial Contra-

punto, Bs As,1987. Santucho,

Julio, Los últimosguevaristas.

Surgimiento yeclipse del EjércitoRevolucionario delPuseblo. Puntosur,

Bs As, 1988.Dirección del

Partido Revolucio-nario de los

Trabajadores,Historia del PRT,Edit. 19 de Julio,

1996.

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desembocó en la misma. Consideramos a las corrientes enlas que predomina este modelo, como partes de la IT.Por otro lado, el proceso de descolonización de los años’50, la revolución vietnamita, y, sobre todo en América Lati-na, el proceso liderado por Fidel Castro y el Che Guevara enCuba, dio lugar a una concepción distinta. Apostando adiferentes sectores sociales, con otras lógicas organizativas,dando decisiva importancia a la lucha contra el imperialis-mo, y sobre todo, con un importante énfasis en la luchaarmada, son éstas las corrientes que constituyen la NI. In-herente a ésta es la mayor influencia de la problemáticaparticular de las culturas y de los sectores oprimidos encada país. De ahí que, específicamente en Argentina, la com-pleja identidad peronista y, en particular, la Resistencia lle-vada a cabo por sectores que se reclaman de ella, tuvieranun papel decisivo en la mayoría de las corrientes surgidasen estas concepciones que englobamos como NI.Hecha esta primer aproximación, debemos hacer una aclara-ción. Algunas veces, en los trabajos sobre el período, seconsidera a los partidos Socialista y Comunista exclusiva-mente como las expresiones de la IT, mientras que los parti-dos trotskistas se incluyen dentro de la NI. Nosotros, encambio, los consideramos parte de una tradición que seremonta al marxismo europeo de fines del s. XIX y que tieneen la revolución rusa un modelo que sistematiza sus con-cepciones.4 Significativamente, uno de los primeros traba-jos articulados alrededor del uso de estas categorías –el deHilb y Lutzky, de 1984-, comienza definiendo al espacio co-mún a la NI porque

... pertenecen a un mismo período de la historia; nacen, en suforma más definida, en la época que va de la revolución cubanahasta poco después del Cordobazo (la década de los años 60, deahí que los denominaremos «izquierda de los años 60») y sumomento de mayor crecimiento cuantitativo, es en general, desdeel Cordobazo hasta la caída de Cámpora. Con diferencias entrelos grupos peronistas y los no peronistas, todos desarrollan eltema de la revolución como un acontecer cercano y práctico, enparticular el de la lucha armada, sea como práctica inmediata ocomo futuro no lejano, y sobre todo como objetivo buscado.Basándonos en estas características, nos permitiremos estu-diarlos como conjunto.5

Aunque creemos que un poco forzadamente, estos autoresincluyen a los grupos trotskistas en esta definición. Sinembargo pocas paginas más adelante, señalan que

4 En este aspecto,así como en otros

decisivos para susconcepciones,

naturalmente lospartidos Socialistasdeberían analizarse

por separado.

5 Hilb, Claudia;Lutzky, Daniel, La

nueva iaquierdaargentina: 1960/1980 (Política y

violencia). CEAL,Bs. As., 1984, p.8.

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... hasta fines del 72, y en gran medida aun después de esta fechapodemos encontrar grandes similitudes en la concepción con quelos grupos de la NI, a exclusión del PO y del PST, conciben lossucesos que se desarrollan en el país. (De ahora en más nosreferiremos a la NI excluyendo implícitamente al PO y al PST).6

La necesidad de redefinir a la NI con la que se encuentranestos autores, dejando ahora de lado a las organizacionestrotskistas, da cuenta de un problema conceptual de estadefinición, la que se manifiesta incluso en que esas organi-zaciones no habían tampoco nacido en los ’60 –como en laprimer definición de Hilb y Lutzky-, aunque si hayan tenidoun crecimiento cualitativo en ese período. La simpatía haciaposiciones de lucha armada que desarrolla Nahuel Morenoen los ’60 –o a nivel internacional la Cuarta Internacionalmandelista, por ejemplo- no cambian sus características másasentadas e incluso liminares, y de hecho después de unbreve período, éstas son las que se imponen y ambas vuel-ven a sus posiciones clásicas. El incluirlas en la NI oscure-cería este aspecto específico.La definición que al respecto da Pucciarelli, en cambio, cree-mos que no permite distinguir los aspectos más singularesde la NI. Para este autor,

Denominamos por ahora como «Nueva Izquierda» a ese com-plejo y expansivo conglomerado de fuerzas sociales y políticasque, a pesar de no haber generado un actor político unificado,encabezó un vasto proceso de protesta social, confrontaciónideológica y activación política, hacia fines de la década delsesenta. Un haz de fuerzas que, portadoras de programas quecombinaban cuestiones tales como «liberación nacional, «socia-lismo» o «revolución», imprimieron, en la sociedad argentina,los impulsos de una nueva etapa de contestación generalizada.Un lenguaje compartido y un común estilo político que dabancierta unidad «de hecho» a grupos sociales, generacionales yherederos de diversas tradiciones políticas e ideológicas: pero-nismo, izquierda tradicional, nacionalismo y grupos católicosinfluenciados por la «teología de la liberación».(...) Por ello, a pesar de su heterogeneidad, la multiplicidad denexos que fueron estableciéndose entre ellos contribuyó a que sepercibieran y fueran percibidos como parte de la misma trama, ladel «campo del pueblo», y generaran una poderosa «sensación deamenaza» en el gobierno y en los sectores dominantes.7

En esta categoría así definida entra efectivamente un arcodemasiado amplio de las corrientes del período, lo que os-curece su análisis, al menos a los fines de lo que nos intere-sa destacar aquí.

6 Ibídem: p. 23.Política Obrera

(PO) y el partidoSocialista de los

Trabajadores(PST), son los

nombres en eseperíodo de lasorganizaciones

trotskistas dirigidaspor Jorge Altamiray Nahuel Moreno

respectivamente. Aesta última nos

referiremosextensivamente porsu importancia en la

constitución delPRT.

7 Pucciarelli,Alfredo, «Introduc-

ción», enPucciarelli, Alfredo

(comp), Laprimacía de la

política. Lanusse,Perón y la Nueva

Izquierda entiempos del GAN,

Eudeba, Bs. As.,1999, p.15.

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El PRT, fundado en 1965 a partir de la confluencia de unsector de la IT –la organización trotskista liderada porNahuel Moreno- y una corriente nacionalista con fuerteadmiración por el proceso cubano –la organización lideradapor los hermanos Santucho-, cobijará ambas concepcio-nes, en tensiones más o menos explícitas, y es ésta la pers-pectiva en la que queremos detenernos en este artículo. Nopretendemos impugnar la inclusión -que suele hacerse enlos estudios sobre el período- del PRT-ERP dentro de la NI,sino que mostrar que la influencia de la IT resulta decisivapara entender la especificidad de esta organización y echaluz sobre las observaciones que, recogidas en nuestrasentrevistas, acabamos de comentar.Señalemos, por último, que ambos tipos de concepciones –IT y NI- mantienen cierta presencia en la izquierda argenti-na y mundial actual, aunque, naturalmente, la caída de losregímenes de Europa del Este y la distinta época que transi-tamos han dejado sus huellas en ellas.En un primer apartado describiré brevemente dos procesospolíticos en los que la IT tiene relación directa con el PRT,para poder a continuación centrarme en algunos nudos pro-blemáticos relacionados con esta doble pertenencia con laque proponemos debe entenderse esta organización.

