El Movimiento del 68 en México: interpretaciones historiográficas ...
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Andamios. Revista de Investigacin
Social
ISSN: 1870-0063
Universidad Autnoma de la Ciudad de
Mxico
Mxico
Cern, Ahremi
El Movimiento del 68 en Mxico: interpretaciones historiogrficas 1998-2008
Andamios. Revista de Investigacin Social, vol. 9, nm. 20, septiembre-diciembre, 2012, pp. 237-257
Universidad Autnoma de la Ciudad de Mxico
Distrito Federal, Mxico
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=62826835009
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El MoviMiEnto dEl 68 En Mxico: intErprEtacionEs historiogrficas 1998-2008
Ahremi Cern*
rEsuMEn. El objetivo de este artculo es mostrar un balance historiogrfico basado en el estudio de las publicaciones hechas sobre el Movimiento Estudiantil del 68 durante la dcada 1998-2008. El motivo de fondo que gua buena parte de los textos analizados es la represin del 2 de octubre. Sin embargo, en la produccin bibliogrfica aparecen elementos temticos vincula-dos con el anlisis del Movimiento. Dentro de las interpretaciones sobre el tema fue posible identificar algunos puntos de consenso entre los que destacan las causas del Movimiento, los actores co-lectivos involucrados, as como la efectividad de las formas de lucha. Las divergencias ms evidentes se relacionan con los proyectos y el impacto de la movilizacin en el sistema poltico y social.
palabras clavE. Historiografa, movimiento estudiantil, izquierda, democracia, revolucin.
El Movimiento Estudiantil de 1968 se considera un parteaguas en la historia mexicana, un referente para la apertura democrtica del ltimo cuarto del siglo XX y de otros cambios de tipo cultural y simblico. En los ltimas cuatro dcadas, el Movimiento Estudiantil en Mxico ha sido objeto de una extensa produccin bibliogrfica que se intensific en especial entre los aniversarios 30 y 40. Frente a la cantidad de obras publicadas en los ltimos diez aos, no contamos con un verdadero balance historiogrfico que destaque los aspectos cualitativos del debate, los acuerdos y las aristas polmicas que lo configuran.* Licenciada en Historia y Sociedad Contempornea por la Universidad Autnoma de la Ciudad de Mxico. Estudiante de la Maestra en Historia y Etnohistoria en la Escuela Nacional de Antropologa e Historia. Direccin electrnica: [email protected]
Volumen 9, nmero 20, septiembre-diciembre, 2012, pp. 237-257
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En esta direccin, este trabajo muestra los enfoques, los argumentos, las hiptesis y las interpretaciones, as como las posibles discrepancias entre los autores que estudian el tema. Este estudio concibe el Movimien-to Estudiantil como proceso ms que como un acontecimiento marcado por el 2 de octubre, da en el que ha centrado su atencin una extensa literatura testimonial y de denuncia. En una panormica general es posible presentar seis rubros que distinguen las recientes publicaciones sobre el Movimiento del 68. El primero rene obras representativas que privilegian la denuncia y el tes-timonio. El segundo muestra lo que escribieron los estudiosos del tema sobre las causas de la lucha estudiantil. El tercero da cuenta de la forma en que los autores identifican las diversas identidades sociales y polticas involucradas en el conflicto. El cuarto seala los proyectos del Movimiento que destacan los autores. El quinto trata sobre las formas de lucha que adoptaron los movilizados y el sexto atiende el impacto del Movimiento que perciben los escritores del tema.
la dEnuncia y El tEstiMonio
El estudio de los libros que privilegian la denuncia y el testimonio muestra que la preocupacin central de muchos investigadores fue conocer qu ocurri realmente el 2 de octubre e identificar a los responsables. Este inters se ha mantenido en gran medida porque ha existido un obstinado silencio oficial sobre aquella lucha estudiantil y por ende una sostenida impunidad de los responsables. Con sus denuncias y testimonios, los autores contribuyen a fortalecer la memoria colectiva sobre un agravio, as como a rescatar algunos elementos indispensables para la construccin de la historia, que no puede partir de la omisin oficial y de la mentira institucionalizada. En la primera categora, la denuncia, los libros que privilegian este aspecto informan sobre distintas iniciativas de investigacin relacionadas con el 2 de octubre en Tlatelolco.1 En esta direccin se conform en
