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EL ORIGEN DEL NUEVO TESTAMENTO POR DR. WILLIAM WREDE 1 PROFESOR DE EXEGESIS DEL NUEVO TESTAMENTO EN LA UNIVERSIDAD DE BRESLAU (1893-1906) TRADUCIDO POR JAMES S. HILL, BD RECTOR DE STOWEY, SOMERSET CONTENIDO PREFACIO DEL TRADUCTOR INTRODUCCIÓN I. PABLO Y LAS EPÍSTOLAS PAULINAS PERSONALIDAD DE PABLO LAS EPÍSTOLAS DE PABLO 1 CORINTIOS GALATEOS ROMANOS 2 CORINTIOS 1 TESALONICENSES FILIPENSES COLOSENSES PHILEMON AUTENTICIDAD DE LAS EPÍSTOLAS 2 TESALONICENSES EFESIOS EPISTOLAS A TIMOTEO Y TITO II. LOS EVANGELIOS LOS SINÓPTICOS MARCOS MATEO LUCAS EL PROBLEMA SINÓPTICO EL DESARROLLO DE LA VIDA DE JESÚS EL EVANGELIO DE JUAN III. LOS RESTANTES LIBROS DEL NUEVO TESTAMENTO HECHOS DE LOS APÓSTOLES EPÍSTOLA A LOS HEBREOS LAS EPÍSTOLAS CATÓLICAS 2 PEDRO JUDAS 1 PEDRO EPÍSTOLA DE SANTIAGO EPÍSTOLAS DE JUAN REVELACIÓN DE JUAN IV. EL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO 1 Georg Friedrich Eduard William Wrede (1859 - 1906) fue un teólogo luterano y académico alemán.

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EL ORIGEN DEL NUEVO TESTAMENTOPOR

DR. WILLIAM WREDE1

PROFESOR DE EXEGESIS DEL NUEVO TESTAMENTOEN LA UNIVERSIDAD DE BRESLAU (1893-1906)

TRADUCIDOPOR

JAMES S. HILL, BDRECTOR DE STOWEY, SOMERSET

CONTENIDO

PREFACIO DEL TRADUCTOR

INTRODUCCIÓN

I. PABLO Y LAS EPÍSTOLAS PAULINAS PERSONALIDAD DE PABLO LAS EPÍSTOLAS DE PABLO 1 CORINTIOS GALATEOS ROMANOS 2 CORINTIOS 1 TESALONICENSES FILIPENSES COLOSENSES PHILEMON AUTENTICIDAD DE LAS EPÍSTOLAS 2 TESALONICENSES EFESIOS EPISTOLAS A TIMOTEO Y TITO

II. LOS EVANGELIOS LOS SINÓPTICOS MARCOS MATEO LUCAS EL PROBLEMA SINÓPTICO EL DESARROLLO DE LA VIDA DE JESÚS EL EVANGELIO DE JUAN

III. LOS RESTANTES LIBROS DEL NUEVO TESTAMENTO HECHOS DE LOS APÓSTOLES EPÍSTOLA A LOS HEBREOS LAS EPÍSTOLAS CATÓLICAS 2 PEDRO JUDAS 1 PEDRO EPÍSTOLA DE SANTIAGO EPÍSTOLAS DE JUAN REVELACIÓN DE JUAN

IV. EL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO

1 Georg Friedrich Eduard William Wrede (1859 - 1906) fue un teólogo luterano y académico alemán.

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PREFACIO DEL TRADUCTOR 2

El presente breve y claro ensayo sobre El origen del Nuevo Testamento fue originalmente dictadopor el difunto profesor Wrede a una audiencia educada de laicos, en forma de conferencias. El lectorno dejará de percibir marcas de esto en el estilo directo y personal a lo largo de todo el proceso.

Adquiere un cierto interés melancólico por ser una publicación póstuma. Es uno de los restosliterarios del difunto profesor William Wrede, publicado por su hermano con la ayuda de un amigodel teólogo fallecido. El presente trabajo está destinado, y se adapta, a un círculo de lectores muchomás amplio que sus obras más elaboradas y técnicas. El laico interesado, o el clérigo con tiempoinsuficiente a su disposición para un estudio especial más amplio, encontrará aquí un resumen y,teniendo en cuenta los límites del espacio, un relato exhaustivo de la presente crítica de los orígenesdel Nuevo Testamento a partir de lo que comúnmente se conoce como el punto de vista de laescuela "avanzada". El trabajo en sí mismo explica suficientemente y aclara su punto de vista.

El estudiante o el lector reflexivo apenas necesitarán que se les recuerde que es obviamenteimposible, en el límite de tan pocas páginas, en un tratado tan pequeño y popular, desarrollar afondo los argumentos más conservadores y tradicionales, por no decir ortodoxos. Para eso, elestudiante interesado deberá consultar otras fuentes.

Cabe dar un ejemplo. Sobre la cuestión del temprano fallecimiento por martirio de S. Juan, queimpediría considerarlo autor del evangelio tradicionalmente atribuido a él, Wellhausen hace laconfiada declaración de que Juan sufrió el martirio con su hermano Santiago en Jerusalén; Harnack––en una reseña del artículo Tradiciones sobre la muerte de Juan, hijo de Zebedeo, en el IrishQuarterly de 1908–– le responde que el énfasis en esta afirmación no la hace más cierta. Wellhausense basó en dos argumentos cuestionables aparte de la controvertida interpretación de Marcos 10,35,y media docena de argumentos fuertes lo contradicen. Wrede admite, de la manera simple y sinceraque caracteriza su estilo en este libro, que ese es un punto dudoso. Y en otro artículo muestra cómopudo haber surgido la, probablemente falsa, tradición de esa muerte de mártir. Esto puede servirpara ilustrar cómo el estudiante interesado puede extender su lectura, y distinguir los puntos ciertosde aquellos que están lejos de ser resueltos, pero también muestra la franqueza que marca el estilode Wrede. No se pronuncia enfáticamente si no existe certeza.

En una obra mucho más extensa sobre San Pablo ––lo que aquí se dice sobre el Apóstol essolamente un eco de aquello–– Wrede traza un contraste y, por así decirlo, una antinomia entre SanPablo y Jesús. De esta antinomia no hay rastros en este escrito, pero lo que se dice es suficiente paradar un perfil del autor de las epístolas cuyo origen Wrede trata de manera tan compacta.

El estudiante más exigente no podrá acusar a este trabajo de falta de reverencia o consideración delas opiniones y sentimientos de los demás, mientras que todos los que se interesen sin prejuicios enel tema se alegrarán de poseer, tan maravillosamente claros y de forma tan compacta, los resultadosde la labor en estos serios e importantes problemas. No se desperdicia ni una palabra de principio afin. Solo un experto, maestro de su tema, podría haber empacado tanto en un espacio tan pequeño.

JAMES S. HILL.

STOWEY RECTORY, Marzo de 1909.

2 Esta traducción al castellano fue realizada por CDG en Asunción, Paraguay, en agosto de 2018, a partir de la traducción al inglés del Rev. Hill. Los subrayados y sombreados pertenecen a esta versión castellana.

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EL ORIGEN DEL NUEVO TESTAMENTO

INTRODUCCIÓN

PERMÍTANOS retroceder en el pensamiento doscientos años, hasta ese momento cuando el temadel origen del Nuevo Testamento no era de interés ampliamente extendido y las cosas estaban enuna posición completamente diferente. La pregunta: "¿cómo nació ese libro, pequeño, peroextraordinariamente influyente, y tan infinitamente importante para la humanidad, que llamamos elNuevo Testamento?" En ese momento el tema no existía en círculos académicos amplios, yescasamente para la ciencia teológica misma. Sólo los primeros comienzos de un tratamientocientífico estaban presentes, y casi otros cien años transcurrieron antes de que comenzara el trabajoextraordinariamente celoso y duradero que la ciencia teológica ha estado aplicando desde entoncespara obtener una respuesta a la pregunta.

Sin duda, incluso hoy en día el resultado de este trabajo no se ha generalizado entre las claseseducadas, aunque se percibe ahora que hay un interés en el problema en los círculos más amplios, yparticularmente entre todos aquellos que buscan una reconciliación de los intereses de la religión ylos resultados de la ciencia moderna; y también entre muchos que tienen poco de interés religiosopero desean simplemente, como hombres educados, saber cuál es el estado del tema de la fuenteclásica del cristianismo, que es el Nuevo Testamento. Esta apertura para el tema, este interés en las preguntas que aquí se presentan dan a un expertocientífico el derecho a hablar claramente sobre estos asuntos. Es perfectamente cierto que es untema de especial delicadeza, porque los intereses intelectuales y emocionales están en todas partesligados a él. Pero es igualmente cierto decir que es imposible que la ciencia permanezcaoscurantista. Debe permitirse comunicar honesta y abiertamente lo que ha investigado honestamentea aquellos que honestamente preguntan.

Ahora preguntar es querer saber; por lo tanto, responder es comunicar conocimiento. Esto indicabrevemente lo que intento en mi trabajo. Tengo la intención de explicar lo que sabemos sobre elorigen del Nuevo Testamento y cuánto sabemos. Eso es todo. Hago hincapié en esto porque algunospodrían esperar algo que este trabajo no está destinado a ofrecer. No tengo el plan de defender elNuevo Testamento contra objeciones, ni siquiera atacar y refutar ciertas ideas sobre el NuevoTestamento, o su valor. Ese tipo de programa secundario es ajeno a mi propósito. Es el privilegiolegítimo de la ciencia real y genuina ignorar todo lo que tiene que ver con las pasiones teológicas ylas controversias de la época, y sin ambages apuntar a un solo fin, es decir, llegar al fondo de loshechos. Deseo hacer uso de ese privilegio en este momento.

Pero una cosa debe ciertamente anticiparse con claridad, ya que no debe permitirse que surjanmalentendidos. La antigua convicción que para muchos todavía permanece inquebrantablecon respecto al origen sobrenatural de la Biblia, especialmente del Nuevo Testamento, laciencia no la puede compartir, porque la ciencia misma ha destruido esa idea. La handestruido incluso los hechos más simples; por ejemplo, las múltiples contradicciones queexisten en las narraciones de los cuatro evangelios. Es, además, demostrable que cuandosurgieron las escrituras del Nuevo Testamento esta idea del origen sobrenatural de la Bibliano existía; es un juicio posterior de la Iglesia sobre esos escritos. Los libros del NuevoTestamento no fueron, como se pensó alguna vez, literalmente dictados a los autores humanospor Dios mismo; más bien fueron escritos por hombres de una manera completamentehumana; en una palabra, son libros con orígenes históricos, monumentos conmemorativos deuna historia religiosa, la historia del cristianismo en la época de su comienzo.

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Esto no impugna el valor religioso del Nuevo Testamento ni afecta la sublimidad de sus ideas. Peroes bastante claro que la pregunta sobre el origen del Nuevo Testamento es una cuestiónhistórica y puramente histórica.

El teólogo que se ocupa del Nuevo Testamento es un académico de la historia. Indaga de la mismamanera que el que se esfuerza por determinar a partir de documentos antiguos la historia primitivadel Estado romano o el origen y la edad de los libros de los hindúes. Incluso los llamados teólogosortodoxos no actúan teóricamente de una manera diferente. Proponen las mismas preguntas que losteólogos de la escuela liberal o crítica, y las respoenden de acuerdo con consideraciones históricas.

Pero en todo esto radica el hecho de que la investigación exige plena libertad; la línea de marchano puede ser prescrita, o de lo contrario toda la investigación es mera ilusión y juego de niños.Y todo erudito desaprueba con fervor y evita ansiosamente la mezcla de cualquier tipo de opiniónteológica, de cualquier clase de prejuicios. El objetivo es determinar los hechos de un evento quepertenece largamente al pasado. ¿Cómo podrían las opiniones subjetivas, las conviccionesteológicas personales, contribuir a su elucidación? Solo pueden ser una fuente continua deperturbación. El conocimiento de lo que una vez fue y lo que una vez sucedió nunca puede serresuelto por consideraciones subjetivas, sino solo a partir de fuentes y documentos históricos. Pero, ¿es la pregunta sobre el origen del Nuevo Testamento capaz de alguna solución? A esto nopodemos responder con una mera afirmación, ni con una mera negativa. Sobre los orígenes de todoslos grandes movimientos históricos suele haber una cierta penumbra. ¿No es esto cierto en muchosaspectos también del cristianismo? Es como con la semilla de maíz; la primera etapa de sucrecimiento se completa debajo del suelo. Por supuesto, cualquiera que haya vivido en el períododel comienzo del cristianismo probablemente haya notado su crecimiento. Pero es natural que unareligión recién surgida no sienta, en primer lugar, la necesidad de la autoobservación y de disponerde una base de información para la posterioridad. Una religión en curso de formación tiene una vidaintensa, pero no se ocupa de estudiarse a sí misma. Tal interés no surge hasta un momento posterior,y entonces una gran parte del período inicial se ha vuelto oscuro o ha desaparecido completamentede la vista. Con respecto a los escritos del Nuevo Testamento, la información fidedigna que puedederivarse de los escritores eclesiásticos posteriores es muy escasa. Nuestro conocimiento dependetotalmente del Nuevo Testamento, que no fue creado para diseminar información sobre sí mismo;por eso es fácilmente comprensible que siempre haya muchas lagunas en nuestro conocimiento,incluso en asuntos importantes; y que a veces solo podamos acercarnos a la verdad por inferencia ehipótesis. De hecho, la suposición científica, la hipótesis, juega un papel importante en este tema. Ysiempre existe la posibilidad de error. Esto es un reproche que se hace con entusiasmo contra lainvestigación teológica libre que, se dice, depende tanto de hipótesis, y muchas de estas hipótesisresultan insostenibles. Pero solo aquellos parcialmente informados se amedrentan por estaacusacion. La hipótesis es un medio absolutamente necesario para avanzar gradualmente hacia unmejor conocimiento en una región oscura de investigación. Solo la persona que construye unahipótesis endeble y no distingue entre hipótesis y resultados seguros es culpable. Por lo demás, esmuchas veces cierto: debemos tener el coraje de cometer errores, porque un error puede serfructífero; puede contener elementos de verdad y ayudar a descubrir el camino correcto. La cienciamisma se encargará de no causar daños, ya que es un proceso incesante de autocorrección.

Sin embargo, no deseo en absoluto dar la impresión de que en nuestra área todo es inseguro ydudoso. Ese no es realmente el caso. Tras un trabajo incansable, la investigación ha tenido éxito enresolver, o resolver parcialmente, una gran cantidad de problemas. Incluso si debemos contentarnoscon ignorar muchas cosas, y posiblemente nunca saber muchas otras, en tanto nuestro conocimientode otros puntos es solo tentativo e incierto, de todos modos no es inútil enfrentar la cuestión delorigen del Nuevo Testamento. Somos capaces de llegar a una descripcion nítida y, con frecuencia,rectificar las ideas imperantes.

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Necesitaba hacer estas observaciones para aclarar en qué sentido trataré mi problema. Paso ahora altema en sí.

El tema abarca en realidad no una pregunta, sino dos, que deben tratarse por separado:* En la primera línea preguntamos sobre el origen de cada uno de los veintisiete escritos que sereúnen en el Nuevo Testamento. Este problema formará el elemento principal en mi trabajo. * Sin embargo, como es obvio que 27 escritos separados no constituyen el Nuevo Testamento, seplantea la segunda pregunta: ¿cómo sucedió que estos escritos se integraron en un todo? ¿O cómosurgió la colección de escritos y la distinción especial que les pertenece por encima de todas losdemás escritos? En una palabra, ¿cuál fue el origen de lo que llamamos el canon del NuevoTestamento? A esta pregunta dedicaré un poco de atención al final de este trabajo. CUANDO Jesús murió, sus seguidores conservaron la herencia de las impresiones poderosas querecibieron de su personalidad. También quedó el recuerdo de sus palabras y de la sustancia de suenseñanza. Pero no les quedó ninguna reliquia escrita, porque Jesús no escribió nada. Él no era unautor académico o un teólogo. Él era más que esto, un hijo del pueblo crecido en libertad. No seocupaba de los libros ––o de la exposición de las máximas de la Ley, como los hombres de algunasprofesiones–– sino de los hombres vivos, y sobre todo de aquellos que apenas leían libros, y muchomenos los escribían. Es apropiado a Su naturaleza interna que el que vivió en el espíritu no sepreocupó por la carta escrita. Cuando el Maestro se hubo ido, los discípulos debieron comenzar connada más que una secta judía cuya especialidad consistía propiamente en el hecho de que vieron enJesús al Mesías que los judíos esperaban. Sus adherentes fueron muy naturalmente reclutados entrelos humildes y simples, no entre las clases educadas. Eso a la vez nos permite comprender por quéen este comienzo de la nueva religión no se produjeron escritos adecuados. Además, se esperaba lapronta venida de Jesús en su gloria de Mesías, y eso también fue tal vez un obstáculo a la idea deescribir sus apreciados recuerdos. Pero de algun modo tenian un libro, que Jesús tambiénreverenció; un libro que al principio satisfizo por completo todas las necesidades: el AntiguoTestamento. De esto tendremos más para decir.

Llamo la atención sobre estos puntos porque es importante dejar en claro que los comienzos de lasociedad cristiana son más antiguos que los primeros comienzos del Nuevo Testamento y, engeneral, de una literatura cristiana. Una sociedad cristiana existió al menos dos décadas antes deque se escribiera la primera de las escrituras del Nuevo Testamento; alrededor de cien añosantes de que surgiera el último, unos ciento cincuenta años antes de la fundación de unacolección de escritos del Nuevo Testamento, y unos trescientos o cuatrocientos años antes deque esta colección se completara en su forma actual y reconociera en general.

¿Cuál de las escrituras del Nuevo Testamento podemos poner al comienzo del desarrollo? Elprofano común en su mayor parte tiene la idea de que son los evangelios. Porque abren la serie delos libros del Nuevo Testamento, y transmiten información del comienzo, es decir, de Jesús mismo.Esta idea es indudablemente incorrecta. Pero tampoco las epístolas de Santiago y Pedro se destacan.Las escrituras cristianas más antiguas que poseemos son más bien las epístolas de S. Pablo.Las epístolas de Pablo, por lo tanto, naturalmente forman el primer tema a consideración. Hoy estamos acostumbrados a considerar esas cartas como productos literarios. ¿No losencontramos en un libro, los leemos en páginas impresas? Pero el hombre que los compuso nuncapensó en sí mismo como un autor, y nunca se le ocurrió que sus expresiones un día se multiplicaríany se convertirían en un libro. Ni siquiera se le ocurrió que serían preservados en absoluto, y quepoco después su muerte se dispersarían por toda la cristiandad.

Cada epístola genuina es el producto de un tiempo definido, y está diseñada con un propósito único,

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que nunca se repite; en la mira del autor hay una situación definida del destinatario. Y cada cartagenuina solo está pensada para un destinatario particular, ya sea una sola persona o un solo grupo depersonas, como una iglesia. Nada está más lejos de la intención del escritor de cartas que la idea depublicación; de lo contrario, podría escribir una "carta abierta". Pero la carta abierta no es en elfondo una carta verdadera.

En consecuencia, entonces, en su origen, las epístolas de S. Pablo no son literatura; son productosde la ocasión, creadas para un círculo totalmente privado, y así las consideraron sus primerosdestinatarios. Aquí notamos una diferencia importante entre las epístolas de Pablo y las otras partesdel Nuevo Testamento. Los evangelios, por ejemplo, o los Hechos de los Apóstoles, nunca fueronescritos para una persona individual o una sola iglesia; tales obras fueron concebidas para unpúblico indefinido y estaban destinadas a ser difundidas. Quien quiera puede leerlos y, por lo tanto,son productos literarios. Es precisamente en esta distinción donde reside una buena parte delencanto peculiar que ejercen las epístolas paulinas sobre todos los que las leen cuidadosamente ylas pueden comprender. Una carta genuina, si no es solo de negocios, lleva un toque personal, asícomo un sello confidencial y familiar. Por lo tanto, es un fragmento de vida; no es un meroproducto del pensamiento sino un espacio de relaciones reales entre un hombre y otro. En verdad esun sustituto de la palabra hablada, de una conversación viva y conmovedora; es un interés personalen circunstancias definitivamente reales, y refleja los estados de la mente que despiertan lasrelaciones de vida, e inspira alegría o pesar, simpatía o aversión, desilusión, enfado o esperanza.

Es importante en cualquier escrito conocer al autor. Pero quien escribe un libro o un tratado ––porejemplo, un evangelio–– en su mayor parte solo nos cuenta lo que piensa o sabe; sus pensamientoso su información pueden ser entendidos incluso si el autor mismo es desconocido. Pero el queescribe una carta de importancia muestra lo que es. Y si realmente queremos entendercompletamente las cartas de un pasado distante, debemos conocer la personalidad del autor. Nisiquiera las epístolas de Pablo vivirán mientras no tengamos una imagen clara del hombre que lasescribió. El hombre mismo es la explicación de sus cartas. Por esa razón debemos permitirnosbosquejarlo, al menos en contornos apresurados. No debemos, sin embargo, solo pensar en supersonalidad, sino también en sus puntos de vista religiosos y teológicos.

Pablo pertenece a los pocos hombres (pocos aun en la esfera religiosa) cuya vida está separada endos mitades por un solo evento. Experimentó una brecha que lo golpeó hasta las mismasprofundidades. Desde ese momento, cuando experimentó la visión en Damasco ––que le hizo estarseguro de que Jesús, a quien odiaba (y cuyos seguidores perseguía) había resucitado de entre losmuertos–– desde ese momento en adelante es un ser diferente, y vive en adelante en la sensación deque se ha convertido.

Esto, por supuesto, no debe ser mal entendido. En cierto sentido, podríamos decir propiamente dePablo que permaneció después de su conversión el mismo que antes. Quedaron no sólo laspeculiaridades de su temperamento, sino también sus cualidades morales, los rasgos esenciales desu carácter.

La conversión de Pablo no consistió en alejarse de una vida de pecado para convertirse en santo.Solo ve culpa en su vida al haber negado a Jesús, en su ceguera inconsciente a lo queposteriormente consideró como verdad. Por lo tanto, su culpabilidad recae correctamente en laregión de la convicción, de la creencia, y solo indirectamente en que sus actos previos ––es decir, lapersecución de los seguidores de Jesús–– fueron la expresión de una convicción. Por lo tanto, laconversión misma pertenece en su caso a la región de la convicción y de la creencia. Y así se puededecir con razón de él que, aunque convertido y transformado, sigue siendo el mismo. El carácter dePablo el fariseo es, de hecho, más similar al del cristiano Pablo de lo que comúnmente suponemos.Incluso Pablo el fariseo se esforzó por servir a Dios con celo apasionado y con profunda sinceridad;

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solo de otra manera. E incluso el cristiano Pablo muestra cierta severidad, dureza, pasión, como unavez caracterizó al fariseo.

Sin embargo, sigue siendo cierto que Pablo se volvió realmente otro a través de su conversión.Todas sus capacidades y peculiaridades ciertamente están impregnadas de un nuevo espíritu. Sobretodo, su sentimiento de que él es un sujeto de gracia nunca se debilita, y eso corresponde a unaprofunda y pura gratitud. Además de esto, también existe la consideración de que él, el antiguoperseguidor, se siente llamado a ser un instrumento elegido. Pero lo principal es la sensación de unagran libertad que recae sobre él. Se libera de todo este mundo de la carne, del pecado y de la muertey, al menos en su mente, siente que ya ha sido trasplantado a una existencia nueva y superior, que seconvertirá en realidad cuando se haya despojado del cuerpo, de la carne: "He aquí, todas las cosasse han vuelto nuevas".

