El Museo Historico Nacional

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EL MUSEO HISTÓRICO NACIONAL DE BUENOS AIRES Patrimonio, identidad y memoria La identidad brota en el cementerio de las comunidades, pero florece gracias a la promesa de la resurrección de los muertos * Introducción El museo como institución surge en Europa durante el siglo XVIII, los descubrimientos de Pompeya (1748) y Herculano (1719) así como las campañas militares napoleónicas a Egipto y Siria (1798-1799) son indicadores del imperialismo que anuncia el derrotero que se llevará adelante durante el siglo posterior. Al interés político y al fundamento económico del dominio imperial, que se evidencia en el reparto territorial e implantación de colonias, se suma otro ámbito de la actividad humana: la cultura 1 . Es particularmente allí donde se destaca la retórica del imperio, se escribe un libreto, se construye un escenario, se reparten los papeles y, se inicia con gran despliegue la teatralización. Pintores como Antoine Jean Gros con Los apestados de Jaffa (1804) y Ferdinand Victor Eugene Délacroix con Las matanzas de Quíos (1824); literatos como Henry Ridder Haggard con Las minas del rey Salomón (1885) y Gustave Flaubert con Salambó. La princesa de Cartago (1862); permiten, por un lado, abordar un arco temporal que visibiliza un clima de época, conformando un testimonio para entender el acervo cultural europeo decimonónico inglés y francés; y por otro, sus obras se

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EL MUSEO HISTRICO NACIONAL DE BUENOS AIRESPatrimonio, identidad y memoria

La identidad brota en el cementerio de las comunidades,pero florece gracias a la promesa de la resurreccin de los muertos[endnoteRef:1]* [1: * Zygmunt Barman, Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil, Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2003, p. 22. ]

Introduccin

El museo como institucin surge en Europa durante el siglo XVIII, los descubrimientos de Pompeya (1748) y Herculano (1719) as como las campaas militares napolenicas a Egipto y Siria (1798-1799) son indicadores del imperialismo que anuncia el derrotero que se llevar adelante durante el siglo posterior. Al inters poltico y al fundamento econmico del dominio imperial, que se evidencia en el reparto territorial e implantacin de colonias, se suma otro mbito de la actividad humana: la cultura[endnoteRef:2]1. Es particularmente all donde se destaca la retrica del imperio, se escribe un libreto, se construye un escenario, se reparten los papeles y, se inicia con gran despliegue la teatralizacin. [2: 1 Susana B. Murphy, Racialidad, colonialismo y arqueologa en el siglo XIX en Susana B. Murphy, Repensando Oriente-Occidente, Buenos Aires, Facultad de Filosofa y Letras UBA-, 2006, pp. 5-15.]

Pintores como Antoine Jean Gros con Los apestados de Jaffa (1804) y Ferdinand Victor Eugene Dlacroix con Las matanzas de Quos (1824); literatos como Henry Ridder Haggard con Las minas del rey Salomn (1885) y Gustave Flaubert con Salamb. La princesa de Cartago (1862); permiten, por un lado, abordar un arco temporal que visibiliza un clima de poca, conformando un testimonio para entender el acervo cultural europeo decimonnico ingls y francs; y por otro, sus obras se convierten en huellas indciales del sitio desde donde se configura la otredad[endnoteRef:3]2. [3: 2 Graciela Sarti, Volviendo sobre la Esfinge en Hugo Francisco Bauz (comp.), El imaginario en el mito clsico, Buenos Aires, Academia Nacional de las Ciencias de Buenos Aires, 2004, pp.127-128; Geraldine Pelles, Art, artists & society. Origins of a Modern Dilemma (Paiting in England and France 1750-1850), United States of America, Prentice-Hall, Inc., 1963, pp. 77-98; Franz R. Ankersmit. La verdad en la literatura y la historia en Ignacio Olbarri y Francisco Javier Caspistegui (dir), La nueva historia cultural: la influencia del postestructuralismo y el auge de la interdisciplinariedad, Madrid, Editorial Complutense, 1996, pp. 49-67; Hans Robert Hauss, Experiencia histrica y ficcin en Gilbert Gadoffre, Certidumbres e incertidumbres de la historia, Colombia, Editorial Universidad Nacional Grupo Editorial Norma, 1997, pp.139-156]

No obstante, la institucionalizacin del museo como espacio civilizador se dar durante el siglo XIX. Confluyen en su consolidacin varios factores: la resignificacin del trmino latino patromonium que est ligado a la idea de legtima herencia, para este momento ya no vinculado al ncleo familiar como en la poca romana sino para la sociedad entera; el reconocimiento de un patrimonio comn que se conecta con el pasado que busca construir una conciencia colectiva[endnoteRef:4]3; y, la consolidacin del Estado-nacin. [4: 3 Andr Chastel, La notion de patrimoine en Pierre Nora (dir.), Les Lieux de mmoire, Paris, Gallimard, 1986, T. 2, Vol. 2, p. 405,]

De los factores precedentes, es el Estado-nacin la entidad que se reserva la potestad para apropiarse de la capacidad homogeneizadora utilizando como rasgos aglutinantes: la comunidad lingstica, las tradiciones populares, la creacin de smbolos y la elaboracin de historias nacionales[footnoteRef:1], elementos existentes en las comunidades que el Estado-nacin reordena reasignndoles nuevos sentidos para erigir su legitimidad y sustentar su soberana autoridad. [1: Hobsbawn, Eric Naciones y nacionalismos desde 1780. Barcelona: Crtica, 2004, pp. 111-140. Pierre, Nora La historia de Lavissse en Pagano, Nora y Buchbinder, Pablo, ed. La historiografa francesa contempornea. Buenos Aires: Biblos, 1993, pp. 13-77.]

