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El propósito fundamental de este contenido es que aprendas de forma
independiente a través de actividades que te permitan obtener conocimientos, esto
contribuye a fortalecer tu formación en estudios posteriores, de Historia de México
se busca desarrollar el interés en acontecimientos pasados que determinan la vida
actual, proporcionándote las herramientas necesarias para estudiar la Historia.
En el transcurso situarás hechos del mundo y de nuestro país, al mismo tiempo esto
te permitirá vincularlos con nuestro presente e interpretar tu realidad. Para la
realización de este contenido se tomaron como base tanto las competencias
disciplinares básicas del campo de conocimiento de las Ciencias Sociales como los
atributos de las competencias genéricas, es una asignatura indispensable para la
formación de un estudiante del Grado en Historia, pues permite familiarizarse con
los conceptos básicos de la disciplina y conocer los principales acontecimientos del
devenir histórico.
Competencias generales
• Conocer las diferentes etapas de la Historia.
• Comprender el desarrollo de la Historia y sus principales personajes y
acontecimientos.
• Conocer los métodos y técnicas de trabajo del historiador.
• Valorar la contribución de la Historia al conocimiento del mundo y a la
comprensión del presente.
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Historia de México.
La historia de México, país ubicado en el norte del continente americano (en la
porción más septentrional de Mesoamérica), se remonta a unos 4000 años
(conforme al consenso de Clovis), en que se estima ocurrieron los primeros
asentamientos de pobladores sedentarios. Antes de la conquista por los españoles
en el siglo XVI, lo que ahora es México fue habitado por pueblos de culturas que
interactuaron entre ellos en diverso grado, en el tiempo y el territorio. De aquella
época sobresalen la cultura olmeca, la tolteca, la teotihuacana, la maya, la náhuatl,
la totonaca, la zapoteca, la mixteca y la tarasca, entre otras.
A la llegada de los europeos, México era un mosaico de pueblos y culturas. Después
de la conquista, durante 300 años de virreinato, se fue constituyendo un país con
cierto grado de homogeneidad y rasgos comunes. En los albores del siglo XIX con
la independencia que se alcanza del imperio español, se inicia el proceso de
integración definitivo que da lugar al México contemporáneo. A lo largo del siglo XIX
se suceden guerras y disputas intestinas, además de varios intentos de
avasallamiento por parte de potencias extranjeras. En ese entonces México perdió
cerca de la mitad de su territorio, después de lo cual empezó su consolidación como
nación libre y soberana.
Vino, al iniciarse el siglo XX, un cruento movimiento social que sentó bases políticas,
jurídicas y sociales del México actual. Durante la mayor parte de tal siglo la nación
vivió en paz un proceso de aprendizaje y autocorrección, tanto en lo institucional
como en los aspectos social y económico. Al cabo de diversas crisis de corte
fundamentalmente económico y político, la última de las cuales no aún superada, la
nación evoluciona y se asienta hacia el fin de la primera década del siglo XXI,
ocasión en que se cumplen 200 años de su independencia de España y 100 años
de su revolución.
La historia de México suele dividirse en tres grandes períodos. Antes de la historia
tenemos la prehistoria que, a diferencia de la historia europea, la prehistoria de
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América se divide en tres periodos: el Periodo arqueolítico que, aproximadamente,
va del año 30.000 a.C. al 9500 a.C.; el Cenolítico del 9500 al 5000 a.C. y finalmente
el periodo proteolítico del 5000 al 2500 a. C.2
Cabe también señalar que, el territorio que comprende actualmente México se ha
dividido para su estudio prehispánico en tres áreas culturales (Mesoamérica,
Oasisamérica y Aridoamérica), siendo la primera donde se asentaron las
sociedades más complejas y la última una zona habitada principalmente por tribus
nómadas.
El primer periodo de la historia de México es precisamente la época prehispánica o
precolombina, que va del 2500 a. C. a 1521, año de la caída de Tenochtitlán.
Durante este período aparecieron las diferentes civilizaciones que se asentaron en
el centro, sur y suroeste del país. Esta etapa a su vez se subdividió en los periodos
preclásico mesoamericano (2500 a. C. al 200 d.C.), clásico mesoamericano (200-
900) y posclásico mesoamericano o clásico tardío (9001521).
El siguiente periodo se le ha denominado época virreinal, tiempo en que México
estuvo unido a la Corona española y comprendió de 1521 a 1821, fecha en que se
consuma la independencia. Sin embargo, la mayoría de los historiadores coinciden
en que fue en 1810, en la iniciación de la guerra de independencia, cuando se dio
un rompimiento y surgió el México moderno. La época virreinal comprendió el
establecimiento del Virreinato, el arribo de las órdenes religiosas y cambios en todos
los ámbitos, desde la vida cotidiana hasta la actividad económica y administrativa,
pasando por el arte barroco.
El México moderno abarcó pues un siglo exactamente, de los inicios del movimiento
insurgente en 1810 a 1910, con el estallido de la Revolución Mexicana. En esta
época fue cuando se intentó construir una nación, ya separada de España y el país
se vio envuelto en diferentes conflictos, tanto internos como externos hasta el triunfo
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liberal en 1867. Comprendió también la República Restaurada (1867-1876) y el
ascenso de Porfirio Díaz al poder en 1876.
De 1910 a la fecha se le denomina el México contemporáneo: inició con la
Revolución Mexicana, sobre la cual aún hay discusiones acerca de la fecha de su
término e incluso se habla de varias revoluciones, pero como convención se ha
tomado 1917 con el triunfo del constitucionalismo. Aun así, en los siguientes años
se darán algunos levantamientos de lucha por el poder a cargo de Álvaro Obregón
y de la Huerta. Esta época también comprende los periodos del Maximato, del
Cardenismo y del Priísmo.
Independencia de México.
La Independencia de México fue la consecuencia de un proceso político y social
resuelto por vía de las armas, que puso fin al dominio español en los territorios de
Nueva España. La guerra por la independencia mexicana tuvo su antecedente en
la invasión de Francia a España en 1808 y se extendió desde el Grito de Dolores,
el 16 de septiembre de 1810, hasta la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de
México, el 27 de septiembre de 1821.
El movimiento independentista mexicano tiene como marco la Ilustración y las
revoluciones liberales de la última parte del siglo XVIII. Por esa época la élite
ilustrada comenzaba a reflexionar acerca de las relaciones de España con sus
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colonias. Los cambios en la estructura social y política derivados de las reformas
borbónicas, a los que se sumó una profunda crisis económica en Nueva España,
también generaron un malestar entre algunos segmentos de la población.