El sentimiento de esta libertad llena a Pablo hasta lo más profundo de su alma, pero quedarseinactivo complaciéndose en ella está lejos de él. Ese sentimiento lo impulsa a la acción. Su gratitudse gasta, por decirlo así, en un ardiente celo por trabajar, y cortejar a Aquel cuya gracia haexperimentado; mucho más, ya que de esta manera expía la culpa del pasado. De hecho, de acuerdocon toda su naturaleza, Pablo debe, después de su conversión, ser tan activo para el Evangelio comoantaño fue antagónico. Y así se convirtió en un singular mensajero del Evangelio, cuya vidasimplemente es derramada detras de su vocación.

Quien tome la molestia de diseccionar desapasionadamente lo que el apóstol intenta en su trabajo,tal vez observará aquí y allá que una cierta ambición por lograr lo más elevado no le es ajena. Pablono es de ninguna manera indiferente a la pregunta sobre lo que logra. Por muy profundamente quesienta que todo lo que hace lo debe a la gracia de Dios, no es en el sentido habitual modesto otímido; tiene una gran autoconciencia y sabe que "ha trabajado más que todos" (1 Corintios 15,10).Se jacta de que ha hecho más que su simple deber, especialmente en la medida en que rechazócualquier recompensa por su trabajo en la Iglesia, o cualquier apoyo. Declara que preferiría morirantes que alguien le robe ese orgullo. Espera recibir una recompensa especial de parte de Dios porsus servicios únicos (1 Cor. 9,15 ff). Todo esto puede verse en sus cartas. Pero esta ambición es, sinduda, no el elemento esencial; es solo una armonia subyacente. El principal motivo de su celo siguesiendo su entusiasmo por la causa de Cristo y la conciencia de que él ha sido separado de los demásy convocado a su misión.

Pablo pertenece esencialmente a aquellos que son, en un sentido especial, personalidades religiosas.El lado opuesto de esto es que se sentía un extraño para el mundo. Él dice, de hecho, "todo es tuyo"(1 Corintios 3,21), pero es un malentendido si tomamos este dicho en el sentido de que él tenía unestado de ánimo abierto al mundo. En este punto, se siente bastante diferente de Lutero. Despreciala sabiduría del "mundo" y no encuentra disfrute en sus placeres. Él no sabe nada de la vida familiary no siente que esto sea una pérdida; incluso se jacta de que su falta de deseo de casarse es un donde la gracia. En ninguna parte de sus epístolas parece que tuvo algún sentimiento sentimental por lanaturaleza. Los lirios del campo y las aves no le interesan. En resumen, su idea de la vida mundanay natural tiene innegablemente algo sombrío. No ve el lado más brillante de las cosas, pero, sobretodo, ve la enfermedad, la miseria, la ruina del pecado. Esto es explicable, no solo por el hecho deque él (como todos sus contemporáneos cristianos) está convencido de que están cerca del fin delmundo, sino que también yace en el fondo de sus concepciones religiosas. Por supuesto, nopodemos sorprendernos mucho de esto, ya que este temperamento pesimista de la mente se extendióampliamente a través del judaísmo contemporáneo. Y, como se dijo anteriormente, este es solo elotro lado de su personalidad, totalmente concentrado en el mundo de la fe y la causa de Dios.

Pablo debe de haber sido una persona de energía dominante. Sus cartas nos llevan a sentirlo; semuestra en sus relaciones con sus conversos, sus iglesias, sus oponentes. También se muestra en sus

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cartas cuán encantador puede ser para los hombres. Pero su actitud, podemos suponer, no eraigualmente atractiva para todos. Con facilidad de vuelve brusco, a menudo irónico, tajante yamargo, apasionado y atropellado frente a sus oponentes, a quienes hasta puede llamar "perros"(Filipenses 3,2). Se puede cuestionar si siempre fue bastante correcto en su juicio; la justicia amenudo elude a aquellas personalidades cuyo sentimiento es que son exclusivamente losrepresentantes de una causa divina. Pero, por supuesto, es cierto que este hombre no estabadesprovisto de amor, él, que ha cantado las alabanzas del amor de una manera tan sublime.Especialmente cuando se encuentra en confianza, como en la iglesia de Filipos, es cálido; allí puededescubrir genuinas notas de afecto.

La característica natural más importante del apóstol es, por supuesto, su energía dura e inflexible.Su vida es una batalla; todo se transforma en un combate. Es tan extraordinario en llevar a cabo unplan tras otro, y en lanzarse en expediciones por amplias extensiones del país, para ganar unaporción de terreno tras otro; como, por otro lado, soportar los sufrimientos que trae consigo sullamado, en un sacrificio incansable. Las imágenes de estos sufrimientos, por ejemplo, en 2Corintios 4, 6-11, están entre las más patéticas de todo lo que escribió.

Esta energía es aún más digna de admiración cuando recordamos que su cuerpo parece haber sidoun órgano bastante débil de su actividad. Sus oponentes dicen de él, "sus cartas son pesadas, pero supresencia corporal es débil y despreciable" (2 Cor. 10,10). En Corinto, la ciudad del comercio y dela cultura, Pablo tuvo que luchar con un sentimiento de timidez como resultado de debilidades deeste tipo (1 Corintios 3,2), y habla especialmente de una debilidad corporal repetidamenterecurrente, "me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee" (2Corintios 12,7). Se sospecha que fue un tipo de epilepsia.

Estamos tentados de ligar este sufrimiento con una cierta excitación e irritabilidad visionaria, quedebemos suponer a partir de sus propias declaraciones. Experimentó visiones y revelaciones enrepetidas ocasiones. Esto es, de hecho, solo otro lado de su entusiasmo religioso; la energía con laque fue expresado no está en contradicción con esto. Pero lo que uno no esperaría encontrar unido aesta tendencia a ser visionario es algo que el apóstol indudablemente demostró en cuestiones de lavida de la iglesia: sabiduría reflexiva y prudencia práctica. El mejor recuerdo de esto está en laPrimera Epístola a los Corintios, donde él, de manera magnánima, muestra cómo en la vida de laiglesia puede reconciliar posiciones extremas, y sabe cómo poner orden en todo tipo de abusos.

Si tomamos todas esto junto, Pablo es un personaje que ciertamente tenía sus limitaciones humanas,pero que sin exageración podemos llamar grande y noble; grande por el poder de la fe, grande por elsacrificio puro de todo el hombre por su causa.

¿Cuál es, entonces, el significado de este apóstol de Jesús para la historia del mundo? Primeropensemos en el hecho de que llevó la nueva fe a muchos de los centros de civilización másimportantes, ya que trabajó en todas las grandes ciudades.

Ciertamente, ese fue un gran servicio, pero no es el único. Todavía es casi más importante que hayalevantado la fe en Jesús, hasta entonces ligada a la estrechez de la religión judía, muy por encima deese nivel. Pablo estableció un cristianismo libre del judaísmo; produjo esta gran división por sutrabajo como misionero a los gentiles, así como por su postulado de liberar a los cristianos gentilesdel deber de cumplir la ley ceremonial judía. Por esto, fue el primero en establecer el cristianismocomo una religión nueva e independiente, apta para todas las naciones. La condición preliminarpara esto radica en el hecho, que también pertenece a su importancia histórica mundial, que fue encierto sentido el primer teólogo cristiano, es decir, el primero que realmente pensó en la nueva fe;quien, razonando, contrastó la religión cristiana (como una religión de redención) con la religiónjudía de la ley e intentó explicar este contraste.

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Por supuesto, cuando llamamos a Pablo teólogo, no nos referimos a teólogo en el sentido modernode la palabra. Él no estaba científicamente entrenado ––en el sentido actual del término–– ni pensóa fondo todos los temas, ni los desarrolló conectiva y lógicamente. Pero, de acuerdo con la idea delos tiempos, él era un teólogo.

Esa es una conclusión de su historia de vida. Como hijo de padres judíos estrictos, nacido en laciudad de Tarsus en Cilicia, se fue de joven a Jerusalén, sin duda con la intención de convertirse enun sabio judío, un rabino. Sin embargo, aprendió el oficio de talabartero. Pero el desempeño deoficios no era inusual para los rabinos. Encontramos entre ellos zapateros, herreros, etc. Lasepístolas de S. Pablo nos muestran en muchos lugares que él realmente había recibidoentrenamiento rabínico, que lo llevó con él en su paso al cristianismo. De hecho, Pablo teníamucha agudeza natural y capacidad de desarrollar pensamientos; pero la manera en que dividía unaproposición y su demostración, la forma en que llegaba a conclusiones y formulaba objeciones pararefutarlas directamente, muestra a la vez el entrenamiento rabínico. Esto explica su agudeza, que amenudo se convierte en sutileza. Por ejemplo, en una ocasión puso énfasis en la proposición deque la promesa de la simiente de Abraham debe referirse a Cristo, porque la palabra"simiente" se usa en singular (Gálatas 3,16). Eso es puro rabinismo. El mismo Lutero dijo queesa razón era demasiado débil para resistir la prueba.

Ese entrenamiento abínico se exhibe claramente en su exposición y aplicación del AntiguoTestamento. A este respecto, Pablo comparte los métodos de su tiempo, que nos parecencompletamente imposibles. Insiste en lo literal, saca los pasajes de contexto, descuida el sentido realde las palabras y las explica alegóricamente ––es decir, asume que detrás del sentido propio subyaceotro significado supuestamente más profundo. Solo aquellos que no entienden la época puedensorprenderse de eso. Todas estas peculiaridades desaparecen cuando él habla simplemente a susiglesias, pero son particularmente prominentes cuando establece proposiciones o rebate a susoponentes.

Pero el que se liberó a sí mismo y a otros del judaísmo y la ley judía, sin embargo trajo mucho másjudaísmo a su cristianismo. Eso no se reconoce con frecuencia, pero no se puede negar. ¿Qué eramás natural? Cuando Pablo se convirtió, era un teólogo judío. ¿Cómo, entonces, podría liberarse detodas las ideas que hasta ahora había tenido? Nadie que tenga un desarrollo espiritual tan largodetrás de él puede convertirse repentinamente en una hoja de papel en blanco. Si adquiere nuevasideas, estas se mezclarán razonablemente con las anteriores. De hecho, si comparamos losenunciados de las epístolas paulinas con las escrituras judías de los tiempos la prueba convincenteestá a la mano, que como cristiano Pablo tuvo muchas más opiniones originalmente judías de lo quecomúnmente se supone. A esto pertenecen sus declaraciones sobre los ángeles y los demonios, sobrelos últimos tiempos, sobre el pecado, la caída de Adán, la predestinación divina, y en muchos otrostemas.

Por supuesto, esta herencia judía ahora es aprehendida y penetrada, en parte transformada, por ideaspropias del cristianismo. Y estos naturalmente son los elementos importantes y peculiares en suspuntos de vista.

En el centro de sus pensamientos se encuentra la persona de Cristo, pero no es la vida de Jesús, nisus palabras, sus enseñanzas, ni su personalidad sublime en su pureza, amor y bondad, en las queinsiste. Eso es para él bastante subordinado. Más bien, Cristo es un ser divino, que descendió delcielo a la tierra y adoptó la forma de un hombre, y aparte de esta doctrina de la encarnación, Pabloprofundizó, propiamente hablando, solo en dos cosas: en la muerte de Cristo en la cruz y en suresurrección. Según Pablo, incluso podría decirse que Cristo realmente solo se hizo hombre paramorir y resucitar. En la crucifixión y en la resurrección de Cristo encuentra el secreto divino de

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nuestra redención. La muerte de Cristo liberó a la humanidad del pecado y de la ley; o más bien detoda esta existencia mundana; la resurrección ha abierto una vida gloriosa superior en gloriacelestial. Apenas hay cristianos hoy que compartan estrechamente la opinión de Pablo (como élpretendía), pero no se puede negar que las enseñanzas del apóstol tienen una fuerte relación con lasestrictas enseñanzas de la Iglesia.

Hay quienes realmente han llamado al Apóstol Pablo el verdadero fundador del cristianismo.Esa es una opinión que no puede mantenerse. Pero debemos admitir que la enseñanza dePablo no es para nada una mera repetición, o incluso un mero desarrollo y ampliación de laenseñanza de Jesús. Realmente hay una gran diferencia entre la enseñanza de Jesús y la de S.Pablo, y el apóstol ha puesto énfasis en pensamientos que no estaban presentes en lapredicación original del Maestro. No puedo realizar aquí un análisis y una explicación de esto.Además, es importante notar que Pablo nunca vio a Jesús durante su vida, o, en todo caso, no loconoció personalmente ni cayó bajo su influencia. Cualquiera puede ver claramente la diferenciasimplemente leyendo consecutivamente el Sermón de la Montaña y la Epístola a los Romanos. Enel caso de Jesús, nadie puede hablar de sus dogmas. El paso al dogma es tomado por Pablo. Pero siasí lo decidimos, no debemos pasar por alto cuatro puntos. En primer lugar, esta forma teológica ydogmática de Pablo fue un medio para dar estabilidad más firme a la fe cristiana en el mundo de esedía, ya que toda religión con un un futuro de alguna manera producirá una teología y formará ideasconectadas definitivas. En segundo lugar, Pablo sigue siendo el libertador de la estrechez judía y laley judía. En tercer lugar, aunque en una forma malentendida hoy, en su enseñanza sobre lajustificación por la gracia –solo a través de la fe–– formuló un pensamiento que es el núcleo de loque siempre ha sido característico de una religión genuina: que el hombre en relación con Dios sereconoce a sí mismo como receptor, y no se jacta ante Dios de su excelencia. En cuarto lugar, susepístolas, además de su peculiar enseñanza de la redención (que es el pensamiento central)contienen numerosas expresiones relacionadas con el espíritu del Maestro, y una y otra vez seránedificantes para un alma receptiva. Volvemos a las EPÍSTOLAS DE S. PABLO. Tenemos que empezar considerándolas como cartas deocasión. Las ocasiones que los originaron derivaron de la actividad misionera del apóstol; losnombres de las epístolas ––Corinto, Tesalónica, Galacia, etc.–– nos recuerdan el alcanceextraordinario de su actividad. Para la obra misionera de Pablo no solo se trataba de ganarconversos, sino también de la confirmación y entrenamiento de aquellos ya convertidos, y delcuidado y la expansión de las iglesias que ya existían. Las epístolas no son otra cosa que una partede esta actividad ´constructora y pastoral, ya que todas están dirigidas a aquellos ya ganados alcristianismo y a las iglesias existentes.

Pablo se valió de la correspondencia epistolar, un medio de relación que, presumiblemente, yaestaba en uso en todo el mundo de las dispersas comunidades de la diáspora judía. Es posible quetambién haya tomado de allí ciertas formas establecidas que regularmente se repiten en susepístolas, especialmente al principio y al final de sus cartas. Los saludos que están a la cabeza desus epístolas, con el nombre usual del remitente y de las personas a las que se dirige, que contienenun deseo (la gracia esté con usted), responden generalmente al uso antiguo, aunque este deseo tieneen el caso de S. Pablo un tinte especialmente religioso y cristiano. Pero incluso este coloridoreligioso, la colocación de saludos en la conclusión, la expresión de oraciones para bendición y elhábito de expresar desde el principio agradecimiento por la prosperidad de la iglesia; todas estascosas pueden estar muy influidas por ejemplos judíos. El judaísmo del mundo de habla griega ––yel griego era entonces el idioma universal–– ha servido, en términos generales, como una ciertapreparación para la misión del cristianismo.

No hay duda de que Pablo escribió muchas más cartas de las que poseemos hoy. En unmomento, por supuesto, no se admitió que las epístolas de Pablo pudieran perderse, porque

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eso pondría en duda la enseñanza de la inspiración divina de las Escrituras. Pero el hecho esdefinitivamente claro por la evidencia de las epístolas recibidas. El capitulo 5 de la PrimeraEpístola a los Corintios presupone que Pablo ya les había escrito una carta, que no poseemos.Entre la Primera y la Segunda de Corintios, hubo, con toda probabilidad, otra carta a loscorintios, ahora perdida, que Pablo dice que escribió con lágrimas. En la Epístola a losColosenses, menciona una carta a la iglesia vecina de Laodicea (en Frigia). Esta también hadesaparecido. Pero no hay necesidad de tales detalles. Antes de que Pablo atravesara, en unaexpedición audaz, la amplia región de Asia Menor, y luego pasara a Europa en Macedonia yGrecia, participó activamente en Siria y su Cilicia natal durante un período de catorce años.No tenemos una línea de su pertenencia a este período. ¿Es creible que no haya escrito ni unacarta durante ese período?

El hecho de que se hayan perdido numerosas, y ciertamente no sin importancia, epístolas dePablo es significativo porque podemos percibir muy bien qué poco inspirados se considerabanlos escritos de S. Pablo, y también nos muestra que solo tenemos un fragmento del todo. Tampococonocemos por completo, sino solo fragmentariamente, todos los puntos de vista del apóstol.Porque en ninguna de sus cartas reconocidas desarrolló todos sus pensamientos.

Todavía podemos estar contentos por lo que se ha preservado. La totalidad de las presentes epístolascaen, por supuesto, en un período de aproximadamente diez años: la primera, es decir, la PrimeraEpístola a Tesalónica, y el documento cristiano más antiguo en general, aparentemente escritoen el año 54 dC, pertenece al período posterior de la misión, mientras que el último, probablementeel de la Epístola a los Filipenses, fue escrito durante el encarcelamiento romano. Pero en el tiempointermedio las epístolas recibidas arrojaron una luz muy clara. Nos muestran a Pablo en la relaciónmás activa con sus iglesias. Además de esto, son tan diferentes en su género que se complementanadecuadamente. En la Epístola a los Romanos tenemos una carta a una iglesia desconocida para elescritor; en la Epístola a los Colosenses también; pero la última iglesia fue fundada por Epafras, undiscípulo íntimo de Pablo, y reconoció la autoridad del apóstol. Todas las demás epístolas sereferían a sus propias iglesias. La breve carta a Filemón, una vez más, fue para una persona privada.Tenemos cartas que muestran una cercana y cálida relación de Pablo con sus iglesias, como 1Tesalonicenses y la Epístola a los Filipenses, y en contraste otras, como la Epístola a los Gálatas,donde aparece como crítico y combatiente. En una, las preguntas sobre la vida de la iglesia sonprominentes, como en la Primera Epístola a los Corintios; en el otro, tenemos noticias de la personay la vida de Pablo, mientras que la Epístola a los Romanos tiene un estilo fuertemente impersonal.Tenemos cartas bastante sencillas y sin pretensiones, como 1 Tesalonicenses, Filipenses, y por elotro lado, aquellas en las que la elaboración didáctica ocupa el mayor espacio. En resumen, elescaso material es al mismo tiempo muy variado. Quien aplica a las cartas de Pablo la prueba decorrección formal, expresión suave o estilo pulido se verá obligado a decir que los defectos sonnumerosos. El idioma griego fue, por supuesto, el habla nativa de Pablo, pero el estilo es a menudoescabroso. A menudo, demasiados pensamientos son comprimidos por la fuerza en una solaproposición. No faltan las oraciones oscuras; las metáforas a menudo no están, en lo que respecta alestilo, bien resueltas. El propio Pablo seguramente no habría pretendido elogios como escritor decartas artístico, y tampoco como orador. Él mismo comprendía que su discurso no satisfacía el gustoconvencional (2 Cor. 10,10). Pero los oradores más grandes no son los que saben hablar enproposiciones ornamentadas sin defectos o defectos. El orador más grande es el que que mueve lasalmas de todos los oyentes, que entiende cómo encantar al oyente por su personalidad, como por sutema. Tal orador Pablo debe de haber sido. Y del mismo modo sus cartas, aunque no están exentasde fallas de estilo, sin embargo, exhiben una originalidad considerable y rara. Toman cautivos a loslectores, porque son la verdadera expresión de una personalidad viva, y también porque no sonpretensiosas. Aunque simples, no faltan los pasajes retóricos, y sin esfuerzo emplea medios que elorador adora: juegos de palabras, antítesis, etc. Cuando está inspirado, puede escribir pasajes quelos mejores estilistas del mundo podrían envidiar. Un autor suizo ha hablado últimamente

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desdeñosamente de las monstruosidades estilísticas del epistolario de Pablo. Ahora bien, este críticodifícilmente podría escribir algo comparable a ese panegírico del amor: "Si hablo en lenguashumanas y angelicales pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo quehace ruido." (1 Corintios 13,1).

Pablo usualmente dictaba sus cartas. En la Epístola a los Romanos, por ejemplo, un cierto Tertiushabla de sí mismo como su amanuense. Esta práctica puede explicar mucha oscuridad y gran partede la incorrección de su método de escritura. Al leer siempre debemos tener en cuenta: son cartasdictadas. Al final de la carta, Pablo tomó voluntariamente la pluma en su mano, y agregó saludos, ytal vez algunas oraciones cortas y concisas. De varias maneras él enfatiza esto: "El saludo de mí,Pablo, por mi propia mano" (1 Corintios 16,21); en la Epístola a los Gálatas, escribe: "Mira conqué letras grandes te he escrito con mi propia mano", y de esta manera indica la diferencia entre supropia letra quizás grande y el trazo más pequeño del amanuense. Del contenido y el carácter de las epístolas individuales no se puede dar una imagen completa enpocas palabras. Debemos conformarnos con extraer algunas características principales.

En valor histórico, la PRIMERA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS toma, sobre todo, el primer lugarporque Pablo aquí entra en un gran número de preguntas y ocurrencias en relación con la vida de laiglesia, y en parte da respuestas precisas a una serie de preguntas que la iglesia en Corinto le habíahecho en una carta que ya no existe. Qué información invaluable tenemos aquí sobre los usospredominantes y sobre el método de adoración divina; de la celebración de la Cena del Señor; delentusiasmo por hablar en lenguas y profetizar, de los que están llenos del Espíritu; del velo de lasmujeres en el culto público; de la posición de los cristianos con respecto al uso de los alimentos quese les habían ofrecido a los ídolos; de comer carne presentada en el templo pagano y luego ofrecidaen venta; de la duda en la mente de muchos cristianos sobre el matrimonio; de pleitos ante juecespaganos; de aquellos que negaron una resurrección corporal: todos estos temas son tratados.Contemplamos una vida extraordinariamente activa, llena de movimiento y de energía en fermento,llena de extremos y peligros. La imagen de la Iglesia no es una mera imagen sin sombra: a hanaparecido la lucha y el espíritu partidario; hay una tendencia a las divisiones; y cuán rastreable es elviejo espíritu pagano observable en las relaciones de los sexos. En resumen, esta epístola es unaverdadera mina de información, un documento de primera importancia para el investigador delcristianismo más antiguo.

