El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

99

description

Este libro es la reedición del único ejemplar existente del texto que Avelino Bazán escribiera durante su cautiverio en la cárcel jujeña de Villa Gorriti, entre los años 1976 y 1978. Sus escritos son el testimonio vivo de la lucha en defensa de los derechos Humanos y la dignidad de los trabajadores de la minería argentina. A los pocos meses de ser liberado de la cárcel, Avelino Bazán es secuestrado, el 26 de octubre de 1978, en pleno día, en las calles céntricas de San Salvador de Jujuy. Desde entonces permanece desaparecido.

Transcript of El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

Page 1: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán
Page 2: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

Este libro es el homenaje de su madre Luisa Bazán, su esposa Olga Graciela, sus hijas: Mirtha Graciela, Mirian del Carmen, Virginia Lourdes y hermanos.

Page 3: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

Presidenta de la Nación Dra. Cristina Fernández de Kirchner

Jefe de Gabinete de MinistrosDr. Aníbal Domingo Fernández

Ministro de Justicia y Derechos HumanosDr. Julio César Alak

Secretario de Comunicación PúblicaDr. Juan Manuel Abal Medina

Secretario de Derechos Humanos Dr. Eduardo Luis Duhalde

COLECCIÓN MEMORIA EN MOVIMIENtOVOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

Page 4: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

EL POR QUÉ DE MI LUCHA

AVELINO BAZÁN

30 AÑOS EN LA VIDA GREMIAL DEL PUEBLO AGUILAREÑO

Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación Secretaría de Comunicación Pública

El por qué de mi lucha, 30 años en la vida gremial del pueblo aguilareño, de Avelino Bazán. 1a ed. - Buenos Aires: Jefatura de Gabinete de Ministros - Presidencia de la Nación, 2011.

192 p. ; 14 x 20 cm. (Memoria en movimiento, voces, imágenes, testimonios)

ISBN 978-987-26311-6-1

1. Derechos Humanos. I. Título.CDD 323

Fecha de catalogación: 07/06/2011

COLECCIÓN MEMORIA EN MOVIMIENtOVOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

Page 5: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENtO VOCEs, IMÁgENEs, tEstIMONIOs.

La frase no hay sujeto sin memoria, que aparece como un paradig-ma inapelable habitado por los múltiples sentidos, propone el ejercicio constante de reflexión acerca de la identidad histórica.

¿Cómo se conforma nuestra identidad histórica? ¿Somos lo que hace-mos, lo que amamos? ¿Somos lo que deseamos? ¿Cuáles son nues-tros sueños? ¿Cómo pensamos nuestro futuro?

Junto a una historia escrita, se encuentra una historia viva que se perpe-túa o se renueva a través del tiempo y es allí en donde la memoria rescata del pasado esta realidad habitada por múltiples sentidos. La memoria, nuestra memoria, está en permanente movimiento, poniendo en evidencia nuestras contradicciones, la forma de pensarnos y soñar nuestro futuro.

Durante el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976 la Argentina vivió su época más oscura. La persecución política e ideológica, la implanta-ción del terror, el secuestro y desaparición de personas, la existencia de Centros Clandestinos de Detención y Exterminio, la apropiación de niños y el exilio, dejaron una profunda impronta en nuestra identidad.

Transitar ese pasado a través de la palabra y el pensamiento de los actores sociales que formaron parte de la resistencia a la dictadura, posibilita la construcción de una sociedad sustentada en los valores de la VERDAD, la JUSTICIA y la MEMORIA.

Desde hace más de 30 años, los referentes y militantes, sociales, políticos, culturales, los familiares de las víctimas del Terrorismo de Estado y los sobrevivientes, pusieron en marcha estrategias comu-nicacionales colectivas, a partir de las cuales cambiaron el mapa histórico de nuestra memoria reciente que hoy se constituye como un testimonio vivo de esa lucha.

Page 6: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

Esta colección busca interpretar y comprender ese territorio de la memoria, habitado por una pluralidad de voces, historias, acciones, recuerdos, imágenes, pensamientos, en definitiva, la palabra viva de sus protagonistas.

JUJUY 1989

PRIMERA PARTE¿QUÉ ERA Y QUÉ Es MINA EL AgUILAR?

SEGUNDA PARTEAsÍ sE EsCRIBE LA HIstORIA

Este testimonio de reconocimiento que los obreros mineros hicieron entrega a su dirigente Avelino Bazán por su constante lucha en defensa de sus intereses, es una muestra de afecto y estima que le brindaron siempre sus compañeros.

Page 7: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

AVELINO BAZÁN Y EL PUEBLO MINERO

A 10 años de la desaparición de Avelino Bazán, la publicación de estos sus escritos realizados desde su injusto cautiverio, son el mejor home-naje que hoy ofrecemos en su memoria

Es el reconocimiento a quien entregó hasta su propia vida en defensa de los derechos del trabajador enalteciendo con ello, la historia del Mo-vimiento Obrero Argentino.

También el homenaje a los mineros de El Aguilar, al cumplirse 25 años de aquel recordado 8 de mayo de 1964 en que animados por un senti-miento de respeto a sus derechos y dignidad iniciaron a pié la primera marcha hacia la capital jujeña conocida como la “Marcha Heroica”.

Avelino Bazán y el pueblo minero son un ejemplo para una reflexiva actitud de todos los sectores que aspiran a una Patria mejor.

San Salvador de Jujuy, 29 de Marzo de 1989

Page 8: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

EL POR QUÉ DE MI LUCHA

“... Finalizaba mi período como Secretario General y volvía a renacer el problema de quién se haría cargo del Sindicato. Continuar en él sig-nificaba una constante pugna entre la empresa y el gremio. Tal vez los trabajadores no ahondaban en los verdaderos motivos de esta lucha. No era un simple enfrentamiento para lograr un convenio mejor, ni sa-larios mejores, ni una mejor asistencia médica, ni siquiera para que el gobier no percibiera una mejor regalía minera, que era lo que verdade-ramente lo conformaba: ¡NO! nuestra lucha o mejor dicho “mi lucha” había abarcado siempre una mira muchos más alta, un objetivo mayor, un objetivo nacional.

Mi aspiración estaba dirigida a que el gobierno comprendiera de una buena vez que sin control del Estado sobre la producción jamás logra-ríamos un au toabastecimiento de los recursos más elementales para nuestra industria metalúrgica.

En ningún momento pensé que la expropiación de la mina por el go-bierno podría ser una solución ¡No! esa medida solo traería un perjuicio mayor, económico como político. La mina debía continuar la explota-ción como hasta ahora pero con una dirección com partida por el Es-tado y un control de la producción basada fundamentalmente en las necesidades del país y el manten imiento de una explotación racional y una distribución equitativa de benefi cios con quienes colaboran a su explotación y producción.

Estas premisas no podrían concretarse por la vía sindical sino por inter-medio de un gobierno constitu cional fuerte ...”

Avelino Bazán

Page 9: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

15

PRIMERA PARTE

¿QUÉ ERA Y QUÉ Es LA MINA AgUILAR?

Page 10: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

CAPITULO 1

MI DEtENCIÓN E INICIO DE UN LARgO CAUtIVERIO 29 de Marzo de 1976

Me desperté como de costumbre a las seis de la mañana, prendí la radio deseoso de escuchar las noticias sobre la situación política impe-rante en el país. Transmitía radio nacional y entre comunicados oficiales reiteraba el reemplazo del gobierno de Isabel Perón por el de una Junta Militar compuesta por los tres Comandantes de las Fuerzas Armadas.

La mañana era lluviosa y fría. El ambiente presagiaba acontecimien-tos trascendentales en las esferas gubernamentales. Al pasar por casa de Cristina, una compañera de trabajo y antropóloga, la recogí y en el trayecto comentamos superficialmente el “cambio de gobierno”. En el Ministerio de Bienestar Social -donde ambos trabajábamos- yo desem-peñaba tareas previas para la adjudicación de lotes fiscales, las que cumplía a título “oficial” desde aproximadamente un año atrás. Al llegar al Ministerio todo estaba tranquilo pese a la presencia de soldados ar-mados que custodiaban el edificio. La atención al público no se había suspendido aunque sí la concurrencia de los niños a clase como medi-da de precaución.

A fin de curiosear un poco, me dirigí a la Casa de Gobierno, donde las Fuerzas Armadas habían tomado ubicación en los puntos estratégicos y contro laban el ingreso de las personas mediante la exigencia de los documentos de identidad. Con mi credencial de Director de Trabajo (cargo que había dejado en 1974) llegué hasta la Secretaría General de la Gobernación y pude advertir un gran temor entre los empleados.

Al preguntar por el Señor Gobernador me manifestaron que se encon-traba detenido en su domi cilio, como así los Ministros.

En cuanto a algunos funcionarios, estos habían sido detenidos en el momento mismo de producirse el cambio de autoridades.

Page 11: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

18

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

19

Se decía que la mayor parte de los detenidos estaban concentrados en los cuarteles de la Guarnición Militar y otros que habían sido trasla-dados a la Cárcel de Gorriti. En fin eran varias las conjeturas sobre la suerte de los detenidos.

Lo cierto era que al mismo tiempo que Isabel Perón volaba hacia Neu-quén, cientos de trabajadores, políticos, estudiantes, hombres y mu-jeres en todo el país, fueron arrancados de sus hogares maniatados y con los ojos vendados eran embarcados en camiones y conducidos bajo fuerte custodia militar con rumbo incierto. El panorama no era alentador y mi preocupación crecía a medida que transcurrían las ho-ras, más aún cuando me alertaron, que desde hacía aproximadamente veinte días atrás, personas que se suponían funcionarios de seguridad de la Capital Federal, reco gían antecedentes sobre mi persona en los medios policiales de la Provincia. Ese día transcurrió sin novedad, apa-rentemente, ya que la prensa centraba su información solamente en el cambio de gobierno y en la lista de los nuevos funcionarios. Al día siguiente a primera hora concurrí a presentarme ante el nuevo Minis-tro de Bienestar Social, y al exponerle mi situación en ese Ministerio, me contestó que continuara con mis funciones hasta que resolvieran posteriormente. Esa entrevista alertó en algo mis temores y regresé a casa tratando de permanecer siempre en mi domicilio para cualquier circunstancia propia de los momentos que se vivían. Mi tranquilidad duró poco pues en la noche concurrieron a casa un grupo de compa-ñeras, esposas de dirigentes sindicales de Mina El Aguilar, para so-licitarme interfiriera para saber sobre la suerte de los mismos, que el día anterior habían sido detenidos por Gendarmería Nacional, llevados al Escuadrón La Quiaca y posteriormente a los cuarteles de Jujuy. La preo cupación de las compañeras era evidente y muy difícil de resolver. Aclaré que mi situación no era muy distinta a la de ellos y que nada po-día hacer, sólo esperar hasta que se aclararan los acontecimientos.

A los cuatro días del 24 de marzo de 1976, fecha que termina con el proceso nacional del Gobierno Peronista, fui detenido por dos sujetos de civil que manifestaron ser de la Federal. Del mismo Ministerio me condujeron directamente a la Cárcel de Gorriti donde fui alojado inco-

municado en la Celda Nº 42 planta Alta del Pabellón 1. De entrada no-más vi a varios de mis compañeros y amigos. Pese a la incomunicación a que fuimos sometidos, nos las ingeniamos para averiguar algunos detalles. Con toda suerte no nos trataron mal y en todo momento los guardias que eran de Gendar mería Nacional reemplazados después por el Ejército, fueron correctos. La mayor parte de los detenidos eran del establecimiento minero El Aguilar y del Ingenio Ledesma, dirigentes sindicales y obreros, de los políti cos en su mayoría, miembros de la Juventud Peronista y otros de militancia en diferentes partidos. Tam-bién hubo comunistas, pero a estos los liberaron pronto. Se calcularon la cantidad de detenidos, desde el cambio de Gobierno a la fecha en que escribo esto, en cuatrocientos aproximadamente. Esta cantidad de detenidos políticos-gremiales no tenía antecedentes en los anales de la historia de la provincia de Jujuy y creo del país, donde se estimaba la cifra en más de veinticin co mil.

Page 12: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

20

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

21

CAPITULO II

A DIsPOsICIÓN DEL PODER EJECUtIVO NACIONAL

El nuevo gobierno había asumido su función bajo el lema de poner or-den y moralizar el país. Pronto habíamos de darnos cuenta que nuestra detención se basaba sobre supuestas vinculaciones con los grupos de extrema izquierda que desde 1973 habían estado agitando al país. La mayor parte de los interrogatorios se circunscribían a esa relación. Era duro pensar en la existencia de células extremistas, por lo menos en la mayoría de las personas detenidas que yo conocía perfectamente y también por el clima de tranquilidad que vivió siempre la provincia, sin hechos de terrorismo ni violencia que era habitual en el resto del país. Si bien es cierto, que durante ese lapso de tiempo se pro dujeron movi-mientos gremiales, fueron en reclamo del cumplimiento de las obliga-ciones contractuales por parte de las empresas industriales. Hechos, lógicos está, con intervención de las autoridades.

La guerrilla en nuestra provincia no había tenido siquiera principio, tal vez la zona del ramal -centro fabril de mayor movimiento- había sido visitada por “teóricos” en afán de incitar a las masas, pero que no prosperó debido a la idiosincrasia propia de los trabajadores que no estaban habituados a esa clase de pro cedimientos. Si algún fermen-to de rebeldía hizo en los trabajadores de las dos grandes industrias de Jujuy -Aguilar y Ledesma- fue precisamente, el clima de injus ticia y arbitrariedad que primaba por encima de los derechos e intereses del trabajador y de la tranquilidad de la Provincia. La provocación a sus organizaciones sindicales bajo diferentes formas, ya con el despido arbitrario, ora con las modificaciones de las condicio nes de trabajo y hasta con el cercenamiento de sus jornales creaba exprofesamente un clima de intranqui lidad que obligaba al sindicato a plantear situaciones de riesgo donde generalmente terminaba con la adopción de medidas de acción directa. Es decir, la política empresarial implicaba un estado de constante agitación gremial no desapercibido por los organismos de

segu ridad del estado, que de esta manera cimentaba su estrategia de aparentar un estado de confusión e intranquilidad política en el gobier-no del Ingeniero Snopek, y por otro lado sindicaba a los dirigentes más esclarecidos para su eliminación definitiva como tales y el retiro de su actividad laboral de esas empresas.

El tiempo transcurría durante treinta días de incomunicación, se habían dado algunas libertades lo que de alguna manera venía a robustecer la esperanza de una pronta liberación. La iglesia nos traía algunas nove-dades de su gestión en la que nos aseguraba que ninguno de los dete-nidos se encontraba en manos del Poder Ejecutivo Nacional.

Siguieron los interrogatorios,- dentro de los detenidos yo formaba par-te del grupo de trabajadores de Mina Aguilar y muy pronto pude perci-bir por los mensajes que llegaban al pabellón desde el Pabellón 5 que el Ejército centraba sus averiguaciones sobre mi participación en los hechos del “Aguilarazo”, produci dos en Mina Aguilar en 1973 y sobre las posibles vinculaciones que habría tenido o pudo tener en grupos subversivos. Era evidente que el comando operativo buscaba pruebas acusatorias para mi juzgamiento y posterior condena, su objetivo era dar con el promotor o cabecilla de los hechos que habían originado un “escándalo” público de proporciones “alarmantes y condenatorias”, cuando los obreros mineros volaron con dinamita algunos autos e ins-talaciones de la Cía. Minera Aguilar, a raíz de no llegar a un acuerdo por condiciones de trabajo y salariales.

No abrigaba esperanzas sobre la suerte que podía correr mi encar-celamiento en las circunstancias en que se interrogaba a los mineros detenidos, sumado a ello la información parcial suministrada por la propia empresa patronal donde yo había trabajado a lo largo de vein-ticinco años consecutivos. No solo la informa ción sobre mis antece-dentes sino la de todos los obreros que se encontraban en el penal. Me tocó el turno de ser interrogado y con sorpresa vi que el “Federal” que me detuvo el 29 de marzo, no era otro que el Capitán Jones, Jefe de interrogadores, a cargo del operativo antisubversivo y dependiente del Coronel Bulacios que en ese momento ejercía la titularidad del Gobierno de Jujuy.

Page 13: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

22

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

23

Aproximadamente a los sesenta días de encar celamiento, se dispuso -hablo siempre del Pabellón 1 donde me encontraba- que 22 de los detenidos pasaran a planta alta en carácter nuevamente de incomu-nicados entre los cuales estábamos incluidos los de El Aguilar. Recién supimos que con raras excepciones de los que se encontraban a dis-posición de la Junta Militar -entre ellos los detenidos como “delincuen-tes económicos”- todos los demás se encontraban a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. La iglesia no estaba en lo cierto. Nuestras celdas llevaban un rótulo significativo de “subversivos”. Cada uno po-día sacar sus propias conclusiones sobre el devenir de sus días, agra-vada por la situación particular de cada uno, cuya mayor parte de la gente era de condición humilde, trabajadores natos, ahora separados de sus familias, algunos sin siquiera haberla visto desde el día de su detención. Otros despedidos de sus empleos y arrojados de sus hoga-res como perros sin consideración alguna. El trato pese a ser correcto -lo repito- no dejaba de tener menores concesiones de las que disfruta-ban los presos comunes, la prohibición de recibir visitas familiares, los recreos escasos, siendo cada día más breves y sobre todo la demora en el control de la correspondencia, tornaba más afligente la espera de una decisión defini tiva de nuestra situación. A esto llegábamos a los cuatro meses de reclusión sin saber concretamente los moti vos de nuestra detención.

Quiero hacer un alto en esta narración para pasar a memorizar los ante-cedentes o las causas que podían haber dado lugar a mi encierro. Para ello es natural que explique también cómo dio comienzo mi relación con la Compañía Minera Aguilar S.A. -empresa explotadora de plomo y zinc en la Argentina- para esto trataré de narrar -si la memoria me es fiel todavía- los hechos de mayor relevancia durante los 25 largos años que he servido a esa empresa.

CAPITULO III

DE NIÑO APRENDÍ A CONVIVIR CON LA INJUstICIA

Aún quedaba patente el recuerdo de cuando era apenas un niño, para ser más exacto aún, cuando tenía ocho años.

En ese entonces mi familia se encontraba en Mina Aguilar trabajando, dos de mis hermanos en los comedores para obreros, mi hermana y mi madre como empleadas de los jefes administrativos. Mi hermana más concretamente en la casa del Gerente del establecimiento que era un alemán de apellido Krewsert, la esposa de este señor, de carácter enérgico como todos los de raza blanca y teutona, a raíz de un trivial inconveniente con relación a su trabajo doméstico, había cacheteado a mi hermana, que aunque criolla y humilde, era también de carácter fuerte y altivo y no vaciló en devolver la cachetada lo que provocó su inmediato despido del empleo y su salida del establecimiento, lo que era peor, conjuntamente con el resto de la familia. En ese tiempo, como ahora, el mineral concentrado de plomo y zinc, era transportado en grandes camiones “Sterling” hasta la estación de embar que por ferro-carril en forma húmeda, para evitar que el viento disminuyera su carga. Recuerdo entonces, que a la hora de ser despedida mi hermana, la policía de la localidad -que entonces como ahora estaba siempre al servicio de la empresa- cargaba todos nuestros bártulos encima del mineral de zinc que se encontraba cargado en un “Sterling”. Salimos del Molino a horas doce del mismo día del incidente entre mi hermana y la esposa del Gerente, con la comida a medio cocinar, que la tuvimos que comer en medio del polvo del mineral.

Las lágrimas de mi madre y de mi hermana, quedaron grabadas como un signo indeleble de injus ticia.

Corría entonces el año 1938, poco tiempo antes de la Segunda Guerra Mundial y por ese entonces la mina era regenteada por un alemán. Nos tiraron como a perros en la pila de mineral que tenían almacenada en la

Page 14: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

24

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

25

localidad de Tres Cruces.

Era una noche fría, oscura y donde no conocíamos a nadie. Aún ahora siento el frío y la desesperación de esa noche. No era de extrañar el trato que mi familia había recibido, después supe que era habitual ese tipo de procedimientos para con el personal que se revelaba contra las disposiciones de la empresa las cuales la policía se encargaba de hacerlas cumplir al pié de la letra, sea con el calabozo o a rebencazos. No eran pocos los que solíamos oír los gritos de dolor que se lanzaban desde dentro de la comisaría. Ese cuadro ofrecía Mina Aguilar cuando salí con mi madre y mis hermanos para ir a La Quiaca -pueblo natal- donde ingresé a la escuela primaria. Pasados los años y cumplidos los diecisiete, había en mí una extraña sensación que me impulsaba volver a Mina Aguilar, por entonces trabajaba en un taller de imprenta como tipógrafo, cuyo propietario era un judío de procedencia polaca. Hasta ese tiempo se habían producido grandes cambios en la política argentina con el advenimiento del General Perón como Presidente de la República. La transformación social en la vida de los trabajadores era evidente y la inquietud de los patrones por estos cambios, no era di-simulada. La preocupación y el afán de los asalariados en organizarse en sindicatos, presen tar el reclamo de sus derechos, el reconocimien-to de sus beneficios sociales que jamás habían soñado en poseerlos entusiasmaba a los trabajadores que poco a poco fueron también to-mando conciencia de sus responsabilidades. Este cambio social en la vida laboral me llevó a reclamar mis pertenencias a mi patrón y tras un arreglo formal, previa consulta con mi madre, partí nuevamente para Mina Aguilar, donde uno de mis hermanos trabajaba y había sufrido un accidente laboral. Tuve que llegar en forma clandestina, temeroso que se me prohibiera la entrada al establecimiento. Había transcurrido mu-cho tiempo desde mi salida acompañado de mi madre. Por entonces contaba los diecisiete años y mis intenciones no eran sinceramente quedarme en esa mina, sino ver a mi hermano accidentado y continuar viaje a otros centros en busca de trabajo, que debido a los cambios en la nueva política, las perspec tivas de empleo se mostraban más alen-tadoras. De esa manera regresé a aquel lugar donde mi primera expe-

riencia de injusticia había dejado una clara huella en mi tierna edad. Pero antes conviene explicar qué era y qué es realmente Mina Aguilar.

Page 15: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

26

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

27

CAPITULO IV

¿QUÉ ERA Y QUÉ Es MINA AgUILAR?

Por empezar este establecimiento minero se en cuentra ubicado en el cerro denominado Aguilar en el Departamento de Humahuaca de la Provincia de Jujuy situado a 4.300 metros de altura en su parte más baja, 4.700 hasta 5.000 metros en sus puntos más altos.

El establecimiento está repartido en tres seccio nes: Sección Veta Mina, donde se encuentran los yaci mientos metalíferos más ricos del país en plomo, plata y zinc. Sección o Campamento éste que ocupa a más del 50% de la población que oscila entre 5.000 y 6.000 habitantes en todo el centro minero; Sección Molino o plantas, que dista de la mina 4 kiló-metros en forma recta y 8 Kilómetros por la ruta con una diferencia me-nor en altura de 700 metros. En esta planta se concentran y se separan los minerales mediante un sistema de “concentración por flotación” una vez que son triturados y molidos. Luego viene la sección de embarque en Tres Cruces, a 48 Kilómetros del Molino, donde son transportados los concentrados y embarcados por ferrocarril rumbo a la provincia del Chaco a Puerto Videlas, para ser fundidos y convertidos en lingotes, separando, desde luego la plata contenida en el mismo.

La separación de las secciones de trabajo entre una y otra nos da una idea de lo difícil que resultaba y aún resulta ponerse en comunicación entre sí, no obs tante las líneas telefónicas existentes. Es de imaginar lo problemático que era la comunicación entre el establecimiento y la Capital San Salvador de Jujuy ubicado a 250 kilómetros de distancia, sin teléfonos hasta hace poco, por ferrocarril y caminos de tierra in-transitables en épocas de lluvia. Aunque parte de la ruta 9 -Panameri-cana- tiene proyectado pavimentarse hasta la localidad fronteriza de la Quiaca para unirse luego a Bolivia, existen algunos tramos asfaltados entre San Salvador de Jujuy, León, Volcán, Uquía y gran parte de la Quebrada de Humahuaca.

No así al norte de esta Ciudad, donde la mani festación de naturaleza

desaparece completamente para convertirse en páramos desolados, donde la tierra es yerma, con escasas lluvias en verano y fuertes vien-tos en invierno que hacen descender la tempera tura a más de 25 gra-dos bajo cero. El Aguilar ubicado en los lindes de la llamada Puna de Atacama, que es de por sí una zona inhóspita, pobre y con una escasa población dispersa, donde la mayor parte de sus habitantes depen-den de los centros fabriles de Mina Aguilar y Mina Pirquita, distantes entre sí a 205 Kilóme tros. El poco desarrollo y casi nada diríamos, de la agricultura o ganadería, impulsa a las poblaciones de la Puna al true-que de sus productos para mantener una economía de subsistencia. La tierra árida, la escasez de agua, el abandono a que están librados por quienes tienen el deber y la obligación de cuidar del desarrollo y progreso, ha hecho que la juventud, hijos de los habitantes puneños apenas cumplido el servicio militar, se enrolen en las filas de los futu-ros obreros de las empresas mineras. Es esta una necesidad imperio-sa para sobrevivir, por falta de fuentes de trabajo y de los medios de educación que pudieran rescatar valiosos elementos humanos, que se pierden en las inseguras, insalubres y malolientes galerías de las mi-nas. Realmente, la puna ofrece, por sus características, bosquejadas ligeramente, una fuente permanente de mano de obra barata para la explotación de los minerales. De la misma manera: Sociedad Minera Pirquitas, explotadora de los ricos yacimientos de estaño y plata, en el Departamento de Rinconada aprovecha para mantener un stock de personal -al igual que la primera- perma nentemente reemplazable. Es lógico, también recono cer que la actividad industrial de esas dos em-presas en la puna jujeña influye en el intercambio comercial de los pro-ductos esenciales. El mercado de la carne de cordero, lanas y algunas artesanías tienen acceso a los campamentos obreros, pero no como un fuerte comer cio, sino que ello se debe a que los familiares de la mayor parte de los trabajadores propiamente mineros que viven en la zona de influencia de la mina, y que visitan a los suyos llevan esos objetos a manera de dividir otros gastos. No existe aún en la puna un mercado, ni artesanal, ni ganadero y mucho menos agrícola. Toda la zona desde Humahuaca y con excep ción de las localidades fronterizas dependen de los centros mineros de Aguilar y Pirquitas. Es realmente asombrosa

Page 16: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

28

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

29

la desidia manifiesta en toda esa parte de la provincia. Pero volvamos a Mina Aguilar.

Muchos se preguntan cómo es Mina Aguilar, para quienes no lo saben bueno es decírselos: la Compañía Minera Aguilar S.A. fue constituida como Sociedad Anónima en Buenos Aires en el año 1926 por Mr. Bentt y compone una de las subsidiarias de los grupos monopólicos interna-cionales del plomo. Sus ramificaciones en el cartel de estos minerales se extien den, tanto en la Argentina, Perú y Bolivia, como también en algunos países de Europa y en el propio Estados Unidos. Se supone muy vinculado al famoso grupo Morgan, Rockefeller y Banca Leaph. Aquí en la Argentina tiene capitales comunes con la National Lead Co. propietaria de la fundiciones en Puerto Videlas quien se encarga de metalizar el mineral de plomo. La explotación de los yacimientos del cerro Aguilar en la provincia de Jujuy, se iniciaron en 1929 que fueron adquiridos en derecho de concesión, por una ínfima suma a su antiguo descubridor un vasco de apellido Ipurraguirre, para quien la explota-ción resultaba difícil en razón de la carencia de capitales y sobre todo porque aún no se disponía de los medios para separar los minerales que desde la Vea eran extraídos en un solo bloque. Compañía Mine-ra Aguilar tenía conoci mientos de un nuevo sistema de separación de mine rales de plomo y zinc mediante la flotación de los mismos afecta-dos por un proceso químico a base de reactivos. Este sistema allanó el gran obstáculo y la empresa consecuentemente instaló la planta de flota ción selectiva y ¡Santas Pascuas!

Empezaron por solicitar al gobierno provincial el derecho de concesión y les fue concedido el de las minas El Aguilar, la Esperanza y la Oriental ubicadas en la misma dirección norte del Cerro Aguilar, concesión que aún continúa vigente sobre las tres minas y yacimientos, aunque sola-mente se explota Mina Aguilar.

¿Cuánto paga por derecho de explotación esta empresa?

Absolutamente nada, lo que si está obligada a ceder al gobierno en ca-rácter de regalía minera, es un 11% sobre el total del mineral concen-trado y girado a los hornos de fundición y no del total de la producción,

porcentaje cuantas veces reclamado y tildado de excesivo por parte de la empresa.

Desde 1925, ya se había iniciado el trabajo de los caminos el levanta-miento de los campamentos, toda la preparación de las maquinarias y transportes por una explotación en gran escala. Entre 1940 y 1944 batían el record de producción de plomo llegando a las 36.000 tonela-das anuales. Esto se debía principalmen te, a las necesidades bélicas de la contienda internacio nal, para luego bajar esa producción a menos de 16.000 toneladas anuales, aunque las necesidades del país por ese entonces exigieran una mayor producción. Al monopolio del plomo no le interesaba exigir más a su empresa y en consecuencia la Argentina tenía que importar ese mineral del extranjero pagando una enorme di-ferencia por Kilo y mermando a la vez sus divisas.

El “trush” de los minerales sacudía de esa manera nuestra economía. Desde el primer día mismo en que esta empresa inició la explotación de los yacimientos, su población fue un movimiento de subas y bajas acorde con las necesidades de sus propios intereses y no con las ne-cesidades de la industria nacional.

Como el gobierno, tanto nacional como provin cial no puede mantener un control en la producción por carecer de un organismo idóneo para ello, la Dirección Provincial de Minería - ente oficial del gobier no - se veía obligada a aceptar las planillas de producción y de las consigna-ciones hechas por la empresa sin tener derecho siquiera a un peritaje sobre la produc ción. De igual manera nadie que no sea superintenden-te general de la empresa o su asistente, tenía acceso a esos datos y para ello era condición “sine quanum” ser de nacionalidad norteame-ricana. Menos alguien podía saber si la producción en el interior de la mina era de plena capacidad o apenas para mantenimiento. El control que ejerce sobre el personal profesional y técnico es muy severo, pues es sagrado el voto de fidelidad a la empresa.

¿Cómo saber las reservas de minerales que aún guardan las entrañas de ese famoso cerro? llevan ya cerca de 46 años de explotación y na-die sabe por cuanto tiempo más seguirá disfrutando el gobierno de su

Page 17: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

30

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

31

“rica” regalía. ¿Alguien se ha preocupado acaso en buscar otra fuente de recursos para poder suplir esa regalía el día en que esta empresa le diga al país: no va más ¿Qué pasará cuando, al igual que la National Lead Co. en la provincia de San Juan, que explotaba los yacimientos de Castaño Viejo -también de plomo cobre- le comunique al gobier-no que se agotaron los yacimientos?. Tiene acaso el gobierno el equi-po, el instrumento y los medios para enfrentar un caso así de retiro o alejamiento imprevisto, cuando ahora ni siquie ra se puede incursionar acerca de la información de datos sobre la posible reserva y siempre se han conformado con todo el informe expuesto por la empresa, in-forme este, hecho a gusto y paladar. Estos interrogantes los hemos visto agudizados una vez más, al producirse la guerra de Corea (1946). La producción de plomo en el Aguilar vuelve a repuntar y llegar hasta casi las 40.000 toneladas anuales y posteriormente vuelve a bajar hasta las 19.000 toneladas para luego estancarse en las 20.000 toneladas, siempre con “susceptibles” bajas que fluyen de la cotización, también se encuentran en relación directa con los salarios y demás beneficios sociales para los trabajadores, que inciden “substancialmente” en los costos de la producción. De esta manera uno puede darse cuenta de las maniobras especulativas de estas empresas, medrando siempre con las necesidades del país en beneficio de los intereses extranje-ros. Indudablemente, más previsores que el propio gobierno, ellos no se han dedicado solamente al cerro Aguilar, mientras explotaban este yacimiento, se practicaban explotaciones y cateos en otras zonas mi-neras. Así en Mendoza han estudiado la zona de Los Aparejos, en Neu-quén en Lago Fontana y Castaño Viejo en San Juan.

El resultado de esas investigaciones no lo sabremos nunca. Todas es-tas referencias acerca de la explo tación del plomo las hice sin entrar al tema que me ocupa, por lo que vuelvo a retomar el hilo de mi narración sobre las causas que han generado mi encar celamiento en la Cárcel de Gorriti.

CAPITULO V

AÑO 1947PEÓN JORNALERO Y MIs PRIMERAs EXPERIENCIAs gREMIALEs Y POLÍtICAs

Había llegado a la mina en 1947, en plena capa cidad física. La práctica del deporte permitió la influen cia de los clubes del establecimiento para que consi guiera trabajo y de esa manera iniciara tareas como peón jornalero en sección garage sterling, en el Molino. Dicha tarea consistía en llamar a los conductores de los camiones de transporte de concen-trados de mineral -los camiones tienen una capacidad de 30 toneladas, son enormes con 18 ruedas y volquete- que trabajan en tres turnos seguidos en jornadas de ocho horas por turno.

El primer salario quincenal lo cobré con descuento sindical de hecho era ya afiliado, se permitía esa concesión debido a las “buenas relacio-nes” que mantenía el Sindicato Obrero Mina Aguilar (S.O.M.A) con la empresa.

No entendía absolutamente nada sobre esa ma teria por lo que me li-mitaba a cumplir con mis obliga ciones sin objeción alguna. En esos primeros días tuve otra experiencia de carácter político que habría de influir negativamente en mis convicciones que empe zaban a aflorar: los miembros de la Unidad Básica Peronista me conminaron a afiliarme al partido, so pena de hacerme perder el trabajo.

Aunque había llegado a Mina Aguilar siendo pe ronista y habiendo ac-tuado en una campaña proselitis ta en contra de la fórmula Tambori-ni-Mosca, representantes de la oligarquía porteña, no recibí de buen grado la “invitación” a afiliarme, pero lo hice con un dejo amargo en la boca que no olvidaría nunca y sobre cuya práctica lucharía siempre en contra. No desconozco que la persona que así lo hizo, procedió bajo el impulso de una militancia cercana al fanatismo, actitudes estas que mucho han perjudicado al Peronismo. A los pocos meses de trabajo en

Page 18: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

32

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

33

el garage me ascendieron a ayudante del camión Sterling cuyo chofer era nada menos que el mismo Secretario General del Sindicato.