La ocupación francesa de la metrópoli en 1808 desencadenó en Nueva España una
crisis política que desembocó en el movimiento armado. En ese año, el rey Carlos
IV y Fernando VII abdicaron sucesivamente en favor de Napoleón Bonaparte, que
dejó la corona de España a su hermano José Bonaparte. Como respuesta, el
ayuntamiento de México —con apoyo del virrey José de Iturrigaray— reclamó la
soberanía en ausencia del rey legítimo; la reacción condujo a un golpe de Estado
contra el virrey y llevó a la cárcel a los cabecillas del movimiento.
A pesar de la derrota de los criollos en la Ciudad de México en 1808, en otras
ciudades de Nueva España se reunieron pequeños grupos de conjurados que
pretendieron seguir los pasos del ayuntamiento de México. Tal fue el caso de la
conjura de Valladolid, descubierta en 1809 y cuyos participantes fueron puestos en
prisión. En 1810, los conspiradores de Querétaro estuvieron a punto de correr la
misma suerte, pero al verse descubiertos, optaron por tomar las armas el 16 de
septiembre en compañía de los habitantes indígenas y campesinos del pueblo de
Dolores (Guanajuato), convocados por el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
A partir de 1810, el movimiento independentista pasó por varias etapas, pues los
sucesivos líderes fueron puestos en prisión o ejecutados por las fuerzas leales a
España. Al principio se reivindicaba la soberanía de Fernando VII sobre España y
sus colonias, pero los líderes asumieron después posturas más radicales,
incluyendo cuestiones de orden social como la abolición de la esclavitud. José María
Morelos y Pavón convocó a las provincias independentistas a conformar el
Congreso de Anáhuac, que dotó al movimiento insurgente de un marco legal propio.
Tras la derrota de Morelos, el movimiento se redujo a una guerra de guerrillas. Hacia
1820, sólo quedaban algunos núcleos rebeldes, sobre todo en la sierra Madre del
Sur y en Veracruz.
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La rehabilitación de la Constitución de Cádiz en 1820 alentó el cambio de postura
de las élites novohispanas, que hasta ahí habían respaldado el dominio español. Al
ver afectados sus intereses, los criollos monarquistas decidieron apoyar la
independencia de Nueva España, para lo cual buscaron aliarse con la resistencia
insurgente. Agustín de Iturbide dirigió el brazo militar de los conspiradores, y a
principios de 1821 pudo encontrarse con Vicente Guerrero. Ambos proclamaron el
Plan de Iguala, que convocó a la unión de todas las facciones insurgentes y contó
con el apoyo de la aristocracia y el clero de Nueva España. Finalmente, la
independencia de México se consumó el 27 de septiembre de 1821.
Tras esto, Nueva España se convirtió en el Imperio Mexicano, una efímera
monarquía católica que dio paso a una república federal en 1823, entre conflictos
internos y la separación de América Central.
Después de algunos intentos de reconquista, incluyendo la expedición de Isidro
Barradas en 1829, España reconoció la independencia de México en 1836, tras el
fallecimiento del monarca Fernando VII.
Antecedentes.
La sociedad novohispana estaba dividida en varios estratos, cuya posición estaba
condicionada por cuestiones de orden económico, cultural y político. Una de ellas
era su papel respecto a la posesión de los bienes económicos. Había un grupo muy
pequeño de personas que controlaban la mayor parte de la riqueza, mientras que la
gran parte de la población era pobre. Los pueblos indígenas debían pagar un tributo
al gobierno y estaban sujetos a un régimen de autoridad que, por ambiguo,
provocaba numerosas confrontaciones entre españoles, criollos y mestizos. Muchos
de estos enfrentamientos tenían relación con cuestiones agrarias, como por ejemplo
la tenencia de la tierra y el control del agua.1 A lo largo de los tres siglos de dominio
español hubo varios estallidos sociales en la Nueva España, entre ellos la rebelión
de los pericúes de 1734 a 1737 en Vieja California,2 la rebelión de 1761 de los
mayas, encabezada por Jacinto Canek3 y las rebeliones de los seris y los pimas en
Sonora a lo largo de todo el siglo XVIII.4
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Como un corolario de los múltiples orígenes de la población de Nueva España surgió
el sistema de "castas". Estos grupos estaban caracterizados por el origen racial de
sus integrantes, encontrándose en la cúspide los españoles, y entre ellos, los
europeos. El mestizaje entre español, indígenas y africanos dio como resultado un
número de grupos cuya posición estaba determinada por la cantidad de sangre
española que poseían. El sistema aspiraba a mantener la supremacía de la sangre
española, y aunque nunca tuvo base legal, no siendo más que una nomenclatura
aceptada, reflejó la división y la exclusión existente en la Nueva España, donde los
grupos no españoles ocupaban un lugar marginal en el sistema social.
El pilar de la economía del virreinato de Nueva España era la minería,
particularmente la explotación de oro y plata. Durante el siglo XVIII la producción
minera vivió una de sus mejores épocas. Como resultado, la producción de oro y
plata se triplicó en el período de 1740 a 1803.6 La bonanza era tan grande, que la
mina llamada La Valenciana, en el estado de Guanajuato, llegó a ser considerada
la operación minera de plata más importante del mundo. Al finalizar el siglo XVIII,
Nueva España producía más de 2 500 000 de marcos de plata, y sus principales
regiones mineras eran Guanajuato, Zacatecas y el norte de la intendencia de
México. La importancia de la minería para la economía novohispana era tal que
Carlos III reconoció al Cuerpo de Minería de Nueva España en 1776; un poco más
tarde, permitió el establecimiento del Real Tribunal de Minería, así como también
del Colegio de Minería.
El apogeo de la explotación minera favoreció el desarrollo de otras actividades
económicas, particularmente el comercio y la agricultura. Por ejemplo, la creciente
importancia de Guadalajara y El Bajío se debía a su relación con los minerales de
Zacatecas y Guanajuato. Dado que la exportación de plata y oro constituía el nodo
de la economía novohispana, en torno a esta actividad creció un complejo sistema
que consolidó al grupo de comerciantes peninsulares, pero que también permitió la
ascensión de un poderoso grupo criollo. Este grupo estaba concentrado en los
consulados de México y Guadalajara, que constituyeron la pieza fundamental en la
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circulación de capitales en el territorio novohispano. El poder económico de los
consulados respaldaba su capacidad de representación política, gestión y cabildeo.
