EL ORDENADOR, LO REAL Y LO ARTIFICIAL · E1 ordenador es una parte de lo real co mo cualquier otro...
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EL ORDENADOR, LO REAL Y LO ARTIFICIAL
Giovanni Degli Antoni
E1 ordenador es una parte de lo real como cualquier otro instrumento del cual nos servimos en la vida cotidiana. Y parte de lo real es también el uso del
ordenador: escribir textos, dibujar, efectuar cálculos, construir modelos. Y real es la actividad que se revela necesaria para tal uso. No todos los textos, dibujos, cálculos o modelos, en cambio, se refieren a lo real. A menudo son el resultado de ideas construidas con la imaginación. Pero incluso cuando los textos, dibujos, cálculos o modelos se refieren a lo real, se convierten en algo diferente. Transportan siempre imaginaciones construidas mediante observaciones, abstracciones, analogías o invenciones. Pero los textos, dibujos, cálculos o modelos no precisan un ordenador para ser construidos. Sin un ordenador, sin embargo, estas entidades permanecen como puras referencias a los actos mentales que las han construido o bien a otros que podrán reconstruirlas. Con el ordenador, los cálculos y los modelos son asociables. A partir de ellos surgen ordenadores que se comportan como una cosa diferente, es decir, como no ordenadores o como otros ordenadores. Así, se han fabricado ordenadores que silban, comportándose como una locomotora, cuya conducta simulan. Ordenadores que se parecen a edificios en proyecto; o que actúan como microbios en la lucha por la supervivencia; o bien como misiles antisimil en su voluntad extrema de acertar; o que se comportan como una reacción química en pleno proceso; o que se comportan como un robot en una misión ... Todos estos ordenadores se asemejan a pequeños universos que contienen en sí una realidad.
Pero esta realidad no es exactamente natural. Sin gestos humanos y sin ordenadores en activo tal realidad no existiría: ésta última, que podríamos denominar tal vez realidad artificial, es creada por el ser humano mediante el ordenador. El ser humano, de este modo, está forzando a la naturaleza: la observa, la analiza, hace abstracción de ella, la sintetiza: actúa de manera que esos ordenadores se comporten como lo real, cuyo comportamiento se pretende prever a partir de las leyes observadas. Y, como por milagro, describe el todo mediante la parte. Con algunos riesgos. Pero lo hace. El ordenador se ha convertido en el espejo dentro del cual lo real revive una nueva realidad propia del tiempo y del espacio: la realidad artificial. La posibilidad
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de observar al ordenador en tanto que realidad artificial pone al proyectista en una situación particularmente creativa. Quien lea el término «realidad artificial» se encontrará ante una especie de metáfora que le llevará de sus conocimientos hacia un mundo nuevo. Los elementos de este nuevo mundo en parte le serán conocidos. De hecho, deberá hacer partícipe de la realidad artificial, en su grado máximo de generalidad, a la imagen de ese mundo real que ya conoce mejor o peor. Pero, asimismo, en la realidad artificial deberá entrar gradualmente el mundo de las ideas, con todos sus mecanismos productores de nuevas ideas y de otros mundos.
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Aún es pronto para determinar hasta qué punto tal cosa es posible. Por el momento es conveniente observar el modo en que, lentamente, el proceso sigue su curso. La informática está construyendo con toda paciencia universos artificiales cada vez más articulados. Veamos, desde un punto de vista histórico, qué ha ocurrido.
En un primer momento se concibió al elaborador como un mero instrumento de reproducción de operaciones esencialmente numéricas. Después se vio que éste podía realizar operaciones con objetos representados simbólicamente. Se comenzó a representar entes geométricos. Los entes geométricos se pusieron en movimiento. Había entrado en el mundo parte de la abstracción geométrica y cinemática del universo. Ahora hay quien está asociando formas a dicha abstracción.