La invencin de lo propio se conforma en paralelo a la del otro diferente y deshumanizado tanto interno como externo a las fronteras territoriales que estn estabilizndose. As, el museo arma su patrimonio con la donacin de miembros encumbrados de la sociedad, con las expropiaciones de los enemigos polticos locales[footnoteRef:2] y, tambin con los aportes brindados por las excavaciones desarrolladas por la arqueologa colonial[footnoteRef:3]. El Estado-nacin construye y transmite a travs suyo una identidad que subsume las diferencias internas explotando las externas. [2: Chastel, Andr La notion de patrimoine, pp. 410-412.] [3: Anderson, Benedict Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusin del nacionalismo. Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1993, p. 249.]

El poder de las imgenes como sntesis visual de todo un programa poltico-ideolgico se alinea con los intereses y necesidades del Estado-nacin que, al interior del museo ha librado una lucha simblica en donde el podio lo ocupa el triunfador que ya ha sido laureado-, en tanto que el vencido ha quedado subsumido slo pudiendo mostrarse y dejarse or en la palabra o la imagen del civilizador.La creacin del Museo Histrico Nacional (1891) en nuestro pas, en tanto institucin oficial, muestra una veta interesante para iniciar una indagacin que posee como meta desandar los mecanismos a travs de los cuales se ha buscado conformar e instaurar una historia nacional, al narrar mediante su patrimonio la consolidacin del panten de hroes que la conformaron: los grandes hombres de la patria, con sus gestas a favor de aquella.Esta institucin conlleva en su propio nacimiento la impronta de la poca que la ha alumbrado, sin embargo, como toda institucin ha sido ideada, pensada y materializada por hombres, los cuales por esa misma condicin se parecen ms a su tiempo que a sus padres[footnoteRef:4]; por ello, se encuentra en permanente tensin entre los ideales de su concepcin y las posibilidades polticas, econmicas, sociales y culturales de su realizacin. [4: Bloch, Marc. Introduccin a la historia. Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica, 1987, p. 18. Esta fue, hasta 1993, la edicin que circul de la obra de Bloch, ao en que uno de sus hijos, tienne, prepara y publica en Francia la edicin crtica por l supervisada dado que: () el texto de la edicin hasta entonces existente en el mercado no corresponda de manera fiel ni completa a ninguno de los manuscritos de Marc Bloch, en ninguna de sus etapas de redaccin. Esa edicin crtica, comenz a circular unos pocos aos despus en espaol. Bloch, tienne. Presentacin, en Bloch, Marc. Apologa para la historia o el oficio del historiador. Mxico: Fondo de Cultura Econmica Instituto Nacional de Antropologa e Historia, 1996, p. 77.]

La concrecin del proyecto institucional posee como rasgos constitutivos su variacin en el tiempo; la adquisicin de matices diferenciales en relacin al promotor que tenga a su cargo dirigir el emprendimiento; la modificacin de sus funciones; el incremento de su patrimonio; la ampliacin de sus exposiciones[footnoteRef:5] en trminos cuantitativos (por la periodicidad con que se efectan) y cualitativos (el valor de los objetos que se muestran). [5: La museologa moderna establece una clara diferenciacin entre la concepcin decimonnica an vigente en algunas muestras- de exposicin: poner frente a los ojos; y, exhibicin: disear mediante un guin curatorial una historia de lo que se quiere contar. Fernndez, Alejandro. Introduccin a la nueva museologa. Madrid: Alianza, 2003.]

Para finales del siglo XIX los guiones curatoriales, definidos como el hilo conductor que dispone de una manera determinada e intencional los objetos de las exhibiciones a los efectos de narrar visualmente un recorrido esttico plstico armnico, es algo ms intuitivo que formal, dado que no ser hasta la creacin, en noviembre de 1946, de la UNESCO (Organizacin de las Naciones Unidas para la Educacin, la Ciencia y la Cultura) en que la Asociacin Internacional de Museos y a su interior el ICOM (Consejo Internacional de Museos) busque de manera sistematizada y orgnica promover y fomentar una amplia accin destinada a mejorar la funcin cientfica, educativa y de conservacin de los museos[footnoteRef:6]. [6: Laumonier, Isabel. Museo y sociedad. Buenos Aires: Centro Editor de Amrica Latina, 1993, p. 15.]