De valor enfáticamente original es la siguiente carta, más corta, que Pablo envió a los Gálatas, loscristianos de la pequeña provincia asiática de Galacia. Es el resultado de una poderosa excitaciónpor parte del apóstol, en la cual se revela su impetuosa y combativa disposición. Nos muestra unasituación que justifica la emoción. No todo sucedió tan pacífica y armoniosamente en esa primeracomunidad cristiana como uno podría imaginar. La obra misionera para los paganos fue para Pablono solo un esfuerzo heroico, sino incluso una verdadera batalla, una batalla contra aquellos que noestaban contentos con un cristianismo que no era al mismo tiempo judaico. La Epístola a losGálatas contiene, además de otra información importante sobre la vida de Pablo, el tan discutidoinforme de una entrevista entre S.Pablo y los apóstoles cristianos judaicos en Jerusalén; en la cualestos apóstoles, a pesar de las diferencias al principio, convencidos por el éxito del apóstol, dieronun reconocimiento formal a su Evangelio liberado de la ley, aunque sin sacrificar la ley. Hubo, sinembargo, cristianos judaicos que no estaban satisfechos con esto. Organizaron tumultos contraPablo. Enviaron sus emisarios a las iglesias de Pablo, para disuadir a sus discípulos de su lealtad.Esta agitación ahora tiene lugar en Galacia, donde las iglesias de Pablo están a punto de ceder yadoptar la circuncisión, de acuerdo con la ley judía. Esta es la situación significativa en la cualPablo despacha esta epístola. Y esto explica la pasión y el disgusto que la impregnan: ve el trabajode su vida amenazado precisamente en este punto. Al oponerse a los judaizantes, al mismo tiempousa sus armas teológicas y desarrolla pensamientos sobre la justificación solo por la fe, que son de

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gran valor para el conocimiento de sus opiniones. A este respecto, sin embargo, como una epístoladidáctica, la Epístola a los Gálatas es superada considerablemente por una epístola casi relacionadacon ella, la de los romanos. La Epístola a los Romanos tenía la intención de ser un mensaje preparatorio para una visita personala Roma, que solo se consideraba como un punto de detención para llevar a cabo su prfogramadoviaje a España. Pablo nunca había estado en Roma; la iglesia romana ni siquiera fue fundada poruno de sus discípulos. Por lo tanto, era extraña para él. Así podemos entender fácilmente que estaepístola tiene un tono muy impersonal, y se lee más como un ensayo. Pablo desarrolla, sobre todo,dos pensamientos: defiende su evangelio de la justificación sin las obras que manda la ley; y luegoquiere transmitir que su propio pueblo judío ––por quien tiene una consideración patriótica––podría, a pesar de las promesas que se le han dado, ser abandonado por Dios; y, al mismo tiempo,expresa su convicción de que estas promesas se cumplirían algún día con la conversión de Israel.Las declaraciones en esta epístola presentan grandes dificultades para el entendimiento, pero elproblema más difícil consiste en comprender lo que Pablo pretende con todas sus explicaciones dela ley y del pueblo judío, dirigidas a una iglesia que, según pruebas claras, consistió en hombres denacimiento gentil. Siento que, a pesar de los numerosos intentos, este problema no se ha resueltorealmente.

Impersonal como lo es la Epístola a los Romanos, la Segunda Epístola a los Corintios es la máspersonal de todas. Pero esto también es particularmente difícil, por supuesto, por razones bastantediferentes de las de la Epístola a los Romanos, porque es difícil juzgar por la información dada aqué eventos en Corinto se refiere Pablo. En otros aspectos, sin embargo, nuevamente nosencontramos en esta epístola con los agitadores judaizantes. Sin embargo, no falta la enseñanza másimportante. Y aún más valiosos son los materiales que encontramos para la biografía del apóstol,especialmente en cuanto a sus sufrimientos y revelaciones. Menos importantes que estas cuatrocartas son la Primera Epístola a los Tesalonicenses y la Epístola a los Filipenses (ambas enviadas aMacedonia), que sin embargo, con toda su modestia, tienen sus encantos especiales. La PrimeraTesalonicense es especialmente instructiva ya que concierne a una comunidad aún joven y pocoestablecida. La Epístola a los Filipenses es la más cálida y afectuosa de todas las epístolas paulinas,y en este sentido es una verdadera joya. Para la doctrina de la persona de Cristo, la epístola a laiglesia de Colosas, o Colasse, es importante. Pablo está aquí enfrentando a una línea de pensamientoespecial, es decir, la llamada falsa enseñanza, que tiene rasgos medio judíos y parcialmente nojudíos, y que tal vez fue una de esas mezclas religiosas tan frecuentes en ese período, en todaspartes, pero especialmente en el Este. Esta enseñanza enfatizaba los sábados, fiestas y lunas nuevas;además, exigía la abstinencia de carne y vino; era ascética, y unía a esto una adoración peculiar delos ángeles.

No he mencionado hasta ahora cinco epístolas que figuran en el Nuevo Testamento como lascartas de Pablo: las Epístolas a Timoteo, la epístola a Tito, la segunda a los Tesalonicenses, ylas de los Efesios. La razón de esto es: no considero que hayan sido escritas por Pablo. Pero, ¿tenemos alguna certeza de que en realidad poseemos una carta de la pluma de este Pablo, elPadre de la Iglesia? Ha habido y hay una serie de críticos, especialmente en Holanda, que lo niegan.Han sostenido la opinión de que todas estas epístolas se originaron en el siglo II dC. En esta teoríasolo veo un extraordinario retroceso de la crítica, porque en realidad hay indicadores muy definidosde lo que es una carta auténtica, y están presentes en toda su plenitud en las epístolas de Pablo. Unapersonalidad bastante definida habla en ellos, y tal como es concebible solo al comienzo deldesarrollo cristiano. Las declaraciones sobre las circunstancias son tan vívidas, concretas y, almismo tiempo, tan espontáneas que cualquier idea de que se refieran solo a afirmaciones ficticias esabsurda. Podemos tomar solo un ejemplo, la más sin pretensiones y tal vez la menos conocida detodas las epístolas de Pablo: la "nota" a Filemón. Filemón era un hombre distinguido de Colosas.

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Un esclavo llamado Onésimo, que probablemente había sido culpable de algún error contra su amo,se había escapado. Este Onésimo se había reunido con Pablo, se quedó con él un tiempo y se ganósu respeto. Luego Pablo lo envía de regreso a su amo, le da una carta, y le ruega a Filemón quereciba a su esclavo en un espíritu amistoso, y lo perdone. Lo hace de una manera afectuosa y cortés,y él cubre la culpa de Onésimo haciendo de su causa en cierta medida su propia causa. "A quien heenviado otra vez: tú, por lo tanto, lo recibes, es decir, mis entrañas". "Recíbalo como yo". Ahora bien, ¿cómo puede alguien suponer que esta carta es una mera obra de arte artificial? Sinembargo, se ha dicho que la carta realmente solo representa una idea general, a saber, cómo elcristianismo convierte a un esclavo en el hermano de su amo. Pero esta idea, de hecho, de ningunamanera se pone didácticamente, y se expone en proposiciones generales, sino que es simplementeun incidente de la vida real que se trata. Que este incidente debería ser inventado sería másininteligible de lo que realmente ocurrió. De la misma manera, las otras epístolas tienen su origenreal de Pablo claramente estampadas en ellas. Hoy en día, en Alemania, los sabios admiten lassiguientes epístolas como genuinas: la Epístola a los Corintios, los Gálatas, los Romanos, losprimeros Tesalonicenses, los Filipenses y la Epístola a Filemón. Por otro lado, generalmenteno se reconoce que Pablo escribió la Epístola a los Colosenses. Se considera especialmente quela enseñanza de esta epístola se desvía del resto. Pero considero que esta epístola es genuina.El hecho de que Pablo haga afirmaciones algo diferentes de las usuales es bastante natural, porqueen este caso la adoración del ángel que predican los falsos maestros determina su emisión. En estacarta hay puntos de contacto con sus otras cartas, que pueden mostrarse.

No obstante, esto no quiere decir, por supuesto, que todas estas epístolas genuinas fueron publicadaspor Pablo en la forma en que las leemos hoy. Probablemente esto sea cierto en la Epístola a losRomanos. En el capítulo final tenemos una lista extremadamente larga de saludos que Pablo envía apersonas que, en su mayor parte, fueron personal e íntimamente conocidas. Esto es claro a partir delos adjuntos a los nombres. Pero Pablo no había estado en Roma cuando escribió esta epístola.¿Cómo es que muchos lo conocían? Esta dificultad ha llevado a suponer que la mayor parte de estedecimosexto capítulo perteneció originalmente a otra Epístola paulina, y por algún accidente fueunido a la Epístola a los Romanos. Esta suposición puede ser defendida: probablemente la secciónperteneció a una epístola a los Efesios. Si lo vemos de esta manera es posible, mediante unaexégesis aguda, derivar de esta larga lista de nombres una breve historia de la iglesia de Éfeso.Además, se ha pensado que una epístola diferente puede separarse de la Segunda Epístola a losCorintios, que originalmente constituyó otra epístola a los corintios. De hecho, el tono de Pablo enesta parte cambia tan repentinamente y sorprendentemente, se vuelve tan amargo y agudo, que talidea es probablemente digna de consideración, aunque todavía no se ha demostrado.

Sin embargo, debemos regresar a estas cinco cartas que, he dicho, no fueron escritas por Pablo.Muchos expertos están de acuerdo conmigo en esta opinión; la mayoria cuando menos niegala autoría paulina de cuatro: las Epístolas a Timoteo, la carta a Tito y a los Efesios.

¿Pero no es que estas epístolas dicen ser de Pablo? Su nombre aparece en la primera hoja. Traengarantías que solo tienen significado si Pablo es su autor. La Segunda Epístola a los Tesalonicensesdice al final: "El saludo de mí, Pablo, por mi propia mano, que es el símbolo en cada epístola queescribo".

Entonces, ¿estamos lidiando con falsificaciones y pretensiones engañosas, de un autor moralmentedudoso? Esa será la impresión que, por supuesto, surgirá fácilmente en la mente del profano, y esbastante comprensible. Por supuesto, no debemos desviarnos de nuestro juicio: si realmente haymotivos decisivos para suponer una falsificación, debemos reconocerlos honestamente.

Pero nuestro juicio será algo diferente si fijamos nuestros ojos en ciertos fenómenos literarios de ese

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período. Que las escrituras fuesen seudónimas, puestas bajo otro nombre, pòr entonces era muchomás frecuente que. En el tiempo inmediatamente posterior al Nuevo Testamento, encontramos, porejemplo, una "Revelación de Pedro", un "Evangelio de Pedro", un "Discurso de Pedro", todas ellasobras seudónimas. Tenemos el mismo fenómeno en el judaísmo. Ninguno de los numerososapocalipsis, es decir, las revelaciones escritas en este tiempo, aparece bajo el nombre de su autorreal, sino bajo un antiguo y famoso nombre ––Enoch, Moisés, Isaías, Ezra, Daniel. También en laesfera del mundo pagano educado hay hechos análogos. Por ejemplo, bajo el nombre de Pitágorasse publicaron docenas de tratados en aquellos siglos. Estos hechos nos muestran que esa época eneste respecto tenía ideas diferentes a las nuestras. La gran cantidad de obras seudónimas de este tipono sería comprensible ahora, pero solo es posible hacer un juicio correcto de un período si lomedimos según su propio estándar moral. Todo este procedimiento literario, por lo tanto, significaalgo diferente de lo que significaría hoy. Y, en consecuencia, no es correcto etiquetar tales obrasseudónimas, aparte de casos especiales, con el estigma moral de falsificaciones. Claramente, losautores de los muchos apocalipsis judíos no se consideraban falsificadores literarios. Por elcontrario, la enseñanza que se pone en boca de un venerado maestro antiguo es muestra de unaespecie de devoción piadosa. Se consideró que sus pensamientos estaban de acuerdo con los deltexto, y de ese modo el nuevo autor busca aumentar su peso, su autoridad.

Explicar esto así no es una divagación teológica. Los filólogos, en su propio departamento, juzgande la misma manera. Declaran que es absurdo llamar a Platón un falsificador porque puso en bocade Sócrates cosas que nunca pronunció, o acusar a los neo-pitagóricos de engañadores porqueexponen sus enseñanzas bajo el nombre de Pitágoras. No se puede decir en absoluto que un tratadoreligioso pseudónimo pierde su valor religioso a causa de la cuestión de la autoría. Bajo ciertascircunstancias, puede ser más valioso que uno genuino.

¿Pero cuáles son los motivos sobre los que se duda de la composición de estas cinco epístolas3 dePablo? Sobre esto solo unas pocas observaciones: La Segunda Epístola a los Tesalonicenses, aprimera vista, da sin duda la impresión de autenticidad. Pero si miramos más de cerca,encontramos coincidencias sorprendentes con la Primera Epístola a los Tesalonicenses. Losmismos pensamientos, los mismos términos, se repiten, a menudo bastante cerca en el mismolugar. Solo una sección, la profecía sobre el Anticristo, es diferente. De lo contrario, lassimilitudes van tan lejos que da la impresión de ser una imitación o una copia. Y nos resultadifícil creer que Pablo hubiera escrito nuevamente la misma carta que poco antes habíaenviado a la misma iglesia.

Un caso similar es la Epístola a los EFESIOS. Es tan parecida a la Epístola a los Colosensesque solo puede explicarse asumiendo que se trata de una especie de elaboración y extensión dela Epístola a los Colosenses. A esto se pueden agregar otras razones. Las frases y lospensamientos se desvían marcadamente de las epístolas genuinas de Pablo. El autor habla delos apóstoles "santos", lo que Pablo nunca habría hecho, y toda la obra es completamenteimpersonal, de una manera que no se encuentra en una epístola paulina. De hecho no es unaverdadera epístola, sino una especie de sermón en forma de carta.

Además, las palabras del saludo, "A los santos que están en Éfeso", que dio lugar a su nombrecomo "la Epístola a los Efesios", no se encuentran en el texto original.

El caso más claro de todos, es el de las llamadas EPISTOLAS PASTORALES, es decir, las dosepístolas a TIMOTEO y la epístola a TITO. El primero que sostuvo que la Primera Epístola aTimoteo no era auténtica fue nada menos que Schleiermacher.

Estas tres epístolas tienen un tono eclesiástico decidido. Primero, argumentan en contra de ciertos

3 Las Epístolas a Timoteo, la epístola a Tito, la segunda a los Tesalonicenses, y la de los Efesios.

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falsos maestros; y luego tratan de la elección y conducta apropiada de ciertos oficiales eclesiásticos.Finalmente, dan instrucciones variadas sobre el bienestar de la iglesia, por ejemplo, la liturgia delculto divino.

En estas cartas encontramos puntos que hacen evidente que Pablo no es el autor de estas epístolas;como mucho, podemos aceptar que contienen pequeños restos genuinos de memorandos o cartaspaulinas. Los datos internos dificultan ubicarlas cronologicamente dentro de lo que conocemos de lavida de Pablo. En muchos aspectos, las relaciones que se presuponen entre Pablo y sus discípulos,Timoteo y Tito, son sorprendentes y llenas de contradicciones. Por ejemplo, se cree que Tito estabaen Creta, por lo que debería estar más familiarizado con la situación en Creta que el mismo Pablo.Sin embargo, Pablo le describe a los falsos maestros como si Tito no supiera nada de ellos enabsoluto. Si la fraseología es sorprendente en la Epístola a los Efesios, el lenguaje, el estilo, y lasdeclaraciones de las Epístolas pastorales son completamente diferentes a los de las epístolas de S.Pablo. En la doctrina hay ecos de Pablo, pero la impresión principal es de divergencia. Exponen uncristianismo sincero y simple, pero falta la profundidad del pensamiento paulino, y ese cristianismoha tomado un tono ortodoxo. El odio a los herejes ya es evidente, así como el celo por la exactitudde las creencias.

Sin embargo, criticar no es simplemente enumerar características que excluyen la autoría paulina.Juzgar que una epístola no es de Pablo, propiamente hablando es solo responder a una preguntapreliminar. La crítica no solo tiene que decir No, sino que, si es posible, debe avanzar hacia unaafirmación; debería determinar cuáles fueron las circunstancias que produjeron tales escritos.

Aunque no conocemos a los autores, determinar esas circunstancias es sustancialmente posible enestas epístolas, que claramente nos ubican en un período en el que la organización de la Iglesia estámucho más desarrollada de lo que pudo haber sido en el período apostólico. Y con la mismaclaridad nos muestran a la Iglesia ya en guerra con sus oponentes, lo que le causó tantos problemas,principalmente en el siglo II. La tendencia que amenazaba con socavar la Fe de la Iglesia era elllamado gnosticismo, que proponia su propia filosofía y especulación, y en gran medida también lasuposición de que la vida física de Cristo era meramente una apariencia. Los falsos maestros queson combatidos en estas epístolas son los gnósticos. Estas epístolas fueron escritas presumiblementeno hasta el comienzo del siglo II, tal vez medio siglo después de la muerte de Pablo, principalmentepara contrarrestar esa amenaza.

La Epístola a los Efesios y la Segunda Epístola a los Tesalonicenses probablemente fueron escritasalgo antes. No estamos en posición de saber cómo el autor de la Epístola a los Efesios vino aampliar y trabajar sobre la Epístola a los Colosenses. Por otro lado, es posible mostrar una razóndefinida para la Segunda Epístola a los Tesalonicenses. Surgió de la excitación provocada por laidea de que el Día Final era inminente. Esta excitación fue disipada con la enseñanza de que hay unobstaculo: Cristo no puede volver hasta que surja el Anticristo, quien debe aparecer primero. LaEpístola a los Efesios es la más profunda e importante de estas epístolas no auténticas.

En general, debemos aceptar que justamente las mejores, más grandes y más importantes epístolasque el Nuevo Testamento contiene bajo el nombre de Pablo son documentos confiables, genuinos yoriginales del cristianismo primitivo. Aunque nos enseñan solo hechos aislados sobre la vida y lapersonalidad histórica de Jesús nos dan, con todas sus lagunas, material para llegar a una ideaajustada del personaje y del impacto del cristianismo primitivo en el mundo pagano, y reflejan ellado íntimo de una de las personalidades más grandes de la historia religiosa, porque lo oímoshablar siempre en sus propias palabras. Más grande que Pablo es, por supuesto, el Maestro, paraquien aquel prepara el camino. Más importante que las epístolas de Pablo debe, por lo tanto, seresas escrituras que nos hablan de Jesús, es decir, los evangelios.

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II

LOS EVANGELIOS

En el desarrollo de la enseñanza de la Iglesia en el pasado, los evangelios (excepto el Evangelio deJuan, por supuesto) de ninguna manera han sido los más influyentes. No han sido para los teólogosde varios períodos los libros más importantes del Nuevo Testamento. Incluso el mismo Lutero pusoen segundo plano los primeros tres evangelios. Para él, el libro de la fundación del NuevoTestamento era la Epístola a los Romanos, con su pequeño anexo, la Epístola a los Gálatas. Pero enel cristianismo como un todo, en el mundo laico de la Iglesia, los evangelios, y especialmente losprimeros tres, han ejercido continuamente una especial fascinación. ¿Por qué? Porque no soloenseñaron acerca de Jesús, sino que presentan una visión, una imagen coloreada de Él, que habla ala imaginación y al sentimiento inmediato, de modo mucho más impresionante que lasproposiciones formales y las meras instrucciones. En los tiempos modernos, este interés aumentómás cuanto más se considera a Jesús una personalidad real y totalmente humana. Muchos teólogosasignan ahora un lugar de importancia primordial a los evangelios sobre todos los escritos delNuevo Testamento. Incluso podemos afirmar que hoy existe algo antes ausente: un anhelo porconocer la verdadera imagen histórica, la vida, del hombre Jesús; y las agudas críticas que se le hanhecho a pasajes de la narración evangélica no han disminuido este deseo; más bien lo hanincrementado.

Podemos considerar los evangelios como los primeros comienzos de una literatura cristiana, ya quenos parece inapropiado llamar literatura a las epístolas de S. Pablo. Aunque los evangelios alprincipio tenían un círculo estrecho de lectores, aparecen ante el mundo de la manera característicade las producciones literarias. Si hubiera habido un arte de la imprenta en ese momento, es seguroque habrían aparecido no como manuscritos, sino como libros impresos. Pero el término literaturano debe despertar ideas demasiado exaltadas. En lo que respecta a la literatura del mundo en esemomento, estos escritos no tenían importancia. Y, por otro lado, existía una literatura secular conformas distintas ––Drama, Épica, Ciencia, Compendios, Diálogos, Oratoria, etc.–– pero no en elcristianismo. No es hasta aproximadamente mediados del siglo II cuando el cristianismo comienza aemplear estas formas de literatura secular.

Podríamos preguntarnos si las obras biográficas, tal como eran compuestas en ese momento, noimpulsaron la redacción de nuestros evangelios, o fueron un modelo para ellas. Pero esa influenciaprobablemente deba ser negada. Esta forma literaria de los evangelios es más bien un producto de lamisma Iglesia cristiana, y surgió de sus necesidades naturales. Dentro del círculo cristiano sin dudarápidamente ganó un favor especial, y dominó el cristianismo. La mejor prueba de esto es el hechode que existieron muchos evangelios, no simplemente cuatro. Una parte de estos escritos no surgió,por supuesto, hasta mucho más tarde que nuestros evangelios. Son esas obras en las que a menudola historia de la infancia, y también la escena de la pasión, o incluso el llamado descenso al Hades,se representan en forma completamente legendaria. Con sus fábulas y milagros exagerados, estasobras deben ser llamadas romances cristianos. Los ignoramos por completo. Pero había otrosevangelios proporcionalmente más cerca del resto, y que en carácter muestran mucha afinidad conellos. Tenemos una serie de fragmentos de un evangelio bastante antiguo de los Hebreos, que debede haber tenido alguna relación con nuestro Mateo, pero ciertamente también grandes diferencias.Además, fragmentos de un evangelio según los Egipcios, que alguna vez se usaron en Egipto. Hacealgo más de una década se encontró en una tumba egipcia un fragmento considerable de unevangelio que se supone es obra de Pedro, y que relata la historia de la pasión y la resurrección. Lascitas, sobre el evangelio, del mártir Justino, quien a mediados del siglo II escribió una apología odefensa del cristianismo, no pueden explicarse satisfactoriamente en nuestros evangelios; pareceque Justino usó un evangelio desconocido para nosotros. Hace algunos años se encontraron de

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nuevo en Egipto algunos pocos logia4 de Jesús, y en la misma localidad recientemente sedescubrieron otros. Por lo tanto, deben de haber pertenecido, si no a un verdadero evangelio, almenos a un escrito que se encuentra en estrecha relación con la literatura del evangelio. En miopinión, todos estos escritos y algunos evangelios perdidos deben de ser tan antiguos o antiguoscomo nuestros cuatro evangelios, o la mayoría de ellos. Lucas dice en el breve prefacio con el quepresenta su libro que muchos antes que él habían intentado componer una narrativa de la vida deJesús. Juan no habia sido escrito aun, y Lucas probablemente no conocía a nuestro Mateo. Pero aunsi lo hubiera conocido, no habría usado la expresión "muchos" si Mateo y Marcos hubieran sido losúnicos evangelios existentes. Esta conclusión es y fue compartida por la crítica de los evangelios:nuestros evangelios presuponen la existencia de al menos un evangelio más antiguo. Es importante para nuestra concepción de los cuatro evangelios aclarar estos hechos de antemano.No estamos enfrentando solo cuatro escritos únicos sino cuatro ejemplos de una clase más amplia,es decir, cuatro vínculos dentro de una cadena de desarrollo. Se puede percibir claramente en estaliteratura un desarrollo, con modificaciones considerables. Por eso, las versiones del evangelio queaparecen despues de nuestros evangelios tienen gran valor. El profano simplemente preguntará:¿Tales evangelios no canónicos nos enseñan algo confiable acerca de Jesús? Y si no lo hacen, elprofano perderá más interés. Pero el experto sabe que los evangelios no son meras fuentes de la vidareal de Jesús, sino también documentos que ilustran el desarrollo gradual y el cambio en laconcepción de esa vida. Y para él, una producción posterior puede ser muy importante si muestraalteraciones sorprendentes en la repetición de los dichos de Jesús o las historias de él. En términosgenerales: mientras más material se nos presente para comparar, más claro podremos reconocer elestilo, el carácter y el valor de los evangelios del Nuevo Testamento. Pasemos ahora especialmente a estos cuatro evangelios del Nuevo Testamento, los llamadosevangelios canónicos. Aquí primero debemos hacer una división clara: los evangelios de Mateo,Marcos y Lucas están de un lado y Juan, del otro. Mientras que los primeros tres evangelios estáncasi relacionados entre sí, tan diferente es el cuarto que es de un patrón esencialmente diferente.Incluso el lector analfabeta de la Biblia nota eso de inmediato. La ciencia está acostumbrada adenotar los tres primeros evangelios con un nombre común, como el de evangelios sinópticos o,familiarmente, los sinópticos. Este nombre expresa su sorprendente afinidad. Porque afirma que eltexto de estos tres escritos, en su mayor parte, puede y debe considerarse en conjunto, porqueformalmente invitan a la comparación. Por lo tanto, no podemos simplemente considerarindividualmente estos sinópticos. Eso, por supuesto, también es necesario, pero después de eso debehaber un examen que abarque a todo el grupo.

