El Principe - Maquiavelo (2)

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 Sandra Hurtado Morán Instituciones Públicas y Privadas, Españolas y Europeas Comunicación Audiovisual y Periodismo Comentario de “El Príncipe” de Maquiavelo  Nicolás Maquiavelo, nacido en Florencia (1469) en el seno de una familia noble empobrecida, fue nombrado, en 1498, secretario de la segunda cancillería de Asuntos Exteriores y de la Guerra de esa ciudad. Florencia se encontraba, por aquel entonces, envuelta en una difusión de nuevas ideas: la revolución renacentista, y se podría decir que se constituyó en el epicentro de un nuevo sistema político y cultural. Es por eso por lo que, Maquiavelo, en con el cargo que ocupaba, llegó a realizar importantes misiones diplomáticas ante muchos monarcas, como son el rey de Francia, el emperador Maximiliano I o César Borgia. Esa actividad desempeñó un papel decisivo en la formación de su pensamiento político, que está básicamente centrado en el funcionamiento del Estado y en la psicología de sus gobernantes. El  principal objetivo de sus actividades diplomáticas fue siempre el de preservar la soberanía de Florencia, que continuamente se veía amenazada por las grandes potencias europeas y para conseguirlo, decidió crear una milicia nacional e intentó, sin éxito, propiciar un acercamiento de  posiciones entre Luis XII de Francia y el papa Julio II. Este “acercamiento” desembocó, lamentablemente para él, en un enfrentamiento que acabó con la derrota de los franceses y el regreso de los Médicis a Florencia y como consecuencia de este cambio político, Maquiavelo fue acusado de traición, encarcelado. Cuando recuperó su libertad, decidió retirarse a una casa que él  poseía las afueras de Florencia, donde comenzó con la redacción de sus obras, entre ellas, “El Príncipe”, la obra que va a ser objeto de estudio en este comentario. Este libro fue dedicado a Lorenzo de Médicis, aunque se publicó después de su muerte, y en él expone las pautas que ha de seguir un príncipe para gobernar bien su pueblo y conservar su Estado. Puede dividirse en distintos bloques, dependiendo del contenido de cada uno de ellos. El  primer bloque estaría compuesto por los nueve primeros capítulos, donde el autor analiza tanto la naturaleza y las clases de principados, como las condiciones para crearlos, consolidarlos y mantenerlos. Así, habla de principados hereditarios, que son los que vienen dados por una dinastía; y de principados nuevos, que a su vez pueden ser o totalmente nuevos (tanto el príncipe como la organización política son una novedad) o mixtos (que se agregan a un conjunto anterior). Maquiavelo cuenta cuáles son los mejores pasos a seguir para conservar el principado de la manera más eficaz posible y afirma que en el caso de los hereditarios, esta es una tarea bastante más sencilla, ya que basta con no alterar el orden establecido por los príncipes anteriores. En el caso de los principados mixtos, sin embargo, existen más dificultades para conservarlos, ya que, como él mismo explica, el príncipe tiene como enemigos a todos los que ha ofendido ocupando el territorio. Habrá habido también quien le ayudara a ocuparlo, ya que, como él dice, “existe en la naturaleza de los hombres la facilidad y el gusto por cambiar de señor cuando se cree mejorar”, sin embargo, la experiencia más tarde suele enseñarles que no siempre se mejora, y acaban también sintiéndose ofendidos. Siguiendo con el caso de los principados mixtos, destaca la importancia que tiene el hecho de que el territorio conquistado tenga como lengua oficial la misma que la Nación a la que se añade. Siempre, afirma, es más fácil mantenerlo ese territorio si la lengua hablada tanto ahí como en el Estado al que se agrega, es la misma puesto que “los hombres permanecen sosegados siempre que se respeten sus costumbres y las ventajas de que gozaban”. Cuando este no es el caso, y se

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Comentario de texto sobre El Principe de Maquiavelo.

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  • Sandra Hurtado MornInstituciones Pblicas y Privadas, Espaolas y Europeas

    Comunicacin Audiovisual y Periodismo

    Comentario de El Prncipe de Maquiavelo

    Nicols Maquiavelo, nacido en Florencia (1469) en el seno de una familia noble empobrecida, fue nombrado, en 1498, secretario de la segunda cancillera de Asuntos Exteriores y de la Guerra de esa ciudad. Florencia se encontraba, por aquel entonces, envuelta en una difusin de nuevas ideas: la revolucin renacentista, y se podra decir que se constituy en el epicentro de un nuevo sistema poltico y cultural. Es por eso por lo que, Maquiavelo, en con el cargo que ocupaba, lleg a realizar importantes misiones diplomticas ante muchos monarcas, como son el rey de Francia, el emperador Maximiliano I o Csar Borgia.

