El péndulo - Época 2 - N° 2 (julio de 1981)

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La revista "El péndulo" fue una revista de difusión del género de ciencia ficción de Argentina. La experiencia editorial ha sido reconocida como una de las mejores en la historia de las revistas de este tipo. Bajar PDF en http://revistaelpendulo.blogspot.com/2011/02/el-pendulo-n2-1981-pdf-ocr-scribd.html

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"INDICECuentos

19 Robert Sheckley En una tierra de colores claros59 Hany Harrison En Las Cataratas

73 Thomas M.Disch Bajando83 Jack Vanee La mitr

95 Jon Bing Una palidez más blanca105 André Cameiro El mudo

Artículos49 Robert Sheckley La busca de lo maravilloso

65 Pablo Capanna Isaac Asimov o La máquina de escribir87 Elvio E. GandoUo Un fenómeno llamado Stephen King

Historietas112 BilaI-Christin Progreso

Secciones3 Este número

4 Crónicas terrestres130 En próximos números

Tapa de KiIIian

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SHECKLEY DISCH HARRISON GANDOLFO

Este númeroBrian Aldiss describió en

una ocasión a Robert Sheckley(Nueva Jersey , 1928) como"Voltaire con soda" . Las ele­gantes sátiras de este eficazhumorista sorprendieron en ladécada del '50 a los lectoresacostumbrados al tono mono­corde de la mayor parte de laciencia ficción . Después de unperíodo inicial de producciónfrenética, Sheckley dedicóbuena parte de su tiempo a via­jar; vivió en Ibiza y en Lon­dres, y comenzó a producirtextos más complejos y másambiciosos. "En una tierra decolores claros" , sobre el des­concierto de un hombre per­dido en una civilización queno entiende, tomó en 1979 unacuriosa forma de objeto de.arte: leído por Peter Sinfield ,letrista y compositor de rock,con música de Brian Eno eilustraciones de la argentinaLeonor Quiles, se convirtió enuna combinación de libro y deLP , dentro de un impresio­nante álbum que cuesta 100dólares y del que se hicieron1.000 ejemplares. Sheckleyvive ahora en Nueva York y esdirector literario de Omni .

. . r' Harry Harrison (NuevaYork , 1925) es otro notable

humorista. Sin embargo, " EnLas Cataratas" , el cuento quepresentamos, es decididamen ­te serio .

Thomas M. Disch (Minne­sota, 1940) es un exquisitomaestro de la crueldad , autorde Los genocidas. La casa dela muerte y " Bajando" , esaexperiencia tan cotidiana.

Jack Vanee (San Francisco ,1920) es uno de los auténticosmaestros de la moderna litera­tura fantástica, cuya obramostraremos y comentaremosen futuros números . " Lamitr ' es un breve ejercicio so-

bre la inocencia, la violencia yla soledad.

Jon Bing (1944) es norue­go . Ha publicado varias colec­ciones de cuentos. ha escritopara la televisión de su país yes además traductor y antólo­go.

André Carneiro (San Pablo,1922) es conocido ante todocomo poeta , pero es tambiénautor de una novela y dos li­bros de cuentos de ciencia fic­ción , un estudio sobre el gé­nero y una introducción al hip­notismo. Además, es fotógra­fo , pintor, periodista y libre­tista y director de cine .

Completamos el númerocon la segunda parte de la his­torieta de Bilal y Christin, lashabituales secciones de librosy de cine , las primeras cartasde lectores y tres artículos:" La busca de lo maravillo­so" , transcripción de una con­ferencia de Robert Sheckley:"Un fenómeno llamado Step­hen King", atento viaje de EI­vio Gandolfo por tres mil pá­ginas de terror; "Isaac Asi­mov o La máquina de escri­bir" , de Pablo Capanna, aná­lisis de la autobiografía de unasombroso saqueador de bos­ques.

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En mi mente se desarrollaun proceso dialéctico. La te-

Opiniones. 1

A los pocos años de em­prender la tarea, las energías .creativas de Silverberg fue­ron absorbidas una vez máspor laescritura de una novelade ciencia ficción: Lord Va­/entine 's Cast/e, por la quefirmó uno de los contratos "más suculentos del mundoeditorial estadounidense.

Sinembargo, la experien­cia con sus monstruosvege­tales habíasidobeneficiosa ysuperaba el mero pasa­tiempo. según él mismo de­talla: "Había sido como es­cribir ciencia ficción. Escogíel grupo de personajes másextraño que pude encontrar,los dispuse de un modo ar­tisticamente satisfactorio, ylos dejé en libertad de hacerlosuyo, mientras yo me sen­taba echado hacia atrás y mepreguntaba en qué terminaríatodo. No extrañé mi carrerade escritor ni por uninstante.Plantar aquel jardín extrava­gante satisfizo todos misapetitos creativos. Me man­tuvo apartado de todo mal,me dio un poderoso senti­miento de ser unoconel uni­verso, divirtió en gran formaa mis vecínos..y me hizoaprender mucho sobre botá­nica y agricultura. Inclusohubo un poderoso elementofilosófico para mí. Despuésde haberme pasado la vidaentera creando fantasía extra­terrestre, fui aprendiendo Quela Tierra ya es lo bastanteextraña".

piares como éstos: "UnCleistocactus peruano seme­jantea un falo peludo de unmetro ochenta de al tura; unOpuntia que recordaba unpuñado de ore jas del RatónMickey, sin el ratón; el 'si­niestro Macaerocereus deBaja Californ ia, que serpen­tea por el suelo, enraizán­dose a medida que repta, yque de contar con el climafavorable iría reptando desdeCalifornia aCanadá".

Dejando de lado este pri­mer grupo, Silverberg eligiótambién entre las demás es­pecies, las más exóticas: lasque provinieran de sitioscomoMadagascar, México oBrasil, las parásitas, las car­nívoras, las Que tuvieran tex­turas reptilinas Que"llevarana creer con facilidad que sehabían desarro llado enmun­dos donde se acostumbranlos sacrificios humanoidesen cadamañanadesábado,ydonde la sangre color verdeazulado fluye librementeso­bre empinados altares".

POLVO DEESTRELLASElvio E. Gandolfo

El jardín de RobertSilverberg o latierra comoplaneta fantástico

A principios de la décadadel '70, cuando el augemul­timi llonario de la ciencia fic­ción aún era un hecho delfuturo, tanto en los estudioscinematográficos como en elcampo editorial, una co­rriente de pesimismo y reac­ción contra el género recorrióaalgunos de sus autores másinteligentes. Samuel Delany,Thomas Disch, Harlan EI Ii- t----------~---------lson, Barry Malzberg y RobertSilverberg, entre otros, criti­caron demoledoramente susfalenc ias y decidieron aban­donar sus estrechos límites.Con el paso del tiempo, to­dos y cada uno de ellos con­tinuaron con su obra, ya searecurriendo nuevamente alarsenal temático ínterplane- .tario o intentando un virajehacia la literatura asecas.

Duranle los cinco o seisaños que duró su alejamientode la creación literaria, quehabía decidido abandonar

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Fredric Brown y sumaravillosa boinade narrar

El grado de aislamientoque necesita un narradorpara concentrarse en lo queescribe varía mucho de uno aotro. Hay afortunados quepueden abrirsecamino men­talmente en medio del ruidodel tráfico, varios martillosneumáticos y grupos vocíte- 'rantes de niños menores dediez años, amén de interrup­ciones para solucionar pro­blemas domésticos, atenderal lechero oaunamigo ino­portuno. Más frecuentees elcaso de quienes necesitan unporcentaje relativamente altode silencioycalma.

Fredric Brown, el creadorde clásicos como Universodelocos y Elgrifo lejano:pertenecía a este segundogrupo mayoritario. Le cos-

varios remedios sin éxito. lesugeríque usara la boina rojacuando no quería ser moles­tado. Con el tiempomeacos­tumbré amirarle automática­mente la cabeza antes de'abrir laboca".

Opiniones. 11

Clásicoes aquel libro Queuna nación o un grupo denaciones o el largo tiempohan decidido leer como si ensus páginas todo fuera deli­berado, fatal, profundo comoel cosmos y capaz de ínter­pretaciones sin término. Pre­visiblemente, esas decisio­nes varían. Para los alema­nes y austríacos el Faustoes una obra genial; paraotros. una de las más famo­sasformasdel tedio,comoelsegundo Paraíso de Miltono laobra de Rabelais. Libroscomo el de Job, la DivinaComedia. Macbeth (y, paramí, algunas de las sagas delNorte) prometen una largainmortalidad, pero nada sa­bemos del porvenir, salvoQue diferirá del presente. Una

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El inventario de los des­perdicios arrojados durante1979 en los lugares para

Como loafirma Borges enotra zona de esta sección,"nada sabemos del porvenir,salvo Que diferirá del pre­sente". Tratar de delimitar enQué diferirá del presentenuestro futuro es una de lasaficiones más antiguas de lahumanidad. El grado de im­precisión y la cantidad deaciertos oyerros de cada unade estas predicciones a es-

1----------; cala mundial reproduce lamezcla de vaguedades y de­talles menudos Que caracte­rizan a los horóscopos oía-

¡--------------1 rios o anuales de aplicaciónindividual.

En el mejor de los casos,las profecías se disfrazan de

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Opiniones. 111La probabilidad de Que en1985 la gente trabaje cuatro ~--------tdías o 32 horas por semana,provoca un marcado escepti­cismo desde un 1981 y unazona del planeta donde esinevitable el pluriempleopara sobrevivir. El anuncio,por último, de Que para elaño 2020 el uso de satélitessolares podría eliminar lano­che y posibilitar Que por pri­mera vez en la historia lagente "disfrute" de 24 horasde luzdiurna, puede ser atra­yente para un pueblo prag­mático y puritano, pero parasolitarios o parejas Que gus­len de lanoche, Que,comoelpoeta Carlos Mastronardi, sejacten de "vivir en ella, dehaber sorteado la violenciadiuma de los veranos", setrataría más bien de una pro­lija pesadilla.

el espacio exterior, por unacuestión de faldas".

Las predicciones Que másse acercan al campo de laciencia ficción por su saborson las siguientes: la apari­ción de un mercado legaldepartes usadasy reacondicio­nadas del cuerpo humano enel año 2010; el intento de laUnión Soviética enel mismoaño, de cambiar su' historiapreviamedianteel empleo detaquiones, partículas Quepueden viajar hacia atrás enel tiempo; la posibilidad deQue las parejas de recién ca­sados, en el año 2020, pue­dan pasar su lunade miel enla luna.

Algunos acontecimientosdel futuro tienen un matizmuy distinto para un lectorlatinoamericano y para uncompatriota de los autores.

Entre las esperanzas pue­den citarse lade Que unterre­moto masivo asoleen 1982aIrán del Norte, provocandogran cantidad de víctimas,Que elgobierno local sea in­capaz de enfrentar conefica­cia la crisis yeso acarree lacaída del Ayatollah Khomeinio de susucesor; Que en1990el gobierno comunista de laUnión Soviética sea derro­cado poruna fracción socia­lista democrática Que trabajedentro del Partido; Que másde 50.000 personas trabajeny vivan en el espacio para elaño 2000.

El condimento melodra­mático inevitable en todocandidato abest seuer, apa­rece en un hecho anunciadopara 1990: "Un astronautamasculino dispara contra sucompañero de tripulación,en

Por ahora mi altercadocon respecto a la novela sedebe simplemente a Que elmundo en elcual vivimos esmucho más interesante Queel representado por lamayorparte del género novelístico.Muy poco de la novelísticaQue se está publicando esrealmente para adultos. Di­gámoslo más simplemente:cuandoentramos auna libre­ría nos topamos literalmentecon docenas de biografías,de textos politicos e históri­cos, con libros de ciencias yde filosofía, destinados allectormedioy Que honran lainteligencia humana, Que'responden a una mentalidadadulta. Mientras Que unagran parte del género nove­lísticoestá dictada por arcai­

~---------'------------"----------t cos clichés tanto sexualescomo sociales. En una pala­bra, los novelistas han des­cu idado su tarea básica. Sitomamos en cuenta Que lamentalidad más perceptiva einteligente de su época fueun Marcel Proust Quien eracapaz de ver literalmenteunarelación entre arreglos flora­les ymetafísica;osiconside­ramos la forzosa capacidadde Thomas Mann para abar­car todo un mundo político,estético y emocional en laelaboración de su ficción,creo Que notaremos la dife­rencia con lo Que ocurreactualmente.

El novelista actual no to­ma en serioasu lector. Estaes Quizá la cuestión primor­dial. En un fenómeno comoel nouveau roman en Fran­cia, notamos una retirada es­tratégica hacia un minimalis­mo Que esquiva las presto-

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nes y complicaciones de laexperiencia comotal. El granlogro dela ficciónlatinoame­ricanaactual de ninguna ma­nerase encuadra dentro de" latradición de la novela occi­dental. Me parece más bienque sevincula con otras for­mas. con la fábula, con laparábola y con la novela gó­tica y fantástica. Un profundoinstinto de exploración y desupervivencia le permite alnovelista latinoamericanosortear los aburridos clichéssexuales y familiares de laficción occidental, para reto­mar fuentes mucho más anti­guas de fantasía. La fase porlaqueestá pasando lanovelalatinoamericana puede servista como una crítica bri­llantedel fracaso de tanta fic­ción europea y anglosajonaen hacer frente aniveles másprofundos del sentimientohumano, de la fantasía, de laimaginaciónyde lahistoria.

GeorgeSteiner

Libros enterradoslas cancionessecretas

Hay autores con mala es­trella. Supongamos que enalgún país extranjero cono­cieran a Cortázar sólo a tra­vés de títulos como El librode Manuela Un talLucas,oaGarcía Márquez sólome­diante la lecturade La malahora o El otoño del pa­triarca.

Algo de eso ocurre conFrilz Leiber y su difusión ennuestro idioma. Durante másde cuarenta años, este atentolector eintérpretede Shakes­peare ha creado una obraabundante, mullifacética, ex­citante. Por desgracia las co­lecciones que lo han dado a

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los menos atractivos de su 'producción.

En casos comoéste, des­cubrir un libro enterrado: querefle je la complejidad deunaobra poco conocida con lamayor fidelidad, es doble­mente satisfactorio. El volu­men que cumple ese cometi­do es Las canciones se­cretas, publ icado hace añospor laeditorial Verón, en Es­paña. El mismo incluye tresde losmejores relatos deLei­ber : "Mariana", límpida re­presentación del solipsismoejecutada con gran seguri­dad; "Atracción inminente",dura descripción de la deca­dencia y lacorrupción urba­nas, condensadas dondemás duele: en una mujer, y,sobretodo, "Lamuchachadelosojoshambrientos", pará­bola impecablesobre los po­deres de la publicidad, queesquiva con maestría los lu­gares comunes y las alece-

rías fácilessobre el tema paraentrar en el campo de lopoé­tico.

El resto de los cuentosque integran el volumen("Las moscas del invierno","El hombre que se. hizoamigo de la electricidad","La luna es verde", "Uncubo deaire", "Fantasmadehumo" "Rump-Tity-Tity­Iurn-I ah-ti", "No es unagran magia", "Lascanciones

.secretas") brinda una exce­lente muestrade los poderesexpresivos de Leibner. Título.mal distribuido en su mo­mento, que integra una co­lección ya desaparecida, valelapena buscarlocon pacien­cia en librerías de viejo yhasta justifica el sacrificiosupremo: soportar la charlamonotemática de un aficio­nado completista, para ex­traerlo de su biblioteca, me­diante préstamo, amenaza ohurto.

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CINEAníbal M. Vínelli

El Resplandor

En lanómina de los gran­des autores del cine con­temporáneo (aquéllos Quehacen de cada film una obrapersonalísima, inconfundi­ble), no se debería omitir elnombre de Stanley Kubrick(nacido en New York, 1928).un realizador sign ificativoaún en sus errores. Empece­mos por señalar Que Kubrickno es un director prolífico(por comparación con otros),ya Que entre el primer titulo,FearandDesire (1953), yelúltimo, The Shining (1980)Que en laArgentina se llama­ría Elresplandor, su filmo­grafía incluye solamenteonce obras. Pero entre esasonce están The Killing(Casta de malditas, 1956),Paths otGlory (La patrullainfernal, 1957), Dr. Stran­gelove. or How I Learnedfa Stop Worrying andLave tne Bomb (DoctorInsólita . . ., 1963), 2001:A Space Odyssey (2001,odisea delespacia. 1968),A Clockwork Orange (Lanaranja mecánica, 1971 ,aún prohibida por lacensuraaborigen) y Barry Lyndon(ídem. 1975), una produc­ción verdaderamente repre­sentativa de Quien lacreó.

Kubrick es un notorio ob­sesivo, un detallista de ésosQue nacieron para atormentara las compañías Que losres­paldan económicamente. Yaen Paths ot G/ory suplió loQue lefaltaba de presupuestocon un aumento de trabajopropio: las escenas de bata­llas Que se filmaban por lanoche eran precedidas poruna recorrida de Kubrick Queiba dejando en el supuestofrente de combate marcaspara indicaren Qué lugar pre­ciso debían -por ejem­plo- caer aquellos alcanza­dos por el fuego ene­migo. Con el paso de losaños y el consiguiente au­mento de prestigio, no hacambiado. No cambió en laexactitud del tempo de Dr.Strange/ove, la maniáticareconstrucción de ámbitosespaciales o de época en2001 y Bar.ry Lyndon, per-

íecc ion ísmos Que sólo se lo­gran con dinero. Y conoci­mientodel oficio, claro.

La vocación para obtenerel mejorproducto posible senota en The Shining (Que seestrenaría en Buenos Airesen julio), primera incursióndel neoyorquino en el relatode terror y también primertítulo de los últimos cincoaños, basado en una difun­dida novela de Stephen King.Ysi bien es cierto Que el filmha motivado críticas contra­dictorias -desde los Que losaludan como una obra dearte hasta aquéllos Que creenQue esto es más Kubrick QueKing o Que terror- todoscoinciden en los hallazgosvisuales, en su calidad ypreciosismos.

Kubrick se propuso aquícontar una historia de horro­res en la Que elementos co-

munes adquirieran un sim­bolismo maléfico: utensiliosde cocina, una bicicleta, unascensor, se permutan enfactores casi diabólicos. ¿Elpánico a través de lo coti ­diano? En principio, sí, aun­Que no totalmente.

Cierto es Que son bastantecomunes el escritor fraca­sado Jack Torrance (Jack Ni­cholson) y su mujer Wendy(Shelley Duvall). No lo estanto su pequeño hijo Danny(Danny L1oyd), Quien poseeun curioso poder telepáticoQue le permite prever el fu­turo, reflejado en su rostro através de un brillo peculiar(el resplandor de marras). Eltrío, huyendo de las estre­checes económicas, llega aun hotel de Colorado dondeJackyWendy serán los case­ros durante el inminente in­vierno, cuando el estableci­miento cierre sus puertas y

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Johnny Carson (tambiénpre- ambiente. lo opuesto delsentador de los Osear) en su climaque seviveenel Over­show Tonight. Wendy mira look. Y -en todo mo­la televisión y la pantalla mento- Jack sonríe. Peromuestra una secuencia de su sonrisa. es, minuto aVerano del 42 en la que minuto, eada vez más inquie­Jennifer O'Neil pasea su fe- tanteoY no se puede decirmineidad en un romántico más . . .

FICHA TECNICA

Jack Torrance JACK NICHOLSONWendy Torrance SHELLEY DUVALLDanny DANNY LLOYDHall orann SCATMAN CROTHERSUllman BARRY DENNENGrady PHILlP STONEL10yd JOE TURKELDoctor ANNE JACKSONDurk in TONY BURTON

Producción y dirección STANLEY KUBRICKGuión KUBRICK y DIANE JOHNSONFotografía JOHN ALCOnMúsica BELA BARTOK

Warner Bros ., 1980 ; duración orig inal, 146 minutos.

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(Fantastic Voyage), dondeRaquel Welch, StephenBovd, Donald Pleasence,Art­hur Kennedy y William Red­field eran encogidos juntocon un submarino para quenavegaran a través delcuerpo humano de un mori­bundo.

Hollywood jamás des­perdicia una buena idea, yenenero del corriente año es­trenó The Incredible Shrin­king Woman (que se lla­mará en castellano La in­creíble mujer que seachicó) , filme que marca eldebut directorial de JoelSchumacher (libretista deCar Wash yElMago). PatKramer (Lily Tomlin) es unacomún ama de casa del surde California y está feliz-

mente casada con Vance Kra- .mer (Charles Grodin), ejecu­tivo publicitario con quientiene dos hijos. Completan lafamilia un perro y una mu­cama de presumible ascen­dencia mexicana.

La vida de Pat es casirutinaria hasta que una no­che, alacercarse a vanee, lobesa unos centíme1ros másabajo de lo que pensó. Se lecaen las pulseras y súbita­mente nota que su robe lequeda dos números grandes.Con alarma comprueba quedía adía se encoge.

Su problema radica en lafalta de tolerancia para los"venenos" contenidos enproductos de uso habitual enla vida moderna como sprayspara el pelo. cera para pisos.

colas sintéticas, comidas en­latadas, colorantes yedulco­rantes, alimentos sin caloríasy desodorantes de ambiente:La increíble mujer que seachicó es, por lodicho, unaamable farsa sobre el con­sumo contemporáneo antesque el relato de suspensoque sugería el filme de 1957.Ambos, por lo menos, reco­nocen como inspiración lanovela de Matheson.

La película derivará des­pués hacia el sensaciona­lismo (o la estupidez) conque ciertosmedios de comu­nicación enfocan el problemade Pat y la manera desapren­siva conque grandes empre­sas manejan su producción.Otros personales son JudithBeasley. una vendedora de

cosméticos orgánicos y Er­nestina, telefonista de agriocarácter, todas. igual que Pat.interpretadas por la Tomlin.

En esta comedia locaaparecen asimismo NedBeatty, Elizabeth Wilson yHenry Gibson como tres pre­suntos beneficiarios de lasdesgracias de Pat. MarkBlanfield interpreta aun quí­mico que buscará salvarla yRichard Baker a Sidney, ungorila sentimental llamadoSidney que tendrá muchoque ver con la acción.

La fotografía de BruceLogan -quiZá por exigenciade los efectos y trucados­luce sumamente granulosa,una apariencia que ha provo­cado las mayores objecionescríticas junto con la variedad

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ierrauca del film: si abarca ono demasiados rubros, esoya lo dirá el público en sumomento.

Pero hay coincidenciasen la eficacia de la labor deLily Tomlin, una talentosacomediante surgida de tea­

.tros off Broadway y de latelevisión. Ha participado encinco films, debutando enNashville (1957, RobertAlt­man), actuando después en

FICHA TECN ICA

Pat Krarne r/Juditn Beasley/Ernestina .... LlLY TOMLINVance Kramer CHARLES GRODINDan Beame NEO BEATTYDr. Eugene Nortz HENRY GIBSONDr. Ruth Ruth ELlZABETH WILSONRob MARK BLANKF IELDConcepció n MARIA SMITHSandra Dyson PAM BELLWOODTom Keller JOHN GLOVERLogan Carver NICK HORMANNLyle Parks J. McMULLANBeth Kramer SHELBY BALlKJe ff Kramer JUSTIN DANASidney RICHARD A. BAKER

Prod ucción HANK MOONJEANDirección JOEL SCHUMACHERGuión JANE WAGNERFotografía BRUCE LOGANMúsica SUZANNE CIANIUniversal Pictures, 1981; duración orig inal, 88 minutos

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David LindsayUn viaje aArturo(A Yoyage to Arcturus)Traducción de Mirta RosenbergAdiax, Buenos Aires, 1979;316 págs.

Desde Que este libroapareciera en1920, se haidocreando toda una leyendaentorno suyo; en parte, ella hasido auspiciada por elpropioautor, Quien profetizaba Quesu obra no tendría ningúnéxito, pero Que por lomenos.habría de leerla un hombrepor año. Poco tiempo antes

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kull peregrina por toOO re­manee. el único planeta eleMuro, y en cae.ta etJpa al­guien loguia: estos guias sevan sucediendo lJ'lOS aotros.yamedida Que se van dandoelreleeresulta claro Que re­presentan otras tantas esta­ciones de un itinerario ena­tco haciala visiónfinal. qeese supone habfa derrosre a"ísis sinvelos", laverdadeleMllspel, el lundameoto me­latisico ele lo real. Como elcaracter simbólico de losCliStintos guias eS;:lIrilUaleses ba:st:nIe evidente. Y haynas de tn1 docena ete ellos.lo eocc QUe reconIorta alleCtOr es la barroca lanI3síacon QUe el autor CleSCribepaisa¡es surrealistas y lor­mas devida reerreote ena ­nas. Sin duda. lindSay po­sea una imaginación supe­rioral común de los actoresde su tiempo: por momentosparece un Stanley WeinbaumQue hubiera perdido el $31'10

reansro Ill)lleélT'elQ'lO, pe­ro nocabeetucIa ele QUe rTll­ChOS autores ele cienCia fiC­ción popular deben retesa­Queado sus ideas. de manerabastanleingrata

Conlodo. lasucesión deavenluras. visiones y apari­ciones depesonaes simbó·neos. mascaras QlIe van ca­yendo una tras cea hacebastante teoosa la lectura. yel libro cecee Ufl cenomalestar angustiOsO. propiodeldiscurso del inconscientecolecliYO julguiarlO La lila­SOlía ocultiSla del libro res­pOnde a paul3S orientales.con lo cual no sorprendef¡1QUeel Deseo sea elorigen delodo mal, y el verdaderoITMJndo se asemeje aun Nir­vana~iado por lailusiónsensible. En particular. la vi­sión Que elautor perece ererde lo lenle!1ino es decidida­mente odiosa: todas las muoeres ue salen al paso deMaskurr son t ñürs. Jezabels

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- -La barrera

~ 01 ..... .....-..

entrega la cienciay elpro­greso. pero en una suerte derevolución blanda: el atajohaevitado dos guerras mun­diales. el hOlocausto de loscampos de exterminio. elpotenciar cataclismo nu­clear ...

Creo que e1libfo liene de­sequiJibOOs morías ye1li­nal es visiblemeflle lorzado.En latrama no esta implícitoel mecanismo que oevuelveel río a su cauce. la utiliza·cién del Pueblo del Brezal o ":-.,--=- .,-----jHadas como hilo conductor r-del ritomello notiene elsu-gestivo y rmgico sabor queel autor hubiera deseado. Elsegundo y el tercer relato noestán a la altura de Jos eros:carecen de üerza y si bienaportan datos iq>ortantes en C:::";:"---.,--:-:-ilomo a aspecios relevantes rdeesa sociedad como la In-quisicióny los Sertaleros. nose integran y resienten launidad.

Apesar de los reparos ex­ceses. la obra se lee contacili<bd. Prctlablemente sediscuta. se relea 'f se""""".Sergio Gaut veI Hartman

miento vertical de lasclasessociales tasael extremo deque los oficios YPfo!esionesson ordenes cenaaas toouna estruclOO casi mililar.Roberts se detiene especial­mente en la descriptión delosSefraleros. encargados delas comunicaciones a fravésdecódigos cifrados rransmi­lidosmediante semaforos si­milares aros de lared ero­viaria y que gozan de ciertaaularQlJía.

El escena general podriarepresentarse como un noQue salede madre.encuentraunnuevo cauce, corre por éldurante un tiempo, pero te­mina retomando su va natu­ral en aloÜll IU9ílf del ca­mino. A ditereooa de la no­vela de Oick. mencionadamas arriba. QUe secaracterilapor mostrar un mundo en elque el eje ha ganado la 11Guerra MIJI1l:hal yQue se cie­rra con una relerencia anueslrO universo deSde el3ngulo de la fic:tión litema.Pavana. en un epílogo ce­nominado "Coda", proponeuna suerte de reoniliCaciOndel"ujohiSlOrico. La iglesia

14 ' I::.l PUcu.o l

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los relatos QUe: encaran le­ITBS viSteralmente re(X.l1si·vos. relacionados con el le­rror orgánico. Aquí se Iralade Lna esoece de paraSilodesln.dor extralerTeSlre QOe:anida en el interior de losseres tunanos. Es tJ10 delostanlos a..eoIos QUe~de haber sirJo tomados enwenta para la cuidadOsaconstrueeion del film Alien.S!lwgeon logra una auténticahalaña lécnica al ir expli­cando cada paso 001 relatocon precisiones anatómicasy biológicas convincenles,que atmentan la dimensiOndel horror, en vez de ate­nuarlo.

Aunque pUblicado porprimera vez hace más dedosdécadas, La barreray otrosrelatos consIituye tJl aíra­yente vollfTleO de Sfurgeoo.perIeoecieoleasu época ca­sea, yayuda acompletarconnt.l!YOS rasgos la imagen desu obra IOIaL

fMof. GandoIfo.

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cont.I'lfina llJadiciomlmente

""""<XI."El se'IOr CosteIIo, héoroe", pertel"leCe al grl()ll decuentos de Sturgeon clara­mente destinados a exponerlJlíI idea general precisa. eneste caso latacil idad con QUe:

kJS gn.oos """"'" ..­ser IIeYados a la diSCOrdiainlema medianlelasospechaYlacah.fmiasabiamentedo­Silicadas. la aleQofia lisa yllana en quecaen otros reta­tos con "mensa je"es evitadaaquí mediante el empleo 00t.I'lnarrador más tenlo que ellecIor ylos personajes QUl Iorodean, y que consigue ra­blaf con su prO(lia voz. No esditlcil ver en las adividades00 sembrador de cizana delsefIOr Costello una alusiOn alas 001 senador McCarthy,creador e insligador 00 la"caza de brujas" contempo­ránea en Estados Unidos.

"Lkla chica con IOdo",por úllimo, constituye t.I'lsó­lido e"1o deob1laceta de• _ .. SllKg"",

al aburrimiento, est1lograda Jame. Tlptree. Jr.con la descripción minu- Y George R. R.cesa. la obseMCion mi- Mariln: ¿Qué pasaCfOSCOPica de comporta- con la novela demieetcs ybes COIidian(lS. ciencia ficción?

'~ ~ de ~ ~~~~*reza". que originalmente lal.uzdeGeorgeR R. Martíndaba tñulc al libro, es ", ydeEn ladmadef mundocuento I3ntasticO "con s - de JiJneS Tiplree .Ir. {Alicerena". Se nrt3 lfU:!lO al Sheklon). .FIbaS dadaS aro-lono de Ray Bt3dbuy, ycae nocer en caseuaoo en 1979en UOi1 pcesa erTll3\al;1osa. por la colección Nebutae.deroomticismo trivial. En él ptanlea alQur10S intenll!JMl-suena lan poro YerOSimil la leS ecerca de lasituación se-existencia de sirenas y trito- tual de la rlMIa de cienciares como el dia1000 de la lic:ciOl'i. TiITlOie'l reeta dife.pareja ht.mana prOlagOnistl tecas entre el enfOQl.l! delpredes/inada al MI"lOf mutuo /,<?/\ campo por parte del a1icio-desde unprincipio. ~.t nado O laenlica nortearrei-

En los eeeos retaeio- f' ': cana (~ siguen siendo ee-nadas di~e con la f-- ...,--,,-...,-- ;--:-r:-:-::=:::-::::-:==-:-i mentas influyentes en ladi-ceca lilX:ión hay tres r'ta fusion de aliores en otrosbarrera", "Y los cielos se paíSeS) y elquecara:ieri.z3 aabrieron" y "La caricia detu OOIedOf de estas IalitLJ1es.mano'" que resultan de ee- En terminos gererales.tura trabajosa, Eso se debe a puede afirmarse que llaStIque han sido encaradOS con rece Lf'IOS QUince aflos losuna estructura namIliva de gustos e irdinaciones ccm-disperso DaITOQUismo. don- cidian en arecs grupos dede se intercalan sin soltriOO lecIores las obras publica-de continuidad el avance del das por la revist3 MásalJa ysuspenso con las eerca- por lascolecciones Nebulaeeees y el intenlo de desa- (en su primer epoca)ysobrerrollo de una personalidad lodo Minotauro, no Sólo SÍ-determinada o de una rea- guen siendo recordadas ro-eco alediva. mo clásicos por Cl2lquier

"La otra Celia", "El se- aficionado o lector illlermi-flor ccsenc. térce" y "U~ tenle del géOefo, sino Quechica con todo" inlegran en admilen ademaslarelecturacambio, con "Un dehlo para AÚIl.para un adido al gé-el sel'lOr lIewellyn", un cer- nero. los más recentestelo de relatos dignos de li- Quince oveinle Iilulos publi-gurar en unaantologla de lo cactos por esta última co lee-mejor deSfurgeon. cien se revelan notoriamente

El primero repite la des- inleriores en su conjunlo acripciOn minuciosa, hipnO- los Quince oveinle primeros.lica, de comportI11ien!os Tal ve.z esto sea explicableenmínimos (enestecaso losde parte por lasrelaciooescon-t.I'lvoyeur de pensiOn, yuna lIidivas que la ciencia te-nu;h;J;Il:I misIeriosa), CfE9l- ciOn, como lodo génerO,do lJlíI llensíCJd QUe: no al- mantiene con laliteratura en-canza a lr.IcIurarse del lodo general. En el momento en

El.PEMx.Lo l / IS

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.;..~" JI!!..._ ftplnlo,)r.

ENLAClM~Da

MUNDO

ciencia ficción,¿CómoeQui­librar. dada cierta extensión.el tratamiento de los perso­najes con el del entorno? ¿Oel delas scoocashumanascon el de las extraterrestres?¿O el estilo con Que SP. narracon los inventariosdepaisa­jesOsociedades?

Tanto la obra en generalde James tunee. Jr. (Véasela critica deCarlos Gardini en

Péndulo 1) como la novelade George A.A. Martin, Iue­ron en losúltimosanos apo­yadas fervo rosamente porpremios y buenas venas. Yambos han sido considera­dos como autores Que iban"rrés al~ " de los limites ca­seos de lacienciaficción,

Que el intento de supera­ciónexiste enlosdos libros.es evidente. aunque también.por desgracia. ese intentonose concreta en obras logra­das. El problema parece resi­dir en la falta de reschcénde un problema con el Quesiempre se enfrenta el gé­nero: loselementos emanesQue entran en contradiccióncon los elementos reconoci­bles, la fracturaentrelades­cripción enciclopédica y laliteraria Cada una de lasdosobras parece representar ladificultad en una zona dis­tinta: Muertedelaluz,enladescripción depaisa jes yso­ciedades; En la cima del

16 I EL f'EN0uL0 2

'.

.... '.

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convicción de ese mundo re- treel sin rozar la madurezsioe justamenteen las emo- Falta incluso esa veta de lo-ciones de esos seres. Seacercan demasiadoauna re­presentación dulzona deemociones meramente hu­manas, l o extraño residesólo en la descripción ex­terna de los seres: en susrelaciones afectivas y reac­ciones ante los estimulas ex­ternos. se acercanpel igrosa­menle a las rreiosicades deUl'l largometraje de dibuiOsanirraoos de Walt Oisney: elincenec del mundo por unOestructor Cósmico recuerdaen su desarrollo al incendiocetbosque en 8ambi.

Si algo une a los dos tex­tos, tan distintos en otros as­pectos (el estilo de Martin esmás trabajada. upnee haceavanzar con mayor energía elargumento) es laimposiciónde ciertos límites a la interre­lación entre tos personajes yla realidad. limites que pare­cen del imitar un cúmulo deanhelos y temores infantilesy adolescentes, un vago ro­manticismo sentimental (enMartin) oaventurero {en Tip-

cura que caracteriza a obras imperlectas. como algunosmucho más desordenadas e cuentos devan Voghl. y fa lta

fur¡damer¡talmente, un traba­josobre e! ler¡gua je. para queéstese nansonre enunme­dio tansoarere en vez de unestorbo: la cantidad depala­bras "creadas" es en amboscasos abundante yde carac­ter neutro. Aunque ningunode los dos caiga en la acu­mulación de términos oneo­logismos de origen téCnico(aquí son rMS bien POéti­cos), el papel estratégico deesas partículas sigue siendoelmismo: eldecascotes esn-

-=:=" I usncos en los que el lectorno aficionado írooezaura yotra vez hasta abandonardescorazonado la lectura.reafirmado ensu rechazo ha­cia elgénero,

Para regresar alode! prin­cipio: el favor incondicionaldel que gozan algunasnove­las dentro del público arlglo­sajón estada vez menos unagarantíade calidado interés,tarifo en el plano del trata­miento literario como en elde las ideas.

Eduardo Dooner

El F'EN0Ul02 /11

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No es fácil integrarse a otra sociedad.especialmente si esa sociedad

no es hUTT1iJT1d ni funciona según las leyesbiológicas y {(sicas que conocemos.

EN UNA TIERRADECOLO

CLAROSIlustró FATI

En lUla lie1Ta de colores ddro:s y de cuentos,en coman:as de horas luminosas,

donde el suelo viste lUI ropiJ)e de glorldY lUI murmulfo de {lores musicales;

en bosques donde laprimduetamuestra a mediasel rubor desu 58t1bIarJJe dulce.

;.mm a aguas atentas a suspiros de amantes,¿hdy acaso W1 sitio para éstos?

SW1NBl.JRNE

las formas de las cosas irradian sus propiosmensajes, Aquf en KakIor V muchos objetostienen una UTadonaIidad pertwbado<a Esamontaña a io lejos (Ungdooor, creo que lallaman), ¿por qué tiene que perecer una """­mide cabeza abajo? O tomemos este bosque ,con árboles de hasta tres metros de diáme-.tro . . . ¿por qué todos tienen que estar tumba-

dos en el suelo? O esos péjaros. los maagpi.qu e construyen los nidos en el aire y se turnanpara sostenerlos. ¿Por qu é las nu bes regular·mente se curvan formandoarcadas?

Estos son sólo los misteriosmás evidentes. Ya su vez cada misterio oculta un misterio. Su­pongo que todos son explicables reoooel­mente. hasta previsibles. Pero no para mí.

Lo qu e más me preocupa en este momentoes: ¿por qu é los espejos de Kaklor V nuncareflejan lo que tienen delante?

En cierto sentido mi posición es ridicuIa.Grecíesala meeanoItipnosis puedo hablartresde las lenguas más importantes de KaJdor.Pero no capto ninguno de los matices. rrengoel mísmo problema pera beblar español)

Los terrestres tendemos a creer qu e el len ­gua je es siempre intencional. que lasfrases son

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ecuaciones q ue denotan operaciones. órde­nes, sensaciones; que las palabras quieren de ­cir 10 que dicen. Pero no es ase. ni siquiera en laTierra, y mucho menos en Kaklor. Aquí taro­bién las palabras son intencionales. pero sue­len emplearse co n otros propósitos.

Las palabras se usan en forma extremada­mente o blicua. Supongo qu e para ellos todoes muy lógico e inevitable. No es imposiblea prehe nder el significado de la mayor parte delas conversaciones. Lo tedioso es el trabajoq ue implica. Porque este gran esfuerzo hayque hacerlo con todo; nada resulta fácil nadapuede darse por sentado.

Tal vez eso explica. el elevado promedio dedisfunciones emocionales entre Jos tnterec­tuentes.

Los pro blemas de la exploración extrete­rrestre son siempre los mismos. Primer pro­blema. cómo conservar el pellejo. Segundo(pisándole los ta lones ). cómo conservar la cor­dura. La incertid umbre tiende a maximizarse.El mayo r peligro en un planeta extraño bienpodria ser la ansiedad.

Elpeor es el shock cultural. Una sobrecargade novedades es intolerable. Uno tiende a des­conectarse, a dejar de registrarlas. o a registra r­las de prisa y sin atención .

La inicia tiva también es afectada, calamito­samente. Hay de masiados imponderables pe - .ra te ne r en cuenta, demasiados cursos de ac­ción entre los cuales elegir. y siempre sobre labase de una Información insuficiente.

Se sufre una parálisis de la voluntad SeUega a un punto en que es imposible decidir sihacer huevos fritos o hacer huevos duros.Todo debe detenerse mientras se toma esadecisión. Y una vez que la ha tomado, uno estádemasiado exhausto para comer.

Yo pensaba que explorar un planeta ex­treñc sena como ver una pe1rcula muy rara.Estaba preparado para eso; pero no ha blatenido en cuenta que yo seña un actor, no unespectador.

Hoy vino Lenea para ver cómo estaba O almenos presumo que vino para eso. Su presen­cia me resulta turba dora y confortante a la vez.

20 I EL PENouLo 2

Me he acostumbrado a sus diferencias anató­micas. Su extrema flexibilidad. física (una ca ­racterística que ella compa rte con la mayoríade Jos kaldorianos) todavía me ad mira. Pere­cíera que no tiene huesos. especialmente enJos brazos, las piernas. el cuello. Puede girar lacabeza 180 grados y mirar directamente haciaatrás. Le he pedido que no lo haga en mi pre­sencia.

Tengo buenas razones para creer--aunquetodavía no 10 he verificado- que sus estructu­ras sexuales, ocultas bajo la vestimenta., sonsimilares a las de una mujer terrestre.

¿Alguna vez lo confirmaré con una expe­riencia directa? No debería pensar en estas<<=S.

Tiene un rostro largo y oval delicadamentearmonioso, bello si lo juzgamos con pa utasterrestres. Tiene un vago aire de eurasiática.pero. irónicamente. en laTierra no la conside­rarfan "exótica" . Podña pasar inadvertida enuna multitud Excepto por su andar. desdeluego, que es sinuoso, fluido. entre revulsivo yexcitante.

B aspecto de l.anea no me molesta. Alcon­trario. Pero la mente de Lenee .. .

Supongo que entender a cualquier mujer esimposible. ¿Pero qué hace uno con una mujerde otro mundo?

[Nede, por supuesto! De cualquier modo,¿qu~ interés puede tener Lenee en mr? Paraella debo de ser un monstruo. tanto en apa­rienda como en mentalidad.

Doemiche es un cincuentón (aparente­mente). un hombre esbelto y enjuto de grandignidad. Yocupa un sitlaI en el Consejo. Hoyvino aquí y trató de advertirme sobre algo. Nosé sobre qué. Pese a tod os mis esfuerzos, y JosSUYOS. no pude entenderle. No parece estarpensando en ningún peligro espedfico; sinembargo no puedo creer que un hombre de lainteligencia de Doemche se preste a perdertiempo y esfuerzo en una dec1arac:l6n generalsobre Jos peligros del mundo.

No he visto indidos de peligro. ¿De quéestará ha blando?

Doemiche es tan alambicado que podrraestar hablando de cualquier otra cosa. No señala primerll vezque ocurre. Esuno de los vW:iosde este idioma.. Si uno no pesca una de las

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palabras o inflexiones clave, el significado sealtera drásticamente. Las frases que empiezancon cierta co mbinación de vocales, por ejem­p lo , no deben tomarse litera lmen te. Su propó­sito es elípticamente metafórico.

Así que tal vez pasé por alto una sutileza delserm ón de Doemíche. Dios sabrá cuántas co­sas más pasé por alto y sobre qué premisaserró neas estoy operando aquí.