La economía novohispana entró en crisis a final del siglo XVIII, período que coincide
con las reformas borbónicas adoptadas por la Corona. Las reformas tenían por
objeto modernizar la administración de las colonias y hacer más rentable la
explotación de sus recursos, porque en Nueva España había una escasez de
capitales en circulación debida al monopolio sobre la plata ejercido por los
comerciantes y por la propia política financiera de la metrópoli. Una parte importante
de las rentas derivadas de la explotación de las colonias no llegaba a las arcas
reales, repartiéndose entre distintas corporaciones de acuerdo con los arreglos
antiguos entre la Corona y estos grupos. Ciertamente, la reforma afectó los intereses
de las clases más privilegiadas. Al establecerse además el libre comercio entre el
virreinato, creció el poder económico y político de los criollos y los mestizos que
comenzaron a ocupar también más espacios en la administración virreinal.
En las últimas décadas del siglo XVIII, Nueva España estaba en bancarrota a causa
de la expoliación de sus finanzas por parte de la metrópoli.12 Paradójicamente,
fueron los miembros de la élite económica —muy golpeada por la política económica
de la monarquía— los que apoyaron el golpe de Estado contra el virrey José de
Iturrigaray en 1808, cuando el Ayuntamiento de México intentó ejercer la soberanía
en ausencia del rey de España.
Patriotismo criollo en Nueva España y expulsión de los jesuitas.
La segunda mitad del siglo XVIII fue escenario de un movimiento de reivindicación
patriótica por parte de los criollos en Nueva España. Este fenómeno es una
respuesta al dominio peninsular en la vida del virreinato, tanto en el campo
económico, como en el político, el social y el cultural. Los protagonistas de este
movimiento eran miembros del pequeño grupo de personas que tenía acceso a la
educación. En la sociedad novohispana esto era posible sólo a través de los
establecimientos eclesiásticos, pues la Iglesia era la única institución que prestaba
este servicio. Por lo tanto, este grupo estaba integrado notablemente por religiosos.
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El nacionalismo criollo de Nueva España ensalzó al virreinato frente a las
afirmaciones de los peninsulares por las que se pretendía justificar el dominio
español en las tierras americanas. La pugna ideológica entre España y América no
era nueva, tiene su origen en la Conquista misma. Lo diferencia a aquellos primeros
contactos de los hechos que tuvieron lugar durante el siglo XVIII es que son los
criollos los que toman la defensa de la tierra de la que son nativos. Al hacerlo,
reivindican un pasado del que se proclaman herederos por el hecho de compartir el
espacio, aunque la civilización mesoamericana no es antecedente directo de la
sociedad novohispana del XVIII ni son indígenas los que defienden con orgullo su
historia y su territorio ancestral.
Varios de los representantes del nacionalismo criollo novohispano eran miembros
de la Compañía de Jesús. En el siglo XVIII esta congregación desempeñaba una
importante labor en la evangelización de los indígenas del norte del virreinato. A la
par de esta obra, produjeron un conjunto de documentos que dan cuenta de pueblos
que hoy se encuentran extintos. La importancia de la Compañía en la vida de Nueva
España radicaba en su gran actividad a favor de la cultura, tanto a través de la
educación como en la producción y difusión del conocimiento. Esta actividad le
permitió establecer una red de relaciones que involucró a la Compañía en otras
esferas, especialmente con miembros de la élite agrícola, comercial y minera.
A la salida de los jesuitas, fueron sus pupilos los que retomaron el impulso renovador
de la Compañía. Entre ellos se puede señalar al astrólogo Antonio de León y Gama,
al físico José Mariano Mociño, al filósofo Benito Díaz de Gamarra y al enciclopedista
José Antonio Alzate. Un importante número de personas adheridas a la Real
Sociedad Vascongada de Amigos del País eran familiares, alumnos o
patrocinadores de miembros de la Compañía. Esta corporación adquiere
importancia en la historia novohispana porque ayudó a conservar el espíritu
renovador de los jesuitas y favoreció la difusión de la Ilustración en Nueva España.
A través de los miembros de este grupo, los jesuitas pudieron mantener contacto
con el país del que fueron desterrados y eventualmente pudieron volver cuando la
colonia accedió a su independencia.
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El estilo de trabajo de la Compañía de Jesús puso en alerta a varios gobiernos
europeos, tanto por su apoyo al papado como por su actividad intelectual y las
alianzas que habían establecido. Los jesuitas fueron expulsados de varios territorios
durante la segunda mitad del siglo XVIII, incluyendo los dominios españoles por la
Pragmática Sanción de 1767. Esto no sólo implicó la salida de miembros extranjeros
de la congregación, sino el destierro de numerosos criollos. Algunos autores opinan
que la expulsión de los jesuitas es la primera afrenta de los monarcas españoles
hacia sus súbditos americanos.
Algunos de los jesuitas desterrados habían sido figuras centrales de ese movimiento
intelectual que reivindicó a Nueva España frente a su metrópoli y que llegó, incluso,
a proponer la necesidad de emancipar a la colonia. Uno de ellos fue Francisco
Xavier Clavijero, que tuvo que publicar su Historia antigua de México en Italia y en
el idioma de ese país. En esa obra Clavijero emprende una amplia defensa de
América frente a Europa, comenzando por las cuestiones naturales y concluyendo
con la reafirmación de todos los americanos a través de la reivindicación del pasado
indígena. En este movimiento, Clavijero como otros criollos novohispanos rechaza
que sus declaraciones estén influidas por otra "pasión o interés que el amor a la
verdad y el celo por la humanidad" y asume decididamente la defensa de los
indígenas, con los que no tiene lazos consanguíneos "ni podemos esperar de su
miseria ninguna recompensa". La aparición de la Historia antigua de México puso a
los intelectuales de Nueva España ante un pasado tan glorioso como el de la
Antigüedad europea que favoreció el arraigo del sentimiento patriótico y también las
reivindicaciones de igualdad de derechos entre españoles peninsulares y españoles
americanos.
Las consecuencias de la expulsión de la Compañía de Jesús no se circunscribieron
únicamente a cuestiones ideológicas. En varios puntos de Nueva España hubo
manifestaciones de rechazo a esta medida tomada por la Corona. El virrey Carlos
Francisco de Croix envió a José Gálvez con quinientos soldados a contener la
oposición en ciudades como Guanajuato, San Luis de la Paz, Pátzcuaro, Uruapan,
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Valladolid y San Luis Potosí. En Guanajuato fueron decapitados los promotores de
la oposición.
Revoluciones burguesas: Francia y Estados Unidos.
Sin duda, dos movimientos marcaron la historia del final del siglo XVIII. Uno fue la
Revolución francesa, y el otro, la independencia de Estados Unidos. Tanto una
como la otra tenían su sustento en las ideas de la Ilustración. A su triunfo, las
revoluciones en Francia y Estados Unidos proclamaron la igualdad de los hombres
ante la ley y dieron amplias libertades a los ciudadanos; una categoría que nacía
precisamente con el iluminismo francés. Desde luego, estas ideas no eran del todo
desconocidas en las colonias españolas. Se sabe, por ejemplo, que el cura Miguel
Hidalgo era simpatizante de la Ilustración, y que muchos de aquellos que
participaron en la Guerra de Independencia de México conocían con mayor o menor
profundidad las ideas del liberalismo.