1 Las obras son: Aguayo (1998); Scherer y Monsivis (1999); Jardn (2003); Scherer y Monsivis (2004); Rodrguez (2008).
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1993 una Comisin de la Verdad, instancia independiente que no logr grandes avances, al ver su labor limitada por una insuficiente dotacin de recursos y autoridad (Aguayo, 1998: 13). Ms tarde, en 1998, el Legislativo trat de investigar la represin estudiantil y se form la Comisin Especial del 68, sin conseguir ahondar en el tema.2 El clima poltico que se gener cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdi su hegemona en el poder permiti la conformacin de la Fiscala Especial para Movimientos Sociales y Polticos del Pasado (FEMoSPP), la cual tampoco rindi mejores resultados.3 La gradual apertura de archivos permiti a los investigadores acer-carse un poco ms a lo que ocurri entonces. El Archivo General de la Nacin, el de la Secretara de Relaciones Exteriores, el Diplomtico y el del Departamento del Distrito Federal estuvieron entre los primeros en estar disponibles (Aguayo, 1998: 16-17). A estos siguieron, entre otros, los archivos de la Secretara de la Defensa Nacional y el de la Direccin Federal de Seguridad. A partir de esta bsqueda, los autores confir-man o confrontan la reconstruccin e interpretacin de los sucesos del 68. En primer trmino, aparecen denunciados los principales aparatos de control gubernamental: la Direccin Federal de Seguridad (DFS), instituida en 1947, y la Direccin de Investigaciones Polticas y Sociales (IPS). otros organismos inculpados dependan del Presidente de la Repblica: la Polica Judicial Federal, el Servicio Secreto, el Cuerpo de Granaderos, la Polica Judicial y la Polica Preventiva del Departamento del Distrito Federal (Aguayo, 1998: 31-32). Se aade una estructura militar paralela: el Estado Mayor Presidencial creado desde el gobierno de Manuel vila Camacho. A todas estas instancias se les muestra interviniendo en el Movimiento, aunque no siempre de manera coor-dinada. Por eso, entre otros asuntos, surge para Rodrguez (2008: 214) la incertidumbre respecto a la actuacin de los francotiradores 2 La comisin estuvo integrada por Pablo Gmez, Miguel ngel Garza, Salvador Rizo y oscar Aguilar, Amrico Ramrez y Gustavo Espinoza Plata. La revisin de 600 expe-dientes y 850 fotografas del Archivo General de la Nacin no encontr registros de las rdenes de Daz ordaz ni de las acciones militares (Gil, 2008: 34-39).3 La FEMoSPP fue creada el 27 de noviembre de 2001 por el presidente Fox en respuesta a la recomendacin 26/2001 de la Comisin Nacional de Derechos Humanos (CNDH) sobre desapariciones forzadas y violaciones de derechos humanos durante la guerra sucia (Daz, 2008: 50-53).
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en Tlatelolco, identificados como parte del personal del Estado Mayor Presidencial. Aparentemente este grupo actu a espaldas del responsable de la Secretara de la Defensa, General Garca Barragn. En la segunda categora, el testimonio, encontramos una de las vetas ms trabajadas pues la contemporaneidad del tema permiti a al-gunos autores construir sus propias fuentes.4 No obstante, el origen y la forma de los testimonios registrados aparecen de forma ms bien homognea: en su mayora proceden de los que formaron parte del CNH. En general, la informacin se recaba con entrevistas dirigidas, acotadas por un cuestionario que frecuentemente limita el anlisis. Hay, por lo tanto, un vaco testimonial de otros actores, de gente co-mn como los familiares de los movilizados, las fuerzas militares o policacas, los burcratas, etctera. Entre los trabajos que se ocupan del testimonio destaca el Memorial del 68, coordinado por Vzquez (2007), en el que aparecen tambin ensayos interpretativos de participantes e investigadores del Movimiento. As pues, tanto las obras que resaltan la denuncia como aquellas en que predomina el testimonio cumplen con la funcin de preservar en la memoria colectiva el recuerdo del Movimiento Estudiantil. Si, como ocurre hasta hoy, la ruptura del tejido social que caus la represin violenta de la lucha no ha sido reparada, la publicacin de las obras citadas est ms que justificada. Silencio oficial, impunidad e ignorancia de la mayora de la sociedad al respecto son, en parte, compensados por estos libros. Sin embargo, en estos textos, por lo general, no se arriba a conclusiones que nos permitan comprender el proceso, por ms que la tragedia del 2 de octubre acapare la atencin.
las racEs
Las diferentes hiptesis sobre las causas de la lucha estudiantil incluyen la influencia externa de otros movimientos que mostraban una vo-luntad transformadora. Entre los cambios culturales y polticos se
4 Los libros que corresponden a este grupo son: Ascencio (1998); ortega (1998); Garca (1998); Jardn (1998); Vzquez (2007).
