EL PENSAMIENTO Y LA TRIPLE DIMENSION DE LA FIGURA EN ELwebs.um.es/mmcerezo/Wittgenstein. María...
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EL PENSAMIENTO Y LA TRIPLE DIMENSION DE LA FIGURA EN EL
TRACTATUS DE WITTGENSTEIN*
María Cerezo
La cuestión central que afronto en este trabajo es si la noción de pensamiento (Gedanke)
en el Tractatus es problemática en algún sentido1. A mi juicio, una adecuada
interpretación de la noción de pensamiento ha de desarrollarse en el contexto de la
teoría tractariana de la figuración en que el pensamiento se describe como "la figura
lógica de los hechos" (T°3) y en la que la figuración lógica se comprende como
condición necesaria de toda figuración ("Toda figura es también una figura lógica",
T°2.182). Los pensamientos no parecen ser, por tanto, un tipo particular de figuras, sino
más bien algo que subyace a toda figura. El pensamiento (Gedanke), en el sentido
técnico que esta noción tiene en el Tractatus, es una de las dimensiones de la figuración,
y junto a las otras dos dimensiones, signo proposicional (Satzzeichen) y proposición
(Satz), da cuenta de toda figuración.
Esta tesis, que el pensamiento no es un tipo de figura sino que subyace a toda
figuración, puede a su vez entenderse en un sentido débil y en un sentido fuerte.
Entender en sentido débil que el pensamiento es una dimensión de la figura es
* Debo gratitud a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid por la
invitación que me hicieron para exponer estas ideas en la serie de Conferencias sobre el pensamiento de
Wittgenstein celebrado en esa Universidad en la primavera del 2006, y a los participantes en la discusión
por sus cuestiones y sugerencias, en particular, a Antonio Blanco, Luis Fernández Moreno, Angel d'Ors y
Margarita Valdés, cuyas intervenciones me han sido de gran utilidad en la revisión de este trabajo para su
publicación en este volumen. 1 Atiendo a la noción de pensamiento en el Tractatus, y no a la noción de pensamiento que aparece en el
Prefacio de la obra. En el Prefacio, Wittgenstein se refiere a la verdad de los pensamientos contenidos en
su libro. Sin duda, la noción de pensamiento aquí entrañada (los pensamiento expresados en el Tractatus)
es distinta a la noción de pensamiento sobre la que el Tractatus versa y a la que yo atiendo en este trabajo.
La noción de pensamiento del Prefacio ofrece importantes dificultades que han dado lugar a una
interpretación heterodoxa desarrollada principalmente en Estados Unidos y cuyos principales
representantes son James Conant y Cora Diamond (también llamada new reading). Recientemente Lugg
ha afrontado nuevamente el problema del sentido en que Wittgenstein pudo expresar pensamientos en el
Tractatus (Lugg 2003). Comparto con Lugg su rechazo tanto de la new reading como de la lectura
metafísica del Tractatus (las proposiciones del Tractatus expresarían verdades metafísicas inefables), pero
no comparto su lectura de las proposiciones del Tractatus como tautológicas. En cualquier caso, los
2
compatible con la idea de que el pensamiento es una dimensión que media entre
lenguaje y mundo en el sentido de ser una entidad intermedia sólo a través de cuya
peculiar figuración es posible dar cuenta de la figuración de las entidades lingüísticas.
Los pensamientos son, según esta lectura, hechos peculiares, los hechos psicológicos, a
los que corresponde intrínsecamente figurar2, y en virtud de cuya figuración otros
hechos, los hechos lingüísticos, son capaces a su vez de figurar. En la interpretación
débil, por tanto, hay dos figuraciones, entendiendo por esto que hay dos hechos
figurantes, psicológico y lingüístico, pero (i) una se explica en términos de la otra (la
figuración del lenguaje, de las oraciones, se explica en términos de la figuración de los
pensamientos), y (ii) la figuración explicativa lo es en sentido cabal, ya que es propio de
los hechos psicológicos (pensamientos) figurar el mundo y los hechos lingüísticos
pueden figurar en la medida en que expresan pensamientos. En sentido fuerte, sin
embargo, que el pensamiento subyace a toda figuración quiere decir que hay una sola
figuración, en la que se articulan las distintas dimensiones, y por tanto hay un sólo
hecho figurante (el signo proposicional) que es figura en virtud de una serie de
circunstancias entre las cuales se encuentra el papel del pensamiento.
La interpretación que vengo ofreciendo hasta ahora y que pretendo seguir defendiendo
en este trabajo corresponde a una lectura fuerte de la manera en que el pensamiento
subyace a toda figuración. Pero esta interpretación no está exenta de dificultades. Los
problemas con que tropieza son de dos tipos, exegéticos y conceptuales. Los primeros
derivan del intercambio epistolar entre Wittgenstein y Russell en 1919, en el que parece
comparecer una idea de pensamiento como entidad psicológica que, a la luz de algunos
parágrafos del Tractatus, podría apoyar una lectura débil del sentido en que el
pensamiento subyace a la figura: tal entidad psicológica podría entenderse como la
entidad intermedia a través de la cual las entidades lingüísticas figuran.
El segundo tipo de problemas atañe a lo que podríamos describir como fallos en la
figuración, y se manifiesta en el hecho de que haya un tipo de proposiciones, las
tautologías, que son proposiciones pero no dicen nada. ¿Son tales proposiciones figuras
o no lo son? ¿Expresan pensamientos o no los expresan? Una lectura débil del modo en
problemas suscitados por la noción de pensamiento que aparece en el Prefacio y por parágrafos como
T 6.54 exceden el alcance de este trabajo. 2 Véase, por ejemplo, McDonough 1986, en particular 145-172. Para una crítica a la naturaleza intrínseca
de la intencionalidad del pensamiento, véase Cerezo 2005, 114-135.
3
que el pensamiento subyace a toda figuración parece capaz de dar una solución rápida a
esta cuestión: en el caso que estamos contemplando, el de las proposiciones que no
dicen nada, falta una de las dos figuraciones, la propia del pensamiento como entidad
intermedia, y por tanto la figuración de la entidad lingüística se malogra. De acuerdo a
esta solución, las tautologías no dicen nada porque no hay pensamientos expresados en
ellas.
En trabajos recientes me he ocupado de la triple dimensión de la figura y de la primera
serie de problemas que aquí indico3. He intentado mostrar que mi interpretación es
compatible con la correspondencia con Russell. Los textos en cuestión ofrecen
dificultades de interpretación, pues abren una doble alternativa de interpretación.
