El pensamiento de Michel Foucault Avatares del hombre · tación a la promiscuidad hermenéutica....

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Universidad de Deusto Patxi Lanceros Avatares del hombre El pensamiento de Michel Foucault

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Patxi LancerosAvatares del hombre

El pensamiento de Michel Foucault

El presente libro se interroga al respecto del pensamiento de Michel Foucault con laintención de hallar el eje sobre el que se articula el conjunto de su filosofía: una de las más

poderosas, sin duda, de la segunda mitad del siglo veinte.

Es una investigación pertinaz que recorre los ámbitos literario, científico, político y ético, seinsinúa una pregunta permanente ¿cómo hemos llegado a ser lo que somos? Una pregunta

dirigida a nuestra actualidad y guiada por un objetivo: auscultar las posibilidades dedesplazar los límites que nos constituyen como sujetos. En una palabra: construir la

libertad.

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Patxi Lanceros

Avatares del HombreEl pensamiento de Michel Foucault

1996Universidad de Deusto

Bilbao

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Serie Filosofía, vol. 23

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño dela cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmi-tida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctri-co, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotoco-pia, sin permiso previo del editor.

Publicación impresa en papel ecológico

Ilustración de la portada: Menschenkopf nach KokoschkaElena Fissenewert (Bielefeld, 1994)

© Universidad de DeustoApartado 1 - 48080 Bilbao

ISBN: 978-84-9830-856-3

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A Toly y Senén, mis padres.A Eugenio Trías y Andrés Ortiz-Osés, mis padrinos.

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Agradecimientos

A Eugenio Trías le debo la mayor parte y, sin duda, lo mejor de estelibro. Me gustaría poder imputarle la responsabilidad de los errores quecontenga y reservarme para mí el mérito de los aciertos. La verdad, sinembargo, se impone; y la verdad indica lo contrario.

Andrés Ortiz-Osés tampoco queda al margen de la gratitud que im-pone una deuda permanente.

De ambos puedo decir lo que Foucault afirmó con respecto a Dumé-zil: ellos me incitaron al trabajo a una edad en la que yo creía todavíaque escribir era un placer.

Miguel Morey me ayudó cuando iniciaba la redacción del texto. JonBaltza se avino amablemente a leer estas páginas y me aportó valiosassugerencias.

La grafía del manuscrito, decididamente hostil a la lectura, fue some-tida a disciplina por M.ª Paz Peña. Josu Solabarrieta, siempre eficaz, seenfrentó en solitario a un ordenador frente al que yo había claudicado.

Conste mi agradecimiento a Julka, sine qua non.

Bilbao, 14 de junio de 1994

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Indice

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

I. Introducción: el «proyecto general» de Michel Foucault. . . . . . . . . . . . . . . . 15

II. Literatura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

1. El afuera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 552. El murmullo infinito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 653. La transgresión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 674. El lenguaje y el procedimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70

III. Saber . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77

1. El análisis del saber . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77

a) El universal antropológico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81b) La racionalidad general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84c) El orden y el fundamento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87d) La pregunta por el sujeto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91

2. El discurso sobre el hombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94

IV. Poder . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107

1. La pregunta por el poder . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1072. Relaciones de poder y constitución del sujeto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1253. Discursos y prácticas: tecnologías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1404. La respuesta a la pregunta por el poder. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157

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V. Sexualidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173

1. El espacio ético . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1732. Dominio de sí, tecnologías del yo y hermenéutica del sujeto . . . . . . . . . 193

a) La austeridad griega. El dominio de sí . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194b) Tecnologías del yo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203c) Hermenéutica del sujeto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209

3. Ethos y libertad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216

VI. Recapitulación y síntesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231

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Prólogo

La obra de Michel Foucault, uno de los pensadores más importantesde la segunda mitad del siglo veinte, ha sido presentada en numerosasocasiones como un haz o conjunto de investigaciones que, sucesivamen-te, versan sobre el saber, el poder y la moral.