España durante la ocupación francesa
Fernando VII, rey de España. Cuando los franceses obligaron a la familia real
española a ceder sus derechos al trono de la península en favor de los Bonaparte,
en varias ciudades de América se establecieron Juntas provisionales que
gobernaban en nombre del soberano español. En Nueva España, la Junta de
México fue suprimida por los españoles el 15 de septiembre de 1808.
Este factor fue determinante, pues el clero español sabía que, si Napoleón tomaba
el poder en España, al tener una ideología diferente al catolicismo, perdería el poder
sobre el pueblo; por esta razón, el cura Miguel Hidalgo y Costilla junto con el padre
José María Morelos y Pavón se convencieron de iniciar la lucha armada. De ese
modo, el poder de Napoleón no afectaría directamente al clero de la Nueva España.
La invasión de Portugal por parte de las tropas de Napoleón en 1807 obligó la huida
de la Casa de Braganza a Brasil. En España, este suceso había provocado la
división de la familia real española. Instigado por Manuel Godoy, el príncipe de
Asturias había planeado un complot para destituir a sus padres de la corona.
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Finalmente, logró que Carlos IV abdicara en su favor el 19 de marzo de 1808. Tal
suceso no complació en nada a Bonaparte, que intentó forzar a Carlos IV a declarar
nula su abdicación. Aunque Fernando VII intentó formar un gobierno propio y
organizar España, Napoleón le condujo con engaños a Bayona, donde el 5 de mayo
de 1808 lo forzó a ceder la corona a su padre, para que luego éste la entregara al
francés.
Los dominios españoles en América ante la ocupación de la metrópoli.
Aunque aparentemente no hubo ningún cambio en la organización y los vínculos
entre España y sus dominios ultramarinos en América, en realidad en cada una de
las colonias había una discusión sobre quién era el verdadero soberano de las
tierras americanas. El problema era que, nominalmente, la soberanía de los
dominios españoles radicaba en el titular de la Corona de España. No había una
claridad sobre la posición que se debía guardar ante la ocupación extranjera de la
metrópoli. Para algunos, la opción era reconocer al gobierno francés de ocupación.
Para otros, la soberanía radicaba en Fernando VII, y, por lo tanto, no estaban
dispuestos a reconocer a Bonaparte como soberano. Y había un tercer grupo,
influenciado por las ideas de la Ilustración y la reciente independencia de
Estados Unidos, para quienes la opción era la separación de las colonias de su
metrópoli. Estas facciones estaban formadas sobre todo por los miembros de las
clases altas y medias, es decir, por españoles peninsulares, criollos y algunos
mestizos —muy pocos— que habían llegado a ocupar algún cargo en la estructura
de poder colonial.
En varias ciudades americanas se formaron Juntas de Gobierno, cuyo propósito fue
conservar la soberanía en sustitución del legítimo rey de España y hasta que
Fernando VII fuera reinstalado en el trono, entre ellas la Junta de Montevideo en
1808, la Junta Tuitiva de La Paz en 1809, o la Junta de Quito en 1809.21 Casi todas
ellas tenían su origen en la estructura municipal, una de las instituciones de gobierno
más arraigadas en el mundo hispánico, y casi todas fueron dominadas por criollos
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ilustrados pues en su gran mayoría los españoles peninsulares se oponían a la
formación de gobiernos soberanos.
Plan de Iguala
El Plan de Iguala (1821), también conocido como el Plan de las Tres Garantías (Plan
Trigarante) fue proclamada el 24 de febrero de 1821, en la etapa final de la Guerra
de la Independencia de México. El plan fue un intento para establecer una base
constitucional para un Imperio mexicano independiente. El Plan de Iguala se
proclamó de la ciudad de Iguala, en el estado actual de Guerrero.
El Plan de Iguala trataba aspectos referentes a la Religión, Independencia y Unión
de México, por eso es llamado también "Plan de las Tres Garantías". El Plan de
Iguala tenía tres objetivos principales:
Definición del catolicismo como la religión nacional de México.
Una declaración de la independencia de México del Imperio Español.
Igualdad social de todos los grupos étnicos y sociales en el nuevo país.
El Plan de Iguala declaraba que México debería convertirse en una monarquía
constitucional, teniendo como modelo a las monarquías europeas de la época, cuya
corona sería entregado a Fernando VII de España, en primer lugar, o a cualquier
príncipe europeo. Para gobernar al nuevo país hasta la llegada de un príncipe que
ocupase el trono del Imperio Mexicano, el plan proponía la creación de una Junta
de Gobierno, y posteriormente de una regencia que se encargue de gobernar el país
hasta la elección de un nuevo emperador.
El Plan de Iguala aseguraba también la igualdad de todos los habitantes de México,
concediendo igualdad de derechos y justicia en todos los aspectos de su vida.
Las dos principales figuras detrás del Plan de Iguala fueron Agustín de Iturbide
(quien se convertiría en el primer emperador de México) y Vicente Guerrero, líder
insurgente y más tarde presidente de la República de México. Fue formado el
Ejército de las Tres Garantías, como garante de los ideales establecidos en el plan
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de Iguala, se originó en la fusión de las fuerzas militares lideradas por estos dos
hombres. El 24 de agosto de 1821, Agustín Iturbide y el virrey español Juan
O'Donojú firmaron el Tratado de Córdoba, ratificando el Plan de Iguala, confirmando
así la independencia de México.
Las Siete Leyes o Constitución.
Las Siete Leyes o Constitución de régimen centralista de 1836 fueron una serie de
instrumentos constitucionales que alteraron la estructura de la naciente La
República Federal de los Estados Unidos Mexicanos a principios del siglo XIX. Si
bien fueron promovidas por Santa Anna, que con licencia en el cargo de presidente
de México intrigaba desde su hacienda Manga de Clavo en Veracruz, las leyes
fueron promulgadas por el presidente interino José Justo Corro el 30 de diciembre
de 1836. Estas medidas de corte centralista ocasionaron la declaración de
independencia de Texas, la de Tamaulipas y la de Yucatán. A pesar de la tendencia
conservadora, las leyes contemplaban la división de poderes.
Con base en las Siete Leyes, se estableció un cuarto poder: el Supremo Poder
Conservador, el cual fue integrado por cinco ciudadanos. Estos deberían haber
desempeñado la presidencia, vicepresidencia, o bien haber sido senadores,
diputados, secretarios de despacho o ministros de la Corte.