    Esa actividad desempe un papel decisivo en la formacin de su pensamiento poltico, que est bsicamente centrado en el funcionamiento del Estado y en la psicologa de sus gobernantes. El principal objetivo de sus actividades diplomticas fue siempre el de preservar la soberana de Florencia, que continuamente se vea amenazada por las grandes potencias europeas y para conseguirlo, decidi crear una milicia nacional e intent, sin xito, propiciar un acercamiento de posiciones entre Luis XII de Francia y el papa Julio II. Este acercamiento desemboc, lamentablemente para l, en un enfrentamiento que acab con la derrota de los franceses y el regreso de los Mdicis a Florencia y como consecuencia de este cambio poltico, Maquiavelo fue acusado de traicin, encarcelado. Cuando recuper su libertad, decidi retirarse a una casa que l posea las afueras de Florencia, donde comenz con la redaccin de sus obras, entre ellas, El Prncipe, la obra que va a ser objeto de estudio en este comentario.

    Este libro fue dedicado a Lorenzo de Mdicis, aunque se public despus de su muerte, y en l expone las pautas que ha de seguir un prncipe para gobernar bien su pueblo y conservar su Estado. Puede dividirse en distintos bloques, dependiendo del contenido de cada uno de ellos. El primer bloque estara compuesto por los nueve primeros captulos, donde el autor analiza tanto la naturaleza y las clases de principados, como las condiciones para crearlos, consolidarlos y mantenerlos. As, habla de principados hereditarios, que son los que vienen dados por una dinasta; y de principados nuevos, que a su vez pueden ser o totalmente nuevos (tanto el prncipe como la organizacin poltica son una novedad) o mixtos (que se agregan a un conjunto anterior).

    Maquiavelo cuenta cules son los mejores pasos a seguir para conservar el principado de la manera ms eficaz posible y afirma que en el caso de los hereditarios, esta es una tarea bastante ms sencilla, ya que basta con no alterar el orden establecido por los prncipes anteriores. En el caso de los principados mixtos, sin embargo, existen ms dificultades para conservarlos, ya que, como l mismo explica, el prncipe tiene como enemigos a todos los que ha ofendido ocupando el territorio. Habr habido tambin quien le ayudara a ocuparlo, ya que, como l dice, existe en la naturaleza de los hombres la facilidad y el gusto por cambiar de seor cuando se cree mejorar, sin embargo, la experiencia ms tarde suele ensearles que no siempre se mejora, y acaban tambin sintindose ofendidos.

    Siguiendo con el caso de los principados mixtos, destaca la importancia que tiene el hecho de que el territorio conquistado tenga como lengua oficial la misma que la Nacin a la que se aade. Siempre, afirma, es ms fcil mantenerlo ese territorio si la lengua hablada tanto ah como en el Estado al que se agrega, es la misma puesto que los hombres permanecen sosegados siempre que se respeten sus costumbres y las ventajas de que gozaban. Cuando este no es el caso, y se

  • adquieren Estados en una provincia con idioma, costumbres y organizacin diferentes, Maquiavelo afirma que la mejor solucin para conservarlo es irse a vivir all. De esta manera, el prncipe tiene la posibilidad de ver, en primera persona, dnde nacen los problemas y puede actuar con rapidez. Adems, evita as que cualquier representante suyo pueda saquear asa provincia, y tiene contentos a los sbditos porque pueden recurrir a l siempre que lo necesiten. Por ltimo, y gracias a que el prncipe haga de ese sitio su nuevo hogar, los extranjeros que por algn casual estuvieran pensando en apoderarse de este, tendran mucho ms respeto, as que sera muy difcil que acabara perdindolo.

    Como alternativa a que el prncipe tenga que cambiar de residencia, Maquiavelo propone que se enven colonias a establecerse all. De esta manera solo saldran perjudicados aquellos a los que se les quitaran las tierras para drselas a los nuevos inquilinos, pero como los damnificados son pobres y andan dispersos, jams llegaran a significar peligro. Existe otra alternativa: la ocupacin militar. Sin embargo, Maquiavelo no se muy muestra favorable a esta: afirma que provoca un gasto mucho mayor, ya que el mantenimiento de la guardia absorbe las rentas del Estado, y adems se perjudica a todos con el constate cambio de alojamiento de las tropas.