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destacan experiencias como el Mayo Francs y la Revolucin Cubana, procesos que revitalizaron un imaginario inconforme con el sistema po-ltico, social y cultural dominante (Solana, 2008: 18; Mendoza, 2001: 122; Volpi, 1998: 83). Un segundo enfoque toma en cuenta el ambiente poltico de la Guerra Fra, bajo cuyo prisma la teora oficial de la conjura comunista conceba y explicaba la lucha estudiantil. En ese am-biente poltico se seala la intervencin de la Central Intelligence Agency (cia) y el Federal Bureau of Investigation (fbi), entidades que re-colectaban e infiltraban informacin (Montemayor, 2000: 76-78). Ambas organizaciones trabajaban con la complicidad del gobierno mexicano: bajo el nombre clave LitEMpo, varios funcionarios, inclui-dos el presidente Gustavo Daz ordaz y el Secretario de Gobernacin Luis Echeverra, servan a los intereses extranjeros (Aguayo, 1998: 93-94). Adentrndose en las condiciones que subyacan en el interior de la estructura poltica-social y econmica en Mxico, el presidencialismo autoritario se presenta como un factor de descontento social que deto-n, en parte, la movilizacin (Rivas, 2007: 594-596; lvarez, 1998: 167). Para algunos autores, tambin contribuy el agotamiento del milagro mexicano que deterioraba la calidad de vida de las mayoras como re-sultado de la creciente desigualdad social y econmica (ordorika, 2006: 156-157; Estrada, 2004: 178; Sols, 2008: 50). Sin embargo, para lvarez (1998: 144), este efecto era apenas perceptible en el 68, de modo que no le atribuye una carga significativa. Asimismo, la atmsfera que generaba la inminente celebracin de los XIX Juegos olmpicos colocaba a los disidentes del rgimen en una situacin riesgosa. Si bien este acontecimiento exhibira la estabilidad poltica y social del Estado mexicano, el gobierno tema que sus opo-sitores sabotearan el espectculo o lo aprovecharan para sus propios fines (Estrada, 2004: 178; Guevara, 2008: 92; Volpi, 1998: 272). Por esto, segn lvarez (1998: 16), era posible una provocacin gubernamental en los das finales de julio para justificar la detencin preventiva de los lderes de izquierda. La tensin poltica en el 68, se intensificaba con la pugna entre los funcionarios del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para postularse como candidatos para la sucesin presidencial. Luis Echeverra lvarez, Secretario de Gobernacin, Alfonso Corona
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del Rosal, Regente del Distrito Federal, y Emilio Martnez Manatou, Secretario de la Presidencia, mantenan entre s una competencia que haca factible la fabricacin de situaciones sociales comprometedoras para restar mritos polticos a alguno de ellos (Guevara, 2004: 30; Rivas, 2007: 507). As, aparece nuevamente la teora de la provocacin gubernamental, identificndola desde los primeros disturbios en julio hasta la represin final en Tlatelolco (Guevara, 2004: 23). De todas maneras, para lvarez (1998: 39) la provocacin gu-bernamental sera un componente en el conflicto, pero no el ms importante. De modo que, cuando la protesta por la represin se desplaz a una serie de demandas antiautoritarias y democratizadoras que incluan a otros sectores de la sociedad, el Movimiento rebas cualquier posible control predeterminado. En conclusin, son pocos los disensos entre los autores que plantean las posibles causas del Movimiento. Ya sea ubicando la lucha estudiantil mexicana en el contexto de sus similares en el mundo, o refirindose ms a las condiciones en el mbito nacional, se observa que poltica y socialmente existan las condiciones subjetivas y objetivas conducentes a la protesta. La constante referencia a organismos extranjeros in-terviniendo en el Movimiento da cuenta de los lmites en que operaba el Estado, al resolver conflictos internos que, por la naturaleza dependiente del rgimen, se insertaban en la problemtica de la Guerra Fra.
los actorEs
No fue fcil rescatar en la bibliografa estudiada la definicin de las iden-tidades colectivas movilizadas en el 68.5 El anlisis de los textos deja ver la dificultad que implica establecer una adecuada articulacin entre
5 El concepto identidad, individual o colectiva est sometido an a debate. Sin embar-go, tomando la explicacin que propone Melucci (2002: 43) identidad colectiva tiene que ver con un proceso de construccin de un sistema de accin. En ste, los actores colectivos son capaces de definirse a s mismos, sus fines, sus medios y el ambiente en el que actuarn. Tal proceso no es lineal, pues implica interaccin y negociaciones entre una pluralidad de orientaciones. Es decir, Melucci se contrapone a la concepcin de identidad colectiva como un dato o una especie de esencia del movimiento.
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los entrecruzamientos propios de las identidades polticas y sociales involucradas en el Movimiento. En general, los autores concuerdan en al principio de la lucha, las mayoras participantes en el Movimiento carecan de una definicin poltica. En este caso se encontraban la mayora de los jvenes que en los sesenta enfrentaban un ambiente represivo de redadas y persecuciones gubernamentales en diferentes estratos sociales (Guevara, 2004: 56-58; Estrada, 2004: 202). Cuando los policas y los granaderos atacaron a los estudiantes, otros actores sociales se solidarizaron con los movi-lizados: vecinos, transentes, vendedores, porros y pandilleros ayudaron a repeler la agresin (Estrada, 2004: 202; Rivas: 2007: 515). Tambin hay evidencia de la ayuda de algunos sectores de los tra-bajadores asalariados: una parte de los trabajadores de la Refinera 18 de Marzo, los mdicos internos del Hospital General, la seccin 37 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de Mxico y un grupo de electricistas de la Compaa de Luz (lvarez, 1998: 50; Gmez, 2008: 166). No obstante, existe