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El Frente Revolucionario Indoamericanista Popular (FRIP) sefunda el 9 de julio de 1961 en Santiago del Estero –provinciaen la que habita la familia Santucho-, como pequeña organi-zación regional. Cuenta con algunos miembros también en laprovincia de Tucumán, en cuya universidad Mario RobertoSantucho estudiaba para Contador Público.La organización se define como un movimiento -no comoun partido-, indigenista –partes de su periódico están enquechua-. Se consideran nacionalistas y antiimperialistas,el marxismo es visto como una concepción incapaz de com-prender la realidad del sujeto histórico en Latinoamérica yel APRA peruano es visto como quien con mayor lucidezcomprendía esta situación.8 Desde esa posición defiendenel proceso iniciado en 1959 en Cuba, aunque negando laacusación del imperialismo de que se trate de una revolu-ción comunista.9 Agreguemos que Hernández Arregui yJauretche están entre sus referentes.En enero de 1961 Roby, junto con su mujer, comienza unviaje por América que lo llevará a Cuba, donde entrará encontacto con los líderes de la revolución y en el que recibiráinstrucción militar. Allí, el 26 de abril, presenciará el discur-so en el que Fidel proclama el carácter socialista del proce-so cubano. Algunos trabajos sobre el PRT encuentran enesta experiencia en la isla el principal factor de radicalizaciónde Santucho.10

Pocos meses después de su regreso al país -en septiembrede 1961-, Santucho participará de los movimientos de luchade los cañeros y trabajadores de los ingenios tucumanos,proceso en el que entablará relaciones con militantes de laorganización trotskista Palabra Obrera,11 y comenzará a co-nocer las posiciones de esta corriente. En esta relación tam-bién puede, por otro lado, ubicarse la causa de laradicalización del FRIP, como sostiene Amilcar Santucho.12

Más allá del peso de uno u otro factor en la adopción deposiciones socialistas y marxistas –ambos nos parecen in-soslayables-, dan cuenta de los dos polos que determina-rán las concepciones del PRT: el de la NI a través de larevolución cubana, y el de la IT por medio de la relación conla trotskista Palabra Obrera.Por otro lado –trazando ahora un puente entre ambas con-cepciones-, Palabra Obrera atravesaba una etapa de gran

I ILA PRESENCIADE LA IT EN ELDESARROLLO

DEL PRTA

LOS ORÍGENES DELPRT

9 Cfr. BoletínMensual del FRIP,

Nº1, Oct. 1961.10 Cfr. Santucho,

Julio, op. cit, p.114. Mattini, Luis,Hombres y mujeresdel PRT-ERP, De laCampana, La Plata,

1995, p. 27.Gorriarán Merlo,E., Memorias de

Enrique GorriaránMerlo. De los

Setenta a LaTablada, Planeta,Bs. As., 2003, p.35, para quien en

Cuba Santucho «...comenzó a creer

que el socialismoera lo más justo que

se podía hacer encuanto a un régimen

social.»

12 Cfr. Direccióndel Partido

Revolucionario delos Trabajadores,

op. cit, p. 9.

8 Cfr. Secretaríaideológica del FRIP,

«Lucha de los pueblosindoamericanos», en

De Santis, A vencer omorir. PRT-ERP

Documentos, Eudeba,Bs As, 1998, p. 43-57.

11 Nombre hasta launificación con el

FRIP de laorganización

morenista.

20

afinidad con la guerrilla y con el proceso cubano. En marzode 1962 Moreno publicaba La Revolución Latinoamerica-na, una compilación de intervenciones escritas y orales,cuyo tono está dado por la idea que «las etapas de la revo-lución cubana deben ser estudiadas cuidadosamente ya queen cada país del continente el proceso se cumplirá en formamuy parecida».13 Esta mirada sobre la revolución cubana,afín a la de la NI, lleva a Moreno a sostener explícitamente lanecesidad de romper con ciertos moldes de la concepciónrevolucionaria tradicional, pues «la lucha armada es un mé-todo permanente de las masas y los revolucionarios»14, y«una nueva situación objetiva (...) le obliga [al marxismo] aquitarse su antiguo velo europeo. Desde Marx a Lenin yTrotsky, dicho velo era correcto, pues la revolución era eu-ropea. Pero desde la última posguerra, el velo nos dificultay entorpece la visión».15

Agreguemos también que la relación con el morenismo Robyla establece a través de un militante de esa organización,Santilli –enviado a Tucumán por el partido a fines de 1960-,quien formará parte de una fracción de Palabra Obrera queseguirá consecuentemente las posiciones pro-lucha armadade Moreno: ya fuera de la organización -poco tiempo des-pués, habiendo cambiado Moreno sus posiciones-, formaráparte del grupo de militantes que, dirigidos por ÁngelBengochea, morirán en un accidente manipulando explosi-vos a punto de ser enviados a Tucumán para armar allí laguerrilla. Es decir que la aproximación de Santucho a la IT seda a través de una fracción de la misma que coyunturalmentese distanciaba de esas concepciones, y por medio de loscompañeros que más consecuentemente iban a llevar ade-lante dicha diferenciación. Sin embargo, los Santucho acom-pañarán el retorno de Moreno a sus posiciones más orto-doxas, y se apropiarán –al menos formalmente- de parte deéstas.En julio de 1964 el FRIP y Palabra Obrera firman un acuerdode trabajo en común que implica el intercambio de delega-dos en los organismos de dirección de cada organización, yen mayo de 1965 fundarán entre ambas organizaciones elPRT, sobre la base de documentos escritos casi en su tota-lidad por el morenismo.16

Desde esta fundación, hasta la ruptura en enero de 1968,habrá crecientes diferencias y desconfianzas entre ambas

13 Moreno, Nahuel,La Revolución

Latinoamericana.Ediciones PO, Buenos

Aires, 1962: p. 48.14 Ibíd.: p. 72.15 Ibíd.: p. 69.

16 Al FRIP se leasignó la tarea depresentar para el

Congreso fundacionalun documento sobre

la situación en elNorte del país –su

ámbito específico demilitancia-. FranciscoRené, el mayor de los

Santucho, presentóun trabajo escrito en

1962. De las actas delCongreso se despren-de que recibió críticastan demoledoras por

parte de Moreno ysus compañeros, quedebió ser reescrito, lo

que fue hecho porRoby y publicado en

abril de 1966 en larevista partidaria

Estrategia como «4Tesis sobre el NorteArgentino». Señale-

mos, por ejemplo,que si antes se veíantres sectores dentro

de la burguesía, de loscuales dos serían

aliados del proletaria-do en su lucha contrael imperialismo, en el

documento del ’66«la burguesía en su

conjunto es contrarre-volucionaria».

[Santucho, MarioRoberto: «4 tesis

sobre el NorteArgentino». En DeSantis, Daniel, op.

cit., p. 72 Este hechoejemplifica el cambio

de posiciones querealizan los compañe-

21

vertientes del partido, a lo que las cambiantes posicionesde Moreno colaborarán fuertemente.17

La diferenciación decisiva será en torno a la decisión decomenzar a organizar la lucha armada, en particular alrede-dor del proceso iniciado en Tucumán a partir de la resisten-cia al cierre de ingenios por el gobierno de Onganía. Lo queMoreno interpretó como actos desesperados por parte delos sectores despedidos, Santucho lo leería como unaradicalización de los trabajadores que avanzan hacia la lu-cha armada, la que se estaba ampliando –para él- a todo elpaís y que exigía que el Partido se ponga en concordancia ycomience a desarrollar acciones armadas.El PRT-El Combatiente, nombre con el que emerge la organi-zación de Santucho después de la ruptura,18 tendrá ya pocoen común con el movimiento regional que se había unificadocon el morenismo. Toma ya la forma de una organización detipo leninista, con alcance nacional y con referentes en latradición marxista. Mario Roberto Santucho es ya el dirigen-te indiscutido –y lo será hasta su muerte-, pero cuenta concuadros de varias años de experiencia en el trotskismo –16de los 25 miembros del Comité Central del PRT anterior a laruptura se van con Santucho-, lo que lo llevará a nuevasescisiones entre el Cuarto Congreso, inmediatamente des-pués de la ruptura, y el Quinto, en julio de 1970. A su vez, elpartido que emerge de la ruptura plantea explícitamente laconcepción trotskista de la revolución permanente, es sec-ción oficial de la Cuarta Internacional en la Argentina y, fun-damentalmente, es una organización resuelta a comenzar lalucha armada, lo que en pocos meses concretarían.

17 Señalemos quebásicamente, por lo

menos en lo queconcierne a Santucho,Moreno desde el ’62hasta el ’67 pasa pordiferentes posicionesen relación a la luchaarmada. Entre ellas,

en 1967 ante laformación de la

OLAS por parte de ladirigencia cubana,Moreno vuelve a

escribir documentosdel tono del ya

comentado de 1962,i.e. de reivindicación

de la lucha armada.

ros que provienen delFRIP por influencia

del morenismo.Agreguemos, al

respecto, que variashechos de ese primer

período de relacióndan cuenta del

deslumbramientointelectual que

sintieron loscompañeros del FRIP

por Moreno, lo quees destacado por

varios autores. Cfr.entre otros Seoane,

María, Todo o Nada,Planeta, Bs. As,

1997, p. 81 y Pozzi,Pablo, ‘Por las

sendas argentinas ...’El PRT-ERP. La

guerrilla marxista,Eudeba, Bs. As.,

2001, p. 59.

18 La organizaciónmorenista será

llamada PRT-LaVerdad por haberse

quedado con elperiódico de ese

nombre.

