El pincel de Walt

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28 DIARIO JOVEN, lunes 6 de mayo de 2013 hisToriA y moDELos DEL PErioDismo WALT DISNEY El pincel de Walt Este reportaje trata de analizar la cobertura que cuatro diarios, dos internacionales: New York Times y The Guardian, y dos nacionales: ABC y La Vanguardia hacen de la muerte de Walt Dis- ney. El objetivo es dilucidar cómo, a través de la prensa de la época, se trata el fallecimiento de una persona tan importante a nivel mundial. Sus creaciones perviven en el tiempo y hay quién dice que está congelado en algún lugar. No se sabe. Lo que se sabe es que sus figura nunca morirá. A. PULIDO; P. OSORIO; J. SANZ málaga V iajamos desde Estados Uni- dos hasta Reino Unido ha- ciendo paradas en España para descubrir cómo se vivió el falle- cimiento de Walt Disney en la socie- dad de mitad del siglo XX. Dibujamos su figura a través de sus propios dibujos. No tenía edad para trabajar en una pequeña granja de Misuri, pero sí que adquiría licencia para imaginar. Rodeado de animales en el sur de Es- tados Unidos se topó con lo que más tarde acabaría esbozándole la mayor de las sonrisas. Eran tiempos de cri- minalidad con pistola en mano y pre- guntas manchadas de sangre, de diferencias raciales donde el domi- nador vestía de blanco y el resto eran simples lacayos, un tiempo monoco- lor que nadie se atrevía a colorear. O no querían mancharse el traje con tiznajos que hicieran peligrar su estatus social. Fue necesario que un ratón combinara los dos extremos de un mundo incoloro y tintara con un manto blanquinegro la gama de emo- ciones más viva de la historia cine- matográfica, justo antes de que la inconsciencia humana pudiera erra- dicar el arcoiris que la fabrica. Dis- ney edificó a partir de un barco de vapor y un silbido. Desde entonces, el pincel de Walt unificó bandos y abrió sonrisas. Mejoró el mundo con ayuda de los animales que le vieron crecer. Después de 112 años desde su muerte, sigue estando presente. Y por ello no pasó inadvertido para los medios de comunicación de la época. De hecho, para confeccio- nar este escrito se ha optado por la hemeroteca de cuatro periódicos, dos de ellos nacionales (La Vanguardia y ABC -edición Madrid y Sevilla) y los otros dos, internacionales (The Guardian –Reino Unido- y The New York Times -Estados Unidos-). Este cuarteto ha sido escogido debido a la magnificencia que Walt Disney emanó tras su muerte, cuya repercu- sión fue desarrollada por la inmensa mayoría a nivel mundial. Por otro lado, al tratarse de dos periódicos de origen anglosajón, serían mayor las probabilidades de un trato más cer- cano. Es en este punto donde The New York Times adquiere ventaja res- pecto al resto de tabloides a analizar. Entre otras cosas, porque dedica una edición especial y un extenso obitua- rio al fallecimiento de Disney, ade- más de tratarse del medio de comu- nicación con mejor localización geo- gráfica respecto al hecho. Para nutrirnos de información, en la heme- roteca de la página web del diario se puede rescatar el texto que se publicó en el periódico el día posterior a su muerte. La información está firmada a 15 de diciembre en Los Ángeles, ti- tulando de la siguiente manera: “Walt Disney, de 65 años, muere en la costa; fundó un imperio desde un ratón”. Ya desde las primeras pala- bras se atisba grandeza a modo de presentación de los siguientes párra- fos (“imperio”). Comienza hablando del hombre que construyó una edifi- cación empresarial que proporcio- naba