Incluso no siendo fácil establecer cuál de las dos posibles interpretaciones es la
adecuada, ninguna de ellas suscita conflictos con la lectura fuerte de la figuración. En
esta ocasión me propongo continuar ese trabajo con un doble objetivo. En primer lugar,
aspiro a mostrar que, en contra de las apariencias, una lectura atenta de la
correspondencia con Russell muestra que Wittgenstein no defendió una lectura débil de
la figuración. No se trata, por tanto, de que tanto la lectura débil como la fuerte sean
compatibles con los textos epistolares, sino que más bien parece que los textos apuntan
en la dirección de la lectura fuerte, incluso si el problema de cómo interpretar tales
textos sigue sin quedar del todo resuelto. En segundo lugar, pretendo afrontar el
segundo de los problemas, el relativo a las tautologías, y explicar el modo en que mi
interpretación responde a tales problemas. En este caso, los problemas, como veremos,
no son sólo problemas de interpretación, sino que ponen de manifiesto una cierta
tensión entre distintas doctrinas tractarianas, en particular, una tensión que surge de la
combinación de la teoría de la figuración con la teoría de las funciones de verdad para
dar cuenta de la determinación del sentido.
En la primera Sección resumo en líneas generales los elementos fundamentales de la
teoría4 de la figuración
5, y concluyo presentando una interpretación de la noción técnica
3 Cerezo 2003; 2005.
4 El uso del término “teoría” en el contexto de una investigación sobre el Tractatus es cuestionable, pues
Wittgenstein mismo negó que la filosofía fuera una actividad teorética (T 4.112). Sobre este punto, véase
Cerezo 2005, 25-27. Por razones de conveniencia, seguiré haciendo uso de este término en este trabajo,
entendiendo tal uso de acuerdo a lo que digo en Cerezo 2005, 25-27.
4
tractariana de pensamiento, y en las dos secciones siguientes examino los dos problemas
introducidos, la interpretación de la correspondencia con Russell y la dificultad de las
tautologías, respectivamente.
1. El pensamiento en la Teoría de la figuración.
Los textos del Tractatus en que Wittgenstein describe qué es el pensamiento son los
siguientes:
T 3: La figura lógica de los hechos es el pensamiento.
T 3.5: El signo proposicional usado, pensado (angewandte, gedachte,
Satzzeichen), es el pensamiento.
T 4: El pensamiento es la proposición con sentido (sinnvolle Satz).
En principio, parece posible dar una explicación de la noción tractariana de pensamiento
consistente con lo que se afirma en estos tres parágrafos. Para ello, es conveniente
advertir el contexto adecuado para interpretarlos. Estos tres parágrafos abren y cierran la
serie de 3 (T 3, 3.5) y abren la de 4. El primero remite de modo inmediato a la teoría
general de la figuración desarrollada en T 2.1-2.225, en donde Wittgenstein introduce
las condiciones de posibilidad de la figuración. Las series de 3 y 4 atienden a la
figuración efectiva del lenguaje, y contienen la evolución de la noción de pensamiento
dirigida por su relación con la noción de proposición y con la de signo proposicional
para dar cuenta de la figuración.
Una interpretación adecuada de estos tres parágrafos en el contexto de la teoría general
de la figuración requiere tener en cuenta dos componentes fundamentales de la
figuración. Estos dos componentes derivan del hecho de que Wittgenstein, con su teoría
de la figuración, pretende dar cuenta de la naturaleza declarativa del lenguaje ordinario:
las proposiciones dicen cómo es el mundo.
5 Asumo un conocimiento básico del Tractatus y en la presentación de la teoría de la figuración me
limitaré a exponer resumidamente los ejes fundamentales. Para una exposición detallada de cómo
interpreto esta teoría tractariana, véase Cerezo 2005.
5
[OF] El objeto de la figuración son los hechos, que es de lo que nos hacemos figuras
(T 2.1). El figurar tiene como objeto lo que es el caso, el darse y no darse de estados de
cosas. Hay hecho figurado si y solo si hay figuración.
[SF] El sujeto de la figuración son también los hechos; las figuras son hechos (T 2.14-
2.141; 3.14-3.142). Hay hecho figurante si y solo si hay figuración.
La figuración es, por tanto, una conexión entre hechos (T 5.542). Afrontamos ahora la
elucidación de los tres parágrafos tractarianos que describen qué es el pensamiento.
(1) Comencemos por el primero, que recoge uno de los requisitos de la figuración. En
cuanto figura lógica de los hechos, el pensamiento es uno de los elementos que
Wittgenstein introduce en la teoría general de la figuración en T 2.181: La figura lógica
es la figura en que la forma de figuración es la forma lógica. Y en la medida en que toda
figura ha de compartir la forma lógica con la realidad para poder figurarla (T 2.18), toda
figura es, por ello, figura lógica:
T 2.182: Toda figura es también (auch) una figura lógica. (Pero, por ejemplo, no
toda figura es espacial.)
El auch de T 2.181 no es un también en el sentido de un "además", sino más bien un
"también" con una función de énfasis (Toda figura es figura lógica), lo que se muestra
en el recurso a la cursiva por parte de Wittgenstein. La idea no es que una figura
espacial sea dos figuras, figura espacial a través de la forma de figuración espacial, y
figura lógica a través de la forma lógica. La idea es más bien que toda figura, para serlo,
ha de ser figura lógica, pues para declarar lo que es el caso, para figurar los hechos
(T 2.1), ha de presentar el darse y no darse de estados de cosas (T 2.11), y la forma
lógica es precisamente el conjunto de objetos simples y sus posibles combinaciones en
estados de cosas. Wittgenstein, en definitiva, está estableciendo que toda figuración de
la realidad requiere siempre la representación de posibles estados de cosas, y eso
requiere una identidad de forma entre lenguaje y mundo. Esta última tesis es la que
normalmente entendemos por el requisito tractariano de isomorfismo entre lenguaje y
mundo.
6
[TI] Estado de cosas e es pensable ↔ podemos hacer una figura de e ↔ e es posible
(T 3.001, 3.02)
Ahora bien, mientras que la figuración, como se ha indicado arriba, es una relación
entre hechos, el isomorfismo es más bien una relación entre posibles estados de cosas.
Lo que se exige es identidad de forma (posibilidad de estructura) entre una y otra red de
objetos y posibles estados de cosas, entre lenguaje y mundo, y no identidad de
contenido, de hechos. Si no fuera así, no sería posible dar cuenta del sentido de la
proposición con independencia de la verdad, y por tanto tampoco lo sería explicar el
decir falso.
La conexión entre lenguaje y mundo se da a través de los simples, y T 3 establece que
tal conexión a través de los simples es el pensamiento. Todo hecho figurante cuyos
elementos no sean simples esconderá, por tanto, una particular estructura, la estructura
real de la proposición, cuyos constituyentes serán esos elementos simples en que se
apoya la figuración lógica, la tarea del análisis será la de alcanzar tales elementos
(T 3.2-3.25). Esto nos conduce al segundo de los parágrafos.
(2) En T 3.5 Wittgenstein afirma que el signo proposicional usado, pensado, es el
pensamiento. Este parágrafo es el último de la serie 3-3.5 en que Wittgenstein relaciona
la teoría general de la figuración con el lenguaje y el pensamiento, y lo hace recurriendo
a las nociones de proyección, análisis y uso del signo proposicional. Estas nociones nos
permiten entender el paso de la noción de pensamiento como figura lógica a la noción
de pensamiento como signo proposicional usado.
