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1 EL PENSAMIENTO Y LA TRIPLE DIMENSION DE LA FIGURA EN EL TRACTATUS DE WITTGENSTEIN * María Cerezo La cuestión central que afronto en este trabajo es si la noción de pensamiento (Gedanke) en el Tractatus es problemática en algún sentido 1 . A mi juicio, una adecuada interpretación de la noción de pensamiento ha de desarrollarse en el contexto de la teoría tractariana de la figuración en que el pensamiento se describe como "la figura lógica de los hechos" (T°3) y en la que la figuración lógica se comprende como condición necesaria de toda figuración ("Toda figura es también una figura lógica", T°2.182). Los pensamientos no parecen ser, por tanto, un tipo particular de figuras, sino más bien algo que subyace a toda figura. El pensamiento (Gedanke), en el sentido técnico que esta noción tiene en el Tractatus, es una de las dimensiones de la figuración, y junto a las otras dos dimensiones, signo proposicional (Satzzeichen) y proposición (Satz), da cuenta de toda figuración. Esta tesis, que el pensamiento no es un tipo de figura sino que subyace a toda figuración, puede a su vez entenderse en un sentido débil y en un sentido fuerte. Entender en sentido débil que el pensamiento es una dimensión de la figura es * Debo gratitud a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid por la invitación que me hicieron para exponer estas ideas en la serie de Conferencias sobre el pensamiento de Wittgenstein celebrado en esa Universidad en la primavera del 2006, y a los participantes en la discusión por sus cuestiones y sugerencias, en particular, a Antonio Blanco, Luis Fernández Moreno, Angel d'Ors y Margarita Valdés, cuyas intervenciones me han sido de gran utilidad en la revisión de este trabajo para su publicación en este volumen. 1 Atiendo a la noción de pensamiento en el Tractatus, y no a la noción de pensamiento que aparece en el Prefacio de la obra. En el Prefacio, Wittgenstein se refiere a la verdad de los pensamientos contenidos en su libro. Sin duda, la noción de pensamiento aquí entrañada (los pensamiento expresados en el Tractatus) es distinta a la noción de pensamiento sobre la que el Tractatus versa y a la que yo atiendo en este trabajo. La noción de pensamiento del Prefacio ofrece importantes dificultades que han dado lugar a una interpretación heterodoxa desarrollada principalmente en Estados Unidos y cuyos principales representantes son James Conant y Cora Diamond (también llamada new reading). Recientemente Lugg ha afrontado nuevamente el problema del sentido en que Wittgenstein pudo expresar pensamientos en el Tractatus (Lugg 2003). Comparto con Lugg su rechazo tanto de la new reading como de la lectura metafísica del Tractatus (las proposiciones del Tractatus expresarían verdades metafísicas inefables), pero no comparto su lectura de las proposiciones del Tractatus como tautológicas. En cualquier caso, los

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EL PENSAMIENTO Y LA TRIPLE DIMENSION DE LA FIGURA EN EL

TRACTATUS DE WITTGENSTEIN*

María Cerezo

La cuestión central que afronto en este trabajo es si la noción de pensamiento (Gedanke)

en el Tractatus es problemática en algún sentido1. A mi juicio, una adecuada

interpretación de la noción de pensamiento ha de desarrollarse en el contexto de la

teoría tractariana de la figuración en que el pensamiento se describe como "la figura

lógica de los hechos" (T°3) y en la que la figuración lógica se comprende como

condición necesaria de toda figuración ("Toda figura es también una figura lógica",

T°2.182). Los pensamientos no parecen ser, por tanto, un tipo particular de figuras, sino

más bien algo que subyace a toda figura. El pensamiento (Gedanke), en el sentido

técnico que esta noción tiene en el Tractatus, es una de las dimensiones de la figuración,

y junto a las otras dos dimensiones, signo proposicional (Satzzeichen) y proposición

(Satz), da cuenta de toda figuración.

Esta tesis, que el pensamiento no es un tipo de figura sino que subyace a toda

figuración, puede a su vez entenderse en un sentido débil y en un sentido fuerte.

Entender en sentido débil que el pensamiento es una dimensión de la figura es

* Debo gratitud a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid por la

invitación que me hicieron para exponer estas ideas en la serie de Conferencias sobre el pensamiento de

Wittgenstein celebrado en esa Universidad en la primavera del 2006, y a los participantes en la discusión

por sus cuestiones y sugerencias, en particular, a Antonio Blanco, Luis Fernández Moreno, Angel d'Ors y

Margarita Valdés, cuyas intervenciones me han sido de gran utilidad en la revisión de este trabajo para su

publicación en este volumen. 1 Atiendo a la noción de pensamiento en el Tractatus, y no a la noción de pensamiento que aparece en el

Prefacio de la obra. En el Prefacio, Wittgenstein se refiere a la verdad de los pensamientos contenidos en

su libro. Sin duda, la noción de pensamiento aquí entrañada (los pensamiento expresados en el Tractatus)

es distinta a la noción de pensamiento sobre la que el Tractatus versa y a la que yo atiendo en este trabajo.

La noción de pensamiento del Prefacio ofrece importantes dificultades que han dado lugar a una

interpretación heterodoxa desarrollada principalmente en Estados Unidos y cuyos principales

representantes son James Conant y Cora Diamond (también llamada new reading). Recientemente Lugg

ha afrontado nuevamente el problema del sentido en que Wittgenstein pudo expresar pensamientos en el

Tractatus (Lugg 2003). Comparto con Lugg su rechazo tanto de la new reading como de la lectura

metafísica del Tractatus (las proposiciones del Tractatus expresarían verdades metafísicas inefables), pero

no comparto su lectura de las proposiciones del Tractatus como tautológicas. En cualquier caso, los

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compatible con la idea de que el pensamiento es una dimensión que media entre

lenguaje y mundo en el sentido de ser una entidad intermedia sólo a través de cuya

peculiar figuración es posible dar cuenta de la figuración de las entidades lingüísticas.

Los pensamientos son, según esta lectura, hechos peculiares, los hechos psicológicos, a

los que corresponde intrínsecamente figurar2, y en virtud de cuya figuración otros

hechos, los hechos lingüísticos, son capaces a su vez de figurar. En la interpretación

débil, por tanto, hay dos figuraciones, entendiendo por esto que hay dos hechos

figurantes, psicológico y lingüístico, pero (i) una se explica en términos de la otra (la

figuración del lenguaje, de las oraciones, se explica en términos de la figuración de los

pensamientos), y (ii) la figuración explicativa lo es en sentido cabal, ya que es propio de

los hechos psicológicos (pensamientos) figurar el mundo y los hechos lingüísticos

pueden figurar en la medida en que expresan pensamientos. En sentido fuerte, sin

embargo, que el pensamiento subyace a toda figuración quiere decir que hay una sola

figuración, en la que se articulan las distintas dimensiones, y por tanto hay un sólo

hecho figurante (el signo proposicional) que es figura en virtud de una serie de

circunstancias entre las cuales se encuentra el papel del pensamiento.