    Adems de establecerse all, el nuevo prncipe debera tambin convertirse en defensor de los vecinos ms pobres, ingenirselas para debilitar a los ms poderosos, y cuidarse de que no entre ningn extranjero tan poderoso como l al su Estado, ya que este siempre se pone de parte de aquellos que, por ambicin o por miedo, estn disconformes con su gobierno, y puede causarle al prncipe la ruina.

    En el captulo IV, Maquiavelo expone de qu dos maneras distintas han sido gobernados los principados hasta su poca, y cul de ellas es ms eficaz para, primero conquistar y despus mantener el poder. Habla de Estados gobernados por un prncipe elegido de entre sus siervos (los ministros que le ayudarn a gobernar), o por un prncipe asistido por nobles, quienes deben la posicin que ocupan a la antigedad de su linaje. En el primer caso, el prncipe goza de mayor autoridad, ya que en toda la provincia, l es el nico reconocido como soberano y si se obedece a otro, se hace por ser un ministro o magistrado del prncipe, y no porque se le tenga especial aprecio. As pues, Maquiavelo afirma que conquistar un estado gobernado por un prncipe elegido de entre es bastante difcil, porque el pueblo siempre estar dispuesto a socorrer al prncipe. Sin embargo, una vez hecho esto, ser fcil de mantener, ya que el extranjero s, se encontrar con un Estado unido y fuerte, pero una vez vencido y derrotado de manera que no pueda rehacer sus ejrcitos, slo habr que temer a la familia del prncipe; y una vez extinguida esta, ya no habr mayor peligro.

    En aquellos Estados, como era el caso de Francia antes de la Revolucin, en los que el prncipe es asistido por nobles, pasa exactamente lo contrario. Entre los nobles siempre habr alguien dispuesto a rebelarse contra el prncipe, por lo que ser fcil entrar, pero para mantenerlo, habr que luchar tanto contra los que ayudaron como contra los que fueron oprimidos. No bastar con acabar con la familia del prncipe, siempre quedarn nobles dispuestos a traicionarlo, que se harn cabecillas de los nuevos movimientos, y como es imposible conformarlos o matarlos a todos, se perder el Estado en la primera oportunidad.

    Para conservar un Estado que antes se rega por sus propias leyes y estaba acostumbrado a vivir en libertad existen, segn Maquiavelo, tres modos diferentes. El primero sera destruirlo. El segundo, radicarse en l. Y el tercero, dejar que siga rigindose por sus propias leyes estableciendo un gobierno compuesto por un corto nmero de personas que se encargue de velar por la conquista. Como este gobierno sabe que sin el prncipe no es nadie, no dudar en cumplir bien su misin. Segn el autor, nada hay mejor para conservar una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por sus mismos ciudadanos.

  • Pero para gobernar un principado, primero hay que adquirirlo, y eso se puede llegar a conseguir de diferentes maneras. Una de ellas es a travs de las armas propias y el talento personal del prncipe. Un principado nuevo es ms o menos difcil de conservar segn sea ms o menos hbil el prncipe que lo adquiere. Pero Maquiavelo destaca el importante papel que tienen las armas a la hora de mantener un Estado en su sitio. Se muestra muy a favor de ellas, las ve incluso necesarias y afirma que es bueno tener siempre la posibilidad de recurrir a ellas porque los pueblos son tornadizos y aunque sea fcil convencerlos de algo, es difcil mantenerlos en esa conviccin; con lo cual, habr que estar preparado para que, cuando el pueblo deje de creer, pueda hacrsele creer por la fuerza.

    Est claro que es mucho ms seguro, y ms cmodo, para un prncipe, hacer uso de la fuerza para gobernar el pueblo a su antojo, pero este concepto que Maquiavelo propone tiene slo cabida en regmenes absolutistas que, en esa poca, tenan todo el sentido, pero que ahora, conformados en un Estado de Derecho, no estaramos dispuestos a tolerar. Todo esto viene dado gracias a la Revolucin Francesa y otras revoluciones del s. XVIII en las que las clases populares decidieron unirse y luchar para conseguir poder poltico. A partir de esta poca, la del Despotismo Ilustrado, vienen diferentes etapas que van alternndose, unas en las que los gobiernos se preocupan por dar y respetar los derechos de los ciudadanos y otras que se centran en regmenes totalitarios y no dudan en recurrir a la fuerza para mantener el poder.

    Pero volviendo al libro, y centrndonos en las formas que hay de conquistar un Estado, Maquiavelo afirma que estos pueden adquirirse tambin gracias a las armas y fortuna de otros. Estos prncipes, que llegan a ello con poco esfuerzo, requerirn sin embargo muchsimo para poder mantener el poder ya que no puede estar confiando siempre en los otros y deber siempre sentir recelo de aquellos que le ayudaron, porque igual que tuvieron la astucia para ayudarlo a l, pueden tenerla para ingeniar los mtodos adecuados para destruirle del nuevo cargo conseguido.