El propósito de este trabajo es, por el contrario, mostrar que, bajo laaparente diversidad de las investigaciones emprendidas por el filósofofrancés, se puede descubrir un proyecto general: estudiar las diferentesformas de objetivación del ser humano en la cultura occidental.

Partiendo de lo que el propio autor denomina «escepticismo sistemá-tico con respecto a todos los universales antropológicos», estudia Fou-cault tres ámbitos en los que, de distintos modos, los hombres son trans-formados en sujetos insertos en determinados discursos y prácticas:

—En primer lugar investiga la constitución del sujeto según las re-glas de ciertos discursos con pretensiones veritativas. El individuoaparece en ellos situado, en calidad de sujeto, como objeto de unsaber posible (que puede tener estatuto científico o no tenerlo).

—En segundo lugar estudia los procesos según los cuales el indivi-duo se constituye en sujeto que actúa sobre los otros. Se trata aquíde estudiar las prácticas, reglas y modos de ejercicio que distribu-yen a los individuos en grupos con relación a una «división nor-mativa» (enfermo/sano, loco/cuerdo..).

—En tercer lugar se interroga al respecto de las diferentes configura-ciones históricas de la «relación ética», es decir, las formas segúnlas cuales el sujeto se convierte en objeto para sí mismo.

Se trata, efectivamente, de un proyecto que atraviesa los ámbitos delsaber, el poder y la moral. Pero no con las intenciones propias de la Teo-ría del conocimiento, la Filosofía política o la Moral fundamental. En

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cada uno de los ámbitos se buscan formas de sujección y subjetividad,modos de ser del sujeto.

Puede decirse que la obra de Foucault compone finalmente una His-toria crítica de las subjetividades: una trazo continuado y coherente que,al investigar las distintas prácticas y los distintos discursos en los que elindividuo se constituye en sujeto de y a determinados saberes y poderes,intenta responder a la pregunta «¿cómo hemos llegado a ser lo que so-mos?» y, a la vez, descubrir la posibilidad siempre abierta de nuevos mo-dos de ser del hombre.

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Capítulo I

Introducción: el «proyecto general» de Michel Foucault

I

Hace ya algunos años, la filosofía de Michel Foucault irrumpió en elpanorama internacional con la fuerza agresiva de lo nuevo, de lo distinto.Tal irrupción causó, cuando menos, perplejidad y sorpresa; en algunoscasos irritación y desagrado.

La «Historia de la locura en la época clásica»1 se constituyó en pró-logo a una aventura de pensamiento que ya se adivinaba poco indulgente,poco dispuesta a contemporizar con la filosofía dominante. Tal premoni-ción fue sucesivamente confirmada por las diferentes entregas del autor,tanto por sus libros como por la infinidad de entrevistas y artículos quecompletan su obra. Es suficiente recordar la reacción —mayoritariamen-te adversa— que suscitó la publicación de Las palabras y las cosas2 y laconmoción que acompañó a su magnífico estudio Vigilar y castigar3.

Hoy, transcurridos ya algunos años desde la muerte del pensador fran-cés, se ha mitigado el efecto de aquella primera sorpresa. La impresionan-te difusión de su obra, la aparición de una ingente bibliografía secundaria,la reiterada discusión de sus conceptos y teorías han hecho de Foucault

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1 FOUCAULT, M.: Histoire de la Folie à l’âge classique. Plon, París 1961. (Trad. esp.F.C.E. Méjico 1964). En adelante HL. Las referencias en el cuerpo del texto hacen uso deabreviaturas que se explicitan a pie de página y, para más comodiadad, en la bibliografía final.

2 FOUCAULT, M.: Les mots et les choses, Gallimard, París 1966 (Trad. esp. Siglo XXI, Mé-jico 1968). En adelante PC.

3 FOUCAULT, M.: Surveiller et Punir, Gallimard, París 1975. (Trad. esp. Siglo XXI, Méji-co 1976). En adelante VC.

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una referencia cotidiana, y de su obra un permanente foco de debate enel ámbito, no sólo de la filosofía, sino también de la historiografía, lapsicología, la teoría social o el derecho.