La interpretación que vengo ofreciendo hasta ahora y que pretendo seguir defendiendo

en este trabajo corresponde a una lectura fuerte de la manera en que el pensamiento

subyace a toda figuración. Pero esta interpretación no está exenta de dificultades. Los

problemas con que tropieza son de dos tipos, exegéticos y conceptuales. Los primeros

derivan del intercambio epistolar entre Wittgenstein y Russell en 1919, en el que parece

comparecer una idea de pensamiento como entidad psicológica que, a la luz de algunos

parágrafos del Tractatus, podría apoyar una lectura débil del sentido en que el

pensamiento subyace a la figura: tal entidad psicológica podría entenderse como la

entidad intermedia a través de la cual las entidades lingüísticas figuran.

El segundo tipo de problemas atañe a lo que podríamos describir como fallos en la

figuración, y se manifiesta en el hecho de que haya un tipo de proposiciones, las

tautologías, que son proposiciones pero no dicen nada. ¿Son tales proposiciones figuras

o no lo son? ¿Expresan pensamientos o no los expresan? Una lectura débil del modo en

problemas suscitados por la noción de pensamiento que aparece en el Prefacio y por parágrafos como

T 6.54 exceden el alcance de este trabajo. 2 Véase, por ejemplo, McDonough 1986, en particular 145-172. Para una crítica a la naturaleza intrínseca

de la intencionalidad del pensamiento, véase Cerezo 2005, 114-135.

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que el pensamiento subyace a toda figuración parece capaz de dar una solución rápida a

esta cuestión: en el caso que estamos contemplando, el de las proposiciones que no

dicen nada, falta una de las dos figuraciones, la propia del pensamiento como entidad

intermedia, y por tanto la figuración de la entidad lingüística se malogra. De acuerdo a

esta solución, las tautologías no dicen nada porque no hay pensamientos expresados en

ellas.

En trabajos recientes me he ocupado de la triple dimensión de la figura y de la primera

serie de problemas que aquí indico3. He intentado mostrar que mi interpretación es

compatible con la correspondencia con Russell. Los textos en cuestión ofrecen

dificultades de interpretación, pues abren una doble alternativa de interpretación.

Incluso no siendo fácil establecer cuál de las dos posibles interpretaciones es la

adecuada, ninguna de ellas suscita conflictos con la lectura fuerte de la figuración. En

esta ocasión me propongo continuar ese trabajo con un doble objetivo. En primer lugar,

aspiro a mostrar que, en contra de las apariencias, una lectura atenta de la

correspondencia con Russell muestra que Wittgenstein no defendió una lectura débil de

la figuración. No se trata, por tanto, de que tanto la lectura débil como la fuerte sean

compatibles con los textos epistolares, sino que más bien parece que los textos apuntan

en la dirección de la lectura fuerte, incluso si el problema de cómo interpretar tales

textos sigue sin quedar del todo resuelto. En segundo lugar, pretendo afrontar el

segundo de los problemas, el relativo a las tautologías, y explicar el modo en que mi

interpretación responde a tales problemas. En este caso, los problemas, como veremos,

no son sólo problemas de interpretación, sino que ponen de manifiesto una cierta

tensión entre distintas doctrinas tractarianas, en particular, una tensión que surge de la

combinación de la teoría de la figuración con la teoría de las funciones de verdad para

dar cuenta de la determinación del sentido.

En la primera Sección resumo en líneas generales los elementos fundamentales de la

teoría4 de la figuración

5, y concluyo presentando una interpretación de la noción técnica

3 Cerezo 2003; 2005.

4 El uso del término “teoría” en el contexto de una investigación sobre el Tractatus es cuestionable, pues

Wittgenstein mismo negó que la filosofía fuera una actividad teorética (T 4.112). Sobre este punto, véase

Cerezo 2005, 25-27. Por razones de conveniencia, seguiré haciendo uso de este término en este trabajo,

entendiendo tal uso de acuerdo a lo que digo en Cerezo 2005, 25-27.

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tractariana de pensamiento, y en las dos secciones siguientes examino los dos problemas

introducidos, la interpretación de la correspondencia con Russell y la dificultad de las

tautologías, respectivamente.

1. El pensamiento en la Teoría de la figuración.

Los textos del Tractatus en que Wittgenstein describe qué es el pensamiento son los

siguientes:

T 3: La figura lógica de los hechos es el pensamiento.

T 3.5: El signo proposicional usado, pensado (angewandte, gedachte,

Satzzeichen), es el pensamiento.

T 4: El pensamiento es la proposición con sentido (sinnvolle Satz).

En principio, parece posible dar una explicación de la noción tractariana de pensamiento

consistente con lo que se afirma en estos tres parágrafos. Para ello, es conveniente

advertir el contexto adecuado para interpretarlos. Estos tres parágrafos abren y cierran la

serie de 3 (T 3, 3.5) y abren la de 4. El primero remite de modo inmediato a la teoría

general de la figuración desarrollada en T 2.1-2.225, en donde Wittgenstein introduce

las condiciones de posibilidad de la figuración. Las series de 3 y 4 atienden a la

figuración efectiva del lenguaje, y contienen la evolución de la noción de pensamiento

dirigida por su relación con la noción de proposición y con la de signo proposicional

para dar cuenta de la figuración.

Una interpretación adecuada de estos tres parágrafos en el contexto de la teoría general

de la figuración requiere tener en cuenta dos componentes fundamentales de la

figuración. Estos dos componentes derivan del hecho de que Wittgenstein, con su teoría

de la figuración, pretende dar cuenta de la naturaleza declarativa del lenguaje ordinario:

las proposiciones dicen cómo es el mundo.

5 Asumo un conocimiento básico del Tractatus y en la presentación de la teoría de la figuración me

limitaré a exponer resumidamente los ejes fundamentales. Para una exposición detallada de cómo

interpreto esta teoría tractariana, véase Cerezo 2005.

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[OF] El objeto de la figuración son los hechos, que es de lo que nos hacemos figuras

(T 2.1). El figurar tiene como objeto lo que es el caso, el darse y no darse de estados de

cosas. Hay hecho figurado si y solo si hay figuración.

[SF] El sujeto de la figuración son también los hechos; las figuras son hechos (T 2.14-

2.141; 3.14-3.142). Hay hecho figurante si y solo si hay figuración.

La figuración es, por tanto, una conexión entre hechos (T 5.542). Afrontamos ahora la

elucidación de los tres parágrafos tractarianos que describen qué es el pensamiento.

(1) Comencemos por el primero, que recoge uno de los requisitos de la figuración. En

cuanto figura lógica de los hechos, el pensamiento es uno de los elementos que

Wittgenstein introduce en la teoría general de la figuración en T 2.181: La figura lógica

es la figura en que la forma de figuración es la forma lógica. Y en la medida en que toda

figura ha de compartir la forma lógica con la realidad para poder figurarla (T 2.18), toda

figura es, por ello, figura lógica:

T 2.182: Toda figura es también (auch) una figura lógica. (Pero, por ejemplo, no

toda figura es espacial.)

El auch de T 2.181 no es un también en el sentido de un "además", sino más bien un

"también" con una función de énfasis (Toda figura es figura lógica), lo que se muestra

en el recurso a la cursiva por parte de Wittgenstein. La idea no es que una figura

espacial sea dos figuras, figura espacial a través de la forma de figuración espacial, y

figura lógica a través de la forma lógica. La idea es más bien que toda figura, para serlo,

ha de ser figura lógica, pues para declarar lo que es el caso, para figurar los hechos

(T 2.1), ha de presentar el darse y no darse de estados de cosas (T 2.11), y la forma

lógica es precisamente el conjunto de objetos simples y sus posibles combinaciones en

estados de cosas. Wittgenstein, en definitiva, está estableciendo que toda figuración de

la realidad requiere siempre la representación de posibles estados de cosas, y eso

requiere una identidad de forma entre lenguaje y mundo. Esta última tesis es la que

normalmente entendemos por el requisito tractariano de isomorfismo entre lenguaje y

mundo.