Aun así, ojalá supiera si hay un peligro espe­cífico o no.

Vivo en una casita blanca a siete u ochokilómetros de la periferia exterior de MoreL Elgobierno me la construyó cuando vio que nome sentía cómodo en la ciudad. La edificaroncomo una casa de la Tierra, copiándola de unafoto que yo había traído. Yo no lo pedí; elloslohicieron por propia iniciativa, para sorpren­denne y complacerme.

Al principio me pareció un dudoso cum­plido. Me pregunté si no estarían intentando,con infinita cortesía, exiliarme, aislarme en miex trañeza.

Pero ah ora no creo -.¡ :.:e el propósito fueraése. En este lugar conocen la añoranza; mu­chas de sus canciones y cuentos hablan deeso.. Así que me co nstruyeron una casa exacta­mente igual a un bungalow de Nueva Inglate­rra . Hasta que uno estudia los perfiles y losángulos con más atención. Entonces no separece a nada bajo el sol.

Me he acostumbrado a ella.

Anoc he empecé a entender la conversaciónde las flores.

Hay que esc uch arlas con mucha atención.Sus voces so n suaves (como era de esperar) ytienden a ser monocordes. No pueden pro­nunciar la"d", 1a"t" ni la "r". Expresan variossignificados sutiles modulando el volumen.Usan intensivamen te el silencio (pausas y des­cansos, como en música ) para cubrir un radioadicional de significados, igual que loskaldo­rianos . No sé cómo produ cen los sonidos, niquiero saberlo. Ya sé demasiado.

Traduciré y transcribiré una conversaciónentablada en mi jardín hace apenas dos horas ,entre algo que parecía una rosa y algo queparecía una aza lea.

ROSA: ¿Cómo estás hoy?A1.PJ.J:A: Muy bien, gracias. ¿Y tú?ROSA: Bastante bien. ¡Si tan sólo lloviera !A1.PJJ:.A: Seña grato que naviera. Adoro lalluvia.ROSA: Yo también. Especialmen te las llu­vias suaves.WJ>J..EA: Oh, sin duda son las más bonitas.

. Especialmente cuando vienen con un pocode viento sur.ROSA: El viento sur las perfecciona, porcierto. ¡Cómo adoro la lluvia!AzAlFA: También yo. Ahora vaya desean-

"'''ROSA: Ha sido muy grato charla r contíqootra vez.AzAlFA: Ha sido un gran placer. Gracias , yque crezcas con buena salud.ROSA: ¡Que tus hojas se extiendan! [Adiós!A1.PJ.J:A: ¡Adiós!Eso es lo que dijeron , literalmente. ¿Qué

inferencias habría que extraer de ello? En untiempo habña llegado a la apresurada conclu­sión de que las flores tienden a ser dulces .simples, amables. Ahora lo ignoro. ¿La charlafue tan trivial como me pareció a mr ¿O esta ­ñan haciendo el amor con palabras?

Este planeta desborda de fenómenos. Perono sé lo que significa ninguno de ellos. Ycuanto más tiempo estoy aquí, menos sé.

Ingresé al Primer Cuerpo de ExploraciónExtraterrestre como voluntario. Todos éra mosmuy jóvenes e idealistas. No podía concebirnada más noble y elevado que la misión deexplorar los planetas, establecer contacto conotras inteligencias, trabajar en busca de unamayor ermon ra y cooperación.

Ahora no me tomo esas cosas tan a pecho.Pero entonces era un fanático. Aprobé todoslos exámenes, y estuve entre los primeros milque fueron a otros mundos.

Nuestras naves eran pequeñas. No eran lu­gares para v ícír; eran capullos para hibernar.Nos desparramamos por el espacio como se­millasesparcidas en el viento.

Bien, desparramar no es la palabra exacta;teníamos ciertos objetivos, más o menos. Lasnaves estaban construidas para dirigirse a va­rias estrellas con sistemas planetarios, paraexaminar los plane tas según diversos criterios,

EL PrNlXJLO 2 I 21

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para despertar al expl<xador si el planeta eraviable, Y luego aterrizar. O para dejarlo hiber­nar y viajar a un blancoalternativo si el planetaera inadecuado.

Los optimistas pensaban que la mitad denosotros quizá viviera para ver un mundo ex­traño. si teníamos mucha suerte.

Sus piedicdones no nos jmporteben, To­mábamos esa misión como una auzada.

Veinte naves estaban apuntadas hada Kal­dar V. Aparentemente la núa fue la única quenegó.

¿Por qué yo? ¿POI" qué no ninguno de losotros? ¿Murieron losdiecinueve en el espado?¿Enloncescómo lJegué aquf sin mddentes. deacuerdo con la bttácora automática de la na­ve? Esto me parece estadísticamente improba.b1e.

Parece más plausible qu e algunos de losotros srhayan llegado, que estén en otras par ­les de KaIdor, que hayan pennaneddo ocuI­tos; o . más probablemente. que lasautorida­des los hayan &qu;dado o los tengan mcomu­nicados sin qu e ninguno de eh lo sepa.

No sé qué harán conmigo. Doemkbe hablade peligro, y estoy empezando a creerle.

Alguien vino en la noche Y me de}6 un re­gale en el umbral Esuna estahriIla de unes seispulgadas dealto, talladaen una lustros> pie<haroja. La artesania del taDado es -exquisita. Lapieza es muy estíJizada; no logro diferenciar sies masculina, femenina o neutra. Los pies dela estatuiDa están cubiertos por hebras metáli ­cas plateadas.

la pondré en un sitio de ho nor de mi repisa..Ojalá supiera quién me la dio. ¿Doernic:he?¿Lanea? Nocreo que ninguno de eDos ecos­lumbre deiar regalos anónimos en la noche.Quienquiera me lo haya dado, me a1egro elcorazón. Lo consideraré un regalo de Navidad.de KaIdorV.

Ioloy "'!l'e5Ó Doemiche, 000 otros ...miembros del Consejo. Me """'!J""Ol unastres horas.Todas vesaen la túnica cetei 1101'üal,supongo que para destacar la seriedad de laocasión. Costaba tomarlos en serio; los tresqu e acompañaban a Doermcheparedan ele­gidos para ejemplifica,. los sometccpos bási­ros. Grandinang era un endomorio rechon-

Z2 , EL PlJoU) :r

cha, casi calvo, co&érico. incoherente en suexasperación. Pan WoIfing era el mesomorfo,un hombre vigoroso de estatura media, rasgosené>gicos, seguro de si; cortés, con la gradainconsciente de un adeta aun en sus gestosmás mfnimos. Y Eliaming era el ectomorlo.nervudo e intelectual, brillante y errático, viejoy anü\ado al-..otiempo.

los cuatro habian venido, creo, para be­cerme comprender el peligro que me amena­zaba, algo relacionado con vientos nocturnos,y para hacer evidente ese peligro pese a lasctificuItades ktiomá.- Complementabanmutuamente sus explicaciones, se jnterrum­

pan uno al otro para dartficar ciertos detalles,introdujeron una reseña histórica, discutieronsobre la relevancia de varios acontecimientosrecientes reladonados conmigo. EJ resultadofue caótico, inquietante para todos, poco ín­formativo, y absolutamente inútil

Doemiche me visitó, se quedó apenas unmomento, me pidió que asistiera a una impar.tante ceremonia o festividad en la ciudad den­tro de tres dras. Parece algo más que unainvitación casual, así que asistiré. Empieza ma­ñana al amanecer.

Anochehabra una brisa cortante, la primeraque recuerdoen algunas semanas. ¿Será éseel viento nocturno al cual aIudran?

!.anea dijo que vendña esta mañana. Esmediodra Ytoda... no ha Uegado. Podria USM

la redde comunlcad6n interurbana y hablarle.Pero en realidad no entiendo cómo funcionaIa <ed.

O podña ir a verla. Pero ella vive en ladudad interior, un laberinto de eaBejones(como la Cesbbeb de A>ye!). No sedararo queme extraviara. Además,no me sientocapazdetanta iniciativa, aunque ansío mucho verla.

A primera horn de la tanle escecbé denuevo a las 8ores. (¡Qué &ase tan descebe­Dada!). Puedo entenderlas mejor que a bs •kaIdorianos. La -.cnndel lenguaje es méssendl1a.. LIs flores no dk.en muchas cosas sig­nificativas, pero al menos puedo COlIIpre:lw;ler·

las. Lo cual quizá. demuestra que mi compren­sión está en un nivelvegetativo.

Esta vez tenlan algo que decír al ma<gen de

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EL PENou.o 2 I 23

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lastrivialidades de costumbre. Repito la charlatextualmente. usando equivalentes terrestrespara lasdiversas especies:

N.AlEA A RChA .Ouende. qu é bien luceshoy!ROSA: ¿Te parece? Me siento pésimamente.N.AlEA: Luces increíblemente joven. ¿Qu~ha sucedido?ROSA: Bueno , es casi el momento de mifarqhar. (Esto pa rece aludir a un importantecambio fisiológico.) Esho rrendo.N.AlEA: ¡Pe ro excitante!ROSA: (desdeñosamen te): Supongo que si.pero he sido tan felizen este jardín.N.AlEA: Puedes volver cuando quieras..ROSA: Nadie vuelve. ¿Te acuerdas de lalila?Juró q ue volverte por lo menos una vez, nosprometió contamos cómo era.N.AlEA: Quizá. vengaROSA: No , no vendrá. Lo haria si pudiera,pero sé que no puede.SICOMORO: (interrumpiendo. hablando conuna vozcuriosamente aguda): ¡Eh!RosA: ¿Me llemabes e'mr?SICOMORO: Sr. a ti. Tienes miedo del farq­har. ¿verdad?RosA: Por supuesto. ¿Tú no?SICOMORO: En absoluto. Tengo fe.ROSA: ¿Fe en qué?SICOMORO: Soy un adepto de l culto de Ni­mosim, espfritu que habita en todas lascria­turas con raícesN.AlEA (enfadada ): ¿Y qu é te enseña tu fe?S ICOMORO: Los adeptos a Nimosim cree­mos que existe un espíritu divino en todoslos vegetales. Creemos que después delfarqhar vamos a un lugar IIamadol.ñ, dondeel suelo es transparente. el viento soplasiempre del sur. y no hay ratas que nosdestruyan las raíces. Hay arroyos de aguacristal ina en ese lugar, un agua nubitiva quenu nca puede pudrimos las hojas. En Lü senos concede el don del crecimiento infinitosin fastidiar nunca al prójimo. Hay muchomás. pero el resto sólo puedo revelarloa unadepto.RosA: ¡Qué hermosa es tu religi6n!1'ZA1.fA: ¡Qué disparate! Después del /=1­hor. te transformarás en leña, nada más.SICOMoRo: ¿Y mi espíritu?N.AlEA: Perecerá contigo, desaparecer!s

Z4 I EL. PENolI..O 2

para no existir nunca más.SICOMORO: No posees la verdad. Tu mé­todo consiste en pensar la peor posibilidad Yluego expresarla, con la esperanza de queno se cumpla. Pero ésa es sólo la voz de tustemores, nada más.AllJ..EA: Podría dec irte más, pero creo quealguien oye nuestra conversecíón.ROSA: ¿Cómo es pos ible? Estamos solasaquí.AllJ..EA: Solas no. Hay un animal muycerca de nosotras.$lCOMORQ (soltando una carcajada estri­dente): [Pero jos animaJes no nos entien­den! ¡NI siquiera se entienden entre ellos! Esbien sabido que los animales no puedenposeer inteligenciaAlJ>J..LA: Yo no estoy tan segura. Este ani­mal ...ROSA: [Cuelquíer animal es igual a otro!AllJ..EA: Tengo mis dudas. Preferiría espe­rar a que se haya ido.RosA: ¡S upe rsticiosa!AZAUA: Querida, no creo en animales inte­ligentes, pero tengo miedo. Sí, y también lestengo lástimaS!cOMORO: ¿Por qué?PllJ..EA : Por muchas razones. Pero antetodo por los problemas que sufrirán pronto.ROSA: [Los animales no sienten dolor!AZAUA: Tal vez no. Pero suponte que sf . . .ROSA (sombrternente) : Sr. serta terrible.Pro nto soplarán los vientos nocturnos, y elmundo tenninará.PllJ..EA : ¡Vamos, no es tan terrible!RosA: Es bastante tenible. Ahora dormiré.Buenas noches.AzAlEA: Buenas noches.StcOMORO: Buenas noches y gradas poresta charla encantadora

Demod o que aun entre las flores ha y ateos ycreyentes. Es bastante aso mbroso . A menos,desde luego, que yo 10 haya imaginado todo.

Eso temblén sería asombroso. Pero de unamanera diferente y más ominosa.

Almorcé YLanea aún no había Uegado. Merecosté en el sofá y me dormí. Tuve el si­guien te sumo:

Estaba caminando por una cane sinuosa yempedrada en una aldea antigua. Dos perso-

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nas salieron por la izquierda Yse me ecerce­ron. Quise hacerles una pregunta. Paredantemerosas de mf; dieron media vuelta y corrie­ron. Las persegu{. deseando expresarles misbuenas intendones. Pero se negaron a escu­charme, coman más aprisa, alejándose.Luego llegu éal centro de la aldea, y bebía unagran hoguera en la plaza, Y creci6 hasta sermás alta que la Iglesia. Pero no sentf calor.

Luego despert é, temblando , austado, em­papado de sudor.

Lanea llegó un momento después.

En verdad, todo ha salido bien. Ha salido alas mil maravillas. No sé qu é me contrariabatanto. Me asombra releer mis propias notas.Parecen literalmente escritas por otro hombre.S upongo que debería examinarlas con másatenció n, tratar de dílucíder cuá l es mi pro­blema. Pero en es tos dfas no tengo tiempo.Estoyconstantemente ocupado.

El cargo de veedor no lo elegr yo. Peroaparentemente eso soy ahora para ellos. Meapresuro a aclarar que no estoy d- acuerdocon esa conclusión. El hecho de ... 'e hayaatravesado el espacio vado no es pril ! fodeevidencia de mi superioridad. Pero ellos no loven esí.

Deesto no hay anuncio público, desde lue­go, nada en los periódicos ni en la radio . No,simplemente se nota en el trato que las perso­nas tienen conmigo .

Aquí hay mucho trabajo para hacer y pocotiempo para hacerlo. Estoy orga nizando lascosas como mejor puedo, pero todavía haymuchos detaUes q ue ignoro. A fin de cuentas00:.' un extraño.

La muralla oeste es todo un prob lema, y heestado concentrando mis esfuerzos anr. pues lafuerza que nos amenaza atacará primero esam uralla. Por lo tanto, tendña que ser propor­cionalme nte má s fuerte que lasotras. Pero nolo es.

La reforzamos con mamposteria, cemento,ladrillo. Tiene que resistir ese primer embatedesaforado de losvientos nocturnos. .

Ahora quiero dejar esto aclarado: losvientos nocturnos son vientos verdaderos ypodñan sortear fácilmente la muralla oestesi lo desearan. Pero no lo desean. No de­sean meramente dominar , sino dar un ejem -

pIc. Por lo tanto aceptan la noción de un dueloreglamentado y reconocen su derrota si infnn­gen la ,eg\a.

La regla: para ganar tienen que horadar lasmurallas. Sitas muraDasresisten, han perdido.

Construyo muchas capas. Tod os concuer­dan en que es el mejor sistema Lanea, miesposa, las ha examinado públicamente y hacallado. Este es un honor que rara vez seconquista.

Aparte de eso, he vivido una vida normal,Me enorgullezco de mi coIecd6n de uñas, queseg\1n los expertos es tal vez superior a la delGobernante Oculto. Todevíe necesito terapiade vez en cuando para la eliminación de obse­siones. (En eso soy comocasi todo el mundo.)

Lenee es tan bondadosa que me permiteservirla. Que me deje lavarle los pies tod as lasnoches es una prueba de su amor. No sóloeso, sino que me ha consentido tomarlo porcostumb re SÍn atormentarme a diario con laposibilidad de una negativa También ha sidobondadosa en otros sentidos. Me tomó lamano durante la ceremonia de mutilación,que en verdad no fue tan dolorosa como habíatemido. Me ha humillado delante de sus pares.Hasta sus padres han llegado a ultra jarme; yono había esperado tanto.

Supongo que me ama as{ porque soy unacriatura de la Tierra y por 10 tanto deleznable.Pero eso ya no me importa. Soy muy felizsinti éndome deleznable, especialmente con ­tando con la ayuda de una esposa comoLenee,

No creo que pueda abrigar esperanzas deconservar su amor mucho tiempo. No soy másque un hombre. Supongo que me venderáncomo a todos los demás a los prostíbulos pü­blicos, donde IIevari una vida de rigores,exenta de afecto. O talvez suceda otra cose, talvez me destierren, tal vez me empalen. ¿O undestino más leve? Los hombres tarnbí én tene­mos nuestras leyendas .

Entretanto, hago 10 que es necesario. Apiloladrillos, usando mi colacomocontrapeso másque como tercera mano. Martillo el cementocon la frente. Extiendo la nariz en el aire, tra­tanda de detectar la cercanía del viento delcambio.

y lo importante es esto: soy feliz, soy mara­villosamen te feliz. Supongo que afirmarlo es

EL PENDULO 2 I 2S

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superlluo. Supongo que c:uaJqu;er.. que leaesta crónica comprenderá. cuán feliz soy. Perosiento la necesidad de repetirlo. no obsesva­mente sino como un himno. un cántico.

Todavía estoy en contacto, como veis. Séque soy un terrestre, sé que estoy en un pla­neta extraño. Pero también sé en Qué me heconvertido, absoluta y afortunadamente. esdecir en un kaJdoriano.

Quiero consignar todo esto para tenerlopresente, por si Deg¡ua a oMdarh

He releído mis notas, herecordado. y sien toun miedo espantoso.

¿Quédiablos me sucedió?¿Por qué escribí ese disparate internar!Estoy sentado en mi casa de KakIor. Es un

día brillante. Estoy sentado en la mecedoraNo me tiembla el pulso. Oigo el silbido de latetera en la cocina. (En Kaldor tienen teteraspero no tienen té.I Veo motas de polvo en laalfombra. y veo las ventanas, sudas., peque­ñas, bañadas en luz. En la """"" hay unaestatuiDa roja. Esto también lo recuerdo, Y lo­davía tengo míedo,

M. guslaJfa entender qué ocurre, Algo de­bió desucedenne en laúltima semana, que esel peñodo que abarcan mis últimasnotas. Algodebió de sucedenne, porque ese tiempo trans­currió de veras. Debí de estar en algunaparte ... equí'en mi casa, quizá, donnido o encoma. O quizá fui esa persona que describetanexaltedemente. ese mequetrefe masoquista.

l.anea pasó antes por aquí. Me trajo una latade jalea hecha por su abuela. la jalea es muybuena aqui la probé con galletas ltienen 90­Betas en KaJdor) y conversé con ella sobre lasemana pasada.

EDa desvió la cara; se negaba a miranne aIoso;os.

-Más va le no pensar en esas cosas- dijo.-Eso lo sé, caray-repliqué-. Sóloquiero

saber si sucedió. ¿De veras me transform é enuna criatura con cola?

-Piensas demasiado -dijo Lenee-c-, y esoes maJo paracualquiera. ¿Quieres salira cerní­narconmigo?

--Primero responde a mi pregunta.EDa entrelazó las manos en ese gesto blando

y revulsivo. Desvió la cara. Al cabo de unmomento noté que le temblaban los hombros

:zrt, I f.L PtroJt.o 2

y supe que estaba bando.Me acerqué para consolarla, pero ella se

volvió furiosamente Yme dijo:-¡Eres de otro mundo y eso excusa mu­

chas cosas. pero a veces tu conducta es in­digna de un ser inteligente!

Tret é de abrazarla, pero me apartó de unempellón ysalió corriendo. or sus pasos en lacalle Yno mM de seguirla.

Me senté solo en mi sofá tratando de orde­nanne las ideas., Y al cabo de un rato vinoGrandinang y ko conté lo St~.

----I...as mujeres son así -me asegur6-. Les~ bebler de poesuntas vulgaridades.aunque siempre están dispuestas a ponerlasen¡xáctica. ·

- ¿Pero a qué vulgaridad te refieres?Grandinang no pared6 precisamente tur ­

bado, sino perplejo Yaprensivo.-Go&dstein -dijo luego---, acaba de ocu­

rñrseme que tú no puedes estar al tanto detodas nuestras costumbres. Para nosotros esperfectamente natural evitar toda mend6n dela Primera Alternativa. Las mujeres se ponenespecialmentenerviosas.. Y aun la mayoria delos bombees, para ser &anca. poet;e,enoIvidMelasunto.

Yo también quena oIvidark>, pero temía queestuviera en juego mi cordura. Tenía que sa­ber qu éhabíaocumdo.

Grandinang no se proponía darme una res­puesta directaa esta altura del juego, Y él losabia. Pero encontró una solución elegante.

-Pcxbla darte m; op;noo. desde luego ­dijo---, pero seriat~Creo que seriamejor que lo buscaras en los ercbtcos, la ex­pIicaci6n comp&eta de todo. o cesí todo, estáaJ](. B lenguaje es a veces un poco arcaico,pero dominas tan bien elkhoma...

Le di las gracias. y él se levantó para irse.- ¿Verás pronto a lanea? ----te pregunté.---No antes que tú.-¿Porqué?-Pues, hombre, por Dios,ellaestu esposa.Y luego, como advirtiendo que habra dicho

demasiado, se apresuró a marcharse.Esta noche regresó Lanea. Hace casi una

hora que está aquf Y todaW.l no hemos cam­biado una palabra. Está en la cocina. prepa­rando la cena. Lecreo a Grandinang, creo queella es mi esposa No puedo imaginar -o

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recordar- cómo sucedl6, pero sé que es as[

La encuentro deseable.~ No laamo. Sí la deseo. Pero no deseo desearla.

Eso me pone en una situación difidl, tra ­badoen un combate corunigo mismo.

Estoes demasiado. Me está resultando diff­cíl creer q ue existe un lugar l1amado Tíerra,que dejé ese lugar en una especie de vehículo,q ue vine aquí, hablé con flores, me degradé ,me casé con Lanea Esdemasiado.

Lanea me está llamando para que vaya ace nar. Se me acaba de ocurrir una idea desa­gradable. BJa preparó comida para mi, pero¿ella qué come? ¿Me come a mí?

Es indigno de mi parte e injusto con LeoeaNo obstante, ahora voy a la mesa con ciertaaprensión.

Lanea es muy bella y afectuosa. Eso comopensa en parte el pa ulatino desgaste de mihumanidad.

La nea y yo representamos una bonita es­cena doméstica. Ella me trae el desayuno, en­trando vivazmente en el dormitorio con suaJeteante bata matínal. Bebo un estimulantetibio, liviano, casi un equivalente del café. Soyla única persona en KaJdor que hace esto.Estaspequeñas costwnbres me ayudan a re­cordar quién soy.

Luego trabajo con mis notas, fotos, cintas.Desp ués de almorzar voy a dar una vueltaCasi siempre me alejo de la ciudad, lntemén­do me en campos de rastrojos Y bosques pocotupidos. Llevo conmigo una flauta que WoI­fing hizopara rol No está muy bien afinada,pero no me molesta; yo tampoco estoy muybien afinado.

A varios kiJ6metros de aquí hay una colinallamada Nmassi Normalmente subo la cuestaYme siento en la cima puntiaguda totalmentesolo, tocando la flauta y posando la mirada enel paisaje distante. Toco "Cuando estás muy,muy lejos de casa" y "Amapola" y ''VolandoaIDo" y otras canciones oMdadas aun en la11eha. Lascandones suenan extrañas en estelugar; lasnotas, sopladas con vigor, son comolnvesores diminutos, mas se pierden pronto enlas inmensidades de Kaldor. Mientras toco,soy un terrestre. Pero de noche, en brazos delanea, no sé lo que soy.

No un kaldoriano, por cierto. Pero tampoco

un humano.Una transición, tal vez.l.anea sabe a su manera quién y qué soy. A

veces me estrecha con fervor, como temiendoque me eche a volar hacia el vado del espacio.A veces me toma la cara entre las manos, memira a los ojos, y emite un sonido guturalextraño y profundo. A veces me aprieta lamano, fuerte, fuerte .

No creo que me rescaten jamás. pasaré aqufel resto de mis días. Y si hay un cielo o uninfierno, el que me toque a miserá kaIdoriano.O quizá hay un limbo especial pera equéjosque han cortadosus raíces, que ya no pertene­cen a una raza ni a otra.

Entretanto, no tengo de qué quejarme.

Ya que me he casado, o me han casado,supongo que el problema de los suegros erainevitable. No me sorprendería que ésa fuerauna constante universal. Pero éstos no sonprecisamente lo que uno esperaría: lospadresde lanea cambian todas las semanas.

Hasta ahora he con tado tres parejas depadres,

Su conducta corunigo es tan similar quepuedo considerarlos una sola pareja.

No obstante, son tres (hasta ahora).Interrogué a l.anea al respecto. A eIla le

resulta extraño y grocioso que le pregunte. Seríe de mi, y su risa es hermosa.

- ¿Cómo se hace en la Tierra, entonces?---dice. .

-Hay un pedre y una medre --le expI;co-.Desde luego, en elpesedoalgunas_terrestres tenían variadones sobre esetema . .. familias extensas., por ejemplo, o ladeJegad6n del rol paterno o materno en un tiaotfa.

-¡Qué cornpIicado! ---dice ella---. ¿Por quéno empezar desde un principio con un grupoparental?

-No sé ---le digo-. Simplemente sucedióas[ -(Al ha blar de las costumbres de la Tierrame pongo ensegukIa a la defensiva.)

--Aquf --dice ella--- cooperamos en lasfundones vitales. Tenemas un dicho.sabes .. . cuantos más padres mejor.

--He oido el dicho --le <figo--. iJ'ero cuálde tus padres te dio a luz: fisicamente?

Ellamenea la cabeza con aire reprobatorio.

EL PENou..02 I Z1

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- Eso hasta yo lo ignoro. Es un misterio.-'Por-Porque no quiero saberlo. Delo co ntrario

dejarla de ser un misterio .- ¿Tan importante es tener un misterio?-Oh,. sr. -Me miró mu y seriame nte, los

ojos grandes e intensos.- En Kaldor tenemosmuchos misterios. los misterios de una u otraclase son el centro de nuestra existe ncia

- En la Tierra -le dije- exploramos losmisterios y tratamos de explicar en qué con­sisten.

Cabeceó gravemente .- Porque sois un pueb lo apasionado e im­

paciente ; resolvéis miste rios menores para en­contrar otros que están más allá de vuestracompre nsión.

- ¿Có mo puedes saberlo?- Porq ue estás aq uí en Kaldor, tras afrontar

riesgos enormes para atravesar el misterio delespacio y encontrar la extrañeza de otra raza.Tu viaje hasta aquí fue como una ceremoniade iniciación, como nuestro Período de Des­trucción . Pero e n Kaldor no ectuarramos esr,Tenemos suficientes misterios en nuestro pro­pio planeta sin necesidad de cruzar el espacio

. para encontrar más.En mi terq uedad e incomprensión, insistf:- ¿Pero cuál es la razón para tener tres pa­

rejas de padres?- No tenemos tres ; normalmente tenemos

cuatro.- Entonces no he conocido a tu cuarta pa ­

reja de padres.-Yo tampoco. Hay un grupo parental que

nunca se revela excepto en co ndiciones mu yespeciales.

- ¿Porqué?- Hay motivos. Pero ante todo es otro mís-

terio.-Aparentemente tenéis muchos misterios

-ccoment é.- jOh, sl1 Es la clave para comprendemos.Advierto que es verdad. Hace un mes la

habña apremiado, preguntándole qué eraexactame nte un misterio, si era una invendóno un descubrimiento, cuántos misterios ten ían,cuáles eran los más característicos, Ycosas porel estilo . Ahora siento la misma curiosidad,pero he apren dido un poco sobre las costu m­bres de aquf. Hay cosas que simpleme nte no

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se preguntan. No en forma directa. Esperoaveriguar más sobre el asunto, pero tendréque adecuar mis investigaciones a las condí­dones locales.

y luego Lanea está sentada en mi regazo ,rodeándome el cuello con los brazos, apretán­dome los labios contra la cara. Le acariciosuavemente el cabello OSCW'O. Ellasuspira, meestrecha con fuerza, se acurruca co ntra micuerpo.

¿Tal vez las mujeres son iguales en todoel uni ve rso?

Ahora me sorprende que alguna vez hayaI roda comer carne. Aquí en Kaldor el tabúcontra la carne está profundamente arraigadoy es comparable a nuestro rechazo del ceníbe­lismo. Ahora co mparto la fobia kaIdortanacontra la carne ; supongo que Lanee, mis sue ­gros, y la población en general me la transmi­tieron por empaña

Ahora recuerdo qu e si comf carne poco des­pués de mi llegada; que Doerniche y otros mela suministraron. No puedo recordar si elloscomieron conmigo, pero parece muy posible.

Es más probable que hayan aderezado unplato vegetariano para que pareciera carne.Sus mejores cocineros tienen habilidad másque suficiente para ello. Hay una ceremoniaanual en la cual sirven carne falsa.

Los kaldorianos son muy notables, en miopinión, por su sensibilidad a la integridad einterrelación de la vida . Parecen tener unasens ibilidad ecológica innata, que en ellos estan profunda y verdadera como el impulsosexual. El kaldoriano, aunque consciente de lasingularidad que le otorga su inteligencia, aúnse considera un animal que vive en un hábitatnatural. Transforma el medio ambiente, perolos castores también lo hacen. En cada caso,los cambios producidos son relativamente ml­nimos y previsibles.

Esto, a mi juicio, no es ilógico. Pensándolobien, ¿por qué la categorfa animal debe ser elprincipal criterio para determinar qué se comeo a quién? ¿Una zanahoria no merece vivir,aunque carezca de movilidad?

No es muy lógico enumerar los atributosque uno posee y luego afirmar que son losmásimportantes de l universo.

¿Cómo podría comer a la rosa, la azalea y el

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sicomoro parlantes que tengo en el fondo?¿Cómo podña comer a cualquier criatura

parlante. fuera animal o wgetaI?¿Y si el bistec que uno acaba de servirse

pidiera auxilio a gritos? ¿Y si la chuleta deternera suplicara q ue la devuelvan a la madre?

¿Y si lasarvejas chillaran mientras las estánhirviendo ?

Esees el sentir de los kaktorianos. y 10 com­parto. Esta actitud les crea un problema. ¿Quépueden comer?

Temo que han solucionado el problemasólo a través de la 1U¡xx>..... Han <Ies;gnadodertas plantas como alimento. Todas las de­más están prohilMdas.

Sin embargo, talvez me equívoco en cuantoa la hipocresía. Una vez interrogué a Wolfingsobre el particular. Insistió en que ciertas plan­tas eran un alimento admisible por su esencia,no por una elección arbitraria.

- ¿En qué difieren de las otras plantas? ­pregunté.

Me miró extrañamente, y supe al momentoque otra vez estaba preguntando lo que nodebía. Cualquier kaIdoriano com".."deña larespuesta aunque nunca se la hubieran dicho.Pero WoIfing tuvo la perspicacia de recordarque yo no había nacido allL

---Esas plantas no sueñan~joal fin.la respuesta me desconcertó. Le pedf que

me explicara más sobre las diferencias.---Esas plantas no cambian como las otras

-c-díjo,-¿Cambiar? ¿Quieres decir 8orecer?Sacudi61a cabeza con impaciencia.-Cuando <tigo que no cambian, qcerode-

dr que conservan su constancia cada. cita,cadasemana, cada mes y cada año.

- ¿Son inmortales?--Quizá. en cierto sentido. Pero en cierto

sentido todos 10 somos.-sr .. . ¿Eso es todo en cuanto a las plan­

tas?---Esas plantas no tienen las sensadones

conectas. Es muy dificil de describir -dijoWolfing-. La im¡xes;6n es cualitativamentediferente. Supongo que podñamos Darnarlasinertes.. Con lo cual no quiero decir muertas.Tampoco insinúo un juicio de vak:Jr. Sóloquiero decirque sienten en forma diferente atodas las otras plantas. -AIxxa WoIfing ha-

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blaba con entusiasmo; sus palabras brotabanccn ftuXl=- Pero Ignor.unos qué sI!>Ufica ladifenmcia. Tal "'" las plantas penniIldas sonreoén 1Iegodas. semñIas o esporas de meteori­tos u otros desechos c6smicos. Tal vez no sehan adaptadodel todoa este planeta. O tal veaocurre 10 contrario, tal vez son las habitantesmás antiguas, tal vez han evolucionado de unmodo incomprensible para nosotros. Simple­mente lo ignoramos. Pero no nos gusta cerner­las. Sólo lo hacernos pera vivir Y de ecuerdocon la regla de que lo semejante etige lo dese­mejante.

Nosmiramos el uno al otro en ese momentode comp<enOOn plena que los kaJdoriano, de­nominan d 'bnai. Intelectualmente, estaba enun todo de ecuerdo con el concepto kekío­liano de la socraJk:Iad de la vida. Losideales delos terrestres maniflestan 10que deseañan lle­gar a ser . KaJdor no tiene ideales en ese sen­tido. Ya ha llegado a ser lo que deseaba.

Ayer fue Sarameish. una festividad muy es­pecial. lanea y yo tuvimos la suerte de conse­guir bu tacas de primera fila en el sorteo.

WoIfing también habra """"'!JUXIo una be­taca de primera fila, lo cual nos agradó muchoa Lanea y a roL Significaba que tres nriembrosde nuestro vfncuJo-amistoso hablan tenidosuerte ese dfa, y asr comunK:amos nuestrasuerte a los demás.

Eché una ojeada para ver dónde estabansentados mis amigos. Eliaming estaba en unacuarta fila, detn\s de una columna. SonriócompIaddo pce noestra buena suerte. G..oo>­nang. ese payaso adorable, se las habia inge­niado pera intervenir en la ceremonia; no de­bi6 rnoIestMse. pues de cualquier roodo los0;0. del Cornejo lo habrlanelegido. Y el buenDoemkhe ¡xecedla alas muchachas de la pro­cessón, comolo habra hechoen los últimostresaños <lespués de ekenzar la rredurea

Lanea y yo estábamos tan excitados quenos tomamos de la mano. Nosafenamos mu ­tuamente, esperando, ccntenlendo el aliento,aunque la ceremonia es prácticamente Igualaño tras año Aun así, nadie puede dominaneen Sarnme;sh.

luego empeee la """"""'" Primero, lasmuchachas jóvenes, vestidas de blanco, Yluego los muchaohos, de colee bem>ejoYver-

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de bosque. Su danza era laexpoesi6n supremade una plegaria

luego b"ajeron al Diosde la DisconIíaen sucanela de híerro, lTodaesto es simbó&o, _supuesto; nadie cree literalmenteen el Diosdela Disaxdia. Se _ aIuctiendo a laactitud. )

El Dios estaba~ este año. casi tresmetros de atto, muy apuesto, brillantementecoloreado de tonos met!Iioos de negro, rojo yamariIh l...uda muy sólido y vigoIoso, Invend­ble, en verdad, y hubo cuchkheos constema­dos entre losespectadores; puesse sabe que laCooperativa de Artific:es es excesivamentemeticulosa en ciertas detalles, y_puro cxgu.na artesanal a veces otorga durabilidad a loq ue sólo se utilizará un dia.

la carreta se detiene. Hay varias danzaspropiciatorias, varias canciones. un redt:ativodramático. Todo esto es embriagador, lasex­presiones más cabales del arte teatral se reser­van para este día.

Esa parte termina casi enseguida. LuegoDoemiche se adelanta. Se acerca al Dios conpasos resueltos, y !.anea Y yo apenas pode­mos controlar el <XgU!Io y laaIegfa de que estehombre pertenezca a nuestro grupc>amistoso.Doemiche se aproxima al Dios lentamente, yalgunos niños rompen a Ikxa>-. Pero G<an<fi.nang Y los otros payasos entran en escena,disIrarados de lIooes y anDnaIes herl>rvcros.Bromean, cantan c:andones ab.urdas, hacenpiruetas Y cabriolas. Las niños ñen a más nopoder, y hasIa los adultos sonreímos ante esasfantochadas.

Pero de pronto nuestra atención se desvia.Doemiche ha llegado hasIa el [);os; hasubkloa la canela de híerro, Ahora, literalmente, nopodemos ver a los payasos. Toda nuestraatención se ooncentra en Doemiche. y nosembaJga la constemaci6n.

Doemiche _ al Dios Y le da laespalda Aplaudimos. DoemIche se vuelveotra vez, manotea la ropa delDios y leammcaun jirón.

CaJ\amos, conteniendoIa_Con movimientos mesurados, DoemIche

despoja al Dios de todos sus ropajes, deján­dolo desnudo. Esperamos. DoemIche ya nopuede echarse aOás; ya no puede rechazar lamisión. En sus manos está la suerte de laciudad.

_ el cuerpo del Dos, que _

hecho de varios metales Y perece capaz de_laerupción de un wIcán. lopalpaaquíyaM, -.liando lanatu>ale7a de ese • .,;ce demaldad. Ilo<a con los dedos el rostro del Des,el pecho macizo. los 8ancns mesculoscs . ..

Doentichese detiene; ha encontrado lo quebescaba De pronto asesta un golpe al~preciso. Rompe: con la mano la blanda Y del­gada _ de cobre,Yhunde los dedos hasIaencontrar beooce,

Doemiche fija una mirada óegaI en lo alto.ExpIooa el boquete que abrió con los dedos.Sondea, encuenb"a algo blando,desgana. agó.tal la mano, desgarra de nuevo, hunde la manoen el Dios, des!>ma- Saca la mano, que _ensangrentada. la hunde nuevamente, aferraalgo, afuma los pes, tensa los tendones delcuello, resuella. Losespectadores contenemosel aliento, y algunos ya hemos empezado amaldecr a los Artífices, pues tememos quehayan anulnado laceremonla.

.Pero entonces Doemkhe se distiende; haaflojado algo dentro del Dos, Y lo extrae Ynoslo muestra.: un puntal de hierro. lUlO de lossoportes internos. Lo sostiene por encima dela cabeza y nosotros aplaudimos y nos abraza­mos aIMacIos. lEs igual todos los años, Yel,..,taI_se aJIoja, y DoemIchetensa losmúsculos para exhíbilw pero en realidadape­nas tiene que tironear, Y todos lo sabemos.sabemos que es imposible que la c.eremoniafracase. y no obstante estamos intranquiloshasta que sucede de veras, Sarameish siemprenos afecta as()

Unavez _la borra de Iúem>, el brazoderecho del Dios se derrumba en el carro dehierro. Los niños aúDan. Doemiche ahora tra­baja aceleradamente, desganando el cobre yanancando los soportes del Dos, lo que deno­minamos sus costillas Los movimientos deDoemkhe se convierten en una danza acom­pañada poeetlento Ypaulatino denumbe de laDiscordia. Por último hunde la mano y extraela columna wrtebraJ y se aparta de un brinco.lo que quedaba del Díos se de5morona.Doemiche tantea las ruinas Yextrae una esferade cuarzo rojo con doscámaras. la parte con­b"aelsuelo.

Aho<a oS podemos aplaudO-, Y apIaudUnos,liberando twnuhuosamente nuestra tensión.

EL PfMJlLo 2 ' 31

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Todavía faltan unas horas para el fin de laceremo nia, y nos quedamos hasta el final, par ­ticipando en la danza y todo lo demás. Pero laparte de Doerníche y el Dios de la Discordiaera e l corazón del festival, el centro de nuestromisterio.

Las evocaciones me resultan dolorosas . Mipasado es accesible pero no más incitante queuna crón ica cualquiera. Parece no ejercer nin­guna influencia sobre mí. Podrían ser los re­cuerdos de otra persona.

Soy 10que soy ahora.Pero esto tampoco me satisface. Continúo

con esta crónica, au nque a menudo me resultaincomprensible al releerla, porque siento lanecesidad de esta blecer cierta continuidad conmi pasado.

Para mí es más fácil escribirla que releerla.Pues a veces estas notas parecen escritas poralguien a quien no conozco en absoluto. Nopuedo encon trar en ellas la progresión estilís­tica de una personalidad única.

Muchas de las cosas que he consignado de­ben de haber sido fantasías o sueños. No lesenc ue ntro otra explicación.

Me gustaña saber cómo Lanea llegóa ser miesposa. Aunque tal vez es mejor que lo ignore.

Ahora es otro día, y estoy más animado. Nosé por qué el pasado me provoca aprensionestan mórbidas. Como me ha dicho Wolfing, elpasado es siempre un estado de potencialidad,y sus diversos desenlaces pueden conocersepo r el estado de uno en el presente.

Wolfing y los demás son grandes amigos,mejores de lo que merezco. Rara vez se irritanco nmigo, aun cuan do mi educación en otromundo me induce a cometer toda clase de tor­pezas involuntarias. Contemplan mi compor­tamiento con los ojos generosos del amor, yohago 10mismo con ellos.

Este es un día especíalrsímo para mí, lo queeqúí llaman " un día de fuego en el cielo".Empezó muy serenamente y sin indicios de loque vendría. Yo estaba bebiendo mi café de lamañana y leye ndo un libro de poesía , los ex­perimentos de S'thenm con la antigua formade versificación llamada heliana. Debo de serla única persona en Kaldor que no ha leídoesta obra maestra en miniatura. Pero al menos

32 EL PENl'JULO 2

tengo el placer de leerla ahora y de saborearesa intrincada y arcaica trama verbal.

Uamaron a la puerta. Wolfinghabía venidoa visitamos.

Hablamos un reto de cosas intrascendentes.Un extraño la habña considerado una conver­sación normal, Pero Wolfing y yo tenemosvínculo-de-amistad. Esto significa que nopuedo evitar interpretar las emociones quetrasuntan sus gestos, ademanes y movimien­tos corporales.

Desde luego, lo que no se ha verbalizado nose menciona. En cambio, traté de buscar unmodo de aliviar el dolor de mi amigo evitán­dole una situación embarazosa.

Mis esfuerzos fueron torpes. Pero Wolfingnotó mi preocupación (como amigo-grupal nopodía de jar de notarla) y procuró secarme delatolladero. Pero ninguno de los dos tuvo de­masiado éxito. Mi dominio del idioma ha me­jorado inconmensurablemente desde esos in­genuos días en que pensaba que las palabrasquerían decir lo que decían y nada más; perocon frecuencia titubeo ante sutilezas congéni­tas, más propias de la telepatía que de unalengua hablada.

Wolfing tuvo la amabilidad y la valentía deayudarme a salir de mi dilema. No sé cuántosescollos tuvo que superar, pero al fin atinó adecirme:

- Estos últimos días he estado muy tenso.-¿Cuántos días? - pregunté.- Tres.Por lo tanto su tensión se remontaba al festí­

val de Sarameish. Ahora estaba ruborizado yse mordía el labio. Elesfuerzo de haber tenidoque dar una clave tan directa le resultaba ago­biante. A juzgar por su expresión, echaría acorrer de un momento a otro.