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Este cuarto poder tenía la facultad de regular las acciones de los otros poderes
(legislativo, ejecutivo y judicial), bajo el argumento de que sus integrantes tenían la
capacidad de interpretar la voluntad de la nación.
TIEMPO DE MESOAMÉRICA
Los arqueólogos dividieron el desarrollo de las civilizaciones mesoamericanas en
tres grandes períodos de tiempo: el período Preclásico o período Formativo
extendiéndose de 1500 a.C. - 300 d.C., el período Clásico extendiéndose de 300
hasta 950 d.C., y el período Posclásico que comprende desde 950 hasta 1521 d.C.
EL PERÍODO PRECLÁSICO
Cuando la población de Mesoamérica desarrolló técnicas de agricultura más
intensivas, los especialistas políticos empezaron a gobernar sus sociedades.
Indudablemente surgieron papeles de jefes superiores que envolvían posiciones
que una vez fueron de líderes espirituales poderosos. Eventualmente, el incremento
de la población llevó a la competencia de recursos locales y mecanismos por el cual
líderes políticos organizaron cooperativas de cultivo que podían aplicarse tan
efectivamente como la movilización de fuerzas militares. De esta manera líderes
Preclásicos aseguraron el poder que ellos necesitaban para centralizar su autoridad.
Formas incipientes de escritura en Oaxaca empezaron aparecer como en los 500
a.C. Entre los 500 y los 200 a.C. surgieron centros de ceremonias precoces en las
tierras mayas en sitios como El Mirador, Nakbé, Cerros, y Uaxactún.
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EL PERÍODO CLÁSICO
El período Clásico fue caracterizado por el surgimiento de sociedades estatales
urbanas a lo largo de Mesoamérica. El principal fue Teotihuacán. Presumiendo una
población de más de 100,000 habitantes, era una de las ciudades más grandes en
el mundo entre los 200 a los 700 d.C. La ciudad Zapoteca de Monte Albán surgió
para dominar mucho de lo que es actualmente Oaxaca. Los centros cívicos
ceremoniales duraderos como Tikal, Calakmul, Palenque, Copán y otras decenas
de ciudades de estados poderosos de las tierras bajas mayas, surgieron de
comunidades Preclásicas precoces localizadas dentro de la jungla de Petén en el
corazón de Guatemala. Para los años 300 d.C., monumentos con textos jeroglíficos
describiendo orígenes divinos que ilustran la transformación de la organización
social desde jefes hasta majestades institucionales. Entonces para los 900 d.C., la
mayoría de los grandes centros fueron abandonados, algunos después de
experimentar crecimiento continuo por más de un milenio. Hay muchas teorías
postuladas para la explicación del colapso de la sociedad, pero ningún factor en
particular cuenta la historia completa. La mayoría de las ideas se enfocan en la
inestabilidad fundamental de la élite Clásica de las organizaciones sociopolíticas
compuestas por la degradación medioambiental; cambios de clima y la disminución
de los recursos debido a la sobrepoblación. Algunas áreas dieron testimonio de un
florecimiento breve de estados secundarios entre los 800 a los 1200 d.C. una era
llamada algunas veces el Clásico Épico. Centros ceremoniales como Uxmal,
Xochicalco, Cacaxtla, y El Tajín fueron renombrados por sus extraordinarios
desarrollos artísticos en sus fachadas de piedra de mosaico intrincado y las pinturas
al fresco.
EL PERÍODO POSCLÁSICO
Durante el período Posclásico, gobiernos regionales llegaron a ser altamente
segmentados y comercialmente orientados. Se enfatizó en los desarrollos de las
"grandes casas," las redes de cuartos y cortes encerradas idealmente hechas no
solo para fiestas reales que fue una parte integral para la formación de las alianzas
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de larga distancia, sino también para la proliferación de un nivel desigual de arte y
producción de cerámica. Fue entonces que la competencia para el acceso a las
redes de intercambio de élites llegó a ser tan pronunciada que los alfareros y
comerciantes fueron conducidos para buscar los más raros y exóticos materiales
para aumentar al máximo el valor de sus regalos. La tecnología para derretir oro,
plata y cobre fue introducida por Sur y Centro América, mientras que la turquesa
minada en el suroeste de América se intercambió por el plumaje de Guacamayos
de colores escarlata. Nunca la economía de Mesoamérica fue expuesta a materiales
tan raros de lugares tan remotos. Después de la caída de Tula, un estado de la
ciudad Tolteca que dominó México Central desde el siglo nueve hasta el trece, la
gente azteca se movió para el sur del lago Texcoco. Eventualmente ellos pudieron
afectar el balance del poder en la región a tal grado que a ellos se les concedió
matrimonios reales con familias toltecas veneradas. Por los 1450, los mexicas,
ahora los más poderosos de los siete grupos aztecas originales, incorporaron sus
rivales anteriores y juntos conquistaron un imperio. Eventualmente le dieron el
nombre a la nación de México, mientras que la ciudad de Tenochtitlán llegó a ser lo
que conocemos hoy como Ciudad de México.
CULTURAS PREHISPANICAS
Cultura Teotihuacana
La Cultura Teotihuacana es una civilización precolombina de Mesoamérica que se
desarrolló entre los siglos I a.c hasta el siglo VIII d.c aproximadamente. El termino
Teotihuacan significa "lugar donde los dioses han nacido" en idioma náhuatl, esto
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refleja la creencia azteca de que los dioses crearon todo universo en ese sitio. La
base principal del conocimiento antropológico y especulativo acerca de la cultura
teotihuacana se basa en la ciudad del mismo nombre Teotihuacán. La cultura
Teotihuacana es una de las culturas más misteriosas de México. Debido a que
desaparecieron antes de la llegada de los españoles a México, no hay
documentación de los españoles acerca de su cultura. Incluso los aztecas en la
cercana ciudad de Tenochtitlan sabían muy poco acerca de ellos, porque su cultura
llegó mucho más tarde de la desaparición del pueblo de Teotihuacán.
La ciudad de Teotihuacán fue uno de los centros religiosos más importantes de
Mesoamérica. Su horizonte estaba dominado por dos enormes pirámides que los
aztecas llamaban la "Pirámide del Sol" y la "Pirámide de la Luna", ambos unidos por
una ancha avenida. Era una ciudad planificada con más de dos mil estructuras.
Mientras que los agricultores vivían principalmente en casas de madera, otros
habitantes vivían en casas de piedra decoradas con pinturas y murales y, en algunos
casos, con sistemas de drenaje.
Origen de nombre Teotihuacán.