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[TI] Estado de cosas e es pensable ↔ podemos hacer una figura de e ↔ e es posible

(T 3.001, 3.02)

Ahora bien, mientras que la figuración, como se ha indicado arriba, es una relación

entre hechos, el isomorfismo es más bien una relación entre posibles estados de cosas.

Lo que se exige es identidad de forma (posibilidad de estructura) entre una y otra red de

objetos y posibles estados de cosas, entre lenguaje y mundo, y no identidad de

contenido, de hechos. Si no fuera así, no sería posible dar cuenta del sentido de la

proposición con independencia de la verdad, y por tanto tampoco lo sería explicar el

decir falso.

La conexión entre lenguaje y mundo se da a través de los simples, y T 3 establece que

tal conexión a través de los simples es el pensamiento. Todo hecho figurante cuyos

elementos no sean simples esconderá, por tanto, una particular estructura, la estructura

real de la proposición, cuyos constituyentes serán esos elementos simples en que se

apoya la figuración lógica, la tarea del análisis será la de alcanzar tales elementos

(T 3.2-3.25). Esto nos conduce al segundo de los parágrafos.

(2) En T 3.5 Wittgenstein afirma que el signo proposicional usado, pensado, es el

pensamiento. Este parágrafo es el último de la serie 3-3.5 en que Wittgenstein relaciona

la teoría general de la figuración con el lenguaje y el pensamiento, y lo hace recurriendo

a las nociones de proyección, análisis y uso del signo proposicional. Estas nociones nos

permiten entender el paso de la noción de pensamiento como figura lógica a la noción

de pensamiento como signo proposicional usado.

Wittgenstein defiende que usar un signo proposicional equivale a pensarlo, y de ahí que

identifique pensamiento con signo usado. Pero ¿qué significa pensar un signo

proposicional? Según T 3.1-3.13, pensar (das Denken) el sentido de la proposición es el

método de proyección que hace, de un hecho senso-perceptible, un signo proposicional,

es decir, una proposición con sentido (T 4). Los signos proposicionales (las oraciones

habladas o escritas de los lenguajes naturales, las expresiones en morse que constituyen

enunciados acerca del mundo, etc.) son peculiares hechos senso-perceptibles que en su

relación proyectiva al mundo dicen cómo es el mundo.

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La proyección incluye una doble consideración. Por un lado, como hemos visto, en la

medida en que el hecho que se proyecta ha de conectar con el mundo a través de la

correlación de los constituyentes simples (Toda figura es también una figura lógica,

T 2.182), es necesario que el signo proposicional esconda, sea analizable en, elementos

simples que estén por los objetos del mundo (T 3.2-3.261). Por otro lado, puesto que tal

análisis no comparece en la expresión misma, en el signo, Wittgenstein recurre al uso

lógico-sintáctico de los signos para dar cuenta de la determinación del sentido: para que

un hecho sea proyectado y determine un sentido ha de ser un hecho tal que él y sus

constituyentes formen parte de un sistema (sistema de signos, Zeichensystem, T 5.475;

lenguaje de signos, Zeichensprache, T 3.325, 3.343) de manera que a través de las

relaciones de unos signos con otros puedan determinar todo posible sentido, y se dé una

correspondencia entre todo posible signo que el sistema permite generar y todo posible

sentido que puede ser expresado (T 4.5). Esta doble consideración determina, a su vez,

un doble componente de la proyección. La proyección-1 es la correlación de las dos

redes de objetos simples con sus formas lógicas, es decir, la correlación de las dos redes

de posibles estados de cosas (nivel analizado). La proyección-2 es la conexión de un

hecho del mundo (signo proposicional, expresión) con el hecho del que es figura (nivel

no analizado). La proyección-2 constituye propiamente la figuración, pero tiene lugar a

través de la proyección-16.

La proyección-1 es necesaria porque el isomorfismo es condición necesaria pero no

suficiente para la figuración de los hechos. Tres problemas muestran que no es

condición suficiente. En primer lugar, el problema de la simetría del isomorfismo (T

4.0141). Puesto que la relación de isomorfismo es simétrica, es necesario algo más que

dote de direccionalidad a esa relación y por tanto determine una de las redes como

lenguaje y la otra como mundo. En segundo lugar, el problema del carácter declarativo

de las figuras (T 2.1, 4.022, 4.031-4.0311). En principio, un estado de cosas muestra

cómo podrían estar combinados otros objetos, pero no dice que así lo estén. Finalmente,

6 Cuestión distinta que no afronto en este trabajo es cuál es el sujeto proyectante o pensante, es decir, el

sujeto de la proyección en cuanto acción mediante la cual tiene lugar la conexión entre hecho figurante y

figurado. Comparto con García Suárez (ver pp.1-23 de este mismo volumen) la idea de que los hechos

lingüísticos no son intrínsecamente intencionales, sino que su intencionalidad deriva del pensamiento

entendido como actividad proyectante; pero discrepo en su concepción del sujeto. A mi juicio, la

proyección tiene como condición de posibilidad el sujeto metafísico o extramundano, y no el empírico,

porque la figuración misma, la relación entre hecho figurante y hecho figurado no es una relación

intramundana, pues en el mundo tractariano no hay conexiones entre hechos, sino sólo entre objetos. Para

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el problema de la direccionalidad sí-no de las figuras (T 4.023). Una combinación de

objetos muestra cómo podrían estar combinados otros objetos, pero las proposiciones,

de las que Wittgenstein dice que son figuras, en la medida en que pueden ser afirmativas

y negativas, dicen no sólo cómo es el mundo, sino también cómo no es. La proyección,

por tanto, rompe la simetría, hace una conexión entre hechos a través de sus objetos y

posibilidades, y hace tal conexión en un particular modo, positivo o negativo.

La proyección-2, como se ha dicho, es necesaria como consecuencia de la ruptura entre

expresión y estructura de la proposición. Puesto que la estructura no comparece en la

expresión, Wittgenstein recurre a la distinción entre signo, expresión y símbolo, y al

carácter sistemático, reglado, del lenguaje para dar cuenta del modo en que las

oraciones de los lenguajes fácticos determinan sentidos. El signo es lo senso-perceptible

del símbolo, y el símbolo es el signo más su uso con sentido, que viene determinado por

su aplicación lógico-sintáctica (T 3.326-3.327).

Por un lado, todo signo proposicional conecta con el mundo (es su figura lógica) a

través de elementos simples que están por los objetos del mundo, y, por otro, tal signo

ha de ser parte de un sistema de signos capaz de expresar todo posible sentido por

medio de las relaciones entre los signos (su uso con sentido, su aplicación lógico-

sintáctica). Y ambos requisitos, análisis y uso lógico-sintáctico, son precisamente

satisfechos gracias a la proyección. El pensamiento atañe ahora ya, no sólo a la figura

lógica de los hechos, sino a la manera efectiva en que tal figuración se lleva a cabo en

cuanto que requiere hechos (signos proposicionales) que sean proyectados, pensados,

aplicados (T 3.5). A diferencia de Frege, en el Tractatus el sentido no es el contenido de

la expresión, sino el resultado de la proyección. Mientras que el pensamiento para Frege

es el sentido de la proposición, para Wittgenstein en la medida en que el pensamiento es

el signo proposicional aplicado, el pensamiento es más bien la proposición con sentido

(sinnvolle Satz) (T 3).

