El Papel de Las Sustancias en Los Procesos de Significacion

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63 El papel de las sustancias en los procesos de significación El papel de las sustancias en los procesos de significación Luisa Ruiz Moreno A partir del artículo de Louis Hjelmslev, “La estratifica- ción del lenguaje”, este trabajo se propone examinar el rol que juegan los dos estratos de sustancias en la signi- ficación de toda semiótica. Aunque la semiosis se decide por las formas, se observa que, en el comportamiento general de las semióticas-objeto, esta disimetría funcio- nal —en cuanto a la supremacía de los estratos de las formas sobre los estratos de las sustancias— no se man- tiene. Por su naturaleza y su condición intrínseca, cada semiótica-objeto está igualmente constituida de forma y sustancia y, en consecuencia, la significación está con- dicionada de la misma manera por esos dos elementos constituyentes. Para comenzar a describir cómo las sus- tancias, tanto de la expresión como del contenido, dejan su impronta, su presencia, en los objetos significantes, presento un esquema elaborado por Francisco Serrano Osorio. Si consideramos el texto —cualquiera sea la sustancia de su plano de la expresión— como una dimensión sensible, es decir, como un espacio en que se hace presente el discurso gracias a la relación entre forma y sustancia llamada manifestación, el texto deviene objeto de percepción. Lugar, entonces, no necesariamente lingüís- tico donde se manifiesta la significación, para decirlo casi en pala- Escritos, Revista del Centro de Ciencias del Lenguaje Número 23, enero-junio de 2001, pp. 63-77.

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    El papel de las sustancias en los procesosde significacin

    Luisa Ruiz Moreno

    A partir del artculo de Louis Hjelmslev, La estratifica-cin del lenguaje, este trabajo se propone examinar elrol que juegan los dos estratos de sustancias en la signi-ficacin de toda semitica. Aunque la semiosis se decidepor las formas, se observa que, en el comportamientogeneral de las semiticas-objeto, esta disimetra funcio-nal en cuanto a la supremaca de los estratos de lasformas sobre los estratos de las sustancias no se man-tiene. Por su naturaleza y su condicin intrnseca, cadasemitica-objeto est igualmente constituida de forma ysustancia y, en consecuencia, la significacin est con-dicionada de la misma manera por esos dos elementosconstituyentes. Para comenzar a describir cmo las sus-tancias, tanto de la expresin como del contenido, dejansu impronta, su presencia, en los objetos significantes,presento un esquema elaborado por Francisco SerranoOsorio.

    Si consideramos el texto cualquiera sea la sustancia de su planode la expresin como una dimensin sensible, es decir, como unespacio en que se hace presente el discurso gracias a la relacinentre forma y sustancia llamada manifestacin, el texto devieneobjeto de percepcin. Lugar, entonces, no necesariamente lings-tico donde se manifiesta la significacin, para decirlo casi en pala-

    Escritos, Revista del Centro de Ciencias del LenguajeNmero 23, enero-junio de 2001, pp. 63-77.

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    bras de Greimas: Con conocimiento de causa proponemos consi-derar la percepcin como el lugar no lingstico en que se sita laaprehensin de la significacin.1

    El texto as tomado en su aspecto sensible y desinvolucrado delos roles lingstico-verbales con que normalmente se lo identifica,est fuertemente marcado por la impronta de su sustancia, de modoque las formas parecen supeditadas a ella. Aunque en realidad,como en todo proceso semitico, sea la sustancia la que dependede la forma y aqu seguimos a Hjelmslev al pie de la letra.2

    Segn nuestra experiencia de trabajo con objetos significantesconcretos, cuando tratamos de dar cuenta de esa dimensin sensi-ble del texto y aislamos las formas del plano de la expresin con lafinalidad de llevar a cabo el anlisis, la referencia a la sustancia, eincluso a la materia, es casi obligada. Me refiero sobre todo a ob-jetos sincrticos de la cultura que devienen texto por nuestra inter-vencin (descriptiva e interpretativa) sobre ellos. En mi caso parti-cular, los objetos sometidos al anlisis han sido espacios e imge-nes religiosas de la cultura colonial de la regin Puebla-Tlaxcala yen el caso de Francisco Serrano Osorio, con quien he compartidoestas cuestiones, ha sido la observacin detenida y prolongada deun acontecimiento como es el carnaval de Huejotzingo, lo que lo hallevado a una reflexin sobre el papel de las sustancias en un textotan complejo.3