unos 100 millones de dólares anuales a través de la industria del entretenimiento y que, como el título indica, murió a los 65 años. Además, conforme avanzamos se nos descubre un dato que contextualiza el aconte- cimiento y aporta datos desconocidos para el público de a pie: murió en el hospital de St. Joseph de Burbank a causa de un colapso circulatorio agudo. Pero los detalles de su muerte no acaban, ya que The New York Times destaca unas líneas más adelante un hecho relevante y de trascendencia descubierto gracias a “un chequeo ru- tinario”: un mes antes de morir se había operado de un tumor pulmonar. Al margen de los problemas de salud, en todo momento se magnifica la figura del dibujante hasta el punto de que el diario se refiere a él como “Señor Disney” cada vez que nece- sita nombrarlo, algo así como una muestra de respeto post mortem que en ningún momento desaparece de la lectura. Mencionando los proyectos que llevaba a cabo justo antes de morir, The New York Times se puso en contacto con sus más allegados. Por ejemplo, su hermano Ron Dis- ney, que tenía 74 años de edad en el momento de su muerte y era el encar- gado de las finanzas del imperio de Walt, aseguró que la empresa segui- ría funcionando tal y como su her- mano la dejó y que todos los planes de futuro que tenía su hermano segui- rían en marcha. Todo seguiría su curso, aun siendo huérfanos. La información se centra entonces en su perfil de creador de fantasías y hace referencia, entrando en terreno político, a que fue el único hombre, en plena Guerra Fría, elogiado a la vez por la nación estadounidense y la Unión Soviética. Profundizando en este aspecto farragoso, el diario cuenta una anécdota que muestra cómo Disney era querido por todos: Disneyland, parque temático creado en 1955 y uno de los mayores sueños del dibujante californiano, atraía la atención de todo el planeta, incluso del primer ministro soviético Nikita Khrushchev en 1959, una fecha en la que la tensión entre ambos países era más que evidente. No se nos muestra como un simple artista, sino como un nexo de unión con tal expansión emocional que hacía coincidir a los más impertérritos enemigos. Además de las declaraciones de su hermano, la información recoge más testimonios. Como es el caso dibu- jante británico David Low (ya falle- cido), quien le llegó a considerar “la figura más importante en artes gráfi- cas desde Leonardo” o el del expre- sidente de EE.UU. Dwight Eisenho- wer, personalidad que también alabó su actitud simpática hacia la vida como “algo que ayudó [y ayuda] a los niños a desarrollar una visión lim- pia y alegre de la humanidad”. Las comparaciones son muy socorridas en la prensa angloparlante y así lo confirmó también The Guardian tras referirse a Disney como uno de las ta- lentos más notorios del cine desde Chaplin. De esta forma se calibra, de cierta forma, el influjo de Walt en el planeta. La trayectoria de aquel hombre na- cido en Chicago también merece, por supuesto, un repaso de todas sus cre- aciones, su legado, como dibujante y productor de cine hasta la fecha de su muerte: desde la idea de Mickey Mouse hasta el Pato Donald, pasando por Pluto, Blancanieves y Bambi sin olvidar sus aportaciones técnicas como la introducción de sonido en un corto, lo que simuló ser la catapulta hacia el génesis de su éxito. Su influencia fue tan extraordinaria que escapaba de los límites cinema- tográficos. La Universidad de Yale Walt Disney posa con una lámpara con la forma de una de sus creaciones. / infosurhoy.com