Lo que no se ha mitigado sino que ha experimentado un incrementoexponencial es el interés en y por la obra de Foucault. Tal incremento delinterés no se reduce solo a Francia —país en que los efectos del pensa-miento de Foucault fueron más notables en la década de los 60— sino quese ha extendido a toda Europa y, de forma especial, a los Estados Unidos4.

Cabe —en este sentido— recordar que si bien el debate y la polémicasiguieron a cada intervención de Foucault en Francia, las primeras obrasque se propusieron un estudio completo de su obra (y que sean dignas demención) se produjeron fuera del país galo5.

Tanto la existencia como la dignidad de tales estudios nos eximen deun tratamiento pormenorizado y exhaustivo de cada uno de los extremosde la obra de Foucault, una obra —cuando menos— múltiple y plural,esquiva frente a cualquier tentativa de encauzamiento y —posiblemen-te— de sistematización.

Conviene con la convicción del propio Foucault —más de una vezexpresada— el tratar sus obras no como un sistema sino como pluralidadde puntos de fuerza, como multiplicidad con valor fundamentalmente lo-cal y práctico. Según la contundente y metafórica expresión de Deleuze(aceptada por Foucault) la teoría es «exactamente como una caja de he-rramientas».

Esa multiplicidad que es toda teoría y, en nuestro caso, la teoría fou-caultiana admite, como si de un caleidoscopio se tratara, un número, sino infinito, sí al menos indefinido, de posiciones: muchas de ellas equili-bradas y eficaces, algunas fatuas, todas ellas fascinantes. Lo que difícil-mente tolera es la pretensión de decir la verdad a su respecto, de reducirsu voluntaria polivalencia.

Es posible que todo pensamiento objetivado en discurso sea una invi-tación a la promiscuidad hermenéutica. Es posible que todo texto no seasino pretexto para ejercicios posteriores de análisis e interpretación: invi-tación y desafío que consiste en la relectura y reutilización infinitas, for-jando figuras nuevas, composiciones relativamente originales.

Por convicción y decisión del autor, la filosofía de Foucault no sólotolera sino que exige utilizaciones diversas. La reiterada negativa de

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4 Para una bibliografía comentada y detallada se puede consultar el texto de CLARK, M.:Michel Foucault. An Annotated Bibliography, Garland, New York 1983, así como BERNAUER, J.& KEENAN, T. en Philosophy & Social Criticism (12). Summer 1987.

5 MOREY, M.: Lectura de Foucault, Taurus, Madrid 1983; DREYFUS, H.L. & RABINOW, P.:Michel Foucault. Beyond Structuralism and Hermeneutics. The University of Chicago Press 1982.

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Foucault a asumir los privilegios de la autoría, la no menos reiterada ne-gativa a dictar una ley de interpretación o lectura, el deliberado «inaca-bamiento» de algunos de sus textos, que se ofrece como fondo o preám-bulo obligan al lector a decidir al respecto de múltiples cuestiones:importancia conferida a los diversos materiales que completan la obra(libros, entrevistas, artículos, prólogos), jerarquía —eventual— de losdistintos métodos que parecen competir en esa misma obra, orden (lógi-co o cronológico) de los distintos objetos y ámbitos de estudio.

El presente trabajo —que se sabe parcial y limitado— no pretendesino ejercer el mencionado derecho a decidir: localizar determinadoscentros de importancia y sugerir una trayectoria a través de la que se te-matizan de forma coherente sugiriendo una figura que, si no aspira a teo-ría o sistema, se insinúa como el conjunto histórico-crítico más definidode la modernidad tardía.