Yo tampoco las tenía todas conmigo. Lainsinuación habria sido suficiente para cual­quier keldoríano, pero ¿le serviría a un toscoterrestre?

Me impuse serenidad. Ahora enfrentaba lasexigencias de la amistad, una responsabilidadtremenda. Tuve que proceder indirectamentey con el mayor tacto.

- Fue una ceremonia maravillosa -c-díje.-Indudablemente - replicó Wolfing con

firmeza- Doemiche me pareció espléndido en su

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Jucha con la Discordia.---Comparto tu parecer.- y Grandinang ... ¡SUS bufonadas fueron

magnfficas!-Nuestro amigo se superó a sí mismo ­

Dijo Wolfing .Yo observaba y escuchaba ávida mente

cuando él me respondía. Nada de lo que yohabía dich o hasta el mo mento suscitaba en éluna reacción coherente con su estado deánimo .

-Supongo que ha brás tenido que senta rteentre extraños -proseguí.--S~ me tocó esa suerte en el sorteo. Pero

no me fastidió. Sentí una gra n afinidad conquienes me rodeaban.

-Me alegra ... ¿VISte a Eliaming? Nuestropobre amigo estaba sentado detrás de unacolum na q ue le bloqueaba parcialmente la ví­si én y debió de entorpecerle la catarsis. Esascosas me parec en una vergüenza pública.

-No es para tanto -dijo Wolfing-. Hablécon Eliaming después. Me contó que como noveía bien tuvo que concentrarse más en laceremonia, y los resultados fueron beneñ­cíosos.

-c-Celebroo n eso c-dne-c-. Yo estaba preo­cupedo, igual que Lenee,

-¿De veras estaba preocupada? ­preguntó-. Ella no debi era Inq uietarse poresos problemas.

- ¡Pero es su placer! -le dije-. ¡A fin decuentas, somos tocios un grupo--amistoso! La­nea también esperaba que Doemiche no sehubiera lastimado mucho los dedos. y queGrandinang no se hubiera agitado excesva­mente con sus bu fonadas, y . .•

-Sí, continúa -dijo Wolfing.- y sobre todo estaba preocupada por ti.-¿De veras? ¿Estás seguro?- ¡Por supuesto!- Ella no me ha hablado desde Sarameísh

-c-díjo Wolfing, y no pudo disimular del todo eltemblor de su voz.

Ahora lascosas .seaclaraban, y pude ha blarcon más seguridad

- jEso mismo demuestra su preocupación!Tú conoces la proverbial retice ncia de las muojeres y su afán de ocultar sus .sentimientos másIntensos. B amor de Lenee por ti ...

- ¿Amor? ¿Dijiste amor? Esa debe ser una

exageración considerable. au nque bienintencionada

Ahora pisaba un terreno seguro y segurad e­lante sin titubear.

---Jamás exagerarfa en un asunto así -leelije.

-¡Amor! ¡No puedo creerlo!- Entonces eres el único hombre de Morei

que lo ignora. ¡Vamos, vuelve a tus cabales! Elamor es esa relación ansiada y natural cuyocomienzo está siempre en el grupo-emístoso.Me imagino que lo sabes.

--Lo sé -dijo Wolfing, vacilante--. Lo séebsrrectemente. al menos. Pero uno nuncapuede estar seguro de un individuo particularde antemano. Y con franqueza, tenta miedode que tIl . ..

Reí.-¡Me viste como el capitán Destrozo, ese

bárbaro celoso y posestvo de las comediaspopulares ! O como una perversa criatura deun planeta maligno . _. Tal vez lo soy, pero noa tal extremo, amigo mfo. Las delicadas oblí­gaciones del grupo-amistoso son tan sagradaspara mIcomo para ti.

Wolfing quiso aJ9Umentar que nunca habrapensado nada .semejante y tranquilizarme conrespecto a la ho nd ura y fervor de su amistad.Pe ro 10 interrumpí, aceptando su emoción deantemano. Yo estaba exultante, pues por unavez. hebra intuido directamente la situación ysus requerimientos sin que me la hubiesenaclarado con pelos y señales. Yeso significabaque estaba empezando a cumplir con mi ambi­ción de igualarme a mi raza adoptiva y a migrupo. de fundirme con ellos hasta .serabsolu­tamente similar.

- Wolfing -dije-, el amor es la más sutilde las emociones, pero debe demostrarse pel­peblernente. Lanea está esperándote en eldormitorio. Lleve tu amor a su amor, y Uevadmi amor con el vuestro.

Las últimas palabras pierden matices con latraducción, pero eran estilísticamente epropía ­das para la circunstancia. Y Lanea habfa menocionado a Wolfing un par de veces en losúltimos dias, con un tono ne utro que quizáocultaba amor.

Anhelé fervientemen te que fuera asl WoI­fing era un hombre tan excepcional, y tanapuesto además. Y Lanea . .. qué maravilloso

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seña para elle, para todos nosotros. si tan só&olo amara

WoIfing me apretó el hombro con fuerza,Másallá de las palabras, íntercernbernos á!>­nai, ese acuerdo total e inexpresable que tras­dende los «miles del lenguaje.

Entró en el donnitorio ycerro la puerta. Ofun cuchicheo, luego silendo, 1uego un rour­muDo suave en el cual no podía distinguir unavoz de otra.

Parecía un buen mornento para irse de lacasa. Eraun espléndido día deprimavera. Ca­miné por los bosques cercanos en un estadode ategria incoherente. Cuando regresé a casaunas horas más tarde, Lanea y WoIfing mesaludaron desde la puerta. Me habían prepa­rado un guiso de carne falsa, mi plato favorito.Casi lloré de placer.

Mariska es rechoncha, saludable y un pocotonta, muy parecida al esposo, Grandinang.Tiene la tez parda y un sabor ligeramente sa­lado . Siempre parece estar de buen humor,igua.I que Grandinang. Tam bién se le pareceen muchas otras cosas. A veces, cuando hagoel amor con ella, casi tengo la impresión detener debajo a Grandinang.

S u departamento es un desqurio, las ropasno le sientan bien, y pienso que se lava menosde la cuenta. Para mí esto sólo le añade unencanto especial Supongo que es (XW con­traste con lanea, que es quisquillosa como ungato . (Un gato de la Tlerra l He estado contr­nuamente con Mariska dos días con sus no­ches. Hacemos el amor a menudo, pero no tana menudo como los terrestres de los libros. Vcomemos mucho, generalmente en la cama, ynos reclinamos en aímobedes y miramos dra ­mas de sombras en el equivaSente kaIdorianode la televisión : obras complicadas sobre anti­guos reyes, reinas y cortesanosque se pasan eltiempo debatiendo diversos problemas deconducta. Si Salvador Dalf se hubiera vueltoloco de remate y hubiera reescrito l..ope deV_ el resultado habria sido algo pereodo.No Logro comprender de qué tratan los dra­mas; hasta la simple serie "Monstruos de con­tendón" implica supuestos que no entiendo.Pero es agradable recostarse en las abnoha·das, saciado Y repleto, Yobservar el intrincadojuego de sombras..

Me mantengo en contacto con Lanea,desde luego. Hablamos por teléfono cada tan­tas horas. WoIfing tuvo que atender un pro­bIema fam;I;e después de una sola noche roneDa., y ambos quedaron muy contrariados. Le"-' que peobera suerte ron Doerruche,quien me parecía más adecuado a su presenteesadc de .ninlo que EIiaming o Gr.mdinang.Pero oometf un desJi,. Doerruche, al habervencido simb6bcamente al Díos de la Dscor­dia, está investido ahoracon los etríbctos delDios. Es goemtr. el equivalente más aproxi·mado seria "ritualmente impuro". Debe abs­tenerse de todo contacto físico por un mes,exp;ando "" las euIpas de todos nosotros. Alfinal de ese periodo, una sencilla ceremonia 10despojará de su divinidad y su goemu.

Por cierto no podía esperarse que yo su­piera todo esto. Pero Lanea se enojóco nmigo,pues le había mencionado en voz alta algo queella no podía tener. V en represalia guardó miestatuilla roja en el armario y le contó a Gran­dinang 10 que bebía hecho, y se rieron cruel ­mente al recordarlo. Esto a su vez pudo indu­drme a cometer un acto precipitado, y el ren ­cor se habña prok>ngado varios dias, tal vezuna semana. Pero Mariska estabaatIí,gracias aDios, y en un sanriamérr arregI6la situaóón.

Ahora que 10 pienso, todo fue muy seme­jante a un drama de sombras, hasta en lasoIuci6n.

De cuaJqu;eo- modo. Lanea Y yo tuWnosnuestra primera riña.. Del principio al fin duróuna hora, y nos causó una profunda conmo­ción. Sin embargo, pienso que nos ayudó acomprender la hondura y fortaleza de nuestroamor, yeso es bueno.

Mariska y yo 10 estamos pasando tan bienque casi envidio a Grandinang. Aíoetunede­mente no es necesario: como Mariska y yoestamos enamorados, la costu mbre nos con­cede treinta días de contacto ilimitado. Elúnico problema que me plantea esto es Lenee,a quien amo tiernamente.

Aquí debo hacer una pausa para aclarar miutifuad6n de la pelabra "eroor". En KaIdo<esa palabra no existe. Eneste planeta, el amornunca se expresa como un estado mental sin­gu!M (y por lo tanto esencialmente simple) .Aquí se toma el amor por k> que es: la máscompleja y exquisita de las emociones. En

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Este nuevo departamento es realmente unafantas ía que supera mis sueños más ambicio­sos. ¡Catorce hab itaciones! ¡Es increíble, ca­torce habitaciones en el centro de una d udadimportante! Y todeve estamos en P1aza Chur­tii, que nos ha IIegado a gustar tanto.

Mi pregunta tuvo su respuesta. En estemundo valoran muchfsimo a su Objeto deAne.

Este departamento es realmente una solu­d ón ideal para todos. VMendo todos aquf-yo, Grandinang, Wolfing, Eliaming, Doernt-

No logro Imaginar po r qué me quedé tantotiempo e n ese ridículo bungalow en las afuerasde Morei. Me quedé por propia decisión, asfque presuntamente eso era lo que yo quería.Ahora me resulta obvio que nadie vive fuerade la dudad excepto losgranjeros, y fuera dela dudad no sucede nada realmente írnpor­tanteo

Le nee y yo hemos tenido la suerte de en­contrar un departamento en PlazaC hurtii, unode los banios más elegantes, y en una zonaque tiene el tercer puesto en densidad de po­blaci6n. Esun espléndido departamento, em­plio, luminoso y aireado, be llamen te amue ­blado . En la TIerra tendña qu e ser rico pa racostea rme uno así. Aquf sólo tengo que ser dela TIerra: el de partamento y otras cosas mefueron dadas por el Consejo. Me han decía­rada " Objeto de Arte VIViente", basándose,desde luego, en mi singularidad, no en mibelleza. Sólo tengo que hacer 10 qu e se meantoje; pues cualquier cosa que haga un Oh-jeto de Arte es Arte. '

Sin embargo, no he tenido muchas opo rtc ­nídedes de vivir realmente en mi nuevo hogar.

kaldoriano existen unas doscientas palabras La semana pasada fue sspecíalroe nte ca61ica.que significan amor, y cada cual describe un Un día y una noche con Blesse. la esposa deestado emocional específico. Aquf intentan Wolfing, luego dos días y dos noches con Me­describir la infinita variedad, lavariada intensi· riska, cuyos sentimientos por mf se han ele­dad y las exq uisitas complejidades de ese es- vado a una categoría !J1ás alta, 10 cual mepectro de emociones q ue en la TIerra rotula- incomoda un poco. Luego a casa. pero Leneemas con una sola palabra, "amor" . estaba con E1iaming debido a una falla en el

Aquf nadie usaría un ténnino tan vago. La diagrama de sincronización. Fortuitamente,emoción que siento por Mariska se denomina Hystoman vino una noche antes. Es laesposamardrodi y alude a una atracci6n sencilla, de Eliaming, una mujer menuda, mo rena yesencialmente ffsica, con dos o m és afinidades alerta de gran vivacidad Esto ahorro tiempono sexuales, que en conjunto ejercen una can- pero creó complicaciones. Tuvimos que llevartidad especffica de fuerza psfquica . En cuanto nuestro diagrama al abogado de sincroniza ­a Lenee, estoy en ourmge. 10cual alude a un ción, perder una ho ra en su sala de espera, yconjunto más profundo de estados pscoemo- luego sentamos y juguetear con los pu@rescíonales, complejos y excitantes, el sabor semi . mientras él organizaba las secuenciasóptimasprohibido y por lo tanto tentador de la para la semana entrante. Y luego, cuandoextrañeza. Hystoman y yo estábamos en su casa y empe-

Supongo que el amor es tan complicado en zaba mos a relajamos, recordé que no habla­laTIerra como en Kaldor. Pero aqufno es tebü mas registra do la nueva categoría de Mariska,practicarlo ni mencionarlo. Toda 10contrario. que altera la temporahded de las secuencias yAquí uno puede tañer ese instrumento infinita- a veces las secuencias mismas. Asf que Hysto.mente comlejo que es el amor. roan y yo tuvimos que regresar al abogado de

En cie rto sentido, uno debe tañerio. Si KaI· sincronización, y entre una cosa y otra perdí-dar significa algo, significa amor. mas casi todo el día que habíamos tratado de

aprovechar. Por suerte Hystoman es muy ex­perta y pudimos compe nsarlo.

Pe ro las complicaciones aü n no han termi ­nado. En cuatro días Dcemkhe quedará r í­tualmente limpio y él Y su esposa se reintegnl·rán a nuestro grupo-amistoso. Todos quere­mos que regresen, por supuesto, pero a vecesel mero esfuezo de comb inar horarios es depri·mente, aun con Iacolabo raci6n de un experto.

Creo, sin emba rgo, que hay una soludón.He solicitado un nuevo departamento. Prontovere mos hasta qué punto valoran a su Objetode Arte Vrviente.

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che, y nuestras es¡x>sas-, pudimos arreglar­nos sin el estorbo de esos diagramas. Hemosadoptado otra práctica sexual el beriong, k>que en la Tierrapcdrte llamarse "orgfa" .

Sin embargo no es una orgía. al menos en elsentido que tiene la palabra en la Tierra Aquf,francamente, el beriang no es mucho más queuna manera cómoda de hacer k> que ya esta ­mos haciendo. Nos evita esas tediosas idas Yvueltas de una habitación a otra y a uno leahorra el papeló n de entrar distra ídamente enel dormitorio equivocado la noche equivo­cada. El propósito del beriang es suprasexual.Cuando todos dormimos juntos en el mismocuarto sobreviene un estado de hipersensuali­dad. (Hicimos refacdonar el departamentopara que fuera posíble. I Los problemas deprecedencia quedan eliminados cuando loscuerpos tibios se tocan y confunden. El con­tacto sexual (a unque de suma importanciapara nosotros) se vu elve secundario ante laalegria de dormir todos juntos y abrazados.

El beriang es practicado con relativa conti­nuidad por un tercio de la población, segúnme ha ñ dicho. Debo admitir que tiene susdesventajas, aun q ue son menores . La fuerzasexua l acumulativa ge nerada por diez perso­nas que hacen el amor juntas noche tras nocheprovoca mareos y problemas auditivos a algu­nos individuos. Por otra parte, algunas perso­nas no pueden aguantar estar juntos por tantotiempo. A esta gente, con su ansia de soledad,se la considera alienada y es objeto de unapiedad especial Y por último están esas trrita­ciones menores, loscambios de posición. losque jidos, los gruñidos, los ronquidos, que en­piden conciliar el sueño. (Uno de los proyectosde salud púb lica más grandes de Kaldor es lab úsqueda de una cura un iversal para los ron ­quidos. )

Sie mpre se pueden aprovechar los variosdormitorios desocupados, por supuesto, y yolohe hecho ocasionalmente. Pero no me gustaabandonar a mis amigos ; es un poco rudo yd esconsiderado, y un kaldoriano nativo loper­cibe mucho más que yo.

En principio, el beriorlg es una act:ividadp lacentera y vale la pena aceptar los lrccnve­nientes menores que acarrea. El beriong es elestado social al cual KaJdor aspira oficial­mente, pues ejemplífce la cúspide de la inte-

gradón.Pese a esto, Lenee y yo nos hemos tomado

la costumbre de escapamos solos. nada me­nos que al depósito de arriba. He puesto uncolchón en el suelo y allíhac emos el amor.

No sé por qu édeseamos estar solos y aleja­dos de todos los que queremos. Hay un jue­guito qu e Lanea y yo hacemos con los dedosde los pies. No es nada vergonzante, peronunca lo hemos hec ho delante de otros. Talvez nuestro deseo de estar solos tenga esasencilla explicación.

Eliaming y yo hemos tenido un breve amo­ño y ahora ha terminado. Aún nos queremos,y nuestra amistad sigue intacta , pero ya noexperimentamos ese deseo urgente que deter ­minó nuestra relaci6n y la voMa mágica. To­davra k> considero hermoso, pero ya no sientoel impulso de poseerlo.

Laneay yo estamos juntos de nu evo. Du­rante tres semanas estuvimos en nocoteth. quepuede definirse sin mayor precisión como unaseparación breve, sin pérdida de ourmge,cuya finalidad es incrementar el espectro ycomprensión senso riales (hettfl de cada uno yusarlos pa ra lograr un nivel amoroso máscomoplejo y gratificante.

Lanee y yo llegamos a un hettf muy satisfac ­to rio, y nuestros mutuos sentimientos nos handesplazado ahora a la categoña choardi, queconsiste en la profundización y espiritualiza­ción de 10 que sentemos en el ourmge.

Recibimos muchas felicitaciones por esto,como era de imaginar. Poco más del diez pord ento de la poblaci6n tlega al chaardi, y quie­nes lo ekereen se convierten en héroes cultu­rales, Pero aunque es delicioso sobresalir, he ­mos decidido no intentar una nueva elevaciónde nuestras relaciones. Enesto, como en todaactividad, se corre el riesgo delexceso de espe­cialización, con la consiguiente pérdida decontac to con otras corrientes vitales de la vida.Creo que es posible excederse en todo y que elamor en un nivel más alto es autoerotismo.

Lenee se ha irritado un pococonmigo desdeque formé un domman (grupo sexual com­plejo masculino) con Eliaming, Grandinang yDoerniche. (Lamentablemente WoI:fing recha­zó nuestra invitación. Ahora está pasando

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..

unos días solo en el hospital, recobrándose deun exceso de tensión nerviosa. El pobre seencontró la semana pasada en un ourmgemúltiple y reciproco con Histoman, Sara yMerieth, una integrante de un grupo-amistosoallegado.) A los dernés nos dMrti6 bastan te,pues se tra ta de una de las típicas situacionesfarsescas del equivalente local de la Comediaden'Arte. Pero no fue divertido para el pobre yfogoso Wolfing. Sin embargo, se recobrará atíempo para la Fiestadel Pasaje.

El fastidiode Lanea por midoroman es muyexplicable. Ella ha padecido una frigidez histé­rica. Intentó varias combíneoones, con ambossexos. Su doctor le prescribió extraños, peroesto no la alivió.

No es laprimera vez que padece de frigidezhistérica, y de ningu na manera es una afecciónInsólita en Kaldor. Hay innumerabl es teorfes yuna cantidad espeluznante de remedios. Perola mayorfa de los expertos coinciden (como amenudo en la TIerra) en que el tiempo es lamejor cura.

Nuestro estado de amor se ha alterado. des­de luego. No podía ser de otra manera Ahoraestamos en riothis ---eariño asexuado-- y lapobre Lanea tiene verqüenze de ver a susamistades.

No consigo comprenderla, aunque me gus­taría. Cuando uno se encuentra en un estadode deseo muy elevado, es prácticamente im­posible lograr empatía con alguien que se en­cuentra en un estado inferior. No quiero serdesconsiderado , pero tengo mi doroman, quepor el momento colma mis sentimientos.

Supongo que el doroman se denominarlaen la Tierra una práctica homosexual Y señadespreciado por la gran mayoña de heterose­xuales. Pero aquí no se hacen distinciones decriterio. La raza tiene tendendas heterosexua­les (biológicamente imprescindibles), peronunca se las ha erigido en mandato moral.

Ojalá pudiera describir las caracteñsticas deldoroman, pues no se parece a ninguna otracosa. Pero también se parece a todo k> demás.pues no carga con el peso de sigk>s de rep ro­bación social.

A veces todavía me pregunto cómo yo, unterrestre, pude adaptarme tan fécílmente a es­tas diversas prácticas. Supongo que porqueaquí todo es tan nonnal, y uno tiende a aceptar

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las pautas de la sociedad en que vive.Sea cual fuere la razón, uno lo pasa muy

bien . Lamentaré la prosc:rtpci6n ritual de todala sexualidd excepto lavariedad religiosa quecaracteriza la Fiesta de l Pasaje.

Estaes una región fácil de recorrer. colinassuave mente onduladas , hierba corta, árbolesdesperdigados. Hasta el sol es bondadoso connosotros, pues brilla moderadamente y nu ncapermite que las noches se vuelvan demasiadofrias. Doerréche me ha dicho que las caracte­rísticas del paisaje pronto cambiarán parapeor, y que el solgeneroso de esta región seráreemplazado por una deidad más cruenta

Pero nos fortalecemos a medida que mar­chamos . Ahora tengo los pies enca1lecidos, ylos hombros se me han acostumbrado a la mo­chila.

Continúo redactando esta crónica, no porgusto sino por compulsión. Parece tan inútil:no puedo recordar ninguna de las cosas im­portantes y dignas de mención. La Besta delPasaje, por ejemplo, que en el momento mepareció tan memorable. Ahora la he oMeladototalmente excepto por pantallazos inconexosque son más escalofrian tes que esclarece­dores.

He pedido ayuda a los demás para recons-­truir ese aco ntecimiento. Pero se ríen de mídesconsideradamen te y me dicen que sólo lascosas prácticas merecen recordarse.

Al principio no les gustaba verme escri ­biendo este diario . Temían que estuviera inter­firiendo con fuerzas sobrenaturales, B máscontrariado era Grandinang. Una vez trató dequemar el diario. aunque con su parsimoniade costumbre. Pero Doernche solucionó elcontratiempo declarando que obviamente yoera el escriba divinamente inspirado del grupo,que estaba componiendo una crónica heroicade nuestro via je, y que esta crónica se cantaríaen alta voz en la Reunión y nos traería celebri­dada todos.

No supe si creerle o no. Pero suscitó uncambio de actitud Ahora me incitan a escribir.Yse aseguran de que yo oiga sus insignifican­tes proezas cotidianas.

Sólo tengo unos pocos recuerdos inconexos

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del Festival pero todavía me ronda la sensa­ción de q ue algo importante ocurrió en esemomento, la sensación de que ocurrió algomalo. O tal vez no q uiero decir malo, tal vezquiero decir monstruoso.

Todos ingerimos una droga, eso lo re­cuerdo. Era parte de l Festival, lo hebra sidodesde tiempos inmemoriales. Creo que erauna raíz que lavamos, cortamos y mascamos,y teníamos bolsas de seda especiales para es­cupir las partes duras. La ricbculez de ingeriruna droga nos causó mucha gracia. Pero Ella­ming se puso serio y dijo que la droga no eranec esaria para el Festival: se usa ba simple­mente para calmar a 105 participantes y evitar­les ansiedad Y explicó que 105 efectos de ladrog a no duraba n más de cua renta horas y aveces había provocado alucinaciones modera­das en el mo mento culminante de l efecto,pero q ue la experiencia era controlable y raravez uno se desorientaba.

Eliaming normalmente se encargaba deav eriguar esascosas. YademAs habta pregun­tado a un doctor si era aconsejable que yo, unextraño, tomara la droga. Eldoctor le dijo quesi aparentemente 105 otros alimentos de KaI­dar no me acarreaba n problemas. cabía pre­sumir q ue és te tampoco. Pero añadió que meconvenía desistir si sentía alguna ansiedad.

No senñ ansiedad. Tomé la droga con losdemás.

Luego hay una laguna en mi memoria. Loque recuerdo a continuación es que estaba enun lugar con muchos colores brillantes y re­Iampagueantes. Los colores me hadan dolerla cabeza, especialmente 105 rojos. Al caboempezaron a cobrar fonna. Al principio seplasmaron en nubes, luego en coIwnnas , y porúltimo en formas humanas desnudas y sin ros­tro . Los ardientes colores siguieron quemán­dome los o jos hasta que yo, para defendenne,tambié n, empecé a palpitar y resp landecer decolor.

Supongo que eso era una a1ucinad6n.Luego hubooscuridad y una voz de hombre

Ilade Doemícbe, creo, aunque él lo niega) queme decía:

-Desde luego, no podfas saberlo, y desdeluego, no podíamos decírtele.

-Pero estás diciéndolo ahora -cdecíe yo.-No, en verdad no ; sólo estoy encamando

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lo que tu ser acaba de aprender mediante latransformación.

-Debí haber podido intuirlo antes- decíayo con amargura-. La evidencia estaba aIlf,sólo había que buscarla.

-No te habría servído de nada.-Eso lo sé -cdecíe yo, Uoriqueando-.

Pero aun así preferiría haberlo sabido .

Toda esa conversación, que parece haberseentablado en el limbo, me ha quedado gra­badaen la memoria palabra por palabra. Perono tengo la menor idea de qu é debfa habersabido. Doernic.he insiste en que nunca hubotal concersecón, y losotros se resisten a hablardel Festival o de cualquier cosa excepto suvida actual Ysus dificultades.

Recu erdo una multitud aullante, pe rsonasque coman despavoridas por las calles de Mo­ret Algunos viejos y niños no podían corrertanto. Cayeron y fueron pisoteados po r losotros.. Y cuando la multitud terminó de pasar,eran iJTeconodbles como personas.

Yo también sentí pAnko (aunque no re­cuerdo por qué) y un terror feroz. Vi que lamultitud era peligrosa, y me encaramé a unalféizar. Esperé a que terminara de pasar, pen­sando que era un peligro más inmediato quecualquier otra cosa. Pero pagué un precio po rmi Independencia Cua ndo me dispuse a mar­charme el terror fue más pro fundo. Pensé queme perseguía a mí solo, y pensé que moriría deespanto. Corrí con el miedo irre8exivo de undemente, y cuando akancé a mi grupo penséque se me detendrfa el corazón.

Recuerdo que an tes había estado en unahabitadón. Las paredes eran de piedra, Yesta­han cubiertas de inscripciones que no podíaleer. Una lámpara de aceite llameaba en unrincón .

Luego alcé 105 ojos y vi ante mí un hombredesnudo con cabeza de zorro. En una manoempuñaba un cuchillo de pedernal, en la otrauna pifia. Lacabeza de zorro era una máscara,por supuesto. Tenía que ser una máscara.

--Ahora sabes -me dijo.- ¿Qué cosa si? ---le pregunté.-Sabes cuál es el rostro del futuro.Títubée un largo rato.

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-¿Qué eres? - pregunté después.-Un espejo-respondió.Alargué el brazo hacia él, y mi mano tocó

una superficie lisa. Me llevé la mano a la cara, ymis dedos tocaron un hocico largo y velludo.

Creo que entonces grtt é. Pero no puedorecordar qué sucedió después.

Hay otros fragmentos que no puedo insertaren ninguna secuencia particular. No son esce ­nas; sólo un rostro, un paisaje, y unas frasesinconexas.

El rostro era un rostro de hombre enmar­cado por una melena desgreñada Un rostrosonriente , embadurnado de sangre.

El paisaje eran rocas desoladas desleídaspor una bruma de montaña. En un costadoha bía una pila de cenizas grises. La bruma seentreabrió mome ntá neamente y vi innumera­bles puntos luminosos allá abajo, en la cuencadel va lle. Luego la bruma volvió a cerrarse.

- jTa ntos sueños hermosos -dijo una VOl

de mujer-, y ahora hemos llegado a esto!- ¡Esto también forma parte de nuestro

sueño!-dijo otra mujer.Y eso es todo.No he podido encontrarle sentido a nada de

esto. Necesito tiempo para distinguir la aluci­nación de la realidad. Pero viajamos día trasdía, y al atardecer acampamos y hacemostodo lo necesario para mantenemos con vida.y a continuación escribo mi diario, y luegoduermo.

Estos días estoy siempre fatigado. No puedopensar con lucidez. Sé que los hechos hansufrido un vuelco muy extraño, varios vuelcosextraños. Pero estoy demasiado cansado parareaccionar. Los meditaré cuando lleguemos alas tierras medias, que según Doemiche estána pocos días de marcha

En las tierras medias habrá com ida en abun­dancia y reposo en abundancia. Si nos queda­mos allf bastante tiempo, quizá me atreva areleer las primeras partes del diario e inten teconciliar las contradicciones que se han con­vertido en sustancia de mi vida.

Hace un tiempo que nuestra provisión dealimentos es inadecuada La mayor parte delas plantas comestibles crece aparentementee n las tierras bajas. Estamos a muchos cientos

de metros por encima del nivel del ma r, segúnmis cálculos, y todavía seguimos subiendo. Lavegetación de todo tipo ralea cada vez más.Gastamos muchas energfas en nuestro as­censo, y no la estamos reemplazando .

Sufrimos cambios de conducta. La mayoríanos hemos vuelto presa fácilde la irritación, ladepresión , de arrebatos súbitos e inexplica­bles. No sé si nuestra situación da cuenta detodo esto. Creo que hemos padecido cambiosde personalidad después de l Festival. Simple­mente ya no somos lo que éramos.

¡Buena suerte esta noche! En el ponienteWolfing avistó un ciervo. Le arrojamos pie­dras , y tuvimos la suerte de quebrarle la patadelantera derecha; luego lo rematamos a ga.rrotazos . Hicimos un '} fogata, y casi no podía­mos contenemos, pues no habíamos adver­tido el hambre que teníamos. Asamos la carnedirectamente sobre el fuego , aunque es unmétodo poco económico, y la devoramos rne­dio cruda.

No esperaba toparme con una ciudad a estaaltitud. No obsta nte, hemos llegado a lasinme­diaciones de una. Nos quedamos'varias horastendidos en un risco alto, al acecho. No huboindicios de movimiento humano, ni vehículosen las calles, nada en absoluto. O casi nada .Wolfing dice que ve grupos de ratas en lascalles. Todos vemos bandadas de cuervos y devez en cuanto un milano que busca comida enlos tejados.

Hemos tenido una seria discusión acerca dela ciudad. Grandinang y todas las mujeresquie ren saquear el lugar; pues las ciudadessiempre tienen depósitos de comida prepa­rada, por no mencionar el oro y lasjoyas. A mítambién me gustaña entrar en el lugar, porcuriosidad. Pero por una vez Doemiche y Wol­fing se han puesto de acuerdo y se oponen aeso. Doerniche alega que todas las ciudadesestá n malditas y sólo encontraremos enferme­dades . Wolfing dice que ahora no podrfamosrecoger muchas cosas y de cualquier modoregresaremos para saquear el lugar despuésde la Reunión.

En verdad no Importa cuál argumento esmejor . Si Doemiche y Wolfing están de ecuer­do, el resto de nosotros hará lo que ellos digan.

El. PE~DULO Z I 41

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Cuatro descansÓs después. 0)a1á hubiera­mos saqueado la d udad cuando pudimos,pues a hora atravesamos una región absoluta ­mente árida. Estamos a mucha altitud . Hemospasado la línea de árboles y seguimos ee­pendo . Aquí hay matorrales pero muy pocosanimales de cualquier especie.

Lanea ya no me habla. y duerme aparte. Medesprecia.porque soy un escriba y desea acos­tarse con un guerrero. Observe a Doerncheconstante mente, y su mirada jo dice todo.Doem iche finge que no ve, pues eso rebejertasu dign idad como jefe de clan. Pero los otrosven, y se ñen de mí. No sé como encarar esteproblema.

¿Para qué seguir negándolo? Todas nos de ­testamos. Pero es un odio familiar que comoparti mos y no puede compararse con el od ioque sentimos por otros clanes. No tiene nin­gún sentido considerando cómo habíamossido antes del f estival Pero quizá habña queverlo al revés: nuestra vida an terio r no tienesentido en términos de nuestra condici6n oc­tua!.

Algo realmente milagroso. Estábamos lle­ga ndo al límíte de nuestras fuerzas. y Doerní­che ordenó que nos detuviéramos y preperé­ramos una foga ta. Eliaming se puso a cantar alos ancestros y todos batíamos palmas rítmica·mente. La luz sagrada ardía en los 0;00 deElíerníng. y se puso a bailar alrededor de lfuego co n un vigor y una gracia que nu ncahablamos presenciado en ninguna criatura. .

Somos muy afortunados. Doemiche afirmaque no todos los clanes tienen un sacerdotenatural

La candón de EIiaming siguió y siguió Ynosotros ba ilábamos al son, sin fatigarnos.Poco antes del alba la fuerza del dios tocó aSara y ella cayó al suelo e Intentó morderse lalengua, pero le pusimos una vara en la boca. Yseguimos bailando, pues nuestra fe era fuerte .

Luego el dios se aplacó y nos mandó unoso. Al principK) pensamos que era un espec­tro porque nunca hay osos tan altos en lasmontañas. Pero E1iaming lo reconoció por loq ue era, y nos ordenó matarlo.

[No fue una faena fácil! B dios nos pennltióacorralar al oso en una pequeña garganta;

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tenía que ser obra del dios, pues los osos no sedejan ecorralar tan fácilmente. Lo apedrea­mos pero no sirvió de nada, y nuestro corajeempezó a crecer más que nuestra hambre.

Nosvolvimos hacia nuestros hombres fuer­tes, Doerníche y WoI.fing, y ellos se miraronentre si. Había bebído mala sangre entre ellos.pues ambos tienen sangre de caudillos. aun­que aquí sólo puede mandar uno. Pero ahoradepusieron sus diferencias por el bien del clany porque el dios esta ba observando para verqué hadamos con su presente. Empuñaronsus lanzas y avanzaron.

Loo demés seguirnos tirando piedras paradistraer al oso. Los lanceros fueron hacia elotro lado. lEn realidad no teníamos lanzas.sólo largas estacas de madera con puntas afila­dasal fuego. ) El oso se Irguió sobre las pa tastraseras Y sus ojillos centellearon Movió lacabeza a un lado y a otro, y luego giró sobre srmismo y atacó a Doemiche.

Entonces las cosas se precipitaron. Eliamingsoltó el grito del dios. y el oso quedó parali­zado. Doernkbe calzó la lanza en una roca.Temfamos que WoI.fing lo traicionara en esemomento, pe ro atacó al oso po r el flanco,hundiéndole la lanza bajo las costi1las.

El oso le lanzó un zarpazo a Doerniche perosin todo su únpetu, pues el grito del dios lohabía cohibido. Doemiche conservó la calmaYapuntó la lersa, hiriendo al oso en el centrode la garganta. Luego se alejó rodando de laszarpas hirientes. y no sufrió más que un pro­fundo rasgu ño de l hombro a la cadera. Y hastaeso fue bueno. pues la cicatriz le dará mucho",estigio.

Luego nuestra pasión se agotó, y nos que ­damos caI1ados observando al oso que pa ­teaba y se sacudfaYse desangraba.

Eliaming se desplomó. Habfa pagado unprecio terrible po r salvamos, y eso no seolvidaré.

Esa noche celebramos y nos fortalecimoscon carne de oso y grasa de oso. Entonamoslas viejas canciones que nos habian llegadodesde el alba de los tiempos. guiados por Me­ríske, cuya voz es clara como el agua de losarroyos. Y luego tod os me pidieron Que lesnarrara la muerte del oso, pues ésa es lacostumbre.

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Di a entender que no queña., y no fingradeltodo, pues mi papel me incomodaba un peco.Pero al fin me levanté, y Grandinang me echóun trapo en la cabeza para remedar la guir­nalda del poeta. Me paré frente al fuego y lesrecité lo que habían hecho, voMendo aún másheroicas sus valerosas hazañas, pues así sedebe contar. Al rato pude sobreponerme a mitimidez y representar cada parte con micuerpo. Mi actuac:i6n no me pareció encomia­ble, pero los otros quedaron satisfechos. YDoernche mismo me di jo que 10 había hechobien, y ese momento fue embriagador.

Esa noche Lenea dunn i6 con migo, por pri­mera Ve2. en muchas noches. Y después meapoyó la cabeza en el regazo, sigui6 las líneasde mi cara con los dedos, me peinó, y dijo quesiempre me amaña.

Fue un momento de ensoñación. Pero en lamañana rea nudamos la marcha, cargados concarne de oso, y Lanee estaba fria Ydistante denuevo y parecía lamentar el afecto que meha bía demostrado.

Hemos tenido que perder un día entero.Grandinang se ta rdó el tobillo, y no podemoscargar con él y con la carne de oso. ¡Grandi­nang es tan payasesco! Pero es muy buenpayaso, nos divierte a todos, y eso esnecesario.

Este día de descanso me viene bien, pueslos pensamientos y recuerdos se me agolpane n la cabeza, y necesito conoce r las causas delascosas.

Soy un extraño, un hombre que llegó equrdesde un planeta llamado Tlerra Eso es se­guro, eso lo tengo siempre en cuenta ocurra 10que OCUlTa.

Vme a este planeta y vivf aislado muchotiempo. Luego empecé a convivir con los de­más. Erauna vida civilizadacomo laque cono­cemos en la TIerra. Era una vida apacible,consagrada al amor y las artes.

Coman rumores sobre un peligro, pero elpeligro nunca llegó. ¿O sí?

Toda cambió. y yo cambié con todo. Huboun Festival Y luego yo estaba con mi dan,marchando hacia un destino remoto. IIevandouna vida brutal que de algúnmodo me resultatan natural como las otras vidas que he llevadoaquí.

¿Cuál es la expticad6n de todo esto? ¿Porqué hemos vuelto la espalda a la civilizad6n?

Aún no puedo encontrar las respuestas.Pero me tranquiliza saber qu é sucedió antes.Creo que soy el único que lo recuerda.

Tal vez por eso soy el escriba.

No puedo consignar todas las riñas que he­mos tenido. Pero debo hablar de la más re­dente entre l..anea y yo .

Era el anochecer y una hora apacible. Te­níamoS el vientre Deno Yestábamos de buenhumor. Era un buen momento, y tendí elbrazo para tomar la mano de Lanea.

Ella se apartó bruscamente. Nunca le bablevisto la cara tan contorsionada de furia. (MAstarde advertíque habfa visto a WoIfingy EIessehaciendo el amor, y los celos la habian irri­tado. l

-No quiero que me toques mAs -dijo.- Eres mi compañera -dije con voz con -

ciliatoria-. Claroque puedo tocarte.-¡No! -di;o...-. ¡Nunca más! No seré más

tu compañera.- ¿En qué te he fallado?Sudesdén era indescriptible.- ¿En qué? ¡En muchísimas cosas ! ¡Pero

sobre todo porque eres un escriba. y yo nacípara ser compañera de un guerrero!

-Tengo una profesión honorable -ledije-. Estoy satisfecho con ella, y los deméstambién.

- Pero yo no estoy satisfecha ---d.ijo Le­nea-. No volveré a dormircontigo.

-Las noches se pondrán frias---dije.---Para ti, no para mi. Seré la mujer de

WoIfu>g- Ya tiene mujer.-Pues tendrá dos.Miré en derredor. Los otros estaban escu­

chando, esperando el desenlace. Wolfing son­rete burionamente. Elesse, su compañ era, seestremeció pero no dijo nada. (Es una criaturaasustadiza, y WoIfing la domina por com­pletc.I

Me voM a Doemk:he. Estaba sentado enuna piedra, arrebujlado en la pieJdel oso, y suexpI"esi6n era remota e inesc:rutable. Le pre­gunté qué pensaba de esto. Ydijo;

--Lo que ocurre entre tu mujer y tú no esasunto mio, a menos que yo la quisiera para

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mí. y no es el caso.-QWzá estorba más de lo que vale --<tijo

WoIfing-. Pero si quiere venir la tornaré.- ¿Entiendes la situación. querido? -dijo

Lanea---. Sigue garrapateando en tus cueder­nos; no sirves para otra cosa. Escribe sobreesto, también. ¡Quizá te dé calor en la noche!

Se levantó para irse, recogiendo el hato consus pertenencias. Leaferré el tobillo. Me pateóel hombro con el pie libre, y todos rieron.

Le abofeteé la cara con todas mis fuerzas.Trastabilló, auDando de furia, y luego tomóuna lanza y me atacó.

La esquívé y le hice perder el equilibrio deun puntapié. Cayó de bruces y me lancé sobreella . Apenas advertf que todos reían y vitoree­ban mientras yo le golpeaba la cara. Peroluego me arañ6 las mejillas y enceguecf defuror y le aporreé el cuerpo y la cara, pegán­do le tan fuerte que cada go lpe me hada gru­ñir. Ella siguió tratando de apartarme, pero nopudo conmigo. Había violado mi honra. yahora la golpeaba con saña.

No sé cuánto tiempo le pegué. Al cabo deun rato, noté que no resistfa más Y tenia lacabeza floja. Así que de jé de golpearla y leeché agua en la cara.Cuando sus ojos pudíe­ron reconocerme, la violé.

Nuestras relaciones han mejorado conside­rablemente desde entonces. Tal vez Lanea nome ama, pero se cuida de no enfadanne.Duerme conmigo cuando 10 deseo, y man­tiene el pico cerrado.

Creo que quizá necesite otro par de tundaspara comprender quién es realmente su com­pañero. Sabe que 10 estoy pensando, Y pro­cura no darme ningún pretexto.

No sé si alguna vez recobraré su amor. Peroel amor no es importante. Lo que cuenta esque tengo su respeto, y no he quedado enridículo a nte los ho mbres.

Anoche todos los clanes se reunieron eneste meseta, y se podían ver fogatas en todaslas direcciones, hasta el horizonte. Todas losclanes de esta región acudieron a este lugarguiados por instintos que desconozco.

Anoche Lanea se aferró de nú inexplicable­mente y soU0z6 y no hubo modo de canso­larla. S upe que se requería de núalguna com­prensión especial, pero me faltaba el cono-

44 f .EL Pf.NDlLo 2

cimiento.Le pregunté qué le sucedia.-Es el fin para nosotros, y k> estoy Dorando

--<tijo.-Pero ¿por qué? -pregunté--. ¿Qué ha

sucedido?-Nada todavía -dijo---, pero sucederá.---OCurra 10 que 0CUIT2l -te dije , después

de besarla- yo estaré contigo.-No -dijo el1a---, esta vez es imposible,

esta vez es el fin para nosotros.Pensé que la dominaba la histeria.- ¿Es otro cambio? -pregunté-. He pa­

sado por todoslos cambios de KaId<x, y estoydispuesto a afrontar éste también.

--No puedes hacer 10 imposible -dijoella-. No eres de los nuestros. No compartesnuestras potencialidades.