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Reportaje sobre como se cubrió en la prensa de mitad del s.XX la muerte de Walt Disney.

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28 DIARIO JOVEN, lunes 6 de mayo de 2013

hisToriA y moDELos DEL PErioDismo

WALT DISNEY

El pincel de WaltEste reportaje trata de analizar la cobertura que

cuatro diarios, dos internacionales: New York

Times y The Guardian, y dos nacionales: ABC y

La Vanguardia hacen de la muerte de Walt Dis-

ney. El objetivo es dilucidar cómo, a través de la

prensa de la época, se trata el fallecimiento de

una persona tan importante a nivel mundial. Sus

creaciones perviven en el tiempo y hay quién dice

que está congelado en algún lugar. No se sabe.

Lo que se sabe es que sus figura nunca morirá.

A. PULIDO; P. OSORIO; J. SANZ

málaga

Viajamos desde Estados Uni-dos hasta Reino Unido ha-ciendo paradas en España

para descubrir cómo se vivió el falle-cimiento de Walt Disney en la socie-dad de mitad del siglo XX.Dibujamos su figura a través de suspropios dibujos.

No tenía edad para trabajar en unapequeña granja de Misuri, pero síque adquiría licencia para imaginar.Rodeado de animales en el sur de Es-tados Unidos se topó con lo que mástarde acabaría esbozándole la mayorde las sonrisas. Eran tiempos de cri-minalidad con pistola en mano y pre-guntas manchadas de sangre, dediferencias raciales donde el domi-nador vestía de blanco y el resto eransimples lacayos, un tiempo monoco-lor que nadie se atrevía a colorear.

O no querían mancharse el trajecon tiznajos que hicieran peligrar suestatus social. Fue necesario que unratón combinara los dos extremos deun mundo incoloro y tintara con unmanto blanquinegro la gama de emo-ciones más viva de la historia cine-matográfica, justo antes de que lainconsciencia humana pudiera erra-dicar el arcoiris que la fabrica. Dis-ney edificó a partir de un barco devapor y un silbido. Desde entonces,el pincel de Walt unificó bandos yabrió sonrisas. Mejoró el mundo conayuda de los animales que le vieroncrecer. Después de 112 años desde sumuerte, sigue estando presente.

Y por ello no pasó inadvertidopara los medios de comunicación dela época. De hecho, para confeccio-nar este escrito se ha optado por lahemeroteca de cuatro periódicos, dosde ellos nacionales (La Vanguardia yABC -edición Madrid y Sevilla) ylos otros dos, internacionales (TheGuardian –Reino Unido- y The NewYork Times -Estados Unidos-). Estecuarteto ha sido escogido debido a lamagnificencia que Walt Disneyemanó tras su muerte, cuya repercu-sión fue desarrollada por la inmensamayoría a nivel mundial. Por otrolado, al tratarse de dos periódicos deorigen anglosajón, serían mayor lasprobabilidades de un trato más cer-cano.

Es en este punto donde The NewYork Times adquiere ventaja res-pecto al resto de tabloides a analizar.Entre otras cosas, porque dedica unaedición especial y un extenso obitua-rio al fallecimiento de Disney, ade-

más de tratarse del medio de comu-nicación con mejor localización geo-gráfica respecto al hecho. Paranutrirnos de información, en la heme-roteca de la página web del diario sepuede rescatar el texto que se publicóen el periódico el día posterior a sumuerte. La información está firmadaa 15 de diciembre en Los Ángeles, ti-tulando de la siguiente manera: “WaltDisney, de 65 años, muere en lacosta; fundó un imperio desde unratón”. Ya desde las primeras pala-bras se atisba grandeza a modo depresentación de los siguientes párra-fos (“imperio”). Comienza hablandodel hombre que construyó una edifi-cación empresarial que proporcio-naba unos 100 millones de dólaresanuales a través de la industria delentretenimiento y que, como el títuloindica, murió a los 65 años. Además,conforme avanzamos se nos descubreun dato que contextualiza el aconte-cimiento y aporta datos desconocidospara el público de a pie: murió en elhospital de St. Joseph de Burbank acausa de un colapso circulatorioagudo.

Pero los detalles de su muerte noacaban, ya que The New York Timesdestaca unas líneas más adelante unhecho relevante y de trascendenciadescubierto gracias a “un chequeo ru-tinario”: un mes antes de morir sehabía operado de un tumor pulmonar.

Al margen de los problemas desalud, en todo momento se magnificala figura del dibujante hasta el puntode que el diario se refiere a él como“Señor Disney” cada vez que nece-sita nombrarlo, algo así como unamuestra de respeto post mortem queen ningún momento desaparece de lalectura. Mencionando los proyectosque llevaba a cabo justo antes demorir, The New York Times se pusoen contacto con sus más allegados.Por ejemplo, su hermano Ron Dis-ney, que tenía 74 años de edad en elmomento de su muerte y era el encar-gado de las finanzas del imperio deWalt, aseguró que la empresa segui-ría funcionando tal y como su her-mano la dejó y que todos los planesde futuro que tenía su hermano segui-rían en marcha. Todo seguiría sucurso, aun siendo huérfanos.

La información se centra entoncesen su perfil de creador de fantasías yhace referencia, entrando en terrenopolítico, a que fue el único hombre,en plena Guerra Fría, elogiado a lavez por la nación estadounidense y laUnión Soviética. Profundizando eneste aspecto farragoso, el diariocuenta una anécdota que muestracómo Disney era querido por todos:Disneyland, parque temático creadoen 1955 y uno de los mayores sueñosdel dibujante californiano, atraía laatención de todo el planeta, inclusodel primer ministro soviético NikitaKhrushchev en 1959, una fecha en laque la tensión entre ambos países eramás que evidente. No se nos muestracomo un simple artista, sino como unnexo de unión con tal expansiónemocional que hacía coincidir a losmás impertérritos enemigos.