22

BLA RELACIÓN CON LA

CUARTAINTERNACIONAL (CI)

Como herencia de la relación con Moreno, el PRT(EC) quedaluego de la ruptura como sección oficial en Argentina de la CIdirigida por Ernest Mandel. El FRIP en su momento habíaaceptado esa relación, más preocupado por cerrar la unifica-ción con Palabra Obrera que por convicción sobre la concep-ción trotskista de internacionalismo. Algunos autores plan-tearán la aceptación de la relación con la Internacional porparte de los Santucho en términos de una transacción en laque habrían cedido en ese punto -que no los convencía- acambio de extenderse, a través de la unificación con elmorenismo a los sectores más dinámicos del movimiento obre-ro del país.1 De hecho, en el congreso fundacional de 1965 sedeja sin resolución la adhesión de la nueva organización a laCI, y recién al año siguiente ésta ingresará formalmente a laorganización dirigida por Mandel.2

Ya a partir de la revolución cubana, y luego tomando aspec-tos de la política internacional de Castro –especialmente laOLAS-, la CI había comenzado un camino de reivindicaciónde la guerrilla, lo que es a nuestro entender el motivo centralpor el cual elegirán al PRT(EC) -luego de la ruptura- comosección oficial en el país, mientras que el morenismo quedaen carácter de sección simpatizante.3 Pocos meses después,en medio de las jornadas de mayo de 1968, Santucho juntocon otros compañeros viajarán a París donde fortalecerán elvínculo con el mandelismo.En diciembre de 1968 tiene lugar el IX Congreso Mundial dela CI. El documento sobre América Latina –en cuya redac-ción participa el PRT(EC)- plantea que el eje de la revoluciónes la guerra de guerrillas, centralmente a través del campesi-nado, independientemente de que exista partido o no: unaposición ciertamente muy poco convencional para la IT ypara el trotskismo en particular.El PRT(EC) después de su IV Congreso –febrero de 1968- sedividirá en tres fracciones. Dos de ellas se oponen al ritmode militarización que plantea Santucho, y ya no estarán enel V Congreso –julio de 1970, en el que se funda el ERP-;aparentemente –según surge de nuestras entrevistas- nisiquiera habrían sido convocadas para participar del mismo.La posición del Congreso es que la lucha fraccional habíasido la manifestación de la lucha de clases dentro de laorganización: la dirección sería el ala obrera y las fraccio-nes, expresión de presiones de otras clases enemigas.4

1 Cfr. Seoane,María, op. cit., p.

82, o Santucho,Julio, op. cit., p.

118.2 En el VIII

Congreso Mundialde la Cuarta que

tiene lugar en Suizaen diciembre de

1965, el delegadoargentino va

explícitamentecomo representante

de una parte de laorganización.

3 Formalmente, laCuarta Internacional

había tomado esadecisión porque el

PRT(EC) se atribuíahaberse quedado

con la mayoría de laorganización. Sin

embargo, elmorenismo tambiénlo hacía, por lo que

creemos que ladecisión responde

fundamentalmente auna orientación

política.

4 Esta caracteriza-ción «de clase» enla lucha fraccional

es, aparte demuchas veces

peligrosa porqueestigmatiza al que

piensa diferentecomo enemigo declase, habitual enlas discusiones alinterior de la IT.

23

En este proceso de rupturas la CI avaló a la dirección. Sinembargo, durante el Congreso se planteó una discusiónporque los congresales pretendían romper con la organiza-ción internacional. Roby, junto con importantes cuadrosque vienen del trotskismo –Joe Baxter, directamente envia-do por la CI, Bonet y Pujals-, apelando a la tradiciónantiestalinista del trotskismo, defendieron quedarse y lo-graron que esto sea lo que se resuelva en el Congreso. Seencargó a Santucho que escriba un documento sobre esteaspecto, el que se incluirá como parte de las resolucionesdel V Congreso. En este documento -«Minuta sobre Inter-nacional»-5 se reivindica la necesidad de un Partido Revo-lucionario Internacional, que centralice mundialmente la lu-cha contra el capitalismo y el imperialismo. Hasta la muertede Lenin, antes de que el estalinismo la degenere convir-tiéndola en un freno para la revolución mundial, la TerceraInternacional «es el modelo de Partido Internacional quemás se acerca a la concepción marxista». Luego de ésta,«Como parte de su lucha contra el estalinismo, León Trotskymantuvo en alto la bandera marxista-leninista delinternacionalismo revolucionario, bandera que hoy hereda-mos, que mantiene la IV Internacional y que debemos le-vantar y agitar sin tapujos, sin temores, como cuadra a re-volucionarios proletarios».6

A su vez, una Internacional revolucionaria sólo sería posi-ble sobre la base de los Partidos Comunistas chino, cuba-no, albanés, vietnamita y coreano, «las corrientes revolu-cionarias que llevan adelante una línea revolucionaria»,aunque esto sería momentáneamente inviable por la oposi-ción de estos partidos a la organización de una nueva Inter-nacional. En ese marco, el movimiento trotskista y otrascorrientes revolucionarias internacionalistas estarían ha-ciendo un proceso de maduración por el que «comienzan arescatar la bandera internacionalista del marxismo-leninis-mo bajo el estímulo singular del pensamiento y la acción delcomandante Guevara».7

La CI, con «enormes limitaciones y una tradición escasa-mente reivindicable», tendría el papel de construir «unanueva Internacional Revolucionaria, al modelo de la III In-ternacional leninista, en base a los partidos vietnamita, chi-no, cubano, coreano y albanés».8 La adhesión del PRT a laCI, entonces, sería «con el ánimo de aportar a la

5 Santucho, MarioRoberto: «Minutasobre Internacio-

nal», en De Santis,Daniel, op. cit.,

(1998): p. 173 y ss.

6 Ibíd.: p. 176.

7 Ibíd.: p. 177.

8 Ibíd.: p. 179.

24

proletarización de la Internacional, a su transformación re-volucionaria y luchar porque ella se oriente a la formacióndel nuevo partido revolucionario internacional ...».9

En marzo de 1971, la CI seguía avalando acríticamente ensus documentos al PRT, reivindicando la violencia revolu-cionaria, las acciones para conseguir fondos, la expropia-ción de productos alimenticios para repartir, porque estasacciones, se plantea, cuentan con el apoyo de las masas.Sin embargo, en julio de ese año -condicionado, a nuestroentender, por el fin del proceso de luchas de finales de los’60 en Europa- la CI comienza a cuestionar un crecientemilitarismo que se estaría desarrollando en el PRT. Simultá-neamente, Roby viajaba a Cuba y se contactaba con diri-gentes de Tupamaros, del MIR chileno y del ELN boliviano:comenzaba aquí a configurarse una nueva idea de organiza-ción internacional.A partir de ahí comienza un rápido proceso de distancia-miento en el que el PRT, por un lado le cuestiona a la CIhaber abandonado las posiciones del IX Congreso –lo quees evidente en los documentos de 1971 en adelante-, peropor otro comienza ya –como decíamos- a construir otro tipode organización internacional. Como parte de este proceso,en agosto de ese año Baxter, quien como señalamos habíasido enviado por la CI y era miembro del CC del PRT desdeel V Congreso, es separado del Comité Ejecutivo. Se acepta,sin embargo, un pedido de la CI por el cual un militantefrancés y ocho de Brasil –todos cuartainternacionalistas-comienzan a militar en el PRT, concentrándose en la regionalSur, desde donde crearán la Fracción Roja.Después de la fuga de Rawson –agosto del ‘72-, Santuchoy otros dirigentes pasan un tiempo en Cuba. Allí se concre-taría lo que Mattini llamará la destrotskización del PRT. Eldeterioro en la relación con la CI –acelerado por el procesode fraccionamiento en el partido-, la muerte de Pujals y Bonet-dos importantes dirigentes de origen trotskista-, el acerca-miento a Cuba y por esa vía a los PC’s latinoamericanos, y laperspectiva de la Junta de Coordinación Revolucionaria(JCR) –la organización que había comenzado a pergeñarseen Cuba con organizaciones militares del Cono Sur-, acabancon cualquier posibilidad de discusión con la CI.Esta imposibilidad se manifiesta en un documento elabora-do por Santucho, aparecido en un Boletín Interno y luego

9 Ibíd.: p. 180.

25

publicado en forma independiente. Allí se remarcan las dife-rencias señaladas en el documento sobre Internacional delV Congreso, se destaca que los documentos de dicho Con-greso no hayan sido publicados en Europa, y reconociendoerrores metodológicos por parte del Buró Político –como laintervención antiestatutaria de la Regional Sur-, se denun-cia la actividad fraccional de los compañeros provenientesde la CI, y de Baxter en particular. En un escrito en el que secita profusamente a Lenin, se cuestiona la tendencia de laCI a opinar sobre procesos en los que no tienen participa-ción directa, y se atribuye las posiciones de la FracciónRoja a su carácter pequeño-burgués que lo llevaría a la dis-persión y el desánimo.10