Esta última afirmación pone al descubierto una actitud inicial que talvez sea conveniente explicitar de forma sucinta. La filosofía de Foucaultno nos enoja ni nos irrita6. Por el contrario, nos parece uno de los trabajosmás acabados y eficaces en el ámbito del pensamiento contemporáneo.Esta manifestación de empatía que (como todas) es difícilmente justifica-ble desvela, quizá muy pronto, la posición de este trabajo y muestra unflanco desguarnecido: nos situamos en la filosofía de Foucault (no cabe, nifrente, ni contra) por razones que se irán matizando en el desarrollo de losdiferentes temas, pero la complicidad tiene también otras causas de índoleafectiva o pasional que no se someten a razonamiento ni requieren justifi-cación teórica. Se trata, indudablemente, del tono de la filosofía de Fou-cault, nada conciliador ni indulgente, ajeno a las exigencias que imponenel sistema de la razón y la razón del sistema; se trata también de la actitudteórica, que, con gesto displicente, rechaza las divisiones académicas y lasparcelaciones disciplinares para buscar pensamiento en lugares común-mente poco accesibles al discurso filosófico: los «grandes nombres» y «lasgrandes obras» que algún crítico añora se hallan citadas (o, al menos, evo-cadas) en los textos de Michel Foucault, pero, junto a ellos, aparecen nom-bres «infames» y obras «menores» (la peripecia de un criminal, el elocuen-te laconismo de la prosa jurídica, las demandas —a veces innobles— delas lettres de cachet...). Quizá no sea tanto la presunta ausencia de nombresilustres o la notoria presencia de nombres infames lo que provocó primero

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6 Al contrario de lo que parece suceder en MERQUIOR, J. G. Foucault, Fontana Paper-backs, London 1985; HABERMAS, J.: Der Philosophische Diskurs der Moderne Suhrkamp,Frankfurt/M 1985, pp. 313-343; TAYLOR, CH.: Negative Freiheit Suhrkamp, Frankfurt/M1989 y «Foucault on Freedom and Truth» en COUZENS HOY, D. (ed.): Foucault: a CriticalReader, B. Blackwell, Oxford 1986, p. 69.

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estupor y después irritación en los lectores de los trabajos tempranos deMichel Foucault. Quizá fuera la promiscuidad de la mezcla.

Al comienzo de Las palabras y las cosas cita Foucault una narración deBorges al respecto de cierta enciclopedia china en la que se menciona unacuriosa clasificación de los animales (PC, 1). La imposibilidad de pensar talclasificación radica, a juicio de Foucault, en la monstruosidad que suponeel espacio común (PC, 2) en el que se encuentran las diferentes categorías.

También la filosofía de Foucault se elabora conscientemente comoescandaloso punto de encuentro donde se dan cita referencias múltiples ydispares, como espacio acogedor sobre el que se disponen —tal vez enosada promiscuidad— fragmentos de historia y pensamiento que nocomparten estilo, ni dignidad, ni propósito.

Pero de ese espacio —cuyos perfiles se insinúan ya en Historia de lalocura— surge una aventura teórica cuyo diseño no responde a los estí-mulos plurales de la coyuntura (como parecieron interpretar los primeroscríticos de Foucault, en particular J.P. Sartre) sino a las exigencias deuna reflexión continuada y coherente al respecto del hombre y la consti-tución de la subjetividad.

La elección de esta temática como eje en torno al cual se organiza la tota-lidad de la obra de Foucault exige justificación y supone, por otra parte, unaperspectiva diferente a la mayoritariamente defendida por quienes han dedica-do estudios al conjunto o a partes significativas de la filosofía foucaultiana7.

Apuntamos primero una caracterización sumaria de tales estudios(alguno de los cuales será recuperado más adelante), para luego intentarjustificar nuestra propia opción hermenéutica.

II

A grandes rasgos, se pueden distribuir los estudios más significativosde la obra de Foucault publicados en las dos décadas precedentes en dosgrandes grupos:

a) Los que contemplan tal obra como una sucesión de métodos (ar-queología, genealogía, analítica o hermenéutica).

b) Los que aprecian fundamentalmente una sucesión de temas o ám-bitos de estudio (saber, poder, sujeto).

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7 Cercano, sin embargo, a nuestra perspectiva está el prólogo de M. MOREY a las confe-rencias de M. FOUCAULT traducidas bajo el título Tecnologías del yo (Paidos, Barcelona 1991),así como el magnífico texto de WILHEM SCHMID, Auf der Suche nach einer neuenLebenskunst, Suhrkamp, Frankfurt/M 1991.