Además de las declaraciones de suhermano, la información recoge mástestimonios. Como es el caso dibu-jante británico David Low (ya falle-cido), quien le llegó a considerar “lafigura más importante en artes gráfi-cas desde Leonardo” o el del expre-

sidente de EE.UU. Dwight Eisenho-wer, personalidad que también alabósu actitud simpática hacia la vidacomo “algo que ayudó [y ayuda] alos niños a desarrollar una visión lim-pia y alegre de la humanidad”. Lascomparaciones son muy socorridasen la prensa angloparlante y así loconfirmó también The Guardian trasreferirse a Disney como uno de las ta-lentos más notorios del cine desdeChaplin. De esta forma se calibra, decierta forma, el influjo de Walt en elplaneta.

La trayectoria de aquel hombre na-cido en Chicago también merece, porsupuesto, un repaso de todas sus cre-aciones, su legado, como dibujante yproductor de cine hasta la fecha de sumuerte: desde la idea de MickeyMouse hasta el Pato Donald, pasandopor Pluto, Blancanieves y Bambi sinolvidar sus aportaciones técnicascomo la introducción de sonido en uncorto, lo que simuló ser la catapultahacia el génesis de su éxito.

Su influencia fue tan extraordinariaque escapaba de los límites cinema-tográficos. La Universidad de Yale

Walt Disney posa con una lámpara con la forma de una de sus creaciones. / infosurhoy.com

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hisToriA y moDELos DEL PErioDismo

WALT DISNEY

llegó a equiparar su figura con la delpremio Nobel Thomas Mann, otor-gando a ambos una distinción hono-rífica el mismo día. Fue uno de losmás de 700 premios que recibió a lolargo de su vida gracias a un impactoglobal tremendo, desde el propiomárquetin hasta la influencia en mo-distos y joyeros de todo el mundo.Sus películas modificaron la socie-dad de la época y el periódico lo re-fleja con total naturalidad. Lo tratacomo genio. Un genio, además, alér-gico a soberbias.

Sin embargo, toda esta suntuosi-dad no alteró la personalidad popularde la que gozó, vista la imagen ren-dida en tanto que se devoran las lí-neas, un personaje humilde que nopensaba en abusar de su poder ni re-prender a subordinados para que elclima de trabajo fuera afable y sinproblemas. También se resalta el sen-tido del humor que desprendía enocasiones, lo que denota un ser hu-mano simpático y para nada arro-gante. Para ejemplo, la reacción trashaber ganado una importante canti-dad de dinero: “Ya sólo le debo ochomillones de dólares al banco”. Fue,ante todo, querido. Y eso que empezócon 40 dólares (y prestados).

Casi a punto de finalizar con el ex-tenso obituario se centra la atenciónen un dato de poca consciencia: nofue el propio Disney quien dibujó asu personaje más famoso, MickeyMouse (fue Ub Iwerks, su compa-ñero), pero que eso no impidió ser lavoz reconocible del ratón más fa-moso. Ni una sola mala palabra haciaél, todo son halagos que no se vieronperturbados por su única acción al-tiva: la construcción de Disneyland.

Como conclusión, se puede decirque The New York Times hace un re-paso de la vida artística de Walt Dis-ney así como de sus aportaciones ysu influencia al mundo del cine y delos dibujos animados. Todo desdeuna perspectiva amable hacia el di-bujante donde no se puede encontrarni una sola crítica hacia su persona,tanto de su vida privada como profe-sional.

Algo que no cambia The Guardianpese a dedicarle mucho menos espa-cio a la muerte de Disney y que pro-sigue con la línea de alabanzas hacia

el dibujante, como se puede apreciaren el título, en el que lo califica como“Héroe folklórico”.