(3) El tercero de los parágrafos sobre la noción de pensamiento introduce una última

consideración relevante: la noción de sentido (Sinn). Para dar cuenta de la

determinación del sentido, Wittgenstein recurre a la bipolaridad de la proposición, y a la

más detalles sobre este punto y sobre los problemas suscitados por el sujeto empírico, véase Cerezo 2005,

130-134.

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teoría de las funciones de verdad. Wittgenstein concibe la proposición como función de

verdad de proposiciones elementales, y la proposición elemental como una función de

verdad de sí misma (T 5). El espacio lógico viene determinado por las posibilidades de

existencia y no existencia de los estados de cosas que corresponden a la verdad y

falsedad de las proposiciones elementales que los representan. Cada una de las posibles

combinaciones de existencia y no existencia de estados de cosas, determina un mundo

pensable, posible. De este modo, Wittgenstein tiene todos los elementos para explicar

cómo un determinado signo proposicional en su relación proyectiva al mundo dice

cómo es el mundo o cómo no es el mundo. Lo hace figurando la realidad, es decir,

presentando los hechos en el espacio lógico, el darse y no darse de estados de cosas

(T 2.11).

Wittgenstein expone que el sentido de la proposición, lo que la proposición dice, es su

coincidencia y no coincidencia con las posibilidades del darse y no darse efectivos de

los estados de cosas (T 4.2). Las condiciones de verdad de toda proposición (función de

verdad) determinan una división entre el conjunto de mundos posibles en que tal

proposición es verdadera y el conjunto de mundos posibles en que tal proposición es

falsa. La división del espacio lógico en estos dos grupos de mundos posibles es lo que

permite la determinación del sentido. El sentido de la proposición es la particular

demarcación del lugar del espacio lógico que tiene lugar por la proyección de un

determinado signo proposicional con una direccionalidad, para decir que el mundo es

como la proposición dice (está entre los mundos en que la proposición es verdadera) o

que no es como la proposición dice (está entre los mundos en que la proposición es

falsa) (T 3.4-3.42, 4.022-4.023).

¿Qué significa por tanto que una proposición es figura de los hechos? Significa que un

signo proposicional la expresa (= un signo proposicional expresa una función de

verdad) mediante su proyección sobre el mundo, es decir, mediante una conexión de

hechos a través de la correlación de los elementos simples que se esconden en sus

estructuras (figuración lógica, pensamiento). Como el signo proposicional usado,

proyectado, divide el espacio lógico y determina un sentido, es precisamente una

proposición con sentido. (T 3.5, 3.6)

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En suma, la figuración tiene un triple requisito. Requiere (i) una posible proposición,

una función de verdad, unas particulares condiciones de verdad, (ii) que son expresadas

fácticamente en un signo proposicional, (iii) por medio del pensamiento, del pensar su

sentido. Este triple requisito determina la triple dimensión de la figura. Toda figura es

proposición, signo proposicional y pensamiento. Toda figura es proposición porque

expresa una de las posibles funciones de verdad. Toda figura es signo proposicional

porque es hecho senso-perceptible. Toda figura es pensamiento en cuanto que se da una

conexión entre hechos a través de la correlación de los simples y forma lógica (es figura

lógica).

Se entienden ahora bien los parágrafos del Tractatus que desarrollan la relación entre

pensamiento, proposición y signo proposicional. Una proposición expresa un

pensamiento (correlación, proyección) (T 3.1) por medio de un signo proposicional que

es proyectado sobre el mundo (T 3.11-3.12). Y se entienden también algunos otros

parágrafos más oscuros que han desconcertado a los estudiosos de Wittgenstein7: una

proposición no contiene su sentido, sino la posibilidad de expresarlo (T 3.13).

Finalmente, desde la interpretación que he ofrecido, los tres parágrafos del Tractatus

son consistentes: pensar el sentido de una proposición (T 4) quiere decir expresarla en

un signo proposicional proyectándolo sobre el mundo (T 3.5) y la proyección tiene lugar

a través de los simples (figura lógica, T 3).

¿Qué es el pensamiento entonces? La correlación misma, la proyección entre los

hechos, y por ello es tanto una figura lógica (los hechos se correlacionan a través de los

objetos simples y sus formas), como un signo proposicional aplicado, pensado (no hay

proyección, figuración, sin sujeto, hecho que proyectar, [SF]), como, finalmente, una

proposición con sentido (lo que se figuran son los hechos, es decir, tampoco hay

7 La mayoría de las interpretaciones del Tractatus tropiezan con dificultades para entender T 3.13 porque

no advierten que la noción tractariana de proposición hace relación a toda posible función de verdad, que

puede expresarse en signos proposicionales. La proposición no contiene su sentido, sino la posibilidad de

expresarlo en signos proposicionales mediante la proyección de estos (hechos) sobre el mundo (otros

hechos). La inadvertencia de esta relación entre posibilidad (proposición) y facticidad (signo

proposicional) no permite leer adecuadamente este parágrafo y ha llevado a algunos a sugerir que

Wittgenstein incurrió en un uso inadecuado del término Satz en T 3.13, en que debería haber usado

Satzzeichen, puesto que los signos proposicionales no contienen los sentidos que expresan. Véase Kenny

1981, 141-143. García Suárez, en este mismo volumen (p.6) atiende también a los problemas suscitados

por T 3.13, rechazando también la hipótesis de la confusión de Kenny. Comparto las razones que ofrece

(la posibilidad de expresar el sentido fundada en el isomorfismo), que están relacionadas con las que yo

ofrezco, ya que el isomorfismo es identidad de forma, es decir, de posibilidad de estructura.

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figuración sin objeto, [OF]). En adelante, me referiré a esta interpretación como la

interpretación fuerte, e intentaré defenderla de los dos tipos de dificultades que he

introducido al comienzo de este trabajo.

2. Los problemas exegéticos: la correspondencia con Russell.

Según la interpretación fuerte, hay un solo hecho figurante, el signo proposicional, que

el pensamiento correlaciona con el mundo para expresar un sentido, para declarar lo que

es el caso. El pensamiento, en esta interpretación, propiamente no es un hecho. Lo que

es un hecho es el signo proposicional que se proyecta y que, en cuanto proyectado,

deviene pensamiento (T 3.5). En la correspondencia con Russell, sin embargo, se habla

directamente de pensamiento como hecho. En esta Sección pretendo dar cuenta de estos

problemas exegéticos, pero antes deseo revisar un parágrafo del Tractatus que podría

también ofrecer cierta dificultad a la interpretación propuesta en este trabajo y apoyar la

lectura débil de la noción de pensamiento.

T 3.2: El pensamiento puede expresarse en la proposición de un modo tal

que a los objetos del pensamiento (den Gegenständen des Gedankes)

correspondan elementos del signo proposicional (Elemente des

Satzzeichens).