Como parte del proceso de destrotskización –en términosde Mattini- en el proyecto de programa que se iba a discutiren el VI Congreso en 1973 –después suspendido por razo-nes de seguridad-, la liquidación de la dependencia adquie-re un status prioritario, diferenciándose ya en parte de laconcepción permanentista del trotskismo, según la cual lastareas de independencia nacional y las de avance hacia elsocialismo no pueden separarse en etapas.En agosto de 1973 se publica en El Combatiente el docu-mento de ruptura con la CI, votada en el Comité Ejecutivode julio. Allí se critica ya a Trotsky por no atender al proce-so revolucionario abierto en Asia, y se habla ahora de erro-res del estalinismo –mientras que antes se hablaba de ladefenestración de Stalin-. Por otro lado, el empantanamientode la discusión con la CI sería producto de un punto devista «no proletario», lo que habilitaría a que loscuartainternacionalistas «sean expulsados sin contempla-ciones del seno de la organización, como se extirpa un tu-mor para que no infecte a la mayoría sana del organismo».11

En febrero de 1974 tiene lugar el X Congreso Mundial de laCI. Allí la dirección internacional se autocriticará por nohaber discutido ya en el IX Congreso concepciones del PRT«que estaban en contradicción con los conceptos esencia-les y análisis de la Cuarta Internacional», como por ejemplolas posiciones frente al castrismo y al maoísmo.12 Esto llevaa considerar que «la actitud de la Cuarta Internacional haciael PRT debe ser caracterizada como oportunista ...».13 Tam-bién se atribuye la ruptura a la presión de la dirección cuba-na, y a los métodos burocráticos de la dirección del PRT.

10 Partido Revolu-cionario de losTrabajadores:

Informe sobre unaactividad

fraccional, s/d

11 Partido Revolu-cionario de los

Trabajadores, «Porqué nos separamosde la IV Internacio-nal», en De Santis,Daniel, A vencer o

morir. PRT-ERP,documentos-2,

Eudeba, Bs. As.,2000, p. 105 y ss

12 «Documents,World Congress of

the FourthInternational.

Argentina: PoliticalCrisis and

RevolutionaryPerspectives». En

IntercontinentalPress. Vol. 12, No.

46. 23 de Diciembrede 1974: p. 1792 y

ss.

13 Ibíd.: p. 1798.

26

I I INUDOS

PROBLEMÁTICOSA

ESPONTANEÍSMO

El motivo de la ruptura con Moreno es claramente la premurapor comenzar la lucha armada, en la que el surgimiento deotros grupos que empiezan a hacer este tipo de actividadesjuega también un papel decisivo. Pero la principal críticaque se le hace a Moreno en el momento de la ruptura –y seseguirá haciendo posteriormente, en el V Congreso porejemplo- es la de espontaneísmo. En el Libro Rojo1, latrayectoria de Moreno se caracteriza así, con la excepciónde los años de La Revolución Latinoamericana, texto alque ya hicimos referencia. Luego de este período, «Morenovuelve sin ningún rubor a la vieja idea espontaneísta deque el movimiento obrero se planteará en base a susexperiencias y a las nuevas formas organizativas el problemadel poder».2

Es decir, el espontaneísmo es el seguidismo a la concienciareal, espontánea, de los trabajadores; es dar la prioridad a lalucha por las reivindicaciones inmediatas suponiendo unaevolución lineal de la conciencia a partir de la luchaeconómica, sindical; es renunciar a jugar un rol en tantoque vanguardia política de la clase obrera. La crítica realizadapor el PRT-EC sigue explícitamente la realizada por Lenin ensu folleto de 1902, Qué Hacer, en el cual interpreta bajo estaclave la política de los sectores mencheviques dentro delPartido Obrero Socialdemócrata Ruso. La concepción deLenin es, someramente, que el partido, basándosesólidamente en la teoría marxista, induce desde fuera de laclase la conciencia comunista, pues ésta no puede seralcanzada en la actividad reivindicativa cotidiana –espontánea- de los trabajadores. En esto, entonces, el PRTes heredero directo de la IT, utilizando los argumentos queprovienen de esta tradición.3

Es éste un problema de crucial importancia, pues está aquíimplicado el rol del partido en el proceso de construcciónde una subjetividad revolucionaria, en el marco de unasociedad hegemonizada por la burguesía. Es, por lo tanto,indisociable de una teoría sobre la revolución e incluso deltipo de sociedad que puede edificarse luego de ésta. Si bienel problema escapa a las limitaciones de este trabajo, síqueremos señalar que a nuestro entender, en la tradición delos partidos de la IT no solamente se relegó al respecto elpensamiento de grandes revolucionarios de principios desiglo XX -Rosa Luxemburgo, Karl Korsch o Antonio

1 Nombre con el quese conoció el

documento del IVCongreso del PRT-EC, elaborado por

Santucho, OscarPrada y Helio Prieto–todos bajo seudóni-

mos-, El únicocamino hasta el

poder obrero y elsocialismo.

2 Ramírez, Carlos;Domecq, Sergio;

Candela, Juan, Elúnico camino hasta el

poder obrero y elsocialismo. s/d: p. 34.

[La compilación deDe Santis no incluye

este documentoentero, por lo quecitaremos algunas

partes del oroginal.Cuando esté incluidoen la selección de De

Santis preferimoscitarlo de allí por serde más fácil acceso]

3 Agreguemostambién que más allá

del contenido,también el PRT sigue

-tanto en estedocumento como en

la mayoría de los másimportantes- a la IT

en cuanto a lautilización en la

discusión del peso delprestigio de los

pensadores clásicos.Volveremos sobre

esta característica enel uso de los clásicosen la IT y en el PRT.

27

Gramsci, entre otros-, sino que también muchas de lasdiscusiones que, desde distintas vertientes, ha habido tantosobre el Qué hacer como sobre el desarrollo de lasidentidades políticas en general. Señalamos, entonces, quela apropiación de esta tradición fue hecha sincuestionamientos por parte de Santucho.Creemos que hay muchos elementos en el morenismo que,desde la perspectiva planteada por el Qué hacer, puedenser considerados espontaneístas. Muchos de ellos, detodos modos, son ya anteriores a la unificación y no habíansido obstáculo para la misma. La política de entrismo en elperonismo que durante casi una década sostuviera elmorenismo es buen ejemplo de ello4, aún cuando en estecaso haya recibido objeciones por parte del FRIP.Lo que nos parece más importante, sin embargo, es quepese a la profusión de citas, la posición del PRT-EC tieneuna diferencia importante con la crítica leninista alespontaneísmo, pues en Santucho este cuestionamientotiene una ambigüedad decisiva.Cuestionando la desviación sindicalista del morenismo, elLibro Rojo define como obreros de vanguardia a aquellostrabajadores conscientes de que la misión histórica de suclase es luchar políticamente para derrocar al gobierno de laburguesía. Los activistas sindicales deben ser acompañadosen sus luchas pero la organización revolucionaria tiene comotarea el transformarlos en obreros de vanguardia, es decir,aportarles desde fuera del ámbito de sus luchas loselementos que les permitan alcanzar una concienciacomunista. En el mismo sentido, en el documento del VCongreso se cuestiona a Moreno porque «cada conflictosindical se transformaba en eje de todo del Partido y sutriunfo era una cuestión de honor. En cambio, la propaganday la agitación revolucionaria era ‘propagandismo’.(...)Intentar llevar las concepciones marxistas, el socialismo,a las masas, constituía un actividad superestructural y porende de segundo orden, cuando no ‘provocadora’.»5 Enambos documentos, entonces, encontramos una definiciónmuy próxima a la desarrollada por Lenin.Sin embargo, al espontaneísmo atribuido al morenismo sele opone también y simultáneamente otra concepción. ElLibro Rojo comienza afirmando que «nada estuvo más ale-

4 El entrismo estáobviamente determi-nado por el carácter

peronista de lostrabajadores, y comoparte de esta política

el periódico dePalabra Obrera sereconocía «bajo la

disciplina delGeneral Perón». Cfr.

González, Ernesto:Qué fue y qué es elperonismo. Pluma,

Buenos Aires, 1974.Lejos de inducir una

conciencia comunista,González reconoce

que sectores de laperiferia de laorganización

desconocían susdefiniciones ideológi-

cas más generales.Esta confusa

delimitación delperonismo se

agravará en el año1962, en el que se

caracteriza alperonismo comorevolucionario, y

consecuentemente losmilitantes distribuyen

Democracia, elperiódico del

candidato electo parala gobernación de la

provincia de BuenosAires, Framini.