En unos de los tantos viajes que hacíamos a Tres Cruces, a medio ca-mino nos detuvo una camionera anunciándonos que el sindicato había resuelto cesar actividades provocadas por el abuso de algunos jefes de sección y por la intolerancia del Superintendente General de la Com-pañía Minera Aguilar S.A. “mister” (así siempre lo llamaban) Wing Lew (chino norteame ricano) a cargo del establecimiento.

Los obreros habían hecho un paro espontáneo en sus actividades y los mineros de Veta Mina habían dispuesto apoyar decididamente a los obreros del Molino. El reclamo era general en contra de los jefes, pero más ásperamente contra el llamado “chino”, es decir contra el “super”. Los trabajadores decidieron expulsar al chino del estableci-miento y en vista de que ni siquiera sus propios jefes sacaron la cara por él, lo cargaron en una camioneta y a toda velocidad lo trasladaron hasta la estación Tres Cruces, donde llegó descompuesto y fue con-minado a alejarse inmediatamente. Así lo hizo en un coche particular pero muchos trabajadores habrían de lamentar después tal “osadía” a un representante de esta empresa Mr. Lew no fue lerdo en concurrir a la Embajada de Estados Unidos a presentar su queja al gobierno del entonces General Perón, lo que permitió su regreso al poco tiempo, aún bajo la protesta del sindicato. Las represalias muy pronto habrían de hacerse sentir, pero también el escarmiento había hecho mejorar el trato a los trabajadores y a la población misma del establecimiento.

Llegó la fecha en que debía presentarme a cumplir con el servicio mili-tar en el año 1950. Mi conscripción duró poco pese a mis deseos y a la vocación militar que sentía. A los seis meses de militancia me largaron en la Baja de Honor y retorné nuevamente a tomar servicios en la em-presa. Por ese entonces la situación política se agudizaba, y durante mi permanencia en el ejército no fueron pocas las veces que procedimos a los aprestos en vista de posibles golpes de estado.

Este se produjo el siete de noviembre de 1955 y el General Perón se refugió en la cañonera Paraguaya. Al breve tiempo que gobernó el Ge-

neral Lonardi, fue reemplazado por Aramburu y Rojas y el país habría de sufrir una serie de hechos dramáticos y vergonzosos. El movimien-to obrero que a través de la CGT tuviera una fuerte influencia en el gobierno de Perón, era interve nido y los sindicatos que la componían eran saqueados y entregados a los opositores. La persecución y encar-celamiento de trabajadores y militantes peronistas, fue brutal. El go-bierno militar pareciera haber resuelto borrar de la mente del pueblo, toda idea que tuviera viso de peronismo, fueron incontables, los tra-bajadores inmolados en aras de su ideal y las cárceles se llenaban de gente humilde y trabajadora. Era precisamente en las organizaciones gremiales donde el gobierno gol peaba más fuerte. La política social y revolucionaria del país sufrió un giro total. Las empresas principalmen-te las grandes, se volcaron masivamente a apoyar al nuevo régimen y lo que es peor a tomarse el desquite con sus obreros. Veían oportuno someter a los sindicatos y correlativamente, el despido de los activistas y dirigentes sindicales no tardó en producirse en forma masiva.

Por entonces, continuaba trabajando en El Aguilar y había volcado gran interés en mantenerme informado del giro de los acontecimientos. En la medida que iban desapareciendo la literatura y los retratos del Líder y de Eva Perón, las Unidades Básicas eran disueltas y algunos dirigentes de esas unidades se encargaban de quemar los cuadros y destrozar los bustos. También hubo los que a riesgo de su seguridad y libertad personal no vacilaron en guardar secretamente los símbo-los del peronismo. Nadie se atrevía a pronunciar el nombre de Perón: cualquier actitud por leve que sea, era penada con el encierro. De igual manera asumir un cargo sindical implicaba un gran riesgo. El sindicato minero El Aguilar había sido intervenido por el gobierno y este designó como interventor a un viejo dirigente del mismo el compañero Máximo Cadelago. A partir de ese momento ocurrieron cosas raras en la acti-vidad del sindicato y en la política frente a la empresa. Reynerio Cruz, que a la sazón era un trabajador de la mina y antes del golpe militar nos representaba en la Legislatura Provincial como diputado, mantenía un fuerte ascendiente y predicamento con el resto de los trabajadores del establecimiento. La empresa vio como inconveniente su permanencia,

Page 19: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

34

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

35

pues este dirigente había sido quien arrojara de la mina a Mr. Lew. No tardó en suscitarse un problema interno en el sindicato a raíz de un telegrama del gobierno, en el que se acusaba de agitador a Cruz. Las desavenencias entre ambos dirigentes llegaron a agudizarse hasta que culminó con la renuncia de Cruz. Los trabajadores, principalmente los de la Veta, en vano se esforzaron al intentar que retirara su renuncia, era tarde: la gerencia muy complacida dio curso inmediato a la misma. Levantada la intervención al sindicato, correspondía designar las au-toridades normales del gremio y en asambleas multitudinarias los diri-gentes eran designados en forma directa. Estas asambleas se llevaban a cabo en los salones del Club Cordillera en la Veta y en los del Centro Social en el Molino. Como siempre la concurrencia era masiva se no-taba la apatía de los trabajadores y el descontento manifestado en voz baja frente a la frialdad de las autoridades sindicales con la empresa. Ese día de la asamblea, había llegado visita a casa y no encontraba la forma de no concurrir, pues ya era casado y tenía dos nenas. En la primera oportuni dad que se me brindó abandoné la asamblea. Era esa la asamblea más larga que haya realizado el sindicato: pues se inició a las 14.00 y terminó a las 24.00 horas.

CAPITULO VI

EL INICIO DE UN DURO CAMINO: sECREtARIO gENERAL DEL s.O.M.A

Momentos después de la asamblea un grupo de amigos me comuni-caba que me habían designado Secretario General. Mi sorpresa fue grande y no alcanzaba a explicarme qué razones o qué antecedentes sindicales, ni siquiera una nimia actitud de mi parte había empujado a los trabajadores mineros a nombrarme su representante. Más aún, para desempeñar tan alta responsabilidad, carecía totalmente de experien-cia y conocimientos. Algunos compañeros me aconsejaron aceptar y comprometieron su ayuda, otros habían comentado en forma desfavo-rable y hasta caprichosa mi designación. Yo particularmente, medía la responsabilidad tanto de mi trabajo como de mi hogar. No hacía mucho que era casado, porque no decirlo, me preocupaba mi seguridad per-sonal y la de mi familia. Después de mucho analizar el problema, decidí no aceptar y al día siguiente concurrí al trabajo dispuesto a comunicar terminantemente mi decisión.

¡Pero sorpresa, tras sorpresa! antes de siquiera comentar el resultado de la Asamblea y mi designación con los compañeros de mi sección de trabajo, fui llamado al despacho del Sr. Gerente Mr. Lew, encontré una comisión del sindicato que sin decir agua va o agua viene, me presenta-ron como el nuevo Secretario General a la Compañía Minera Aguilar S.A. sin siq uiera darme una oportunidad de abrir la boca. Corría el año 1958.

Este incidente por cierto, habría de marcar un nuevo rumbo en la vida sindical de Mina Aguilar como en mi propia vida. Lejos estaba de imaginar el peso que me echaba en las espaldas para el futuro. La posesión del sindicato, más fue simbólica que efectiva, pues en mi carácter de Secretario General, recibía de las auto ridades salientes una llave de la puerta de la Secretaría donde había un escritorio, una máquina de escribir en desuso, un armario con papeles mal ordena-dos, un libro de actas incompleto, como así también el de tesorería y

Page 20: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

36

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

37

demás útiles sin importancia.

Ninguna información ni referencia sobre la actividad del gremio, en una palabra, recibía como bienes del S.O.M.A. una caja vacía, com-pletamente vacía. Me sentí desolado, sin siquiera tener una persona para preguntar algo, lo que es peor, sin saber por donde empezar, pues mi conocimiento en esta nueva y primera función como dirigente, era completamente nulo. Estaba realmente sorprendido y desorientado. Recuerdo que una noche, ante la insistencia de la gente al preguntarme si había presentado a la empresa el pliego de peticiones, concurrí a la casa de los viejos dirigentes para asesorarme como debía hacerlo. Después de andar buscándolos un buen rato los ubiqué jugando al pó-ker en el campamento “starf”. Este campamento está destinado exclu-sivamente para la permanencia de los “gringos”, es decir, de los jefes administrativos y de los jerarcas superiores de la empresa. El mismo se encuentra rodeado de un gran alambrado con prohibición de entrada a trabajadores de menor categoría.

Al preguntarles como era el procedimiento para presentar la solicitud de aumento de salarios, el viejo dirigente sin descuidar su atención del juego, me contestó que lo hiciera en una nota de acuerdo a lo que la gente estimara conveniente. Salí más desalentado todavía ¿Cuánto “estimarían conveniente” los tra bajadores? Para saberlo creí necesario consultar a los delegados obreros de las diferentes secciones, para ello los reuní y mantuvimos una larga charla, donde vis lumbré una pequeña luz que se proyectaba como debía de empezar de fojas cero. En esa mi primera reunión con las bases, muy claramente percibí el sentimiento y la franqueza de auténticos trabajadores impregnados de un soberbio espíritu de solidaridad. Sobre tablas tratamos una convocatoria al Con-greso Minero que nos había hecho llegar la Asociación Obrera Minera Argen tina (A.O.M.A.).

La asamblea de delegados decidió enviarme en representación del SOMA, lo que rechacé en base a mi desconocimiento, entonces los de-legados optaron por designar a dirigentes que por sus años de actua-ción, tenían desenvolvimiento en cuestiones de esa natu raleza, pidiendo a la vez que los acompañara a manera de ir adquiriendo conocimientos.

De esa manera emprendimos viaje rumbo a Buenos Aires, lo hicimos en tren y el viaje demoró dos días. Yo conocía la gran Capital en forma ligera y volvía a ella preocupado por las novedades que podía encon-trar en mi flamante debut de congresal obrero. Llegamos a la estación Retiro, cuando uno de mis compañeros se acercó a la ventanilla para sacar boleto de regreso, sorprendido le pregunté por qué lo hacía y muy tranquilo me contestó que no valía la pena concurrir al Congreso porque era “perder tiempo”. Insistí que si viajamos a Buenos Aires era conveniente concurrir, el boleto es para pasado mañana, por lo que iremos el primer día a ver qué pasa -contestó-.

Al día siguiente de nuestra llegada visitamos la sede de A.O.M.A. don-de se encontraban gran cantidad de dirigentes obreros de diferentes puntos del país, quienes se mostraban muy entusiasmados por nuestra concurrencia. El congreso sesionaría en la tarde, en las instalaciones de la C.G.T. Nacional, en Azopardo. Fui presentado ante los concu-rrentes como el nuevo dir igente minero, lo que me permitió indagar sobre diversos aspectos de interés para los trabajadores, se abría ante mí un nuevo campo de conocimientos, los dirigentes hablaban de re-cuperar la C.G.T., de organizar los sindicatos de la minería y preparar los nuevos Convenios Colectivos de Trabajo. ¿Convenios? esa era una nueva palabra que ingresaba a mi conocimiento y en mi vocabulario. Tampoco se descartó los comentar ios sobre política y la suerte de al-gunos compañeros detenidos aún, cuya libertad podía lograrse si se institucionalizaba nuevamente al país. Frondizi se había asegurado la presidencia del país con el apoyo de los votos peronistas.

Page 21: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

38

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

39

CAPITULO VII

EL s.O.M.A. PREsENtE EN EL 3º CONgREsO MINERO Y UN HALAgO: LA sECREtARÍA DE ORgANIZACIÓN DE A.O.M.A.

Concurrimos a la inauguración del 3er. Con greso Minero de Trabajado-res de la Asociación Obrera Minera Argentina de la cual formábamos parte como seccional 17, con la presencia de 49 seccionales -un éxito- y sobre tablas nomás se pidió el retiro del representante de la Policía Federal que en carácter de no sé qué, se encontraba asistiendo a la re-unión. Fue unánime la votación para su retiro. El policía no quiso hacer-lo por cuanto se encontraba en cumplimiento de órdenes superiores.

El Congreso resolvió no sesionar con presencia del policía y en conse-cuencia designó una comisión para entrevistar a sus superiores y de paso anticipar el compromiso del electo a presidente, Dr. Arturo Fron-dizi de normalizar la C.G.T. Nacional. Esta comisión partió a cumplir sus cometidos, mientras el Congreso aguardaba en un clima de tensión por la presencia del federal. No tardaron en volver con una respuesta favorable -uno de mis compañeros había sido designado en esa co-misión- el Congreso empezó a sesionar y los temas a tratarse estaban sintetizados en la discusión de los convenios de trabajo, la gravísima situación de los trabajadores de la minería, la libertad sindical y la de-signación de las nuevas autoridades en el orden nacional.

Ese día debido al incidente narrado no entramos en materia, por lo que el Congreso resolvió tratarlo al día siguiente.

Esa noche y mientras cenábamos, pregunté a mis compañeros si toda-vía estaban decididos a retornar, me contestaron que sí y que yo podía quedarme hasta que terminara de sesionar el Congreso.

Me quedé sin saber que responder, solo atiné a decir que esa noche lo pensaría y luego les avisaría.

Es de imaginar que esa noche no pude dormir. Recordaba a cada uno

de los representantes obreros en el Congreso; con que ardor, con que entusiasmo asumían posturas intransigentes frente a la posición del gobierno de cercenar sus derechos tan duramente ganados.

La fuente de nuevos conocimientos y de reali dades palpables me alen-taban a quedarme, pero también el temor de los compromisos frente a la gravedad de los problemas, me hacía vacilar.

Fue una noche muy larga en la cual hice un balance de los pro y los contra, finalmente tomé la decisión de quedarme. Así lo comuniqué a mis compañeros en las primeras horas del día en que tomaban viaje. Solo, concurrí a la sesión, no sin sorprender al Congreso la intempes-tiva partida de mis dos compañeros. Aludí en forma de evitar críticas, razones de salud.

El Congreso reanudó sus deliberaciones, siempre con el mismo entu-siasmo y animados tras la pequeña victoria obtenida sobre el federal. El análisis de los temas a tratar, fue debatido ampliamente, quedando patentizado el angustioso drama a que estaban sometidos los trabaja-dores de las cuatro ramas que componía la explotación minera. Nunca vi a los dirigentes expresarse con tanta fogocidad, y elocuen cia. Cada uno en el medio en que se desenvolvía, sea trabajador del cemento, de las canteras, molienda o explotación y extracción de minerales, lo hacía in hibido de temores y decidido a exigir el planteamiento de los problemas al mas alto nivel. Las expresiones vivas, auténticas y espon-táneas de los obreros de manos callosas y caras adustas, no permitía dudas. La unidad de criterio era manifiesta y forjaba también, la unidad del gremio. Parecía asombroso que en tan breve tiempo, adquiriera un panorama claro del problema de los trabajadores de la minería. Había formado mis propias conclusiones y me sentía animado y entusiasta hasta que me tocó exponer la situación de mi seccional frente al Con-greso. Lo hice de pié en medio de las miradas inquisidoras y atentas de los congresales. Nunca había hablado en público y menos de un tema que instantes nomás había tomado conciencia. Mi voz fue vacilante y un sudor frío corría por mi espalda, desarrollé una exposición de lo que había observado vagamente durante el tiempo de trabajo en la mina; recordaba como los trabajadores casados convivían con los solteros

Page 22: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

40

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

41

en pequeñas habitaciones, mientras que otros solteros eran hacina-dos como animales en un estado de plena promiscuidad, hablé sobre salarios bajos, que en relación a otros propios de la minería percibía-mos en el Aguilar; no descarté el mal trato del que eran víctimas los trabajadores por parte de la empresa, ni el de la atención médica y las condiciones de trabajo desastrosas. Bosquejé la pequeña experiencia adquir ida desde hacía días en que me designaron como dirigente hasta el momento en que hablaba.

El tono de mi voz se había tornado grave y el silencio que reinaba en el amplio salón, daba solem nidad al acto. La atención con que escu-chaban se debía a la fama que gozaba el S.O.M.A. en los ambientes gremiales caracterizados por algunas acciones de fu erza y sobre todo por haberse manifestado siempre como un sindicato peronista.

Además se lo consideraba como el de mayor organización y unidad dentro de la Provincia de Jujuy. Aunque nunca hasta ese momento ha-bía compartido ni militado en las acciones de la Asociación, por el con-trario pese a ser uno de los sindicatos fundadores (A.O.M.A. nació en la fusión de la Federación de Trabajadores de Cal y Piedra y de la Minería Extractiva) se encontraba en oposición dispuesto a mantener una “li-bertad” que en esos momentos no favorecía a nadie, posición egoísta y mezquina frente al grave problema de la minería extractiva: Mina Agui-lar volvía por mi intermedio a participar en el debate de los problemas comunes y daba su adhesión para fortificar la unidad sin distinción de ramas y en pos de normalizar el gremio y la C.G.T..

No recuerdo cuanto tiempo hablé y al agradecer a los compañeros por haberme permitido hacer uso de la palabra, una estruendosa ovación entremezclada con fuertes aplausos rubricó mis palabras, los abrazos y felicitaciones me dejaron anonadado. Me había ganado un puesto en el Congreso. Pasamos a un cuarto intermedio hasta el día siguien-te para tratar el último punto del orden del día: la designación de las autori dades. Me sentía feliz. Al comenzar nuevamente el Congreso en el día de su clausura, se comentaba mucho sobre mi actuación del día anterior. Un grupo de dirigentes me propuso componer parte de una lista de candidatos, a los que les dije que buscaran otros mas aveza-

dos. No obstante las fórmulas que los diferentes grupos manejaban para aunar una lista única, el Congreso decidió que el candidato mas votado de la lista presentada, sería el Secretario General y los demás cargos serían repartidos de acuerdo al orden de jerarquía y cantidad de votos emitidos a favor.

Realizado el escrutinio de rigor, grande fue mi sorpresa cuando el re-sultado me designaba como Secretario General de A.O.M.A. entre vi-vas al gremio y aplausos. Pedí a los compañeros congresales que me escucharan un momento, solicitándoles revieran esa situación, que no me encontraba en condiciones de aceptar semejante responsabilidad y explicándoles que también mis compañeros de Mina Aguilar me espe-raban. Los congresales se manifestaron irreductibles. Viendo que era imposible insistir, opté por aceptar un cargo de menor jerarquía o per-mutarlo con el que me seguía en votos. El Congreso aceptó tal propo-sición y de esa manera asumí como Secretario de Organización y todo el mundo contento. Pero esta nueva situación implicaba también una nueva variante, sobre la cual tenía que resolver imperiosamente en de-jar Mina Aguilar para desempeñarme como Secretario de Organización de A.O.M.A. en Buenos Aires.

Una vez posesionada la nueva directiva de la Asociación, solicité per-miso para arreglar las cosas en Mina Aguilar y recién me haría cargo de la Secretaría de Organización en A.O.M.A.

Page 23: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

42

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

43

CAPITULO VIII

REgREsO A EL AgUILAR Y LA NECEsIDAD DE ORgANIZACIÓN DEL s.O.M.A

Una vez en Mina Aguilar inmediatamente con voqué a una Asamblea General Extraordinaria para dar el informe correspondiente y plantear la situación con motivo de mi designación en A.O.M.A. Al contrario de lo que esperaba la Asamblea consideró favorable mi designación y has-ta se sentían honrados con la decisión del Congreso. Comprendieron que esa representación en A.O.M.A., favorecía en mucho la marcha del Sindi cato y nos serviría a la vez de apoyo a nuestras relaciones con la empresa. Expliqué a la vez, que el S.O.M.A. no se encontraba en con-diciones de enfrentar a la empresa, pues carecíamos de organización y era necesario que los afiliados al gremio tomaran concien cia frente a la nueva realidad.

Teniendo un Sindicato constituido, había que fortificarlo formando los cuadros de apoyo. Era justo reconocer que solamente contábamos con un título de Sindicato sin ninguna organización efectiva, tanto ad-ministrativa como gremial. Estas palabras, reales en aquel momento no gustaron a los ex dirigentes y se sintieron molestos. No tardaron en hacer sentir su oposición a la renovación del sistema. La Asamblea me autorizó a asumir el cargo nacional, una vez que dejara cubierta la Secretaría General y solucionado el problema salarial para ese año, me comprometí a hac erlo.

En la reunión de delegados seccionales (antes de viajar a Buenos Aires) propusieron un 50% de aumento para la Veta y un 40% para el Molino. El procedimiento para estas gestiones era bien drástico: se presentaba la nota a la empresa quien respondía verbalmente, la que a su vez era consultada con la gente reunida en Asamblea y ella decidía aceptar o no. Como era una de las primeras transacciones en que participa-ba, pedí a los asambleístas que a estas dis cusiones me acompañaran los viejos dirigentes, quienes no de buen grado lo hacían y así tuve la

primera negociación salarial como representante de los trabajadores de Mina Aguilar, frente a Mister Win Lew Súper Intendente General de la Compañía Aguilar S.A. Todos estábamos convencidos que el “Con-venio de Trabajo Colectivo” para el establecimiento regía por un año, así lo sostenían los viejos dirigentes, en esa reunión nos enteramos que no era tal cosa, que no correspondía tratar ningún convenio. El conocimiento de esta nueva situación de que los convenios tenían vi-gencia por dos años y no por uno como creíamos, planteaba una seria situación a los viejos dirigentes con la masa de afiliados, a lo que muy perspicaz la empresa, accedió por esa vez efectuar un aumento a los salarios vigentes, que los trabajadores tras un tire y afloje optaron por aceptarlo.

Tenía solucionado uno de mis problemas, fal taba ahora buscar mi re-emplazante. En ausencia del Secretario General, de acuerdo con la práctica susten tada por el S.O.M.A., debía asumir el Vocal 1º, pero no era eso lo que me preocupaba en ese momento, sino la variante del convenio de trabajo que aún nadie conocía y sobre todo los problemas que se perfilaban, por lo que decidí también enfrentar esta situación.

Pedí a la Asamblea la retención del cargo como Secretario General y que asumiera interinamente el Vocal 1º, de esa manera no descuidaría la atención del Sindicato. Los trabajadores se mostraron conformes.

A medida que más ahondaba en los problemas del sindicato, más se hacía sentir la oposición de los viejos dirigentes, que no pasaba des-apercibida por los trabajadores que se mostraban más unidos y solida-rios con mi actuación. Los “ex” habían decidido iniciar una campaña pública de oposición mediante panfletos.

La empresa no era ajena a esta actitud, ya no se mostraba tan gentil como en los primeros días de mi designación como Secretario Gene-ral del Sindicato. Era evidente la confabulación de los “ex” con la em-presa. Eso no me preocupaba. Tenía la seguridad que la gente en su mayoría, optaría por aceptar un cambio en la conducción de la política gremial. De esta manera, a la vez adquiría conciencia de que íbamos muy en zaga con el resto de las demás organizaciones gremiales por lo

Page 24: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

44

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

45

que era imperativo asesorarse más sobre el movim iento sindical y yo no contaba con recursos ni con medios de información. A todo esto, A.O.M.A. me hacía llamar urgente por lo que decidí viajar a la Capital lo antes posible. De pronto surge otro nuevo problema, la empresa no me concedía permiso sindical, pues tanto ella como el S.O.M.A., descono-cían la existencia de la Ley de Asociaciones Profesionales.

Los permisos para poder cumplir cuestiones gremiales los otorgaba la empresa en forma verbal y sin ningún tipo de inconvenientes y con reconocimiento de salarios, imprevistamente cuestionan mi licencia gremial y me veo obligado a cursar telegrama a A.O.M.A. sobre la ne-gativa, quienes inmediatamente conminan a la empresa acceder a di-cha solicitud bajo apercibimiento de demanda por práctica desleal que prevé la Ley Sindical. Este incidente traía otro elemento nuevo a mi conocimiento. La empresa se ve sorprendida ante la decidida actitud de A.O.M.A.

Quizás al amigo lector le resulte aburrido leer esta descripción de he-chos sin relevancia pero que tienen una gran significación en la vida de los pequeños pueblos y de las pequeñas gentes que luchan por apren-der más, por comprender el por qué de las cosas y de servir de alguna forma a la sociedad donde conviven. Mi intención es profundizar en el espíritu de quienes aún luchan por mantener el respeto a la dignidad humana, en el medio y con los medios que solo les da la voluntad y el amor por las causas justas. No pretendo hacer de esta narración una obra literaria ni un “bestsellers”, sino nada más ni nada menos que transmitir a las generaciones futuras la lucha de todo un pueblo conver-tido en un moderno David frente al Goliat bíblico.

CAPITULO IX

EN EL HERMOsOs VALLE DE RÍO NEgRO CON LOs tRABAJDOREs DE LA PIEDRA, CAL Y gRANItO

Llegados a Bs. As., en A.O.M.A. me entregaron un telegrama de Cinco Saltos, provincia de Río Negro donde solicitaban mi intervención para la solución de diversos y graves problemas laborales.

Apenas si tuve tiempo de ducharme cuando salí rumbo al sur en el tren del Ferrocarril San Martín. Antes de embarcarme y mientras esperaba la hora de salida me acerqué a un kiosco a comprar unas revistas. Me llamó la atención un libro en rústica que como título tenía “LEGISLA-CIÓN LABORAL” de Hugo Silvester, el que compré lleno de curiosidad. Este libro al que devoré durante las horas largas del viaje, habría de depararme grandes satisfacciones. Tomaba conocimiento por primera vez de la existencia de una legislación laboral, donde se condensaban las rela ciones obreras-patronales. Era otra fuente más de conocimien-tos que agigantaba la pequeña luz que ardía en mi mente y daba calor a mis actos. Es de imaginar con que avidez leía el libro. Las preocupacio-nes que me habían embarcado en esta primera misión encomendada oficialmente por el gremio en el orden nacional, en un lugar descono-cido y entre gente extraña, nadie lo hubiera aceptado con tranquilidad. Para colmo, no tenía a quien consultar ni sabía cuales eran en realidad los problemas existentes que requerían mi intervención. Una telaraña de pensamien tos se entretejía en mi mente sin poder conciliar el can-sancio con la necesidad de dormir. Después de 24 horas continuas de viaje, arribé a la localidad de Cinco Saltos. En la estación un grupo de obreros lo mejormente “trajeados”, hacían de comitiva de recepción y preguntaban a los pasajeros por unos “señores” de Buenos Aires. Esas preguntas me llamaron la atención y al acercarme para requerir bien lo que buscaban me cercioré de que efectivamente esperaban a dirigen-tes de A.O.M.A. Al presentarme, el grupo de obreros, quedó desilusio-nado. Indudablemente esperaban a un elegante señor con presencia de doctor o algo parecido, que contrastaba con mi pequeño físico, mo-

Page 25: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

46

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

47

rocho y como ellos pobremente vestido. El interior siempre tuvo la idea de que lo proveniente de la Capital, era una raza superior por su tez blanca y leguleyas expresiones.

Muchos creían que poseían inteligencia mágica para la solución de los problemas que en gran medida afectaba a la clase de trabajadores, pero no era así, el interior también contaba con excelentes dirigentes quizás más capacitados, con mas amor y dedicación a la defensa de los intereses profesionales, aunque no tan politizados. Era enorme la diferencia en honradez y honestidad que les llevaba a un altruismo que por lo general los perjudicaba económicamente. El bolsillo del dirigente a veces era la “tesorería” de muchos gremios que apenas si recibían parte de las cotizaciones sindicales que eran absorbidas por las cen-trales en casi más de un 50%. Ubicado y conociendo la necesidad de mi intervención en el problema de los trabajadores de toda una zona, que abarcaba casi toda la provincia de Río Negro -con la Comisión de la Seccional- esa noche nos pusimos a estudiar el decreto del 60% de aumento de salarios que el Presidente Frondizi lanzara al pueblo como primera medida y como una forma de atraer a los trabajadores. Al día siguiente concurrimos a la Inspectoría de Trabajo que dependía del Ministerio de Asuntos Sociales de la Provincia y que se encontraba a cargo de los comisarios de Policía. Esa era la razón por la cual los patrones hacían caso omiso de cumplir con la ley del nuevo gobierno. Cuando solicitamos a los “inspectores de trabajo” que citaran a los empleadores para que cumplieran con el aumento, fuimos a dar con los huesos al calabozo y luego de largas horas de encierro, recién me atendieron para preguntarme quién era. Demás está decir que todos los trámites que hicimos para hacer comparecer a los patrones resul-taron infructuosos. Me sentía entonces, no desorien tado ni incapaz, sino indignado por la intolerancia de los patrones y por consiguiente de las autoridades oficiales. Convoqué a una reunión a los trabajadores canteristas del Valle de Río Negro para darles cuenta de la gestión. Para ello, a duras penas consiguieron alquilarnos el local de un cine. La movilización de los trabajadores fue asombrosa, algunos a pie, otros en bicicleta o en camiones desde las canteras más distantes concurrieron a la asamblea.

Era quizás la primera reunión de ese carácter que se llevaba a cabo en ese hermoso Valle de Río Negro. Al visitar las canteras y los campamen-tos para comunicarles sobre la reunión, el corazón se me estre meció al ver tanta pobreza, tanta miseria, donde la injusticia había echado raíces profundas. Tanto los trabajadores, como sus familiares y principalmen-te los niños, estaban prácticamente librados a la buena de Dios.

Con el local colmado de rústicos trabajadores de la piedra, cal y grani-to, deliberamos sobre la situación creada a causa de la ignorancia de las autoridades. Expliqué que nos hallábamos en un callejón sin salida. Los trabajadores expusieron la necesidad de una huelga, aclaré que esa medida nos sería más perjudicial todavía. Uno de los obreros pro-puso que me trasladara a Carmen de Patagones -sede del gobierno- para solicitar la intervención del Departamento de Asuntos Sociales. Fue aceptada esta proposición, pero aún quedaba pendiente la situa-ción frente a un eventual fracaso de la gestión, por lo que los trabaja-dores acordaron una segunda reunión para adoptar las medidas del caso. La decisión y el entusiasmo de la Asamblea me obligaba a agotar el máximo esfuerzo para encontrar una solución si no quería que esos pobres sacrificaran, quien sabe por cuanto tiempo, sus ya menguados salarios.

De Cinco Saltos a Carmen de Patagones hay una enorme distancia y en ese entonces un solo colectivo hacía su recorrido una vez por sema-na. Era el último día hábil cuando pedí al delegado de Asuntos Sociales su intervención para la aplicación del decreto nacional de aumentos de salario. El Señor delegado me manifestó que en razón de que dicho de-partamento “no sabía” aún si dependía de la Nación o de la Provincia, no podía intervenir y abriendo un gran armario, me mostró una enorme cantidad expedientes paralizados a consecuencia de ello. No insistí más y salí completamente desilusionado, lo que es más plenamente desmoralizado.

Habían cerrado las oficinas y me encontraba sin saber a dónde acudir. Quizás en ese momento existían otros medios para allanar mi gestión, pero los ignoraba en razón de mi inexperiencia. Más me guiaba por intuición y mi perspicacia a veces parecía estar dotado de un sexto sentido que me permitía salir bien de situaciones embarazosas.

Page 26: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

48

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

49

Mientras me hacía cortar el pelo vi en el diario que el Ministro de Asun-tos Sociales de la Provincia había regresado a la mañana de su viaje a la Capital, inmediatamente me dirigí a la gobernación para preguntar por él. Las empleadas no me dieron muchas esperanzas de encon-trarlo, porque raras veces concurría a su despacho en las tardes de los sábados y nadie conocía su domicilio particular. No obstante esas desalentadoras perspectivas busqué una silla y decidí esperarlo, aún así no viniera. Tengo que haber hecho una buena siesta, pues hacía noches que no dormía y el trajín se estaba haciendo sentir. La suerte quiso que para buscar unos papeles, el señor Ministro concurriera a su despacho, me hizo pasar inmediatamente. El Ministro me impresionó de entrada por su amabilidad y cortesía. Me presenté exhibiéndole mis credenciales que me acreditaban como dirigente nacional y de los mo-tivos que me llevaron a esa provincia. Expuse con lujos de detalles el problema acompañando una difusa documentación sobre las formas y condiciones de trabajo, amén de las vicisitudes pasadas en el propósi-to de contar con la colaboración de las autoridades locales. Planteé la inmediata solución al problema salarial como una necesidad primordial de estómago. El Ministro me escuchó atentamente y acto seguido pi-dió, la presencia del señor delegado de Asuntos Sociales de la Provin-cia y mientras llegaba ampliaba la información acerca de lo que había visto en los campamentos obreros. Se mostró muy interesado y pro-metió ocuparse de ello. El delegado expuso al Señor Ministro una serie de inconvenientes y evasivas a lo que replicó el Ministro que a primera hora del día siguiente y en mi compañía, se trasladaría a General Roca y citara a todos los empresarios de las canteras por cédula policial y bajo apercibimiento de sanciones para que dieran cumplimiento inmediato a la ley nacional. El delegado aludió la falta de transporte. El Ministro autorizó el uso de los aviones de la provincia para esos trámites. De esa manera los obreros de Cipolletti, Allen, Cinco Saltos y General Roca tuvieron su aumento salarial y nació la necesidad de una organización y el imperativo de la unidad para la futura defensa de sus derechos. Mientras regresaba a Buenos Aires, pensaba que hombres como el Se-ñor Ministro de Río Negro, devolvían la fe y la esperanza, que no todo estaba podrido, que aún quedaba gente con conciencia clara.

Había estado más de una semana ausente y reasumí mi función de

Secretario de Organización visitando y constituyendo sindicatos en di-versos centros de trabajo. Por informaciones que me llegaban tuve que realizar un viaje imprevisto a Mina Aguilar.