En T 3.2, Wittgenstein afirma explícitamente que el pensamiento es lo expresado o

expresable en la proposición y que los nombres corresponden a los objetos del

pensamiento. Si los elementos del signo proposicional corresponden a los objetos del

pensamiento, el pensamiento podría entenderse como otro hecho, como una entidad

intermedia entre signo proposicional y hecho figurado, de manera que habría dos

figuras, y dos relaciones entre hechos: una entre el signo proposicional y el

pensamiento, y otra entre el pensamiento y el hecho figurado. El signo proposicional

figuraría un particular hecho, de carácter psicológico, el pensamiento –y así expresaría

una proposición- y el pensamiento, a su vez, figuraría lógicamente los hechos. El

corolario de la lectura débil es que la intencionalidad del signo proposicional está

mediada por la del pensamiento.

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12

Pero la lectura débil de la noción de pensamiento es difícilmente conciliable con

algunos los parágrafos que han sido objeto de estudio en la Sección anterior, en

particular con T 2.182 y 3.5. Según la interpretación débil, el signo proposicional no es

figura lógica, sino que está en una particular relación con la figura lógica, ni tampoco el

signo proposicional aplicado es pensamiento, sino que está en una particular relación

con él. Pero Wittgenstein afirma que toda figura es también figura lógica, y que el signo

proposicional proyectado es el pensamiento (el subrayado corresponde al énfasis de

Wittgenstein, el resto de cursiva es mío).

Pero, ¿es T 3.2 realmente una amenaza para la lectura fuerte? Según la lectura fuerte, la

figura lógica, el pensamiento, es la correlación misma de los objetos del hecho

figurante y el hecho figurado. No hay correlación sin hecho (signo proposicional) que la

exprese, es decir, sin hecho cuyos objetos sean correlacionados. No hay tampoco

expresión de un sentido en un signo proposicional sin correlación, sin pensamiento. Una

solución natural al problema que ofrece T 3.2 es considerar que los elementos del signo

proposicional y los objetos del pensamiento son los mismos objetos, pero considerados

en cuanto constituyentes de un hecho o en cuanto objetos correlacionados con otros,

respectivamente. Es decir, en la medida en que el signo proposicional aplicado es el

pensamiento, sus constituyentes son los objetos del signo proposicional que

corresponden a los objetos del pensamiento en cuanto signo proposicional pensado8. En

cuanto signo proposicional aplicado, el pensamiento es un hecho, cuyos objetos son los

Gegenständen des Gedankes de T 3.2.

8 Ciertamente, el uso del término entsprechen, corresponder, en T 3.2 es desconcertante, pues hubiera

sido más natural haber afirmado que los elementos del signo proposicional coinciden con los del

pensamiento si es que eso es lo que Wittgenstein defendía. Pero dos razones permiten mantener mi

interpretación a pesar de este desconcierto. Primero, Wittgenstein podría querer insistir en la diferencia

entre los constituyentes del signo proposicional en cuanto hecho y la correlación que entraña el

pensamiento, para hacer hincapié en que los elementos del signo proposicional, para devenir nombres,

han de ser correlacionados por el pensamiento con otros objetos. Esto se verifica además por la

circunstancia de que T 3.2 vaya seguido inmediatamente por los parágrafos que tratan acerca del nombre.

El sentido de T 3.2 sería, por tanto, atender a la necesidad de analizar el signo proposicional para alcanzar

elementos simples que puedan ser correlacionados con el mundo (que correspondan a los objetos del

pensamiento). Segundo, la identificación entre pensamiento y signo proposicional aplicado tiene lugar en

T 3.5, como corolario de toda la serie del 3. Pero en T 3.2 Wittgenstein no ha introducido todavía todos

los elementos necesarios para dar cuenta de tal identificación (nociones de signo, símbolo y expresión;

uso lógico-sintáctico; determinación de un lugar del espacio lógico, etc.)

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El 19 de agosto de 1919 Wittgenstein escribió una carta a Russell en respuesta a varias

cuestiones que éste le había planteado tras su lectura de la copia del Tractatus que había

recibo por medio de Keynes. Dos de estas cuestiones se refieren al pensamiento:

2) [Russell] 3. “Das logische Bild der Tatsachen ist der Gedanke.” Sí, estoy

de acuerdo. Pero un Gedanke es un hecho: ¿qué son sus constituyentes y

componentes y cuál su relación con los del Tatsache figurado?

[Wittgenstein] Yo no sé qué son los constituyentes de un pensamiento, pero

sé que debe tener tales componentes que correspondan a las palabras del

lenguaje. Además, la índole de la relación entre los constituyentes del

pensamiento y el hecho figurado es irrelevante. Sería un asunto de la

psicología el descubrirlo.

3) [Russell ] 4 & 4.001. “Der Gedanke is der sinnvolle Satz.” “Die

Gesamtheit der Sätze ist die Sprache.” ¿Consiste un Gedanke de palabras?

[Wittgenstein] ¡No! Sino de constituyentes psíquicos que tienen el mismo

tipo de relación con la realidad que las palabras. Qué sean esos

componentes, yo no lo sé.9

En estos textos, Wittgenstein responde de manera concisa a las preguntas planteadas por

Russell sobre parágrafos concretos del Tractatus. Sus respuestas parecen asumir que los

pensamientos son un tipo particular de hechos que se dan en nuestras mentes o cerebros,

una peculiar clase de entidades, hechos, de naturaleza psicológica. Pero, ¿qué es

entonces el pensamiento? ¿Es la figura lógica, es decir, la correlación que subyace a

toda figuración (pensamiento-l)? ¿o es más bien un tipo particular de hechos que se dan

en nuestras mentes o cerebros (pensamiento-p)?

Para el defensor de la lectura débil, los textos de la correspondencia con Russell, al

reconocer la existencia de hechos propiamente psicológicos, podrían apoyar

indirectamente la idea de la doble figuración, la de los pensamientos o hechos

psicológicos y la derivada de las entidades lingüísticas. En efecto, un intento de

conciliar la correspondencia de Russell y Wittgenstein con los parágrafos del Tractatus

consistiría en defender que el pensamiento es el hecho psicológico y la figura lógica al

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mismo tiempo: es decir, es un hecho psicológico que ha sido correlacionado con el

hecho figurado. Los nombres del signo proposicional que expresara tales pensamientos

serían derivadamente correlacionados con los objetos. Habría, por tanto, dos hechos,

psicológico y lingüístico, siendo el primero figura lógica, y el segundo siendo figura en

virtud de su relación con el primero. Pero este intento se topa con las mismas

dificultades que hemos visto anteriormente: cómo dar cuenta de lo que Wittgenstein

explícitamente afirma en T 2.182 y T 3.5.

Llegados a este punto, el lector fuerte de la noción de pensamiento tiene dos posibles

salidas. En primer lugar, puede entender que se trata de dos usos distintos del término

“Gedanke”, un uso técnico, en el Tractatus, y un uso contextual, en la correspondencia

con Russell. En segundo lugar, la lectura fuerte puede recurrir a la identidad entre

pensamiento como entidad psicológica y el signo proposicional analizado.