Como obras históricas, los sinópticos tienen un sello verdaderamente individual, pero también esobvio que son tres escritos hermanos. Inmediatamente nos sorprende que su relato solo abarque unapequeña parte de la vida de Jesús. Marcos no dice nada de todo el período anterior a la apariciónpública de Jesús. Mateo y Lucas luego, por supuesto, incluyen historias del nacimiento de Jesús,pero guardan silencio sobre toda su juventud y su crecimiento hasta la edad adulta, aparte de labreve narración de Jesús en el templo a los doce años, en Lucas. El modo de presentación en sí secaracteriza en general por el intercambio de palabras e historia. La narrativa histórica, sin embargo,consiste esencialmente en episodios, podríamos decir anécdotas, pero esta palabra tiene unsignificado secundario que no sería apropiado. Son casi exclusivamente viñetas, milagros,conversaciones breves, escenas únicas; por otro lado, no hay desarrollo general, grandes líneas depresentación, ninguna descripción del carácter de las personas, ninguna atención a la conexión deeventos. Donde los detalles están mejor encadenados, y el escenario es más ampliamente descripto,es en la historia de la pasión de Jesús. No debemos creer que los evangelistas eran meramente pescadores y artesanos. Eran de alguna

4 Colección de refranes o máximas de un líder religioso.

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manera hombres literarios que pertenecían a los miembros más cultos de la Iglesia. Al menos eso escierto para el autor de Marcos, más de Mateo, y especialmente del Evangelio de Lucas. Este últimoprecede su trabajo con una introducción ––del tipo que encontramos en hombres literarios cultos dela época–– en la que habla de predecesores, menciona el orden de los acontecimientos ––estáinteresado en la cronología––; en resumen, deja en claro que sigue un plan histórico. Por supuesto,esto no se puede negar a los otros dos: su intención no es meramente predicar sobre Cristo sinohablar de Él en forma narrativa. Pero nada podría ser más erroneo que considerar a estosautores como autores modernos de historia, ni como historiadores doctos y entrenados, nitampoco como escritores de historias populares. De hecho, se debe enfatizar que los tresevangelistas no cuentan su historia simplemente como una historia sino que prefieren, comoprimera intención, propósitos prácticos y edificantes. No escriben objetivamente, o comopersonas desinteresadas o como meros cronistas; escriben para creyentes y como creyentes. El Evangelio de Juan suele ser contrastado con los sinópticos, y se dice que refleja al Cristo de la fe,en tanto los otros muestran al Cristo de la historia. En ese contraste hay, sin duda, una cierta verdad,pero Mateo, Marcos y Lucas también representan para nosotros con certeza al Cristo que es elobjeto de la fe, ya sea que eso coincida con el Jesús de la historia o no. No se puede enfatizar losuficiente que estos hombres pretenden escribir libros de edificación. Sus escritos están diseñadospara ganar hombres para Cristo, para enseñar acerca de él; están destinados a aquellos que ya hansido instruidos en la fe cristiana, y tal vez para ser leídos en el culto público. En resumen, estándestinados a predicar a Cristo. Aquellos que suponen que proceden como historiadores correctos,con meticulosidad y cuidado en la organización del material, en la disposición de los temas o en laconfirmación de los detalles, formulan afirmaciones falsas y emplean un criterio absurdo. Es extraordinariamente difícil para aquellos no íntimamente familiarizados con los sinópticosconsiderarlos por separado. Pero cuando se los mira de cerca tienen, con toda su similitud, cada unotiene su propio punto de vista especial. Para que los nombres de Mateo, Marcos, Lucas no sean solonombres sin significado, con algunos ejemplos me gustaría resaltar las originalidades en cada unode ellos. Comienzo con MARCOS, el evangelio más corto. Marcos consiste predominantemente en lanarración, es decir, él es, en comparación con Mateo y Lucas, pobre en discursos; aparte de algunasparábolas y un discurso más extenso sobre los eventos que preceden a la segunda venida de Jesús, élsolo nos proporciona refranes aislados. El estilo de este evangelista es singularmente fresco y vivaz;su disposición es más original y menos elaborada que cualquiera de los otros dos. Es sorprendenteque en su narrativa Marcos tenga muchos más detalles minuciosos de los eventos que los otros, ypresenta la situación con un color más rico y en una forma más viva. Entre los milagros de Jesúsque el evangelista narra en numerosas ocasiones, se destaca una clase especialmentesignificativa, la curación de los llamados endemoniados, es decir, aquellos poseídos, o, comodeberíamos decir, aquellos que sufren de perturbaciones mentales. El evangelista parece habertenido un interés bastante especial en estos milagros. Además, este evangelio probablemente nohaya sido preservado en su totalidad. Su conclusión, tal como la leemos en nuestras Biblias ––es decir, los últimos doce versículos–– es sin duda no genuina. De hecho, estos versículos noestán en los manuscritos más antiguos. Ese texto dificilmente habría terminado con las palabrasque preceden a los versos no auténticos, que fueron agregados más tarde. Sería de esperar que almenos fuese relatada una aparición del Cristo resucitado en Galilea. La conclusión genuina está, porlo tanto, presumiblemente perdida, o tal vez fue omitida a propósito porque no se ajustaba a lasideas de lectores posteriores, y luego fue reemplazada por una narración compilada de otros relatosde la resurrección. El Evangelio de MATEO ha sido el más influyente y el más popular entre los tres sinópticos. Ymerece esta popularidad también debido a su excelente disposición del material y la excelente

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estructura del conjunto. Los discursos y las narraciones se intercambian en una gran proporciónentre sí, y los discursos de Jesús tienen un efecto más llamativo, ya que aparecen en grandesporciones separadas; el caso es realmente diferente en S. Lucas, quien incluye casi el mismonumero de discursos, pero las secciones y piezas son más frecuentes y más cortas, y se distribuyenen todo el libro. Al igual que Lucas, Mateo contiene una historia de la infancia y una genealogía deJesús, pero es precisamente en estas secciones bastante diferente de la de Lucas. Mateo ofrece una serie de máximas de Jesús que tienen un agudo tono judío o judaico-cristiano. Porejemplo, se prohibe expresamente a los apóstoles acercarse a los paganos y a los samaritanos (10,5),y se enfatiza el valor inviolable de la ley (5,17): "Pero reza para que tu huida no sea en el invierno,ni en el día de reposo" (24,20). Ese dicho implica que la ley prohíbe hacer un viaje largo en el díade reposo. Tales expresiones han llevado a la opinión insostenible de que este evangelio fuepensado especialmente para los cristianos judíos, pero hay otros pasajes con un tono bastantediferente. Estos pasajes dicen claramente que el pueblo judío no tiene privilegios, y que el llamadodel evangelio es para todos los pueblos (28,19-20). Aquí hay una contradicción que solo puedeexplicarse asumiendo que el autor encontró un punto de vista en otro escrito y lo conservó en eltexto, pero el otro punto de vista representa su propia opinión. Por lo tanto, se nos hace suponer queal menos hay una fuente de inspiración detrás de este evangelio. El autor de este evangelio es, por así decirlo, el teólogo entre los evangelistas; muestra en particularun conocimiento íntimo del Antiguo Testamento, y uno de sus principales intereses es demostrarque las profecías del Antiguo Testamento se cumplieron en los hechos de la historia de Jesús. Deallí la frecuencia de las fórmulas "se hizo para que se cumpliera" o "como está escrito". Estallamada “prueba profética” tuvo, por supuesto, una influencia generalmente poderosa para la Iglesiaprimitiva. En Mateo aparece especialmente en su forma clásica. En su prefacio, LUCAS, como ya hemos dicho, enfatizó particularmente su esfuerzo por laprecisión, es decir, la integridad y la secuencia correcta de la narración. En ambos aspectos,aparentemente, él deseaba superar a sus muchos predecesores, ya que cada evangelista naturalmentedeseaba hacer su evangelio mejor que los anteriores. Podemos observar que Lucas no ha olvidadodel todo este programa en el evangelio. Por ejemplo, transpone muchas narraciones de suspredecesores, y se esfuerza ocasionalmente por relacionar los grandes eventos mundiales con suhistoria, por lo que menciona a César Augusto (2,1), otra vez al emperador Tiberio (3,2) y a otrosgobernantes. La crítica no puede, por supuesto, afirmar que las alteraciones de Lucas sonrealmente mejoras en la secuencia de la historia. El gran viaje, por ejemplo, que él inserta enlos capítulos 9 a 18, como tal no es imaginable, aunque eso no significa que las historias deesos capítulos no valgan nada. Creemos que la superioridad de Lucas reside en otros aspectos. Su método de narración es reflexivoy atractivo en alto grado. Algunos de los pasajes más impresionantes de la historia del evangelio lepertenecen solo a él ––por ejemplo, que Jesús "miró a Pedro" después de su negación (22,61)–– y legusta, en las parábolas que registra, dejar que las personas involucradas hablen por sí mismas,registrando sentimientos que ponen al descubierto su alma: "Cavar, no puedo; mendigar me davergüenza", dice el administrador injusto (16,3). O “me levantaré e iré a mi padre", dice el hijopródigo (15,18). En esos rasgos istinguimos un aporte debido al estilo de Lucas, porque Mateorelata las parábolas de una manera diferente. Jesús aparece en este evangelio de una manera especial, como amigo de los perdidos y de esasclases despreciadas por los judíos, "publicanos y pecadores" (como se dice); pero al mismo tiempocomo el enemigo de los ricos. Y esta es una característica evidentemente clara de este evangelio. Enninguna parte se juzga tan severamente la riqueza como aquí, y en ninguna parte la pobreza ––o lacaridad que se despoja de sus posesiones–– se eleva tanto. En consecuencia, el crítico pregunta si

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aquí el evangelista presenta los pensamientos de Jesús con exactitud real, o si, quizásinconscientemente, los colorea con sus propias ideas. Al parecer, las condiciones de vida enPalestina no le interesan tanto a Lucas como a Marcos y Mateo. Quizás él no asumió mucho interéspor el tema en sus lectores. Como fuere, en Lucas los discursos de Jesús no poseen esa coloraciónjudía local tan clara en Mateo. El antagonismo de Jesús con los fariseos no aparece tan obviamente. Ninguno de los tres pretende seriamente haber sido un testigo presencial de la vida de Jesús.Ninguno de ellos narra de manera tal que implique que estaba hablando de sus propiasexperiencias. Nadie habla de su relación con Jesús, o usa en su historia el "nosotros" personal.Además, Lucas positivamente niega ser un testigo ocular; él pertenece a una generaciónposterior. Luego de las diferencias que hemos visto, es apropiado fijar nuestra atención principalmente en laRELACIÓN ENTRE LOS TRES LIBROS. Esto es, de hecho, más llamativo. La pregunta no esmeramente sobre la similitud general del método de presentación o el orden y la sucesión dedescripciones breves. Y no se trata solo de que todo el marco de la narrativa sea el mismo:comienzo con el bautismo por Juan el Bautista, la tentación, la continuación de la historia enGalilea, el viaje a Jerusalén y una conclusión con un relato muy detallado, en los tres, de la pasión,la muerte y la resurrección. Más sorprendente es, en cualquier caso, la similitud en la selección delmaterial, porque es claramente obvio que Jesús, en el período que representan los evangelistas, hizomás y dijo más de lo que registran esas pocas páginas. ¿Por qué es, entonces, que el contenido delmaterial coincide tan preponderantemente? Lo que los tres, o al menos dos, evangelistas tienen encomún equivale a dos tercios de todo el contenido. Además, la similitud en el orden de los episodioses muy marcada. Grupos de dos o tres episodios aparecen en el mismo orden, lo que no se puedeexplicar diciendo que se debe a que esa es la verdadera sucesión de los eventos. ¿Cómo, entonces,podría explicarse que el orden entre los grupos sea frecuentemente tan divergente? Es solo estadiferencia lo que hace que la semejanza parcial sea tan sorprendente. Finalmente, es notable que laconcordancia en los dichos de Jesús y en las narraciones se extienda en gran medida a las fórmulasverbales utilizadas. Esa exactitud exacta de las palabras es digna de mención, porque Jesús nohablaba griego, el idioma en el que escribieron los evangelistas. Su habla materna era más bienarameo, un dialecto relacionado con el siríaco, que por entonces había reemplazado al hebreo enPalestina. Dado que las palabras de Jesús llegaron a nosotros solo en traducciones, la coincidenciahasta en los detalles más pequeños es doblemente sorprendente. Ahora nos encontramos en presencia del problema que la investigación explora desde fines del sigloXVIII hasta hoy con un celo realmente entusiasta, y que se conoce como el problema sinóptico.¿Cómo se explica esta relación de largo alcance en el contenido, la coincidencia y la concordanciaverbal, junto a diferencias igualmente notables? ¿Cómo explicar esta peculiar mezcla de semejanzay disparidad? La casualidad no es una explicación, ya que las similitudes no pueden ser accidentales. La doctrinade la inspiración divina de los evangelios tampoco es una explicación, porque la inspiración divinaes incompatible con las diferencias. La crítica literaria intentó varias respuestas. Por supuesto, es obvio que uno de los evangelistas usóel texto de los otros. Junto a esto, está la suposición de que nuestros evangelistas podrían haberseinspirado en uno o varios evangelios perdidos, o posiblemente de varios bocetos más pequeños yfragmentos de narración. Ya Lessing desarrolló las ideas fundamentales de esta hipótesis.Finalmente, se ha introducido la tradición oral: la repetición frecuente de las palabras y los actos deJesús asumió gradualmente la forma de una narración congelada y fija. La fuerte coincidenciapuede ser explicada de ese modo.

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La investigación posterior ya no nos permite creer que sólo una de estas hipótesis conduzca a lameta, y mucho menos la idea de la tradición oral. Parece que deberíamos aceptar lo que es correctoen todos estos intentos, y de esta manera llegamos a resultados definitivos. Por supuesto, nopodemos hablar de un acuerdo absoluto entre los críticos, pero la mayoría está de acuerdo, almenos, en varios puntos fundamentales, y estos pueden, ser considerados como resultado real deun arduo trabajo. El primero de ellos es que Marcos fue una fuente para Lucas y Mateo. Como cuestión dehecho, existen las bases más sólidas para esto. Señalo algunas. Si Marcos hubiese copiado delos otros evangelios no podríamos entender por qué dejó de lado tanto material; si, por otrolado, Marcos es la base, entonces los dos sucesores incorporaron casi todo su evangelio; peropor qué omitieron algunas porciones es totalmente capaz de una explicación válida. Además, sededuce que la secuencia de la narración de Marcos se encuentra en la base de los otros.Divergen con frecuencia de esta secuencia, pero siempre vuelven a ella. Además, es a favor deesto que Marcos no da ninguna historia de la infancia. Las historias de la infancia en Mateo yLucas, poéticas como son, precisamente porque poseen encanto poético deben considerarse entodo momento como mitos: la aparición de los ángeles los marca como tales y, como lainvestigación independiente generalmente reconoce, pertenecen sin duda a las últimas épocas de latradición evangélica. Si Marcos hubiese leido antes a Mateo o Lucas difícilmente habría omitido estas historias,porque estaban de acuerdo con la creencia de la época. Pero también en materia de detalles vemos que Marcos ofrece el texto más antiguo. Por ejemplo, enel bautismo de Jesús, Mateo incluye el rechazo inicial de Juan el Bautista: "deberia serbautizado por ti, y ¿vienes a mí?" Esta objeción no está en Marcos. Es mucho más razonabledarse cuenta de que Mateo la agregó, que creer que Marcos la omitió: algunos creyentesprotestaron por el hecho de que Jesús fue bautizado por Juan, lo que no parecía compatiblecon la impecabilidad de Jesús, y también parecía subordinar a Jesús a Juan el Bautista. Estaobjeción fue la causa de la adición en Mateo: si se muestra a Juan el Bautista diciendo que Jesús nonecesitaba ningún bautismo, entonces se elimina la duda del procedimiento. Otro ejemplo."Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? El ledijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios.” Así dice Marcos (10,17f.). En Mateo el epíteto "bueno" no aparece. Se dice: "Maestro, ¿qué cosa buena debo hacerpara heredar la vida eterna? "A esto Jesús responde: "¿Por qué me preguntas sobre el bien?Nadie hay bueno sino uno: Dios. "(19,16). Esta diferencia solo puede explicarse si el texto deMarcos, "¿Por qué me llamas bueno?" fue cuestionado, y en consecuencia fue cambiado.5 El segundo gran resultado de la crítica es el siguiente: además de Marcos, otra fuente es labase de los evangelios de Mateo y Lucas, en las porciones que no están tomadas de Marcos yen las cuales estos dos están en un acuerdo tan extraordinario. Esto es esencialmente aplicablea una gran porción de los dichos de Jesús. Esta fuente debe de ser un libro perdido paranosotros.6 Y se conjetura que fue una especie de catecismo o libro de lecciones compuesto dedichos y palabras de Jesús, que ofrecía reglas que la Iglesia necesitaba para su vida, espiritualidad,misión y esperanza para el futuro. Todavía poseemos el contenido de esta fuente en buena parte, ensolo aquellas palabras de Jesús que Mateo y Lucas tienen en común, y también posiblemente enalgunos pasajes que se encuentran en solo uno de los evangelios; por supuesto, debe tenerse encuenta que han sido utilizados por cada evangelista en una forma diferente. Pero, ¿no sería mucho

5 Sin embargo, todas las versiones de la Biblia que hemos revisado (en castellano, inglés y alemán) incluyen la expresión “Maestro Bueno” en Mateo 19:16, con la sola excepción de una versión en alemán que es muy posterior a la muerte de Wrede. La Biblia de Lutero, de 1545, que Wrede debió tener ante sí, dice “Guten Meister”, no sólo “Meister”.6 El libro “Q”, del alemán Quelle, “fuente”.

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más sensato explicar esas concordancias diciendo que Mateo usó Lucas o Lucas usó Mateo? Porsupuesto, este método se ha intentado, pero no conduce a la meta. Un tercer y último resultado sería: para las porciones que solo Lucas tiene, y también paraaquellas que solo incluye Mateo, una o varias fuentes, que ya no poseemos, deben ser asumidas.Aquí y allá ambos evangelistas probablemente también se basaron en las tradiciones orales. Estaconclusión de las otras dos proposiciones principales es necesaria, ya que es imposible que Lucashaya inventado los relatos que solo él tiene. A estos relatos pertenece una serie de las mejoresparábolas de Jesús, todas las cuales deben considerarse parte de la mejor tradición de losevangelios.

Por supuesto, en general es correcto decir que parte de las narraciones fue creada por lospropios evangelistas. En general, transmiten lo que han recibido. Pero ellos mismos dan forma a latradición de diversas maneras, hacen adiciones, abreviaciones y unen, según su propio juicio, unafuente con la otra. La prueba de esto es bastante clara en nuestros evangelios. Incluso cuando Mateoy Lucas siguen a Marcos, notamos alteraciones frecuentes, y Marcos no fue diferente al resto.

No se pretende dar la impresión de que se ha explicado todo, o incluso todo importante. ¿Cuáles sonlas fuentes de Marcos? ¿Él también usó fuentes escritas? Posiblemente incluso una colección delogia? ¿Es nuestro Marcos la forma más antigua de este evangelio? O hubo un Marcos más antiguo,original? ¿Cuál era la forma real de la logia? Podríamos continuar. En todos estos puntos, la batallade las opiniones sigue. ¿Cesará algun día? ¿Alguna vez podremos decir que hemos resuelto todo elproblema sinóptico? Podemos dudar de eso, ya que tenemos demasiados elementos desconocidospara tratar. Y si en los montículos de Egipto o las ruinas de Asia Menor todavía podemos encontrardocumentos perdidos para ayudar a aclarar el origen de los evangelios, hay una probabilidad,aunque muy pequeña, de que los escritos de los que se extrajeron nuestros evangelios aparezcanalgun dia. Mientras tanto, debería ser muy evidente que los resultados logrados son importantes. Insisto soloen dos puntos opuestos. Primero, que la importancia histórica del Evangelio de Marcos se elevaconsiderablemente si fue la fuente común de los otros dos, pero si estos se derivan de Marcos,entonces, el testimonio donde ellos copian a Marcos no tiene valor independiente. Y habría, por lotanto, no tres testigos para un evento, sino solo uno: Marcos. La credibilidad de este escritor seconvierte así en una pregunta fundamental. Es decir que, por todo lo que se relaciona con el curso,el desarrollo en la vida de Jesús, dependemos de Marcos, porque aquí ambos sucesores descansancompletamente en él. En segundo lugar, también es de gran importancia señalar que hay unacolección de dichos de Jesús que forma la base de Mateo y Lucas, y esos dichos requieren untestigo más viejo que los mismos Mateo y Lucas. De esta manera la importancia histórica de Mateoy Lucas se eleva por encima de la de Marcos, ya que Marcos no contiene estos dichos en absoluto. Nos queda otro problema. Es importante considerar los evangelios en relación con el desarrollo deuna tradición sobre la vida de Jesús. Debemos considerar, e históricamente concebir, los evangelioscomo etapas en este desarrollo. Esto nos lleva, entonces, a la cuestión del valor histórico de estosrelatos, una cuestión a la cual este trabajo ciertamente solo puede hacer una justicia muyincompleta. Por supuesto, este desarrollo, en la medida en que se encuentra más allá de nuestros sinópticos, estápara nosotros en la oscuridad. Pero podemos llegar a ciertas conclusiones a posteriori, porquesabemos que toda tradición humana depende de ciertas leyes. El momento después de la muerte de Jesús, cuando la tradición acerca de Jesús todavía era bastanterica y fresca, indica el punto de partida. Por supuesto, incluso entonces muchas piezas valiosas de