Todavía a fines de1964, es decir muy

avanzada ya larelación con el FRIP,se le pide a Perón en

el periódico, ennombre de «nuestro

movimientoperonista», que

«levante un claroprograma revolucio-nario». Cfr. Palabra

Obrera Nº 373, 24 denoviembre de

28

jado de las preocupaciones de los ‘marxistas’ argentinoshasta el presente que el problema del poder y la lucha arma-da.»6 Consecuentemente, cuando semanas más tarde se hacereferencia a la ruptura en un artículo de El Combatiente, loesencial para que «un grupo se convierta en partido revolu-cionario es la preparación, iniciación y desarrollo de la lu-cha armada.» El motivo por el que el morenismo habría rotoes su negativa a aceptar claramente «la necesidad de con-vertir al grupo de propaganda en un partido armado.»7 Alreferirse al morenismo, el documento del V Congreso expli-ca que por suponer «que las masas espontáneamente seorientarían hacia el programa del partido», el morenismo«soñaba con una revolución ‘antiséptica’, sin ese ingre-diente horrible de muertes y heridos», lo que sería la causa«de la ausencia total de moral de combate, de la alergia a losriesgos más mínimos», y que se considere «al menor movi-miento positivo [como] una aventura». Por eso el Partidodebía aprender que «un revolucionario es un hombre deacción.»8 Es decir que aquí a la conciencia espontánea delos trabajadores, más que la propaganda marxista, que elcomunismo, lo que se le debe oponer es la acción, la luchaarmada.Es esta segunda concepción la que, a nuestro entender,será determinante en el PRT. La revolución será entendidacomo conquista del poder, lo que llevará a un absoluto pre-dominio del rol militar del partido a costa de su papel entanto que construcción de una subjetividad transformadora,a la comprensión de la revolución como operacióncontrahegemónica bajo la cual pensar a la liberación de lostrabajadores en tanto que su propia obra consciente. CazesCamarero, importante dirigente del PRT-ERP, sostiene enuna entrevista recogida con Seoane que «Santucho no leíaa Gramsci porque no le preocupaba el tema del consenso.(...) En ese sentido su pensamiento era más bien blanquistaque marxista.»9

La ambigüedad al contraponerse a lo que consideran esespontaneísmo en el morenismo, puede remitirse a ambasvertientes que conforman esta organización. Al imponerseen el PRT la concepción de lucha armada como aspectoesencial de la actividad política revolucionaria, su perspec-tiva queda más afín a la de la NI para la que efectivamente esésta la estrategia decisiva. Sin embargo, creemos que no se

5 Partido Revolu-cionario de losTrabajadores,

«Resoluciones delV Congreso», en

De Santis, Daniel,A vencer o morir.

PRT-ERP docu-mentos. Eudeba,

Bs. As., 1998, p.149 y ss.

6 Ramírez, Carlos;Domecq, Sergio;

Candela, Juan, op.cit.: p. 7.

7 El Combatiente.Año 1. Nº2. 15 demarzo de 1968: p.

12.8 Partido Revolu-

cionario de losTrabajadores,

«Resoluciones delV Congreso». en

De Santis, Daniel,op. cit, p. 148 y ss.

9 Seoane, María,op. cit., p. 164.

1964.Incluso aprincipios de 1966,es decir, luego de launificación, el PRT

participa de lasluchas de la FOTIA

como ComitéObrero de la

Juventud Peronistade San José.

29

puede asimilar la práctica de Moreno a la concepción de-fendida por Lenin, y que las críticas en este sentido deSantucho son sumamente certeras. Es decir que esta co-rriente de la IT tampoco lleva a cabo una política centradaen la construcción de una subjetividad revolucionaria, loque se manifiesta en que la lectura de Gramsci es tambiéninexistente en esta tradición –así como en gran parte delmarxismo político del s. XX-. El PRT pasa entonces de con-formarse en una concepción en la que la lucha sindical ocu-pa un lugar primordial -muchas veces en desmedro de lapropaganda comunista–, propio de esta corriente de la IT, auno en el que la lucha armada por el poder es lo decisivo –afín, como señalamos, a la NI.

30

Como señalamos, una de las características más sobresa-lientes del PRT en relación a otras organizaciones del perío-do –claramente en lo que hace a organizaciones con alcan-ce nacional- es la separación conceptual y organizativa delpartido y del ejército, del PRT y del ERP. Este aspecto estápermanentemente planteado en los documentos, ya desdela fundación del ERP en el V Congreso, y se basa por unlado en la concepción leninista de partido que se toma delmorenismo, y por otro en los planteos de Giap, el principaldirigente militar de la revolución vietnamita, al que se citaampliamente en la Resolución sobre relación Partido-Ejér-cito, de ese Congreso. En este apartado se explicita la rela-ción entre ambas instancias: «Para el marxismo, Ejército yPartido son dos organizaciones diferentes, con tareas dis-tintas y complementarias. El Ejército es el brazo armado, lafuerza militar de la clase obrera y el pueblo, del que se sirveel pueblo revolucionario en la lucha armada contra el ejérci-to burgués. El partido, en cambio, es una organización ex-clusivamente proletaria, cualitativamente superior que seconstituye en la dirección política revolucionaria de todo elpueblo, en todos los terrenos de lucha, tanto en el terrenomilitar como en el económico, político, etcétera.»1

No distinguir entre ambos, sostiene este documento, llevaa una posición sectaria y oportunista. Lo primero en cuantocerraría la posibilidad de incorporar como combatientes a«elementos no marxistas», y lo segundo en tanto implicaríaincorporar al Partido «elementos buenos para el combate,pero políticamente inmaduros».De esta diferencia entre ambos, y de la preeminencia –comose sostiene aquí- de la política en la guerra revolucionaria,se desprende que «el Partido manda [a] el fusil», es decir,dirige al Ejército.Sin embargo, estas definiciones parecen haber tenido difi-cultades en su concreción práctica. Pocos meses despuésdel V Congreso, en abril de 1971, una resolución del ComitéEjecutivo reconoce que «La definición justa del Partido y elEjército como organismos diferentes y de la relación entreambos no se resolvió correctamente en las resoluciones delCongreso ...»2 En esta resolución se establecen tres tiposde células partidarias: de masas –con el fin de penetrar en elfrente de masas que cada una atienda-, militares –cuya ta-

BSEPARACIÓN ENTRE

PARTIDO Y EJÉRCITO

1 Partido Revolu-cionario de losTrabajadores,

«Resoluciones delV Congreso». en

De Santis, Daniel,op. cit, p. 170.

2 Partido Revolu-cionario de los

Trabajadores«Resoluciones elComité Ejecutivo

de Abril de 1971»,en De Santis,

Daniel, op. cit., p.268.

31

rea central es combatir-, y de aparato –abocadas a tareasinternas, como por ejemplo las publicaciones-.Si el Comité Ejecutivo detecta problemas a principios del’71, creemos que éstos se tornan más agudos en los mesessiguientes, en los que la propia dirección definirá en retros-pectiva una desviación militarista. De testimonios que he-mos recogido surge claramente que por períodos la granmayoría de la organización estaba abocada a la lucha arma-da, con el consecuente debilitamiento político. Incluso du-rante el año ’72 desaparecen prácticamente los cursos deformación política, sólo aparecen algunos números de ElCombatiente en todo el año, e incluso el Comité Central nose reunirá hasta diciembre. Sin embargo, en una sociedaden la que cerca de la mitad de la población –según estudiosde opinión pública de la época-, justifica las acciones gue-rrilleras3, la organización tendrá un importante crecimientonumérico, aunque sesgado por el militarismo.Recorre al PRT permanentemente, entonces, una tensióndada por la preeminencia de las actividades militares, y lasconsecuentes dificultades en el trabajo entre las masas. Enlos testimonios recogidos de militantes de diferentes nive-les de la organización encontramos coincidencias sobre esteproblema. Según surge de una entrevista a Juan CachoLedesma, miembro del CC desde diciembre del ’72 y delBuró Político desde el ’75, ya desde el V Congreso en ade-lante se abandona la idea del militante ligado a las masasante la premura de organizar la guerra revolucionaria. Elobjetivo de los militantes estudiantiles o sindicales, señalaLedesma, se centraba en captar combatientes que abando-naban así su estructura de estudio o trabajo, abandonandolo que había sido la herencia de la organización hasta esemomento.4 Esto está asociado a que, como nos plantearanvarios militantes, la gente entraba a la organización por elprestigio obtenido por las actividades militares del ERP.La existencia de definiciones contundentes en cuanto a ladistinta función y características de ambas organizacionesnos parece un elemento central para entender este aspectodel PRT. Sin embargo, creemos que la dificultad en poner enla práctica estas concepciones no es un elemento que pue-da soslayarse.

4 La entrevista aJuan Ledesma fue

realizada en LaPlata en enero de

1988 por Daniel DeSantis, quien nos la

cedió gentilmente.Es por este motivoque en este trabajo

es la única queindividualizamos, a

diferencia de las pornosotros realizadas,

que aquí tomamossin particularizar.

