El Profe en Lengua Extranjera

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Unit 2: El profesor de lengua extranjera

Publicado en El Lapicero (http://www.ellapicero.net)

El papel del profesor de Lengua Extranjera

Publicado en Sevilla el Martes 11/03/08.

Por Isabel Iglesias Mora

Debido a la evolución de la metodología de la enseñanza en general, y específicamente de la enseñanza de segundas lenguas o lenguas extranjeras, el papel del profesor ha tenido que cambiar para adaptarse a los nuevos métodos. En lo que respecta a las lenguas, el enfoque que más se valora hoy en día es el comunicativo. Éste es el enfoque adoptado tanto por el Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas (MCER) como por la LOE. Este enfoque se centra en el papel activo y autónomo del alumno, que debe saber utilizar la lengua como herramienta para comunicarse y conocer otras culturas. Esto no quiere decir que la labor del docente sea menos importante, sino que su papel ha cambiado y debe ayudar a sus alumnos de manera diferente. Si bien antes el profesor era predominantemente un experto que debía transmitir conocimientos a sus alumnos, ahora su misión es otra: debe dirigir el aprendizaje de los alumnos.

El profesor de lengua extranjera tiene aspectos en común con el resto de docentes pero también presenta ciertas características específicas. El más obvio es el de ser puente y conexión con la lengua y culturas que se están estudiando. En el contexto de la Educación Obligatoria/Secundaria (también Primaria), el docente suele ser el único hablante de inglés con el que los alumnos tienen contacto. Es la única persona que puede ofrecerles ‘input’ en inglés, ya sea directamente (cuando se comunica con ellos), o a través de canciones, películas, noticias, documentales, etc. para que oigan el idioma en su contexto al mismo tiempo que reciben información visual sobre la cultura meta. Pero la interacción, un factor muy importante tanto en el MCER como en la LOE sólo pueden ofrecérsela el profesor, el único hablante ‘nativo’ o de competencia similar, y el resto de alumnos. El docente tiene que proporcionar una gran cantidad de material audiovisual y animar a sus alumnos a que hablen y no tengan miedo a equivocarse. Además, debe ofrecerles datos sobre dónde encontrar más información de la cultura y sus hablantes y cómo contactar con ellos (por ejemplo, proyectos con otros colegios europeos).

Pero el profesor tiene otras muchas misiones que realizar. Tiene que seguir siendo hasta cierto punto un experto en la materia y poseer conocimientos. No sirve de nada tener muchos recursos pedagógicos y materiales para utilizar con sus alumnos si no domina el tema que enseña ni tiene un nivel competente del idioma. Otra de sus funciones, a veces la más conocida y que se convierte en la principal de forma no adecuada, es la de evaluador. El que la evaluación se convierta en uno de los papeles más importantes no es problema, siempre que se evalúe no sólo la competencia del estudiante sino también el proceso de enseñanza-aprendizaje y a sí mismo. Por otro lado el docente es un modelo para sus alumnos. Si queremos que haya un aprendizaje cooperativo y un buen clima de aula (sin violencia, respetuoso…), el profesor tiene que ser el primero en comportarse así, tanto dentro como fuera del aula. Si un profesor no respeta a un alumno, es difícil que éste le respete. También debe actuar como tutor, uno de los roles que ha cobrado aún más importancia con la LOE. El profesor, como tutor de uno de sus grupos, debe ejercer como mentor, educador y orientador. Tiene que guiar a sus alumnos tanto en el campo académico como en el personal, ya que ambos están relacionados. Además, tiene que hacer especial hincapié en mejorar las habilidades sociales y cívicas de sus alumnos, lo cual repercute directamente en una mejora del clima en el aula. Por otro lado, la LOE también recoge el papel planificador del docente, ya que da mucha importancia al deber y al derecho de hacer una programación didáctica adaptada a sus alumnos y a su entorno.

Otro aspecto que hay que tener en cuenta es que el profesor actúa como líder del grupo al que está enseñando y esto afecta a su funcionamiento y resultados. Según un estudio llevado a cabo en 1939 por Lewin, Lippit and White (mencionado en Arnold 2000), un líder puede actuar de tres maneras diferentes: autocrática o autoritaria, democrática y ‘laissez-faire’. El profesor autoritario es el que mantiene el control total del grupo. En general, los alumnos que tienen un profesor autoritario producen más, ya que se dedican muchas horas a trabajar. Sin embargo, es normal que, en cuanto el profesor sale del aula, los alumnos paren. Además, aunque produzcan más, esto no significa que su calidad sea mayor. El profesor laissez-faire es el que delega sus funciones de líder en otra persona. Este comportamiento conlleva un retraso en la formación de la estructura del grupo, y por tanto los alumnos se sienten frustrados y estresados, no hay orden y rinden poco. El profesor democrático es el que comparte algunas de sus funciones con su grupo; por ejemplo, les deja participar en la elaboración de las normas del grupo. Esto no quiere decir que el profesor no tenga autoridad en su clase sino que la ejerce de manera no autocrática. Con esta forma de liderazgo, los alumnos realizan trabajos de mayor calidad y, cuando el profesor abandona el aula, siguen trabajando. Además, un factor muy importante que hay que tener en cuenta son las interrelaciones del grupo. En el grupo democrático, hay mejores

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relaciones entre los alumnos y entre éstos y el profesor, hay más comunicación, el clima es más relajado y el grupo se siente unido. Varios estudios posteriores (Shaw 1981, Schmuck and Schmuck 1988), han confirmado estos datos. Sin embargo, ser un profesor autoritario es más sencillo que dirigir un grupo de manera democrática, ya que es muy complicado mantener el equilibrio y saber utilizar las habilidades de cada uno de los miembros del grupo. Por último, hay que decir que a corto plazo, el modelo autoritario puede dar bastante resultado mientras que el democrático tiene un desarrollo más largo.