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información ya habían sido olvidadas, porque el olvido comienza exactamente en el momento enque hay algo que recordar. Pero es cierto que los testigos presenciales que habían acompañado aJesús podían entonces relacionarse infinitamente con Él, y que estos recuerdos se presentaban antesus ojos con singular claridad. La primera propagación de recuerdos fue, en todos los aspectos, librey variada. Naturalmente, fueron principalmente dichos únicos, instrucciones y narracionesindividuales. En términos generales, no se planteó ninguna cuestión en cuanto a una visión total dela vida de Jesús; se conocían ciertos hechos principales, y esto era suficiente. Que largos discursoscomo el Sermón de la Montaña puedan conservarse verbalmente en el recuerdo esimprobable. El examen de nuestros evangelios nos enseña que los discursos largos estáncompuestos principalmente por piezas más cortas, o incluso por simples dichos. Nadie pensó en unplan para preservar los recuerdos, porque se consideraba inminente el regreso del Señor. Luego la tradición se volvería gradualmente más pobre. Los testigos presenciales murieron ofueron dispersados. De esta manera, se perdió mucho. El siguiente paso importante es el hechode que la tradición se trasplantó temprano a un suelo no nativo, es decir, fuera de Palestina. En talestrasplantes siempre se desvanece mucho; especialmente es el caso de aquellos que viven lejos y noestán familiarizados con condiciones locales y personales bien conocidas por la gente de la regiónde origen, ni tienen interés en averiguarlas. Asi, la imagen de los eventos reales se desdibuja. Hay algo más. La tradición no fue solo cuestión de recuerdo personal y sentimental, sino quealcanzó un significado especial para la vida de la Iglesia. En una fecha temprana, las palabras deJesús se convirtieron, como ya lo vemos en Pablo, en reglas comunes para la Iglesia. Aquello queera importante para los intereses de su fe y de su vida era por supuesto sostenido con especialfirmeza; particularmente las palabras del Señor estaban firmemente fijadas en la mente, y quizástambién sus dichos aislados fueron conectados entre sí. En contraste, lo que era puramente personalu ocasional cayó en el trasfondo de la tradición. De los eventos en la vida de Jesús fuerontransmitidos aquellos que ilustraban especialmente la obra de Jesús como Salvador, o que tenianimportancia didáctica. Para la cronología, la relación de Jesús con la gente, sus tratos privados consus discípulos y sus vinculos con individuos o grupos, interesaron poco. Naturalmente, las historiasde Jesús se repitieron de manera libre, con todo el placer que la narración de cosas gloriosas puedeproporcionar. Las primeras escrituras del evangelio, entonces, son un hito en este desarrollo. ¿Cuál fue su impactoen la tradición? Antes que nada, el hecho muy importante de que ahora una parte de los recuerdosfue así fijada, para que no se perdiera. Pero además de eso, no debemos pasar por alto que con laaparición de los evangelios hubo un empobrecimiento de la tradición. Suena extraño, pero escorrecto. Cuando surgieron las primeras escrituras de este tipo, sin duda había mucha tradición orallibre. Pero solo lo que se recolectó en el receptáculo de estos escritos se retuvo, mientras que elresto se perdió en su mayor parte, y eso fue porque ahora había evangelios escritos, por lo que laspersonas que deseaban escuchar acerca de Jesús recurrieron a ellos, como el mejor depósito de losrecuerdos de Jesús. Los recuerdos aislados perdieron su significado. Los hechos corroboran estepunto de vista: apenas se conserva una que otra historia creíble fuera de los evangelios en lasantiguas escrituras de la Iglesia. Por supuesto, hay dichos de Jesús, los llamados Agrapha, es decir,expresiones que no están en los relatos del evangelio, que han sobrevivido. Tenemos un númeroconsiderable de ellos. Algunos pueden ser genuinos, como, por ejemplo, el dicho: "Sé un buenbanquero"; quizás también esa hermosa palabra que se dice que Jesús dirigió a un hombre a quienvio trabajando en el día de reposo: "Hombre, si sabes lo que haces, eres bendecido, pero si no sabes,eres condenado y transgresor de la ley ". Pero es probable que haya pocas palabras de este tipo quepuedan considerarse genuinas. Ahora, ¿en qué momento particular se originaron estos primeros evangelios? No hay acuerdoen cuanto a la fecha de nuestro Marcos. Algunos lo pusieron en el tiempo inmediatamente

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anterior a la destrucción de Jerusalén ––en los años 65-70 dC––, por lo tanto, más de treintaaños después de la muerte de Jesús, pero muchos piensan en diez años después de eso, oincluso más. La colección de logia tal vez surgió un poco antes, y muchos expertos la remontan alapóstol Mateo, y asumen que por este motivo el nombre del apóstol pasó a nuestro evangelio segúnSan Mateo, simplemente porque incorporó la colección de refranes. Porque nuestro evangelio deMateo ciertamente no es del apóstol de ese nombre. Contra esto hay varias razones; entreotras, la gran dependencia de Marcos. Y ese trabajo podría, al igual que el de Lucas, nohaberse originado hasta aproximadamente el final del primer siglo. En el tiempo mencionado ––en las últimas tres o cuatro décadas del primer siglo, por lo tanto, hastadonde vemos, se completó la primera y la fundación de la tradición. Y ya hemos visto que eldesarrollo no se detuvo allí, porque sigue un evangelio tras otro, no solo el Evangelio de Juan, sinotambién el de los Hebreos, los Egipcios, el Evangelio de Pedro, y luego las extravagantesproducciones de un período posterior. No podemos sorprendernos de que el crecienteempobrecimiento en las tradiciones genuinas tenga como acompañamiento un creciente aumento delas no auténticas.

Toda tradición humana implica alteración. Si queremos entender los evangelios debemos tener unojo para el efecto transformador de la tradición. Lutero dijo en la Dieta de Worms, y Europaescuchó: "Aquí estoy, no puedo hacer otra cosa", pero incluso en 1521, cuando eso fue dicho, yahabia tres versiones de la frase. En vista de tales analogías debemos aceptar que las narracionesde la vida y las enseñanzas de Jesús experimentaron cambios importantes hasta que llegaron alos evangelios. Nuestros evangelios mismos nos proporcionan la evidencia original de esto.Incluso en las décadas que pueden haber intervenido entre sus diversos orígenes, vemos cómose hicieron alteraciones, algunas pequeñas y insignificantes, otras más exhaustivas. Latradición crece gradualmente hasta completarse, recibe elucidación sobre su significado;también se corrige, por supuesto, con la mejor fe, cuando una expresión parece inquietante,cuando tal vez no parece adecuada a Jesús, o ya no corresponde a la creencia de un períodoposterior. Se puede demostrar que bajo el honesto convencimiento de que Jesús debe de haberdicho algo o relatado algo, se aseveraba que lo dijo. Por ejemplo, esas profecías detalladassobre su sufrimiento, su muerte y su resurrección que son una historia abreviada de la pasiónpodrían haberse originado en la creencia de que seguramente Jesús debe de haber anticipadotodo lo que iba a ocurrir. Si esto es ahora claramente perceptible, ¿podría la tradición fluir sin cambios en el tiempo anterior alos primeros evangelios escritos? Eso es muy improbable. Aunque la historia de los cambios antesde nuestros evangelios está en la oscuridad y solo hechos concisos pueden deducirse de nuestrosevangelios, las transformaciones en los primeros treinta o cuarenta años no pueden haber sidoinsignificantes. No debemos suponer que el desarrollo pudo haber alterado todas las tradiciones por igual. La granenseñanza "no juzgues para no ser juzgado", el agudo e incisivo dicho "ningún hombre puede servira dos amos" ("no puedes servir a Dios y a Mammon") o la palabra de consuelo "ten cuidado pornada ... tu Padre celestial sabe que tienes necesidad de todas estas cosas" fueron tan verdaderastreinta, cuarenta, cincuenta años después de la muerte de Jesús como en el momento en que fueronpronunciadas. Podrían ser olvidadas, pero no cambiarían esencialmente; a lo sumo se revisaría lafraseología. Por otra parte, la alteración debe de haber sido grande donde las ideas de la Iglesiase desarrollaron más; sobre todo, sobre la cuestión de la persona de Jesús, es decir, sobre sunaturaleza suprahumana superior o el significado de su muerte; o, por ejemplo, en laexpectativa del futuro: ¿vendrá Jesús pronto o tardará mucho? o sobre la cuestión de si lospaganos tendrían una participación en la salvación cristiana, y similares. Aquí fue a la largacompletamente imposible que la enseñanza de Jesús, o la historia de su vida, no hubiese

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respondido al rápido desarrollo de las creencias cristianas de la Iglesia; posiblemente inclusoen desacuerdo con ellas. Fue así como comenzó un trabajo imperceptible de adaptar la imagentradicional de Jesús a las creencias de un tiempo particular, para reconciliarla con ellas. Por supuesto, todo esto todavía no nos ayuda a determinar qué y cuánto de nuestros evangelios sepueden considerar como recuerdo genuino, y qué y cuánto es posterior a la acumulación. Ya heconfesado que realmente no puedo resolver esta pregunta exhaustiva en este trabajo. No solo porqueaquí no hay espacio para eso, sino porque al hacerlo estaría sobrepasando mi tema. Debo hablar delorigen de las escrituras del evangelio. La cuestión de la credibilidad va más allá de estos límites. Enconsecuencia, en este punto solo me permito algunas observaciones. La imagen de la vida de Jesús tal como se encuentra en nuestros evangelios se asemeja a unapintura que ha sido repintada una vez, o quizás más de una vez, para ocultar más o menos loscolores y contornos originales. Incluso nuestro Evangelio de Marcos, lamento decirlo, deninguna manera simplemente describe la vida de Jesús tal como era. No solo contienecaracterísticas míticas, como el encuentro de Jesús con el Diablo o el caminar de Jesús en elmar, o la alimentación de cinco mil con un poco de pan y pescado; también indudablementemuestra concepciones dogmáticas definidas. Jesús ya no es considerado simplemente como unhombre, sino como un ser divino que podría hacerlo todo ––por ejemplo, profetizar conprecisión el futuro y los detalles de sus propios sufrimientos. Marcos no sabía mucho sobre eldesarrollo de la vida de Jesús. La secuencia de su narración es escasamente cronológica, ya queorganiza la mayor parte de acuerdo con el tema. Y a partir de su narración nos es imposibledescribir con precisión el curso de la vida de Jesús. Generalmente se asume que Marcos utilizórecuerdos de los discursos de Pedro, pero lo cierto es que estos solo aparecen en una porción de lasnarraciones. No podemos negar la fuerza de esos hechos. Por otro lado, no puede haber error en que en sus diversas narrativas se encuentra mucha tradicióngenuina, ya sea que se remonte a Pedro o no. Además de esto, muchos relatos de milagros nodeben ser eliminados en lo que respecta a milagros de curación. Porque no se puede negar queJesús poseía el don de curar, y eso no contradice la probabilidad histórica porque este tipo dedon ha sido visto en otros. Además, el realismo en la escena donde transcurre la vida de Jesústodavía es a menudo claramente discernible. Ciertas narraciones no pueden haber sidoinventadas porque su invención es inconcebible. Pedro era en el cristianismo más antiguo casiel personaje más importante. ¿Quién hubiera inventado la historia de su negación, que fue ensu perjuicio? ¿Quién puede haber ideado el agudo contraste en el que aparece Jesús enrelación con los fariseos? Las epocas posteriores ya no podrían tener ningún interés en estos temas.Pero podemos depositar especial confianza, por ejemplo, en los dichos de Jesús porque son unaenseñanza profunda de la piedad y la moralidad más puras; en las claras parábolas iluminadoras, enlos breves y llamativos dichos o en las reglas de vida, tan originales en su forma. Pero, además detodo esto se presenta ante nosotros una imagen totalmente definida, que no se puede confundir conninguna otra: la imagen de una personalidad real no reconocible en todas sus características peroque aún nos habla con la fuerza de la realidad, exaltada, majestuosa, subyugante, grande y pura,profunda y clara, seria y amorosa, fuerte y suave. Sí, la imagen de la vida de Jesús ha sido repintada, y en muchos lugares está muy coloreada, perolos colores originales en todas partes brillan a través de la coloración adicional. La tarea de laciencia, donde sea posible, es eliminar las capas superpuestas y, en la medida de lo posible, develarla imagen genuina. Hasta ahora he guardado silencio sobre el EVANGELIO DE S. JUAN. Sin embargo, nuestrasreflexiones han establecido ya mucho que es preparatorio para la comprensión de este evangelio.Porque Juan representa una etapa más avanzada de los sinópticos, no en terminos de valor, sino de

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desarrollo. La lucha de opiniones, en cuanto a este evangelio, se ha centrado mucho sobre la identidad delautor. ¿Es el apóstol Juan (el hijo de Zebedeo) o no? Ninguna otra pregunta sobre esta obra se hadebatido con mayor fervor. Debo, sin embargo, decir enfáticamente que ese no es el único tema deimportancia; igualmente esencial es la pregunta sobre la naturaleza y el diseño de ese texto. Y estamisma pregunta es de la mayor relevancia, ya que tiene que ver con el problema de la autoría. Antes de prestar mucha atención a este evangelio, una palabra sobre un tema preliminar. Confrecuencia se ha intentado demostrar que se trata de un libro compuesto que contiene un trabajoanterior, elaborado por un editor posterior e incorporado con su propio trabajo. Este intento debe serdeclarado un fracaso. Este es un trabajo de un solo molde. Es, en palabras de un crítico, como latúnica sin costuras de Cristo, sobre la cual es posible echar suertes, pero que no se puede dividir.Por todos lados se revela el mismo espíritu y la misma forma de presentación.

Una narración ciertamente, como comúnmente se reconoce, originalmente no estaba en elevangelio, y de hecho una que si no estamos del todo confundidos descansa en un auténticorecuerdo: la patética historia de la adúltera a quien Jesús manifiesta Su ternura. Además, aún sepuede dudar que el último (21º) capítulo sea parte original del evangelio: muchos lo creen unaadición de una mano posterior. El final del capítulo 20 de hecho suena exactamente como unaconclusión formal: "Y muchas otras señales verdaderamente dio Jesús a sus discípulos, que noestán escritas en este libro. Pero estas están escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el hijode Dios." Sin embargo, personalmente creo que el capítulo 21 proviene del mismo autor que elresto, aunque puede haber sido escrito un poco más tarde. Luego de los sinópticos, la impresión que nos da Juan es completamente distinta. Hay material encomún, como en la historia de la pasión, en los milagros o en la historia de Juan el Bautista, pero lamayor parte del material sinóptico no tiene paralelo aquí. ¡Y cuánto hay de nuevo en esteevangelista! Su comienzo, por ejemplo, el llamado prólogo, suena tan completamente diferente delestilo sinóptico. Es una exposición que gira alrededor de la noción de la "Palabra", primero "conDios" y luego "hecha carne". Y deberíamos pensar en la conversación con Nicodemo, con elsamaritano en el pozo, sobre la resurrección de Lázaro, sobre el lavado de pies. Todo el teatro deacción de Jesús parece cambiado. En los sinópticos, es predominantemente Galilea, y luegoJerusalén. Aquí la escena cambia por momentos; en general, Jesús aparece en Judea y Jerusalén. Dala impresión de que tocó Galilea muy levemente. Pero todo esto es insignificante en comparación con la diferencia en los discursos. Salvo algunosbreves dichos, este evangelio no nos recuerda nada a los discursos de los sinópticos. Todas laspalabras sobre el perdón, el amor a nuestros enemigos, el servicio, el orgullo de los fariseos, el reinode Dios, todas las parábolas sorprendentes han desaparecido. En lugar de esto, encontramos unaabundancia de nuevos discursos, todos de un carácter diferente aunque bastante uniformes, quedesarrollan un hilo de pensamiento definido, y en ellos todo gira apropiadamente sobre un tema: lapersona de Cristo y la fe en Él; que estuvo con el Padre antes de venir a la carne, que por lo tantopuede dar testimonio del Padre; que Él es uno con el Padre, en igualdad con Él; que Él puederesucitar de los muertos y juzgar a la humanidad; que Él es el pan de vida, el camino, la verdad y lavida; que el mundo que lo rechaza rechaza al Padre ––tales pensamientos aparecen en formassiempre nuevas. Quienes por primera vez perciben esta diferencia con los tres sinópticos sesorprenden mucho. La comparación de este evangelio con los sinópticos nos lleva a lo que ambos tienen en común. Enprimer lugar, uno de los resultados es ver que Juan depende de los demás, y eso se ve másclaramente en la historia de la pasión. Las similitudes, por ejemplo, en la secuencia, son aquí y

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en otros lugares demasiado grandes para ser entendidas en ausencia de tal suposición. Porsupuesto, es posible preguntar si Juan no es el evangelio más antiguo, pero esa posibilidad no puedetomarse en serio. Porque en todas partes vemos que Juan representa la etapa posterior deldesarrollo. No me detendré en el hecho de que los relatos de Juan presentan una peculiarindefinición; hay suficientes ejemplos individuales para llegar a esa conclusión. Hay, por ejemplo,claramente perceptible un clímax en los relatos de milagros. Marcos habla de unaresurrección, de la resurrección de la hija de Jairo inmediatamente después de su muerte,pero en Juan la resurrección de Lázaro sigue después de que su cuerpo ha yacido en la tumbacuatro días ya, y la descomposición ha comenzado. Los sinópticos también narran la cura dela ceguera, pero en Juan el ciego sanado era ciego de nacimiento, y hay más casos similares.Luego hay algunos ejemplos únicos de transformaciones. La frase en la cual Juan el Bautistaanuncia que el Mesías que viene viene, por ejemplo, "viene uno más poderoso que yo despuésde él, y no soy digno de desatar la correa de su calzado" (Marcos 1,2) en Juan es similar(1,27), pero dice también: "Este es aquel de quien dije: Después de mí viene un hombre que espreferido delante de mí, porque él era antes que yo" (1,30). Es imposible dudar de que losdichos del Señor sean los mismos, pero en Juan se agrega algo que no se encuentra en Marcos:la idea de la llamada preexistencia, por ejemplo, de su estar con Dios antes de la encarnación, yeso es más extraño porque Juan Bautista lo dice al principio. Marcos representa cómo Jesús, cuandodesea decirle a Pedro que debe sufrir, dijo: "¡Quítate de delante de mí, Satanás!" (8,35). Esto no seencuentra en la escena similar en Juan. Por otro lado, Jesús dice de Judas Iscariote: "Uno de ustedeses un demonio". No estaremos muy lejos en la suposición de que a los lectores posteriores lespareció cuestionable que Cristo aplicase a Pedro, este discípulo principal, el epíteto Satanás, y quedeliberaron si en realidad esa acusación no fue dirigida a Judas. Esta relación de Juan con la narrativa sinóptica es muy importante para cualquier juicio históricosobre el libro y su autor. Pero el carácter, la naturaleza de nuestra escritura aun así no queda claro, yes necesario reconocer eso. Este es ahora el más importante resultado del trabajo teológico, que este evangelio en su núcleo másprofundo no sigue el plan de relatar la vida de Jesús, sino de enseñar acerca de él. Este es elverdadero objetivo, evidente en cada página, que el autor se propone. La narración debe serconsiderada como un mero cortinaje de la enseñanza. La narración misma, especialmente los milagros, nos muestra esto de varias maneras. Los milagrostienen la intención de ilustrar la dignidad sobrehumana y divina de Jesús. Por esta razón estánrelatados. Si, por ejemplo, se cuenta la resurrección de Lázaro, se hace con el propósito de ilustrarla proposición "yo soy la resurrección y la vida", que sigue. O la alimentación de los cinco milcontiene la enseñanza de que "Cristo es el pan de vida." Pero esto es mucho más claro aún en losdiscursos y las conversaciones del evangelio. Aquí la enseñanza de Cristo que el autor proclama sedesarrolla formalmente, y se expone en estilos y formas siempre nuevas. Por supuesto, es imposible llegar al punto de vista correcto mientras ocultemos el conocimiento quees esencial para la comprensión de estos discursos. En pocas palabras, estos discursos son obrapropia del autor. Los sinópticos probablemente también han modelado aquí y allá en algúngrado los discursos de Jesús, pero en general repiten la tradición. Aunque en forma másmoderna, Juan también agrega a su narración una buena cantidad de tradición, pero en losdiscursos, como máximo, solo unos pocos dichos breves pueden considerarse tradicionales. ¿Cómo demostrar esta afirmación? En primer lugar, los discursos juaninos de Jesús tienen unestilo, un carácter y un contenido tan diferentes de los sinópticos, que no podemos creer quela misma persona los haya pronunciado. Si Jesús discurrió como habla en Juan, entoncespodemos afirmar con seguridad que no habló como lo hace en los sinópticos. Pero no hay

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duda de que fueron estos últimos quienes nos dan la noción correcta del método popular,nítido y llamativo de Jesús. En segundo lugar, el contenido de los discursos juaninos es de untipo que ya presupone un largo desarrollo de la Iglesia cristiana. Esta enseñanza de Cristo quese despliega en el Evangelio trasciende incluso las palabras de Pablo. La personalidadhumana de Jesús casi ha desaparecido; un ser divino se presenta ante nosotros, que haexistido desde el principio, y que tiene los atributos de la omnipotencia y la omnisciencia,como Dios mismo. *** En otras palabras, los discursos presuponen un elaborado dogma de lanaturaleza de Cristo. En tercer lugar, y este es un ejemplo muy llamativo, la Primera Epístola deJuan es visiblemente del mismo autor que el evangelio de Juan; si comparamos los dos, esmuy claro que Jesús en el evangelio habla como el autor en su epístola. Las concordancias sonocasionalmente casi textuales. Pero el prólogo del evangelio también suena casi como undiscurso. Y aún más. El discurso de Juan el Bautista, que se encuentra en el tercer capítulo, es,otra vez, bastante similar a los discursos de Jesús. La conclusión necesaria es: aquí solo hablauna persona: el evangelista. Si este punto de vista es correcto, entonces podemos entender que aquí no tenemos un trabajohistórico real, sino un tratado teológico. Con cierta corrección podríamos decir que aquí se haformado una versión didáctica avanzada de la enseñanza de Pablo concerniente a Cristo, inserta enel molde de un bosquejo de la vida de Cristo. Pero aún así esto no explica cuál fue el motivo que indujo al autor a escribir tal libro, y encontramosla clave de esto si, a la idea de que el objetivo fue la enseñanza, le agregamos una segundafinalidad: Este escrito tiene el propósito de defender la fe cristiana; es una apología, es decir, unaescritura defensiva que tiene a la vista a opositores definidos, por lo que abre la serie de numerosasapologías que se escribieron en los primeros siglos de la cristiandad. Los enemigos que combate el autor no son, sin embargo, los paganos, ni son, en mi opinión, herejesdentro del cristianismo. Podemos inferir de este evangelio que el cristianismo de la época en que elautor escribe ya no tiene ninguna conexión con el judaísmo. La obra de Pablo ha dado sus frutos: laIglesia ha rechazado el judaísmo, que se ha convertido, mucho más que en tiempos de Pablo, en unenemigo real, y al mismo tiempo su rival. El judaísmo no está devolviendo la enemistad; ha odiadoel cristianismo creciente desde el principio. Lanza reproches contra los cristianos y busca dañarlosespecialmente atacando su fe en Cristo. Sostiene que Jesús realmente no era el Mesías porque suconstitución física debería haber sido diferente; que era ridículo y blasfemo llamarlo Hijo de Dios;que no poseía poder divino, sino era un ser humano sin poder.