3 Los datosprovienen de unaencuesta de IPSA

publicada a fines de1971. Cfr. De Riz,Liliana, La políticaen suspenso. 1966/

1976. Paidós, Bs.As., 2000, p. 102.

32

En los términos en los que estamos pensando estos proble-mas en este artículo, podemos ver que el PRT parte de unadefinición de organización claramente enraizada en las con-cepciones de la IT. Al calor del proceso en común con elmorenismo, Santucho –partiendo del FRIP, un movimientoajeno a toda concepción partidaria en el sentido leninista-adopta las características organizativas de la IT y el PRTmantendrá éstas a lo largo de su existencia: la organizaciónen células, la instancia máxima del Congreso, y la elecciónen éste de un Comité Central, que vota a su vez un ComitéEjecutivo y un Buró Político para dirigir al partido entrecongresos. Esta concepción se mantiene hasta la desapari-ción de la organización. La distinción entre partido y ejérci-to es en parte un producto de esta herencia de la IT. Sinembargo, las dificultades para plasmarla en la prácticarelativizan ciertamente las diferencias con las organizacio-nes de la NI.

33

Santucho y el PRT heredan de su relación con el morenismoy con el mandelismo una concepción particular del lugar dela teoría en la práctica política. Ya desde el s. XIX los mili-tantes inscriptos en el marxismo han definido a la luchateórica como uno de los frentes en los que se construye laorganización revolucionaria. La remisión a los teóricos clá-sicos del marxismo estuvo, sin duda, entre los aspectos quedeslumbraron del discurso de Moreno a los Santucho, en elcomienzo de la relación.Sin embargo, creemos que, al menos desde mediados delsiglo pasado, la IT ha adoptado una posición particularfrente a la teoría: se han tomado los textos clásicos comoescritos casi sagrados utilizados para justificar e ilustrar lapolítica de turno. La cita de algún párrafo de estos textos haservido más para dar autoridad a la política que se buscabadefender, que como forma de desarrollar la teoría y dotar a lapráctica de herramientas conceptuales. Ante ese lugar en elque se ubica a la teoría, las políticas que se llevaron a caboestán muy frecuentemente desligadas de una base teóricamínimamente rigurosa, pese a la profusión de citas clásicascon las que se las sostuvo.Así, Moreno pudo cambiar su concepción de la lucha arma-da, o incluso el lugar que le cabe al proletariado en la revolu-ción, sin que ello lo lleve a una reflexión en el plano de lateoría. Del mismo modo, como vimos, la Cuarta Internacionalpudo sostener posiciones divergentes y hasta antagónicassin preocuparse por anclarlas en una conceptualización co-herente. En ambos casos, apoyándose en citas de clásicos.El PRT hereda de esta IT el lugar que le cupo a la teoría en suelaboración política. En el Cuarto Congreso, por ejemplo,en el marco de la necesidad de justificar la urgencia porcomenzar la lucha armada, algunos párrafos citados de Lenin–a nuestro entender sacados de contexto- alcanzan parasostener que «Como vemos, Lenin es el descubridor y pro-pulsor de la guerrilla urbana ...»1

El lugar dado a la teoría por la IT y por la NI es conceptualmentediferente –y esto se puede encontrar explícitamente en losdocumentos-. Sin embargo, el PRT -en el marco de presionescada vez mayores, propias de la actividad político-militar y delas duras condiciones en las que se desarrollan, las que sinduda dificultan el estudio y la formación- está lejos de dar a la

CSEPARACIÓN ENTRE

TEORÍA Y PRAXIS

1 Ramírez, Carlos;Domecq, Sergio;

Candela, Juan: «Elúnico camino hastael poder obrero y elsocialismo», en DeSantis, Daniel, op.cit., p. 104. Comoseñala Pozzi, «En

su disputa conMoreno, el PRT-El

Combatiente yahabía determinado

que se volcabahacia la lucha

armada; por ende lateoría debía

justificar estadecisiónex postfacto.» [Pozzi,

Pablo, op. cit., p.95.]

34

lucha teórica la importancia que caracteriza al marxismo ensus orígenes. Sin embargo, como señalamos, la influenciarecibida de esta IT no pudo permitir una real inflexión en esteaspecto. Por eso, nos parece que las diferencias al respectocon las corrientes más paradigmáticas del período terminanparcialmente diluidas.Gillespie señala sobre Montoneros que «su pragmatismoera a menudo su fuerza, (...) facilitando la flexibilidad tácticay la realización de alianzas políticas.»2 Evidentemente elespectro de alianzas que realizan los Montoneros en suhistoria es mucho mayor, pero queremos destacar que, porejemplo, las distintas posiciones en relación al estalinismo,la relación con Tupamaros –con concepciones radicalmen-te distintas-, incluso el intento de conformación de unaorganización común con Montoneros en los días anterio-res a la caída de Santucho3, son a nuestro entender mani-festaciones de esta misma flexibilidad basada en supragmatismo.En este sentido, es significativo que en cuanto a políticashacia otras organizaciones, el PRT privilegiara siempre el tipode accionar de éstas –es decir, la opción por la lucha armada-por sobre las concepciones políticas más generales.Volveremos sobre este punto al referirnos a las alianzasinternacionales del PRT, pero antes querríamos analizar dosejemplos –en el marco de los procesos señalados- en losque se manifiesta la relación entre teoría y praxis que obser-vamos en esta organización.a) Foquismo y lucha armadaAl momento de la unificación con el morenismo, la delimita-ción y la crítica al foquismo es uno de los puntos centralesen el acuerdo. El PRT se constituye sobre la base que en elproceso revolucionario es necesario la construcción de unpartido que se desarrolle entre las masas, para recién des-pués poder encarar la lucha armada. Como sostiene JulioSantucho, «Que fuera imposible superar el foquismo sin do-tarse de dicha herramienta estratégica [el partido de la claseobrera] era el punto de partida del proyecto del PRT.»4 Sinembargo, ante la decisión de comenzar la lucha armada –motivada, como vimos, por los sucesos en Tucumán-, estadiscusión, que había sido liminar, es vista como secundaria.Al discutir en el Libro Rojo las concepciones de Castro y

2 Gillespie,Richard, Soldados

de Perón. LosMontoneros,

Grijalbo, Bs. As.,1998, p. 99.

3 Según Gorriarán,al referirse a la

relación conMontoneros,

«incluso hubo unproceso muy

interesante porqueen 1976 casi llegó aconcretarse lo que

iba a llamarse laOrganización para

la LiberaciónArgentina, la OLA,que era la unidad de

Montoneros, elERP y Poder

Obrero.» Y másadelante:

«Osatinsky era unapersona que, como

Roby, se dabacuenta de que la

posibilidad devictoria estaba enunirse, que estababien la discusión

política, ideológica,todo lo que unoquisiera, pero el

punto prioritariotenía que ser la

unidad.» [GorriaránMerlo, Enrique, op.

cit., p. 250.]

4 Santucho, Julio,op. cit., p. 109.

35

Guevara, la polémica contra la teoría del foco se evalúa comoinútil y hasta mezquina, «El partido ha perdido años polemi-zando contra las lagunas y deficiencias de esta teoría ...».5

En este cambio de posición se enmarca la posición deSantucho frente al Vasco Bengochea, quien, como vimos,muere en 1964 en un accidente preparando explosivos paraestablecer un foco en Tucumán. Si Santucho establece larelación con Moreno en el mismo momento en el que esoscompañeros eran separados de la organización, y sin obje-tar las posiciones del morenismo, en 1968 el Vasco seráhomenajeado como «... el dirigente de nuestro partido quemás abnegadamente intentara preparar e iniciar la lucha ar-mada contra el capitalismo en nuestro país.»6

Otro aspecto alrededor del mismo problema, en el períodoque estamos analizando, es la ubicación de Santucho frentea las posiciones de Moreno sobre el Che. En septiembre de1964, en pleno proceso de confluencia entre ambas organi-zaciones, Moreno publica un artículo para demarcarse delas posiciones de Guevara: «Dos métodos frente a la Revo-lución Latinoamericana», en el que se polemiza duramentecon trabajos el Che. Allí se atribuye a Guevara las derrotasde los intentos guerrilleros en el continente, puesinfluenciados por él, la guerrilla se habría transformado enuna «moda trágica» que aísla a la vanguardia del movimien-to de masas.7 Pese al tono sumamente crítico del artículo, yaún cuando el Che ya era para el FRIP una figura emblemática,no hemos encontrado ningún comentario en las publicacio-nes de esta corriente sobre este trabajo, ni parece habergenerado obstáculos en el proceso de unificación que seconcretaría pocos meses después.Podemos ver como frente a posiciones sustanciales, elfoquismo o la figura del Che, la flexibilidad pragmáticaocluye diferencias o directamente modifica posiciones sinque los aspectos teóricos involucrados hayan ameritadosu profundización.b)Cuarta InternacionalOtro tópico en el cual podemos ver que la profundizaciónde los problemas teóricos no está en el horizonte del PRT,siempre ateniéndonos a los procesos sobre los que nosestamos basando, es en relación al lugar frente a la CuartaInternacional. Como señalamos, pocos meses después de

5 Ramírez, Carlos;Domecq, Sergio;

Candela, Juan, «Elúnico camino hasta

el poder obrero y elsocialismo», en DeSantis, Daniel, op.

cit., p. 117.