Page 27: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

50

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

51

CAPITULO X

DE REgREsO A EL AgUILAR Y DE AHORA EN MÁs: UNA NUEVA ACtItUD DEL s.O.M.A. fRENtE A LA EMPREsAAparece en Escena: Mister Miller

De regreso a El Aguilar me reuní con los inte grantes de la Comisión Directiva del Sindicato quienes tenían ciertas dudas en la interpretación para la aplicación del decreto de aumento del 60%. Aprovechando esa oportunidad concurrí a la gerencia de la empresa para pedirles dieran cumplimiento. Se manifestaron complacientes haciendo la salvedad que antes había que interpretar “correctamente” el decreto y a la vez firmar el convenio de trabajo en sus “condiciones generales”. Tras car-tón me entregaron un fajo de papeles escritos a máquina en correcta redacción, que había sido firmado por otros miembros de la Comisión y que como representante de A.O.M.A. debía avalar con mi firma.

Vacilé en firmarlo, pero lo hice y solicité copia del mismo. Más tarde cuando en los archivos del Sin dicato después de mucho buscar encon-tré un convenio del año anterior y me puse a chequearlo, mi indignación fue en aumento cuando observé que nos habían quitado el beneficio de “salario por esposa”.

Parecía inconcebible, que los viejos dirigentes no cuidaran esos deta-lles tan importantes, ni nos informaran nada al respecto. La empresa se había aprovechado de nuestra más absoluta ingenuidad. Esta falta de colaboración por los “viejos”, fortificaba el convencimiento que mi designación como Secretario General del Sindicato, no era otra que el objeto de ser manejado como un idiota útil y complacer de esa manera los designios de la empresa. Me revelaba a creer que eso pudiera ser cierto, pero también me preocupaban ciertas actitudes de los mismos, por fin me incliné a pensar que no era otra cosa que celos por el ocaso que tocaba a su fin en su actuaciones sindi cales.

A esto se arrimó al Sindicato un compañero con inquietudes y con mu-chas ganas de trabajar en la causa obrera. Era empleado y demostraba capacidad e inte ligencia, lo hice mi “alero” y juntos emprendimos una campaña para revisar y actualizar la aplicación de la legislación vigente que la empresa violaba en su mayor parte.

Empezamos por la aplicación del 60% y la restitución del artículo po-dado del convenio por mala fe. La empresa y por primera vez, concu-rría a la Dirección Provincial del Trabajo, lo hacía acompañada de su asesor letrado (hasta estos momentos el abogado de la empresa había servido, tanto a sus mandantes como al propio sindicato). Frente a la verborragia del abogado, recurrimos al letrado de la D.P.T. que fue de-vorado sin masticar por su antagonista. No obstante ello, salimos bien del encuentro gracias a la firme actitud de no otorgar de hoy en más, concesiones de ninguna naturaleza. Esta experiencia, nos había hecho pensar en la necesidad de un asesor legal y a esos fines propusimos para el cargo al Dr. Guillermo Snopek. Se mostró satisfecho quien nos recomendó mucha prudencia en los planteos laborales. La decidida actitud del Sindicato de exigir a la empresa las actualizaciones de vie-jas leyes de trabajo que no eran aplicadas y otras lo eran en parte, alte-ró las actualizaciones de viejas leyes de trabajo que no eran aplicadas y que otras lo eran en parte, alteró las relaciones. La empresa se mostró indignada y molesta. Para ese entonces, un nuevo “súper” asumía la administración de la Cía. Minera Aguilar S.A., mientras que el anterior, Mr. Lew (chino) pasaba a componer el directorio de la misma en Bue-nos Aires. El nuevo súper era un norteamericano corpulento, alto, rubio y de mirada penetrante. Ha blaba castellano y fumaba una gran pipa de hueso, que una vez tuvo que romperla a causa de una discusión. La figura del “gringo” era impresionante, de enormes manos y una inteli-gencia nata. Vestía siempre de ropa color crema claro, al igual que los oficiales del Ejército americano en campaña. Mister Clinton Miller era el nombre y apellido del nuevo “mandamás” de la empresa.

Mi siguiente tarea fue estudiar detenidamente la convención de trabajo que en realidad era un convenio de empresa. Era un extenso articulado, separado en capítulos, donde las obligaciones de los trabajadores eran

Page 28: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

52

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

53

superiores a sus derechos. Estaba lleno de “suges tiones” y “sugeren-cias” sin nada positivo y obligatorio por parte de la empresa.

Por el contrario la convención, contenía un capítulo entero como una reglamentación de huelga que obligaba al sindicato a una serie de re-quisitos previos para adoptar tal medida. En el caso de llegar a ella, ésta debía ser de “carácter” pacífico y con el mantenimiento de los servicios públicos y de bombeo de la mina. Es decir, que toda huelga a efectivizarse en El Aguilar, debía ser una “huelga” de cuello duro o “moñito”. A excepción del articulado que reglaba las condiciones del “retiro graciable”, el resto, necesari amente debía rehacerse y condi-cionarlo como una convención colectiva de partes y unilateralmente. El convenio o contrato de trabajo colectivo en el futuro no podía ser “convenio patronal”.

El artículo por “retiro graciable” o “bonificación por retiro voluntario”, introduce una innovación en el contrato de trabajo. La bonificación que percibía el obrero al retirarse voluntariamente de la empresa, estaba su-jeta; imperativamente a un período mínimo de servicios “intachables” de nueve años para los que cumplían tareas en Veta Mina y de 11 años en el Molino. Este aparente “beneficio”, suplía a la indemnización por despido que reglaba la Ley 11.729 entonces vigente, a la vez que le aseguraba a la empresa la permanencia de la mano de obra durante los períodos establecidos. El monto del beneficio a cobrar por el obre-ro estaba también calculado como el que cobraría al retirarse por Ley 11.729 (una cantidad de días por años de servicio superiores a los nue-ve mínimos para los de la mina, los que eran multipli cables por el total de años de servicio y este resultado se volvía a multiplicar por el salario promedio extraído).

No dejaba de despertar interés entre los tra bajadores que abrigaban la esperanza de llegar trabajando al mínimo exigible para luego retirarse con algo de dinero. Algunos lo lograban. Mientras tanto el ambiente gremial se agitaba en el orden nacional ante la posibilidad de la convo-catoria a paritarias, lo que requirió mi presencia nuevamente en Buenos Aires, A.O.M.A. presentaba una constante actividad en la estructura-ción de los ante-proyectos de Convenciones Colectivas de Trabajo.

Tanto la rama del cemento Portland, cal y piedra, y molienda de mine-rales, estaban de continuas consultas y gestiones ante el Ministerio de Trabajo para la presentación y urgente tratativa de los petitorios. Esta iniciativa me daba una idea de cómo era el procedimiento para tales me nesteres. Como representante de la Minería extractiva, convoqué a las seccionales de la rama a enviar sus delegados paritarios para estructurar el petitorio.

Page 29: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

54

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

55

CAPITULO XI

LA MINERÍA NACIONAL EN UN tOtAL OLVIDO Mi presencia en los yacimientos de Castaño Viejo en San Juan

El Convenio Nacional al igual que el Convenio de El Aguilar, eran simples fórmulas sin nada impor tante que garantizara estabilidad, seguridad o condi ciones inherentes a la riesgosa labor de explotación de minerales. En cuanto a las condiciones salariales, eran tan pobres como pobres eran dichos trabajadores. En mis recorridas por algunos centros mine-ros había podido observar la precariedad en que se desenvolvía esta pequeña e incipiente industria, que no dejaba dudas sobre lo difícil que resultaría mejorar en alguna manera las condiciones de trabajo y los beneficios marginales de dicho con venio. También me había informado sobre la situación de la Minería Nacional y ésta información mostraba un panorama poco alentador. Realmente no existía una clara política nacional sobre la minería extractiva y mucho menos podíamos hablar siquiera de “Minería Nacional”. A excepción de Mina Aguilar, los de-más establecimientos de los medianos y pequeños produc tores lucha-ban desesperadamente por sobrevivir frente a la desleal competencia de los grandes empresarios que constituían el grupo Aguilar, National Lead, Mina Pirquitas y Sominar. Tanto los chicos como los grandes, formaban asociaciones diferentes.

No había aliento alguno por parte del gobierno para las empresas na-cionales, ni siquiera se había bosquejado un programa de acciones que vislumbrara alguna perspectiva de promoción a nivel. Todos hablaban de las minas, pero nadie hacía nada por ellas. Era de imaginarse en un país agrícola-ganadero por ex celencia, no habían percibido la im-portancia estratégica que jugarían los minerales en el desarrollo de la metalurgia y la tecnología espacial.

Tampoco se mantenía un control sobre las reservas naturales ni se te-nía en cuenta los enormes y fabulosos yacimientos de minerales me-talíferos de alto poder estratégico. Nuestra minería estaba miserable-

mente abandonada.

Solo la “Gran Empresa” de Mina Aguilar, la más importante del país en materia de plomo aprovechaba todas las circunstancias favorables que el gobierno desechaba. Su capital y sus influencias le permitían estar siempre en la “onda” y no titubeaba mucho en “favorecer” los servicios prestados de algunos funcion arios advenedizos. Cuando se trataba de obtener concesiones del gobierno, era la que más “pechaba” para luego no darle importancia ni al primero ni al segundo. Lo único que importaba eran sus propios intereses, foráneos para colmo.

A manera de encontrar apoyo y justificar la paritaria obrera de la mi-nería, me dirigí al yacimiento de Castaño Viejo en la Provincia de San Juan: este yacimiento lo explotaba la National Lead Co. (del mismo grupo de Aguilar), era un establecimiento de propor ciones y con un plan de expansión puesto en marcha. Contaba entonces con aproxi-madamente 500 obreros, con planta de flotación selectiva lo mismo que Aguilar y con la producción que no dejaba dudas de lo pródigo que se mostraban los yacimientos.

El sistema u orden de casas se había dispuesto lo mismo que Aguilar. Las instalaciones de la planta y la segregación del personal, era tam-bién igual, y hasta contaba con algunos jefes que habían trabajado en esa empresa. Me enteré de los planes de expansión y del programa de vivienda para el posible empleo de otros 500 obreros más y la amplia-ción de la planta de concentración. Pero mi presencia allí era entera-mente gremial por lo que me dediqué a él. El Sindicato estaba aún en formación y los obreros que encabezaban el mismo no sentían ninguna simpatía por A.O.M.A. Por el contrario, al enterarse de nuestro propósi-to de proponerles la afiliación de A.O.M.A. prepararon una Asamblea en la que casi nos agenciamos de una paliza.

Los comunistas habían manejado los hilos de esta rebeldía con inten-ciones de afiliarlos al Sindicato de Químicos promocionado por los jor-nales superiores a los de la minería. No obstante, al “mal trato” de la asamblea, pude conversar con los trabajadores para explicarles que estaban equivocados en pretender la aplicación de un convenio que

Page 30: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

56

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

57

no era de su rama. Los trabajadores me confirmaron que los dirigentes se encontraban en actitudes raras, por lo que me pidieron que vuelva a Castaño Viejo para insistir en el recono cimiento como Sindicato Minero y no como Químico. Así me comprometí. Lamentablemente, nunca pude cumplir volver a esa mina, pues a los pocos meses de estar allí, el esta-blecimiento cerró, aduciendo que los yacimientos se habían agotado.

En algunos centros mineros se comentaba el cierre del establecimiento de Castaño Viejo, se aludía también, a la existencia de un pacto entre las dos subsidiarias (Aguilar-National Lead Co., del Monopolio Interna-cional del plomo) de no dedicarse a la misma actividad industrial, pues una había sido constituida para explotar los minerales y la otra para industrializarlos.

La National Lead Co. que industrializaba el plomo de Aguilar y explota-ba a la vez los ricos yacimientos de San Juan: el monopolio me había llamado la atención.

CAPITULO XII

DE CAstAÑO VIEJO EN sAN JUAN A LA MINA EtHEL EN MENDOZA

Pero dejemos por el momento este lugar para trasladarnos hasta Men-doza, a la que llegué con idénticos propósitos que a San Juan, y aten-der un gravísimo problema que me encomendara A.O.M.A. en la mina Ethel, del Departamento de Malargüe.

Esta era una mina de manganeso que explotaba un señor llamado Von Serwiz y el establecimiento se encontraba ubicado a más de 80 km. de la misma locali dad de Malargüe. Era un campamento obrero en medio de un desierto arenoso sin nada que diera color a la vida y donde exis-tían exclusivamente hombres. A los lugares de trabajo se descendía por escaleras de cables atados con alambres y donde las bóvedas no estaban sostenidas por ningún maderamen.

No existía ninguna dirección técnica ni siquiera instrucciones para la seguridad de los trabajadores. Los mineros, el 90% de nacionalidad chilena, tenían alguna experiencia en minas, por lo que se las arregla-ban para poder cumplir una tarea de la mejor forma posible. De igual manera, las herramientas eran de las más precarias. Se disponía de la dinamita y hacían uso de la misma como una cosa normal y simple sin percatarse de los riesgos. Las condiciones de trabajo, como las de seguridad y salubridad eran prácticamente nulas, ni que decir de las condiciones referentes al salario, vivienda y atención médica ¡nada! Era pavoroso el drama de esos trabajadores.

Por comenzar formaban una gabela para la comida, cuyo menú era igual todos los días: carne de “quirquincho” (mulita) con papas y ají. Algunas veces variaban con carne de llama y en cuanto a la carne de vaca, solamente podían probarla llevándola de Malar güe o San Rafael, en ocasiones de festejar algo.

La explotación del mineral de manganeso -importante para la fundición

Page 31: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

58

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

59

y aleación del hierro- no es difícil por ser un mineral blando y de fácil remo-ción pero es un mineral sucio que se impregna muy fácilmente en la ropa y en el cuerpo, en las paredes y en todo cuanto tiene contacto con él.

El problema que debía atender no era otro que el mal trato a los obreros por parte de la firma, el atraso en el pago de jornales, la falta de aten-ción médica, de alimentos y sobre todo de herramientas y material para el trabajo, aparte de que todo obrero que presentaba una queja sobre esas necesidades era inmediatamente despedido. No existía organi-zación gremial. En los días que me tocó permanecer en esa mina, se produjo un accidente: un obrero al descender por la escalera - ésta se rompió - cayó de una altura de más de 20 metros. El golpe fue terrible, una vez sacado el hombre de la mina, no había ni siquiera un poco de agua oxigenada y mucho menos alcohol para curarle las heridas, me ví obligado a amenazar al encargado del campamento y secuestrarle la única camioneta que se disponía para llevar a Malargüe al accidentado y hacerlo revisar por un médico. Hechos como este -decían los obre-ros- se repetían continuamente. Una vez hospitalizado el obrero, entre-visté al propietario de la mina y planteé la situación de sus trabajado-res. En principio se mostró molesto por haber “usado” su vehículo pero luego se avino a un arreglo y comprometió atender las necesi dades de la gente, cosa que nunca cumpliría. En esa oportunidad, me acompañó un obrero a quien los demás habían designado como delegado. Este compañero me pidió que fuéramos hasta San Rafael, donde se encon-traban hospitalizados -hacía tres meses aproximadamente- cuatro tra-bajadores de la mina. Al visitarlos no pude hablar con ellos, pues tenían dificul tades para hacerlo y por más que se esforzaban, no articulaban palabra alguna. Su estado físico aparentaba lividez y el color de su piel no era el natural. Estaban paralizados, sus movimientos eran torpes. El médico que los atendía no se encontraba en esos momentos de ser-vicio, las enfermeras me hicieron saber que aún no habían podido dar con el diagnóstico y que el caso estaba siendo estudiado por una junta. No tardé en informarme que, el estado de los enfermos no era otra cosa que una terrible intoxicación a consecuencia del uso indebido de ciertos explosivos prohibidos por Fabricaciones Militares, por contener

éstos un alto porcentaje de cianuro y para cuyo uso se debían adop-tar previamente una serie de precauciones. Alertamos al Departamento de Trabajo sobre el riesgo que aún corrían quienes estaban haciendo uso de ese material y que se conminara a la firma la suspensión de su empleo. Además denunciamos la violación de las normas de seguri-dad que preveía el Código de Minería, de las condiciones de trabajo y de la falta de botiquines de primeros auxilios, de los que se carecía complet amente en el establecimiento. El Director de Trabajo nos dio tanta importancia como da un futbolista al hincha que le grita desde la tribuna. Entonces, viendo la miserable orfandad en que se encontraban los trabajadores de esa zona, me dirigí a la Cámara de Senadores de Mendoza. La Cámara estaba sesionando, indignado y cansado de ver tanta injusticia, dije al encargado que me alcanzara un mensaje breve a cualquiera de los senadores de la bancada Frondicista. En el mismo le ponía que era un dirigente minero de A.O.M.A. Nacional, de paso por Mendoza y que nece sitaba urgente hablar con cualquiera de la banca oficialista que aún tuviera un mínimo de solidaridad con los trabajado-res de esa Provincia. La sesión pasó a un cuarto intermedio y el bloque entero nos atendió inmediatamente. Hicimos una breve reseña de las condiciones infrahumanas en que la generalidad de las minas de esa Provincia (ya había tenido oportunidad de recorrer algunas) se desen-volvían, de la inoperancia total de asistencia médica y de la violación de los Convenios de Trabajo y Leyes Laborales. Los senadores quedaron sorprendidos frente a la cantidad de hechos denunciados ante diversos organismos oficiales tanto por las palabras de nosotros como por los dirigentes locales, y sin ninguna solución.

Amenazamos convocar a un Congreso de Mineros en esa capital para denunciar públicamente éstos atropellos. Los senadores pidieron ha-blar con el Gober nador para poner en su conocimiento estas irregulari-dades y comprometieron encargarse del asunto y atender las necesi-dades de los mineros.

Al despedirme de mi compañero chileno que me acompañara en la gestión, le recomendé no faltar para estructurar el Convenio Colectivo de Trabajo en Buenos Aires. Era un dirigente capaz, por lo que creí con-

Page 32: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

60

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

61

veniente que formara parte de la paritaria minera. Al otro día de llegar a Buenos Aires, recibí un telegrama de San Rafael donde me comunica-ban que la empresa había despedido al Delegado Titular y al Suplente. Así estaban las cosas en tiempos de Frondizi.

CAPITULO XIII

LA LUCHA POR UN CONVENIO NACIONAL PARA LA MINERÍA EXtRACtIVA

Volvamos al asunto de las paritarias. Se encon traban en discusión la del cemento Portland y pronto lo haría la rama de la cal y piedra.

La minería extractiva, con mucho esfuerzo había logrado estructurar y presentar al Ministerio de Trabajo el pliego de condiciones para la renovación de las cláusulas generales, condiciones de trabajo y tablas salariales para el nuevo período 1959-1961.

El Ministerio de Trabajo era un hormiguero de patrones y obreros, de voces, del ir y venir de funcionarios, llamadas telefónicas, caras adus-tas, otras sonrien tes, daban una nueva tónica al edificio de Moreno 42 inactivo desde antes de la revolución del 55, fecha en la cual se había suspendido la discusión de los conven ios y por consiguiente éstos se encontraban desactuali zados. Era de imaginar la preocupación, tanto de los empresarios como de los trabajadores, empeñados en no dejar mal parados a sus representados.

Pero también, se percibía un ambiente de con ciliación y empeño por terminar pronto la formalización de los convenios. Lamentablemente la Minería Extractiva no tenía esas esperanzas ni remo tamente, sus pers-pectivas eran inciertas, incluso de llegar a la iniciación de las tratati-vas. Presentado el Anteproyecto del Convenio al Ministerio de Trabajo, una lluvia de telegramas, de los diversos establecimien tos a lo largó y ancho del país cayeron a dicho Ministerio solicitando su inmediato rechazo. Sumado a éstos los diarios del interior por solicitadas de los empresarios, como así también de algunas autoridades, calificaban a la demanda obrera de “improcedente” “leonina” y de “abusiva”.

Algunos empresarios desautorizaban discutirlo mientras que otros, adelantaban no cumplirlo ni apli carlo.

¿Cuál era la razón para que el petitorio obrero desatara toda esa ola de

Page 33: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

62

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

63

reacciones en los empresarios mineros? ¿Por qué se consideraba abu-siva la demanda obrera? ¿Era realmente improcedente la actualización de nuestros Convenios? Realmente no creí compren derlo.

El Convenio Nacional de la Minería Extractiva -el primero estaba en vigencia- no había sido aplicado aún en su integridad, pese a lo pobre que era, porque sencillamente no existía una industria minera desarro-llada y la existencia no era otra que una minería extractiva incipiente y sin ninguna relevancia en la economía del país, a excepción de Mina Aguilar. Los empresarios que se dedicaban a la explotación de las di-ferentes clases de minerales en su mayoría no eran otra cosa que unos vulgares estafadores que absorbían los créditos bancarios y luego cambiaban de ramo sin siquiera abonar los salarios a sus operarios.

Por otra parte estafaban al gobierno y al mismo tiempo a sus trabaja-dores, al no contar éstos con organismos competentes de control ni existir una clara y definida política minera.

Eran pocos los empresarios que a la par de sus obreros luchaban es-forzadamente para levantar una industria y transformarla en una admi-nistración estable y redituable.

El petitorio obrero había sido reestructurado con una mínima exigencia de seguridad, higiene y salubridad, con salarios acordes al costo de vida, condiciones de trabajo y vivienda, que no era otra cosa que por Ley natural todo empresario de una mina debía proveer a sus servi-dores. Era en sí un convenio acorde con la nueva industria, sin lugar a permitir ningún abuso ni de una ni de otra parte. Era en definitiva, una franca petición al grado de desarrollo de la industria.

Después de varios sondeos con algunos empre sarios, mediación de funcionarios y en la medida en que se concretaban algunos convenios y A.O.M.A. amenazaba con el estado de alerta, la Cámara Minera optó por presentarse al Ministerio de Trabajo a Consti tuir la paritaria Nacio-nal. Era un grupo numeroso (25 al menos) en lo que podía observarse varios de acento extranjero. Tampoco me sorprendió la presencia de funcionarios de Cía. Minera Aguilar S.A. En cuanto a la representación obrera, éramos cinco miembros.

La desproporción era enorme, pero no nos hizo perder el ánimo -por el contrario- teníamos el op timismo de lograr algo, habíamos ganado el primer golpe psicológico al poner en evidencia al resto de los empre-sarios algo que permanecía ignorado: la existencia de una explotación minera injusta desconsiderada e inhumana y sobre todo desleal entre ellos mismos.

Por empezar solicitamos la igualdad de miembros en la paritaria lo que fue aprobado. Los tra bajadores que componían nuestra paritaria ha-bían arribado desde los Marayes (San Juan), San Julián (Chubut) Val-dera y Neuquén.

Traté en lo posible, que las reuniones se efectuarán mañana y tarde, pero los empresarios no accedieron en razón de no descuidar la admi-nistración de los asuntos de su empresa: existía cierta razón en ello.

Fijados los días y horas de tratativas, iniciamos el tratamiento del plie-go de condiciones ante el fun cionario del Ministerio. La representación patronal concurría con un equipo de asesores legales para las consul-tas pertinentes mientras que nosotros, lo hacíamos acompañados de nuestro deseo de tomar la atención de las Cámaras Patronales sobre el abuso y la arbitrariedad desmedida de algunos empresarios que des-prestigiaban la industria. Habíamos puesto empeño en exigir condicio-nes mínimas de seguridad en la explotación y extracción de los minera-les, igualmente no cedíamos en lo que se refería a la atención inmediata para casos de accidente, condiciones de salubridad en las galerías y socavones de la mina, insistimos duramente en el tratamiento de la vivienda para obreros, repudiando el hacinamiento y la promiscuidad, la falta de herramientas adecuadas, y medios de transporte, como de refugios en casos de lluvia o frío. Otros de los temas de agria discusión fue el incumplim iento del Convenio y en la práctica desleal de los patro-nes, que aprovechándose de la falta de control y principalmente de la inoperancia de las autoridades, se estaba haciendo habitual el despido de delegados obreros. Casi todos estos temas -que eran una realidad indiscutible- dejaban a los empresarios no muy cómodos frente a la autoridad y nosotros no teníamos tapujos para sindicar a quienes pro-cedían de esa manera.

Page 34: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

64

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

65

Mina Aguilar no escapó a esta indiscriminación, y fue duramente sacu-dida -frente a empresarios que la consideraban un modelo de empresa- como una más que no cumplía con sus obligaciones contractuales, a las que la obligaba la ley laboral, hicimos notar que resultaba curioso a la vez oponerse a cualquier mejora en las condiciones de trabajo del resto de las empresas, que nada podían hacer frente a la competencia de ca-pitales que desplegaba Mina Aguilar. Advertimos a los empresarios que el propósito de esta Compañía monopolista no era otro que mantener las condiciones de un convenio miserable, para luego superar en “algo” su convenio local o de empresa en su establecimiento y aparecer como el más “generoso ante la opinión pública”.

Llevábamos varias semanas de discusión y aún no habíamos entrado en materia salarial, cuando las reservas monetarias de mis compañe-ros se agotaron para seguir permaneciendo en Buenos Aires (el costo que demandaba toda paritaria era a cuenta de sus propias secciona-les) A.O.M.A. recién organizada no disponía de fondos para casos así. Esta situación no era desapercibida por los patrones y la demora inten-cionada -en muchos casos- sobre el tratamiento más ágil, llevaba im-plícitamente el debilitamiento de la paritaria obrera con el alejamiento de sus representantes.

Tuvimos que hacer un fondo común y prestarnos dinero, para continuar las tratativas. Lo logramos en pocos días más. Aunque el resultado no era del todo satisfactorio, se había adelantado mucho en el campo de las relaciones obrero patronales, y sobre todo se logró establecer las condiciones más humanas, en el trato.

El respeto mutuo entre empresarios y tra bajadores, quedó muy bien establecido. Terminado de convenir las cláusulas salariales, mis com-pañeros tuvi eron que retornar por falta de fondos a sus lugares de trabajo, en razón de ello tuve que seguir las tratativas hasta la firma, estructuración, chequeo y homologación respectiva de la negociación colectiva. Recuerdo bien que al igual que el primer día de constitución de la paritaria, la presencia numerosa de los empresarios contrastaba con mi sola presencia.

En definitiva, A.O.M.A. lograba de esta manera, la concertación de tres convenciones colectivas para sus afiliados: de la Rama del Cemento Portland, Cal y Piedras y el de la Minería Extractiva; quedaba sol amente la de la Molienda de Minerales que por razones de desacuerdo entre las seccionales de Capital Federal y las del Interior (unos eran afiliados, otros se habían desafiliado) no conseguían constituir una paritaria en común. A todo esto habían transcurrido muchos meses desde que me alejé de Mina Aguilar.

Page 35: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

66

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

67

CAPITULO XIV

MI VIAJE BUENOs AIREs - AgUILAR BUENOs AIREs Y LA PARtICIPACIÓN EN UN NUEVO CONgREsO

A manera de hacer conocer el nuevo Convenio y reorganizar a los mi-neros, visité varios establecimien tos a lo largo y ancho del país, esta nueva recorrida volvía a confirmarme que nuestra minería estaba aún en pañales. Apenas uno u otro establecimiento podía llamarse propia-mente minero, ya no -en algunos casos- por falta de apoyo oficial, sino por la desidia y la falta de idoneidad de algunos vividores que hacían de los yacimientos el centro de sus maniobras especulativas. Por aquellos años, se comenzaba a explotar el carbón de Río Turbio. Al fin el país rompía con las barreras de algunos círculos que medraban a costillas de la importación de este mineral desde los puertos de Gardel (Ingla-terra). Esos fabulosos yacimientos discu tidos de mucho tiempo atrás, ahora eran una realidad, como real era el complejo industrial siderúrgi-co de Altos Hornos Zapla, que tanto esfuerzo costara al General Savio para ponerlo en marcha.

Río Turbio por la ubicación geográfica del establecimiento, ocupaba un alto porcentaje de trabajadores chilenos y sindicalmente se habían agrupado en ATE (Asociación de Trabajadores del Estado), en cuanto a los trabajadores de la Mina 9 de Octubre que pertenecían a Altos Hor-nos Zapla mantenían una organización local.

El doctor Catalano, hombre inquieto y erudito estudioso de la minería argentina, ponía al descubierto una vasta red de minas sin explotar que en algún tiempo eran industrias muy productivas, describía la importan-cia de esos minerales y el valor estratégico en la economía futura del país, alertaba a la vez sobre la posición de importantes yacimientos, por intereses extraños a nuestra nacionalidad. En realidad eran conta-dos los hombres que habían defendido nuestra minería, la que ahora se encuentra en manos foráneas y con una explotación que está muy lejos

de beneficiar al país, dueño absoluto de esas reservas.

En este viaje por los establecimientos mineros, también observé que para organizar a los trabajadores de esta rama -que se encontraban diseminados en lugares completamente alejados, con escasos medios de transporte y lo que es peor, con obreros transitorios que andaban de mina en mina- era necesario un trabajo permanente y controlado desde un punto zonal equidistante a una determinada área de influen-cia. El control para mantener una organización gremial que propenda al cumplimiento y la aplicación de los Convenios en su lugar de trabajo, demandaría contar con los medios de un selecto equipo de dirigentes con vocación, movilidad y fondos suficientes, que en esos momentos A.O.M.A. no disponía. Esta carencia de medios, hacía difícil mi función de Secretario de Organización, a lo que debía tomar una decisión por los motivos expuestos.

Juntamente con otro dirigente de la rama Cal y Piedra, optamos por retirarnos a nuestras seccionales hasta que el gremio -cuando con-tara con esos medios- nos llamara nuevamente, esta actitud no po-día tomarse como una deserción de nuestras responsabilidades, pero resultaba negativo organizar sindicalmente una minería que se encontraba en el extenso territorio del país, desde un cómo-do escritorio del centro de Buenos Aires y con una renta mensual, que los aburguesaba y los distanciaba de los mismos problemas. Planteado el caso ante el Consejo Directivo de la Asociación, nos per-mitieron retirarnos a nuestras seccionales. Aclaramos que los sueldos que debíamos percibir por todo ese tiempo de retiro debían ingresar a los fondos de la Organización Minera. Ambos volvimos a nuestras sec-cionales, él a Córdoba y yo a El Aguilar. Me presenté a la empresa para retomar mi empleo y luego hice conocer al Sindicato los motivos de mi presencia en ese lugar y la necesidad de hacer un estudio sobre la Convención Nacional recientemente adoptada por A.O.M.A. en relación al “Convenio de Trabajo” existente en El Aguilar. El Sindicato para tal efecto me designó como asesor y conjuntamente con el abogado del gremio nos avocamos al estudio de ambas convenciones. Una vez ter-minado, expusimos a la Comisión Directiva del S.O.M.A. la convenien-

Page 36: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

68

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

69

cia de aplicar el Convenio Nacional de la Minería, en lugar del Convenio de empresa que regía, agregando a éste una cláusula favorable de la Convención local, que residía en la indemnización por retiro voluntario. Antecedentes para un procedimiento así, en el cual los obreros no po-dían ser privados de un beneficio mayor o más favorable al aplicarse una Convención de carácter nacional sobre una local, existían a granel en la jurisprudencia laboral. Evaluado estos antecedentes, decidimos hacer las presentaciones formales a la Cía. Minera Aguilar S.A. Su reac-ción fue lógica, no podía permitir reemplazar una Convención recono-cida como patronal por una que aún hecha para la pequeña y mediana minería era muy superior en su contexto a la de Mina Aguilar.

Rechazaron de plano las presentaciones, lo que nos obligó a hacer las notas a la Dirección Provincial del Trabajo. De esa manera, se iniciaba un diferendo que habría de dar lugar a una transformación en las siem-pre “cordiales” y futuras relaciones entre empresa y sindi cato.

Por otro lado mientras se esperaba el resultado de las gestiones, ha-bilitamos una Secretaría de Información de manera que los afiliados pudieran tomar conocimiento sobre lo que hacía el Sindicato. Quería-mos que el propio trabajador se informara directamente de los que-haceres de sus dirigentes. A la par de ello, habilitamos la Secretaría para trámites jubilatorios, ignorando la mayoría de los trabajadores la existencia de tales beneficios. La habilitación de ambas Secretarías despertó una curiosidad entre los afiliados, que empezaban a con-currir a leer el diario o prestarse libros de la biblioteca que también funcionaba en la misma oficina.

La Secretaría estaba presentable, le habíamos comprado muebles y no dejaba de ser cómoda y elegante. El obrero se sentía satisfecho con lo suyo y ahora tenía a donde concurrir en caso de cualquier consulta.

La empresa había advertido que el sindicato no iba a ser el compla-ciente de siempre ni el que pediría el cumplimiento de sus derechos por favor, y no descartaba la posibilidad de un enfrentamiento más agudo. Tampoco descuidaba su supremacía en el dominio que durante tan-to tiempo había ejercido entre los trabajadores, cuyo temor tendía a

desaparecer en la medida que los dirigentes mantuvieran una correcta actitud en defensa de sus legítimos intereses, pero era fácil advertir que adherían al nuevo cambio. Ahora era cosa de no descuidar la atención de los numerosos problemas que se suscitaban a diario en las relacio-nes de trabajo.

Cada sección de trabajo, disponía de un jefe de sección dependiente del equipo de STAFF de la Empresa y de un capataz, este último aún formaba parte del Sindicato, caso de excepción en las estructu ras or-gánicas de las demás organizaciones gremiales del país.

En este interín, nuevamente fui citado por A.O.M.A. a Buenos Aires, se cumplía el período es tatutario de nuestra designación y teníamos que rendir informe de nuestras actuaciones y preparar el Congreso para la renovación de autoridades. Tuve que alejarme de Mina Aguilar, en mo-mentos que habíamos emprendido una tarea de reorganización intensa en el S.O.M.A. En Buenos Aires me comisionaron con otro compañero a realizar las gestiones para preparar todo en la Ciudad de Córdoba para la renovación de autoridades.

Durante el tiempo que permanecí en A.O.M.A., fueron numerosos los sindicatos que proponían mi reelección, principalmente los de mi rama: La Minería Extractiva. Sobre este particular yo había tomado una de-cisión categórica de no aceptar cargo alguno en el Secretariado. Esta decisión fundamentada en la necesi dad de atender mi propia seccional donde se perfilaban problemas de magnitud, pero como tampoco era intención de privarnos de nuestra participación en A.O.M.A. había pro-puesto ser reemplazado por otro compañero de Mina Aguilar a quien el Sindicato designara para dicho Congreso.

