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8 El periodo transcurrido desde las elecciones presidenciales de noviembre de 2005 en Sri Lanka, ha resultado caótico para el proceso de paz nacional. Los acontecimientos han sido tan violentos que muchos temen que se reanude el conflicto que plagó a este país durante más de dos décadas. Han disminuido las esperanzas de que el frágil cese al fuego se mantenga siquiera un mes más. Aunque sobreviva el cese al fuego y se celebren eficaces negociaciones de paz, todavía habrá enormes retos por delante. Estos temores aumentaron a finales de abril cuando un terrorista suicida asesinó a ocho personas en un complejo militar e hirió de gravedad al jefe del ejército de Sri Lanka, el teniente general Sarath Fonseka. Este atentado, que tenía las características de un ataque de los Tigres de Liberación de Tamil Eelam (LTTE), siguió al asesinato de dos cingaleses en el norte de Sri Lanka y a la muerte de dos supuestos rebeldes tamiles en Batticaloa, al Este. En noviembre pasado, el nuevo presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajapakse, ganó las elecciones con un margen estrecho, en parte gracias a su alianza con dos partidos cingaleses de línea dura: el Janatha Vimukthi Peramuna (JVP) y el Jathika Hela Urumaya (JHU). Rajapakse no tenía la certeza de contar con todo el apoyo de su propio partido político, el Partido Liberador de Sri Lanka (SLFP, por sus siglas en inglés), que se mantenía bajo el liderazgo de Chandrika Kumaratunga cuyo apoyo a Rajapakse era, por decir lo menos, poco entusiasta. En términos de organización, Rajapakse dependía del apoyo de los dos paridos nacionalistas más pequeños, el JVP y el JHU. A cambio, estos partidos demandaron que se incluyeran varios compromisos en el manifiesto electoral de Rajapakse. Entre ellos, la declaración de inconstitucionalidad del acuerdo de cese al fuego firmado por Ranil Wickremasinghe, ex primer ministro y Velupillai Prabhakaran, líder de los rebeldes del LTTE; la promesa de suspender la facilitación noruega en el proceso de paz, y el compromiso de que cualquier acuerdo negociado sobre el conflicto étnico de la isla tendría que hacerse en el marco de la devolución máxima dentro de un Estado unitario. La última demanda, aunada a las declaraciones de Rajapakse posteriores a la elección, contradice el compromiso asumido entre el LTTE y el anterior gobierno de Sri Lanka de explorar las posibilidades de una estructura federal al interior de una Sri Lanka unida dentro de la tercera ronda de las pláticas de paz de Oslo de 2002. El nuevo presidente se opone a la iniciativa de paz La campaña de Rajapakse para la contienda presidencial de noviembre de 2005 criticó severamente la iniciativa de paz de 2002 y de 2003 de su rival, Wickremasinghe, y la acusó de ser una iniciativa que contemporizaba con los LTTE. Muchos miembros de la comunidad mayoritaria de la isla —la cingalesa— y de la tercera comunidad en tamaño —la musulmana— parecían estar de acuerdo tanto con la crítica que Rajapakse hacía del proceso de paz de Wickremasinghe como con su oposición al federalismo. En una jugada sorpresiva, los LTTE intimidaron a los tamiles y evitaron que se presentaran a votar en el norte y el este del país, lo que contribuyó a que Rajapakse —el halcón— venciera a Wickremasinghe —la paloma. Sin embargo, en el transcurso de las dos semanas que siguieron a la elección, la situación se volvía tensa mientras estallaba la violencia en varias partes del norte y del este del país. Los LTTE atacaron en repetidas ocasiones a las fuerzas de seguridad del gobierno y muchos líderes de los grupos políticos tamiles rivales fueron asesinados. Conforme se agudizaba la violencia, algunos tamiles del Norte y del Este, que temían una abierta reanudación de las hostilidades, huyeron al sur de la India, situación que no se había presentado desde hacía muchos años. Se desplegó una gran actividad diplomática que rindió frutos en la tercera semana de enero. Primero fue la visita a Sri Lanka de Erik Solheim, ministro noruego de Desarrollo Internacional. Además, otros países como la India y Japón, así como la Unión Europea ejercieron una presión considerable sobre ambas partes para que accedieran al diálogo con el fin de prevenir la reanudación abierta de las hostilidades. Finalmente se acordó que Ginebra sería la sede. Sin embargo, el programa fue muy delimitado y específico, y se enfocaba en la implementación del acuerdo de cese al fuego, en lugar de atender los temas más amplios que eran fundamentales en el conflicto. Federaciones Vol. 5, No. 2 / marzo-abril de 2006 www.forumfed.org POR ROHAN EDRISINHA El proceso de paz en Sri Lanka Disminuyen las esperanzas de restaurar la calma En mejores tiempos: G.L. Peiris, ex negociador en jefe del Gobierno de Sri Lanka, (izquierda) y Anton Balasingham, negociador en jefe de los Tigres de Liberación durante las conversaciones de paz de Bangkok en 2002. Continúa en la página 10 Rohan Edrisinha encabeza la Unidad Legal del Centro de Políticas Alternativas en Colombo, Sri Lanka.