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En ambos casos se trata de sucesión de bloques metodológicos o te-máticos que se ordenan en una historia no exenta de titubeos, desplaza-mientos, rupturas y —según el criterio de los críticos más adversos—contradicciones.

Se puede decir que, en ambos casos, «los árboles no dejan ver el bos-que»: los destellos (metodológicos o temáticos) de superficie no permi-ten acceder a una estructura profunda, a un discurso coherente y perseve-rante al respecto del sujeto aun allí donde el saber o el poder ambicionanel primer plano. Para estas lecturas, que en muchas ocasiones se benefi-cian de la circunstancia atenuante de haber tratado con una obra parcial yen periodo de gestación, el trabajo de Foucault carece de unidad y hori-zonte, se agota en conatos y abortos (la arqueología del saber no llega aproponer ni siquiera el esquema de una teoría del conocimiento, la gene-alogía del poder carece de (la) amplitud suficiente como para aspirar aprograma de filosofía social o teoría política...).

El primer grupo (a) de textos está dignamente representado por el li-bro de Hubert L. Dreyfus y Paul Rabinow8: un trabajo magnífico en mu-chos aspectos, cuidadosamente elaborado, con seriedad y rigor. Pero pesea los denodados esfuerzos de los autores por comprender la obra de Fou-cault y de valorar su complejidad e importancia, el texto está lastrado porla opción hermenéutica inicial, que intenta acceder al entramado ideoló-gico foucaultiano desde la cáscara metodológica. Aunque el título de latraducción francesa del libro (Michel Foucault: un parcours philosophi-que) encubre la inclinación fundamentalmente metodológica del texto,tanto el propósito inicial9 como el título definitivo de la edición america-na (Michel Foucault: Beyond Structuralism and Hermeneutics) declaranla mencionada opción.

El texto10 declina la responsabilidad de pensar aquello que es comúna las diversas entregas del proyecto foucaultiano (la problemática cons-titución de la subjetividad) mientras se prolonga en una búsqueda sintérmino de fuentes e influencias, así como en exámenes de validez delos distintos métodos presuntamente protagonistas de la obra de Fou-cault.

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8 DREYFUS, H.L. and RABINOW, P.: Michel Foucault. Beyond Structuralism and Herme-neutics, The University of Chicago Press 1982. El libro contiene dos artículos de y una entre-vista con M.Foucault. En adelante nos referiremos a él con la abreviatura DyR.

9 «The book was first to be called Michel Foucault: From Structuralism to Hermeneutics».Op. Cit., p. XI.

10 La imputación puede hacerse extensiva a obras como la de Morey (1983) anteriormentemencionada, así como a la práctica totalidad de los artículos recogidos en la ya famosa com-pilación de D. COUZENS HOY: Michel Foucault. A critical Reader, Blackwell, Oxford andNew York 1986 o el estudio de G. DELEUZE: Foucault, Minuit, Paris 1986.

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Así, el «método» de Foucault aparece alternativamente como unaprolongación del estructuralismo, una desviación del marxismo, unaaceptación del nihilismo, una radicalización de la fenomenología husser-liana o una desiderativa radicalización de la hermenéutica (DyR, 97). Si,por una parte, no hay eclecticismo tan voraz que pueda soportar la pre-sencia de tan numerosas y dispares influencias, por otra, el «método» sedispersa en retazos que no consiguen armonía o coherencia: aparece, tales la opinión de Dreyfus y Rabinow, como un constructo que no puededar cuenta de sus presupuestos y sus expectativas y que acaba perdiéndo-se en múltiples contradicciones, no siendo la menor de las cuales afirmartácitamente lo que explícitamente critica.

La crítica se hace más rigurosa cuando se pretende dotar a los ensa-yos de Foucault de una dignidad y un estatuto a los que no aspiran (sinoque decididamente niegan): arqueología (del saber) y genealogía (del po-der), independientemente de la importancia que se las conceda en el con-junto de la obra foucaultiana, no pretenden categoría de teoría o ciencia;no pretenden suplantar la teoría del conocimiento o la teoría social, noocupan el lugar de la historia de las ideas, no compiten con la sociología.