    Otra posibilidad es ascender a prncipe habiendo tomado un camino de perversidades y delitos, y otra, la de llegar a ello gracias al favor de los conciudadanos. Aqu diferencia entre los dos sealando al primero como antiguo y al segundo como contemporneo. Sin decantarse por ninguno, explica las caractersticas y consecuencias de cada uno, y de aquel en el que se usa la violencia para gobernar dice que el mantenimiento del Estado no depende de otra cosa que del buen o mal uso que se hace de la crueldad. Adems aade que los crmenes han de ser cuanto ms rpidos mejor, infirindose de una sola vez, durando menos para que hieran menos, y de manera que el beneficio se proporcione poco a poco, para saborearlo mejor. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, a pesar de los beneficios que esto pueda proporcionarnos, quien gobierna siempre por la fuerza, mantendr el poder y el Estado, pero no adquirir nunca gloria.

    De los casos en los que se llega al poder gracias al favor de los conciudadanos, es decir, en los principados civiles, dice que el llegar ah depende, ms bien, de una cierta habilidad propiciada por la fortuna y necesita, o bien el apoyo de los prncipes, o bien el de los nobles. Esto se debe a que, como l muy bien explica, en toda ciudad existen estas dos fuerzas contrarias: una, que lucha por mandar y oprimir, y la otra, por no ser mandada ni oprimida. As pues, este tipo de principado pueden implantarlo tanto los nobles, como el pueblo, sin embargo, hay uno ms fcil de conservar que otro. Aquel implantado por los nobles durar menos ya que, si han elegido a alguien como prncipe, ha sido para concentrar todo su poder en una sola persona, y hacer ms fcil as el control del pueblo. Sin embargo, los dems nobles seguirn siempre vindose en igualdad de condiciones al prncipe, y no le harn fcil la tarea. En los otros casos, al ser el prncipe elegido de entre todo el mundo como defensor, se toma como nica autoridad y no hay nadie, o casi nadie, que no est dispuesto a obedecerle, as que su tarea de mantener el Estado ser ms sencilla, y nunca tendr necesidad de recurrir a la fuerza. Adems, siendo como son, los deseos del pueblo, ms honestos que los de los nobles, el que defienda los intereses de este tendr al pueblo como amigo, mientras el

  • que no lo haga, lo tendr como enemigo, y siempre es mejor tener pocos enemigos que muchos, como lo son todos los ciudadanos. As pues, el que llega a prncipe gracias a los nobles ha de esforzarse en conquistar el corazn del pueblo, pero eso le ser fcil si simplemente lo toma bajo su proteccin, puesto que, como l dice, los hombres se sienten ms agradecidos cuando reciben bien de quien solo esperaban mal. Adems, un prncipe que no cuente con la amistad del pueblo, no tendr remedio en la adversidad. Estos principados tambin peligran cuando quieren pasar de ser civiles a ser absolutos, porque lo que no se puede hacer es engaar al pueblo una vez este ha confiado en ti.

    Pero independientemente de todo esto, hay factores que son comunes en todos los principados. Lo primero que debe tener en cuenta el prncipe es si su Estado puede sostenerse por s mismo, es decir, si tiene las posibilidades suficientes para levantar un ejercito respetable que sea capaz de defenderlo, o si tiene que recurrir a la ayuda de otros. Con alguien bien preparado, nadie se atrever a meterse, porque, tal y como explica, los hombres son enemigos de las empresas demasiado arriesgadas, as que nadie se atrever a inmiscuirse en un Estado bien fortificado y con un prncipe que no sea odiado por su pueblo.

    En el captulo XI de su libro, Maquiavelo hace una breve mencin sobre los principados eclesisticos. De estos dice que todas las dificultades existen antes de poseerlos porque se adquieren por valor o por suerte, pero se mantienen sin necesidad ni de uno ni de la otra y se apoyan en antiguas instituciones religiosas, tan potentes y de tal calidad, que mantienen a sus prncipes en el poder sea cual sea el modo en que stos procedan o vivan. Dice que son los nicos principados en los que hay un Estado que no se defiende y un pueblo que no se gobierna, y que, a pesar de hallarse indefensos, nadie intenta arrebatrselos, ni los sbditos se preocupan o piensan en sustraerse de esa soberana. Son, pues, los nicos principados seguros y felices.