-Es cierto, pero he logrado adaptarme bes­tante a vuestra vida

- Te hasadaptado milagrosamente ... ¡Es.toy tan orgullosa de ti! Pero hay ciertas cosasque no puedes hacer.

Lesonreí. Me sentía calmoy confiado .-No estés tan segura. Creo que ahora soy

más kaJdoriano que terrestre.EDa me miró tiernamente, como si fuera un

niño .-Has sido amante y amigo, y has vivido

nuestra vida hasta el límite. Pero ahoraterminará.

- Te equrcoces-dije-. No ha terminado.-Yo 10 sé ---dijo l...anea--, Ytú no. No es

cuestión de fuerza de voluntad, ni siquiera deamor. ¡Somosde planetas diferentes! Los rit­mos de nuestras vidas son diferentes. Lo quedebe ser no puede impediJse. Y yo no deseoalterar mi destino, ni el tuyo. Lo adecuado esque cada uno de nosotros viva de acuerdo consu propia naturaleza. Resistir.;e a eso seña re­be larse contra la naturaleza misma y el signifi·cado de la vida.

Nada de eso tenía de masiado sentido paramí. Sabía que un cambio era inminente, perohabía sufrido otros cambios kaIdorianos.

No obstante, Lanea insistió en que le hicierael amor por última vez y luego la besara Ymefu.,.,

Hiceloque me pedía. Pensaba que mafIanapodña hacerle cambiar de parecer.

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Todo mi clan se me acercó. Me besaron ydijeron adiós. Se alejaron, cada cual en unad irección. Luego supe que al margen de todolo demás. esto significaba la disolución de midan. la pérdida de mi familia.

Eliaming fue el último en partir.-Todos hemos gozado mucho juntos,

Goldsteín -me dijo 1Iorando-, y tú has sidonuestra familia como nosotros fuimos la tuya.Pero ahora se ha invocado la iey del uníoerso,lo semejante debe permanecer con lo seme­jante, y nos duele despedirnos de ti.

--En no mbre de lo que hemos sido el unopara el otro -le dije-, cu éntame lo queocurrirá.

-No puedo contarte -dijo-. No lo sé . Esun misterio.

-Entonces ¿cómo sabes que es el fin paranosotros?

- Porque lo sé -c-dljo-c-. El conocimientoestá en nuestra sa ngre. No tiene nada que vercon nuestras cabezas.

-¿Mo riréis? -pregunté-. ¿Es eso?Mene6 1acabeza.

- No hay muerte en Kaldor. Sólo hay cem­bio. Adiós.. GoIdstein.

- ¡Espera! -grité-. ¿No puedes decirmenada más?

-Puedo contarte un cuento -dijo-. Ha­bía una vez un bebé ratón que perdió a sufamilia. Vagabunde6 por colinasy valles, '5Qk)y temeroso, y se debilitó cada vez más, y alfinal se recostó bajo un árbol, a punto de mo­rir. Pasaron unes langostas y se apiadaron delratoncito. Lo alimentaron y lo cuidaron, talcomo lo hubieran hecho con un bebé len­gosta. Y el bebé ratón vivió y aprendió a vivircomo langosta y al fin terminó por creer queera una langosta. Y todos fueron muy febcesjuntos , y vivieron como una gran familia. Y elratón juró que nunca abandonarfa a su familia.Pero luego llegó el invierno y las langostasmurieron, y el ratón quedó solo. No era culpade nadie. Las langostas viven sólo un esta­ción, pero los ratones viven varias

-¡Pero dijiste que no había mue rte enKaldor!

- No pa ra nosotros, que nacimos aquí.-¿Pero para mfhay muerte?-Lo ignoro. Tal vez para ti sr la hay, pues

no naciste en este lugar. Pero lo ignoro. Tu

vida y sus cambios son un misterio para mr, unmisterio mayor del que somos nosotros para ti.

-¿A mí me ocurrirá algo? -le pregunté denuevo.

-¡No lo sé! -dijo Eliaming-. ¿Ves cuál eselproblema con las palabras? No puede expli·carsenada que ya no sepas, Traté de hablar deesto por tu bien, porque te amo. Pero he dichodemasiado, o demasiado poco, y sók> te hecausado ansiedad. ¡Guarda el recuerdo denuestro amor! ¡Adiós, GokIstein!

Así E1iaming, el último de mi clan, semarchó.

La gente está desperdigada en todas lascolinas. Parece estar esperando un gran eccn­tecímíento. Yo me quedo y espero, también¿Qué otra cosa puedo hacer?

Ahora es de noche, y estoy sentado ante lafogata, el último de mi clan. Todos esos milesya se han dormido, y sus fogatas se estánapagando. Soy el único testigo, pero yo tamobíénestoy cansado.

No puedo permanecer despierto. Pero en lamañana me propongo hacer algo.

Ahora estoy solo.Los miles de personas que cubrian estas

laderas se han ido. {Esta mera ausencia dealgo familiar es el espectáculo más pasmosoque he visto en mis peregrinaciones.1Se hanido. y sók> han dejado despojos: en estascimassólo estoy rodeado por fogatas apagadas, aromas, ollas, ropas.

Todas sus ropas están aquí. Se fueron sinsus ropas.

Para mí, esto significa que se desvene­cieron.

No me resigno a aceptar lo que sucedió.Supongo que se marcharon en la noche.Quizá uno de ellos me adm inistró una droga.Luego se fueron todos. Quizá dejaron sus ro­pas por algún motivo religioso.

La alternativa que debo aceptar es que sedesvanecieron.

Sufro un profundo problema emocional.Siento que estoy en apu ros. pero no hay nadiecerca para ayudarme. Estoy muy solo. Hayuna especie de compañia, porque todos los

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a nimales han regresado. Para mí es inexplica­b le. Habían desaparecido desde fines del in­vierno . Pero ahora han vuelto en fantásticapro fusió n. Aves, fieras, todo lo que camina ose arrastra parece estar ton estas colinas.

Hace l1h tiempo que no sigo con el diario.No hay nada que escribir. VIVO solo aquí. Meabandonaron. S upongo que me consideraron

.indíqno. Ypor cierto es un ruoo atinado.Supongo que por eso me enviaron lejos de

la Tierra. Me consideraron indigno de vivir conhumanos. Me tomaron por lo que era. y mepusieron en una na ve espacial y me despacha­ron a o tro pla neta, do nde tendría otra opor­tunidad,

Pero aquí no llegué a nada. l os engañé porun tiempo, pero en definitiva no llegué a nada.Como eran demasiado amables para enviar­me a otra parte, ellos mismos se fueron, su­pongo que a otra región del planeta.

Que los animales adviertan qu é soy es sólocuestión de tiempo. Por ahora también Jos heengañado, como he engañado a tantos otros.Son notablem ente mansos. No creo que nun­ca ha ya n tratado con personas. Son tímidoscomo todos los animales, pero amigables. Seme acercan y me lamen la mano. Duermencerca de mí. Pero no debo ecosturnbrarme;ellos ta mbién se marcharán.

Los q ue se quedan más tiempo alrededorde mí son losde mi tótem, Jos bú hos y dervos.Son los animales más amables. En ciertaforma , los ciervos me han adoptado. Uno omás du ermen siempre cerca de mf. los búhosse me posan en los ho mbros, y son las únicasaves que lo hacen.

La bíerbe está cubriendo las annas y lasropas. Eltiempo pasa. pasa.

Bien, supongo que de alguna manera pue­do entenderlo. ¿Q ué tiene de terrible decirlo?

"Todas Las personas se transformaron enanimales.

Yo no me transfo rmé porque no nacf aquí.

S ufrieron una metamorfosis, no la primera..Desde que llegué aquí, la extrañeza era evi ­

dente . S us instituciones sociales cambiaban

con desconcertante cele ridad. las norm ascambiaban de la noche a la mañana y se acep­taban pautas completamente distintas.

Pasaron de una cultura formal v elusiva auna cultu ra afectuosa y comunitana y luego auna cultu ra prim itiva y recelosa .

Pero las metamorfosis de sus vidas son aúnmás profundas. Cambian de nuevo, un cam­bio ffsico como el de las mariposas o las ranas.Sus nacimientos está n de algún modo relacio­nados con el cicle vital del planeta. Con tociossuscelos vitales, diria yo.

Esun planeta de reencarnaciones.No es mistic:ismo. Es la verdad más simple.

más básica. los hom bres renacen como ani­male s.

¿Y cómo renac en Jos animales?Aquí. no creo que el ciclo de nacimientos

imp lique ruidos de valor . No admi ten la exis­tencia del karma. Un nacimiento es tan buenocomo cualquier otro; pues toelas las criaturasvivientes son dignas de ser vividas. Yaderná.s.todos nacerán como todo, a su tiempo.

Esla reencamad6n sin la muerte. Aquí sólohay nacimiento y cambio. Naturalmente , yono ten fa moclo de integrarme a ese ciclo.

Estamos a fines del verano. los días sondorados. Hay Uuvias más frecuentes.

He regresado a Morei. Muchos animaleshan regresado conmigo. El lugar no pareceinteresarles en absoluto.

Desde luego , en realidacl no es de ellos.Pertenece a Jos próximos seres humanos.

De cualquier modo, los an imales se estányendo. O, más probablemente están cam­triando. Pues se ha iniciado una nueva tempo­rada de crecimientos y las plantas está n des­plasando a los animales.

Me he marchad o nuev amente de laciudad.Ahora es otoño , y soy muy feliz durmiendoentre Jos integrantes de mi tótem, Jos pinos.

No tengo mucho qu e escribir. El tiempopasa, y yo vivo. empiezo a sentinn e mejor.Empiezo a recuperarme.

Esuwerno.Tocios los animales se han ido. las plantas

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están muertas. lo único vivo en este lugar soyyo.

Habrá nuevos nacimientos en primavera.Estoyseguro de eso. Quizá. mis amigos renaz­can entonces. Pero quizá yo esté muerto. Por­que la muerte es siempre la metamorfosis in­minente para mr.

Me quedaré aquí hasta la primavera. Estorequerirá algunas decisiones difrciles: tendréque alimentarme de loscuerpos de mis ami­gos, an imales y vegetales, o pereceré.

Tal vez es un acto de egoismo humano,pero no puedo permitirme morir, ni siquiera aeste precio. Asr. que comeré lo que debo, ytrataré de recordarque todo come yescontidoy que algún día yo alimentaré alacriatura quepueda asimilarme..

S igo la costumbre. No comeré a los de míclan. Me alimento tan frugalmente comopuedo de todo lo que una vez albergó vida.Espero, sueño . ¿Regresarán a mI?

Ojalá sea un invierno corto.

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Entre enero y marzo de 19 75, tuuo lugaren el lnsütuto deArtes Contemporáneasde Londres una serie de conferencias sobre dioersos temas de La ciencia ficción.Organizado por el criüco australiano Peter Nicholls, el ciclo contó con persona­lidades de la talla de Ursula K Le Guin, Edward de Bono, Alvin rottte, ThomasM. Díscn; Alan Gamer. Y Robert Sheckley, cuyas palabras ofrecemos acontinua ción.

RtotS'kLklLABUSCAD

LO MARAVILLOSOHace alrededor de un mes mepidieron que sustituyera aPhilip K. Dick. quien se su­ponía debía hablarles esta no­che . Acepté. y me senté a pre­parar una conferencia.

No soy un conferencistaexperi mentado. Tartamudeo.Me intimida hablar ante gru­pos de una persona o más.Tartamudeo hasta cuando ha­blo conmigo mismo . Perounos amigos me contaron queen Inglaterra el tartamudeo seco nsidera indicio de inteli­gencia. y que todas las perso­nas lúcidas lo practican. Demanera que tartamudear . le-

jos de ser un defecto. era unaventaja positiva. Parecierapues que tanto ustedes comoyo. tenemos suerte esta no­che: yo por tartamudear. y us­tedes por tener el privilegio deoír mis tartamudeos.

He hablado ante una au­diencia sólo una vez en lavida. el ano pasado en un co­legio de Nueva York. dondesustituí a Frank Herbert. Yahora ' estoy sustituyendo aotru persona. Comprendí queestaba iniciando una nueva ypromiso ria carrera como es­cn ror-conferencista de cien­cia ficción sustituto. unaespe-

cie de jugador de reserva delos aud itorios.

Pero para que este sueno sehiciera realidad. necesitabapreparar una charla.. No po­día ser la misma qu~ habíadado en Nueva York. pues ésala habia improvisado ayudan­dome con fichas y fue un de­sastre . Los escritores de cien­cia ficción que tartamudean ytienen ideas confusas debe­rían ev itar las un provtsa­crones.

Primero pensé que podíadar una charla sobre el fu­turo. A fin de cuentas. toda laciencia ficción tra ta del fu-

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turo . Pero no estoy e n una siruaci ón ideal para eso. puel>en realidad vivo e n el pasado.

Vivo e n la isla española deIbiza con mi esposa. mi hijo .dos pe rros . un gato. y unhuésped . Vivo en una casonade piedra de 200 años co ns­truida co mo una fortaleza .Tiene sie te hab itaciones perosólo dos ventanas . No tene­mos televisión . ni teléfono. niradio . Só lo muchos almen­dro s .

En c uanto al futuro . Ibizaestá al margen de é l. S i la civt­li za ción occide ntal se derru m­bara dc go lpe. nosotros nose nteraríamos sólo tres dfasmás larde . cuando lo leyéra­mo s e n la revista Tíme,

Cua ndo viv ía en NuevaYork . yo tenia un sinfín deideas sobre el futuro . Básica­mente. el futuro era un lugarsiniestro. hacinado. ruidoso.peligroso. inestable, ilógico .incitante y sujeto a cambiossin previo aviso. Un lugarmuy familiar. Pero ahora vivoen Ibiza. donde las cosas hanmantenido prácticamente elmismo ritmo y el mismo estilodesde el desembarco de losprimeros turistas romanos .

Ibiza vive en un pasado in­temo. y no es afectada por lacu ltura moderna . Ibiza. enverdad: no tiene cultura mo­derna. No tiene cultura algunapor lo que yo he podidoaveriguar.

Sin embargo . me gustaríaaclarar esa observación. Haymuchas personas cultas e inte­ligentes de todas las nacio nali­dades en la isla. Pero no haycultura para los hablan tes deinglés. que es lodo lo que yo sehablar. No hay películas paranosot ros. ni concie rtos de

rcc k. ni bibliotecas. ni conferencias , ni teatros . ni librerías.ni muchas otras cosas . Só lohay mar y montañas. camposfloridos y playas contami­nadas.

Como soy un profesional.puse manosa la obra. organicémis da tos . y entretanto a vecespensaba: " ¿Sobre qué se su­pone: que debo hablar execre­mente?" Porque sabía que silograba averiguarlo todo sal­dría bien.

Miré el programa de estasconferencias para ver qué seproponían los otros exposito­res. A juzgar por los título s. sehab ían metido en cosas serias.Eso no me preocupaba: puedoser tan serio como cualquiera .

y de hecho había algo quequería deci r. Quería mencio­nar los efectos psicológicosde l derrumbe del universo pro­lemaico y antropocéntrico .Esta concepción . co mo sinduda ustedes recordarán. de­terminó durante muchos si·glos. las ideas de la humani­dad acerca de lo desconocido.Era un plan perfectamente si­métrico. y estrangulaba todaespeculación.

Pero ahora vivimos en unespacio conceptual totalme nted istinto. En nuestra presenteorientación somos habitantesde un planeta en órbita alrede­dor de una estrella menor deun rutinario suburbio de unagalaxia de tama ño mediano enuno de los muchos universos­isla.

La ciencia nos ha llevado aesto . y nos ha dejado en liber­tad de encarar la inevitableprobabilidad de otras exis ten­cias. otras vidas no necesaria­rren re relacionadas con lanuestra ni derivadas de e lla.

La ciencia nos ha puesto enel umbral de una verdaderapanicipación en lo desc~no­

c ido . Pero la mayoría de ROSO- .

Iros participamos de la cienciasólo co mo consumidores y es­pectadores . Observamos suslogros por relevísíón. y com­pramos los frutos de sus ínves­ngaciones en forma de televi­sores y automóviles.

Cuando el primer hombrepise la superficie de Mane.participaremos sólo como es­pecradores de una borrosa re­prod ucción televisiv a del granaco ntec imie nto . Ya sabencó mo será: anunciadores convoces estentóreas nos coma ­rán exactamente qué está su­cedie ndo . Y tam bién nosapuntará n las emociones apro­piadas que deben sentirse encada e tapa de la gran aven tura .Esa será nuestra parnclpeciéne n la conquista de otros rnun­dos .

Las monvecíones de loscíentiflcos pueden ser puras .pero sus pretensiones a vecesson difíci les de digerir. Quie ­ren explorar lo desconocidopor nuest ra cuenta e infonnar­nos sobre sus hallazgos. comosi los demás no fu éramos tam ­bién ex ploradores que se des­plaza n como ellos entre losmis terios de la vida y lamuerte .

En la actualid ad . los inte­grantes de un grupo panicular.poseen los medios de trans­porte exclusivos; el equipo.los artefactos necesarios parael contacto con o tros mundos .Nosotros. la ge nte . subven­cionamos ese trabajo. pero losfabricantes y los militares co­sechan los beneficios inme­diatos . A nosotros nos reser­van el espectáculo.

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El cie nnfico. que lo exa­mina todo , debería mirarse a símismo. En principio yo lo de­finiría como un anima l queproduce descubrimientos ydeja cae r sus productos tan na­tural e irreflexivamente comouna gallina pone huevos .Como a la gallina. en generallo tiene sin cuidado el uso quehagan de esos productos . Lamayor parte de los científicosno está .a favor de las bombasatómicas . desde luego. y pre­sumiblemente a las gallinasles dis gustan las omelenes:pero amb as especies son rea­listas y transan con las condi­ciones que encuentran .

Voy al hecho deque la cien­c ia está orient ada hacia resul­tados prácticos , sin considerarlas posibles consecuencias.Así, la ciencia es mora lmen teun imbéc il que entrega ciega­mente sus productos a quien­qu iera sea capaz de usarlos. Elusuario más probable es siem­pre el exp lotador: el fabri­cante . e l militar . el empresarioy el político. La ciencia pro­duce lo que requieren estoshombres intensamente moti­vados: procesos repetitivos ycontrolables.

Pues ¡.cuál es . al fin y alcabo. el sueño del político?Una población dócil y previsi­ble . feliz y contenta con suscompensac iones . Este estado­rebaño es precisamente la granesperanza que nos brindan lasciencias. Pues la ciencia notiene un interés profundo ennuestras d iferencias sino quese concentra en nuestras simiolítudes. los puntos vulnerablesa través de los cua les podemosser manipulados y contro­lados.

Si 1,", rundos invisibles

que nos rodean e interpene­tran . alguna vez fueran com­prendidos de acuerdo con loscriterios de la ciencia. ¡qué pe.sadilla seria nuestro existir !Pues al descubrimiento siguela explotación. a la cua l siguenleyes que refirman el derechode los explotadores a poseersus despojos. Es dec ir, des­pués del científico viene el in­dustrial. y después del indus­trial viene el leguleyo . Y des­pués del leguleyo, sonriendoalegremente. dispuesto a ex­plicar la necesariedad divi nade todo, viene el clérigo.

Me tomé un grdn trabaje .para organizar estos pcnsa·miemos, en los cuales creo .pero no al extremo de obsesio­narme. y me imaginé en estelugar expresándoselos a uste­des . y algo no encajaba . Loque no encajaba era que yoestuviera tratando de escribirla clase de charla que pensabaque ustedes esperarían de unapersona como yo ame una au­diencia como ustedes.

Esa era una idea espantosa.porque significaría que ambosnos habíamos programadomutuamente por anticipado :ustedes . sabiendo de ame­mano qué esperar de mí; y yo,sabiendo qué esperarían uste­des . moldeando un productoque cumpliera con esas ex­pectativas.

Lo que dificultaba y com­plicaba aún más las cosas , erasaber que mi conferencia. ade ­más. se publicaría en un libro.Eso significaba que realmentetenía que ser sesuda y estime­lame. detallada pero concisa ,profunda pero fácil de enten­der; en una palabra . espesa.Mis palabras -estas palabrasque ahora estoy tartamudean-

do- habrían tenido que resis­tir el atento escrutinio de lapágina impresa, junto con laspalabras de muchos pensado­res realmente agudos que sa­bien de qué estaban hablando .

Es una presión realmentefuerte para un hombre comoyo. que se considera un escri­tor popular disfrazado de pro­feta y critico socia l. Para mís ignificaba: ¡Cala hondo![Usa palabras difíciles! ¡In­venta conceptos! ¡Dcslúmbra­los con notas al pie!

Creo que entonces caí en lacuenta de que era un fabula­dar. Mi nuevo tópico seria :" C iencia ficción : la busca delo maravilloso " . Esta seria labase de mi carrera de esc ritor­conferencista sustituto.

El fabulador es el represen­tante del público general en loque atañe a la realidad noordí­naria. Carente de una espec ia­lidad . esc ritor antes que cien­tífico o guro. es el vocero delpúblico masivo en la cuest iónde los otros mundos. Entreotros problemas . e l fabuladorde cuentos populares se preo­cupa por quién viajará a lasestrellas. quién experimentaréla magia de lo desconocido .Es un problema práct ico. Es lapregunta : ¿quién experimen­tará literalmente lo maravi ­lloso . lo escalofriante. lotrascendental?

Los tabuladores, con Ire­cuencia. hacemos héroes dehombres comunes , no dotadosde cualidades intelectuales oes pirituales descoüenres. In­tuimos que esa realidad-ceano es exclusividad de una pe­queña élite . sino un derechode todos los humanos.

Creo que muchas personasleen cienc ia ficción por ansia

Ü. PEr«x.L02 f SI

:

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de participar e n las mara villasque vendrán . La busca de unarealidad no ordi naria es algomás que curiosidad y expre­s ión de deseos. Nuestra vidacotidiana está demas iado ares­tada de réplicas de nosotrosmismos y de los repe tit ivos ar­tefactos de nuestros día.s y no­ches . Pero no creemos deltodo en este mundo prosaico .Co nstantemente se nos re­cuerda la ex trañeza del naci­mien to y la muerte. la vaste­dad de l tiempo y e l es pacio'. laimposibilidad de conocemos anosotros mismos. Uno quemavivir en forma diferen te. mássignificativa. Uno querría par­ticipar en acontecimien tosmas relevantes q ue nuestraronda cotidiana. go zar de sen­saciones mas exquisitas quelas ordinarias . Uno lee cienciaficc ión con el momen táneopropósito de trascender la cha­tura de lodos los d ías.

Esta búsqueda de lo inefa ­b le tie ne una razó n. Los teólo­gos peroran sobrela muerte deDios: para la mayoría de ROSO­

tros es un hecho cot id iano ." Dios' es una palaln conconnotaciones desdichadaspara muchos. Yo la es toyusando para aludir al misteriofundamental jamástocado pornuestra racionalidad. A",n e lhecho de llamar misterio a unmisterio. es una manera de li­mitarío. un modo de fijarlo ennuestra mente como una" cosa" con propiedades hastaahora desconocidas pero .eventualmente. mensurables .E.sta defi nición parece racio­nal. pero de hecho contradula Klea misma de lo marav i­lloso . Aquello que nos faltapuede ser atisbado pero nuncaaprehendido. No puede defi -

nirse. contenerse . ni cono-­cerse de veras.

EJ misterio es lo que ya notenemos. Nuestro magro sus­tituto es la religión del hombrecomo ser que vive en la Tierra.Comprendemos muy biennuestros deberes éticos. cree­mos en ellos y tratamos decumplirlos . Pero todavía nosqueda esa íntima desazón. lasensac ió n de q ue nacimos parabuscar. de que nuestra ese n­cia es incognoscible, que so­mas planta y espíritu. criatu­ras de dimensiones desconoci­das . Pero todos nos topamoscon nuestra verdadera condi ­ción : somos fantasmas asfi­xiados en pancon manteca .

La cie ncia ñcclée. co n suaire prosti bulario. trae espe­ranza.. para algunos de naso­Iros . Hemos terminado pordesco nfiar de cualquier cosaque nos hable de la Verdad.Sospechamos que esas verda ­des maravillosas , siempre ina­plicables para nosotros . sonun estupefacie nte. Algún ins­tinto nos dice que uno puedetropezar con la verdad en ellugar menos probable. ¿Y quélugar menos probable que lacie ncia fICCión. que alardea demuchas cosas pero nunca alar­dea de ser liter.tlmenle cjerta?

Aguardamos la llegada delo insólito. lo maravilloso y loextraño , pero no se nos mani­fiesta. Viene e l carrero. y ellechero. y el recaudador deimpuestos . pero no el hera ldode hechos mi lagrosos. Tomencomo ejemplo m;' recienterocecon lo ine~Dlteable .

Muy tarde una llOl,.-he. ~.

~~ a mi casa de 1"'7.41.cuandn vi, a mi izq uierda ycas i ~Jhre el horinM'lte. ungran d i",'n oval de luz arrum-

lIa. Parecí a estar desplazan­dose a gran velocidad y prontodesapareció.

¡Al fin, pensé. he visto unplato volador! Sin embargo.ron ánimo de investigar cien­tíficame nte. paré el coc he . Elobjeto había desaparecido.Retrocedí. y la luz apareció denuevo , esta vez qu ieta contrala negrura de una montaña .

Tras unos minutos de estu­dio , ide ntifiqué e l objeto. Era

la luz de una ventana reflejadae n la montaña . La estudi é unpoco más. y al fin advertí quesa lía de mi propia casa. Hab íae laborado mi propia ilusión,pero ni siquie ra había tenido lasagacidad de dejarmeenredar.

i.Dóndeeslamos. pues? He­mos de smantelado e l universomecanicista de Locke y Hu­me . y hemos desechado la ac­ti tud materialista como irre­med iablemente ingenu a . He­mos rechazado la actitud psi­co lóg ica concomi tante segúnla c ual no somos m ás que e nri­dades individ uales encerradase n su saco de piel . viv iendo ymuriendo a solas. Y aunquelos anti guos mundos mágicosya son irrecuperables . cons ­tantemente hay at isbos de losnuevos mundos.

Este es e l mundo del fabula­dor. El fabulador afirma quening ún proble ma est é irrevo­ca ble mente resuel lo . ningunadiscusión cerrada. ningunaconclusión supe rada . La fabu­lación . al prod ucir esce nariosplausibles pero contradicto­rios . a l aceptar cualquier pre­misa. niega la certidumbre ycelebra los va..tos horizontesde lo maravilloo.o.

¡.Qué C'!' k. maraviUoso'!e ren que eo; el <tfi..tlu de algo

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que es real en cierta forma.aunq ue inalcanza ble .

¿Dónde se puede encontrarlo mara villoso? Só lo hay dosre gio nes posibles: lo conocidoy lo desconocido . e l aquí y elallá . Ambos tie nen sus apolo­gistas y exploradores. 1..0 des­conoc ido es el lugar obviedonde bu scar: Oa . la Adán­tida , Ur : la lejana Centauro ...

Esta es una apreci ac ión ló­g ica . Su defecto pri ncipal con­siste en que hasta ahora no hadado res ultado . A medida queavanzan nuestras explorac io­nes . las regiones de lo mara vi­lloso retroceden aun mas.Dondequiera que vaya e l ex­plorador. no encuent ra misque criaturas que viven su vidacot idiana res petando leyes.Muchas escue las eso t éricasdeclaran q ue lo maravillosotiene q ue estar precisamenteaquí. e n lo vulgar. en nuestravida cotidiana .

Est e punto de vista consi­dera q ue la d iferencia entre lomaravilloso y lo ordinario esuna d iferencia men tal. un pro­ble ma de percepción po r partedel observador antes que eldescubrimiento de algo nuevoen 10 observado. Este punto devista cons idera que lo maravi­lloso debe hallarse por recons­rruccíón ímenor, y que la con­secuenci a 'ioerá una reha bi lita­ción de nuestra apreciacióndel m undo externo.

Es una actitud muy co nvin­ce nte . y para muchos de naso­Iros resulta inmediata e innnti­vamenre persuesiva . Sin em­bargo. existen difK"Ulladespr.íctk a... Aunque los míst i­cos nos han legado muchosmetodos y medios para alcan­zar ese estedo menta l de ilumi­nació n. pocos de nt)S(lI ros lo

alcanzan . No tiene caso c~r

en un método cuando no pro­duce los resultados deseados.ni para nosotros ni para nin­guno de nuestros conoc idos .

La herramienta para alca n­zar la iluminación . es la medi ­tación . una palabra que nor ­ma lmente entonamos con re­verencia. Se presume que lamed itación es para la ment e loque los alimentos org ánicospara e l cuerpo. Esmuy saluda­ble. aunque por cierto no tand ivertida como una buena pe­lícula . O aún una mala pelí ­cula .

Es una práctica cescoecet­ta n te por lo simple. pero tienesus bemoles. He seguido unantiguo sistema que consisteen contar las inhalaciones .Uno cuenta ha..ta diez, y luegoempieza de nuevo . siempreconcentrándose en las inhala ­ciones. Lamentablemente, ca­si siempre pierdo lacuenta . Ydespués de perder la coeraavaria.. veces. pierdo todo in­terés .

Pero cuando sí tengo éxlto ylogro serenar la mente y alcan ­zar un grado de ~nsibi l idad

agudizada, ocurre algo muyelltraño . Descubro que he sin­to nizado mi rmPia emisora demúsica intema. El sistema deemisión de musica transmitecontinuamente dentro de micabeza. sólo interrumpida porpantallazos de not icias de195 1. Ni siquiera me gusta lamayor parte de los lema.. queemue. 'Y los arreglos son deuna uniformidad ina@:uan­reble.

De modo que en mi expe­riencia personal. la maJila ­ción es como esperar en uneeropoerto. con su música en­tubada 'Y sus anuncios trivia-

les . Pero con una d iferenci aimportante : en un aeropuertouno sabeque tarde o tempranodespe gara y volará .

Al cuerno la med itación. Yal cuerno las excursiones porel mundo interior.

La maqu inaria para sondearla experiercia interior es inac­cesi ble . Nadie tabulará ni en­trenará nuestros rit rnos al fa. ninosenseñará técnicas de tran­ce . ni e xplorará nuestra capa­c idad para la clari videncia o latelepatía .

La química de la experie n­cia interior cambien está pros­cripta. Los gobiernos prohi­ben la ingestión de drogas psi­cotrópicas . tal vez por miedo a

que todos quedemos. si no ilu­mi nados. al menos dopados.E l esoterismo, que es legal.aunque no demasiado diver­tido , nos ofrece alg unos reme­dios . Pero cuando intentamosseguir una senda espiritual. lama yoría no llegamos dema­siado lejos. Enfrentadas conesta falta de resultados. las es­c uelas esoeéríces hacen recaerla culpa en nosotros antes queen una deficiencia de sus doc­tri nas o métodos. Por ultimo.ex pl ican nuestro fracaso refu­giándose en paradojas. Nosdicen. por ejemplo. qUe sólopodernos llegar si no qcere­mos llegar. un bonito nudodoble.

Algunas escuelas esotéricasad vierte n al disc ípu lo que nopo nga en práctica los poderese xtraordi narios que adquirire ­mos e n el curso de nuestro tra­bajo. l..oeuraordinario esesraafi rmactón . La mayoría no le­nemos fue rza de vol untad paradejar de fumar. mucbo menospara le vitar .

Mientras con tinuaba esc ri-

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biendo mi conferencia sobre elescritor de ciencia ficción ensu as pecto más destacado.como fabuledor y exploradorde lo mara villoso. advertí quelo maravilloso nunca había pa­recido tan trivial . irritante einapropiado.

Ustedes comprenderán, ca- ­. mo por fin lo comprendí yo aesa altura, que me estaba to­mando muy en serio . Y estoera curioso. pues tengo repu­recién de humori sta .

La verdad de la situac ión seme reveló de go lpe mientrasestaba sentado en el estudiotratando de conseguir la ento­nación adecuada para el versosig uie nte: "estos relatos deantiguas maravillas nos parc­~n extravagantes e ingenuosahora . como los nues tros pare.cerán a nuestros descendien­tes ; pero en su momento fue­ro n intentos de apre hender lasmúltiples condicion es de la al ­te ridad. de criaturas y ci rcuns­tancias diferentes de nosotros.en cuya exi stencia creemosaú n. pero sin la prueba senso­ria definitiva que nos permití­na transformar nuestras vi·das."

Ni siquiera puedo alardearde conocer ciencia ficción.Desde luego me doy cuenta deque la escribo . Pero no mepropongo escribirla . No mesie nto y me d igo: ahora pen­saré una idea de ciencia fic­ción, veamos cuál usaré es tavez , ¿ monstruos de l espacio oe l fin de l mundo?

En rea lidad las cosas no sonasí. Lo que sucece es l.Iue algome llama la atención. y unascuantas palabras o ímégeoesconfluyen de manera inci­tante. O a veces una escenaentera añoraen mi mente .

Sea como fuere. aparece ybasta. No soy yo quie n dicecómo debe ser. Yo sólo oee­dezco. Y el resultado es nor·malmente otro cuento de cien­cia fICCión.

Para ser franco . me sor­prende lo que ha pasado con laciencia ñccíón en los últimosaños . Se ha transformado enun campo denso y acadé mico.y los esc ritores de ciencia flc­ción son tratados con un res­peto que yo, como uno de suspares y admiradores. sólopuedo con templar con alannay.suspicecía.

Parece que fuera ayer. aun­que en verdad fue hace veinteaños . cuando todos nosotrosescribíamos historias de aven­turas sobre una región nebu­losa y mal defi nida que llamá ­bamos el futuro . Ahora nues­tros engendros son analizadosen claustros universitarios porvirtudes que nunca sospecha­mos que tenían . Esto sucedeespecialmente en EstadosUnidos.

A mí. por lo pronto. es tecambio en la evaluación de laciencia fICCión me tomó des­preveeioo. Por" alguna razóenadie me contó que la cienciaftCCión se había vuelto respe­table. que ahora debería enor­gulleccnnc al declarar que soyescritor de ciencia ficción. Enlos viejos tiempos. cuando losdemás me preguntaban cómome ga naba el sustento. dec íaque era esc ritor . y cuando mepreguntaban qué escri bía y yoles contaba decían "Oh ..."

No Lo decían con desprecio.Sólo con cierto desánimo.como si por un mome nto h"u­bieran pensado que habían ro­nocido a un venladcro escritory de pronto descubrieran que

en realidad uno era una espe­cie de carpi ntero de las pala­bras . Y uno también cabe ­ceaba aba tido . porque en 10más íntimo les daba la razón .

En esos días uno nunca ro­nocía a un verdadero lector deciencia ficción. sólo personasq ue tenían un amigo que le íacie ncia ficción . Sin embargo•nunca daba la impres ión deque ese amigo fuera dema­siado íntimo .

Y de golpe -() eso me pare­ció a ml-- la ciencia ficció nfue in. fue chic. fue chis­peanre. fue signifi cativa. y fuetremendamente divertida. Ytambién fue profunda. muyprofunda , trataba de los pro­blemas de nuestra época. y 00­

secos. los escritores de cien­cia ficción . con nuestra gra­mática precaria y nuestras tra­mas d islocadas . nuestros per­sonajes acarto nados que seechaban en los hombros frági­les una idea reacia y e mbrio­nari a para llevarl a a una con­clusión convencional. noso­tros. los descamisados de laliteratura. éramos figurones ysin habérnoslo propuesto.

Enterarse de que uno estáescribiendo cosas relaciona­das con algo importante escomo ponerse un chaleco defuerza . S i se le agrega el man­damiento "Sé natural " da lomismo que estar amo rdazado.Así q ue natu ralmente me pusea e labo rar es ta charla bus­cando la re le vancia que . segú nla ge nte. ten ían los esc ritoresde ciencia ficción en ciertascuestiones importantes .

Allí estaba yo. sentado enmi estudio y preparándomepara endi lgarles una provoca­tiva parrafada sobre el PresteJ uan ex traída de la Ene...·d opt'-

EL f\tNX..Ul 2 '6

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dio Brítannica , Mi gata estabapor tener gatitos . Mi navajahabía desaparecido irexphca­blemente ese dia. aunquesie mpre la guardo e n el mismolugar. No había agua en la cis­lema. y se me hab ian acabadolos cigarrillos. Todo esto mepasaba por la cabeza junto conla Atlántida y la natura leza dela realidad y otros lemas sobrelos cuales pensaba esclare­cerlos .

Era una confus ión garrafal .Pero de spués pensé . bien . enverdad tendrían que saber quéesperar de mí. Si leyeron miobra . lo cual pongo muy enduda. sabrán que sé poco so­bre la cie ncia y menos sobreel mundo moderno. Y elhecho de que nunca me hayanpremiado parece prueba sufi­ciente de que no sé nada sobrecienc ia ficción .

y entonces se me: ocurrió;. si esta gente hubiera querido'

una diK1taCión erudita sobrealgún aspecto de la ciencia ñc­ción . habría contratado a undisertante erudito . No a mí.

Esto me lle nó de pán ico .porque a continuac ión pensé:e n tal caso, ¿de qu é diablosquieren que les habl e?

Por último decidí que que­rrian q ue les hablara de la rea­Iidad . ¡,Pues de q ué a ira cosase puede hab lar . en definitiva.sino de la realidad ? ¡.Sobrequ é aira cosa podemos inter­camb iar opi niones? ¿Cuál otroes mi objeto de est udio. miespecialidad . qué otra cosa es­toy ex plorando continuamenteen ellaboratorio de mi vida?

Sin duda. una de nues trastareas princ ipales es probar.nos y sondeamos a nosotrosmismos y nuestra interacc ióncon e l mundo . Y en esto. lac iencia y e l esoterismo y todoslos sistemas de pensamiento

que el hombre ha cesero­liado . no sirven de nada en lapráctica. Cada uno de ROSO­IrOS está solo en la.. vastas re­giones de su cráneo. tanteandoel mundo con los precariosinstrumentos que rec ibimos alnacer .

En es ta char la he tratado dee xplicar parte de mi prop iarea lidad . en la medida en quesoy capaz. en un instante par.ticutar de mi vida . Estas sonlas cosas que componen mimomentáneo universo. Es im­posi ble una síntesis. aunq uemi tiempo aquí ya se está ter­minando. Todo debe quedarsin resolver. laI cual sucede enlos hechos. Mi tema escapa alos pulcros limites de mi defi ­nición . pues no hay dala quede alguna manera no esté rela­cionado con mi ci rcunstanc ia.Todo fonna parte del vasto einconcluso rompecabezas queson nuestras vidas .

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UNA mlfTURA DE

JOHN WATERCOLOREl JUSTICIEROAIfTI-PICI PDCm CON SU FAMOSOREDINCOrr DE LA MUERIL

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Cuarenta años son tiempomás que suficientepara saber

todo sobre Las Cataratas.

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EN LASIRATAS

Ilustró SANYÚ

Era la hiero. apretada y húmeda, resbaladizacomo jabón, que cubría el sendero, y no lapendiente de la montaña, lo que hacía resbalarYcaer con tinuamente a Carter. Tenia mojadala parte delantera del impenneable y las rodi­llas cubiertas de barro, y todavia no habíaakanzado la cima. Y con cada pasoque daba.aumentaba el rugid o que hacía temblar elsuelo. Estaba cansado y sofocado de calorcuando Degó a la cumbre del cerro, pero ol­vidó , instantáneamente, todas las incom<xIi­dades al mirar por encima de la ancha bahía.

Como todo el mundo, oía hablar de lasCataratas desde la infancia, Ybebta visto ínnu­merables fotografías y películas en la televi­sión. Toda esa preparación era insuficientepara mffigM el impacto de la reelíded

Vto un océano que caia, un do vertical:¿cuá ntos billones de litrosdecían que bajaban

por segundo? las Cataratas se extendían a lolargo de la bahía, hasta desaparecer detrás denubes de espuma. la bebra hervíaYtemblababajo el impacto de tanto peso líquido, erro­jando olas de espumosa cresta que se estrella­ban con tra las piedras alláabajo. Carter sentíael choque del agua contra la roca maciza comouna vibración que recoma el suelo, y que eraengullida por el rugido más potente de lasCataratas. Tanto reverberaba todo que los oí­dos se le negaban a edeptarse. Pronto se leadormecieron a causa del incesante es­truendo, pero los propios huesos del cráneotJansmitlan las palpitaciones y temblores delcerebro, sacudido allí adentro. Cuando seGev61as manos a los oídos comprobó, horrori­zado, que el ruido de las Cataratas no dismi­nuía. Mientras se tambaleaba. los ojos muyabiertos, se f0nn6 un remolino en la base de

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,.

Las Cataratas. producto de las siempre cam­biantes corrientes de aire. Quesubió sa1picán­dolo con una nube de espuma. La Uuvia duróbreves segundos, pero fue más fuerte quecualquiera de las tormentas que recordaba,más de 'o que creía posible, Cuando cesó esediluvio, Carter boqueaba.

Estremecidopor sensaciones que nunca ha­bla expenmentedo, se uoMó y rnUó hacia elgranito gris del acantilado, oscurecido por elagua. Yhacia la casa que se ecurruceba en labase como una ampolla pétrea. Estaba cons­truida con el mismo granito del acantilado, yno parecía menos sólida. Corriendo y resba­lando , las manos en losoídos . Carter se lanzóhacia la casa.

Por un momento la espuma voló sobre labahía. haciael mar, y la luz dorada del atarde­cer se derramó sobre la casa, arrancándole deltecho ínclínedo rápidas nubes de vapor. Erauna construcción muy natural , tan sólidacomo la roca a la que estaba adherida. Sók>dos ventanas penetraban la fachada inexpre­siva del frente que daba a Las Cataratas: ven­tanas minúsculas y profundas. como ojitosdesconfiados. No exístía .nr mnguna puerta,pero Carter vio un camino de losas que 10­

deaba la esquina de la casa.Avanzó por ese camino y descubrió - en la

pared de atrás. la que miraba en direcciónopuesta a Las Cataratas- una pequeña en­trada. No tenia arco pero estaba resguardadapor un enorme dintel de piedra de más demedio metro dediámetro. Carter se acen:6 a lapuerta Y buscó en vano una aldaba en laspesadas maderas aseguradas con un cerrojode hierro. El incesante y omnipresente truenode LasCataratas casi no dejaba pensar. y sólodespués de empujar inútilmente la inamoviblepuerta se dio cuenta de Que ninguna aldaba, niaunque tuviera la potenda de un ce ñén. serví­ña para enuncíerse dentro de esas paredes ,por endma del estruendo. Bajó las manos y seesforzó por ordenar los pensamientos.

Terue que haber algu na manera de presen­terse. Dio un paso atrás y en tonces descubrióuna herru mbrosa perilla metélce en la pared,a poca distancia. Le puso una mano encima eIntentó hacerla girar, pero la perilla no se mo­oo. TIró hada su cuerpo, y aunque costabamoverla consiguió arrancarla lentamente de la

pared, descubriendo el extremo de una ca­dena. la cadena estaba muy bien engrasadayen buen estado: señales alentadoras. Siguiótirando hasta arrancar un metro de cadena dela pared luego, a pesar de todos sus esfuer­zos, no k>gr6 sacar mas. Soltó la perilla, quegoIpe6 contra la tosca pedra de la pered AIIlquedó durante un rato. luego, con movimien·tos mecániros,~ la cadena ,.,¡.vi6 a entrar en la pared hasta que la perillaocupó su lugar original.