6 El Combatiente.Año 1, Nº1. 6 de

marzo de 1968: p.1.

7 Cfr. Moreno,Nahuel: «Dos

métodos frente a laRevolución

Latinoameicana».En Estrategia Nº2,3ª Epoca. Septiem-bre de 1964: p. 71.

36

la unificación, en un Comité Central de febrero de 1966 seresuelve que el partido, de conjunto, pase a ser sección dela CI, pues «... no existe ningún otro organismo, a escalainternacional, que se dé un programa igual ni plantee lanecesidad del partido de la revolución mundial y que loshechos han corroborado la corrección del Programa de Tran-sición y las Tesis de la Revolución Permanente.»8 Esto fueratificado en el II Congreso del PRT, pocos meses después.Sin embargo, en el V Congreso, como hemos visto, la posi-ción es otra y la política está orientada hacia otras organi-zaciones –PC’s chino, cubano, albanés, etc.-, que están le-jos de reivindicar el programa y las tesis trotskistas. Lasuscripción en 1966 a esas posiciones no parece haber sidoen base a una conceptualización teórica sino más bien enaras de avanzar en el proceso en común con el morenismo.Sin embargo, lo que se estaba sosteniendo no era una cues-tión táctica, sino que hacía a los pilares conceptuales delmodelo de revolución. Por eso creemos ver aquí otra mues-tra del escaso lugar asignado a la teoría en el proceso revo-lucionario.A nuestro entender, entonces, el PRT se muevebásicamente con criterios pragmáticos, lo que lo acercafuertemente a la NI. Ahora bien, la relación con eltrotskismo tampoco parece haber podido dejar unaimpronta en el PRT que le hubiera permitido anclar mássólidamente sus concepciones en un marco teórico.9

9 Aunque escapa alo que estamosdesarrollando,

querríamos señalarque la ausencia de

sólidas definicionesteóricas le da

necesariamente a laactividad revolucio-

naria un fuertesesgo moral, tal

como ha sidoseñalado por

algunos autores enrelación al PRT y a

otras organizacio-nes. Esto se

manifiesta tambiénen muchas entrevis-

tas, tanto propiascomo las publicadas

en otros trabajossobre el período.

8 «Resolución delComité Central delPRT», reunido los

días 26 y 27 defebrero de 1966, enGonzález, Ernesto

(coord.), Eltroskismo obrero

internacionalista enArgentina. Tomo 3:Palabra Obrera, el

PRT y la Revolu-ción Cubana,

Volumen 2 (1963/69). Antídoto, Bs.As, 1999, p. 112.

37

Es éste sin duda un aspecto fuertemente distintivo del PRTfrente al nacionalismo que caracteriza a la NI, y en particulara Montoneros y a las corrientes peronistas; por esoautodenominadas también de la Izquierda Nacional.Como hemos visto, durante 7 años el PRT fue formalmentesección oficial en la Argentina de la CI. Pese a la oposiciónde gran parte de los delegados en el V Congreso, Santuchodefiende permanecer dentro de la organización, en el marcode la lucha por la construcción de un Partido Revoluciona-rio Internacional. Este, sostiene, es crecientemente necesa-rio, remitiendo explícitamente al modelo de la III Internacio-nal leninista. Sin embargo, en este documento también sepretende construir una organización internacional en basea la unión de los partidos vietnamita, chino, cubano, coreanoy albanés. El trotskismo sería una corriente dentro de estaorganización.1

La referencia a la Internacional leninista es sumamente con-tradictoria. El proyecto de Lenin de una organización cen-tralizada, que interviene directamente en los asuntos quecompeten a cada sección nacional en su política cotidiana,cuyos programas deben ser a la vez aprobados por la direc-ción internacional, implica obviamente un alto grado de uni-dad teórica y política difícil de esperar entre los partidos alos que Santucho apuesta para conformar esta organiza-ción. Más aún si los trotskistas deberían ser parte de ella.2

Es decir que la apelación a la tradición leninista parece sermás bien una referencia a los clásicos –en el sentido yaplanteado supra-, pero sin ser un modelo conceptual deorganización internacional.Pese a la remisión a Lenin, y pese a la decisión de mantener-se en la Cuarta Internacional, creemos entonces que en elPRT la idea de organización internacional responde a otrosmodelos.Un aspecto en el que se manifiesta esto es que en el PRTjamás se discute la línea de la organización mandelista, ni supolítica en los países en los que ésta tiene cierta inserción,sobre todo en Francia. Aún cuando en el documento del VCongreso se plantea la necesidad de transformar esa orga-nización para darle un supuesto rumbo proletario, no he-mos encontrado ninguna referencia de que el PRT se ocupeconsecuentemente de discutir las políticas de la Internacio-

DINTERNACIONALISMO

1 En sus Memorias,Gorriarán señalaque «En realidadnosotros nunca

tuvimos afinidadcon el trotskismo.Lo que reivindicá-

bamos en unmomento era la

intención detrabajar en la

constitución de unaorganización

internacional comohabía sido la

Tercera Internacio-nal en tiempos deLenin. Pero en la

práctica vimos que,por lo menos, desde

ahí no iba a serposible.»

[Gorriarán Merlo,Enrique (2003): p.

197]

2 Cabe señalar quela Cuarta Interna-

cional, en esemomento apoyando

a la dirección delPRT, no tradujo del

castellano –porvarios años- el

documento escritopor Roby, el que

seguramentehubiera generado

fuertes resistenciaspor parte de la

organizacióneuropea, dadas la

mirada sumamentecrítica sostenida

por esta corrientesobre los partidos

reivindicados en esedocumento.

38

nal, compromiso ineludible si se tratara de apoyar la cons-trucción de una organización leninista.Para entender cómo concibe una organización internacio-nal Santucho, es importante analizar también la organiza-ción que se comienza a forjar a fines de 1972, después deRawson: la JCR. Estará formada por, aparte del PRT-ERP, elMIR chileno, Tupamaros del Uruguay y el ELN de Bolivia,y sacarán tres números de un periódico llamado CheGuevara. Esta va ser, después de la Cuarta, la única organi-zación internacional de la que el PRT va a formar parte. Enun reportaje en El Tupamaro, Santucho «resaltaba la im-portancia estratégica del internacionalismo y de su expre-sión concreta, la recién creada Junta de Coordinación Re-volucionaria.»3

El programa de la JCR parte de la comprensión común deque «no hay otra estrategia viable en América Latina que laestrategia de guerra revolucionaria», la que implica diferen-tes formas de lucha que

«se desarrollan armónicamente convergiendo en torno al eje dela lucha armada.»4

Su objetivo es«unir a la vanguardia revolucionaria que ha emprendido condecisión el camino de la lucha armada contra la dominaciónimperialista ...»5

En un artículo de la revista se habla de«... la límpida luz marxista leninista, portada principalmentepor los textos de Lenin y de los revolucionarios vietnamitas»,

e incluso, según se señala en ese artículo, cuando en 1972se había comenzado a discutir la formación de la JCR sehabía hecho referencia a Zimmerwald.6 También se hace re-ferencia en la «Declaración constitutiva ...»a que

«... la dirección proletaria de la guerra se ejercita por un partidode combate marxista-leninista, de carácter proletario ...».7

Sin embargo, la declaración constitutiva está firmada porel ERP y no por el PRT.8 Las principales actividades de laJCR estuvieron ligadas a la lucha armada, como ser lainstalación de una fábrica de armas en Argentina, opera-ciones en común y el apoyo financiero mutuo, sobre tododel PRT a Tupamaros y al MIR, dado que éstos estaban

3 Transcripta enLessa, Alfonso, Larevolución imposi-

ble. Los Tupamarosy el fracaso de la vía

armada en elUruguay del siglo

XX, Fin de Siglo,Montevideo, 2003,

p. 133.4 «Declaración

constitutiva de laJCR». En Che

Guevara. Nº1. Nov.1974, en De Santis,Daniel, A vencer o

morir. PRT-ERPdocumentos-2,

Eudeba, Bs. As.,2000, p. 367 y ss.