Wittgenstein defiende que usar un signo proposicional equivale a pensarlo, y de ahí que
identifique pensamiento con signo usado. Pero ¿qué significa pensar un signo
proposicional? Según T 3.1-3.13, pensar (das Denken) el sentido de la proposición es el
método de proyección que hace, de un hecho senso-perceptible, un signo proposicional,
es decir, una proposición con sentido (T 4). Los signos proposicionales (las oraciones
habladas o escritas de los lenguajes naturales, las expresiones en morse que constituyen
enunciados acerca del mundo, etc.) son peculiares hechos senso-perceptibles que en su
relación proyectiva al mundo dicen cómo es el mundo.
7
La proyección incluye una doble consideración. Por un lado, como hemos visto, en la
medida en que el hecho que se proyecta ha de conectar con el mundo a través de la
correlación de los constituyentes simples (Toda figura es también una figura lógica,
T 2.182), es necesario que el signo proposicional esconda, sea analizable en, elementos
simples que estén por los objetos del mundo (T 3.2-3.261). Por otro lado, puesto que tal
análisis no comparece en la expresión misma, en el signo, Wittgenstein recurre al uso
lógico-sintáctico de los signos para dar cuenta de la determinación del sentido: para que
un hecho sea proyectado y determine un sentido ha de ser un hecho tal que él y sus
constituyentes formen parte de un sistema (sistema de signos, Zeichensystem, T 5.475;
lenguaje de signos, Zeichensprache, T 3.325, 3.343) de manera que a través de las
relaciones de unos signos con otros puedan determinar todo posible sentido, y se dé una
correspondencia entre todo posible signo que el sistema permite generar y todo posible
sentido que puede ser expresado (T 4.5). Esta doble consideración determina, a su vez,
un doble componente de la proyección. La proyección-1 es la correlación de las dos
redes de objetos simples con sus formas lógicas, es decir, la correlación de las dos redes
de posibles estados de cosas (nivel analizado). La proyección-2 es la conexión de un
hecho del mundo (signo proposicional, expresión) con el hecho del que es figura (nivel
no analizado). La proyección-2 constituye propiamente la figuración, pero tiene lugar a
través de la proyección-16.
La proyección-1 es necesaria porque el isomorfismo es condición necesaria pero no
suficiente para la figuración de los hechos. Tres problemas muestran que no es
condición suficiente. En primer lugar, el problema de la simetría del isomorfismo (T
4.0141). Puesto que la relación de isomorfismo es simétrica, es necesario algo más que
dote de direccionalidad a esa relación y por tanto determine una de las redes como
lenguaje y la otra como mundo. En segundo lugar, el problema del carácter declarativo
de las figuras (T 2.1, 4.022, 4.031-4.0311). En principio, un estado de cosas muestra
cómo podrían estar combinados otros objetos, pero no dice que así lo estén. Finalmente,
6 Cuestión distinta que no afronto en este trabajo es cuál es el sujeto proyectante o pensante, es decir, el
sujeto de la proyección en cuanto acción mediante la cual tiene lugar la conexión entre hecho figurante y
figurado. Comparto con García Suárez (ver pp.1-23 de este mismo volumen) la idea de que los hechos
lingüísticos no son intrínsecamente intencionales, sino que su intencionalidad deriva del pensamiento
entendido como actividad proyectante; pero discrepo en su concepción del sujeto. A mi juicio, la
proyección tiene como condición de posibilidad el sujeto metafísico o extramundano, y no el empírico,
porque la figuración misma, la relación entre hecho figurante y hecho figurado no es una relación
intramundana, pues en el mundo tractariano no hay conexiones entre hechos, sino sólo entre objetos. Para
8
el problema de la direccionalidad sí-no de las figuras (T 4.023). Una combinación de
objetos muestra cómo podrían estar combinados otros objetos, pero las proposiciones,
de las que Wittgenstein dice que son figuras, en la medida en que pueden ser afirmativas
y negativas, dicen no sólo cómo es el mundo, sino también cómo no es. La proyección,
por tanto, rompe la simetría, hace una conexión entre hechos a través de sus objetos y
posibilidades, y hace tal conexión en un particular modo, positivo o negativo.
La proyección-2, como se ha dicho, es necesaria como consecuencia de la ruptura entre
expresión y estructura de la proposición. Puesto que la estructura no comparece en la
expresión, Wittgenstein recurre a la distinción entre signo, expresión y símbolo, y al
carácter sistemático, reglado, del lenguaje para dar cuenta del modo en que las
oraciones de los lenguajes fácticos determinan sentidos. El signo es lo senso-perceptible
del símbolo, y el símbolo es el signo más su uso con sentido, que viene determinado por
su aplicación lógico-sintáctica (T 3.326-3.327).
Por un lado, todo signo proposicional conecta con el mundo (es su figura lógica) a
través de elementos simples que están por los objetos del mundo, y, por otro, tal signo
ha de ser parte de un sistema de signos capaz de expresar todo posible sentido por
medio de las relaciones entre los signos (su uso con sentido, su aplicación lógico-
sintáctica). Y ambos requisitos, análisis y uso lógico-sintáctico, son precisamente
satisfechos gracias a la proyección. El pensamiento atañe ahora ya, no sólo a la figura
lógica de los hechos, sino a la manera efectiva en que tal figuración se lleva a cabo en
cuanto que requiere hechos (signos proposicionales) que sean proyectados, pensados,
aplicados (T 3.5). A diferencia de Frege, en el Tractatus el sentido no es el contenido de
la expresión, sino el resultado de la proyección. Mientras que el pensamiento para Frege
es el sentido de la proposición, para Wittgenstein en la medida en que el pensamiento es
el signo proposicional aplicado, el pensamiento es más bien la proposición con sentido
(sinnvolle Satz) (T 3).
(3) El tercero de los parágrafos sobre la noción de pensamiento introduce una última
consideración relevante: la noción de sentido (Sinn). Para dar cuenta de la
determinación del sentido, Wittgenstein recurre a la bipolaridad de la proposición, y a la
más detalles sobre este punto y sobre los problemas suscitados por el sujeto empírico, véase Cerezo 2005,
130-134.
9
teoría de las funciones de verdad. Wittgenstein concibe la proposición como función de
verdad de proposiciones elementales, y la proposición elemental como una función de
verdad de sí misma (T 5). El espacio lógico viene determinado por las posibilidades de
existencia y no existencia de los estados de cosas que corresponden a la verdad y
falsedad de las proposiciones elementales que los representan. Cada una de las posibles
combinaciones de existencia y no existencia de estados de cosas, determina un mundo
pensable, posible. De este modo, Wittgenstein tiene todos los elementos para explicar
cómo un determinado signo proposicional en su relación proyectiva al mundo dice
cómo es el mundo o cómo no es el mundo. Lo hace figurando la realidad, es decir,
presentando los hechos en el espacio lógico, el darse y no darse de estados de cosas
(T 2.11).