    Sin embargo, no ocurre de igual modo cuando se focaliza elplano del contenido, es decir, la dimensin inteligible del texto, puestoque all la significacin y el sentido, o sea forma y sustancia, aun-que retroalimentndose en todo momento, pueden ser abordadosseparadamente y con mayor autonoma: ya sea desde una lgica-

    1 Greimas, A. J., Semntica estructural, Gredos, Madrid, 1987, p.13.2 Hjelmslev, Louis, La estratificacin del lenguaje, Gredos, Madrid, 1972, p.

    57-61.3 Serrano Osorio, Francisco, Historias del carnaval y otros mitotes, Escritos

    11/12, BUAP, Puebla, 1995.Serrano, Osorio, Francisco, Enfrentamientos armados en el carnaval de

    Huejotzingo, Escritos 19/20, BUAP, Puebla, 1999.

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    semntica o desde una lgica-tensiva, para el caso de la significa-cin, o bien, desde una semitica especulativa, para abordar la pro-blemtica del sentido.

    Estas diferencias de protagonismo de las sustancias en ambosplanos de una semitica dada frente al analista, se detectan conmayor intensidad en el estudio de los textos no verbales ya que laverbalidad se muestra en todos los casos ms ejemplarmente im-pregnada de los comportamientos semiticos.

    En efecto, as como los textos manifiestos en lenguas naturalescumplen con mayor distincin el carcter inmotivado del signo, tam-bin parecen mostrar mejor tanto la arbitrariedad de la forma, des-de el punto de vista de la sustancia, como la solidaridad de losplanos que establece la semiosis. Por el contrario, las semiticasno verbales que tienden a ser semisimblicas como lo ha demos-trado Jean-Marie Floch, ponen por delante digamos as suplano de la expresin y obligan a quien las examina a ensayar unaespecie de semitica esttica.4 Es decir, una semitica que se ocu-pe de ese lenguaje segundo en el interior del plano de la expresinque es la dimensin plstica y ella, necesariamente, convoca lasustancia.

    De acuerdo, entonces, con la experiencia en el tratamiento delas semiticas no verbales, cuando se trata de observar a los obje-tos significantes focalizando preferentemente el plano de la expre-sin debemos de tener en cuenta ese efecto de desborde de lasustancia sobre la forma, o, dicho de otra manera, ese exceso depresencia de la sustancia sensible, si queremos dar cuenta de lasignificacin y no digamos de una manera exahustiva, que es siem-pre una aspiracin inalcanzable, sino al menos satisfactoria. Sobretodo, esto se presenta cuando nos colocamos frente al texto, lo quees ahora nuestro caso, como un objeto de percepcin.

    Ese exceso de presencia de lo sensible en los textos-objetos depercepcin, tiene como primera consecuencia un reequilibrio de la

    4 Floch, Jean-Marie, Pour une smiotique plastique, Petites mythologies del'oeil et de l'esprit, Hads-Benjamins, Paris-Amsterdam, 1985.

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    disimetra funcional en cuanto a la supremaca de las formas sobrelas sustancias y hace comprender mejor la disposicin en strata quepropona Louis Hjelmslev para los componentes de un sistemasemitico y no en planos aunque por necesidad terminolgicaconserva esta ltima denominacin.5 Y ello tambin hace comprendercon ms claridad su afirmacin de que las relaciones entre strata en el interior de cada plano siendo complementarias, ofrecen uninters mayor para el semiotista porque presentan conflicto entre loparadigmtico y lo sintagmtico, contrariamente a las correlacionesentre expresin y contenido que son solidarias y no presentan con-flicto con respecto a esas dos dimensiones constituyentes.

    La segunda consecuencia, es que ese exceso de presencia delo sensible opaca, necesariamente, el brillo de la dimensin inteligi-ble que aflora en el texto. La disminucin de ese resplandor oca-siona un repliegue de la subjetividad. Esto es, la subjetividad comoresultado de las operaciones cognoscitivas de seleccin, clasifica-cin y combinacin o mezcla, las que de una o de otra maneratienen en el fondo a la estructura de la enunciacin como modeloconstitucional, el yo digo que..., aqu y ahora...