Al igual que el anterior Congreso, este otro fue igual aunque se notaba cierta tendencia al “copam iento” de las Asambleas y no eran pocos los que se “movían” entre bastidores para proponer candidatos. Durante ese Congreso se produjo un paro en la Calera (Córdoba), por despido de un delegado sindical. Fuí propuesto a atenderlo. Cosa curiosa, un problema que era de competencia de Cal y Piedra en la propia Córdoba y una cantidad numerosa de dirigentes caleros que podían atenderlo.

Page 37: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

70

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

71

El problema tampoco dejaba de ser curioso, pues se trataba de hacer levantar las medidas de fuerza de un Sindicato para discurrir el arreglo, cosa que habían intentado, muchos fracasaron.

CAPITULO XV

fRENtE A UN CONfLICtO EN CÓRDOBA Esta vez con los trabajadores de la Cal

Vuelvo a repetir que el tener todas las carac terísticas de obrero, ha-blar y actuar como obrero, pero sobre todo sentir como obrero, era una ventaja enorme para tratar problemas obreros. Los abogados y los fun cionarios que habían intentado hacer desistir de su ac titud a los trabajadores de la Calera, no podían ni sabían con quién hablar para solucionar el conflicto.

Los 120 trabajadores mantenían una férrea unidad, no retornarían a sus labores si no era repuesto a su trabajo el delegado, llevaban seis días de paro. Me apersoné con el asesor letrado de los Sindi catos de Cór-doba, a la empresa que mantenía el conflicto en el Departamento de Trabajo. La patronal, tampoco hablaba con nadie si antes no cesaban las medidas de fuerza. Tuve entonces que ir hablar con los obreros.

Ninguno de ellos me alentaba y estaban dispuestos a no ceder. Fueron vanos mis intentos de persuadirlos para que me dieran una oportunidad de arreglo. Se cerraron y lo dejaron parado. El abogado no alentaba tampoco una perspectiva y estaba dispuesto a retirar-se puesto que ya lo había intentado con otros delegados fracasando también con ellos.

Toda la mañana y parte de la tarde habíamos estado empeñados en una tregua, sin resultado alguno. En los campamentos obreros, por lo general se acos tumbra “tocar el fierro” para reunir a la gente e indicar-les la hora de la merienda o dar algunas noticias urgentes. Mientras pensaba en algunas salidas, vi el “fierro” y sin decir palabra fui y lo golpeé con todas mis fuerzas, varias veces. La concurrencia de la gen-te fue inmediata, entonces subiéndome sobre una piedra hablé con tono enérgico a los trabajadores y a sus familiares que también habían concurrido. A esa altura, me había informado bien de las causas que habían determinado el despido del delgado. Expliqué que no justificaba

Page 38: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

72

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

73

el sacrificio de seis días de jornales solo por el hecho de un acto so-lidario y sin tener en cuenta, en cierta medida, la responsabilidad que le cabía al delegado como obrero de la empresa. La reacción de los obreros fue inmediata y pretendieron hacerme callar pero me impuse, preguntando a cada uno de ellos si sabían cuáles eran las obligaciones de un obrero sujeto a un contrato de trabajo y las de un delegado sindi-cal; les pregunté si sabían las causas que habían motivado la sanción y posteriormente el despido del delegado. Le dije también que sabía per-fectamente cuales eran los antecedentes como obrero, del dele gado. Les pregunté con tono airado, que si ellos consideraban al delegado, un obrero correcto, respon sable y sobre todo leal a los principios que sustentaba el sindicato, que no levantaran el paro y que yo también los apoyaría, pero que si no era así, que me dieran un hora de plazo para solucionar el conflicto. La gente me pidió unos minutos para delibe-rar. Había abierto un brecha profunda en al posición del Sindicato y esper aba un vuelco también.

Así fue, los trabajadores me dieron una hora de plazo para solucionar el conflicto. Inmediatamente, con el abogado nos abocamos al tratamien-to, mientras los obreros, ponían en marcha las maquinarias y daban actividad a sus tareas. Logrado, estos daban cierta ventaja sobre el patrón y planteamos como primera medida el reconocimiento de los jornales caídos.

La empresa sorprendida, luego de esos días de silencio de sus ma-quinarias y en reconocimiento del escaso tiempo para el arreglo, se avino el pago de los salarios, manteniendo el despido sin derecho del delegado. Ante esa decisión adelantada por la patronal de no rever, puse en conocimiento a los obreros quienes amenazaron nuevamente con paralizar ac tividades. Les advertí que esa actitud podía dejar sin efecto el arreglo y con el probable perjuicio para los trabajadores, si ellos, no ponían algo de su parte y me daban tiempo para el arreglo. En esta nueva instancia puede dialogar con algunos obreros por separado y llegar a conclusiones más concretas de lo que de seaban, pero no lo manifestaban en la Asamblea. Con estas nuevas inquietudes, volvimos a las tratativas, mientras que la gente esperaba reunida. La noche era

avanzada, cuando llegamos a un arreglo definitivo: se pagaban los días de paro a todo el personal, se indemnizaba el despido del delegado, pero a la vez se pedía el alejamiento del lugar en forma inmediata. La gente quedó conforme y yo había tenido otra gran experiencia acerca de lo que es la solidaridad, aunque por quién lo hacían esta vez, no merecían el riesgo de la pérdida de tantos salarios y que no vacilaran en ofrendarlas en pos de una nueva conciencia que tomaba el movi-miento obrero. Volvamos al Congreso que sesionaba en los salones de la C.G.T. Regional y nuestra representación era en número de dos. El ambiente era ahora más politizado que el anterior. Las tendencias en pugna se hacían sentir, tanto inter namente como en el exterior de la organización. La concurrencia de figuras políticas, tampoco era de-sapercibida.

No podíamos negar que A.O.M.A. se había identificado siempre como un gremio peronista y actuaba dentro de las llamadas “62 Organiza-ciones” que en ese entonces jugaba un papel preponderante en la situación política del país. Las 62 Organizaciones terminarían por ser la columna vertebral del Partido Justicialista, aún bajo la dirección del General Perón en el exilio.

La C.G.T. Nacional mientras tanto, no perdía oportunidad para fustigar al gobierno para su reorganización a la par que criticaba la política eco-nómica y social.

Era notoria también, la oposición de los sindicatos obreros en la nego-ciación de los contratos petroleros con los Estados Unidos. El gobierno que no había logrado congraciarse con los sindicatos, vacilaba en sus decisiones y creaba focos de malestar y conflictos obreros. El movi-miento obrero se encontraba dividido en tres fracciones, las 62 Orga-nizaciones que tenían preponderancia por encima de los “32 gremios democráticos” denominados gremios amarillos y las 19 organizaciones de tendencia comunista. La oposición, entre unos y otros era notoria y se llegaba a veces a duros enfrentamientos. Nuestra decisión de resca-tar a las organizaciones, que nos habían sido arrebatadas por la “revo-lución Libertadora” y entregada a seudos dirigentes y a los sindicatos comunistas, no vacilaba en ningún momento. La lucha estaba declara-

Page 39: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

74

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

75

da y era sin cuartel. No podíamos andar con miramientos y estábamos decididos a fortificar nuestro sector con elementos reconocidamente capaces y militantes den tro del movimiento peronista.

La Organización y la movilización del movim iento obrero se daba ya en las luchas callejeras, en la oposición a algunas medidas del gobierno, contrario a los intereses del país o de soberanía, contra el creciente costo de vida y contra la restricción de las libertades públicas y el es-tado de sitio, sobre todo contra la pretensión de querer manejar las organizaciones gre miales desde la Casa Rosada.

Era lógico esperar un resultado así, de un gobierno que no llegó con el consenso franco y leal del pueblo que votó. Pueblo que le dio la con-cesión de su voto, al que no supo responder en la medida de sus as-piraciones, al que por el contrario, trató de engañar con una farsa ma-quiavélica. Ausentes libertad y de mocracia, el pueblo se debatía en la búsqueda de soluciones muy lejanas para su paz social. El movim iento obrero por una parte y los partidos políticos por otra, buscaban afirmar sus posiciones para enfrentam ientos que no habrían de demorar en hacerse sentir. Todos en fin, de una forma u otra, estaban embarcados en la arena del juego político.

El resultado del Congreso fue satisfactorio y con una renovación total de sus miembros directivos. Nosotros habíamos logrado colocar en la Secretaría Adjunta a un minero, mientras que yo, fui designado en el Consejo Directivo como Secretario de Prensa y Propaganda (no renta-do), cargo a cumplir en mi seccional.

CAPITULO XVI

fRENtE A UN DIfÍCIL CAMINO DE ORgANIZACIÓN

Ahora podía sentirme libre de una enorme re sponsabilidad y dedicar mi propia experiencia al servi cio de los propiamente míos. Los 2.100 kiló-metros que tenía que recorrer en destartalados trenes o en sofocantes colectivos entre Buenos Aires y Mina Aguilar, no eran para nada envi-diables. La demora en el viaje, como también la variación en las condi-ciones climáticas -al entrar a la zona agreste y ventosa de la puna- ha-cían cambiar, el estado anímico de la persona tornándola deprimente. No era para menos, en pocos días de cero metro sobre el nivel del mar, ascender a 4.330 mts; de 50 a 60 por ciento de humedad, se descendía a cero; y de 30 a 35 grados de calor a menos de cero grado. Todos estos cambios que en principio no denotaban, se hacían sentir con la frecuencia de los viajes. No había forma de evitarlo y el más cansador e insoportable de los viajes era el de Mina Aguilar a la ciudad de San Sal vador de Jujuy.

Resumidas nuevamente las gestiones del Sindi cato -en mi calidad de asesor- exigimos a la Delegación de Trabajo un pronunciamiento en la cuestión plan teada sobre la aplicación del Convenio de Trabajo Nacio-nal (a un mes de su presentación).

La empresa había desarrollado una amplia e inteligente argumentación basada en la “indivisi bilidad” y en la “unidad estructural de la Conven-ción local” pero sobre todo en la tradicional y aceptable práctica por muchos años por parte del Sindicato que toda invocación en esta ma-teria implicaría -de hecho- la anulación plena de cualquiera de las dos con venciones. Aunque esta argumentación de la empresa no estaba sustentada sólidamente ni siquiera le galmente no desconocíamos el procedimiento burocrático a que habríamos de estar sometidos si in-sistíamos en nuestra original petición, por lo que resolvimos mantener la convención local y reajustarla a las nuevas normas de trabajo. La

Page 40: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

76

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

77

empresa estaba dispuesta a no ceder en su negociación y nosotros no contábamos aún con un Sindicato organizado.

La empresa en forma muy paladina, mostraba su oposición frente al Sindicato y adoptaba una serie de medidas que lindaban con las ar-bitrariedades. Empeza ban a hacerse sentir los castigos por cualquier motivo, la “falta de rendimiento” era severamente sancionada. El tra-bajo de los días domingos, se incrementaba como una forma de restar concurrencia a las asambleas que solamente en esos días podía lle-varse a cabo. La sobrepaga o paga doble del trabajo en domingo no dejaba de ser tentadora para quienes tenían un salario realmente bajo.

Esta campaña, desatada por la empresa em pezaba a dar sus resulta-dos, las Asambleas Generales que habían sido siempre multitudinarias y col maban el amplio salón del Club Cordillera, ya no eran tales. Las posteriores iban siendo cada vez menos de 50% de los afiliados, el resto se había dedicado a compensar en algo sus magros salarios con el trabajo extra de los domingos. Había que pensar pronto la forma de remediar esta maniobra, si realmente no queríamos que el Sindicato sufriera un rudo golpe en su unidad. Legalmente no hubo nada que pudiera obligar a los afiliados a la concurrencia de una Asam blea sal-vo una disciplina, vocación o amor, que el Sindicato pudiera despertar en cada uno de ellos. Este fenómeno de la deserción se daba en los trabajadores cuando más se necesitaba de la unidad y disciplina y era en general en casi todas las organizaciones, por lo que sus dirigentes optaban por resolver a nivel de Comisión Directiva asuntos que com-petían a la Asam blea.

¿CÓMO RESOLVER ESTA SITUACIÓN?

Al poco tiempo de haber ingresado a la empresa y en oportunidad de haber sido despedido un compañero sin indemnización, solíamos hacer una colecta entre los amigos y entre quienes quisieran para reunir unos pesos y poder ayudarle en algunos gastos al despedi-do y sus familiares. Esto, se venía repitiendo siempre que ocurría un caso similar, por lo que el Sindicato optó por institucionalizar un fondo

determinado entre todos los afiliados (éramos más de 1.200) con un aporte mensual, pequeño, para cubrir esas eventualidades. A los afi-liados les agradó la idea e inmediatamente la reglamentamos ante el Minis tro de Trabajo de la Nación como una Caja de Seguro de Retiro, para todos los afiliados que por cualquier causa (despido, voluntario o muerte) interrumpiera su relación laboral con la empresa, el Sindi-cato le reconocía una suma de mil pesos por año de servicio desde el primer año de ingreso a la empresa.

El reconocimiento se hacía en forma inmediata al obrero o a sus fa-miliares y por nada más que un aporte mensual de 20 pesos o de 240 anuales. Los obreros más antiguos y que eran más del 80 %, serían los más beneficiados y en consecuencia, daban su pleno apoyo.

¿CUÁLES ERAN LAS OBLIGACIONES DEL AFILIADO?

Pues nada más y nada menos que su concurren cia a las Asambleas convocadas por el Sindicato, como así también acatar sus resolucio-nes. Para esto se tuvo que reglamentar un control para la asistencia, mediante la entrega de tarjetas individuales a cada uno de los afiliados donde constaba su nombre y apellido, número de carnet o ficha y la sección de trabajo. Estas tarjetas se entregaban un día antes de las Asambleas, al delegado de Sección, quienes la distribuía y los obreros al entrar en la Asamblea las depositaban en una urna dispuesta para tal efecto, las que una vez terminada la Asamblea, mediante planillas se chequeaban, haciéndose conocer en la Asamblea posterior, la nómina de quienes no habían concurrido sin causa justificada, la que resolvía en consecuencia. Con la institución de esta Caja y reconocidas sus normas por los afiliados, la empresa -en adelante- si necesitaba trabajo extra en los días domingos o cualquier otro día de asamblea general de los obreros que estaban en descanso debía previamente justificarlos y solicitarlos por nota.

Page 41: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

78

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

79

CAPITULO XVII

EN EL sOCAVÓN CONOCIENDO LA DURA tAREA DEL MINERO

En Veta Mina, por las características propias de toda labor minera, se disponían grupos de trabajo, a través de un centenar de parajes de producción debido a que la explotación en Mina Aguilar, se da en la disposición del mineral en “bolsones” y no en vetas. Estos “bolsones”, se encuentran repetidos en toda la estructura del enorme cerro y la ex-tracción de galerías o socavones asegurados por un maderamen. Cada sección constituida por parajes disponía de un dele gado. Estos “para-jes” o grupos de mineral, se volvía a “rellenar” el agujero y se pasaba a otro bolsón con una nueva denominación para el “paraje” los que se agru paban en secciones bajo la dirección de un jefe que generalmente era un administrativo del staff en colaboración con un capataz general, éste último era un minero experimentado y perteneciente al Sindicato (algunos se consideraban aún obreros, otros no).

El personal que componía un paraje, era por lo general de cuatro hom-bres a cargo de un perforista, dos enmaderadores o “mata palos” y un ayudante o carrelano, este equipo fue reducido posteriormente a dos hombres. Enmaderadores eran los encargados de formar los “cuadros cuadrados” (cubos de 2,30 x 2,50 mts.) hechos con “rodillos” (postes) para poder cubicar la producción.

No obstante la complejidad del sistema de producción y de las tareas que daba lugar al interior de la mina, la organización gremial se había formalizado y su representación era mayoría en el Consejo de Delega-dos. El trabajo de los mineros tenía una rara particularidad en la pro-ducción y en la forma de pago. La empresa denominaba a esta forma “contrato” o “trabajo a bonificación” y consistía en que cada “hombre turno” que componía el grupo o paraje, debía producir un mínimo de 18 toneladas mensuales que eran reconocidas con el jornal estableci-do por con venio y toda superproducción por encima de este tonelaje

como “bonificación”. Así a simple vista, realmente parece un sistema de pseudo-contrato benefi cioso para el obrero, pero analizado profun-damente. No es así. Como veremos a continuación y esto es lo que en la actualidad acontece: por empezar el equipo del paraje se ha re-ducido de cinco hombres a dos solamente y las tareas que tienen que cumplir estos dos hombres son múltiples, esforzadas y sobre todo ries-gosas. Como primera medida y a manera de precaución el personal empezaba a limpiar y asegurar el paraje, “tojeándolo” (desprender a golpes de barreta los cascotes sueltos), luego transportaba el material, barrenos, postes, picos, perforadora, mangueras de aire, agua y demás implementos, a través de los agujeros que se habrían en la peña. Se usaba para ello unas escaleras de madera dispuestas una tras otras hasta distancias de 30 ó 40 metros de galería a galería y que eran pasa-dizos húmedos y oscuros que marcaban el paso del minero alumbrado por una lámpara a batería que llevaba adherida al casco de fibra y a la cintura. El equipo encargado del paraje se dividía en dos turnos, a dos por cada turno, que encadenaban en las 24 horas diarias. Aparte de las tareas de limpieza se empezaba la perforación mediante el uso de mar-tillos neumáticos, cuya percusión sacudía constantemente el cuerpo entero del operario, que era salpicado de agua que despedía el barreno al perforar la roca. Este sistema de perforación se llama “húmedo” y consiste en un conducto que como eje tiene el barreno para introducir agua que evite el polvo de la roca, como una forma de evitar las enfer-medades profesionales producidas por el mismo (de estas enfermeda-des hablaremos más adelante). Ese turno, al terminar su jornada debía imperativamente dejar “chispeando”, es decir colocando las cargas de dinamita en los agujeros perforados y dejarlos prendiendo; el segundo turno debía recoger la carga, volver a limpiar y armar los “cuadros” y seguir perforando y terminar su jornada “chispeando” nuevamente y así sucesivamente hasta superar las 108 toneladas brutas de producción (18 x 6) para percibir la bonificación. Luego, como tarea final, el mismo personal debía cumplir con las tareas de “relleno” del paraje trabajado, tarea en la cual no se reconoce la bonificación y cuyo trabajo debe cumplirse en el menor tiempo posible, socapa de ver mermada su pro-ducción por el tiempo que se pierda en el relleno y por consiguiente su

Page 42: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

80

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

81

bonificación, pues la liquidación del mismo, también estaba en relación directa a hombre-turno por horas de trabajo y por tonelada de super-producción. También jugaba en esta operación la ley del mineral conte-nido; como la empresa era la única que manejaba todos estos datos de producción, en las cuales, el minero más experimentado solo podía ha-cer un ligero cálculo de la misma, resultaba lógicamente perjudicado. El trabajo no dejaba de ser agotador y esforzado. No eran pocos los accidentes, y muchas veces fatales. Las sanciones disciplinarias por “falta de rendimiento”, cuando se abocaban solamente a trabajar “por la casa”, obligaba al minero a meterse en el sistema a bonificación, al que se entregaba por entero sin medir las consecuencias y su salud.

CAPITULO XVIII

POR fIN sE LOgRABA ALgO

Dejemos por el momento estas particularidades de trabajo, para volver a nuestras cuestiones en la preparación del pliego de condiciones, que debía dis cutirse con la empresa. Para ello en Asamblea General: se designaban los obreros que debían constituir las paritarias, como así también hacer conocer las peti ciones elaboradas por los delegados, las que eran corregidas, o se agregaban algunas y se aprobaban fi-nalmente. Cumplido con este requisito, se enviaba el original a la Di-rección Provincial de Trabajo, y copia a la empresa solicitando a la vez se convocara a las partes, fijando día y hora para la constitución de la paritaria local e indicar las tratativas. Todo se hizo correctamente, pero como siempre, no tardaron en conocerse las objeciones de la empre-sa, que objetó la ilegalidad de nuestra representación, y si la Central A.O.M.A., a la que pertenecíamos como seccional, había autorizado la discusión. Sabíamos perfectamente que estas argucias eran nada mas que “chicanas” para desalentar a los obreros con la demora y retrasar la vigencia del convenio (pues antes en unas horas se arreglaba todo), no obstante ello, cumplimos con todas las exigencias de la empresa para no dar lugar a dis cusiones vanas y entramos a tratar el petitorio. Nuestra paritaria se integraba de cinco miembros con Mr. Miller a la cabeza y su asesor.

Ni la menor idea teníamos que las discusiones durarían más de tres meses. Había momentos en que la empresa se mostraba completa-mente intransigente, lo que daba lugar a alertar a los trabajadores para la adopción de medidas de fuerza, a manera de advenir o modificar esa posición. Las discusiones mostraban toda la gama de observaciones que hacíamos al incum plimiento de leyes y del convenio de trabajo a la empresa quien insinuaba su corrección y pretendía salir airosa como una empresa muy generosa. No fue menor el trabajo de los abogados en la consulta y redacción de los términos legales concertados.

Page 43: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

82

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

83

Las reuniones después de más de 8 a 12 horas de duración se volvían tedio-sas y otras violentas, terminamos por fin de firmar el Convenio Colectivo de Trabajo para Mina Aguilar, el que posteriormente sería homologado por el Ministerio de Trabajo de la Nación.

Esta convención introdujo modificaciones mucho más racionales en las condiciones de trabajo y lo que era más importante habíamos logrado eliminar del convenio, el reglamento de huelga, que pesaba sobre la cabeza del Sindicato como una espada de Damocles (sobre este arre-glo, el Señor Miller -a quien respetaba mucho- me tuvo que confesar, que casi le cuesta la cabeza, en principio no creí así, pero luego tuve que reconocer, que nunca mas en El Aguilar se dieron concesiones por la vía del diálogo).

La eliminación de las exigencias de la empresa al Sindicato para los casos de huelga, devolvían a los trabajadores el único derecho a recu-rrir en casos extremos y sin el cual a veces es imposible de conseguir algo. Los salarios, aunque mejorados, no dejaban de ser magros para compensar la tarea ardua, esforzada y peligrosa a que estaban some-tidos quienes habían elegido ese duro trabajo de la explotación de los minerales. Si bien era cierto, que la empresa los proveía de vivienda, luz y asistencia médica, éstas aún no se encontraban a la altura de cum-plir satisfactoriamente esas necesidades, pues el obrero no podía vivir por siempre en la mina, tarde o temprano, tenía que dejar y devolver la vivienda y todo lo que hasta esos momentos le brindaba la empresa, no por su voluntad, sino a través de una sabia y preventiva legislación provincial para quienes desarrollaban actividades in dustriales en zonas inhóspitas y fuera de toda concur rencia de servicios públicos. La argu-mentación no era muy sólida, ya que al aceptar el obrero la merma de su salario por estos conceptos, no hace otra cosa que abonar por esos servicios lo que la ley establece en forma gratuita.

En cuanto a la vivienda, no era criticable la asignada a cierto y deter-minado personal que era casado, pero si la que era asignada a la ma-yoría de los trabajadores de categoría inferior, era inaceptable, no por su estructura y edificación, sino por el hacinamiento y la promiscuidad en que tenían que vivir, como así la asistencia médica que era muy fácil

detectar su efectividad con sólo concurrir a las oficinas del Registro Civil y observar los índices de natalidad y mortalidad infantil año por año. Ni hablar de los obreros afectados profesionalmente por la sili-cosis, neumoconiosis, saturnismo, reumatismo, es tagmo, tuberculosis y demás malestares gastrointes tinales que a consecuencia del polvo, gases, humedad, oscuridad, mala alimentación esfuerzo sobrehumano y otro tanto, porque no decirlo de alcoholismo, no eran oficialmente de-tectados por el médico de la empresa. No en vano los Tribunales tenían sobre estos casos bastantes y volumi nosos expedientes promovidos por obreros de igual manera debido a despidos arbitrarios.

Terminada la discusión, nos correspondía la tarea de aplicarlo. Para ello instruimos a los delegados entregándoles un convenio impreso.

Page 44: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

84

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

85

CAPITULO XIX

EL POR QUÉ DE tANtOs EsfUERZOs, VENCIDOs sIEMPRE, PERO NO DERROtADOs

Podemos decir ahora, de no haber sentado una base mínima en aquel tiempo, jamás lo hubiéramos logrado después. Cada vez la política de la empresa se endurecía más y más de tal forma que el Sindicato no te-nía tiempo de atender todo los problemas y con troversias que surgían en la aplicación del Convenio diariamente. Para colmo, ninguno de los dirigentes era rentado y atendía los casos en la medida que la empresa le permitía hacerlo en hora de trabajo, o generalmente en las horas de descanso. Esta práctica era tradicional y nosotros la seguíamos man-teniendo: una porque la institución no disponía de fondos suficientes para abonarlos (los fondos del sindicato se constituían por el aporte del 1% sobre el salario de los afiliados, de los cuales A.O.M.A absorbía un 4,5 % y el remanente ape nas si alcanzaba para los gastos de adminis-tración) y otra porque de esa manera se evitaba la formación de sec-tores, grupos o alguien que por el sólo hecho de ser rentado hubiera propuesto “su carrera” para lograr tal intento.

Aunque esta práctica no era justa, todos quienes llegaron a ejercer las funciones de dirigentes del S.O.M.A. (creo caso único) lo hicieron con vocación, sacrificio y más que nada con desinterés y abnegación. No se piense que por ser una organización pequeña no era importante, pero considero que ahora que conozco bien el problema, el S.O.M.A. era nada más que un mosquito en la nariz del león: un grupo de hom-bres de clase humilde, en una lucha desigual frente a los monopolios internacionales del plomo, protegidos por su embajador en Buenos Ai-res y las fuertes influencias que lograban mantener en las altas esferas del gobierno de la Nación.

¡He aquí, el por qué de tantos esfuerzos, vencidos siem pre, pero no derrotados! Decidí momentáneamente alejarme de la dirección del Sindicato para que él mismo comenzara a reestructurar sus cuadros

y buscar nuevos elementos de conducción, A.O.M.A nos mantenía un poco olvidados y nuestro compañero en Buenos Aires hacía tiempo que no aparecía por la mina. Pese a no formar parte de la Comisión Directiva no dejaba de vigilar la marcha y estaba atento siempre frente a cualquier maniobra de la empresa. Los compañeros de mi sección de trabajo me habían designado delegado, lo que me permitió dedicarme a mis tareas de Secretario de Prensa por A.O.M.A., colaborando con la revista minería, diarios locales y principalmente a mantener estrecha relación con las 62 organizaciones que mostraban una activa campa-ña. En mina Aguilar no fueron pocos los paros de solidaridad con esta agrupación, contra algunas medidas antipopulares del gobierno, como en apoyo de alguna rama de nuestra Asociación. Los compañeros res-pondieron férrea y disciplinadamente.

La actividad política en la provincia había vuelto a adquirir un ritmo inusitado, con motivo de las elecciones nacionales y provinciales que se aproxi maban.

El peronismo a través de las 62 Organizaciones movilizaba los grandes centros fabriles y los tra bajadores formaban un movimiento que no de-jaba dudas de su poderío político.

En Jujuy se promueve al Partido Laborista -por proscripción del pero-nismo- el que a pocos días del acto eleccionario es también proscripto, lo que decide apoyar con nuestros votos a la escuálida Democracia Cristiana que consigue derrotar a la oposición en menos de 48 hs. in-vistiendo como gobernador de Sleibe y Rahe, mientras que en el orden nacional, los tres comandantes de las Fuerzas Armadas deciden anular las elecciones y fuerzan al Dr. Guido a sancionar el decreto respectivo en nombre del Poder Ejecutivo.

Era asombroso observar en la gente humilde, esa pasión con que res-pondían a la sola evocación de Perón y Eva Perón, una pasión cercana al fanatismo, con una entrega total por sus líderes.

Se movilizaban en cualquier medio y recorri eron distancias enormes para llegar a los lugares más retirados llevando los votos y comunicar-les las directi vas del Partido. Sabían perfectamente que el peronismo

Page 45: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

86

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

87

llegaba bajo títulos ajenos por no poder emplear los propios por la dic-tadura militar que gobernaba desde 1955.

Los medios económicos surgían, en los que a la zona del Aguilar se re-fiere de los propios bolsillos de sus coherentes y el desprendimiento en este sentido despertaba mi admiración, más cuando venía la gente sin recursos. Esta, mi primera experiencia política, me dejaba un resultado altamente positivo.

Así terminaba el año 1962.

CAPITULO XX

ANtE UN CAsO POLÍtICO DIgNO DE sER CONOCIDO

La anulación de las elecciones de 1962, obligaba al gobierno de Guido a un nuevo llamado electoral para Presidente de la Nación y para go-bernadores provinciales. El peronismo, burlando otra vez la voluntad popu lar, vuelve a la palestra política teniendo siempre como columna vertebral al Movimiento obrero representado en las 62 Organizaciones y constituyen el llamado frente nacional popular, decidiendo postular como candidato a Presidente y Vice a Solano Lima y Begui, y aquí en la Provincia de Jujuy se constituye el Partido Blanco de los Trabajado-res, pro-peronista como Par tido Provincial y con Martiarena y Snopek (nuestro asesor) para candidatos a Gobernador y Vice. La contienda política, se llevó a cabo en un “cálido” ambiente de presiones y ame-nazas por parte del Gobierno, en el cual la última palabra la daban los tres Comandantes de las FF.AA. Habían transcurrido ya ocho años de sistemática y continua desperonización, y el peronismo aparecía como en sus mejores tiempos, más fuerte que nunca y apoyado ahora por una nueva juventud que revitalizaba sus cuadros.

El vano era el esfuerzo del gobierno para dividir o debilitar las estruc-turas del peronismo que se nutrían por un estado social-económico deplorable, como producto de una conducción estatal fuera de toda realidad y ajena al sentir del pueblo. El peronismo volvía a enfrentarse en la hora de la verdad. El gobierno convencido que nada impediría el triunfo del Peron ismo, proscribe al Frente Popular y como resultado de esta maniobra, gana el radicalismo del pueblo con el Dr ILLIA como Presidente de la Nación, la provincia de Jujuy no es menos afectada en el pronunciamiento popular. Las urnas de la Provincia habían rebalsado de votos peronistas, derrotando la fórmula Guzmán - Jauregui y obte-niendo la mayoría absoluta de la Legis latura.

Horacio Guzmán tomaba posesión del cargo ante el Superior Tribunal de Justicia. La Legislatura por su parte, se constituye soberanamen-

Page 46: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

88

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

89

te y decide no reconocer a Guzmán como Gobernador e iniciar juicio político al Poder Ejecutivo, al que el Juri de enjuici amiento hace lugar y designa un Gobernador interino desconociendo absolutamente la je-rarquía de Guzmán mientras que el Congreso de la Nación de los Le-gisla-dores del Partido Blanco de los Trabajadores, con apoyo del resto de la bancada peronista, solicitan el reconocimiento de los candidatos votados por” el pueblo y el Gobierno Nacional no tiene otra alternativa que decretar la intervención a la Provincia en 1964. El pueblo acepta esa decisión antes de que se concrete semejante aberración jurídica, registrado como el caso más espectacular en la historia política del pueblo de Jujuy.

Page 47: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

90 91

Page 48: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

93

SEGUNDA PARTE

AsÍ sE EsCRIBE LA HIstORIA

Page 49: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

CAPÍTULO I

AÑO 1962: NUEVAMENtE sECREtARIO gENERAL DEL s.O.M.A.En escena un nuevo super: Mr. Steele y un siniestro personaje: José Eduardo López

Aún no terminaban de diluirse los comentarios de las elecciones reali-zadas, cuando el sindicato me designaba por segunda vez Secretario General, me acompañaban como adjunto un compañero de Veta Mina -empleado de oficina- y un Secretario de Actas, de nacionalidad boli-viana y obrero de Taller Mecánico de Sección Molino.

Ni remotamente se me ocurrió que este nuevo período nos depararía acontecimientos que serían rele vantes en la vida de la organización.

La actividad sindical aumentaba en la medida que la empresa cambia-ba de administrador. El Señor Miller era enviado a otro establecimiento minero que el “trust” poseía en el Perú y lo suplía su asistente “Mr. Robert Steele”.

Este nuevo “súper”, estaba muy lejos de tener la personalidad del anterior, que durante seis años había demostrado una autoridad que emanaba de su propia jerarquía como administrador o superintendente general, autoridad que a partir de ese momento, se alejaba juntamen-te con él, que salía hacia Perú. A la vez entraba en escena un nuevo personaje en el cargo de Jefe de Personal. Este siniestro personaje, habría muy pronto de ser la “eminencia gris” de la gerencia con un poder superior al del mismo súper, en cuestiones de relación laboral con el Sindicato y sus afiliados. La empresa habría de prodigarle toda clase de medios y sobre todo fondos suficientes para el desarrollo de sus aciagas intenciones en el establecimiento. José Edu ardo López ini-ciaba así, sus relaciones con el Sindicato que marcarían paralelamente jalones imperecederos en la vida de los mineros. El primer encontrona-zo se produce cuando uno de los obreros, un viejo mecánico de per-

Page 50: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

96

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

97

foradores, de intachable conducta y vocal de la Directiva del S.O.M.A., es tratado desconsideradamente por su Jefe y despedido verbalmente, lo que provoca un estado de crisis nerviosa en el obrero que lo lleva a presentar su renuncia antes de ser despedido oficialmente. La renun-cia, es retirada por el Adjunto del Sindicato a manera de que revea su actitud también porque toda renuncia de obreros a la empresa, éstas debían ser certificadas previamente por el gremio. El Jefe de Personal, sostiene que el obrero ya no pertenece a la empresa y en consecuencia debe irse. El Sindicato para desbaratar la maniobra de la empresa y del Señor López en particular, convoca al consejo de Delegados y éste resuelve un paro de 24 horas, como protesta por agresión patronal. El paro se lleva a cabo sin ningún incidente, pero con una posterior conse cuencia que recae sobre los tres primeros componentes del Sin-dicato, que serían querellados por práctica desleal a la empresa.

El compañero afectado, decide retirarse de la empresa ofendido por el trato inferido luego de 25 años de servicios intachables sin dejar de agradecer la solidaridad demostrada por sus compañeros.

CAPITULO II

LA ACtItUD HIPÓCRItA Y COBARDE DE LA EMPREsA

La lucha de los trabajadores continuaba con más intensidad. Después de aquel incidente que motivara el alejamiento del compañero García Medardo; la empresa cortó toda concesión al Sindicato, cuyas activi-dades eran registradas paso a paso.