    Despus de analizar los diferentes tipos de principados, se introduce en un segundo bloque, de los captulos XII a XIV, donde trata bsicamente sobre el aparato militar y sobre las obligaciones del prncipe. Comienza entonces este bloque analizando las diferentes formas de ataque y defensa que pueden ser necesarias en cada uno de los Estados referidos previamente. Como ya se ha dejado claro antes, para Maquiavelo un ejrcito respetable es crucial si se quiere seguir manteniendo el Estado. De hecho, afirma que tanto las buenas leyes como las buenas tropas son cimientos indispensables a todos los Estados, ya sean nuevos, antiguos o mixtos. Las tropas las clasifica en propias, mercenarias, auxiliares o mixtas y pasa, posteriormente, a definir cada una de ellas, exponiendo tanto sus ventajas como sus desventajas a la hora de cumplir su funcin.

    De las mercenarias y auxiliares dice que son intiles y peligrosas, y que el prncipe que se ponga en manos de ellas no estar nunca seguro ni tranquilo. Las mercenarias son aquellas que acuden a la batalla por ningn otro motivo que la paga del prncipe, factor que, como l explica, no es suficiente para hacerles morir por l. Adems, son soldados que nicamente aspiran a forjar su propia grandeza, y suelen ser ambiciosos y desleales hasta el punto en que, durante la paz despojan a su prncipe tanto como los enemigos lo despojan durante la guerra.

    Las auxiliares, como decamos antes, tambin intiles, son aquellas que se piden prestadas a un prncipe ms poderoso para que nos socorra y defienda. Este tipo puede ser muy til para su prncipe, pero segn explica Maquiavelo, para quien las llama son casi siempre funestas. Esto tiene su explicacin porque, segn dice, si estas tropas le hacen perder, simplemente el prncipe queda derrotado, pero si le hacen ganar, el prncipe quedar a merced de estas, y terminar por convertirse en su prisionero. Por esto, todo prncipe prudente decide desechar este tipo de tropas y refugiarse siempre en las propias: aquellas en las que l hace el papel de capitn.

    Existe, por ltimo, otro tipo de tropas: las auxiliares. Estas son las que utilizan tanto milicias

  • mercenarias como propias. De estas afirma que son mucho mejores que las exclusivamente mercenarias o exclusivamente auxiliares, pero muy inferiores a las propias.

    Ms adelante, Maquiavelo afirma, sin ningn tipo de pudor, que un prncipe no debe tener otro objeto ni pensamiento, ni preocuparse de ninguna otra cosa fuera del arte de la guerra. Aqu vuelve a demostrarse la poca en la que fue escrito este libro, ya que esta frase, dicha por alguien dentro de nuestro mbito democrtico, tendra, o debera tener, muy poca aceptacin general. Sin embargo, esta frase, contextualizada, puede tener sentido, y Maquiavelo se lo da exponiendo que la razn principal de la prdida de un Estado se halla siempre en el olvido de este arte, y que, para adquirirlo, siempre ha tenido que ser condicin primera el ser experto en l.

    De esta manera, afirma que un prncipe no debe jams dejar de ocuparse del arte militar y debe, en tiempos de paz, ejercitarse incluso ms que en tiempos de guerra. Para ejercitarse en este campo, el prncipe puede recurrir ya sea a la accin: ejercitar y tener bien organizadas sus tropas, y dedicarse constantemente a la caza para tener al cuerpo acostumbrado a las fatigas y conocer todos los entresijos que pueden proporcionarle sus terrenos; o al estudio, que permite conocer bien la regin en que se vive para determinar despus dnde es ms favorable actuar (montaas, valles, llanuras...).

    Una vez terminado el tema de las milicias, entramos en el tercer bloque, que empieza en el captulo XV y termina en el XXIII. En este bloque, Maquiavelo reflexiona sobre las cualidades que deben guiar las acciones de los prncipes: los recursos psicolgicos que debe atesorar el prncipe moderno para conservar el poder y sentar las bases de la dominacin social sobre sus sbditos. Este bloque constituye la parte ms universal y atemporal de todo el texto y es la parte sobre la que ms crticas ha recibido, debido a la concepcin maquiavlica de la dialctica entre medios y fines: el fin justifica los medios.

    Antes de enumerar esas caractersticas que a un prncipe le hacen ser alabado o censurado por sus sbditos, expone una idea que todos tenemos en la cabeza, y que l relata con un magnfico dominio del lenguaje, sobre un factor innato en la naturaleza de todos los hombres. Dice hay tanta diferencia entre cmo se vive y cmo se debera vivir, que aquel que deja lo que se hace por lo que debera hacerse marcha a su ruina en vez de beneficiarse; pues un hombre que en todas partes quiera hacer profesin de bueno es inevitable que se pierda entre tantos otros que no lo son. Por lo que concluye que un prncipe, si quiere llegar a algo, ha de aprender a no ser bueno y a actuar en cada momento de acuerdo con las necesidades.