El extraño mecanismo pareció cumplirbiensu función. Enmenos de un minuto se abrió lapesada puerta, y apareció un hombre, queexaminó en silencio alvisitante.

El hombre se perecía mucho a lacasa y a losacantilados que había detrás: sólido, digno,gastado. arrugado y gris. Pero había resistidolos años a pesar de tantas huellas. Tenía laespalda tan recta como cualq uier joven, y ha­bta en sus manos huesudas un aire de deddklafortaleza. los ojoseran azules, de un tono muyparecido al del agua atronadora que cata sincesar a 10lejos.. llevaba botas altas de pesca­dor, pantalones comunes de pana y un gas­tado suéter gris. Cuando le indicó a Carter, porseñas, que entrase en la casa, no le cambió la

""""""'" de laCMiLDespués que se cenó la puerta Y todas las

trancas \IOMeron a sus lugares, el silencio de lacasa adquirió una caracteristica muy especialCarter habicl conoddo en otros lados la eusen­da de sonido, peroesa casa era una venia Jeramanifestadón del sinsonido, una burbuja depaz que pujaba contra la mismisima base deltodosonido de las Cataratas. Estaba momen­táneamente sordo, y 10 sabía. Pero no tansordo como para no darse cuenta de que elmartilleante trueno de las Cataratas habtaquedado afuera. El otro hombre debía de sa­ber muy bien cómo se sentía su visitante. Asin­tió con un gesto tranquilizador y tomó el ím­permeable de Carter, luego le señaló un slllóncómodo al iado de la mesa de madera, cercadel fuego. Carter se hundió, agradecido, en losmullidos almohadones.. El anfitrión dio rredíevuelta y se fue; unos minutos más tarde volviócon una bandeja en laque habicl una botella ydos vasos. SiJvió una medidade vino en cadavaso y puso uno delante de Cartel'. que asintió

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y 10 to rnó con ambas manos para que no le pared No tenga, miedo. Suba La ventana estemblaran tanto. Despuésde un trago grande segura. Mire cómo están 6jados los vidrios.siguió tomando sorbos. mientras se le apeo-guaban los temb lores y recuperaba el odo, El Carter no miraba los vidriossino Las Cata­a nfitrión dio varias vueltas por la casa. ha- ratas allá afuera. No se había dado cuentadendo dive rsas tareas, y Carter pronto se sin- hasta ese momento de k> cerca que estaba lati6 muy recuperado. Levantó la mirada. casa de la cascada. Se aferraba al borde

- Debo agradecerle la hospitalidad. mismo del acantilado, y desde ese punto no seCuando Degué estaba ... agitado. veta más que la muralla de granito húmedo Y

- ¿Cómo está ahora? ¿Le hizo efecto el oscurecido a la derecha Yel espumoso remo­vino? -dijo el hombre en voz alta, casi gri- lino de la behíe allá abajo. Y delante, encima,tando, y Carter se dio cuenta de que no había cobnando el espado, Las Cataratas. El espe­oído lo que él acababa de decir. El hom bre, sor de paredydevklrio no conseguíaaislardelseguramente, tenía problemas de audición. todo el ruido, y al tocar la ventana sintió laEra una maravilla que no estuviese sordo vibración producida por la carda del agua.como una tapia. La ven tana no atenuaba el efecto que le

- Es muy bueno, gracias - gritó Carter- . producian Las Cataratas, pero le permitía mi­Es usted muy amable. Me llamo Certer, Soy rar y pensar con una sereníded imposib le alláperiodista , por eso he venido a verlo. afuera. Era como espiar un holocausto ecué -

El hombre asinti6 con una leve sonrisa. lico, un infierno frío. Podía mirar sin peUgro,- Yo me llamo Bodum. Ya debe saberlo si pero e l miedo ante lo que había del otro lado

ha ve nido a hablar conmigo. ¿Escrtbe para los no disminufa. En la cascada de agua aparecióperiódicos? y desapareció un bulto negro.

- Me mandaron aquí. -Carter tosió: al gri~ -Allá . . . ¿vio eso? -grit~. Algo cayótar se le irritaba la garganta - y daro que lo por Las Cataratas. ¿Qué podrá habersido?conozco, señor Bodum . . . es decir, conozco Bodum asintió con naturandad.SU reputación. Usted es el Hombre de Las - Hace más de cuarenta años que estoyCataratas. aquí Y puedo mostrarle qué es lo que cae por

- Hace cuarenta y tres años -dijo Bodum LasCataratas.con a uténtico~ que vivo en este sitio, Meti61a punta de una astillade madera en elque no salgo una sola noche. No ha sido fácil. fuego y encendió con eRa una lámpara.Cuando el viento sope hada aquf la espuma luego, con la 1Ampara en la mano, le indicóvuela sobre la casa dura nte días y cuesta respi- por señas a Carter que \o acompañase. AtrCli­rar . . . hasta se a paga el fuego. Yo mismo wsaron la habitad6n, Y el hombre acercó laconstruí la chimenea . _. hay una parte torcida lámpara a una campana de cristal.allá aniba con reguladores y compuertas. El - Apareció en la orilla hará unos ventehurno sube, pero sicae agua los reguladores la años, Tenia todos los huesos rotos. Yo mismocontiene n, el peso abre lascompuertas y sale lo embalsamé y k> monté ehtpor un ca ño fuera de la casa. Le muestro Carter se acercó y miró los ojos pardos y ladónde está el desagüe ... en esa pa red oscu- boca abierta y los dientes afilados. Las patasrecida por el hoUín. eran 1fgidas, poco na turales, y debajo de lapiel

Mientras Bodum hablaba Carter miró la ha- el cuerpo abultaba en sitios poco propicios.bitaci6n, las borrosas formas de los muebles, Como taxidermista, Bodum dejaba bastanteapenas visibles a la vacilante luz del fuego y de que desear. Sin embargo, tal vez por eccí­las dos ventanas de la pared. dente, había capturado una imagen de terror

- Esas. ventanas -dijo-, ¿las hizo usted ? en la mirada y en la postura del animal¿Puedo mirar? - Es un perro - dijo Carter- . Un perro

- Me l1evó un año cada una. Súbase a ese como tantos.banco. Quedará en e! nivel justo. Son vidrios Bodum se ofendió.blindados, fabricados espeda1mente. tan sóli- · -S~ parecido, pero no exactamente comodos, a hora que los he""'!JU"'do ben, como la otros - <ti;o, con toda la frialdad que puede

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caeer en un gnto-. Le di je 'que tenia todosJoshuesos quebrados. ¿De qué otra manera po­dña haber llegado un perro a esta bahia?

-Lo sien to, pero en ningún momentoquise decir . . . sr. es evidente que cayó por LasCataratas. Me refeña a que es tan parecido anuestros perros que qui2á existe allá arribatodo otro mundo. Con perros y demás, igualesa losnuestros.

-Yo nunca especulo -e-dije Bodum, epecí­guado-. V~ a preparar café.

L levé la Lámpara a la cocina y Carter, soloen La penumbra, volvió a la ventana que tantolc etrara

-Debo hacerle algunas ",eguntas pano elarticulo - dijo sin alzar la voz lo suficiente paraque Bodum lo oyese. Todo lo que habíaido ahacer a ese sitio careda deimportancia almirarlas Cataratas. B viento habíacambiado. Porun momento se Uev6la espuma., YLesCatara­tas fueron otra vez un nftidoy potente ño quecaía del cielo.Tordó la cabeza y tuvo la sense­d6n de estar-.lo un rlo cuaIqu;er.>.

Y aDá arriba, de donde venia la corrlente,apareció un barco, un inmenso crucero conhileras de ojos de buey. Navegaba P'" la su­perflde det ñc a más veloddad que cualquierade los barros en los que habia navegMio, ytuvo que torcer más la cabeza para seguirle elmovimiento. Cuando pasó por delante, a po­ros dentos de metros de distancia, lo vio connitidez durante un fugaz momento. Los pasa­jeros se aferraban a las lwandas, Y aIg.mos

•. Oewban la boca abierta corno si gritaran demiedo. luego desapared6 y sólo quOO6 elagua, la corriente incesante.

- ¿Lo vio? - gritó Carter, girando conrapidez.

-Pronto _lisio el ca'é.-Allá. aJIá - grit6 Certer, tomando • Be-

dum del brazo-c. En Las Cataratas. Era unbarco, juro que era un barco que cafa con elagua. Un barco con gente. TIene que habertodo un mundo aDá arriba, un mundo quedesconocemos.

Bodum se desasió de la manode Carterconun movimiento seco y tomó una taza de larepisa.

- Mi peno cayó P'" las Cataratas, lo en­contri y yo mismo lo embalsamé.

-sr. su perro, no se lo niego. Pero babtegen te en ese barco, y juro . . . no, no estoyloco . .. juro que tenían la piel de un colordiferen te del nuestro.

- La p;eIes la piel. un coíce.- De acuerdo. Así somos nosotros. Pero

pueden existir pieles de otros co&ores aunquenosotros lo Ignoremos.

- ¿AzOCar?- Sr, por favor, dos terrones,Certer sorbió el café; era fuerte y estaba

muy caliente. A pesar de sr mismo, algo loobligó a volver junto a la ventana. Miró haciaafuera mientras bebía el café. Con un sobre­salto, vio que algo negro e informe bejebe enel agua Y otras cosas. No sabia bien qué eranporque el viento YOIvia a empujar la espumahacia la casa. Dejó el fondo del café , que es-­taba muy concentrado, y puso cuidadosa­mente la taza en una mesa.

Lascaprichosas corrientes de aire volvierona apartar la cortina de espuma justo a tiempopara dejarle ver pasar otro de Jos objetos.

- ¡Eso fue una casa! La vi con la mismadaridad con qu e veo ésta. Pero era quizá demadera, no de piedra, y más pequeña. Y ne­gra, corno si hubiese ardido parda1mente.Vengaa mirar, puede haber más cosas.

Bodum golpeó la cafetera mientras la la­vaba en la pileta.

- ¿Qué qUM?ren saber de mí sus peri6dicos?Más de cuarenta años en este sitio ... puedocontarle muchas cosas.

- ¿Qué hay endma de las Calara... . . .dondeoonduye el acantilado?¿Vtve gentealláarriba? ¿Puede existir aIJí todo un mundo delQue no tenemos noticia?

Bodwn vadSó, y arrugó el ceño mientraspensaba la resp .esta.

-Pienso que allá arriba hay perros.-Si - resp0ndi6 Cerrer, golpeando con el

puño contra el anaquel de la ventana, du­dando entre sonrefry bar. AIIi delante caía elagua; el piso Ylas paredes temblaban

- Ahf van. . . más Y más cosas. - Hablabaen voz baja, consigo mismo. -No sé muy bienqué son. Eso... puede haber sido fU' MboI YaqueBoun trozo de una cerca. los más peque­Iios pueden ser cueq>os . • • arumaJes. troncos,roaIquier cosa. Hay un mundo diferente en­cima de las Cataratas y algo terrible 0C\DTe en

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ese mundo. Y nosotros ni siquiera sabemosqué es. Ni siquiera sabemos que ese mundoestá allí.

Siguió golpeando la piedra con el puñohasta que le dolieron los de dos.

El sol brillaba en el agua yv ío elcambio, queempezó con pequeñas alteraciones .

- Hasta ... parece que el agua ca mbia decolor. Es rosa . .. no. roja. En cantidades cadavez mayores. Por un insta nte fue roja en aquelsitio. Color sangre.

Dio media vuelta, hacia la penumbra de lahabitación. y trat ó de sonreír, pe ro los labios sele e nd urecieron dejando al desc ubierto losdientes.

-¿Sangre? Imposible. No puede habertan ta sangre en el mundo entero. ¿Qué sucedeallá a rriba? ¿Qué sucede?

El grito de Carter no incomodó a Bodum,q ue sólo asintió con la cabeza.

-Le mostraré unacosa -c-díjo-c . Pero sola­mente si me promete no mencionarla en suartículo. La gente podria reírse de mí. Hacemás de cuarenta añ os que estoy en este luga r,y le aseguro que no es pa ra reírse.

- Palabra de honor . . . nunca diré nada.Muéstrerne. Quizá tenga algo que ver con loque está pasando.

Bodum sacó una pesada Biblia de un es­tante y la abrió sobre la mesa junto a la lám­para. Esta ba compuesta en una tipografía muy

pesada , seria y solemne. Bodum volvió laspáginas hasta llegar a un trozo de papel muycomún.

- Encontré esto en la orilla. Durante el in­víemo. Hacía meses que no venía nadie.Quizá cayó por Las Ca taratas. No digo quehaya sido así . . . pe ro es posible. ¿Usted creeque es posible?

- Ah, sí . .. muy posible. Si no ¿cómo pudonegar hasta aquí? - Carter lo tocó con lamano. - Sí, es un pape lordinario. Roto en unborde y arrugado ; estuvo mojado y usted losecó. -Lo miró delotro lado. - Aquíha y algoescrito.

-Sí. Pero no tiene sentido . No conozco esapalabra.

- Yo tampoco, y hablo cuatro idiomas.¿Querrá decir algo?

- Imposible. ¿Una palabra como ésa?- No es un idioma humano. -Leyó las

letrasen voz alta. - A, U, Equis, 1, Ele. l. O.- ¿Qué significará AUXILIO? - gritó Bo­

du m, alzando aú n más la VQ2- . Lo escribió unniño. No significa nada

Tomó el pa pel, lo arrugó y lo tiró al fuegc1.- Así que va a contar mi historia - dijo

orgulloso- . Hace más de cuarenta años quevivo aquí, y si existe un hombre en elmundo alque se 10 pueda considerar una autoridad enLas Cataratas, ese hombre soy yo. Sé todo loque hay que saber acerca de ellas.

. .

S IMPOSJe)PO

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La nota que sigue fue escrita en 1979para el número 5 de El Péndulo (primeraépoca).quenoalcanzóasalir.Asimovacababade~susegundocentenar

de libros con la presentación de la primera paJte de su autobiogral(a. Desdeentonces, Asimov publicó 29 tiMos más, y espera llegaral 236 antes de (in deaño.

•RJtb CopanraISAAC ASlMOV

OLA MAQUINA DEESCRIBIR ..

Por haber escrito mas de milqu inientas comedias y una ro­piosa producc ión en prosa y enverso , Lope de Vega fue lla­mado "el mon struo de la Na­turaleza" . Debido a su ta­lento . se lo apodó "el Féni x delos ingen ios" .

Isaac Asi mov acaba de pe ­blicar su libro número dos­cientos . y es probable que .gracias a la máq uina de escri­bir eléctrica. haya producidomuchas más palabras que

Lope . q uien tenia las limita­ciones de la pluma de ganso;se ha ga nado pues el apodo de" monstruo" aunque ello noimplique necesariamente quesea un Fénix.

No cabe duda que Asimoves un escritor ingenioso : fueuno de los puntales de la 11a·mada Edadde Oro de la cie n­cia fKrión . entre los años '40Y '50. También es un colosaldi vulgador. un ensayistado­lado de gran talento didáctico .

capaz de hacer compeenslbleslas nocionesmás avanzadas dela c ienc ia. " contándo las" conel espíritu de un char lista másque el de un catedrático: as¡ loatestigua la difusión que hantenido en lodo el mundo suslib ros de vulgarizecéocie ntiñca.

As imov no es sólo un escri­tor: es un p'rwM~ muy espe­cial: a lguien capaz de ser a lavez inteligente y superñciar.pedante y gracioso, sincero.

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ex hibicionista o egocéntrico ;pero . en definitiva . un perso­naje .f impál iw.

El libro número doscientos.que acaba de aparecer. y co nel que Asimov festejó su ré­cord bibliográfico. es suaurobiografla. ' El volumen ensí es bastante impresionante .si se co nside ran sus 115 pégl­nas . más indices y bibliogra­fía: pero es sólo una parte de loque nos espera, pues apenasabarca los años de 1920 a1954 .

De un hombre que ha es­criro tanto . que ha vivido todala época del flo recimiento dela ciencia ficción . y que . a suvez . es un buen narrador . seesperara. quiz ás . alguna aréc­dota interesante , alguna noti­cia inesperada . o aun simple­mente que nos dé a conocersus ideas o el proceso creativode su obra.

Desde este punto de vista .e l libro resu ltará decepcio­nante , pues Asimo v general­mente hab la de sí mismo . y amenudo de hechos que sólopueden interesarte a él o a susallegados mas ce rcanos .

Es notable cómo Asimov esca paz de unir una inteligenciafuera de lo común con la masasombrosa puerilidad . De talmanera . dedica páginas ente­ras a contamos hechos tanapas ionantes como los que si­guen: el día 25 demayo de 1953se co rtó el pelo (p . 683); suprimera regla de cálcu lo leCOSió dieciséis dólares (p .493 ): su primera máquina deescribir fue una Underwood nO5 usada (p. 144): también noshabla de su có lico renal y desus tra tamientos odontológi­cos ; nos ofrece sus caliñcacio-

nes de l secundario (p. 254) ycuenta que cuando fueron acomprar su seg unda máquinade escribir (por USS 60 , des­contados USS 11 en ca nje porla máquina usada) é l y su pe­drecomieron un salame por 10centavos . y pan y arveja s sal­tadas por 15 ce ntavos . . . (p.205 ),

En realidad. Asimov ro­mien za disculpándose desdeel pró logo; afinna que no hahecho nada interesante quemerezca conrerse. pero comosus editores pensaba n que unhombre que ha escrito 200 ~i ·

bros segurame nte debe tenera lgo que contar. se decidi ó ahacerlo. Eso le insumió másde 100 pagi nas . y la amenazade un nuevo volumen paramás adelante ."

Los primeros capúclos .aunque no contengan datosmuy interesantes, muestranalgún trabajo de investigacióny ordenamiento del materia l.Más ade lante , aproximada­mente a partir de la época enque nos cuenta que empezó allevar un diario (al princ ipioded icado a co nsignar resulta­dos de béisbo l y la campaña desu eq uipo , los Gianls) el relatose convierte cas i en una transocripción de aquél , y hacia elfinal se hace francamente des­prolijo e ileg ible.

En cuanto a sus ideas . con­vicciones o creencias. Asimovtampoco sorprende : votó porRoosevelt . admiraba a Fiore­110 La Guardia y se opuso almacartis mo . Su actitud frentea la rel igión es un ejemplo desuperficialidad. Asimov sedec lara aleo . pero no tiene nilos co nfl ictos de Kafka ni larebeldía de Freud: sencilla­mente , nunca IUvO contactocon la religión . su padre era

prácticamente ateo; sólo unavez vio a un judio ortodoxoorando (p . 429) Y un fugazacercamiento a una sinagoga.a los 8 años. le si rvió apenaspara aprender a leer hebreo.Su indiferencia religiosa separece . pues . al desinterés quesiente un beduino del Saharapor la navegación .

Pero pese a esto 110 deja detener sus co nflictos de identi­dad judía. Sin dejar de procla­mar su ateísmo, nos cuentaque buscó un rabino para ca­sarse (alegando que e l Regis­tro Civil estaba cerrado. p.634). Cuando estuvo en laMarina como investigado r.sus co legas judío s resolv ieronex igir que se les diera asuetoen Yom Kippur , ofrec iendocomo compensac ión trabajaren Navidad. Como aleo. alprincipio Asimov no que ríafirmar el perüono . pero luegode una con versación con Ro­

. bert Heinlein decidió hacerlo .para no periudícara los de­más. pero fue e l único que sepre sentó a trabajar en ambasfestividades. la judía y lacristiana . .

Si hay algo que parece en­ca ntarle a Asimov es hecer ex­hibición de su talento; se com­porta como uno de esos chicosinsoportables que tra tan de lla­mar la atención de las visitas.Consta ntemen te nos recuerdacuán intelige nte e ingen iosoes . Cuenta que entró a la es­cuela sin tener aún la edad re­glamentaria . cuando ya habíaaprendido a leer por sí so lo (p.41); cómo apre ndió a multipli­carcuando sus compañeros re­cién iban por la suma y la resta(p. 6 1), cómo obtuve en lostests de inteligencia de la Ma4

rina el increíble coe ficiente de160 punte s (p . 434). cómo es

EL PtNou..0 2 ' 67

, '.

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capaz de hacer juegos verbalesque en una ocasión dejaronpasmado a un animado r profe­sional. etc. También nos in­fonna que. escribiendo a má­qu ina . es capaz de mantenerdurante horas una velocidadde 90 palabras por minuto (p.147) .

Otro de los temas son susprete ndidos hábitos donjua­nescos: suele presentarsecomo un auté ntico sát iro de laciencia. Pero su sinceridad estan grande que no olvida con­signar hechos que disientenbastante de esa versión; nosdic e que llegó virgen al matri­mon io . que en su primeraavent ura extraconyugal él fuee l seducido y que sus frecuen­tes intentos de propasarse conJudith Merril so lían culminarcon los contundentes golpesde ésta. Tan cándido es Así­rnov contándonos todas estasintimidades que no puede me­nos que provocar sonrisas.

Qu izás e l momento culmi­nante de esta exhibición sea suencuentro con Harlan Ellisonen una convención. No bienfueron presentados. ElIison loagredió. diciendo que Asimov.. no era gran cosa" . con locual sorprendió al buen Isaac.definitivamente acostum­brado al éxito. La explicaciónes simple: Aslmo v había en­contrado la honna de su za­pato . tropezando al fin con al­guien más vanidoso que él,que no se creía un talento sinoun genio. y que además eramás joven y petulante . Casipodría decirse que lo ten ía me­recido . . .

Un niño crece en Brooklyn

Isaac Aslmov nació en laUnión Soviét ica . dos años

68 I El. PENnuto 2

después de que és ta se consti ­tuyera fonnalmente como es­tado federativo. Fue en 1920 .~egún nues tro ca lendario. oen1919 según el calendario ju­liano . Se trasladó a los Esta­dos Unidos cuando sólo teníatres años .

Sus antepasados . que el au­to r llega a rastrear hasta e l si­glo xvrn sin pode r hallar nin­guno que haya hecho nada in­teresante . parecen haber sidomerc aderes de centeno. y reci­bieron su nombre original deAzlmy (del ruso zimv . inver­nar) de la variedad de cerealque traficaban. Por supuesto.Asi mov aprovecha para darmues tra de su versa tilidad lin­güí stica. escribiéndo lo enruso . con letras cirí licas y enhebreo <de impre nta y cur­sivo).

Perd idos en una aldea lla­mada Petr óvichl . en la zona deSmolensk. la Revolución bol­chevique no afectó demas iadoa los Asimov . cuyos antepasa ­dos tampoco habían sufridodemasiado la persecución ra­cial. Sin embargo. las cosasno iban demasiado bien paraun comerciante . de maneraque Asimov (padre) se dejótentar por las entusiastas car­tas de un hermano que habíaemigrado a los EE.UU. y par­tió con su familia a probarsuerte en el Nuevo Mundo. enel mismo tiempo en que lo ha­cían otros tantos polacos. ita­lianos o irlandeses .

Instalados en Brooklyn, e lpadre de Asimov trabajó untiempo como obrero hasta quetuvo la oportunidad de inde­pendizarse . instalando un pe­queño quiosc o de golos inas yrevistas . Con los años. el ne­gocio fue creciendo . grac ias al

es fuerzo y el sacrificio de queera n capaces [os emigrantes deprincipios de siglo. Había quemantener el local abiertodesde las seis de la mañan ahasta las doce de la noche. demanera que padre . madre e hi­jos se turnaban para atenderlo.sin feriados ni diversiones.sa lvo alguna ocas ional fun­ción de cine . En el quiosco desu padre. Asimov conoció laspri meras revistas de cienciaficc ión (la legendaria Astoun­ding, que dirigía John W.Campbell). las que leía a hur­tad illas por dos razones: pri­mero porque estaban destina­das a la venta y no podíanajarse. y segundo porque supadre consideraba que erantonterías . lectu ras prop ias devagos e inútiles.

En un marco de gran po­breza. vida metódica y estrictadisciplina paternal . Asimovhizo sus estudios primarios ysec undarios. sin abandonar suafición por las revistas pulps,y comenzó a hacer llegar susopiniones a l Correo de losLectores de la rev ista deCam pbe ll.

El gran Campbell

Uno de los momentos másdecisivos de su carrera fuecuando Asimov conoció aCa mpbell persona lmente. eldía en que éste le concedió unaentrev ista en su oficina . Alpoco tiem po decid ió comen­zar a esc ribir. imitando a susautores favoritos. Pero asícomo se había mostrado amis­toso. Campbell era inflexible ~con su revista. y durante añosrechazó los trabajos del joven I

Asimov. El primer cuento pu­blicado (" Varados frente aVesta" . 1938) apareció en

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Amazmg, cuando RayrnondPalmer dirigía la rev ista .

En los recue rdos de A..i 4

rnov . la figu ra de Campbell sede..taca tamo por ..u brillo inte­lec tua l como por ..us arbitra­riedades; acost umbraba cam­biar los títulO<;. a ..u antojo . in-oventaba seud ónimos y másadela nte llegó a cambiar losfinales de los cuentos . Preten­día ma nejar a los autores pro­pon iéndoles temas " religio­sos" o soc iales; mucho mástarde s irvió de ocasión paraque Asimov compusiera laque . con just icia. considera sumejor novela. Lascavernasdeacero (19.54) . que fue elabo­rada a partir de un tema socialpropuesto por Campbell .jun to con el deseo de Asimovde esc ribi r una historia poli­cial y su experiencia en cuen­tos de robots .

Con gran honestidad . Asi­mov revela que las Tres Leyesde la Robótica. e l tema quequ izás lo haya hecho cé lebre .fue ron inventadas por .Camp­bell . También habla de los re­cursos cada vez m ás sofistica­dos que Campbell tenía pararechazarle los cuentos: unavez . como único comentarioesc ribió sob re e l manuscrito lafónn ula quimica del mercap­tano butñlco . la sustancia quecaracteriza el olor a zorríno:a mo respue sta. Asimov le

mandó una tarjeta con el es­quema de una molécula deperfume, aseg urando que supróx imo cuento oleria as¡ (p.329).

Los cuentos inspirados enlas Tres Leyes (más tarde re­cop ilados con el titulo Yo. ro­bot. que los ed itores plagiaron .de un libro de Eando Binder)tuvie ron un éxito que proyectó

a Aslmcv en el mercado de la..rev¡..tes: éste fue el período desus cue ntos más famosos .como el célebre " Nightfall"(" Al cae r la noche" . 19-111qu~lIegaría a ser puesto en unpede..tal por generaciones deaficionados . sin que ni Asi·rnov ni nosotros nos explique­mes el porqué. "Nightfall'<leoto rgó un vasto reccnoci­miento. y e l aplau so de algu­nos autores consagrados . acuyo cí rculo se incorporaba.

Es curioso que en todo ellibro . salvo escasisímas ex­cepciones. Asimov no hablede cómo esc ribió sus cuentos .o cuáles fuero n sus fuentes deinspiración: apenas consignacuáles son sus preferidos y losque ha olvidado. Por lo de­más. se limita a asentar

.cuándo comenzó y cuándo ter­minó la redacción . cuándo fueaceptado el cuento . y en quéfecha y por qué impone reciobió e l cheque . Cada tanto hacecomo un pequeño balance desus ganancias . que le permi­tían acariciar la idea de ha­cerse escritor profesional al­gún día . También brinda algu­nas refe rencias a las vicisi tu­des del grupo de los Fu/u­rians, al cual perrereci ó toda'su gene ración de escri tores :por lo general. no dice nadaque no fuera ya conocido.

El Doctor Aslmov

Al publicarse " Nightfall".Asimov tenía veintiún años , yusaba un robusto mostachoque le daba el aspecto de Ore­gory Peck: acotemos que sumás co nocida foto. la queacompañó la edición de Guija­rro en ~I cielo y 0b'3S novelas.lo muestra con un gran pare.

cido a Cary Granr. apenasuno .. a ños má.. tarde .

Mienrra.. eccnbía. Asimovcontinuaha ..u.. e..rudios supe­riores . y por un tiempo pen-éen Heear a cer médico o . en elcaso de no poder ingre..ar auna Escuela de Medicina derespetable nivel. a dentista .Pero algunas desagradable..experiencias con diseccione sde gatos (pá gs . 155·16 111e hi­cieron pensa r que no hab ía na­cido para la medicina . y optópor la química.

La licenciatura en químicano le resultó fáci l. en espec ialpor la antipatía que le tenía elPremio Nobel Harold Urey. ytuvo que esforzarse para lo­grar ser admitido en los cur­sos . En esta épocaesc ribió lashistorias de la Fundación y elImperio . Desmintiendo la ver­sión comente que las hace ins­piradas en Spengler o Toyn­bee. Asimov nos informaquehasta bien avanzada su redac­ción no hab ía leído a Toynbee.de modo que las primeras hís ­rorias sólo se inspiraron enlecturas juveniles de la Deca­dencia y mida de/ Imperio Ro­mano . de Gibbon.

Durante la guerra. Asimovse incorporó a un laboratonomilitar dependiente de la Ma­rina. trabajando en investiga­ció n aplicada. y arreglándose­las como podía para soportarla disciplina militar: en unaoportunidad. redactó un in­forme satirizando deliberada­mente el est ilo burocrá tico delos comunicados navales. y 'hasta logró hacer reír a losofici ales .

Haci a esta época. se casócon Gertrude Blugerrnan y.justo despu és de terminar laSegunda Guerra Mundial . fuemovi lizado. Su actuación más

EL PENou.o 2 I 69

.. •.

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interesante en las fuerzas ar­madas pudo haber sido cuandose lo destin ó al atolón de Bi­kini . donde se ensayaría unabomba atómica. pero a últimomomento fue transferido aotro destino y dado de baja sinhabe r visto siquiera la bomba.

Vuelto a la vida civil . Asl­mov se aprestaba a preparar sutesis doctoral y . algo Iasti­diado por e l est ilo académicode las monografías que se ve íaobligado a leer y redactar "sinque se le permitiera usar todo

70 J El.F'Eto..Lo2

Asimov~ Izquiefdo Brown

el idioma inglés". escri bióuna parodia. que fue publi­cada en Astounding como" Propiedades endocrónícesde la tiotimolina resublí­mada" ( 1948) .

Durante un tiempo temióque esta sátira pudiese perju­dicar su carre ra científica . ypensó que hubiera sido mejorpublicarla co n un seudónimo,pero en vísperas de la defensade su tesis creyó que todo este ­ría olvidado. Sin embargo . alfinal izar e l examen. uno de los

jurados lo interrogó sobre laspropiedades de la " tíoeímo­lina", con lo cual produjo unacarcajada general. y Asimovsupo que ya era Doctor enQu ímica (p . 526). Para elcaso. e l título de la tesis no eramenos treme bundo. pues re­zaba así: " Cinética de la reac­ción de inactivaci ón de la tiro­sinasa durante su catálisis dela oxidación aerób ica delcatecol" .

El doctor Asimov empren­día así su etapa de investiga.

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dor , y por un tiempo 00 escri­biñ a otea cosa que informescientí ficos .

La Indusbia del Ubro

Durante siete años . Asimovvivió la vida de un investiga­do r y docente univers itario;hizo investigación sobre losácidos nuclelcos . y fue invi­tado a ocupar una cátedra debioq uímica. sin haberse jamásespecializado en esta dísci­plina. Pero como resultado.produjo uno de IG!> textos clá­sicos de la materia. La bioqu í­mica .v el metabolismohumano.

Hacia 1958 ya estaba hartode la vida académica y año­raba sus éxitos romo escritorde ciencia ficción . Deseoso deuna mayor popularidad y tam­bién de una mayor libertad deacción , resolvió abandonar lainvestigación científica y laUniversidad para convertirseen escritor profesional; en losEE.UU. es posib le hacerlo. ysi se es capaz de escribir dos­cientos libros se puede' llegar aamasar una fortuna .. .

En una entrevista. Asimovexplicó luego que había des­cubierto que " sus trabajoscientíficos eran respetablespero insignificantes. y se hun­dían en el vasto océano de laciencia sin producir siquierauna ola"; por esa razón deci­dió ponerse a " leer lo que es­crib ían otros científicos y tra­ducirlo al inglés" ; se dedicó ala vulgarización J .

Este aspecto de su produc­ción es quizás uno de los másnotables ; la innegable capaci­dad didáctica de Asimov. supasmosa actualización en casitodos los campos de la cien­cia. su aptitud para procesar

una enorme cantidad de publi­caciones y convertirlas en bre­ves ensayos. y su descom unalproductividad (30 páginas pordía. que a menudo ni siquieracorrige). le perm itieron escri­bir sobre los temas más dispa­res . En la masa de libros queescribió encontramos obrassobre los dinosaurios . el elec­tron o el uso de la regla decálculo. el neurrino. la ecolo­gía . el nitrógeno, la luz, losgases nobles. los planetas ylos cometas. e tc. Pero tambiénhay obras sobre Roma. losgriegos. los eg ipcios. la EdadMedia. sobre Constantinoplay la historia de Francia e Ingla­terra . Escribió sobre el cere­bro humano y los orígenes dela vida . pero también produjouna guía para la lectura de laBiblia. una introducción alteatro de Shakespeare en dosvolúmenes, una edición ano­tada del Don Juan Tenorio ,novelas po liciales y de sus­penso (incluyendo los céle­bres cuentos de l Club de losViudos Negros). Editó enrolo­gias y una ed ición del Paraísoperdido de Milron. y aun pie­zas humorísticas algo subidasde tono . como la que lleva portítulo The Sensuous Dirty OldMan , que podría traducirsepor algo así como El ~'i~jo

verde.A Asimov no le gusta viajar

(¿en qué tiempo ID haría?) . leagradan la televisión y las ro­medias musicales; es un entu­siasta del american way 01lif~ , piensa que el inglés es elidioma más expresivo y ha ne­gado a ant icipar el cuarto cen­tenario de los EE.UU. en unarticulo lleno de optimismo.

En una reciente colecciónde sus ensayos traducida ennuestro medio ." Asimov sejustifica por haber escrito más

de ochocientos trabajos sobrelos temas más dispares:

Tal vez parezca un inescru­puloso derroche de palabras .y et mundo tiene derecho asaber qué motivos puedo ale­gar para justificarme.Bien ...

l . Hacerlo me proporcionaun placer ingenuo. DespuiJde todo, tengo mucho que de­ci r, y guardarlo todo dentrode mí terminaría por cau­sarme lesiones orgánicas .

2. Me pa gan por escribir, ytengo que ganarme la vida .

3 . Estos ensayos son leidosvolun tariamente, de modo queno perjudico a nadie contrasus deseos .

Estas son las tres leyes ro­bót icas de Asimov . un escritorempeñado en emular a una desus más célebres creaciones.la computadora Multivac.Cu mplidos los sesenta años.Asimov conserva toda su exu­berancia. Más allá de toda pe­dantería. y pese a habemos in­fligido el castigo de leer suautob iografía (lo cual según latercera ley enunciada másarriba no es válido) sigue re­sultándonos simpático y esti­mulante . Como dijo refirién­dose a él el astrofísico CarISagan, Asimov másque unes­criroees un recurso natural . ..

I 1" M~RfO'Y Y,., Gr~~,,; n.~Alllho­

bfogmplr.v oi 1_ A$imm'. 19::0­19S4. Doobledlly & Company. NewYork . 1979.

21ft Jov S,ilf F~I,; n.~ All lhobio­graplr.y. oí I JQlJC Asi",..... 1954·1978.Doubleday & Comp.ny. Nc:w yort.,sso.

J Nola en la revista T_ del 7 deju1iode 1967.

.. Isaac Asimov, El priftCipio , etfi n. EdilOrial Sudamericana. BuenosAires, 19TI .

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Perdla peso. ¿Se estariaacercando al centro de

IaTIena?

?Jhome59ff!cBschBAJANDO

nosecENRIQUEBRECCtA

Salsa de tomate, mostaza. condimentos., ma­yonesa. dos clasesde edereeo para ensalada.grasa de tocino, y un limón. Ah sí, doscabete­ras con hielo. En el aparador no había muchomás: tarros y cejes de especias, harina, azúcar,sal. .. ¡y una caja de pasas de uva!

Una caja de pasas de uva vacíaNi siquiera cef é. Ni siquieTa té, que él

odiaba. No había nada en el buzón, fuera deuna cuenta de Underwood's: A menos querecibamos las cuotas atra:sodas de sucuento . .

En el boIsiDo de la chaqueta 1e tintineabancuatro dólares con setenta y cinco centavos,en monedas .. " el botín de la venta de labotella de Chianti que se había prometido noabrir nunca. Escapó a ladesagradable tarea de

venderlos libros, Todos hablan sldo vendidosya. Habla de.paohado la carta • Gr.>ham haciauna semana. Si su hermano pen.sanl enviarlealgo esta ""'- ese algo ya habria lIegodo.

De_ ese" <Jesespe.odo. pensó. Qu"'l lo"""Y.

Podría haber buscado en el TImes. Pero no,era demasiado deprimente . . . acudir a em­pleos de d ncuenta dólares por semana y serrechazado. No es que losculpase: él mismo nose hubiese contratado. Durante años habíasido un saltamontes. Les hormigas le conodanlas ........

Se afeitó sin jabón. y se cepilló bien loszapatos. Se cubrió el sudo sepulcro del torsocon una camisablanca,fresca YaImidonada, Yesoog;6la corbata más lúgubre que habla en la

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percha. Empezó a sentirse excitado y lo ex­presé, caracteñsticamente, rnostnSndose be­lada. estatuariamente tranquilo.

Usó la escalera hasta la plan.. baja y aDrtropezó con la señora Beele, que fingra estarbaniendo el limpio sueJo de la entrada.

-Buenas tardes ... aunque supongo quepara usted será buenos dias, ¿eh?

- Buenas taroes, señor.> Beale.- ¿lJegó su carta?- Aún no.- No falta tanto para elprimero.-3[, tiene razón, señera BeaJe.En la estad6n del subterráneo se detuvo un

momento a pensar: ¿Una ficha o dos? Dos,decidió. Después de todo no tenia més reme­dio que regresar al departamento. Todavíafalta ba mucho para elprimero de mes .

SI Jean Va/jean hubiese tenido cuenta ro­mente nunca habrfa ido a parara lac6rcel.

Consolado ante ese pensamiento, se puso adisfrutar de losanuncios del vagón del su bte­rráneo. Fume. Pruebe. Coma. Done. Vea.Beba. Use. Compre. Pensó en Al lce, la de loshongos: Cómeme.

Al llegar ala calle T_ ta y Cuatro se bajó, ydesde la plataforma entró directamente en latienda de ramos generales de Underwood's.En el primer piso se detuvo en la cigaJTerta acomprar un cartón de dgarriOos.

- ¡JtJ contado o a cuenta?-Acuenl.ii.En tregó la _ de plástico laminado a la

empleeda, La empleada consuIt6 por teléfonoelestado de la cuenta.

la sec:d6n Comestibles estaba en e l quintopiso. Hizola selección con mucho cuidado. Untarro de instantáneo y una lata de cefémolidode un kilo, una lata grande de cecina, sopaenvasada y cajas de panqueques y leche con­densada. Conservas, pasta de maní y mielSeis latas de atún. Luego se dedicó a los pere­cederos: galletitas, un queso de Edam, un fel­san pequeño congelado... hasta un pastel defrutas. Nunca comía tan bien como cuandoandaba sin dinero. S6Io entonces podIa per­mitirse esos lujos .

-Catorce dólares con ochenta y siete.Esta vez. después de consultar la cuenta. la

empleada verificó si el número de la tarjeta

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estaba en la lista de cuentas cerradas o dudo­sas. Disculpándose con una sonrisa, le devol­vi61a_

-Lo siento, pero tenemos que verificar.- Entiendo.La bolsa de comestibles pesaba sus buenos

diez kilos. Con eDa en la mano y con la exqui­\ita naturalidad. de un ladrón que pasa con elbotín por delante de un polida, tomó la esce­k?ra mecánica hasta la Iibreña del piso ocho.La selecd6n de libros fue determinada por elmismo principio que laselecd6n de loscomes­tibles. Primero, los més importantes: dos no­velas vk:torlanas que nunca bebje leido, Feriode vanidades y MiddJemarch, la traducd6n deSeyers del Dante y una antologia en dos voIú.menes de piezas teatralesalemanas que nuncahabra leído y de pocas de las cuales había a rdohablar. Luego los perecederos: una novelaescandalosa que había llegado a la lista debest-sellers con ayuda de la Corte Suprema ydos novelas de misterio.

Empezaba a atolondrarlo tan to desenfreno.Buscó una moneda en el boIsi1lo de lachaqueta

Cara, un troje nuevo; cruz, el Sky Room.Cruz.El 5ky Room, en el pso quince, estabe casi

vado. Habla sólo unas pocas mujeres queconversaban sobre tazas de café y bizcochos.No tuvo dificultadespara conseguir una mesajunto a una ventana. P\di6 de l1ado a la cortodel menú y cu1min6 la cena con expresso ybaklava. Entregó la t:aJjeta a la camarera y ledio una propina de cincuenta cen tavos.

Mientras tomaba e l segundo café, empezó aleer Feria de vanidades. Descubrió, bastantesorprendido, que le sustaba. La camarera re­gresó con la tarjeta y un recibo por la comida.

Como el Sky Room estaba en el último pisode Underwood.'s, 5610 existía una escalera me ­cá nica . .. la que iba hacia abajo. Mientrasbajaba, siguió leyendo Feria de vanidades. Po­día leer en cualquier lado: en los restaurantes,en los subterráneos. hasta caminando por lacalle. Encada descanso caminaba desde e l piede la esca1era mecánica hasta el principio de lasiguiente sin levantar los ojos del libro.Cuando Degase a la secd6n de articuIos rebe­jedes, en el sótano, ya estaría a pocos pasosdel molinete del subterráneo.

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Ibapor el caprtulo VI (en la pAgina 55, paraser exactos) cuando empezó a notar que algoandabamaL

¿Cuónto tarda en llegar al sótano esto mol­dita escalera?

Se detuvo en el siguiente descanso, pero nohabía ninguna señal que indicase en qué pisoestaba. ni puertas por Las que pudiese votver aentrar en la tienda. Dedujo entonces que debíade estar entre dos pisos, y tomó la escaleramecánica y bajó otro tramo sólo para encon­trarse con la misma confusa faltade señales.

Hebra. sin embargo, una fuente de agua, yse Inclinó para tomar un trago.

Debode haber bajadoa un subsuelo. Pero,después de todo , eso no era demasiado pro­bable. Rara vezse propordona escalera meca­nlea a losconserjes o a los encargados de losalmacenes.