Se desprestigiaba toda acción sindical mediante el trabajo de seudo instituciones, que podían filtrarse en el hogar de los obreros a manera de detectar su forma de pensar o descubrir su adhesión con el Sin-dicato, para luego coaccionarlos a desistir, so pena de no brindarles oportunidad para progresar en los niveles de la misma. Todo servicio que se prestaba a los familiares, en casos imprevistos, pasaba a ser cues tionado, como así, la vivienda se proveía haciendo una vergon-zante discriminación que provocaba la airada protesta de los demás. Ni qué decir del servicio médico, había preferencia por todos aquellos cuyas simpatías por la empresa eran manifiestas. Se había instituido una feria de adulación, de alcahuetería, de espionaje, que amenazaba la unidad del gremio.

Ya se notaban grupos adictos a la empresa, pero por el momento estos estaban controlados. La labor de Eduardo López empezaba a hacerse sentir.

Había sido un trabajo paciente hecho con viveza y que solo podía co-sechar resultados en las mentes débiles, ansiosas de prebendas, cuyo espíritu servil y mezquino podían ofrecerle como campo de cultivo. No nos desanimó el trabajo de zapa del jefe de personal. Contábamos con el apoyo de la mayoría de la masa y en alguna medida nos manteníamos fuertemente or ganizados. De igual manera la administración del gremio se hacía a conciencia evitando en todo mom ento cualquier observancia del Ministerio de Trabajo que se había dado a la tarea de inmiscuirse en los Sindicatos, como una forma de controlarlos y ate morizarlos.

Page 51: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

98

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

99

José E. López trabajaba día y noche tratando de no perder oportunidad alguna en las fallas de los trabajadores o del Sindicato. Había logrado infiltrar un servicio de espionaje en el propio Sindicado para el control de dirigentes, los que cumplían a conciencia su labor dando así el re-sultado de toda Asamblea en forma inmediata.

Aparte de este control, se sumaba otro, el de la policía local. Nuestros radiogramas emitidos, como los receptados, eran previamente comuni-cados a la empresa antes que sean despachados o nos sean entrega-dos. Por otra parte, los Jefes de sección en forma sistemática tomaban medidas individuales con sus operarios por cualquier motivo y a veces arbitrari amente, lo que nos llevaba tiempo atenderlos distrayéndonos de los verdaderos problemas.

Estábamos prácticamente, navegando en un bote en medio de un mar turbulento y que gracias a nuestra serenidad y perseverancia logramos superar poco a poco.

CAPITULO III

sIN DIgNIDAD Y NI HABLAR DE VEJEZ

Llegaba nuevamente la fecha de discutir la Convención Colectiva. La empresa había modernizado sus sistemas de comunicaciones con el Directorio en Buenos Aires. La instalación de una radio de onda corta le permitía estar al corriente de toda información sobre salarios, medidas económicas y cualquier otro dato de utilidad para la discusión de un asunto de esta natu raleza.

El Sindicato, por su parte también recogía información para contrarres-tar la argumentación de la empresa. La Asamblea General había apro-bado la solicitud de un 60% para interior Mina y un 50% para El Molino y Tres Cruces, aumentos estos que deberían aplicarse sobre los vigen-tes. Existía un clima de decisión en la masa, lo que era más, la mujer del obrero era también parte de la Asamblea y animaba a los hombres.

La paritaria obrera luego de un exhaustivo análisis del salario que el minero percibía, había lle gado a la conclusión de mostrar un desfasaje enorme entre el costo de vida y los ingresos de un trabajador de míni-ma categoría (65% del personal). Este análisis se basaba entre lo que un trabajador minero, sometido a una constante labor que demandaba el máximo de su fuerza física en una atmósfera viciada por polvo y gases debía consumir aproximadamente 5.000 calorías diar ias (hablo siempre en base a una jornada de 8 horas diarias). El Salario diario del minero convertido en calorías exclusivamente no llegaba ni siquiera a las 2.000 calorías en productos, cuya alimentación era en base de fi-deos, arroz, frangollo, maíz, trigo y sémola, con consumo de carne y casi nada de leche por cuanto este último producto era escaso y para poder comprar un kilo de carne, los hijos de los obreros tenían que formar una cola desde las cuatro de la mañana hasta las nueve. De igual manera las verduras y las frutas una vez seleccionadas y provistas las canastas de los “señores jefes” lo que sobraba era vendido a los obreros que algunas veces les tocaba en suerte algún kilo de manzana

Page 52: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

100

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

101

o bananas por semana ¡Parece una exageración pero lamentablemen-te era la pura verdad! Este desfasaje en la alimentación de un obrero en relación a su salario no permitía la reposición de sus energías para sobreponerse a jornadas de hasta 16 horas (horas extras). Una alimen-tación de hecho defi ciente, sumada a esto el alcoholismo (vicio propio de los campamentos mineros) y el alto promedio de natalidad (cuatro por familia) no tardaba en generar una vejez prematura. El obrero para compensar ese salario deficiente, también, se obligaba al trabajo extra sin ningún miramiento.

¡Era inconcebible pensar como un hombre que empezaba por levan-tarse de la cama a las 7 de la mañana, entrar al trabajo a las 8, salir a almorzar a las 12, volver a las 13 y regresar a su hogar a las 24 horas, todos los días, incluso los domingos y feriados, podía tener la espe-ranza de gozar de una vejez! ¡Siquiera de una vejez! el obrero que no se ajustaba a ese réquiem, no tenía el beneplácito de la empresa para mejorar en su ascenso por más experto que fuera en su oficio y sus po-sibilidades de permanecer en la misma eran precar ias. Así cientos de obreros están condenados a los altares del gran Molok del plomo como los elegidos al holocausto y satisfacer su sed de dominio y poder.

CAPITULO IV

EL CAMINO DE LA HUELgA COMO INstRUMENtO PARA HACER VALER NUEstROs DERECHOs

La Convención Colectiva se transformaba de esa manera en una cues-tión vital de supervivencia. Era im periosa la necesidad de luchar por una jornada de trabajo más humana, que no obligue al obrero a recar-gar su esfuerzo para un salario extra que le permita subvenir a sus ne-cesidades más elementales: su alimentación. Esto, sólo podía lograrse mejorando sustancialmente el salario y la petición obrera no estaba fuera de esa realidad.

Las discusiones se desarrollaron primeramente en la Gerencia de la Cía. en El Aguilar, para luego pasar a la Dirección Provincial del Trabajo en Jujuy. La cerrada posición en que se había colocado la empresa para concedernos aumentos justos, nos llevó a la movilización de la masa obrera y el pueblo en general no dejó de mostrarse en manifestaciones callejeras, largas columnas de mujeres con sus hijos, pedían en carte-les a la empresa un salario justo para sus maridos, por otra parte los obreros en sus respectivas secciones concedían su apoyo a la paritaria y nos alentaban a seguir negociando hasta el fin. La empresa por el contrario se mostraba provocativa y la figura de Eduardo López adquiría la dimensión de un “mandamás” por encima de las decisiones de Mr. Steele y de su segundo don José Milán (este último hacía de asistente del súper, era argentino con carta de ciudadanía norteamericana).

No tardamos en darnos cuenta que la empresa nos llevaba inexorable-mente a la huelga, a la que no queríamos llegar, por lo que decidimos agotar todos los recursos que la ley nos ofrecía en esos momentos. Habíamos solicitado el arbitraje, que fue rechazado. Ni la mediación del gobierno logró hacer cambiar la intransigencia patronal. Agotado todo recurso, cerra dos todos los caminos que hubieran podido allanar el diferendo, la autoridad laboral, se vio en la difícil alternativa de dejar

Page 53: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

102

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

103

en libertad de acción a las partes.

Retornamos a El Aguilar para informar a los afiliados del estado de las cosas. La Asamblea exigía la adopción de medidas de fuerza y votó a la vez la designación de un Comité de Huelga, la que recayó en personas que nosotros sabíamos adictos a la empresa. Terminada la Asamblea una gran manifestación recorrió el establecimiento.

El Sindicato no obstante las facultades otor gadas por la Asamblea y para no descuidar detalle alguno que pudiera dar lugar a una observa-ción por la autoridad competente en materia de conflictos (Minis terio de Trabajo) habíamos resuelto realizar la votación secreta a que nos obligaba la Ley de Asociaciones Profesionales.

Estábamos en estos preparativos, cuando la empresa pidió a la auto-ridad verificar esa votación exigiendo que esta se lleve a cabo en los lugares de trabajo conforme establecía la ley. Aunque esta petición po-díamos discutirla, la aceptamos, incluso haciendo participar a los jefes de sección como fiscales en cada lugar de trabajo donde votarían los obreros. José E. López, hacía de fiscal general. Lo único que nos pre-ocupaba era el poco tiempo que teníamos (eran las 10 y a las 13 horas se iniciaba la votación) para comunicar a los afiliados de esta nueva variante y advertirles que nada debían temer y votar conforme lo había dispuesto la Asamblea. Las autoridades locales que tenían a su cargo el acto se encontraban presentes traídas presurosamente por la em-presa; inmedia tamente instalamos un amplificador y con un preludio musical que daban los acordes marciales de la Martilleas, iniciábamos una transmisión dando instrucción de cómo debían votar y la razón de la participación de los jefes de la votación. Este repentino tocar de las marchas a todo volumen; llamó la atención de los obreros que estaban de descanso e inmedia tamente se movilizaron para pasar la información al resto de los trabajadores: Voto azul por la huelga; Voto amarillo por la no huelga; (la empresa se las había ingeniado para hacer aprobar por la Dirección Provin cial del Trabajo un tipo de voto que pudiera confundir a los obreros). Este procedimiento del voto secreto era la primera vez que se aplicaba, como práctica en la historia del sindicalismo argentino.

A las 17 horas en que había terminado el proceso de votación, la cara del señor López mostraba los signos desconsoladores de su primer fracaso. El resultado de la elección por la huelga, fue catastrófico: 1.107 votos contra 6.

Page 54: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

104

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

105

CAPITULO V

UN PLAN EstRAtÉgICO PARA DEsORIENtAR A LA EMPREsA

A partir de ese momento el sindicato contaba con el poder legal para decidir la huelga. La empresa, frente al fracaso de crear una oposición contraria a la huelga, acudía ahora a Gendarmería Nacional en busca de protección y efectivos de ese cuerpo no tardarían en arribar al esta-blecimiento, fuertemente armados y pertrechados como para una gue-rra. La huelga votada por los trabajadores era ahora una huelga total, con cortes de luz y paralización de bombeo y suspensión del servicio de agua corriente. No había miramientos de ninguna naturaleza. Así lo había querido la empresa. El comité de huelga elegido por los obreros en forma “inocente” era una forma de exigir a los “dubitativos” a que se definieran frente a las circunstancias. Ya en el baile se inclinaron por seguir nuestras recomendaciones y obrar consecuentemente o caso contrario quedarían desenmascarados frente a sus compañeros. Ha-bía transcurrido más de una semana desde el acto de votación y el Sindicato no había aceptado variante en la situación. Esperamos algún cambio en la actitud de la empresa. Durante esos días no eran pocas las veces que Gendarmería copaba las instala ciones vitales de la em-presa alertadas por una declaración de huelga a determinada hora que no se cumplía.

Ante el fiasco o broma de algún ocurrente retornaban a sus campa-mentos furiosos. Este tipo de acciones o maniobras, las hacían con el despliegue de todo el equipo que intranquilizaba a los trabajadores y a sus familiares. La empresa por su parte cerraba los talleres y recogía los vehículos y tomaba una serie de medidas. Particularmente, me costa-ba decidir sobre una cuestión de tan gravísima responsabilidad. Todos sabíamos donde empezaba una huelga, pero no donde terminaba. Por otra parte, los trabajadores me apremiaban con sus preguntas: había o no huelga. La respuesta titubeaba en mis labios al mismo tiempo que toda demora implicaba -de hecho- afectar la moral de los trabajadores.

Como dirigente máximo, tampoco podía tomar decisiones en conjunto (Comisión de Huelga y Comisión Directiva) sin correr el riesgo de que las mismas sean advertidas inmediatamente a la empresa que estaba ansiosa de saber cuándo se llevaría a cabo la huelga. El éxito de esta, dependía de la celeridad con que debíamos actuar, decidí una reunión extremadamente privada con el Secretario Adjunto que tenía a su cargo la sección mina y tomar el toro por las astas. En esa entrevista deci-dimos la huelga. La forma la veríamos después. Así fue resuelto bajo la clave 10-10. Estábamos en los primeros días de abril de 1964, por entonces otra vez, la campaña política se agitaba nuevamente en la pro-vincia y las 62 organizaciones en Mina El Aguilar. El Partido Blanco de los Trabajadores convocaba a un acto público el día 10 de abril a horas 21 con la participación de organizaciones gremiales de la provincia.

En este acto público vi la oportunidad de desorientar a los confidentes de la empresa. El día 8 convoqué al Comité de Huelga y Comisión Di-rectiva a una reunión de carácter urgente. Expliqué que era una nece-sidad del Sindicato participar del acto público donde un delegado del S.O.M.A debería hacer conocer los motivos que llevaban a los traba-jadores de Mina Aguilar a una huelga por tiempo indeterminado y que al regreso del mismo recién decidiríamos el día y la hora de iniciación de tal medida. La idea impactó entre todos los presentes y votaron su aprobación. Un compañero fue designado como orador en el acto pú-blico a llevarse a cabo en la Ciudad de San Salvador de Jujuy, debien-do viajar el día nueve a la noche en el colectivo de horas 24.

Esa determinación del Sindicato corrió como un reguero de pólvora y todo el mundo estaba pendiente del regreso del delegado. A todo esto y como medida de precaución por la demanda sustanciada contra la em-presa por salarios adecuados en concepto del sábado inglés, instruimos a nuestro asesor el embargo del mineral concentrado en Tres Cruces.

La misma noche que partía el compañero desig nado al acto público y en horas tempranas, nos habíamos reunidos secretamente siete com-pañeros, en una casa sin luz prestada por uno de los componentes del grupo. Estos siete compañeros eran los que person almente consi-deraba leales sin ninguna sombra de duda y que no representaban a

Page 55: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

106

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

107

ninguno de los cuadros orgánicos del Sindicato.

La reunión fue breve y las instrucciones pre cisas. Se advirtió severa-mente sobre la reserva que debían mantener de lo resuelto. De la infi-dencia de terceros del secreto de los siete hombres, dependía ahora el éxito de la huelga. Hecho esto, me trasladé a Veta Mina -para poner en conocimiento del adjunto, el plan de acción y las directivas que debía cumplir en esa sección. Posteriormente con el Secretario de Actas me puse a redactar la nota de comunicación a la empresa sobre la medida a adoptar.

Esta nota, debería ser de una lectura normal de dos minutos, no más, en cuyo final el Sindicato debería comunicar a la empresa el día y la hora exacta de iniciación de la huelga

CAPITULO VI

LOs HOMBREs EsCLAVOs DE LAs INstItUCIONEs

Agotado y con muchas noches sin dormir, me retiré a casa. Cenamos con mi esposa y mis dos hijas. Me encontraba preocupado lo que fue advertido por mi familia y para disimular pasamos a hablar de otros temas. Me sentía tan pequeño frente al enorme problema que en esos momentos tenía entre manos y de la que dependía la suerte de toda la población obrera ansiosa de ser interpretada en sus justas aspira ciones. En esos días de actividad, había solicitado permiso gremial de mi traba-jo, ya que era necesario dado el desarrollo de los acontecimientos.

Cuando hablamos con mi esposa del tiempo que me llevaba atender los problemas gremiales y la ausencia casi total en mi hogar, me sentía indefenso y bajaba la vista sin saber qué contestarle.

Sólo yo sabía y era testigo de todo ese drama que me había tocado vivir con los desamparados y con los fallos de justicia. Cómo decirle que yo, que había sido un esposo dedicado a su hogar y su familia fui arrancando de esa tranquilidad por las circunstancias y absorbido to-talmente por la maraña de problemas que también eran los míos.

Cómo decirle que los hombres eran esclavos de las instituciones, cuan-do absorbían en su mente una vocación y entrega total a nuestro deber, que nos divorciaba de nuestro descanso, de nuestras diver siones, y de cuanto era ajeno a la institución.

¿Cómo hacer para que entiendan a uno que la responsabilidad es lo que funde la personalidad y el respeto de los hombres?

Cuantas veces había advertido a mis compañeros de Comisión Direc-tiva que el Sindicato no reconocía los servicios, sino con la ingratitud y el olvido, pero aún así que todo dirigente debía serlo íntegramente y no a medias. No debían olvidar los problemas de la colectividad para atender los suyos.

Page 56: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

108

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

109

CAPITULO VII

HORAs 10 DEL DÍA 10 ABRIL DE 1964 HUELgA POR tIEMPO INDEtERMINADO

Al día siguiente me levanté temprano, luego de desayunar, recomendé a mi esposa no salir de casa. Me dijo que necesitaba ir a la proveeduría a comprar algunas cosas. Le contesté que por ese día no lo hiciera. Las niñas concurrían a clase normalmente. Al alejarme de casa para ir al Sindicato, sentí una rara sensación, no creí que de ahí en adelante, apenas sí la vería durante mucho tiempo.

En el Sindicato la empleada trabajaba con la cor respondencia. Revisé el aceite del motor de la estanci era IKA que hacía poco tiempo la ha-bíamos adquirido no sin inconvenientes por parte de algunos afiliados renuentes a las mejoras. A las 8 de la mañana tocó la sirena para em-pezar las tareas en el establecimiento. A esa misma hora, los “SIETE” debían estar sincronizando los relojes. Estaba tranquilo y atendía a la gente sin darle muestra de nada alarmante. Muchos trabajadores y se-ñoras que se encontraban de paso me preguntaban sobre cuándo se haría la huelga, a lo que le decía que el Comité decidiría la fecha. Al re-correr la proveeduría para cerciorarme que todo andaba bien, de la fila de donde varias señoras hacían cola para comprar carne, salió una y en voz baja me preguntó si a la 10 empezaba la huelga. Sin inmutarme, la alejé un poco más de la fila y le dije que por favor necesitaba hablar con ella en forma reservada.

Le aclaré a manera de recriminación, que si su esposo la había confia-do algo importante, ella no debiera decirlo a nadie. Me puse furioso y llegué a pensar que muchos sabían nuestros propósitos y por consi-guiente la empresa. Eran las 9,45. Me dirigí en tonces a la gerencia para asegurarme que el Sr. Steel se encontraba en su despacho y contro-lando el tiempo previsto golpeé la puerta de la gerencia encontrando en ella a todo el comando mayor de la empresa que deliberaba. Saludé al Sr. Superintendente General de la Cía. Minera Aguilar S.A. y a los

presentes, he hice entrega de la nota de oficio. Mientras él leía, yo con-versaba con el Sr. Milán quien me manifestó que no podía soportar el toque de las marchas, que lo tenían enloquecido. El Sr. López me invi-taba a participar de una polla que jugaban los empleados para acertar el día en que se iniciaría la huelga. A esto el Sr. Steel, exclamó ¿A las 10 es la huelga? Sí señor contesté, a las diez paró el cablecarril. El Sr. Ste-el levantó el tubo del teléfono y comprobó que no había comunicación, corrió al magnético, tampoco en él había comunicación. Se quedaron fríos, sorprendidos sin saber qué resolución tomar. La sincronización había sido asombrosa y ya la gente se encontraba fuera de los talleres. Pedí al Sr. Steel me firmara la recepción de la nota y deseándoles suer-te abandoné la gerencia dirigiéndome a la usina donde debían conver-ger todos los trabajadores a pararla. Al llegar al enorme galpón donde funcionaban ocho enormes motores, vi como unos cien hombres que intentaban entrar, eran detenidos por la actitud valiente y decidida del Jefe de Usina. Algunos gendarmes con traje de fajina cargaban nafta a una camioneta en el surtidor que daba frente a la misma y no estaban pertrechados. Como habían pasado unos minutos desde la iniciación de la huelga, me apersoné al Sr. Jefe de la Usina y le di un minuto para parar las máquinas si no quería que el tablero sufriera daños, que lo parara él mismo. El jefe viendo mi decisión procedió a bajar las palan-cas y a cerrar las llaves, mientras que otros obreros procedían a vaciar los botellones de aire comprimido que se utilizaban para arrancar los mo tores. Hecho esto, salimos todos de la usina y el jefe cerraba tras nuestras espaldas las enormes puertas de hierro. Se había cortado la energía eléctrica a todo el establecimiento minero, tanto de sección Molino como de Veta Mina.

Los trabajadores se agruparon en la Secretaría del Sindicato, donde les comuniqué que se iniciaba una huelga por tiempo indeterminado conforme lo había decidido la Asamblea General y la votación de los afiliados. Los exhorté a mantenerse en tranquilidad y que retornaran a sus hogares.

El compañero que viajó a Jujuy, había cumplido su misión con éxito en Tres Cruces. A las 10 horas paró la sección y el transporte de los

Page 57: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

110

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

111

camiones de concen trado, seguidamente cursó telegramas por la red del ferrocarril a las autoridades laborales y al Gobierno de la Provincia comunicando el inicio de la huelga. En sección Veta Mina, a la hora fijada pararon la compre sora y la falta de aire en las perforadoras era el anuncio de la medida. Tan sólo habían bastado dos minutos para paralizar todo el enorme complejo-industrial minero más grande del país sin ningún inci-dente que lamentar. Eran las 10 horas del día 10 de abril de 1964.

CAPITULO VIII

LA ACtItUD fIRME Y UNANIME DE tODO UN PUEBLO

Al trasladarme a Veta Mina encontré un numer oso grupo de mineros que mostraban entusiasmo y comentaban sorprendidos la forma en que se había hecho efectiva la medida. No le habíamos dado lugar a la empresa para adoptar ninguna prevención. La sorpresa fue completa. Los “siete” habían cumplido con las instrucciones en forma efectiva.

En el momento en que hablaba con los tra bajadores para que se man-tuvieran serenos y tran quilos, sin dejarse llevar a la provocación por los jefes y administrativos que habían salido a retirar los vehículos abando-nados y a cerrar con llave los talleres, las luces volvieron a prenderse. ¡La usina se ponía otra vez en marcha! La reacción de los trabajadores fue inme diata, airadamente gritaron que había que marchar sobre la usina a pararla. Sabía perfectamente que, a esa hora Gendarmería ten-dría a su cargo la custodia y por lo tanto era peligroso enfrentar o llevar a cabo una actitud de fuerza. Calmé los gritos y las protestas y les dije que todo se arreglaría sin violencias y despaché la gente a su casa.

Este problema de la usina lo conversé lar gamente con el Secretario Ad-junto y previne que no había solución sin derramamiento de sangre por parte de los obreros. La usina marcharía con la atención del personal administrativo y posibilitaría el bombeo de la mina y en consecuencia la huelga sería inexorablemente un fracaso con la derrota del Sindicato incondi cionalmente, pues a la empresa le convendría soportar un paro largo mientras la misma no sufriera ningún efecto.

Esto había que resolverlo antes que la gente nos rebasara en nuestra indecisión, acordamos mantener una información permanente a través de contactos de absoluta confianza, hasta solucionar el problema de la usina. Bajé al Molino, donde encontré la gente también furiosa y más porque los “gringos” fanfarroneaban, haciendo alarde de valentía entre la población.

Page 58: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

112

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

113

El problema de la usina me tenía preocupado, pues era imposible que la empresa se adviniera a pararla. Lo medité concienzudamente y la única solución era cortar la toma de agua para su refrigeración o evitar el envío de energía a la mina.

A las 16 hs. me encontraba en el Sindicato bus cando una salida a di-cho problema, cuando uno de los obreros vino a avisarme que una ca-mioneta con varios “gringos” sacaban mercaderías de la proveeduría. Corrí a ese lugar y efectivamente una camioneta cargaba cosas de ella. Varios jefes a quienes les grité pregun tando que hacían, se asustaron y pusieron en marcha la camioneta y arrancaron a toda velocidad.

Al llegar a la puerta intenté entrar pero me lo impidieron empujando desde el interior por lo que opté por cerrarla. En eso pasaba un obrero al que pedí trajera un candado urgente que recibí inmediatamente ajus-tando en la puerta.

Al aproximarse gran cantidad de obreros or dené rodear la proveeduría sin dejar salir a nadie. En esos instantes sentí el tableteo de una metra-lleta y corrí al sitio de los disparos.

La gente que corría la camioneta tuvo un en cuentro con uno de los gendarmes de guardia y su estado de nerviosismo le hizo apretar el gatillo, por fortuna sin herir a nadie. Los disparos en lugar de alejar a la gente la enfureció corriendo en dirección al guardia con piedras.

Me costó persuadirlos a que se calmaran, el Sr. Steel que también se encontraba presente pidió al gendarme tranquilidad.

Esos grupos de personas quedaron en las inme diaciones del comedor o Club Social comentando el in cidente, cuando una camioneta con dos jefes bajaba a toda velocidad tocando bocina. La gente que aún seguía exaltada formó una barrera delante de la cami oneta impidiendo conti-nuar su marcha.

La muchedumbre pidió a los jefes que se bajaran, pero estos no se movían de sus asientos, entonces empezaron a zarandear la camioneta con intenciones de volcarla cosa que no pudieron hacerlo, por decisión del Jefe que iba al volante que en un acto de valentía arrancó haciéndo-

la saltar sobre una pequeña barrera que se había levantado, para evitar la circulación de vehículos.

La marcha de la camioneta fue seguida de una intensa pedrea que im-pactó en la cabeza de uno de ellos lastimándolo.

Estos hechos podían generar desórdenes si el personal administrativo de la empresa no medía y limitaba sus actitudes al desafiar a una multi-tud enardecida desde el momento que volvió a funcionar la usina.

Esto me obligó a solicitar urgente la mediación del gobierno para evitar males mayores por intermedio de un radiograma al Gobernador.

Al regresar al Sindicato había una multitud, pues se encontraban el Sr. Milán y Eduardo López, había llamado la atención su presencia por cuanto era la primera vez en la vida del Sindicato que Directivos de la empresa pisaban la sede gremial de los trabajadores. Los hice aguar-dar para preparar una entrevista de la que debían participar algunos miembros de la Comisión Directiva. Acto seguido los hice pasar a mi despacho a ambos jefes, el Sr. Milán expresó que venía exclusivamente a solicitar al Sindicato la libertad de los tres administrativos, que habían sido encerrados en la proveeduría. Lacónicamente contesté que antes de hablar sobre este asunto previamente deberían parar la usina, caso contrario no había reunión. El Sr. Milán comprendió que nuestra deci-sión era irreversible por lo que optaron por comunicar al Superinten-dente y luego volver. El corte de luz se produjo por paro de la usina.

Page 59: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

114

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

115

CAPITULO IX

UNA PROVIDENCIAL LLEgADA

Producido el paro de la usina regresaron a la reunión los Sres. Milán y Ló-pez, en el acto se presentó el Comandante de Gendarmería, en principio la gente se oponía a la participación del mismo en las reuniones. Persua-dí a la gente que como el problema tenía principio de solución no había inconveniente alguno en que el comandante participara de la reunión.

La empresa manifestó que la usina estaba par ada y que procediera en forma inmediata a la liberación de los “rehenes”. Esto cambiaba el tono de la conversación, volví a aclarar que en ningún momento se habían tomado rehenes y si había alguno encerrado en proveeduría, lo había hecho por su propia cuenta. Que lo único que hice yo, fue asegurar la puerta para evitar que alguien entrara a robar mercaderías que estaban destinadas para el servicio del pueblo y que durante la duración del con-flicto, ni los trabajadores ni el personal de STAF de la empresa sacara algo de ella. El paro de la usina así hecho, a nosotros no nos garantizaba nada si no se sentaba expresamente en un acto de compromiso formal que labraríamos y en el que constara que la usina no marcharía durante el tiempo que durara el conflicto. El comandante de Gendarmería ex-presó enérgicamente que él tenía la obligación de velar por la seguridad y la libertad de todos y en consecuencia dispondría de todos los efec-tivos para sacar a los tres hombres de la empresa que se encon traban encerrados y rodeados por hombres del Sindi cato en proveeduría. Que si era necesario traer más efectivos de la Guarnición La Quiaca, los trae-ría inme diatamente. Le manifesté al Señor Comandante, que si él como encargado de velar por la seguridad y la vida de la población corría con todas las responsabilidades que pudieran acarrear un enfrentamiento entre gendarmes y trabajadores lo asuma personalmente, pero que el Sindicato deslindaba toda responsabilidad. Advertí enfáticamente, que la gente estaba nerviosa y exaltada a la vez, por los incidentes ocurridos a hora temprana y que si no se actuaba con máxima prudencia podía desembocar en una hecatombe, que la situación era explosiva y que so-

lamente un inconsciente podía proceder a prender la mecha. Pese a esta advertencia el Comandante estaba decidido a actuar. Los tra bajadores afuera manifestaban su impaciencia profiri endo gritos hostiles contra la empresa. La reunión adquiría un clima de extrema tensión, cuando irrumpió el Señor Alfredo Jorge, entonces Secretario de Gobi erno de la Provincia, enviado por el Gobernador a mediar el conflicto. Nunca pudo haber llegado en momento más oportuno ¡fue providencial su llegada! Rápidamente le pusimos al tanto de los acontecimientos y explicamos de la necesidad de labrar un acta para que de fe a cualquier arreglo. El Señor Subsecretario estuvo de acuerdo. Además aclaró, que había traído un equipo electrógeno para mantener la energía eléctrica de la red policial. Procedimos a redactar el acta. La empresa volvió a reiterar que accedía a paralizar el funcionamiento de la usina durante el tiempo que durara el conflicto al sólo efecto de conseguir la libertad de su personal que se encontraba encerrado en proveeduría por el Sindicato. El Sindi-cato sentaba expresamente, que en ningún momento había encerrado a nadie por lo tanto y en razón de que la empresa suspendía el funciona-miento de la usina, el Sindicato a cambio de ello continuaría con la pres-tación de los servicios de agua corriente que estaban involucrados en la medida de fuerza. El acta fue firmada, tanto por Gendarmería Nacional, el Señor Secretario de Gobierno, Empresa y Sindicato. Seguidamente solicité me acompañaran a proveeduría para ver quienes eran los que se encontraban en ella. La noche era oscura y guiados por una petromax nos trasladamos hasta proveeduría cuya puerta continuaba cerrada con el candado. Para no descubrir al poseedor de la llave dije que la arrojara adonde estábamos. De la gran cantidad de gente que nos rodeaba cayó la llave con la que procedimos a abrir la puerta de donde aparecieron tres administrativos de la empresa. Era la media noche cuando despedí al Sr. Secretario agradeciéndole su oportuna intervención.

A todo esto, los trabajadores prestaban cola boración a Gendarmería para el cuidado de las instala ciones industriales. Se habían organizado turnos de servicio y las mujeres también colaboraban sirviendo café con coñac, la noche era fría.

Page 60: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

116

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

117

CAPITULO X

CON LOs COMPAÑEROs DE VEtA MINA

Decidí que después de cenar nos trasladaríamos a Veta Mina para co-municarles a los compañeros la solución del problema de la usina.

Luego de comer algo en casa en la camioneta salimos para la Veta con otros obreros, donde observamos que los mineros habían levantado barreras y con trolaban los accesos, para evitar que personas ajenas al establecimiento pudieran aprovechar las circunstan cias para cometer actos de violencia o políticos que dieran a la huelga otro carácter que no fuera el gremial. El control era estricto y los mineros estaban pro-vistos de pitos y linternas. Todo el establecimiento era una sombra, apenas una que otra luz de linterna se dejaba ver de tanto en tanto. El Sindicato se había constituido en el local del Club Cordillera y mostra-ba una constante actividad en el control de los turnos de guardia. Nos reunimos con el compañero a cargo de esa zona quien, me puso al tanto de los pormenores que se habían suscitado ese día. Me explicó que con motivo del fun cionamiento de la usina la gente se había exci-tado y amenazaba bajar al Molino a pararla, pero lo que más agravó la tensión fue que los directivos de la empresa a manera de provocación circulaban con sus vehículos a toda velocidad, poniendo en riesgo a los trabajadores que se encontraban a la espera de los acontecimien-tos. Esta actitud de los jefes había hecho que los obreros colocaran algunos postes atravesados en el camino, pero estos se bajaban de la camioneta, los retiraban y continuaban con sus maniobras, por lo que los tra bajadores optaron en quedarse en el camino. Gendarmería inten-tó desalojarlos pero no lo consiguió, entonces a manera de advertencia hicieron una descarga con la metralleta, que en vez de hacer correr a los trabajadores, hizo que se agruparan alrededor del Comandante y el gendarme que había hecho los disparos aprisionándolos con los cuer-pos. El compañero Secretario Adjunto, había mediado en la cuestión para que se apaciguara los ánimos, mientras otro grupo de obreros,

habían derrumbado una canti dad de piedras enormes sobre el camino que lo hizo totalmente intransitable entre el campamento de los “grin-gos” y el resto del establecimiento.

Los obreros procedieron a poner vigilancia cada veinte metros alrede-dor del campamento, en las bocas-minas y demás instalaciones indus-triales. Cualquier emergencia sería anunciada por el toque de los pitos. El sol nos sorpendió trabajando en la estructuración de los dispositivos de control de mercadería, provisión y control de precios a los vende-dores ambulantes, como así a nuestra provisión para la distribución de elementos de primera necesidad. Era el primer día de huelga y había que ajustar al máximo los mecanismos de control para evitar cualquier abuso o especulación con las mercaderías.

Page 61: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

118

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

119

CAPITULO XI

sEgUNDO DÍA DE HUELgA

Al segundo día de huelga, reemplazaron al Comandante de Gendarme-ría. El que asumía el control de los efectivos, me manifestó que se hacía cargo de la vig ilancia solicitándome hiciera retirar los obreros que cui-daban las instalaciones. Accedí al pedido del nuevo Comandante acla-rándole que las proveedurías, el mat adero y el ganado controlaríamos nosotros por tratarse de mercaderías para los obreros. El Comandante aceptó nuestra petición y nos trasladamos hasta la sección Veta Mina dirigiéndonos directamente al campamento staff.

El portón por donde entraban los vehículos y el personal, se encontra-ba con candado que los obreros habían puesto la noche anterior para evitar cualquier incidente.