    Pero en el dominio de la escena que detenta la dimensin sen-sible en las semiticas no verbales, la subjetividad se expande y sedisemina en el texto configurndose ms que como una instanciapredicativa como una instancia perceptiva, es decir, que la subjeti-vidad emerge del objeto mismo, como proviniendo de la propia sus-tancia, lo cual otorga un mayor protagonismo al texto en su carc-ter de objeto de percepcin en detrimento de la actuacinperformativa del sujeto. Por lo tanto, este ltimo se vuelve necesa-riamente sujeto pasional y su identidad se va configurando en eldiscurso no tanto por lo que dice como por lo que oye y lo quesiente, o, mejor dicho, por lo que las sustancias le hacen or y sentir.Por ejemplo, en el caso de los espacios religiosos que constituyenciertos lugares, como las iglesias y, aun dentro de ellas, el atrio, hayevidentemente una voz que proviene de la enunciacin: el llamado

    5 Hjelmslev, Louis, op. cit., n. 2., p. 64.

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    y la aceptacin del llamado, la introduccin al mbito sagrado y eldespojamiento de toda exterioridad. Y ello se debe a la lgica-semntica del espacio mismo, pero hay tambin una subjetividadpercibiente, como una suerte de estar ah, que adquiere consisten-cia en el discurso mediante las tensiones entre la luz y la sombra,los colores del decorado, los olores de las ofrendas de flores, loscnticos de la gente, o el murmullo de sus oraciones. A lo quehabra que agregar la profundidad y la densidad de los cuerpos, sushumores, sus movimientos, que trazan el espacio en la extensin yque Francisco Serrano estudia en los juegos de guerra en el carna-val de Huejotzingo. Me refiero, en suma, a los presupuestos sensi-bles de esa instancia lgica y presupuesta del texto que es el sujetode la enunciacin, o sea, esa otra instancia que no podemos llamarprecisamente sujeto, pero s subjetividad, que impregna el texto delser y del estar ah de la presencia humana.

    Hjelmslev mismo, a quien debemos las precisiones sobre la na-turaleza formal de los sistemas semiticos, llama la atencin en susEnsayos lingsticos los que tendemos a leer menos y por lotanto a tener menos en cuenta que los Prolegmenos sobre larapidez con que una vez ubicados en el terreno de las formas noshemos desembarazado de la problemtica de la sustancia, siendoque existira, segn su propias palabras, una relacin anloga en-tre la sustancia y la forma del contenido y la sustancia y la formade la expresin hasta tal punto que, si pasamos en el orden indica-do (hacia adelante o hacia tras) de uno de estos cuatro comparti-mientos al otro, podemos hacer las mismas observaciones paracada recorrido.6 Es as como Hjelmslev propone el nombre destrata para designar los cuatro compartimientos que integran alsigno o a una semitica (para utilizar sus propios trminos), deno-minacin que no es inocente sino que expresa lcidamente el con-cepto que entraa.

    En efecto, en ese conjunto de dimensiones que constituyen elespacio del signo, que es finalmente con el modelo del espacio

    6 Hjelmslev, Louis, loc. cit.

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    como este autor se representa al signo, cada stratum comparte deigual manera con los otros, y en igualdad de condiciones, la super-ficie semitica. Esto es, ellos estn en el mismo nivel y pueden sermirados desde un slo punto de vista, de modo que aparezcancoordenados y puedan ser manipulados y clasificados libremente ysin concepciones previas a ese ordenamiento. Esto ltimo, es unacaracterstica muy peculiar de la teora del lenguaje que Hjelmslevse propone elaborar y es quizs uno de los mayores sostenes quedan coherencia y solidez a su pensamiento. Este rasgo, que exigeun despojamiento de la metafsica reinante en el sentido comnpara poder apreciar la riqueza de sus propuestas, va en detrimentode la prosecucin del curso de su teora semitica y de las aplica-ciones posibles.

    Esta proposicin lleva a Hjelmslev a una minuciosa designacinsimblica para cada magnitud y sus combinaciones, designacinque tiene como objetivo evitar las ambigedades de los trminosgenerales, forma y sustancia, a la vez que sealar la importanciaque deben de tener para el semiotista estos dos componentes delos sistemas semiticos en la descripcin de los textos.