Este evangelio debe de haber sido escrito en una localidad, presumiblemente en Asia Menor, dondeesta disputa se inflamó violentamente, y eso movió al autor, como se dijo, más allá de todo lodemás, a la composición de este escrito, y a darle ese tono de replicar a objeciones e invectivasjudías; y a proporcionar armas retóricas a sus compañeros cristianos. Este punto de vista es reciente,pero está ganando terreno entre los estudiosos. Aducir una prueba real de esta opinión es, por supuesto, imposible en este texto. Pero algunasobservaciones pueden servir para demostrar que es factible. En primer lugar, nos parece extraño queJesús en este evangelio sea tan agudamente antagónico a los "judíos" en general, como se los llamaaquí, sin distinción de personas o de sectores; incluso los fariseos y escribas no merecen mención.Es siempre la expresión general "los judíos". Suena extraño que sea un relato histórico. El autorescribe así porque por estos "judíos" tiene en mente el judaísmo de su tiempo. Pero la pruebaadecuada radica en los discursos mismos. Los judíos le dicen una vez a Jesús (10,33): "Teapedreamos por blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces Dios". En la vida real de Jesús nopodríamos entender un discurso de ese tipo, porque presupone que Cristo es en sentido sobrenatural,en un sentido doctrinal, el Hijo de Dios. Solo de esta manera los judíos podrían encontrar la

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blasfemia en este nombre. Comienzan por el hecho de que hay un solo Dios, y si un ser humano seconvierte en un ser divino, entonces parece ser una blasfemia. Pero ahora lo que Jesús diceposteriormente apunta a demostrar que Jesús, sin embargo, podría llamarse Dios y el Hijo de Dios,como se puede ver en las Escrituras, que también designan a los hombres como dioses. Tenemos enesto, entonces, la defensa del Evangelista. En muchos pasajes notamos que los judíos decían queCristo no podía salvarse a sí mismo de la muerte. A esto, el autor responde con la idea de queCristo fue voluntariamente a Su muerte (18,67). Esta tendencia es especialmente clara en laspalabras que se ponen en la boca de Jesús (10,18): "Nadie me quita la vida; yo la dejo, y tengopoder para dejarla y tengo poder para tomarla de nuevo ". Esto es así también en el caso de laspalabras dirigidas a Pilato: "Tú no podrías tener ningún poder contra mí, a menos que te fuera dadode arriba" (19,11). Los "judíos" adujeron la traición de Judas Iscariote: ¿podría ser elegido esediscípulo por alguien que fuera omnisciente? El autor responde a esto mostrando cómo Jesúspredijo repetidamente esta traición (6,70; 13,18; 21,ff.), Y también por el hecho de que Jesús dijo:"Sé bien a quién he elegido" (13,18). Desde el punto de vista de Juan, los milagros son de especialimportancia, ya que son para él pruebas de la omnipotencia de Cristo, y él los relata como tal. Esigualmente característico que Juan el Bautista solo sea honrado como testigo de Jesús. En conjunto,el evangelio habla a través de testigos y testimonios de manera muy concebible; porque en un casocomo el que conduce contra sus oponentes, se necesitan testigos. De esta manera, todo el evangelioestá impregnado de referencias a este antagonismo, y solo cuando prestamos atención a esto en laexposición, podemos comprender realmente sus enunciados.

¿Quién fue el autor de esta escritura única? No puede ser el apóstol Juan, el amado discípulode Jesús. Además, el evangelio en ninguna parte afirma que este es el caso. Ciertamente hablade un discípulo a quien Jesús amaba, que parece ser considerado como parte de algunarelación especial con el evangelio, pero aún caben dudas de que se refiera a Juan, el hijo deZebedeo. Estas preguntas sobre lo que dice el evangelio acerca de sí mismo y del discípulo a quienamaba Jesús constituyen un problema especial y nada fácil. Debo pasarlo por alto sin consecuenciasya que para decidir si el apóstol Juan escribió este evangelio, la respuesta a esas otras preguntas noes determinante. La decisión de que no puede originarse con el apóstol queda fuera de todaduda por propia evidencia interna: la naturaleza del evangelio mismo. Sobre esto, el mundoteológico científicamente imparcial está unido en opinión, y con frecuencia los jóvenesespecialistas que creían que podían demostrar la autoría juanina fueron obligados más tardepor los hechos a cambiar de postura. Creo que mediante investigaciones hemos descubierto toda una serie de pruebas sobre esta cuestión.¿Es probable que el apóstol Juan no solo haya usado los sinópticos, sino que haya distorsionado losrelatos de éstos en una dirección no histórica? ¿Es probable que los sinópticos, que no eranapóstoles, hayan preservado las palabras originales de Jesús, y que Juan le haya atribuido discursoscuya idea central es el dogma de la Iglesia de Cristo como el Hijo de Dios? ¿Es probable que eltestigo presencie narraciones intensas de los milagros, mientras que los no testigos oculares serefieran a los más simples? ¿Representarían las circunstancias en Palestina más claramente que elapóstol? ¿Es probable que la narrativa más gráfica de los sinópticos sea la posterior, y la menosgráfica de Juan, el más viejo? Y en general, es probable que el Cristo trazado en este evangelio ––que manifiesta apenas características humanas; que es puramente una imagen de maravilla; endonde por todas partes brillan los rayos de omnipotencia y omnisciencia; que en todas partes poneénfasis en su origen divino–– sea preferible históricamente a su forma humana, la que en lossinópticos, aunque a menudo velada, brilla claramente con su peso profético y su grandeza, y susimpatía por los despreciados, perdidos y enfermos? No, aquí solo cabe una opinión ––hay bastantes razones para ello.–– Este trabajo es obra de untiempo posterior, y creerlo anterior al comienzo del siglo II o, más aun, a fines del primero, noes concebible. Ciertamente, en esto contradecimos el juicio de la Iglesia que ha prevalecido

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durante tantos siglos, y también la opinión sostenida por la Iglesia ya desde fin del segundosiglo. Porque entonces se pensó que Juan fue de Palestina a Asia Menor y se desempeñó enuna posición de autoridad hasta una gran vejez, y escribió su evangelio hacia el final de suvida. Cómo puede explicarse esta tradición es una pregunta que no debe incluirse ahora. Todavíapuedo señalar que la investigación en general ha impugnado a menudo la idea de que elapóstol Juan vivió tanto tiempo, y en Asia Menor. Se dice, por el contrario, que Juan muriótemprano, como su hermano Santiago, la muerte de un mártir. La antigua tradición surgió através de una confusión con el otro Juan, el llamado Juan el Presbítero, cuya existencia enAsia Menor no admite dudas. Hay razones relevantes para esta afirmación. De hecho, incluso ennuestro Marcos hay un pasaje que parece presuponer la muerte del apóstol Juan como un mártir.Porque cuando Jesús le dice a Juan, y a su hermano: "De verdad beberás la copa que yo bebo", estaprofecía, como otras del mismo tipo, parece haber tenido su origen en la muerte por martirio, que yahabía sucedido. Todavía este punto permanece indeciso. El problema así presentado es peculiar ycomplicado y aún no se ha aclarado. Mucho menos se puede considerar probada la hipótesisreciente que pretende que el autor del evangelio fue Juan el Presbítero. El resultado es que este evangelio, aunque contiene porciones de una tradición sólida, es muy pocoútil para conocer la vida real de Jesús. Pero esto no significa que no tenga ningún valor. Su valorhistórico es bastante considerable. Es una fuente muy importante de conocimiento del desarrollo dela enseñanza de la Iglesia y de la relación del cristianismo con el judaísmo. Y como productoliterario, es una de las creaciones más espléndidas del cristianismo primitivo. Un cristianoentusiasta por su fe, convencido de haber captado las intenciones de su Maestro y de representarlocorrectamente, ha revestido sus nobles pensamientos en la forma de una narración sobre Jesús, quele da a estas ideas un mayor impacto y vivacidad que si hubiera escrito un manual de instruccioneso un tratado, con la certeza de que está reflejando la mente de su Maestro y presentando unverdadero retrato de Él. Por supuesto creo que hoy debemos asignar a los escritos mucho mássimples y menos teológicos de sus predecesores, los sinópticos, un valor mucho más elevado.Porque seguramente la cristiandad tiene que agradecerles por lo mejor que posee: la imagen,aunque frecuentemente oscurecida, de la personalidad humana de Jesús, y el conocimiento deuna gran porción de sus palabras llenas de espíritu y vida, llenas de poder, profundidad, ysimplicidad.

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III

LOS OTROS LIBROS DEL NUEVO TESTAMENTO

Los dos grupos de escritos del Nuevo Testamento que he tratado hasta ahora ––las trece epístolasque llevan el nombre de Pablo y los cuatro evangelios–– sin duda incluyen los libros másimportantes del Nuevo Testamento. Sin embargo, los diez escritos adicionales aún no discutidospresentan a nuestra consideración un material tan rico e interesante. Si queremos en cierta medidaagotarlo, parece aconsejable ir al grano. Todavía tengo que cumplir también la promesa dada alprincipio, de esbozar brevemente cómo las escrituras separadas fueron gradualmente incorporadasen una colección de importancia canónica, en un canon del Nuevo Testamento. El primer libro a considerar es el que está más cerca de los evangelios por su carácter de narración ytambién de su autor. Me refiero a LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES, que sin duda es el trabajode la misma persona que escribió nuestro tercer evangelio, San Lucas. En el último capítulo mencioné que existían más de cuatro evangelios, y que esta literatura especialdel evangelio tuvo una difusión bastante amplia. Lo mismo vale para los Hechos de los Apóstoles.El título griego del libro significa con precisión actos o hechos de los apóstoles. En consecuencia,había libros titulados Hechos de Pablo, de Pedro, de Andrés, de Tomás, también producidos bajo elnombre de "Viajes" o "Milagros" de este o aquel apóstol. En la Iglesia, estos fueron frecuentementevalorados como libros de lectura edificantes, particularmente entre las clases menos educadas,debido a sus milagros, pero en cuanto a su valor como fuente de información, ninguno de ellospuede remotamente compararse con los Hechos de los Apóstoles del Nuevo Testamento. ¿Pero fueLos Hechos de los Apóstoles el primer ejemplo de este tipo? No podemos decirlo de manerapositiva; puede haber tenido predecesores. Por supuesto, las fuentes disponibles no nos dan derechode aseverarlo. Sea como fuere, estimamos que esta clase de literatura de Hechos de los Apóstoles no surgió hastaque ya existían evangelios. Debe ser considerado como una especie de broche de cierre, o una ramamenor, del evangelio. Los Hechos de los Apóstoles fueron escritos cuando los apóstoles ya estabanrodeados de un halo de mayor santidad que el que tuvieron en vida; cuando ya se tomaba un interésreligioso especial en las personas y las obras de los apóstoles, considerados como los testigosclásicos de Cristo y los representantes clásicos del cristianismo; en otras palabras, cuando eltérmino apóstol ya tenía una coloración dogmática. Hasta cierto punto, los apóstoles ahora aparecencomo hombres listos para completar o continuar la enseñanza de Cristo. Entonces, por así decirlo, lahistoria de los apóstoles es la finalización y la continuación de la historia del Evangelio, y los librosque hablan de los apóstoles son una especie de continuación de los libros que se relacionan conCristo y, al mismo tiempo, los presuponen. La ligazón de nuestros Hechos de los Apóstoles con elEvangelio de Lucas nos permite entender la naturaleza real de la relación. Hay dos libros pero en elfondo solo uno, un trabajo doble, un edificio con pisos. Al comienzo de los Hechos de losApóstoles, el autor dice: "Mi anterior tratado, oh Teófilo...". En el "tratado anterior", él habló deJesús, su vida y su enseñanza, y presenta de esta manera el segundo libro como una parte más de suobra completa. El nombre "Hechos de los Apóstoles" nos lleva a esperar algo diferente de lo que realmenteencontramos en el libro. La mayoría de los apóstoles apenas son mencionados y, aparte de algundetalle sobre el resto, solo dos desempeñan una parte conspicua; en la primera parte Pedro, en lasegunda casi exclusivamente Pablo. Además de ellos, algunos otros aludidos no pertenecíanpropiamente al círculo apostólico: Esteban el primer mártir; Felipe el Evangelista, activo enSamaria, y Bernabé, por un tiempo el compañero de Pablo. Por lo tanto, se supone que el autor no

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tenía la intención de escribir una historia de los apóstoles, y su plan se ha definido de variasmaneras. Por ejemplo, se ha dicho que, de hecho, su objetivo era registrar la difusión del Evangeliodesde Jerusalén a la ciudad principal del mundo, Roma, porque el libro concluye con elencarcelamiento de Pablo en Roma. Esto es verdad. Es cierto que el autor tiene la intención denarrar una historia alegre, una historia de victoria y triunfo. Pero su método no es adecuado: el autorno enseña realmente cómo llegó el Evangelio a Roma, sino solo cómo llegó Pablo a estar allí comoprisionero. Y en la primera parte de su obra relata mucho que no tiene nada que ver directamentecon esta difusión del Evangelio, por ejemplo, sobre el estado de la Iglesia en Jerusalén. Una fase anterior de la crítica buscaba llegar a la solución por un camino diferente. Los críticos quesiguieron al famoso profesor de Tubinga Ferdinand Christian Baur consideraron que Lucaspersiguió en su trabajo un objetivo definido: su plan era apaciguar y conciliar el antagonismo entrelos cristianos judíos y los cristianos gentiles convertidos por el ministerio de Pablo, un antagonismoque estos doctos profesores consideraron extremadamente profundo. Lucas lograría esto al hacer suimagen del apóstol de los judíos, Pedro, intencionalmente similar a la del apóstol de los gentiles,Pablo. Hubo motivos para apoyar esto, ya que muchas características similares se encuentran en larepresentación de Pablo y Pedro. Ambos despiertan a los muertos, ambos realizan milagros en elcastigo, ambos tienen que combatir a un hechicero, ambos son maravillosamente liberados de laprisión, y más cosas similares. Pero en la actualidad, esta idea es reconocida como insostenible. Elmétodo de la narración de los Hechos es demasiado simple e ingenuo para ser un libro con ese tipode planificación. Y las marcadas similitudes entre las imágenes de Pedro y de Pablo no seexplican por ningún esquema, sino que son en parte accidentales, y en parte se deben al hechode que el autor (Lucas) no tenía conocimiento claro de las diferencias entre los dos hombres. Sin embargo, el nombre "Hechos de los Apóstoles" sigue siendo la mejor designación del carácterdel libro. Si el autor habla en detalle solo de dos apóstoles, esto se explica, por un lado, por el hechode que solo estos dos eran realmente de especial importancia, y por el otro, que sus tradiciones yfuentes solo dieron información completa sobre estos dos. Del resto Lucas no tenía conocimiento.Afortunadamente, no le vino a la mente reemplazar su falta de información con sus propias fábulas,como los autores de posteriores Hechos de los Apóstoles. Sin embargo, en un aspecto aún es posiblehablar de un cierto diseño en su método de tratamiento. El autor busca en su narrativa defender dediversas maneras al cristianismo contra el reproche de ser un peligro para el Estado. Por ejemplo,enfatiza cómo los judíos representan a Pablo y sus asociados como rebeldes, como agitadorespeligrosos para el Estado, y cómo los oficiales romanos testifican de la inocencia del apóstol y suscompañeros. Sin embargo, esto es solo un propósito subordinado ocasionalmente seguido, y elcarácter de todo el libro no está definido por esta afirmación. En el Evangelio de Lucas reconocemos claramente que el autor usó diferentes fuentes; sus propiasdeclaraciones apuntan a eso. Es natural pensar que actuó de manera similar en sus Hechos de losApóstoles, y la investigación lo confirma, al menos hasta cierto punto. Una fuente se revela muyclaramente en la segunda parte del trabajo. En el capítulo 16, nuevamente en los capítulos 20 y 21,y finalmente en el capítulo 27 y en el comienzo del capítulo 28, de repente aparece un cambio de latercera persona a la primera, y comienza a decir acerca de Pablo y sus compañeros, "estábamosyendo," "nosotros” hicimos esto y aquello, y Lucas hace eso sin dar explicación de este cambio.Importantes razones son adversas a la idea de que el autor del libro fuera el testigo presencial quehabla en estas secciones de "nosotros". Debe de haber incorporado aquí en su trabajo informaciónde alguna fuente, por lo que, literalmente, también adoptó el "nosotros" del original. Esta fuente de"nosotros" solo puede ser un compañero real de Pablo, a juzgar por la notable intensidad del relato yla precisión con que se especifican las etapas en los viajes y las localidades. El boceto en sí, aunqueno debe ser considerado como un diario escrito en el momento y lugar, debe de haber sido hechocuando la memoria de los hechos aún estaba fresca en el autor. Debe de haber contenido más queestos pocos elementos, que no forman una narración realmente interconectada. Y así surge

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espontáneamente la suposición que muchos han sostenido, que el autor extrajo de esta fuente paraotras partes del capítulo 16 en adelante, aunque menos, y con más cambios.

Recientemente, se ha estado buscando celosamente fuentes también para la primera parte. El hechode que el autor también las haya tenido es fácil de creer, aunque no parece que los intentos deidentificarla hayan dado resultado. No podemos aun separar los diversos constituyentes de lasfuentes. Y en ningún caso pueden estas fuentes ––o posiblemente tradiciones orales–– ser valoradastanto como las secciones donde se habla de "nosotros". Esta cuestión de las fuentes nos lleva a unproblema principal y final: ¿cómo debemos juzgar el valor histórico de los relatos de este libro? La respuesta resulta ser muy diferente a lo largo de las partes individuales del libro. Los discursosque el autor atribuye a Pedro, Pablo, Esteban y otros se deben considerar por separado y por símismos. Hay una razón para eso. Son de un sello diferente de los discursos de Jesús en losevangelios sinópticos, los que están evidentemente compuestos de refranes transmitidos o inclusofragmentos aún más pequeños. Los discursos de los Hechos de los Apóstoles son, por el contrario,comentarios relacionados con ideas definidas sobre la muerte, la resurrección de Jesús y otrostemas. La impresión inmediata que obtenemos es que estos elaborados discursos no pueden habersido transmitidos de memoria. Incluso teniendo las tradiciones como base, no revelan un proceso degradual elaboración, al menos no en general. Son más bien material propio del autor. Esto se puedever en las repetidas peculiaridades estilísticas, y también por signos tales como que la misma formade prueba se pone en la boca de Pablo que en Pedro; o que Esteban cita la historia del AntiguoTestamento de manera análoga a los discursos de Pablo. Se pueden esperar adiciones de ese tipo alos discursos libremente reunidos a partir de los usos literarios del período. Es decir, está de acuerdocon el estilo de los historiadores antiguos ocasionalmente atribuir discursos a sus héroes, que sonadornos oratorios para su relato y no documentos históricos; los historiadores Livio y el griegoTucídides son conocidos por haberlo hecho. No podemos sorprendernos de que nuestro autortambién haya utilizado el mismo método, porque su evangelio lo ha mostrado más familiarizadocon los usos literarios de su tiempo que la mayoría de los otros escritores del Nuevo Testamento.Estos discursos de los Hechos de los Apóstoles tienen su valor, no porque nos instruyan en las ideasde Pedro o Pablo, sino porque reflejan los puntos de vista personales del autor. El grado de credibilidad de los relatos históricos es muy diferente en los primeros docecapítulos (y en el decimoquinto) que en la segunda parte del libro. Una rápida observaciónmuestra que la información sobre los comienzos de la Iglesia en Jerusalén y su primeradiseminación desde Jerusalén es, cuando menos, muy incompleta. Y lo que el autor nos dicetiene en parte indicios de ser legendario.

También está claro que el autor solo tenía una idea muy vaga de las circunstancias reales delperíodo apostólico. Según su relato, Pedro había reconocido desde el principio que el cristianismoera para los paganos, libre de la ley judía, con la misma claridad que Pablo. Sin embargo, eso no esposible, ya que la Epístola a los Gálatas nos enseña inequívocamente que, al principio, Pedro estabamuy alejado de la actitud libre de Pablo. Al mismo tiempo, sin la primera parte de los Hechos de losApóstoles, no sabríamos nada acerca de algunos sucesos valiosos, incluso si a menudo fueran solonoticias sueltas, como, por ejemplo, que Bernabé entregó todas sus posesiones para el bien de lospobres; que en Jerusalén siete, cuyos nombres se dan, fueron designados como guardianes de lospobres; que una Iglesia Cristiana Gentil se formó por primera vez en Antioquía ––las tradicionessimilares soportan la prueba más aguda, y si la historia de Esteban probablemente está muyrepresentada según el patrón de la historia de la pasión de Jesús, en la base hay un núcleo histórico.Esteban realmente fue el primer mártir de su fe, y su asesinato dio lugar a una dispersión de loscreyentes en Jesús que llevó el Evangelio a regiones más amplias. Desde el punto de vista histórico,la segunda parte del trabajo se debe estimar mucho más; nos habla de los viajes y las fortunas dePablo. Por supuesto, también aquí hay partes donde los hechos ya no se presentan de forma muy

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vívida o delatan un método mecánico de presentación. Pero, en general, es imposible sobreestimarel valor de esta parte. Es solo esta narración conectada lo que realmente nos permite asignar losdatos dispersos en las epístolas paulinas a los lugares a los que pertenecen, y ponerlosaproximadamente en orden cronológico. Las secciones "nosotros" hacen, sin lugar a dudas, elclímax del todo. Por ejemplo, la descripción del viaje de Pablo y del naufragio antes de su llegada aRoma es una verdadera obra maestra de descripción exacta, que conecta los hechos con los hechosy proporciona evidencia en cada detalle de la observación personal. Quien medite a fondo en loscapítulos 27 y 28 lo reconocerá sin dificultad. Además, Pablo, el gran apóstol, aquí se acerca muchoal lector de una manera llamativa y comprensiva. Obtenemos la clara impresión de que él es elúnico que en el gran peligro que amenaza a la nave y su tripulación no pierde la cabeza, quien por elestilo superior de su porte, por su reposo y su racionalidad, deja una impresión sorprendente inclusoen los paganos. El autor no da su nombre en este libro más que en el tercer evangelio. La tradición lo llamaLucas, el compañero de viaje y discípulo de Pablo, pero no hay una opinión unánime entre loscríticos sobre si esta tradición es correcta. Muchos juzgan que un compañero confidencial dePablo no podría haber escrito mucho de lo que está en este libro, ya que está demasiadoalejado de los hechos reales. Es muy concebible que Lucas escribiera las secciones "nosotros", yque esto explica la tradición que le asigna la autoría del libro. De acuerdo con esto, así como porotros indicios, los Hechos de los Apóstoles fueron escritos un poco más tarde que el Evangelio deLucas, no antes del año 100, pero tampoco mucho después. Junto a los Hechos de los Apóstoles clasificamos las ocho epístolas que contiene el NuevoTestamento además de las epístolas genuinas y no auténticas de Pablo. Entre estos últimos, la másimportante y, en muchos aspectos, la más importante es la EPÍSTOLA A LOS HEBREOS, y debeser vista por separado. El contenido principal de este tratado es de estilo teórico y didáctico. Elpropósito del autor es exhibir la gloria de la revelación en Cristo, la grandeza y la dignidad delnuevo Pacto. Lo hace comparándolo con varias ideas e instituciones del Antiguo Testamento. Sondiscutidos Moisés, el sacerdocio del Antiguo Testamento, especialmente el sumo sacerdocio, lossacrificios del Antiguo Testamento y otros temas, y en todas partes se muestra cómo estas son solosombras y arquetipos de todo lo que se realizó en Cristo. Él es el verdadero sacrificio. Él es elverdadero Sumo Sacerdote, el eterno Sumo Sacerdote, autor de la redención eterna. No es deextrañar que para el lector moderno estas comparaciones parezcan extremadamente extrañas, y confrecuencia también difíciles de entender: todos estos usos sacrificiales, estas declaracionesconcernientes al sumo sacerdocio que luego fueron usadas para la explicación e ilustración de lareligión cristiana necesitan explicación e ilustración ahora, porque para el lector moderno provienende una fuente demasiado remota. Sin embargo, estas disquisiciones casi eruditas del autor sobre larelación entre el antiguo y el Nuevo Pacto no son lo único que contiene la epístola. También incluyeuna poderosa piedad práctica, ya que, por ejemplo, podemos leer sobre la firmeza y la pacienciacristianas o sobre la tribulación como disciplina y educación divinas. El título "para los hebreos" añadido más tarde lleva al lector por mal camino, porque eltratado no está dirigido de ninguna manera a los palestinos, ni se escribió simplemente paralos cristianos judíos. Parecía serlo porque se habla mucho de la fe judía, pero se está comenzando areconocer que, de hecho, no hay nada que apunte a los lectores judíos de nacimiento. El autor nuncahabla de las leyes y usos judíos de su tiempo, y guarda total silencio acerca del Templo; él solo estápensando en el texto del Antiguo Testamento, y entre los gentiles había interés en ese texto. Pero siadvierte contra la apostasía, no se deduce que suponga que sus lectores estaban dispuestos a volveral judaísmo; simplemente tiene en mente lo que trajeron esos tiempos de persecución, es decir, elpeligro de rendirse y negar la fe cristiana. La persona del autor es desconocida para nosotros. En Oriente, en un período inicial, Pablo