Wittgenstein expone que el sentido de la proposición, lo que la proposición dice, es su
coincidencia y no coincidencia con las posibilidades del darse y no darse efectivos de
los estados de cosas (T 4.2). Las condiciones de verdad de toda proposición (función de
verdad) determinan una división entre el conjunto de mundos posibles en que tal
proposición es verdadera y el conjunto de mundos posibles en que tal proposición es
falsa. La división del espacio lógico en estos dos grupos de mundos posibles es lo que
permite la determinación del sentido. El sentido de la proposición es la particular
demarcación del lugar del espacio lógico que tiene lugar por la proyección de un
determinado signo proposicional con una direccionalidad, para decir que el mundo es
como la proposición dice (está entre los mundos en que la proposición es verdadera) o
que no es como la proposición dice (está entre los mundos en que la proposición es
falsa) (T 3.4-3.42, 4.022-4.023).
¿Qué significa por tanto que una proposición es figura de los hechos? Significa que un
signo proposicional la expresa (= un signo proposicional expresa una función de
verdad) mediante su proyección sobre el mundo, es decir, mediante una conexión de
hechos a través de la correlación de los elementos simples que se esconden en sus
estructuras (figuración lógica, pensamiento). Como el signo proposicional usado,
proyectado, divide el espacio lógico y determina un sentido, es precisamente una
proposición con sentido. (T 3.5, 3.6)
10
En suma, la figuración tiene un triple requisito. Requiere (i) una posible proposición,
una función de verdad, unas particulares condiciones de verdad, (ii) que son expresadas
fácticamente en un signo proposicional, (iii) por medio del pensamiento, del pensar su
sentido. Este triple requisito determina la triple dimensión de la figura. Toda figura es
proposición, signo proposicional y pensamiento. Toda figura es proposición porque
expresa una de las posibles funciones de verdad. Toda figura es signo proposicional
porque es hecho senso-perceptible. Toda figura es pensamiento en cuanto que se da una
conexión entre hechos a través de la correlación de los simples y forma lógica (es figura
lógica).
Se entienden ahora bien los parágrafos del Tractatus que desarrollan la relación entre
pensamiento, proposición y signo proposicional. Una proposición expresa un
pensamiento (correlación, proyección) (T 3.1) por medio de un signo proposicional que
es proyectado sobre el mundo (T 3.11-3.12). Y se entienden también algunos otros
parágrafos más oscuros que han desconcertado a los estudiosos de Wittgenstein7: una
proposición no contiene su sentido, sino la posibilidad de expresarlo (T 3.13).
Finalmente, desde la interpretación que he ofrecido, los tres parágrafos del Tractatus
son consistentes: pensar el sentido de una proposición (T 4) quiere decir expresarla en
un signo proposicional proyectándolo sobre el mundo (T 3.5) y la proyección tiene lugar
a través de los simples (figura lógica, T 3).
¿Qué es el pensamiento entonces? La correlación misma, la proyección entre los
hechos, y por ello es tanto una figura lógica (los hechos se correlacionan a través de los
objetos simples y sus formas), como un signo proposicional aplicado, pensado (no hay
proyección, figuración, sin sujeto, hecho que proyectar, [SF]), como, finalmente, una
proposición con sentido (lo que se figuran son los hechos, es decir, tampoco hay
7 La mayoría de las interpretaciones del Tractatus tropiezan con dificultades para entender T 3.13 porque
no advierten que la noción tractariana de proposición hace relación a toda posible función de verdad, que
puede expresarse en signos proposicionales. La proposición no contiene su sentido, sino la posibilidad de
expresarlo en signos proposicionales mediante la proyección de estos (hechos) sobre el mundo (otros
hechos). La inadvertencia de esta relación entre posibilidad (proposición) y facticidad (signo
proposicional) no permite leer adecuadamente este parágrafo y ha llevado a algunos a sugerir que
Wittgenstein incurrió en un uso inadecuado del término Satz en T 3.13, en que debería haber usado
Satzzeichen, puesto que los signos proposicionales no contienen los sentidos que expresan. Véase Kenny
1981, 141-143. García Suárez, en este mismo volumen (p.6) atiende también a los problemas suscitados
por T 3.13, rechazando también la hipótesis de la confusión de Kenny. Comparto las razones que ofrece
(la posibilidad de expresar el sentido fundada en el isomorfismo), que están relacionadas con las que yo
ofrezco, ya que el isomorfismo es identidad de forma, es decir, de posibilidad de estructura.
11
figuración sin objeto, [OF]). En adelante, me referiré a esta interpretación como la
interpretación fuerte, e intentaré defenderla de los dos tipos de dificultades que he
introducido al comienzo de este trabajo.
2. Los problemas exegéticos: la correspondencia con Russell.
Según la interpretación fuerte, hay un solo hecho figurante, el signo proposicional, que
el pensamiento correlaciona con el mundo para expresar un sentido, para declarar lo que
es el caso. El pensamiento, en esta interpretación, propiamente no es un hecho. Lo que
es un hecho es el signo proposicional que se proyecta y que, en cuanto proyectado,
deviene pensamiento (T 3.5). En la correspondencia con Russell, sin embargo, se habla
directamente de pensamiento como hecho. En esta Sección pretendo dar cuenta de estos
problemas exegéticos, pero antes deseo revisar un parágrafo del Tractatus que podría
también ofrecer cierta dificultad a la interpretación propuesta en este trabajo y apoyar la
lectura débil de la noción de pensamiento.
T 3.2: El pensamiento puede expresarse en la proposición de un modo tal
que a los objetos del pensamiento (den Gegenständen des Gedankes)
correspondan elementos del signo proposicional (Elemente des
Satzzeichens).
En T 3.2, Wittgenstein afirma explícitamente que el pensamiento es lo expresado o
expresable en la proposición y que los nombres corresponden a los objetos del
pensamiento. Si los elementos del signo proposicional corresponden a los objetos del
pensamiento, el pensamiento podría entenderse como otro hecho, como una entidad
intermedia entre signo proposicional y hecho figurado, de manera que habría dos
figuras, y dos relaciones entre hechos: una entre el signo proposicional y el
pensamiento, y otra entre el pensamiento y el hecho figurado. El signo proposicional
figuraría un particular hecho, de carácter psicológico, el pensamiento –y así expresaría
una proposición- y el pensamiento, a su vez, figuraría lógicamente los hechos. El
corolario de la lectura débil es que la intencionalidad del signo proposicional está
mediada por la del pensamiento.
12
Pero la lectura débil de la noción de pensamiento es difícilmente conciliable con
algunos los parágrafos que han sido objeto de estudio en la Sección anterior, en
particular con T 2.182 y 3.5. Según la interpretación débil, el signo proposicional no es
figura lógica, sino que está en una particular relación con la figura lógica, ni tampoco el
signo proposicional aplicado es pensamiento, sino que está en una particular relación
con él. Pero Wittgenstein afirma que toda figura es también figura lógica, y que el signo
proposicional proyectado es el pensamiento (el subrayado corresponde al énfasis de
Wittgenstein, el resto de cursiva es mío).