    Necesariamente, ello implica para nosotros un sealamientoacuciante en el sentido de que as como la significacin no concier-ne slo a las formas del contenido tampoco est exenta de lascoherciones de la sustancia, sino que, la significacin est igual-mente condicionada por los dos elementos constituyentes de losdos planos de cada semitica objeto.

    Desde esta visualizacin en strata de los sistemas semiticos,el fenmeno de la manifestacin reclama ser atendido con mayorcuidado puesto que si la semiosis correlaciona valores, la manifes-tacin relaciona cada magnitud de valor a la magnitud de sustanciaque le corresponde y por la cual dicha magnitud de valor es mani-festada. As, manifestacin y valor encuentran una ligazn muyparticular que Hjelmslev cristaliza en la simbolizacin que muyconscientemente y de manera expresa elige para la manifestacin:V, que significa valor manifestado por o forma respecto a, y, Vinvertida, o sea, que significa magnitud manifestante o sustan-cia respecto a.

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    Habiendo hecho las precedentes reflexiones, surge una pre-gunta obligada: cul es el rol que cumplen en la significacin losstrata de las sustancias de los planos de toda semitica? Slo po-demos decir, por lo pronto, y a partir de los anlisis concretos quelas sustancias intervienen y condicionan de algn modo las formasen el proceso de produccin de la significacin. Pero ante un he-cho evidente en los objetos sensibles, no podemos, sin embargo,decir bien cmo ello ocurre.

    Mi intencin en este trabajo es comenzar a elaborar esa pre-gunta, mejor dicho, exponer ante otros investigadores que quizsya hayan avanzado en esa formulacin, las cuestiones que noshemos hecho en el mdulo Materia, forma y sustancia del Semi-nario de Estudios de la Significacin del SES-UAP. Para ello, voy atomar como base la figura (ver p. 70) de tipo figural para utilizaruna precisin debida a Claude Zilberberg que Francisco Serranoha elaborado para representar visualmente la estratificacin delsistema semitico.

    En este conjunto de cuadrantes, englobado por la materia, po-demos ver el dominio semitico dividido en cuatro compartimien-tos exactamente iguales, llamados strata. Para observar esta fi-gura debemos considerar que el punto de vista est emplazadoarriba y en el centro, lo cual obliga a mirar desde un solo golpe devista los distintos componentes hacia la profundidad y todos des-de esa altitud central y panormica.

    La primera diferencia entre clases de strata es la distin-cin entre los planos, contenido y expresin, y, la segunda,entre forma y sustancia. De modo que la primera es una dis-tincin superior a la segunda que, por lo tanto, le es subordina-da. La jerarqua constituida por el contenido se visualiza en elhemisferio norte y la jerarqua constituida por la expresin enel hemisferio sur.

    Debemos precisar que lo que divide a los dos hemisferios esel eje horizontal trazado entre la forma y la sustancia, las que seubican respectivamente al este y al oeste y que se relacionanentre s mediante el eje vertical de la manifestacin. Quedanas representados espacialmente los cuatro strata.

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    MAN

    IFES TACI

    N

    F. SEMITICA

    X

    SELECCINSELECC

    IN

    SELECCIN

    COMPLEMENTARIEDAD

    COMPLEMENTARIEDAD

    auto

    nom

    a

    solid

    arid

    ad

    ESPECIFIC

    AC

    IN

    sustancias de la Expresin

    X

    sustancias del Contenido

    X

    Notas:

    1. Una lnea, orientada o no, con un punto en medio indica dentro de un proceso.

    2. Una lnea con una X en medio indica dentro de un sistema.3. La punta de la flecha (orientacin) indica siempre a la(s) constante(s) y la cola a la(s) variable(s).4. La sustancia de la expresin tambin est organizada en los mismos tres niveles que la sustancia del contenido. No aparecen en la figura para evitar recargarla ms.

    relacin sintagmtica

    correlacin paradigmtica

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    Hacia el este, el eje horizontal puede trazarse con toda niti-dez, pues representa la forma semitica por donde se estable-cen puentes de pasaje entre el stratum noreste al stratum su-reste, y, viceversa, mientras que hacia el oeste el eje se presen-ta como un precipicio ya que no hay paso entre un stratum desustancia al otro.