Adentro encontré al Señor Rossetti, superinten dente general de Veta Mina y todo su personal jerárquico (16 personas) que viendo mi llegada se mostraron furiosos y algunos hasta violentos. No quise discutir con ellos. Algunos se quejaron al comandante que estaban prisioneros o en calidad de “rehenes”, que el personal de obreros ejercía un severo con-trol sobre ellos, sin dejarlos arrimar a la alambrada. Que habían pasado una noche horrible sin luz, en fin eran muchas las cosas que decían. Tanto el Comandante como yo nos limitamos a escuchar hasta que estuvieron calmados y luego les comuniqué que mi visita a ese lugar se debía pura y exclusivamente a informarles que a partir de ese mo-mento, Gendarmería Nacional, se hacía cargo del cuidado de la planta industrial y que el Sindicato retiraba su vigilancia. Si bien era cierto que los obreros habían cuidado de vidas y hacienda hasta esos momentos, lo habían hecho solamente con la intención de que ningún exaltado hiciera daño alguno en personas o bienes de la empresa. Si había al-guno de ellos que hubiera sido lastimado por agresión de algún obrero, que lo denunciara en el acto. Si alguien tenía en particular, problemas con el Sindicato, para eso estaba la justicia y actuara en consecuencia.

Terminado esto, los dejé en medio de sus comentarios. Al salir me di cuenta que demandaría mucho trabajo despejar los enormes bloques de piedra que obstruían el camino.

Este segundo día de huelga trajo como novedad que las esposas de los administrativos que ejercían el cargo de maestras en las escuelas locales, siguiendo instrucciones de la gerencia se habían alejado del establecimiento juntamente con las demás mujeres de los jefes aban-donando a sus alumnos. Esta actitud de las maestras indignó a la pobla-ción pero nada podía hacer, solo denunciarlo al Consejo de Educación.

Page 62: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

120

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

121

CAPITULO XII

ANtE UNA DIsYUNtIVA: Levantar la huelga o seguir hasta las últimas consecuencias

Los días transcurrían sin producirse variantes en el conflicto. Pasaron días sin que la empresa mostrara deseos de intentar arreglo alguno. Yo me mantenía informado por los trabajadores que se las arreglaban para traerme datos acerca de la inundación del interior de la mina producida a causa de la suspensión del bombeo. La empresa también indudable-mente lo sabía y parecía no preocuparse. En esos días arribó al esta-blecimiento el Ministro de Gobierno, señor Scaro, quien nos manifestó que traía un principio de arreglo. Conversamos con el Ministro pero la oferta que traía no conformaba, por cuanto la solicitud de los tra-bajadores presentadas en el petitorio era del 60% y 50% para Mina y Molino respectivamente y la empresa apenas había ofrecido un 19% en tanto tiempo de discusiones, lo que había determinado la huelga.

En asamblea se habría resuelto establecer estos topes negociables pero sin ceder el 40% en ningún momento, que el 19% que él traía, no conformaba a esa altura ni podíamos considerarla siquiera. La gestión del Señor Ministro, no prosperó y tuvo que volverse.

En reunión de la Comisión Directiva resolvimos recurrir al gobierno na-cional para posibilitar su mediación. A ese efecto viajamos a Jujuy para informar a nuestro asesor. Previo viaje a Buenos Aires, decidimos infor-mar a la Comandancia de la 4º División de Gendarmería Nacional, con asiento en la ciudad de Salta. Gendarmería se encontraba en operacio-nes antiguerrilleras, cuyos focos subversivos se habían detectado en la zona de Orán, estableciendo centro de operaciones en la localidad de Tilcara, en plena Queb rada de Humahuaca. Expusimos al Jefe de Divi-siones los motivos que habían determinado la huelga, aclarándoles que la misma era pura y exclusivamente por demanda de mejores salarios. Nos alertó tener cuidado sobre posibles filtraciones que podrían pro-ducirse aprovechando el conflicto. Le manifestamos que esa eventua-

lidad estaba cubierta y nosotros controlábamos mejor que nadie esos aspectos. Algo nos tranquilizó, haberle expuesto todos los documen-tos que justificaban nuestra actuación en la huelga.

Hecho esto, junto a otro compañero emprendi mos viaje a la Capital Federal, apenas llegamos concur rimos al Congreso de la Nación y en-trevistamos a los legisladores obreros por el Partido Blanco solicitando su mediación en la solución del conflicto.

Nos informaron que eran muy graves los rumores que circulaban en Buenos Aires sobre los incidentes de la huelga, que nos hacían apa-recer como otro foco subversivo conectado al de Orán. Los diarios de esa Capital se habían hecho de los rumores y deformaban la veracidad de los hechos.

Esto nos obligó a llamar una conferencia de prensa que la hicimos en el mismo Congreso desmin tiendo los falsos rumores y aclarando los ver-daderos motivos que habían llevado a los trabajadores mineros a cesar sus tareas por tiempo indeterminado. Adverti mos que la demora en la solución del problema acarrearía serios daños a la economía nacional. Posteri ormente diligenciamos por intermedio de los legisladores obre-ros una entrevista con el Señor Ministro del Interior Dr. Palmero, a quien expusimos los motivos de la huelga y los riesgos que podrían derivar si no se encontraba una solución.

El Señor Ministro dispuso la intervención del Ministerio de Trabajo, or-ganismo que designó un delegado que debería trasladarse hasta Jujuy para atender el asunto.

Cumplida nuestra misión regresamos a Mina Aguilar, en forma inme-diata se convocó a una Asamblea general donde se hizo conocer los resultados del viaje. Todos quedamos a la expectativa, pero los días pasaban sin tener ninguna noticia del arribo del delegado y ni señas de que el Ministerio de Trabajo intervenga. La respuesta a los telegramas da nada más que un silencio rotundo. Llegamos a 25 días sin trabajar, los medios de subsistencia de los trabajadores se agotaban y la ali-mentación se había reducido a media ración.

Page 63: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

122

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

123

Nos preocupaban los niños por la falta de leche. Muchas organizacio-nes nos habían hecho llegar azúcar, arroz, papas, algún dinero como solidaridad, pero una población de más de cinco mil almas necesi taba de mucha cantidad.

El racionamiento era riguroso, pero la inquietud era más al no haber perspectivas de arreglo, los trabajadores como sus familias -aunque la disciplina y la moral se mantenían firmes- no dejaban de tener una esperanza en la llegada del delegado.

No tardé en darme cuenta que el gobierno como la empresa sabían muy bien que a medida que pasaban los días, la resistencia de los obreros se iría debilitando y a la larga tendríamos que rendirnos sin condicio-nes, no teníamos dónde recurrir y nos encontrábamos en un callejón sin salida. A todo esto la empresa nos bom bardeaba con solicitadas donde preguntaban a la opinión pública sugestivamente ¿Es ésta una huelga de salarios? tratando de confundir una medida gremial con la agitación política en que se encontraba en esos momentos la provincia. Por nuestra parte, solo algunas revistas, habían bosquejado un ligero panorama sobre los acontecimientos haciendo resaltar una tabla de salarios en los que se demostraban fehacientemente el desnivel entre lo que ganaba un obrero de Mina Aguilar y el costo de vida, como así la diferencia de salarios en relación a otras industrias. Nadie se percataba del drama que los mismos vivían en esos momentos. Por el contrario parecía que todos, gobierno y empresa, se hubieran confabulado para ahogar la demanda del obrero en una espera inútil.

CAPITULO XIII

LA MUJER DEL MINERO: HOMENAJE DE AMOR Y sACRIfICIO

Al llegar a la casa almorcé un poco de “anchi” (sémola con azúcar), no podíamos comer otra cosa, los comestibles escaseaban por falta de dinero. Pensaba en una u otra forma de hallar una solución que se agravaba más, imaginaba que en muchos hogares quizás no tenían un poco de esa comida. Convoqué a una reunión de carácter urgente a to-dos los afiliados. La gente concurrió siendo numerosas las mujeres que asistieron a la misma. Expliqué que en vista de que el delegado no lle-gaba pese a la reiteración de los telegramas cursados y los días trans-curridos sin la menor posibilidad de llegar a un arreglo con la empresa para levantar la huelga, la asamblea debía tomar una resolución y para ello dejaba el debate abierto media hora. La gente deliberó y finalmente manifestaron que no tenían más remedio que seguir la huelga.

Sobre esta manifestación se notaba que ya no era con la misma espon-taneidad y férrea voluntad de los primeros días. Había que hacer algo para dar a los trabajadores una nueva esperanza y no relajar su moral, entonces procedí hablarles seriamente, advirtiéndoles que lo que pro-ponía era una opción no obligatoria. Les memoricé el pensamiento de que “Si la montaña no viene a nosotros, nosotros iremos a la montaña” y procedí a desarrollar mi pensamiento basado en que los trabajado-res que estuvieran dispuestos hacerlo, deberíamos iniciar cuanto antes una marcha hacía la ciudad de San Salvador de Jujuy, en demanda de solución al problema. Que esta medida sería la única forma de mover al gobierno en su intervención inme diata. Pues no teníamos otro recurso que hacer el escándalo público para que alguien se interesara en el asunto. La marcha debería hacerse a pie y a través de las montañas.

La idea no entusiasmó mucho a los trabajadores que se mostraron va-cilantes y comenzaron a formular una serie de interrogantes y evasivas, cuando subió al escenario una mujer, esposa de un obrero y con voz

Page 64: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

124

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

125

enérgica se dirigió a los hombres de la siguiente forma -siempre lo re-cuerdo- “que los hombres se queden a cuidar nuestros hijos y nosotras las mujeres marcharemos a pie a buscar la solución de la huelga”. Esta manifestación de la aguerrida mujer fue un balde a agua fría en el rostro de los trabajadores, quienes espontáneamente contestaron que para eso estaban ellos y que las mujeres nada tenían que hacer en la mar-cha, por lo que levantaron la mano para aprobar la idea y convertirla en resolución.

La asamblea terminó siendo una fiesta de abra zos y vivas a la mujer.

Cada sección organizaría los preparativos, todos los hombres que es-tuvieran en condiciones físicas serían parte de ella. Solamente se deja-rían unos 200 hombres a cargo del campamento para cubrir cualquier eventualidad durante nuestra ausencia.

La marcha debería hacerse en una columna formada por pelotones de cuatro hombres por fila y separadas sección por sección al mando de su dele gado. Su equipo debía componerse de una mochila o bolso para llevar lo indispensable como alimento, un palo de madera o “palo andino” como usa el ejército.

Debían calzar botines o botas y llevar un par de zapatillas o alpargatas para el descanso. Los documen tos eran indispensables, todos debe-rían llevarlos. Además contaríamos con dos camiones para llevar vitua-llas y cocina. La estanciera estaría dispuesta como servicio de ambu-lancia. Contábamos con enfermeros aunque no con médicos.

Se recomendó la marcha durante la noche para evitar el sol y la falta de agua en la ruta a seguir y sobre todo cubrir la impresión de la distancia.

Tras todos estos preparativos, dejamos en sus penso la fecha de inicia-ción de la marcha, hasta que la gente preparara su bagaje.

Era curioso ver el afán de los obreros en confeccionarse una “mochila” y la “caramañola” que jugarían un papel importante en esa aventura extrema que habíamos llegado para hacer que alguien se ocupara de prestarnos atención.

CAPITULO XIV

VIERNEs 8 DE MAYO DE 1964. MIL OBREROs EN UN LARgO sACRIfICIO POR sUs DERECHOs

El 8 de Mayo de 1964, a las cero horas, 400 obreros de El Molino a la que se uniría otra columna de 600 obreros que trabajaban en Veta Mina, iniciábamos la marcha que nos conduciría a Humahuaca como primera etapa, optamos por hacerlo atravesando las montañas en línea recta lo que nos acortaba el trayecto.

Los trabajadores del Molino esperamos a los compañeros mineros que se acercaban como un gusano con luces. Nuestras familias ha-bían concurrido a la despedida. Los fríos días de mayo comenzaban hacerse sentir y la despedida de los hombres con sus esposas e hijos, se hizo con la valentía y la serenidad que sólo se dan en los corazones nobles y fuertes, con lágrimas en las mejillas de las mujeres y un beso seco en los labios de los hombres.

Un obrero había llevado su cornetín y tocaba atención. La columna se puso en marcha y pronto nuestras familias deben habernos visto des-aparecer entre las negras sombras de los cerros. Yo marchaba al frente con un baqueano conocedor de esos lugares. El sendero era angosto y debíamos pasar de uno por vez, el ruido de las voces era apagado por el ruido de los pasos.

El amanecer nos sorprendió en plena marcha y al despuntar el sol, vi cuán enormes y largas eran las columnas. Me quedé a esperar a los últimos que cerraban la marcha, de manera que no dejáramos a nadie abandonado.

Los trabajadores al pasar me saludaban, les anticipé que pronto ten-dríamos un descanso. La coca jugaba un papel importante para evitar el cansancio y la mayor parte de los mineros tenían el hábito de no descuidarse de ella.

Page 65: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

126

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

127

La variedad de tipos de “mochilas” como de su volumen era comen-tada risueñamente por los tra bajadores así como el de la vestimenta. Los mineros no habían dejado de calzarse sus cascos y botines de seguridad.

Al llegar a una falda hicimos un alto, eran las nueve aproximadamente, nueve horas de marcha sin parar lo que por sí era un récord en mar-chas de esta naturaleza. En ese lugar deliberamos sobre la ruta a seguir pues en ese punto convergían dos sendas: una “Mal Paso” y la otra “Camino a Coraya”. La primera acortaba el camino a Humahuaca, pero el trayecto era abrupto, sin agua y con pocas posibilidades de auxilio, en cambio la segunda era una ruta abandonada, mas larga debido a las curvas para el ascenso y descenso, pero con un río y camiones de la cocina cerca. Las opiniones se dividieron por lo que resolví que los que quisieran ir por uno u otro camino que lo hicieran bajo su propia responsabilidad que el grueso de la columna lo haría por el camino a Coraya por seguridad de los mismos.

Tras decidir esto emprendimos la marcha en columnas de uno siguien-do las serranías que se encontraban heridas por un camino angosto y en un mal estado que zigzagueaba continuamente.

No eran pocos los obreros que estaban agotados, el calambre se hacía sentir en algunos por lo que aconsejaba no descansar mucho ni dor-mirse. Con mucho esfuerzo se avanzaba lentamente hasta que corrió la voz de que el camión con el mate cocido se encontraba cerca. Eran las trece horas cuando desayunamos con un buen jarro de mate cocido y galletas. Seguidamente proseguimos nuestra marcha, el sol castiga-ba nuestros rostros y el sudor mojaba nuestras espaldas, el cansancio ahogaba y resecaba las gargan tas. Nuestros movimientos se hacían más lentos y torpes, a cada loma que vencíamos esforzadamente sur-gía otra y otra. La columna se había deshecho buscando cada uno la mejor sombra posible que nos brindaban las rocas. El andar era un do-loroso esfuerzo. De pronto sentí que las rodillas se me ponían tiesas e iba como borracho. Me detuve a descansar bajo la sombra de un espi-nillo. Los compañeros que pasaban me alentaban y algunos me ayuda-ban a pararme. En eso se acercó una viejita con una jarra de limonada,

diciéndome que estábamos cerca del pueblo que ella era la madre de uno de los obreros. Esta noticia volvió a reanimarme y haciendo un es-fuerzo sobrehumano me reincorporé para seguir la marcha.

La noticia corrió por todos lados y nos reagru pamos nuevamente. Se veía el conglomerado de casas del pueblo y en el afán de llegar saca-mos fuerzas de donde no había.

Así llegamos al cementerio de Humahuaca y al no haber llegado la columna que venía por “Mal Paso” nos quedamos a esperarlos. En eso vimos brillar el bronce del asta de nuestra bandera, la alegría fue inmensa. Los que esperábamos rompimos en sollozos abrazándonos todos. La marcha había sido terrible.

A la cabeza el obrero más viejo y haciendo de escoltas el Secretario Ad-junto y yo entramos en Hu mahuaca después de 18 horas de caminata directamente al Monumento de la Independencia donde rendimos un homenaje y explicamos el motivo de la marcha. La gente del pueblo que se había reunido nos recibió con aplausos y admiración por el esfuerzo.

Page 66: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

128

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

129

CAPITULO XV

¡ADELANtE LOs MINEROs, LOs MINEROs DE AgUILAR...!

Había que buscar un lugar para acampar que fuera cerca del río, pero el Señor Abdon Castro Tolay, un viejo maestro del pueblo nos ofreció su casa que aceptamos agradeciendo esa atención.

Se establecieron turnos de guardia, se instaló la enfermería y un zapate-ro comenzó su tarea de arreglar botines. La cocina también entraba en funcionamiento y se preparaba un guiso y sopa para reponer energías.

Terminada la cena algunos obreros hacían el recorrido de emergen-cia. Eran las 24 horas cuando decidí retirarme a descansar, no pude hacerlo pues me comunicaron que el esperado delegado había arri-bado en avión a Jujuy y se trasladaba hasta Huamahuaca en vista de la gravedad del conflicto. Consideré prudente no atenderlo esa noche hasta que la Comisión Directiva resolviera lo pertinente. Al otro día la Asamblea decidió que fuéramos a entrevistarlo para saber cuáles eran las directivas que traía, formamos dos comisiones: una para las tratati-vas que la presidía yo como Secretario General y otra que tendría a su cargo el desarrollo de la marcha.

Una vez reunidos con el delegado, este nos manifestó que debíamos suspender toda medida de fuerza para iniciar las tratativas. Es decir, insinuaba volver a fojas cero después de treinta días de huelga; estaba completamente errado. Di la orden de prepararse para continuar la mar-cha rumbo a Tilcara. Salimos de Huamahuaca a horas quince en pleno sol. No era recomendable pero las circunstancias así lo aconsejaban y los obreros entonaban una marcha improvisada por uno de ellos:

¡Adelante los mineros! los mineros de Aguilar por la Patria y la Justicia y por nuestra dignidad.

Era una marcha que animaba y llenaba de orgullo. Al salir del pueblo la gente había formado un callejón para despedirnos con sus pañuelos y en algunos rostros vi lágrimas de madres, hermanas y amigas. Con la bandera al frente reiniciamos la marcha.

A todo esto fui citado a Jujuy por la Delegación del Trabajo. Después de más de 30 días volvíamos a entrevistarnos con la empresa.

Indudablemente en Buenos Aires la noticia de la marcha impactó en los círculos oficiales y pretendían pararla.

Ahora los fotógrafos y periodistas podían convencerse por boca de los mismos obreros si la huelga era realmente por salarios o por otros motivos. La noticia de la huelga había sido realmente un impacto in-ternacional que algunas agrupaciones sindicales y congresos de otros países, nos brindaron un voto de aplauso. No era de dudarlo, los dia-rios repetían y seguían nuestra marcha, la gente de los distintos niveles llegaban con su voz de aliento y actos de solidaridad. La C.G.T. y otros gremios exhortaban a colaborar con los mineros y criticaban áspera-mente la actitud insen sible de la empresa y del gobierno.

En esa reunión no hubo variaciones en el conflicto. La empresa insistía en el levantamiento de las medidas de fuerza para entrar a negociar. Nosotros como un aporte habíamos rebajado nuestras preten siones. De no accederse al pedido el sindicato no entraría más en negociacio-nes estériles. Terminada la reunión retornamos a la columna pasadas las 23 horas. Al llegar a la cabeza de la columna me informaron que mu-chos trabajadores se habían quedado a la vera del camino a descansar, algunos estaban dormidos y para colmo no acataban las órdenes de sus delegados.

El cansancio del día anterior y el esfuerzo habían sido tremendos. Las llagas provocaban estragos, la desobediencia y anarquía podían pro-ducirse de un momento a otro.

Convoqué a una reunión urgente de los dirigentes, recomendé contra-tar camiones para trasladar a los enfermos antes de que se expongan al tremendo frío que hacía esa noche.

Page 67: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

130

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

131

La gente acató mis órdenes y con mucho esfu erzo volvimos a caminar. Al llegar los camiones, un jefe de pelotón se paró frente a los mismos y gritó diciendo “que habían salido de Mina Aguilar marchando a pie y así llegarían a Jujuy”. Todos asintieron. Estaba en juego el prestigio y el honor de los mineros frente a los trabajadores del Molino.

Llegamos a Tilcara cuando el sol despuntaba, siendo los llagados lle-vados directamente al hospital. Algunos pelotones se habían acostado a dormir sin sacarse la mochila. El pueblo de Tilcara como el de Hu-mahuaca nos dejaba conmovidos por su espontánea solidaridad. No obstante todo el apoyo me daba cuenta que la resistencia física de los hombres comenzaba a resentirse y aún nos faltaba mucho.

El entusiasmo de los obreros pese a estas contingencias era muy bue-no, la disciplina y la moral no se habían resentido como el estado físico de los hombres.

CAPITULO XVI

tILCARA - MAIMARÁ Una promesa como final a 33 días de huelga

En horas de la tarde viajamos nuevamente a Ju juy, en espera de al-gunas novedades de AOMA que también mediaba en busca de una solución en Buenos Aires.

No las tuvimos por lo que decidimos regresar a Tilcara. La columna descansó todo el día y se prepar aba para emprender la marcha a Mai-mará que comenzaría a horas 16.

Al día siguiente volvimos a Jujuy, tampoco conseguimos noticias favora-bles, por el contrario nos en teramos que no obstante Gendarmería per-mitió nuestra marcha sin provocar inconveniente alguno, el ejército no pensaba lo mismo y mantenía una vigilancia discreta en la zona de Yala.

En esos momentos nos comunican que el dele gado necesitaba urgente hablar con nosotros, al aper sonarnos nos informan que el Presidente de la República Dr. Illia luego de muchos esfuerzos había logrado conseguir un aumento del 39,09% pero sin el reconocimiento de los días caídos durante el tiempo que durara la huelga. Esta forma conciliatoria era la última palabra y el sindicato podía aceptarla o rechaz arla. A esos efectos nos trasladamos a Maimará donde los trabajadores habían acampado cubriendo los esca sos 5 kilómetros, que los separaban de Tilcara.

Anochecía cuando convocamos a reunión. Al informarles del ofre-cimiento, en principio aceptaron el aumento salarial pero rechazaron categóricamente la omisión del reconocimiento de los días caídos, resolvi endo continuar la marcha. Fue inútil explicar que esa fórmula era quizás nuestra última esperanza en la situación a que fuimos llevados por la empresa. El rechazo fue unánime y decidimos volver a Jujuy a comunicar al Sr. Delegado.

Nuevamente en Jujuy desde la Casa de Gobierno nos comunicamos telefónicamente con Buenos Aires para hacer conocer la posición de

Page 68: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

132

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

133

los trabajadores. Esperamos un buen rato hasta que nos contesta-ron que la fórmula del Presidente, era la última palabra de la empresa. Agradecimos la gestión del Señor Delegado y al Señor Gobernador, induciéndolos nos comprendi eron que no teníamos alternativa que continuar la marcha hasta el final que era también la última palabra de los obreros. Nos despedíamos cuando el Dr. Hora cio Guzmán go-bernador de la Provincia nos detuvo para decirnos, que ya que la Cía. Minera Aguilar no pagaba los salarios caídos lo haría el gobierno como una forma de mantener la paz social y en recono cimiento al sacrificio que habían tenido que llegar los mineros por un salario mejor. El ofreci-miento del gobernador nos dejó pasmados y tardamos en reac cionar, luego contesté que ese ofrecimiento debería hacerlo personalmente a los obreros que se encontra ban acampados en Maimará para lo cual invité al Sr. Gobernador en el acto. El Dr. Guzmán contestó que así lo haría al día siguiente, con lo que terminó la reunión y nosotros salimos un poco aliviados ante esta variante que aflojaba sensiblemente la ten-sión imperante.

Eran las cuatro de la madrugada cuando llegamos al campamento, el turno de guardia nos convidó café mientras todos dormían. Al ama-necer y mientras preparaban la ración de mate cocido comuniqué a los obreros que ese día vendría el gobernador y que él personalmente reiteraría el ofrecimiento de pago de los 33 días de huelga por parte del gobierno. Los obreros quedaban a la espera mientras nos preparába-mos para el regreso. Pronto comenzaron a llegar camiones vacíos de distintas reparticiones y comunicaron que en unos minutos llegaría el gobernador.

Así fue, en un acto asombroso el gobernador rodeado por mil trabaja-dores manifestó enfáticamente que “el gobierno de la provincia en un acto de solidaridad humana, pagaría a todos los trabajadores de Mina Aguilar los 33 días de huelga que finalizaba en ese momento”.

Asimismo abonaría los pasajes de regreso en tren hasta Tres Cruces y desde allí serían llevados por camiones que ya habían sido dispues-tos. Los obreros lo aplaudieron y vitorearon por este apoyo. El tren con una larga pitada emprendió el regreso con los mineros que después de

recorrer 129 km. en 4 días a pie volverían a sus hogares con una amar-ga saliva en la boca por la forma en la que habían arribado al arreglo. Mientras despedía con la mano parado en el andén, la negra colum-na de humo se desvanecía conjuntamente con el ruido de la máquina hasta perderse complet amente. Me había quedado con el Secretario Adjunto a finalizar las tratativas para legalizar el acuerdo.

Así terminaba una huelga a la que habíamos sido impulsados por la insensibilidad y arbitrariedad patronal, 33 días en los que todo el pue-blo de El Aguilar participó, sufrió y se sacrificó para obtener un mejor bienestar que apenas llegaba. La huelga no fue un éxito porque todas las huelgas desde que han logrado su derecho, jamás han sido gana-das por los trabajadores. La ley hecha por y para los patrones cobraba de esta manera nuevas víctimas y dejaba en evidencia una vez más el enorme poderío de una empresa que se movía y pesaba tanto en esfe-ras del gobierno nacional como en la prensa que había deformado los hechos al principio. Los trabajadores habían perdido sus salarios, pues nunca más los recuperarían. La palabra del gober nador no se cumplió jamás, como no se cumplirían muchas de las promesas a que estaban acostumbrados a hacer los gobernantes de turno con tal de conseguir la adhesión de los trabajadores.

Los obreros jamás lo olvidarían: los años irían demostrando al Dr. Guz-mán que su carrera política en Mina Aguilar había terminado.

Page 69: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

134

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

135

CAPITULO XVII

EL s.O.M.A. Y UNA HONRA: DIPUtADO PROVINCIAL

Luego de finalizado el Convenio consideré con veniente dejar el Sin-dicato. Se avecinaba una campaña política y era indudable mi parti-cipación en la misma. No niego, que muchas fracciones políticas me ofreci eron la posibilidad de una banca y compromisos interesantes que podían solucionar mi problema económico de por vida, lo que recha-cé siempre por no ser compatibles con mi forma de pensar y porque nunca comprenderían la razón de mi lucha. También en la empresa fui tentado cuando el señor Miller me ofreció el cargo de capataz a cambio de mi actividad gremial. Jamás aceptaría algo deshonesto que no fuera lo que correspondía a mis méritos ganados en el trabajo, y por cuanto la empresa no tenía otro propósito que el de su propio interés.

En cuanto al sindicato se descuidó un poco, la Compañía casi imple-mentó el “trabajo por equipo”, si no es por una rápida reacción de los trabajadores. Esta tentativa que aprovechaba de la buena fe de los diri-gentes provocó un estado de crisis del secretario general que lo enfer-mó y posteriormente lo obligó a renunciar al gremio.

Al dejar el sindicato, lo hice voluntariamente y con la esperanza de convencerme que la empresa cambiaría su política al tratar con otros dirigentes. Los dirigentes electos en más de una oportunidad me ha-bían advertido que actuando diplomáticamente, en forma más cordial y accesible se conseguiría de la empresa más conquistas para los traba-jadores. Ésta era la oportunidad de probarlo.

Retornando al tema político Mina Aguilar se había convertido en una cuestión de honor para el Movimiento Popular Jujeño que dotados de medio de movilidad y fondos suficientes representaba una seria oposi-ción para el peronismo para quien yo trabajaba.

El guzmanismo aprovechando los fondos del estado provincial y los

medios de movilidad llegaba a todos los rincones de nuestro distri-to distribuyendo mercaderías, ropas y dinero entre los pobladores de la zona. El sindicato me había propuesto como candidato a diputado provincial en representación del sector gremial, al que acepté gustoso. Como candidatos a gobernador y vice de la provincia figuraban el Dr. Martiarena y el Dr. Guillermo Snopek.

A todo ese despliegue político llevado adelante por el Movimiento Po-pular Jujeño contrarrestaba sin nada mas que mi palabra y la amistad que me brind aban todas esas pobres gentes a los que podían ver en mis horas libres de trabajo haciendo largas cabalgatas a caballo o en mula y en la mayoría de las veces a pie. La derrota del guzmanismo fue terrible, los obreros de El Aguilar se cobraban de esta manera el engaño y la burla del que habían sido objeto con motivo de la huelga de 1964.

El Partido Blanco de los Trabajadores asumió la gobernación de la pro-vincia. Mi labor en la Legislatura fue muy breve y los dediqué a la pre-sentación de proyectos en defensa del obrero como la aplicación del sábado inglés. Bregué por la pavimentación de la ruta 9, proyecto que fue presentado en el senado por el Ing. Carlos Snopek, y también por la creación de la Univer sidad de Jujuy. La dieta que ganaba como di-putado apenas me alcanzaba para mantener mi familia. Todo fue breve, las fuerzas armadas una vez mas destituy eron al Doctor Illia de la Pre-sidencia asumiendo al mando de la República el General Onganía. El gobierno denominado de la “Revolución Argentina” iniciaba una nueva etapa para el país. Lamentablemente, poco a poco nos fuimos dando cuenta cómo el gobierno intentaba paralizar a la clase obrera de su acción y dinamismo al igual que había hecho con los partidos políti-cos. Se constituye una C.G.T. paralela bajo el nombre de C.G.T. de los Argentinos en abierta oposición a la C.G.T. de Azopardo. Una serie de desaciertos y crisis que vive el país lleva a una movilización general que tiene su principal estallido en la Ciudad de Córdoba con fuertes reper-cusiones en el resto del país. El “Cordobazo” marca el principio del fin de la “Revolución Argentina”. La C.G.T. normalizada inicia un plan de lucha en toda la República con la toma de fábricas y paros espontá-neos. Es la reacción de los trabajadores frente a un estado de cosas

Page 70: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

136

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

137

negativas en las que se desenvolvieron el gobierno militar de Onganía primero y Lanusse después.

CAPITULO XVIII

PARO NACIONAL Y NUEstRA ADHEsIÓN

La C.G.T. Nacional como parte de su plan de lucha decreta un paro ge-neral en todo el país a llevarse a cabo en tres etapas: paros de cuatro, ocho y doce horas en la medida que el gobierno del Gral. Lanusse no rectificara su política económica-social. A.O.M.A no permanece ajena a este paro y el S.O.M.A. también decide adherirse. La empresa por su parte para que el mismo sea un fracaso y bajo el “slogan” de libertad de trabajo invita a cada jefe de sección a solicitar a sus operarios trabajar con pena de “ser tenidos en cuenta”.

El sindicato mediante circulares hace conocer los fundamentos del paro, pero éstas no habían llegado a los compañeros de Veta Mina existien-do en ese campamento una gran incertidumbre al respecto. Eran las 20 horas cuando un grupo de obreros se presentó en la Secretaría para comunicarme que ellos trabajarían al igual que los choferes de Garage Sterling, ya que de no hacerlo serían sancionados por la Compañía.

En eso se presentó un grupo de mineros en la Secretaría para comuni-carme que también en Veta Mina habían sido amenazados con suspen-sión en caso de no trabajar.

Esto me disgustó y alentado por otros tra bajadores nos trasladamos a Veta Mina para exhortar a los obreros a cesar tareas. Llamé puerta por puerta convocando a una reunión a horas 23. Estaban todos presentes donde informé los motivos del paro, algunos se mostraron renuentes por sentirse comprometidos con sus jefes, pero dos mujeres unas de ellas en estado de embarazo tomaron la lamparería y echaron a gritos a los mineros que pretendían retirar la lámpara.

Tampoco permitieron acercarse a los jefes, quienes presurosos comu-nicaron a gerencia y momen tos después Gendarmería Nacional ocupa-ba posi ciones estratégicas juntamente con efectivos de la policía.

Page 71: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

138

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

139

Los mineros decidieron para en su totalidad, al enterarse que algunas secciones del Molino trabajaban decidieron marchar esa misma noche a controlar el paro del Molino. Aproximadamente 300 obreros bajaron por el cablecarril en forma pacífica. En las proximidades del campa-mento Molino, fuerzas de seguridad de gendarmería y policía se des-plazaron con el fin de detener el avance de los mineros. El nuevo jefe de personal Sr. Reynoso parecía encontrarse al mando de la fuerza de represión y nos advirtió que no pasaríamos a lo que contestamos que sí lo haríamos. Amenazaron con detenerme, les dije que lo hicieran. El jefe de personal se dio cuenta de la tensión que podría desembocar en un enfrentamiento y decidió que buscáramos una solución. Vi sen-sata su proposición por lo que manifesté que nada sucedería si nos dejaban pasar. Accedió al pedido y la columna de obreros se dirigió al Sindicato sin inconvenientes. Una vez allí persuadí para que se mantu-vieran en calma hasta que se aclarara con Gerencia “sobre la libertad de trabajo”. Eran las 24 horas cuando fui atendido en gerencia por Mr. Lascio y Mr. Filo a quienes denuncié la actitud de algunos jefes de sec-ción de coaccionar al personal, les aclaré que la “libertad de trabajo” lo interpretaba cuando no se presionaba por ninguna de las dos partes sobre el trabajador. Prometieron que no volvería a ocurrir esa noche no entraron a trabajar, esperé que el turno que entraba a las 8 tampoco lo hiciera pero no fue así. Todo el grupo que había renunciado al Sindicato va a trabajar en medio de una silbatina general, algunos concurrieron escondidos en el piso de los vehículos de la empresa por temor a ser agredidos, temor que no era otra cosa que el precio de su entrega y la traición de sus compañeros.

En esa oportunidad se encontraba en el esta blecimiento la Empresa Mackee y Sade que construía el estadio y mercado con unos cincuenta operarios, a cuyo delegado solicité adherirse al paro, pero no obstante comprometerse no pararon.

CAPITULO XIX

LA MUJER DEL MINERO EN UNA MUEstRA MÁs DE CORAJE

Ante la negativa de parar por parte de los ob reros de la empresa citada, un grupo de mujeres sin mediación de nadie tomaron la obra y desalo-jaron a los trabajadores.