Pero, ¿es T 3.2 realmente una amenaza para la lectura fuerte? Según la lectura fuerte, la
figura lógica, el pensamiento, es la correlación misma de los objetos del hecho
figurante y el hecho figurado. No hay correlación sin hecho (signo proposicional) que la
exprese, es decir, sin hecho cuyos objetos sean correlacionados. No hay tampoco
expresión de un sentido en un signo proposicional sin correlación, sin pensamiento. Una
solución natural al problema que ofrece T 3.2 es considerar que los elementos del signo
proposicional y los objetos del pensamiento son los mismos objetos, pero considerados
en cuanto constituyentes de un hecho o en cuanto objetos correlacionados con otros,
respectivamente. Es decir, en la medida en que el signo proposicional aplicado es el
pensamiento, sus constituyentes son los objetos del signo proposicional que
corresponden a los objetos del pensamiento en cuanto signo proposicional pensado8. En
cuanto signo proposicional aplicado, el pensamiento es un hecho, cuyos objetos son los
Gegenständen des Gedankes de T 3.2.
8 Ciertamente, el uso del término entsprechen, corresponder, en T 3.2 es desconcertante, pues hubiera
sido más natural haber afirmado que los elementos del signo proposicional coinciden con los del
pensamiento si es que eso es lo que Wittgenstein defendía. Pero dos razones permiten mantener mi
interpretación a pesar de este desconcierto. Primero, Wittgenstein podría querer insistir en la diferencia
entre los constituyentes del signo proposicional en cuanto hecho y la correlación que entraña el
pensamiento, para hacer hincapié en que los elementos del signo proposicional, para devenir nombres,
han de ser correlacionados por el pensamiento con otros objetos. Esto se verifica además por la
circunstancia de que T 3.2 vaya seguido inmediatamente por los parágrafos que tratan acerca del nombre.
El sentido de T 3.2 sería, por tanto, atender a la necesidad de analizar el signo proposicional para alcanzar
elementos simples que puedan ser correlacionados con el mundo (que correspondan a los objetos del
pensamiento). Segundo, la identificación entre pensamiento y signo proposicional aplicado tiene lugar en
T 3.5, como corolario de toda la serie del 3. Pero en T 3.2 Wittgenstein no ha introducido todavía todos
los elementos necesarios para dar cuenta de tal identificación (nociones de signo, símbolo y expresión;
uso lógico-sintáctico; determinación de un lugar del espacio lógico, etc.)
13
El 19 de agosto de 1919 Wittgenstein escribió una carta a Russell en respuesta a varias
cuestiones que éste le había planteado tras su lectura de la copia del Tractatus que había
recibo por medio de Keynes. Dos de estas cuestiones se refieren al pensamiento:
2) [Russell] 3. “Das logische Bild der Tatsachen ist der Gedanke.” Sí, estoy
de acuerdo. Pero un Gedanke es un hecho: ¿qué son sus constituyentes y
componentes y cuál su relación con los del Tatsache figurado?
[Wittgenstein] Yo no sé qué son los constituyentes de un pensamiento, pero
sé que debe tener tales componentes que correspondan a las palabras del
lenguaje. Además, la índole de la relación entre los constituyentes del
pensamiento y el hecho figurado es irrelevante. Sería un asunto de la
psicología el descubrirlo.
3) [Russell ] 4 & 4.001. “Der Gedanke is der sinnvolle Satz.” “Die
Gesamtheit der Sätze ist die Sprache.” ¿Consiste un Gedanke de palabras?
[Wittgenstein] ¡No! Sino de constituyentes psíquicos que tienen el mismo
tipo de relación con la realidad que las palabras. Qué sean esos
componentes, yo no lo sé.9
En estos textos, Wittgenstein responde de manera concisa a las preguntas planteadas por
Russell sobre parágrafos concretos del Tractatus. Sus respuestas parecen asumir que los
pensamientos son un tipo particular de hechos que se dan en nuestras mentes o cerebros,
una peculiar clase de entidades, hechos, de naturaleza psicológica. Pero, ¿qué es
entonces el pensamiento? ¿Es la figura lógica, es decir, la correlación que subyace a
toda figuración (pensamiento-l)? ¿o es más bien un tipo particular de hechos que se dan
en nuestras mentes o cerebros (pensamiento-p)?
Para el defensor de la lectura débil, los textos de la correspondencia con Russell, al
reconocer la existencia de hechos propiamente psicológicos, podrían apoyar
indirectamente la idea de la doble figuración, la de los pensamientos o hechos
psicológicos y la derivada de las entidades lingüísticas. En efecto, un intento de
conciliar la correspondencia de Russell y Wittgenstein con los parágrafos del Tractatus
consistiría en defender que el pensamiento es el hecho psicológico y la figura lógica al
14
mismo tiempo: es decir, es un hecho psicológico que ha sido correlacionado con el
hecho figurado. Los nombres del signo proposicional que expresara tales pensamientos
serían derivadamente correlacionados con los objetos. Habría, por tanto, dos hechos,
psicológico y lingüístico, siendo el primero figura lógica, y el segundo siendo figura en
virtud de su relación con el primero. Pero este intento se topa con las mismas
dificultades que hemos visto anteriormente: cómo dar cuenta de lo que Wittgenstein
explícitamente afirma en T 2.182 y T 3.5.
Llegados a este punto, el lector fuerte de la noción de pensamiento tiene dos posibles
salidas. En primer lugar, puede entender que se trata de dos usos distintos del término
“Gedanke”, un uso técnico, en el Tractatus, y un uso contextual, en la correspondencia
con Russell. En segundo lugar, la lectura fuerte puede recurrir a la identidad entre
pensamiento como entidad psicológica y el signo proposicional analizado.
La primera de las soluciones entiende que, en su contestación, Wittgenstein está
respondiendo de acuerdo a la noción de pensamiento que comparece en la pregunta de
Russell, es decir, una noción russelliana de pensamiento como entidad psicológica10. La
respuesta de Wittgenstein se aplicaría a tal noción de pensamiento, no a la noción
técnica tractariana de la que venimos tratando en este trabajo. Wittgenstein, por tanto,
estaría reconociendo en su contestación que los pensamientos-p, los peculiares hechos
que ocurren en las mentes y cerebros constituyen un posible tipo de lenguaje. También
ellos son signos proposicionales aplicados, también son figuras lógicas, correlaciones, y
también expresan determinados sentidos y dicen cómo es el mundo. Como toda figura,
en la medida en que figura el mundo, todo pensamiento-p es también pensamiento-l
(T 2.182). Pero puesto que hay también signos proposicionales de naturaleza no
psíquica que devienen figuras por la proyección, y que son por tanto figuras lógicas, no
todo pensamiento-l es pensamiento-p. Los pensamientos-p son, como el resto de los
signos proposicionales, meros hechos que pueden ser proyectados para decir cómo es el
mundo.