La primera de las soluciones entiende que, en su contestación, Wittgenstein está

respondiendo de acuerdo a la noción de pensamiento que comparece en la pregunta de

Russell, es decir, una noción russelliana de pensamiento como entidad psicológica10. La

respuesta de Wittgenstein se aplicaría a tal noción de pensamiento, no a la noción

técnica tractariana de la que venimos tratando en este trabajo. Wittgenstein, por tanto,

estaría reconociendo en su contestación que los pensamientos-p, los peculiares hechos

que ocurren en las mentes y cerebros constituyen un posible tipo de lenguaje. También

ellos son signos proposicionales aplicados, también son figuras lógicas, correlaciones, y

también expresan determinados sentidos y dicen cómo es el mundo. Como toda figura,

en la medida en que figura el mundo, todo pensamiento-p es también pensamiento-l

(T 2.182). Pero puesto que hay también signos proposicionales de naturaleza no

psíquica que devienen figuras por la proyección, y que son por tanto figuras lógicas, no

todo pensamiento-l es pensamiento-p. Los pensamientos-p son, como el resto de los

signos proposicionales, meros hechos que pueden ser proyectados para decir cómo es el

mundo.

9 Véanse las cartas 67 y 68 en Wittgenstein 1995.

10 Véase Carruthers 1989, 79, para una interpretación parecida de la correspondencia.

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Es posible que Wittgenstein en algún momento del desarrollo de su pensamiento

defendiera una idea de pensamiento como la que acabamos de describir, como lo

muestra el siguiente texto de los Notebooks, en la entrada correspondiente al 12.9.16:

Ahora se vuelve claro por qué pensé que pensamiento y lenguaje habrían de

ser lo mismo. Porque el pensamiento es, quién lo duda, una especie de

lenguaje. Porque el pensamiento es naturalmente también una figura lógica

de la proposición (Bild des Satzes) y, de este modo, también una especie de

proposición (Satz)11.

La segunda solución explica los textos del intercambio epistolar recurriendo a la

identidad entre pensamiento como entidad psicológica y el signo proposicional

analizado. Un pensamiento-p es un signo proposicional (hecho) en su forma analizada,

y eso es lo que es correlacionado (pensamiento-l) con el hecho figurado. Los

pensamientos-p son los estados de cosas simples que devienen figuras lógicas por

medio de la proyección-1. Toda figura es figura lógica porque a todo signo

proposicional subyace una estructura cuyos constituyentes son de naturaleza psíquica, y

son éstos los que son correlacionados con los objetos del mundo por la proyección12.

Todo pensamiento-p es pensamiento-l, y todo pensamiento-l es pensamiento-p.

No es fácil determinar cual de éstas dos concepciones tenía Wittgenstein en mente

cuando contestó a Russell sus preguntas. Cualquiera de las dos son consistentes con el

resto de textos tractarianos sobre la noción de pensamiento. Ciertamente, la segunda de

11 La parte oscura de este texto es la que corresponde a la explicación que da Wittgenstein de que el

pensamiento sea un tipo de lenguaje: que es también figura lógica de la proposición. Hay tres posibles

explicaciones de esta paradójica afirmación de Wittgenstein. Primero, Wittgenstein podría estar

entendiendo los pensamientos psicológicos como la particular dimensión psicológica de todo signo

proposicional en la medida en que es senso-perceptible. En cuanto expresada en un signo proposicional

senso-perceptible, toda proposición a su vez puede ser figurada por un pensamiento-p. Los pensamientos-

p serían entonces figuras de los hechos en que consisten los signos proposicionales. Pero esta

interpretación no parece respetar el sentido implícito en las palabras de Wittgenstein en su

correspondencia con Russell (que los pensamientos-p son figuras de la realidad como lo son los signos

proposicionales). En cualquier caso, si esta fuera la lectura adecuada del texto, no suscitaría problemas

para la lectura aquí defendida, pues simplemente reconocería entre las distintas figuraciones posibles la

correspondiente a la percepción de los signos proposicionales, cuyo sujeto serían pensamientos-p y cuyo

objeto serían signos proposicionales. En segundo lugar, cabría leer la entrada como lo hace Carruthers,

que entiende que en ella hay dos usos distintos del término proposición: el primero corresponde a la

noción russelliana de proposición (sus constituyentes por tanto son reales, son aquellos acerca de los que

es el juicio), y el segundo a la noción tractariana (Carruthers 1989, 80). En tercer lugar, se podría admitir

que Wittgenstein se equivocó y que en la primera aparición de Satz debería haber puesto Tatsache. 12 Véase también Kenny 1981.

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las salidas suscita una cierta dificultad, puesto que exigiría la simplicidad de los

constituyentes psíquicos del pensamiento, exigencia algo contraria a las intuiciones que

tenemos acerca de la naturaleza de tales hechos. En este sentido la balanza podría

inclinarse hacia la primera de las salidas. Pero no se trata de una dificultad insalvable.

El mismo Wittgenstein dice que no sabe qué son los constituyentes del pensamiento, y

muestra así que no tenía una particular idea acerca de la posible naturaleza simple o

compuesta de tales constituyentes psíquicos.

En cualquier caso, lo que parece claro es que el intercambio epistolar, aun dejando al

lector fuerte en suspense en relación con la interpretación adecuada de estos textos,

parece excluir una lectura débil de la noción de pensamiento. Según una interpretación

débil, la relación entre lenguaje y mundo está mediada por el pensamiento, y por tanto

la relación entre los constituyentes del pensamiento y los objetos del mundo es de

naturaleza distinta a la relación entre los constituyentes del lenguaje y los objetos del

mundo. Mientras que los constituyentes del pensamiento se correlacionan

inmediatamente con los del mundo, los constituyentes del signo proposicional no lo

hacen inmediatamente. Sin embargo, en su respuesta a Russell, Wittgenstein afirma que

los constituyentes psíquicos tienen el mismo tipo de relación con la realidad que las

palabras. La lectura fuerte, en cualquiera de las dos posibles soluciones que se acaban

de ofrecer, entiende que la relación entre los constituyentes psíquicos del pensamiento-p

con los de la realidad es del mismo tipo que la de las palabras. Pues en el primer caso, si

el pensamiento constituye un tipo peculiar de lenguaje, sus constituyentes simples se

correlacionan con los objetos del mundo del mismo modo que lo hacen los

constituyentes simples de los signos proposicionales de cualquier otro lenguaje, es decir,

de manera inmediata. Y en el segundo caso, la relación es la misma porque los

constituyentes psíquicos del pensamiento coinciden con los signos simples que

subyacen al análisis de las palabras. Contra las apariencias, por tanto, si se tratara de

determinar con cuál de las lecturas son consistentes los textos de la correspondencia,

parece que la respuesta sería que con la lectura fuerte.

3. Los problemas conceptuales: las tautologías.

En el Tractatus, Wittgenstein defiende que las tautologías y contradicciones son

proposiciones (T 4.46) y que las proposiciones son figuras (4.01). Un corolario

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inmediato de estas dos afirmaciones sería que las tautologías y contradicciones son

figuras. Pero las proposiciones no dicen nada, no tienen sentido (son sinnlos), porque no

determinan un lugar en el espacio lógico. ¿Son tales proposiciones figuras o no lo son?

Dicho de otra manera, si la figuración, según hemos explicado, consiste en la peculiar

articulación entre signo proposicional, proposición y pensamiento que tiene lugar por

medio de la proyección de los hechos figurantes sobre los hechos figurados, ¿qué pasa

en el caso de las tautologías y contradicciones, proposiciones expresables en una

multiplicidad de signos proposicionales? ¿Requiere tal expresión proyección como en el

caso de las demás proposiciones? Si el pensamiento es la proposición con sentido

(sinnvolle Satz), ¿resulta entonces que las tautologías y contradicciones no son

pensamientos?