    Es necesario tener en cuenta que todo paso de un plano alotro debe hacerse por medio de las formas, es decir, por el este.As mediante las formas de uno y otro plano se establece lasemiosis. Y las formas, por su parte, pueden aplicarse comoconstantes en las diversas y variables sustancias que vemosrepresentadas, a mayor escala fuera del cuadrante, como pla-nos que se suceden al infinito.

    En cuanto a las relaciones entre los strata ya hemos dichoque entre expresin y contenido hay solidaridad desde el puntode vista sintagmtico (que marcamos con un pequeo crculo) yautonoma desde el punto de vista paradigmtico (que marca-mos con una cruz). Es decir, virtualmente, un plano puede serconsiderado con independencia del otro pero en la realizacinsemitica, llmese uso o proceso, se establece una solidaridado relacin de presuposicin mutua.

    Ahora bien, entre los strata forma y sustancia, la determi-nacin, o sea relacin unilateral que va de la sustancia comovariable a la forma como constante, slo se efecta desde elpunto de vista sintagmtico como una seleccin de la formahecha por la sustancia, lo cual se complementa con la especifi-cacin que establece la forma sobre la sustancia.

    Estas relaciones, que Hjelmslev encuentra conflictivas, es-tablecen niveles en el interior de las sustancias, o manifestantessemiticamente formadas, y que en la figura de Francisco Se-rrano estos niveles aparecen representados como tringulos conel fin de visualizar la profundidad.

    Estos tres niveles son los siguientes:

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    1) NIVEL DE LAS APRECIACIONES COLECTIVASo

    sustancia semitica por excelenciao

    sustancia semitica inmediata

    2) NIVEL SOCIOBIOLGICO O PSICOFISIOLGICO

    3) NIVEL FSICO

    Del 1 al 3 la relacin es de especificacin y del 3 al 1 de selec-cin. De tal modo que el 1 es especificante de 2, especificado por1, el que su vez se vuelve especificante del 3. Y en la relacininversa, el 3 es el seleccionante de 2, seleccionado por 3, el que sevuelve seleccionante de 1.

    As, el nivel 3 o nivel fsico, an dentro del dominio de laforma, es el que est ms cerca de la materia o llamada tambinsentido, soporte o manifestante no formada semiticamente, ascomo el nivel 1 o de las apreciaciones colectivas es el que estms cerca de la forma y el nico semiticamente pertinente parael anlisis.

    Como puede observarse, todo aquello que no se encuentra cir-cunscrito por la forma semitica pasa a engrosar el cmulo delsentido que, en la figura de referencia, aparece circundando todoel universo de la significacin.

    Evidentemente, esto que se describe para el cuadrante superiorizquierdo, vale, tambin, para el cuadrante inferior izquierdo, esdecir, para la sustancia de la expresin.

    Ahora bien, una vez que, gracias a esta representacin visualse ha puesto en figura la estratificacin del sistema semitico, co-mienzan las preguntas. Por ejemplo, la siguiente: cmo es queuna misma materia puede servir para manifestar formas diferen-tes? O bien esta otra: Ser que la materia como tal interviene dealgn modo en el sistema semitico o siempre y necesariamentedebe convertirse en manifestante semiticamente formada paraestablecer relaciones con la forma?

    Si, como lo muestra la figura de Serrano Osorio, la aplicacin

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    de la forma es lo que establece los distintos pasajes entre los stratano se podrn tambin figurativizar puentes entre una manifestan-te y otra una vez que el sistema est en proceso?

    Sin la mnima pretensin de comenzar a responder estas pre-guntas, celebramos el hecho de que nos las hayamos podido for-mular, lo cual es ya una ganancia en el terreno de la investigacin.Ello lo debemos gracias a la puesta en figura de las enseanzas deHjelmslev con respecto a la estratificacin del sistema semiticoque ha realizado Francisco Serrano Osorio y, en efecto, la figurapor l concebida hace patente las afirmaciones de Hjelmslev encuanto a que forma y sustancia son trminos relativos y no absolu-tos. As, las preguntas que nos asaltan son parte de las virtudes deesta concrecin, decamos de tipo figural, pues al comprendermejor un pensamiento tan complejo y abstracto, es que podemos,justamente, ejercer sobre l una conminacin cuestionante.