9 Véanse las cartas 67 y 68 en Wittgenstein 1995.
10 Véase Carruthers 1989, 79, para una interpretación parecida de la correspondencia.
15
Es posible que Wittgenstein en algún momento del desarrollo de su pensamiento
defendiera una idea de pensamiento como la que acabamos de describir, como lo
muestra el siguiente texto de los Notebooks, en la entrada correspondiente al 12.9.16:
Ahora se vuelve claro por qué pensé que pensamiento y lenguaje habrían de
ser lo mismo. Porque el pensamiento es, quién lo duda, una especie de
lenguaje. Porque el pensamiento es naturalmente también una figura lógica
de la proposición (Bild des Satzes) y, de este modo, también una especie de
proposición (Satz)11.
La segunda solución explica los textos del intercambio epistolar recurriendo a la
identidad entre pensamiento como entidad psicológica y el signo proposicional
analizado. Un pensamiento-p es un signo proposicional (hecho) en su forma analizada,
y eso es lo que es correlacionado (pensamiento-l) con el hecho figurado. Los
pensamientos-p son los estados de cosas simples que devienen figuras lógicas por
medio de la proyección-1. Toda figura es figura lógica porque a todo signo
proposicional subyace una estructura cuyos constituyentes son de naturaleza psíquica, y
son éstos los que son correlacionados con los objetos del mundo por la proyección12.
Todo pensamiento-p es pensamiento-l, y todo pensamiento-l es pensamiento-p.
No es fácil determinar cual de éstas dos concepciones tenía Wittgenstein en mente
cuando contestó a Russell sus preguntas. Cualquiera de las dos son consistentes con el
resto de textos tractarianos sobre la noción de pensamiento. Ciertamente, la segunda de
11 La parte oscura de este texto es la que corresponde a la explicación que da Wittgenstein de que el
pensamiento sea un tipo de lenguaje: que es también figura lógica de la proposición. Hay tres posibles
explicaciones de esta paradójica afirmación de Wittgenstein. Primero, Wittgenstein podría estar
entendiendo los pensamientos psicológicos como la particular dimensión psicológica de todo signo
proposicional en la medida en que es senso-perceptible. En cuanto expresada en un signo proposicional
senso-perceptible, toda proposición a su vez puede ser figurada por un pensamiento-p. Los pensamientos-
p serían entonces figuras de los hechos en que consisten los signos proposicionales. Pero esta
interpretación no parece respetar el sentido implícito en las palabras de Wittgenstein en su
correspondencia con Russell (que los pensamientos-p son figuras de la realidad como lo son los signos
proposicionales). En cualquier caso, si esta fuera la lectura adecuada del texto, no suscitaría problemas
para la lectura aquí defendida, pues simplemente reconocería entre las distintas figuraciones posibles la
correspondiente a la percepción de los signos proposicionales, cuyo sujeto serían pensamientos-p y cuyo
objeto serían signos proposicionales. En segundo lugar, cabría leer la entrada como lo hace Carruthers,
que entiende que en ella hay dos usos distintos del término proposición: el primero corresponde a la
noción russelliana de proposición (sus constituyentes por tanto son reales, son aquellos acerca de los que
es el juicio), y el segundo a la noción tractariana (Carruthers 1989, 80). En tercer lugar, se podría admitir
que Wittgenstein se equivocó y que en la primera aparición de Satz debería haber puesto Tatsache. 12 Véase también Kenny 1981.
16
las salidas suscita una cierta dificultad, puesto que exigiría la simplicidad de los
constituyentes psíquicos del pensamiento, exigencia algo contraria a las intuiciones que
tenemos acerca de la naturaleza de tales hechos. En este sentido la balanza podría
inclinarse hacia la primera de las salidas. Pero no se trata de una dificultad insalvable.
El mismo Wittgenstein dice que no sabe qué son los constituyentes del pensamiento, y
muestra así que no tenía una particular idea acerca de la posible naturaleza simple o
compuesta de tales constituyentes psíquicos.
En cualquier caso, lo que parece claro es que el intercambio epistolar, aun dejando al
lector fuerte en suspense en relación con la interpretación adecuada de estos textos,
parece excluir una lectura débil de la noción de pensamiento. Según una interpretación
débil, la relación entre lenguaje y mundo está mediada por el pensamiento, y por tanto
la relación entre los constituyentes del pensamiento y los objetos del mundo es de
naturaleza distinta a la relación entre los constituyentes del lenguaje y los objetos del
mundo. Mientras que los constituyentes del pensamiento se correlacionan
inmediatamente con los del mundo, los constituyentes del signo proposicional no lo
hacen inmediatamente. Sin embargo, en su respuesta a Russell, Wittgenstein afirma que
los constituyentes psíquicos tienen el mismo tipo de relación con la realidad que las
palabras. La lectura fuerte, en cualquiera de las dos posibles soluciones que se acaban
de ofrecer, entiende que la relación entre los constituyentes psíquicos del pensamiento-p
con los de la realidad es del mismo tipo que la de las palabras. Pues en el primer caso, si
el pensamiento constituye un tipo peculiar de lenguaje, sus constituyentes simples se
correlacionan con los objetos del mundo del mismo modo que lo hacen los
constituyentes simples de los signos proposicionales de cualquier otro lenguaje, es decir,
de manera inmediata. Y en el segundo caso, la relación es la misma porque los
constituyentes psíquicos del pensamiento coinciden con los signos simples que
subyacen al análisis de las palabras. Contra las apariencias, por tanto, si se tratara de
determinar con cuál de las lecturas son consistentes los textos de la correspondencia,
parece que la respuesta sería que con la lectura fuerte.
3. Los problemas conceptuales: las tautologías.
En el Tractatus, Wittgenstein defiende que las tautologías y contradicciones son
proposiciones (T 4.46) y que las proposiciones son figuras (4.01). Un corolario
17
inmediato de estas dos afirmaciones sería que las tautologías y contradicciones son
figuras. Pero las proposiciones no dicen nada, no tienen sentido (son sinnlos), porque no
determinan un lugar en el espacio lógico. ¿Son tales proposiciones figuras o no lo son?
Dicho de otra manera, si la figuración, según hemos explicado, consiste en la peculiar
articulación entre signo proposicional, proposición y pensamiento que tiene lugar por
medio de la proyección de los hechos figurantes sobre los hechos figurados, ¿qué pasa
en el caso de las tautologías y contradicciones, proposiciones expresables en una
multiplicidad de signos proposicionales? ¿Requiere tal expresión proyección como en el
caso de las demás proposiciones? Si el pensamiento es la proposición con sentido
(sinnvolle Satz), ¿resulta entonces que las tautologías y contradicciones no son
pensamientos?
La dificultad con que aquí tropezamos viene suscitada por la combinación de la teoría
de las funciones de verdad y la teoría de la figuración. En el marco de la teoría de las
funciones de verdad, las tautologías y contradicciones se generan combinatoriamente,
como dos posibles funciones de verdad de un conjunto inicial de proposiciones
elementales, y operacionalmente, como dos de los posibles resultados de la aplicación
de la operación N a las proposiciones elementales según el procedimiento indicado en
T 5.5, 6. Sin embargo, en el marco de la teoría de la figuración, la determinación del
sentido requiere la división del espacio lógico, y por ello las tautologías y
contradicciones no tienen sentido.