    De las caractersticas que puede tener un prncipe, hace nfasis entre la prodigalidad y la avaricia, y explica cmo al final siempre acaba siendo mejor ser avaro que prdigo (persona que desperdicia y consume su hacienda en gastos intiles, sin medida ni razn). Est claro que ningn extremo es bueno, pero lo que dice Maquiavelo de la prodigalidad es que, si el prncipe la practica de manera que la gente sepa que es prdigo, perjudica; pero si se practica virtuosamente, tal y como se debe practicar, no ser reconocida, y la gente creer que el prncipe padece el vicio contrario. Adems, un prncipe prdigo acabara consumiendo todas sus riquezas y se vera obligado a imponer excesivos tributos, ser riguroso con el cobro y tratar de procurarse dinero de cualquier manera posible; factores que, no solo harn que sus sbditos comiencen a verlo con malos ojos, sino que acabar tornndolo avaro, o completamente pobre. Segn Maquiavelo, un prncipe no debe preocuparse de que le tilden de tacao porque, con el tiempo, se acabar viendo que gracias a su avaricia, es capaz de defender su Estado de quien trate de hacerle la guerra (si dedica su dinero a fortalezer su ejrcito), o podr acometer nuevas empresas sin necesidad de gravar al pueblo, y al final acabar siendo visto ms por prdigo que por avaro.

    Tambin habla de la crueldad y la clemencia, y de si es mejor ser amado que temido, o

  • temido que amado, y afirma claramente que todos los prncipes deben desear ser tenidos por clementes y no por crueles pero que siempre deben cuidarse de no ejercer mal esa clemencia. Afirma tambin que, a pesar de esto, un prncipe no debe preocuparse de que lo tilden de cruel si sus actos tienen siempre por objeto mantener unidos y fieles a todos sus sbditos porque, con pocos castigos ejemplares ser ms clemente que aquellos que, por excesiva clemencia, dejan multiplcar los desrdenes. As pues, para aclarar la cuestin de si vale ms ser amado que temido, o viceversa, Maquiavelo afirma que no hay nada mejor que ser ambas cosas a la vez, pero que, sin embargo, es ms seguro ser temido que amado porque, tal y como dice, los hombres son ingratos, volubles, simuladores, cobardes ante el peligro y vidos de lucro y que, mientras les haces bien, estn a tu entera disposicin, pero cuando la necesidad se presenta, deciden rebelarse. Por qu? Segn l porque el amor es un vnculo de gratitud que los hombres, perversos por naturaleza, rompen cada vez que pueden beneficiarse; sin embargo, el temor que crea un prncipe cruel provoca miedo al castigo y eso, el hombre, no lo pierde nunca. Aade adems que el amor depende de la voluntad de los hombres, mientras que el temer, de la voluntad del prncipe; y siempre es mucho ms prudente apoyarse en lo propio que en lo ajeno.

    Contina intentando dar el perfil de prncipe perfecto sealando dos diferentes maneras de combatir. Podemos siempre apreciar en el vocabulario utilizado que para Maquiavelo el prncipe y el pueblo han de estar siempre bien separados, y que el soberano ha de hacer todo lo posible para mantener esa distancia que le dota de poder absoluto. Sus dos maneras de combatir son a travs de las leyes y a travs de la fuerza. La primera, dice, pertenece a la naturaleza del hombre; la segunda, a la de la bestia. Sin embargo, dando por sentado que con la primera no basta, afirma que es forzoso recurrir a la segunda: un prncipe debe saber entonces comportarse como bestia y como hombre. Metaforizndo con el mundo animal, afirma que ha de ser zorro para conocer las trampas y len para espantar a los lobos ya que, a lo largo de la historia, el que mejor ha sabido ser zorro, se ha triunfado. Son muy llamativas estas cualidades que destaca: se contraponen totalmente a lo que hoy en da estaramos dispuestos a aceptar como prncipe. Maquiavelo seala cmo hay que ser hbil en fingir y en disimular ya que los hombres son tan simples, y de tal manera obedecen a las necesidades del momento, que aquel que engaa encontrar siempre quien se deje engaar