La idea de Cad consiste en modelar objetos: tienen forma, color, eventualmente tales objetos poseen atributos o constituyentes (por ejemplo color y propiedades de plasticidad) y pueden moverse en un espacio propio. Poco a poco, gracias a la reducción del coste del cálculo, también la dinámica entra en el ordenador: los objetos representados pasarán a actuar como entidades dotadas de masa en el sentido físico del término: tal vez esto no sirva para aumentar nuestra comprensión de lo que es en realidad la dinámica. Pero nos permitirá disponer de ordenadores en los que, por ejemplo, se rompen los objetos frágiles. Bastará con dibujar el objeto (por ejem-
plo un vaso). Bastará con atribuirle un material frágil. El objeto deberá estar sometido a un campo de fuerzas. Deberá encontrar un obstáculo. Se romperá en varias partes que el ordenador tendrá que describir. Pero como ya se ha dicho no sólo la abstracción del mundo físico está entrando en la realidad artificial. Universos enteros de imágenes, en estos últimos tiempos, son introducidos en el ordenador. Se trata de imágenes del mundo real o de imágenes artificiales (imaginarias), fijas o dotadas de movimiento. Y las secuencias no son controlables, o bien lo son a fin de poder recorrer estas imágenes como si se estuviera caminando a través de la realidad artificial. Se representan verdades de forma lógica o analógica. Pero el asunto no acaba de ningún modo con lo que respecta a las imágenes. Se manipulan verdades con inferencias lógicas y analógicas. La forma lógica traslada consigo a la realidad artificial lo que los filósofos han estudiado y tratado de representar siempre por medio de sus axiomas. Y aún de modo insuficiente. Y se hace todavía mal. Pero si los axiomas de los filósofos son capaces de capturar ideas, en la realidad artificial existen ideas artificiales. La forma analógica de las verdades es representada directamente por medio de formas, de objetos, de movimientos, de entidades. Esta representación analógica de la verdad es de reciente adquisición y se encuentra aún en vías de ser comprendida totalmente, pero en todo caso corresponde a una característica de la comprensión humana de lo real.
Habremos puesto aquí muchas objeciones; pero, en suma, lse puede decir que la informática construye una realidad artificial distinta de la del sujeto observador o por el contrario construye una realidad que incluye en sí al observador?
La respuesta obvia (que construye a ambas) por el momento no merece gran atención: es mejor olvidar un problema que sólo nos traería quebraderos de cabeza. Es mejor, como nos ha enseñado la propia historia, considerar que todo aquello que es observado es observable, y por tanto objeto de lo real.. Lo situaremos pues en el mundo de las ideas, pero de todas formas el
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sujeto no tiene nada que hacer allí. Por otro lado, por ahora no tenemos necesidad de tratar esta cuestión, desde el momento en que la realidad se construye como algo vivo dentro del universo de cualquier ordenador. Más adelante veremos cómo el sujeto hará su reaparición, de cuerpo entero y despreocupado de un problema que siempre le ha puesto en dificultades. Hasta aquí, nada nuevo.- Es cierto, el ver el crecimiento de la informática como una transformación de lo real y de lo imaginado desde una nueva realidad ayuda a entender la dinámica del crecimiento de las tecnologías de la información, y permite, al mismo tiempo, inventar con facilidad nuevas tecnologías informáticas.
Por supuesto es fácil darse cuenta de que el camino de la integración con la informática acaba de empezar. Más aún: cada vez está más claro que la informática se caracteriza por saber integrar perfectamente los resultados de sus propios análisis con los realizados por otros (es decir, por el resto de las ciencias). Pero se puede avanzar todavía un poco más. De hecho la informática ha demostrado también cómo observar lo real directamente a través del ordenador: cómo medirlo, cómo representarlo y en alguna ocasión cómo efectuar abstracciones a partir de lo real. En consecuencia la informática es capaz de insertar adecuadamente los resultados de tales observaciones/medida, observaciones/representaciones, observaciones/abstracciones, en el ordenador, directamente, o en el vídeo, en el contexto apropiado de una realidad artificial reconstructora del mundo, a la que se refieren dichas observaciones.
Para colmo, el resultado de una observación no es sólo medida, no es sólo representación, no es sólo abstracción. Este resultado lo es de la percepción de lo real en el momento de su reconstrucción. Es percepción de la parte física de lo real: es percepción de la parte ideada, que al mismo tiempo se convierte en realidad artificial, dentro de la cual se hallan incluidas las medidas, las representaciones, las abstracciones. Al principio no existía ese mundo. Ahora existe, como todos los otros mundos. Hemos acabado por convertir en realidad (artificial) la percepción, ya nunca más desintegrada, de la imaginación.
Se plantea inmediatamente un problema. Si la realidad artificial puede ser observada, entonces es que se puede entrar en la realidad artificial. Si se puede entrar en la realidad artificial, entonces es posible disponer de todo lo real convertido en real/artificial cercano a nosotros mismos, en dondequiera que nos encontremos.