Esperó en el descanso, mirando cómo losescalones descend.ian len tamente hada él y, al~r al final del recorrído. se níceleben y de­saparedan. Esperoun buen rato; nadie bajabaen losm6vilesescalones.

Quizó ha cerrado la tienda. Como no teníare loj y como había perdido en gran medida lanoción del tiempo, no lo podía saber. Al finrazonó qu e la novela de Tbeckerey lo habíaabsorbido tanto que sencillamente se habíadetenido en uno de los descansos superiores-en el piso ocho,diga~ para terminar uncapitulo, y habia seguklo leyendo hasta la pé­gina 55 sin darse cuenta de que no bajaba.

Cuando lefa. podia oMdarse de todo lodemás.

Por io tanto, debía estar por encima de laplanta baja. La falta de salidas, aunque des­concertante, podía explicarse por un caprichoen el trazado de lospisos. La falta de señales,como un simple descuido por parte de laadministración.

Metió Feria de vanidades en la bolsa de lascompras y caminó hasta el plano bo rde de laescalera mecénka no sin -c-edmítémoslo-.cierta renuencia. En cada descanso señeebesu avance diciendo un número en voz alta. AlDegar al ocho estaba In" nquilo; al llegar alquince estaba desesperado.

EJdstfa, desde luego. la pos;bilidad de quehubiese en la tienda dos tramos de escaleras

po r cada piso. Teniendo en cuenta esa posíbí ­lidad,contó quince descansos més,

No.Aturdido, Y como queriendo negar la reeh­

dad.de esa escalera aparentemente intermina­ble, continuó bajando. Cuando se detuvo denuevo, en el descanso cuarenta y cinco, tem­blaba. Tenra miedo.

Ap:Jyó la bolsa de las compras en el des­nudo piso de hormigón del descanso y notóque tenia el brazo dolorido de sostener los diezkilosde comestibles y libros. Desech6 1a tenta­dora posibilidad de que "todo era un sueño" ,porque el mundo de los sueños es la realidaddel soñador, y él no podía ceder d ébilmenteante ella, como tampoco podía ceder ante lasrealidades de la vida. Además., no estaba so­ñando; de eso se sentía totalmente seguro.

Se tomó el pulso. Lo tenia un poco ecele­nido: digamos que ochenta por minuto. Bajóotros dos tramos contando los latidos. Casiochenta exactos. Tardaba sólo un minuto enbajar dos tramos,

Podía leer aproximadamente una pAginapo r minu to, un poco menos en una escaleramecánica. Suponiendo qu e hu biese estadouna hora en la escalera mecánica mientrasleía: sesenta mínutos.; dento veinte pisos.Más los cuarenta y siete pisos que ha bía con­lado. Ciento sesenta y siete. El Sky Roomestaba en el quince.

167 · 15 ~ 152.Estaba en el centésimo quincuagésimo se­

gundo subsuelo, Eso era imposible.La reacd6n apropiada ante una situación

imposible era actuar como si se tratase de unhecho común... Como AIida en el País de lasMaravillas. &yo usaría, para .cIver a Under­wood's, el mismo camino que Ieperente­mente) había usado para salirde allí. Subíñe apie dento d ncu enta y dospisos por la deseen­dente escalera mecánica. SI saltaba tres esca­lones por vez y coma, era casi como subir po runa escalera normal. Pero después de habersubido de esta manera el segundo tramo de laescalera mecánica, ya estaba sin aliento.

No había prisa. No se dejaJia dominar por elpánico.

No.R.cog;6Ia bolsa de comestible; y líbrosque

habiadejado en aquel descanso, mientras es-

EL PfNx.Lo 2 I 7S

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peraba para tomar aliento, y subió rápida­mente un tercer y un cua rto tramos. Mientrasdescansaba en el rellano, trató de contar losescalones que había entre los pisos, pero lacuenta difería, dependiendo de si contaba afavor o en contra de la corriente, hacia abajo ohacia arriba. El promedio era aproximada­mente dieciocho escalones, y los escalonesperecían tener una altura de veinte o veinti­cinco centímetros. Cada tramo media, por lotanto, alrededor de cuatro metros de altura.

Había, verticalmente, rnés de medio kiló­metro hasta el primer piso de Underwood's.

Al comenzar el noveno tramo de la escalera,la bolsa de loscomestibles se le rompió por elfondo donde, al deshelarse el faisán, se habíahumedecido el papel. Los comestibles y loslibros cayeron sobre los escalones, rodandoalgunos espontáneamente hasta el primer des ­canso; los otros fueron transportados hasta elltpor los escalones móviles y se ordenaron enun pequeño montón. 5610 se había roto eltarro de conserva.

Apiló los comestibles en un rincón del des ­canso, menos el faisán deshelado a medias; aéste se lo metió en el bolsillo de la chaqueta,previendo que el ascenso iba a durar hastabastante después de la hora de la cena.

El ejercicio ñsíco le hebra embotado las sen­saciones más delicadas .. . para ser precisos,lacapacidad de sentir miedo. Como un corredora campo traviesa, se concentraba en la tareamás inmediata y no hada ningún esfuerzo porcomprender lo que de cualquier manera yahabía decidido era incomprensible. Subió untramo, descansó, subió otro y volvió a deseen­sar. Las subidas eran cada vez más fatigado­ras; los descansos cada vez más largos. Dejóde contar los descansos al llegar al veintiocho,y después ~no tenía idea de cuánto tiempohabía pasado- las piernas se le aflojaron y sedesplomó en el suelo de hormigón del des­canso. Sus pantorrillas eran dolorosos nudosde músculos; los muslos le temblaban irregu­larmente. Trató de arrodillarse y cayó haciaatrás.

A pesar de lareciente cena (suponiendo quefuese reciente), tenía hambre, y devoró todo elfaisán , ahora completa mente deshelado, sinpoder decir si estaba crudo o si había sidoprecocído.

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Asfes sercaníbal, pensó mientras se dormía.

Mientras dormía, soñó que caía a un abismoinsonda ble. Al despertar descubrió que nadahabía cambiado, excepto el dolor sordo de laspiernas. que ahora era punzante.

Sobre su cabeza había una única cinta de luzfluorescente que bajaba, enroscándose, por lacaja de la escalera. El zumbido mecánico eraahora un rugiente Niágara, y la velocidad dedescenso parecía haber aumentado propor­cionalmente.

Fiebre, decidió. Se levantó, muy tieso, ehizo algunos movimientos para aliviar en pa rtelos músculos do loridos.

Al llegara la mitad de l tercer tramo las pier­nas se le aflojaron. Trató de subir otra vez, y lologró. Volvió a desplomarse en el siguientetramo. Tendido en el descanso, donde lo ha­bía depositado la escalera. notó que volvía asentir hambre. También necesitaba tomaragua ... y echarla..

La última necesidad podía satisfacerla fácil­mente y sin falso pudor. También recordó lafuente de la que había bebido el día anterior, yencontró otra tres pisos más abajo.

&jar es tanto mósfócil.Los comestibles quedaban aIlfabajo. Si vol­

vía ahora a buscarlos, anulaba todos los pro­gresos que había hecho al subir. Quizá faltasensólo unos pocos tramos para llegar a la plantabaja de Underwood's, O un centenar. No ha­bíe manera de saberlo.

Como tenía hambre y como estaba cansadoy como el inútil esfuerzo de seguir subiendoinfinitos tramos de escalones era, según susconclusiones, tarea de Sísifo, dio media vuelta,volvió a bajar, cedió.

Al principio se dejó llevar por el suave movi­miento de la escalera mecánica, pero prontoperdió la paciencia. Descubrió que el ejerciciode bajar los escalones saltando tres por vez nolo cansaba tanto como subirlos corriendo. Eraun signo casi alentador. Y, al nadar a favor dela corriente en vez de hacerlo en contra, elavance -si así se lo podía Ilamar- era apre­ciable . En cuestión de minutos estuvo de re­greso junto a los comestibles.

Después de comer la mitad del pastel defrutas y un poco de queso, hizo con la cha­queta una especie de bolsa para los comestí -

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bies, abotonándola y anudando las mangas. Sisostenía el cuello con una mano y el bordeinferior con la otra, podía llevarconsigo todoslosalimentos.

Miró hada arriba.,a la descendente escalera,con una sonrisa despreciativa, porque habíadecidido, con la sabiduría qu e da la derrota ,abandona r esa aventura. SI la escalera de­seaba llevarlo hacia abajo, abajo iría, ver­tiglnosamente.

y abajo fue, abajo, abajo, abajo, atolon­drado, cada vez, al parecer, a más velccded,girando ágilmente sobre Ios.talones al IIegar acada descanso, de modo que apenas se ínte­rrumpía la desenfrenada vekx:idad del des­censo. Gritaba y chillaba Y reía para sentir losecos en los bajos Yestrechos corredores.

Hacia abajo, siempre hacia abajo.Resbaló dos veces en los descansos, y una

vez, al salta r a la escalera, perdió pie y saliólanzado hacia adelante, soltando la bolsa decomestibles y cayendo. las manos extendidaspara protegerse, sobre losescalonesque conn­nuaron descendiendo imperturbables.

Debió de quedar inconsciente, porque des­pe:rtó en el medio de una pila de comestibles,con unamejíllerasguñada y unagudo dolo< decabeza Losescalones le rozaban los pies consuavidad

Conoció entonces el primer momento deterror .. . un a premonición de que no habrafina su descenso. pero esa sensación cediópronto ante un ataque de risa.

- ¡Voya1lnfiemo! -gritó. aunque no pudoahogar con la voz el constante zumbido de laescaJera-. Este es el camino al infierno. Queabandone toda esperanza quien entre aqu(

Ojalá fuese hadael "fiemo. pensó. SI fuemése el caso. su situación tendña sentido. No unsentido del todo ortodoxo, pero un sentido alfin.

La cord ura, sin embargo, estaba tan unida asu carácte r que ni la histe ria nie lhorror podíandominarlo mucho tiempo. Volvió a recoger loscomestibles y descubrió, alMado, que esta vezsólo se había roto el tarro de café instantáneo.Después de pensarlo un momento tambiéndescartó la lata decafé molido. pano el cual nopudo idear ningún uso en las presentes cir­cunstancias. Y no se iba a pennitir, por cor­d ura, ídeer otras circunstancias.

1lI I El.. PExu.o 2

Comenzó un descenso más deliberado.Volvió a concentrarse en Feria de van idades,leyendo mientras bajaba. No se permitía pen­sar en la extensión del abismo en que estabacayendo. y elestímulo de la novela Jo ayudabaa apartar los pensamientos de su propia situa­ción. Al llegar a la ~g1na 235 almorzó (esdecir, comió por segunda vez en el día) con elsobrante del qu eso y el pastel de huta; al llegara la 523 descansó y cenó con las galletitasuntadas en pasta de manl

Quizó tendJ1a que rodonar locomida.SIpudiera ver su absurdo diJema como una

simple lucha por la supervivenda., como otrocapllulo de su propia historia de RobinsonCrusoe, podría Uegar al fondo de ese vórticemecanizado sano y salvo . Pensó con orgulloque mucha gente, en su situación, no se habríaadaptado y habría enloquecido.

Por supuesto, é l bajaba . . .Pero a ún esta ba cuerdo. Había elegido ese

rumbo y ehoea lo seguía.En la caja de la escalera no existl'a la noche,

Yapenas hab¡¡,. sombras. Dormía cuando laspiernas nopodían soportar más su peso y tenialosojos llenos de lágrimas a causa de la Iectwa.Se dunnió y soñó que seguia bajando en laescalera. Se despertó con la mano apoyada enel pasamano de goma que se mccta a la mismavelocidad que los escalones, y descubrió queera eso precisamente lo que estaba suce­diendo .

Como un sonámbulo, habia seguido ba­jando en los escaJones., sumergiéndose cadavez mAs en ese infierno apacible e intermina­ble. dejando atrás el atado de comida y lanovela de Thackera.y que no habra terminadode leer .

Mientras subía tropezando por la escaleracomenzó, por primera vez, a Dorar. Sin la no­vela no le quedaba nada en qu é pensar másque esa, esa ...

¿Cuónto anduve? ¿Cu6nto habré dor­mido?

las piernas. que sólo se le habían cansadoligeramente al bajar, se le fatigaron al subilveinte escalones. El ánimo se le agotó pocodespués.

Dio vuelta otra vez y se dejóanastrar por lacorriente . . . la corriente descendente.

La escalera mecánica perecía andar ahora a

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más velocidad; la pendiente de los es<aIonesparecla más pronunciada. Pero él ya habladejado de confiar en el testimonio de sussentidos,

Quiol estoy loco . . . o enfemoo de hom!><e.Pero losalimentos se me tenian que terminar,tarde o temprano. Esto madun:uó la crisis......... . ,, V"pumtsmO.

Mientras seguíabajando, se ocupó en a nali·zar con mayor profundidad ese medio am­biente , no porque tuviese esperanzas de mejo­rar su condición sino por falta de otras diver­siones. las paredes y los techos eran severos.unifonnes y de un blancodesteñido. Los esca­lones eran de un co&or niquel cceco.jes super­fldes un poco más brillantes. las ranuras másoscuras. ¿Significaba eso que las superfidesestaban pulidas por el uso? ¿O las habñandiseñado asO Las ranuras tenían media pul­goda de ancho y esaban seperedes entre "por una distancia similar. Les superficies seproyectaban ligeramente sobre el borde decada escalón, de manera parecida a los bordesde una máquina de peluquero. Cada YeZ quese detenían en un descanso. su atención sefijaba en la "desaparid6n" ilusoria de losesce­Iones, que se niveJaban con él suelo.

Poco a poco dejó de correr, y hasta decamíner, por las escaleras, contorméndceesimplemente con bajar sobre el escalón ele­gldo hasta el fondo de cada trame Y. en eldescanso, caminar (pie izquierdo. derecho eizquierdo otra vez) hasta la escalera Que lotra nsportarla al piso slgWente. La escalera yallegaba, según sus cálculos, muchos 1Wóme­tras por debajo de la tien<Ia .. . tantos kiI6me­tros que empezó a feJidtarse por la avenÍURIIInvoluntaria, preguntándose si no habña esta­blecido alguna especie de récord. Como elcriminal que reverencia su propia bejeee y sesiente orguUoso de su crimen másvil , que creeúnico.

En los días siguientes, cuando su único ali­mento era el agua de las fue ntes situadas cedediez tramos, pensó con frecuencia en la ro­mída, y se preparó platos imaginarios con loscomestibles Que habla dejado atrás. Sebo­reebe la dulzura ideal de la miel, la _""'tezde la sopa que habl1a de preparar en la Lata de

bizcochos vecíe, y Iomra la peI;cuIade gelatinadel borde del envase abierto de cecina. Cadavez que pensaba en las seis latas de atún. suangustia se \lOMa insufrible, porque no tenia(no tend:!ia ) con qué abrirlas. No besaría conpatearlas. ¿Qué, entonces? Le dio vueltas a lapregunta en la cabeza, como una ardilla quemueve la rueda de La jaula. en vano.

Entonces sucedió algo curioso. Aceleróotravez La velocidad del descenso. Ahora iba másrápido Que la primera vez, ansioso, precipi ­tado, totalmente atolondrado. Los descansossucesivos perecen pasar como los cuadros deuna pelrcula; apenas podra percibir unocuando ya aparecía el siguiente. Una carrerademoniaca, inútil . .. ¿Por qué? Coma. pensó,hada donde hablade¡x,,;tado los oomestibles,qum! porque creía que los habladejado abajoo porque pensaba que estaba subiendo. Deli­raba, sin duda.

Ese estado no duró mucho tiempo. EJcuerpo debilitado no podía mantener esa fre­nética marche, y despert é deldelmaa_y tota1mente agotado. Ahora empezaba otrodelirio más mdona1, una kxura inflamada porla lógica. Tendido en el descanso. frotándoseun músculo del tobillo qu e se le ha bta desga­nado, especuló sobre la naturaleza, e l o rigen yel propósito de la escalera mecánica. Pero elpensamiento razonado no era más útil Que laacd6n inazonada. El ingenio no serve pararesoNer un rompecabezas que no tenía soIu­d6n, un rompecabezas que era su propia la­

zón. B -no la escalera mecarece-, necesi­taba ser explicado.

Quizá su teorla más interesante consistia enla idea de que esa escalera era una especie derueda para hacer ejercido, como las de lasjaulas de las ardillas. de las que, por ser unsistema cerrado, no hebra escapatoria. Esateoría req ue ría algunos cambios menores ensu concepción del universo físico, que siemprele ha bla parecido sumame nte euclid1ano hastaentonces. un universo en el que e ldescenso ena parente lmea recta era, en realidad, descri­biendo una. curva. Estateora lo alentó porquele abña la posibilkiad (al dar una vuelta com­pleta ) de volver otra vez al sitio donde bebíedejado loscomestibles. si no a Underwood's.Quizá. en ese estado de distrac:ci6n. habia pa-

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sado ya varias veces jun to a uno o a los doslugares sin advertirlos.

Había otra teoría añn, acerca de las medidastomadas por el Departamento de Crédito deUnderwood's contra las cuentas morosas . Esoera paranoia pura .

jTeoñas! No necesito teoñas. Debo adap.­tarme a esto.

Protegiéndose la pierna sana, siguió ba ­jando, aunq ue las especulaciones no cesaronin mediatamente. Se volvieron, en tod o caso,más metafísicas . Más vagas. Eventualmente,podía mirar a la escalera como algo real, sinexigir más explicaciones q ue la que ofrecía susimple existencia.

Descubrió que estaba perdiendo peso. Ha­biendo pasado tanto tiempo sin alimentos (porla barba cakulaba q ue había transcurrido másde una semana), sólo podía esperar eso. Aúnasí, había otra posibilidad que no de bía ex­cluir: que se estaba acercando al centro de laTierra donde, según tenía entendido , todas lascosas carecían de peso.

Eso, pensó, es algo que merece cualquieresfuerzo .

Había descubierto una meta. Por otra pa rte,se esta ba mu riendo, un proceso al que noprestaba toda la atención necesaria. Al no que­rer admitir esa eventualida d, y al no ser tantonto como para admitir otra, esquivó el pro­blema simulando tener una esperanza.

Quizó venga alguien a rescatarme, se dijo.Pero su esperanza era tan mecánica como la

escalera en la que bajaba ... y tenía la mismatendencia a hundirse.

Estar despierto o dormido habían dejado deser estados diferentes, de los que pudiese de­cir: "Ahora duermo" o "Ahora estoy des­pierto " . A veces se sorprend ía bajando, y eraincapaz de decidir si había estado donnido odistraído .

Tenía alucinaciones .Una mujer co n sombrero sin alas , cargada

con paquetes de Underwood's. bajó por laescalera hacia él. Los zapatos de taco altogo lpearon en el descanso: dio media vuelta ysiguió hasta el tramo siguiente, sin siquierasaludarlo con la cabeza.

Cada vez con más frecuencia , alde spertar oa l sa lir del estupor, de scubría que en lugar deco rrer hacia la meta se hallaba tendido sobre

un descanso , débil, a turdido y ya sin hambre.Entonces se arrastraba hasta la escalera y sedejaba llevar po r un escalón hasta el fondo,laspiernas y los brazos extendidos y la cabezahacia ade lante, sujetá ndose con las man ospara no resbalar.

En el fondo, pensó, en el fondo ...Sí . . .•cuando /legueallí .

Cuando llegase al fondo -que para élera elcentro de la Tierra-- , no hebre, literalmente,más que una dirección hacia donde ir: arriba.Probablemente hubiese otra escalera mecá­nica para subir, una escalera mecánica ascen­de nte: aunque preferiña un ascensor. Era im­portante creer en un fondo.

Cada vez le costaba más pe nsar, le exigíatanto, y le resultaba tan doloroso comocuando se había puesto a subir las escaleras.Percibía las cosas de una man era borrosa. Nosabía qué era real y qué imaginario. Pensó quecomía y descubrió que se estaba mord iendolas manos.

Pensó que hab ía llegado al fondo . Allíhab íauna sala amplia con un cíelo raso alto. Losletreros señalaba n hac ia otra escalera mecá­nica: Para subir. Pero estaba clausurada conuna cadena y habían puesto un aviso impreso.

"Descompuesta. Por favor, sepa disimularlasmolestias mientras est éen repa ración. Gra­cias. La Administración."

Se ri6 d ébilmen te.Inventó un sistema para abrir las latas de

atún. Deslizaria la lata oblicuamente bajo lassalientes supe rficiesde los escalones , en elsitiodonde se nivelaban con el suelo y desapare­cían. La escalera romperla la lata o la latatrabaría la escalera. Quizá si trababa una de lasescaleras hada que se detuviese toda la ca­de na.

Debería haber pensado en eso antes pero,de todos modos, se sentía conten to con quesimplemente se le hubiese ocurrido.

Podríahabenne librado de esto.Su cuerpo parecía tan liviano ahora. Debía

de habe r bajado dentos de kilómetros . Miles.Volvió otra vez a descende r.Estaba tendido al pie de la escalera, la ca ­

beza descansando sobre el fñc metal de laplancha de la base . Miraba la mano, cuyosdedos se apretaban contra las ranuras de la

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parrilla. Los escalones, uno tras otro, en per­fecto orden, se deslizaban encajando en esasranuras, raspándole las puntas de los dedos,

sacándole de vez en cuando una rebanada decarne.

Esofue 10último que recordó.

Tlub del orl<"PnaI en lngIé!I:~ © 1964by ZlIf-DaYI!IPut*hIngComp;my.TI"<lducl6n deMS.

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La soledad es violenta.y la compañia . . •

Ilustro U MURA

Un promontorio rocoso resguardaba del ven- B nombre , la cama de hierbas. y un a piezaId la bahía y la ancha playa desierta . de género pardo robada a los escerebejos

El agua subía y bajaba apenas. Nubes altas eran sus únicas pertenencias . Quizá podía de­agrisaban el cielo, inmovilizaba n el aire. La cese que el gastado mont6n de huesos quebahía brillaba con un lustre opaco, como yecíe a den metros en el bosque forma ba par­peltre viejo . le de sus posesiones . La fascinaban, y recor-

Dunas bordeaban la playa . perdiéndose en daba vagame nte cierta relación consigo mis­un bosque cercano de oscuros cipreses verdi- roa . En los viejos días. ella tenía brazos y pter­negros. El bosque se afincaba comprimiendo nas cortas y ro llizas, y no había reparadola arci lla con raíces hirsutas. en los pa recidos Iormeles . más bien grot es-

Entre las dunas había ru inas: paredes de COSo Ahora había crecido , y la se mejanza eracrista l lechosas a causa de la brisa salada y la obvia . Cuencas oculares como sus ojos, unaarena . En el centro de estas paredes un ser boca como la suya, dientes, mand íbula , er é­humano se había hecho una ca ma con hiero neo , ho mbros, costillas . piernas . pies . De vezhas y malezas . en cuando se internaba en el bosque y miraba

Su nombre era Mitr. o esr la Uamaban los intrigada , aunque última me nte sus visitas noescarabajos . A falta de otro, habia adoptado habían sido regulares .como nombre esa palabra . Hoy era un d'"lcl lúgubre y gris . Se sentía ebc-

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rnde. Inquieta, y después de pensar un pocodecldlé que tenia ha mbre . Dirigiéndose a lasdunas, coml6 a desgano unas vainas vege ­tales. Quizá no tenía hambre de spués detod o .

Baj6 a la playa , se qued6 mirando a travésde la bahía . Un viento hú medo le azotaba latele pa rda, le desmelenaba el cabello. Quizállovería. Mlr6 ansiosamente al cielo. La lluviala dejaba mojada y triste . Siempre podre refu ­giarse entre las rocas del promontorio , aun­que a veces era mejor estar mojada .

Regresó a lo largo de la playa , a trapó y co­ml6 un pequeño crustáceo. La carne salobrele causó poca satlsfaccl6n . Aparentemente notenía hambreo. Recogió una vara flI.osa y dibu­jó una linea recta en la arena h ürnede : quin­ce , treinta metros de largo . Se detuvo . obser­vó su trabajo con placer. Desandé el camino ,trazan do otra linea paralela a la primera a unamano de distancia .

Un efecto muy Interesante . Urgida po r unentusiasmo repentino, trazó más lineas playaarriba y playa abajo hasta que hu bo creadouna extensa reja de lineas paralelas.

Mir6 su trabajo con satisfacci6n . Trazaresas lineas en la arena lisa era grato e intere­sante . En alguna otra QCasl6n lo harla denuevo , y quizá usarla lineas curvas oentrecruzadas.

Pero por ahora era suficiente . Tír é la vara .La sensacl6n de ham bre que no era hambrela asalt6 de nuevo. Apresó una langosta dearena pero la errcjé sin comerla.

Ech6 a correr velozmente a lo largo de laplaya . Esto era mejor, el relámpago de laspierna s abajo, el aire limpio en los pulmones .Jadeando , se de tuvo. se arroj6 en la arena .

Poco después recobre el aliento, se incor­po ró . Querla correr un poco más. pero sentíacomo una languidez . Hizo una mueca, se sa­cudió , Intranquila. Quizá debía visitar a los es­carabajos de l promon torio ; quizá la criaturavieja y gris llamada TI-Sri-TI le hablarla .

Se puso de pie tentatívemenre y regresópor la playa . El plan no la ccmplecía de veras .Tr-Srí-TI tenía pocas cosas Interesantes quedecir. No respondía preguntas , sino que reci­taba datos interminables relacionados con lacolonia; cuántas larvas se dejeríen madurar,cuántos kilos de huevos de araña se habían

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almacenado. las condiciones de sus man díbu­las , antenas, ojos...

Titubeó, pero al cabo de un momento si­gui6 adelante . Mejor TI-Sri-TI que nadie, me­jor el sonido de una voz que el rugido mo n6 ­ton o del oleaje gris. Y quizá pud iera decirlealgo interesante : a veces su co nversacl6n ibamás allá y entonces Mitr escuchaba con aten­ci6n : "Las montañas están regidas po r lagar­tos salvajes y más allá están los mecenvtktsmercaloide s, qu ienes viven bajo tierra y s610manifiestan su actividad con chimeneas hu ­meantes y escorias minerales. Los escaraba­jos viven a lo largo de la costa y sólo qued auna mltr, junto a la vieja Ciudad de Crista l, laúltima de las mltr."

Ella no había entendido nada , pu es el flujoy los caudales de l tiempo , los conceptos de an- .tes y después, nada significaban para ella . Eluniverso era estático; un día seguía a otro, noen una sucesión , sino como una duplicación .

"Más allá de las montañas - había seguidoTI-Sri-Ti- hay un desierto incesante . luegohielos Incesantes, luego un páramo incesan­te, luego una tierra de fuego turbule nto ,luego las grandes aguas y una vez más latierra de la vida , regida y dom inada por losescarabajos donde cada solsticio es mascad o yextendido un nuevo acre de capa pro­tectora .,; " y luego había seguido una ho ra deexp licaciones sobre la fungicultura de los es ­carabajos.

Mitr caminó a lo largo de la playa . Pasó po rla hermosa reja que había trazad o en la arenacolor damasco , pasó frente a las paredes decrista l, trepó las primeras salientes de rocanegra . Se detuvo , escuchó . ¿ Un sonido?

Titubeó , luego prosigu i6 . Hubo un trepidarde muchas patas. Un largo escaraba jo pa rdoy negro se lan z6 sobre ella, la aplastó contralas rocas. Ella se resistió débilmen te , pero laspat a s de la nteras le inmovilizaron loshombros. le arquea ron la espalda . El escara­bajo ap retó la probóscide contra el cuello deMitr, le pu nzó la piel. Mitr, el cue rpo flap , sequedó mirá ndole los ojos rojos mientr as él be ­bía.

El escarabajo la dejó en libertad . La heridase cerré sola , urticante y dolorosa . El escara­bajo subió trepan do las rocas .

Mitr se quedó sentada una hora . recobran -

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do las fuerzas. La idea de escuchar a Ti-Sri-TIya no le causaba ningún placer.

Regresó aturdida a lo largo de la playa. ycomió un os manojos de algas y un pez pe­queño que había quedado arrapado en uncharco formado por el oleaje .

Se acercó a la orilla del mar y miró hacia elhorizonte . más allá del promontorio . Querlagritar , aullar; a lgo parecido al impu lso que lahabía ind tado a correr a toda velocidad por laplaya .

Elevó la voz, emitió una nota liuga y musi­cal. Brisas templadas parecieron ahogar el so­nido . Se volvió desalentada .

Regresó por la costa hasta el manantial deagua du lce . Aquí bebió y comió algunas delas bay as que crecían en arbustos malolient es .

Se end erezó. a lzó la cabeza .Un sonido vas to y agudo llenaba el cielo ,

parecía formar pa rte de l aire .Se quedó rigida , luego movió el cuello . es­

cudri ñando las nubes . preparando las piernaspara hu ir .

Un pez largo y negro bajó del cielo. re­soplando bocanadas de fuego .

Aterrede. Mifr se ocult é entre las bayas.Las zarzas le hirieron las piernas. la despabi la­ron . Escapó hacia el bosque . se agazapó bajoel tronco inclinado de un ciprés.

El pez del cielo bajó co n asombrosa celeri­dad , enfiló hacia la playa , se posó con uneructo tranquilo y un suspiro .

Mitr observeca con petrificada fascinación .Nunca ha"ía vis!o nada semejante . nunca ca­minaría de nuevo po r la playa sin escrutar elcielo .

El pez del cielo se abrió. EDo vio el briIIo deJmetal. eJ vidrio . Del interior saharon tres seres .Mitr adelantó la cabeza marallil1ada. Eran pare­cidos a eRa. pero grandes. rojos. corpulentos .Extraños . formidables. Hacían mucho ruido .pues hablaban -con voces roncas y toscas .

Uno de ellos vio las parede s de cristal. ypor un tiem po examinaron las ruinas congran interés .

El escarabajo pardo y negro que le hab~bebido la sangre eligió ese momento para ba­jar por las rocas a la playa . Uno de los recénllegados soltó un hola estridente y el escaraba­jo, desconcertado y receloso, trep6 de nuevohacia las rocas . El extr año e mpu ñaba una co-

sa brillan te . La cosa escupió una lanza defuego y el escarabajo estalló en mil fragmen­los incandescentes.

l os tres gritaron con voces estentóreas.riendo. y Mitrse acuclilló bajo el tronco del ár ­bol, empequeñecéndose todo lo posible .

Uno de los extraños reparó en las líneasque ella había trazado en la playa . Llam ó asus compañeros y ellos observaron con sumaate nción , estudiando con extremo interés lashuella s de los pies de Mitr . Uno hizo un co­mentario que provocó las risotadas de Jos de­más . Luego todos se volvieron y registraronlas playa de punta a punta .

Estaban buscándola . pensó Mítr. Se agaza­pó tanto bajo el tro nco que la corteza le ma ­gulló las carnes.

Los extraños pronto perdier on interés yregresaron al pez de l cielo . Uno de ellosextrajo un tubo largo y negro . que llevó hastael borde de la rompiente y arrojó al agua plo­miza . El tubo se end ureció , palpitó , hizo soní­dos de succión .

El pez del cielo es tebe sediento y bebte através de la probóscide . pensó Mitr .

l os tres extraños ahora caminaban a lo lar­go de la playa hacia el manantial de agu a dul­ce . Mitr los miró ace rcarse con aprensión .¿ Estaba n siguiéndole las huellas? Le sudaronlas manos . le cosquilleó la piel.

Pararon en la orilla del manantia l, be­bieron , a pocos pasos de distancia . Mitr podíaverlos con claridad . Tenian cabello cobrizo ybrillante y pequeñas matas de pelo alrededorde la boca . Se cubrían el pecho con caparazo­nes rojos, las piernas con paños grises. lospies con fundas de metal. Se parecían muchoa ella . pero había ciertas diferencias. Eranmás grandes. más recios, y más ené rgicos .Además eran crueles; habían calcinado al es ­carabajo pardo y negro . Mitr los observó fas­cinada . ¿De dónde venten? ¿ Había otros co­mo ellos , como ella , en el cie lo?

Ca mbió de posición ; el follaje crujió . Cos­c ctll eos de excitación y miedo le recorrieronla espalda . ¿La habían oído? Atisbó, prepara­da para escapar . No. est aban mirando playaabajo hacia el pez del cielo .

Mitr salió de abajo del tronco, se quedó ob­servand o desde el follaje. Obcementeles im­portaba poc o que otro como ellos viviera en

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las cercentes. Se enfureció. Ahora queria re­gañarlos, y ordenarles que se largaran de laplaya .

Se contuvo . Seria una tontería mostrarse .No les costaría nada arroj arle una lanza defuego para quemarla como al escarabajo. Encualquier caso eran hoscos y brutales. Criatu­ras extrañas .

Avanzó sigilosamente por el bosque. pa­san do de un tronco a otro , echándose de bru­ces cuando era necesario hasta que pudoacercarse al pez de l cielo todo lo posible sinque la vieran .

Los extraños estaban de pie alrededor de labase de l monstruo, y no parecían disp uestosa explorar más .

E! tubo se aflojó dentro de l agua . lo guar ­daron de nuevo dentro del pez de l cielo . ¿Esosignificaba que estaban por partir? Bien . Notenían de recho a esa playa . Habían cometidoun ultraje , aterrizando con tanta arrogancia,matándole un escarabajo. Casi se adelantópara reprocbérselos : luego recordó que erantoscos , duros y crueles y se contuvo con uncosq uilleo en la píel.

Quédate quieta. Pronto se irán, y te deja-rán en posesión de tu playa .

Se movió con desasosiego .Energúmenos rojos.No te muevas o te verá n. ¿ Y entonces? Se

estre meció .Estaban hac iendo preparativos para partir.

A Mitr se le hizo un nudo en la garganta . Ha­bían visto sus huellas y no se habían molesta­do en investigar . Pudieron haberla encontra­do con tanta facilldad, ella se había escondidocasi a la vista de ellos . Y ahora estaba máscerca que nunca .

Si avanzaba sólo un paso la verían .

Con una comezón en la piel, se alejÓ ape­nas de l tronco . Sólo un paso. Luego retroce­dió de un brinco , el corazón pa lpitan te .

¿La hablan visto? Con un súbito escozor demiedo esperó que no . ¿ Qué harien?

Se aso mó cautelosamente . Uno de losextraños estaba mirando con aire pe rplejo ,como si hubiera atisbado un movimiento.Ahora no la vela . De pron to sus miradas secruzaron .

Lo oyó gritar y ec hó a correr por el bosque.El la persiguió. y detrás de él vinieron losotros dos, aplastando las malezas.

La abandonaron. magullada y sangran te,en un banco de helec hos , y regresaron por elbosque hacia la playa , riendo y hablan do consus vozarrones roncos .

Ella se qued ó inmóvil un rato.Las voces se alejaro n . Mitr se levantó , tras­

tabilló. los siguió cojeando.Un fogonazo alumbró el cielo .A través de los árboles vio al pez del cielo

subir con un estruendo. cada vez más alto .Desapareció entre las nubes.

Luego hubo silencio e n la playa , sólo elmurmullo incesante de l oleaje .

Regresó hasta la orilla del mar, donde esta­ba subiendo la marea . El atardecer agrisabalas' nubes.

Miró muc hos minutos elcielo, escucha ndo.Ningún sonido . El viento hú medo le sopla ­

ba en la cara , desgreñé ndole el cabello.Suspiró. regresó hacia las ruinosas paredes

de cristal con lágrimas en las mejillas .La marea estaba cubrie ndo la reja de líneas

rectas que ella habla trazado en la are na contanto cuidado. En pocos minutos habría desa­parecido por co mpleto.

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Slephen King empezó a publicar en 1967. CUiIDdo tenia veinte años. ydesde entonces ha acumulado varioS millones de palabras Y de dDlares,corwútiéndose en W!O de los talOS fenómenos literarios del momentD.Elvio Gandol{o recorre los dioersoe aspectos de la obra de este hábilfabricante de best-sellers que sin embargo empieza a mostrarse comonovelista de tslemo.

E~Eo

UN

Dalosddfenómeno

Con sólo 32 años de edad,slcphen King lleva escritasseis novelas y un libro decuentos, a razón de un títulopor año desde 1975. Todospertenecen al gé nero terroI'Í­neo o sobrenatural y tienenunpromedio de 450 páginas , quevan desde las escasas 300 deCasrie hasta las casi 1.000 deÚJ dmu.a de la mJlLn~. TodosYcada uno de: ellos han figu­rado durante semanas • la ea­beza de las listas de best ­sellen en Estados Unidos. En

un movimiento clásico dentrode ese círculo de difusión, al·gunas de sus obras han sidollevadas al cine o la pantallatelevisiva (ver recuadro).

Esos da tos llevan a una se­rie de pregu ntas: ¿Qué lugarocupa King dentro del géneroterrorifico1¿Esun merofabri­cante de best-se llers en serie opueden descubrirse en él ras­gos de auténtico escritor?¿Cuáles son las razones de suéxito? Basados en la Iectwa demás de 3.000 páginas de: suobra. trataremos de contestaro al menos dar un principio de~.esosinterroganles.

Bterrorydbest-seüerísrno

A primenl vista . poe- la te­mática y. en cierto modo, porel esti lo. podríamosasociar laobra de King con la de un am­plio gru po de escritores quehan empleado el terror parallegar a picos de ventay rápidafilmación , aunque con carac­teres d ist intivos . Carrie, porejemplo . recue rda. incluso ensu extensión, a las novelas deIra Levln (El IwM tk Rose­mary. Las C'OIItknodm tkSlepJord. LtU lliñoJ tkl Bra­Ji/} . Algunos pasajes de La

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danza de la mu~rt~ se relacio­nan co n las obras de MichaelCricbton (La amena;:tJ de An ­dr ámeda. El hombre termi­nal).

El tamaño mismo de sus no­velas es otro elemento queliga a King con el fenómenodel best-sellensmo. Este tenó­meno. poco estudiado hastaahora, y que se difere ncia porsu magnitud del fenómeno delos géneros clásicos (policial .cienc ia ficc ión. horror), se ca­racteriza . ante lodo . por unaproducción desprovista depersonalidades definidas.pero abarca autores que rom­pen e l monolitismo que podríaatribuírsele en una aproxima­ción crit ica apresurada (bastecitar las obras de NormanMailer o Kun v onnegut. Jr. .entre otros) . El predominio deesta forma de ficción ha lle­gado a ser tan importan te den­tro de l mundo ed itorial , que hamodificado por completo las

. pautas no sólo de producción yco nsumo sino también de dis­tribució n, publ icidad yexhibi­c ión. Entre sus rasgos secuenta. justamente, cierta es­tandarización de l tamaño: enlos gra ndes tirajes , por lo ge­neral " rinden" más los volú­menes que superan las J(X) pá­ginas, que a su vez brindan allector por lo que ha pagadouna sensac ión más sólida derecibir una buena extensión enla cual zambullirse .

King ha respetado meticu­losamente esa tendencia al ta­maño kilométrico incluso acosta del padding o relleno. Aparti r de Carrie todos sus li­bros superan las 400 páginas.El límite impuesto por el mer­cado a la extensión máxima esvisible en e l hecho de que a La

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danza de la mu~rt~ se le cona­ron unas lOO.<XXJ palabras.Las lXX) pági nas parecen el lí­mite en ese sentido. salvo quese trate de una saga de volú­menes orgánicos, con princi­pio y fin. Ya El señor de [0$anillos de Tolkien demoróunos cuantos años en llegar asu difusión máx ima. y Enbusca del tiempo perdido seriaconside rada en nuestra épocacomo una obra netame nte an­ticomercial (y lo es , pero pormotivos distintos a la ex ten­sión) .

Lo que diferencia a King delos autores que citamos. esque ha absorbido desde la in­fanc ia materia les de la ro­mente popular del terror, loso brenatural y la ciencia fic·ci ón, y una especial sensibili­dad para la descripción de amobientes y personajes. queaflora de vez en cuando y so­bre la que insistiremos másade lante . Se adviene en él uninterés menos mecánico y sis­temático por lo que escribeque el de otros autores. Si granparte de su obra está pensadaen imágenes, esas imágenes seexpresan vividamente. no co nla frialdad desprovista de es­tilo de un guión cinematográ­fico, como ocurre. por ejem­plo . en obrasde Ira Levin.

Para precisar más esto, a­gregaremos que su modo deencarar el horror se diferenciapor completo del de maestroscomo Poe , Lovecrañ. Mache no Blackwood, y se relacionamás bien con los cue ntos CS4

critos por Brad bury en el prin­cipio de su carrera, o con laobra de Roben Bloch y Ri­chard Matbeson. Es un tipo dehorrorque mezcla lo cotidianocon lo extraño, pero desde '

afuera. no como una obsesi ónind ividual. necesaria . Podriadecirse que los menc ionadosen primer lugar mcu~ntran elhorror, sin poder evitarlo. Losautores del seg undo grupo . ysobre todo Stephen King, lobuscan co nsc ientemente , y loada ptan , por lo general. a re­glas de mercado , ya sea de re­vistas o series (un canal im­portante de este tipo de mate­rial ha sido durante años la su­cesión de libro s y episodio ste lev isivos presen tada bajo elnombre de Alfred Hitchcock).

Técnicasde impacto

King ha reconocido en másde una ocasión su deuda conlas películ as de terror de claseC que vio en la adolescencia, ysobre todo co n los "comlcsEC" , una de las épocas másbrill antes de la historieta nor­teamericana, que durante losaños '50, Y bajo la direcciónde WilJiam C. Gaíoes, llegó alímites ' insospechados en e lmanejo de un nuevo tipo deterror para ser barrida final­mente por la censura.

Kin g maneja a la perfecciónlas técn icas de batalla de lanarración profesional . Abun­dan las intrus iones directas delautor dentro del rela to paraaplicar frases que anuncian lovenidero y que contribuyen amantene r enganchado al lec­tor: " Así fue como empezótodo " , " A é l. a Georg e y aFrieda, les quedaban menosde dos horas de vida" .

En el aspecto de la intensi­dad, King no se anda con vuel·tas oEs sintom átíco que en Ca­rrie, su primera nove la, arran ­que ya co n un par de baldes desangre de ce rdo. Acude no al

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cross a la mandíbula, como re­ce taba Arll, sino al cross alestómago . Se mejan te en esesentido a toda una corrientede l cine norteamericano de losúlt imos años , tiay en él un re­godeo en la descripción de laviolencia, de un cuerpo ha­ciéndose pedazos , de los soni­dos y las imágenes de la san­gre desparramándose o flu­yendo, y sob re todo de los aro­mas de la corrupción. En eserenglón, King parece contarco n un verdade ro fichero delos olores posi bles de lamuerte orgá nica .

La apelación a lo morboso,a la morosidad descriptiva delo repu lsivo (un eq uivalente Ii ·terario de la cá mara lenta dePeckinpah y numerosos direc­tores del cine policial o de lnuevo wt'J"tt'rn) , tiene que vercon el encare exterior, cons­ciente del terror, a que ya alu­di mos. Como el mismo Kingreconoce en su prefacio a larecopilac ión de sus cue ntos:"En cierto sentido la dehca­deza, la ausencia de melo­drama, e l tono apagado y estu­diado de racionalidad que im­pregna un cuento como ' Elvelo negro de l clérigo' (deHaawthome), son aún más so­brecogedores que las JllOf1S'­

truosidades batJaCias de Leve-

cra fto el auto de fede ' El pozoy el péndulo' de Poe" .