En el primer apartado desarrollaremos el contexto de surgimiento del Museo Histrico Nacional en la Argentina, la concepcin de progreso que presenta, la relacin que establece la institucin museo con la elite portea y la manera en que dicho vnculo se plasma. Asimismo se analizar las ideas de trascendencia que las donaciones portan para las elites.En el segundo apartado nos centraremos y analizaremos parte del valuarte pictrico que el museo posea al momento de su inauguracin y el modo en que a travs suyo el Estado nacional argentino hilvana un pasado comn aglutinante representado por los hroes y los acontecimientos que lo habran forjado.En el tercer apartado exploraremos en las formas en que los pueblos originarios y los inmigrantes fueron omitidos en la historia nacional y por ello desdibujados del proceso constitutivo de la argentinidad en tanto, otros ajenos a ella.Finalmente se intentar trazar las diferencias que hubo entre 1891, ao de la inauguracin; y, 1910, momento del festejo del Centenario de la Revolucin de Mayo. A partir de lo cual se delinearn algunas notas a modo de conclusin.

El Museo Histrico Nacional: Materializacin y Simbolismo

Con posterioridad a las tres presidencias constitucionales: Mitre, Sarmiento, Avellaneda, desarrolladas desde 1862 a 1880, la Argentina comenz a evidenciar los resultados de la poltica programada desde el exilio por los profetas de la nueva Repblica Echeverra, Alberdi [entre otros hombres ligados a la Generacin del 37]- y puesta en ejecucin durante los veinte aos que siguieron a la batalla de Caseros[footnoteRef:7]. [7: Romero, Jos Luis. Las ideas en la Argentina del siglo XX. Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica, 1965, p. 11.]

Para 1880 estaban dadas las condiciones necesarias mnimas: lneas frreas que posibilitaran la insercin econmica de la Argentina en la Divisin Internacional del Trabajo como exportadora de materias primas; la pacificacin interna en trminos polticos y, estabilidad y unidad del territorio; por ltimo: la mano de obra, producto de la inmigracin, complet los basamentos indispensables para el derrotero poltico posterior.A partir de la Campaa al Desierto de 1879 en adelante donde desierto debe ser comprendido como carente de civilizacin-, las sucesivas etapas en que se plane el definitivo sometimiento de la sociedad indgena regional se centraron en el territorio de Neuqun cuyos frtiles valles cordilleranos estaban densamente poblados y protegidos por una accidentada geografa; subyace en este proyecto civilizatorio un inters netamente econmico, aunque lo acompaa un beneficio poltico: la consagracin del liderazgo, que ante los ojos porteos, le permitir a Roca iniciar su primer presidencia un ao despus.Las posturas precedentes, han sido catalogadas de mecanicistas y fuertemente criticadas, en tanto suman contingencias estticas ubicadas unas tras otras en un calendario de acontecimientos de sesenta aos de accin para proponer, en lugar de ver slo lo poltico o lo econmico o incluso la adicin de ambas dimensiones, hallar en la constitucin del estado-nacin () una gua fecunda para seleccionar las fuerzas que dieron forma a las relaciones intertnicas entre mapuches y criollos desde la hermandad hasta la subordinacin, pasando por la cooperacin, la competencia y el etnocidio[footnoteRef:8] [8: Becis, Martha. Instrumentos para el estudio de las relaciones intertnicas en el periodo formativo y de consolidacin de estados nacionales, en Hidalgo, Cecilia, Tamango, Liliana, comp. Etnicidad e Identidad. Buenos Aires: Centro Editor de Amrica Latina, 1992, pp. 82-108. ]

El proceso de consolidacin del Estado y el consecuente xito de la conquista militar de los espacios indgenas derivaron entonces en la afirmacin de la definitiva soberana nacional sobre los territorios patagnicos. La presencia estatal implic la imposicin de nuevas formas de relaciones sociales, visible sobre todo en el proceso de apropiacin privada de los recursos productivos, daando seriamente el basamento cultural de los pueblos originarios: su vnculo con la tierra[footnoteRef:9]. [9: Bandieri, Susana. Ampliando las fronteras: la ocupacin de la Patagonia en Lobato, Mirta Zaida, dir. El proceso, la modernizacin y sus lmites (1880-1916). Buenos Aires: Sudamericana, 2000, pp. 119-177. ]

Lo iniciado en 1879 fue un largo proceso que podra darse por terminado en las primeras dcadas del siglo XX, con la llegada del Ferrocarril Sud a la confluencia de los ros Neuqun y Limay en 1902 y su posterior extensin a Zapala en 1914, as se completa la irrupcin civilizatoria en las reas andinas incluyndolas al circuito comercial nacional.En paralelo y conformando un viejo pleito entre porteos y provincianos que se agudiz entonces, se quiso que la ciudad capital, que era adems el primer puerto del pas, fuese patrimonio de la nacin entera y no tan slo de la provincia de Buenos Aires, nica beneficiaria hasta ese momento de los rditos econmicos dados por su aduana y los ingresos que ella produca. Con la federalizacin del territorio o con la capitalizacin de Buenos Aires, segn la mirada respectivamente del interior o portea, se concluye, no sin el conflicto armado protagonizado por Tejedor, el derrotero del proyecto de consolidacin del Estado nacional.En ese clima de efervescencia poltica y social, con una fuerte inmigracin que haba nutrido el territorio y con claras disonancias entre las facciones de las elites, abre sus puertas el Museo Histrico Nacional, bastin simblico del proyecto civilizatorio de nuestro pas. Se traza a travs suyo un mensaje de civismo, civilidad y buen gusto que es imprescindible presentar y divulgar a la sociedad del momento y legar a las generaciones futuras. Con una clara idea pedaggica de divulgacin. El museo emerge con el sello de sus mecenas, las donaciones estn marcadas por la inclinacin de sus antiguos propietarios, por su formacin, por sus preferencias o por su particular visin de la historia, en este sentido el Museo Histrico Nacional, se puede ver en alguna medida como mrito de Adolfo Carranza: su obra se destaca dentro de un marco de extensa valoracin patritica. Se ha sealado, oportunamente, sobre el tema y sobre su labor que:

Afortunados deben considerarse los pueblos y las instituciones que cuenten con ciudadanos que tributen culto a sus tradiciones y a los hroes que las conformaron, como el caso de Carranza que cre la casa de las glorias nacionales. Por ese ideal, del que fue fanticamente devoto, luch con energa sin par. Refiere Adolfo Decoud que al cumplirse en 1889 el tercer ao de fundacin de la Revista Nacional, Carranza que era fundador y uno de los ms prolferos colaboradores, ofreci en el Caf de Pars una comida a un numeroso grupo de literatos e historiadores, a la que concurrieron Mitre, Andrs Lamas, Bernardo de Irigoyen, Ernesto Quesada, Manuel F. Mansilla, Carlos Guido y Spano, Martn Garca Merou, Joaqun Castellanos y otros, al final de la cual, la mayora de los presentes brindaron por la patria y los temas vinculados a sus acciones. Carranza anunci en el suyo su ideal de fundar un museo histrico que fue compartido unnimemente[footnoteRef:10]. [10: Laumonier, Isabel. Museo, pp. 19-20.]

Se presenta como acertado explicitar: por un lado, el corto plazo transcurrido desde la enunciacin hasta la concrecin del proyecto, los dos aos transcurridos entre 1889 y 1891 muestran no slo la iniciativa de Carranza, sino un clima favorable para su realizacin por parte de las autoridades que ven favorablemente la iniciativa, especialmente por su significado y beneficio para el recientemente consolidado Estado nacional; por otro, tambin evidencia la capacidad de convocatoria de la elite portea y los acompaamientos filantrpicos que sta era capaz de mostrar en pos de proyectos culturales que dieran cuenta consciente o inconscientemente- del capital simblico que posean.Tampoco parece desacertado indicar que los nombres mencionados eran personajes relevantes de la cultura portea del momento, y que en tanto parte de la elite no desaprovecharon la oportunidad de entregar sus donaciones al primer director de la institucin con la idea de colaborar a favor de la conformacin del patrimonio musestico que sera lucido en la institucin naciente: para deleite de todos sus visitantes.Esos mismos visitantes seran, mayoritariamente, sus pares, quienes no slo veran los objetos sino por sobre todas las cosas reconoceran a los mecenas que los haban donado desinteresadamente contribuyendo con el objetivo de mostrar los hitos que jalonaron la historia nacional: de la cual ellos y sus familias haban sido parte. Se habr de subrayar explcitamente que la idea de progreso imperante durante el siglo XIX, momento en que surge la presente institucin, es mecanicista, es decir, que concibe la ascendencia y linealidad del desarrollo, la cual a su vez, muestra escasa participacin de los hombres, con la excepcin de los grandes hombres que lo hicieron posible[footnoteRef:11], hombres excepcionales que deban ser dignos del bronce, ocultando su humanidad y probablemente todo aquello que los mostrara de carne y hueso en pos de la trascendencia, que persigue modelar (erigirse como modelo), que su accin deba dejar para la posteridad. [11: Fontana, Joseph. La historia de los hombres. Barcelona: Crtica, 2001, pp. 354-355. ]

Es importante destacar que uno de los hombres sobresalientes de la poca presente en la cena organizada por Carranza, era Bartolom Mitre, no slo ni principalmente por haber sido el primer presidente del periodo concebido como fundacional de nuestra historia, sino por su labor historiogrfica, ya que aborda en su Historia de Belgrano y de la independencia argentina el origen de nuestra nacionalidad, fundada en la idea de la preexistencia de la nacin, articulando, de esta manera, una narrativa genealgica.Aquella imagen compacta de la visin historiogrfica de Mitre, oculta en realidad, las tensiones que su obra transita, el hecho de que sta haya tenido ediciones sucesivas: 1856, 1858-1859, 1876 y su versin definitiva en 1887, habla con claridad no solamente de un proyecto historiogrfico no consumado, es decir, en proceso de mutacin, sino que en paralelo estara indicando la dinmica del clima intelectual de la poca y de la circulacin de ideas, es por ello que resulta conveniente recordar que Renan publica en Francia, en 1882, Qu es una nacin?[footnoteRef:12], dando as a Mitre un insumo valioso para replantearse las concepciones de las nacionalidades como entidades objetivas[footnoteRef:13]. [12: Renan, Ernest. Qu es una nacin? Madrid: Instituto de Estudios Polticos, 1957.] [13: Palti, Elas La Historia de Belgrano de Mitre y la problemtica concepcin de un pasado nacional, en Boletn del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Nro. 21, 2000, pp. 75-97.]