    Estas mismas consideraciones nos llevan a nombrar con mayorpropiedad a esta puesta en figura y referirnos a ella como el es-quema de la estratificacin. La designacin de esquema convie-ne perfectamente al caso porque podemos proyectar sobre l elpensamiento hjelmsleviano y con ello hacernos simulacroscognoscitivos que nos permitan volverlo asible y representable paralos sentidos. Es decir que estamos entendiendo por esquema a lamediacin entre lo inteligible y lo sensible, tal como lo concibenFontanille y Zilberberg en Tension et signification.7 Esto, en pri-mera instancia, porque lo que estamos proponiendo es apenas unesbozo, una primera presentacin de un esquema provisional, y serefiere por el momento a su funcin mediadora entre una teoraexpuesta verbalmente y una teora interpretada, ejecutada, por unesquema que la expone visualmente. La finalidad, por supuesto, detal esquematizacin no termina all, donde apenas comienza, sinoque se dirige a la construccin de un utensilio que permita darcuenta mejor del comportamiento de las sustancias en los textosconcretos.

    7 Fontanille, Jacques, Zilberberg, Claude, Tension et signification, Mardaga,Lige, 1998. Consltese la entrada shma.

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    Pues bien, este esquema, que como decamos es una puesta enimagen en tanto permite ver, est, a su vez aspectualizado porquetiene previsto en su elaboracin la presencia de la mirada de unobservador; y no slo su presencia sino su emplazamiento y elpunto desde donde l mira, ofrecindose as el esquema como elreceptor u objetivo de dicha mirada. Y esta presencia implcita delobservador, como un constituyente del esquema mismo, es la con-dicin esquematizante de la imagen visual de Francisco Serrano.La razn es porque gracias a esa presencia observadora la figurafigural se convierte en una estructura con carga sensible, inter-mediaria y, por lo tanto, de pasaje entre los conceptos tericos msabstractos y la posible multiplicidad de los fenmenos concretos.

    Se hace necesario, ahora, hacer un ajuste a las precedentesconsideraciones porque esta aspectualidad presupuesta trae comoconsecuencia una modalizacin en el destinatario del esquema yaque no slo le permite ver sino que le hace ver el esquema dedeterminada manera y no de otra. Esta es la restriccin para que lacomplementariedad entre los strata muestre que forma y sustan-cia son intercambiables segn la jerarqua establecida y el punto devista elegido. Lo mismo ocurre con los niveles en el interior decada stratum. Pero, inmediatamente se advierte que el punto devista que se exige para poner en marcha (no creo que sea unabuso decir para discursivizar) el esquema, es un punto de vistamvil, el que, a su vez, exige una figura del observador plstica-mente competente como para que tan pronto se coloque a derechao izquierda del esquema o, tan pronto, arriba y en el centro, con elfin de que haga desde esas diferentes posiciones la focalizacinrequerida.

    De tal dinamismo nosotros suponemos que, por un lado, las re-laciones de complementariedad deberan permitirnos describir cmolas evaluaciones adoptadas por una comunidad (la opinin social)seleccionan una forma, y, por otro, cmo esa forma especifica esasustancia.

    Este esquema de Francisco Serrano Osorio es ya una primerapropuesta de lectura crtica de la estratificacin del sistemasemitico y una herramienta formal para los comienzos de una

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    posible respuesta, desde esa base, a un problema que en el Semi-nario de Estudios de la Significacin nos parece de vital importan-cia. Problema que hemos planteado en las sesiones del Seminariopero que, sobre todo, nos asalta en el anlisis de los objetos sensi-bles: los cambios advertidos en el nivel de las apreciaciones colec-tivas producen cambios en las formas. Por ejemplo, en el interiorde una cultura, el mismo discurso, de un texto a otro puede organi-zar sus valores segn esquemas tensivos o estructuras categoriales(ya sea de contrariedad o de contradiccin stricto sensu) y pasarde una a otra estructura. Estas transformaciones en el discurso nose explican solamente por el lado de las formas. Hay algo en larelacin de las formas con las sustancias, semntica y sensible,que condiciona las formas.