Estas dificultades han sido objeto de atención de varios autores, y los equilibrios que
hacen muestran que las dificultades no son despreciables. La tensión se resuelve a veces
a favor de la teoría de la figuración, cuando, por ejemplo Kenny, defiende que las
tautologías y contradicciones no son proposiciones en sentido estricto, puesto que las
proposiciones son figuras y tienen sentido, y las tautologías y contradicciones son
sinnlos13. Las proposiciones, según él, son proposiciones significativas. En otros casos,
como el de Valdés, se reconoce el carácter proposicional de las tautologías y
contradicciones, concediéndoles también el carácter de figuras peculiares, de casos
extremos de figuración14, pues se trataría de figuras que no dicen nada. Otros, como
13 “…we can say that thought is the sense-full proposition (sinnvolle Satz: proposition with its sense; not
sensible as opposed to senseless proposition, for strictly speaking there is no such thing as a proposition
without a sense)”. Kenny 1981, 142. 14 Wittgenstein 2003, 124; 181.
18
Fogelin y Carruthers, intentan mantener la situación de equilibrio entre las dos teorías,
arbitrando distintas maniobras para conciliarlas. Así, por ejemplo, Fogelin entiende que
las tautologías y contradicciones no son figuras, pero sí son proposiciones por ser
funciones de verdad de otras que son figuras. Es su conexión con otras proposiciones
que son figuras la que permite entenderlas como proposiciones y conectarlas con la
teoría de la figuración.15 Finalmente, Carruthers, afronta la cuestión poniéndola también
en relación con la noción de pensamiento, por lo que sus reflexiones son las más
relevantes para nuestros fines. La solución de Carruthers estriba en reconocer una cierta
ambigüedad en la noción tractariana de proposición. Las tautologías y contradicciones
son proposiciones en cuanto que son oraciones con su sentido16 (un particular modo de
determinar unas condiciones de verdad, un contenido cognitivo)17, y en este sentido no
toda proposición es pensamiento, pues el pensamiento siempre es la sinnvolle Satz. En
otro sentido, las tautologías y contradicciones no son proposiciones porque no tienen
Sinn, pues no dividen el espacio lógico. En esta segunda acepción, hay una
correspondencia entre la noción de pensamiento y proposición (pensamiento si y solo si
proposición).
Estas oscilaciones de los intérpretes del Tractatus corresponden a las perplejidades del
mismo Wittgenstein, que en los Notebooks advierte la peculiaridad de tautologías y
contradicciones:
Dije: "Una tautología es afirmada por toda proposición"; pero esto no basta
para decirnos por qué no es una proposición. ¿Nos ha dicho acaso por qué
una proposición no puede ser afirmada por p y ~p?
Pues mi teoría no revela realmente que la proposición debe tener dos polos.
(NB 2.6.15)
Y esta es precisamente la tensión. Por teoría en este texto Wittgenstein entiende la teoría
de las funciones de verdad. En los Notebooks se refiere a la teoría de las funciones de
15 Fogelin 1989, 47.
16 Carruthers defiende que en el Tractatus hay dos nociones de sentido (que él designa mediante los
términos sense y Sinn). Sense es el resto de la noción fregeana de sentido presente en el Tractatus, el
modo de designar la referencia. Las tautologías y contradicciones, según Carruthers, tienen sense puesto
que son signos proposicionales con un modo de determinar unas condiciones de verdad, aunque resultan
no tener un Sinn o “directed truth-condition”, porque no dividen el espacio lógico. Carruthers 1989, 40. 17 Carruthers 1989, 40-41; 84.
19
verdad como class-theory, al entender la proposición como una clase de signos, la clase
de los signos que la afirman (NB 3.5.15, 6.6.15). En ella las tautologías y
contradicciones son proposiciones pues, puesto que toda proposición afirma lo que se
sigue de ella (T 5.124), existe una particular clase de signos que afirma la tautología,
precisamente el conjunto de todos los signos posibles de funciones de verdad, y existe
una particular clase de signos que afirma la contradicción, el conjunto vacío de signos.
Se trata, por tanto, de funciones de verdad peculiares, pero funciones de verdad al fin y
al cabo, y por tanto proposiciones. Sin embargo, en la medida en que para figurar, para
dividir el espacio lógico, la proposición debe tener dos polos, las tautologías y
contradicciones no tienen la condición necesaria para decir, y no son por tanto figuras.
Wittgenstein algo más adelante (NB 10.6.15) defenderá que, precisamente por esta
razón, no son proposiciones, y las describirá como pseudoproposiciones (Scheinsätze).
Sin embargo, en el Tractatus, al incluir el comentario correspondiente a esta entrada,
evitará usar el término pseudoproposición para referirse a tautologías y contradicciones
y lo reservará para las ecuaciones (T 6.2) y otras proposiciones unsinnig (T 4.1121,
4.1272, 5.535); e insistirá en la diferencia entre las expresiones unsinnig (que no tienen
sentido porque no se ha dado significado a alguno de los constituyentes, es decir, alguno
de los constituyentes no ha sido aplicado lógico-sintácticamente para determinar
sentido) y las proposiciones sinnlos (que no tienen sentido porque no dividen el espacio
lógico, pero no porque los constituyentes no hayan sido puestos en relación con el
mundo). Las tautologías son sinnlos, pero no son unsinnig (T 4.4611).
Pero, ¿resuelven estas distinciones el problema o más bien lo ponen aún más de
manifiesto? ¿están las tautologías en relación alguna con el mundo o no lo están? No
cabe duda de que Wittgenstein niega que las tautologías y contradicciones sean figuras.
Y la razón se debe a que no llevan a cabo una división del espacio lógico, y no son por
ello capaces de presentar el darse y no darse de estados de cosas (T 4.462) La razón, en
definitiva, es que no hay hechos, no hay objeto de figuración. Sin hecho figurado, no
hay figura ([OF]). Y es por ello por lo que las tautologías y contradicciones no son
pensamientos (el pensamiento es la proposición con sentido, sinnvolle, T 4).
En las tautologías y contradicciones asistimos, por tanto, a un desajuste en la relación
entre signo proposicional, proposición y pensamiento. Es claro que las tautologías y
contradicciones son signos proposicionales, pues son hechos senso-perceptibles, y es
20
claro que no son pensamientos. Pero, ¿son, entonces, proposiciones? Lo son, hemos
visto, en cuanto funciones de verdad. Pero si no hay pensamiento, si aunque haya signos
proposicionales, no hay signo proposicional correlacionado (=pensamiento) ¿podemos
decir que a los signos proposicionales de la tautología y contradicción subyace una
particular estructura, la estructura de las correspondientes proposiciones? Y parece que
no, si no hay figuración, tampoco hay hecho figurante ([SF]). Y, efectivamente, eso es lo
que defiende Wittgenstein: ninguna combinación lógica de los signos puede
corresponder a ninguna combinación de objetos, y de ahí que tautologías y
contradicciones constituyan precisamente la disolución de la combinación de los
símbolos (T 4.466).