Se torna relevante, en este punto, retomar la polmica entre Mitre y Lpez (1881-1882) porque all se marca las relaciones existentes entre su pensamiento histrico y su percepcin poltica; las diferencias entre ambos se fundan en su visin de lo que significa hacer poltica en un sistema republicano y en el papel que debera desempear la prensa al interior de ste.La era de Mitre es la poca de oro de la prensa poltica, la cual emerge definitivamente en esos aos en Buenos Aires como el espacio republicano por excelencia, opuesto, por definicin, al mbito de las facciosas intrigas de la poltica del momento[footnoteRef:14]. [14: Alonso, Paula En la primavera de la Historia. El discurso poltico del roquismo de la dcada del ochenta a travs de su prensa, en Boletn del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Nro. 15, 1997, pp. 35-70.]

La densidad de una poca que se est configurando, en tanto es un mundo por hacer, signado por disputas no slo retricas sino de concepciones polticas e ideolgicas, no se desarrolla en el vaco, sino en un espacio y un lugar concreto: la Argentina moderna:

() fundada en las tierras vrgenes de la pampa, ignora oficialmente a los componentes de una poca colonial pobre en realizaciones significativas. La tabla rasa histrica viene a agregarse al vaco geogrfico. Es por eso que el carcter desrtico e inexplorado de la Argentina de principios del siglo XIX ha sido el punto de partida de todos los proyectos de transformacin nacional[footnoteRef:15]. [15: Rouqui, Alan. Poder militar y sociedad poltica en la Argentina. I. hasta 1943, Buenos Aires: Emec, 1998, p. 27. ]

Esa Argentina moderna que Sarmiento y Alberdi disearon en el papel, fue tomando matices y articulando proyectos no siempre conciliables en las ideas pero que, sin embargo, han tenido mayor desarrollo en la praxis poltica local. Se debe trazar, al menos a grandes rasgos una diferenciacin til, desde un punto de vista analtico, entre la primera mitad y la segunda mitad de siglo XIX a los efectos de hacer ms comprensible la afirmacin precedente. Durante la primera parte del siglo XIX las relaciones se desarrollan entre territorios autnomos que todava no han podido darse una unidad poltica que supere los tratados o acuerdos interprovinciales, mostrando todava al caudillo como una figura sobresaliente en la arena poltica y econmica al interior de las provincias o regiones en permanente tensin por el ejercicio del poder.La segunda mitad del siglo XIX es una etapa donde comienzan a articularse de manera ms eficiente las instituciones, o incluso se podra precisar y hablar de una institucionalizacin del ejercicio del poder, que busca una articulacin unificada y que en pos de su consolidacin debe eliminar los posibles focos de conflictos: caudillos y pueblos originarios; para instaurar la pacificacin e incorporar a la Argentina en la economa mundo. El Museo Histrico Nacional evidencia hasta qu punto, ms all de las divergencias o facciones polticas, la historia que hay que mostrar no permite alumbrar fisuras narrativas, en tanto proyecto vinculado con la elite local y su concepcin de la gran nacin argentina. Localismo que nuestra el modelo poltico de pas que ha triunfado: el ombligo del Plata[footnoteRef:16]. [16: No pareciera este el espacio para un mayor desarrollo, sin embargo, parece correcto recordar que Buenos Aires, a diferencia del resto de las provincias no tuvo una fundacin interna sino extraterritorial, lo cual la ha signado hasta el presente no slo desde la residencia del poder poltico sino adems en lo cultural, por su permanente mirada hacia Europa; en lo social por la diversidad con su lamentable contra cara xenofbica-; por su arquitectura tan multifactica que excede el estilo colonial -tan presente en Salta- o el barroco -en algunas rdenes religiosas de la mediterrnea Crdoba- para incluir el neoclasicismo y el neogtico entre otros estilos. Clementi, Hebe. Buenos Aires ombligo del Plata. Buenos Aires: Instituto Histrico de la Ciudad de Buenos Aires, 1999. Aqu abandono la polifona para hablar en una odiosa doblemente- primera persona, para sealar que lo nico digno de mencin del libro es su ttulo ]

Ver para contar: La retrica visual de la Historia Nacional

Se debe explicitar que en este apartado se desarrollarn tres ncleos temticos argumentativos de la historia nacional presentes en el Museo Histrico Nacional. Se tomar: por un lado, la Guerra del Paraguay, cuya crnica visual fuera hecha por Cndido Lpez; por otro, la imagen de San Martn vista a travs de dos cuadros y un daguerrotipo, realizados respectivamente por Jos Gil de Castro; Franois Joseph Naves; y, el daguerrotipo de autor desconocido (en el cual se bas su hija para pintar un cuadro de su padre); y por ltimo, se analizar un cuadro denominado de pintura histrica.En lo que refiere a la Guerra del Paraguay, la reflexin se centrar en la significacin que este acontecimiento tuvo (o el que se le asign); en el valor testimonial y pictrico que portan las pinturas; y, en las diferencias existentes entre la pintura de Candido Lpez y algunos de sus contemporneos. Se intentar a partir de las fuentes iconogrficas de San Martn, indagar su significacin para la historia nacional; la influencia que pudieron haber tenido en la conformacin de un imaginario social; la idea de heroicidad y de hroe que subyace y/o proyectan.Finalmente se reflexionar sobre las caractersticas de la pintura histrica de la segundad mitad del siglo XIX y la primera dcada del XX, trazando similitudes y diferencias tomando como variables de anlisis: la produccin; la concepcin; las necesidades del mercado.