5 «Junta de Coordi-nación Revoluciona-

ria. Orígenes yperspectivas». En

Che Guevara. Nº2.Febrero de 1975.

Comp. en De Santis,Daniel (2000): p.

364.6 Ibíd.: p. 363 y ss.

Zimmerwald es elantecedente inmedia-

to de la TerceraInternacional, con la

participación deLenin y sectores dela Segunda Interna-cional opuestos a la

política de lamayoría de estaorganización de

apoyar a susgobiernos en la 1ªGuerra Mundial.

7 «Declaraciónconstitutiva de la

JCR». En CheGuevara. Nº1. Nov.1974, en De Santis,

Daniel, op. cit., p.373.

8 El hecho de quehaya sido firmadopor el ERP abona

39

parcialmente desarticulados por los golpes militares ensus países.La solidaridad, sobre todo del PRT-ERP para con los com-pañeros uruguayos y chilenos exiliados en Argentina fuesumamente importante –hay múltiples ejemplos al respec-to que hemos recogido en entrevistas-. La ayuda financie-ra por parte de la organización argentina a las otras, tam-bién. Sin embargo, no es obviamente eso lo que constitu-ye una organización según el modelo leninista: la JCR másque actuar como una organización centralizada, en la quesecciones nacionales se subordinan a una política inter-nacional, fue a nuestro entender una coordinación entreorganizaciones guerrilleras. En una entrevista, Mattini re-cordaba que

«Tomamos la idea del Che, de que había que hacer juntas sólode coordinación, me refiero a eliminar la idea de que había unapolítica común para toda América Latina. Cada país tenía suindependencia.»9

Es decir que pese a la referencia a Lenin y a Zimmerwaldno vemos en la JCR ninguna relación con la concepciónde organización internacional de la IT sino que central-mente una coordinación entre organizaciones guerrille-ras a los fines de colaborar mutuamente en este tipo deactividades.Señalemos que también en este aspecto podemos ver laseparación entre teoría y práctica a la que nos referimos enel apartado anterior: lo que vincula a las organizacionesson sus métodos de lucha, sus prácticas, más allá de susconcepciones políticas.10

De ser parte de una organización internacional propia dela IT –en la que no parece haber desarrollado sin embargouna práctica acorde a sus propias definiciones-, el PRTpasa a considerar como expresión del internacionalismo auna organización que tiene poco en común con la concep-ción leninista, en la que priman la identidad en sus prácti-cas, que no pretende tener posiciones políticas comunes,que responde más a las posiciones de la NI11, y en la queparecen haberse sentido mucho más integrados. Es decirque en este aspecto la concepción internacionalista delPRT se va claramente distanciando de la del trotskismo,de la de su origen –en esto influye también la muerte delos principales dirigentes que provienen de esa vertiente,

9 Cit. en Lessa,Alfonso, op. cit.,p.

129.

10 Un documentodel Comité de

Asuntos Internacio-nales del MLN

uruguayo sosteníahaber seguido en las

relaciones con losgrupos argentinos

«un criterioeminentemente

tupa: poca charla, losuficiente para

conocernos ymantenernosinformados ymuchas cosas

concretas ...» Eldocumentoconsideraba

por un lado que estaorganización es

centralmente entreorganizaciones

armadas, a lo que nosreferiremos a

continuación. Peropor otro lado

también permitereforzar la idea yadesarrollada que la

separación entrepartido y ejército erabastante relativa. Dehecho, por la propia

distinción establecidaen documentos, la

constitución de unaorganización

internacional con unprograma en el que

se reivindica elmarxismo leninismo

hubiera sido máscoherente que sea

firmada por el PRT yno por el ERP que

supuestamentepretendía tener un

programa másamplio y general.

40

Pujals y Bonnet-, para terminar en una organización radi-calmente diferente.Por último, resulta también significativo al respecto que lapropia marcha del PRT habla de «esta grandiosa nación», oque la consigna recurrentemente utilizada por el ERP sea:«A vencer o morir por Argentina». Ambas, expresionesmucho más propias de la NI que de la IT.

11 Señalemos, alrespecto, que el

MLN, por ejemplo,desarrolla también

relaciones muyestrechas con los

Montoneros.

necesario,significativamente,

que se definancuatro cosas

prioritarias: armas,dinero, moviliza-

ción de combatien-tes y red de

inteligencia. [Cit. enSessa, Alfonso, op.

cit., p. 134.]

41

Hemos tratado de puntualizar ciertos aspectos en los quecreemos se evidencia la complejidad de las influencias quecondicionan el desarrollo del PRT-ERP. Para ello hemos aco-tado nuestro trabajo a los primeros años de la organización,dejando sin mencionar sus posiciones frente al auge del«Luche y vuelve» y a los gobiernos peronistas que se su-ceden desde marzo de 1973. En ese proceso, la influenciadel marxismo de la IT en el PRT será decisiva para que, adiferencia de todas las otras organizaciones armadas másimportantes, no se deposite ninguna confianza en la llegadade Perón y en los gobiernos de ese signo. De hecho, elanálisis del PRT se centrará fuertemente para ello en losrealizados por el morenismo y particularmente por MilcíadesPeña. Es ésta, sin duda, una instancia en la que es de sumointerés analizar la tensión entre IT y NI, y la formación deuna fracción en el PRT, el ERP–22 de Agosto, que rompien-do con la organización llamará a votar a las fórmulasperonistas en ambas elecciones ese año, no será obviamen-te ajeno a dicha tensión. Sin embargo, por la complejidad deeste proceso: las caracterizaciones preelectorales del PRT,el análisis del peronismo, los problemas derivados del augedel militarismo, entre otros problemas, hemos optado porno incluirlo en este artículo.Los procesos a los que sí nos abocamos presentan, en con-traste, la ventaja de mostrar con mayor precisión ambasvertientes, al menos en la medida en que éstos involucraninmediatamente a expresiones de la IT.Poco antes de su caída, Santucho había explicado los pro-blemas del PRT por su insuficiencia de marxismo. Pablo Pozzihará suya esa crítica, agregando que para él esta insuficien-cia habría sido fomentada por la dirección partidaria.1 Anosotros la idea de que pueda hablarse de un marxismo máso menos suficiente, no nos parece pertinente. Lo que he-mos tratado de desarrollar aquí, es que el marxismo del PRTproviene centralmente de las corrientes de la IT a las quenos referimos, y que si el PRT presenta problemas en susdefiniciones conceptuales y en su práctica, las corrientesde la IT que influyeron sobre él no permitieron tampoco queesta organización se eleve sobre una base teórica más fir-me. En una etapa en la que las presiones sociales y políticasdejaban, a través del nacional-populismo, fuertemente suimpronta en las organizaciones que conformaban la NI, esa

PALABRASFINALES

1 Cfr. Pozzi, Pablo,op. cit., p. 108.

42

influencia y esas bases teóricas no permitieron que el PRT-ERP sostenga una mayor ligazón entre sus definicionesconceptuales explícitas y su práctica.Entonces, si, como señala Pozzi,

«... así va a ser toda la historia del PRT. La teoría por un lado,escrita y difundida, por otro, la práctica, reducida al empirismomás crudo.»2,

queremos terminar señalando que si el lugar de la teoría esresaltado en el PRT –siguiendo en esto claramente a la IT-,su desvinculación, en muchos aspectos, de la práctica re-conoce tanto influencias de época –plasmadas típicamenteen la NI-, como de las propias limitaciones de las corrientestradicionales con las que se vinculara.

2 Ibídem: p. 125.

43

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30 Departamento de Historia: Estudios críticos sobre historia reciente. Los ‘60y ‘70 en Argentina. Parte I: El PRT-ERP: Nueva Izquierda e IzquierdaTradicional. Eduardo Weisz.

31. Departamento de Historia: Estudios críticos sobre historia reciente. Los ‘60y ‘70 en Argentina. Parte II: Militancia e historia en el peronismo revolu-cionario de los años 60: Ortega Peña y Duhalde. Ariel Eidelman

32.Departamento de Historia: Estudios críticos sobre historia reciente. Los ‘60y ‘70 en Argentina. Parte III: Historia en celuloide: Cine militante en los‘70 en la Argentina. Paula Halperín.

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CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN

EDICIONES DEL INSTITUTO MOVILIZADOR DE FONDOS COOPERATIVOSAv. Corrientes 1543 - C1042AAB - Ciudad de Buenos Aires - Argentinahttp://www.cculturalcoop.org.are-mail: [email protected] del CCC: Floreal GoriniDepartamento de HistoriaCoordinador: Horacio López ISSN: 1666-8405