La policía que había sido reforzada con efecti vos de toda la Quebrada intenta a su vez desalojar a las mujeres pero es rechazada con una nu-trida pedreada lo que obliga a mi intervención y solicitarles prudencia. Mientras tanto obreros de la empresa Mackee y Sade agrupados frente a la obra insultaban preguntando dónde estaban los hombres. Ante este desafío no me quedó más que convocar a los trabajadores pero al llegar, los provocadores habían escapado.

Ese día no fueron pocos los enfrentamientos que debieron soportar las mujeres con la Policía. Es interesante destacar la actitud de las mujeres en esos momentos como una manera la represión de sus compañeros.

La mujer del minero, quizás por conocer mejor las necesidades que pa-decía, tenía mejor conciencia de la realidad y en su intimidad afloraba siempre la rebeldía por la injusticia patronal. Era ella la que soportaba horas interminables en la proveeduría para comprar una miseria de co-sas que a veces no tenía tiempo de cocinarlas para servir a su esposo. Era ella la que acudía desesperada al médico para atender a sus hijos que cargaba en brazos sin lograr a veces ser atendida después de so-portar largas colas, le indignaba ver cómo algunas “señoras” mante-nían largas horas de consulta mientras ella debía regresar a su hogar con su hijo sin poder ser atendido. Era ella la ecónoma del hogar y sabía muy bien lo que debía esforzarse para hacer alcanzar el dinero hasta la próxima quincena.

Era ella la que formaba largas colas para sacar un boleto de viaje y encima soportar los manoseos y malos tratos que estaban acostum-

Page 72: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

140

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

141

brados por efectivos de gendarmería.

La esposa del minero era una mujer sin lujos, sin más diversión que la de cocinar, y fregar ropa llena de mineral y de grasa todos los días en piletas asignadas fuera de su casa. Era ella en definitiva la que llevaba la carga más pesada del hogar.

CAPITULO XX

POR tERCERA VEZ sECREtARIO gENERAL DEL s.O.M.A. Y UNAPERsECUCIÓN PERVERsA

Durante esa época el sindicato me designó tesorero de la organiza-ción, cargo que dejé al poco tiempo para ocupar la Secretaría General por renuncia del titular.

Las cosas ya no eran como antes, la influencia de Eduardo López había logrado minar el espíritu com bativo de la gente, la adulonería, los chis-mes y la hipocresía eran el común denominador en ese en tonces.

El objetivo de la empresa estaba dirigido a mi desprestigio per-sonal y crear un sector de oposición para dividir el sindicato. El gusano de la perversión sin embargo aún no había dañado el alma obrera de los mineros que mantenían su firmeza y lealtad que dan vida a las instituciones. El sindicato era el único medio para frenar los atropellos, abusos y arbitrariedades que la empresa llevaba a cabo. El encontronazo no tardó en producirse, cuando hicimos no-tar a la Compañía el exceso de horas extras y la manera de poder controlarlos para evitar males mayores. Como respuesta, la empre-sa por intermedio de su “mandamás” López, les hace renunciar al sindicato a muchos compañeros bajo el pretexto de que se trataba de impedir trabajar sobre tiempo.

De esta manera llegan a la Secretaría alrededor de 150 renuncias y se empieza hablar de organizar otro sindicato. Lo más extraño y triste de esta maniobra era que el grupo de renunciantes lo componían has-ta dirigentes viejos que se prestaban estúpidamente a los malévolos planes de la empresa sin siquiera percibir que se exponían a perder parte de sus derechos, lo que sucedió pronto siendo tarde para reme-diarlo. La Compañía una vez más que consiguió las renuncias de toda esa gente (en su mayoría empleados de oficina y choferes de garage chico) les aplicó un turno desigual de 48 horas en lugar de las 44 ho-ras que gozaban. Como no tenían adonde recurrir debieron aceptar

Page 73: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

142

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

143

callados esta nueva condición de trabajo. El sindicato esperaba que el tiempo hiciera comprender su error.

El Consejo Nacional de Relaciones Gremiales en su extensa argu-mentación había desestimado la demanda que en 1964, la empresa iniciara en contra de mi persona y de dos compañeros por una su-puesta “práctica desleal” y solicitaba mi desafuero para poder despe-dirme del trabajo sin derecho a ningún reclamo. El caso fue defendido brillantemente por nuestro asesor gremial. Fracasada esta intención empezaba ahora una persecución ensañada y perversa.

Esta embestida comenzó por determinarme un circuito o radio de acción en mi trabajo del cual no debía alejarme más 50 metros. El comedor donde los obreros almorzaban era adjudicado a concesión por la empresa, por lo que el concesionario en esos momen tos deci-dió suspenderme la atención bajo pena de retirarle la concesión. La vigilancia sobre mi persona y mis actividades se intensificaron hasta llegar a vigilar mi propio domicilio. Los obreros tenían temor de llegar al sindicato para no ser denunciados por los serenos que controlaban quienes entraban y salían del mismo. Era una guerra abierta en contra de un hombre que no se prestaba a las manejos de la empresa: era una guerra del silencio aplicada a su dirigente.

Muchas veces estuve tentado de tirar todo al diablo al ver que viejos amigos y dirigentes flaqueaban y se sometían dócilmente a la burla, de quienes los explotaban miserablemente. Pero también pensaba en todos aquellos viejos mineros que merecían todo el respeto y a los que debía su aliento y decisión para continuar en la defensa de sus derechos sindicales. ¡No! no podía abandonarlos. Resistí esa manio-bra que no fue solo una guerra interna sino también las denuncias a los organismos de seguridad del estado como comunista, marxista y agitador dejando secuelas que a la larga pesarían sobre mi libertad.

Viendo su fracaso aflojaron la tensión con un resultado altamente po-sitivo en mi espíritu y en mi moral, aunque no diré lo mismo del gremio pues tenía una incisión provocada por los renunciantes que harían sentir sus consecuencias. A ello se sumaba una serie de prebendas

de Eduardo López como ser asados, torneos, regalos y una serie de gangas que provocaba la distracción de los verdaderos problemas que el trabajador necesitaba sean atendidos y solucionados.

Page 74: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

144

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

145

CAPITULO XXI

EL POR QUÉ DE MI LUCHA

Finalizado mi período como Secretario General volvía a renacer el pro-blema de quién se haría cargo del gremio. Continuar en él significaba una constante pugna con la empresa. Tal vez los trabajadores no ahon-daban en los verdaderos motivos de esta lucha. No era un simple en-frentamiento para lograr un con venio mejor, ni lograr salarios mejores, ni una mejor asistencia médica, ni siquiera para que el gobierno perci-biera una mejor regalía que era verdaderamente lo que lo conformaba. ¡No! nuestra lucha o “mi lucha” había abarcado siempre una mira más alta, un objetivo mayor, un objetivo nacional.

Mi mayor aspiración estaba dirigida a que el gobierno comprendiera de una vez, que sin control del estado sobre la producción jamás logra-ríamos un au toabastecimiento de los recursos más elementales para nuestra industria metalúrgica. En ningún momento pensé que la expro-piación de la mina por el gobierno sería la solución. ¡No! esa medida solo traería un perjuicio mayor tanto económico como social. La mina debía continuar la explotación como hasta ahora, pero con una direc-ción compartida por el estado y con control de la producción basada fundamentalmente en las necesidades del país y el mantenimiento de una explotación racional y una distribución equitativa de beneficios con quienes colaboran a su explotación y producción. Estas premisas no podrían concretarse por la vía sindical sino por intermedio de un go-bierno constitucional fuerte.

Abrigaba la esperanza que el movimiento per onista podría iniciar una campaña de esclarecimiento sobre el verdadero problema de carencia de minerales y de la necesidad de una gran industria nacional y una si-derurgia que apuntalara nuestro progreso. No estaba en contra de los capitales extranjeros y de la radicación de industrias, sino que creía que la explotación de minerales, principalmente los denominados “críticos” no debían ser dejados al control exclusivo de las empresas mas cuan-

do estas eran foráneas. Nuestro país inmensamente rico en yacimientos metalíferos y sabi endo que las reservas mundiales se iban agotando, era precisamente junto a otros países subdesarrollados y dependientes los que estaban afectados por una explotación irracional.

Durante mi estadía en El Aguilar al frente del sindicato me di cuenta de lo estéril que era mi lucha por reivindicaciones económicas y sociales. Nunca habíamos alcanzado ni alcanzaríamos a nivelar siquiera nuestras necesidades primordiales, y tanto el esfuerzo como el sacrificio puesto en estos requerimientos jamás serían compensados por lo que opté primero “descu brir” a Mina Aguilar ante la opinión pública que siempre la ha creído una empresa generosa, ideal y hasta muchos la consideraban como una empresa nacional, puesta al servicio del país sin percatarse siquiera que el desconocimiento en que permaneció en sus primeros años de explota-ción le permitió sus mayores ingresos para convertirse luego en una fábu-la, el “paraíso” de los trabajadores” o “el foco de civilización de la puna”.

Era y es ahora una explotación del hombre por el hom bre, donde el concepto a la vida se ha perdido hasta transformarse en una simple mercadería al consumo irracional de una mayor producción. Una in-dustria don de se confunden hombres y herramientas, aun más don de no existen hombres sino números.

Sabía perfectamente que mis días estaban con tados en El Aguilar. Los muchos años separados de mi familia, con mis hijos carentes de afecto y cariño que no pude brindarles por no tener la seguridad de ser siem-pre un hombre libre, el cansancio que flaqueaba mi moral, ingratitudes propias de estos aconteceres, los años de incansable batallar, todo ello había logrado minar mi perseverancia. Me había convertido en un es-clavo del sindicato y no quería que el sindicato se esclavizara a mí, por lo que decidí renunciar a la empresa. Había necesidad de sangre nueva y el gremio tenía que renovar sus cuadros. Fui prudente al alejarme y continuar desde otro lado mi lucha. No me consider aba terminado ni cansado, quizás un poco amargado por la incomprensión y la envidia, y el celo de algunos compañeros que aún no se habían percatado de lo complejo que es tratar en el campo de las relaciones humanas.

Page 75: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

146

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

147

CAPITULO XXII

ADIOs A MINA AgUILAR. Atrás quedaban 25 años, adelante un nuevo destino

Al renunciar de la empresa convine con Edu ardo López que necesitaba que la Compañía dispusiera todos los medios para el traslado de mis cosas a la Ciudad de Jujuy como así también que la liquidación de mis haberes fueran hechas en forma inmediata. Tres horas bastaron para dejar Mina Aguilar donde per manecí 25 años trabajando en la empresa, me compu taron 1200 días de licencia gremial que mermaba considera-blemente mi bonificación por antigüedad. Al día siguiente de mi renun-cia me encontraba por fin con mi familia. El drama de los trabajadores mineros seguiría siendo mi preocupación aun estando lejos.

Hubiera deseado descansar algún tiempo, pues hacía muchos años que no gozaba de mis vacaciones por dedicarme a los asuntos gremia-les y políticos, y ahora a escasos días de mi llegada a Jujuy el Ingeniero Snopek me ofrecía trabajar en su empresa lo que acepté gustoso.

Aproveché la oportunidad, para reorganizar las 62 Organizaciones Pe-ronistas de la Provincia, que ya fuera llevada a cabo durante mi gestión en el S.O.M.A. fue designado Secretario General un compañero banca-rio, siendo yo el adjunto.

Debo aclarar que por ese entonces existían otras 62 Organizaciones denominadas “Mesa Nacional” que políticamente desistía del Partido Blanco de los Tra bajadores y se embanderaba con la fracción política 17 de Octubre.

El Movimiento Obrero adquirió un papel pre ponderante en la definición de posiciones políticas y por ende los sindicatos jugaban en el nivel de impor tancia numérica que representaban. La tarea del compañero Secretario General como la mía era la de agrupar a todas las orga-nizaciones gremiales, de ten dencia peronista y nuestro mayor interés consistía en conseguir la adhesión de los sindicatos del azúcar, de la

construcción y de los mineros.

Fue una tarea muy dura compactar una unidad de criterios para que públicamente manifestaran su adhesión. Algunas organizaciones op-taron por situarse al margen de estos acontecimientos especulando con obtener alguna banca. Logramos con suerte vencer todas estas pequeñas dificultades y conseguimos un buen número de adhesiones.

Con motivo de la campaña electoral regresé nuevamente a Mina Aguilar, después de un año de alejamiento y lo hacía para reactivar la campaña proselitista en todo el distrito, mí tarea estaba encam inada en forma especial a los pobladores rurales, por lo cual fijé el “Cuartel General” en El Molino. La colaboración fue inmediata ya que toda la gente llevaba el peronismo bien arraigado en su corazón, que no andaba con mira-mientos cuando tenía que decir las cosas de frente. Su sinceridad era un espejo donde muchos de nosotros tendríamos que mirarnos cien veces. Yo que los conocía de tantos años de lucha me sentía pequeño ante la generosidad y la grandeza de esas pobres personas, pobres de dinero pero ricos y fuertes de espíritu.

La Mujer Peronista de El Aguilar no escatimaba esfuerzos para pro-veernos de mercadería y cosas para las comidas que disponíamos para esperar a la gente de la campaña para las reuniones o en ocasión del voto.

Al momento de postular candidaturas el Sindi cato de Mina Aguilar, pro-ponía para diputado provin cial a un minero y las 62 Organizaciones peronistas en elecciones de la rama gremial me designaba como can-didato a Diputado Nacional, pero por disposición del partido se dejó sin efecto siendo reemplazado por otro compañero obrero. La designación del candidato a diputado provincial por el S.O.M.A. tuvo muchas dis-crepancias con el sector político por no habérseles consultado a sus afiliados.

El C.A.N. (Común Acuerdo Nacional) promocionado por el gobierno fue contrarrestado por el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) bajo el slogan “Cámpora al gobierno, Perón al Poder” y se libró la batalla de las urnas el 23 de marzo de 1973 con un aplastante triunfo del Movi-

Page 76: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

148

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

149

miento Peronista que su peró el 70% de los votos. El peronismo llegaba al gobierno con el apoyo de más de siete millones de votos y con una plataforma política revolucionaria y popular.

La clase obrera lograría ser reconocida como tal por su esfuerzo, su trabajo, su sacrificio y cuando no por sus mártires y ahora tendría al menos el derecho de hacer oír su voz y reclamar sus derechos.

CAPITULO XXIII

JUNIO DE 1973 Y UNA DIstINCIÓN. Director Provincial de Trabajo

El 1º de Mayo se hace entrega del gobierno al peronismo en la provin-cia de Jujuy, asumen el Ingeni ero Carlos Snopek y Alfredo L. Benítez con mayoría ab soluta en la Legislatura.

El nuevo gobierno procede a la designación de sus funcionarios entre los cuales se me asigna la Dirección Provincial del Trabajo, cargo que asumo en el mes de Junio de 1973.

Mis conocimientos gremiales y las relaciones que había logrado esta-blecer con el movimiento gre mial de la provincia fueron los fundamen-tos de mi designación. Guiado siempre por los postulados del pero-nismo y con el anhelo de buscar un equilibrio justo entre el capital y los trabajadores visité a manera de inspección varios establecimientos industriales: la fábrica de papel, los ingenios azucareros, las entidades de la construcción, la de los madereros y los mineros. Conjuntamente con un equipo de profesionales y técnicos de seguridad industrial pro-venientes de la Capital Federal realizamos un estudio en la fábrica de papel y azúcar de Ledesma S.A.A.I., cuyas inspecciones aconsejaban la prevención y aplicación de medidas inmediatas para resguardo de sus operarios.

Los excesos de calor, mido, polvos y otros factores que eran perjudi-ciales para la salud del trabajador viciaban los ambientes de trabajo, con el consiguiente peligro en la salud del obrero.

El propósito de estas inspecciones era advertir a los industriales sobre la ventaja de la seguridad y de la vigencia de la nueva Ley Nacional sobre Seguridad e Higiene Industrial. Nuestro propósito era insistir en mejorar los ambientes y convertirlos en lugares seguros y limpios, que a la postre resultarían más económicas a las empresas evitando una serie de inconvenientes que culminaban en juicios en los tribunales,

Page 77: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

150

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

151

que luego debían pagar.

Las empresas no entendieron o no quisieron interpretarnos y comenza-ron a cuestionar nuestros objetivos.

De la misma manera realizamos inspecciones en los establecimientos mineros por naturaleza riesgosa. Empezamos por Mina Aguilar, no se mire esto como un acto de revancha sino por ser el establec imiento mejor equipado del país, con un sistema de explotación moderno, con-tando además con personal altamente capacitado en el ramo. El equipo de inspección contaba con una variedad de instrumentos apropiados para determinar polvo en suspensión, corriente de aire, gases, ruido, etcétera que permitieron luego un dictamen técnico completo.

Nos acompañaron en esa oportunidad un decano de la Facultad de Medicina de Trabajo y personal profesional y técnico de la empresa. Durante mi actividad sindical había realizado diversas in specciones al interior de la mina, y conocía las deficien cias técnicas en seguridad e higiene, y de como la empresa se las arreglaba para evitar que es-tas sean verificadas en las inspecciones oficiales, por lo general se suspendía en estos casos la explotación para que no se observara la abundancia de humos y gases prov enientes de voladuras, y en algunos casos se nos mostraban solamente los mejores parajes donde todo marchaba bien.

Para realizar una inspección integral había que recorrer aproximada-mente 45 kilómetros de galerías de 18 niveles y con una profundidad de 500 metros de pique y una red de parajes, comunicaciones, ascensos y descensos por escaleras de madera y con algunos pasajes tan estre-chos que apenas pasaba el cuerpo de un hombre y en medio de una atmósfera viciada de polvo y humo. Indudablemente esto nos hubiera llevado mucho tiempo por lo que en tres días logramos sacar varias muestras de diferentes secciones de trabajo que nos permitieron hacer una evaluación.

Luego nos trasladamos a Mina Pirquitas donde uno podía constatar las condiciones desastrosas en la que el obrero estaba continuamente expuesto, no a las afecciones de los ambientes nocivos sino expuesto

a los riesgos físicos directos por falta de orientación técnica en mate-ria de seguridad que las estadísticas de accidentes marcaban cifras alarmantes y en lo que hace a las enfermedades profesionales pesaba sobre ella un decreto del Ministerio de Trabajo de insalubridad.

El equipo volvió a Buenos Aires para analizar los datos recogidos en la inspección y evacuar un informe completo. El mismo fue publicado en un libro de la Universidad de Buenos Aires. El informe no era nada grato para las empresas.

A pesar del corto tiempo que me llevó a desempeñar la cartera de Tra-bajo pude desarrollar una amplia actividad que me permitió llegar a todos los lugares de la provincia, para atender los problemas perso-nalmente. Propiciaba el respeto recíproco entre patrones y obreros y no estaba dispuesto a consentir excesos de ninguna de las partes. Si bien era cierto que mi designación fue el fruto de la petición obrera, ello no me inhibía a defender en algunos casos a los patrones cuando eran objeto de presión indebida.

Buscaba ansiosamente un diálogo comprensivo basado sobre el cono-cimiento profundo del problema pero a veces chocaba con actitudes insólitas por cualquiera de las partes.

Las condiciones de vida, vivienda, y salubridad en los ingenios no eran aceptables. En el caso de Ledesma por ejemplo había una población flotante cercana a los cuarenta mil habitantes en su mayoría depen-dientes de esa empresa, era en verdad un inmenso complejo y con el lógico descuido a la atención de las elementales necesidades. La desi-dia de la empresa se basaba en que no había autoridad que la hiciera cumplir con sus com promisos con la comunidad que había constituido. Aguilar y Ledesma eran el paralelo industrial de mayor importancia en la provincia y consecuentemente focos de mayor gravitación en lo gre-mial y político. Sobre la Dirección de Trabajo convergían las presiones de una y otra parte.

Page 78: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

152

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

153

CAPITULO XXIV

LA LEY UN CULtO EN MI VIDA

Como gremialista a cargo de una función de gobierno me encontré frente a fuerzas que no estaban dispuestas a otorgar concesiones. No eran pocas las or ganizaciones ni los trabajadores que habían recurrido a los Tribunales para dirimir sus pleitos. La Justicia de los Tribunales era lenta y agotadora, cuando lo hice notar fui amenazado de ser que-rellado si no me retractaba. Había hecho de la Ley un culto aunque consideraba que toda ley de tiempos posteriores al 55 y 73 no eran le-yes propiamente obreras, pero desde la función de director de Trabajo debía hacerlas respetar.

Fue así que solicité que la empresa Aguilar diera cumplimiento a la Ley 16.544 sobre jornada legal de trabajo en conformidad con su regla-mentación. Esto sig nificaba que la citada empresa debía regular el tra-bajo de horas extras que de acuerdo a las planillas que presentaban en lugar del denominado “Registro Único” de trabajadores excedían muy por encima del límite autorizado por la ley.

Se pedía que todo trabajo de horas extraordinarias debía convenirse con los trabajadores para evitar una distorsión de los conceptos que defendía la Ley en su aplicación como los que señalaba su doctrina. La Ley autorizaba hasta 30 horas extras mensuales como máximo, en El Aguilar se duplicaban hasta triplicaban las horas normales.

Las horas extras en El Aguilar habían llegado a constituirse en un medio de especulación económica de la empresa que esclavizaba el hombre a la máquina con la consiguiente disociación de la familia. El obrero se encontraba dependiendo del salario extra que no lo ubicaba en la reali-dad económica que padecía debido al bajo salario que percibía.

Existía material científico que explicaba las desventajas que el exceso de trabajo producía en el organismo obrero, provocándole inexorable-mente la fatiga. Además la prestación de horas extras era difer ente en

las distintas tareas. Las condiciones en que desarrollaba su tarea un minero expuesto a múltiples riesgos, a las inclemencias del tiempo y otros factores que eran muy diferentes a las tareas extras que se desa-rrollaban en ambientes cerrados con luz y sin riesgos graves. En otras palabras era muy diferente el trabajo del minero que cumplía su labor colgado de la cintura perforando una roca y sin más luz que su lámpara y en la intemperie, que un empleado de oficina.

Entendía que por todo ese trabajo debía ser mayormente compensado el obrero.

Gran parte de los accidentes era consecuencia de la fatiga provocada por el esfuerzo físico exagerado y que por encima de todo interés y convención estaba la preservación del hombre y la seguridad de su familia. El exceso de trabajo más allá del límite humano tenía implican-cias desastrosas en lo social.

Se ponía en juego así la disociación de la familia. La empresa no com-prendió y contestó con la suspensión espontánea de todo trabajo extra aduciendo que la Dirección Provincial del Trabajo no lo permitía, cosa que era totalmente falsa. Los obreros al cobrar la primera quincena sin horas extras recién se dieron cuenta de lo poco que ganaban. Sus remunera ciones habían bajado a más del 50% y el salario promedio de un obrero capacitado y con más de 10 años de antigüedad apenas llegaba a igualar el salario mínimo de un peón de construcción.

Expliqué a los trabajadores que el único dador de trabajos extras era la empresa. El sindicato como autoridad solo podía controlar que ese trabajo no fuera aplicado con excesos. Los obreros comprendieron y reconocieron que la empresa si quería trabajo extra debía convenirlo con los mismos trabajadores y a través de su sindicato. Quedaron a la espera seguros de que la empresa necesitaba de esa colaboración. Lejos estaban los obreros de imaginar que este incidente brindaría a la empresa un motivo para llevarlos al campo político.

Aparte de suspender totalmente las horas extras, procedió a suspen-der los servicios en todos los órdenes de la actividad social, tal como el transporte para la actividad deportiva de los domingos y feriados que

Page 79: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

154

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

155

realizaba la Liga de Fútbol, como modificar el horario de las funciones cinematográficas, y lo que era más importante el horario de atención en las proveedurías impidiendo a los obreros adquirir los elementos útiles a sus necesidades.

Aun pese a todas estas innovaciones arbitrarias y unilaterales los obre-ros soportaron estoicamente, a lo que la empresa para provocarlos modificó el horario de ciertos turnos de trabajo sin su participación.

Esto colmó la medida y el Sindicato en una muestra de buena voluntad conminó a la empresa a dejar sin efecto esa alteración en las normas de trabajo que según el Convenio Colectivo de Trabajo en vigen cia de-bía hacerse conviniendo ambas partes.

La empresa hizo caso omiso de la Convención y el Sindicato recurrió a plantear esta situación en la Dirección Provincial del Trabajo.

Conociendo el problema citó a las partes para que buscaran una forma de arreglo mostrándose la empresa muy renuente a toda solución y negando la modificación de horario.

Muy por el contrario existía una agresividad notoria del Sr. López quien pretendía culpar de este problema al Gobierno de la Provincia, era evi-dente la intención de la empresa de provocar un conflicto y afectar al Gobierno como responsable. Frente a la negativa de la empresa de buscar un arreglo el sindicato solicitó una inspección en los lugares de trabajo afectados.

Ante esta solicitud me trasladé a Mina Aguilar a verificar las denun-cias y conjuntamente con los jefes de cada sección comprobamos las modificaciones en los horarios. Labramos las actas respectivas y las expuse en reunión de las partes.

Ante la evidencia de las infracciones cometidas la empresa no varió su actitud y lo curioso era que el resto de la representación patronal intenta-ba arribar a un arreglo pero era interferido por Eduardo López. Entonces comprendí que existía un juego sucio de la empresa de llevar a los traba-jadores a una huelga y aparecer como víctima del Gobierno provincial.

Ante el cariz que tomaba esta situación propuse a las partes que man-

tuvieran reuniones informales en otro lugar y que de llegar a un acuerdo nosotros lo ratificaríamos. Hice esto para evitar que mi presencia fuera un factor de presión.

Después de varios días no llegaron a un acu erdo, la empresa sostenía que no había conflicto alguno con el Sindicato. Solicité se expresara en acta esta manifestación de la empresa lo que así se hizo y la Dirección Provincial del Trabajo procedió a suspen der las deliberaciones.

Las representaciones de ambas partes se reti raron asumiendo desde ese momento su propia re sponsabilidad y liberando a la Dirección Pro-vincial del Trabajo de tal compromiso.

Page 80: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

156

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

157

CAPITULO XXV

LOs tRABAJADOREs DE MINA AgUILAR OtRA VEZ DE HUELgA

Habían transcurrido varios días de la última reunión entre las repre-sentaciones de Mina Aguilar cuando fui llamado de urgencia a la Casa de Gobierno. Como el ingeniero Snopek se encontraba en Buenos Ai-res, fui recibido por el escribano Alfredo Benítez interino en la función y el Ministro de Hacienda, quienes me comunicaron la novedad de que en Mina Aguilar se había producido una huelga y debía intervenir en forma inmediata.

Expliqué a ambos funcionarios de todos los an tecedentes de mi gestión y el desconocimiento del dif erendo por parte de la empresa, resultando además que mi actuación no garantizaba una imparcialidad en las nego-ciaciones debido a mi larga militancia sindical en ese establecimiento.

Aconsejé el envío de otra persona como medi adora siempre y cuando fuera la empresa quien denun ciara el conflicto, ya que hasta ese momen-to no existía tal cosa de ninguna de las partes. En eso me comuni caron que la noche anterior se había producido un principio de incendio en una carpintería de la empresa y que efectivos de la Policía estaban acuartela-dos en Humahuaca esperando órdenes de marchar sobre la mina.

Serían aproximadamente cerca de las 12 horas cuando se recibió no-ticia de un enfrentamiento de obreros con gendarmes que dejó como saldo ocho heridos de bala.

La tensión creció en la gobernación por tan delicado problema, en esos momentos concurrieron oficiales del ejército para recabar información a los que entregué el expediente donde constaban todas las actuacio-nes llevadas a cabo por la Dirección Provincial del Trabajo.

Los hechos de sangre me preocuparon mucho y viendo la falta de de-cisión por parte de las autori dades decidí viajar inmediatamente a Mina Aguilar, me acompañaba un Inspector de Trabajo y un miembro del

S.O.M.A. que se encontraba en forma circunstancial en Jujuy. A medio camino encontramos las ambulancias que transportaban a los heridos, siendo informados por las enfermeras de la magnitud de los hechos por lo que apuramos el viaje.

Al llegar al Molino pudimos ver algo de los destrozos y vehículos aún humeantes por los incidentes ocurridos en la mañana.

Eran las 19 horas cuando arribamos al Sindicato donde algunos diri-gentes me informaron ligeramente de los hechos y me solicitaron con-tinuar hasta Veta Mina, más precisamente al estadio.

Efectivamente en un estadio de grandes propor ciones se encontraba reunido casi todo el pueblo en medio de un grito ensordecedor, alum-brados por una lámpara petromax ubicada cerca del conjunto de jefes administrativos, que en número de seis estaban senta dos y rodeados por los obreros. Entre los administrati vos se encontraban entre otros el Superintendente general, su asistente, el Superintendente de Sección Veta, dos técnicos y Eduardo López.

El clima era tenso y sumamente delicado. Había que actuar con suma prudencia, los administrativos demostraban un estado de desespera-ción como también los dirigentes gremiales.

Solicité calma tratando de esforzarme hasta que poco a poco se hizo silencio lo que me permitió explicar que el Gobierno estaba muy pre-ocupado por los hechos ocurridos y que era necesario buscar una so-lución inmediata.

La gente empezó a expresarse en forma vi olenta, criticando la actitud intransigente de la empresa que no quiso evitar el conflicto y que por lo tanto nadie saldría del estadio si no se daban respuestas al petitorio presentado por la Asamblea.

Fueron muchas las voces que apoyaron esa exigencia como principio de arreglo. Yo no estaba dispuesto a tolerar más arbitrariedades de la empresa por cuya culpa se encontraban ocho compañeros baleados en el Hospital, uno en estado grave.

La Asamblea pidió que allí, en presencia del pueblo la empresa apro-

Page 81: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

158

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

159

bara el pedido. Aclaré que todo acuerdo en estas circunstancias haría que la empresa adujera haberlo firmado bajo presión y para no correr el riesgo de sus vidas.

La Asamblea temía que saliendo del estadio todo quedara en la nada, que no había ninguna garantía. Manifesté que asumía ese compromiso ante la crítica situación. La Asamblea dudó y finalmente accedió al pe-dido dando una hora de plazo.

Casi a los gritos pedí a los trabajadores que el petitorio debía tratarse en un lugar neutral fuera de toda presión moral y que era necesario sa-car a los adminis trativos para que estos juntamente con los dirigentes gremiales discutieran sobre un arreglo.

Expliqué que una hora no alcanzaba para tratar todos los puntos del petitorio. La Asamblea prorrogó el plazo hasta horas 23 resaltando que no se hacían responsables de lo que sucediera si no se cumplía con ese plazo.

Eran las 21,40 cuando saqué a los administrati vos y los conduje al des-tacamento policial. Se había roto la tensión de los “gringos” y respira-ban con alivio y seguridad. Habían permanecido como rehenes du rante nueve largas horas.

Reunidos en el Destacamento Policial, hablé con el Ingeniero Cadario y le pedí su mejor predisposición para arribar a un acuerdo dentro del breve plazo que disponíamos. Como primera medida el citado Ingenie-ro excluyó de estas tratativas a Edu ardo López abocándonos a nego-ciar los ocho puntos presentados en el petitorio: aumentos de salarios, mejoras en la asistencia médica, construcción de vivi endas, el retiro del Sr. López y el Ing. Lozano y otros temas.

Solicité en forma separada a las partes cedieran en algo sus posicio-nes y que se discutiera en forma pacífica para lograr un acuerdo. Así lo comprendieron y llegamos, a formalizar el mismo. Aunque era de esperar no se logró aprobar tal cual la petición de la asamblea, pero estaba dispuesto a correr el riesgo. A esa altura de la discusión arriba-ron el Subsecretario de Gobierno, el Secretario General de la C.G.T. y el

Dr. Snopek asesor gremial quienes conjuntamente con el Comandante de Gendarmería Nacional del desta camento La Quiaca y oficiales de la Policía de la Provincia refrendaron el Acta Acuerdo en cuyo último artículo se aclaraba que el mismo quedaba a referén dum del Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Gobierno de la Nación.

Cumplido este trámite dispuso que los Señores administrativos fueran conducidos a sus domicilios y yo fui a hacer conocer el resultado de las negocia ciones. Era de imaginar lo que podía suceder si los obreros no aceptaban el 75% de aumento. Decidido a todo entré a la Asamblea y di lectura al acuerdo. Una silbatina y abucheo salió de las tribunas aún a oscuras, no vacilé y a gritos para acallar los silbidos que de a poco logré, les hice comprender que ese 75% salió como fruto de una nego-ciación se había llevado a cabo en un lugar libre y ante autoridades de la Provincia como de Gendarmería Nacional.

Exalté el sacrificio de los obreros heridos y solo la prudencia podía ha-cer que esa sangre no hubiera sido derramada en vano. Los obreros escucharon para luego irrumpir en aplausos. Luego hablaron los diri-gentes del S.O.M.A. y el Secretario General de la C.G.T., remarcaron la lucha de los sacrificios para conseguir un poco de justicia.

Pasadas las horas de tensión exhorté a la tran quilidad y a regresar a sus hogares. Muchos obreros lloraban de emoción, otros mientras la Asamblea aplaudía se abrazaban.

Era realmente un acto emocionante que yo me mordí los labios para con-tener algunas lágrimas re beldes que comenzaban a rebasar mi serenidad.

Terminaba el día 7 de Noviembre de 1973 y desde las 6 de la mañana hora en que me levanté para ir a mi trabajo, no había probado bocado, por lo que decidí bajar a El Molino a comer algo no sin antes despedir-me de los trabajadores.

Durante la cena me interiorizaron de todos los incidentes previos a la huelga y la forma en que se desarrollaron los hechos que alarmarían al país, mov ilizando los niveles más altos del Gobierno y que la prensa nacional denominara en grandes titulares como “El Aguilarazo”. Nume-

Page 82: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

160

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

161

rosas agrupaciones obreras y políticas adhirieron, otras agrupaciones de extrema izquierda se la adjudicaron como propia.

Pero quiero narrar los hechos de acuerdo a la información que he reco-gido de los trabajadores.