Es un texto diferente al escrito enThe New York Times, ya que su bre-vedad se justifica porque abarca másun repertorio anecdótico que una ex-tensa biografía. La información esun llamamiento a la nostalgia y aldespertar de los sentimientos en elpropio lector, quien ha desarrolladouna imagen entrañable de Disney quedifícilmente se agrietará.

No obstante, también hay aspectosdignos de mención como son sus pri-meros pasos como dibujante y su en-trada al mercado audiovisual, todobien acompañado por un discurso li-terario que no desentona con el men-saje que pretende transmitir el autordel texto, Alistair Cookie. Acertaría-mos a decir que el tratamiento quehace The Guardian de la muerte deWalt Disney no va encaminado ahacer una extensa biografía ni des-cripción de sus trabajos, sino a mos-trar el lado más desconocido deldibujante, pequeños sucesos que secomplementan para elaborar la efigiede un revolucionario. Y pacífico.

Cambiamos de idioma por primeravez para visitar la prensa nacional.ABC dedica una página completa ala muerte del protagonista en su edi-ción del 16 de diciembre de 1966.Hasta ahora, los textos analizados selocalizaban transcritos digitalmentesin tener rastro de cómo fue su formaoriginal, un aspecto que no ocurre enel diario español, del que se puedeencontrar la página original publi-cada. Esto nos permite mayor presen-cia analítica. Se trata de la número67, donde aparece un dibujo, una in-formación a tres columnas y un des-piece. El titular, que ocupa dos de lastres columnas que tiene la página,reza lo siguiente: “Walt Disney -65años- murió ayer en un hospital deHollywood”. El subtítulo tambiénocupa dos columnas y dice: “El cre-ador de Mickey y de tantas obrasmaestras había sufrido una impor-tante operación quirúrgica hace unmes”. Cimentar una página completaen torno a un mismo tema da cuentade la importancia del hecho, más enun país distinto donde ocurrió el su-ceso.

Como es habitual, la noticia co-mienza con una breve informaciónbásica (autoría de la agencia EFE)antes de dar paso a la confeccionadapor el propio periódico, la cual versasobre la vida de Walt Disney. El obi-tuario está firmado por J.L.M.R. yaparecen algunas frases que muestranlo importante que había sido su per-sona y lo que suponía para el mundodel cine. Acompañando al texto va undespiece que, con un toque sentimen-

tal, pretende reflejar al cariño que ge-neraba Disney y la viveza que le dabaa cada uno de sus dibujos.

“Ha muerto el padre de nuestrasfantasías infantiles”, dice una de lasfrases de la información. En todo mo-mento se trata a Disney como unapersona que era querida por todos,como un mago que hacía de los dibu-jos un arte: “Un día de diciembre,entre canciones de Navidad, contem-

plando con tristeza infinita la vida dela que estaba despegando, se nos haido Walt Disney. Mago sin varita má-gica, mago sin capa, mago de niñosy de hombres. La historia de Holly-wood, que es en gran medida la his-toria del cine, pone la palabra 'Fin' auno de sus capítulos más venturo-sos”. Literatura latina al servicio deDisney.

El tratamiento que ABC da a lamuerte de Disney se puede compararcon la edición de ABC de Sevilla. Enla 'edición Sevilla', el titular y el sub-

título van a una sola columna. El ti-tular expresa: “Ha muerto Walt Dis-ney” y el subtítulo: “Recientementele había sido extirpado un pulmón”.Igual que en la edición nacional, apa-rece una noticia breve firmada por laagencia EFE. Luego aparece una in-formación más extensa en el que tratasu biografía, pero sin profundizar de-masiado en sus aspectos personales.Se centra, sobre todo, en su trayecto-ria como dibujante.

En último lugar, el diario La Van-guardia redacta un espacio a WaltDisney, pero lo hace dos días despuésde su muerte. La información apa-rece en la página 20 el día 17 de di-ciembre de 1966. Una páginadedicada íntegramente a su personacon tres fotografías. Hay una infor-mación principal firmada por Lo-renzo Gomis cuyo titular es “Loscaminos de Walt Disney”.