cierto consenso en que este apoyo no alcanz dimensiones significativas (Estrada, 2004: 242; Guevara, 2004: 171-172). En cuanto al campesinado, Topilejo parece ser el nico caso en el que este sector se vincul al Movimiento. Lejos de ser un apoyo significativo, los habitantes de ese pueblo buscaron el auxilio de los movilizados. La labor de adoctrinamiento que emprendieron las brigadas estudiantiles en aquel pueblo, no modific la mentalidad campesina, domesticada, en general, por estrategias corporativas como la Confederacin Nacional Campesina (Guevara, 2004: 248-249; Gmez, 2008: 174). Por otro lado, respecto a las identidades polticas en la literatura sobre el 68 tiende a establecerse un primer nivel de diferenciacin de los actores polticos segn la concepcin de democracia que cada grupo tena. En la introduccin que hace Zermeo al libro de Rivas (2007: 14-15) alude a un reformismo democrtico (a favor del dilogo), un democratismo libertario (los jvenes en la calle) y una concepcin revolucionaria de la democracia (presente en el cnh). Asimismo, cuando en algunos textos se mencionan las ideologas polticas de los movilizados tales como: revolucionarios, reformistas, demcratas, de izquierda, ligadas a ciertos criterios sociales como jvenes, clase
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media, estudiantes, etctera, pareciera que las identidades im-plicadas son esencias inamovibles y no atravesadas por una serie de tendencias ideolgicas a veces contradictorias. En el tratamiento de las identidades polticas se dedican mayores espacios al papel que la izquierda comunista organizada tuvo en el Movimiento. As, la mayora de los autores establece una distincin entre la izquierda partidaria, el Partido Comunista Mexicano (pcM), y la izquierda grupuscular que tena sus bases entre los estudiantes y los acadmicos (Zermeo, 1978: 35). La mayora de los estudiosos del tema sealan la presencia de los comunistas, de los miembros de la Juventud Comunista y de otros movilizados que se escindieron de sta, as como de grupos revolucionarios maostas, trotskistas, guevaristas y espartaquistas (Guevara, 2004: 25; Prez, 2007: 44; Scherer y Monsivis, 1999: 218). A su vez, la investigacin de Rivas (2007: 609-613) proporciona una detallada reconstruccin de los grupos universitarios de izquier-da que fueron parte esencial del Movimiento. As, observamos que las escuelas con mayor militancia en la izquierda eran: Ciencias, Economa, Ciencias Polticas, Derecho y Filosofa y Letras. Rivas registra tambin a los movilizados de procedencia politcnica: las corrientes estudiantiles democrticas que haban luchado en contra de la Federacin Nacional de Estudiantes Politcnicos (FNET), activistas de la Juventud Comunista, la Confederacin Nacional de Estudiantes Democrticos (CNED) y otros grupos. No obstante esta presencia multifactica, algunos de los que escriben al respecto aducen que no hubo en el Movimiento predominio de la izquierda (Estrada, 2004: 186; Guevara, 200: 162). Por otra parte, la referencia a tibios y duros dentro de la dirigencia del CNH, se asigna de acuerdo a su disposicin a darse por satisfechos con el cumplimiento de las demandas del pliego o encaminar el Movimiento a la accin revolucionaria (Estrada, 2004: 196; Aguayo, 1998: 122). Segn Guevara (2004: 135-138) esta divergencia se debi a la postura ultraizquierdista del ala de Humanidades de la UNAM. Ahora bien, hay consenso en poner en evidencia la existencia en el Movimiento del 68 de sectores no izquierdistas. De este modo, lvarez (1998: 168) incluye entre los movilizados a gente de la derecha, pristas, panistas y cristianos, mientras que Guevara (2004: 71) escribi
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de la presencia de grupos liberales democrticos. El ejemplo ms emblemtico al que alude Guevara es el del Rector Barros Sierra quien, pese a formar parte del sistema poltico, protest pblicamente ante la violacin a la autonoma universitaria. A esta censura se sum la Coalicin de Profesores de Enseanza Media y Superior pro Libertades Democrticas integrada por profesores de la UNAM y del IPN (Guevara, 2004: 54). Tambin mostraron su apoyo la Asamblea de Intelectuales y Ar-tistas, as como el Consejo Universitario de la UNAM. Un documento divulgado por Rivas (2007: 539-540) hace evidente que los primeros no se cuestionaban la legalidad estatal sino que exigan el cumplimiento de los preceptos constitucionales. Por lo que se refiere a los infiltrados, estrategia gubernamental re-currente, se apunta que su actividad provocadora desprestigi al Movimiento polticamente, dando a los gobernantes justificacin para la represin (Guevara, 2004: 227; Aguayo, 1998: 144). Aparecen como infiltrados: Scrates Campos Lemus, Luis Toms Cervantes Cabeza de Vaca, yax Segura, as como Nazar y Sstenes Torrecillas (Guevara, 2008: 236; Ascencio, 1998: 118). Esta apreciacin parece reforzarse cuando uno de los ministerios pblicos favoritos de la Procuradura General de la Repblica (PGR), Salvador del Toro Rosales, reconoci ante la Fiscala Especial para Movimientos Sociales y Polticos del Pasado (FEMoSPP) que la Direccin Federal de Seguridad infiltr agentes dentro del CNH para reventar al Movimiento (Guevara, 2008: 88-89). En conclusin, ms all de las referencias puntuales, en la bibliografa reciente sobre el Movimiento del 68, se hace patente cierto grado de con-fusin a la hora de conjugar las identidades sociales y polticas de los movilizados. Aunque se escribi sobre el apoyo de algunos sectores so-ciales, en general, no se ahonda en las razones por las que no fue posible establecer alianzas ms amplias. En algunos textos parece iden-tificarse a un sector social con una corriente ideolgica unvoca. Poco se ha investigado sobre los grupos cuya ideologa no se puede asimilar al democratismo de izquierda y que, sin embargo, apoyaron el Movimiento.