Cndido Lpez y la Guerra del Paraguay

Se posee escasa informacin sobre la vida de Cndido Lpez, se sabe que naci en Buenos Aires el 29 de agosto de 1840 y que estudi pintura con varios maestros de la poca: los italianos Baldessarre Verazzi (1819-1896) de origen piamonts y el lombardo Ignazio Manzoni (1797-1888), los cuales ante las escasas posibilidades de insertarse como retratistas y hacer carrera en el Ro de la Plata, se volcaron a la enseanza como medio de vida, tarea en la que formaron discpulos. No obstante, entre los maestros de Cndido Lpez el que parece haber ejercido mayor influencia es Carlos Descalzo (1813-1879), artista argentino, quien tambin lo instruy en los primeros pasos, rudimentarios, de la fotografa.Se ha de tener presente que la fotografa era un descubrimiento reciente, atractivo adems para los jvenes. Los anuncios en los diarios de la poca dan cuenta del inters suscitado y de la presencia en el pas de numerosos fotgrafos extranjeros -especialmente franceses- ofreciendo como una novedad sus servicios, en particular porque la intensidad de la fotografa es casi siempre histrica y social[footnoteRef:17], en tanto capta y cristaliza un momento, pero tambin el entorno del personaje o el hecho que captura, inmortalizndolo al legarlo a las generaciones futuras. [17: Lobato, Mirta Zaida Entrevista a Luis Pramo, en Entrepasados, Ao IX, Nro. 18/19, 2000, pp. 183-190.]

Cndido Lpez se asoci con uno de ellos -Juan M. Soul- para realizar retratos al daguerrotipo. Esta primera actividad del joven Lpez como fotgrafo debe ser tenida en cuenta en vista a su obra pictrica posterior, muy deudora -en ms de un aspecto- de la fotografa, de su sentido documental y de su vocacin de captar un instante determinado[footnoteRef:18]. [18: http://paseosimaginarios.com Este sitio web reproduce casi ntegramente el texto de Fermn Fevre: Cndido Lpez, publicado por El Ateneo, edicin ya agotada. Se ha recurrido a los efectos de poder acceder a ese material a esta pgina, de la cual se han extrado todas las imgenes correspondientes a Cndido Lpez que se utilizan en este apartado. ]

Cada uno y todos los cuadros que se utilizan evidencian ese personal gusto por la recuperacin de la tcnica, difiere sin embargo, en un punto esencial para la poca: el color; all Cndido Lpez imprime su propio sello, transmitiendo en su utilizacin, una paleta mltiple de posibilidades, su empleo de colores clidos, para captar un atardecer, o el empleo de los tonos blancos y negros para dar mayor iluminacin o sombras muestra un dominio de los materiales y, una clara eleccin en la composicin de los temas y los momentos (atardeceres, amaneceres, das plenos) en que elige plasmar la escena que retratar.Una muestra de su primera experiencia con daguerrotipos puede apreciarse en el siguiente detalle.

Figura 1 Soldados paraguayos heridos, prisioneros de la batalla de Yatay (detalle)

Las pinturas de Cndido Lpez sobre la Guerra del Paraguay se caracterizan por sus grandes dimensiones, particularidad que mostrara una necesidad comunicativa: el detenimiento en los detalles, como la vestimenta, los gestos, la iluminacin, los colores; no slo hablan de una fructfera apropiacin de la capacidad que la fotografa tiene de capturar lo efmero, dejndolo esttico e incorruptible ante el paso del tiempo sino una bsqueda personal en la forma de conformar su narracin del acontecimiento y de componerlo visualmente.El modo en que capta y retrata las profundidades, los horizontes, los matices y juegos de luces que en ellos representa, muestran no solamente su dominio de la tcnica, sino la libertad de espritu y de accin que le da a su pintura.Se tiene registro que en 1862 se encontraba en Mercedes (Provincia de Buenos Aires). Ms tarde, en 1865, se va a vivir a San Nicols de los Arroyos donde se instala como fotgrafo al daguerrotipo. Por su libro de gastos se sabe de sus continuos viajes por la provincia de Buenos Aires (Bragado, Lujn, Chivilcoy, Carmen de Areco, Mercedes) hasta afincarse en San Nicols[footnoteRef:19]. [19: http://paseosimaginarios.com ]

En 1865 estalla la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay Cndido Lpez se enrola en el Batalln de Guardias Nacionales. En torno de esta guerra se han esgrimido dos interpretaciones contrapuestas, vertidas por dos posturas historiogrficas: la liberal y la revisionista.La primera de ellas sostiene que: Argentina fue asaltada en plena paz, a traicin y sin causa eficiente, obligando a nuestro pas a devolver el golpe. Los revisionistas plantean que: fueron Mitre y el Imperio de Brasil los que, movidos por intereses manufactureros britnicos y la diplomacia inglesa a ellos supeditada, los que provocaron la guerra para incorporar al Paraguay al sistema de divisin internacional del trabajo[footnoteRef:20]. [20: Scenna, Miguel ngel Orgenes de la Guerra del Paraguay, en Todo es historia, Ao XI, Nro. 136, septiembre de 1978, p. 8.]