El resultado del planteamiento de Wittgenstein es, por un lado, que las tautologías y
contradicciones son funciones de verdad (y en ese sentido, proposiciones), y que sus
expresiones constituyen signos proposicionales de un sistema de signos, pues han sido
generados combinatoria y operacionalmente como los demás signos proposicionales de
las restantes funciones de verdad. Pero, por otro lado, no hay una estructura, una
combinación de nombres que a ellas correspondan (y en ese sentido, no son
proposiciones)18. No se trata sólo de que no digan nada, sino de que propiamente no son
nada, son meras combinaciones de signos, pero cuyo análisis pone de manifiesto su
disolución19. Wittgenstein recurre a la distinción entre símbolo y signo para describir
esta peculiar naturaleza de las tautologías: aunque los signos (la parte perceptible del
símbolo) están combinados en la tautología y contradicción, al no determinar un
sentido, no hay símbolo (T 4.4661), no hay, por tanto, una estructura de la proposición
que a su vez se revele en el uso lógico-sintáctico del signo. Las relaciones entre los
signos no tienen carácter simbólico, significativo. Una revisión atenta de la evolución
de estos parágrafos del Tractatus (T 4.466-4.4661) arroja luz sobre las ideas de
Wittgenstein. Dos observaciones son relevantes al respecto. Por un lado, ausente en el
Prototractatus, T 4.4661 parece ser introducido en el Tractatus para explicar que lo que
propiamente se disuelve es el símbolo, no el signo proposicional, pues los signos
permanecen relacionados entre sí en la tautología y contradicción. Por otro lado, aunque
18 La interpretación de Carruthers radica precisamente en reconocer un doble uso del término Satz en el
Tractatus que da cuenta de esta tensión: en un uso, las tautologías son proposiciones y en el otro no lo
son. Pero reconocer un doble uso de la noción no es suficiente para dar cuenta de si la combinación de las
dos teorías fundamentales del Tractatus está bien articulada o no lo está.
21
Ogden había sugerido traducir Zeichenverbindung por combinación de signos en
T 4.466, en su carta del 4.8.1922, Wittgenstein le sugiere mantener la traducción como
combinación de símbolos20, puesto que lo que las tautologías y contradicciones entrañan
es la disolución de la combinación de los símbolos, no de los signos.
Puesto que los signos que corresponden a tautologías y contradicciones permanecen
combinados, y son generados combinatoria y operacionalmente legítimamente a partir
de las proposiciones elementales, Wittgenstein les asigna una función, mostrar las
propiedades formales del lenguaje. Las tautologías son las proposiciones de la lógica
(T 6.1)21. Además, crucialmente, las tautologías y contradicciones muestran la forma
lógica del mundo, y sirven también así a la teoría de la figuración (T 3.42, 6.124). Hay
una explicación que da cuenta de su presencia en el Tractatus en cuanto a su origen y
otra que da cuenta de su presencia en cuanto a su función, y de esta manera Wittgenstein
ofrece una justificación indirecta de las tautologías y contradicciones.
Ahora bien, si propiamente no hay pensamiento, figuración lógica, en el caso de las
tautologías, si no hay proyección, ¿qué quiere decir que las tautologías presuponen que
los nombres tienen significado y las proposiciones elementales sentido (T 6.124)?
Quiere decir que las tautologías presuponen que ha habido proyección del lenguaje
sobre el mundo, que hay lenguaje que habla del mundo22. Si no hubiera lenguaje, no
habría tautologías. Y si hay lenguaje, hay mundo sobre el que se ha proyectado el
lenguaje. Pero las tautologías, como tales, puesto que no dicen nada porque no figuran
19 Este es el aspecto que prima la interpretación de Kenny, que niega que las tautologías y contradicciones
sean proposiciones. 20 Wittgenstein 1973, 60. Se plantea la cuestión aquí de por qué Wittgenstein no corrigió la versión
original alemana, que dice Zeichenverbindung, en vez de sólo insistir en la traducción adecuada al inglés.
Es posible que Wittgenstein no lo advirtiera y se le pasara por alto tal corrección del alemán, o es posible
también que la connotación del término Symbol en alemán no permita intuitivamente una expresión como
combinación de símbolos. La traducción castellana de Valdés, realizada desde el alemán, traduce
literalmente por combinación de signos, no advirtiendo el comentario a Ogden y el sentido del parágrafo. 21 Wittgenstein reconoce que tal función es dispensable, pues en una notación adecuada podríamos
reconocer las propiedades formales de las proposiciones significativas (sinnvolle Satz) por medio de la
mera inspección (T 6.122). La indispensabilidad de la noción de la tautología deriva por tanto de la teoría
de las funciones de verdad. 22 Este es el aspecto en que inciden la interpretación de Fogelin (que intenta conciliar ambas teorías
apuntando al hecho cierto de que las tautologías son funciones de verdad de proposiciones elementales, y
éstas sí que figuran la realidad) y la de Valdés, que lleva, a mi juicio, la conciliación demasiado lejos al
afirmar que las tautologías y contradicciones son casos límite de figuras. Wittgenstein dice que no son
figuras, y que son casos límite de proposiciones, porque no son bipolares. Pero si no son bipolares, les
falta precisamente la condición necesaria para ser figuras, para figurar los hechos mediante la división del
espacio lógico.
22
hechos, no esconden constituyentes que hayan sido correlacionados con objetos del
mundo.
Hay, por tanto, una tensión entre la idea de proposición como figura de la realidad (y la
correspondiente idea de estructura proposicional) y la de proposición como función de
verdad, y la tensión se manifiesta en que no hay correspondencia entre las proposiciones
en uno y otro sentido. Pero esta tensión lo es tanto para una lectura fuerte de la noción
de pensamiento como para una lectura débil, pues para ésta última existe también un
desajuste entre las proposiciones que expresan pensamientos, y que por tanto figuran la
realidad a través del pensamiento, y las que no los expresan, las tautologías y
contradicciones.
La noción tractariana de pensamiento tiene su lugar propio en el marco de la teoría de la
figuración. En ese ámbito, la noción cómo hemos visto no ofrece problemas
conceptuales, y no hay dificultad en dar una interpretación consistente con los
parágrafos en los que se trata la noción de pensamiento. Incluso si se tiene en cuenta la
posible ambigüedad en la noción de pensamiento entre una noción psicológica y una
noción lógica, es posible dar cuenta de los textos wittgensteinianos, incluida su
correspondencia con Russell. Sin embargo, en su relación con la teoría de las funciones
de verdad, la teoría de la figuración suscita problemas para la noción de pensamiento en
la medida en que da cabida a proposiciones que no son pensamientos. Las tautologías y
contradicciones, en cuanto casos límites de proposiciones, ponen de manifiesto el
desajuste entre la triple dimensión de la figuración al ser ejemplos de signos
proposicionales que se constituyen como tales sin que haya figuración.
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23
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