el opio y el pescador

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Esta es la historia del pescador y su sirena vista a través del humo, a través del opio Los delirios del pescador más pobre y su sirena en una tarde dorada sobre el río Una pequeña ‘fabula’ con o sin sentido de un chiste moral poco divertido en un escenario colorido

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el opio y el pescador por Esteban Isaza© 2015 Esteban Isaza (marécages)

edición de impresión caseratodos los derechos reservados

creado en Medellín, Colombia

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el opio yel pescadoresteban isaza

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-I am like the ocean deep and mysterious

I am the stranger that makes you kind of curios

Sometimes I am calm sometimes I am furious

Sometimes everything inside me drives me delirious-

Jonah Radovsky

-el pez-

cola

cuerpo

cabeza

aleta

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Esta es la historia del pescador y su sirenavista a través del humo, a través del opioLos delirios del pescador más pobre y su sirena en una tarde dorada sobre el río

Una pequeña ‘fabula’ con o sin sentidode un chiste moral poco divertidoen un escenario colorido

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Prefacio

(el pescador es el que pesca)

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“Yavé ordenó a un gran pez que tragara a Jonás, y Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez.

Entonces Jonás dirigió esta oración a Yavé, su Diosdesde el vientre del pez:

«En mi angustia llamé a Yavé y me respondió, grité desde el lugar de los muertos y tú oíste mi voz. Me habías arrojado en el corazón del

mar, y la corriente me cercaba, tus olas y tus remolinos pasaban sobre mí. Y dije: He sido arrojado de tu presencia, nunca más veré tu santo templo. Me subían las aguas hasta el cuello, el abismo me rodeaba,

las algas se enredaban en mi cabeza.

A las raíces de los montes descendí, al país cuyos cerrojos se cierran para siempre, pero me hiciste subir de la fosa, ¡oh Yavé, mi Dios! Cuando en mí se me desfallecía el alma, me acordé de Yavé, y mi

oración llegó a ti, a tu santo templo. Los que sirven los ídolos vanos sacrifican sus esperanzas; pero yo en acción de gracias te ofreceré un

sacrificio y cumpliré mis votos: de Yavé viene la salvación.»

Entonces Yavé dio orden al pez y éste vomitó a Jonás sobre la tierra.”Jon. 2, 1 - 11

(literalmente)

«Y entre las ruinas de sus palacios resonarán los ecos de los búhos, y cantarán las sirenas en aquellos lugares que fueron consagrados al deleite».

(papaver somniferum)

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(el opio y el río)capítulo I

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-Encendió la pipa , la yerba se prendió – y el pescador fumó

‘En los charcos de este río pescaba un pescador, este río no era especial, era un río como cualquier otro de esos ríos que corren por la tierra caliente de esas repúblicas bananeras, esos que de vez en cuando se tiñen de rojo los jueves santos’ - escuchó - como alguien narraba su historia, pero se sorprendió pensando algo, justificándose a sí mismo su existencia triste de pescador miserable

‘Pero el, él no era un pescador cualquiera’ –pensó- él era el más pobre, y hacía meses su bote estaba roto y ya ni pescaba en el río, solo pescaba en la orilla - era un pecado completamente- Pero eso no era lo que lo hacía más especial, él no era como cualquiera porque él, el tenía una sirena.

Una sirena que lo esperaba en casa y que lo acompañaba en las noches calientes y secas de la sequía y en las noches húmedas y

sofocantes de las lluvias.

No había nacido así, él se acordó de sus piernas, aun las imaginaba, pero un día vino una fiebre y después otra y sus piernas eventualmente se convirtieron en aletas – pensó- como avanzo la fiebre, eventualmente no pudo caminar más y desde entonces, delicadamente la dejo en su red siempre esperando cada uno de sus regresos.

Este río estaba hecho para este momento – pensó, para ser visto en un atardecer como este, un momento de esos que pueden haber sucedido en todos los lugares y al mismo tiempo.

Miro el bote, el bote podría repararse, pero el apenas pescaba lo que daba para pasar el mes y las tiendas del pueblo, ya no compraban el pescado como antes.

Y ¿qué pescado? ¡Si el apenas pescaba para comer!

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Él se estaba cansando y ¿si pudiera arreglar el bote? –pensó- esta vez no hay plata, se respondió.

Nunca hay plata.

Con los pies en el agua y como se sentía el fluir caliente del aguachocolate que con el sol se veía dorada, pensó en como sentía el viento de la corriente, cálido y húmedo, que olía casi a salado, casi a mar y casi a mortecina.

El viento estaba hecho para que lo sintieran así, de alguna otra manera seria inconcebible – pensó.

Y el viento le acordó de su mujer, de la que había muerto hacia años, hacia casi dos décadas, la que extrañaba, el extrañaba su comida y sus abrazos – pensó- pero de otra manera, ¿cómo habrían vivido todos? La comida solo daba para los que eran.

Escucho un ruido, miro hacia atrás y eran las campanas de la iglesia, y moviendo su cuerpo ligero, sin peso, dejo ir el ultimo anzuelo que le quedaba en la corriente y fumo por última vez.