CAPITULO XXVI

EL AgUILARAZO. Producto de provocación de la empresa

Luego de la última reunión de las partes en la Dirección Provincial del Trabajo la empresa invitó al Sindicato a continuar las tratativas en el establec imiento. El sindicato aceptó pero sin conseguir nada positivo de todas las reuniones existiendo un gran malestar por parte de los obreros sobre mejoramiento de salarios, falta de médicos, y la mala atención del hospital como así también la escasez de viviendas (en 1970 cuando salí trabajaban 1200 obreros, en 1973 ese número subió a 1700 y la empresa había construido no más de 1 ó 2 corridas con 7 viviendas cada una). Lo que obligaba compartir la vivienda a matrimo-nios con solteros.

Ante esta situación se convoca a una reunión de delegados a horas 17, pero todos los obreros concurren espontáneamente transformándose la reunión en una Asamblea donde se solicita una mayor firmeza en los planteamientos a la empresa. Se decide agotar un trámite más desig-nando una comisión integrada por dirigentes sindicales y obreros pro-puestos en la asamblea para entrevistar al Gerente General en persona y solicitarle reconsidere la actitud de la empresa y evitar la adopción de medidas de fuerza por parte de los obreros.

El estado de ánimo de los trabajadores resaltaba indignación y las di-rectivas encomendadas a esta comisión omitían comentarios.

La Gerencia los recibió con la amabilidad de siempre pero rechazó la petición aduciendo el “Pacto Social” recién firmado por el Gobierno nacional que les impedía tratar aumentos y además porque la oficina de Buenos Aires no los autorizaba a tratar nada.

El Sindicato dejó en claro que los obreros querían tratar con la gerencia del establecimiento donde trabajaban y no con Buenos Aires y si ésta no tenía facultades para resolver los problemas de Mina Aguilar a los

Page 83: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

162

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

163

trabajadores no les quedaba otro recurso que la huelga. A esto el Sr. López contestó “que si querían hacer una huelga, les invitaba a hacerlo que miedo no tenían”.

Esta respuesta fue expuesta a los trabajadores en la Asamblea provo-cando la reacción lógica de cretando el estado de alerta y aprobación de una huelga activa a partir de las horas 10 de la mañana del día 6 de Noviembre de 1973.

Esa noche a horas 20 se produjo un principio de incendio en los can-chones de madera de la carpintería de Sección El Molino que no se propagó gracias a la oportuna intervención de los trabajadores que dominaron con mucho esfuerzo el siniestro. No pudo esta blecerse el origen del incendio, pero no eran pocos los que comentaban que la empresa provocó el mismo para llamar la atención de las autoridades y lograr su intervención a manera de atemorizar a los obreros, en víspera de una huelga.

Al día siguiente todo el mundo entró a trabajar a las 8 de la mañana como de costumbre, cuando a horas 10 sonó la sirena los trabajadores abandonaron los talleres concentrándose frente a gerencia mientras otros grupos marchaban a la usina para pararla.

En Veta Mina también a esa hora hicieron abandono de tareas y conver-gían a la oficina personal para buscar un arreglo con los directivos, pero éstos al ver venir un grupo numeroso de trabajadores se encerraron con llave. Fue en vano la insistencia para hablar con uno de ellos, lo que mo-tivó que uno de los trabajadores tirara al interior por una ventana una es-topa encendida, cuyo fuego se propagó rápidamente mientras que por el otro extremo del edificio se escuchaban explosiones de dinamita.

Esto hizo que los directivos salieran y a medida que lo hacían fueron tomados por los mineros siendo conducidos a la secretaría del Sindi-cato, entre los directivos se encontraba el Ing. Delfor Cadario, Gerente de Veta Mina quien fue el más vapuleado y repudiado: el ingeniero no vaciló en culpar a Eduardo López y hacerlo responsable directo y único de no llegar a un acuerdo con el S.O.M.A.

Los obreros escucharon atentamente para luego disponer la compa-rencia de Eduardo López en Veta Mina comisionando a un grupo de obreros a bajar hasta el Molino inmediatamente y llevarlo sea como sea. El grupo que se brindó era numeroso, cerca de 300 miembros marcharon a El Molino de a pié por el camino del cable carril. Entre Veta Mina y el Molino hay una diferencia de altura de 700 metros y 4 kilóme-tros de distancia, por este camino.

Al llegar a El Molino otro grupo de obreros solicitó calma a sus herma-nos mineros pero la decisión estaba tomada y no tuvo mas remedio que sumarse y continuar hasta el campamento administrativo (Staf) y buscar a Eduardo López preguntando casa por casa.

En esta tarea estaban cuando el grupo se dio con el Comandante de Gendarmería vestido de civil quien les interceptó armado de una pistola y sin mediar palabra disparó contra el grupo a mansalva oca sionando la caída de varios obreros, al acabarse las balas salió corriendo. El resto de los obreros reaccionó y corrió tras él, que buscaba refugio en las casas donde podía abrir una puerta. Los mineros le arrojaban una “plancha” (carga de dinamita) a esa casa y volvían a correrlo hasta que lo alcanza-ron propinándole una feroz paliza que le hizo perder el conocimiento.

El ruido de los disparos y las dinamitas, como así también el traslado de los heridos al Hospital desató la furia de los trabajadores que em-pezaron a apedrear las ventanas de gerencia, arrasaron con las insta-laciones del Club Social y algunas secciones de trabajo, y volvieron a incendiar todo vehículo que se encontraba cerca: la violencia se había generado de tal forma que nadie pudo atreverse a pararla.

La bronca acumulada tanto tiempo, sus ocho compañeros heridos, transformaron esa paciencia y esa humildad en una iracundia exaltada y furiosa que los llevó a un estado inconsciente convirtiéndolos en má-quinas demoledoras incapaces de detenerse.

Todo fue violento y veloz como un huracán devastador que sólo deja estragos a su paso.

El grupo que perseguía a Eduardo López dio con el escondido en uno

Page 84: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

164

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

165

de los dispensarios del Hospital, un dirigente sindical entró a sacarlo y luego de explicarle los motivos por el cual lo buscaban, lo pusieron a la cabeza de la columna de todos los obreros para que marchara rumbo a Veta Mina de a pie. Uno de los trabajadores se le acercó y preguntán-dole si era argentino le hizo cargar el mástil con la bandera argentina.

La marcha fue fatigosa en medio de recrim inaciones, gritos de repudio e insultos hasta llegar a Veta Mina, donde fue puesto conjuntamente con los otros directivos. Mientras tanto dirigentes gremiales conmina-ban al Gerente General Mr. Sanson, a sus asistentes: Ralph Flow y Las-cio a reunirse con el resto de los directivos y tratar el petitorio cuanto antes.

Como no tenían otra alternativa concurrieron siendo tratados correcta-mente. A todo esto habían comunicado al Gobierno la solicitud de una autoridad para certificar el acuerdo. Fue allí, en el estadio de Veta Mina donde los encontré.

Las derivaciones que provocó “El Aguilarazo” en el gobierno nacional fueron sorprendentes. El pacto social, recién nacido había sido golpea-do severamente y no se corría el riesgo de su ruptura si el Estado per-mitía la vigencia del acuerdo. Aparte la empresa por intermedio de su embajada de “EE.UU.” exigía al Gobierno una investigación exhaustiva de los hechos de violencia y el castigo de sus autores. La Compañía Minera Aguilar verdadera provocadora y única cau sante del “Siniestro Aguilarazo” pedía esa “Investigación” para ejemplarizar a los trabaja-dores mineros.

CAPITULO XXVII

ADRIÁN sÁNCHEs: Su vida por la dignidad de sus compañeros

COMPAÑIA MINERA AgUILAR: Actitud desleal con sus obreros y con el país

Luego de las incidencias del acuerdo y firma, al tercer día cité a am-bas partes que ratificaran el mismo, la empresa se negó rotundamente hacerlo por cuanto sostenía haberlo firmado bajo presión. Comuniqué esta novedad al Sr. Gobernador y anticipé que esa actitud podría des-encadenar nuevos hechos de violencia. El Sr. Gobernador puso en co-nocimiento del hecho al Gobi erno Nacional. Algunos días después sin comunicación oficial el Ministerio de Trabajo se hacía cargo del proble-ma anulando el acuerdo suscripto. Esta disposición nacional era otro atropello a nuestra autonomía provincial en vista de la pronta transfe-rencia de la Dirección Provincial del Trabajo al Ministerio de Trabajo de la Nación.

Tal como expresé el Ministerio de Trabajo anuló el acuerdo en razón de la vigencia del Pacto Social y luego de nuevas deliberaciones ante el Director de Delegaciones Regionales Sr. Canziani y con mediación del Sr. Ministro Dr. Otero se llegó a un acuerdo: la empresa reconocía a los obreros una bonificación por zona de $ 1.300 por día, se comprometía a la construcción de más y mejores viviendas, para sus trabajadores, asimismo se comprometía aumentar el plantel de médicos para una mejor atención y ampliar las instalaciones del Hospital pero se negaba al relevo de Eduardo López y del Dr. Renan.

Con este acuerdo quedó terminado el problema de Mina Aguilar. Quie-ro aquí hacer un acápite y narrarles que la empresa aludía que poner nuevamente en marcha el establecimiento demoraría varios meses, pues las explosiones de dinamita habían dañado parte del cable carril, un tablero del “chancho” (máquina trituradora), como así los planos

Page 85: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

166

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

167

del interior de la mina que se quemaron en el incendio de la oficina de ingeniería y rehacer les llevaría 3 ó 4 meses por lo cual la producción quedaría paralizada.

Esta novedad preocupó al Gobierno tanto nacional como provincial, al primero por no contar con plomo para el consumo interno lo que lo obligaría a importar al precio internacional por el cual peleaba la empre-sa, y al gobierno provincial por ver suspendida su regalía por el tiempo que durara la reparación. El problema era serio para el país.

A los pocos días de “El Aguilarazo” muere el obrero Adrián Sánchez, uno de los heridos en esa ocasión, lo que me lleva a comunicar al Sr. Gobernador mi preocupación y avisarle que me trasladaría a Mina Agui-lar en previsión de cualquier actitud que pudieran tomar los obreros con motivo de la muerte de su compañero. El Gobernador compartió mi preocupación por lo que salí rumbo a Mina Aguilar a media noche.

Al amanecer cuando llegaba a El Molino vi salir una columna de auto-móviles que me dio una mala espina pero no le di mucha importancia. Al llegar fui a la casa de un amigo para calentarme un poco y tomar un café cuando me comunicaron que todo el personal administrativo con excepción de un sólo médico habían abandonado el establecimiento sin aviso y con rumbo desconocido.

¡La empresa abandonaba la mina!

Esto no me cayó en gracia por cuanto los trabajadores no demostraron actitudes hostiles de ninguna naturaleza después de la huelga.

Los turnos entraron a trabajar como siempre, pero no tenían jefes ni directivos. Ante esta situación -insólita por cierto- fui sección por sec-ción de trabajo para exhortar a los obreros a continuar con sus tareas normalmente y que los capataces se hicieran cargo de la sección y donde no los había debía hacerse cargo el obrero más antiguo. En las secciones afectadas por la huelga hablé con los obreros a cargo de las máquinas dañadas para solicitarles las arreglaran.

En menos de 24 horas la mina y planta trabajaban a producción normal y sin el concurso de profesionales ni técnicos.

Se ponía al descubierto la falsedad y el engaño de la empresa de pa-ralizar la producción por un buen tiempo sin importarle absolutamente nada de las nece sidades del país.

Mientras tanto solicité al Gobierno para que por intermedio de la Direc-ción Provincial de minería colaborara con el envío de ingenieros y técni-cos para verificar los sistemas de seguridad del interior de la mina y el asesoramiento respectivo a los trabajadores. El escribano Benítez que se encontraba interinamente a cargo de la Gobernación envió el grupo solicitado y luego de una metódica inspección adujeron que el trabajo se cumplía sin ningún riesgo para los obreros ni para la mina.

Tampoco se dejó de atender a la población en alimentos y gas-oil. El Gobierno mediante comunicados por la prensa y la radio pedía a los técnicos de la empresa que como una contribución patriótica volvi eran a sus puestos de trabajo, pero ninguno de ellos mostraba su paradero.

El establecimiento marchaba y la producción había aumentado ligera-mente cuando recibí comunicación del Gobierno para retornar en forma inmediata. Así lo hice con el espíritu fortalecido por esa demostración de capacidad y patriotismo de los tra bajadores mineros que daban una muestra más de su servicio -aunque sea por breve tiempo- a los intere-ses del país y frustrar la maniobra hipócrita de la empresa.

De regreso a Jujuy informé de los detalles al Sr. Gobernador y continué trabajando en la Dirección Provincial del Trabajo. A pedido de las orga-nizaciones gremiales de la provincia, me habían propuesto Dele gado de Trabajo cuando se produjera la transferencia.

Este pedido quedó sin efecto al producirse el traspaso quedando sin cargo a lo cual no le di impor tancia, por cuanto creí haber cumplido con mi deber y sobre todo con mis compañeros: los trabajadores.

Page 86: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

168

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

169

CAPITULO XXVIII

AsÍ sE EsCRIBE LA HIstORIA

A partir del 1º de Enero de 1974 deambulé en varias reparticiones des-empeñando diversas fun ciones, algunas designadas oficialmente otras no, lo que demostraba que el Gobierno Nacional no avalaba mi perma-nencia en la función pública de Jujuy. Estaba tildado de extremista. Ni el Movimiento Nacional Justicialista en cuya cúspide figuraba un jujeño que era Senador Nacional y Vice Presidente 1ro. no pudo o quiso hacer nada para retirarme esa calificación. Porque a todos les constaba mi militancia, conducta y disciplina peronista. Por mi parte no quise hacer nada esperando que el tiempo pusiera las cosas en claro, además a esa altura tenía mis dudas sobre la existencia de un peronismo ver-dadero y auténtico cuya plat aforma política había llevado a las masas obreras a ungirlo en la primera magistratura. A la muerte de Perón la decadencia del Gobierno estaba implícita en todos sus actos contra la clase obrera, enormes es pacios eran ocupados por sectores de dere-cha y enconados enemigos de las reivindicaciones sociales. Personal-mente se sentía incómodo en la función de gobierno al que represen-taba extraoficialmente. Lo hacía principalmente por colaborar con el Ing. Snopek a quien consideró siempre un hombre honrado, modesto y sobre todo muy trabajador.

También sabía que con motivo de “El Agui larazo” el Ing. Snopek había sido seriamente cues tionado, solo su larga y meritoria labor en la exis-tencia del peronismo de la zona hizo que se respetara a nuestra provin-cia de ser intervenida. Pero quedaba la estigma y la desconfianza del poder central, que en el futuro hacía difícil su administración.

El Ing. Snopek, me tenía en el Gobierno aún en esas condiciones, tal vez por mi vocación al trabajo.

Pero volvamos a nuestro encierro que se aproxi maba a los seis meses sin tener noticias de cuándo podrían darnos la libertad, durante ese tiempo se habían producido muchas.

Los detenidos, en su mayor parte, eran residentes de la ciudad capital, algunos de Ledesma y otros de Mina Aguilar.

A todo esto había sido sometido a tres interroga torios, dos por el ejér-cito y uno por Gendarmería.

El motivo siempre el mismo: si se encontraba en El Aguilar durante la huelga, interrogatorios que se hacía al resto de los mineros.

Se preguntaba de la existencia de “Comandos” o “Brigadas”, si sabía-mos de las “Brigadas Rojas” del “Poder Obrero” o de personas extrañas al establecimiento que suponían autores y ejecutores de la violencia.

No podían o no querían convencerse que “El Aguilarazo” fue pro ducto exclusivo de la empresa que los provocó y lue go desafió a los obreros sin medir las consecuencias ni prever que pudieran ser rebasados totalmente.

Después de tres años de ocurridos esos hechos estábamos encarce-lados como responsables de todos los destrozos y calificados de sub-versivos. Así se escribe la historia.

AVELINO BAZÁN San Salvador de Jujuy, 29 de septiembre de 1976

Los manuscritos que hoy salen a la luz en este libro fueron realizados por Avelino Bazán desde su cautiverio, en la cárcel de Gorriti, desde donde posteriormente fue trasladado a La Plata.

Page 87: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

170

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

171

Más nadie se crea ofendidopues a ninguno incomodoy si canto de este modopor encontrarlo oportunoNO ES PARA MAL DE NINGUNO SINO PARA BIEN DE TODOS.

Pues son mis dichas, desdichas la de todos mis hermanosellos guardarán ufanosen su corazón mi historiaME TENDRÁN EN SU MEMORIA PARA SIEMPRE MIS PAISANOS

MARTÍN FIERRO

Avelino Bazán con su sobrina Dina Cardoso.

Page 88: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

172

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

173

1. Foto Avelino Bazán y militantes en recorrido a lomo de burro por los cerros en Jujuy.

2. Mural sobre Avelino Bazán realizado por la artista plástica Alicia Faltraco

3. Avelino Bazán en acto gremial como Secretario del Sindicato Obrero Mina Aguilar-S.O.M.A.

4. Escuela Avelino Bazán localidad Baliazo – Humahuaca - Jujuy

1

2

3

4

Page 89: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

ANEXO

Page 90: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

AVELINO BAZÁN

BREVE BIOGRAFÍA

Avelino Bazán nació el 17 de marzo de 1930 en la ciudad jujeña de La Quiaca. Asumió tempranamente su niñez y adolescencia, entre la es-cuela y el trabajo. Cuando tenía ocho años su familia fue expulsada de la mina El Aguilar por diferencias domésticas entre su hermana y la pa-trona, esposa del Gerente del establecimiento. Así, la familia Bazán fue trasladada compulsivamente, en un camión de carga que llevaba plomo y zinc, a la localidad de Tres Cruces. Estos atropellos eran frecuentes a los empleados que no acataran las disposiciones patronales.

A los 17 años Avelino comenzó a trabajar como tipógrafo de una im-prenta de La Quiaca, mientras entremezclaba actividades deportivas y relaciones sociales en los clubes. En ese tiempo, en el país gobernaba Perón y ya se percibía la evolución social de la clase trabajadora.

En 1947, de militancia peronista y por amistades de los clubes depor-tivos, Avelino Bazán consigue empleo como peón jornalero, donde ob-tuvo sus primeras experiencias políticas y gremiales, manteniendo las buenas relaciones con el Sindicato Obrero Mina Aguilar (S.O.M.A.). Afi-liado a la Unidad Básica Peronista, participa en la campaña proselitista que enfrentó a la fórmula Tamborini-Mosca.

En las épocas duras del gobierno de facto de Eduardo Lonardi, en que el movimiento obrero era intervenido y los sindicatos eran saqueados o entregados a los opositores. Las grandes empresas se convirtieron en nexo con la dictadura y los despidos a dirigentes sindicales y trabaja-dores se hacían frecuentes; en la localidad de Aguilar fue intervenido el sindicato, quedando acéfala la conducción sindical.

Luego de que varios compañeros, comprometidos con otros intereses, no aceptaran el cargo, Avelino Bazán quedó al frente de la conducción del sindicato. Desde 1958 hasta 1970 ocupó tres veces el cargo de

Page 91: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

178

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

179

Secretario General del S.O.M.A., luchando siempre por disposición de las bases.

Dentro de la Asociación Obrera de Minería Argentina (A.O.M.A), Avelino fue elegido en 1959 como Secretario General y, en 1961, como Secre-tario de Prensa y Propaganda.

El 30 de marzo de 1966 fue electo Diputado Provincial con mandato interrumpido por el golpe militar, pero que alcanzó para presentar el proyecto de Ley para la pavimentación de la Ruta Nacional Nº 9 y el proyecto de Ley para la creación de la Universidad Nacional de Jujuy.

Durante el gobierno peronista, en 1973, Bazán fue designado Ministro Provincial de Trabajo, cargo que ocupó desde junio hasta fines de di-ciembre, y al inicio de 1974 fue nombrado Secretario de Políticas Públi-cas de la Gobernación de Jujuy.

A cuatro días del golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976 Avelino Bazán pierde su libertad y es trasladado a la Cárcel de Gorriti. Allí re-dacta el manuscrito de “El por qué de mi lucha”, relato donde detalla las vivencias políticas sobre las estrategias de las gestiones de gobier-no y la articulación de temas gremiales, matizado por la puja de intere-ses económicos y corporativos de las multinacionales.

Después de soportar la cárcel de la provincia de Jujuy, fue trasladado a la Unidad Penitenciaria Nº 9 de La Plata, Provincia de Buenos Aires. En cautiverio escribe su segundo libro “Voces del Zocavón”, relatos de corte artístico que fueron mantenidos ocultos por su familia, publica-dos con posterioridad a su desaparición.

Pasados dos años, recupera su libertad en junio de 1978 y regresa a su provincia, con las consecuencias de haber vivido bajo tormento carce-lario. Cuatro meses después, el 26 de octubre de 1978 es secuestrado en pleno centro de la ciudad de Jujuy.

Hoy es un compañero desaparecido por el solo hecho de luchar en defensa de los derechos humanos y la dignidad de sus hermanos, los trabajadores de la minería.

Actualmente, al cumplirse 33 años de su desaparición, toda su familia

reclama justicia real y esclarecimiento de todos los hechos. Manteniendo viva su memoria, se realizó el 26 de junio de 2007 la presentación en la Honorable Cámara de Diputados de la Nación de la Resolución Par-lamentaria (expediente nº 3212-d-2007) que nombra a Avelino Bazán como gestor y promotor de la creación de la Universidad Nacional de Ju-juy; y de transformar las asociaciones mineras en sindicatos en defensa de los trabajadores, como así también de la actividad minera nacional.

Page 92: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

CARtA A MI tÍO DEsAPARECIDO

Querido y extrañado Tío:

Hace 35 años que no hablamos. Hay entre nosotros 35 años de silencio obligado, en los que no pude contarte todo lo que pasamos ni bien te llevaron, el temor que tuvo mi mami, “La Chinita”, tu hermana menor. Supimos, no sé cómo, que estuviste preso, y luego que te liberaron compartiste conmigo ese, que muy tarde me daría cuenta, sería tu últi-mo viaje que fue a la ciudad de La Quiaca (Jujuy) a visitar a mi abuela. Desde aquel 26 de Octubre de 1978 no supimos más nada de vos.

No sabes cómo te extrañamos todos. Mi tía Olga tiene la mirada larga y perdida, aún te espera, ahora ya rodeada de nietos, nietas, hasta biz-nietos ¡si estuvieras aquí cuanto los disfrutarías! Te buscaron todos. A la abuela nadie pudo decirle lo que pasaba contigo, falleció reciente-mente esperándote; que esas manos extrañas y negras en una noche te “chuparon” y te robaron el calor de tu familia.

Tío, demás está decirte que vos fuiste mi tutor en el colegio porque mis padres no alcanzaban a cumplir los requisitos para que pudiera ingre-sar a un colegio religioso, que yo deseaba. Y por si fuera poco abracé tu causa sin darme cuenta desde ya hace mucho tiempo, tal vez me transferiste desde niña el valor de TU LUCHA, que significaba soñar un país distinto, con justicia social, laboral donde los pobres fueran cada vez menos, un país que brinde igualdad de oportunidades. Esas co-sas que fuiste vos quien me las diste llevándome junto a ti cuando las situaciones lo permitían. Quiero contarte que durante mucho tiempo sentí que me había quedado en la acera, muy abajo; y mientras que el entorno iba en un avión supersónico yo no podía encontrar mi espacio, pero no era mi espacio personal, sino el de las ideas de justicia y digni-dad, en el colectivo popular. En ese país se dejaba gente sin trabajo se generaban más pobres, era lo que ahora sé es la política NEOLIBERAL,

Page 93: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MEMORIA EN MOVIMIENTO. VOCES, IMÁGENES, TESTIMONIOS.

182

AVELINO BAZÁN EL POR QUÉ DE MI LUCHA

183

donde las palabras que más se usaban era globalización y tercerización no había espacio ni para la Justicia ni para la Inclusión. Allí me convertí en delegada gremial para defender el derecho de poder trabajar y luego ya sin trabajo en PIQUETERA; allí empezamos a unirnos los pobres para intentar sobrevivir a esa crisis en todo sentido, tal es así que hasta a los jubilados les sacaban plata de su magro salario, a los trabajado-res estatales. A todos en general se había diezmado. También cerraron fábricas; entre ellas ALTOS HORNOS ZAPLA. Privatizaron todo, trans-formaron ciudades enteras en ciudades fantasmas, sin ferrocarril, entre ellos, los pueblitos del Norte Jujeño, esos que te vieron crecer y cuyos habitantes te votaron y apoyaron, quienes aún te quieren tanto. Nos dejaron sin estaciones de trenes y los pueblos empezaron a agonizar, a morir lentamente. Cayó tan bajo nuestro país, de tal manera que termi-namos pensando cómo hacer para alimentar los niños, y así surgieron los comedores, los merenderos, las ferias de trueque, etc. Cualquier forma de soportar esa difícil situación.

Fue aún más triste saber que así como te llevaron a vos también se llevaron 30.000 compañeros más en todo el país y que nos quedamos sin líderes, para colmo una guerra generada por un militar borracho de alcohol y poder, un tal Galtieri.

Sabés, estábamos solos y fue muy difícil seguir, pero ahora miro en perspectiva y sé que los 30.000 nos estuvieron guiando, hasta que lle-gara un compañero con muchas convicciones: Néstor Kirchner, quien nos dio la primera bocanada de justicia, cuando abolió la Ley de Punto Final y Obediencia Debida, y por primera vez entró a la ESMA, don-de supimos funcionó un centro de tortura y extermino y hoy funciona el Museo de la Memoria. Y, es más, ordenó bajar los cuadros de los genocidas, los cuales son juzgados y poco a poco van recibiendo su condena que, aunque lenta, llega, pero aún faltan sus cómplices civiles que, como bien vos sabés, están involucrados. También, igual que vos tío, que enfrentaste a la multinacional “Company Morgans & Associa-tion” explotadora de los trabajadores mineros; Néstor Kirchner enfrentó a las corporaciones mediáticas y económicas, y hasta realizó un boicot a Shell, en defensa de los intereses de la Soberanía Popular.

Luego, en un acto de grandeza y de amor nos permitió conocer a Cris-tina Fernández de Kirchner, quien logró imponer inéditas medidas so-ciales nunca esperadas como la movilidad jubilatoria por ley, ahora ya no tienen que esperar las ganas del Ejecutivo que les suba el sueldo a los viejos, ahora es ley y dos veces al año les sube el sueldo, la Asigna-ción Universal por Hijo para que los niños estudien y no tengan que tra-bajar desde chicos, un programa que se llama “Conectar Igualdad” por el que se entrega a cada alumno secundario una computadora portátil para estudiar, así está en igualdad de condiciones con los hijos de los que tienen mejores ingresos y tiene un computadora, una Asignación a las embarazadas para que se realicen los controles y cuiden su alimen-tación durante su embarazo, generó muchísimas fuentes de trabajo; financiando los pequeños emprendimientos.

Con mucho sacrificio del pueblo argentino se pagó la deuda externa y la interna, ya no estamos endeudados.

De que falta, seguro que sí, falta pero se está haciendo y mucho para seguir consolidando el Modelo nacional, democrático, popular y lati-noamericano con ese que vos y los demás compañeros soñaron, por-que no hay soluciones individuales sino las del colectivo popular, las soluciones están en la construcción horizontal, en las llamadas bases o entramado barrial. Eso y tantas otras cosas más aprendimos y con-tinúo con ese legado tuyo, que ya me es propio; reivindico tu nombre AVELINO BAZÁN y tu lucha en cada libro que dejaste escrito; no solo para la familia sino para todos los argentinos.

Cuando el 27 de Octubre del 2010 el comando celestial llamó a Néstor, salimos a la calle centenares de miles de millones de jóvenes, mujeres y trabajadores, nos hicimos visibles y aunque doloridos le dimos fuer-za a Cristina, así como la sociedad se les entrega a ustedes cada 24 de Marzo, fuimos a decirle: “Fuerza compañera no abandone la lucha, aquí estamos sus soldados”, y es así como nos sentimos, militantes igual que vos.

Tío Avelino aún te lloro, te espero, aún me duele que no estés aquí con nosotros, aún desconozco dónde llevarte una flor, aunque sé que estás

Page 94: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

en cada rostro joven, en cada trabajador, en cada cántico, en cada acto estás cada vez que decimos: ¡Viva Perón! ¡Viva Evita!, gritás con noso-tros porque vos siempre fuiste y serás peronista.

Dina E. Cardoso

Sobrina de Avelino Bazán

24/03/2011

AgRADECIMIENtOs

Debemos agradecer la publicación de esta nueva edición del libro “EL POR QUÉ DE MI LUCHA”, cuyo autor ha sido Avelino Bazán, un militante de la provincia de Jujuy, autodidacta, gremialista, funcionario, legislador, padre de familia, pero sobre todo un ser humano con mucha dedicación social, principalmente a Néstor Kirchner, quien durante su presidencia instaló inéditamente como política de Estado los Derechos Humanos, para así iniciar el cierre a viejas heridas de nuestro pueblo; tarea que fue continuada por la Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner promoviendo las sentencias a los genocidas que llevaron a la Argentina a la dictadura militar más atroz de nuestra historia.

Destaco el gran grado de empatía con Juan Manuel Abal Medina, quien en su función de Secretario de Comunicación Pública de la Jefatura de Gabinete reivindica la lucha de los 30.000 desaparecidos a través de sus familias fracturadas, dolidas por el duelo ausente; tomando las ban-deras de aquellos que deseaban una Argentina Libre, Justa y Soberana.

Conjuntamente en esta ocasión debo agradecer con beneplácito a todas las organizaciones que promueven la defensa de los Derechos Humanos en el Norte Argentino; principalmente, la lucha para que las causas judiciales por delitos de Lesa Humanidad continúen haciéndo-se realidad institucionalizada en la Provincia de Jujuy por la “Comisión de Familiares de Detenidos – Desaparecidos” encabezada por una do-cente, Inés Peña, quien brega desde hace años por justicia, no solo por Avelino, sino por todos los desaparecidos en esta provincia Puneña.

La que suscribe, Dina E. Cardoso, sobrina de Avelino Bazán, y toda la familia Bazán, desea expresar al Pueblo Argentino su eterna gratitud a todos aquellos que, directamente o de algún otro modo, colaboraron en conservar la memoria de aquellos que hicieron grande a nuestro país, realzando los ideales peronistas en pos de reducir la brecha entre

Page 95: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

las clases, la defensa de los derechos de los trabajadores, los benefi-cios sociales, la educación y la igualdad de oportunidades para todos; esa es y será siempre base de la doctrina Peronista fundada por Eva Duarte y Juan Domingo Perón

Page 96: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

ÍNDICE

PRIMERA PARTE ¿QUÉ ERA Y QUÉ Es MINA AgUILAR?

17 I. Mi detención e inicio de un largo cautiverio.

20 II. A disposición del Poder Ejecutivo Nacional.

23 III. De niño aprendí a convivir con la injusticia.

26 IV. ¿Qué era y que es Mina Aguilar?

31 V. Año 1947: Peón jornalero y mis primeras experiencias gremiales y políticas.

35 VI. El incio de un duro camino: Secretario General del S.O.M.A.

38 VII. El S.O.M.A. presente en el 3º Congreso Minero y un halago: la Secretaría de Organzación de A.O.M.A.

42 VIII. Regreso a El Aguilar y la necesidad de Organzación del S.O.M.A.

45 IX. En el hermoso Valle de Río Negro con los trabajadores de la piedra, cal y granito.

50 X. De regreso a El Aguilar y de ahora en más: Una nueva actitud del S.O.M.A.1

54 XI. La Minería Nacional en un total olvido

57 XII. De Castaño Viejo en San Juan a la Mina Ethel en Mendoza.

61 XIII. La lucha por un Convenio Nacional para la minería extrativa.

66 XIV. Mi viaje Buenos Aires-Aguilar-Buenos Aires

71 XV. Frente a un Conflicto en Córdoba.

75 XVI. Frente a un difícil camino de organización.

78 XVII. En el socavón conociendo la dura tarea del minero.

81 XVIII. Por fin se lograba algo.

84 XIX. El porque de tantos esfuerzos,vencidos siempre, pero no derrotados.

87 XX. Ante un caso político digno de ser conocido.

Page 97: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

sEgUNDA PARtE AsÍ sE EsCRIBE HIstORIA

95 I. Año 1962: Nuevamente Secretario General del S.O.M.A.

97 II. La actitud hipócrita y cobarde de la empresa.

99 III. Sin dignidad y ni hablar de vejez

101 IV. El camino de la huelga como instrumento para hacer valer nuestros derechos.

104 V. Un plan estratégico para desorientar a la empresa.

107 VI. Los hombres, esclavos de las Instituciones.

108 VII. Horas 10 del día 10 de abril de 1964. Huelga por tiempo indeterminado.

111 VIII. La actitud firme y unánime de todo un pueblo.

114 IX. Una providencial llegada.

116 X. Con los compañeros de Veta Mina.

118 XI. Segundo día de Huelga.

120 XII. Ante una disyuntiva: levantar la huelga o seguir hasta las últimas consecuencias.

123 XIII. La mujer del minero:homenaje de amor y sacrificio.

125 XIV. Viernes 8 de Mayo de 1964: Mil obreros en un largo sacrificio por sus derechos.

128 XV. Adelante los mineros, los mineros de Aguilar...

131 XVI. Tilcara-Maimará. Una promesa como final a 33 días de huelga.

134 XVII. El S.O.M.A y una honra: Diputado provincial.

137 XVIII. Paro nacional y nuestra adhesión.

139 XIX. La mujer del minero en una muestra más de coraje.

141 XX. Por tercera vez Secretario General del S.O.M.A. y una persecución perversa.

144 XXI. El por qué de mi lucha.

146 XXII. Adiós a Mina Aguilar. Atrás quedaban 25 años, adelante un nuevo destino.

149 XXIII. Junio de 1973 y una distinción. Director Provincial de Trabajo.

152 XXIV. La ley un culto en mi vida.

156 XXV. Los trabajadores de Mina Aguilar otra vez de huelga.

161 XXVI. El Aguilarazo. Producto de provocación de la empresa.

165 XXVII. Adrián Sanches: su vida por la dignidad de sus compañeros. Compañía Minera Aguilar: actitud desleal con sus obreros y con el país.

168 XXVIII. Así se escribe la historia

Page 98: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán

MM

Buenos Aires, junio 2011

Page 99: El por qué de mi lucha - Avelino Bazán