Fueron los aztecas que dieron el nombre de "Teotihuacán", a esta fascinante cultura
prehispánica, cuando llegaron a esas regiones alrededor del año 1320 d.c. El
nombre significa "Ciudad de los Dioses o ciudad donde nacieron los dioses", ya que
creían que los dioses se habrían reunido allí para crear el sol y la luna después de
que el mundo y el universo fue creado. La ciudad de Teotihuacán fue un sitio muy
venerado por los aztecas y se convirtió en su centro de peregrinación desde la
capital azteca de Tenochtitlán (actual Ciudad de México).
Ubicación Geográfica de la cultura Teotihuacana.
La zona arqueológica de Teotihuacan está situada a unos 30 kilómetros al noreste
de la Ciudad de México en la Cuenca de México. La ciudad Teotihuacán fue una de
las primeras ciudades metropolitanas de las Américas, con una población probable
de 125.000 habitantes durante el siglo V y VI d.c. La ciudad se redujo entre los siglos
19
VII y X d.c., hasta que fue finalmente fue abandonada. La excavación de la ciudad
nos ha dado muchas pistas sobre su cultura.
Historia de la Cultura Teotihuacana.
La historia antigua de Teotihuacán es un misterio. Poco se conoce acerca de sus
antiguos constructores, creencias religiosas, o el idioma. La ciudad de Teotihuacan
se convirtió en el epicentro de la cultura y el comercio de la antigua Mesoamérica,
superando a la antigua Roma en tamaño.
Poco después de la civilización Olmeca desapareció, surgió una nueva civilización
en el siglo I a.c., en el valle de México. Esta gran civilización que dominaría la cultura
del valle de México durante casi un milenio se erigiría como una de las influencias
culturales más importantes en la historia de las civilizaciones de América Central y
Norteamérica. Esta civilización tuvo su epicentro en la ciudad de Teotihuacán. En
su apogeo, Teotihuacán era una ciudad de más de cien mil personas-no sólo fue la
ciudad más grande de América, fue una de las ciudades más grandes del mundo
antiguo.
En el período Formativo Tardío, una serie de centros urbanos surgieron en el centro
de México. El más prominente de estos parece haber sido Cuicuilco, en la orilla sur
del lago de Texcoco. Los estudiosos han especulado que la erupción del volcán Xitle
pudo haber provocado una emigración masiva hacia el valle de Teotihuacán. Estos
colonos habrían fundado y acelerado el crecimiento de Teotihuacan.
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Cultura olmeca.
La cultura Olmeca o cultura madre mesoamericana fue una civilización antigua
precolombina que habitó en las tierras bajas del centro-sur de México, durante el
periodo Preclásico Medio mesoamericano, aproximadamente en el estado
mexicano de Veracruz y Tabasco en el istmo de Tehuantepec. La cultura Olmeca
tuvo una muy amplia influencia ya que sus obras de arte de esta civilización también
se encuentran en El Salvador. Los olmecas se desarrollaron entre los años 1200 a.c
hasta alrededor del año 400 a. C. Y por muchos historiadores es considerada la
madre de las culturas o civilizaciones mesoamericanas (“La cultura madre") que
más tarde surgirían.
TERRITORIO DE LA CIVILIZACIÓN OLMECA.
Ubicación geográfica de los Olmeca: El territorio olmeca se caracteriza por ricas
llanuras aluviales y crestas de colinas bajas con volcanes. Las montañas de Tuxtla
se encuentran al norte, a lo largo de la Bahía de Campeche. Y fue aquí donde los
olmecas construyeron Templos complejos. La civilización Olmeca se constituyó
principalmente alrededor de 3 centros ceremoniales, a saber, San Lorenzo
Tenochtitlán, la Venta y Tres Zapotes, pero también se realizaban actos
ceremoniales en Laguna de los Cerros y La Mojarra. Su influencia se extiende desde
21
las tierras altas mexicanas actualmente hasta la costa del Pacífico, cerca de la '
Guatemala de hoy. Esta civilización emergió y dominado entre 1200 y 400 a. C., y
parece que fue la primera civilización mesoamericana, y también la primera en
desarrollar un sistema de escritura jeroglífica para su lenguaje, en 2002 se descubrió
un caso que data de 650 a. C., y en 2006 otro de 900 a. C., lo cual supera en
antigüedad a la escritura zapoteca, y convierte a la escritura olmeca en la más
antigua del hemisferio occidental. Se han encontrado ciertas representaciones en
algunas estelas que podrían ser petroglifos, y según algunos historiadores cuenta
la vida de un gobernante, pero todavía no tiene la unanimidad de la comunidad
internacional.
Los olmecas sería también los iniciadores del juego de pelota, actividad popular
también en otras culturas de la región con fines recreativos y ceremoniales.
Etimología del término Olmeca:
El término "olmeca" significa en lengua náhuatl "gente del país del hule (goma)".
De hecho, en estas zonas se extraían el látex de los arboles "Castilla elástica", un
tipo de caucho. No se está seguro si se pueda definir el término olmeca. Los
estudiosos están de acuerdo en casi en su totalidad en el hecho de que la olmecas
hablaron un idioma perteneciente a la familia Mixe-Zoque:
Mixe (que incluye las lenguas mixes de Oaxaca y las lenguas popoluca en el estado
de Veracruz)
Zoque (que incluye las lenguas que se han llamado zoque en Chiapas, Oaxaca y
Tabasco).
Pues los hablantes de mixe y zoque actuales en Oaxaca y Chiapas se les considera
los descendientes de la civilización olmeca. Aunque las pruebas sobre su lengua
todavía son limitadas.
22
LA HISTORIA DE LOS OLMECAS SE DIVIDEN EN TRES PERIODOS
Cultura olmeca. La cultura de San Lorenzo Tenochtitlán, de 1200 a. C. a 900 a. C.:
fue de esta área donde comenzó a surgir las características de esta civilización,
cuyo ascenso fue probablemente ayudado por la zona de llanuras aluviales que
favorecía una alta producción de maíz (situación, por lo tanto, similar de que vivió
en Egipto y Mesopotamia). Hablando acerca de si la alta concentración de población
en San Lorenzo y el desarrollo de elite que finalmente condujo a los olmecas a
dominar y fue la base para el desarrollo de una refinada cultura mesoamericana.
* La cultura del sitio arqueológico La Venta de 900 a. C. 400 a. c.: San Lorenzo
fue abandonado alrededor del año 900 aproximadamente, en ese período se volvió
importante el centro ceremonial de La Venta. Este movimiento migratorio podría
haber sido por cambios ambientales que llevó incluso a cambiar el curso de algunos
ríos importantes. La destrucción de los monumentos San Lorenzo alrededor de 950
a.c. podría explicarse por una rebelión interna o invasión desde el exterior. Sin
embargo, La Venta fue un centro olmeca importante hasta los años 400 a. C.