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El periodo transcurrido desde las elecciones presidenciales denoviembre de 2005 en Sri Lanka, ha resultado caótico para elproceso de paz nacional.

Los acontecimientos han sido tan violentos que muchos temenque se reanude el conflicto que plagó a este país durante másde dos décadas. Han disminuido lasesperanzas de que el frágil cese al fuego semantenga siquiera un mes más. Aunquesobreviva el cese al fuego y se celebreneficaces negociaciones de paz, todavía habráenormes retos por delante.

Estos temores aumentaron a finales de abrilcuando un terrorista suicida asesinó a ochopersonas en un complejo militar e hirió degravedad al jefe del ejército de Sri Lanka, elteniente general Sarath Fonseka. Esteatentado, que tenía las características de unataque de los Tigres de Liberación de TamilEelam (LTTE), siguió al asesinato de doscingaleses en el norte de Sri Lanka y a lamuerte de dos supuestos rebeldes tamiles enBatticaloa, al Este.

En noviembre pasado, el nuevo presidente de Sri Lanka,Mahinda Rajapakse, ganó las elecciones con un margenestrecho, en parte gracias a su alianza con dos partidoscingaleses de línea dura: el Janatha Vimukthi Peramuna (JVP) yel Jathika Hela Urumaya (JHU). Rajapakse no tenía la certeza decontar con todo el apoyo de su propio partido político, elPartido Liberador de Sri Lanka (SLFP, por sus siglas en inglés),que se mantenía bajo el liderazgo de Chandrika Kumaratungacuyo apoyo a Rajapakse era, por decir lo menos, pocoentusiasta.

En términos de organización, Rajapakse dependía del apoyode los dos paridos nacionalistas más pequeños, el JVP y elJHU. A cambio, estos partidos demandaron que se incluyeranvarios compromisos en el manifiesto electoral de Rajapakse.Entre ellos, la declaración de inconstitucionalidad del acuerdode cese al fuego firmado por Ranil Wickremasinghe, ex primerministro y Velupillai Prabhakaran, líder de los rebeldes delLTTE; la promesa de suspender la facilitación noruega en elproceso de paz, y el compromiso de que cualquier acuerdonegociado sobre el conflicto étnico de la isla tendría quehacerse en el marco de la devolución máxima dentro de unEstado unitario.

La última demanda, aunada a las declaraciones de Rajapakse

posteriores a la elección, contradice el compromiso asumidoentre el LTTE y el anterior gobierno de Sri Lanka de explorarlas posibilidades de una estructura federal al interior de unaSri Lanka unida dentro de la tercera ronda de las pláticas depaz de Oslo de 2002.

El nuevo presidente se opone a lainiciativa de paz

La campaña de Rajapakse para la contiendapresidencial de noviembre de 2005 criticóseveramente la iniciativa de paz de 2002 yde 2003 de su rival, Wickremasinghe, y laacusó de ser una iniciativa quecontemporizaba con los LTTE. Muchosmiembros de la comunidad mayoritaria dela isla —la cingalesa— y de la terceracomunidad en tamaño —la musulmana—parecían estar de acuerdo tanto con la críticaque Rajapakse hacía del proceso de paz deWickremasinghe como con su oposición alfederalismo. En una jugada sorpresiva, losLTTE intimidaron a los tamiles y evitaron

que se presentaran a votar en el norte y el este del país, lo quecontribuyó a que Rajapakse —el halcón— venciera aWickremasinghe —la paloma.