    Esta afirmacin nos indigna a da de hoy. Sin embargo, si miramos un poco ms all y aplicamos estas cualidades a nuestros polticos, parece que hayan hecho de este captulo su regla fundamental, ya que han creado un arte a la hora de fingir, disimular y aprovecharse del momento. De hecho, hoy en da, y desde que se instaur la democracia, se utiliza mucho ms este arte que el que l tomaba como imprescindible en captulos anteriores: el de la guerra. Y suena muy crudo escrito como l lo escribe, pero es tan real como que Hitler lleg al poder en Alemania en 1933 siendo votado por gran parte de la poblacin. Definiendo al prncipe, Maquiavelo contina diciendo que es preciso que tenga una inteligencia capaz de adaptarse a todas las circunstancias y que no se aparte del bien mientras pueda, pero que, en caso de necesidad, no titubee en entrar en el mal. Y finaliza ya en el auge de lo que podramos definir que pasa hoy en nuestras sociedades diciendo que al prncipe, todo el mundo le ve lo que aparenta, pero muy pocos saben lo que es, y esos pocos no se atrevern nunca a oponerse a la opinin de la mayora.

    Como las pautas que da de este prncipe no son muy honestas que digamos, dedica el captulo XIX a ensear cmo debe un prncipe cuidarse de ser despreciado y odiado. Como l dice, si el prncipe no comete actos que le hagan odioso o despreciable, habr cumplido con su deber y no tendr que temer de otros vicios. Sin embargo, siempre hay dos peligros: uno interno, que se le subleven los sbditos y uno externo, ser atacado por potencias extranjeras. De los extranjeros, dice, se ha de defender con buenas armas y buenas alianzas y afirma que, generalmente, si las cosas van bien en el exterior, lo irn tambin en el interior. Las conspiraciones internas puede evitarlas comportndose, simplemente, de manera que el pueblo no le odie (principalmente, no robndole) y empendose por todos los medios en tenerle satisfecho, porque el conspirador no podr entonces

  • tener apoyo a la hora de atacar, y el prncipe no correr ningn peligro.

    Adems, en el siguiente captulo aade que tener al pueblo de su parte es la mejor fortaleza que puede crearse como defensa, ya que, un pueblo descontento, nunca tratar de ayudar a su prncipe, y los extranjeros, si ven cmo est el pueblo, se aprovecharn y no dudarn en ayudarlo para que se rebele. La clave es tener contento al pueblo, por eso, dice, es mejor armarlo que desarmarlo; porque al armarlo, adems de tenerlo contento, siempre podr echar mano de esas armas en caso de que sea necesario defender a su prncipe. Sin embargo, al desarmarlo, lo nico que se obtiene es un pueblo despojado de sus bienes, insultado y con sentimiento de indefensin, y ese descontento puede provocar muchos ms problemas que los que acarrea armar al pueblo.

    Para ser estimado, dice Maquiavelo que no hay nada mejor que las grandes empresas y el ejemplo de raras virtudes, y pone de ejemplo a Fernando de Aragn, que emprendi la reconquista, y sigui realizando hazaas extraordinarias que no dejaban de provocar el estupor de sus sbditos y los mantena con el pensamiento ocupado por entero en el xito de sus aventuras. Tambin dice de un prncipe que debe ser capaz de decantarse entre los diferentes bandos que puedan existir en un conflicto y tener amigos y enemigos claros ya que, si no se define, caer presa del vencedor, con placer y satisfaccin del vencido, y no hallar compasin en aqul ni asilo en ste porque, el que vence, no quiere amigos sospechosos que no le ayuden en la adversidad, y el que pierde, no va a ofrecer ayuda a quien no quiso empuar las armas y arriesgarse en su favor. Aclara tambin que un prncipe nunca debe aliarse con otro para atacar a terceros a no ser que las circunstancias le obliguen, porque si venciera, tendra muchas posibilidades de quedar en su poder, y los prncipes deben hacer lo posible para no quedar a disposicin de otros.

    Lo que s necesitarn siempre sern secretarios y consejeros que le ayuden a gobernar, y de la eleccin de estos depender que la empresa del prncipe salga bien o mal. Maquiavelo hace una clara divisin de personas segn su capacidad de raciocinio. As, afirma que hay tres tipos de cerebros: el primero discierne por s mismo, el segundo entiende lo que otros disciernen y el tercero ni discierne ni entiende lo que otros disciernen. Para ser prncipe no es necesario tener un cerebro magistral. Con tener uno del segundo tipo bastara, porque con l le es suficiente para entender lo que su ministro hace y podr tanto elogiar sus actos como corregirlos. Adems es importante conocer bien al ministro, y si se ve que piensa ms en l que en uno (el prncipe) y no busca otra cosa que su provecho, est claro que nos encontramos ante un ministro en el que no se podr confiar. Tambin el prncipe ha de cuidar a su ministro, honrarlo y colmarlo de cargos para que vea que depende de l en todos los sentidos y se muestre siempre fiel al prncipe. Adems, conviene alejarse de los aduladores aunque, dice, tampoco se puede dar total libertad a todo el mundo para que exprese su opinin. Lo mejor que puede hacer el prncipe en este caso es, segn Maquiavelo, rodearse de la gente de buen juicio de su Estado, que sern las nicas personas con libertad para decirle la verdad, pero nicamente cuando sean preguntados.