Iría a misa.

Rezaría un poco y le pediría a dios que le diera también hoy el pan de cada día, que no sería pan, sería una hostia.

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(la iglesia y el opio)capítulo II

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Y salió del río, aun mojado y camino por el camino de piedras hasta la plaza, pasando por entre los cúmulos de gente, sofocantes y el aire caliente que sonaba a cumbia de radiola, una cumbia asfixiante.

Así Incapaz de hacer algo más, bailo lentamente hasta la iglesia, con el sabor del humo en la boca y el olor pescado en los pies, bailo solo una cuadra y otra después y otra, hasta que llego a la iglesia mojado y se entró.

¡Pensaba en bailar con su sirena, como quisiera eso! - pero no estaba en casa, recordó.

Las maracas y el acordeón y las gaitas de la radiola y la voz - en latín del cura nunca se habían mezclado mejor, un sincretismo extraño

que sonaba particularmente familiar.

Tomo una biblia, la abrió y trato de leer algo en las hojas perforadas por nidos de las polillas, pero no se concentró, luego miro hacia atrás y hacia adelante y nunca le parecieron más bonitas las caras de este pueblo – pensó- que para ser vistas en este momento habían sido hechas todas diferentes y todas con los años de vivir de cada uno, solo con el fin de que el los viera en este momento por lo que eran, una - idea universal de una amalgama tropical – dijo como rezando

Amen Pero, ¡cómo podía estar tan tranquilo!

Y su sirena y su bote, ¿qué podía hacer?

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Su sirena lo esperaba, tal vez con hambre y su bote se podría en el muelle esperándolo a medio podrir, sin el bote no podría pescar como lo hacía antes y como seguían las cosas, las vería duras

Pero como se le antojaba ver a su sirena en este momento y verla por lo que era, con la sinceridad que sentía en este momento, Amaba a su

sirena casi como a su mujer, después de todo hasta se parecían.

Y pensando en sirenas y mujeres al ritmo de la cumbia y la misa, llego el momento de ir a comer hostia, lo hizo Y rezo, de verdad que lo hizo con toda la fe que le quedaba, le prometió a dios que le mostrara alguna suerte de salida de esto y a cambio él le daría pescados que era lo único que tenía, le daría pescados todos los días.

Y miró en los ojos al único cristo que tenían colgado alto en la pared, para que nadie se lo robara y en la cara del Jesús moribundo se vio el mismo.

Los santos de madera estaban hechos para verlos en ese momento, ahora lo sabía, siempre lo habían esperado para verlo en este momento, nada más para eso – pensó

Y salió bailando, ya era de noche -el tiempo pasaba rápido cuando fumaba

Siguió el ruido de la música y camino por el pueblo bailando.

Caminando como esperando un milagro.

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(el pescador y el burdel)capítulo III

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Camino por la noche en el pueblo y vio las casetas flotando sobre el río y las tiendas - siguió, y siguió caminando por la tierra - y a medida que bailaba , el pueblo se estaba apagando solo para él y se apagaba para decirle que no tenía de otra, a su manera su pueblo, le estaba diciendo adiós - un adiós a tu vida -

‘Pronto tendrás que mendigar’ -escucho la voz de nuevo

& la sola idea lo asustaba tanto que primero se amarraría piedras a los pies y se tiraría al río – pensó.

Todo el pueblo le decía adiós, todo, y la música de la radiola seguía, y lo asfixiaba. Él la buscaba, venia de una casa a las afueras, así que siguió hasta que salió del pueblo y siguió las luces de las luciérnagas, que tambiénbailaban con él.

Con cada paso la música se hacía más intensa, vio una casa, la conocía ya había estado allí antes -esa vez cuando conoció a su mujer - y reconoció a las chicas en el pasillo esperando alguna persona, esperando que por lujuria o por amor les diera algunos pesos por unos minutos de servicio.

Todas esperando y la luz roja ahí, como siempre.

‘Si el pueblo le decía adiós, esta casa lo invitaba a pasar’- escucho decir a la voz

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el burdel

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Era la voz de dios quien narraba – pensó – es un milagro.

En el aire de la noche, aturdido con la música y a medio bailar, en ese estado extraño cuando el humo se disipaba de su corazón, fue imposible no pensar, imposible no preguntarse así por casualidad que sería de su suerte si su hija fuera puta.

Si fuera una de esas que esperaban, y esperaban todas las noches.

Después de todo él la amaba como amaba a su esposa, la amaba más aun desde que el polio había estropeado sus piernas, sus aletas.

Pero más amaba su vida. ¿Además como más podría ella conocer a un hombre? pensó que ‘No había de otra.’

Y en ese momento la impresión de que su sirena había sido hecha solo para eso, parecía del todo verdadera – una revelación divina - igual no podría moverse, pensó ¿para qué más servía?

No podía cocinar ni trabajar, así que no había de otra, había nacido para estar acostada.

¿Porque no acostarla con alguien más?

Después de todo, todos teníamos que compartir nuestros bienes más preciados – pensó-

Y además en el comedor de la iglesia no faltaría nunca el pescado.

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el burdel

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