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los proyEctos
Una de las primeras tareas del Movimiento fue reunir a las diferentes escuelas agraviadas. Despus, el pliego petitorio contribuira a atraer el apoyo de otros sectores de la sociedad. Las demandas inscritas en el plie-go aparecen en varios textos signadas por la visin democrtica que promova la izquierda. Sin embargo, detrs de esta definicin general, la interpretacin de los proyectos del Movimiento no era monoltica: po-da verse como una lucha por la democracia inscrita en la Constitucin (Guevara: 2004: 137), pero tambin como el prembulo de una revo-lucin (Rivas, 2007: 617). No obstante, es evidente que al inicio del conflicto, generalmente, las bases del Movimiento carecan de claras referencias ideolgicas y respondan a la circunstancia del momento: defenderse y resistir la represin. El CNH, en tanto interlocutor entre los estudiantes y el gobierno, oper durante todo el conflicto manteniendo cierto grado de contradiccin respecto a sus propsitos. El mismo pliego petitorio se prestaba a con-fusin en la medida en que demandaba soluciones puntuales que implicaban ajustes fundamentales en el aparato de Estado. Al respecto, el pliego no siempre tiene connotaciones positivas entre los estudiosos del tema. Estrada (2004: 190-191) percibe una forma subversiva en sus planteamientos. La inspiracin de algunos puntos en el pliego es motivo de desacuerdo entre quienes reconocen la impronta de las demandas del PCM (Zermeo, 1978: 31; Rivas, 2007: 528) y quienes omiten mencionarla (Volpi, 1998: 235). La naturaleza poltica del Movimiento es evidente para Monsivis (1999: 190), quien subraya la posibilidad de una toma pacfica y consecuente del poder [] que es la demolicin de las fortalezas ideolgicas y culturales del rgimen. Mientras tanto, Perell6 niega las aspiraciones polticas de la lucha (Gonzlez, 2003: 64).
6 Entre otros participantes, Perell, Moreno, Cervantes, ortega y Yoldi, intervinieron en una serie de reuniones de trabajo celebradas en la UNAM para conmemorar el trigsimo aniversario del Movimiento Estudiantil Mexicano. El texto que result del registro de las ponencias, intervenciones y comentarios de los participantes fue coordinado por Gonzlez (2003).
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otro punto de debate es la caracterizacin de democracia. Para Moreno, sta no debera limitarse a una estructura jurdica y un rgimen poltico, sino abarcar un sistema de vida fundado en el constante me-joramiento econmico, social y cultural del pueblo (Gonzlez, 2003: 52). otros de los que formaron parte del CNH, como Perell, Cervantes, ortega y Yoldi, subrayan el papel del ejercicio electoral dentro de la democracia y, con esta referencia, niegan la naturaleza democratizado-ra del Movimiento (Gonzlez, 2003: 49-94). El propio funcionamiento del CNH como estructura democrtica ha sido objeto de desacuerdo entre los analistas. Rivas (2007: 620) con-sidera las asambleas multitudinarias como democracia en accin, aunque menciona tambin el efecto debilitante para el Movimiento por el desgaste innecesario de tiempo y energas. Mientras tanto, Estrada (2004: 197) considera el asamblesmo como una versin simplista de democracia. Ms an, ortega (Gonzlez, 2003: 69) coment que al contar con una estructura jerarquizada, el Movimiento no era democrtico. Concerniente a la revolucin como proyecto, hay tambin di-vergencias. De la lectura de los textos se desprende que s existan en el 68 las dos perspectivas entre los movilizados: reforma o revolucin. Tal disyuntiva afect necesariamente las discusiones polticas en el CNH, el cual, pese a su objetivo comn, desarroll desde el inicio dis-tintas tendencias polticas. Apareca como alternativa la satisfaccin de las demandas del pliego en el marco constitucional, o reforzar la mo-vilizacin con la alianza de obreros y campesinos para encaminarla a una revolucin (Rivas, 2007: 617-618).
Dentro de los proyectos inmediatos estaba establecer un dilogo pblico. Esta solicitud, dice Rivas, (2007: 595) representaba una crtica a las bases que sustentan el rgimen poltico y social. Asimismo, lvarez (1998: 183) considera que el dilogo pblico, en tanto reto al rgimen de control corporativo del Estado, tropezaba con la renuencia del gobierno a reconocer como interlocutor a un actor social independien-te que lo presionaba. Guevara (2008: 60-83) reflexiona que ms all de prevenir la corrupcin y el soborno a los lderes, el dilogo pblico era una estrategia de los radicales dentro del CNH para sostener la con-frontacin. En ello encuentra Guevara la explicacin a la negativa de
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una parte del CNH para responder la llamada de Gobernacin el 22 de agosto. Por otra parte, Zermeo (1978:118-122) subraya que llevar a la prctica el dilogo implicaba un problema de correlacin de fuerzas que exhibira la debilidad poltica del Estado. El mismo autor seal posteriormente que, al ir cobrando fuerza la amplitud de la alianza contra el autoritarismo, el Movimiento se iba cerrando a la posibilidad del dilogo (2008: 122). Recapitulando, los proyectos del Movimiento no son valorados de igual forma por los autores. En general se subraya el efecto cohesionador de las demandas del pliego, sin embargo, tambin se sostiene que la autora del documento obedeci a ideas radicales que restringieron el permetro de las potenciales convergencias sociales. Dentro de los proyectos del Movimiento, la democracia tiene conno-taciones distintas para los autores. Si se le ve como simple ejercicio electoral entonces se limita el alcance que incluye la justicia social. Pese a que la dinmica del Movimiento marcaba un proyecto revolucionario, no todos los estudiosos lo aceptan.