Durante este período, se construyeron la Gran pirámide y otros monumentos
ceremoniales complejos en este centro. Aunque alrededor de los años 400 a.c el
centro ceremonial La venta había agotado su papel importante como centro olmeca.
* La Cultura de Tres Zapotes de 400 a. C. a 200 a. C. Tres Zapotes se refiere
a la tercer capital principal de los olmecas. Su ocupación fue aproximadamente al
mismo tiempo que en la Venta, pero tuvo incluso población después de los olmecas.
Aunque la fase Tres Zapotes olmeca constituye sólo una parte de la historia del
lugar, que continuó a través de la cultura Epi-olmeca (post-olmeca) y la cultura
Clásica de Veracruz.
23
Cultura zapoteca
La cultura Zapoteca o civilización Zapoteca era un pueblo indígena mesoamericano
precolombino que floreció en el Sur del Valle de Oaxaca y en el istmo de
Tehuantepec (México). Hay evidencia arqueológica que muestra que su cultura se
remonta desde hace unos 2500 años. Los Zapotecas dejaron evidencia
arqueológica en la antigua ciudad de Monte Albán, en forma de edificios, campos
de juego de pelota, magníficas tumbas y muestra de su orfebrería (joyas trabajadas
finamente en oro). La ciudad de Monte Albán fue una de las primeras ciudades
principales en Mesoamérica y el centro de un estado zapoteca que dominó gran
parte de lo que hoy conocemos como el actual estado de Oaxaca.
Etimología
El nombre zapoteca es un término exónimo procedente del náhuatl, que significa a
"habitantes del lugar de Zapoteo pueblo de Zapote ". Los zapotecas se refiere a sí
mismos por alguna variante del término "be'neza" que significa "el pueblo de las
nubes"
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Religión Zapoteca.
Al igual que la mayoría de los pueblos religiosos de Mesoamérica, la religión
zapoteca fue politeísta. Ellos adoraban a sus antepasados y creían en la existencia
de un paraíso subterráneo. De ahí la importancia del culto a los muertos.
Eran politeístas, eso quiere decir que tenían varios dioses. Su dios principal se
llamaba Xipe Tótec y este se le conocía por tres nombres:
Tótec: es el dios mayor, el que los regía.
Xipe: es el dios creador, aquel que hizo todo como es ahora.
Tlatlauhaqui: es el dios astro, el Sol.
Dos deidades principales incluyen a Cocijo, el Dios de la lluvia (similar al Dios Azteca
Tláloc) y Copijcha, el Dios de la luz. Se cree que los zapotecas practicaban de forma
periódica sacrificios humanos en sus rituales.
Los Zapotecas dicen que sus antepasados surgieron de la tierra, de cuevas, o que
surgieron de árboles o Jaguares en personas, mientras que la élite que los rige cree
que descendieron de seres sobrenaturales que vivían entre las nubes, y que a su
muerte volverían a dicho estatus. De hecho, el nombre por el cual los Zapotecas
son conocidas hoy en día el resultado de esta creencia "El pueblo de las nubes".
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Cultura mexica
En 1519, año de la llegada de los españoles a México Central, una gran parte de
Mesoamérica estaba bajo el control de la cultura azteca, quienes habían forjado en
poco más de un siglo un poderoso imperio que se extendía de la frontera
septentrional del área al istmo de Tehuantepec, y del Atlántico al Pacífico. El
corazón de este vasto territorio era Tenochtitlán, una ciudad densamente poblada
del Valle de México, al sur del Altiplano Central. La urbe, compuesta por dos
ciudades gemelas (Tenochtitlán y Tlatelolco), contaba entre 150.000 y 300.000
habitantes, concentrados en dos pequeñas islas que habían crecido gracias al
empleo de islotes artificiales. El centro de la ciudad estaba ocupado por el recinto
sagrado, un conjunto de 78 edificios religiosos presididos por el Templo Mayor. A
su alrededor, ordenados en círculos concéntricos se alzaban los dos palacios
reales, las residencias de los nobles y las casas de los plebeyos. El mercado estaba
en Tlatelolco y era visitado diariamente por más de 60.000 personas.
La Cuenca de México está rodeada por una cordillera en forma de anfiteatro con
alturas superiores a los 5.000 m (Popocatépetl e Iztaccíhuatl); su altitud es de unos
2.300 metros sobre el nivel del mar; y goza de un agradable clima subtropical de
altura. En la época prehispánica la zona central estaba ocupada por cinco grandes
lagos comunicados entre sí: Xaltocan y Zumpango al norte. Tezcoco en el centro, y
Xochimilco y Chaco al sur. Todos tenían el agua dulce, salvo la laguna de Tezcoco.
Historia
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Tras la caída del imperio tolteca a fines del siglo XII, el Valle de México fue invadido
por sucesivas oleadas de pueblos bárbaros procedentes del norte que fundaron
diversas ciudades-estado, como Xaltocan, Tezcoco, Azcapotzalco o Coatlinchán.
La última invasión la efectuaron la cultura azteca, un grupo de lengua náhuatl
originario de Aztlán, un lugar semimítico situado en el Occidente de México.
Los mexicas —nombre que se daban la cultura azteca a sí mismos— se asentaron
primero en la colina de Chapultepec y luego, tras ser expulsados de allí, en
Culhuacán, de donde también debieron huir. Finalmente se establecieron de
manera definitiva en un islote arenoso del lago de Tezcoco. Los comienzos de la
ciudad de Tenochtitlán, fundada en 1345, estuvieron llenos de problemas y
dificultades. Por un lado, una parte de la población descontenta con el terreno que
se le había asignado abandonó la pequeña aldea para fundar una nueva ciudad
(Tlatelolco) en una isla cercana. Por el otro, la falta de materiales para la
construcción y la ausencia de tierras cultivables obligó a los gobernantes mexicas a
aceptar la autoridad de Azcapotzalco, una de las principales ciudades-estado de la
región. Durante largo tiempo, los aztecas tuvieron que participar en las guerras
imperialistas de Azcapotzalco, lo cual les proporcionó una gran experiencia militar
que les sería de gran utilidad en el futuro.
La muerte del rey azeapotzalca en 1426 abrió una crisis dinástica que aprovechó la
cultura azteca para independizarse. Su jefe Itzcóatl (1426-1440) se alió con el
señorío de Tezcoco, el principal rival de Azcapotzalco, y logró vencer a sus antiguos
señores. La desaparición del poder azcapotzalea abrió un nuevo período en la
historia de Mesoamérica porque los vencedores decidieron mantener la unión e
integrar en ella a los vencidos. Nació así la Triple Alianza, una confederación que
se caracterizó por su marcado talante imperialista.