Al respecto de este tipo de estudios —cuyo valor relativo no se pue-de negar— cabe decir que tal vez se dejaron seducir por lo aparatoso dela terminología foucaultiana, por un estilo cautivador y dominante cuyasformas y perfiles oponían brillante resistencia al discurso filosófico usualen la década de los 60. Es posible que en ese estilo se reconociese ya elapunte de algo original y novedoso. Creo, sin embargo, que se puedeafirmar que la originalidad no es de orden conceptual o metodológicosino que, por el contrario, radica en aquel extremo ya mencionado queocupa a Foucault a lo largo de toda su producción y que se diluye cuandoel escaparate metodológico reclama la atención exclusiva del lector: setrata —ya en las primeras obras— del hombre, del sujeto, del procesopor el cual se constituye como tal y de los ámbitos en los que se cumpletal constitución siempre problemática.

El segundo grupo (b) de textos ensaya la interpretación de Foucaultdesde la sucesión de temáticas: el saber, el poder, el sujeto (o: la locura,las ciencias humanas, la cárcel, la sexualidad...). Trabajos como los deAxel Honneth, Jürgen Habermas, J. Rajchman o B. Smart —por citar losmás importantes—11 asumirían esta óptica.

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11 HONNETH, A.: Kritik der Macht, Suhrkamp, Frankfurt/M, 1986; HABERMAS, J.: Op. cit.;RAJCHMAN, J.: The Freedom of Philosophy, Columbia University Press, New York 1985;SMART, B.: Foucault, Marxism and Critique, Routledge & Keagan Paul, London 1983;FRANK, M.: Was ist Neoestrukturalismus, Suhrkamp, Frankfurt/M 1983: BURCHELL, GORDON,MILLER: The Foucault Effect, Harvester Wheatsheaf, London 1991.

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De nuevo, para estos autores, la obra de Foucault se resiste a ser uni-taria o coherentemente contemplada, es difícil explicar los volubles des-plazamientos temáticos sin recurrir al interés coyuntural (p. ej. influenciaambiental de los movimientos de 1968) o al capricho personal. El resul-tado final del análisis se muestra similar en todos los casos: una temáticase erige como fundamental o decisiva; su referencia a las otras (temáti-cas) es escasa y problemática ya que el ámbito de ejercicio es otro (asícomo también es diferente el aparato conceptual y el esquema metodoló-gico).

El analista «temático» arriba a una doble perplejidad (suma de des-concierto y rechazo):

—No alcanza a ver el sentido o la concatenación de los desplaza-mientos que se observan en la obra foucaultiana.

—Deplora el inacabamiento de los estudios foucaultianos, excesiva-mente críticos para con todo lo constituido (sea ésto de índoleepistémica, ética o política) y a la vez excesivamente tímidoscomo para constituirse en alternativa, como para sugerir un pro-grama de recambio.

En conjunto puede decirse que estos dos tipos de lectura (predomi-nantes hasta nuestros días) no responden satisfactoriamente a los retosde la obra de Foucault, cuya estructura profunda avanza una problemáti-ca inasequible en su totalidad —y complejidad— para los mencionadosanálisis parciales. El problema de la constitución del sujeto, problemaen torno al cual el propio Foucault unifica su trayectoria en sus últimas—casi póstumas— intervenciones, se muestra sólo parcialmente en elámbito del saber o en el ámbito del poder; requiere, por lo tanto, un trata-miento preferencial: como constante polémica que exige diversos ensa-yos de aproximación, diferentes perspectivas que no se instituyen en teo-ría o ciencia.

Además de esta crítica de profundidad a las lecturas anteriormenteconsideradas, se pueden apuntar tres detalles superficiales (meramentetécnicos) que justifican las dudas al respecto de la validez del análisis:

—Tanto la lectura metodológica como la temática tienen serias difi-cultades a la hora de enjuiciar ciertas obras escasamente definidas—desde su perspectiva— o decididamente híbridas. Es el caso deHistoria de la locura que se insinúa como obra arqueológico-ge-nealógica y que penetra simultáneamente en el ámbito del saber yen el del poder. (Por otra parte, al ser una obra temprana, que ante-cede en el tiempo tanto a las obras emblemáticas de la llamada«época arqueológica» como a las de la «época genealógica», no se

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puede resolver el problema de su ubicación considerándola comoobra de transición, dignidad que corresponderá al opúsculo El or-den del discurso12).