La dificultad con que aquí tropezamos viene suscitada por la combinación de la teoría

de las funciones de verdad y la teoría de la figuración. En el marco de la teoría de las

funciones de verdad, las tautologías y contradicciones se generan combinatoriamente,

como dos posibles funciones de verdad de un conjunto inicial de proposiciones

elementales, y operacionalmente, como dos de los posibles resultados de la aplicación

de la operación N a las proposiciones elementales según el procedimiento indicado en

T 5.5, 6. Sin embargo, en el marco de la teoría de la figuración, la determinación del

sentido requiere la división del espacio lógico, y por ello las tautologías y

contradicciones no tienen sentido.

Estas dificultades han sido objeto de atención de varios autores, y los equilibrios que

hacen muestran que las dificultades no son despreciables. La tensión se resuelve a veces

a favor de la teoría de la figuración, cuando, por ejemplo Kenny, defiende que las

tautologías y contradicciones no son proposiciones en sentido estricto, puesto que las

proposiciones son figuras y tienen sentido, y las tautologías y contradicciones son

sinnlos13. Las proposiciones, según él, son proposiciones significativas. En otros casos,

como el de Valdés, se reconoce el carácter proposicional de las tautologías y

contradicciones, concediéndoles también el carácter de figuras peculiares, de casos

extremos de figuración14, pues se trataría de figuras que no dicen nada. Otros, como

13 “…we can say that thought is the sense-full proposition (sinnvolle Satz: proposition with its sense; not

sensible as opposed to senseless proposition, for strictly speaking there is no such thing as a proposition

without a sense)”. Kenny 1981, 142. 14 Wittgenstein 2003, 124; 181.

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Fogelin y Carruthers, intentan mantener la situación de equilibrio entre las dos teorías,

arbitrando distintas maniobras para conciliarlas. Así, por ejemplo, Fogelin entiende que

las tautologías y contradicciones no son figuras, pero sí son proposiciones por ser

funciones de verdad de otras que son figuras. Es su conexión con otras proposiciones

que son figuras la que permite entenderlas como proposiciones y conectarlas con la

teoría de la figuración.15 Finalmente, Carruthers, afronta la cuestión poniéndola también

en relación con la noción de pensamiento, por lo que sus reflexiones son las más

relevantes para nuestros fines. La solución de Carruthers estriba en reconocer una cierta

ambigüedad en la noción tractariana de proposición. Las tautologías y contradicciones

son proposiciones en cuanto que son oraciones con su sentido16 (un particular modo de

determinar unas condiciones de verdad, un contenido cognitivo)17, y en este sentido no

toda proposición es pensamiento, pues el pensamiento siempre es la sinnvolle Satz. En

otro sentido, las tautologías y contradicciones no son proposiciones porque no tienen

Sinn, pues no dividen el espacio lógico. En esta segunda acepción, hay una

correspondencia entre la noción de pensamiento y proposición (pensamiento si y solo si

proposición).

Estas oscilaciones de los intérpretes del Tractatus corresponden a las perplejidades del

mismo Wittgenstein, que en los Notebooks advierte la peculiaridad de tautologías y

contradicciones:

Dije: "Una tautología es afirmada por toda proposición"; pero esto no basta

para decirnos por qué no es una proposición. ¿Nos ha dicho acaso por qué

una proposición no puede ser afirmada por p y ~p?

Pues mi teoría no revela realmente que la proposición debe tener dos polos.

(NB 2.6.15)

Y esta es precisamente la tensión. Por teoría en este texto Wittgenstein entiende la teoría

de las funciones de verdad. En los Notebooks se refiere a la teoría de las funciones de

15 Fogelin 1989, 47.

16 Carruthers defiende que en el Tractatus hay dos nociones de sentido (que él designa mediante los

términos sense y Sinn). Sense es el resto de la noción fregeana de sentido presente en el Tractatus, el

modo de designar la referencia. Las tautologías y contradicciones, según Carruthers, tienen sense puesto

que son signos proposicionales con un modo de determinar unas condiciones de verdad, aunque resultan

no tener un Sinn o “directed truth-condition”, porque no dividen el espacio lógico. Carruthers 1989, 40. 17 Carruthers 1989, 40-41; 84.

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verdad como class-theory, al entender la proposición como una clase de signos, la clase

de los signos que la afirman (NB 3.5.15, 6.6.15). En ella las tautologías y

contradicciones son proposiciones pues, puesto que toda proposición afirma lo que se

sigue de ella (T 5.124), existe una particular clase de signos que afirma la tautología,

precisamente el conjunto de todos los signos posibles de funciones de verdad, y existe

una particular clase de signos que afirma la contradicción, el conjunto vacío de signos.

Se trata, por tanto, de funciones de verdad peculiares, pero funciones de verdad al fin y

al cabo, y por tanto proposiciones. Sin embargo, en la medida en que para figurar, para

dividir el espacio lógico, la proposición debe tener dos polos, las tautologías y

contradicciones no tienen la condición necesaria para decir, y no son por tanto figuras.

Wittgenstein algo más adelante (NB 10.6.15) defenderá que, precisamente por esta

razón, no son proposiciones, y las describirá como pseudoproposiciones (Scheinsätze).

Sin embargo, en el Tractatus, al incluir el comentario correspondiente a esta entrada,

evitará usar el término pseudoproposición para referirse a tautologías y contradicciones

y lo reservará para las ecuaciones (T 6.2) y otras proposiciones unsinnig (T 4.1121,

4.1272, 5.535); e insistirá en la diferencia entre las expresiones unsinnig (que no tienen

sentido porque no se ha dado significado a alguno de los constituyentes, es decir, alguno

de los constituyentes no ha sido aplicado lógico-sintácticamente para determinar

sentido) y las proposiciones sinnlos (que no tienen sentido porque no dividen el espacio

lógico, pero no porque los constituyentes no hayan sido puestos en relación con el

mundo). Las tautologías son sinnlos, pero no son unsinnig (T 4.4611).

Pero, ¿resuelven estas distinciones el problema o más bien lo ponen aún más de

manifiesto? ¿están las tautologías en relación alguna con el mundo o no lo están? No

cabe duda de que Wittgenstein niega que las tautologías y contradicciones sean figuras.

Y la razón se debe a que no llevan a cabo una división del espacio lógico, y no son por

ello capaces de presentar el darse y no darse de estados de cosas (T 4.462) La razón, en

definitiva, es que no hay hechos, no hay objeto de figuración. Sin hecho figurado, no

hay figura ([OF]). Y es por ello por lo que las tautologías y contradicciones no son

pensamientos (el pensamiento es la proposición con sentido, sinnvolle, T 4).

En las tautologías y contradicciones asistimos, por tanto, a un desajuste en la relación

entre signo proposicional, proposición y pensamiento. Es claro que las tautologías y

contradicciones son signos proposicionales, pues son hechos senso-perceptibles, y es

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claro que no son pensamientos. Pero, ¿son, entonces, proposiciones? Lo son, hemos

visto, en cuanto funciones de verdad. Pero si no hay pensamiento, si aunque haya signos

proposicionales, no hay signo proposicional correlacionado (=pensamiento) ¿podemos

decir que a los signos proposicionales de la tautología y contradicción subyace una

particular estructura, la estructura de las correspondientes proposiciones? Y parece que

no, si no hay figuración, tampoco hay hecho figurante ([SF]). Y, efectivamente, eso es lo

que defiende Wittgenstein: ninguna combinación lógica de los signos puede

corresponder a ninguna combinación de objetos, y de ahí que tautologías y

contradicciones constituyan precisamente la disolución de la combinación de los

símbolos (T 4.466).

