El Proceso de La Literatura

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El proceso de la literatura En éste su último ensayo, Mariátegui renuncia a ser un crítico imparcial: «Declaro sin escrúpulo, que traigo a la exégesis literaria todas mis pasiones e ideas políticas ». Desde su punto de vista analiza la literatura de la Colonia, «de irrenunciable filiación española», en espíritu y sentimientos, y este colonialismo mental supervive al Virreinato, dando como resultado una literatura mediocre por falta de raíces propias, no habiendo podido «eludir la suerte que le imponía su origen». Explica las razones socio-económicas por qué ha subsistido ese colonialismo literario, y agrega: «el literato peruano no ha sabido casi nunca sentirse vinculado al Pueblo». Aunque destaca en Garcilaso, más Inca que conquistador, el primer destello de "peruanidad", y rescata a Ricardo Palma y a sus Tradiciones de las pretensiones del colonialismo, pues estas Tradiciones tienen «política y socialmente una filiación democrática». Hay que esperar hasta la llegada de González Prada para ver anunciada la posibilidad de una auténtica literatura peruana. González Prada significa la ruptura con el virreinato; uno de los últimos reductos del colonialismo intelectual es la universidad, de allí emerge la «genera- ción futurista». En tales circunstancias el Movimiento Colónida, encabezado por Valdelomar, surge como una insurrección, como una actitud antiacadémica reclamando sinceridad y naturalismo, esa sinceridad que no se encuentra en los versos de José Santos Chocano por su excesiva egolatría pero que si aparece en los ensoñados versos de José María Eguren. Son también analizados por Mariátegui: Mariano Melgar, Magda Portal (a quien llamó la primera poetisa del Perú), Alberto Guillén, Alberto Hidalgo y César Vallejo de quien dice es el poeta de una estirpe, de una raza, creador absoluto, nostálgico pero no retrospectivo. «No añora el imperio como el pasadismo perricholesco añora el virreinato. Su nostalgia es una propuesta sentimental o una protesta metafísica. Nostalgia de exilio; nostalgia de ausencia». Y, finalmente, analiza las corrientes de su actualidad, en especial la indigenista, que llena una función histórica en la sociología peruana en evolución y cuyo más amplio sentido lo lleva a consubstanciarse con «lareivindicación de lo autóctono», que, no obstante, no paraliza los otros elementos vitales de la literatura peruana. Y es literatura "indigenista" y no "indígena" —aclara Mariátegui— porque aún no puede dar una versión verista del indio, sino que tiene «que idealizarlo y estilizarlo. Tampoco puede darnos su propia ánima. Es todavía una literatura de mestizos » Mariátegui confía en la suerte del mestizaje, el que debe ser analizado como cuestión sociológica, no étnica.

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El proceso de la literatura

En éste su último ensayo, Mariátegui renuncia a ser un crítico imparcial: «Declaro sin escrúpulo, que traigo a la exégesis literaria todas mis pasiones e ideas políticas ». Desde su punto de vista analiza la literatura de la Colonia, «de irrenunciable filiación española», en espíritu y sentimientos, y este colonialismo mental supervive al Virreinato, dando como resultado una literatura mediocre por falta de raíces propias, no habiendo podido «eludir la suerte que le imponía su origen». Explica las razones socio-económicas por qué ha subsistido ese colonialismo literario, y agrega: «el literato peruano no ha sabido casi nunca sentirse vinculado al Pueblo». Aunque destaca en Garcilaso, más Inca que conquistador, el primer destello de "peruanidad", y rescata a Ricardo Palma y a sus Tradiciones de las pretensiones del colonialismo, pues estas Tradiciones tienen «política y socialmente una filiación democrática». Hay que esperar hasta la llegada de González Prada para ver anunciada la posibilidad de una auténtica literatura peruana. González Prada significa la ruptura con el virreinato; uno de los últimos reductos del colonialismo intelectual es la universidad, de allí emerge la «generación futurista». En tales circunstancias el Movimiento Colónida, encabezado por Valdelomar, surge como una insurrección, como una actitud antiacadémica reclamando sinceridad y naturalismo, esa sinceridad que no se encuentra en los versos de José Santos Chocano por su excesiva egolatría pero que si aparece en los ensoñados versos de José María Eguren.

Son también analizados por Mariátegui: Mariano Melgar, Magda Portal (a quien llamó la primera poetisa del Perú), Alberto Guillén, Alberto Hidalgo y César Vallejo de quien dice es el poeta de una estirpe, de una raza, creador absoluto, nostálgico pero no retrospectivo. «No añora el imperio como el pasadismo perricholesco añora el virreinato. Su nostalgia es una propuesta sentimental o una protesta metafísica. Nostalgia de exilio; nostalgia de ausencia».

Y, finalmente, analiza las corrientes de su actualidad, en especial la indigenista, que llena una función histórica en la sociología peruana en evolución y cuyo más amplio sentido lo lleva a consubstanciarse con «la reivindicación de lo autóctono», que, no obstante, no paraliza los otros elementos vitales de la literatura peruana. Y es literatura "indigenista" y no "indígena" —aclara Mariátegui— porque aún no puede dar una versión verista del indio, sino que tiene «que idealizarlo y estilizarlo. Tampoco puede darnos su propia ánima. Es todavía una literatura de mestizos » Mariátegui confía en la suerte del mestizaje, el que debe ser analizado como cuestión sociológica, no étnica.