Lejos de seguir esa ro­mente de con tención, Kingacorrala al lector pegándole enel plex o del terror hasta que loentumece, quitándole capaci­dad de reacción . A partir deese momen to se siente una es­pecie de empacho , que quitaplenitud a los golpes posterio­res, y lo que quiere ser aterro­rizan te resulta hilarante o in­verosímil. Cuesta creer, porejemplo, que un simple palo­mo se dedique a picarle encar­nizadamente un tob illo al pro­tagonista del cuento " La co ronisa" ; y en La danza de lamuerte, más de una exagera­c ión dentro de lo que podría­mos llamar pornografía de lamuerte o la violenc ia. provo­can una risa nerviosa, lamisma que recorre a un cine

cuando una escena de imen­ción terro rífica o dramática sepasa de revoluciones y cae enlo grotesco impremeditado.

En e l alargue de lo angus­tioso. del enc ierro en lo aterro­rtzante, King llega a un verda­dero virtuosismo en El res­plandor, donde consigue queun tema de cuento rinda cas i600 páginas . Pero se trata deuna hazañ a técn ica , no litera­ria , donde predomina el arte­sano hábil sob re e l creador.Mucho más interesante resultala contención que le da peso asu última novela publ icada encastellano. La zona mu erta.Au nque incluso aquí, la minu­ciosa descripción del suicid iode un violador y asesino. oon­centrada en lo desagradable ,provoca un estremecimientomás visceral , de asco, que au­téntico impacto a un nivel máshondo: emotivo , metafísico ocerebral .

Técnicasliterarias

En el aspecto literario.King emplea un est ilo directo ,casi periodíst ico . Carril' estáarmada co mo el montaje deuna serie de testimonios objeti­vos o fragmentos de libros en­sayisticos posteriores a los he­chos narrados, que se interca-

S1EPHEN KlNG SEGUN STEPHEN K1NG

"Me llamo Stephen King.Soy complacido. A esta altura de en una linda casa a orillas deun hombre adulto, con es- la Vida parezco estar baso un lago de Maine relativa­posa y tres hiíOs. Los amo y tante sano. Durante el último mente libre de contamina­creo que este sentimiento es año he podido cambiar los ción. El otoño pasado mecorresocodído . Soy escritor c igarrillos sin filtro que Iu- desperté una mañana y vi uny mi oficio me gusta mucho. maba desde los dieciocho ciervo en el jardín que seMis ficciones ----Catrie, La años lJ()f otra marca con un abre detrás de la casa. ~Iohora del vampiro e lnsOIitO baíO contenido de nicotina y a la mesa para picnics. Es8SpIendcx- han tenido tanto alquitrán, y todavía alimento una buena vida."éxito que me penniten dedi- la esperanza de podef li·carme excicsívarrenre a es- brarme lJ()f completo de este Del Prelacio a Elumbralde lacribir, de lo cual estoy muy hábito. Mlfamitiayyovivmos noche

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lan co n la acción directa. LIhora del vampiro es una de lasnovelas de Ouir más sere no ensu primera mitad. aunque lue­go se desbarranque al efectis­mo y ellugar com ún encuantoel tema de los vampiros se im­pone (volveremos sobre estomás adelante). L , I.I,m:tl de ItImurrtr recuerde en su estruc­tura . numerosas novelí zecio­nes o repo rtajes " de la vidareal" . difund idos por la re­vi...la Selecciones del Reader :s!Ji.J:t' ,H, se sigue n los destinosintercalados de numerosos in­d ividuos o f! rupos pequeños a­fcctudos por un fenómeno ma­yo r (e n este caso una epidemiadevastadora). par.a interrela­cionarlos fina lmente. El res­ptandor es el texto que más seapart a de esta característica di­rect a . Abunda en la descrip­c ión de pensamientos . vueltashacia atrás en el tiempo. recur­sos que se entremezclan de­sordenedamen te con las exi­gencias de la escritura prote­sjonal: así , porejemplo,la vozde l autor necesita irrumpir enla corriente de imágenes de laconciencia del niño protago­nista para ac laramos que ésteno Puede leer las palabras queaparecen en e lla .

King suele pisar en falsoc uando aspira ob viamente a loque . desde un punto de vistainsertado en la pap illa estilís­tica requerida para un best­seller, se co nsidera " litera­rio" o "filosófico" . Es allícua ndo su habilidad para lamet áfora contundente se vuel­ve manieri sta y, en medio deun estilo directo y comunica­tivo que describe a una mujerpreparando algo de comer sevuelve poético y culto y oosdice: " Las curvas de su

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cue rpo eran heroicas. rabe fai­síanas . Contemplar sus mov i­mientos frente a los ocho que ­madores de su coc ina elécmcaera co mo ver el incesante mo­vimie nro de la marea o las vi­ci situdes migratorias de la...dunas" : o cuando cae en lafilosofía barata y compara a uncirujano fria y mecánico con" Ios astronautas rusos quediero n la vuel ta a la Tierra y novieron a Dios" .

En ca mbio es destacable sucontundencia para la metáforasimple y expresiva . por lo se­neral relac ionada co n elemen­tos muy concretos. Para des­cribir la sere na vida en co múnde una pareja madura, o unasensación de desconcierto.precisa: " la habitaci ón de Evaera tibia y segura , y por fin sequedaron do rmidos. juntosco mo c ucharas en el cajón delos cubiertos", "Jess reac­c ionó como si sus faccioneshubieran estado sostenidas poruna multitud de tornillos invi­sibles y todos se hubieran afio­jada repentinamente una vcet­ta y media" .

La misma capacidad se ad­vierte, por momentos, e n elmanejo de la ironía. En LAdanm de la meene una negrale co rta la cabeza a una ga ­ll ina: " La gallina decapitadacorrió hac ia el palio anteriorde los Richardson, manandosangre y aleteand o. Despuésde un rato se enteró de queestaba muerta y se dejó caerdecorosamente . Las ga llinaseluecas y los demócratas deNueva York, ay Señor, ay Se­ñor" . En La hora del vamp í­ro un personaje entra a un cu­bículo donde duerme toda unafamil ia de vampiros, conoci­dos suyos , y ~1R a una ex -

traña invocación: "Qué CS4

ce na de fam ilia - pensó ab­surda mente Jimmie- . Rea.der :J Digt'SI, ¡,dónde estáscua ndo moL.. falta haces'!"

Otro aspecto en e l que Kingse ha vuelto más sutil es en elcondimenlo " de actualidad" ,más mat izado y agudo que ensus primeras obras. Abundanlas referencias políticas. losdi sparos a blancos como la ad­ministración Nixon o la guerrade Vietnam. a veces háb il­mente mezclados co n los ele­me ntos de la nove la. En Lazona mut'rftJ el protagonistadeja a su nov ia indiges tadaco n una salchicha en su dopar­tamc nto. y cuando el co nduc­tor de un tax i se pregunta porlas razones por las que la jU4

ve ntud es como cs . reflexiona:" Bueno, han comido una sal­chicha en mal estado, que sellama Vietnam y les produjobotulismo. Se las vendió unfu lano que se llamaba LyndonJoh nson. Entonces recurrie­ron a este 0Ir0 tipo , sabe, Yledijeron: 'Jesús, señor. estoymuy enrerroo". y este otrotipo, que se llamaba Ni~on.

les contestó: ' Yo sé cómo secura eso . Coman unas cuantassalchicas más ' . Y esto es loque le sucede a la juventudnorteamericana" .

Otro elemento positivo essu capacidad de co municarenpocos trazas y co n gran preci­sión un ambiente determina­do . Una muestra de ello es las intética descripción de Sa­lem's Loe, el pueblito aisladode La hora del vampiro: "Es­taba ba.stan te libre de turista..s .No tenía una buena canelera,ni vista al mar (para lenertahabía que seguir unos ocho ki­lómetros más hacia el Oeste)

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SlEPIiEN KlNG EN CASTEllANO

Actualmente toc a la obra de biada la tapa de Insó/;ro es­Stephen King, con excepción plendor, en un principio abs­de la última novela (Firestar- trecta. por una lotog rafia delter), aún no traducida. ci rcula film, y la novela ha pasado aba jo el seno de Editorial Po- llamarse El resplandor. $inma,re Sólo la primera echción embargo . las portadillas inte­de Carne fue publicada al rores siguen llevando e1litulOprinci pio por OIrQ seso. Javier original en castellano. lo queVerga ra causa Cierta desorientación

Carne fue traducida por en el lectorGregario viestenca. y es de ta-mentar que Pomaire no haya BIBUQGRAFIAretraducido esta obra. ya que • Carrie (Carrie. 1974). Ira­la versión al castella no es des- ducción de Gregario Vlaste­prolija y poco precisa Cuesta lika. Javier verqa-a. Buenosimaginar. por ejemp lo. un au- Aires. 1976: 327 págs. Poste­torovaCtevroiet con un bur - normente reeditada por Po­bu jeante colector de escape " marre(p. 10-1): en otros casos la tra- • La hora del vampiro (Sa­cuecen bterat cambia el sen- tern's Lot. 1975). Traduccióntido de lo escrito. como de Marta 1. Gustavino. Editorialcuando se denomina "revis- Pomaire. Barcelona. 1976:tita" a una Iittle review. que en 5~ págs.Estados Unidos es sinónimo - El umbral de la noche (Nightde revista literaria o urwersüa- Shllt. 1978). Traducción dena. y no de revista pequeña. Eduardo Goligorsky. Editorialen el sentido gráfico o de ca- Pomaire. Barcelona. 1979:lidad 426 págs.

Para el resto de las novelas. • Insó/;ro esplendor o El res­se reparten las traducciones plandor (The Shining. 1977)Marta 1. Gustavino y Eduardo Traducción de Marta l. Gusta­GoIigorsky. con resultados vino. Editorial Pomaire. Barce­más pare jos en general que la lona. 1978: 599 págs.traducción de Carrie. sobre - La danza de la muerte (Thetodo en el caso de GoIigorsky. Stand. 1978). Traducción dedonde se impone su veterama Eduardo GoIigorsky. Ed itorialen el oficio. Pomaire. Barcelona. 1979:

La pertenencia de la obra 908 pág s. en dos volúmenes.de King a la circulación de los • La zona muerta (The Oeadbest-señers y sus técnicas de Zene). Traducción de Eduar­venta. sobre todo en relación do Goligorsky. Editorial Po­al cine, ha impuesto cambios maire. 1980: 491 págs .que pueden confundir. Asi. - Firestarter. 1980. Aún sint ra­por ejemplo, ha sido cam- ouccíon al castellano.

ni lugares históricos de inte­res. Además . la taberna localestaba plagada de cucarachas ,y la única prostituta era unaahuc ia de cincuenta años " .

Pero lodo esto es arrasadouna y otra vez por verdaderosaluviones de violencia. san­gre . desgrac ias y enfermeda­des descriptas con fruiciOn(va lga romo ejemplo e l cuento" La mujer de la habnacién' ",frulo de esa obsesión ameri­ca na que es e l cáncer . y encuyo extremo intelectual esta­ría e l reciente libro de SusanSonrag sobre el lema ); en po­cas palabras: lo que hace quesus libros SC".m best-sellers .

Uteratura vs.bestsellerismo

Si Srepbcn King se limitaraa producir novelas meramen tesen sacionalistas y relativa­mente bien escritas . sin rasgosdis tintivos. que sólo buscaranel impacto . sería un autor sinincóg nitas . Pero incrustadosen medio de sus ternas sobre­nat ura les. conscientes . pensa­dos para atrae r la máxima can­tidad de lectores sin detenerseante ningún recu rso. hay tro­l os enteros que hacen sospe­char la existenc ia de un aur én­neo escritor .

P..wddOjicamcnte. todos esosfragmentos . a veces de variasp áginas, verdaderos retaresdentro del relato mayor . so nlos más naturañsras . descrip ­ti vos y serenos. Por eje m­plo . el capítulo 10 de La horadl"/ vampiro. una aguda visióngeneral de l puebl ito donde:transcurre la acción . que seconecta con toda una comentede la l iteratura oorteamericanacentrada en los arnberaes ru­rales (Shcrwood Ander.ion.

Edgar Lee Masters y otros): oel ca pítulo 6 de La danza J~ ItImu~rr~ , una tranquila con ver­sación entre una muchacha ysu padre. donde ambos pare.ce n respirar como seres reales ,fuera de los acartonamic:nlosexi gidos por lo comercial. In-

c1uso ruando se tra ta de la vio­lenc ia . es mucho más conv in­cente el vigor con que se des­pliegan las co rrerías reales de:Poke y Lloyd, dos rufianes de:poca monta hundidos en lapsicopatía. con un vuelo dignodel cine cómico mudo (capítu-

EL. Puo.ul1 I 'u

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SRPHEN K1NG EN lA PANTAllA. GRANDE Y CHICA

Dos novelas de King fueronllevadas al ene La primera ,Canie. por Brian de Palma.en1976. t.asequoda. Elresplan­dar. por Stanley Kutmck , en1980, Carne fue subtitulada.en su distribución en caste­llano. como Extraño presenti­miento. En su transcurso re­p ite el tonoplagado de erec-'terree de la novela. a vecesvariando la ap licación de rosmismos , su número o su al­cance (hay un balde de san­g re Que cae sobre la nrota­comsta.en vez de los dos dellib ro: la destrucción sóloaba rca el salón de ba ile. unautomóvil y una casa. en vezdel pueblo entero: el final re­cu rre a un pa r de vueltas detuer ca vacas: la muerte deCarne es totalmen te cisnnt a.y me nos t:9grad a en lo erno­cional). El elemento másdestacable es la actuaciónde Sissy Spacee en el papelprotagónico. La artesaníabarroca de De Palma. Qued IOsus mejores frutos en unode sus primeros filmes (Unfantasma en el paraiso) lograalgunas esc enas soc eren­les. pero no log ra unificar lapel ícula en un todo , Comodato curioso puede citarse elcorto papel asignado a John

lo 12 de La danza d, lamuute) que cualquier exage­ración posterior.

Esa contradicc ión es la queimpide que la obra .ce Kingllegue a ocupar por derechopropio un sitio dentro de labuena literatura norteameri­cana co ntemporánea. El pro­blema ha sido advert ido, enupa especie de critica indi­recta . por John MacDonald,en el prólogo a El umbral d, lanoche , el libro que recopila loscuentos del autor. En el mis­mo afirma: " Stephen King nose circu nscribirá al género queactualmente tanto le interesa.

'll! I EL Fbo.Lo2

Iravona. tota lmente cnsuntoa los Que le dieran amplia (yb reve) fama posterior,

El resDlandar aún no ha lle­gado a las pa ntallas recta­tenses Todos los datos pa ­recen apuntalar la pos ibili­dad de un filme de terror he­cho a landa. con la part icularminucia Que ha ca racteri­zad o Siempre a Kub rick ensus proyect os,Si se tiene encuenta la densidad de la no­veta. y a pesar ,de algunoscambos (Kubnck eliminó.po r ejemplo. todo 10 referidoa los arbus tos en forma deanimales del jardín del hotel.que cobran vida siniestra­mente en diversos tramosdel libro). es de esperar unaexperiencia luera de lo ea­mun dentro del género, Losprotagonistas son Jack Ni­croison y Sneney Duveu

En cuanto a la pantalla le-

Uno de los cuentos más llama­tivos e impresionantes de estelibro es 'El último peldaño dela escalera ' . Una joya . Sin unsusurro ni un hálito de otrosmundos" .

Se trata. en verdad . de uncuento fluido y lírico . donde latristeza y la presencia de lamuerte se comunican con ma­yor sencillez y profunóidadqueen la mayoría de sus nove­las . Incluso cuando el cuentoentra dentro del género poli­cia l ( " La comisa" ) o lo si­nies tro que se expl ica sin rom­per los límites de la realKIadcotidiana e'Basta S.A.·· , que

ievisiva. su segunda novela.La hora del vampiro,fueadaptada y filmada entre1979 Y. 1980, dingida porroce Hooper (autor de unclás ico menor del género: Te­xas Chainsa w MassacreJ yprod ucida por Stirling Siflip­hant, con guión de Paul f...tl>nash. Fue filmada en Califor·nia del sur con un elencoQueincluía a David Soul, JamesMasan, Marie Windsor yElisha Cook. los resultadosno parecen haber sido nota­bles. sobre todo debido al" rebaje" Que se hizo de rrúfti­pies escenas de la novela.para adaptarla al pcbrcctelevisivo

Entre los proyectos aún noconcretados. King trabaja enun guión inédi to Que tienecomo lema una estación ra­d ial automática embrujada. yotro sobre su cuento "Los nI­ños del maíz" . George Ro­mero compró los derechosdel c uento "I he Crete". norecog ido en valumen. paraun IiIm. Y Milton Subotsky porúmrro. un vete rano del horrorclás ico. ha comprado los de­rechos de seis de los cuen­tos de El umbral de la noche.para armar con ellos dosfilms en eotscoos.

describe una compañía quecombate el vicio de fumar me­diante t ácticas netamente sádi­cas) King suena menos forza­do . más suetto.

En cuanto entra lo sobrena­tural , en cambio . comienza asonar hueco, como si no cre­yera en lo que escribe. El pro­blema es que. justamente eseelemento consti tuye su canade triunfo comercial . Esascontradicciones están dec lara­das explícitamente en La horadel vampiro . El protagoni sta,un joven escri tor especializa­do en lo macabro. como King,tie ne obsesiones persona les.

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Pero cuando describe la no­vela que está estructurando ,habla claro: " Estoy escr i­biendo otro libro. y me faltanseis páginas para cumplir conla cuota fijada para hoy . ( .. . )Es a lgo así como ficción . Paraserte sincero. estoy escribién­dolo por dine ro . El arte es unagran cosa. pero por una vezqui siera conseg uir varias edi­ciones de un libro. ( ... ) Hayuna serie de crímenes sexualesy mutil aciones . Vay a empe­zar lo con uno de ellos y descri ­bir los progresivamente. delprincipio a l fin , con todo deta­lIe . Fro tando con todo.eso lanariz de lector".

Más consciente de símismo , cuidá ndose más lasespa ldas. en el prefacio a suscue ntos declara. en cambio ,no escribir por dinero. y citacomo al pasar varios nomb resprestigiosos.

Exito y autenticidadDe todos sus libros . el que

más se ace rca a una auténticanovela es La ZOIlQ mu erta . Enella ha conseguido darle unritmo más medido al transcu ­rrir de l tiempo. detenerse másen los personajes. Por mo­me ntos repite fallas de los li­bros anteriores (el intentofrustrado de elaborar un sím­bolo recurre nte con una más­cara de Halloween que apa­rece al princip io) . Pero logracontro lar los elementos sobre­naturales , básicame nte la ca­pacidad de "ver" el futuro desu protagoni sta . da tos que enlos casos anteriores. ademásde la falta de convicción yaapuntada. dejaban numerososcabos suenes. incluso dentrode una necesidad de verosimi­litud literaria. no lógica . Sin

embargo . los recbínamienros(el suicidio a que ya aludimos.o la sumaria caracterizacióndel personaje maligno). sonmás do lorosos aquí que en losotros libros. Para expresar laincomodidad que produceKing incluso en ésta . su mejornovel a. repetiremos la fraselapidaria con que uno de losescritores que él adm ira. Das­hiell Hammen. caracterizó aotro escritor: " Es peor quemal o. es casi bueno" .

Su obra podría inclinarse auna concentración mayor desu peso especifico. aunque lafilosofía de fondo que se ad­viene en la misma apuntacontra esa posib ilidad . A pe­sar de toda su apare nte fran­queza t ) audacia en el trata­miento del sexo, la violencia yla muerte. la visión del mundode King no se aparta demasia­do de la de un yanqui bienpen­sanie , levemen te liberal. perocon una sólida base de prejui ­c ios arra igados .

Este fondo filosófico es ed­vert ible sobre lodo en su con­cepción de l Bien y del Mal . Sien las primeras páginas de Lahara del vampiro logra sugerirun Mal sin fronteras. impreci­so. de am plitud metafísica. seencarga luego de circunscri­birlo al arse nal de ferret eríadel vampirismo más clásico(nob le ceneoeuropeo, esta­cas , ajo. invis ibilidad ante losespejos , etc.} La división ma­niquea es aún más esquem éü­ca. sin medias tintas . en Ladanza de la muerte, donde seconstituye en el eje sob re e lque gira todo el libro. Randal lFlagg , el Homb re Oscuro. re­sulta a la postre más patéticoque impresionante . y cuandomás terri bles tendrian que ser

sus ac tos. cae en un infanti­Iismo absurdo. o es descriptocon efectismos de mago de se­Ión (en un ataque de ira le sa­len chispas del cabello. porejemplo). Como en las obrasde C .S . Lewis o To lkien. elmaniqueísmo termina por re­ducir a los personajes a imáge­nes bidimensionales . sobretodo en el caso del Mal, alsepararlos de rasgos humanos .La ape lación directa a lo de­moníaco resulta en nuestrosdías una espec ie de coartadafácil . por su falta de matices .

Esta divis ión se advie rtetamb ién en lo sex ual. Lashuestes del mal sólo se dedi­can al sadomasoquismo. lamasturbación u otras formasno muy ace ptadas del sexo.mientras los buenos gozan demomentos roméntíco-sexua­les de empalagosa armon ía,dignos de un cono publicitarioo un film de los años cincuen­la.

No es que esa visión sea fa­J1ida O atente contra lo litera­rio . En el fondo de estas tresmil pág inas existe buen mate­rial para un extenso. exce lentewestem puritano y contempo­ráneo. Pero todo queda sepul­tado bajo la parafernalia so­brenatural y macabra . bajo laaudaci a ace ptada y exigida porel mercado. El tema de la últi­ma novela. Fírestan er (unaniña co n poderes "pirokiréti­ces" , o sea de producción deincendios a distancia y a vo­luntad; una mezc la de Carriecon el " Basurero" de Ladanza de la mut'rte). no haceconcebir dem as iadas esperan­zas de que King rompa las dul­ces cadenas de l bestsellerismopara ahondaren su zona CIU­

tiva más auténtica .

EL Pvo.Lo 2 I 9:'J

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Elespado quita significacl6n a la palabra " ta­maño" ; es imposible diferenciar algo pequeñoque está cerca de algo grande que está lejos.Por esta TaZÓn, la nave Ca/igoripodía haberseconfundido con un racimo de uvas errantes,rojo azuladas y resplandecientes.

Pero cada una de las uvas del racimo medramás de treinta metros de diámetro, y lostallosque las unía n eran corredores y cables.

Gasas delgadas titilaban alrededor de lanave estelar, fluctuantes como el brillo Que laniebla de hidrógeno de la Cabellera de Bere­mee irradia entre las estrellas.

Pero las gasas eran velas j:Ie tela metálicaimpenneable, más de cien kilómetros cuadra­dos desptegados alrededor de la nave. Las

Hay una diferencia.entre los colores y laswna de los colores.

r¡jónSEíngUNA PALIDEZMAS BLANCA

Ilus tró FORTíN

velas recibían el viento creado por la luz desoles distantes, y la nave cruzaba la Vta Lécteeimpulsacla por ondas lumínicas.

La CoJigari estaba navegando de la estrellaLM Monoceros a 16 Corona Borealis. La du­mci6n de l viaje se cak:u1aba en más de no­venta años. La nave tenre una tripu1aci6n dedoce hombres y mujeres, Que yacían co ngela­dos en sus gabinetes. Sus functones corporalesestaban suspendidas; no envejecerían duranteel trayecto. Cuando hubieran llegado a lameta, despertarían como después de una no­che bien donnida.

Midiendo en años terrestres, ya habían viví­do varios sigloscuando la Ca/igcu l zarpó rumboa Corona Borealis.

Los seres humanos hablan l1egado a las es­trellas y habían propag&lo su civilización. La

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civilización requiere vasos comunícentee losq ue se instalaban en un nuevo planeta queríanmantener el contacto con el planeta natalPero las leyes naturales son más tírénkas quecualquier gobernante. Aunque las naves espe­ciales pudieran recorrer la distancia entre losastros, no podían superar la vekx:idad de laluz. Había más de treinta años-luz entre l..J.1Monoceros y 16 Corona Borealis, y hasta unmensaje de radio tardaba los mismos años enviajar de una estrella a otra.

Lasnaves es telares como la Ca/igarienlaza­ban los planetas con cordones de Inforrnadón:ciencia, literatura, y arte. Rara vez se trataba deun verdadero comercc: era un intercambiovoluntario de información, un intento de manotener la sombra de una cu1tura común. Lasna ves bogaban lentamente de estreña en es­trella; cuando la Caligari IIegara a destino, lagente q ue había cargado la nave ya esteremuerta

Todo había empezado de acuerdo con k>previsto: el motor iónico de la Ca/igari habíallevado la nave fuera del sistema planetario deu.1 Monoceros. lasvelas se habían Inflado. losviajeros del espacio se habían encerrado ensus gabinetes de congelación, la compu tadorahabía tomado el mando, y el largo viaje habíacomenzado.

Pero poco antes de la mitad del trayectohubo un accidente: lasdelgadas velas de metalse rasgaron, y el racimo de uvas fue sacudidopor una mano invisible. las uvas que juntasfonnaban la nave estelar Caligari se desperdi­garon y volaron sin rumbo por el espado.

Dentrode la uva donde la lripuIación yadocongelada, entró en operaciones el programade emergencia de la computadora. Se analizóla Informaci6n sobre las estrellas más cerca­nas. La computadora evaluó las probabilida­des y seleccionó un pequeño sol blanco comocentro más probable de un sistema planetario.Activó el motor de emergencia instalado en lauva, y la tripulación durmiente enfiló hacia laestrella sin nombre.

Dos años más tarde la computadora con­fumó que Uno de Jos planetas en la órbita deesa estrella era habitable. Cuando los viajeros .del espado despertaron JXlCO más tarde y sa­lieron de los gabinetes, la computadora yaestaba preperéndose para el descenso,

n

La uva rojoazulada que una vez había for­mado parte de la nave Ca/igari no estabacons­truida para aterrizar en un planeta. Pero susdiseñadores habían comprendido que podeser necesario en una emergencia. De modoque la uva no se despedazó contra la superficiedel planeta, sólo se partió, abriéndose en dosal tocar el suelo.

Los doce viajeros del espacio se levantaronde sus divanes acok:hados contra la acelere­c íó n. La sala de control estaba en el medio dela uva , protegida por amortiguadores. Ha bíanpodido observar a través de enormes video­pantallas durante el aterriza je, y la computa­dora les bebra suministrado información sobreel planeta por lectura d;gital. mientras comple­taba sus mediciones.

A.'lora las pantallas estaban a oscuras.. Lacomputador'2!l ya no funcionaba. Pero antes dedestrozarse. había informado a la tripulaciónque la gravedad del planeta equivalb eproxí­madamente a 0.8 de la terrestre y la atmósferaten ía una temperatura media Inferior a Jostrein ta grados centi"grados bejo cero pero erarespirable.

Los viajeros del espacio ya esta ban enfun­dados en trajes protectores. Ahora cerraron losvisores de vidrio de los yelmos para defen­derse del &lo que ya penetraba en la sala.esperando que Blancheur tomara la iniciativa.No había capitán ni oficial de mando, pues losviajeros del espacio estaban entrenados paratransmitir conodmlento. no para sobrevivir aaterrizajes forzosos. Pero de antemano habíanelegido a B1anehew"como !fderen caso de quese presentara una crisis.

B1ancheur abrió la puerta de la sala de con­trol. EJ corredor estaba retorcido y terminabaen un tajo. $eguklo por los demás, Blancheurse abrió paso entre escombros de plástico ymetal Un fragmento del casco se había des­prendido de tal modo que bajaba hasta elsuelo como una rampa. Los viajeros del espe­do formaron un apretado grupode trajes ama­rillo cromo frente a la nave destruida, como siel hecho de saber que el aire era fño los obli­gara a apiñarse para mantenerse tibios.

Era de dra.La estrella sin nombre que era elsol del planeta colgaba como una aNeja

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blanca en el celo del oeste. Demasiadotenuepara crear una luz diurna intensa. no impediaque los astros brillaran también en el cielonegro.

E] suelo estaba cubierto de nieve hasta elhorizonte. Nieve blanca y dura, tan dura quelasbotas apenas dejaban hue llas. Contempla­ban un paisaje donde el viento habra esculpdcla nieve fonnando riscos filosos, despeñaderosabruptos, y cuestas suaves y perezosas. lassombras creaban contrastes blanq uinegrosque acentuaban la topografra.

La na ve espacial había cavado un largosurco e n lanieve d ura y al fin se habíadetenidoen lacima de una especie de risco. con la nieveastillada delante. Aunq ue se habia. deseen­nado con la colisión, todevíe se elevaba porencima de los ventisqueros como una pelotarojo azuladaque al caer por error en un pradoinve rnal hubiera roto la corteza de un bancode nieve.

Teníen un buen panorama del paisaje blen­quinegro. Un mar de pasta dentífrica endure­cida hasta donde alcanzaban a ver; en 10altoun cielo negro con un sol senil, un sol quebrillaba como una luna. A sus espaldas. unfragmento de la nave estelar Ca/igarl, brutal­mente rojo azulada. Y eUos: figuras de ernenllccromo. casi lumi niscentes.

Blancheur se volvió y regresó a la nave.. Nohabia dicho una palabra a los demás. Peroestaban entrenados para comunkar Informa·cíón, y su silencio era elocuente..

111

Uno de los viajeros del espacio. Weiss., ha­bia sufrido un eccídente en una nave estelarhacia diez años subjetivos. Algo laD6 en elgabinete donde lo mantenían con vida entrelosastros. Cuando despertó, habra perdido laspiernas.

Como inválido estaba ligado al espacio aúnmás inseparablemente. Cuando laCa/igarl ne­gaba a un planeta habitado y entraba en 6r.bita. los otros bajaban al planeta Y se quede­ban aUr meses, a menudo años, mien tras setransmitia la c:.arga de inforrnaci6nde la nave yse recogi'a inf0rmad6n nueva. Pero Weiss per­manecíe a bordo. La falta de peso en caídalibre elimina ba su lncapaddad más que cual-

quier extremidad artificial. Podíavalerse de losbrazos, Impulsarse con los cortos muñones, yvolar como un pájaro dentro y fuera de lanave. Con el tiempo se había vuelto un ex­perto en maniobras en una atmós fera sin gra­vedad, y decir Que Weiss era lisiado no teníasentido a bordo de la CaJjgorl.

De modo que para Weiss el naufragio tam­bién significó que estaba de nuevo tan Inválidoque no podia moverse por sus propk)s medios.Pero su traje espada] podía engancharse sindificultad a un sillón de ruedas. Las ruedas noreempLazañan las piernas. pero Welss podñaintervenir en lasoperaciones de rescate.

Los viajeros del espacio se asombraron unpoco al descubrir que con el fin del desastre yla disipadón de la prímera alarma tambiénhabía concluido el drama. S6k> les quedabauna rutina laboriosa: habra Que sacar las racio­nes de emergencia de los depósitos aplasta­dos. había que localizar y reperet lasmáquinasde emergencia. Instalaron y ecwaron untransmisor de radio. pero sabían que las$€M­Iesde auxilio que ernittria sólo serían respondi­das por una expedición de rescate después devariasdécadas.

Prefirle ron no pensar cómo sobreviviríantant o tiempo. y se conce ntraron en las tareasde rescate más Inmediatas. Pero lasseis muje­res de la expedid6n tenían una expresiónnueva en los ojos después de mirar el paisajeblanco Y nevado. ahora un retrato de su pro­pie futuro: blanco como el papel de las foto­grafias, con ellos como gotas de la soluciónpara el revelado.

El sillón de ruedas que Improvisaron paraWeiss con cinturones y ruedas trabajó comouna especie de tractor. Weiss se dedicaba antetodo a recoger objetos que la colisión habiaarrojado a gran distancia; los traía en uñ trineoarmadocon láminas de metalcurvo. Con fre­cuenda dos o tres más tenían que empujar eltrineo. pesados y torpes como osos polaresamarilloscon sus trajes espacia1es.

Al cabo de dos semanas habian puesto enorden los restos de la nave.. Habian reparadodosgeneradores, y tenían suficiente combustJ.­ble para caldear la sala de control. Tambiénha bían encontrado alimentos suficientes parados o tres años.

Pero la situación aún era crftica. Esto fue

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evidente cua ndo la operación de rescate ter­minó y Blancheur tuvo que recurrir a su inge­nio para pensar nuevas asignaciones. Sólo lasala de co ntrol conservaba algo parecido a latemperatura normal de una habitación. Losviajeros del espacio tenían que seguirsusvidasprivadas afuera, en el fria, entre los fragmentosde chatarra y losventisqueros. Surgieron ren­cíllas menores que pronto degeneraron enconflictos serios. Dos de los viajeros del espe­do enfermaron, con sólo días de diferenciaLos síntomas parecía n de gripe o neumonía.Tenfan pocos antídotos, Pues sólo habían en­contrado restos del bien aprovisionado depó­sito de medicamentos. Blancheur meneó lacabeza y dijo que era casi incomprensible quese hubieran enfermado: los viajeros del espa­do estaban esterilizados, y un planeta deshabi­tado no podía tener bacterias ni virus que ata­caran a Jos seres humanos.

Poco más ta rde, los dos que habían enfer ­mado murieron. Los ojos de un tercero sepusieron vidriosos de fiebre.

IV

Weiss ahora aprovechaba casi todos losdíascon claro de luna para explorar el terreno alre ­dedor de la nave . El siUón de ruedas estabaimpulsado por un reactor en miniatura queademás le calentaba el traje espacial De esemodo Weiss era quien tenía más facilidad paradesplazarse en el exterio r.

En realidad, explora r las inmediaciones erauna tarea fútil Todo era una planicie de nievesólo interrumpida por Jos ventisqueros y lassombras. Un paisaje en blanco y negro, dondeaun los tonos grises eran unavariación.

Una"mañana, tres meses después del nau­fragio, Weiss negó a la cresta de un ventis­quero a unos cua tro kilómetros de la nave. Elventisquero era insólitamente alto y tenia laforma de una colina larga de laderas suavesque terminaba en un peñasco colgante a unosdoscientos metros de un valle nevado. Weisstrepó lentamente a la cima, temiendo provo­car un alud, aunque por cierto no era fácilaflojar esos ventisqueros eternos.

Se detuvo, echó una ojeada al paisaje escar­chado, y descubrió que algo se movi'a cru­zando losventisqueros entre él y la Caftgari.

9ll I a.PlNx.Lo 2

Una especie de barca surcaba la nieve. Elcasco era pequeño y negro, lasveJasgrandesYblancas: flameaban en el viento constante. delcual Weiss se protegia con su traje espacialPudo contar tres figuras a bordo; una de ellasestaba acuclillada en la barca de nieve, incli­nada sobre algo que debia de ser la palancadel timón .

La barca subió velozmente un ventisquero,viró y se perdió de vista en un vaDe de nieve.Varios minutos más tarde apared6 de nuevotrepando la cuesta siguiente.

La noticia de que el planeta estaba habitadofue alentadora para los viajeros del espacio.Claro que les sorprendió un poco que la com­putadora no estuviera al comente de la coloni­zación, pero ellos sabían mejor que nadiecuánta información se perdía entre las estre­llas.

Blancheur habló con los demás, y se apasta­ron vigfasen los picos nevados que rodeabanla Ca/igari. El color brillante de la nave era depor sí la mejor seña1 de auxilio que podranhaber lanzado en ese paisaje blanquinegro; aWeiss en verdad le había sorprendido que latripulación de la barca de nieve no hubieravisto el casco rojo azulado que yaóa tan noto­riamente en la cima de un ventisquero.

No habran pasado cuatro dias cuando unode los vigfas aVIStó nuevamente ban::as denieve. Esta vez eran tres de diferente tamaño,que atravesaban un vaDe a unos Quinientosmetros del puesto de observación. El vigia selevantó el visor y gritó, peroaparentemente losnavegantes no lo oyeron. Luego disparó unabengala roja que bajó lentamente sobre el va­lle. Pero la benga1a no I1am6 la atención delos viajeros, Las ban::as siguieron su rumbo,siseando en la rñeve. y se alejaron . EJ viajerodel espado Que los habra descubierto ya habiabajado hasta la mitad de la ladera, claramentevisible en su traje amarillo cromo, cuandodesaparecieron.

Weiss fue con otros dos al lugar donde ha­bían avistado las barcas. Inspeccionaron elfondo del vaDe más atentamente y descubrie­ron huellas inequívocas de deslizadores. Y ha ­bía huellas de más de tres ban::as. Dedujeronque ésa debía de ser una especie de ruta denavegación para las ban::as de nieve, y aposta-

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ron más vigi:as en el valle. Weiss era uno deellos.

Pero tuvieron que esperar casi dossemanashasta que apareció otra barca. Y esta vez erauna embarcad6n de un solo hombre -unchinchorro de nieve. como quien dice- conuna gran vela de lona. Entró en el vane chi­rriando, trazando un arcoe indinado sobre unflanco. Weiss estaba a pocos metros de l tripu­lante, y le pareció que su mirada se cruzabaco n la del otro: ojos negros en una cara blanca.Era imposible verle mucho más los ojos y laparte superior de los pómulos; el resto estabatapado por pieles gruesas y una bufa nda anu­dada alrededor de la boca. Pero aunque erainevitable que el extraño hubiera visto aWeiss,ni siquiera una mueca o un ademán indicaronque hubiera detectado al viajero del espacioen el siD6n de ruedas.

Weiss arrancó bruscamente y trató de seguiral chinchorro. Pero se deslizaba con dema­siada rapidez y pronto se perdió de vista entrelascuestas blancas y las sombras negras.

V

El optimismo que habían sentido los náufra­gosdel espacio al descubrir lasban:as de nievepronto se transformó en una sensad6n deim­potencia. Continuaron tratando de establecercontacto con las barcas, pero en vano. Era'como si los naW91"tes fueran ciegos a losgestos Ylasbengalas, aunque '" vm6n pamelanonnaJ en otros sentidos.. los viajeros del es­pado habñan collpaeldido si ellos Y los restosde la C<l1igarl sembrarenel terror Yloshabó1an­tes huyeran despevoeídos ante algo que lesresultaba inexpticable. No eranpocos lospue­blos que hablan Degado a un planeta en unanave estelar pero que a las pocas generadoneshablan oMdado'" origen

Los viajeros de l espacio no tuvieron máscasos fatales, pero más trtpuJantes se habíanengripado y se estaban debilitando dla a dla.La enfennedad lesdrenaba lasluenas ooledI­vas y reduda las po,ibó!klades de _da-

A juicio de BIancheur, el origen deI.mus yano era un misterio. Y la únicasa!Vadón, tam­bén, estaba en la fuente de contagk>, los babí ­!antes del plai>eta

KIl i fa.Jb«u.o:r

Blancheur había trazado un plan qu e fueaprobado a regañadientes. Una expedici6n in­tentaría seguir las huellas de las barcas hasta elpuerto de doode beben panido. La expedi­ción estaría integrada por Weiss y dosmás. ElsiI16n de ruedas de Weiss arrastrarla un trineocon provisiones y equipo. y los otros dos irfanen el trineo siempre que fuera posible.

Dos días más tarde la expedición parti6desde los restos de la CaJigarf. Una mujer ,Gwyn, acompañó a Wess y Blancheur. Welssprecedía la marcha como un perro esquimalmotorizado. entibiado y propulsado por el si­llón de ruedas. Detrás de él se deslizaba elimprovisado lrineo, YBlercheur y Go.yn ibanacurrucados junto al equipo. los !¡ajes espa­ciales los proteg[an del frfo Y el viento, peroagujas de hielo los pinchaban de vez encuando, recordándoles la temperatura exte­""'_

Fue un viaje extraño por un paisaje que semovta constantemente pero no cambiabanunca. Ventisqueros blancos , casi luminiscen­tes, subtan y se hundían en íos vaDes; el solpálido desplegaba largas sombras de fieltronegro en medio de la blancura. Al final delprimer dfa estaban hipnotizados por la irreali­dad circundante.

A la noche escarbaron en un ventisquero.abriendo una cueva angosta con una sierraeléctricadestinada a diferentes tareas. Encen­dieron un calentador dentro de la cueva ypasaron una noche más tibia. Yconfortab&e delo que se hablanatrevido a esperar.

Así transcunieron cuatro dias.Cuando se habianalejado un kilómetro de

la cueva doode se hablan ..fugIado la nochedel quinto dra, Gwyn soltó un grito de asom­bro. los otros se YOIvieron y vieron a susespaldas -frente a la cueva que ecabeban deabandonar- una barca anclada y dos o tresfiguras moviéndose en la entrada de la cueva.

-w ess viró en redondo y dirigió el siII6n deruedas hada la cueva.

Cuando estaban a doscientos metros, losviajeros del espacio gritaron. los extraños sevoMeron _ Y echaron una ojeada entomo. pero continuaron registrando las mroe­diadonesde la cueva..

Clan o.'Xno bs extraños convenaban entresi pero no podIan entenderel idioma, rosa que

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tampoco habían esperado. G\AIYfl se acercó auno de los extraños y le aferró el brazo, gri­tando al mismo tiempo. Los otros dos se vol­vieron hacia el sonido, y el extraño se soltó ymiró hacia atrás, aterrorizado. Blancheur seacercó y tocó cautelosamente a uno de losotros. Este giró con violencia, y echó a correrasustado hacia la barca, que estaba detenidacon las velas al viento. Cuando GYINfl com­prendió que trataban de escapar, se puso casihistérica Y se colgó del abrigo de piel del ex­traño. Este bailoteó aullando, mientras gol­peaba los brazos que lo aferraban. Se enca­ramó a la barca I1amando a su camarada de abordo, quien acudió en su ayuda con estacasfilosas de hueso o madera Una de ellas hirió aGwyn en la garganta; Gwyn entreabrió lamano y cayó. Blancheur intentó alzarla, perose le desplomó en los brazos Y rodó al suelo.La nieve estaba roja bajo el cuerpo. Cuando labarca desapareció del valle, con la tripulaci6nvencida por el pánico, Gwyn ya estabamuerta

Weiss había permanecido en su butaca deespectador. el sillón de ruedas. durante la es­caramuza. Su sensad6n de irrealidad se habíaagudizado. Por un momento largo y confusodudó de su propia existencia. ¿El y íos otrosviajeros del espado serian sólo fantasmas, pe­sadillas privadas sin forma ni sustancia? Pero lamuerte de Gwyn disipaba todas las dudas.Sólo quedaba la impotencia, la impotenciaque siente un extraño en un lugar donde ig­nora cómo se dice "auxilio" .