las forMas dE lucha
La represin gubernamental desde los primeros disturbios provoc la muerte de unos cinco jvenes el 28 de julio (Gmez, 2008: 57). La res-puesta intuitiva de resistencia fue transformndose en otras formas de lucha. Entre ellas resalta la conformacin del Consejo Nacional de Huelga (CNH) que organizara la huelga, las marchas, el volanteo, los desplegados, la accin de las brigadas, etctera. Aguayo (1998: 82) valora estas medidas en sus funciones defensiva, al resistir y repeler la represin, y prospectiva, al tratar de informar a la sociedad para crear una red de solidaridad, moral y econmica. En primer trmino y an antes de conformarse el cnh, la huelga apareci como la forma de lucha con la que los estudiantes pretendan presionar a las autoridades para conseguir la libertad de los estudiantes detenidos en la represin de los primeros das (Rivas, 2007: 515). En segundo lugar, la conformacin del CNH, el 8 de agosto, dio a
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los movilizados la representacin poltica necesaria en las posibles negociaciones con el gobierno. El CNH tambin fue el coordinador en la lucha que logr reunir diferentes escuelas entre instituciones pbli-cas y privadas tanto de la ciudad de Mxico como de otras entidades (Rivas, 2007: 606).
Una tercera dimensin fundamental fueron las manifestaciones callejeras que reforzaban el sentido de identidad de los movilizados y atraan la atencin en busca de apoyo solidario (Guevara, 2004: 121-122). Entre las marchas ms significativas se mencionan las del 1, 13 y 27 de agosto, y la del silencio el 13 de septiembre. Entre otros autores, Ramrez (1969: 172) subraya la importancia de la manifestacin del Rector, el 1 de agosto, que logr imprimirle a la lucha un sesgo distinto a la de una revuelta juvenil injustificada. La manifestacin del 13 de agosto es tambin emblemtica por haber disputado al poder la ocupacin del Zcalo, espacio exclusivo para las elegas oficiales (Estrada, 2004: 192). Ese da, el riesgo de represin para los movilizados potenci en ellos el sentimiento de legitimidad, de fuerza e identidad poltica al enfrentarse al autoritarismo del PRI-gobierno (Guevara, 2004: 164-170). La manifestacin del 27 de agosto fue una ocasin festiva en la que la participacin popular contribuy a la sensacin de triunfo (Guevara, 2004: 217). Sin embargo, tambin se registran como errores polticos algunas acciones, por ejemplo: dejar guardias en la plancha de la Plaza de la Constitucin (lvarez, 1998: 61). Existen por lo menos dos versiones sobre el origen de esta decisin: Rivas (2007: 542) la atribuye al CNH, mientras que Guevara (2004: 204) afirma que fue idea de Perell y Posadas. otro error que se seala fue haber convocado pblicamente al ejecutivo federal para discutir el pliego el 1 de septiembre en el Zcalo antes de rendir su IV informe presidencial (Rivas, 2007: 544). lvarez (1998: 61) considera que las ofensas al presidente, las pintas en el Palacio Nacional y el izamiento de una bandera rojinegra en el asta monumental, contribuyeron a exacerbar la respuesta represiva del gobierno Para corregir la impresin que dejaron los excesos cometidos el 27 de agosto y responder a la violencia gubernamental, se convoc una manifestacin para el 13 de septiembre que se hara en silencio. Jardn (1998: 221) la consider un xito poltico contra de la represin
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presidencial. No obstante, Guevara (2004: 273) sostiene que ms all del triunfo moral, no hubo beneficios para la causa estudiantil. otra de las forma de lucha en el Movimiento de 68 fue el trabajo de las brigadas (Rivas, 2007: 622-623). Revueltas (1999: 22) apunt que se trataba de formas de autogestin que a veces prescindan de la direccin del CNH. Asimismo, Guevara (2008: 52-53) atribuye la accin brigadista al mito movilizador de poder cambiar el mundo. Sin embargo, el mis-mo autor (2004: 622-623) seala que aunque las brigadas visitaban las zonas populares, su actividad no incidi en los obreros sino en la clase media. Guevara (2004: 142) tambin registra cmo la accin brigadista dio la oportunidad para que los ms radicales se acercaran a las masas en una tarea de adoctrinamiento con la revolucin como objetivo. An as, Estrada (2004: 194) considera insuficiente el efecto informativo del trabajo de las brigadas. Dentro de los instrumentos de lucha, el material grfico invadi territorios antes prohibidos llevando consigo mensajes indignados y compensando en parte la desinformacin. La presencia en las marchas de efigies de Ernesto Guevara, Mao Tse Tung, Ho Chi Minh, Lenin y Marx era utilizada por el gobierno para asegurar que el Movimiento estaba patrocinado por alguna organizacin internacional comunista (Guevara, 2004: 214). Para contrarrestar esa impresin, el CNH dio entonces mayor nfasis a smbolos nacionales, de modo que en la manifestacin del 27 de agosto abundaron las imgenes de Zapata, Villa, Flores Magn, Hidalgo, Morelos, Jurez y Demetrio Vallejo (Solana, 2008: 164). La irrupcin pblica de imgenes y mensajes sin censura gubernamental daba cuenta del naciente mpetu con que se combata el autoritarismo. Este material no era el nico que funcionaba como difusor de ideas, pues tanto en planteles universitarios como politcnicos se organizaron festivales artsticos que informaban sobre el desarrollo del Movimiento (Guevara, 2004: 177). En resumen, las formas de lucha que los estudiosos del tema presentan dan cuenta del espritu libertario del momento. No obstante la intencin de formar una conciencia poltica en la sociedad qued parcialmente restringida por la respuesta violenta de un sistema que mostraba su faz autoritaria.