Sin embargo, en el transcurso de las dos semanas quesiguieron a la elección, la situación se volvía tensa mientrasestallaba la violencia en varias partes del norte y del este delpaís. Los LTTE atacaron en repetidas ocasiones a las fuerzas deseguridad del gobierno y muchos líderes de los grupospolíticos tamiles rivales fueron asesinados. Conforme seagudizaba la violencia, algunos tamiles del Norte y del Este,que temían una abierta reanudación de las hostilidades,huyeron al sur de la India, situación que no se habíapresentado desde hacía muchos años.

Se desplegó una gran actividad diplomática que rindió frutosen la tercera semana de enero. Primero fue la visita a Sri Lankade Erik Solheim, ministro noruego de Desarrollo Internacional.Además, otros países como la India y Japón, así como la UniónEuropea ejercieron una presión considerable sobre ambaspartes para que accedieran al diálogo con el fin de prevenir lareanudación abierta de las hostilidades. Finalmente se acordóque Ginebra sería la sede. Sin embargo, el programa fue muydelimitado y específico, y se enfocaba en la implementacióndel acuerdo de cese al fuego, en lugar de atender los temasmás amplios que eran fundamentales en el conflicto.

F e d e r a c i o n e s Vol. 5, No. 2 / marzo-abril de 2006 w w w . f o r u m f e d . o r g

POR ROHAN EDR IS INHA

El proceso de paz en Sri Lanka

Disminuyen las esperanzasde restaurar la calma

En mejores tiempos: G.L. Peiris, exnegociador en jefe del Gobierno de SriLanka, (izquierda) y Anton Balasingham,negociador en jefe de los Tigres deLiberación durante las conversacionesde paz de Bangkok en 2002.

Continúa en la página 10Rohan Edrisinha encabeza la Unidad Legal del Centro de PolíticasAlternativas en Colombo, Sri Lanka.

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Las pláticas de Ginebra se estancan

Las conversaciones en Ginebra, celebradas el 22 y 23 defebrero, enfatizaron las diferencias entre las dos partes, inclusoen el delimitado tema del acuerdo de cese al fuego. El gobiernoquería modificar el acuerdo pero los LTTE se negaron ahacerlo.

Las negociaciones de Sri Lanka están paralizadas

Uno de los temas complicados que surgieron en las pláticas fueel del coronel Karuna (nombre de guerra de VinayagamoorthiMuralitharan), jefe renegado de los LTTE que, con susseguidores, ha impugnado al LTTE, particularmente en el Este,debilitando así su fuerza militar en la zona. Karuna fuemiembro del grupo negociador de los LTTE y uno de sus másconocidos líderes militares. El gobierno argumentó que elacuerdo de cese al fuego contemplaba el desarme de losgrupos paramilitares existentes en el momento de la adopcióndel acuerdo y que, por lo tanto, esta medida no era aplicable algrupo disidente de Karuna. El LTTE insistía en que sí lo era. Ladeclaratoria emitida por los facilitadores noruegos al términode las conversaciones de Ginebra decía que sólo los miembrosde las fuerzas de seguridad del Estado podrían portar armas yparticipar en operaciones de seguridad en áreas controladaspor el gobierno. Esta redacción no soluciona el tema de lasfuerzas de Karuna, cuyos miembros efectivamente estánarmados.

Las ambigüedades de la declaratoria de Ginebra han generadodesacuerdos entre las partes en el tema del desarme de losrebeldes de Karuna. La segunda ronda de conversaciones,originalmente programada para abril, ha sido pospuestaindefinidamente. El aumento de incidentes violentosperpetrados tanto por los LTTE como por las fuerzas deseguridad del Estado es preocupante. El 25 de abril la BBC informó que desde el primer día de ese mes, más de 100 personas habían perdido la vida en conflictos y violacionesal cese al fuego en Sri Lanka. En este turbulento país un cese alfuego imperfecto es mejor que las hostilidades abiertas quecausarían un gran número de víctimas civiles.

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