—Ambas lecturas se ven obligadas a prescindir de textos de Foucaultque difícilmente se someten a las disciplinas metodológicas de laarqueología y/o la genealogía; textos que tampoco refieren al sa-ber y/o al poder.La omisión más notable es —en este sentido— la de los escritossobre literatura.Si bien es cierto que ningún ensayo puede considerar pormenori-zadamente la totalidad de las obras de un autor (más aún en elcaso de Foucault cuya obra se dispersa en multitud de intervencio-nes orales, artículos y entrevistas), no deja de extrañar que el con-junto de magníficos textos sobre literatura —y arte en general—,que el autor fue elaborando preferentemente en los años sesenta,no encuentre su lugar propio en las monografías mencionadas.Considero que tales textos son absolutamente representativos de lafilosofía foucaultiana, que refieren al problema central en torno alcual se elabora tal filosofía. Su reiterada omisión, ni menoscaba suvalor teórico, ni les condena a un lugar marginal en la trayectoria deFoucault. Tan sólo enuncia la incapacidad de los esquemas herme-néuticos elegidos para dar cuenta de la totalidad de tal trayectoria.

—Todos los ensayos críticos considerados hacen caso omiso de lareiterada advertencia de Foucault al respecto de la unidad de suobra y del centro en torno al cual se unifica. Tal advertencia —quevamos a tratar a continuación a modo de justificación teórica denuestra perspectiva— subordina tanto los métodos ensayadoscomo los ámbitos explorados al problema del sujeto y de su cons-titución.

III

Paradójicamente, el texto de Dreyfus y Rabinow, cuya orientaciónpreferentemente metodológica ya hemos comentado, se cierra con tresbrillantes aportaciones del propio Michel Foucault que constituyen elmejor contrapunto, la mejor crítica al libro que las contiene como epílo-go: «Las ideas de las que me gustaría hablar aquí no tienen pretensiones

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12 FOUCAULT, M.: L’odre du discours, Gallimard, París 1971 (Trad. esp. Tusquets, Barce-lona 1973. En adelante OD.

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de teoría ni de metodología» (DyR, 208). Con esta frase, que —con levesexcepciones— podría figurar al comienzo de todos sus ensayos, iniciaFoucault una sumaria exposición de su trayectoria intelectual en la quese constata la intención de referir los distintos episodios de tal trayectoriaa un problema central que no es otro sino el de la constitución del sujeto:«Quisiera decir primeramente cuál ha sido el propósito de mi trabajo deestos veinte últimos años. No se trataba de analizar los fenómenos de po-der, ni de sentar las bases de tal análisis. He pretendido ante todo produ-cir una historia de los diferentes modos de subjetivación del ser humanoen nuestra cultura; he tratado, desde esta óptica, de tres modos de objeti-vación que transforman a los seres humanos en sujetos» (DyR, 208).

Desde esta perspectiva, sugerida por el propio autor, se desdibujatanto el protagonismo de temas como el poder o el saber, como la impor-tancia de los constructos metodológicos (arqueología, genealogía), queapenas son mencionados en las últimas contribuciones de Foucault: lahistoria que Foucault ha intentado «producir» condiciona el valor de losmétodos empleados e impone dirección y límites al tratamiento del sabery del poder. Estos últimos se contemplan —ya lo veremos más adelan-te— como ámbitos o modos de subjetivación (=modos de objetivaciónque transforman a los seres humanos en sujetos) y sólo desde ese puntode vista. Las críticas que aluden a presuntas deficiencias en la confec-ción de una Teoría del conocimiento (Dreyfus, Rabinow, Frank) o de unaTeoría social (política) (Habermas, Honneth) olvidan o ignoran que no estal el propósito, que ni el conocimiento ni la política figuran en la filoso-fía de Foucault como objetos de un tratamiento específico sino referidosal problema central del sujeto y su constitución.