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El iMpacto
Los resultados del Movimiento son, quiz, el rubro donde existen ms divergencias, particularmente en relacin con la concientizacin po-ltica de la sociedad y con la posible apertura democrtica. Entre las consecuencias casi inmediatas, Rivas (2007: 595-596) apunta que la lucha estudiantil demostr que era posible una movilizacin independiente. Respecto a los cambios en el ejercicio de la democracia, Guevara (2004: 195) sostiene que estos fueron posibles gracias al Movimiento. Tambin Rivas (2007: 502) considera el 68 como un parteaguas que traz gran parte de la conciencia pblica del Mxico actual. No obstante, Volpi (1998: 432-433) no comparte la opinin de que el Movimiento del 68 haya sido el ms importante episodio en la lucha democrtica. En efecto, hubo cambios generados en el gobierno a partir del 68, tales modificaciones incluyeron el incremento en el gasto pblico, programas de contrainsurgencia con tintes populistas, cooptacin de lderes y anuncios de apertura democrtica. An as, lvarez (1998: 210) advierte que estas medidas no resultaron en transformaciones de fondo en la estructura gubernamental. Aunque Estrada (2004: 191) informa que la autocrtica iniciada en el gobierno de Echeverra se hizo efectiva con la reforma poltica de Lpez Portillo-Reyes Heroles, queda en duda si las clases populares fueron las beneficiadas con las reformas de 1971. Ms bien, los sectores medios aparecen como los que cosecharon los frutos de la lucha estudiantil (Zermeo, 1978: 63-64). Este autor (2008: 139) reflexiona que la de-mocracia resultante del 68 no debe circunscribirse a la imagen del Instituto Federal Electoral (IFE), pues hay otros recursos conceptuales e histricos que incluyen como democracia a los movimientos sociales. Rivas (2007: 14) seal tambin el impacto de la democracia reformista, la libertaria y la revolucionaria que coexistan en el Movimiento del 68. De la primera se dice que logr fortalecer los espacios de representacin poltica, de la segunda que abri la posibilidad de manifestarse libre-mente mientras que de la ltima apunta que deriv en proyectos revolucionarios armados como el Movimiento de Accin Revolucionaria
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(MAR), los Enfermos de Sinaloa y la Liga Comunista 23 de Septiembre. Guevara (2008: 24-25) incluye tambin los movimientos de obreros que buscaban su independencia sindical y el surgimiento de organizaciones no Gubernamentales (oNG). Zermeo explica en el libro de Rivas (2007: 17-18), que la con-figuracin de corrientes basistas surgi a partir del Movimiento y que stas fueron hostilizadas por el rgimen de Echeverra mientras la representacin poltica-partidista-parlamentaria reciba todos los in-centivos. Finalmente, tales corrientes desaparecieron cooptadas por el salinismo. lvarez (1998: 152) apunta que slo quedaron los canales institucionales, los partidos, como nicas formas de participacin in-cluso para las corrientes de izquierda. Respecto a la radicalizacin, Guevara (2008: 21-26) considera que la represin del 2 de octubre influy en la crisis en la educacin superior, exacerbando la ideologa marxista. Asimismo, Guevara ve en las guerrillas la descomposicin de la lucha democrtica. No obstante, lvarez (1998: 198) no comparte esa perspectiva y reflexiona que el tomar las armas signific un replanteamiento de una propuesta ini-cial que no pudo cumplir su objetivo democrtico en tanto careci de un proyecto de pas que s dio la guerrilla urbana: la revolucin socialista. A este respecto, Volpi (1998: 421-424) toma en cuenta la responsabilidad de Echeverra en este proceso, pues al aparentar favorecer a la izquierda y retomar las banderas de los movilizados, contribuy al surgimiento de organizaciones ms violentas. Por lo que se refiere al impacto social, la lucha estudiantil se considera un antecedente primordial en la reivindicacin de los derechos de las mujeres, de movimientos ecologistas, del derecho a la diversidad, a la libertad sexual, etctera (Jardn, 1998: 207). En estas acciones se hizo evidente el cuestionamiento a los valores tradicionales, la toma de conciencia poltica y el rechazo al autoritarismo (Prez, 2007: 81). Estos cuestionamientos crearon las condiciones favorables para derogar los artculos 145 y 145 bis del Cdigo Penal Federal as como conseguir la liberacin de los presos polticos (Tamayo, 2008: 90). Entre las consecuencias nefastas, Jardn (1998: 199) menciona la de-sesperanza que condujo a algunos a enrolarse en la guerrilla, en el terrorismo, en las adicciones e incluso llegar al suicidio. Sin embargo,
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el impacto psicolgico que caus el Movimiento y su represin es poco atendido por los autores. Al respecto, Aguayo (1998: 292) se interesa en la salud mental de los que estuvieron presentes en la represin del 2 de octubre: manifestantes, policas y soldados que vivieron el trauma de una violencia brutal no esperada y que no recibieron una atencin adecuada. En conclusin, al considerar el impacto del Movimiento surgen algunos debates concernientes a la apertura democrtica y si debe considerrsele un parteaguas. Aunque en algn momento se afirma que el Estado sali inclume de la crisis del 68, mayormente se re-conoce que el ejercicio del poder tuvo que modificarse en funcin de la conciencia poltica de una parte de la sociedad. El balance asigna un peso determinante a la lucha estudiantil como preludio de otras reivindicaciones sociales. En efecto, si antes del 68 era inimaginable sostener una posicin contestataria, casos recientes como el de Atenco y el de oaxaca movilizaciones sociales que han sido castigadas como delitos, hacen evidente que el sometimiento al autoritarismo gubernamental ya no es la regla.