Lo cierto es que Cndido Lpez se convierte en protagonista y cronista visual de la guerra. El 2 de junio de 1865 se embarca con su batalln, registrando en su diario personal los diferentes campamentos en los que se instalan los Guardias Nacionales de San Nicols, en Uruguayana, Paso de los Libres, San Bento, Ensenadita. Participa de las batallas de Yata-ti Tuyut y Curupayt. En esta ltima, el 22 de septiembre de 1866, al cruzar una zanja, un casco de granada le despedaza la mano derecha[footnoteRef:21]. [21: Crcamo, Silvia Memorias de la guerra del Paraguay en el contexto actual, en http://lasa.international.pitt.edu]

Al da siguiente lo evacan junto a otros heridos a Corrientes. All lo amputacin hasta el antebrazo para detener la gangrena que lo amenazaba. Pasa a integrar el Cuerpo de Invlidos. En febrero de 1867 es enviado a Buenos Aires, donde un ao despus el Dr. Lucio del Castillo le efecta una nueva amputacin en el brazo derecho por arriba del codo.Se ve obligado a educar su mano izquierda para seguir pintando y el primer cuadro que realiza con ella, titulado por l Rancho en que viva el Dr. Lucio del Castillo en el campamento de Tuyut, se lo regala a su mdico. Hoy se encuentra en el Museo de Lujn.

Figura 2 Desembarco del Ejrcito Argentino frente a las trincheras de Curuz, 12 de septiembre de 1866.

Este cuadro muestra de manera ntida no slo la geografa del lugar, las armas de los soldados, los uniformes, la disposicin de los navos, el color de los botes, las actividades que se desarrollan en las mrgenes del ro. Sino que captan sin dramatismo la cotidianeidad de la guerra, de la preparacin para el campo de batalla. Se casa el 22 de septiembre de 1872 en Carmen de Areco con Emilia Magallanes. Tuvieron doce hijos y ella lo sobrevivi hasta 1934. En los aos siguientes Cndido Lpez trabaja como puestero en distintas estancias de la familia de su mujer, en San Antonio de Areco y Baradero. Al margen de ello, sigue pintando basndose en los dibujos y bocetos que haba realizado durante la campaa de la Guerra del Paraguay mientras presenciaba los hechos[footnoteRef:22]. [22: http://paseosimaginarios.com]

Las pinturas se referan con exclusividad a ese acontecimiento que tanto marc su vida. Haba realizado veintinueve leos y el Dr. Quirno Costa, quien lo haba descubierto en Baradero, lo inst a que los expusiera en Buenos Aires. Con ese motivo Cndido Lpez se traslada a vivir a Morn y comienza las gestiones para poder hacer la muestra.

Figura 3Ataque de la escuadra Brasilea a las bateras de Curupayt, el 22 de Septiembre de 1866 (detalle).

Vale la pena sealar aqu, el lugar destacado de las embarcaciones, los matices del tono blanco que permiten que se visibilice los disparos y sus efectos en el agua; sin por ello descuidad la naturaleza, sus verdes que buscan el detalle de las profundidades y la densidad de la espesura de los rboles. Finalmente el 18 de marzo de 1885 en los salones del Club de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires se inaugura la exposicin de los veintinueve leos de las escenas de la Guerra del Paraguay[footnoteRef:23]. [23: Capolbo, Hebe Eliana. El campo como escenario de batalla. El discurso de Cndido Lpez, pintor oficial de la guerra del Paraguay, en AAVV. Campo /Cuidad en la Artes en Argentina y Latinoamrica. Buenos Aires: CAIA, 1991, pp. 70-77.]

Una comisin presidida por Rufino Vrela fue la encargada de dictaminar sobre la conveniencia de la muestra y la importancia de sus obras. Su informe es significativo. La Comisin no pretende presentar los cuadros del Sr. Lpez como una sobresaliente obra de arte, pero la opinin de todos los que la componen es que, adems de sus buenas condiciones artsticas tienen un elevado e indisputable valor histrico[footnoteRef:24]. [24: http://paseosimaginarios.com]

La exposicin no tuvo mayor repercusin pblica, aunque la prensa elogia la muestra. De all en ms Cndido Lpez iniciar una larga y fatigosa gestin para que el Estado argentino le compre sus obras. En el diario La Nacin del 13 de junio de 1886 aparece una nota diciendo: La intencin del General Roca es adquirir esos cuadros histricos, dando en compensacin al autor una suma de dinero que le indemnice los ocho aos de trabajo que ha invertido en su obra, a cuyo efecto se expedir un decreto en acuerdo general de ministros[footnoteRef:25]. [25: http://paseosimaginarios.com]

Para buscar su aval, en cuanto a la veracidad histrica, el 2 de mayo, en carta al Gral. Bartolom Mitre, Cndido Lpez le solicita: quiera con su autorizada palabra declarar la verdad de mis asertos. Mitre le contesta el mismo da dicindole que sus cuadros son verdaderos documentos histricos por su fidelidad grfica y contribuirn a conservar el glorioso recuerdo de los hechos que representan[footnoteRef:26]. [26: http://paseosimaginarios.com]

No hay que perder de vista que no son personajes ignotos los que se mencionan, Roca y Mitre, son hombres encumbrados para la poca; de uno depone la compra de los cuadros, del otro conceder veracidad a las representaciones icnicas de Cndido Lpez, en ambos casos, aunque de diferentes modos, sendos hombres se instituyen en fuente de legitimidad. Por Ley 2038 sancionada por ambas Cmaras, el 22 de septiembre de 1887, se autoriza al Poder Ejecutivo a pagar la suma de once mil pesos moneda nacional por la compra de los veintinueve cuadros expuestos en 1885 en el Club de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires. En 1898, el Gobierno nacional le compra dos cuadros ms adquiridos para el Museo Histrico Nacional[footnoteRef:27]. [27: Capolbo, Hebe Eliana. El campo como escenario de batalla, p. 70.]