Dejamos momentáneamente los textos de Foucault que cierran el li-bro de Dreyfus y Rabinow para referirnos a un artículo valioso en cuantoa su contenido y engrandecido por la anécdota. Se trata de la entrada Mi-chel Foucault, que ocupa apenas tres páginas en el Dictionnaire des Phi-losophes, editado por D. Huisman13.

El texto, firmado por Maurice Florence, se publica poco después dela muerte de Foucault (1984) y contiene un sugestivo resumen de la tra-yectoria intelectual del filósofo francés, así como una ubicación de sutrabajo «en curso». Pero ese texto brillante —en el que tal vez puede re-sultar familiar algún rasgo de estilo— cobra valor emblemático cuando sedescubre que el autor es el propio Michel Foucault14. No cabe extrañeza

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13 HUISMAN, D. (Dir.): Dictionnaire des philosophes, P.U.F, París 1984. EntradaFoucault, pp. 941-944. En adelante DPh.

14 Precisiones oportunas al respecto pueden hallarse en Maurice Florence: (Auto)bio-graphy of Michel Foucault, History of the Present (4), Spring 1988.

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en cuanto al uso de seudónimo: sabemos que Foucault había discutido (ydesdeñado) el estatuto de autor, sabemos que recurrió incluso al anoni-mato15.

En el caso que nos ocupa quisieron la enfermedad y el azar que estebreve ensayo fuera más que una síntesis autorizada, que cobrase valor detestamento intelectual.

El texto comienza señalando la ruptura introducida por M. Foucaulten el «paisaje filosófico» francés dominado por Sartre y el marxismo(DPh, 941), pero esta ruptura es la única que se menciona en el artículo.La obra de Foucault cobra, por el contrario, apariencia de unidad encuanto a la perspectiva y persistencia en cuanto a la temática; de cohe-rencia en cualquiera de los casos.

El primer lugar, Foucault se ubica —con algún titubeo— en la deno-minada tradición crítica «que es la de Kant» y permite que su investiga-ción pueda ser recogida bajo el título de Historia crítica del pensamiento(DPh, 942).

Más explícitamente, sin embargo, el artículo se cierra aludiendo a unproyecto general en el que se inscribirían los trabajos de Foucault: un pro-yecto general que orienta la investigación y da sentido a los temas y altratamiento para ellos elegido.

Ambas sugerencias —el respaldo de una tradición y la confección deun project général— tienen para nosotros un valor apreciable. Por unaparte hacen dudar tanto de la «volubilidad temática» de Foucault comode su dedicación metodológica; por otra parte, generan la expectativa deun «hilo conductor» de la reflexión teórica foucaultiana, de un marco te-órico en el que los temas encuentren su lugar y los métodos su función.

Los trazos distintivos del proyecto general foucaultiano se puedenpercibir ya en sus primeras obras. Pero el proyecto mismo va madurandoy conformándose en un largo proceso de gestación: ensaya formas tantodescriptivas como críticas, se desarrolla al acometer una serie de estu-dios y análisis locales, se fortalece en los vericuetos de la literatura, de laciencia, de la práctica institucional etc..., para finalmente asumir una de-nominación adecuada y compleja: ontología de nosotros mismos.

Pero a todo ese desarrollo subyace una cuestión cuya centralidad y per-sistencia convierten en fundamental: «la cuestión es determinar lo que debeser el sujeto, a qué condición está sometido, qué estatuto debe tener, queposición debe ocupar en el ámbito de lo real o en el de lo imaginario paradevenir sujeto legítimo de tal tipo de conocimiento o tal otro; en pocas pa-labras, se trata de determinar su modo de «subjetivación» (DPh, 942).

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15 P. ej. FOUCAULT, M.: «Le philosophe masqué,» Le Monde 6-7 avril 1980; «Une esthe-tique de l’existence», Le Monde, 15-16 Juillet 1984, p. X.

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