conclusionEs
Luego de elaborar este recorrido de los libros publicados entre 1998 y 2008, es evidente que una historia crtica sobre el 68 hecha con el rigor metodolgico que compete a esta disciplina queda pendiente, salvo contadas excepciones. En general existen mltiples puntos de unin entre las hiptesis, los argumentos y las interpretaciones, mientras que se distinguen pocos debates. La revisin panormica anterior pone en evidencia algunos puntos crticos en vista del desarrollo de los estudios histricos sobre el Mo-vimiento Estudiantil del 68: en primer lugar, las obras en las que prevalece la denuncia y el testimonio evidencian un enfoque periodstico que identifica a los responsables de la masacre del 2 de octubre. An cuando se revelan algunos documentos de la cpula militar, existe un vaco de testimonios de parte de los militares de menor rango. Tampoco aparece, de forma significativa, el testimonio de gente que
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no formaba parte del CNH. En segundo trmino, al sealar las causas hipotticas del Movimiento los autores privilegian factores internos co-mo la situacin socio-poltica, el autoritarismo, los conflictos entre funcionarios del partido hegemnico, el declive de una poca econmica, etctera. Aunque existe un trabajo sobre los primeros incidentes de la movilizacin, queda por averiguar, si esto es posible, la razn para que la polica o el cuerpo de granaderos atacara a los estudiantes en la zona de la Ciudadela, los ltimos das de julio. Un tercer planteamiento, nos muestra la dificultad para articular adecuadamente las identidades polticas y sociales implicadas en el Movimiento. Pese a que existe un debate respecto a la impronta de la izquierda en el Movimiento, sta es la corriente ms tratada en los textos y, por consiguiente, el anlisis de otras tendencias queda incompleto. En cuarto lugar, concerniente a los proyectos del Movimiento, existen controversias. La democratizacin como tarea fundamental del Movimiento tiene sus detractores que con-sideraron que no era posible reformar lo que demandaba un cambio revolucionario. En general, se analiza lo que pensaban los lderes so-bre los proyectos del Movimiento y menos lo que pensaban las masas movilizadas. Las formas de lucha son descritas en los textos con entusiasmo, aunque no se ahonda en las razones por las cuales el Movimiento no pudo consolidar alianzas amplias y duraderas. Fi-nalmente, aparecen las discrepancias entre los autores cuando hacen el balance sobre el impacto del Movimiento. Nuevamente la democracia lograda es el concepto ms debatido al considerar que la lucha del 68 fue la antesala para reformas polticas como la implementacin de la Ley Federal de organizaciones Polticas y Procesos Electorales (LFoPPE), que permiti la entrada de la izquierda en el juego electoral. Por otro lado, se considera parte del impacto la orientacin ha-cia la guerrilla urbana que sigui al 2 de octubre. Valorada como descomposicin o persistencia combativa, la lucha armada cont entre sus militantes a estudiantes radicalizados. En cambio, el aspecto social y cultural del impacto del Movimiento, ha recibido menor atencin. Ni qu decir del impacto psicolgico del mismo. A la represin en Tlatelolco sigui la tarea gubernamental de re-cuperar el consenso para fortalecer al Estado. Se gener entonces una relativa distensin que permiti la existencia de organizaciones polticas
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y sindicatos independientes. Con el apoyo a la oferta educativa me-dia y superior se pretendi canalizar el descontento social haciendo una redistribucin de la riqueza con un programa de desarrollo com-partido. No obstante, la aparente simpata del Ejecutivo Federal por el tercermundismo y la inclusin de los partidos de izquierda coexistan con el autoritarismo enmascarado y la feroz represin de la Guerra Sucia. Quedan abiertas diferentes lneas de investigacin entre las cuales subrayo las siguientes: conocer ms sobre la poltica del Estado me-xicano al implementar la Guerra Sucia, hacer un anlisis del discurso usado por los movilizados y por el rgimen durante la lucha estudiantil, averiguar cmo ocurri que en el reemplazo generacional de los hombres en el poder algunos de los que estuvieron en la lucha libertaria fueron los mismos que aplicaron posteriormente las medidas neoliberales, as como investigar por qu en el perodo estudiado son hombres casi todos los que escriben. El Movimiento Estudiantil del 68 no se olvida, porque pese a que ha dado lugar a una produccin vastsima de bibliografa, quedan pendientes muchas tareas historiogrficas para avanzar en la profundizacin del anlisis crtico de aquel proceso histrico.
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Fecha de recepcin: 9 de septiembre de 2009Fecha de aceptacin: 9 de mayo de 2011
Volumen 9, nmero 20, septiembre-diciembre, 2012, pp. 237-257