En 1888 se establece en Merlo y en 1892 se instala en Buenos Aires trabajando en una habitacin interna de la sede del Cuerpo de Invlidos del Ejrcito situada en Azcunaga y Mel donde pone su taller, muy visitado por colegas de armas y amigos. El 31 de diciembre de 1902 muere Cndido Lpez en Buenos Aires.

Figura 4Trinchera de Curupayt (detalle)

En este detalle tambin puede observarse como a pesar de presencia de la muerte, sta se halla aludida como posibilidad y como realidad en el espacio de la trinchera, no hay dramatismo, la vida y la muerte aparecen como naturales. No se sacralizan, simplemente se exponen; no hay intento de disimular, ni ocultamiento.

Figura 6La escuadra en el canal Privado del Paso de la Patria, 23 de Abril de 1866. Su afn documental es tal que las pinturas estn identificadas en todos los casos, al referirse a hechos y momentos particulares de esa guerra. Por eso sus ttulos tienen lugar, da -slo les falta indicar la hora- y tratan de dar con la mayor precisin y rigor la oportunidad de lo que narran. Utiliza generalmente la forma rectangular, apaisada -casi siempre en relacin de dos y tres por uno- a fin de que en su pintura ingrese una amplia escena. Predomina tambin la visin area a fin de obtener una mayor profundidad de la perspectiva[footnoteRef:28]. [28: http://paseosimaginarios.com]

En total pinta 58 cuadros referidos a la Guerra del Paraguay. Ellos constituyen el ncleo de su obra. Al pintarlos, el artista dej a un lado su formacin acadmica para desarrollar una pintura personal, con una entidad y una identidad tal cual se lo exigan los temas que deseaba abordar, en ese sentido su obra no slo es testimonial, sus cuadros constituyen un alegato[footnoteRef:29]. [29: Rubio, Alicia Gloria Auxiliadora Monumentos de cultura, testimonios de barbarie, en Estudios de Filosofa Prctica e Historia de las Ideas, Ao 7, Nro. 8, 2006, pp. 137-144.]

Ese particular punto de vista de las cosas y el encuadre fotogrfico de las escenas le da a esta pintura caractersticas muy particulares. El artista tampoco se atuvo a las relaciones proporcionales habituales. As aparece una desproporcin entre la naturaleza, hombres y objetos. Se puede notar un cierto gigantismo en la visin de la naturaleza, asimismo existe una relacin entre los planos que no respeta el orden proporcional[footnoteRef:30], lo cual marca un modo personal de primar los elementos que los componen. [30: http://paseosimaginarios.com]

Existe una jerarquizacin implcita que posibilita varias y variadas interpretaciones, sin que prime alguna, tal vez la mayor riqueza de todo documento: visual, escrito, arquitectnico, sea su polifona. A pesar de haber ocupado un lugar marginal y secundario en la historia del arte pictrico, posee un lenguaje expresivo que mantiene gran vigencia, a pesar de que no todos los historiadores del arte lo hayan percibido. Sus imgenes atraen y emocionan por su pureza narrativa y la visin del mundo que proporcionan.Si se gua por las fechas, Cndido Lpez perteneci a la generacin del Ochenta o, al menos, estuvo entre las dos primeras generaciones de pintores nacidos en el pas.En la primera se ubican Carlos Morel, Prilidiano Pueyrredn, Martn Boneo, entre los ms destacados; en la segunda generacin ngel Della Valle, Graciano Mendilaharzu, Eduardo Svori, Eduardo Schiaffino, por mencionar slo algunos. stos representaron a la generacin del Ochenta, sumndose a los escritores y artistas que encarnaron a dicha generacin en ese gran momento de la construccin de nuestro pas, cuando aparecen las primeras asociaciones e instituciones culturales[footnoteRef:31]. [31: http://paseosimaginarios.com]

Cndido Lpez estuvo al margen de esa dinmica, no fue un hombre particularmente vinculado a la vida social de Buenos Aires, antes bien estuvo conectado al interior del pas, enraizado en pueblos distantes de los centros urbanos; se puede definir como un hombre de interior, que disfrutaba del entorno. Naci diez aos despus que el uruguayo Juan Manuel Blanes (1830-1901), el pintor de Urquiza, autor de ocho clebres cuadros sobre temas de guerra para el palacio San Jos en Entre Ros, y una dcada antes que la mayor parte de los integrantes de la generacin del Ochenta. Podra decirse, que muri con el siglo, al igual que Blanes y Della Valle, dos pintores contemporneos[footnoteRef:32]. [32: http://paseosimaginarios.com]