Un ejemplo aclarará mejor esta idea. Imaginemos un ministerio artificial dibujado en la pantalla de un ordenador. El usuario de ese ordenador querrá entrar en el ministerio a fin de realizar ciertas prácticas. El usuario verá el ministerio como un edificio con una puerta de entrada. Entre todas las opciones que el ordenador ofrecerá a su usuario, éste escogerá la de entrar. Señalará su voluntad con el gesto oportuno, por
medio de los que han sido definidos como elementos de la interfaz hombre-ordenador, que se han vuelto aquellos elementos con los que el usuario interactúa con la realidad artificial. Por ejemplo, tocará la puerta de entrada por medio de un indicador móvil que se desplaza siguiendo el movimiento de un cierto dispositivo, llamado «ratón», que el propio usuario desplaza sobre una superficie plana. La puerta se abre y el
usuario ve ahora la portería, en donde deberá dejar un documento de identificación que sirva para que en portería le puedan identificar. A continuación el usuario podrá continuar su recorrido a través de una serie de pasillos. A ambos lados de éstos últimos, irá viendo los nombres de los despachos. Encima de cada despacho, verá el nombre del empleado. Por fin llega al despacho que le interesa. Lee el nombre del empleado. Se informa sobre éste a través del acceso al archivo en que están contenidos los perfiles profesionales de los empleados. Bastará con que apriete un botón de un vídeo preparado a tal efecto que está allí, a un lado del nombre del empleado. En ese vídeo aparecen muchos botones. Cada uno de ellos permite la lectura, al ser apretado, de otras tantas informaciones: funciones y roles del despacho, horarios de acceso (incluso en la realidad artificial el ciclo sueño-vigilia se revela de utilidad a la hora de reordenar los datos), curriculum vitae de los empleados, coste de los servicios, etc.
A continuación nuestro usuario entra en el despacho. Dentro de éste se pone a observar los volúmenes de las prácticas bien ordenadas. Ve al empleado en pleno trabajo. Sabe que el empleado cuando no dispone de público se las arregla para que su despacho sea el más informado, el más disponible. El usuario no sabe bien su pregunta. Por este motivo el empleado, en voz alta y por escrito, comienza a presentarle las preguntas más frecuentes que reciben solución comúnmente en ese despacho. Se las presenta tanto en voz alta como por escrito. Parece un juego: «lQuiere usted saber la disponibilidad de las financiaciones según la ley 64 o cómo se presentan los proyectos?» El usuario responde. El empleado no sabe resolver por sí solo las dudas.
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Necesita la ayuda de un verdadero empleado, el del ministerio real al cual se encuentra conectada la realidad. Lo llama pues por el videoteléfono. Aparece el empleado. Comienza a conversar en el despacho del ministerio artificial con el empleado del ministerio real. La pregunta es resuelta. El empleado artificial ha seguido con atención el curso de la conversación. De ahora en adelante sabrá resolver también esa cuestión.
El usuario ahora puede salir o bien continuar su viaje en la realidad. Esta vez entrará en sus despachos. Observará el estado del proyecto de los Laboratorios de Investigación que deberá planificar para el mes próximo. Entra en el proyecto. Desde dentro observa con espíritu crítico formas y colores. Los modifica, probando y volviendo a probar. En pocos minutos ha podido ver no la verdad, pero casi, su proyecto, de diversas formas. De este modo ha logrado adquirir en pocas horas una experiencia que un arquitecto sólo podría alcanzar tras muchos años de trabajo.
Los ejemplos pueden ser prolongados con toda facilidad. El lector ya habrá comprendido a estas alturas que la realidad artificial es un ovillo creativo fácilmente desenrollable capaz de transformar al ordenador en un instrumento para repensar. Es una especie de generador de metáforas o de historias que se hacen particularmente interesantes cuando son aplicadas a las posibles aplicaciones del ordenador en el mundo de nuestros días. Y realmente no es tan difícil darse cuenta de que estas realidades artificiales ya existen: simuladores de vuelo, juegos de todo tipo, simuladores de organizaciones, ordenadores para probar maquillajes, vestidos, etcétera.
Concebir realidades artificiales o reparar en ellas es como dar cuerpo a las imaginaciones: los límites de este proceder están todavía por descubrir, por investigar y por comprender. Sin embargo el camino está ya abierto. Y el hombre terminará por hacer también su aparición, lentamente, en el dominio de la realidad artificial. Podremos entrar por fin en su estructura física, en la mental. Modificarlo. O podremos entender cómo funciona. El espejo estará completo, pero ya nunca sabremos si el espejo es lo real o lo artificial.
Esta nota posee unos objetivos precisables por los lectores. Se trata de una simple y sintética reexploración de los mundos artificiales que la informática y la telemática han hecho posibles. El lector podrá incluso reencontrar en la invención que se le ha propuesto una parte de su propio trabajo. Si en efecto la ha reencontrado que no se limite a decir: iEsto ya lo sabía yo! Que busque más bien en la verdad hallada a lo largo de su recorrido los caminos que le ehan de conducir a lugares que no conocía. Si ha tenido paciencia los encontrará.
(Traducción: Marta M. Mori)