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fue considerado como el autor, pero por muchas razones no puede haber escrito esta epístola.Una tradición occidental, de alrededor del año 200 nombra a Bernabé como el autor. Esto es, porsupuesto, solo una conjetura que me parece improbable. Lutero propuso a Apolos, mencionado en1er Corintios y en los Hechos de los Apóstoles. Otros mencionan a Lucas o Silas. Todas sonhipótesis. Muy recientemente Harnack argumentaría que Priscilla, frecuentemente mencionada en elNuevo Testamento, fue la autora. Pero esta idea no ha recibido aprobación, incluso ha sido refutada;de hecho, el tratado no suena a la carta de una dama. Debemos conformarnos con no saberlo. Peropuede afirmarse absolutamente que el autor debe de haber sido un cristiano altamente educado, nosolo por su extraordinario conocimiento del Antiguo Testamento y la forma magistral en que lo usa,sino también por su estilo y toda su actuación. La Epístola a los Hebreos exhibe el mejor y máselegante griego de todos los libros del Nuevo Testamento. También hay claros indicios de que elautor tenía formación literaria y oratoria. Podemos suponer que fue un maestro distinguido en unaiglesia y educaba a los creyentes con sus discursos. Pero algo más podemos afirmar de él concerteza, de interés peculiar para la ciencia teológica. Existía, por así decirlo, en ese día un doble tipode judaísmo. Uno es un judaísmo representado por los fariseos y los escribas de los evangelios; unjudaísmo sujeto firmemente a la ley de ceremonias y las numerosas adiciones a ella, hechas porrabinos, completamente impregnadas por la idea de un Israel elegido, y de fronteras adentro, consede en Palestina. Fuera de esto, en la Diáspora había surgido otro judaísmo, en el cual suspeculiaridades fueron suavizadas y fuertemente modificadas; que, propiamente hablando, tenía encomún con el judaísmo genuino solo una creencia en un solo Dios, en la moralidad y elreconocimiento del Antiguo Testamento, pero por lo demás ampliamente abierto a la influencia dela cultura griega, que prevalecía en el mundo, y que por lo tanto usualmente se lo llamaba judaísmohelenístico. Alejandría, entonces un centro de cultura del primer rango, fue la sede más importantede la propagación y el cultivo de este judaísmo helenístico. Y aquí vivió aproximadamente en eltiempo de Jesús el filósofo y politólogo judío Filón, y en él las ideas filosóficas de los griegos semezclaron con los elementos del judaísmo de una manera particularmente única y característica. Vemos claramente que el autor de nuestra Epístola a los Hebreos había respirado el aire de estafilosofía o teología alejandrina, y probablemente también había leído las obras de Filón. Laespecialidad de su epístola consiste en parte en unir esas ideas con su fe cristiana. Ciertamente, susideas no son propiamente filosóficas; su fe es esencialmente la fe de los cristianos contemporáneos.Pero el tono de sus pensamientos muestra la influencia alejandrina. Por ejemplo, hace aseveracionessimilares a Filón sobre el logos divino de la "razón cósmica" que, por así decirlo, forma el puenteentre Dios y el mundo. La creencia de que el autor escribió su epístola para los cristianos deJerusalén ha sido abandonada; la mayoría piensa que fue concebida para cristianos en Roma. Nocomparto esta opinión; debo pensar que este texto no es una carta, sino un tratado erudito yedificante. Solo el último capítulo tiene forma epistolar –aunque no hay ningun destinatario–– peroincluso aquí, a mi juicio, la terminación epistolar es meramente formal, simplemente una redacciónsimilar a la que hemos señalado en el caso de las falsas epístolas de Pablo. Al final hay unaobservación sobre la liberación de Timoteo y también la del autor mismo. Estas declaraciones ytambién algunos otros puntos yacen muy cerca de la idea del encarcelamiento de Pablo. Estoydispuesto a conjeturar que el autor deseaba cerrar su epístola al estilo de Pablo. La fecha se debeponer, como muy pronto, en los años AD 85-95. No puede caer más tarde, ya que una epístolafechada en los años 96-98 ––de la Iglesia Romana a la de Corinto, que todavía poseemos bajo elnombre de la Primera Epístola de Clemente–– hizo uso de la Epístola a los Hebreos. Las siete epístolas menores, que, además de las ya mencionadas, aún deben examinarse, forman ungrupo dentro del Nuevo Testamento, y generalmente se clasifican juntas bajo un nombre común.Para emplear, antes que nada, los nombres usuales, nos interesan aquí las dos epístolas de Pedro, laEpístola de Santiago, la de Judas y las tres epístolas de Juan. La designación común de estas es lasEPÍSTOLAS CATÓLICAS. No debemos pensar aquí en la enseñanza "católica" o en la Iglesia"católica". La palabra católica, que significa universal, significa que esas cartas no estaban dirigidas

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a una iglesia en particular, sino a toda la Iglesia, o que el documento "católico" pretende ser unacarta circular. De hecho, una mirada a los saludos de apertura de estas cartas nos muestra que por este título"católico" se resume una peculiaridad de la mayoría de estas cartas. La Epístola de Santiago, porejemplo, está dirigida a las doce tribus dispersas en el extranjero, es decir, a toda la cristiandad quese extiende por el mundo. Similarmente generales son los salutaciones en la Segunda Epístola dePedro y la Epístola de Judas; la Primera Epístola de Pedro enumera en el saludo al menos unamultitud de grandes provincias en las que se pueden encontrar sus lectores. Solo en el caso de lastres epístolas de Juan hay circunstancias especiales. La Primera Epístola de Juan no tiene ningunadirección en absoluto, pero podría parecer fácilmente una carta circular. La segunda de Juan estádirigida a una "dama elegida" y a sus hijos; la tercera a un tal Gayo. Por el momento no vamos aconsiderar estas tres cartas juaninas. En las otras cuatro, en cualquier caso, reconocemos fácilmenteque la inclusión del saludo no es simplemente una marca externa de las cartas, sino que nos da unaclave inmediata del contenido. Las cartas dirigidas a toda la cristiandad o a provincias más allá delimperio germánico nunca podrían ser entregadas: en otras palabras, no son cartas reales destinadas aun público definido, sino escritos que solo asumen la forma de cartas, y por lo tanto, por así decirlo,epístolas literarias, discursos, exposiciones sermónicas o, como 1 Pedro, panfletos con forma decartas. A esta idea corresponde el contenido de las epístolas. Las cartas genuinas de Pablo muestranmuchas alusiones a circunstancias concretas, personas definidas, acontecimientos especiales. Esasalusiones no existen aquí. Los únicos temas que se abordan son los que interesan a toda lacristiandad, ya sea el alzamiento de los falsos maestros o los peligros derivados de la persecución delos cristianos. Ya hemos explorado tales tratados, por ejemplo, la Epístola a los Hebreos y también alos Efesios, o las epístolas a Timoteo y Tito.

Esta peculiaridad de los documentos, esta certeza de que no son propiamente cartas, conduce a lapresunción adicional de que todo lo que pertenece a la forma epistolar es, de hecho, mera forma; enotras palabras, que realmente no se originan en apóstes cuyos nombres llevan. Son produccionesseudónimas; los expertos objetivos coinciden hoy en eso. Solo que debemos recordar nuevamenteque esa autoría seudónima, según las nociones de la época, no era simple falsificación. De hecho, yahemos visto que esta era una práctica generalizada de ese período, que solo debe juzgarse deacuerdo con sus ideas especiales; los propios autores, no eran de la opinión de que fueran culpablesde falsificación cuando publicaron sus tratados bajo el nombre de Pedro o Juan, y de esta manera lesaseguraban un mayor respeto.Si no estamos completamente engañados, el hecho de que lasverdaderas epístolas de Pablo existían entonces, y se difundieron rápidamente en la cristiandad, fueel incentivo para que los cristianos posteriores comenzaran a dirigirse a la Iglesia en la misma formaque lo había hecho el gran apóstol. Un examen más detallado de las diversas epístolas confirma en gran medida la idea de que losnombres de los autores en los saludos no nos informan de los autores reales. Esta opinión fue muytemprana y prevaleció más comúnmente con referencia a la SEGUNDA EPÍSTOLA DE PEDRO.Esta epístola fue escrita para oponerse a aquellos que sostenían que el regreso profetizado yesperado de Cristo no había sucedido, que todo había permanecido como lo había sido en lostiempos de los padres; y que, por lo tanto, era una locura esperar más el segundo advenimiento delSeñor. Esto ciertamente nos planta en un período posterior, porque en los primeros días la esperanzaen la venida de Cristo era vívida. A esto debe agregarse que un capítulo de esta epístola es casi en sutotalidad una copia y repetición de la corta Epístola de Judas. LA EPÍSTOLA DE JUDAS es unfuerte ataque contra ciertos falsos maestros de quienes hablamos en conexión con las epístolaspastorales de Timoteo y Tito ––los gnósticos–– cuyo pensamiento amenazaba con disolver lacristiandad y que se mezcló con todo tipo de extrañas especulaciones que además pusieron enpeligro la moralidad cristiana porque mantenían que a aquellos que tienen verdadero"conocimiento" ––este es el significado del nombre Gnóstico–– todo les es permitido, lo que

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sea que hagan o permitan. Este gnosticismo era probablemente el enemigo más peligroso de laIglesia desde principios del siglo II, y tanto más peligroso cuanto que no estaba fuera de la Iglesia,sino que afirmaba ser cristiano, y con frecuencia tenía sus raíces firmemente arraigadas en laIglesia. Durante largas décadas el principal problema de la Iglesia fue este conflicto, que dio origena esta breve Epístola de Judas, que probablemente no fue escrita antes de los años 110 a 140 d.C. Si la Segunda Epístola de Pedro la copió, entonces debe de haberse originado un poco mástarde. Hay otro hecho a favor de esto: la epístola de Pedro menciona un gran número de epístolasde Pablo, y por la manera en que el autor habla de estas cartas advertimos que ya las consideracomo una especie de escritura sagrada. En consecuencia, su composición antes del año 150 esbastante improbable, y muy posiblemente la epístola aparezca un poco más tarde. Tenemosaquí, por lo tanto, muy probablemente la última porción del Nuevo Testamento, de tal vezunos 100 años después que la primera, la Primera Epístola a los Tesalonicenses, fuera escrita.Es digno de notar que esta epístola busca clara y diligentemente despertar la impresión de que Pedrofue en realidad el autor. Por ejemplo, el escritor afirma que fue un testigo presencial de latransfiguración de Cristo. La PRIMERA EPÍSTOLA DE PEDRO es ciertamente más antigua, y, podemos agregar, unaescritura de mucho mayor valor religioso. El hecho más importante para nuestro conocimiento deesta epístola es que el autor vivía en un período en el que los cristianos eran severamenteamenazados desde el exterior. Una nube se había acumulado sobre sus cabezas: eran perseguidossolamente por ser cristianos, y no solo sufrían burlas, calumnias y hostilidad de los paganos, sinoque, como podemos ver en la epístola, el gobierno pagano interfería, llevaba a los cristianos antesus tribunales y los amenazaba con consecuencias penales. Es esta situación la que le da al texto untono que se extiende a casi cada oración. El autor, a la vista de los sufrimientos, señala la gloriosaesperanza del cristiano, que promete una gran recompensa para esta leve aflicción presente; pero nosolo hace eso: se preocupa por recordar a sus hermanos que les incumbe desarmar a sus enemigoscon una vida intachable, y así convencerlos de su mala conducta. Además, deben mostrar a lasautoridades toda obediencia, para no irritarlos. El autor aparece así como un hombre que, por muyfirme que sea su fe, juzga su época con sentido común, y sabe cómo aconsejar a los cristianos segúnsus mejores intereses; un hombre en quien el poder de la fe y la esperanza y la convicción moral semantienen en equilibrio. Ahora bien, la persecución de cristianos tan generalizada y extendidano ocurrió en vida de Pedro. Ciertamente por esto, pero también por otras razones, Pedro nopuede ser el autor de esta epístola. Un período de persecución como el que presupone laepístola no puede haber ocurrido hasta los últimos días del reinado del emperador Domiciano,que reinó en los años 81-96 A.D., y luego posteriormente, durante el reinado del más famosoTrajano, 98 a 117 A.D. La Primera Epístola de Pedro probablemente fue escrita en uno deestos dos reinados. La EPISTOLA DE SANTIAGO exhibe un personaje esencialmente diferente. La personalidad delautor retrocede a un segundo plano. Lo único que nos recuerda que el panfleto pretende ser unaepístola es el saludo y la expresión frecuentemente recurrente, "Hermanos". Ni siquiera hay unaconclusión epistolar. En cuanto al contenido, se trata de una exposición homilética, llevada a caboen forma epigramática. La idea central es que el cristianismo debe ser probado por la acción y lasbuenas obras, y que una fe sin ellas es solo una pretensión vana y hueca. Lutero juzgó el documentodesfavorablemente, y lo llamó "epístola de paja". Ese juicio es injusto. Lutero midió la epístoladesde la perspectiva de la doctrina paulina de la justificación por la fe, y como no representa estaenseñanza y es facil disentir de algunos de sus contenidos, él no simpatizó con ella. Sin embargo,debemos reconocer que el autor proclama de manera digna, y con frecuencia incluso nerviosay concisa, un cristianismo práctico. Por otro lado, Lutero tenía toda la razón cuando supusoque esta epístola no fue escrita por un apóstol, sino por algún buen cristiano piadoso. Uno delos que conocemos con el nombre de Santiago no puede ser el autor: ni uno de los dosapóstoles de ese nombre, ni el más famoso hermano del Señor, que, con la mayor probabilidad,

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sería el destinatario del saludo. Hay muchas razones para creerlo. Para ser un habitante de Jerusalén,el autor ciertamente escribe en un griego demasiado bueno . También es posible demostrar quehabía leído la Primera Epístola de Pedro. Además, él no se opone realmente a Pablo mismo, sinoprobablemente a quienes excusaban los defectos de su moralidad mediante la enseñanza paulina dela justificación por la fe; y de la ley de libertad habla de una manera similar a los escritores del sigloII. Por lo tanto, puede pertenecer al segundo siglo. Probablemente escribe en el períodocomprendido entre el 110 dC y el 140 dC. En el comienzo del siglo II, pero probablemente algo antes que la Epístola de Santiago, están,finalmente, LAS TRES EPÍSTOLAS DE JUAN. Sobre estas sólo algunos comentarios. Laprimera y más larga epístola es, sin duda, del autor del Evangelio de Juan, y las dos máscortas posiblemente también. Esto está diciendo de inmediato que el apóstol Juan no era elautor. La primera epístola contiene muchos pensamientos hermosos, como que "Dios es amor" yque solo quien ama a su hermano y guarda los mandamientos de Dios participa en el amor de Dios.Al mismo tiempo, esto no es meramente predicación, sino también un tratado polémico, lo mismoque, como vimos, el Evangelio de Juan. Pero mientras el evangelio está dirigido contra el judaísmohostil, la epístola tiene, por otro lado, que ver con los falsos maestros dentro del cristianismo, y, dehecho, también con los gnósticos; en particular con aquellos que sostenían que el Cristo quedescendió de lo alto realmente no había reaparecido en la carne, y que solo era aparentementeidéntico a la persona histórica Jesucristo. La epístola no lleva el nombre del autor. Por otro lado, enlas dos epístolas más pequeñas de Juan, sorprendentemente similar en estilo, ahí se encuentra ladesignación del otro: "el anciano o el presbítero". Muchos piensan que se refiere al Presbítero Juanque mencionamos, que vivió en Asia Menor, y le atribuyen tanto el Evangelio como también estasepístolas; otros creen nuevamente que también aquí la forma epistolar es solo por conveniencia. Además de estas tres epístolas y el Evangelio de Juan, hay en el Nuevo Testamento otra quintaescritura que incluye el nombre de un "Juan" indeterminado, que no es nada probable que pueda serel apóstol Juan. De acuerdo con su estilo y contenido, es extraordinariamente diferente de las otrasescrituras de "Juan", por lo que para la mayoría esta claro que no se origina en el mismo autor.Estoy hablando de la REVELACIÓN DE JUAN, el último libro de nuestro Canon del NuevoTestamento, el último que también debemos examinar. Es un trabajo de la mayor peculiaridad, como todo lector inmediatamente siente; ninguno de losotros libros del Nuevo Testamento tiene afinidad con él. Solo los fragmentos de los evangelios quese refieren a los días finales, y algunos pasajes de las epístolas de Pablo respiran el mismo espíritu.Pero incluso ellos son diferentes en contenido a la Revelación. La impresión principal para unlector moderno es la de una fantasía extraña y salvaje. Aquí aparece una imagen que nosparece tan ininteligible y curiosa como ninguna otra cosa en el Nuevo Testamento; de undragón que con su cola "saca una tercera parte de las estrellas del cielo" y que persigue a unamujer celestial, que ha dado a luz un hijo, de caballos con pelo de mujer, de langostas quesalen de un abismo, de un ángel que se traga un libro, del hijo del hombre que tiene sieteestrellas en su mano derecha, de una bestia que se eleva del mar, con diez cuernos crestados ensu cabeza y siete cabezas, de las cuales uno está mortalmente herido. Lutero dijo: "Mi alma nopuede reconciliarse con este libro", y la mayoría de los lectores de hoy comparten ese sentimiento.Solo van a aceptar algunos gloriosos y aislados mensajes, tales como, "Bienaventurados losmuertos que mueren en el Señor: Sí, dice el Espíritu, porque descansan de sus trabajos, y sus obraslos siguen" (14,13), y además, tal vez, una sección más grande, las siete epístolas a las iglesias deÉfeso, Sardis, Laodicea, etc., que el profeta afirma haber recibido de Cristo resucitado por dictado,y en las cuales estas iglesias y su obra son juzgadas favorable o desfavorablemente (capítulos 2 y 3).No, podemos decir sin exagerar que, excepto en los primeros días, este libro siempre ha sidouno para el cual sus lectores sintieron poca simpatía, y los teólogos menos que nadie. Solopara las sectas ha sido siempre un libro favorito, especialmente para aquellos que buscaban

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señales del fin del mundo; y en conjunto para aquellos cristianos cuya piedad asumió formasfanáticas, o a quienes el esoterismo de este mundo fantasmal alimentó su fantasía. La investigaciónhistórica le ha dedicado un largo y vivo interés, tratando de penetrar su significado, sus muchoslugares oscuros y enigmas, y en los últimos siglos, con muchos problemas e ingenio, ha llegado aalgo real. Ciertamente, hoy todavía estamos muy lejos de comprender todos los detalles, y el librocomo un todo aun oculta muchos enigmas. Pero si alguna investigación honesta tiene resultados,está aquí. Hoy podemos acercar este extraordinario libro a la inteligencia de los laicos y hacerlo aúnmás valioso. Aquí solo puedo intentar desarrollar algunos principios de especial importancia paracomprenderlo. De fundamental importancia es ver que este libro, tan anómalo como lo es en el Nuevo Testamento,en verdad no es, después de todo, absolutamente único. También pertenece a una especie distinta deliteratura, especialmente extendida en muchos siglos. Viene como descendencia del judaísmo, de lagenuina profecía israelita; un niño que, por supuesto, no exhibe el gran crecimiento del padre y, enmuchos aspectos, deja impresión de artificialidad y degeneración, pero que aún ha conservado algodel antiguo espíritu profético. El primer libro de esta familia, el primer apocalipsis (es decir,"revelación"), que poseemos es el Libro de Daniel, que se originó entre los años 167 a 165 aC, queen el Antiguo Testamento se coloca entre los profetas (una clase a la que no pertenece propiamente),pero en cualquier caso fue una gran influencia para toda la literatura apocalíptica sucesiva. Nuestroautor apocalíptico del Nuevo Testamento ha tomado de este libro. Después de esto hay obras comoel Libro de Enoc, la Ascensión de Moisés, el llamado Cuarto Libro de Esdras, el Apocalipsis deBaruc y otros. Este tipo de literatura se continuó directamente en el cristianismo. Nuestroapocalipsis no es el único ejemplo de este tipo; en un período muy temprano, el apocalipsis dePedro fue famoso, del cual hace unos años se descubrió nuevamente un fragmento mayor, yfinalmente los productos de esta literatura se extienden hasta la Edad Media. ¿Cuál es el propósitode estos libros? ¿Qué contienen? El nombre Apocalipsis o Revelación nos da una pista directa.Están destinados a impartir conocimiento de cosas ocultas, de misterios celestiales. A estopertenecen muchas cosas diferentes, por ejemplo, preguntas que conciernen a la creación delmundo, pero en primer plano se encuentran los secretos del futuro. De inmediato queda claro quealgunas necesidades religiosas reales encuentran expresión en estos libros, y muchas"Revelaciones" nos dan la impresión de que el único fin fue satisfacer esa curiosidad religiosa,quitar el velo de todas las cosas de las que el hombre no puede saber nada. Pero el núcleo real es deun tipo realmente más noble. Estos libros fueron en su mayoría escritos con una sensación depresión severa, y de un presente incómodo. La opresión del pueblo de Israel por los potentadospaganos, el ataque a todo lo que era sagrado para ese pueblo, era una carga para el alma, por lo quesu anhelo se apresuró a un futuro mejor, un futuro profetizado por los antiguos profetas; esto lorepresentan y buscan interpretar; y para determinar y anunciar su proximidad, porque creían queuna transformación de las cosas y una poderosa interferencia de Dios eran inminentes. El ancla es lacreencia en la sinceridad de Dios y de sus promesas, y las almas del autor y el lector experimentanuna exaltación religiosa en estas perspectivas. Junto con este contenido existen peculiaridadesformales distintas. Sobre todo, la preferencia por un tipo de discurso misterioso, medio velado ymedio revelador, por un tipo peculiar de lenguaje pictórico que estimulará y satisfará el interés dellector. Que las comunicaciones se hagan en forma de una visión pertenece en particular a lavestimenta de las ideas. El autor se hace pasar por un vidente, ve cosas ocultas bajo la forma desimbolismo, o cuenta cómo un ángel lo mostró o reveló o explicó esto o aquello. Se interpretan lasfechas o los números de los antiguos profetas, se agregan nuevos números y, por lo tanto, se intentaresponder a la pregunta: "Señor, ¿cuánto tiempo?" De todo esto vemos que es una especie de formaartificial que exhibe este estilo de escritura. No todos pueden escribir así, estamos en el mundo de laprofecía, de la formación e interpretación de visiones. Tal libro es nuestro Apocalipsis de Juan.Quien conoce los apocalipsis judíos ve a primera vista su consanguinidad con ellos. Ciertamentetiene un poco de judaísmo, y es en este sentido la escritura más judía del Nuevo Testamento, asícomo el mal griego usado revela que el autor era un judío cristiano. Luego viene la pregunta: ¿Cuál