Los Plebeyos
La clase dominada carecía de la homogeneidad que caracterizaba al estamento
plebeyo de otras sociedades precolombinas. Había tantas diferencias económicas
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e incluso jurídicas que conviene diferenciar al menos tres estratos: superior, medio
e inferior.
Cultura maya
Durante el periodo clásico floreció en los bosques tropicales de Mesoamérica una
de las culturas más asombrosas de la historia de la humanidad: la cultura maya.
La sociedad de la cultura maya presenta rasgos peculiares que la hacen diferente
de las otras sociedades mesoamericanas. Estos elementos distintivos son: el
empleo de una escritura jeroglífica compuesta por más de 700 signos; el uso de la
bóveda falsa en arquitectura; el desarrollo de una escultura monumental de carácter
religioso que asocia la estela y el altar; y, un sistema para medir el tiempo que parte
de una fecha concreta.
Así definida, la subárea cultura maya comprende el territorio de los actuales Estados
mexicanos de Yucatán, Campeche y Quintana Roo, parte de los de Tabasco y
Chiapas, los Departamentos guatemaltecos de Petén e Izabal, el noroeste de
Honduras, y Belice. En total unos 280.000 km cuadrados. El Mayab o País de los
mayas se divide en tres zonas ecológicas: la península del Yucatán, la zona central
del Petén y las Tierras Altas de Chiapas y Guatemala. De las tres, la más
problemática para el progreso humano es la central, ya que la abundancia de lluvias,
ríos y pantanos crea un denso bosque de tipo tropical. Paradójicamente, fue en este
difícil hábitat donde la cultura maya alcanzó su mayor esplendor.
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Historia de la Cultura Maya
Desde el punto de vista temporal, la larga historia de la cultura maya se inicia en el
Formativo y se extiende hasta la Conquista española. Abarca, por lo tanto, unos
2.600 años, separados en tres períodos: Formativo, entre el siglo X a. C. y el siglo
III d. C.; Clásico (siglos III al X d. C.); y Posclásico, de la décima centuria a la
Conquista.
Periodo Formativo
En la etapa formativa, pequeñas comunidades procedentes del altiplano
guatemalteco se asentaron en el Petén, fundando pequeños poblados que
recibieron pocos siglos antes de la Era Cristiana las influencias de Izapa, una cultura
de origen olmeca situada en la costa pacífica de Guatemala.
A partir del año 300 d. C. aparecen los grandes centros ceremoniales característicos
de la cultura maya: Tikal, Uaxactún, Naraqjo, Nakún y Yaxhá.
Un factor que, sin duda, contribuyó de manera decisiva al crecimiento de las
ciudades de la cultura maya fue la presencia de una poderosa colonia teotihuacana
en Kaminaljuyú, en los altos de Guatemala. La progresiva desaparición del poder
de Teotihuacán en la región creó una grave crisis política que se prolongó del 534
al 593 d. C.
El gobierno de la comunidad de la cultura maya recaía, en el linaje principal, que
monopolizaba las tareas administrativas y, sobre todo, las religiosas. Los
descendientes del antepasado fundador eran verdaderos dioses vivientes que
ostentaban el mando político, económico, judicial y militar de la comunidad; y como
tales tenían derecho a ceder a sus hermanos y sobrinos los cargos políticos de
mayor responsabilidad.
El omnipotente poder del Halach Huinic (el hombre verdadero), también
denominado Ahau (Señor) emanaba de su papel de intermediario entre sus
parientes superiores, los dioses, y sus parientes inferiores, los hombres. El cargo,
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hereditario, pasaba de padres a hijos; pero si el Ahau moría sin descendencia
masculina el título pasaba a las mujeres. Si tampoco dejaba hijas, el cargo era
heredado por el hermano de mayor edad, lo cual conducía a una profunda
remodelación de los diversos linajes del clan.
Cultura tolteca
Historia de la cultura o civilización Tolteca: La cultura Tolteca es una cultura de la
Mesoamérica Precolombina. La palabra tolteca se refiere a las poblaciones que
habitaron el centro de México precolombino. La palabra ha sido usada de diferentes
formas en estudios mesoamericanos por diferentes estudiosos para referirse a los
antepasados mencionados en las narrativas mítico - históricas de los aztecas. Existe
un debate académico sobre si los toltecas fueron alguna vez un verdadero grupo
étnico o comunidad política genuina, o si son más bien un mito producido por los
aztecas y/o por otras civilizaciones de la región.
Las leyendas náhuatl afirman que los toltecas dieron origen a la civilización (esto es
porque los llamaban artistas o maestros constructores). Los Aztecas para afirmar
su superioridad en la América mesoamericana se proclamaron descendientes de
los Toltecas.
Etimología del Término "Tolteca"
Los Toltecas (viene del náhuatl y significa "maestros constructores") fueron un
pueblo que vivió entre los años 900 d.c y 1200 d.c alrededor de su capital
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TollanXicocotitlan, cerca de Tula en México. Los toltecas influenciaron en el arte y
la arquitectura en toda la Mesoamérica y tuvieron un enlace especial con la cultura
Azteca que es considerada sucesora del pueblo tolteca.
Ubicación Geográfica de la Cultura Tolteca
Los toltecas fueron un pueblo nómade que también habría incluido a los
antepasados de los chichimecas. Los toltecas conquistaron la ciudad de
Teotihuacan en el año 750 d.c aproximadamente, y luego asentaron su población y
su cultura. Ellos se establecieron en la meseta central (en la zona que ahora abarcan
los Estados mexicanos de Tlaxcala, Hidalgo, México, Morelos y Puebla). Durante el
desarrollo de su sociedad, una casta militar reemplazaría a los religiosos en la
administración formándose un gobierno militarista.
Una prueba de la hegemonía cultural tolteca se refleja en la cerámica de Mayapán
y Matlazinca con símbolos utilizados por los toltecas que se encontraron en lugares
muy lejanos de su territorio, por ejemplo, en Costa Rica.
Su capital, Tollan-Xicocotitlan, sería conquistada por los Chichimecas en el año
1168 d.c.
Religión de la civilización Tolteca.
Su religión parece haber sido de tipo chamánica, no requirieron de lugares de culto
permanente. Su religión fue panteísta ya que adoraban a las fuerzas de la
naturaleza a saber, cielo, agua, la tierra. Sin embargo, su mundo religioso ha
generado una gran figura divina Quetzalcóatl. Los toltecas tenían un sistema de
creencias dualista. Lo contrario de Quetzalcóatl (representa el bien) era
Tezcatlipoca (mal), que se supone que habría enviado al exilio a Quetzalcóatl. Otra
tradición declara que Quetzalcóatl se habría ido voluntariamente en una balsa de
serpientes, prometiendo su próximo regreso.