    Finalmente acaba diciendo que los hombres ms prudentes, es decir, el pueblo, cree que las cosas del mundo estn regidas por la fortuna y por Dios, as que ellos no solo no pueden modificarlas, sino que no tienen remedio alguno contra ellas. Esto hoy en da, podra decirse tambin queda muy atrasado, ya que nuestra propia constitucin declara al pueblo como nico soberano de la nacin (Artculo 1.2: La soberana nacional reside en el pueblo Espaol, del que emanan los poderes del Estado). Sin embargo, sigue siendo cierto que, a pesar de que todos tenemos derecho a voto, muchos de los ciudadanos deciden no ejercerlo justificando su accin con la mala gestin que tienen los polticos. Muchos afirman que no votan porque todos los polticos son iguales y lo nico a lo que se dedican es a engaarnos y robarnos.

    Si algo hemos podido sacar en conclusin de este libro, es que el hombre quiere ser poderoso, y siendo bueno, pocas posibilidades tiene de adquirir el poder. Adems, segn cuenta

  • Maquiavelo, ya que todas sus teoras y pautas para ser prncipe vienen ejemplificadas con casos de monarcas concretos de los que l tienen conocimiento, el que mejor maneja el arte del engao es el que prevalece, por lo tanto, nosotros, como ciudadanos, deberamos estar ms atentos para descubrir quin es el que mejor uso hace de esa tcnica, y dejar de votarlo.

    Pero centrndonos en el texto, habra que aadir que tiene una gran importancia en el mbito del derecho debido a la innovacin que supone el hecho de que la reflexin terica se centre en la realidad tal y como esta es, y no como nos gustara que fuera: propone una tica pragmtica fra, no un ideal. En ocasiones, las afirmaciones de el autor pueden parecernos descabelladas o muy duras, pero es precisamente porque estn basadas en la cruda realidad por lo que nos transmiten esa sensacin. Maquiavelo se limita a describir lo que los hombres hacen realmente: lo que son, no lo que deberan ser. Adems Los problemas que se afrontan en este libro estn siempre unidos a la solucin de una situacin poltica concreta y adems lo concluye intentando resolver un problema determinado: el de Italia. Por esto, como expone en su ltimo bloque, formado por los tres ltimos captulos, Maquiavelo ve necesaria la figura del prncipe nuevo que rena las caractersticas mencionadas, como la nica solucin para la compleja crisis que Italia estaba sufriendo en esa poca.

    Muchos autores coinciden en que es Maquiavelo quien da origen a la posibilidad de una ciencia poltica autnoma, independiente a los antiguos principios generales y al margen de consideraciones de orden moral. La base de esta ciencia estn en valores como la utilidad, el valor, la virtud, la fuerza, la astucia, la fortuna o la audacia, y coinciden con las ideas de otro pensador de esta poca renacentista: Jean Bodin. Las normas proclamadas en este libro han sido aplicadas y se siguen aplicando hoy en da por todos los grandes gobernantes, sin embargo, todos tratan de ocultarlo o simplemente no proclamarlo.

    De estas ideas y descripcin de prncipe, sacamos el adjetivo maquiavlico, siempre interpretndolo con connotaciones negativas. Sin embargo, el prncipe que se propone no es ni malo ni bueno, es simplemente un ser humano con algo ms de perspicacia que el resto, o con poder para ejercer esa perspicacia sobre el resto. Se trata de un prncipe que sepa adecuar su comportamiento a las circunstancias que lo rodean y discernir lo que es til para su gobierno; un prncipe que adapte las transformaciones de la poltica con habilidad y destreza. Si buscamos la palabra maquiavlico en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, nos aparece: que acta con astucia y doblez, y de doblez dice: astucia o malicia en la manera de obrar, dando a entender lo contrario de lo que se siente. As que, con estas observaciones, podramos concluir que los rasgos aqu descritos son los que definiran a un prncipe maquiavlico: un prncipe avispado, astuto, sin reparo para esconder lo que hace si tiene como finalidad el mantenimiento de su Estado o nacin.