VI

Weiss y B1ancheur estaban solasen el suavelaberinto de ventisqueros y barrancas neva­das. A medida que se aplacaba la conm0d6nprovocada por la muerte de Gwyn, !JOMa lasensación de irrealidad: perecían encerradosen una prisión de gelatina, transparente perohennétlca, blanda pero impenetrable. Acucia·dos por el paisaje blanco y chato y las reaccio­nes incomprensibles de los navegantes, Weissy Blancheur intimaron más. Necesitaban to­carse, entablar largas charlas, necesitaban to­das las confinnaciones mutuas que pudierandarse de su propia existencia.

Después de seis días el paisaje cambió. Al

principio no lo notaron, porque la montañaque tenían enfrente se fundió con el cielo ne ­gro. Eraapenas una sombra más oscura con­tra el horizonte, con nieve en las grietas.

Esa noche llegaron a unos peñascos. Lospeñascos también eran negros, y la piedra eradura y lisa, obviamente de origen vok:ánico.

A la mañana siguiente encontraron elpuerto de las barcas. Eraun campo con formade V entre dos brazos rocosos. Al final delcampo podían ver una caverna que penetrabaen la montaña. Había media docena de barcasancladas en el campo; a bordode una de e11as,la tripu1ad6n estaba izando las veJas. W::iss yBlancheur se quedaron quietos hasta que labarca estuvo preperede, Al fin soltó amarras,los tripulantes la empujaron alejándola del re­paro de la pared montañosa, el viento in86lasvelas, la tripuIaci6n saltó. bordo, y la barca sealejó del campo pasando a doscientos metrosde Weissy B1ancheur.

Cuando la barca se fue, el campo quedódesierto. Los hombres del espado se acerca­ron caute10samente a laentrada de lacaverna.Adentro no se veía nada. Encendieron unalinterna y alumbraron. A 105 treinta metros elpasaje daba una weIta.

Weiss y Blancheur retrocedieron Yencon­traron una ladera adecuada fuera del campode visión del puerto. Cavaron un gran refugioy camuflaron la abertura lo mejor que pudie-­ron. B plan era que BIancheur entrara solo enla caverna de la montaña y tratara de comaní­carse con los habitantes. Weiss esperare en elrefugio ron las~ y el equipo.

llIanchem """"'" durante la noche. Estabaexhausto Ydesesperado. Mientras Weiss ebrelas mciones de emergencia que ya habia CO'

cido con el calentador, BIancheur le contó contensa serenidad su encuentro con los habitan­tes de la caverna.

La caverna pareda una especie de puertopara los navegantes. Cuando BJancheurdoblóel recodo de la caverna, la oscuridad se trans­fonn6 gradualmente en una luz fosforescente,péhde y blanca que le _ ve>" 10 quebabia a1rededor.1lIanchem apagó la linterna ycontinuó internándose en el fuJgc:w espectrallas paredes de la caverna estaban cubiertasde repuestos para las barcas: velas, pieles,mástiles, jarcias. Pronto ernpeeé a ver gente.

El Peoaoa I 101

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Al principio se escondió en las sombras a lolargo de la pared de la caverna para que no lodescubrieran. Pero cuando un grupo de per­sonas salió repentinamente de un pasaje late­ral, no pudo hacer más qu e detenerse en elmedio del corredor. El grupo se le acercó perono pareció notar su presencia. Varios tropeza­ron con él, trastabillando. Pusieron cara deasombro, pero rieron y gesticularon como siestuvieran contando a los demás que habíanpatinado en un trozo de hielo. Blancheurcom­prendió que simplemente no podían verlo.

y como un hombre invisible, Blancheur va­gabundeó durante horas por la caverna. Tuvoun atisbo de una civilización de sombras. Vioenormes cá maras do nde organismos fungifor­mes eran cultivados y cuidadosamente recogi­dos en redes y bolsas. También vio una espe­cie de taller de peletería, donde cosían la pe­lambre blanca de a nimales desconocidos paraconfeccionar mantas y ropas.

La caverna de la montaña era un reino fan­tasmal en el sentido más cabal de la palabra, ylos moradores eran como fantasmas: carasblancas, cabello negro, ropas blanco grisá­ceas. Las paredes de la caverna eran negras,losmuebles es taban hechos de hueso y pie les.Había pocas personas; muchos aposentos dela caverna estaban en desuso.

Blancheur había notado que a medida quese internaba en la caverna hacia más calor. Unvapor blanco brotaba de una de las cámaras.Cuando echó una ojeada, vio algo como unacocina: agua de nieve burbujeaba en cavida­des del piso, y dos personas estaban traba­jando con hongos grisáceos que hervían yamasaban y hervían de nuevo para hacer unaespecie de torta. Blancheur había tocado elsuelo de lacaverna y lapiedra caliente le habíaquemado losdedos: la actividad volcánica quehabía creado la montaña y la caverna aún nose había extinguido.

Blancheur había visto bastante de la vida delos habitantes de la caverna. Había planeadocómo Intentaría establecer contacto con ellos.Esperó dentro de una cámara vacía hasta queun hombre solo pasó por afuera. Entoncessalió y le cerró el paso, hablándole con vozcalma y clara mie ntras alzaba los brazoscon laspalmas hacia afuera. El 'hombre se detuvo aloír esa voz que lo interpelaba en una lengua

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e xtra njera. y miró en derredor. desconcer­tado, como sospechando que alguien queríatomarle el pelo. Luego pasó del desconciertoal terror, y dio media vuelta y echó a correr po rdonde había venido, gritando. Blanche ur tam­bién huyó del lugar, recordando la muerte deG""",

Hizo una nueva tentativa: atacó a un hom­bre, lo arrastró hasta una cá mara apartada y lesujetó las manos y los pies para que no huyera.El hombre perecía a pu nto de enloquecer demiedo, como si estuviera luchando contra undemonio invisible. Casi pareció que una ex­presión de alivio le cruzaba la cara cuandodejaron de sostenerlo los brazos de Blancheury quedó maniatado con una soga robada de lapared de la caverna Pero cuando Blarcbeurempezó a hablarle, el hombre revolvi6 losojos, miró frenéticamente alrededor, y sedesmayó.

Blancheur le aflojó las sogas y lo soltó. Hizodos intentos más de comunicarse con los habi­tantes de la caverna, eligiendo a una mujer yun niño. Pero ambos huyeron aterrados.

¿la explicación?-No pueden vemos -<lijo Blancheur.-Pero ¿po r qué nó ? -preguntó Weiss-

son gente, igual que nosotros. Quizá vivieronaquí muchos siglos, quizá han olvidado qu ehay gente en otros planetas, quizá hasta hanolvidado que hay otros mundos además deéste . Pero somos tan reales como ellos. Lasleyes físicas también rigen para ellos: no esna tural que no puedan vemos.

Blancheur mene61a cabeza.A la mañana siguiente emprendieron el re­

greso hacia la Coligari.

VII

Blancheur guardó silencio tocio el primerdía. Cuando hubieron acampado para pasar lanoche, dijo:

- Tal vez no es natural Pero a veces lagente no es natural. Quizá los ha bitantes de lacaverna no pueden vemos porque nos perci­ben a nosotros como algo no natural.

-¿Sólo porque venimos de otro mu ndo,porque no nos conocen?

-Porque en verdad no somos naturales eneste planeta Míranos , enfundados en estos

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trajes espaciales amarillo cromo, con un tnneol leno de recipientes con códigos crométcos.saliendo de una nave rojo azulada perdida entanta blancura y negrura. Los colores no sonnaturales en este planeta. Y los habitantes dela caverna son incapaces de entender que loscolores existen. Cuando yo me paro frente auno de ellos. quizá ve mi figura amarillo ero­mo. pero rehúsa creer que la tiene delante. Ycuando al fin choca con ene, trastabilla y sedce a srmismo y a íosdemás que patinó en unfragmento de hielo. Es como si en verdadfuéramos fantasmas. algO que manotea y su­plica ayuda, y que para ellos no puede existir.Si los aferramos con los brazos, simplementese asustan. Oyen nuestras voces, pero no pue­den, no quieren, vemos las caras.

y los ojos azules de Blancheur escrutaron lacara de Weiss , una cara qu e era, como lasuya,de un rojo e nce ndido. Pues cua ndo los viaje ­ros del espacio eran conge lados en so viajeentre los astros, minúsculos vasos sangufneosles estallaban en la piel, no sólo en lacara sinoen todo el cuerpo.

Ambos se quedaron sentados un rato, pen-

sando en lo que había dicho Blancheur.Weiss comprendió que Blancheur había en­

contrado la expIicaci6n: no era imposible quehubiera cundido semejante obsesión en todoel planeta. quizA incIu>o como parte de la lu­cha por la supeMvenda en un medio tan hos­til Pensó en las bengalas rojas que bebenlanzado. en los gestos que habían hecho paraIIamar la atend6n de los navegantes. Habianutilizado un lenguaje de cokxes pan> pedírayuda, un lenguaje que ellos bebren ccosde­rada u rwersel (av jo=SOCOITO). Pero los bebí ­tantes de la caverna no entendían loscolores,no podIan ver kJ,s colores, y se aterraban sialguien trataba de obligarlos a comprenderque los colores eran reales.

Pero en cierto modo, el descubrimiento eratambién una esperanza. Ahora que conocíanla causa de l temor de los habitantes, qu izátambién pudieran eliminarla y conseguir laayuda que necesitaba n.

Weiss y Blancheur continuaron el via je deregreso a los restos de la nave estelar a travésde un paisaje nfveo que se hab0. vuelto aúnmás irrealpara ambos.

TiukldIr .. ............klgIesa desw...en T~A ~Slwdlof~_

~1974 by GoAmdaI NonIo ForIagAIS- T..udóndec.bc..dra

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"- POnu> ,~ ,

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Sangre y savia: {rutas tibioscomo senos, hojas como cabellos,

pulpas que se entreabren como lab ios,/lores con párpados y manos . . .

?/lndlé~meiroEL MODO

Hustro BERNARDO

Desde pequero se pasaba las horas tratandode ver cómo crecían las plantas. Lo fascinabael mlsteno de los frutos, el desarrollo de lospétalos Y de las hojas verdes, nervedura pornervadura, las trepadoras que se enroscabanen las salientes. Se echaba de bruces en unlugar cualquiera y, los ojos fijos, acompañabael invisiblelatido de lasavia que iba a alimentarlosérboles. Nada lo hariacambíer de posidón,ni el paso de los camiones, ni el griteño de losniños, ni siquiera el estallido de una bomba.Erasordomudo de nacimiento.

Trabajaba en el pomar, en la huerta, dondek> mandasen mediante gestos que él entendíacasi por intuición. Nadie sabia exactamente dedónde habia venido, si tenía familia o por quélo habian abandonado. Era poco más que unadolescente y dormia solo, aliado de un depó­sito. VIVÍa dentro de su campana de sneooo.

donde todo lo ebeorbien los ojos, único con­tacto con ese mundo que desaparecía al cerrarlos párpados. Con los ojos cerrados, nosotrosoímos el rumor del viento, la lluvia, el silbidode los árboles. Si nadade esoexiste,oímos loslatidos del corazón

El Mudo, como lo l1amaban, conocía el másprofundo vado. En medio del trabajo, ro-­deado por el canto de los pájaros, e l ronquidode los tractores, e l ladrido de los perros, lebastaba con cerrar los ojos para no ser nada.Quizá po r eso no se apegaba a nadie, ni si­quiera a los perros, que le iban a lamer lasmanos oon ojos inquisitivos.

Para el Mudo sólo existían las plantas.Como seres semejantes que tenían Iimitacio­nes aún mayores que las suyas. Inmovilizadospor las raices, sin percepciones, los gestos delas ramas movidas por elviento nadasign ifica-

&. Pf.Nru.o 2 , lO!>

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han, no podían pedir agua cuando estabansofocadas de sed. caredan de fisonomta quealguien pu diese interpretar. El Mudo pasabalas manos por lostroncos, con acariciante deli­cadeza, como si loscomprendiese.

Es común la afición por las plantas. Mujeresq ue cultivanjardines. estancieros, criadoresdeorq uídeas .. . Muchos aman las plantas, peroeso no explicarla las relaciones que el Mudomantenía co n ellas. Puede uno tener ideales,dar la vida por eUos. Todos perseguimos ambi­ciones y objetivos d iversos, Las plantas noeran un objetivo, un placer o una cosa im¡:xx­tante para el Mudo, pero constitufan su videmisma, como si por los ojos le entrase a lasangre la savia verde para alimentario. Sualma estaba compuesta por hojas, ramas yraíces.

las semillas y las estacas que plantaba eranel centro de sus cuidados, pensamientos yhasta oraciones. si es que rezaba. Se integrabaYvMa con las plantas. En sus maoos, un frutopalpitaba, contando historias de polen velero­fiJa, de insectos q ue se le habían posado en lacáscara, de lluvias en las noches frias, de mira­das del Mudo que lo habían ayudado a crecer,a fabricar jugo, a desarrollar una piel como lade las criaturas. Tomates , naranjas, rosas olechugas, el Mudo los trataba simplemente conagua, podas y abono. Pero habia algo quesobrepasaba la ru tina.

Encerrado en su mundo de silencio. "con­versaba" con los vegetales, midiéndolescon ellacto el crecimiento. alentándolos con la mi­rada, CQffiO las madresque amamantan a loshijos. Perdía mucho tiempo en esa comunión.Su trabajo no rendía demasiado, pero el pa­trón no se daba cuenta. Había ganado fama detener " bue na mano" . Lo que plantaba "pren­día" co n seguridad, y lo que cuidaba produdacon más rapidez y con mejores resultados.

C irculaban historias . . . De que "hablaba"con las plantas Ylas plantas le respondfan, qu ehada madurar un fruto antes de tiempo. Esaaura de superstición tlegaba hasta la casa de laestancia. De vez en cuando apareda por allí,con frutos frescos fuera de estación..Le hadangestos, tratando de averiguar cómo los canse­guía. El Mudo se limitabaa sonreír con secreto""",Oo.

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hn cada cosecha aparedan nuevas sorpre­sas. Umones inmensos, flores de tamaño do­b&e o con perfume diferente. Muchos le se­guian, interesados en descubrir el secreto desus _ ErafádI,;egu;rlo, pues no Ioalerta­ban los ruidos ni las convenaciones. Nadietenía su8c:iente paciencia para espiarlo aDfjunto a las plantas. Dedicaba horas enteras apalpar cada hoja, la cabeza inmóvil, sin quenada sucediese. Daba la impresión de queposeía rafees imaginarias que le atravesabanloszapatos y penetraban en la tierra ; cuando lesaliesen ramas verdes por la cabeza, se le cae­ría aquel sombrero viejo . .. Contaban queseguía en ese éxtasis hasta bien entrada lanoche.

Habia un concurso en la ciudad para varie­dades de uvas. EJ patrón se lo expticó al Mudocon gestos convenciona&es, aunque nunca se­bia bien si el muchacho ~ entendl:a. Siemprededa "sr" con la cabeza, modo cómodo deübrarse de un diálogo ómposible. QumI porcoi ncidencia, casi siempre cumplía \o que lepedian mediante ese lenguaje mfmk:o. De­cían , con evidente exageración, que el Mudoentendía los pensamientos.

Cuando llegó el concurso, se presentó conunos racimos de uvas que espantaron a lagente. Eran unos frutos tan grandes que hastase asustó el patrón, como si exponer aqueBofuese un fraude, un recurso desJeallos técní­cos del gobierno le dieron el premio sin vacüe­ciones.. Hicieron enseguida una visita a la es­tancia, que culminó en una verdadera decep­ción. La viña era pequeña, con buena produc­ción en cuanto a calidad y cantidad. Pero nohabia nada tan fantástico Y únk:o como lasuvas del concurso.

El patrón no supo explicar cómo su em­pleado bebía conseguido aquellas "mues­tras". Inmóvil, el Mudo seguía los movimien·los de los lebos, los """'" írcomprensíbles,las preguntas q ue quedarian sin respuesta. Lostécnicos regresaron sin una explicación cíentr­fica, Yel Mudo voMó solo a su trabajo.

Le abibuian cosas exageradas. Le inventa·han nuevas maravillas en las que luego creíanlos niños no se le ecerceben, y las mujeresentendidas dedan que tenía un pacto con el

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EL Pno.w 2 1 1m

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diablo. Toda eso lo transformaba en algoa parte, al punto de que nadie se apenaba desu defecto físico.

El hijo de la cocine ra le llevaba alimentos enuna pequeña merrmta, que el Mudo comíaencerrado en su cuarto. A nadie se le ocurñaque necesitase comer, que sintiese fño en lasnoches de helada, cuando se levantaba sinabrigo para cuidar de las plantas..Qu~ pensarte el Mudo, sentado en su col­

chón viejo, en el cuarto agujereado y pobre,los labios y los oídos cerrados, la vida sin pers­pectivas ni ambcíones. todo él esclavo vegetalde sus plantas . .. De un ser de carne y sangrecomo él, nunca oiria una palabra de consueloo de cnñca.

En noches de tempestad, cuando los true­nos sacudían el mundo y el viento silbaba enlas venecianas, golpeando puertas mal cerra ­das, el Mudo donnia, bloqueado en el silencio,soñando con frutos tibios que tenían picoscomo senos y hojas que se estiraban comocabellos y pulpas que se entreabrían comolabios y Rores con párpados y manos que eranmanos de verdad y lo acariciaban. Por la ma­ñana, mientras se ponía las ropas viejas que ledaban, se le escapaban algunas lágrimas.

Nadie se daba cuenta, pero, aunque love­sen, ¿qué podrian hacer por un joven de pocomás de vein te años que no ora las palabrasnipodña entenderlas?

La hija del nuevo administrador fue a vivir ala estancia con los padres. Tenia catorce añosy no hada caso cua ndo le pedían que se apar­tase del Mudo porque era " raro y hada cosascon las plantas". La curiosidad la nevaba atodos lados. S u genio vivaz encontraba pa ­ciencia para observar las &entas manos delMudo podando ramas secas, atando trepado­ras O simplemente durante la ceremonia, enapariencia sin sentido, de acariciar los frutosverdes. de encerrar los capullos entre las ma­nos para que creoeeen mejor y más rápido.

El Mudo no le hada caso; asentía ron lacabeza al ver aqueDos gestos incomprensibiesque quizá intentaban ser preguntas. La mu ­chacha se llamaba l...ucia, y empezó a ir contanta asiduidad a los lugares cuidados por elMudo que éste se acostwnbró a su presencia;raras veces voMa la cara hadaeI1a, y cuando

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lo hada tenia la misma mirada de preocupa­ción q ue usa ba para las plantas.

Luda insistía con los gestos, y los repetía contanto é nfasis que el Mudo se veía obligado aresponder. Al pri ncipk>, todo eso no pasaba deuna curiosa pantomima que poco les permitfa .entender lo que el otro queña decir. Despuésse estableció un código natural, y comenzarona comunicarse para asuntos triviales y cbje­tívos.

Luda era para el Mudo como un palsajequese admira sin pensar en comprarlo. Todevepoco desenvue lta, con cuerpo delgado de jo­venci1a, conservaba parte de la __Wdadna tural de las niñas, que de$apareda por mo­mentoscuandosearreglaba coquetamentebscabellos o cuando repetía el movimiento detaparse las rodillas con el vestido. La mujerque surgfa provocaba en Luda la a1egrIa se­creta de despertar la admiradón y la mirada delos hombres, un nuevo juego cuyas reglas, tanpetigroo;as, toda... la asasteben Era, para elMudo, un paisaje que se contempla desde'ejos Y se desea en sueilos. Ena no k> veiacomo hombre ni como el ser atenador y ex­traño que le habían pintado. Era como unanimal simpático al cual la gen te se acostum­bra y le toma afecto.

Al Mudo no se 1e escapaban las transforma­dones de Luda. Cuando ella estaba cerca,ocupada o perdida en fantasias, sus ojos larecorñan con esa calma fi)e:ta que penetrabalas flores y kas frutos. Esto como metáfora,pues las plantas eran la sangre vegetalque loalimentaba, sangre fría que la suya tenía queasimilar y calentar. La de Uria era roja y_ ardiente ... Las rruredesdel Mudoiban de los pétalosde las &ores a lacurva de loshombros, los pliegues de la blusa que hadaadivinar senos pequeños, las curvas de losmuslos antes de la cintunl deIg¡KIa..

Alguien notó maliciosame nte que Luda es­taba creciendo con demasiada rapidez enaquellos .mas donde los hombres posan lamirada y los pensamientos.. '1..ucfa se vuelvecada dia mas viciosa, como las uvas de la_ " Loo hombre; rudos deIa_se reian con dientes estropeados, espiandopara asegurarse de que no venía el patrón."¿B Mudo tendré que tocar con las manospara que las cosas aumenten astr'

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,

Un día ella se vio desnuda frente al espejo Yse cubrió los senos con las lTIaJlOS. como sifuese inmoral poseer equellcs at:racti'JOS quelascompañeras aumentaban con rellenosy lasrevistas destacaban en lasartistas célebresconmedidas y comparadones..

Por la mañana. luda ya decficabaunos mi­nutos a la tarea de arreglarse. Viajabatodoslosdías en ómnibus hastael ooIeg;o de la dudadmás cercana. En conversadones con amigas oen las pelrcuJas que veía raras veces, cuandolos padres la. Devaban de paseo, Luda se ini­ciaba en losmisterios de los edultos, el placerde una danza nueva; sentada sola enI~públicos, ya notaba las miradas masculinasque buscaban la suya.

Su amistad con el Mudo no cambiaba. De­jebe los cuadernos y se iba al campo, los senosagitados por la carrera, hasta el lugar donde elMudo ejerda aquellos silenciosos poderes.Delante de las plantas que empezaban a bro­tar, atando ramas o acariciando pequeños fru­tas. el muchacho continuaba con sus ritos depaciencia, encerrando retoños entre las me­nos, cubriendo de _ las semillas y lashojas. luda aparecía entre losá_la ceraencendXIa, jadeando, saludandocon una son­risa a la que el Mudo respondla alzando unpoco una mano. Después mostraba pIan1as Ynubes, m<>IIW!ndo los brezos, expresando de­seos y proyectos..luda acompañaba esosges­tos con exclamadones y se reía, loscabeDosechados hada atrás, con una falta de recatoque la haciamás peococewe,

EJ Mudo rozaba a veces el cuerpo de lamuchacha cuando el camino era estrecho; aveces. para mostrarle un insecto o para seña­larle alguna cosa, le tocaba apenas los dedossueves. Nada excedía los Irmitesde la coind­dende. Pero las miradas del Mudo. cuandoLuda no se daba cuenta, eran como manosenormes, hechas de cariño y amor que se ledeslizaban por losmuslos fumes, le tocaban lanuca donde volaban los cabellos. le alimenta­ban los senos que crecen duros corno frutospreocupando a los padresque wlan cómo lahija se transformaba en mujer de una horapara.otra, pensando que talvez debeñan con­sultar a un médico. Por suerte, las frases quecirculaban entre los colonos no les llegaban alos oódos.

t-fabta en la estancia un viejo contratadopara hacer una plantadón de eucaliptos. Elhijo, un jocen que aparentaba unos veinti­dnco años, ctirigIa los seMdos. Eraagr6nomoo estaba formado por alguna escuela técnca,Cuando llegó, poco se habla fijado en luda, laniña delgada que oonia por el pomar, eam­biando señeles con el Mudo. Después le I\ega­ron loscomentarlos sobre los poderes mágicosdel Mudo. mduso que Luda se habla ''vueltoT1lO12.l" gradas a esas rnimdas y, quien sabe,hasta por culpade lescercías,

El joven agrónomo iba pocas veces a lacasa Un dra se encontró con Luda en unrincón del pomar. La muchacha. trataba demover con la punta del Pe un durazno queestaba fuera de su alcance. No la reconod6inmediatamente. La tela fina del vestido mer­caba aquellas curvas que ya tenían el vigortenso de una mujer formada. Por el escoteapareda el borde de un seno, de un blancosecreto que contrastaba con el color morenode losbrazosquemados, Fue a ayudarla. Con­versaron, pasearon. y le costaba ..Iacionarlacon aquellaniña de hacía tan pocos meses..

Comenzóel enamoramiento, un poco a es­paIdas de los pedres, A~ luda,_nte, a¡xendla • besar, la pertwba­han los abrazos fuertes y las c.arbas, Y deda"no, no" sin saber exactamente por qué, asus­lada de Las lesporIIl:Sabilidades misteriosas quelos adultos siempre: aduóan conocer. Seguiavi:sttando al Mudo. El amante sentia celos,queña prohiblnelo, le hada """"",las mmo­raJes, si el Mudo la palpaba, si se aprovechabade eDa, cómo era que los senos 'e habíancreddo tan rápido ... Luda lloraba sin com­prender. la maIlda, el sexo, eran pera ellanovedades recientes. El Mudo era un ber­mano desamparado, y sería imposlb'e imagi­nar que pudiese querer besarla, que quisie­se .. . ¡Imposible!

Luda no abandonaba las visitas al Mudo,que trataba de ocultar. Pero ya no era la deantes. No se echaba el pelo hada atrás, nodaba aqueDossaltos que 'e jecentaben el ves­tido por endma de las rodillas. Cuando lamano del Mudo tocaba inadYertidamente lasuya, la retiraba con rapidez. A YeCeS., cuando

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estaba de espakIas se voMa de pronto Ysor­prendía aquella míreda fija que la penetraba,un algo materialque se le metia en lacame ysele esparda por el cuerpo como las inyecdonesque le aplicaba el íarmecéutco. Luda ro­menzó a descubrir que, detrás de tanto sñen­cio, e l Mudo era también un hombre. Se estre­meda de pensar que también a él le gustasebesarla, que pudiese tener maJos pensamien­tos hacia ella. Era horrible, pero no diferen tede esas bebidas amargas que queman y luegodejan un torpor agrndable; un calor Den<> deanimación.

Pensar que el Mudo pudiese gustar de ellacomo mujer le perecía un pecado, pero de­lente del espejo grnnde del guanIanopa, des­nuda, luda contemplaba sus atractivos ocul­tos y se deleitaba con una sonrisa en loslabiosal imaginarse deseada po r dos hombres. Setocaba con La punta de los dedos los senosdesarrollados para su edady se acordaba de lamirada del Mudo y del amante diciendo fu­rioso que estaban así por culpade aquél

B pobre mago de las plantas no sa00 delenamoramiento de 1...uda. la muchacha, há­bilmente. no salia con el agrónomo hada lossitios dondepodía estar el Mudo. Unmtrigantematvado traló de expIicarie que La amiga lotraicionaba.. Pero los gestos desordenados ylas sonrisas irónicas nada significaron para elMudo. Con q uien mejor se entend ía era con lamuchacha a La que, justamente, ya no vera conla frecuencia de antes. Luda había cambiadomucho, tenía arrebatos de melancoUa y lan­zaba miradas inquisidoras que él no podíaentender.

lucia perecía enferma, MAs deIgoda. losojos enrojecidos por llantos secretos. evitabaconversar con los padres. Un día no pudoocultarlo más Y le contó todo a su madre.Estaba embarazada.

A esa altura, el Mudo ya sabía de la relaciónde Luda con el muchacho. Resultaba imposi ­ble no verlos, tomados de la mano y besaabrazados, en el fondo del pomar o tendidosen elpesto del_lado de la laguna B Mudose sentaba en el borde de la cama mal orde­nada, Uun6W, los lebos quietes, En> comoesos postes del medio del campo, que deseen­san todo el tiempo mientras los hiles transmi-

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ten voces teIef6nicas, rechazando todo apoyo.Seña difícil entrar en los pensamientos delMudo, traducUlos a palabraso frases lógicas.

Los colonos de la estancia trabajaban, su­frian. decían palabrotas. hablaban y oran BMudo sólo podía pensar para sí mismo. Susgestos dedan tan JXlCO como los saltos de unperro que quisiese transmitir historias de leal­tad a un dueño displicente. En cuanto a losdemás, nadie pensaba en el Mudo.

Hubo confabulaciones de los padres, auto­ri1aóones exigidas. comentark>s de toda la es­tanda. besa que Lucia y el agrónomo acaba­ron casándose. Se mudaron a la dudad, e!muchacho encontró un empleo y tuvieron e!primer hi;o.

Algunas mujeres se deterioran después decasadas. Luda fue una de ésas. Desde el ro­mienzo del embarazo, la cara se le cubrió demanchas que nunca le salieron del todo. Elvientre, después del nacimiento nonnaI de!bebé, no volvió a ser e! de antes. Los senoserguidos y duros se marchitaron, y se apagótodoaquelbrlIIode huta suculenta. A pesardeeso daba la impresión de que e! marido Laqueña.

Ene!cuarto, las luces apagadas, pensabaenla Luda de los sahos ágiles, e! rostro eocen­dido, los senos calientes que resistian sus cari­cias . .. En esos recuerdos se interponta elMudo con aquellas miradas fijas. Le ventancelos retrospectivos, imaginaba caricias prohi­bidasY los poderes mágicos que habían vueltoa Luda tan sedoctora y provocativa.

Luda ya no se mirabadesnuda en e! espejo.No habla engordado demasiado, pero suscar­nos hablan pentido aquella _ ya noeran e! conjunto de vibrantes cuerdas de vio­lín.. S6Jo había conocido a un hombre en suvida, era una esposa fiel Pero no podra con­trolar ciertas divagaciones nostálgicas, suam istad con el Mudo, las correñas en la esta n­cia, la transformación en mujer, lasmiradas delMudo ... Sin saber por qué, se resistia a evo­cario en sus pensamientos, aunque no teníaimportancia. pues todo habia sido tan ino­cente ..•

El marido le habla contado los comentariosidiotas, las tonterias que inventaban las coma­dres. Luda no era feliz. Amaba Y cuidaba alrujo, .".,.Jaba la casa y peeperabe la conUda.

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Salían poco, conversaban, peleaban. comotodos jos casedos,

No sólo desnuda evitaba Lucia el espejo.Cuando se arreglaba no se estudiaba la cara, elcuerpo, comoantes. Sentía la falta de algoqueno podía definir pero que era irremediable.Cuando jugaba sola con el hijito le repetíaciertos gestos, hasta que un día, sorprendida,descubrió que eran losmismos que usa ba para"hablar" con el Mudo.

Dejó de hacerlos, y se preguntó por qué.Tenía la cert eza de que el Mudo nunca hebíerepresentado nada para ella; la sola hipótesisera absurda. Despertaba de noche con pesadi­llas extrañas en lasque perdía alguna cosa queno reconocía pero que parecía saIirlede eden­tro. Lucia ya DO era la misma, yel marido creíasaber la causa, a unque nunca se la confesañaa nadie.

En la estancia lodo seguia como antes, conlas únicas modific:adones que trae el paso deltiempo. EJ nuevo administrador habia hechoalgunos cambios en los fu9:u"es de labra nza,construido nuevos establos. Del Mudo ba ble­ban muy poco. EJ patrón lo mantenía por cari­dad, pues su trabajo ya no valía como antes.Se había vuelto perezoso y desinteresado. Asíparecía al menos., pues lasplantas que cuidabaya no se voIvran tan lozanas corno en otrosaños. En realidad, el Mudo no habia modíñ­cado el ritmo de trebejo, Repella lodos losdlaslasmismas tareas de siempre. Sin embargo, sile hubieran estudíedc 1M _ y losgestos,la! vez habrlan descubierto que algo se hablavaciado.

EJ Mudo plantaba, podaba o ataba ramas,las manos rápidas. repitiendo opemdones efi­dentes y met6cticas. pero bias. Ningún du­razno o racimo de uvas creóa más allá de loque los abonos y la naturaleza permitian Sehebra acabado el hedrizo, los "pases" miIa­grosos. Sentado en el borde de la cama, hun­dido en un silencio de muerte, apenas recoe­daba. Comta poco, sin mover los ojos, y aveces se iba junto a la carretera y contemplabael paisaje como si esperase la llegada de algo;su aspecto empeoraba. Un dra no apareció, ylo encontraron en el cuarto, en fenno.

Le dieron reméñcs caseros que nada lomejoreron. Cuando le subía la febre hadagestos que nadie entendra. Su estado seagravó, yel patrón fue a busc:arun médico a laciudad. Dos días después murió. lo enterra­ron sin ninguna lApida, y apenas recibió unaspocas flores que unos niños hablan anancadode su joniln.

Cuando se enteró, Lucia estaII6 en un Dantoavergonzado, y se encerró sollozando en elcuarto. EJ marido le Uev6 un vaso de agua.Luda se calmó.

Ambos actuaban con poca na turalidad, nose miraban directamente. Durante mochosdías se trataron con ceremonia, como si terree­sen el asunto. Sólo el tiempo podña tejer unnecesario olvido.

Nadie quiso o se acordó de visitar la tumbadel Mudo, donde la maJeza crecíeen 5bertad.Tal vez por eso mismo con más fuerza Yvigorque en las dereas ...

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t:--

mas ordenes. pero a vecee lescambian los titulos) y qué editorial10publicara , y cuándo.

Dos pal-naditas más, pero nocon patemañemc siro con grati­tud realmente buenas las ñustra­ciones de Fati y Killian; y me ale­g ra Que hayan dedicado un buenespacio a cceeotercs de libros.no sólo sooee hcción seo sobrematerial ceosrcc. En rrece delodo el papel que se entinta hoydía. uno a veces necesita comouna guía turística para saberadónde ir y no siempre es fácildelec tar un medio Que oriente eneste tipo de lecturas. Desde yamuchas gra cias por tooo . Y lesag radecería aUn más si publ ica­ran O me reoeeen llegar las res­puestas al ), 2) YJ ) Si1"10 es dema­siada moIestta

Gerardo H.PonllniCapital

' ) En cuanto a productos "6xóti·COS

M

, en este número publlc8lTlOScuentos de un noruego y de unbrasiIefto. En núnero3' fLttttto!aparecerá gente de otras MCio­naJkJades,' 2) Ba6ard fOdltvf41 noordenó en un libro lOdas sus cf1ti..ces: en el f'utI.wo dlJff1t'JX1S • cono­e N fMguna otra: 3) B fibtO de Al­diSSseRamttrá. porsupuesto, Ult i­mas órdenes . y SerB publicadopor MinotaufO.

Gen te de B Péndulo:En primer lugar deseo felicit ar­

los. más allá de los resulladOS quepuedan alCan.Zar, por el esfuerzoque SignifICa la publicación deuna revista de esas caraeteristl­casoHace bempo queesperaba laapanción de una revista como BPéndulo, Que ncera algo masQuepublicar relatos de ectcees ya

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ción NOSO. Ed . Mart inez:Roca )Con respecto a lOS artÍCUlOS

oecccecees algo: aur'lQue la re­lación entre las pag inas dedica ­das a re latos y las dedicadas aartículos me parece muy eoe­cuece. si alguna vez Quieren ene­tarta . Que no d isminuyan las cee­cadas a artcucs (si es pos ible,Que las aume:"lter'l), ya Que son es­l as las Que d.ferencian a su revistade una ccecceo de relatos comohay muchas

En cuanto a las ilustrac iones.aunque cee-oc hojeé la revistame parecieron muy buenas. encuanto empecé a leerla no lespres té la menor atención. ¿No les

• parece un desperdicio de espacioQue podrían ut ilizar en algo masútil?

sesone-oo. no PUedo Que­jarme 'La revista me de¡6 entera­mente sens tecrc

Miguel A. ManchioneCapital

¿Alguien mlls deseaque /a revistano sea nustnJdIJ.?

Seflor d irector de El P$ndulOCon el atraso ya ciescc con res ­

pecio a la d istribución en BuenosAires, llegó por fin B PéndulO a

Rosano. en su oeeva etapa AlpflnClPIO me fastid IÓ un poco lasereenee con Mutantia, en el te­maño y la dlagramación, pero unavez que la lei caí en el extremoopuesto, y ahora me cuesta imagi­narla distinta Es una verdaderareveta-rerc para gua rdar. La im­presión general Que me causó fueóptima aunque tengo mas de unasugerencia por hac er. Entre lodestacable por lo POSItIVO está laseccce de notas cortas del princi­po. Ylas Que se van desgranandoentre los cuentos, Que le dan a larevista su tono de tal. En ese sen­tido me gustarla Que hubiese máscritica de libros. Esplénd ida sobretodo la nota de Ballard, un textoteoncc-ccetcc a la altura de lOSmanifiestos surrealistas de ere­ton . alJl'lQue uno noesté de accer­do con él.

Elrnateearde CordWa.ner Smrthes un capitulo aparte Magnif.caidea la de incluir material informa­tivo sobre un autor determi nado .Hasta me parece Que la sección(c reo QLti es fundamenta! Que semantenga) se venavaonzaca conuna presentación tipo dossier:una espec ie de carátula propia.algo esr. Delresto del material na·rrativo. me gustaron sobre todolos relatos de sern J. LundwaH yAngélica Gorodischer. apa rte de

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• "EI Secreto" . de JackVanee . sobre la vida coti­diana de una envidiable so­ciedad que. sin embargo .debe enfrentarse con algono del todo envidiable.

• Articulos de Pablo Ca­panna sobre C. S. Lewis yErn st J ünger.

• Una entrevista exclusivacon Ursula K . Le Guin. en

~,,"---.Jla que la autora de Lo M anottquierda di' la Oscuridadnos muestra las obsesionespersonales que dan fonna asu obra.

EN LOSPROXlMOSNUMEROS

• " Diosa de Granito" . deRoben F. Young. historiade l amor más grande deluniverso.

El Péndulo continuará pu­blicando los mejores cuen­tos), artículos de los maes­tros de la imaginación:

• " Bajo la Vieja Tierra " .de Cordwainer Smith. cró­nica poética y terribl e de unfuturo lejano . tan vívidoco mo nuestro presente.

• "El Mundo de los Mar­tes" . de Philip José Far­mero sobre una ingCniosa. <::;;=';\h~solución del problema de-...mográfico . que sin embar­go crea nuevas y originalesangustias .

EQUIPODirector Editorial Andrés Cascio6

Jefe de Redacc ión Mardal Souto

Diseño Gráfico Sergio Pérez Femánde.z

Colaboran en este número Pablo Capanna e Klllian e EMo Gandotl"o e Fati e

Car10s Gardini e Sanyú e Bernardo e FeJTeira e Fortín e Michel Gaf'fré

" Prog reso" , guión de pierre Christi n y dibujo de Enki Bilal, © Ed. Darqaud

Producción Gráfica Carias Albert o P éree Lam:a e Fablán Di Mattco e

Alejandro Turiansky e Fernando Brenner e Eduardo Echániz

Laboratorio Rolando Nazardín e Mlriam Varela e Laura Paree! de Peralta

Coordinación Gráfica Juan Zahtut

Correción EMra lbargften e Nora I"\eeroff e Sandra Russo e Eduardo M11eo

Director Come rcial Ricardo Portal

Director de Ventas Rubén A1peDanl

Gerente Administrativo Jorge Antonio ormaFotocomposición Enrique 11\.Gal~

PE1'ilX.LO I'f" 2 ~~ ~..--..I.~ par f.tcionn dt IIIIJrr-. SA F-..queo.~:W. 2!l8.( 1074) CIpIaI.. "'*'IiI....iól .~ 482.~ p;,o-roButnoJARs.~ ¡,e 822

N..rioneIdt ..~~111032.ProhbdI-,¡~""o=o-.:hosToó"""'"DiItribuidoon ro> ÜpbI FtdenIl: ""-:ti Yc.. Di!otr1buidon en el~ SAClF~

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Los editores a~nos de historietaspiensan que sus lectores son idiotasNo se alarme. Lo que expresa este titulares Los lectores, en Mataderos o Nuflez, pareceventad. Ylaverdad notieneporque asustara quelo quieren asi.nadie. Osi. Pero. lo quieren?Cuando unedil« advierte un argumentista o Nosotros,Ia gentede Superhumor. pensarnosundibujante sensibles. deesosquecreen que que los Iectofes songrandes aunqueseandli-Jos lectores noson giles, se pone mntento. ros.Ysi son dlicos,mejor. Porque sison chi-y piensa. (OS son grandes.Piensa. pCll' ejemplo: -zste es untalento. Yel Por esoparanosotros lahistorietaesungéne-talento a mi negocio lo favoreu. ro adulto.Yentonces lerecomienda a su talento: y es tan prestigiosa. como género, como el-Hagame casO. El público quierecirco. Pan y cine o la literatura o la plástica.cirw. Todo lo que le jnteeesa a la gente. Y Por eso está n con nosotros apenas losolvidarse de la realidad. me¡om.y sonriendo. continUa: Nuestros autores nopueden hacerenotro la--tsaiba o dibuje sobre gente hermosa, que do lo que hecenaquí.estédel ladodel Bien. con mayUsculas. daro. ¿Porque?Si esargumentista. póngame lluvia enlaspar- Porque no los dejan.tes románticas Ymagnums 347 en las partes Algunos sontoIal»ofad<ws deHumor, una re-violentas. Sies dibujante. dele a los primero vista seria. Sin distinó6n desexos y de razas,planos. Chicas con pestañas como <epillos y deaedos yde culpas. todos.ocasi todos. son:héroes como deplomo. No seolvide, los bue- fontanarrosa, Fati. Reynoso. Limura. Trillo.nos siempre ganan. 6roodonaWhite, Mandrafina, AltURa, Sastu-El argumentista o el dibujante, que debe 93'" rain, Sanyu, Sa«omanno, los Breccia, Ferro,rerseelpan,pagar elalquiler, lacooperadora Trigo (sigue la rrstal._ y siguen lasfinnas.delos chicos ypasarte unospesos asus padres Nuestros lectores, en su mayoria, son los dejubilados, repara quesutalentoescasi genioy Humor.que laobrapuede esperar un ratito,espe<ial- son lertores queopinan que la alegría puedemente cuando haytanto que pagar. devaluarw un treinta por ciento. Pero tem-Entonces paga. Paga con suObra lo que vaa biénquelaaventura de viviry de gozar leyen-ganarprostituyendo lo me;or que tienedesi: dosigue valiendo mucho allí donde hayauto-suc.apacidad de expresión. resy lectores que piensan.Así elaeador aprenderá, siesargumentista, a Ahora yasabe.Paguelemáso menos lomismoesaibirhistorietas con mucho texto. porque el al editor quepiensa que ustedno piensa y esquetiene poco que decir habla mucho. un idiota. m~ rYV\(l,Así el aeador aprenderá, si es dibujante, a Ocompre~dibujar historietas con primeros planos. Por- paraqueaquellos que piensan que ustedque ii tiene poco que mostrar lo mejor es piensa, piemen que no se equivocaron.dibujar c.aras.Además, como el editor sostiene, la revistatiene quedurarle allector .Porquepagó.y caro.la realidad, segúnestos editores, no es unaaventura. •. ,,'Es frustración. y un gran negocio paraellos. .' ,.' /. ~'lLa realidad paraloslertores de estas revistas :,... . • G> . ....{c: I "-

está másallá de laGeneral Paz: Bronx, Picadi·~'~ ~t.:::: I ";..~r'~gllIy, Montmartre, rrastevere. ~ ~:~~ ~ .•0'p__ • l '

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