Adrian Underhill presenta un modelo evolutivo de la enseñanza que tiene muy presente la dimensión afectiva (en Arnold 2000). Según él, existen tres tipos de docentes: Lector, Profesor y Facilitador. El Lector es el que posee conocimientos sobre un tema o materia y los transmite y explica a sus alumnos. No tiene formación específica pedagógica ni se preocupa de los aspectos metodológicos. Normalmente enseña de la manera en la que a él le enseñaron. No se fija en la actitud de sus alumnos (si participan o no, si se llevan bien, etc.), ni en sus diferentes estilos de aprendizaje o si tienen dificultades aprendiendo algo. Además no tiene una forma sistematizada de evaluar el proceso de enseñanza-aprendizaje, ni de recibir ‘feedback’ de sus alumnos. Por lo tanto, los alumnos no reciben ayuda por parte del profesor. El docente se da cuenta de que algunas veces la clase sale mejor que otras, pero lo considera fruto de alguna variable externa. Su desarrollo profesional se basa en adquirir más conocimientos sobre el tema que enseña (desarrollo horizontal). Sin embargo, puede que después de algún tiempo el Lector sienta curiosidad, se cuestione su método y decida cambiar, investigar, y pueda dar un salto hacia la siguiente categoría: Profesor (desarrollo vertical).

El Profesor tiene conocimientos sobre la materia que imparte pero además tiene preparación pedagógica y conoce métodos y técnicas para ayudar a sus alumnos a aprender. Esto hace que esté más en contacto con sus alumnos y su proceso de aprendizaje. Su metodología viene de cursos, talleres, hablar con compañeros, libros, artículos, su propia experiencia y experimentos que lleva a cabo. Planifica las clases y sabe que el clima y las relaciones que haya en el aula son importantes pero todavía hay veces en que las cosas no salen bien y no sabe por qué mientras que otras veces algo improvisado funciona. Además hay alumnos que se aburren y no consigue motivarles. Comprende que su manera de ser y actuar (paciencia, empatía, respeto), afecta a sus alumnos. Puede desarrollarse de forma horizontal si investiga sobre su asignatura y sobre metodología. Si cuestiona sus propios valores y lo que asume, puede llegar a desarrollarse de forma vertical y convertirse en Facilitador.

El Facilitador combina conocimientos sobre la materia y metodología con la capacidad para generar un clima psicológico en el aula que conduzca a un aprendizaje de gran calidad. El docente es sensible a las relaciones que se dan entre los diferentes miembros del grupo y cómo se sienten (el grado de seguridad, de autoestima). Esto no es tarea fácil pero le ayudará a reconocer los problemas que haya en el grupo, encontrar sus causas e intentar mejorar las habilidades sociales de sus alumnos. Uno de los puntos más importantes de la facilitación es el entender que para utilizar estas nuevas técnicas las viejas actitudes tienen que cambiar. Si no, no se producirán mejoras. Tal es la importancia de revisar y cambiar la forma de pensar, que nuevas actitudes con métodos antiguos podrían tener efectos positivos en el proceso de aprendizaje. En un enfoque facilitador, el profesor se pregunta sobre cómo escucha, cómo habla, cómo usa su poder y autoridad. Así mismo debe ser consciente de sus actitudes, creencias y su estado emocional para poder prestar atención al grupo como “organismo vivo”.

Es casi imposible que un profesor comience su carrera como Facilitador ya que éste requiere un grado de experiencia que no puede tener un principiante. Sin embargo, todos los docentes deberían intentar evolucionar hasta convertirse en Facilitador. En lo que respecta al tipo de líder, si caminamos hacia la facilitación, es necesario dejar de ser autoritario o pasivo y dirigirse hacia una manera más democrática de llevar la clase. Si se trabaja para conseguir estas dos metas, también se conseguirá desempeñar de manera satisfactoria todos los papeles que debe ejercer un profesor. En definitiva se llegara a ser un Educador.

BIBLIOGRAFÍA

LEWIN, LIPPIT y WHITE (1939). «Patterns of aggressive behaviour in experimentally created ‘social climates’». Citado en DÖRNYEI, Z. y MALDEREZ, A. (2000) «El papel de la dinámica de grupos en el aprendizaje y la enseñanza de lenguas extranjeras». En ARNOLD, J. (ed.) La dimensión afectiva en el aprendizaje de idiomas. Madrid: Cambridge University Press.

UNDERHILL, A. (2000) «La facilitación en la enseñanza de idiomas». En ARNOLD, J. (ed.) La dimensión afectiva en el aprendizaje de idiomas. Madrid: Cambridge University Press.

Isabel Iglesias Mora es profesora de inglés en Educación Secundaria.

URL de la fuente:http://www.ellapicero.net/node/2444

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