    Voy a referirme, muy al pasar, pero para sostener y dar mayorsolidez a estos llamados de atencin sobre la necesidad de atenderformalmente al papel que juegan las sustancias en la aprehensinde la significacin, a una red intertextual8 que tiene comodesencadenante discursivo una carencia incolmable: la falta depureza de sangre para proseguir la carrera universitaria y cleri-cal en el Mxico del siglo XVIII.

    Los textos que integran esa red, que como se ver terminasiendo sincrtica, son dos lienzos colaterales del altar mayor de laiglesia de Santa Cruz, Tlaxcala, el retablo mayor, los documentosdel archivo parroquial y documentos del Archivo General de laNacin, tanto del ramo inquisicin as como de aquellos pertene-cientes a la Real Pontificia Universidad de Mxico.

    En todos estos intertextos, la carencia detectada aparece inva-riablemente, ya sea de manera implcita o explcita, e incluso ocul-ta, negada, bajo otras formas discursivas, puesto que el sujeto quela padece da lugar a un actor del discurso que adems de la obten-cin del grado de doctor en la mencionada universidad asciende ainquisidor del Santo Oficio y termina finalmente por asumirse como

    8 Establecida en el curso de mis investigaciones sobre los procesos de figura-cin en los lienzos del prebiterio de la iglesia de Santa Cruz, Tlaxcala.

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    mestizo. Pero de quien, no obstante sus logros reservados a loscristianos viejos, tambin se sospecha, en los mismos textos, queaparte de mestizo pudiera no tener una ascendencia pura de cris-tiano viejo, esto es, sin mezcla de moros o judos en sus abuelospeninsulares.

    Sucede que esta red est temporalizada por la fecha de cadauno de los documentos que van de 1727 a 1738. Si tomamos eldocumento que abre la secuencia, los expedientes universitarios, elrequisito de pureza de sangre es condicin sine qua non parapoder presentar la defensa de la tesis de doctorado en la Universi-dad, o sea, no se puede asumir ningn mestizaje de ningn tipo. Porel contrario, si tomamos los documentos de la fecha terminativa,una carta de postulacin ante el Santo Oficio para acceder al car-go mencionado y la consecuente respuesta positiva por parte deesta ltima institucin, veremos que sin que las restricciones hayancambiado, se puede, sin embargo no slo confesar que se es mes-tizo sino utilizar el dato como argumento persuasivo en un momen-to en que la Iglesia necesitaba de los llamados curas de indios.

    Evidentemente, todo esto que sintetizo de manera extrema sedebe a una interaccin de cambios estructurales en lapropioceptividad del sujeto que padece la carencia y todo ello sepuede describir porque est manifiesto en los distintos discursosque ha legado. Pero a todas estas descripciones les falta densi-dad si no incorporamos en ellas un dato significativo que no pro-viene precisamente de la red intertextual establecida, aunque sevocado por el discurso general de la cultura que la comprende, yque es la peste de 1737, conocida como el Matlazahuatl, que azo-t toda la regin Puebla-Tlaxcala y produjo estrategias diferen-tes entre los poderes sociales.9

    As, los ltimos documentos de la red intertextual resemantizan,sin abolirlas, ya que se dan en un discurso particular, las estructu-ras profundas del discurso general de la cultura y dan cuenta de

    9 Cuenya Mateos, Miguel ngel, Puebla de los ngeles en tiempos de unapeste colonial, El Colegio de Michoacn-BUAP, 1999.

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    una corriente alterna en el semantismo social que proviene quizsde la sustancia del contenido ms que de las formas, es decir, delnivel de la apreciaciones colectivas, sustancia semitica inme-diata o sustancia por excelencia, que permite discursivizar las ca-tegoras de distinta manera y hacer otro acomodo de los valores.En la apreciacin de la comunidad, despus de la peste, la ca-rencia de pureza de sangre pierde intensidad categorial mientrasganan preponderancia otros valores que tienden hacia la afectivi-dad como el hablar las lenguas indgenas y el trato mismo con losindios. Creo que estos ascensos y descensos en los niveles de lasustancia desbordan las estratificaciones de los sistemas semiticosy marcan presencias en la superficie textual.

    Entonces, para dar cuenta de la significacin de los objetos sen-sibles, es necesario retomar la problemtica de las sustancias yacordarles la debida importancia a la impronta que ellas dejan enlos textos.