El resultado del planteamiento de Wittgenstein es, por un lado, que las tautologías y

contradicciones son funciones de verdad (y en ese sentido, proposiciones), y que sus

expresiones constituyen signos proposicionales de un sistema de signos, pues han sido

generados combinatoria y operacionalmente como los demás signos proposicionales de

las restantes funciones de verdad. Pero, por otro lado, no hay una estructura, una

combinación de nombres que a ellas correspondan (y en ese sentido, no son

proposiciones)18. No se trata sólo de que no digan nada, sino de que propiamente no son

nada, son meras combinaciones de signos, pero cuyo análisis pone de manifiesto su

disolución19. Wittgenstein recurre a la distinción entre símbolo y signo para describir

esta peculiar naturaleza de las tautologías: aunque los signos (la parte perceptible del

símbolo) están combinados en la tautología y contradicción, al no determinar un

sentido, no hay símbolo (T 4.4661), no hay, por tanto, una estructura de la proposición

que a su vez se revele en el uso lógico-sintáctico del signo. Las relaciones entre los

signos no tienen carácter simbólico, significativo. Una revisión atenta de la evolución

de estos parágrafos del Tractatus (T 4.466-4.4661) arroja luz sobre las ideas de

Wittgenstein. Dos observaciones son relevantes al respecto. Por un lado, ausente en el

Prototractatus, T 4.4661 parece ser introducido en el Tractatus para explicar que lo que

propiamente se disuelve es el símbolo, no el signo proposicional, pues los signos

permanecen relacionados entre sí en la tautología y contradicción. Por otro lado, aunque

18 La interpretación de Carruthers radica precisamente en reconocer un doble uso del término Satz en el

Tractatus que da cuenta de esta tensión: en un uso, las tautologías son proposiciones y en el otro no lo

son. Pero reconocer un doble uso de la noción no es suficiente para dar cuenta de si la combinación de las

dos teorías fundamentales del Tractatus está bien articulada o no lo está.

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Ogden había sugerido traducir Zeichenverbindung por combinación de signos en

T 4.466, en su carta del 4.8.1922, Wittgenstein le sugiere mantener la traducción como

combinación de símbolos20, puesto que lo que las tautologías y contradicciones entrañan

es la disolución de la combinación de los símbolos, no de los signos.

Puesto que los signos que corresponden a tautologías y contradicciones permanecen

combinados, y son generados combinatoria y operacionalmente legítimamente a partir

de las proposiciones elementales, Wittgenstein les asigna una función, mostrar las

propiedades formales del lenguaje. Las tautologías son las proposiciones de la lógica

(T 6.1)21. Además, crucialmente, las tautologías y contradicciones muestran la forma

lógica del mundo, y sirven también así a la teoría de la figuración (T 3.42, 6.124). Hay

una explicación que da cuenta de su presencia en el Tractatus en cuanto a su origen y

otra que da cuenta de su presencia en cuanto a su función, y de esta manera Wittgenstein

ofrece una justificación indirecta de las tautologías y contradicciones.

Ahora bien, si propiamente no hay pensamiento, figuración lógica, en el caso de las

tautologías, si no hay proyección, ¿qué quiere decir que las tautologías presuponen que

los nombres tienen significado y las proposiciones elementales sentido (T 6.124)?

Quiere decir que las tautologías presuponen que ha habido proyección del lenguaje

sobre el mundo, que hay lenguaje que habla del mundo22. Si no hubiera lenguaje, no

habría tautologías. Y si hay lenguaje, hay mundo sobre el que se ha proyectado el

lenguaje. Pero las tautologías, como tales, puesto que no dicen nada porque no figuran

19 Este es el aspecto que prima la interpretación de Kenny, que niega que las tautologías y contradicciones

sean proposiciones. 20 Wittgenstein 1973, 60. Se plantea la cuestión aquí de por qué Wittgenstein no corrigió la versión

original alemana, que dice Zeichenverbindung, en vez de sólo insistir en la traducción adecuada al inglés.

Es posible que Wittgenstein no lo advirtiera y se le pasara por alto tal corrección del alemán, o es posible

también que la connotación del término Symbol en alemán no permita intuitivamente una expresión como

combinación de símbolos. La traducción castellana de Valdés, realizada desde el alemán, traduce

literalmente por combinación de signos, no advirtiendo el comentario a Ogden y el sentido del parágrafo. 21 Wittgenstein reconoce que tal función es dispensable, pues en una notación adecuada podríamos

reconocer las propiedades formales de las proposiciones significativas (sinnvolle Satz) por medio de la

mera inspección (T 6.122). La indispensabilidad de la noción de la tautología deriva por tanto de la teoría

de las funciones de verdad. 22 Este es el aspecto en que inciden la interpretación de Fogelin (que intenta conciliar ambas teorías

apuntando al hecho cierto de que las tautologías son funciones de verdad de proposiciones elementales, y

éstas sí que figuran la realidad) y la de Valdés, que lleva, a mi juicio, la conciliación demasiado lejos al

afirmar que las tautologías y contradicciones son casos límite de figuras. Wittgenstein dice que no son

figuras, y que son casos límite de proposiciones, porque no son bipolares. Pero si no son bipolares, les

falta precisamente la condición necesaria para ser figuras, para figurar los hechos mediante la división del

espacio lógico.

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hechos, no esconden constituyentes que hayan sido correlacionados con objetos del

mundo.

Hay, por tanto, una tensión entre la idea de proposición como figura de la realidad (y la

correspondiente idea de estructura proposicional) y la de proposición como función de

verdad, y la tensión se manifiesta en que no hay correspondencia entre las proposiciones

en uno y otro sentido. Pero esta tensión lo es tanto para una lectura fuerte de la noción

de pensamiento como para una lectura débil, pues para ésta última existe también un

desajuste entre las proposiciones que expresan pensamientos, y que por tanto figuran la

realidad a través del pensamiento, y las que no los expresan, las tautologías y

contradicciones.

La noción tractariana de pensamiento tiene su lugar propio en el marco de la teoría de la

figuración. En ese ámbito, la noción cómo hemos visto no ofrece problemas

conceptuales, y no hay dificultad en dar una interpretación consistente con los

parágrafos en los que se trata la noción de pensamiento. Incluso si se tiene en cuenta la

posible ambigüedad en la noción de pensamiento entre una noción psicológica y una

noción lógica, es posible dar cuenta de los textos wittgensteinianos, incluida su

correspondencia con Russell. Sin embargo, en su relación con la teoría de las funciones

de verdad, la teoría de la figuración suscita problemas para la noción de pensamiento en

la medida en que da cabida a proposiciones que no son pensamientos. Las tautologías y

contradicciones, en cuanto casos límites de proposiciones, ponen de manifiesto el

desajuste entre la triple dimensión de la figuración al ser ejemplos de signos

proposicionales que se constituyen como tales sin que haya figuración.

Referencias Bibliográficas

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