El texto define qué supuso la per-sonalidad de Disney y sus caracterís-ticas a la hora de dibujar y de dar vidaa sus personajes. En todo momento,cuando se refiere al dibujante, lo hacemediante la palabra pedagogo, comopuede leerse en esta frase: “El peda-gogo Disney nos introdujo en unmundo en que la bondad no se ense-ñaba, se respiraba”. En este obituariono se habla tanto de su biografía, sinode sus personajes, lo que suponían, loque transmitían. Es decir, resalta lafunción educativa que sus obrastransmitían hacia cualquier personapero, sobre todo, en el público infan-til (el futuro de las generaciones).

Esta información va enlazada a dosdespieces. El primero, titulado “Pilarde la literatura infantil”, está escritopor una bibliotecaria que asegura quetodas las de su gremio conocen la im-portancia de las películas de WaltDisney. Da su propio punto desde laperspectiva de una profesional de loslibros, además de hablar sus persona-jes y películas.

El segundo tiene aspecto de co-lumna de opinión, firmado por Ma-nuel Pombo Ángulo. Hace unareflexión donde habla de los persona-jes de Disney, de sus aspectos mássentimentales que hacen que tanto lospadres como sus hijos se ilusionen,

sueñen y se identifiquen con ellos.Una vez recorridos cuatro rincones

planetarios en torno a la pérdida deWalt Disney, es necesario considerarvarios aspectos en torno a su figura.El primero de todos (y más evidente)es el ferviente cariño que se le mues-tra en cada uno de los escritos, inde-pendientemente de si se trata demedios estadounidenses, británicos oespañoles, por lo que existe la sensa-ción de que tales elogios se manten-drían si los objetos de estudiohubieran tenido sede en Alemania,Francia, Australia o Asia. El am-biente general invita a pensar queWalt Disney actuó por el bien socialde cada territorio, incluso siendocapaz de no despertar ningún tipo demalestar en la inmensa mayoría desus creaciones.

Todos coinciden en su capacidadpara revolucionar la industria cine-matográfica, simulando ser vientofresco en una habitación sin venta-nas. Rejuveneció la animación ytransformó la perspectiva del públicocon especial atención a la infancia,objetivo de sus metas más pueriles.No pasó desapercibido para nadie,ejemplo de ello son las muestras deagradecimiento que sigue recibiendocasi medio siglo después de sumuerte.

Nadie se pone de acuerdo en insul-tarle porque no hay resquicio siquieraa que la envidia nuble la mente dequien le conoce. Ya sea personal ofílmicamente. La moral humana nose correspondería con una mala pala-bra. Al menos, eso es lo que nostransmiten los que sí convivierontemporalmente con él.

Hoy, en un mundo invadido por lasnuevas tecnologías es difícil quevuelva a existir un personaje dis-puesto a despertar la admiración dequien protagoniza las líneas de másarriba. Nadie, por supuesto, es capazde expandir un número de valoresaproximados con tan pocos recursoscomo los que tuvo Walt Disney. 7

Sentado bajo la sombra de unárbol, esbozó los primeros trazos delo que después consiguió: dibujar elmundo con la única ayuda de su pin-cel.

Walt Disney, en su estudio, dibujando a uno de sus personajes más queridos, Bambi./ ThEgAThEringirELAnD.com

La criogenización acabó en cenizas

Erróneamente, al igual que ellugar de su nacimiento, se tiendeafirmar que Walt Disney siguecon vida, aunque manteniendounas constantes vitales gracias aun proceso de criónica (o conge-lación total del cuerpo humano).Lo cierto es que no se trata másque de un bulo desembocado aleyenda desde hace décadas(concretamente, desde la publi-cación en una revista de 1969).Sin lugar a dudas, Walt Disneymurió en 1966.

Existe constancia tanto de sumuerte como de su posterior in-cineración, por lo que cualquierteoría de revivir su cuerpo quedaobsoleta y no hace más que ali-mentar una mentira sin estó-mago.

Es posible que al utilizar elcrematoria en un ámbito estric-tamente privado y el interés deDisney por las innovaciones tec-nológicas en sus últimos años devida hayan permitido que se te-orice sobre esta práctica. Noobstante, son simples confabula-ciones que, como su cuerpo, aca-barán en cenizas.

Mago sin varitamágica, mago sincapa, mago de niñosy de hombres

“Ha muerto el padrede nuestras fantasíasinfantiles”, describeel diario ABC

Ahí descansan las cenizas de Walt