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es el propósito especial de este Apocalipsis? o no hay nada especial, excepto, tal vez, quesimplemente agrega algo de color cristiano a la imagen del futuro en forma judía? No, no hay dudade que, con toda su dependencia de los prototipos, y con toda su relación con ellos, es un trabajoque tiene su propio punto de vista. Veremos eso si describimos la situación de la que surgió. El Apocalipsis representa en buena parte las cosas que precederán al final, el advenimiento del reinomilenario; uno puede decir el drama de la última angustia y tribulación. Esta angustia es retratadacomo terrible, pero en el fondo aparece la figura del Conquistador Jesús, que triunfará sobre todossus enemigos; la imagen de la Nueva Jerusalén, la ciudad con las calles doradas en las que reinará elMesías. Vemos que la mirada del vidente capta con verdadero ardor este tiempo venidero. "Y, heaquí, vengo pronto" se dice de Jesús (22,12), y el autor da al final del libro, como un eco de estedicho, la oración sincera y anhelante: "Aún así, ven pronto, Señor Jesús." Esta ardienteesperanza de un cambio repentino de las cosas se explica por el hecho de que el autor escribecuando el cristianismo tiene que soportar persecución a muerte, cuando el martirio loamenaza. El autor se refiere a la situación: todo el cristianismo debe enfrentar el martirio. Esaes una prueba de que no fue escrita antes del emperador Domiciano, sino que aparentementefue bajo su reinado; el libro probablemente nació en los años noventa del primer siglo. En estasituación, el vidente escribe para consolar a sus hermanos, antes de todo desea fortalecerlos, paraque se mantengan firmes en su fe. Les predica paciencia y fidelidad en todo el libro. Enciende suardor a través de las cosas gloriosas que dice de los mártires. Los representa como conquistadores.Ellos "saldrán de la gran tribulación", ataviados con brillantes vestiduras blancas; llevarán palmasen sus manos (7, 9). Él habla de las promesas que aguardan a aquellos que aguantan hasta el final. Considerado de esta manera, ¿no se vuelve el libro inmediatamente más humanamente inteligible?¿No sentimos cómo el gran poder de la fe habla de ello? ¿No entendemos por qué el autor mira contanto anhelo el final? Ahora él ve que ha llegado el momento final, y muchos de los dichos del libroadquieren mucho más significado. "Sé fiel hasta la muerte, entonces te daré la corona de la vida"(2,10). Esa palabra nos impresiona más profundamente cuando sabemos que la muerte no es unamera frase, sino en realidad una amenaza. Pero además, notamos otro lado del libro: el resplandor del odio del imperio romano. Este odio,también, es una reliquia del judaísmo, pero se ve reforzado por la situación del cristianismo, porqueRoma y el emperador son los enemigos del cristianismo y lo persiguen hasta la muerte. Y nosolo castigan la confesión de Cristo, sino que buscan seducir a los cristianos a algo que a losojos del vidente es el mayor de los horrores: el culto a la imagen del emperador. Eso fue en esemomento el requisito. Los gobernantes orientales se habían convertido desde hacía tiempo enobjetos de veneración religiosa. Ese culto se había propagado en el imperio romano; el llamadoculto al Emperador era parte de la religión del Estado Romano, y se cultivó especialmente en AsiaMenor, donde se originó nuestro libro. De modo que el autor ahora ve en el reino romano y en suemperador al enemigo de Dios, el poder verdaderamente anticristiano, la "bestia que selevanta del mar" y "blasfema el nombre del Altísimo", pero es él mismo suplicado por hombres,y así, de acuerdo con su opinión, el tiempo del anticristo ha llegado, que debe preceder alreino de Cristo, e incluso detrás de sus metáforas lo dice claramente a sus lectores. El Apocalipsises un tratado de consolación y advertencia para los cristianos, y, al mismo tiempo, unapolémica muy violenta contra el Estado romano. Si todo el libro respira vida real, por otro lado,el autor no simplemente lo escribió desde el fondo de su corazón, de una manera indirecta; es, másque todo, un producto de aprendizaje y arte apocalíptico. Y aquí nuevamente surge la pregunta decómo, entonces, todo este peculiar simbolismo del libro debe ser tomado. La mayoría de las personas pensarán que el autor simplemente dio curso libre a su fantasía einventó todo, e incluso los teólogos en gran medida han aceptado eso. Sin embargo, esa no esuna solución práctica. Incluso la imaginación humana está obligada por las leyes, y aquí

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parece haber ninguna. Además, el autor sin duda cree en sus propias profecías, por lo que nopudo inventar conscientemente lo que estaba escribiendo. A veces podemos entender de dóndeproviene el simbolismo ––por ejemplo, el imperio romano y el emperador, que se muestran como labestia con cuernos y cabezas–– aunque en la mayoría de los casos no podemos encontrar la fuente.Pero recientemente hemos llegado a un conocimiento definitivo. El profesor Gunkel tiene el granmérito de haber allanado el camino: ha reconocido que en todos los simbolismos se incorporanviejas tradiciones. Por lo general, el escritor apocalíptico no inventa su materia: utiliza lastradiciones más antiguas, pero las altera y agrega las suyas propias. Esto evidencia por qué estesimbolismo es, en su mayor parte, tan ininteligible. Originalmente significaba algo definido, y luegoperdió este significado, y a pesar de esto, nuevamente se lo usa con otro significado. Hablemos másdefinitivamente. El simbolismo de los escritores apocalípticos ya existía en el judaísmo; pero elApocalipsis contiene mucho que originalmente no pudo haber sido producido en el judaísmoporque, propiamente hablando, contradice las ideas religiosas judías. Parece así que ciertascosas tienen su origen último completamente aparte del judaísmo, en las religiones paganas; yen particular en la religión de Babilonia, así como también en la persa. Ciertas formas mixtasque surgieron de ellos también son importantes. Un ejemplo o dos: El autor dice al principio (1,4):"Gracia y paz sean contigo del que es y del que era y del que ha de venir, y de los siete espíritus queestán delante del trono, y de Jesús Cristo." ¿Qué quiere decir con los "siete espíritus"? Eso no esinteligible según las ideas cristianas. Pero más adelante leemos de siete ángeles, siete lámparas,siete candelabros, siete estrellas que son los ojos de Dios. Eso, para empezar, es oscuro. Pero esfácilmente reconocible que este número siete cristiano está relacionado con el número siete que eljudaísmo reconoce al hablar de los siete arcángeles. Estos siete arcángeles tienen másprobabilidades de ser los siete espíritus. Pero, ¿cómo llegó el judaísmo con sus siete arcángeles?Estos fueron asumidos por él, y de hecho fueron originalmente los siete planetas que entre losbabilonios se consideraban como dioses. En el judaísmo, la realidad de su existencia no fuecuestionada, pero los dioses no podían existir para ellos junto al único Dios, por lo que fueronreducidos a la posición de arcángeles ante el trono de Dios. El autor del Apocalipsis tomó esto, peroal mismo tiempo la idea babilónica lo influyó de otras maneras. Que estos siete espíritus seencuentran junto a siete antorchas, lámparas, siete ojos de Dios, que, por así decirlo, miran haciaabajo desde el cielo, es a la vez explicable por el hecho de que originalmente fueron esos losplanetas. No es que el autor supiera este origen de sus metáforas, o que él mismo tuviera laintención de hablar de ellas como tales. Pero ahora entendemos cómo sucede que usa esta peculiarimagen. Se lo debe a una tradición propagada a través de muchas generaciones. En el capítulo 12 se habla de una mujer que está en el cielo vestida del sol, y debajo de sus piesla luna, y una diadema de doce estrellas en su cabeza. Esta mujer da a luz a un niño, que luegoes perseguido por un dragón. Por el niño, el autor entiende el Mesías. La mujer, por lo tanto, erasu madre. Pero, ¿cómo alguien, incluso con la más audaz imaginación, describió a María como unamujer en el cielo y la colocó junto al sol, la luna y las estrellas? Esta metáfora apunta al hecho deque tenemos aquí que ver con una idea mitológica. La mujer es una diosa celestial, y el dragóntambién es una criatura mitológica. En el fondo de esto, originalmente se encuentra una antiguahistoria oriental de los dioses, y podemos rastrear tales historias. Estas llegaron al autor portradición, a través del judaísmo, y le dio a este material una interpretación que originalmente erabastante ajena a él, y que lo ayuda a expresar sus propias ideas religiosas. También se puede mostrarque la representación de la Jerusalén celestial tenía originalmente una idea mitológica en subase. El cielo mismo es concebido como una ciudad de los dioses. En consecuencia, por ejemplo, laidea de que la ciudad es igual en altura, en longitud y anchura; y, por lo tanto, también la idea de lascalles resplandecientes doradas que lo atraviesan, o también de una corriente que fluye en medio deella, que, de hecho, es la "Vía Láctea". Este método de explicación nos ayuda a comprenderrealmente; nos muestra cómo comprender gran parte del simbolismo del Apocalipsis, mientras nosenseña a reconocer su origen.

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Por último, se puede mencionar un punto más. Hace algunos años, un estudiante de teología hizoel descubrimiento de que partes del Apocalipsis debían haber sido originalmente escritas porun autor judío, y solo moderadamente alteradas por nuestro autor. Desde ese momento y enadelante las fuentes del Apocalipsis han sido diligentemente investigadas. Y de esta manera, una hipótesis ha seguido a otra. Y se ha intentado demostrar que el autor finalsimplemente unio fragmentos diferentes. Pero él no era un simple editor; a pesar de su caráctervariado, todo el trabajo es demasiado una unidad. Por supuesto, seguirá siendo cierto que el autoradoptó y adaptó en este libro fuentes antiguas o menos antiguas, y en particular también elementosjudíos. Tomado en conjunto, espero quede claro que este libro contiene para el experto los problemas másinteresantes, y que también debe atraer al profano, a causa de la energía de la fe con la que el autor,en un período de la angustia más severa, busca fortalecer el cristianismo y vivificar sus esperanzas.

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IV

EL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO Mi última tarea es mostrar en palabras breves cómo estas veintisiete escrituras, cuyo origen hemosseguido, crecieron juntas en una unidad, formando el Canon del Nuevo Testamento, es decir, en unlibro que llegó a ser atesorado como la ley principal de la fe cristiana y de la vida cristiana, y fueconsiderado la palabra inspirada de Dios. Los comienzos de la colección del Nuevo Testamento tal vez procedan de alrededor del año150 dC. Antes de esto, la Iglesia no poseía ningún Nuevo Testamento ni esperaba que habríauno. De esto no se desprende que este período más temprano hasta el año 150 dC no tengaimportancia para el origen del Canon; es más bien un tiempo en el que se estaba preparandogradualmente su existencia. Ante todo, debemos preguntarnos: ¿cuáles fueron las normas que existían al principio para la vida yla fe de las iglesias, qué autoridad reconocieron, sobre la cual se apoyaron, y a la que apelaron enlos puntos debatidos? Antes que nada debe mencionarse el Antiguo Testamento, la Escritura, como se la llamó, o lasSagradas Escrituras. El Antiguo Testamento pasó silenciosamente al cristianismo. La Iglesia, porlo tanto, por así decirlo, nació en posesión de una autoridad escrita. Se nota claramente eso desde elmomento en que la Iglesia salió del útero del judaísmo. Los cristianos gentiles recibieron elAntiguo Testamento de los cristianos judíos y lo celebraron con la misma reverencia; y lacreencia en su infalibilidad fue desde el principio una característica importante del cristianismo. ElAntiguo Testamento fue en parte en el cristianismo lo que había sido antes para los judíos: el granlibro de la devoción, el libro de la enseñanza práctica divina para la vida y la moral, el libro de laverdad religiosa. Pero es más importante notar que el libro en otro aspecto esencial cambió designificado. El aspecto principal bajo el cual el cristianismo lo consideró se volvió más y más elde la profecía. Todo fue tomado ––no solo los libros proféticos, sino también la ley y losSalmos–– como una colección de profecías de Cristo y el "final de los tiempos" que empezócuando Jesús vino. Con esta interpretación, el Antiguo Testamento se convirtió en una obraapocalíptica mesiánica. Con el origen de la Iglesia surgió otra autoridad, las palabras de Jesús. Al principio, sin embargo,no tenemos evangelios escritos, sino palabras de Jesús transmitidas por tradición oral libre.En Pablo podemos ver cómo él decide cuestiones de la vida de la Iglesia con palabras del Maestro,que tenían en general importancia esencial como reglas de vida (aunque en cuestiones de fe no eranprominentes). Estas palabras de Jesús fueron, por supuesto, en los primeros días aún bastantecambiantes; no existía aun un texto firme y fijo como el del Antiguo Testamento. Además de estas dos autoridades del pasado hubo autoridades vivas en la Iglesia, es decir, hombresen quienes los demás veian actuar al Espíritu de Dios ––en particular los "profetas" que predijeronel futuro, y, por así decirlo, circulaban como videntes apocalípticos. Se creía que lo que decían,particularmente en sus éxtasis, estaba inspirado por el Espíritu. Todo esto es verdad en los primeros días. Pero cuando el cristianismo tomó conciencia de queya tenía un pasado surgió una cuarta autoridad, es decir, los apóstoles. Originalmente no eranautoridades dogmáticas pero pronto llegaron a serlo, y luego tomaron la posición derepresentantes de la verdadera doctrina de Cristo y, al mismo tiempo, como los decisores ygarantes de esa doctrina. Los doce apóstoles son principalmente vistos como un cuerpohomogéneo que representa una autoridad pero, dado que aún sus escritos no importan, esa autoridad

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es indeterminada. Evidentemente tenemos en estos hechos ciertos elementos germinales de un Nuevo Testamento.Creemos que el desarrollo tiende a una valoración especial de los evangelios y de los escritosapostólicos, por otro lado. Cuando los evangelios se convirtieron en los depositarios de latradición de la vida de Cristo, fueron, por supuesto, antes que nada los receptáculos en los quese almacenaba la costosa joya, pero sentimos que finalmente el receptáculo sería consideradocomo la joya. Por otro lado, la autoridad apostólica no siempre podía permanecer tan indeterminadacomo al comienzo. Tan pronto como hubo una literatura apostólica, era inevitable que fueraatesorada cuidadosamente. El gran respeto por los profetas cristianos prefigura una especial estimapor los escritos proféticos, es decir, apocalípticos, en el futuro. Finalmente, hay que enfatizar queaunque el Antiguo Testamento fue tratado con reverencia, existía desde el principio una línea guía alo largo de la cual todo el desarrollo subsiguiente debe proceder inconscientemente; es decir,cuando una vez las escrituras cristianas generalmente comenzaron a disfrutar de un valor más altoque otras, la meta no se alcanzó hasta que se las colocó en una igualdad completa con el AntiguoTestamento, y se las consideró igualmente infalibles e inspiradas con ellas. Mientras tanto, el período hasta el año 150 dC sigue siendo, en otro aspecto, un tiempo depreparación. Antes de que los escritos cristianos fuesen atesorados como canónicos ydistinguidos por encima de otros, deben ser recogidos. Tales colecciones se hicieron en esteperíodo de varias maneras, aunque sabemos proporcionalmente poco sobre el tema. Ciertamente,las epístolas de Pablo fueron recogidas temprano. En el caso de los evangelios debemos asumirque originalmente cada iglesia, cuando poseía un evangelio tenía solo uno. Con el tiempo, estosería conocido por otras iglesias. Cómo exactamente los actuales cuatro evangelios fueronreunidos aún no ha sido explicado realmente. Además, la recopilación y el intercambio no eranmeramente una cuestión de actividad privada. Un punto principal es más bien que las escriturascristianas comenzaron a leerse en servicio divino, y fueron provistas para este mismo propósito. Poresta razón, los hombres de forma natural y gradualmente se acostumbraron a otorgar un valorespecial a estos escritos. Junto a este primer período colocamos un segundo, que abarcó desde alrededor de 150 dC a 200 dC.Es el período durante el cual se desarrolló el tronco principal del Nuevo Testamento, y por lo tanto,a este respecto, el período más importante. En efecto, tenemos testimonios de alrededor del año 150 dC de que los evangelios fueronleídos en servicio divino junto con el Antiguo Testamento, pero aún no eran vistos comoescritos inspirados: eran valorados por su contenido, y no como escrituras. Papías, Obispo deHierápolis, explica con toda tranquilidad que buscó la tradición oral de las palabras de Jesús,porque para él esa tradición oral parecía tener más valor que la transmitida en los escritos. Yaen el año 150 dC, el Apocalipsis de Juan emerge como un escrito de gran reputación. Por otro lado,las epístolas de Pablo ––el mismo Justino Mártir nos da información sobre la lectura de losevangelios en el servicio divino–– aparentemente no se encuentran al mismo nivel de losevangelios; se mantienen bastante al fondo. Encontramos otra referencia al caso en los escritos deun hombre de este período a quien la Iglesia odiaba amargamente: había sido miembro, pero luegodecidió formar su propia iglesia. Sin duda un hombre destacado, con mucha afinidad con losgnósticos y con otros grupos. Su nombre era Marcion. En sus obras aparece por primera vezuna especie de Canon, compuesto de dos segmentos: (1) nuestro Evangelio de Lucas en, porsupuesto, una forma alterada ––simplemente considerado como el evangelio; (2) diez epístolasde Pablo (las epístolas pastorales no incluidas). Marción honró a Pablo en oposición al restode los apóstoles. Esa es la posición de las cosas alrededor del año 100 dC. Cuán diferentes son las circunstancias

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cerca del AD 200. Aquí encontramos en los grandes maestros de la Iglesia, Ireneo de Lyon,Tertuliano de Cartago, Clemente de Alejandría, un nuevo Testamento ya existente, con distintoscomponentes según las regiones. En Alejandría, por ejemplo, los límites son amplios, y algunosescritos que hoy no están en el Canon, estaban incluidos. En la misma época, también tenemosuna lista adecuada de libros del Nuevo Testamento en el llamado fragmento Muratorio. Aquí seenumeran cuatro evangelios, los Hechos de los Apóstoles, luego trece epístolas de Pablo. A estos seagregan la Epístola de Judas, y dos epístolas de Juan; la Epístola de Santiago y la Epístola de Pedrono se encuentran; mientras que la Primera Epístola de Pedro pasa como canónica a otra parte. A estohay además el Apocalipsis de Juan, y al lado de él, el Apocalipsis de Pedro tiene en muchoslugares un valor canónico; y una tercera escritura apocalíptica, el llamado Pastor de Hermas,es respetado en algunos lugares, aunque ya comienza a perder parte de su honor. En medio de estaenumeración también se encuentra la Sabiduría de Salomón, que ahora es uno de los apócrifosdel Antiguo Testamento. En general, podemos decir que por este tiempo y en las iglesias principalestodos nuestros escritos actuales del Nuevo Testamento fueron incluidos en el Canon, con laexcepción de la Epístola a los Hebreos, la Segunda Epístola de Pedro, la Segunda y Tercera.Epístolas de Juan y la Epístola de Santiago. Pero de vez en cuando también había otros escritos enel Canon, como en Cilicia alrededor del año 200 dC, el Evangelio de Pedro se usaba comoescritura canónica; en Siria se usaba el llamado Diatesarón, una armonía de los evangelios, nonuestros cuatro evangelios. ¿Ahora cómo pudo completarse ese desarrollo en este período de 150 dC a 200 dC? Hemos vistoque al atribuir valor a las palabras del Señor y las escrituras de los apóstoles, habia una tendencianatural a la formación de cánones de esas palabras, pero eso no explica todo. Un punto principalaquí fue la batalla de la Iglesia contra el Gnosticismo y otras tendencias antagónicas a la Iglesia. Enesta batalla, la Iglesia necesitaba medios de prueba firmes, documentos seguros que demostrasenque la Iglesia tenia razon, y que refutasen los errores de sus oponentes. Esto contribuyó mucho aaumentar el valor de estos libros, porque el Antiguo Testamento solo no proporcionaba las armasnecesarias. Era necesario poder mostrar lo que era la enseñanza de Cristo y sus apóstoles, y eranecesario poder rechazar mucho de lo que se presentaba como apostólico. A esto se agrega el hechode que los propios oponentes probablemente le ganaron de mano a la Iglesia. Al menos Marcionparece haber ganado de mano en formar un canon. Todavía queda un tercer período, hasta la conclusión del Canon. Esto se alcanzó antes en Occidente,y eso a fines del siglo IV. Duró más tiempo en la gran iglesia oriental, aún más tiempo en lasiglesias separadas de Oriente, como en la siria. Aquí, por ejemplo, los cuatro evangelios nofueron reconocidos antes del siglo IV, y no sin conflicto. El contenido de estos períodos no tiene el mismo interés que el primero, ya que se trata únicamentede finalizar la selección de los documentos aprobables, excluir escritos que durante un tiempopasaron como canónicos y reconciliar las diferencias entre las diversas iglesias. Sin embargo, esteperíodo también muestra muchos fenómenos notables, por ejemplo, en Oriente, la Revelación deJuan estuvo a un pelo de ser nuevamente sacada del Canon en el siglo IV. Por otro lado, laEpístola a los Hebreos gana autoridad canónica por primera vez en Occidente. Y no es hasta estemomento que escritos tales como la Segunda Epístola de Pedro, la breve Epístola de Juan y laEpístola de Santiago, son admitidos. Pero en el Canon siempre surgen nuevas escrituras, porejemplo, los Hechos de Pablo gozan durante un tiempo de gran consideración, y una TerceraEpístola a los Corintios (una compilación bastante tardía) gana autoridad en algunos sectores. LaIglesia no juzga estos escritos según los estándares históricos sino, propiamente hablando,simplemente pregunta acerca de la enseñanza que contienen. Aún así, lo que apareció tarde ya nopodría convertirse en la posesión común. Es la Iglesia la que creó el Nuevo Testamento. Y la Iglesia no está aquí de ninguna manera

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como la comunidad de todos los creyentes, sino en verdad de los teólogos y obisposgobernantes ––son ellos los artífices del Canon. Eso nos muestra una vez más que tenemos elderecho de hacer que las escrituras del Nuevo Testamento sean un tema de investigaciónimparcial. Porque los juicios de los teólogos y de los Padres de la Iglesia del segundo al cuartosiglo no pueden ser decisivos para nosotros, y más aún, como sabemos, estos juicios a menudoestaban en desacuerdo. Mientras tanto, hay una cosa bastante cierta. Por supuesto, hay algunosantiguos restos literarios cristianos que son más antiguos o tan antiguos como una serie de libros delNuevo Testamento; también hay algunos ––por ejemplo, la llamada Enseñanza de los DoceApóstoles–– que tienen un valor religioso tan elevado o superior, como, tal vez, la Epístola de Judaso la Segunda Epístola de Pedro, o las epístolas a Timoteo y Tito. Sin embargo, en general es ciertoque entre las escrituras cristianas más antiguas que existían entonces las de mayor valor religioso ––y entre las que tienen igual valor religioso, las más antiguas–– se han abierto paso en el NuevoTestamento. Y el que hoy, a partir de la totalidad de los libros existentes en ese momento, debieseformar una colección de quizás veinte de ellos, estaría, en general, obligado a elegir lo mismo que laIglesia eligió entonces. He llegado al final. He intentado con concisión necesaria, y a menudo simplemente con una brochagorda, resumir ante ustedes lo que la investigación teológica actual cree sobre el origen de losescritos del Nuevo Testamento. Esta debería haber sido una mera enumeración de hechos, y esperono haber presentado nada más. En todo caso, nada está más lejos de mi intención que herir lossentimientos de alguien. De la misma manera, este trabajo no debería contribuir a fomentardogmatismos en estos temas. Es cierto que la ciencia nos obliga a corregir muchas opiniones heredadas sobre el NuevoTestamento, pero creo que la ciencia también nos da algo; Quiero decir que vuelve interesantes yfrescas las escrituras del Nuevo Testamento porque nos enseña cómo entenderlas como productosde la historia religiosa real, como documentos en los que se deposita la vida, la fe y el pensamientoreales de las primeras generaciones cristianas. El aliento de la vida nos sopla; allí habla un períodode progreso rico, conmovedor, esforzado y esforzado; de ella hablan hombres que se entregaron contoda su alma, con fervor ––no, con celo apasionado–– al nuevo evangelio, que consistía enconquistar el mundo, y que estaban inspirados por la profunda seriedad que demanda la religióngenuina.

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